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QUÍMICA I

Guía 1
HISTORIA DE LA QUÍMICA

Dra. Cateryna Aiello Mazzarri 2023


INTRODUCCIÓN

La historia de la química está profundamente relacionada con el desarrollo del ser humano.
Embarca desde las transformaciones de materia más básicas a sus teorías posteriores. A
menudo, la historia de la química se encuentra relacionada con la historia de los químicos,
que resaltan en mayor o menor medida los logros hechos en un determinado campo o por
una determinada nación.La química está íntimamente relacionada con el desarrollo del
hombre. Es una ciencia milenaria, tan antigua como la curiosidad del hombre buscando
comprender y explicar los fenómenos y misterios de la naturaleza y el entorno donde habita.
La definición de la química ha variado enormemente a lo largo del tiempo, principalmente
debido a que su campo ha crecido y evolucionado en forma gigantesca, resignificando a esta
disciplina.

Alrededor de 1662, el científico suizo Christopher Glaser (1615-1670) definió a la química


como el arte científico de disolver los cuerpos de distintos materiales, debido a que en 1730
el alemán Georg Stahl (1659-1734) la llamó el arte de entender las dinámicas de las mezclas.
Luego en 1837 el químico francés Jean-Baptiste Dumas (1800-1884) la definió como la
ciencia que se ocupa de las fuerzas intermoleculares. En cambio, hoy la comprendemos como
el estudio de la materia y sus cambios, siguiendo la definición del célebre químico hongkonés
Raymond Chang (1939-2017).

Sin embargo, la química como ciencia empezó a existir en el siglo XVIII, cuando tuvieron
lugar en la Europa moderna los primeros experimentos científicos comprobables con la
materia, especialmente luego de la postulación en 1983 de la Teoría atómica por John Dalton.

Desde entonces, la química ha provocado numerosos descubrimientos y revoluciones.


Además, ha tenido un importante impacto en ciencias y disciplinas semejantes, como
la biología, la física y la ingeniería.

La Organización de las Naciones Unidas declaró que 2011 sería el Año Internacional de la
Química, en reconocimiento a la enorme trayectoria científica recorrida y al innegable
impacto que esta disciplina tiene en nuestra vida.

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Período antiguo

Los primeros pasos se dieron cuando el hombre


primitivo descubrió y conquistó el fuego hace 45.000
años. Este hallazgo le permitió calentarse, protegerse
de los depredadores y cocer sus alimentos, pero a su
ver descubrió que debía controlarlo porque podía
ocasionarle causarle quemaduras y daños a su cuerpo
y enseres.

El hombre de entonces buscó controlar los cambios y convierte, sin saberlo, en un químico
práctico, generando reacciones químicas, como las producidas por la cocción de alimentos,
permitiéndole preparar y preservar su comida, la cual era más fácil de digerir y como
contenía menor cantidad de microorganismos patógenos, muchas enfermedades
desaparecieron, disminuyendo así la mortalidad y mejorando sus condiciones de vida.

Luego, el hombre comenzó a interesarse por los


materiales y su transformación en objetos útiles en
su vida cotidiana. Surge el interés por los metales, ya
que así como la piedra, podrían ser materiales
resistentes y duraderos. Los primeros metales
conocidos fueron el cobre y el oro, probablemente
porque estos se encontraban en la naturaleza en su
estado libre. El hombre descubrió una que podían fundirse, aplanarse y formar láminas sin
que se rompieran, como ocurría con las piedras, que se pulverizan, o con la madera que se
astillaba, desarrollándose así las primeras técnicas metalúrgicas.

Posteriormente surgen otras tecnologías más complejas, como la cerámica, cuyos orígenes
datan del Neolítico, y el vidrio a partir de cuarzo y carbonato de sodio o carbonato de potasio,
el cual tiene su origen en el Antiguo Egipto y que fue posteriormente perfeccionado por los
romanos. Cada cultura desarrolló técnicas y estilos propios, fabricando instrumentos y
hornos de diferentes tipos.

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En la antigüedad también se utilizaron transformaciones químicas naturales, como
las fermentaciones del vino, la cerveza o la leche, que dieron origen a todos estos productos
que hoy conocemos bien y se consumen en todo el mundo. Otro proceso que llegaron a
dominar fue la transformación de alcohol en vinagre, el cual dio origen quizás a uno de los
primeros conservantes de los alimentos, aunque también a un apreciado condimento.
Tampoco para estas transformaciones había una explicación por lo que eran asociadas a lo
mítico o mágico.

También destacan el curtido y blanqueamiento de pieles, procesos que lograban al


sumergirlas en orina que habían dejado envejecer por un tiempo, logrando sin saber, la
transformación de la urea en amoníaco. Además, en Babilonia, 2800 a. C, ya se fabricaban
jabones indicando el conocimiento del proceso de saponificación en la antigüedad.

A pesar de que el uso del fuego fue la primera reacción usada de forma controlada, el hombre
no podía explicar por qué era capaz de transformar unas sustancias en otras produciendo luz
y calor, por lo que las culturas antiguas lo consideraban una fuerza misteriosa y mística,
capaz. De igual forma sucedía con otras transformaciones químicas, no sabían el por qué ni
cómo sucedían, pero esto no les impedía la práctica. El hombre fue capaz de combinar
ingredientes naturales para producir pigmentos y adornar sus cuerpos y prendas, decorar
las paredes de cavernas y viviendas, fabricar instrumentos y herramientas con metales. A
pesar de que llegaron a dominar sus técnicas, no podían explicarlas. Tampoco sabían que
componía la materia pero de forma empírica, con la práctica descubrieron sus propiedades.

