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La voluntad requiere que quien la emite tenga libertad moral y física para hacer o no
hacer. La voluntad debe estar libre de vicios. El temor, miedo, intimidación y
coacción moral, afectan la libertad moral. La fuerza física irresistible afecta la libertad
física. En estas situaciones la voluntad también debe invalidarse.
3. 2. Aspecto externo: la manifestación de la voluntad
La voluntad, para que tenga efectos jurídicos debe ser exteriorizada (CCC, art. 262).
La realización de un acto jurídico está acompañada de diversas formas. Es lo que se
suele llamar: expresión, manifestación o declaración de voluntad, que tiene diversos
modos de exteriorizarse:
a) Expresa
La expresión positiva o expresa de la voluntad existe cuando se manifiesta
oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho
material (CCC, art. 262).
A su vez esa manifestación expresa puede ser formal o no formal. Las
declaraciones formales son aquellas cuya eficacia depende de la observancia de las
formalidades que exige la ley CCC, (art. 285). Así, por ejemplo, para comprar un
automóvil o celebrar un contrato de compraventa de un inmueble, se exige el
cumplimiento de diversas formas (escritura pública o suscripción de formulario e
inscripción registral, respectivamente).
Por último, una declaración de voluntad es recepticia, cuando para producir sus
efectos debe haber sido receptada por el destinataro o al menos llegado a la esfera
propia de éste. Ejemplo de estas declaraciones son entre muchos otros: la
interpelación que sirve para constituir en mora al deudor (sólo a partir de que el
deudor toma conocimiento -o está en condiciones de hacerlo- del reclamo del
acreedor puede decirse que la declaración adquiere sentido); la notificación de la
decisión de resolver un contrato por incumplimiento (CCC, art. 1078, inc. a); una
oferta de contrato y su aceptación. Si bien no existe ninguna disposición legal que
así lo establezca, ello surge de la propia naturaleza y finalidad de estos actos.
Entre las declaraciones no recepticias, es decir, aquellas que se perfeccionan y
surten efecto tan pronto como la decisión se toma, sin necesidad de que llegue a
conocimiento de nadie, podemos citar el testamento. El testamento produce sus
efectos cuando muere el causante, aun cuando el heredero y demás interesados
ignoren su existencia. Otro ejemplo son las obligaciones cambiarias (ver el capítulo
en el que se tratan los títulos valores) que tienen nacimiento sin necesidad que sean
aceptadas ni puestas en conocimiento de ninguna persona (piénsese en un cheque
emitido al portador). Aunque cabe destacar que los casos de declaraciones no
recepticias son excepcionales.
Vale tener en cuenta, por su importancia práctica, que las declaraciones recepticias
no son eficaces sino a partir del momento en que se ha realizado el proceso
comunicativo, para lo que se requiere sólo la recepción en el destinatario y no el
tener conocimiento efectivo por parte del notificado. Así, si se remite una carta
documento y la misma es recibida en el domicilio del destinatario, se considera
cumplido el acto.
Sin embargo, si la carta documento no llega a destino, la situación se complica,
puesto que, quien utiliza un medio de notificación resulta responsable del riesgo
propio de dicho medio. Ahora bien, este principio no resulta aplicable cuando la
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(*) del acto; y b) los actos formales “ad probationem” (*) en los que la forma prevista
por la ley sólo se requiere para probar el acto en juicio, si fuere desconocida su
existencia por la otra parte.
Las formas solemnes a su vez se clasifican en absolutas y relativas. La clasificación
surge del art. 285 del Código.
Las formas que deben cumplirse de manera absoluta son las que la ley establece
bajo pena de nulidad (*) del acto (como sucede con relación al matrimonio).
Las formas impuestas por la ley que, en caso de no cumplirse, no determinan la
nulidad del acto sino que valen como acto en el que las partes se han obligado a
cumplir con la expresada formalidad, son las denominadas formas solemnes
relativas. Es el caso del boleto de compraventa de un inmueble que no vale como
contrato de compraventa ya que el mismo debe celebrarse por escritura pública. En
estos casos la forma debe siempre cumplirse, por lo que las partes se encuentran
obligadas recíprocamente a hacerlo.
