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Tipos de Apego y sus implicaciones psicológicas

La personalidad, el modo de actuar y relacionarse, el modo de gestionar y expresar las emociones e


incluso la futura elección de pareja, están íntimamente relacionados con el tipo de apego que se ha
desarrollado en la infancia entre los padres y el infante.

A continuación, mostraremos qué es el apego, qué tipos hay según la teoría de John Bowlby, qué
implicaciones tienen en la vida posterior de la persona, cuáles son los comportamientos de cada
estilo de apego y cómo influyen en las relaciones íntimas.

Que es el apego

El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la
madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el
desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.

El establecimiento del apego desde la infancia más temprana se relaciona principalmente con dos
sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de
los sentidos; y el sistema afiliativo, mediante el cual los bebes contactan con otras personas.

Según López (2009), el apego se compone de tres componentes: la construcción mental que permite
establecer la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva que proporciona
sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego focalizado en mantener un
contacto privilegiado.

¿Cómo se establece el apego?

En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene más
contacto y aparece el miedo ante los desconocidos.

El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza. El apego


seguro permite al pequeño explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad
de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. Cuando esto no
ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.

La teoría de John Bowlby

John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil. Se dedicó a estudiar los efectos de la
relación entre el cuidador principal y el menor, en la salud mental de los menores y en su vida adulta.

Para ello, Bowlby retoma los trabajos de la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, con la que
había trabajado. Ainsworth observó distintas interacciones entre madres e hijos bajo un
procedimiento estandarizado que se conoce como la Situación Extraña.

Bowlby después de realizar estudios con niños institucionalizados por robo, y con niños que habían
sido separados de sus madres a edades tempranas. Bowlby concluyó que la capacidad de resiliencia
de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los primeros años de vida. En este
sentido, el tipo de relación que se establece entre el bebé de pocos meses y su cuidador es
determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior. El estilo de apego establecido durante
la infancia puede ser visible en los miedos o inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.

Los 4 tipos de apego


A continuación, veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por Bowlby, así
como algunas manifestaciones en niños y adultos.

1. Apego seguro

Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a
fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de apego depende
en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Debe tratarse
de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no sólo interesada en
cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé. Desde luego, el inconveniente es que
esto supone una entrega casi total de parte del cuidador o cuidadora, lo cual puede resultar
complicado para algunas personas.

Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada
con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.

No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. Es
decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales
y los vínculos afectivos.

2. Apego ansioso y ambivalente

En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual,


frecuentemente genera angustia.  Por eso, en el caso de un apego ansioso-ambivalente el niño no
confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus
cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las
conductas de cuidado y seguridad.

Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada ante las
separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los menores
necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen.
Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de
apego.

De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca, una sensación de temor a que su pareja no les


ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las
personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de
este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.

3. Apego evitativo

Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo
cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan distintas
conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan de cuidador, se interesan
sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.

Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el
menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.

La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios se ha


mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya
activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores viven
sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los
demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.

En la edad adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de


relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.

4. Apego desorganizado

Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos
contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.

Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo
contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida
de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia
ésta.

Los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones


impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas.

Evitan la intimidad, no han encontrado una forma de gestionar las emociones que esto les provoca,
por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de
las emociones positivas.

De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece
que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de
apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.

¿Se puede cambiar el estilo de apego?

Sí, el apego no es inmutable ni se mantiene en la misma medida en todas las personas a medida que
el desarrollo progresa. Además, el comportamiento de todo individuo en una relación se ve mediado
por la conducta del otro. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también influyen en el tipo
de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.

Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; lo cual implica que todas las
interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el
comportamiento del momento actual. Una persona con un estilo de apego inseguro en la infancia
puede “aprender” de a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja u otras
personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos psicológicamente saludables. En
todo caso, lo importante es desarrollar las estrategias convenientes para generar seguridad, con los
recursos que tengamos disponibles.

