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Piera

Representación:

Entendemos por actividad de representación al equivalente psíquico del trabajo de


metabolización característico de la actividad orgánica. El elemento absorbido y metabolizado
no es un cuerpo físico sino un elemento de información. Ese elemento heterogéneo (distinto) y
lo transforma en elemento homogéneo a la estructura de cada sistema.
El termino elemento engloba a dos conjuntos de objetos aquello cuyo aporte es necesario para
el funcionamiento de sistema y aquello cuya presencia se impone. Y es imposible de ignorar. La
actividad psíquica está constituida por tres procesos de metabolización, originario
(pictograma), primario (la fantasía), y el secundario (representación de ideas).
Estos lugares son hipotéticos que constituyen el espacio en el cual se desarrollan estas
actividades. No está presente desde un primer momento sino que suceden temporalmente y
su puesta en marcha es provocada por la necesidad que se le impone a la psique de conocer
una propiedad de un objeto exterior a ella. La instauración de un nuevo proceso nunca implica
el silenciamiento del anterior.
Solo puede existir una representación que ha metabolizar al objeto originario en esos espacios
transformándolo en un objeto cuya estructura se ha convertido en idéntica al representante.
Toda representación confronta con una doble puesta en forma de la relación que se impone
con los elementos constitutivos del objeto representado. Puesta en forma de la relación entre
el representante y el representado. Los
elementos que no fuesen aptos para sufrir esta metabolización no pueden tener un
representante en el espacio psíquico, y por lo tanto carecen de existencia para la psique.
Existe una relación entre la actividad de representación y la economía libidinal. Todo acto de
representación coexiste con un acto de catectizacion y que todo acto de catectizacion se
origina en la tendencia característica de la psiques de preservar o reencontrar una experiencia
de placer.
El placer define la cualidad del afecto presente en un sistema psíquico en toda ocacion en la
que este ultimo o ha podido realizar su meta, pero la actividad de representación no puede
alcanzar su meta solo puede llegar a una representación que confirme el postulado
característico del sistema al que corresponde. A su vez podemos afirmar que toda puesta en
representación implica una experiencia de placer de no ser asi estaría ausente la primera
condición necesaria para haya vida.
La realización del deseo implicara un estado de reunificación entre el representante y objeto
representado justamente esta unión es la que se presentara como causa del placer
experimentado.

El estado de encuentro y el concepto de violencia:

La psique y el mundo se encuentran y nacen uno con el otro, uno a través del otro. Para que la
actividad psíquica sea posible se requiere que pueda apropiarse de (o incorporar si asi se
prefiere este termino) un materia exógeno, este material tiene que ver con las informaciones
emitidas por los objetos soporte de catexia, objetos cuya existencia la actividad psíquica
deberá reconocer. Por ello la experiencia del encuentro confronta a la actividad psíquica con un
exceso de información que ignorara hasta el momento en que ese exceso lo obligue a
reconocer que lo que queda afuera de la representación característica del sistema retorna a la
psique bajo la forma de un desmentido concerniente a su representación de su relación con el
mundo.

La madre posee el privilegio de ser para el infans el enunciante y el mediador priviegiado de un


discurso ambiental del que le transmite bajo una forma pre digerida y pre moldeada por su
propia psique las conminaciones, las prohibiciones y mediante el cual le indica los limites de lo
posible y de lo licito. Por lo tanto en ese texto la denominamos la porta voz lo que constituye el
fundamento de su relación con el niño. A traves del discurso que dirige a y sobre el infans se
forja una representación ideica de este ultimo con la que identifica desde un comienzo al ser
del infans definitivamente precluido de su conocimiento. El orden que gobierna los enunciados
de la voz materna no tiene nada de aleatorio y se limita a dar testimonio de sujeción del Yo que
habla a tres condiciones previas. El sistema de parentesco, la estructura lingüística y las
consecuencias que tienen sobre el discurso los afectos que intervienen en la otra escena.
Trinomio que es causa de la primera violencia radical y necesaria en la que la psique del infans
vivirá en el momento de su encuentro con la voz materna. La madre es un sujeto en el que ya
ha operado la represión e implantado del Yo, el discurso que ella dirige al infans lleva una doble
marca responsable de la violencia que el va a operar.

