Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La huella vital
PILAR PASTOR, PSICÓLOGA DE FMLC
El duelo es un proceso que implica múltiples tareas para ser elaborado por el
doliente. Por un lado está el dolor, definitorio del proceso, pero sobre el que no
tenemos mucho control: no sabemos ni cuánto durará, ni que intensidad tendrá, es
diferente en cada experiencia de pérdida. Sólo podemos recibirlo y atenderlo -que
ya es mucho, ya que implica afrontarlo- con paciencia y aceptación, puesto que el
duelo consiste en eso, en sentir el dolor que deja la ausencia del ser querido.
Por otro lado, hay multitud de aspectos del duelo que sí son susceptibles de
ser trabajados intencionadamente, como por ejemplo, el trabajo de
reconstrucción del vínculo.
La mejor manera de realizar esta tarea será con lápiz y papel. Podemos incluirla
en una caja de recuerdos o álbum, pero también se puede hacer como parte
del proceso de duelo, para profundizar más. Consiste en ir tomando conciencia de
cómo ha influido la persona fallecida en las distintas áreas de nuestra vida. Como
indicaciones, podemos identificar el impacto que esta persona ha tenido sobre:
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido
la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su
entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en
consultar nuestra página web:
www. fundacionmlc.org
https://www.fundacionmlc.org/herramientas-duelo-huella-vital/
Herramientas para elaborar el duelo:
La caja de recuerdos
PILAR PASTOR, PSICÓLOGA DE FMLC
El duelo es un proceso en el que son muy importantes los símbolos. Desde el inicio de la
civilización, todos los pueblos han recurrido a los ritos funerarios, símbolos y creencias
alrededor de la muerte, independientemente de su cultura. Es una necesidad del ser
humano a todos los niveles, tanto emocional como existencial.
Nuestro inconsciente, nuestros procesos mentales más complejos se sirven de símbolos para
aquello que es casi imposible de verbalizar pero que, sin embargo, necesita ser significado y
expresado. Cada vez más a menudo intentamos despojar al duelo de sus señas de identidad,
de los rituales y de los hitos que van marcando momentos importantes del proceso. Sin
embargo, a nivel emocional necesitamos ceremonias, rituales y símbolos que permitan
aliviar el dolor que genera la muerte.
Hay otra serie de ritos, símbolos y herramientas que cumplen una función emocional más
individual. En esta línea, las cartas de despedida, ciertos rituales de despedida o la tarea que
trabajamos en este artículo permiten que los procesos emocionales complejos
encuentren su manera de ser simbolizados a través de objetos o actos concretos.
En general, la forma que tenemos de simbolizar y, por lo tanto, de dar un significado y poder
procesar algo, es a través de la palabra. Sin embargo, durante el proceso de duelo todo
doliente se va encontrando con momentos en los que necesita algo más: necesita enfrentarse
a determinadas situaciones, o expresar algo concreto, o acudir a un lugar determinado que
tiene una simbología especial. En esas situaciones los símbolos son necesarios para
expresar y elaborar aquello que va más allá de las palabras.
Cómo funciona la caja de recuerdos
La caja de recuerdos consiste en recopilar en una caja una serie de pertenencias,
recuerdos u objetos del fallecido que son de especial relevancia para el doliente.
También se puede elaborar un álbum o una caja de fotos. Se puede incluir todo lo que el
doliente necesite: fotos, escritos, recuerdos, objetos, dibujos… El objetivo de esta herramienta
es poder acudir a un lugar donde sabemos que están los objetos que nos vinculan con el
fallecido.
Elaborar una caja o un álbum debe ser algo que surja como necesidad o que encaje bien
en un proceso de duelo concreto. Puede ser especialmente útil en los duelos por la muerte de
un bebé; los duelos a distancia o aquellos en los que, por circunstancias, los dolientes no
pueden acudir a ningún lugar para honrar al fallecido; para aquellos dolientes que sienten que
la emoción está bloqueada y no fluye con naturalidad; para personas que necesiten ir
cerrando algún proceso del duelo… y, por supuesto, para todos aquellos dolientes que
sientan que les puede ayudar o que les gustaría realizarlo. Es una herramienta que se
puede utilizar a nivel familiar, dejando participar también a los niños.
A medida que el duelo se va elaborando, se van necesitando menos los objetos externos para
rememorar o sentir, puesto que se va interiorizando el vínculo con el fallecido. Pero este
complicado proceso conlleva un camino y un tiempo, y este tipo de herramientas pueden
facilitar la tarea.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida
de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o
para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web:
www. fundacionmlc.org
Herramientas para superar el duelo:
Carta de despedida
Aceptar que un ser querido que ha muerto no va a volver es uno de los procesos
más complejos del duelo. Una herramienta muy utilizada en los procesos
terapéuticos de duelo son las cartas de despedida, ya que pueden resultar de
mucha ayuda al doliente que se encuentra atravesando esta tarea tan costosa.
Esta herramienta consiste en que el doliente escriba una carta -o varias, si resulta
conveniente durante el proceso-, en donde exprese todo aquello que quiera, lo que
ha quedado por decir, lo que necesite explicar, etc. Es una carta abierta, sin guión
establecido. El único elemento imprescindible es que al final haya una
despedida. Se trata de un proceso duro para el doliente, por eso es recomendable
alternarlo con actividades más livianas.
