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APEGO SEGURO Y COMO FOMENTARLO

El apego seguro es la mejor garantía para que los niños tengan una infancia sana y una
adultez serena. En función de cómo nos vinculemos con nuestros padres o cuidadores
vamos a poder establecer mejores relaciones en nuestra etapa adulta. Muchas veces los
psicólogos hablamos de apego seguro pero no nos detenemos a explicar la importancia
de éste. Si alguna vez te has preguntado qué es el apego seguro, por qué es
importante y cómo puedes facilitar la aparición de un apego seguro,  éste es tu
artículo. A continuación resolveremos cuestiones claves relacionadas con el vínculo
afectivo.
¿Qué es el apego seguro?
El apego es un tipo de vínculo que refleja el lazo afectivo duradero que se establece en
el espacio/tiempo entre el bebé y el cuidador. El apego seguro se determina por la
presencia de una persona en la vida del niño capaz de mostrarse sensible y atento a las
necesidades del niño. Además, el cuidador se muestra empático y  favorece la
experimentación de emociones. 
El apego seguro o sano se caracteriza por:

 El niño se esfuerza por mantener la proximidad con su cuidador. 


 Busca el contacto físico y emocional de manera repetida en el tiempo. 
 Se siente más seguro para explorar cuando tiene cerca a su figura de apego. 
 Cuando se separa de su cuidador, el niño siente ansiedad. Además, hace
esfuerzos por atraer su atención. 

¿Por qué es tan importante fomentar un


apego seguro?
Los niños que han sido bien tratados durante el primer año y medio de vida desarrollan
una mejor autoestima, confianza y autonomía a lo largo de su vida. Estos niños
presentan mejores aptitudes para gestionar sus emociones y más seguridad en ellos
mismos. 
Además, a nivel social, estos niños mantienen relaciones más saludables. En función
de la calidad afectiva que le aporten sus padres, ellos tendrán más posibilidades de
llegar a tener una vida plena y equilibrada.
Durante los primeros meses se intenta averiguar su estado mental ante determinadas
situaciones como cuando tiene hambre, sueño o se aburre. Algunos ejemplos de frases
de sintonización son los siguientes: “¿Tienes hambre verdad?” “ o “Siento que te lo
estás pasando bien”
¿A cuántas personas puede apegarse un
niño?
Un bebé tiene la capacidad de vincularse a 4-5 figuras, pero siempre tiene que
haber una que prime sobre las otras en cuanto a disponibilidad, accesibilidad y
tiempo. Esto es debido, a que para la mente humana es mucho más fácil organizarse con
una mente que con cuatro.
El apego emerge entre los 6 y los 18 meses de vida y justo a los 12 meses es cuando
más se consolida. A los 18 meses los niños ya han desarrollado estrategias para
apegarse.  Es entonces, cuando hablamos de un periodo crítico.
Esto no significa que después no puedan generar apego seguro, pero va a ser más difícil
de consolidarse. Por tanto, lo que se recomienda  es que el cuidador pase el máximo de
tiempo con el bebé durante mínimo el primer año y medio de vida.

¿Qué dificultades pueden aparecer si los


niños no generan un apego seguro?
La característica común de los niños que no han sido capaces de generar un apego
seguro es una habilidad muy reducida para responder emocional y socialmente.
Pueden presentar comportamientos intimatorios o violentos durante la infancia.
Como consecuencia de su reducida habilidad, estos niños pueden generar
comportamientos muy dependientes o inadecuadamente independientes. Así pues
se van a encontrar con problemas emocionales recurrentes. 
Lo contrario de un apego seguro, sería un apego evitativo, inseguro o ambivalente,
donde los niños evitan o muestras comportamientos ansiosos frente a las figuras de
referencias. Esto impide por ejemplo, que el niño se calme con mayor facilidad frente a
situaciones de estrés.

