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Unidad X

Hechos y Actos jurídicos.


Como vimos anteriormente una relación jurídica es el vínculo entre
dos o más personas o sujetos de Derecho, en virtud del cual, una
de ellas tiene la facultad de exigir algo que la otra debe cumplir
y consta de tres elementos Sujeto, Objeto y Causa.
Esta “causa” de la relación jurídica, es el HECHO del cual deriva.
Todo fenómeno jurídico, lo mismo que cualquier fenómeno de la
naturaleza, está sujeto al principio de razón suficiente, que
conduce a la investigación de la causa eficiente de la relación o
hecho que lo produce, como así también la índole y calidad de la
relación jurídica depende de la índole y la calidad del hecho que
lo produce.
Hecho: Tiene su etimología en la palabra de origen latín factus y
hace referencia a lo que sucede o a un acontecimiento determinado.
Es todo evento conocido a través de los sentidos.
Entonces, podemos decir que el hecho jurídico, es un
acontecimiento al que el ordenamiento legal le adjudica
determinados efectos. En su estructura, los hechos jurídicos no
tienen diferencias con los simples hechos, pero los hechos
jurídicos son significativos para el derecho en la medida que
resultan relevantes para establecer una relación de causalidad que
liga a ese hecho con los efectos que se producen en su órbita. Los
simples hechos, son aquellos que no generan ningún tipo de interés
o efecto jurídico.
El artículo 257 del C.C.C.N, denomina a hechos jurídicos como todo
acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce el
nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas.
Los hechos que pueden dar origen a la aplicación del Derecho se
clasifican en dos grandes grupos: los hechos exteriores o
naturales, que se producen por causas extrañas al hombre y sin
embargo pueden originar una adquisición o pérdida de Derechos,
como el nacimiento, la muerte, un terremoto etc. Y los hechos
humanos, producidos por los sujetos de Derecho, es decir los que
tienen intervención del ser humano, con voluntad (celebración de
un contrato) o sin ella (persona que tropieza y al caer lesiona a
otra). A su vez, los hechos jurídicos pueden ser positivos o
negativos, los primeros importan una transformación efectiva de
ciertas circunstancias de hecho, tal como la muerte, un delito, la
aceptación de una oferta, etc.; los segundos implican una
abstención: la falta de cumplimento de una obligación de no hacer.
Los hechos humanos, pueden ser involuntarios (artículo 261 del
C.C.C.N), o sea ejecutados sin discernimiento, intención o
libertad y, en tal caso, no producen efecto jurídico alguno, salvo
si causan un daño a otro. Son voluntarios (artículo 260 del
C.C.C.N) los actos realizados con discernimiento, intención y
libertad.
Estos últimos se subdividen en lícitos e ilícitos, según sean o no
contrarios a las leyes.
Hechos lícitos, a su vez se dividen en actos jurídicos (artículo
259 del C.C.C.N) y simples actos lícitos (artículo 258 del
C.C.C.N).
Los hechos ilícitos, se subdividen en delitos y cuasidelitos
(denominación que solo corresponde al Derecho Civil) ya que en
Derecho Penal solo se considera la figura de delito. Si bien esta
clasificación no está regulada en el nuevo código (delitos y
cuasidelitos), solo se hace referencia de ellos en los apartados
del artículo 261 del C.C.C.N Actos Involuntarios.
Diferencia entre Hecho Jurídico y Acto Jurídico
Es una diferencia de género a especie. Los actos jurídicos son una
especie del género hechos jurídicos, por lo cual todo acto
jurídico es un hecho jurídico, pero no todo hecho jurídico es un
acto jurídico. Además, el acto jurídico tiene un “fin inmediato”
querido por las partes que es el de producir efectos jurídicos, lo
que no ocurre con el hecho jurídico.
En el acto, el bien jurídico tutelado es la autonomía de la
voluntad y su intención creadora de efectos jurídicos, no así en
el hecho jurídico que bien pudo haber sido involuntario.
Actos Voluntarios
El artículo 260 del C.C.C.N, indica que son los actos ejecutados
con discernimiento, intención y libertad, que se manifiesta por un
hecho exterior.
