Como vimos anteriormente una relación jurídica es el vínculo entre dos o más personas o sujetos de Derecho, en virtud del cual, una de ellas tiene la facultad de exigir algo que la otra debe cumplir y consta de tres elementos Sujeto, Objeto y Causa. Esta “causa” de la relación jurídica, es el HECHO del cual deriva. Todo fenómeno jurídico, lo mismo que cualquier fenómeno de la naturaleza, está sujeto al principio de razón suficiente, que conduce a la investigación de la causa eficiente de la relación o hecho que lo produce, como así también la índole y calidad de la relación jurídica depende de la índole y la calidad del hecho que lo produce. Hecho: Tiene su etimología en la palabra de origen latín factus y hace referencia a lo que sucede o a un acontecimiento determinado. Es todo evento conocido a través de los sentidos. Entonces, podemos decir que el hecho jurídico, es un acontecimiento al que el ordenamiento legal le adjudica determinados efectos. En su estructura, los hechos jurídicos no tienen diferencias con los simples hechos, pero los hechos jurídicos son significativos para el derecho en la medida que resultan relevantes para establecer una relación de causalidad que liga a ese hecho con los efectos que se producen en su órbita. Los simples hechos, son aquellos que no generan ningún tipo de interés o efecto jurídico. El artículo 257 del C.C.C.N, denomina a hechos jurídicos como todo acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas. Los hechos que pueden dar origen a la aplicación del Derecho se clasifican en dos grandes grupos: los hechos exteriores o naturales, que se producen por causas extrañas al hombre y sin embargo pueden originar una adquisición o pérdida de Derechos, como el nacimiento, la muerte, un terremoto etc. Y los hechos humanos, producidos por los sujetos de Derecho, es decir los que tienen intervención del ser humano, con voluntad (celebración de un contrato) o sin ella (persona que tropieza y al caer lesiona a otra). A su vez, los hechos jurídicos pueden ser positivos o negativos, los primeros importan una transformación efectiva de ciertas circunstancias de hecho, tal como la muerte, un delito, la aceptación de una oferta, etc.; los segundos implican una abstención: la falta de cumplimento de una obligación de no hacer. Los hechos humanos, pueden ser involuntarios (artículo 261 del C.C.C.N), o sea ejecutados sin discernimiento, intención o libertad y, en tal caso, no producen efecto jurídico alguno, salvo si causan un daño a otro. Son voluntarios (artículo 260 del C.C.C.N) los actos realizados con discernimiento, intención y libertad. Estos últimos se subdividen en lícitos e ilícitos, según sean o no contrarios a las leyes. Hechos lícitos, a su vez se dividen en actos jurídicos (artículo 259 del C.C.C.N) y simples actos lícitos (artículo 258 del C.C.C.N). Los hechos ilícitos, se subdividen en delitos y cuasidelitos (denominación que solo corresponde al Derecho Civil) ya que en Derecho Penal solo se considera la figura de delito. Si bien esta clasificación no está regulada en el nuevo código (delitos y cuasidelitos), solo se hace referencia de ellos en los apartados del artículo 261 del C.C.C.N Actos Involuntarios. Diferencia entre Hecho Jurídico y Acto Jurídico Es una diferencia de género a especie. Los actos jurídicos son una especie del género hechos jurídicos, por lo cual todo acto jurídico es un hecho jurídico, pero no todo hecho jurídico es un acto jurídico. Además, el acto jurídico tiene un “fin inmediato” querido por las partes que es el de producir efectos jurídicos, lo que no ocurre con el hecho jurídico. En el acto, el bien jurídico tutelado es la autonomía de la voluntad y su intención creadora de efectos jurídicos, no así en el hecho jurídico que bien pudo haber sido involuntario. Actos Voluntarios El artículo 260 del C.C.C.N, indica que son los actos ejecutados con discernimiento, intención y libertad, que se manifiesta por un hecho exterior. Causas internas de la voluntad: Discernimiento, intención y libertad. Discernimiento: consiste en la aptitud del espíritu humano que permite distinguir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, y apreciar las consecuencias convenientes o inconvenientes de las acciones humanas. El discernimiento es la versión jurídica de la inteligencia. Es una aptitud elemental para comprender el significado del acto. El artículo 261 del C.C.C.N considera que un hecho es involuntario al carecer de este elemento fundamental por razones como la falta de razón o inmadurez del agente civil. a) El acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la razón (por ejemplo, cuando una persona se encuentra bajo el efecto de alguna sustancia que altero su psiquis, o bajo los efectos del alcohol, de las drogas o de algún evento traumático