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6.4.

DUELO

Descripción

A menudo, nos consultan personas que están experimentando dificultades para


sobrellevar una pérdida, generalmente la muerte de un ser querido, pero también pérdidas
ligadas a una separación afectiva, una enfermedad crónica, al desempleo, a una situación
de emigración… En muchos de estos casos, se trata de duelos complicados, bien debido
a la existencia de sentimientos encontrados (por ejemplo, el fallecimiento de un familiar
querido con el que existían conflictos emocionales no resueltos), a la ambigüedad de la
pérdida (en casos de divorcio, emigración, etcétera) o a otros factores que complican la
situación (muerte en atentado, el suicidio de un familiar, la coincidencia temporal de
varias pérdidas). Puesto que no existe una única forma «normal» o adecuada de elaborar
un duelo (Walsh y McGoldrick, 1991), la oportunidad de una intervención
psicoterapéutica deriva básicamente de la petición que realice el consultante.

Presentación clínica

La persona que acude a terapia durante un duelo suele presentarse con sentimientos de
depresión y a menudo con pensamientos obsesivos en torno a la pérdida. Habitualmente,
pide consulta por propia iniciativa, pero cuando está muy abatida es probable que
necesite el empuje de familiares o amigos. La dificultad para la terapeuta (y para el
consultante) puede radicar en determinar hasta qué punto las emociones negativas que
presenta son inevitables en vista de las circunstancias y hasta qué punto es posible y
deseable reducirlas a corto plazo. Esto es algo muy personal y que nos gusta comentar
con nuestros interlocutores.

Nuestra estrategia de intervención

Trabajo personal
Hemos comprobado que el enfoque centrado en las soluciones proporciona una buena
forma de abordar estas situaciones, ya que permite adaptarnos al máximo a las
preferencias y la particular trayectoria de duelo de nuestros clientes, sin imponerles ideas
preconcebidas (e infundadas) acerca de cómo se debe hacer un duelo «normal» (Butler y

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Powers, 1996). Sí nos parece importante realizar un esfuerzo especial por ajustarnos a la
visión del consultante, trabajar con su parte más emocional y, sobre todo, «ir despacio».
Puesto que el duelo suele acompañarse de síntomas de depresión y obsesividad, son
potencialmente útiles las tareas descritas en los capítulos dedicados a personas
deprimidas y con obsesiones. En este capítulo nos limitaremos a recoger aquellas
prescripciones dirigidas específicamente a elaborar la pérdida, muchas de ellas con un
carácter narrativo. Cuando la pérdida se debe a la muerte de un ser querido, tratamos de
promover la despedida, por un lado, y la presencia positiva de la persona fallecida en la
vida de nuestro consultante, por el otro. En otros casos (abandono de la pareja,
emigración, enfermedad), se tratará más bien de colocar la pérdida en su lugar, es decir,
de que la persona pueda seguir adelante con una vida satisfactoria manteniendo un
espacio para el dolor que le produce la nueva situación. En este sentido, es de utilidad
trabajar en estrecho contacto con el futuro preferido de la persona y utilizando la
externalización. Cuando existen traumas puntuales ligados a la pérdida (por ejemplo, la
persona fallecida murió en los brazos de la consultante tras el accidente, en el que ella
conducía) encontramos que la manera más rápida y eficaz de abordarlos es el
procedimiento del E.M.D.R. (Shapiro, 1989).
Intervención interpersonal
Desde el punto de vista interpersonal es importante identificar qué cosas están haciendo
los familiares que favorecen la elaboración del duelo y cuáles lo están complicando, de
modo que podamos propiciar unas y bloquear las otras. A veces, será necesario ayudar a
los familiares a que promuevan la actividad y la «vuelta a la vida» del consultante; en
otros, por el contrario, habrá que ayudarles a que le concedan el tiempo y el espacio
necesarios para que pueda llorar y elaborar la pérdida. Cuando ésta afecta también
directamente a otros familiares, es conveniente promover espacios comunes de diálogo y
duelo para facilitar que se apoyen unos a otros en vez de sobrellevar su dolor en solitario.
En estos casos, la elaboración del duelo puede verse como un proceso de toda la familia
(Beyebach, 2000; De Castron y Guterman, 2008).
Desde la perspectiva biológica, se aplican las mismas indicaciones que para situaciones
de depresión y obsesividad.
A fin de recuperar una visión del futuro, ya sin la persona querida (o haciéndola presente
de forma positiva), pueden ser útiles las tareas genéricas descritas en el tercer capítulo :

«La carta desde el futuro» (págs. 65-66).


