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Para afianzar valores patrios y combatir la delincuencia y pandillaje

SEÑALAN CONVENIENCIA DE RESTABLECER SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO EN EL


PERÚ
La conveniencia de restablecer el Servicio Militar Obligatorio (SMO) como forma de
propender al afianzamiento de los valores patrios en la juventud y también para afrontar y combatir
decididamente la delincuencia y el pandillaje en el país, fue destacada el viernes 30 durante un foro
realizado en el Congreso de la República con participación de civiles y militares especialistas en la
temática.
El evento fue organizado por el despacho del congresista Álvaro Gutiérrez Cueva (NoA), quien al
inaugurarlo precisó que la idea central es que “todos los peruanos” en edad militar, sin excepción
alguna, cumplan con el SMO. Precisó que el servicio podría ser acuartelado -dentro de las unidades
militares- o social. En este segundo caso, realizando labores de apoyo en hospitales nacionales,
centros de atención de adultos mayores y otras entidades de bien social.
En su intervención, ante representantes de organismos públicos y privados vinculados con la
problemática de la seguridad ciudadana, lamentó que actualmente se haya perdido los valores y
conceptos acerca del patriotismo y acción cívica en el país. Previno que, de prosperar o mantenerse
esa situación, no se podrá lograr en el Perú un país adecuado para futuras generaciones.
Aclaró que el SMO no será una suerte de reformatorio para los jóvenes peruanos. Más aún, sostuvo
que la aplicación de esa medida le permitiría al Estado un costo menor respecto de otras medidas
de prevención y combate de la violencia juvenil.
Indicó que, mediante el SMO, al afianzarse los valores patrióticos y nacionalistas, será muy difícil
que haya ciudadanos corruptos o inmorales en el futuro. Resaltó que lo que se estaba buscando
era, precisamente, marchar a la forja de un país con gente idónea y responsable en el cumplimiento
de sus actividades habituales.
Precisamente, el congresista Gutiérrez es autor de un proyecto de ley cuya finalidad es restituir el
servicio militar con carácter obligatorio, al cual se han adherido legisladores de otros grupos
políticos.
Al foro, efectuado en la sala Raúl Porras Barrenechea del Palacio Legislativo, asistió el viceministro
de Defensa, Fabián Novak Talavera, lo mismo que otras autoridades de ese portafolio.
Entre los expositores estuvieron el comandante general del Ejército, general Edwin Donayre Gotzch;
el alcalde de Pueblo Libre, Rafael Santos Normand; el alcalde de Comas, Miguel Ángel Saldaña
Reátegui: y el presidente de la Asociación Nacional de Asociaciones de Padres de Familia
(APAFAS), Marco Antonio Caldas Pozo.
Los temas enfocados fueron el servicio cívico militar como alternativa para la prevención del
pandillaje, desempleo y delincuencia juvenil; Perspectivas del SMO como forma de superación
personal; y Servicio cívico militar como servicio social, entre otros.
CLAUSURA
El acto de clausura del importante evento estuvo a cargo de la presidenta del Congreso, doctora
Mercedes Cabanillas Bustamante, quien previno que el tema tratado era realmente complejo, y por
ello mismo requería de medidas precisas y debidamente estudiadas a fondo para proceder al
eventual restablecimiento del Servicio Militar Obligatorio en el país.
“No hay una sola solución. Este es un tema que, quizás, pasa por mejorar la educación. También
se requiere de políticas públicas que garanticen a los jóvenes mejores condiciones para
desarrollarse de manera integral”, precisó la titular del Parlamento Nacional.
En ese sentido, formuló un llamado a todos los sectores a aportar y plantear soluciones antes de
una eventual disposición para restablecer el Servicio Militar Obligatorio en el Perú. Ese mecanismo
legal, con carácter obligatorio, fue dejado sin efecto años atrás, y ahora se considera la posibilidad
de restablecerlo.
Cabanillas puntualizó que hay un camino por seguir, que debe avanzarse meditando y buscando
alternativas a la problemática, y es que se requiere profundizar en un tema que todavía está
pendiente de solución.

SERVICIO DE NOTICIAS
CENTRO DE COMUNICACIONES DEL CONGRESO
¿Servicio militar obligatorio como respuesta? Ausencia de políticas educativas y laborales en favor
de la juventud
Cada vez que pensamos cómo incluir a los jóvenes en sistemas educativos integrales o en
espacios técnicos laborales, en vez de pensar en una educación pública de mejor calidad se
piense en el servicio militar como la principal propuesta.