Otro ejemplo de forma solemne es la requerida para la transferencia del dominio de
un automóvil, la cual debe inscribirse en el Registro Nacional de la Propiedad del
Automotor para producir efectos entre partes y con relación a terceros (conf. decreto-
ley 6582/58, art. 1). Si no se cumple con esta forma no se habrá efectuado la
transferencia de la propiedad, ni aunque las partes estén de acuerdo y reconozcan
que eso es lo que han querido.
En estos casos, si no se ha cumplido la forma, los actos realizados no valen como
contratos de compraventa pero sí valen para obligar a las partes a cumplir la forma
requerida por la ley. Las partes podrán exigirse la escrituración del inmueble y
también la firma de los formularios para la transferencia del automotor y sus
respectivas inscripciones registrales. Esto se ha denominado como “conversión” (*)
de un acto jurídico.
Si la forma solemne es absoluta, es decir se exige bajo pena de nulidad (por ejemplo
en el caso de las formalidades para celebrar matrimonio), esa conversión (*) no será
posible (CCC, art. 285, última parte). El matrimonio celebrado sin las formalidades
legales resultará nulo, no resultando posible que las partes se exijan legalmente el
cumplimiento de la forma solemne.
Las denominadas formas probatorias son exigidas por la ley con un propósito
diferente. Están previstas para los casos en que se discuta la existencia de un acto
en un juicio. La ley decide imponer en algunos casos limitaciones a la prueba de la
que se pueden valer las partes o exige alguna clase.
Un ejemplo de forma probatoria es la establecida para la fianza. Dice el art. 1579 del
Código que la fianza debe ser convenida por escrito. Remarcamos que la forma
probatoria que impone la ley para tener por probada una fianza es un instrumento
escrito.
Las consecuencias son las siguientes: Si las partes reconocen en juicio la existencia
de la fianza, no será necesario que se prueba por escrito. Es decir, en razón de ser
reconocida se tendrá por probada la existencia de una fianza aún si no consta por
escrito. Pero si cualquiera de las partes desconocen o niegan la existencia de la
fianza, la única vía de probarlo en juicio será por un instrumento escrito (no se podría
por ejemplo probarse por medio de testigos).
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El Código tiene la novedad de incluir una protección especial frente al abuso de una
posición dominante en el mercado (CCC, art. 11), sin perjuicio de las disposiciones
específicas contempladas en leyes especiales (como las leyes de Lealtad Comercial
y Defensa de la Competencia).
No se trata de un abuso individual que estaría contemplado como abuso del derecho
por el art. 10, sino de la posición dominante en el mercado, vinculándose con los
derechos de incidencia colectiva.
7. 6. Teoría de los actos propios
Este instituto sirve para sancionar las conductas contrarias a la buena fe por
incoherentes. La doctrina denominada como “de los actos propios” considera
inadmisible que una persona asuma una actitud que lo coloque en contradicción con
su anterior conducta, como por ejemplo pretendiendo desconocer lo que a
sabiendas efectuó con anterioridad.
Una de las consecuencias del deber de obrar y ejercitar los derechos conforme a la
buena fe, es la exigencia de un comportamiento coherente, entendiéndose por esto
que cuando una persona, dentro de una relación jurídica, ha suscitado en otra con
su conducta una confianza, fundada conforme a la buena fe, en una determinada
conducta futura, no debe defraudar la confianza suscitada, siendo inadmisible toda
actuación incompatible con ella.
Con respecto a los requisitos para aplicar la teoría de los actos propios, hay
coincidencia en exigir una primera conducta que resulte relevante jurídicamente y
que ostente validez, esto es que haya sido realizada con discernimiento, intención y
libertad, sin vicios de la voluntad error, dolo o violencia.
También en exigir una segunda conducta entre las mismas partes, contradictoria o
incompatible o incoherente con la primera, contradicción que debe estar referida a
los aspectos fundamentales de la relación y debe ser de tal magnitud que resulten
contradictorias en forma obvia y absoluta, con la que llamamos conducta anterior o
primera conducta.