Llamamos violencia primaria a la acción mediante la cual se le impone a la psique de otro una
elección un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que lo impone pero que se
apoya en un objeto que corresponde para el otro como categoría de lo necesario. La palabra
materna derrama un flujo portador y creador de sentido que se anticipa en mucho la
capacidad del infans de reconocer su significación y de retomarla por cuenta propia.
La madre se presenta como un yo hablante o un yo hablado que ubica al infans en situación de
destinatario de un discurso, mientras que el carece de la posibilidad de apropiarse del
significado del enunciado y que lo oído será metabolizado inevitablemente en un material
homogéneo con respecto a la estructura pictográfica.

Por otro lado se da una violencia secundaria que abre camino apoyándose en su predecesora,
de la que representa un exceso por lo general perjudicial y nunca necesario para el
funcionamiento del Yo. En el primer caso encontramos una acción necesaria de la que el yo del
otro es e agente tributo de la actividad psíquica para preparar el acceso de un modo de
organización que se realiza ha expensas del placer y en beneficio de la constitución futura de la
instancia del Yo, en el segundo caso por lo contrario la violencia secundaria se ejerce contra el
Yo, si esta violencia es tan amplia como persuasiva hasta el punto de ser desconocida por su
propia víctima ello se debe a que logra apropiarse abusivamente de los calificativos de
necesaria y natural.

El proceso originario y el pictograma

El pictograma es el proceso de construcción del psiquismo, es la conjugación entre la zona


corporal excitada por la necesidad el objeto que calma y satisface y el placer otorgado por la
experiencia. La psique percibe muy precozmente un suplemento de placer cuando la
representación la acompaña una experiencia de satisfacción real con la condición de que esta
satisfacción pueda proporcionar placer y no se reduzca a calmar la necesidad.

Este modelo es el calco estructural del propio representante es la fase en la que el conjunto de
las producciones de la actividad psíquica se adecuara al postulado del auto engendramiento.
En nuestro análisis separamos lo que se relaciona con la economía placer- displacer
característica de este postulado y lo que se relaciona con la particularidad de lo representado
que la engendra: el pictograma. El origen de este proceso se da en la experiencia inaugural de
placer que es el encuentro entre boca y pecho.
La actividad del proceso originario es la experiencia responsable del desencadenamiento de la
actividad de una o varias funciones del cuerpo originada en la excitación de la superficie
sensoriales correspondiente. Esta actividad y esta excitación exigen el encuentro entre un
órgano sensorial y un objeto externo que posee un poder de estimulación frente a él. La
representación pictográfica en este encuentro exhibe la particularidad de ignorar la dualidad
que la compone. Lo representado se presenta ante la psique como presentación de ella misma;
el agente representante considera a la representación como obra de su trabajo autónomo
contempla en ella el engendramiento de su propia imagen. Esta sobre significación y sobre
determinación de lo representado constituye un rasgo esencial.

La representación del encuentro puede ser una fuente de placer o una de displacer. La meta a
la que apunta la actividad psíquica nunca es gratuita el gasto de trabajo que implica debe
asegurarse una prima de placer de no ser así la no catectizacion de la actividad de
representación pondría fin a la actividad vital misma, es decir el placer permite la
representación, genera deseo de catectizar y metabolizar objetos. En cambio el displacer esta
presente en toda oportunidad en la que el estado de fijación es imposible ya que toda
información puede exceder un umbral de tolerancia y transformarse en fuente de dolor, por lo
cual la actividad psíquica debe volver a forjar una representación y el trabajo requerido para el
surgimiento de una nueva representación determina un estado de tensión responsable de este
displacer. El tomar en si y el rechazar en si puede traducirse en un primer momento en otro
binomio: la catectizacion y la descatectizacion de aquello de lo q se es informado y del objet de
excitación responsable de esta información. Importa señalar que en esta fase la representación
pictográfica de los conceptos de tomar y rechazar es la única representación posible de toda
experiencia sensorial.

Pictograma y placer erógeno

En este estadio el pecho debe ser considerado un fragmento del mundo que presenta la
particularidad del ser simultáneamente audible, visible, táctil, olfativo, alimenticio y así
dispensador de la totalidad de los placeres. Por su presencia este fragmento desencadenara la
actividad del sistema sensorial y de la parte del sistema muscular necesaria para la succión. De
este modo la psique establece una identidad entre lo que realmente es efecto de una actividad
muscular de ingerir un elemento exterior y al hacerlo satisface una necesidad y lo que se
origina en la excitación sensorial y que ingiere el placer que experimenta en el momento de su
excitación. Pero también se observa un fenómeno de displacer y sufrimiento. La ilusión de que
toda zona auto engendra el objeto adecuado a ella determinara que el displacer originado en la
ausencia del objeto o en su inadecuación por exceso o por defecto se presenta como ausencia
exceso o defecto de la zona misma. En este estadio se encuentra presente el pecho malo y
boca mala, los cuales son un pecho que intenta arrancarse de la boca y una boca que intenta
arrancar el pecho.