físico o psicológico, o bien de cualquier otra circunstancia que hubiera provocado la pérdida transitoria de la aptitud para comprender. Cuando una persona actúa en condiciones de perturbación mental, falla el elemento voluntario del acto y por tanto, si se trata de un acto ilícito, el sujeto resultará inimputable. En cambio, si en ese estado realizó un acto lícito, podrá ser declarado nulo b) El acto ilícito de la persona menor de edad que no ha cumplido diez años (a partir de los diez años se admite la idea de que el ser humano capta la noción de lo bueno y lo malo, que puede apreciar lo que para él puede ser conveniente o inconveniente. c) El acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin perjuicio de lo establecido en disposiciones especiales. Intención: Consiste en el propósito de la voluntad en la realización de cada uno de los actos conscientes. La intención es como la flecha que lanza el tirador hacia el blanco y que alcanza su objetivo. Se diferencia del discernimiento. La intención presupone el discernimiento, pues no se puede tener el propósito de realizar un acto determinado si no posee la aptitud de conocer en general cualquier acto. El discernimiento es una facultad genérica del espíritu, en tanto que la intención se vincula a cada acto determinado. El discernimiento no es susceptible de una calificación moral. La intención sí. Por ejemplo, la buena intención configura la noción jurídica de la buena fe y la mala intención constituye la característica de los delitos civiles que es una de las dos características en que se dividen los actos ilícitos. Las causas obstativas de la intención son el error y el dolo. Puede ocurrir que por una contingencia no imputable apersona alguna determinada, exista una discordancia entre el propósito del agente y el resultado de su acción. Esto sería un caso de error. En cambio, puede ocurrir que aquella discordancia entre el propósito y el resultado del acto, sea causado por la intencionalidad de otra persona que nos haya inducido a ello. Es decir, se comete un error porque alguien, ajeno al agente, lo provocó, lo instigó o lo indujo mediante una maniobra engañosa. Esto es lo que se llama dolo. Hay que tener en cuenta que la intención en el obrar humano se presume hasta la prueba en contrario. Libertad: Consiste en la espontaneidad de la determinación del agente. Los actos humanos se reputan libres salvo prueba en contrario, pues ello es lo que acontece generalmente. Es la posibilidad de llevar a cabo o no el acto jurídico, según las propias conveniencias o deseos de la persona. Carece de libertad si el agente ha sido objeto de violencia o intimidación. Todo suceso o acontecimiento producidos por la naturaleza o el hombre son hechos Causas externas de la voluntad Voluntad se tiene que otorgar por medio de una expresión positiva, es decir, se manifiesta verbalmente, por escrito o por signos inequívocos (Artículo 262 del C.C.C.N). El Dr. Borda menciona además la ejecución de un hecho material y lo denomina como manifestación o declaración de la voluntad. Esta declaración de la voluntad, debe entenderse no solo a la palabra verbal o escrita, sino toda conducta o proceder que, de acuerdo con las circunstancias, permita inferir la existencia de la voluntad. Es aquello en los cuales puedo presumir la voluntad de la persona con el accionar de la misma. Ej. Una persona sube al colectivo y sin mediar palabra pasa la sube sin indicar al chofer donde va. Por lo cual el chofer le cobra el boleto de la misma manera Ej. Una persona se acerca al puesto de diarios y toma un diario y sin mediar palabra le abona el dinero del mismo. Expresión tácita de la voluntad resulta de los actos por los cuales se les puede conocer con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la convención exigen una manifestación expresa. Artículo 264. En algunos casos se confunde la expresión tácita con los “signos inequívocos” mencionados en el artículo 262 El silencio El silencio jurídico debe comprenderse no solo de no escribir palabras o expresar manifestaciones, sino también la abstención de realizar signos inequívocos de manifestación de la voluntad. Artículo 263 La regla general es que el silencio no es considerado manifestación de la voluntad con excepción de: a) Cuando hay una obligación de explicarse por la ley: una persona es llamada judicialmente a reconocer la firma de un documento y guarda silencio. La firma se presume por reconocida. b) Cuando haya un deber de expedirse la voluntad de las partes c) Cuando haya una obligación de explicarse a causa de una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes: aumento de precios de la mercadería, el proveedor aumenta la mercadería y el comerciante, recibe la mercadería sin expresar desacuerdo. Imputación de las Consecuencias