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* Asegurar que todos que estén presentes puedan oír claramente lo que
Dios esté diciendo por medio de la profecía, y así honrar al Señor.
Si realmente creemos que Dios nos habla por medio de la profecía, entonces
es importante que todos escuchen y presten atención a las profecías. Esto
requiere que todos entiendan cuál es el orden correcto, la forma aceptable
para compartir una profecía.
LA NECESIDAD DEL PROTOCOLO PROFÉTICO
Imagine usted un aeropuerto en donde los que manejan la torre del control aéreo no
ofrecen directivos a los aviones. …en donde se permite que cualquiera persona, sin
importar si tenga la licencia de piloto ni entrenamiento ninguno subir aviones, y que se
despeguen y aterricen según lo que les parece bien.
No es un cuadro bonito, ¿verdad? Sin embargo, esto es precisamente lo que sucede en
iglesias todo el tiempo con relación a la profecía.
Ahora bien, tengo que iniciar con una declaración que yo creo con todo mi corazón
en el ministerio de profetas (Efesios 4:11) y en los dones del Espíritu Santo
(incluyendo la profecía). Creo que Dios quiere usar a todos Sus hijos en los dones
espirituales (1ª Corintios 12:7; 14:1,12, 31, 39-40). Todo hijo de Dios puede
aprender a discernir la Voz de Dios y ser guiado por Su Espíritu Santo (Juan 10:27;
Romanos 8:14).
LA PROFECÍA VERDADERA:
Ministra vida- no muerte (Mateo 4:4, Juan 6:63),
Edifica, exhorta y consuela (1ª Corintios 14:3).
Edifica a la Iglesia (1ª Corintios 14:12)
Exalta a y da testimonio de Cristo (Apocalipsis 19:10)
Está de acuerdo con el pleno consejo de las Escrituras, especialmente la doctrina de
los apóstoles, porque Dios no se contradice: (Hebreos 13:8; 2ª Pedro 1:19-21, 2ª
Timoteo 3:16)
¡Gracias a Dios por aquellos quienes ministran profecías verdaderas!
Santiago 1:17 nos revela que los dones de Dios son buenos y perfectos. A pesar del
beneficio y el poder de los dones del Espíritu Santo, la manera en la cual los estamos
viendo usados y abusados ha resultado en mucho daño. No debe ser así. Dios no lo
quiso así. El problema no es Dios ni los dones. Como cada herramienta, puedan
hacer bien o mal depende de cómo son usadas. Les daré un ejemplo…
Todos parecen ser “aviones” legítimos. Tienen alas (dones / habilidades). Todos
tienen cierto grupo de personas quienes les seguirán (pasajeros) y que están
impresionados y de acuerdo con el “piloto” (la persona que quiere profetizar).
Quizás hasta sus manos tiemblan, usan terminología bíblica, pero eso no es
suficiente prueba de que es una profecía verdadera.
LOS PASTORES SON RESPONSABLES, igual como los que trabajan en las torres
de control aéreo, de asegurar que toda ministración hecha dentro de la congregación
sea para la edificación de la iglesia. Eso significa que tienen que ejercer cierto
CONTROL. La palabra “control” no es una cosa negativa cuando la persona
ejerciendo el control tenga la preparación necesaria (el discernimiento y la sabiduría), la
autoridad delegada legítima, y la motivación correcta (el amor).
Las torres de control aérea NO EXISTEN PARA IMPEDIR los aviones ni los vuelos
legítimos, sino para FACILITARLOS y asegurar que los vuelos despeguen y aterricen
en ORDEN y de una MANERA SEGURA. Les dicta cuales pistas usar, desde cual
dirección, cuándo hacerlo, y cuando no hacerlo. Este control es necesario para el
bienestar de todos.
HAY TODA CLASE DE “AVIÓN PROFÉTICO” QUE BUSCA EL MICRÓFONO
DE SU IGLESIA… No todo aquel que dice que es “apostólico y profético” lo es.
Algunos son carnales, algunos simplemente emocionados almáticamente, …y
algunos son “apóstatas y patéticos.” No podemos permitir que todos hagan lo que
a ellos les parece bien, porque no todos tienen la visión correcta.