Proceso primario:
La entrada en funciones de lo primario es la consecuencia del reconocimiento que se le impone
a la psique de la presencia del otro cuerpo y por ende de otro espacio separado del propio. Lo
que podrá representarse mediante la puesta en escena de una relación que une a lo separado
es el reconocimiento de la separación entre dos espacios corporales, y por lo tanto de dos
espacios psíquicos, reconocimiento impuesto por la experiencia de la ausencia y del retorno.
Esta representación es al mismo tiempo reconocimiento y negación de la separación, aunque la
psique se ve confrontada con la obligación de reconocer que el pecho es un objeto separado
del cuerpo propio, cuya posesión no está asegurada y se ve inducida a negar su propio deseo a
una separación que ella no puede eliminar, esta doble necesidad responde al surgimiento de
una representación del otro. El placer o displacer que este espacio puede experimentar se
presentara a su vez como el efecto del deseo del otro de una reunificación entre los dos
espacios separados o a la inversa como el deseo de rechazo. Cualquiera que sea
la cosa que lo primario metabolizara en la imagen que forja de ella se producirá siempre una
puesta en relación de los elementos presentes en la fantasía que será el calco de la relación
que une a las partes y las funciones erógenas de su propio cuerpo y al mismo tiempo de la
relación que une estas mismas partes y funciones con el cuerpo del otro. Toda fantasía es
realización de un deseo y todo fantaseo apunta a la obtención de un placer erógeno y toda
fantasía nos remite a la representación sucesiva que forja lo primario acerca de lo que pueda
ser causa de un placer sexual.

La representación fantaseada y el inconsciente se originan de forma conjunta constitutivo de lo


primario y de un primer juicio impuesto por el principio de la realidad acerca de la presencia de
especio exterior y separado. El reconocimiento del cuerpo de la madre como entidad
autónoma inducirá a la psique a admitir la existencia en la escena exterior de una pareja que ya
no es representada como el equivalente del objeto complementario. Se produce una
separación de los elementos que el pictograma presentaba como indisociable. El vinculo que
une a la madre con ese tercero presenta en el espacio más familiar del infans no es ya la fusión
sino un acto que puede unir lo que por naturaleza está separado o rechazar todo posible
acercamiento. El infans percibe este acto como manifestación de amor o de odio.

El postulado de lo primero tiene dos consecuencias esenciales 1- proporcionar una


interpretación escénica de un mundo en el que todo acontecimiento y todo existente
encuentra su causa en la intención 2- considerar al displacer, experiencia inevitable como lo
que prueba la realización del deseo del otro; el displacer puede convertirse en fuente de placer
pues al experimentarlo se tiene la certeza de adecuarse a lo que el otro desea.
Por interpretación escénica se debe entender en primer lugar la puesta en escena de la
intención supuesta del pecho. Una vez incorporada la existencia de este objeto primordial ya
no será posible concebir su presencia o ausencia como un efecto del azar, las cuales son
interpretadas como consecuencias de la intención del pecho de ofrecer placer o de imponer
displacer hasta q la constituya la intención del deseo de la madre. Esta interpretación
cualquiera sea su grado de elaboración exige que lo experimentado puede encontrar su causa
en la intencionalidad de un deseo planteado inicialmente como el deseo del otro frente al
sujeto cuya meta será siempre y exclusivamente el estado de placer que será el deseo de
placer. Las dos posiciones complementarias de todo deseo dará testimonio de la existencia de
lo exterior siendo interpretado como manifestación del deseo del otro, y lo experimentado por
el fantaseante como efecto de la respuesta que este deseo espera o impone.
La organización de la construcción fantaseada determina que el fantaseante ignore que es él
quien la pone en escena, que su contructum se origina en la proyección sobre el otro de un
deseo que a él le concierne. Este desconocimiento es responsable de una característica
especifica y constitutiva de la organización fantaseada, la exigencia que tiene un fantaseante
plantear en el argumento cuyo desarrollo contempla dos objetos y en el exterior de la escena
un tercero representado por la mirada que la contempla.

La entrada en funciones de lo primario implica el reconocimiento de la presencia de un pecho


separado del propio cuerpo, siguiendo de inmediato el reconocimiento de otro lugar aparte del
pecho catectizado por el primer representante del otro en la escena de lo real, otro lugar a
través del cual se le preanuncia a la psique la existencia del padre y el reconocimiento de la
pareja paterna.