de los actos voluntarios El código valora la responsabilidad desde el ángulo del autor del hecho. En otras palabras, no es la gravedad de la culpa la que determina el monto de la indemnización, sino el perjuicio real sufrido por la víctima y la calidad de su autor. Nuestra ley hace una distinción entre consecuencias inmediatas, mediatas y casuales Las consecuencias inmediatas, son aquellas que ocurren según el curso ordinario y normal de las cosas (art. 1727). Si una persona le hace un disparo a otra, la consecuencia inmediata será la herida o la muerte. El autor del hecho es responsable por estas consecuencias. Las consecuencias mediatas, son aquellas en las que la relación de causalidad es más remota y que no surgen necesariamente del hecho que les dio origen. De estas consecuencias se responde cuando el autor las hubiera previsto. Las consecuencias casuales, son aquellas en las que la relación de causalidad es tan remota que en verdad no podían ser previstas ni aun usando toda la diligencia que el caso requería. Estas no son imputables al autor sino cuando fueron tenidas en mira al ejecutarlo. También son factores subjetivos, la atribución del dolo y la culpa. Es decir, cuando se configura la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos (dolo) o hay una omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar (comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión) “culpa”. Hechos involuntarios El artículo 260 establece que los hechos involuntarios no son imputables a su autor. Esta regla tiene una excepción: si como consecuencia del hecho involuntario, el autor se hubiera enriquecido, deberá indemnizar a la víctima en la medida del enriquecimiento. Además, el artículo 1754 establece que en el caso de daños causados por personas que obran bajo su responsabilidad parental, son responsables los que los tienen a su cargo, es decir, sus padres y tutores. Régimen legal Estos artículos (260 y 1754) tienen su fuente y origen en los artículos 907 y 1113 del Código Civil derogado y ha concluido con el sistema que hacía de la culpa el único fundamento de la responsabilidad. Hoy el derecho mira el problema de la indemnización desde el ángulo de la víctima y no del autor del hecho. La falta de discernimiento, la falta de intención o de culpa, no excluyen siempre la responsabilidad por los hechos ilícitos. Hechos Voluntarios Ilícitos. Para determinar que un hecho haya sido ilícito debe ser voluntario, contrario a la ley, que haya producido un daño a un tercero, tiene que haber existido una relación de causalidad entre el hecho y el acto, que pueda imputarse al autor el hecho por su dolo, culpa o negligencia. Pueden ser delitos o cuasidelitos Delitos, cuando son ejecutados con intención de provocar un daño a un tercero. Cuasidelito. Cuando, no tengo la intención de provocar el daño aun así se provoca por negligencia, impericia. Las responsabilidades son más gravosas con los delitos que ante los cuasidelitos. La responsabilidad civil por los hechos voluntarios está basada en la idea de la culpa. Únicamente los actos voluntarios pueden dar origen a esa responsabilidad. En nuestro derecho, el problema de la responsabilidad ha sido sofocado siguiendo las tendencias desde el punto de vista de damnificado. El dolo y la Culpa El dolo como elemento intencional de los actos ilícitos, consiste en la intención de perjudicar, en la intención maligna de provocar el daño que el agente causa. La culpa, en cambio, consiste en la omisión de aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de las cosas para evitar el daño sobreviviente. Lo característico de la culpa, radica en la inadvertencia, una incuria, un descuido, una imprudencia o una negligencia. El agente que obra con culpa, a diferencia del que obra con dolo, no tenía intención de causar el daño producido; pero estaba en el deber de advertir las consecuencias de sus actos, de prever el resultado de su acción. Y porque no lo previo, o no lo evitó pudiendo hacerlo, se lo hace responsable del mismo y se lo obliga a reponerlo. La diferencia entre los delitos civiles y los penales. En materia penal todo acto establecido por el código, es delito, mientras que en materia civil si el acto se produjo con culpa (cuasidelito) o si se efectuó con dolo (delito). Los actos ilícitos civiles son innumerables, pues ellos pueden resultar de cualquier contravención al ordenamiento legal. Los delitos criminales están taxativamente determinados en el Código Penal. Los actos ilícitos civiles requieren indispensablemente la producción de un daño a un particular; los delitos criminales no. Los actos ilícitos civiles dan lugar a sanciones resarcitorias que restablecen el precedente equilibrio de intereses; los delitos criminales originan sanciones represivas más variadas e intensas. La