Los filósofos griegos (650 a. de C y 380 a. de C)

Los griegos propusieron las primeras teorías sobre la composición de la materia. Tales de
Mileto (640-560 a. C.) pensaba que la sustancia básica era el agua porque sin agua no hay
vida, es decir, el principio era el agua, unidad indivisible, principio elemental, de carácter
divino, capaz de cambiar de estado y donde se origina la vida. Heráclito (533-473 a. C.)
planteaba que la materia era un fluir constante, mientras que Anaxímenes (ca. 590 a. C. –
entre 528 y 525 a. C) pensaba en el aire como un elemento infinito que daba origen a otras
cosas que eran finitas.

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Empédocles (490 430 a. C.) en su intento por
describir las cosas que nos rodean, argumentando
que toda la materia estaba compuesta de fuego,
aire, agua y tierra, indicando que la proporción de
estos cuatro componentes afectaba las
propiedades de la materia.

La teoría de Empédocles fue muy valorada y


respetada, sin embargo dejaba muchas
interrogantes, como por ejemplo, el hecho de que
sin importar cuántas veces una piedra se rompía Los cuatro elementos de Empédocles: fuego,
agua, aire y tierra. (Xilografía coloreada de una
en dos, las partes resultantes nunca tenían edición de Lucretius De rerum natura, publicada
parecido con los componentes esenciales del por Tommaso Ferrando, Brescia, 1472)

fuego, del aire, del agua o de la tierra.

Aristóteles (383-322 a. C.), ratificó la teoría de


Empédocles juntando el agua, el aire, el fuego y la tierra,
llamándolos elementos y dando origen a lo que se conoció
como la Teoría de los Cuatro Elementos. Además,
destacó cuatro cualidades en la materia: caliente, frío,
húmedo y seco, a partir de las cuales, pensaba que se
podían obtener los elementos básicos de la materia, por
ejemplo, combinando lo frio con lo húmedo se podría
Aristóteles (384-322 a.C.) obtener agua, y combinando lo caliente con lo seco, obtener
aire. Además, más adelante, propuso al éter como un
quinto elemento. Actualmente sabemos que estos elementos son representan solo una pieza
dentro del gran rompecabezas que es el Universo y que aun tratamos de explicar.

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Al mismo tiempo existía otra teoría que
planteaba que la materia estaba formada por
partículas indivisibles, la cual fue propuesta
por Leucipo de Mileto, quien en el siglo V
a.C., puso en duda, por primera vez, la
indivisibilidad de la materia, planteando que
si la materia podría dividirse en infinitas
partes hasta llegar un momento en el cual
sería tan pequeña que no podría dividirse
más.

Más tarde, uno de sus discípulos, Demócrito


de Abdera (ca 470 a. de C. - ca 380 a. de C,)
amplio estos planteamientos, proponiendo
que la materia era discreta y que se podía
dividir y dividir hasta obtener una cantidad
mínima, eterna, indivisible e indestructible a
la que llamo átomo (del griego a = sin; tomo =
división), existiendo un vacío entre ellos.

Supuso además, que los átomos eran


específicos de cada material que los formaban, es decir los átomos de la piedra eran propios
de la piedra y diferentes a los átomos de la arcilla y de otros materiales. De este modo, los
átomos de cada elemento eran diferentes y le proporcionaba a la materia distintas
propiedades.

Los postulados de la teoría Demócrito se convirtieron en el primer modelo atómico


postulado por el hombre en la historia. Esta extraordinaria teoría, basada en observación y
en supuestos, mas no en hechos experimentales, es considerada una referencia histórica, la
cual fue una genialidad para la época y que estuvo vigente hasta fines del siglo XVIII, pasando
cerca de 2200 años, para que surgiera un nuevo modelo atómico que tuviera repercusión en
la comunidad científica.

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Posteriormente, otros filósofos adoptaron la idea de un universo compuesto de pequeñas e
indestructibles partículas, mientras que diversos pensadores indios de la Antigüedad
llegaron a conclusiones semejantes, como el filósofo indio Kanada en sus textos de la escuela
Vaisesika.

Sin embargo, la visión que se impuso en Occidente durante los siglos venideros, fue la
propuesta por el cristianismo, cuyas preocupaciones se centraba más en la salvación del
alma humana que en la comprensión de la materia, prevaleciendo que Dios había creado
todo lo que existe. Es por esto, que el siguiente paso en la historia de la química debe buscarse
en las florecientes naciones árabes, herederas de los saberes misteriosos de la Antigua
Mesopotamia y el Antiguo Egipto, la alquimia.

El período de la alquimia (350 a.C-1500 d.C.)

En el siglo I a. C. surgió en la India, China y Grecia un conocimiento acerca de los materiales


que era una mezcla de técnica, misticismo, magia, astrología, superstición y filosofía. Se
denominó alquimia y tuvo su máximo apogeo en la Edad Media (s. III a.C. y XVI d. C)

La alquimia llegó a Europa a través de los árabes (al-kimiya), quienes para ese entonces
habían estudiado la materia, entendiendo esta como un conjunto de de cuerpos y espíritus
que podía ser manipulados o transformados. Se considera que este período, es
prácticamente una edad oscura en la historia de la química, que estuvo en manos de los
árabes durante cinco siglos. Aun en la actualidad usamos algunos términos derivados del
árabe, como álcali, alambique, alcohol, garrafa, circón, nafta.

Los alquimistas, considerados personajes misteriosos, a los que se les solían llamar “químicos”
(de alquímicos), además de buscar entender y explicar los fenómenos del mundo natural,
buscaban la perfección y transformar la materia mediante métodos empíricos, con base a
ensayos de prueba y error. Buscaban principalmente la transmutación de los metales
comunes en oro, ya que para ellos el oro era el metal perfecto. Creían que lo único que les
faltaba para conseguirlo era encontrar una substancia desconocida (al-iksir), que para los
griegos era el xerion, que significa “seco”, a la cual posteriormente en Europa se convirtió

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finalmente en “elixir” y que finalmente fue comúnmente piedra filosofal. Esta substancia era
el elixir de la vida, una sustancia imaginaria que además de convertir a los metales más burdos
y comunes, como el hierro, en oro, sería capaz de curar todas las enfermedades y dar la
perfección, la eterna juventud y la inmortalidad.