Escribe: Bruce Barnaby (*)


El anuncio realizado por el presidente Castillo en el discurso de 28 de julio sobre la adecuación del
servicio militar para incluir a aquellos jóvenes que no se encuentran trabajando, genera serias dudas
respecto de su concepción y aplicación. Esas dudas se refieren tanto al real impacto que dicha
política pública pueda tener para solucionar problemas como el acceso al empleo o la disminución
de la delincuencia; como a las dificultades que puede traer en el rol de las fuerzas armadas, y en la
construcción de la ciudadanía que tanto se necesita en nuestro país.
En relación al primer punto, un estudio de GRADE del 2018[1] muestra que el grupo considerado
“ninis”, es decir, aquellos jóvenes que no cuentan con un trabajo estable, no son un grupo uniforme,
sino que abarcan una diversidad de grupos con distintas causas que requieren de una aproximación
particular a cada una de ellas. Reducir su problemática a la consecuencia de dicho problema (la
falta de un trabajo estable), nos lleva a diseñar una respuesta que no soluciona los problemas de
fondo, y que, de ser implementada, puede generar impactos contrarios a los que se quiere alcanzar.
Un ejemplo son aquellas personas que realizan labores no remuneradas, como los quehaceres del
hogar o aquellas que realizan labores de cuidado, cargas que se encuentran de manera
desproporcionada entre las mujeres[2]. La ausencia de una regulación que reconozca dichas
labores como parte de una actividad que aporta a la economía nacional, genera un vacío en su
regulación, y las mantiene en una situación de vulnerabilidad. Así, no solo las aleja de contar con
beneficios sociales básicos, sino que, además, las estigmatiza reduciendo su real valor.
Otro ejemplo es el caso de aquellas personas que sí trabajan, pero de manera irregular en diferentes
tipos de servicios, lo que se le conoce como el trabajo precario. La economía informal está llena de
trabajos que no garantizan estabilidad o beneficios laborales, pero que esconden una diversidad de
actividades que son fundamentales para el crecimiento de la sociedad. De esa manera, en vez de
promover la formalización y acceso a beneficios sociales por parte de este grupo, se les busca
realocar dentro del servicio militar.
«Hay que recordar que el servicio militar ha sido reconocido por la Comisión Interamericana
como parte de la función de protección y seguridad del Estado, pero no como un mecanismo
educativo o de fortalecimiento de capacidades.»
Queda claro que políticas dirigidas a la formalización del empleo, o del reconocimiento de las
labores de cuidado como un aporte productivo a la economía, podrían solucionar esos problemas
de manera mucho más efectiva que una política de fortalecimiento del servicio militar. En ese
sentido, implementar un servicio militar obligatorio, o voluntario académico, como ha planteado
recientemente el ministro de Defensa, Walter Ayala; no solo puede terminar no respondiendo a la
necesidad que se busca cubrir, sino que puede generar mayores niveles de desprotección a
personas en situación de vulnerabilidad, y puede generar un impacto sobre la economía de las
propias familias.
Pero, además, resulta paradójico que en nuestra sociedad, cada vez que pensamos cómo incluir a
los jóvenes en sistemas educativos integrales o en espacios técnicos laborales, en vez de pensar
en una educación pública de mejor calidad, o en supervisar mejor los servicios que prestan los
privados, de manera que sean ofertas accesibles y de calidad, o que se promuevan actividades
artísticas o deportivas en los jóvenes a través de programas sociales; se piense en el servicio militar
como la principal propuesta.
Hay que recordar que el servicio militar ha sido reconocido por la Comisión Interamericana[3] como
parte de la función de protección y seguridad del Estado, pero no como un mecanismo educativo o
de fortalecimiento de capacidades. Así, una ciudadanía plural y dialogante, que no perciba al “otro”
como el enemigo, sino como un actor con el cual construir, debería contar con mecanismos civiles
educativos mucho más fortalecidos, que generen empatías entre los diferentes grupos y culturas
que tenemos, que nos acerquen a dicha pluralidad y nos brinde los elementos para fortalecer ese
diálogo.
El servicio militar se define como una oportunidad de participar en la defensa nacional, lo que es
importante y debe ser fortalecido hacia una carrera más inclusiva y con mejores incentivos, pero no
puede pensarse como la punta de lanza de nuestra política educativa más incluyente, o como una
política para mejorar nuestro mercado laboral.
En este contexto, hay una oportunidad de ofrecer, desde el sector trabajo, un abordaje nuevo y más
humano a los altos niveles de informalidad, a la ausencia de coordinación entre nuestro sistema
educativo y nuestro mercado laboral, y sobre todo, una protección y reconocimiento adecuado a
todas aquellas personas que están asumiendo labores de cuidado de terceros. Asimismo, se debe
fortalecer las políticas integrales en favor de la juventud, fortaleciendo entidades como la Secretaría
Nacional de la Juventud – SENAJU[4].
Finalmente, es necesario que el Estado tome decisiones utilizando la evidencia que existe, o
buscando evidencia que las justifique, respetando las competencias y los objetivos de cada entidad,
y comprendiendo que los problemas de la sociedad tienen diversas causas, que requieren ser
abordados de una manera más integral.
Desestiman propuesta de alcaldes para restituir Servicio Militar Obligatorio
Secretaría Nacional de la Juventud rechaza propuesta de alcaldes para restaurar el servicio militar
obligatorio
00:01 | Lima, nov. 14 (ANDINA).

