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Técnicas de intervención
PSICOLOGÍA CLÍNICA DEL ADULTO, GERONTE Y FAMILIA II
LIC. EN PSICOLOGÍA – U.C.A. / 2022
PROF. CELESTE HERRERA
Experiencia de pérdida
• Todas las muertes se viven como «injustas», mucho más las
muertes traumáticas repentinas.
• La pérdida de una persona amada es una de las experiencias
más intensas de la vida --> trastoca nuestras emociones,
modifica la percepción de nuestra realidad y altera nuestro
aspecto físico
Duelo
• Deriva del latín “cor-dolium” y significa “corazón que duele”,
esta metáfora indica tanto el sufrimiento en el plano físico (el
espasmo del corazón) como el psíquico, el dolor por la
ausencia
• No hay una palabra que pueda ser más representativa que
ésta, en relación al proceso de reacciones y aturdimiento
interior experimentado por quien vive la pérdida (de
cualquier tipo)
Luto
• Deriva del latín “lugere” o “llorar”, se utiliza para definir el
conjunto de prácticas y procesos de naturaleza social, cultural y
religiosa que manifiestan y representan el sufrimiento por la
pérdida
• Hablar de luto significa hablar ante todo de dolor
• El dolor por la pérdida se puede experimentar por la muerte o
cualquier experiencia de interrupción definitiva de algo, de
ausencia que ya no podrá ser colmada, de distancia que nunca
podrá ser cubierta
• Vivencia subjetiva que genera profundo dolor y por eso
hacemos cualquier cosa para poder evitarlo y huir de él
• Es una vivencia única porque depende de cada persona, que es
única
• “No puedo describir lo que estoy experimentando” es la frase
que suelen pronunciar quienes se hallan en esa situación
• Se trata de una herida y requiere cierto tiempo de cicatrización
• En el “duelo normal” (es decir, “no bloqueado” o no patológico),
la persona atraviesa por distintas fases con formas y tiempos
subjetivos
• Lo que distingue los dos tipos de duelo no es la sucesión de
fases, sino el punto en que la persona se bloquea, impidiendo la
compleja elaboración del dolor y pérdida
• Lo que ocurre en los duelos “no resueltos” es que las fuertes
sensaciones provocadas por la pérdida en lugar de producir
cambios, evoluciones y movimientos (que aunque dolorosos,
están en la base de una sana elaboración del luto), llegan a
paralizar el camino
Fases
• Shock: se expresa como una sensación de aturdimiento, atontamiento
y pérdida de ánimo. Reacción natural y de defensa de nuestro
organismo que atenúa el golpe infligido. De breve duración y se
alterna sucesivamente con momentos de negación, rechazo, dolor y
desesperación (Concuerda con etapa de Negación descripta por E.
Kübler Ross “Sobre el duelo y el dolor”)
• El cuerpo reacciona manifestando astenia (debilidad o fatiga general),
inapetencia (con la consiguiente disminución de peso), dificultades de
concentración, respiración y comunicación
• Pasado el aturdimiento, la muerte se vive como un hecho inaceptable
(negación) y es en esta fase cuando aparecen accesos más intensos
de desesperación, rabia y agresividad
La IRA
• Aparece generalmente como una de las primeras sensaciones y puede
dirigirse hacia uno mismo o hacia los demás, transformándose
respectivamente en sentimiento de culpa o cólera
• Cuando llega a bloquear el proceso normal de elaboración de una
pérdida, se necesita una intervención que permita que la rabia fluya
• Caso clínico: Una mujer embarazada que pierde a su marido en un
accidente. La rabia no deja espacio al dolor no puede dejar de
darle “vueltas” a rencorosos soliloquios dirigidos hacia él
Otras etapas descriptas por E. Kübler Ross
• NEGOCIACIÓN: Tregua temporal “¿y si dedico mi vida a ayudar a los
demás? ¿podré entonces despertarme y que esto no haya sucedido?”,
“ojalá que…”, “¿y si…?” Queremos que la vida vuelva a ser como era,
queremos que nuestro ser querido nos sea restituido, volver el
tiempo atrás…
• La negociación frecuentemente va acompañada de culpa. Los “ojalá”
nos inducen a criticarnos.