terminología de delitos y cuasi delitos es propia del derecho civil. Para el derecho penal no hay nada más que delitos, que son acciones (dolosas o culposas) incriminadas en el Código Penal. Actos jurídicos Acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas. (art. 259). Caracteres Es un hecho humano. El acto jurídico es voluntario (importa la existencia de la voluntad interna y su exteriorización) Es un acto lícito (debe ser conforme a nuestro derecho positivo). Tienen por fin inmediato la producción de efectos jurídicos. Esta es la nota característica exclusiva del acto jurídico, su rasgo distintivo y propio. Permite distinguirlo de otros actos voluntarios lícitos. El acto jurídico es una especie del género hecho jurídico, por lo cual todo acto jurídico es también un hecho jurídico, pero no todo hecho jurídico es un acto jurídico. Elementos esenciales Los elementos del acto jurídico son el sujeto, el objeto, la causa y la manifestación de la voluntad hecha en forma legal. El sujeto es la persona humana o jurídica que hace la declaración de voluntad; debe ser capaz sin lo cual el acto sería ineficaz. El objeto es la cosa o hecho sobre el cual recae la obligación contraída. En otras palabras, es la prestación adeudada. El objeto de del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por la ley, contrario a la moral a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea (art. 279). Debe ser determinado, puesto que no sería posible constreñir al deudor al pago de una cosa o a la realización de un hecho si no se puede precisar cuál es la cosa o el hecho debido. Debe ser posible, en efecto, nadie puede ser obligado a pagar o hacer algo imposible. Pero la imposibilidad que anula la obligación debe ser absoluta. Debe ser lícito, Todo objeto contrario a la ley anula la obligación y Finalmente debe ser conforme a la moral y a las buenas costumbres y respetar la dignidad humana. La causa En el antiguo código la palabra causa, presentaba dos acepciones diferentes: designaba, a veces la fuente de las obligaciones, o sea los presupuestos de los cuales derivaba algún hecho idóneo para producirla de conformidad con el ordenamiento jurídico; y, otras veces, en cambio, era empleada en el sentido de causa fin; significaba el fin que las partes se habían propuesto al contratar. En el Código Civil y Comercial, el artículo 281 intenta definir causa, afirmando que la causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad. También integran la causa dos motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes. Distintas teorías La doctrina clásica: Esta concepción es definitivamente objetiva; la causa es el fin del acto jurídico (Domat), La doctrina anticasualista impulsada por Ernst y Planiol la tildaban de falsa e inútil. El artículo 282 establece que, aunque la causa no esté expresada en el acto, se presume que existe, mientras no se pruebe lo contrario. Es lógico que los hombres no actúan jurídicamente porque sí, sin motivo o causa verdadera, porque ello sería irrazonable. Clasificación de los actos jurídicos Actos positivos y negativos En los primeros, el nacimiento, modificación, extinción, etc., de un derecho, depende de la realización de un acto (la firma de un contrato, la realización de un trabajo, etc.) En los negativos, la conducta jurídica consiste en una omisión o abstención; tal es el caso de las obligaciones de no hacer Actos unilaterales y bilaterales Los actos jurídicos son unilaterales cuando basta para formarlos la voluntad de una sola persona, como el testamento. Los bilaterales cuando requiere del consentimiento unánime de dos o más personas, como los contratos. Actos entre vivos y de última voluntad Los actos jurídicos cuya eficacia no depende del fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan, se llaman “actos entre vivos”, como son los contratos. Cuando no deben producir efectos sino después del fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan, se denominan “disposiciones de última voluntad”, como son los testamentos. Actos gratuitos y onerosos Los gratuitos son aquellos en que la obligación está a cargo de una sola de las partes y responde a un propósito de liberalidad; tales los testamentos, la donación, la renuncia sin cargo a un derecho. En cambio, en los actos onerosos las obligaciones son reciprocas y cada contratante las contrae en vista de que la otra parte se obliga a su vez. Actos formales y no formales La eficacia de estos, depende de la observancia de las formas ordenadas por la ley. Actos de administración y de disposición o enajenación Actos de administración son aquellos que mantienen en su integridad el patrimonio e inclusive aumenta, por medio de una explotación normal, los bienes que lo componen. Los actos de disposición implican el egreso anormal de