Actualmente existen múltiples factores psicosociales que tienen consecuencias importantes en la


formación de vínculos primarios. Por ejemplo, la falta de conciliación laboral donde los cuidadores
(madres/padres) trabajadores se ven obligados a dejar a sus pequeños con otras personas, así como
la ausencia de esas otras personas para ayudar con el cuidado de los hijos o de servicios sociales que
compensen. Esto deja ver que la tarea de formar estilos de apegos seguros compete a distintos
actores, no sólo a las madres, los padres o las figuras vinculares cercanas.
TEORIA APEGO BOWLBY

La teoría del Apego de Bowlby se basó en los postulados psicoanalíticos, aunque existen otras
importantes escuelas de psicología, al estar de acuerdo en que las primeras experiencias que se dan
en la infancia tienen un papel importante en el comportamiento y desarrollo humano posterior.

Según las investigaciones de John Bowlby, los estilos de apego de cada persona se establecen de
acuerdo a la forma en que un niño se relacione con su cuidador.

De hecho, también creía que el apego podría formar parte de la naturaleza humana, partiendo de la
creencia de que nuestros antepasados no podrían haber sobrevivido si no hubieran creado fuertes
vínculos emocionales para trabajar en equipo.

jonh Bowlby

3 claves de la teoría del Apego de John Bowlby

Para comprender en profundidad la teoría del Apego de Bowlby es necesario conocer sus tres
postulados clave.

PRIMER PROPUESTA establece que cuando un niño posee plena confianza en que su criador
siempre estará disponible para él, será menos probable que experimente miedo en comparación con
un niño que no confía en que su cuidador siempre estará para él.

SEGUNDA PROPUESTA propuesta de la teoría del Apego de John Bowlby sugiere que la confianza
mencionada en la primera propuesta se construye durante la infancia y la adolescencia, etapas
consideradas críticas en el desarrollo humano una de ellas, las diferentes etapas de la adolescencia.

Asimismo, consideraba las expectativas que el niño desarrollara sobre las relaciones humanas en
estas etapas, en la mayoría de los casos lo acompañarían durante el resto de su vida.

TERCERA PROPUESTA menciona que las expectativas mencionadas en la segunda propuesta están
directamente relacionadas con la experiencia de la persona. Esto quiere decir que un niño tendrá
expectativas de que su cuidador estará disponibles para él si en el pasado ya lo ha estado.

Características de la teoría del Apego de John Bowlby (1980)

Otro aspecto importante de la teoría del Apego de John Bowlby son las características que distinguen
al apego. Según este psicólogo son cuatro: mantenimiento de proximidad, refugio seguro, base
segura y angustia de separación.

4 Características de la teoría de John Bowlby

1. Mantenimiento de proximidad: El mantenimiento de proximidad era definido por Bowlby como el


deseo de estar cerca de aquellas personas con las que se había creado un vínculo.

2. Refugio seguro en el que buscar consuelo y seguridad ante el peligro una amenaza: El refugio
seguro es la característica que sugiere que el apego es una figura utilizada para sentir seguridad y
comodidad ante aquellas situaciones que puedan representar una amenaza o un miedo.

3. Base segura desde la cual explorar el mundo: La base segura es una característica relacionada con
la capacidad del niño de sentir que puede explorar el ambiente circundante sin peligros, gracias al
apego.
4. Angustia por separación: Por último, la angustia de separación no es una característica generada
por el sentimiento de apego, sino por su ausencia.

Etapas del apego según John Bowlby

Según John Bowlby, el apego no se formaba de manera inmediata, sino que era necesario que pasara
por cuatro fases para construirse. Si bien es cierto que estas fases pueden identificarse en la relación
entre un niño y su cuidador, lo más común, es presenciarlas en la evolución de la relación entre una
madre y su hijo.

Las cuatro etapas del apego son las siguientes:

① Fase de preapego según la teoría de John Bowlby

Se trata de la primera fase y ocurre en las primeras seis semanas de la vida humana. En esta etapa el
niño acepta sin inconvenientes a cualquier persona capaz de ofrecerle comodidad. Por ello, es
natural que no se pueda percibir ninguna clase de preferencia del bebé por alguna persona en
específico.

Un detalle destacado de esta etapa es que es posible visualizar cómo el niño cuenta con conductas
innatas que le facilitan obtener la atención de personas adultas. El ejemplo más notable es la forma
en que los recién nacidos responden a los estímulos externos intentando provocar el contacto físico.

