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Suárez, Eloy Emiliano (2020). Introducción al Derecho (3a ed.). Santa Fe: Ediciones UNL. Libro
digital (texto adaptado con fines educativos).
1. Introducción
El carácter básico de estos conceptos hace que sean empleados en casi todas
las explicaciones que se desarrollan en las distintas ramas del derecho. Se distinguen
de expresiones que tienen un uso más circunscripto (Nino, 2003, p. 165).
Estas últimas expresiones, a las que alude el autor citado, se suelen denominar
conceptos contingentes, como los conceptos de hipoteca, adopción, estafa, etc., que
pueden o no estar contenidos en un ordenamiento jurídico sin afectar su carácter. Por
ejemplo, un sistema jurídico no puede prescindir de los hechos y actos jurídicos, la
relación jurídica, el derecho subjetivo y el deber jurídico, la sanción, etc., pero puede
existir, aunque no contemple instituciones puntuales como la sociedad anónima, el
cheque, la perención de instancia, etc.
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2. Hecho y acto jurídico
- Actos voluntarios: están definidos en el art. 260 del CCyC como los
ejecutados con discernimiento, intención y libertad, que se manifiestan por un hecho
exterior.
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No basta la existencia de la voluntad psicológica para producir una acción
relevante para el derecho, es necesario que esta se manifieste, que presente un signo
exterior, una modificación en la realidad física que produzca efectos jurídicos.
- Actos involuntarios: establece el art. 261 del CCyC: “Es involuntario por falta
de discernimiento:
años;
Volviendo a los actos voluntarios, recordemos que son aquellos realizados por
la persona humana con discernimiento, intención y libertad (los tres elementos de la
interioridad) manifestados exteriormente. Pueden ser actos conformes o contrarios al
derecho. Sobre este aspecto debe tenerse presente que el CCyC vigente ha eliminado
la división de los actos voluntarios en actos lícitos e ilícitos, formulada en el código
derogado.
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En este aspecto el cambio realizado en el CCyC ha sido muy significativo. En la
actualidad, el tema se trata en el capítulo destinado a la responsabilidad civil, en los
artículos 1708 y siguientes, cuya función consiste en la prevención del daño y su
reparación.
Simple acto lícito: como lo define el art. 258 del CCyC, “es la acción voluntaria
no prohibida por la ley, de la que resulta alguna adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas”. Estos actos deben producir consecuencias jurídicas
para ser tal, aunque estas no derivan de la voluntad del agente, sino que emergen del
propio ordenamiento jurídico. Por ejemplo, apropiarse de lo obtenido mediante la caza
o la pesca, o de cosas abandonadas, donde la consecuencia jurídica resulta ser la
adquisición del dominio por apropiación por tratarse de cosas muebles no registrables
sin dueño (ver art. 1947 CCyC). También el acto voluntario de escribir un libro, sin
perjuicio de los aspectos contractuales, si los hubiera, puede consistir en un simple acto
generador de derechos intelectuales por imperio de la ley.
Acto jurídico: el artículo 259 del CCyC establece que “el acto jurídico es el acto
voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas”. El art. 279 del CCyC, por su parte, al regular el objeto
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del acto jurídico señala que no debe ser un hecho imposible o prohibido por la ley,
contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos
ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser un bien que por un motivo especial
se haya prohibido que sea objeto del acto.
Los ejemplos más claros se dan en el ámbito contractual. El art. 957 del CCyC
define al contrato como “el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan
su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales”, siendo “libres para celebrar un contrato y determinar su
contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las
buenas costumbres” (art. 958 CCyC).
Esa idea de fin –inmediato, como señala la definición legal– preside el carácter
propio del acto jurídico, siempre voluntario y lícito, y permite distinguirlo con precisión
del hecho jurídico voluntario pero ilícito, del que también surgen relaciones jurídicas,
pero no porque las haya perseguido el sujeto como su “fin inmediato”, sino debido a la
sanción civil y/o penal que, en estos casos, trae aparejada el orden jurídico como su
consecuencia.
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3. Clasificación de los actos jurídicos
Los actos jurídicos son positivos o negativos, según sea necesaria la realización
u omisión de un comportamiento para la generación de relaciones o situaciones
jurídicas.
Son unilaterales cuando basta para formarlos un solo centro de interés, como en
el testamento. Son bilaterales cuando requieren el consentimiento unánime de dos o
más partes. Adviértase que hablamos de partes y no de personas. Tradicionalmente la
parte es caracterizada como un “centro de interés”, expresión que incluye a una o más
personas. Por ejemplo, un contrato de locación se conforma con dos partes (locador y
locatario), aunque en cada una de ellas intervengan una o más personas.
Esta clasificación tiene en cuenta el comienzo de la eficacia del acto: en los actos
de última voluntad o actos mortis causa comienza a partir del fallecimiento de la persona
que lo ha otorgado, por ejemplo, el testamento o la donación de órganos; mientras que
en los actos entre vivos sus efectos comienzan desde su celebración.