Causas internas de la voluntad: Discernimiento, intención y
libertad.
Discernimiento: consiste en la aptitud del espíritu humano que
permite distinguir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo
injusto, y apreciar las consecuencias convenientes o
inconvenientes de las acciones humanas. El discernimiento es la
versión jurídica de la inteligencia. Es una aptitud elemental para
comprender el significado del acto. El artículo 261 del C.C.C.N
considera que un hecho es involuntario al carecer de este elemento
fundamental por razones como la falta de razón o inmadurez del
agente civil.
a) El acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de
la razón (por ejemplo, cuando una persona se encuentra bajo
el efecto de alguna sustancia que altero su psiquis, o bajo
los efectos del alcohol, de las drogas o de algún evento
traumático físico o psicológico, o bien de cualquier otra
circunstancia que hubiera provocado la pérdida transitoria de
la aptitud para comprender. Cuando una persona actúa en
condiciones de perturbación mental, falla el elemento
voluntario del acto y por tanto, si se trata de un acto
ilícito, el sujeto resultará inimputable. En cambio, si en
ese estado realizó un acto lícito, podrá ser declarado nulo
b) El acto ilícito de la persona menor de edad que no ha
cumplido diez años (a partir de los diez años se admite la
idea de que el ser humano capta la noción de lo bueno y lo
malo, que puede apreciar lo que para él puede ser conveniente
o inconveniente.
c) El acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido
trece años, sin perjuicio de lo establecido en disposiciones
especiales.
Intención: Consiste en el propósito de la voluntad en la
realización de cada uno de los actos conscientes. La intención es
como la flecha que lanza el tirador hacia el blanco y que alcanza
su objetivo. Se diferencia del discernimiento. La intención
presupone el discernimiento, pues no se puede tener el propósito
de realizar un acto determinado si no posee la aptitud de conocer
en general cualquier acto. El discernimiento es una facultad
genérica del espíritu, en tanto que la intención se vincula a cada
acto determinado. El discernimiento no es susceptible de una
calificación moral. La intención sí. Por ejemplo, la buena
intención configura la noción jurídica de la buena fe y la mala
intención constituye la característica de los delitos civiles que
es una de las dos características en que se dividen los actos
ilícitos.
Las causas obstativas de la intención son el error y el dolo.
Puede ocurrir que por una contingencia no imputable apersona
alguna determinada, exista una discordancia entre el propósito del
agente y el resultado de su acción. Esto sería un caso de error.
En cambio, puede ocurrir que aquella discordancia entre el
propósito y el resultado del acto, sea causado por la
intencionalidad de otra persona que nos haya inducido a ello. Es
decir, se comete un error porque alguien, ajeno al agente, lo
provocó, lo instigó o lo indujo mediante una maniobra engañosa.
Esto es lo que se llama dolo.
Hay que tener en cuenta que la intención en el obrar humano se
presume hasta la prueba en contrario.
Libertad: Consiste en la espontaneidad de la determinación del
agente. Los actos humanos se reputan libres salvo prueba en
contrario, pues ello es lo que acontece generalmente. Es la
posibilidad de llevar a cabo o no el acto jurídico, según las
propias conveniencias o deseos de la persona. Carece de libertad
si el agente ha sido objeto de violencia o intimidación.
Todo suceso o acontecimiento producidos por la naturaleza o el
hombre son hechos
Causas externas de la voluntad
Voluntad se tiene que otorgar por medio de una expresión positiva,
es decir, se manifiesta verbalmente, por escrito o por signos
inequívocos (Artículo 262 del C.C.C.N). El Dr. Borda menciona
además la ejecución de un hecho material y lo denomina como
manifestación o declaración de la voluntad.
Esta declaración de la voluntad, debe entenderse no solo a la
palabra verbal o escrita, sino toda conducta o proceder que, de
acuerdo con las circunstancias, permita inferir la existencia de
la voluntad.
Es aquello en los cuales puedo presumir la voluntad de la persona
con el accionar de la misma.
Ej. Una persona sube al colectivo y sin mediar palabra pasa la
sube sin indicar al chofer donde va. Por lo cual el chofer le
cobra el boleto de la misma manera
Ej. Una persona se acerca al puesto de diarios y toma un diario y
sin mediar palabra le abona el dinero del mismo.
