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Canto 1; El conflicto.
Nueve años han pasado desde la guerra que asolaba a Troya y Grecia; el campamento aqueo era
asolado por una terrible peste y el cólera mermaba la salud precaria de los soldados que fallecían
víctimas de la fiebre. Agamenón, el líder aqueo, lidiaba con el conflicto sin ofrecer tregua a los
troyanos, pero Aquiles, mucho más consciente y cercano a la soldadera, se quebraba la cabeza
pensando en qué tipo de ofensas habían proferido a Apolo para que los castigara con enfermedades y
desolación.
Aquí es importante interrumpir la historia y recordar algo; para los griegos, sus dioses eran entes
presentes en la vida cotidiana, lejos de la tradición que más adelante los romanos establecerían, las
deidades griegas sufrían como los humanos, eran presas de la envidia, de la ira, tenían hombres
consentidos y atormentaban a sus enemigos. El día a día estaba marcado por el capricho de los dioses
y ofenderlos podía ocultar el sol o marcar el devenir de la guerra.
Apolo no sólo era relacionado con la muerte, las plagas y las enfermedades, también era el dios de la
belleza, la razón y la armonía… y Agamenón lo había ofendido. Criseida, hija de un sacerdote del
templo de Apolo había sido raptada y el dios conjuraba sus artes contra los griegos que la mantenían
captiva. Aquiles era consciente de esto porque Calcante, un adivino que se comunicaba con los dioses,
le había advertido de la injuria y Aquiles persuadía al líder griego que regresara a la muchacha.
Agamenón, presa de su vulnerabilidad y sentimientos humanos, aceptó regresar a Criseida, pero
castigar a Aquiles quitándole a su esclava favorita; Briseida. Encolerizado, desenvaina la espada para
zanjar el desencuentro con Agamenón, pero Atenea, la diosa de la sabiduría y la prudencia, lo detiene
en el instante para evitar un funesto desencuentro. Aquiles acepta el agravio, pero se retira del frente,
dejando sin líder a las tropas que combatían.
El héroe, no obstante, acude con Tetis, su madre, y le suplica que interceda ante Zeus para favorecer a
los troyanos hasta que Agamenón lo compense. Hera, con una preferencia hacia los aqueos, monta en
1
(Homero, 1959)
cólera cuando Zeus acepta tomar bando por los troyanos; la suerte de los dioses, los héroes y los
soldados está en el aire.
Bibliografía
Homero. (1959). La Ilíada. CdMx: Porrua.