• En esta etapa nuestra mente modifica, en la fantasía, los
acotamientos pasados mientras explora todo lo que se podría haber
hecho y no se hizo. Lamentablemente, nuestra mente llega siempre a
la misma conclusión, que nuestro ser querido se ha ido realmente.
• DEPRESIÓN: La atención se dirige al presente y allí aparece la sensación de
vacío, el duelo entra en un nivel más profundo. Nos parece que esta etapa va
a durar para siempre, pero no es así. Es importante entender que esta
depresión no es sinónimo de enfermedad mental, sino que es una respuesta
adecuada ante una gran pérdida. Cuando tomamos plena conciencia de
nuestra pérdida, es normal deprimirse.
• Experimentamos profunda tristeza y nos preguntamos si tiene sentido seguir
adelante solo/a. Podemos experimentar letargo, irritabilidad, inapetencia o
un gran apetito, insomnio o por el contrario mucho cansancio y sueño.
• En el duelo la depresión es un recurso de la naturaleza para protegernos, ya
que bloquea el sistema nervioso para que podamos adaptarnos a algo que
creemos que no podremos superar
• Es útil considerar la depresión como un “visitante no deseado”, pero aun así
necesitamos recibirlo. Cuando te permites experimentarla, sentir la tristeza,
llorar… cumplirá su propósito y se irá. La depresión nos obliga a ir más lento y
nos permite evaluar de forma real la pérdida. Nos obliga a reconstruirnos de
nuevo
• ACEPTACIÓN: No es sinónimo de que estamos de acuerdo con lo que
ha pasado. En esta etapa, se acepta la realidad de que nuestro ser
querido se ha ido físicamente y se reconoce que dicha realidad es
permanente. Nunca nos gustará esta realidad ni estaremos de
acuerdo, pero al final, la aceptamos. Es decir, aprendemos a vivir con
esa perdida.
• Esto se puede percibir en las acciones de recordar, recomponerse y
reorganizarse. Es posible que dejemos de estar enojados/as. Ahora
debemos vivir en un mundo en el que falta nuestro ser querido, pero
no nos sentimos atormentados. Nuestra a vida a cambiado para
siempre y no es posible volver hacia atrás, con pequeños pasos de
aceptación nos readaptamos.
Intervención terapéutica
• Como primer paso, el terapeuta intenta hacer que fluya la rabia.
Mientras la rabia inunda la mente de la persona, no hay espacio
para ningún otro tipo de trabajo
• Prescripción: “Declaración de la rabia” La persona expresa y al
mismo tiempo canaliza funcionalmente las peores sensaciones
basadas en la ira y rencor, evitando por tanto mantenerlas vivas
dentro de sí
• Se formula: «Cada día, desde hoy hasta la próxima vez que nos
veamos, quisiera que encuentres un momento en tu jornada para
escribir una carta. Se la dirigirás a “X” y tendrás que volcar en
ella toda la rabia y veneno que sientes hacia él/ella en este
momento. Tendrás que ser realmente mala/o y cruel, deberás
decirle en esta carta todo lo que quisieras gritarle si aún
estuviera vivo/a, eso que repites mentalmente a diario; no
tendrás que utilizar censura de ningún tipo. Cuando la termines,
la firmas, y sin releerla, la metes en un sobre y la cierras. Me
traerás todos los sobres la próxima vez».
• También se puede utilizar cuando la rabia va dirigida contra uno
mismo: inculparse e insultarse cada día por escrito (por lo que
quizo u omitió hacer), obteniendo como resultado partes de la
realidad anteriormente negadas (x ej., la conciencia de haber
hecho lo mejor o haber arriesgado también su propia vida para
salvar al otro)
• Cuando se agota la rabia, queda un fuerte dolor y la conciencia de
que la persona amada ya no volverá