«El collage de los sueños» (pág. 67).

Para promover cogniciones positivas servirán:

«Estar atento a los momentos en que sucede… (una excepción, una mejoría»
(págs. 70-71).
«Las tres preguntas para una vida feliz» (págs. 86-87).

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«Post-it para uno mismo» (pág. 80).

Con el objetivo de promover que la persona deprimida empiece a comportarse de forma


diferente recomendamos:

«Fijarse en qué podría hacer… pero no hacerlo todavía» (pág. 74).


«Simular el milagro/un punto más en la escala» (págs. 76-77).
«La pequeña felicidad» (págs. 81-82).

Si la persona tiene imágenes intrusivas ligadas al posible trauma pueden aliviarla:

«¿Para qué puede servir?» (pág. 88).


«Elige un color» (pág. 89).
«Algo útil, algo de color, algo bonito» (pág. 90).
«5, 4, 3, 2, 1», especialmente con aceptación (págs. 91-92 y pág. 93).
«Mensaje positivo con la mano no dominante» (pág. 96).
«La tarea del antropólogo» (pág. 97).
«Meditación de la pasa», que hemos incluido entre las tareas para adolescentes
(pág. 166), funciona también muy bien con adultos.

Puesto que no nos parece adecuado conceptualizar los procesos de duelo en términos de
enfrentarse/superar un problema, nos resulta también inapropiado analizar estos casos en
términos de etapas de cambio. Por eso en las siguientes fichas de tareas las etapas de
cambio aparecerán sin sombrear.

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OBJETOS VINCULARES

Descripción:
Se pide al cliente que coleccione objetos simbólicos que le unan a la persona fallecida y
que los coloque en un sitio visible de su casa. Igualmente, puede crear cosas como
esculturas, dibujos, poemas, historias, etcétera, que sirvan como símbolos del vínculo.
Estos objetos se incorporarán más tarde a la ceremonia de despedida o finalización.

Indicaciones:
Esta tarea está diseñada para situaciones de duelo no resuelto. Hay que tener en cuenta
que abarca un período de varios meses y que se combina con dos tareas más que
describiremos a continuación: «La carta continua» y «Finalización». Los tres ejercicios
forman el «Ritual de despedida» (Van der Hart, 1983).

Fuente:
Este ritual fue desarrollado por Onno van der Hart (1983).

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LA CARTA CONTINUA

Descripción:
Después de la creación de los objetos vinculares, proponemos al cliente que escriba una
carta de despedida a la persona fallecida. En ella debe plasmar todos los sentimientos,
tanto positivos como negativos. Debe escribir todos los días o al menos tres veces por
semana durante cuarenta y cinco minutos o una hora. Cada vez que comience a
redactarla, debe releer lo que escribió en días anteriores y luego continuar la misma carta.
Si en un momento dado no sabe qué escribir, permanecerá sentado hasta que agote el
tiempo prescrito. Es muy importante que manifieste lo que quiere decirle al completo,
incluidas sus posibles ambivalencias.

A tener en cuenta:
La carta tiene que escribirse siempre en el mismo lugar y a la misma hora, lo que aporta
una estructura segura para que el sujeto pueda expresar y aliviar sus emociones. El
determinar el tiempo de escritura evita que sólo escriba cuando lo «sienta» y permite que
emerjan sentimientos negativos que tal vez no apareciesen de otra manera. Los
contenidos de la carta no tienen por qué ser nuevos, ya que aparentemente ciertos
mensajes han de repetirse varias veces para que el ritual tenga éxito.

Fuente:
Onno van der Hart (1983).

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FINALIZACIÓN

Descripción:
Cuando la persona entiende que ha terminado de escribir la carta continua (en el
momento en que siente que ya le ha expresado todo al fallecido), se celebra una
ceremonia de despedida. Esta ceremonia consiste en quemar la carta y enterrar las
cenizas junto con los símbolos vinculares de los cuales quiere deshacerse la persona en
un lugar elegido por ella, mientras pronuncia unas palabras de despedida. Después, puede
realizar un rito de pureza simbolizado, por ejemplo, con la toma de un baño. El ritual
finaliza con un «rito de reunión» con las personas más significativas de su entorno, por
ejemplo, con una comida especial.