Expresión tácita de la voluntad resulta de los actos por los
cuales se les puede conocer con certidumbre. Carece de eficacia
cuando la ley o la convención exigen una manifestación expresa.
Artículo 264.
En algunos casos se confunde la expresión tácita con los “signos
inequívocos” mencionados en el artículo 262
El silencio
El silencio jurídico debe comprenderse no solo de no escribir
palabras o expresar manifestaciones, sino también la abstención de
realizar signos inequívocos de manifestación de la voluntad.
Artículo 263
La regla general es que el silencio no es considerado
manifestación de la voluntad con excepción de:
a) Cuando hay una obligación de explicarse por la ley: una
persona es llamada judicialmente a reconocer la firma de un
documento y guarda silencio. La firma se presume por
reconocida.
b) Cuando haya un deber de expedirse la voluntad de las partes
c) Cuando haya una obligación de explicarse a causa de una
relación entre el silencio actual y las declaraciones
precedentes: aumento de precios de la mercadería, el
proveedor aumenta la mercadería y el comerciante, recibe la
mercadería sin expresar desacuerdo.
Imputación de las Consecuencias de los actos voluntarios
El código valora la responsabilidad desde el ángulo del autor del
hecho. En otras palabras, no es la gravedad de la culpa la que
determina el monto de la indemnización, sino el perjuicio real
sufrido por la víctima y la calidad de su autor.
Nuestra ley hace una distinción entre consecuencias inmediatas,
mediatas y casuales
Las consecuencias inmediatas, son aquellas que ocurren según el
curso ordinario y normal de las cosas (art. 1727). Si una persona
le hace un disparo a otra, la consecuencia inmediata será la
herida o la muerte. El autor del hecho es responsable por estas
consecuencias.
Las consecuencias mediatas, son aquellas en las que la relación de
causalidad es más remota y que no surgen necesariamente del hecho
que les dio origen. De estas consecuencias se responde cuando el
autor las hubiera previsto.
Las consecuencias casuales, son aquellas en las que la relación de
causalidad es tan remota que en verdad no podían ser previstas ni
aun usando toda la diligencia que el caso requería. Estas no son
imputables al autor sino cuando fueron tenidas en mira al
ejecutarlo.
También son factores subjetivos, la atribución del dolo y la
culpa. Es decir, cuando se configura la producción de un daño de
manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses
ajenos (dolo) o hay una omisión de la diligencia debida según la
naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas,
el tiempo y el lugar (comprende la imprudencia, la negligencia y
la impericia en el arte o profesión) “culpa”.
Hechos involuntarios
El artículo 260 establece que los hechos involuntarios no son
imputables a su autor. Esta regla tiene una excepción: si como
consecuencia del hecho involuntario, el autor se hubiera
enriquecido, deberá indemnizar a la víctima en la medida del
enriquecimiento. Además, el artículo 1754 establece que en el caso
de daños causados por personas que obran bajo su responsabilidad
parental, son responsables los que los tienen a su cargo, es
decir, sus padres y tutores.
Régimen legal
Estos artículos (260 y 1754) tienen su fuente y origen en los
artículos 907 y 1113 del Código Civil derogado y ha concluido con
el sistema que hacía de la culpa el único fundamento de la
responsabilidad. Hoy el derecho mira el problema de la
indemnización desde el ángulo de la víctima y no del autor del
hecho. La falta de discernimiento, la falta de intención o de
culpa, no excluyen siempre la responsabilidad por los hechos
ilícitos.
Hechos Voluntarios Ilícitos.
Para determinar que un hecho haya sido ilícito debe ser
voluntario, contrario a la ley, que haya producido un daño a un
tercero, tiene que haber existido una relación de causalidad entre
el hecho y el acto, que pueda imputarse al autor el hecho por su
dolo, culpa o negligencia.
Pueden ser delitos o cuasidelitos
Delitos, cuando son ejecutados con intención de provocar un daño a
un tercero.
Cuasidelito. Cuando, no tengo la intención de provocar el daño aun
así se provoca por negligencia, impericia.