Al tratarse de una fase de preapego, el reconocimiento materno por parte del niño es muy básico, de
manera que el vínculo de apego es bastante débil. Por ello, apenas pueden visualizarse las primeras
muestras del desarrollo del vínculo de apego cuando la fase está cerca de culminar.

② Fase de formación según la teoría de Bowlby

Esta etapa comienza después de transcurridas las seis semanas de la fase de preapego y tiene una
duración de aproximadamente ocho meses. En esta etapa ya puede visualizarse la angustia de
separación cuando el niño pierde el contacto con los adultos.

No obstante, todavía no es posible presenciar que el niño le dé una especial atención a la ausencia
materna. Asimismo, tampoco rechaza por completo la interacción con desconocidos.

La fase de formación se caracteriza porque el niño comienza a ajustar su conducta. También es


posible notar una respuesta más clara en la forma en que interactúa con su cuidador o su madre. Sin
embargo, la ansiedad de separación se presenta cuando deja de experimentar contacto con adultos,
no necesariamente con su progenitora.

③ Fase de apego según la teoría de John Bowlby

La fase de apego se presenta entre los seis u ocho meses, dependiendo de cuando culmine la fase de
formación y tiene una duración aproximada de dos años. Es a partir de esta etapa que se forma un
verdadero vínculo de apego. La muestra más clara de esto es que, cuando el niño es separado de su
madre, experimenta enfado.

Asimismo, es en esta etapa que puede notarse un rechazo físico por parte del niño ante los
desconocidos, quienes puede identificar como amenazas. Es por esto que durante el desarrollo de
esta etapa las acciones del infante están orientadas a obtener la atención de su progenitora, pues
siente la necesidad de su presencia.
④ Fase de relaciones recíprocas según la teoria de John Bowlby

La fase de relaciones recíprocas es la última fase de apego y comienza a desarrollarse desde los
veinticuatro meses. En esta etapa el niño ya ha aprendido que la ausencia de su madre es temporal,
de manera que adquiere la capacidad de calmar la ansiedad al estar lejos de ella.

Por otra parte, el niño también es capaz de crear representaciones mentales de su progenitora
gracias a la aparición del lenguaje. Esto le ofrece al niño un recurso que le permite predecir que
retorno de su madre, haciendo que su ausencia resulte más llevadera para él. También es común que
el niño planifique estrategias orientadas a planificar los retornos a su hogar.

Por último, hay que mencionar que cuando termina esta etapa de apego, la relación afectiva ya es
sólida tanto de parte de la madre como del niño. Es por esto que el contacto físico pierde un poco la
importancia. No obstante, la necesidad del niño de encontrar a su madre para sentirse seguro puede
manifestarse ocasionalmente.

La diferencia en comparación a cuando el apego continuaba formándose es que es que ahora el niño
es consciente de que su madre estará disponible para él si la necesita, incluso cuando no exista el
contacto físico.

Tipos de apego según John Bowlby

John Bowlby teorizó la existencia de cuatro tipos diferentes de apego:

Apego seguro

Se considera el apego más sano a nivel emocional. Surge en los casos en que el niño es capaz de
confiar en que sus padres no le van a fallar, de manera incondicional. Para que se dé, el cuidador
debe proporcionar no solo seguridad al niño, sino que también debe esforzarse por tener suficiente
contacto y comunicación.

Las personas que cuentan con este tipo de apego no tienen dificultad para establecer vínculos
íntimos con los demás. Asimismo, tampoco tienen miedo al abandono. Esto hace que les resulte fácil
tener una vida adulta independiente, sin que esto implica prescindir de los vínculos afectivos y las
relaciones personales.

Los niños que cuentan con apego seguro exploran el medio ambiente también cuando se encuentran
en compañía de su cuidador y se intranquilizan cuando este no está. A nivel emocional se sienten
validados, por lo que les resulta fácil relacionarse con su entorno.

Apego ansioso y ambivalente

Las personas con ambivalencia emocional tienen una tendencia a sentirse angustiados. Los niños que
desarrollan esta forma de apego no confían en sus cuidadores, por lo que al crecer experimentan una
sensación de inseguridad e incertidumbre. La causa de esta falta de confianza se debe a que los
cuidados que recibieron fueron ambivalentes e inconsistentes.