La piedra filosofal, nos parece conocida, quizás


por el libro que dio origen a la película “Harry
Potter y la Piedra Filosofal” o quizás también por
“Full Metal Alchemist (FMA)”, aunque en estos
casos se representa a la alquimia como una
habilidad mágica.

Los alquimistas eran grupos selectos, que cuidaban


de forma hermética la información generada. De
hecho, la palabra hermetismo proviene del nombre
del alquimista Hermes Trismegisto, cuya
existencia histórica aún está en duda, pero que
En búsqueda de la Piedra Filosofal. (Imagen creada
supuestamente escribía sus textos de manera con IA, 2023)

enigmática solo algunos pudieran entenderlos. De aquí, que un recipiente herméticamente


cerrado es aquel del que nada entra ni sale.

Quizás, entre muchos alquimistas de la época, el más importante fue Jabir ibn-Hayyan,
conocido en Europa como Geber, quien consideraba que el mercurio era el metal por
excelencia y por otra parte el azufre poseía la propiedad de ser combustible, por lo que creía
que los metales estaban formados por mezclas de mercurio y azufre; bastando solamente
hallar algún material que facilitase la combinación entre el mercurio y el azufre en la
proporción exacta para formar oro.

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Geber clasificó las sustancias en espíritus
(sustancias volátiles, como el alcohol), cuerpos
metálicos (los metales) y cuerpos (sólidos no
volátiles), destacando entre sus aportes, la
descripción del cloruro de amonio, sus
enseñanzas sobre la preparación de carbonato de
plomo (albayalde) y la obtención del ácido acético
por destilación del vinagre obtenido por
fermentación.

Seguidor de Jabir, y poseedor de análogos


conocimientos y reputación, fue el alquimista
persa Al Razi (aproximadamente 850-925),
conocido más tarde en Europa como Rhazes.
El alquimista (The Alchemist: Ilustración de Chris
También él describió cuidadosamente su trabajo, Dunn en Acuarela y Gouache, 31 x24 cm)
preparando, por ejemplo, emplasto de París, y
describiendo el modo en que podía emplearse para hacer enyesados que mantuviesen en su
sitio los huesos rotos. Igualmente estudió y describió el antimonio metálico. Al mercurio (que
era volátil, esto es, forma vapor al calentarlo) y al azufre (que era inflamable) añadió la sal
como tercer principio en la composición general de los sólidos, porque la sal no era ni volátil
ni inflamable.

Alberto de Bollstadt (aprox. 1200-1280) fue un filósofo cristiano, poseedor de unos amplios
conocimientos y sabiduría, que le ganaron el título de San Alberto Magno, patrono de los
científicos. Se erigió como el primer alquimista europeo importante, y en los escritos que
describen sus experimentos, detalla con precisión el arsénico, por lo que se le considera su
descubridor, aunque probablemente este ya era conocido por los antiguos alquimistas.

Siglos más tarde, el alemán Georg Bauer (1494-1555), conocido como “Agrícola”, recopiló
en su libro De Re Metállica, el uso práctico que se le daba a los minerales en esa época, y en el
que se describe el bismuto, por lo que algunos le atribuyen su descubrimiento, pese a que este
era producido en Alemania antes del siglo XV. Asimismo, el suizo Teophrastus Bombastus

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von Hohenheim (1493-1591) mejor conocido por el seudónimo de Paracelso, en su
búsqueda de la “piedra filosofal” obtuvo el cinc y con frecuencia se le considera su
descubridor, aunque este, puro o en forma de aleación con el cobre (latón), ya se empleaba en
la India y en China desde antes del siglo XVI

Los primeros alquimistas hicieron muchas


contribuciones importantes. Por ejemplo,
desarrollaron un sistema para poner símbolos a
las sustancias que empleaban, fuego, agua, sal,
plata, oro, entre otros. Se considera que, aun
cuando son muy diferentes a los que hoy usamos,
marcan el inicio de la simbología química que
utilizamos actualmente
Símbolos antiguos de las sustancias
Los alquimistas tenían sus propios laboratorios
en donde aplicaban técnicas de destilación, calcinación, sublimación, cristalización y
metalurgia; inventaron el “baño de María”, el alambique y el agua regia (una mezcla de ácidos).
También utilizaron la balanza e incursionaron en la observación y experimentación, es decir,
se anticiparon al nacimiento de la química. Los alquimistas chinos inventaron la pólvora en el
siglo IX, que llegó a Europa en el siglo XIII de la mano del monje inglés Roger Bacon (1214-
1292).

A pesar de que los alquimistas buscaban una piedra que no existía, no eran seres con poderes
mágicos (aunque en la edad media, las personas así lo creían), ni tuvieron metodologías
refinadas, ni siguieron lo que denominamos el método científico, diseñaron procedimientos y
aparatos para sus pruebas, creando una buena parte del instrumental que hoy en día
empleamos en los laboratorios químicos, siendo los primeros en realizar lo que conocemos
como química experimental, estableciendo las bases para lo que posteriormente sería la
química moderna. Sin embargo, la combustión constituyó un misterio y una fuente de
especulación para los alquimistas.