El secretario nacional de la Juventud, Alvaro Quispe Pérez, rechazó la propuesta lanzada por
algunos alcaldes distritales de Lima, para la restitución del servicio militar obligatorio (SMO), ante el
incremento de la delincuencia juvenil.
“Siete millones de jóvenes peruanos no pueden ser afectados por la acción vandálica de 12 mil
pandilleros”, dijo el funcionario.
Quispe Pérez explicó que el servicio militar obligatorio no es una salida que pueda evitar que existan
pandillas juveniles o la proliferación de violencia entre los jóvenes, pues no existe ningún estudio
que así lo demuestre.
“Tal es así que esta medida no aparece en ninguna política pública preventiva ni sancionadora de
jóvenes y adolescentes en conflicto con la ley”, anotó.
Sostuvo que los valores y la disciplina, encontrar un sentido de vida y alcanzar alguna capacitación,
así como adquirir carácter o hacer ejercicio físico, son prácticas efectivamente positivas pero que
pueden accederse por diversos modos, ya sea por el deporte sano, por programas formativos en
valores o en capacidades laborales y de emprendimiento.
“No sé por qué algunos alcaldes creen que es algo que solo se adquiere en un cuartel”, anotó.
Recordó que la vigencia de la Ley 29248, Ley del Servicio Militar Voluntario, desde el año 2000, fue
una importante reforma a favor de los derechos básicos de los jóvenes peruanos, una conquista
democrática vinculada además a la nueva concepción de las fuerzas armadas peruanas como
institución militar del siglo XXI, especializada y profesional.
“No podemos retroceder. La historia del SMO ha demostrado que su carácter supuestamente
obligatorio para todos no es tal, pues afecta directamente a los grupos sociales excluidos, es decir
a los ciudadanos más pobres y menos instruidos, a los jóvenes pobladores de las zonas rurales y
más alejadas de las capitales”, dijo.
Señaló que existen aproximadamente 20 mil vacantes no cubiertas para personal de tropa en las
Fuerzas Armadas, y que el perfil que se exige en la actualidad es de soldados profesionalizados.
“Las FFAA no son reformatorios”, comentó.
En ese sentido, subrayó que las estrategias para hacer frente a problemas de seguridad ciudadana,
como las pandillas y barras bravas, requieren enfoques preventivos socioeducativos y la articulación
de diversos actores.
Dijo que los enfoques más adecuados y eficientes son los socioeducativos y que son un poderoso
elemento para alejar a los jóvenes de actitudes violentas o del consumo de drogas.
“Por ejemplo, los programas de prevención de la violencia juvenil que conciben las opciones
formativas, las alternativas emprendedoras y la accesibilidad a la educación, el deporte, la expresión
artística, el uso creativo y productivo del tiempo libre, así como el apoyo en la autoestima y el cultivo
de valores, entre ellos la disciplina y la moral; en general todo aquello que ofrezcan oportunidades de
desarrollo”, anotó el titular de la Senaju.

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