Escuché de una iglesia en donde todos son instruidos a “profetizar” el uno al otro,
pero sin darles el beneficio de enseñanza de cómo discernir la Voz de Dios. El
resultado es que cada quien proclame al otro cual sea su deseo por ellos: que
ganen más dinero, que alguien les regale un carro nuevo, que todo les vaya bien…
No podemos proclamar nuestros propios pensamientos humanos y etiquetarlo
“profecía”. Hay una diferencia muy grande y marcada entre profetizar un mensaje
que viene por inspiración del Espíritu Santo y que expresa el corazón y los pensamientos
de Dios, y el compartir con otro el deseo positivo que viene del corazón y
pensamiento humano.
Tristemente, al llegar la fecha indicada la niña no fue sanada, y ella quedó devastada –
pensando que tal vez Dios no la amaba. ESTA CLASE DE “PROFECÍA” DEBÍA DE
HABER SIDO JUZGADA PRIMERO por los líderes para ver si todos sintieron el
testimonio del Espíritu acerca del asunto antes de proclamarla a la niña.
Este error sucede frecuentemente cuando una persona profetiza a alguien con quien
están entretejidos o involucrados emocionalmente. Cuanto más conocemos de una
persona, menos indicados somos para ofrecerle una palabra profética genuina y
acertada porque hemos desarrollado deseos y opiniones personales.
AEROLINEA: INMADUREZ
AEROLINEA: LA DIVA
AEROLINEA JEZABEL
La verdad es que debamos ser sensibles al Espíritu Santo cada vez que planeamos una
reunión para asegurar que estamos cumpliendo lo que es Su deseo y no nuestro costumbre.
Recordemos que Jesucristo es el Señor, y la Iglesia pertenece a Él.
Igualmente las Escrituras tampoco nos dictan reglas rígidas acerca de cómo
administrar los dones espirituales en la congregación.
Lo que es claro es que somos mandados procurar abundar en los dones para la
edificación de la iglesia, y que debamos hacerlo decentemente y con orden (1a
Corintios 14:12, 40). Además, la Biblia nos da principios bíblicos que guardar en el
proceso.
ESTOS PRINCIPIOS INCLUYEN:
EL ORDEN. Dios es el Autor de orden y de paz (1ª Corintios 14:33, 40).
LA AUTORIDAD Y LA SUMISIÓN. Dios es Él que estableció los Cinco
Ministerios como liderazgo de la iglesia. Nos mandó honrarles y obedecerles como a
Dios mismo. (Efesios 4:11-16; Romanos 13:1-7)
NUESTRA MOTIVACIÓN PARA TODA MINISTRACIÓN ESPIRITUAL
DEBE DE SER EL AMOR (1ª Corintios 13; 14:1).
EL PRINCIPIO DE LA HUMILDAD (Romanos 12:3-6)
EL RESPETO MUTUO Y LA SUMISIÓN MUTUA LOS UNOS A LOS
OTROS. (1ª Pedro 5:5)
TODO DEBE SER HECHO PARA PROVECHO, Y PARA LA
EDIFICACION. (1ª Corintios 12:7; 1ª Corintios 14:12)
Ya mencioné muchos abusos en la primera parte de esta serie. Sin embargo, el abuso más
común y el más serio de los dones espirituales es la ignorancia y descuido completo de
ellos por la mayoría del Cuerpo de Cristo.
Desgraciadamente muchos pastores impiden toda manifestación de los dones
espirituales, y no proveen enseñanza ni entrenamiento con relación a los dones. Aun en
algunas iglesias que profesan ser “apostólicos y proféticos,” ni los propios pastores y líderes
se mueven en los dones. Dicen que así tienen “orden.” No estoy de acuerdo. Lo que éstos
tienen es ignorancia y una falta de obediencia a la Palabra de Dios que nos manda
procurar los dones. No es suficiente creer en los dones. El diablo cree y tiembla. A estos
pastores y líderes se les olvida la primera parte de ese versículo que dice, «pero hágase
todo…».
Si nada está siendo hecho, si no hay manifestación de los dones, no hay nada que poner
en orden.
Se necesita manifestar los dones para poder ponerlos en orden. Bíblicamente, la ausencia
de la manifestación de los dones es también “fuera de orden.”Personalmente prefiero un
poco de fuego descontrolado de vez en cuando que leña mojada que nunca se enciende.