Actos onerosos son aquellos en los que existen prestaciones recíprocas, ambas
partes del acto tienen derechos y obligaciones correlativas entre sí. Tal es el caso de la
compraventa, donde el vendedor se obliga a la entrega de la cosa transfiriendo su
dominio, mientras el comprador tiene a su cargo el deber jurídico de pagar el precio.
Son gratuitos aquellos actos en los que una sola parte se obliga a realizar una
prestación y no existe contraprestación alguna, como ocurre en la donación.
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• Actos jurídicos formales y no formales:
Son no formales aquellos actos para los cuales la ley no exige una formalidad
como requisito de validez. Tal es el caso de la compraventa de cosa mueble no
registrable, en la que los otorgantes pueden adoptar libremente la forma que estimen
conveniente. El tratarse de un acto no formal no implica que no tenga forma, sino que
esta queda librada a la voluntad de los sujetos intervinientes. La forma, en realidad, se
da en todo acto en cuanto la voluntad debe exteriorizarse de algún modo.
En tal sentido, el art. 284 del CCyC consagra el principio de la libertad de formas
al señalar que “si la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la
voluntad, las partes pueden utilizar la que estimen conveniente”, e inclusive “pueden
convenir una forma más exigente que la impuesta por la ley”.
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• Actos jurídicos de administración y de disposición:
La clasificación se basa en un criterio económico. Actos de administración son
aquellos que no implican una modificación en el patrimonio, en el sentido que sólo
tienden a la conservación y explotación del mismo como, por ejemplo, un contrato de
locación de un inmueble.
Actos de disposición son aquellos que provocan una modificación sustancial del
patrimonio en virtud de haber ingresado, gravado o salido un bien como, por ejemplo,
en el caso de la adquisición o enajenación de un inmueble.
Cuando nos referimos a un acto jurídico particular, nos estamos refiriendo a una
situación jurídica (ejemplo: contrato de compraventa entre el Sr. Pérez y la Sra. García).
La situación jurídica
Mouchet C. y Becú, Z. (1959). Introducción al derecho (4° ed.). Buenos Aires: Abeledo Perrot. P.
115 (texto adaptado con fines educativos).
Estos roles dan origen a diversas relaciones políticas, civiles, de familia, etc., es
decir, constituyen relaciones jurídicas con distintos derechos y deberes. Ese cúmulo de
relaciones, de derechos y deberes configura, en su conjunto, la situación jurídica de la
persona.
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La situación jurídica, entonces, puede definirse como el conjunto de derechos
subjetivos, deberes jurídicos y relaciones jurídicas que tiene por titular a una persona,
por su misma condición, actividad o rol que cumple en la vida socio-jurídica.
El concepto de situación jurídica constituye, por lo tanto, una idea mucho más
amplia y comprensiva que las de derecho subjetivo, deber y relación jurídica, puesto
que no solamente las abarca, sino que las integra en una interpretación más realista y
ajustada a la vida práctica del derecho. Esta última, en efecto, no percibe sólo
facultades, deberes o relaciones aislados, sino todo un conjunto a la vez complejo y
armónico de derechos y obligaciones que se entrecruzan y se complementan, y que
muchas veces crean derechos y deberes de carácter permanente: los padres, los
esposos, los funcionarios públicos, los patrones y empleados, etc. El concepto de
situación jurídica da una idea más acabada de la estabilidad del derecho que el concepto
de relación, pues este sugiere sólo un vínculo excepcional y aquel, una serie de
elementos que integran la existencia misma de las personas en cuanto sometidas
constantemente al derecho.
La relación jurídica se concibe hoy como “un vínculo entre sujetos de derecho
(activo o titular – pasivo), nacido de un determinado hecho, definido por las normas
jurídicas, creador de facultades y deberes jurídicos, cuyo objeto son ciertas
prestaciones, garantizadas por la aplicación de una sanción”.
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• Los sujetos: el primer elemento de la relación jurídica es el sujeto de derecho
que se desdobla en:
Como se verá con detalle más adelante, el sujeto de derecho es siempre una
persona, que puede ser persona humana o persona jurídica.
• De dar: consiste en dar o entregar una cosa, por ejemplo, en una compraventa,
pagar el precio de lo vendido y entregar la cosa al comprador.
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• La causa: son los hechos o actos jurídicos, aquellos acontecimientos con
virtualidad de producir efectos jurídicos en cuanto son generadores de derechos y
obligaciones para las partes. Estos acontecimientos, según sea su índole, determinarán
el carácter de la relación jurídica.
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B. Derechos transmisibles e intransmisibles: algunos derechos no son
inalienables; no pueden ser objeto de actos de disposición y, por lo tanto, no
pueden ser transmitidos a terceros (derecho a la vida, el derecho al honor, el
derecho al nombre). En cambio, los derechos patrimoniales (que veremos más
adelante), son por regla general transmisibles, con algunas salvedades
establecidas expresamente en la ley.