bienes y por lo tanto, una modificación substancial de la composición del patrimonio Actos patrimoniales y extrapatrimoniales Lo serán según tengan o no un contenido económico, respectivamente. En los patrimoniales involucran el patrimonio de una persona, mientras que los extrapatrimoniales no (ej. El cambio de estado). Modalidades de los actos jurídicos Son aquellas estipulaciones accesorias de un acto jurídico que restan algo de su plenitud a la obligación principal. Estas son la Condición, el Plazo y el Cargo. Condición significa la cláusula en virtud de la cual la eficacia o la resolución de un acto jurídico se subordina a un hecho futuro e incierto. (art. 343). El artículo 344 establece que es nulo el acto sujeto a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres o prohibido por el ordenamiento jurídico o que dependa exclusivamente de la voluntad del obligado. Debe tener los siguientes caracteres: a) Debe ser incierto. Este es el carácter esencial de la condición; debe tratarse de un hecho que puede o no ocurrir. b) Debe ser futuro. La exigencia de que se trate un acontecimiento futuro está vinculada con la incertidumbre, que es la esencia de la condición. Clasificación Condiciones suspensivas y resolutorias: La condición es suspensiva cuando la eficacia del acto está subordinada al acaecimiento de un hecho futuro e incierto (ej. La contratación de un seguro). Es resolutoria cuando lo que depende del hecho incierto es la extinción del acto (Ej. Un testamento que dispone una renta vitalicia, con la condición de que el beneficiario realice misas diarias en honor al testador) Condiciones potestativas, casuales y mixtas. La condición es potestativa cuando su cumplimiento depende del arbitrio del obligado (ej. Me comprometo a hacer entrega de $1000, si quiero hacerlo). Es casual, cuando se trata de un hecho totalmente ajeno a la voluntad de las partes (ej. El granizo, el rayo) y es Mixta cuando su cumplimiento depende de parte de la voluntad de las partes y en parte de factores extraños. Condiciones positivas y negativas. Es positiva si consiste en la realización de un hecho y es negativa si consiste en una omisión o en la falta de realización de un acontecimiento. El plazo Plazo o término es la cláusula en virtud de la cual se difieren o se limitan en el tiempo los efectos de un acto jurídico. Clasificación Suspensivo y resolutorio. El suspensivo es cuando se difieren los efectos del acto jurídico hasta el cumplimiento del término fijado. (ej. pagaré) y resolutorio cuando se limitan hasta cierto momento los efectos del acto. Cierto o incierto. El plazo es cierto cuando la fecha de su cumplimiento está determinada con precisión, sea por la designación expresa del día o por fijación de un número de días a partir de la fecha o por la determinación de un acontecimiento que ha de ocurrir fatalmente en un cierto. Es incierto cuando no se sabe la fecha en que ha de cumplirse. Expreso y tácito. Legal, judicial y voluntario. Es legal si surge de la ley, como son los términos fijados por el Código de Procedimientos para la actuación en justicia. Es judicial si está fijado en la sentencia o resolución judicial, a menos que se trate del acto jurídico de plazo incierto en el cual el juez es llamado por las partes para su fijación. Es voluntario cuando ha sido establecido por los otorgantes del acto. Caducidad del plazo. Puede existir la disposición legal de suspensión del plazo en los actos jurídicos, por situaciones expresamente previstas en el art. 353: a) quiebra del deudor, b) disminución por acto propio de las seguridades otorgadas al acreedor y c) no haber constituido las garantías prometidas. Cargo El modo o cargo es siempre una obligación accesoria que se impone al que recibe una liberalidad. No impide los efectos del acto, salvo que su cumplimiento se haya previsto como condición suspensiva. El cargo incumplido puede provocar la pérdida del derecho. Esto lo establece el código en diversos artículos. a) En caso de donación, el donante puede pedir la revocación por incumplimiento de los cargos (art. 1570), pero los terceros a quienes el donatario haya transmitido los bienes gravados pueden impedir los efectos de la revocación ofreciendo ejecutar el cargo si las prestaciones que lo constituyen no deben ser ejecutadas precisa y personalmente por él. b) El incumplimiento del cargo autoriza también la revocación del legado pues el art. 2496, último párrafo, remite a las normas relativas a las donaciones con cargo. c) Si se tratase de cargos que importan obligaciones inherentes a la persona del beneficiario, y éste falleciese sin haberlo cumplido, la adquisición del derecho principal queda sin efecto, volviendo los bienes al titular originario o a sus herederos (art. 356). Efectos del acto jurídico Establecido en el