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objetivo indagar algunos de los muchos antecedentes que fomentaron la vulneración de los
derechos humanos, mencionando también la búsqueda de justicia en aspectos tales como el
género, cultura y educación social.
Uno de los problemas más complejos a los que se enfrentan los procesos de
reinstitucionalización democrática como el que se viene llevando a cabo en el país, es la
superación y solución de las violaciones a los derechos humanos ocurridas en los últimos años.
Todo esto motiva un aparente conflicto entre la necesaria vigencia de los derechos humanos y
el respeto del principio de seguridad jurídica.
Retomando el tema, algunos de los muchos antecedentes que vulneraron los derechos
humanos fueron el autogolpe del 5 de abril de 1992, el protagonismo y expansión militar y la
actuación ilegal de los servicios de inteligencia según el informe defensorial número 57.
En la noche del 5 de abril de 1992 ocurrió el autogolpe de Estado guiado por el expresidente
Alberto Fujimori que ordenó el cierre del Congreso de la República como una de las primeras
actividades para la parálisis del país. El propósito de Fujimori era tener el control total del
artefacto estatal y el orden constitucional para perpetuarse en el poder causando un
progresivo proceso de concentración en el poder político por parte del gobierno anterior,
evidenciándose con la disolución del congreso de la república y la intervención del poder
judicial, el ministerio público, entre otros. Como consecuencia de las presiones internas de la
comunidad internacional, el gobierno se autodenominó “gobierno de emergencia y
reconstrucción nacional”, iniciándose un proceso de reinstitucionalización democrática y
convocándose elecciones para elegir un congreso constituyente democrático. Finalmente, a
este congreso constituyente democrático se le encargo la redacción de una nueva constitución
en la que se introdujo la reelección presidencial y potenciar significativamente a la figura del
presidente de la republica para los nombramientos y ascensos de los oficiales generales,
excluyendo al parlamento de este ámbito.
Concluyendo con estos, tenemos a la actuación ilegal de los servicios de inteligencia en el cual
la probabilidad de conocer sobre determinados asuntos de corrupción se cierra a cal y canto,
puesto a que la estabilidad del Estado, un criterio tan indeterminado como perjudicial, se
antepone a la satisfacción de otros intereses que subyacen en los derechos primordiales. En
este contexto, Abad Yupanqui nos menciona que muchos miembros de los servicios de
inteligencia de las Fuerzas Armadas y del Servicio de Inteligencia Nacional, se vieron
comprometidos en hechos violatorios de derechos humanos como por ejemplo, en el
asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta; en el atentado con
cargas de dinamita contra las instalaciones de la filial de Red Global Televisión en la ciudad de
Puno; en la tortura de la ex agente de inteligencia Leonor La Rosa; en el descuartizamiento de
la ex agente de inteligencia Mariela Barreto; así como en el seguimiento a periodistas y
candidatos de oposición , y en el asesinato de personas en los Barrios Altos, entre otros casos
denunciados.
Los valores del derecho, aquellos que giran en torno a la justicia, no son privativos ni
patrimonio exclusivo de las ciencias jurídicas. Aquellos valores cruzan dinámicamente diversos
enfoques, los cuales, si bien son teórica y metodológicamente distintos, no tienen por qué
distanciarse aún más. En la búsqueda de justicia y derechos encontramos el aspecto de género
e interculturalidad.
Finalmente, recuperar el valor de la calle para la ciudadanía es muy importante para el Perú
como sociedad. Tienen la aspiración de alcanzar un desarrollo que le permita contar con
bienes, equipamientos, infraestructura y servicios suficientes para satisfacer las necesidades
del conjunto de sus habitantes. Se espera un desarrollo que permita construir una sociedad
más justa y que haya democracia en el Perú. Cuando nosotros reclamamos nuestros derechos,
nos identificamos y reconocemos como ciudadanos, es decir como habitantes del país a los
que nuestra Constitución debe proteger. Este deseo es verdadero y justo, ya que todos
nosotros tenemos iguales deberes y derechos en la sociedad, los cuales están dictados en la
Constitución Política del Estado.