Gracias a Dios, si sigamos los patrones y principios bíblicos podamos lograr un equilibrio.
Erramos si pensamos que la profecía tiene que ser dada de inmediato cada vez. En la
Biblia, la mayoría de las profecías fueron escritas primero y luego compartidas en el foro
apropiado, sea delante del rey en privado, a cierto individuo o grupo en particular, o en
público.
Pueda ser que hay un servicio en el cual hay una lista larga de asuntos que tienen que
atender – al grado que no hay tiempo para que sea declarada públicamente cada
revelación profética percibida por cada miembro de la congregación. Claro, los líderes
deben estar sensibles al Espíritu Santo y no enfocado solamente en su lista de “quehaceres.”
Ellos tienen que discernir y determinar cuáles cosas tienen la prioridad para ese momento, y
hacerlo con el temor de Dios.
La verdad es que en esos casos, aunque las profecías sean acertadas, encontrarán que
en el caso de muchas de ellas:
En otros casos, pueda ser que no era una rhema de Dios, sino simplemente
alguien que se emocionó acerca de cierta verdad de la Palabra Logos de Dios.
En el caso óptimo, la congregación debe estar recibiendo enseñanza para saber cómo
juzgar la revelación que reciben, y cómo determinar si es algo que merece ser
compartido delante de los demás.
Como ya hemos examinado en las primeras dos partes de esta seria, es claro que como
seres humanos somos falibles y cometeremos errores de vez en cuando – aun en la
profecía. No es que Dios no habla. El problema es que nosotros no siempre Le
escuchamos bien, no discernimos, no interpretamos bien, o no comunicamos
correctamente Su mensaje. Si decimos que nunca puede haber errores o abusos estamos
engañados. El que cree que es infalible es aun más engañado y un hereje.
Sería genial si todos que profeticen lo harían de una forma 100% acertada y perfecta cada
vez –pero eso requeriría personas perfectas que no existen.
La realidad es que Dios tiene que usarle a usted y a mí – con todos nuestros defectos.
Así Dios en Su soberanía ha escogido hacerlo, y cuando Le permitamos usarnos y algo
bueno sucede, Él se glorifica aun más.
Es cierto que existen abusos en el ministerio profético con algunos. Igualmente hay
abusos en el ministerio pastoral, y en cada otro ministerio y don que Dios nos ha dado.
Vamos a examinar cuáles son algunas opciones antes de ofrecer un posible modelo de un
protocolo profético…
(1) NO HACER NADA:
Esto es ser negligente y optar NO lidiar con el asunto. Esto es ignorar que existe el
problema. Desgraciadamente, el resultado facilita aun más abuso. Si no hacemos nada,
estamos implicando que todo está bien así como está, y los abusos se aumentarán.
Obviamente esta no es una opción aceptable.
¿Qué clase de soberbia puede decir a Dios, “¡no necesito ni quiero tus regalos!”?
Dios nos mandó procurar profetizar, y abundar en los dones para la edificación de Su
Iglesia (1ª Corintios 14:1,12, 39-40). Algunos dicen que así mantienen orden. Pero no es
orden bíblico si dejamos de operar en los dones. Tenemos que tener la operación de los
dones para tener algo que poner en orden.
La verdad es que no podemos escondernos ni a nuestros congregantes de lo
profético. Si el pastor no les enseña, aprenderán de otra persona – en muchos casos de
una persona no adecuada.
Aprenderán por medio de algún ministerio en la televisión, o por un falso profeta… e
imitarán al que les parece bien. Cuanto más desconocen la Biblia, son más vulnerables a
espíritus de error y de engaño. La respuesta es proveer enseñanza y entrenamiento.
Cuando Pablo vio el desorden en la iglesia de Corinto, no es impidió profetizar, sino les
trajo instrucción y les animó a hacerlo bien.
El resultado será que nadie se animará a profetizar (dentro del templo) por temor de ser
etiquetados como “falsos” si acaso hacen un error.
Esta opción tampoco es aceptable.
(4) CONTROLAR Y ANIMAR:
Los pastores y líderes debamos desarrollar una actitud apropiada con relación a la
ministración profética. Debamos poseer una perspectiva realista y bíblica, y ajustar
nuestras expectativas. Esto no es decir que anticipamos lo peor, sino que estemos
preparados por si acaso alguien profetiza algo presuntuosamente o que no es acertada y que
pueda afectar a la congregación.