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La Iatroquímica

Dentro de los alquimistas, también se destacó el


médico sueco Theophrastus Bombastus von
Hohenheim (1493-1541), mejor conocido como
Paracelsus, quien fue un alquimista enfocado en la
creación del elixir de la vida o la piedra filosofal,
pero que usó la alquimia como herramienta para
curar enfermedades. A principios del siglo XVI,
Paracelso afirmo que la misión de la alquimia debía
ser más allá de obtener el oro, era la curación de
enfermedades y el descubrimiento de nuevos
medicamentos. Esta afirmación dio lugar a una
etapa de transición entre la alquimia y la verdadera Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus
von Hohenheim, conocido a través de la
química (1525 -1660) que se conoce como historia como Paracelso (Copia del retrato
iatroquímica. de realizado por el artista Quentin Massys.
Museo del Louvre, París)

Los iatroquímicos creían que la fisiología dependía del balance de los fluidos corporales y
que debían encontrar sustancias que pudieran curar las enfermedades. De modo que
hicieron de su misión y objeto de estudio, encontrar explicaciones químicas a las
enfermedades y procesos fisiológicos del cuerpo humano y proporcionar el tratamiento
para la cura de enfermedades mediante el empleo de sustancias químicas. Con esta nueva
preocupación, las boticas se convirtieron en laboratorios de experimentación, donde se
realizaban preparados químicos que pudieran ser empleados como medicamentos. Para la
época, en la cura de las enfermedades era común medicar a los pacientes con opio,
mercurio y diferentes sales minerales

La iatroquímica o yatroquímica (palabra derivada del griego ιατρός Iatrós, 'médico,


doctor' y χημεία chemeía, 'química') fue una tendencia médica de vanguardia entre los siglos
XVI y XVII y puede considerarse como la precursora de la farmacología moderna y de
la bioquímica. Paracelso es considerado el fundador de la iatroquímica, precursora de la

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moderna área de la química médica. De hecho también se lo considera el padre de ciencias
como la toxicología y la farmacología modernas.

La transición de la alquimia a la química

La aparición de textos renacentistas evidencian el cambio de paradigma entre la alquimia y la


química propiamente dicha, entre ellos Novum Lumen Chymicum (La nueva luz de la química)
en 1605, del polaco Michel Sedziwoj (1566-1646); Tyrocium Chymicum (La práctica de la
química) en 1615, de Jean Beguin (1550-1620); o especialmente Ortus medicinae (El origen
de la medicina) en 1648, del holandés Jan Baptist van Helmont (1577-1644) quien fue el
primero en estudiar los vapores que se producían en sus experimentos, así como también el
uso de la palabra gas para nombrar a las sustancias parecidas al aire.

El químico irlandés Robert Boyle (1627-1691) también


se dedicó a estudiar los gases, realizando planteamientos
teóricos, comprobables de manera experimental,
estableciendo lo que conocemos como la Ley de Boyle.
Aun cuando él consideraba a los elementos como las
sustancias más simples primarias de las cuales se
formaban todos los demás materiales, no estaba de
acuerdo en identificarlos con sus homólogos aristotélicos,
aire, agua, tierra y fuego.

Boyle fue el primero en definir a un elemento: “Entiendo


por elementos, con la misma convicción con que aquellos
químicos hablan categóricamente de sus Principios, a
ciertos cuerpos primitivos y simples, o perfectamente no
mezclados que, no estando constituidos por otros cuerpos – Portada de la primera edición de The
Sceptical Chymist, 1661. (archivo de
o uno por otro-, son los ingredientes de los cuales todos los Wikimedia Commons)
cuerpos perfectamente mixtos se encuentran compuestos, y
en los cuales estos últimos se resuelven cuando son divididos hasta las últimas consecuencias”.

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Según esto, una sustancia simple podía considerarse un elemento, solo hasta que se pudiera
convertirla en dos ó más sustancias aún más simples todavía

En 1661, con la publicación de su obra El Químico Escéptico: o las dudas y paradojas


químico-físicas (The Sceptical Chymist: or Chymicho-Physical Doubts & Paradoxes), se
produce un punto de inflexión dándose formalmente la transición hacia la química moderna,
separándose claramente la química de la alquimia, con un significado menos esotérico
(espiritual) y más vinculado con las ciencias, introduciendo método científico en los
experimentos químicos. A partir de entonces, se empieza a usar la palabra química para
nombrar la ciencia y químicos a quienes se dedicaban a su estudio e investigación. Por esto se
le considera el primer químico moderno y uno de los fundadores de la disciplina.

El flogisto y la revolución química (1650-1787)

Para esta época, el concepto de elemento aún estaba en evolución, identificándose una docena
de elementos, pero el número total dependía de quién llevara la cuenta. Nadie tenía muy claro
cómo incluir el aire en esa nueva clasificación, ya que no se sabía qué era el aire exactamente,
debido a los frecuentes descubrimientos que reportaban diferentes formas de transformarlo
en sustancias diferentes, a las que comúnmente denominaban aires.

En el siglo XVII, aproximadamente a partir de 1650, sobre todo desde la invención de la


máquina de vapor, que transformó nuestra civilización incrementó el interés por este
fenómeno y sus posibles aplicaciones. Todos los
científicos estaban fascinados por la combustión y
el papel que jugaba el aire en este proceso. Según
las concepciones griegas, todo lo que arde
contiene en sí el fuego, que bajos ciertas
condiciones es capaz de liberarse.

George Ernst Stahl (1660-1734) propuso el


flogisto, un elemento invisible, como el
ingrediente que provocaba que los materiales
George Ernest Stahl (Fuente: [File:Georg Ernst Stahl
pudieran quemarse. La palabra flogisto deriva del crop.jpg |Georg Ernst Stahl crop], Wikimedia
Commons)

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griego phlos, que significa llama, por lo que phlo-giston quiere decir lo que va en la llama. Esta
teoría constituía el principio de la combustión, donde el flogisto era el elemento presente en
todas las sustancias inflamables y que se perdía al arder.

