Está en la página 1de 2

Literatura y Fenómenos Transpositivos

Daniel Casarez Avalos

Shoah y La imagen Intolerable

Dice Rancière que es la imagen de la realidad lo que está bajo sospecha porque al estar
en el mismo régimen de visibilidad de la realidad no está capacitada para criticarla. En
este sentido Lanzmann de alguna manera pone la experiencia de la víctima o muestra
esa experiencia, a través de las entrevistas en este caso, por encima de la cuestión
política que significa el acontecimiento del Holocausto. Al no hacer uso de archivos
como fuentes sino más que nada recuperar algunos actores del mismo, el director
francés posiciona al texto fílmico no como un documental sino como una ficción
artística. Siguiendo al filósofo francés este tratamiento de la imagen, en términos de
catalogación, el abordaje de lo intolerable en la imagen lo presenta, de alguna manera, a
través del dispositivo fílmico creando un cierto sentido de realidad, un cierto “sentido
común” como lo llama el filósofo.

Entiende este último como una especie de dispositivo espacio-temporal que reúne
palabras y formas visibles como datos comunes, maneras comunes de percibir para
construir otras realidades, otras ficciones y desde este lado la imagen Shoah se torna
visible, representable. Las palabras y la escritura, aquellas y las imágenes (formas
visibles) en mutua relación devienen nueva ficción, nueva creación. En este sentido la
ausencia de una voz en off es relevante porque aunque haya palabra, las entrevistas que
cruzan diferentes voces otorgan un aquí y un ahora, una especie de evocación que
subraya aún más el presente. Otra marca distintiva de la gran imagen que es el texto de
Lanzmann es la serenidad que se trasmite, a pesar del dolor, como una especie de
recuperación de cierta instancia vital, de cierta comprensión y que se ve reflejada en
algunos de los rostros de los personajes que circulan por el film como el de Simón
Srebnik dentro de la barcaza que transita por el rio. La manera en como hace convivir
mostrando diferentes tipos de personajes católicos y judíos por ejemplo, sobrevivientes
de la vida y sobrevivientes del dolor sin dejo de golpe bajo sino desde una especie de
sabiduría es uno de los logros del cineasta. Sirva como ejemplo el dolor percibido por y
en el maquinista cuando, al ser interpelado sobre su tristeza, afirma que se debía a que él
había visto como los hombres marchaban hacia la “muerte”.

Hay espacio y tiempo para la sonrisa en alguna anécdota contada que otorga mayor
humanidad al relato aun cuando por supuesto el llanto se hace presente inevitablemente;
es una convivencia de emociones mostradas, no hay a pesar de su posición de director
un intento de tomar distancia por parte de Lanzmann (cual abordaje antropológico), sino
de inclusión, como una manera más apropiada para aprehender un dolor. Esta nueva
perspectiva de la imagen que nos otorga el director de alguna manera nos habla de una
nueva política de la misma, porque ella ya no está en lo que vemos como espectadores
sino en lo que escuchamos y en este sentido es que Rancière sostiene que las imágenes
(en el arte) contribuyen a “diseñar configuraciones nuevas de lo visible, de lo decible y
de lo pensable” aunque lo hagan a condición de no anticipar su sentido ni su efecto. Este
movimiento torna representable-tolerable lo que no se puede representar ni tolerar.
Dicho carácter está dado justamente por los diversos testimonios. La imagen radica en
ellos y se hace tolerable (representable) por ellos. Las miradas a cámara en los primeros
planos, casi una sello distintivo del documental, están prácticamente ausentes del relato
lanzmanianno. El cineasta busca y se cuestiona pero comprende que no se trata de
mostrar, que no necesita visibilizar una imagen fotográfica o fílmica para presentar un
acto de horror sino que se trata de hacer comprender y para ello se sirve del testimonio
que es el que le otorga todo el sentido al film.

También podría gustarte