Proverbios 14:4 dice: «Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey
aumenta la cosecha.»
El buey era el tractor John Deere o Kubota de los tiempos bíblicos.En la misma manera
que es imposible tener un establo limpio y al mismo tiempo la fuerza del buey, también es
imposible disfrutar la unción esencial y la vida que brinda el fluir de la ministración
profética sin experimentar un problema de vez en cuando.
Toda profecía, aun las dadas por profetas reconocidos, tiene que ser juzgada.
“Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas.”
(A) Que el profeta puede controlar a su propio espíritu; no está fuera de control ni
en un “trance”. No dejamos nuestras mentes en el baúl del carro cuando
comenzamos a profetizar.
(B) Que cuando habla un profeta, su profecía y ministración deben ser juzgadas o
examinadas por los demás profetas;
su ministración debe ser sometida a los demás líderes proféticos.
Recordemos el mandato dado en Efesios 5:21 «Someteos unos a otros en el temor de Dios.»
Esto se refiere a la sumisión mutua el uno al otro – o sea que todos, a pesar de su posición o
falta de posición, podamos tratar el uno al otro con respeto y con amor.
LO HE ESCRITO ANTES, Y LO VOLVERÉ A REPETIR…
Lo mejor que podemos decir con relación a una persona que dice que reconoce la
autoridad “de Dios” pero que no rinde cuentas a ninguna autoridad humana (delegada
por Dios) es que está ignorante y como una bomba de relojería espiritual listo para
explotar. Sin corrección, se puede volver completamente bajo la influencia de los espíritus
de rebeldía, Jezabel y de anti-Cristo. Esto es especialmente verdad en los que están en el
ministerio profético, quienes ejercen una fuerte autoridad cuando hablan a las vidas de
otros.
Esto servirá como una “red de seguridad” para aquellos que puedan tener una revelación
edificante y relevante pero que faltan la confianza de compartir. Al mismo tiempo, aquellos
que simplemente buscan recibir atención y que no tienen una profecía verdadera tendrán
mayor motivación de pensarlo bien antes de pasar al frente.
Si acaso es alguien que conoce que es de buen espíritu, que tiene una historia de siempre
ofrecer profecías acertadas, entonces quizás ni habrá motivo de hacerle preguntas. Para
éstos, simplemente buscar una oportunidad de darles lugar.
Puede decir algo como: «Gracias por venir. Me da gusto que usted está haciendo
pasos de fe para operar en sus dones espirituales. Sin embargo, en esta ocasión…
(Llene el blanco). Le animo a seguir ejercitando su fe a escuchar la Voz de Dios.
Más por ahora pueda regresar a su asiento.»
SE PUEDA LLENAR EL BLANCO CON LO QUE CORRESPONDE… (por
ejemplo)
(Siento que el momento ya pasó, y ahora el Espíritu se está fluyendo en otra
dirección. Le animo a escribir la palabra en un papel y sométamela después del
culto para poder ofrecer a los pastores.)
(Siento que es una profecía buena, pero la esencia del mensaje ya fue compartida
de otra forma. Usted recibió una confirmación personal. Así que no siento que sería
de provecho en este momento compartirla en público.)
(Discierno que usted está siendo movido por deseos personales y una convicción
personal. Es un deseo bíblico y bueno, pero no que es la palabra profética para este
momento.)
(Esta palabra no puede ser de Dios porque está en contra de principios bíblicos.
Le animo a seguir estudiando la Biblia y viniendo al culto para aprender más de
Dios.)
Los que insisten en compartir la palabra deben ser animados a escribirla en un papel y
someterla al administrador, quien después la entregará al pastor.
Aunque la palabra pueda ser acertada, y de provecho, siempre hay que esperar el
momento oportuno.
Esa persona puede ser animada a esperar a un lado hasta que la oportunidad se
presente.
Especialmente en congregaciones grandes habrá ocasiones cuando habrá más palabras
proféticas que lo que el tiempo permite.
Rara vez es una profecía es tan urgente que no puede esperar un momento oportuno.
Si acaso no se presenta el momento, la persona siempre se puede escribir la palabra y
entregarla al pastor de forma escrita.