La propuesta fundamentada por Stahl consistía en que todos los cuerpos combustibles
perdían algo cuando ardían: el flogisto; al mismo tiempo quedaba un residuo, conocido como
ceniza o cal (actualmente óxido), que carecía de flogisto y que por lo tanto no podía seguir
ardiendo. Stahl establecía que cuanto más flogisto tenía una sustancia más combustible
era. Así, por ejemplo, un papel arde porque contiene flogisto, sin embargo las cenizas carentes
de dicha sustancia no pueden arder.

Según Stahl, la teoría del flogisto también era aplicable al enmohecimiento de los metales,
fenómeno que explicaba haciendo analogía con la combustión de la madera, afirmando que
los metales contenían flogisto, solo cuando estaban enmohecidos. Este planteamiento fue
usado para explicar la conversión de algunos minerales en metal. Sin embargo no podía
explicar el aumento de masa que se obtenía, cuando los metales se enmohecían, a pesar de
liberar el flogisto, a diferencia de la madera o el papel, que al quemarse generaba un residuo
(cenizas) que era mucho más ligera que el material inicial.

Estas variaciones de las masas, no parecía tan importante en aquella época, ya que para ese
entonces las mediciones con precisión no eran de gran importancia. El gran mérito de Shtal,
fue concebir una teoría que podía entenderse con gran facilidad, que sedujo a muchos
científicos de la época, que de pronto explicaba lo que hasta entonces era un mundo mágico-
espiritual y del que todo el mundo podía ahora experimentar casi matemáticamente. Esta
teoría se mantuvo por casi cien años, perdiendo fuerza y credibilidad, con los nuevos
descubrimientos de muchos gases.

Para los hombres de ciencia del siglo XVIII, la teoría de los cuatro elementos ya no era
suficiente para explicar la composición y el comportamiento de la materia. Por ejemplo, los
avances en el conocimiento de los gases ponían en duda que el aire fuera un elemento, en lugar
de un conjunto de diferentes sustancias.

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En 1722, Daniel Rutherford (1749- 1819) encontró que si quemaba algo en una campana de
vidrio y luego absorbía todo el aire fijo, absorbiéndolo con potasa, quedaba en la campana un
gas., al cual llamó aire asfixiante, porque si introducía un ratón dentro de la campana, moría
ahogado. Este gas era el nitrógeno, el gas inerte que hoy conocemos.

En 1754, el médico, físico y químico escocés, Joseph Black (1728 - 1799) identificó el "aire
fijo", lo que hoy conocemos como dióxido de carbono. Lo llamó así porque podía
transformarse (o "fijarse") en el mismo tipo de sólidos de los que provenía. Unos años
después, en 1766, un aristócrata excéntrico británico-francés, llamado Henry Cavendish
(1731 - 1810) sintetizó una sustancia gaseosa altamente inflamable, que Lavoisier bautizaría
como hidrógeno, del griego "hacedor de agua".

En 1771, el inglés Joseph Priestley (1733-1804), un hombre formado en el área de las


humanidades, cuya juventud no sugería para nada que iba a convertirse en uno de los más
grandes químicos experimentales de la historia.

Empleó la teoría del flogisto para explicar


las transformaciones de lo que
denominaba fluidos elásticos (o "gases",
aproximándolo a la terminología actual).
Llamo aire flogisticado al residuo de aire
que quedaba tras el proceso de
combustión (hoy sabemos que es una
mezcla de dióxido de carbono
y nitrógeno) pues pensaba que durante
la combustión dicho aire había Bombas neumáticas y otros aparatos utilizados por
Joseph Priestley en sus experimentos con el oxígeno y
absorbido todo el flogisto que podía otros gases. Esta imagen aparece en el libro de J. Priestley
"Experimentos y observaciones con distintos tipos de
absorber, deteniéndose el proceso.
aires", (1774-1786)

Luego de realizar un gran número de experimentos y de forma muy sistemática, analizó las
propiedades de distintos aires, descubrió un gas que era liberado por las plantas, que permitía
mantener viva una llama y dejaba respirar a un animal. Priestley llamó a su descubrimiento

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aire desflogisticado, ya que según la teoría del flogisto, si aceleraba la combustión era que no
contenía flogisto. Con este descubrimiento, demostró que "el aire no es una sustancia
elemental, sino una composición" (hoy lo llamaríamos mezcla) de gases, entre los cuales hay
un gas incoloro y muy reactivo: el "aire desflogisticado", lo llamaba. Más adelante, el químico
francés Antoine Lavoisier lo bautizó con el nombre que todos conocemos hoy, oxígeno.

Lavoisier y la química como ciencia exacta.

La química dio sus pasos como ciencia, trayendo numerosas hipótesis y teorías sucesivas,
muchas que fueron descartadas, como la teoría del flogisto, así como el descubrimiento de los
primeros elementos químicos. Pero quizás la gran contribución hacia la química moderna
fueron las investigaciones de Antoine Lavoisier, cuya innovación del uso de la balanza y sus
experiencias en sistemas cerrados, fue el primer paso efectivo para hacer de la química una
ciencia exacta, sentando los pilares fundamentales de la química.

El francés Antoine Laurent Lavoisier, químico y


científico metódico, el que llegó a revolucionar la
química. Se considera el padre de la química
moderna, con él comienza un nuevo
enfoque, aplicando de manera plena y convincente
el método científico experimental a la química.
Su gran labor fue la de comenzar un ataque a gran
escala contra el flogisto en 1783, afirmando que «el
flogisto de Stahl es imaginario» y denominando
al flogisto como «un verdadero Proteo, que cambia
de forma a cada instante« (haciendo analogía con el
dios griego Proteo del mar capaz de cambiar de
forma a voluntad). Además, impulsó un cambio
definitivo en el mundo de la química, al afirmar que Antoine-Laurent Lavoisier. Grabado realizado
por Louis Jean Desire Delaistre, a partir del
se tenía que «reconducir la química a una forma diseño de Julien Leopold Boilly (archivo de
Wikimedia Commons)
más estricta de pensar» y «distinguir lo que es hecho

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y observación de lo que es sistema e hipótesis», ofreciendo su teoría de la combustión, en la que
el oxígeno juega un papel central, como punto de partida.