Mostrarán comportamientos de apego no selectivo, se mantendrán simpáticos y


confiados hacia nuevas personas. Estos niños además, son más vulnerables a
ciertos problemas de ansiedad, rabia o depresión. Usualmente sus resultados
escolares se ven gravemente influenciados y pueden presentar baja motivación y
dificultades para vincularse con los demás.
7 claves para fomentar un apego seguro
duradero
Vamos a descifrar las 7 claves necesarias para fomentar un apego seguro en los niños. 

 Definir una figura de apego.


Tener una figura de referencia, para llegar a tener una base segura interna le dará control
sobre el mundo que le rodea. Esto no significa que los otros progenitores o cuidadores
queden fuera del cuidado del bebé.

 Sintonizar emocionalmente con el niño.


El adulto ha de ser capaz de entender los estados mentales del bebé, esto implica tratar
de averiguar lo que le ocurre en el menor tiempo posible. Así se podrá dar
respuesta a su necesidad y el niño se sentirá reconocido y atendido.
 Repetir las experiencias de apego.
Aunque es muy importante la calidad de las interacciones con el niño, la cantidad será
determinante.La repetición de las experiencias de apego (pasar tiempo con el bebé) van
a solidificar las redes neuronales afectivas. 
 Aceptar al niño tal y como es.
La aceptación consiste en diferenciar al niño de su comportamiento. Por ejemplo, nunca
digas a tu hijo: – “Eres torpe” al contrario, se puede utilizar:- “Te has caído pero
seguro que la próxima vez tienes más cuidado”.
 Evitar la sobreprotección.
Es normal que ciertos peligros provoquen en los padres emociones como: miedo,
ansiedad o enfado. Sin embargo, es importante que el adulto acepte sus propias
emociones para no transmitirlas al niño. Por ejemplo, en vez de decir: – «Cuidado, te
vas a caer» Permitimos que el niño explore sus límites y capacidades propias. 
 Poner palabras a lo que el niño siente, piensa o hace.
No se trata de imponer el pensamiento del adulto sino de reconocerle como una persona
independiente. Recordemos que los niños también tienen: deseos, emociones e
intenciones propias. De esta manera le ayudaremos a comprenderse para que pueda
llegar a regularse el mismo. Por ejemplo:-«Te noto cansado ¿quieres que nos vayamos
ya para casa”
 Establecer normas y límites adecuados desde que los niños nacen.
Es importante establecer conductas y respuestas consistentes. Adelantar y hacer
predecible qué se espera de él y lo que está o no permitido. Por ejemplo, si el niño tiene
una rabieta poder atenderlo de la misma forma cada vez. 

El apego seguro les da confianza y alas


para enfrentar su vida
Normalmente el tipo de apego que se genera entre los padres y los hijos, suele ser un
vínculo seguro pero hay que trabajarlo día a día para que se mantenga en el tiempo.
Estas pautas te ayudarán a establecer una dinámica saludable en casa y fomentarán la
autonomía y seguridad de tus hijos. 
Para poder establecer una apego seguro lo más importante va a ser atender a los
niños sintonizando con sus necesidades emocionales y físicas. Además, el apego
seguro se va a construir dentro del amor y unos límites regulares mantenidos en el
tiempo.  
Si crees que necesitas ayuda para fomentar un apego seguro con tu hijo/a consultanos y
te ayudaremos encantadas a través de una psicoterapia infantil o familiar.  





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12 pasos para desarrollar el apego


seguro en niños, clave para criar hijos
resilientes
El factor que determinará cómo se desenvuelven en la escuela y
en la vida es la fuerza de la relación que él o ella tenga con el
padre, la madre o cuidador principal