Si se encuentran reunidos los requisitos, la consecuencia de la aplicación de la
teoría de los actos propios, consiste en la inadmisibilidad de la segunda conducta, ya
que si bien ésta, tomada aisladamente es legítima, resulta incompatible en relación
con la primera conducta. Se trata de una aplicación para el derecho de la regla que
"el hombre debe ser fiel a sus propios actos" o del aforismo que dice “a nadie es
lícito venir contra sus propios actos".
El nuevo Código ha receptado expresamente esta nueva figura en su art. 1067
titulado: "Protección de la confianza”.
Este principio ya había sido aplicado en casos variados, antes de ser regulado
expresamente. Hemos tomado algunos de los ejemplos más ilustrativos de quienes
han escrito sobre esta doctrina (Borda):
1° Una empresa proveedora de materiales que durante años efectuó a su cliente
bonificaciones en los precios por pago de contado, no puede suprimirlas sin avisar
previamente que cambiaría su conducta.
2° Si luego de vencer el plazo de duración de un contrato de locación, las partes
continuaron cumpliendo las obligaciones de un modo similar a las previstas en el
contrato celebrado, es inadmisible que una de ellas pretenda luego reclamar daños y
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Bibliografía complementaria
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial de
la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
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Glosario
Caso fortuito: Suceso no previsible dentro de lo normal o, de ser previsible, que
haya sido absolutamente imposible de evitar. Para determinar en cada caso la
existencia de caso fortuito, deberán tenerse en cuenta las circunstancias de
personas, lugar y tiempo. Ver “fuerza mayor”.
Cláusula penal: Penalidad económica que las partes de un contrato han previsto
para el caso de incumplimiento. Tiene la función de fijar anticipadamente los daños
que sufrirán los contratantes por si alguno luego no cumple con su obligación. La
función de la cláusula penal además de resarcitoria también es compulsiva, por
cuanto que, para exigir la pena, el acreedor no está obligado a probar que ha sufrido
perjuicios, ni el deudor podrá eximirse de satisfacerla, probando que el acreedor no
ha sufrido perjuicio alguno.
Culpa: Omisión de las diligencias que exige la naturaleza del deber jurídico que se
debe cumplir, o del deber genérico de respetar la persona y bienes de los demás.
Conversión (del acto jurídico): Situación de un acto que en su celebración no
sigue la forma impuesta y no queda concluido como tal, convirtiéndose en un acto
que obliga a las partes a otorgar el instrumento previsto por la ley. El acto es nulo
como tal, pero válido para obligar a las partes a cumplir la forma impuesta.
Daño: Menoscabo que sufre una persona en sus bienes vitales, en su propiedad o
patrimonio como consecuencia de un acaecimiento o evento determinado. Si lo que
se lesiona son aquellos bienes que integran un patrimonio el daño es patrimonial o
material. Si lo afectado son bienes inmateriales como la integridad corporal o los
sentimientos, el daño es moral o extrapatrimonial.
Documento: Representación objetiva de un pensamiento que puede serlo bajo la
forma material o literal. Se distingue de la expresión “instrumento” que se reserva sólo
para el último tipo de documentos, esto es, para el documento literal o escrituras
(Ramacciotti).
Fecha cierta: Elemento que extiende el valor probatorio de los instrumentos privados
con respecto a terceros. Adquieren fecha cierta el día en que acontece un hecho del
que resulta como consecuencia ineludible que el documento ya estaba firmado o no
pudo ser firmado después (CCC, art. 317).
Firma: Rúbrica o grafismo al pié de un documento para ratificar o asumir las
obligaciones o declaraciones en él contenidas.
Forma (de los actos jurídicos): Conjunto se signos exteriores que acompañan la
celebración de un acto jurídico. Todo acto tiene por lo tanto una forma. Los llamados
actos “no formales” no es porque no tengan una forma, sino que la misma es dejada
libremente a la decisión de las partes. En cambio son actos formales los que la ley
exige el cumplimiento de una forma determinada. Los actos formales suelen ser
divididos en solemnes (ver forma ad solemnitatem) y no solemnes (ver forma ad
probationem).
Forma ad solemnitatem: La forma es impuesta como una condición de validez. El
acto no puede tener en este caso existencia jurídica como tal, sino a través de esa
forma prescripta por la ley. Por ejemplo: el matrimonio no existe sino después de
culminada la ceremonia solemne prescripta por la ley, en presencia del oficial público
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