En 1772, Lavoisier comenzó a experimentar con la combustión (1773-1794), introduciendo


un arreglo instrumental más preciso, utilizando una balanza de mayor precisión para
determinar las masas de las sustancias antes y después del proceso, lo cual le permitió mayor
exactitud en la medida. Utilizó un sistema cerrado y reprodujo los experimentos de Prestley
con mercurio y otros metales para obtener el gas, al que llamo oxígeno, llegando a la
conclusión de que el aire común no era una sustancia simple. Lo más importante, identificó
al oxígeno como un elemento químico, explicando su papel en la oxidación y la
combustión (tanto la artificial como la natural, que se produce en los seres vivos a través de
la respiración), siendo capaz de explicar las transformaciones entre los metales y sus óxidos.

Equipo usado por Antoine Lavoisier en sus experimentos.

Gracias a su trabajo concluyó que: “En todo cambio químico, la masa total permanece
constante”, esto permitió descartar la Teoría del Flogisto, formulando en 1789 la primera ley
cuantitativa de la química la ley de la conservación de la masa. Fue capaz de discernir
claramente entre compuesto y elemento químico; este último definido como el que no puede
dividirse en sus partes constituyentes.

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En 1783, Henry Cavendish (1931-1810) descubrió que se podía encontrar agua entre los
productos gaseosos de la combustión, al lograr condensar los gases resultantes. Con esto, se
demostró que los griegos se equivocaron al creer que el agua era un elemento. Lavoisier,
llamó a este gas hidrógeno (productor de agua) y posteriormente dedujo que el agua era una
combinación de hidrógeno y oxígeno.

Además, con la aparición de nuevos elementos y compuestos, hizo falta colocar nombres que
pudieran ser utilizados para identificarlos. Lavoisier pudo identificar la existencia de 27
elementos químicos conocidos en la época. Identificó el fósforo (aislado en 1669 por Brand)
como un elemento químico. Para facilitar el lenguaje entre los químicos, junto a otros colegas
químicos franceses, Louis Bernard Guyton de Morveau (1737-1816), Claude Louis
Berthollet (1748-1822) y Antoine Francois de Fourcroy (1755-1808), publicaron el
primer sistema de nomenclatura química en 1787.

En 1789 publicó el Tratado Elemental de Química (Traité élémentaire de chimie), un libro


de texto con gran influencia en la historia de la enseñanza de la química. En esta obra se
explican conceptos tales como la masa de los cuerpos entre otros contenidos. Colaboró
con Pierre Simon de Laplace (1749-1827) en la teoría del calórico, así como con otros
científicos en el establecimiento del Sistema Métrico Decimal.

Se considera que la química alcanza el rango de ciencia de pleno derecho con las
investigaciones de Antoine Lavoisier, cuya innovación del uso de la balanza y sus
experiencias en sistemas cerrados, fue el primer paso efectivo para hacer de la química una
ciencia exacta, sentando los pilares fundamentales de la química. Como resultado, en
la historia de la Química se considera a Antoine Lavoisier como el Padre de la Química
Moderna.

La química moderna, del siglo XVIII a nuestros días

Durante el siglo XVIII, se produjeron las investigaciones de los grandes fundadores de la


química moderna. En 1799, Joseph Louis Proust (1754-1826), demostró que el carbonato
de cobre, por ejemplo, contenía cobre, carbono y oxígeno en cantidades proporcionales muy

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bien definidas en peso. La proporción obtenida era siempre la misma, de 5,3 partes de cobre
por 4 de oxígeno y 1 de carbono. Observó que esto, además se cumplía en muchos otros
compuestos, por lo que era posible hacer una generalización de que todos los compuestos
tenían proporciones fijas de los elementos que lo componían. Esto se llamó la ley de las
proporciones definidas o ley de Proust. Después de muchas comprobaciones de otros
químicos, esta ley se convirtió en una de las más importantes de la química moderna. Esta
combinación de átomos termino llamándose molécula, que proviene del latín “pequeña
masa”. Hasta ese entonces se confirma que el átomo pudiera ser la forma más pequeña de la
materia y que esta era indudablemente indivisible.

El químico inglés John Dalton (1766-


1844) descubrió que dos elementos pueden
combinarse en varias proporciones,
formando con esto sustancias diferentes,
por ejemplo, el dióxido de carbono y el
monóxido de carbono comparten los
mismos elementos, pero en cantidades
diferentes. De esta forma surgió la ley de las
proporciones múltiples, que junto a las
leyes de las proporciones definidas, forman
las bases sobre las que Dalton propuso en
1803 su nueva teoría atómica,
manteniendo el término átomo como reconocimiento al filósofo griego Demócrito. Su
pensamiento era que todos los elementos químicos existentes en el universo eran el resultado
de la suma de millones de átomos iguales. Además, que las sustancias químicas eran el
resultado de combinaciones de átomos provenientes de diversos elementos. Con esta nueva
teoría atómica, ideas como la transmutación ya no tenía cabida en la química.