Tanto las madres como los padres persiguen un objetivo principal en la


educación de sus hijos: que sean felices. El objetivo está claro pero el
cómo conseguirlo no es tan sencillo y no siempre sabemos cómo
hacerlo. La investigación nos demuestra que aproximadamente un 60%
de la población tiene un apego seguro, mientras que el 40% restante
tiene un apego inseguro. El objetivo de que nuestros hijos alcancen la
felicidad no es exclusivo de los padres, sino que toda la sociedad debería
remar en esa misma dirección. Como reza un famoso proverbio africano
“para educar a un niño hace falta la tribu entera”. ¡Cuánta verdad! Es por ello
por lo que aquí se presentan algunas ideas que nos pueden servir para
reflexionar o para poner en marcha con los más pequeños con el objetivo
de desarrollar un apego seguro en los niños:
1. Transmitirles protección y seguridad: la característica que mejor nos
define como especie en el momento de nacimiento es la inmadurez.
Somos el animal que nace más inmaduro y el que más tiempo necesita
para valerse por sí mismo. Por esa razón resulta imprescindible que, ante
la inmadurez del recién nacido, haya, al menos, una persona que se
encargue de darle protección, seguridad y cariño. Esta figura
generalmente suele ser la madre, aunque puede ser cualquier persona.
Este proceso, como bien sabéis, dura bastantes años.

2. Fomentar la autonomía: a las pocas semanas de haber nacido, el ser


humano ya muestra una emoción básica y que nos conduce hacia el
aprendizaje: la curiosidad. Tan importante para el pequeñín es sentirse
protegido y querido como permitirle que sea curioso y fomentar su
autonomía. Al principio mostrará su curiosidad con la mirada para meses
más tarde comenzar a voltearse, reptar, gatear, andar, etc. Todo lo que
está su alrededor le llama la atención, puesto que nunca lo ha visto,
tocado o explorado.

3. Explicarles aquellos sucesos que no entiendan: “mamá, ¿por qué esos niños
se están peleando?”, “Papá, ¿por qué Rajoy ya no es el presidente?” o “profe,
estoy muy nervioso por el examen de mañana”. ¿Os suenan estas frases?
Los niños son muy curiosos como veíamos antes y una de las funciones
que tenemos que cubrir tanto familiares como maestros es la darles
respuestas a sus preguntas. Debemos tener en cuenta la edad y la
situación del niño para adaptar nuestra respuesta.

4. Ser vistos: cuando nuestros hijos o alumnos nos dicen “mamá, mira lo
que tengo” o “profe, mira lo que estoy haciendo” quieren llamar nuestra
atención y quieren que les observemos. Piden a la figura de autoridad o
de apego que le observen y que le den un feedback sobre cómo lo están
haciendo. Es fundamental que nuestros hijos sean vistos y que les
dediquemos suficiente tiempo de calidad.

5. Ponerles límites de forma sensible: el establecimiento de límites en los


niños es un aspecto fundamental en cualquier familia. Cuando decimos
“no” a nuestros hijos o alumnos y les damos una explicación coherente y
sensible, les estamos diciendo implícitamente “no te dejo hacer esto o
aquello porque te quiero”. Aunque nos cueste denegarles algo, es
imprescindible el establecimiento de límites para su correcto desarrollo y
autoestima.

6. Sintonizar emocionalmente con ellos: ¿recordáis cómo eran las antiguas


radios? Teníamos que ser muy precisos en el dial de la emisora que
buscábamos para poder escucharla bien. Pues lo mismo para con las
emociones de nuestros hijos. Debemos identificar bien y de forma
precisa lo que necesitan o la emoción que están experimentando. La
empatía es una herramienta muy útil en estas situaciones.

7. Debemos actuar de manera responsiva: Una vez que hemos sintonizado


con las emociones de los más pequeños, ya estamos en disposición de
entenderles y ayudarles a recuperar la calma poco a poco. Una vez
identificada la emoción en cuestión, ya podemos cubrir sus necesidades.
Por ejemplo, si nuestro hijo tiene miedo a un perro que le ladra en la
calle, una vez que hemos sintonizado con su miedo, seremos capaces de
actuar de manera responsiva, es decir, dar respuesta a lo que ellos
precisan en ese momento.

8. Respetar y permitir la expresión de sus emociones: por todo ello, es


imprescindible que seamos respetuosos con las emociones que están
experimentando nuestros hijos y que permitamos la expresión de las
mismas. Cualquier emoción que sientan nuestros hijos es legítima, pero
no toda conducta asociada debe ser permitida o aceptada. Por ejemplo,
es comprensible y legítimo que nuestro alumno esté enfadado por haber
perdido su balón en el patio, pero eso no le da derecho a empujar a sus
compañeros de clase. Por lo tanto, la emoción siempre ha de ser
permitida y legitimada, pero la conducta asociada no siempre es
adecuada.