artículo 959 del C.C. y C.N. que regula los efectos vinculantes a los contratos, debemos decir que todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido solo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de éstas o en los supuestos en que la ley los prevé, sin producir efectos en los terceros ajenos al acto. Existen algunas excepciones donde los actos jurídicos producen repercusiones respecto de terceros, como el caso de un acto unilateral testamentario, o la contratación de un seguro de vida y en algunas ocasiones el efecto es indirecto, como es el caso de la venta de un inmueble alquilado. Las partes Las partes de un acto jurídico son aquellas personas que, ya sea por sí o por intermedio de un representante, se han obligado a cumplir determinadas prestaciones y han adquirido ciertos derechos. Se los denomina también “otorgantes” del acto. Sucesores universales También se consideran como si fueran parte, ya que vienen a ocupar el lugar jurídico del causante. Por consiguiente, los efectos de los actos jurídicos se extienden activa y pasivamente a ellos (art. 2278). Esta regla posee algunas excepciones: a) Cuando así lo dispone la ley, o cuando esta solución se impone en virtud de la naturaleza del contrato (art. 2278). Caso típico son los actos concluidos intuitu personae, en los que las calidades inherentes a la persona han sido decisivas. (art. 2280) b) Tampoco cuando las partes así lo hubieran convenido (art. 2280). c) Cuando los herederos que aceptan la herencia, no continúan la personalidad del causante y deben considerarse terceros respecto de él. Por tanto, los actos celebrados por aquél no los obligan personalmente. (art.2280). Los terceros Es toda persona que no es parte en el acto y pueden ser: sucesores a título singular, acreedores quirografarios y los terceros propiamente dichos o penitus extranei. Los sucesores a título singular, son los que suceden a una persona en un determinado derecho: éstos son ajenos a los actos que anteriormente pueda haber realizado su antecesor y, por consiguiente, no son tocados por sus efectos. Los acreedores, sean quirografarios o privilegiados, son en principio, ajenos a los actos celebrados por su deudor, que no producen respecto de ellos ningún efecto jurídico directo. El acreedor deberá respetar todos los actos celebrados por él: esos actos son oponibles a sus acreedores. Aunque admite algunas excepciones: a) Si el acto ha sido realizado en fraude de sus acreedores, éstos pueden, por medio de la acción pauliana, obtener su revocación, dejando así de serles oponibles. b) Si el contrato es simulado el tercero puede, o bien atenerse al acto aparente, o bien impugnarlo y obtener su anulación. Los terceros propiamente dichos Son todos aquellos que no tienen con las personas que han celebrado el acto, ninguna relación obligatoria. No pueden ser tocadas por los efectos de los actos en los cuales no han participado. Aun así, posee algunas excepciones: a) Los contratos constitutivos de derechos reales producen efectos que se realizan con relación a todos. b) El matrimonio importa una situación plena de consecuencias jurídicas para terceros, que deben respetar el status legal surgido del vínculo. c) La constitución de una persona jurídica tiene también numerosos efectos respecto de terceros; estos efectos son directos en el caso de las fundaciones, en que los terceros beneficiarios adquieren derechos como consecuencia del acto fundamental. d) Las convenciones colectivas de trabajo crean derechos y obligaciones acerca de personas ajenas al acto e) La estipulación por otro, o contrato en favor de terceros, constituye una hipótesis típica en que una persona totalmente extraña al acto se beneficia con él. Acción subrogatoria El artículo 739 dispone que los acreedores pueden ejercer todos los derechos y acciones de su deudor, con excepción de los que sean inherentes a su persona. Los representantes El representado adquiere los derechos y obligaciones emergentes del acto exactamente como sí él mismo lo hubiera suscrito, en cambio, el representante permanece intocado por los efectos del acto jurídico que ha celebrado. Mientras éste actúe dentro de sus facultades legales o convencionales, la contraparte no podrá hacerlo responsable por el incumplimiento posterior de las obligaciones del deudor; pero él tampoco podrá beneficiarse con las ventajas del acto. La representación puede ser legal o voluntaria. En el primer caso, tiene su origen en la ley; tal es el caso de los representantes de los menores, dementes, sordomudos, penados, etc. En el segundo, nace de la voluntad de las partes, como en el mandato y la gestión de negocios. En cuanto a la función desempeñada por el representante, pueden distinguirse dos hipótesis: a) A veces la función del representante se limita a