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TEORÍA DUALISTA: DERECHOS REALES Y PERSONALES
Puerta de Chacón, Alicia (2017). Texto de estudio para la Cátedra de Derechos Reales de la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza, Argentina (texto adaptado
con fines educativos).
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c) Código Civil y Comercial. El nuevo ordenamiento también se estructura en
función de la doctrina dualista tradicional. El Libro Tercero regula a los derechos
personales y, el Libro Cuarto, a los derechos reales. En tanto que el Libro Sexto
establece las disposiciones comunes a ambos tipos de derechos. Por su parte, el art.
724 define a la obligación y, el art. 1882, al derecho real. Este ordenamiento, a diferencia
del anterior, no contiene notas a los artículos.
El nuevo Código incorpora en el art. 1882 la definición del derecho real que
expresa: “El derecho real es el poder jurídico, de estructura legal, que se ejerce
directamente sobre su objeto, en forma autónoma y que atribuye a su titular las
facultades de persecución y preferencia, y las demás previstas en este Código”.
Los caracteres del derecho real se desprenden del concepto y de sus diferencias
con el derecho personal:
Sin embargo, este carácter pierde intensidad actualmente con los nuevos
derechos reales que exigen formas coparticipables de goce; y para ello es menester la
prestación de servicios complementarios a cargo de terceros. Por ejemplo, la persona
que adquiere el derecho real de sepultura en un cementerio privado requiere que el
dueño y/o el administrador del cementerio preste todos los servicios necesarios para
utilizar la sepultura, tales como la apertura, el mantenimiento y la administración del
cementerio, la inhumación y exhumación de cadáveres, etc.
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Otro tanto sucede con la adquisición del derecho de tiempo compartido; por
ejemplo, una unidad vacacional (apartamento, cabaña, bungalow) en un complejo
hotelero que debe estar disponible y con todas sus instalaciones y servicios en
funcionamiento durante el período temporal o turno que le corresponde al titular. Es
más, respecto de estos derechos reales, el Código pone el acento en el carácter de
adquirente-usuario del titular del derecho real y estatuye la existencia de una relación
de consumo entre el propietario, promotor y administrador de los inmuebles afectados
a estos sistemas con el adquirente de estos derechos reales (arts. 2100 y 2111).
Tipicidad legal: la ley es la creadora de los derechos reales que los particulares
pueden adquirir en el tráfico jurídico, y la que establece los modos de adquisición o
constitución, modificación, transmisión, duración y extinción. Estas disposiciones se
denominan “estatutarias” porque se fundan en el orden público y los particulares no las
pueden alterar (art. 1884); por ejemplo, las cosas necesariamente comunes en la
Propiedad Horizontal Común (art. 2041).
Preferencia: la solución de los conflictos con los terceros se dirime por aplicación
de la regla de la prioridad –prior in tempore potior in iure-, el derecho real primeramente
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constituido y publicitado es preferido -ius praeferendi- al que se constituya con
posterioridad.
El art. 1887 enumera taxativamente los derechos reales, y los ordena de mayor
a menor contenido. Esta norma expresa que son derechos reales en este Código:
a) El dominio.
b) El condominio.
c) La propiedad horizontal.
e) El tiempo compartido.
f) El cementerio privado.
g) La superficie.
h) El usufructo.
i) El uso.
j) La habitación.
k) La servidumbre.
l) La hipoteca.
m) La anticresis.
n) La prenda.
Los nuevos derechos reales que se incorporan al texto del CCyC con relación al
Código anterior son la propiedad horizontal; los conjuntos inmobiliarios; el tiempo
compartido; el cementerio privado y la superficie y la propiedad superficiaria.
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posible, y ello impone el disfrute compartido de bienes que requieren el cumplimiento de
prestaciones a cargo de otros.
D.- Tiempo compartido: art. 2087. Concepto. Se considera que existe tiempo
compartido si uno o más bienes están afectados a su uso periódico y por turnos,
para alojamiento, hospedaje, comercio, turismo, industria u otros fines y para
brindar las prestaciones compatibles con su destino.
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En las mencionadas formas coparticipativas de propiedad se desenvuelve una
figura de suma importancia, cuyas incumbencias profesionales corresponden a la
presente tecnicatura: el administrador.
A. Conocimientos
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B. Habilidades
C. Actitudes y valores
● Actitud de servicio.
● Actitud creativa.
● Actitud de autocrítica.
● Actitud de cambio.
● Actitud de apertura.
● Actitud de autocontrol y seguridad.
● Actitud responsable.
● Actitud de superación permanente.
● Valor de la honestidad.
● Valor del orden, cuidado y diligencia profesional.
● Valor de la sensibilidad y diplomacia.
● Valor de la cortesía.
● Valor de la ética profesional y guardar el secreto profesional.
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