Recuerde que la mayoría de las profecías del Antiguo Testamento fueron escritas primero,
y luego leídas al rey o en la puerta de la ciudad delante del pueblo. No tiene que ser
espontánea cada vez para ser efectiva.
Claro, en ocasiones hay momentos de “oportunidad especial” cuando hay una unción
particular del Espíritu Santo siendo desatada durante un culto. En estos casos,
debemos actuar cuando se está moviendo el Espíritu Santo. Si no, el momento se puede
perder. Estos momentos son parecidos a cuando el ángel movía el agua del estanque de
Betesda (Juan 5:1-9). El administrador debe de poder discernir tales cosas y actuar de una
forma correspondiente.
La congregación tendrá que ser entrenada para saber cómo acercarse al administrador o
al pastor.
Juzgue usted mismo la fuente de la revelación. No presuma que usted sea tan
santo que no pueda equivocarse. Los escalofríos en su brazo no son prueba
suficiente de que haya escuchado de Dios.
Pregúntese si la revelación está de acuerdo con principios bíblicos –
especialmente con la doctrina de los apóstoles del Nuevo Testamento. Dios no se
contradice.
Pregúntese si la revelación sería de provecho y edificante. Si no, guarde silencio.
Piense por un momento lo que sería el resultado posible si comparte la
revelación en público. Si el fruto potencial es negativo, no es de Dios. O tal vez, no
es el tiempo correcto de compartirla.
IMPORTANTE: El hecho de usted que haya recibido una revelación legítima y acertada
NO implica que usted tenga autorización para declararla en público. Dios frecuentemente
prueba nuestros corazones y motivaciones.
Ejemplo: Si uno tiene el don de profecía Dios le pueda compartir una revelación más allá
que la autoridad que tiene en actualidad. Su revelación (aunque sea de Dios y acertada)
NO es su tiquete para sobrepasar la autoridad del pastor.
Una de las pruebas de un profeta es si sabe cuando guardar silencio. ¿Puede Dios confiar
en nosotros un secreto? Si somos fieles en las cosas pequeñas, Dios puede confiarnos las
cosas más grandes. En estos casos tenemos que estar contentos con la afirmación de Dios
en vez de buscar ser afirmados por los hombres.
Considere que puede ser una palabra de confirmación personal sólo para usted
mismo – tal vez es solo para que ore en privado.
Pida al Señor que le dé claridad con relación al tiempo de compartir la
palabra, y cómo quiere Él que lo maneje.
(1) LA MUERTE:
Profecías que indican que alguien se morirá. …especialmente palabras de juicio. ¡Esta
clase de palabra no edifica! Recuerde que el don de la profecía es para edificación,
exhortación y consolación (1ª Corintios 14:3). Si usted cree que realmente fue Dios
hablándole, entonces simplemente ore por esa persona que Dios se glorifique en su vida.
(2) NACIMIENTOS:
Profecías que indican que nacerá un bebé. … ¡no todos quieren la bendición que recibió
Saraí y concebir un hijo en su vejez! Este es un tema que aun los que ejercen el oficio de
profeta deban manejar con mucho cuidado.
(3) CASAMIENTOS:
Profecías que indican que ciertas personas deban de casarse el uno con el otro.
Personalmente, yo nunca profetizo de asuntos de romance y matrimonio. Si ellos no
escuchan de Dios por sí mismo, ¡es mejor que no se casen! Lo que es nacido de Dios vence
al mundo (1ª Juan 5:4). Nadie debe casarse simplemente por causa de una profecía que
vino de otro.
Se podría profetizar una “unción profética” sobre casi todos porque a todo creyente le es
dada una medida del don de Cristo – que incluye la unción profética (Efesios 4:7).
Recuerde… todos podemos profetizar (1ª Corintios 14:31), todos debamos procurar
profetizar (1ª Corintios 14:1, 39), y debamos abundar en la manifestación de los dones
espirituales (1ª Corintios 14:12). En contraste relativamente pocos son llamados al
oficio de profeta, y mucho menos son escogidos habiendo aguantado y pasado bien el
proceso de preparación.
En ocasiones Dios me usa para indicar el llamado que alguien tenga. Eso habla de su
potencial, pero no de su vida actual en ese momento. Eso es parte de lo que hace la
profecía personal – nos revela nuestro potencial en Dios, y nos imparta visión.