transmitir la voluntad del mandante y a concluir con el contrato en su nombre. b) Otras veces, en cambio, el representante aporta al acto determinaciones propias, que son plenamente válidas y obligan al mandante. El representante debe ser capaz, ostentar título suficiente, o sea que la representación le haya sido confiado por la ley o por voluntad del mandante, y haya obrado dentro de sus limitaciones y debe obrar en nombre de su representado. En principio todos los actos entre vivos se pueden celebrar por representación. En el ámbito patrimonial, la única excepción es el testamento. Interpretación de los actos jurídicos. La primera premisa que debemos dilucidar es si la interpretación de los actos jurídicos, es una cuestión de hecho o de derecho. Esta cuestión se vincula con el fundamento mismo de los actos jurídicos. Si, en efecto, se admite que éstos se basan en la interpretación íntima de los contratantes (teoría de la voluntad psicológica), será necesario aceptar que es una cuestión de hecho. Este punto de vista clásico, fue sostenido por los grandes jurisconsultos franceses del siglo XIX (Celice, Ponceau y otros). Por el contrario, si se considera que la base de los negocios jurídicos es la declaración de la voluntad, lo que importa es interpretar el recto sentido de ella, punto de vista que defendió el jurista alemán Danz. Para realizar una buena interpretación, el juez debe ocuparse de investigar, no lo que el declarante ha querido en su interior porque sería imposible, sino lo que su declaración, tomada en su conjunto, autoriza a creer que ha querido. Por declaración de voluntad no debe entenderse tan sólo la expresión verbal o escrita, sino también el proceder, actos o signos que la han acompañado y aun el silencio en ciertos casos: en una palabra, la conducta externa que permite a la otra parte inferir la existencia de una voluntad de obligarse. La voluntad expresada o declarada es la que sirve de base al negocio jurídico y es ella la que el juez procura investigar. El querer que no se manifiesta, no cuenta para el derecho Principios aplicables La buena fe El principio fundamental en esta materia es que las declaraciones de voluntad deben interpretarse de buena fe. Significa que el hombre cree y confía que una declaración de voluntad surtirá en un caso concreto sus efectos usuales. (art. 961 los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe). Se desprenden las siguientes reglas interpretativas: a) El juez no debe ceñirse estricta y ciegamente al significado técnico-jurídico de las palabras usadas, o de la conducta de las partes. “Los términos de un instrumento deben ser interpretados en su sentido llano, ordinario, popular”. (Beal) b) Los usos y costumbres sociales tienen una importancia fundamental en la interpretación de la declaración de la voluntad. c) La buena fe en los negocios jurídicos impone la obligación de hablar claro. Las circunstancias del caso Las circunstancias del caso son las que permiten valorar el sentido y el significado de las palabras; de ellas se puede inferir si una promesa ha sido hecha seriamente, con la voluntad de obligarse, o si, por el contrario, tal voluntad no ha existido. El fin práctico Todo acto jurídico se realiza con un fin práctico. El juez debe tenerlo siempre presente e interpretar las cláusulas del contrato en la manera que mejor permita el cumplimiento de ese fin. La conducta posterior de las partes Cuando las mismas partes, con su conduta posterior, han revelado inequívocamente cuál es el resultado y el alcance del contrato, no podrán luego ampararse en una cláusula de interpretación dudosa para desviarse de lo que ellas mismas han demostrado querer. La naturaleza del contrato y su vivencia Es importante considerar la naturaleza jurídica del contrato celebrado. Ella permite decidir el sentido de la interpretación y los efectos jurídicos del acto. El principio del “favor debitoris” Debe entenderse en el sentido de que, en caso de duda, las cláusulas deben interpretarse en favor de la parte más débil del contrato. Contrato de adhesión o con cláusulas predispuestas El código define al contrato de adhesión como “aquel mediante el cual uno de los contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción” (art. 984) y establece los siguientes requisitos: a) Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y autosuficientes. b) La redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible; y c) Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se facilitan a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato. Testamentos Mientras que en los contratos la principal preocupación del juez debe ser cuidar la lealtad en los negocios, la seguridad en las transacciones, en los testamentos debe ser, hacer cumplir fielmente la voluntad del declarante.