En casos así, cuando han quedado sin resolver ciertos aspectos de la relación y el
doliente lo siente con dolor y angustia, puede estar especialmente indicada la carta
de despedida, si el doliente está de acuerdo. Esta herramienta puede contribuir a
poner luz sobre el proceso de elaboración de duelo y ayudar en gran medida al
doliente cuando se enmarca dentro de un proceso terapéutico.
Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido
la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su
entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en
consultar nuestra página web:
www. fundacionmlc.org
Rituales Terapéuticos de Despedida: el
Duelo
Al hablar de duelo, lo primero que pensamos es en una pérdida irreparable. Por
ello, uno de los factores que puede traer complicaciones en este proceso es la
ausencia del entierro tradicional y de rituales de duelo bien desarrollados.
Palazzoli y col. (1974, cp. Van der Hart y Frits, 1991) describen el ejemplo de una niña de dos
años y medio a quien sus padres no le habían explicado que su hermano había nacido con
serias dificultades, ni que había muerto seis meses más tarde. Sin embargo, su hija parecía
reaccionar a esto dejando de comer. Los terapeutas dieron instrucciones a sus padres para
que le hablaran de su hermano y de la muerte de éste y, juntos, enterraran en el jardín alguna
de sus ropas y plantaran un árbol en la sepultura. Este ritual terapéutico fue una experiencia
conmovedora, no solo para la niña sino también para los padres, dando como resultado la
desaparición inmediata de los síntomas.
Durante esta fase, el paciente sigue ciertas reglas que separan el período de duelo de la vida
“normal”. Estas reglas, cuyo origen se encuentra en la tradición judía (Lamm, 1969, Herman y col,
1987, cp. Van der Hart y Frits, 1991), también puede beneficiar a los no judíos. Por ejemplo, la
persona puede encender una vela cada día o cada noche, abstenerse de beber alcohol y de
comer carne, de participar en fiestas o celebraciones, y renunciar a diversos lujos o placeres,
tener relaciones sexuales, ir a la peluquería, etc.
Para poner en marcha el proceso de duelo o alentarlo después, el terapeuta pide al paciente que
escoja un objeto que simbolice su relación con el difunto. El paciente da uno o varios de éstos
al terapeuta para que los guarde. Después, se pide que se relacione con los objetos de forma
diferente; por ejemplo, colocándolos en un lugar más importante, literal y metafóricamente. Podría
encuadrar la fotografía de un álbum y ponerla en una mesa del salón. El tratar de manera distinta
estos símbolos implica un cambio en la experiencia consciente con respecto al difunto. La persona
puede crear dibujos, pinturas, esculturas, poemas o historias que sirvan como símbolos clave, o
encontrarlos en la naturaleza (trozo de madera, conchas, frutas, etc.), pudiendo trabajarlos o
alterarlos para incrementar su semejanza o conexión con el muerto. La búsqueda de actos y
objetos simbólicos no es una cuestión de ingenuidad por parte del terapeuta, sino una forma de
descubrir aquello que el cliente siente que es apropiado y significativo.
De hecho, “La carta continua de despedida” es la forma más común de crear un símbolo de la
relación con el muerto. Esta tarea es extremadamente apropiada para los pacientes con un
síndrome de duelo conflictivo, quienes así tienen una oportunidad para expresar e integrar sus
sentimientos ambivalentes con respecto al muerto. Si la despedida abarca más de una persona, el
paciente escribe, para cada persona, una carta continua distinta en un cuaderno diferente.
Después de escribir durante un rato a una de ellas, con frecuencia descubre que todavía tiene
algo que decir a la otra. El reciente duelo ha reactivado el duelo de una pérdida anterior. De este
modo, se pueden realizar simultáneamente los diferentes procesos de duelo. La utilización de
cuadernos separados es una manera de diferenciarlos. De esta forma, el paciente puede darse
cuenta de hacia quién se dirigen ciertos sentimientos (pena o enojo, por ejemplo).
Una vez completada toda o casi toda la carta, el terapeuta discute con el paciente qué va a
hacerse con los respectivos temas y/o cuadernos. paciente escribirá todos los días, o tres veces a
la semana, a una hora y en lugar fijados, durante cuarenta y cinco minutos a una hora; menos en
caso de que la tensión se haga demasiado penosa. Fijar un tiempo y un lugar dan a la carta un
carácter ritual, proporcionando un encuadre en el que el cliente exprese y elabore sus
emociones. El paciente puede requerir una asistencia especial, y es posible que el terapeuta, para
ayudarlo, necesite leer los pasajes relevantes en la carta. Es preferible consultar al terapeuta
sobre la finalización de la carta; si la persona toma esta decisión por su cuenta, se arriesga a
terminar demasiado pronto, evitando así la experiencia del dolor. Las señales de que el proceso
está finalizando son: una menor preocupación por el pasado, sueños que implican despedirse del
difunto, y un mayor interés por las personas y cosas del presente. En esta etapa, se prepara una
ceremonia para despedirse de la carta(s).
Una vez finalizado el ritual de despedida, convendrá tener unas sesiones de seguimiento. Durante
estas sesiones, se plantea una ceremonia conmemorativa, ya que incluso después de todo el
trabajo de duelo del ritual de despedida, ciertas fechas harán resurgir la pena (la fecha de la
muerte o el cumpleaños del difunto, por ejemplo).
Como psicólogo, contar con una formación como el Máster en Psicología Clínica y de la Salud de
ISEP te proporcionará seguridad para afrontar este tipo de casos.