Las responsabilidades son más gravosas con los delitos que ante
los cuasidelitos. La responsabilidad civil por los hechos
voluntarios está basada en la idea de la culpa. Únicamente los
actos voluntarios pueden dar origen a esa responsabilidad.
En nuestro derecho, el problema de la responsabilidad ha sido
sofocado siguiendo las tendencias desde el punto de vista de
damnificado.
El dolo y la Culpa
El dolo como elemento intencional de los actos ilícitos, consiste
en la intención de perjudicar, en la intención maligna de provocar
el daño que el agente causa. La culpa, en cambio, consiste en la
omisión de aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de las
cosas para evitar el daño sobreviviente. Lo característico de la
culpa, radica en la inadvertencia, una incuria, un descuido, una
imprudencia o una negligencia.
El agente que obra con culpa, a diferencia del que obra con dolo,
no tenía intención de causar el daño producido; pero estaba en el
deber de advertir las consecuencias de sus actos, de prever el
resultado de su acción. Y porque no lo previo, o no lo evitó
pudiendo hacerlo, se lo hace responsable del mismo y se lo obliga
a reponerlo.
La diferencia entre los delitos civiles y los penales.
En materia penal todo acto establecido por el código, es delito,
mientras que en materia civil si el acto se produjo con culpa
(cuasidelito) o si se efectuó con dolo (delito).
Los actos ilícitos civiles son innumerables, pues ellos pueden
resultar de cualquier contravención al ordenamiento legal. Los
delitos criminales están taxativamente determinados en el Código
Penal.
Los actos ilícitos civiles requieren indispensablemente la
producción de un daño a un particular; los delitos criminales no.
Los actos ilícitos civiles dan lugar a sanciones resarcitorias que
restablecen el precedente equilibrio de intereses; los delitos
criminales originan sanciones represivas más variadas e intensas.
La terminología de delitos y cuasi delitos es propia del derecho
civil. Para el derecho penal no hay nada más que delitos, que son
acciones (dolosas o culposas) incriminadas en el Código Penal.
Actos jurídicos
Acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas. (art. 259).
Caracteres
Es un hecho humano.
El acto jurídico es voluntario (importa la existencia de la
voluntad interna y su exteriorización)
Es un acto lícito (debe ser conforme a nuestro derecho positivo).
Tienen por fin inmediato la producción de efectos jurídicos.
Esta es la nota característica exclusiva del acto jurídico, su
rasgo distintivo y propio. Permite distinguirlo de otros actos
voluntarios lícitos.
El acto jurídico es una especie del género hecho jurídico, por lo
cual todo acto jurídico es también un hecho jurídico, pero no todo
hecho jurídico es un acto jurídico.
Elementos esenciales
Los elementos del acto jurídico son el sujeto, el objeto, la causa
y la manifestación de la voluntad hecha en forma legal.
El sujeto es la persona humana o jurídica que hace la declaración
de voluntad; debe ser capaz sin lo cual el acto sería ineficaz.
El objeto es la cosa o hecho sobre el cual recae la obligación
contraída. En otras palabras, es la prestación adeudada.
El objeto de del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o
prohibido por la ley, contrario a la moral a las buenas
costumbres, al orden público o lesivo de los derechos ajenos o de
la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un motivo
especial se haya prohibido que lo sea (art. 279).
Debe ser determinado, puesto que no sería posible constreñir al
deudor al pago de una cosa o a la realización de un hecho si no se
puede precisar cuál es la cosa o el hecho debido.
Debe ser posible, en efecto, nadie puede ser obligado a pagar o
hacer algo imposible. Pero la imposibilidad que anula la
obligación debe ser absoluta.
Debe ser lícito, Todo objeto contrario a la ley anula la
obligación y
Finalmente debe ser conforme a la moral y a las buenas costumbres
y respetar la dignidad humana.
La causa
En el antiguo código la palabra causa, presentaba dos acepciones
diferentes: designaba, a veces la fuente de las obligaciones, o
sea los presupuestos de los cuales derivaba algún hecho idóneo
para producirla de conformidad con el ordenamiento jurídico; y,
otras veces, en cambio, era empleada en el sentido de causa fin;
significaba el fin que las partes se habían propuesto al
contratar.