9. Mostrarnos disponibles: para que los padres, las madres y los


educadores en general puedan llevar a cabo estas funciones, deben
mostrarse presentes y disponibles. Es importante mostrar una actitud
positiva y respetuosa con el menor, entendiendo que el proceso de
aprendizaje es una carrera de fondo que requiere de mucha paciencia y
perseverancia.

10. Seamos predecibles y coherentes: ¿conoces a alguna persona que tiene


una manera de relacionarse contigo muy cambiante? No sabemos de
qué depende, pero estas personas a veces se muestran maleducadas y
frías, y en otras ocasiones, se nos acercan de forma agradable,
comunicativa y empática. ¿Verdad que te deja una sensación de
impredecibilidad? Pues esto es lo que queremos evitar como figuras de
apego de nuestros cachorros. La anticipación, el mostrarnos predecibles
y coherentes les ayudará mucho. Por ejemplo, en el apego ansioso-
ambivalente, un tipo de apego inseguro, una de las características más
sobresalientes de estos padres es que son muy ambivalentes, es decir,
responden a sus hijos de manera irregular en función de muchas
variables que se escapan al control de los niños.

11. Empoderamiento: es muy importante para la autoestima de nuestros


pequeños (y no tan pequeños) que confiemos en que lo van a hacer bien
en diferentes ámbitos (escolar, familiar, social, comportamiento, etc). En
esto consiste empoderar, en creer y en confiar en nuestros hijos y
alumnos. Las investigaciones llegan a la conclusión de que el factor que
mejor predice la calidad de vida de nuestros hijos es la autoestima, así
que animaos a fomentarla en ellos.

12. Mirada incondicional: el resumen de todos los puntos que hemos


descrito es lo que conocemos como mirada incondicional. Queremos a
nuestros hijos por el simple hecho de que son nuestros hijos. No hay
ningún condicionante que haga subir o bajar nuestro cariño o amor hacia
ellos. No queremos más a nuestros hijos por el hecho de que saquen
mejores notas ni les queremos menos por el hecho de haberla liado en
una fiesta. En este punto, debemos aprender de los animales que
muchos de nosotros tenemos en casa. Su mirada es incondicional.

En conclusión, aunque todo lo que acabamos de ver pueda parecer difícil


de llevar a cabo, es importante tener en cuenta que sois las mejores
madres y los mejores padres que pueden tener vuestros hijos. No hay
otros mejores. Por todo ello, ánimo, en la aventura de educar a vuestros
pequeños cachorros.
 
Rafael Guerrero Tomás es psicólogo y Doctor en Educación. Director de
Darwin Psicólogos. Profesor de la Facultad de Educación de la
Universidad Complutense de Madrid (UCM), de la Universidad Rey Juan
Carlos y del Centro Universitario Cardenal Cisneros. Experto en
Psicoterapia breve con niños y adolescentes. Miembro de la Sociedad
Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia

Apego seguro, el vínculo materno que nos


hace libres
Ya ha pasado más de medio siglo desde que John Bowlby publicó
sus investigaciones con las que sentó las bases de lo que
posteriormente se conoció como la Teoría del Apego. Alejándose de
la corriente psicoanalítica dominante en la época, Bowlby expuso
que la necesidad del bebé de ser cuidado y protegido era igual de
esencial para su salud que la de ser alimentado.
Por primera vez, se comenzó a hablar sobre la importancia del
vínculo emocional que el bebé establece con sus cuidadores
(principalmente, con la madre) en sus primeros años de vida. Este
vínculo resulta determinante (de por vida) en la construcción de la
personalidad y, dependiendo de su naturaleza, el niño está
predispuesto a crecer de forma equilibrada y sana o a desarrollar
graves problemas psicológicos

LOS VÍNCULOS DEL BEBÉ CON LA MADRE

Las ideas de Bowlby supusieron el punto de partida de toda una serie


de estudios científicos sobre la infancia en los que se analizaba, según
el comportamiento de sus cuidadores, el tipo de apego que
desarrollan los niños.