Este conocimiento fue posteriormente ampliado por Amedeo Avogadro (1876-1856),


químico italiano, consideró que los átomos se unificaban en la forma de moléculas para dar
lugar a la constitución de sustancias y elementos. En 1811, Avogadro (1776-1856) relaciona
directamente los volúmenes de gases y el número de moléculas que contienen. A esta

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suposición se le llamo hipótesis de Avogadro. Determinó que
el número de moléculas en el peso molecular de cualquier
sustancia siempre era el mismo. A este número se le conoce
como el número de Avogadro igual a 6,022 x 10 23. Al
químico inglés Edward Frankland (1825-1899) se le debe
el concepto de valencia o la capacidad de combinación de los
átomos. En 1852 propuso lo que después se conocería
como teoría de la valencia (del latín que significa «poder») el cual
postula que cada átomo tiene un poder de combinación fijo. Con
esto, se podía explicar de qué forma ciertos elementos se
podían combinar entre sí o con otros elementos, además de
ayudar a clarificar la diferencia entre peso atómico y peso Amedeo Avogadro (Lorenzo Romano
equivalente de un elemento, que aun en el siglo XIX los Amedeo Carlo Avogadro, 1776 - 1856),
químicos confundían con facilidad.

Tan trascendentes fueron los aportes de Dalton, que la química del siglo XIX estuvo toda
dividida entre quienes apoyaron la visión de Dalton, y quienes no. Los primeros, sin embargo,
continuaron y actualizaron la teoría atómica en los años posteriores, sentando así las bases
para los modelos atómicos contemporáneos surgidos en el siglo XX, así como para el
entendimiento que hoy tenemos sobre el funcionamiento de la materia. En ello fue también
fundamental el estudio de la radioactividad, cuyos pioneros fueron Marie Curie (1867-1934)
y su esposo Pierre Curie (1859-1906).

Gracias a estos descubrimientos y a los que en el siglo XX hicieron científicos de la talla de J. J.


Thomson (1856-1940), Max Planck (1858-1947), Ernest Rutherford (1871-1937), Hans
Geiger (1882-1945), Niels Bohr (1885-1962), Gilbert W. Lewis (1875-1946), Erwin
Schrödinger (1887-1961) y muchos otros, comenzó la llamada era atómica.

Para 1830, se conocían apenas 55 elementos, pero treinta años después se habían descubierto
63. Este aumento considerable de nuevos elementos hizo que los químicos comenzaran a
cuestionarse sobre cómo clasificar los elementos y cuántos nuevos elementos faltaban por
descubrir. En 1860 se realizó en Alemania el Primer Congreso Internacional de Química,
con la presencia de cuarenta delegados, que discutieron los avances alcanzados hasta la fecha.

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Además el italiano Stanislao Cannizzaro (1826-1910) propuso la importancia de diferenciar
claramente el peso atómico del peso equivalente.

J. W. Döbereiner propuso la primera clasificación que estaba basada en triadas. Para


realizarlas, se fundamentó en relaciones entre las propiedades química y el peso atómico de
los elementos hasta entonces conocidos. De este modo, desde el 1818 en que publica su
primera triada de elementos hasta mediados de siglo, fue aumentando en número de triadas
hasta llegar a un total de 20.

Triadas de Döbereiner

En 1864, el químico inglés John Alexander Reina Newlands (1837 – 1898) ordenó los
elementos conocidos según sus pesos atómicos observando algunas semejanzas. Tal como
sucede con el calcio y magnesio. A esto se le llamo ley de octavas, Aunque esto no se cumplió
con muchos otros elementos y fue considerado entonces solo como una coincidencia. Igual
suerte tuvo el geólogo francés Alexandre Emile Beguyer de Chancourtois (1820 – 1886)
dos años después, en un intento de ordenar nuevamente mediante un gráfico cilíndrico. El
químico alemán Julius Lothar Meyer (1830 – 1895) estudio más profundamente la
correlación de los elementos y como agruparlos, el cual no era usando simplemente la ley de
las octavas. Lamentablemente, cuando publico su trabajo en 1870, otro químico se le había
adelantado.

Este químico, fue el ruso Dmitri Ivanovich Mendeleyev (1834-1907), quien en 1869,
después de varios intentos para clasificar los elementos, publicó su primera tabla periódica
de elementos, en la cual ordenó 66 elementos de menor a mayor peso atómico, Su mayor
mérito es como distribuyo los elementos para que mantengan la misma valencia. Además, su

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propuesta de tabla tenía huecos como indicación a elementos aún no descubiertos. En 1871
se observó tres huecos especialmente: los que estaban junto a los elementos boro, aluminio y
silicio en la tabla, a los cuales llamó eka-boro, eka-aluminio, eka-silicio («eka» del sánscrito
“uno”), haciendo incluso una predicción de las posibles propiedades de estos elementos. Su
publicación genero un impacto entre los químicos, pero finalmente fue aceptado luego de que
fueran comprobados con el uso de un nuevo instrumento llamado espectroscopio.

La tabla periódica de los elementos químicos es uno de los acontecimientos de la Química más
relevantes. Sin duda alguna, conforma la piedra angular de esta ciencia. Todos los elementos
conocidos se ordenan según la cantidad de protones que se hallan en el núcleo de los átomos.

Dimitri Mendeleyev y la Tabla Periódica

Existieron diversos estudios sobre la electricidad desde hace muchos años, pero en 1740
Benjamín Franklin (1706 – 1790), que fue el primer gran científico norteamericano, sugirió
la existencia de un único fluido eléctrico, introduciendo los conceptos de carga positiva y
negativa, que actualmente usamos aunque de una manera diferente, a la originalmente
pensada. En 1800, el físico italiano Alessandro Volta (1745-1827) determinó que dos
metales sumergidos en soluciones eran capaces de generar una carga, creando así la primera

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batería eléctrica y produciendo corriente eléctrica. Esto determinaría que las reacciones
químicas y la electricidad estaban muy relacionadas. Unos meses después, dos químicos
ingleses, William Nicholson (1753-1815) y Anthony Carlisle (1768-1840), mediante una
experiencia inversa, pudieron descomponer agua en hidrógeno y oxígeno al someterlos a una
corriente eléctrica en unas varillas metálicas.