En el Código Civil y Comercial, el artículo 281 intenta definir
causa, afirmando que la causa es el fin inmediato autorizado por
el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad.
También integran la causa dos motivos exteriorizados cuando sean
lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o
tácitamente si son esenciales para ambas partes.
Distintas teorías
La doctrina clásica: Esta concepción es definitivamente objetiva;
la causa es el fin del acto jurídico (Domat), La doctrina
anticasualista impulsada por Ernst y Planiol la tildaban de falsa
e inútil.
El artículo 282 establece que, aunque la causa no esté expresada
en el acto, se presume que existe, mientras no se pruebe lo
contrario. Es lógico que los hombres no actúan jurídicamente
porque sí, sin motivo o causa verdadera, porque ello sería
irrazonable.
Clasificación de los actos jurídicos
Actos positivos y negativos
En los primeros, el nacimiento, modificación, extinción, etc., de
un derecho, depende de la realización de un acto (la firma de un
contrato, la realización de un trabajo, etc.) En los negativos, la
conducta jurídica consiste en una omisión o abstención; tal es el
caso de las obligaciones de no hacer
Actos unilaterales y bilaterales
Los actos jurídicos son unilaterales cuando basta para formarlos
la voluntad de una sola persona, como el testamento. Los
bilaterales cuando requiere del consentimiento unánime de dos o
más personas, como los contratos.
Actos entre vivos y de última voluntad
Los actos jurídicos cuya eficacia no depende del fallecimiento de
aquellos de cuya voluntad emanan, se llaman “actos entre vivos”,
como son los contratos. Cuando no deben producir efectos sino
después del fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan, se
denominan “disposiciones de última voluntad”, como son los
testamentos.
Actos gratuitos y onerosos
Los gratuitos son aquellos en que la obligación está a cargo de
una sola de las partes y responde a un propósito de liberalidad;
tales los testamentos, la donación, la renuncia sin cargo a un
derecho. En cambio, en los actos onerosos las obligaciones son
reciprocas y cada contratante las contrae en vista de que la otra
parte se obliga a su vez.
Actos formales y no formales
La eficacia de estos, depende de la observancia de las formas
ordenadas por la ley.
Actos de administración y de disposición o enajenación
Actos de administración son aquellos que mantienen en su
integridad el patrimonio e inclusive aumenta, por medio de una
explotación normal, los bienes que lo componen.
Los actos de disposición implican el egreso anormal de bienes y
por lo tanto, una modificación substancial de la composición del
patrimonio
Actos patrimoniales y extrapatrimoniales
Lo serán según tengan o no un contenido económico,
respectivamente. En los patrimoniales involucran el patrimonio de
una persona, mientras que los extrapatrimoniales no (ej. El cambio
de estado).
Modalidades de los actos jurídicos
Son aquellas estipulaciones accesorias de un acto jurídico que
restan algo de su plenitud a la obligación principal. Estas son la
Condición, el Plazo y el Cargo.
Condición
significa la cláusula en virtud de la cual la eficacia o la
resolución de un acto jurídico se subordina a un hecho futuro e
incierto. (art. 343).
El artículo 344 establece que es nulo el acto sujeto a un hecho
imposible, contrario a la moral y a las buenas costumbres o
prohibido por el ordenamiento jurídico o que dependa
exclusivamente de la voluntad del obligado.
Debe tener los siguientes caracteres:
a) Debe ser incierto. Este es el carácter esencial de la
condición; debe tratarse de un hecho que puede o no ocurrir.
b) Debe ser futuro. La exigencia de que se trate un
acontecimiento futuro está vinculada con la incertidumbre,
que es la esencia de la condición.