Fuente:
Onno van der Hart (1983).

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EL ÁLBUM FAMILIAR

Descripción:
Se pide a la persona o la familia que se reúnan para crear un álbum de fotos especial que
recoja la vida del pariente fallecido. Cada miembro de la familia tiene que buscar fotos
por separado y el día que establezcan todos presentan sus fotografías y las van pegando
en el álbum explicando por qué quieren añadir precisamente esa instantánea; si lo desean,
pueden escribir el motivo al lado de la foto o cualquier otro mensaje.

Indicaciones:
Recomendamos preparar este álbum a familias que han perdido a uno de sus miembros y
no hablan del tema entre ellos. Esta tarea les ayuda a compartir el dolor haciéndolo más
llevadero y a la vez recordar o descubrir algunos aspectos del fallecido desconocidos para
algunos miembros de la familia.

Variantes:
La tarea del álbum familiar también puede hacerla una persona sola, pidiendo a distintos
familiares o amigos fotos y comentarios sobre sus recuerdos del fallecido. Además de
con familias se puede realizar con amigos u otros parentescos.

Fuente:
Onno van der Hart (1983).

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LA MÁQUINA DEL TIEMPO IMAGINARIA

Descripción:
Proponemos al consultante que viaje al pasado hasta encontrar una escena o un
momento grato que compartió con la persona fallecida. Se le anima a revivir ese instante,
sus olores, sensaciones, ruidos, colores… y a que se recree en la situación, que la
disfrute. Finalmente se le pide que elija algo de la persona fallecida que quiera traerse
consigo (una cualidad…) y que lo represente de alguna manera (mediante un dibujo,
plastilina, poesía, etcétera).

Indicaciones:
Encontramos útil esta propuesta para personas que han perdido a un ser querido con
quien ha quedado algún conflicto importante sin resolver o cuando no han podido
despedirse de la persona fallecida.

A tener en cuenta:
Solemos usar esta tarea más bien como un ejercicio en sesión. Una vez que el
consultante ha aprendido la técnica, puede seguir haciendo «viajes al pasado» por su
cuenta.

Fuente:
Esta tarea, de reminiscencias gestálticas, es una adaptación de Yvonne Dolan (1991).

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IMPACTO POSITIVO

Descripción:
Sugerimos a la consultante que identifique aquello que siempre querrá recordar del ser
querido perdido. El recuerdo de esa persona que siempre va a acompañarla. El impacto
positivo que esa persona ha tenido sobre tu forma de ser, de pensar y sentir, ahora y en
el futuro.

Indicaciones:
«Impacto positivo» está especialmente indicado cuando la consultante tiene pocos
recuerdos positivos del fallecido o mantenía una relación conflictiva con él.

Variantes:
Esta tarea puede complementarse con la indicación de que la persona cree algún símbolo
u objeto que le recuerde ese impacto positivo.

Fuente:
Aprendimos esta tarea de Yvonne Dolan (2003).

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COSAS «ESPERANZA»

Descripción:
Se propone a la persona que inicie alguna actividad que implique esperanza, por ejemplo,
crear un jardín, organizar un viaje… La tarea puede dividirse en una primera parte, en la
que la persona la organiza sólo mentalmente (cuándo lo haría, cómo lo haría, si sería sola
o acompañada), y una segunda parte, en la que la lleva a cabo.

Indicaciones:
Esta tarea está indicada para que personas «atascadas en el pasado» vayan retomando
proyectos de futuro.

Fuente:
Esta prescripción es igualmente recogida por Yvonne Dolan (1991).

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PASAR A LA ACCIÓN

Descripción:
Se le sugiere a la persona que identifique alguna cosa que pueda empezar a hacer para
ayudar a alguien. No es necesario que la lleve a cabo inmediatamente, sólo que la
identifique. Más adelante, puede plantearse realizarla.

Indicaciones:
Es una tarea diseñada para personas a quienes les cuesta seguir adelante después de la
pérdida de un ser querido. Es más fácil empezar haciendo algo por otra persona que por
sí mismo.

Fuente:
Aprendimos esta tarea de Yvonne Dolan (2003). Emilio Gutiérrez desarrolló otra similar
en su trabajo con personas que padecen esquizofrenia (1999), y Giorgio Nardone
(Nardone et al., 1999) describe otra variante, «La tarea del antropólogo» (pág. 97), para
su uso con pacientes anoréxicas.

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