Una colaboradora de Bowlby, Mary Ainsworth, profundizó en el estudio


de la teoría del Apego y desarrolló una herramienta de observación
para analizar las interacciones de las madres con sus bebés (y
viceversa), la conocida como “Situación Extraña”.

Para estudiar el tipo de vínculo que los bebés tenían con sus


madres, Ainsworth observaba a las madres jugando en una habitación
con sus hijos. En un momento determinado, la madre abandonaba la
sala, dejando al bebé con un extraño. Pasado un tiempo, la madre
volvía a entrar y se analizaba la reacción que tenía el pequeño al
reencontrarse con su madre.

TIPOS DE APEGO

Los resultados de las observaciones de la “Situación Extraña” llevaron


a Ainsworth a describir tres tipos básicos de apego.

1. APEGO SEGURO

Los niños lloran cuando la madre se va, pero se sienten reconfortados


cuando vuelve.
2. APEGO ANSIOSO-EVITATIVO

Los niños apenas muestran ansiedad cuando la madre se va, pero la


evitan cuando vuelve. Son niños que se retraen y no muestran sus
emociones.

3. APEGO ANSIOSO-AMBIVALENTE

Los niños muestran ansiedad cuando su madre se va, pero cuando


ésta vuelve, su comportamiento es ambivalente. Buscan a la madre y,
posteriormente, la rechazan.

4. APEGO DESORGANIZADO

Hazan y Shaver describieron este tipo de apego, que se suma a la


lista de Ainsworth. Los niños necesitan a su madre para sobrevivir,
pero al mismo tiempo, es su propia madre la que les genera miedo y
ansiedad. Este tipo de apego lo encontramos en niños víctimas de
maltrato o de abandono.

En una serie de artículos para la sección Desde la Consulta, me


gustaría profundizar en cada uno de estos diferentes tipos de apego
para analizar el vínculo que tienen los progenitores con el bebé en
cada uno de los casos y las consecuencias a corto y largo plazo de
cada tipo de apego.

CÓMO ES EL APEGO SEGURO

Un 65% de los bebés presentaban un apego seguro, según las


observaciones de Ainsworth. Cuando su madre estaba presente en la
sala, se sentían seguros para explorar el entorno, teniéndola a ella
como referencia y girándose de vez en cuando para comprobar que
seguía allí.

Estos bebés mostraban signos de angustia y preocupación cuando


la madre se iba y lloraban cuando esta tardaba en volver, pero cuando
entraba de nuevo en la habitación, reaccionaban con alivio y alegría al
verla, y no tardaban en volver a jugar tranquilamente y explorar el
lugar a su aire.
En las interacciones de la madre con el bebé, se observaba que esta
le daba frecuentes muestras de cariño y se mostraba dispuesta a
atender las peticiones de su bebé cuando la requería. En definitiva,
era una madre atenta y cariñosa con su bebé.

Los trabajos de Bowlby y de Ainsworth han constituido una base sólida


para la corriente de crianza respetuosa que cada vez va tomando
más fuerza en nuestra sociedad.

Respetar a los niños no es una moda pasajera, sino que cuenta


con una confirmación científica (parece que hasta el cariño necesita el
permiso de la ciencia) de lo que la intuición ya nos decía, que una
crianza amorosa y apegada constituye la base para el desarrollo de
una personalidad sana y equilibrada.

Si se sienten queridos y protegidos, los niños crecen con una alta


autoestima y un concepto positivo de sí mismos. Estos niños,
empáticos y cooperativos, confían en sí mismos y no ven al otro como
a un enemigo, por lo que saben trabajar en grupo y ayudan a los
demás para lograr un fin común.

En las interacciones de la madre con el bebé, se observaba que esta


le daba frecuentes muestras de cariño y se mostraba dispuesta a
atender las peticiones de su bebé cuando la requería. En definitiva,
era una madre atenta y cariñosa con su bebé.

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