Clasificación
Condiciones suspensivas y resolutorias: La condición es suspensiva
cuando la eficacia del acto está subordinada al acaecimiento de un
hecho futuro e incierto (ej. La contratación de un seguro). Es
resolutoria cuando lo que depende del hecho incierto es la
extinción del acto (Ej. Un testamento que dispone una renta
vitalicia, con la condición de que el beneficiario realice misas
diarias en honor al testador)
Condiciones potestativas, casuales y mixtas. La condición es
potestativa cuando su cumplimiento depende del arbitrio del
obligado (ej. Me comprometo a hacer entrega de $1000, si quiero
hacerlo). Es casual, cuando se trata de un hecho totalmente ajeno
a la voluntad de las partes (ej. El granizo, el rayo) y es Mixta
cuando su cumplimiento depende de parte de la voluntad de las
partes y en parte de factores extraños.
Condiciones positivas y negativas. Es positiva si consiste en la
realización de un hecho y es negativa si consiste en una omisión o
en la falta de realización de un acontecimiento.
El plazo
Plazo o término es la cláusula en virtud de la cual se difieren o
se limitan en el tiempo los efectos de un acto jurídico.
Clasificación
Suspensivo y resolutorio. El suspensivo es cuando se difieren los
efectos del acto jurídico hasta el cumplimiento del término
fijado. (ej. pagaré) y resolutorio cuando se limitan hasta cierto
momento los efectos del acto.
Cierto o incierto. El plazo es cierto cuando la fecha de su
cumplimiento está determinada con precisión, sea por la
designación expresa del día o por fijación de un número de días a
partir de la fecha o por la determinación de un acontecimiento que
ha de ocurrir fatalmente en un cierto. Es incierto cuando no se
sabe la fecha en que ha de cumplirse.
Expreso y tácito.
Legal, judicial y voluntario. Es legal si surge de la ley, como
son los términos fijados por el Código de Procedimientos para la
actuación en justicia. Es judicial si está fijado en la sentencia
o resolución judicial, a menos que se trate del acto jurídico de
plazo incierto en el cual el juez es llamado por las partes para
su fijación. Es voluntario cuando ha sido establecido por los
otorgantes del acto.
Caducidad del plazo. Puede existir la disposición legal de
suspensión del plazo en los actos jurídicos, por situaciones
expresamente previstas en el art. 353: a) quiebra del deudor, b)
disminución por acto propio de las seguridades otorgadas al
acreedor y c) no haber constituido las garantías prometidas.
Cargo
El modo o cargo es siempre una obligación accesoria que se impone
al que recibe una liberalidad. No impide los efectos del acto,
salvo que su cumplimiento se haya previsto como condición
suspensiva.
El cargo incumplido puede provocar la pérdida del derecho. Esto lo
establece el código en diversos artículos.
a) En caso de donación, el donante puede pedir la revocación por
incumplimiento de los cargos (art. 1570), pero los terceros a
quienes el donatario haya transmitido los bienes gravados
pueden impedir los efectos de la revocación ofreciendo
ejecutar el cargo si las prestaciones que lo constituyen no
deben ser ejecutadas precisa y personalmente por él.
b) El incumplimiento del cargo autoriza también la revocación
del legado pues el art. 2496, último párrafo, remite a las
normas relativas a las donaciones con cargo.
c) Si se tratase de cargos que importan obligaciones inherentes
a la persona del beneficiario, y éste falleciese sin haberlo
cumplido, la adquisición del derecho principal queda sin
efecto, volviendo los bienes al titular originario o a sus
herederos (art. 356).
Efectos del acto jurídico
Establecido en el artículo 959 del C.C. y C.N. que regula los
efectos vinculantes a los contratos, debemos decir que todo
contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su
contenido solo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de
éstas o en los supuestos en que la ley los prevé, sin producir
efectos en los terceros ajenos al acto.
Existen algunas excepciones donde los actos jurídicos producen
repercusiones respecto de terceros, como el caso de un acto
unilateral testamentario, o la contratación de un seguro de vida y
en algunas ocasiones el efecto es indirecto, como es el caso de la
venta de un inmueble alquilado.
Las partes
Las partes de un acto jurídico son aquellas personas que, ya sea
por sí o por intermedio de un representante, se han obligado a
cumplir determinadas prestaciones y han adquirido ciertos
derechos. Se los denomina también “otorgantes” del acto.