Humphry Davy (1778-1829), químico inglés, tuvo la idea de separar elementos de una
manera diferente. Usaría una corriente eléctrica, la cual debería romper esas moléculas que
aún no se podía determinar su composición real. Así, con una batería eléctrica con más de 250
placas metálicas, utilizo una corriente eléctrica para encontrar la manera de separar
elementos. Entre las varias pruebas realizadas, descubrió de cloro en forma de gas, así como
que los ácidos no tienen una obligada relación con el oxígeno.

Posteriormente, su ayudante Michael Faraday (1791-1867), logró superarlo en sus


investigaciones y fue dio el nombre de electrolisis a este proceso que consiste en la ruptura de
moléculas mediante el uso de corriente eléctrica. También llamo electrolitos a los compuestos
capaces de transportar corriente eléctrica, hizo lo mismo con el término electrodo, cátodo y
ánodo. Así, en 1832 propuso su primera ley de la electrolisis donde la masa de una
sustancia liberada por un electrodo en una electrolisis es proporcional a la cantidad de
electricidad en dicha solución. También estableció la segunda ley de la electrolisis donde el
peso del metal liberado por una cantidad de electricidad establecida es proporcional al peso
equivalente del metal. Luego de esto, se pensó que posiblemente la electricidad también era
posible de cuantificar de manera similar a los átomos, llamado también átomo de electricidad.,
idea esta que no fue apoyada por Faraday.

Estos descubrimientos y otros tantos más de grandes científicos del siglo XIX, como Berzelius,
Wöhler, Dirac Liebig, Kolbe, Pasteur, Van't Hoff, Raoult, Gibbs, Waage, Dobereiner, Becquerel,
Werner, Lewis, Pauling, entre otros, establecieron las bases sobre las que descansan los
grandes avances tecnológicos de nuestros días.

El siglo XX es un período de grandes cambios. En 1905, Albert Einstein (1879-1955) presenta


la teoría de la relatividad, con lo cual sacude las bases teóricas de la física y la química. En la
segunda mitad del siglo XX la atención de los químicos se enfoca hacia el estudio de las

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partículas subatómicas y la fabricación sintética de diversos materiales, como los plásticos y
los superconductores.

En el siglo XX se logró un aumento considerable en el rendimiento de cereales por hectárea


de tierra de cultivo, gracias al descubrimiento hecho en Alemania en 1908 (conversión del
nitrógeno del aire en abono nitrogenado). De la misma manera la profundización del
conocimiento de las estructuras y de las reacciones de los compuestos (orgánicos) del carbono
ha hecho posible la producción de medicamentos y fibras sintéticas que afectan la vida de
todos.

Finalmente, el misterio de la vida encabeza las investigaciones en genética y biología


molecular. Así, en 1953, Francis Crick y James Watson resuelven la estructura
tridimensional de la molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico), base para comprensión
del lenguaje de la vida. Posteriormente, en 1996, es presentado al mundo el primer
organismo clonado, la oveja Dolly, Planteando un complejo pero inevitable conflicto ético
relacionado con el papel de la ciencia en la sociedad.

Este nuevo período tuvo sus aciertos (como la energía nuclear) y sus horrores (como la bomba
atómica), inaugurando así un capítulo insospechado de la historia de la química, que le
permitió a la humanidad una comprensión profunda y revolucionaria de la materia, como
nunca antes lo habría siquiera soñado.

En la química moderna, la piedra filosofal ha sido sustituida por una fe fundamental en la


importancia del entendimiento de las leyes físicas que gobiernan el movimiento de los átomos
y las moléculas. Esta creencia ha fomentado el desarrollo de los métodos para convertir
minerales, gases y aceites naturales de bajo coste en sustancias de gran valor comercial.

Finalmente, el misterio de la vida encabeza las investigaciones en genética y biología


molecular. Así, en 1953, Francis Crick y James Watson resuelven la estructura
tridimensional de la molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico), base para comprensión
del lenguaje de la vida. Posteriormente, en 1996, es presentado al mundo el primer
organismo clonado, la oveja Dolly, Planteando un complejo pero inevitable conflicto ético
relacionado con el papel de la ciencia en la sociedad.

Cateryna Aiello Mazzarri ©2023 24


REFERENCIAS
Brown, Theodore [et ál.]. 1993 Química, la ciencia central. 5ta edición. Prentice-Hall
Hispanoamericana SA,
Chang, Raymond. Química. 7ma edición. Mc Graw Hill, 2002.
Pérez-Bustamante, J. A. (1995). «De la cosmosofía panvitalista paracélsica a la
autoafirmación de la química como nueva ciencia». Llull, 18: 183-212.

Programa de Lugares Emblemáticos Internacionales de la Historia de la Química de la ACS.


escubrimiento del oxígeno por Joseph Priestley. Disponible en:
http://www.acs.org/content/acs/en/education/ whatischemistry/landmarks /historia-
quimica/joseph-priestley-descubrimiento-oxigeno.html (accedido el 22 de noviembre de
2022).
Verne, A. (4 de julio del 2022). Química moderna. Recuperado de Siliseed, el 22 de febrero
del 2023 : https://siliseed.com/quimica-moderna/
Whitten, Kenneth [et ál.]. Química General. 5ta edi- ción. McGraw Hill, 1998.

Woodcock, L. V. (2005). Phlogiston theory and chemical revolutions. Bulletin for the History
of Chemistry, 30(2), 57-62.

Cateryna Aiello Mazzarri ©2023 25

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