A raíz de esto, es común que sientan angustia y miedo ante las separaciones. Incluso les puede
resultar difícil recuperar la calma cuando reaparece la figura del apego.

Cuando exploran el medio ambiente no lo hacen con mucha calma y suelen vigilar a su cuidador.
Constantemente tienen miedo de que la figura del apego se aleje, razón por la que no se calman
cuando este regresa, pues sienten que en cualquier momento puede volver a desaparecer.

También buscan la aprobación de sus cuidadores en su accionar. Son cuidadosos para no alejarse de
sus cuidadores.

Apego evitativo

Esta forma de apego es típica de los niños cuyos cuidadores no les proporcionan suficiente
seguridad. Esto los ha obligado a desarrollar una distanciamiento social y autosuficiencia compulsiva
con respecto a sus creadores.

Se caracterizan por no llorar cuando la figura del cuidador desaparece. De hecho, buscan evitar el
contacto. Es común que tal conducta se confunda con seguridad, pero lo cierto es que en el fondo
produce malestar en el niño.

Es por esto que quienes desarrollan este tipo de apego crecen con un sentimiento de que son poco
valorados y lidian con altos niveles de estrés emocional, lo que eventualmente se traduce en
dificultad para desarrollar relaciones íntimas en la etapa adulta.

Apego desorganizado

Es una especie de mezcla entre el apego evitativo y el ansioso y ambivalente. Surge cuando los
cuidadodres tienen una conducta negligente e insegura. Los niños que lo desarrollan presentan una
conducta contradictoria e inadecuada, hasta el punto de que pueden sentir miedo de sus cuidadores,
a la vez que desconfían de los mismos.

Las personas que crecen con esta forma de apego tienen problemas para gestionar sus emociones y
con frecuencia reaccionan ante su entorno de manera impulsiva o explosiva.

¿Cómo se relaciona la teoría del apego con la Teoría de Erik Erikson?

El psicoanalista estadounidense Erik Erikson sentó las bases de la psicología del desarrollo en la
década de 1950, cuando elaboró la teoría de las ocho etapas del desarrollo humano.

En él, argumentaba qué, desde el nacimiento hasta la vejez, experimentamos ocho conflictos que
permiten el desarrollo psicosocial y personal.

Cuando nos enfrentamos a un conflicto y conseguimos resolverlo, «mejoramos como personas». Si


no superamos estos conflictos, es posible que no desarrollemos las habilidades necesarias para
afrontar el futuro.
Según Erikson, las elecciones se centran en satisfacer ciertas necesidades sociales y culturales más
que las puramente biológicas.

Las personas necesitamos sentir que el mundo es un lugar de confianza, que somos individuos
dignos ,y con capacidad hacer una contribución a la sociedad y que hemos vivido una vida con
sentido. Todos estos son motivaciones psicosociales.

Durante la primera etapa según la teoria de Erikson, la etapa de Confianza y Desconfianza (0-18
meses), el niño desconfía inicialmente de todo el mundo, pero poco a poco aprende a confiar (o
desconfiar) en los demás y a distinguir entre los que son dignos de confianza y los que no.

La confianza es una variable estrechamente ligada al afecto y a las relaciones sociales.

En las primeras etapas, esta confianza tiene la característica más básica del mantenimiento. Es decir,
el niño confía o desconfía de que la persona que le cuida, satisfaga sus necesidades básicas.

fases del apego

Resumiendo este punto:

En las primeras etapas del desarrollo, de los 0 a los 18 meses aprox., el niño confía o desconfía que la
persona que le cuida satisfaga sus necesidades básicas.

Según la teoría de Bowlby, ¿por qué es importante el vínculo del niño con su madre?

Según Erikson el Apego está relacionado con la confianza-desconfianza en un entorno motivacional


psicosocial. Mientras que Jonh Bowlby defiende que, entre el bebé y el cuidador, se da una
necesidad biológica de buscar el vínculo con la madre o padre que le dará la seguridad: un refugio
necesario.

Importancia de la teoría del apego

La importancia de esta teoría radica en que gracias a ella se determinó que la calidad del apego
durante la infancia tiene un papel fundamental en el modelo mental que se tendrá durante la vida
adulta. Esto influye no solo en la forma en que se van a gestionar las emociones, sino también en los
miedos y la forma de relacionarse con otras personas.