Sucesores universales
También se consideran como si fueran parte, ya que vienen a ocupar
el lugar jurídico del causante. Por consiguiente, los efectos de
los actos jurídicos se extienden activa y pasivamente a ellos
(art. 2278). Esta regla posee algunas excepciones:
a) Cuando así lo dispone la ley, o cuando esta solución se
impone en virtud de la naturaleza del contrato (art. 2278).
Caso típico son los actos concluidos intuitu personae, en los
que las calidades inherentes a la persona han sido decisivas.
(art. 2280)
b) Tampoco cuando las partes así lo hubieran convenido (art.
2280).
c) Cuando los herederos que aceptan la herencia, no continúan la
personalidad del causante y deben considerarse terceros
respecto de él. Por tanto, los actos celebrados por aquél no
los obligan personalmente. (art.2280).
Los terceros
Es toda persona que no es parte en el acto y pueden ser: sucesores
a título singular, acreedores quirografarios y los terceros
propiamente dichos o penitus extranei.
Los sucesores a título singular, son los que suceden a una persona
en un determinado derecho: éstos son ajenos a los actos que
anteriormente pueda haber realizado su antecesor y, por
consiguiente, no son tocados por sus efectos.
Los acreedores, sean quirografarios o privilegiados, son en
principio, ajenos a los actos celebrados por su deudor, que no
producen respecto de ellos ningún efecto jurídico directo. El
acreedor deberá respetar todos los actos celebrados por él: esos
actos son oponibles a sus acreedores. Aunque admite algunas
excepciones:
a) Si el acto ha sido realizado en fraude de sus acreedores,
éstos pueden, por medio de la acción pauliana, obtener su
revocación, dejando así de serles oponibles.
b) Si el contrato es simulado el tercero puede, o bien atenerse
al acto aparente, o bien impugnarlo y obtener su anulación.
Los terceros propiamente dichos
Son todos aquellos que no tienen con las personas que han
celebrado el acto, ninguna relación obligatoria. No pueden ser
tocadas por los efectos de los actos en los cuales no han
participado. Aun así, posee algunas excepciones:
a) Los contratos constitutivos de derechos reales producen
efectos que se realizan con relación a todos.
b) El matrimonio importa una situación plena de consecuencias
jurídicas para terceros, que deben respetar el status legal
surgido del vínculo.
c) La constitución de una persona jurídica tiene también
numerosos efectos respecto de terceros; estos efectos son
directos en el caso de las fundaciones, en que los terceros
beneficiarios adquieren derechos como consecuencia del acto
fundamental.
d) Las convenciones colectivas de trabajo crean derechos y
obligaciones acerca de personas ajenas al acto
e) La estipulación por otro, o contrato en favor de terceros,
constituye una hipótesis típica en que una persona totalmente
extraña al acto se beneficia con él.
Acción subrogatoria
El artículo 739 dispone que los acreedores pueden ejercer todos
los derechos y acciones de su deudor, con excepción de los que
sean inherentes a su persona.
Los representantes
El representado adquiere los derechos y obligaciones emergentes
del acto exactamente como sí él mismo lo hubiera suscrito, en
cambio, el representante permanece intocado por los efectos del
acto jurídico que ha celebrado. Mientras éste actúe dentro de sus
facultades legales o convencionales, la contraparte no podrá
hacerlo responsable por el incumplimiento posterior de las
obligaciones del deudor; pero él tampoco podrá beneficiarse con
las ventajas del acto.
La representación puede ser legal o voluntaria. En el primer caso,
tiene su origen en la ley; tal es el caso de los representantes de
los menores, dementes, sordomudos, penados, etc. En el segundo,
nace de la voluntad de las partes, como en el mandato y la gestión
de negocios.
En cuanto a la función desempeñada por el representante, pueden
distinguirse dos hipótesis:
a) A veces la función del representante se limita a transmitir
la voluntad del mandante y a concluir con el contrato en su
nombre.
b) Otras veces, en cambio, el representante aporta al acto
determinaciones propias, que son plenamente válidas y obligan
al mandante.
El representante debe ser capaz, ostentar título suficiente, o sea
que la representación le haya sido confiado por la ley o por
voluntad del mandante, y haya obrado dentro de sus limitaciones y
debe obrar en nombre de su representado.
En principio todos los actos entre vivos se pueden celebrar por
representación. En el ámbito patrimonial, la única excepción es el
testamento.
Interpretación de los actos jurídicos.
La primera premisa que debemos dilucidar es si la interpretación
de los actos jurídicos, es una cuestión de hecho o de derecho.
Esta cuestión se vincula con el fundamento mismo de los actos
jurídicos.
Si, en efecto, se admite que éstos se basan en la interpretación
íntima de los contratantes (teoría de la voluntad psicológica),
será necesario aceptar que es una cuestión de hecho. Este punto de
vista clásico, fue sostenido por los grandes jurisconsultos
franceses del siglo XIX (Celice, Ponceau y otros). Por el
contrario, si se considera que la base de los negocios jurídicos
es la declaración de la voluntad, lo que importa es interpretar el
recto sentido de ella, punto de vista que defendió el jurista
alemán Danz.
Para realizar una buena interpretación, el juez debe ocuparse de
investigar, no lo que el declarante ha querido en su interior
porque sería imposible, sino lo que su declaración, tomada en su
conjunto, autoriza a creer que ha querido.
Por declaración de voluntad no debe entenderse tan sólo la
expresión verbal o escrita, sino también el proceder, actos o
signos que la han acompañado y aun el silencio en ciertos casos:
en una palabra, la conducta externa que permite a la otra parte
inferir la existencia de una voluntad de obligarse. La voluntad
expresada o declarada es la que sirve de base al negocio jurídico
y es ella la que el juez procura investigar. El querer que no se
manifiesta, no cuenta para el derecho
Principios aplicables
La buena fe
El principio fundamental en esta materia es que las declaraciones
de voluntad deben interpretarse de buena fe. Significa que el
hombre cree y confía que una declaración de voluntad surtirá en un
caso concreto sus efectos usuales. (art. 961 los contratos deben
celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe).
Se desprenden las siguientes reglas interpretativas:
a) El juez no debe ceñirse estricta y ciegamente al significado
técnico-jurídico de las palabras usadas, o de la conducta de
las partes. “Los términos de un instrumento deben ser
interpretados en su sentido llano, ordinario, popular”.
(Beal)
b) Los usos y costumbres sociales tienen una importancia
fundamental en la interpretación de la declaración de la
voluntad.
c) La buena fe en los negocios jurídicos impone la obligación de
hablar claro.
Las circunstancias del caso
Las circunstancias del caso son las que permiten valorar el
sentido y el significado de las palabras; de ellas se puede
inferir si una promesa ha sido hecha seriamente, con la voluntad
de obligarse, o si, por el contrario, tal voluntad no ha existido.
El fin práctico
Todo acto jurídico se realiza con un fin práctico. El juez debe
tenerlo siempre presente e interpretar las cláusulas del contrato
en la manera que mejor permita el cumplimiento de ese fin.
La conducta posterior de las partes
Cuando las mismas partes, con su conduta posterior, han revelado
inequívocamente cuál es el resultado y el alcance del contrato, no
podrán luego ampararse en una cláusula de interpretación dudosa
para desviarse de lo que ellas mismas han demostrado querer.
La naturaleza del contrato y su vivencia
Es importante considerar la naturaleza jurídica del contrato
celebrado. Ella permite decidir el sentido de la interpretación y
los efectos jurídicos del acto.
El principio del “favor debitoris”
Debe entenderse en el sentido de que, en caso de duda, las
cláusulas deben interpretarse en favor de la parte más débil del
contrato.
Contrato de adhesión o con cláusulas predispuestas
El código define al contrato de adhesión como “aquel mediante el
cual uno de los contratantes adhiere a cláusulas generales
predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un tercero,
sin que el adherente haya participado en su redacción” (art. 984)
y establece los siguientes requisitos:
a) Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles
y autosuficientes.
b) La redacción debe ser clara, completa y fácilmente legible; y
c) Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío
a textos o documentos que no se facilitan a la contraparte
del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión
del contrato.
Testamentos
Mientras que en los contratos la principal preocupación del juez
debe ser cuidar la lealtad en los negocios, la seguridad en las
transacciones, en los testamentos debe ser, hacer cumplir
fielmente la voluntad del declarante.

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