Los niños que logran desarrollar una figura de sí mismos y de apego positiva, experimentarán
sentimientos de alegría, confianza, bienestar y seguridad. Por el contrario, quienes desarrollan una
figura de apego negativa, experimentarán sentimientos de ira, miedo, desconfianza e inseguridad.
Desde una perspectiva de crianza, la teoría contribuyó a darle mayor importancia a los primeros años
de vida de los niños. Todo desde un enfoque en establecer una relación segura y con vínculos
fuertes, donde los infantes puedan sentirse protegidos y cuidados.

Por otro lado, en el caso de la vida adulta, la teoría también estableció las bases sobre cómo sustituir
el tipo de apego adquirido en la infancia por uno más sano durante la adultez. De esta manera,
aquellas personas que vivieron una infancia con cuidadores negligentes, pueden ser capaces de
establecer vínculos sanos de pareja, amistad o laborales.

¿El apego es bueno o malo?

En esencia, el apego no es malo. De hecho, la psicología lo considera una parte natural de los seres
humanos. La clave está en estar consciente de cuál es el más sano, de manera que la posible
presencia de sentimientos de ansiedad no logren nublarlo, generando vínculos insanos.

En este sentido, se considera que el apego seguro es el que permite contar con mayor bienestar
emocional y una sana independencia, sin tener que renunciar al establecimiento de vínculos.

Cuando no se adquiere durante la infancia, es posible aprenderlo durante la edad adulta. Tan solo
hay que centrarse en la idea de que es importante conectarse consigo mismo, pero que también se
necesita de los demás.

Problemas de apego

Generalmente, las personas con apego seguro no deberían tener que lidiar con problemas de apego,
pues contaron durante su infancia con cuidadores o padres que siempre respondieron a sus
necesidades, estuvieron accesibles a nivel emocional y también han sido beneficiados a nivel de
genética y temperamento.

Esto se traduce en que en su interior llevan una especie de “mapa” de figuras del apego que
imprimen en las personas que les rodean. Esto les permite sentir a priori que las otras personas son
confiables y dignos de amor, a la vez que logran mantener un equilibrio entre la dependencia y la
independencia.

En la vida diaria esto ayuda a lidiar de manera más óptima con el duelo y con las separaciones. Se
trata de personas que saben de qué forma abrirse emocionalmente ante los demás y mostrar
vulnerabilidad sin sentir que estarán amenazados. Además, pueden romper aquellos vínculos que
saben que no les convienen sin inconvenientes.
Esto les genera una mayor resiliencia ante los problemas. Asimismo, los previene de actitudes como
la manipulación control o celos. Simplemente, tienen tanta confianza que no necesitan recurrir a
tales actitudes. De manera que un mayor nivel de apego seguro implica un bienestar mayor.

Ahora bien, en contraste a todo esto, están los problemas de apego. Estos se dan cuando las
personas presentan cualquiera de los otros tres tipos de apego. Estas personas pueden tener
problemas para mostrarse vulnerables o para confiar en los demás, lo que los puede llevar a
desarrollar actitudes tóxicas como celos patológicos o una tendencia a la manipulación.

La clave para solucionar tales problemas consiste en trabajar en la conexión consigo mismo, de
manera que el espacio interior se vuelva seguro. El enfoque debe estar en la compasión personal y la
auto observación. Además, se debe intentar sanar las heridas traumáticas del pasado,
identificándolas y trayéndolas al presente.

Algunas técnicas o actividades que pueden ayudar a conseguir estos objetivos son la meditación, el
mindfulness, la regulación emocional y tratar de relacionarse con personas que cuentan con un
apego seguro.

Resumen de la teoría del Apego de John Bowlby

Comprender cómo se forma el vínculo afectivo entre las madres y sus hijos es un concepto clave para
entender cómo están estructuradas las relaciones humanas durante la infancia. La teoría del Apego
de John Bowlby ha demostrado, con el pasar del tiempo, que se trata de un planteamiento teórico
bastante sólido, el cual ha obtenido respaldo en la actualidad gracias a diferentes investigaciones.

Gracias a esta teoría, resulta mucho más fácil entender por qué los seres humanos tienen la
capacidad innata de establecer vínculos afectivos fuertes.

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