Proceso Secundario: El espacio al que el Yo puede advenir

Todo sujeto nace en un “espacio hablante”, por ello antes de tener que abordar la estructura
del Yo como instancia constituida por el discurso, se debe analizar las condiciones necesarias
para que ese espacio le ofrezca al Yo un “hábitat” conforme a sus exigencias. El estado
infantil determina que entre esta psique singular y el “Ambiente psíquico” intervenga como
eslabón intermedio un “microambiente” (familiar o el que lo sustituye) que en un primer
momento será percibido y catectizado por el niño como metonimia del todo.

● El portavoz: Este término define la función reservada al discurso de la madre en la


estructuración de la psique. El infans , a través de su voz, es llevado por un discurso
que en forma sucesiva. Comenta, predice, acuna al conjunto de sus manifestaciones;
portavoz también en el sentido de delegado, de representante de un orden exterior
cuyas leyes y exigencias ese discurso enuncia.

En una primera fase de la vida, la voz materna es la que comunica entre si dos espacios
psíquicos.

Los diferentes análisis han demostrado que la necesidad de la presencia de un Otro no es en


absoluto reductible a las funciones vitales que debe desempeñar. Vivir exige , la satisfacción
de una serie de necesidades de las que el infans no puede ocuparse de forma autónoma. Pero
del mismo modo, se exige una respuesta las necesidades de la psique.

La experiencia analítica demuestra que el funcionamiento de los procesos originario y primario


exige la presencia de un material modelado por una tercera forma de la actividad psíquica, el
proceso secundario, que por su parte actúa en un espacio heterogéneo. Los materiales de la
representabilidad del pictograma, de lo escénico de la figuración, están constituidos por
objetos modelados por el trabajo de la psique materna. Para que los objetos ejerciten su poder
de representabilidad y de figurabilidad, se requiere que hayan sido marcados, de un modo u
otro, por la actividad de la psique materna. Esta les otorga un índice libidinal y , de ese modo,
una jerarquía de objeto psíquico, conforme a lo que llamamos las necesidades de la psique.

Se reconocerá aquí el aporte de la teoría de Lacan: en efecto, podríamos decir que el objeto es
metabolizable por la actividad psíquica del infans solo si, y en la medida en que, el discurso de
la madre le ha otorgado un sentido del que su nominación es testimonio. Lo que el infans
metaboliza es una pura representación de su relación con el mundo es un objeto que
inicialmente habito, en el area de la psique materna, se deduce que se trata de un fragmento
del mundo, conforme a la interpretación que la represión le impone al trabajo de la psique
materna, remodelado para tomarlo homogéneo a la organización de lo originario y de lo
primario.

El sujeto deberá encontrar su lugar en una realidad definida por enunciados que mientras nos
mantenemos fuera de la psicosis, respetan la barrera de la represión y ayudan a su
consolidación.

La psique reemplaza lo carente de sentido de un real, que no podría tener status alguno en la
psique, mediante una realidad que es humana por estar catectizada por la libido materna.

En el momento encuentro infans-madre nos vemos confrontados con una dinámica


extremadamente peculiar:

● La madre ofrece un material psíquico que es estructurante solo por haber sido ya
remodelado por su propia psiique , lo que implica que ofrece un material que respeta
las exigencias de la represión.
● El infans recibe este “alimento” psiquico y lo reconstruye tal como era en su forma
arcaica para aquella que, en su momento, lo había recibido del Otro.

La psique del infans remodelara ese material, pero sin poder impedir que irrumpan en su
propio espacio restos que escapan a su poder y que forman los precursores necesarios para la
actividad de los secundario.

La violencia anticipada (La sombra hablada) : Tengamos en cuenta el concepto de violencia


primaria, tal como lo ejerce un discurso que se anticipa a todo posible entendimiento, violencia
que es, necesaria para permitir el acceso del sujeto al orden de lo humano,. Precediendo en
mucho al nacimiento del sujeto, hay un discurso preexistente que le concierne; especie de
sombra hablada y supuesta por la madre hablante, tan pronto como el infans se encuentre
presente, ella se proyectará sobre su cuerpo y ocupara el lugar de aquel al que se dirige el
discurso del portavoz.

En esta problemática identificatoria, el eje es la transmisión sujeto a sujeto de algo reprimido,


indispensable para las exigencias estructurales del Yo. Las desviaciones que puede sufrir este
proceso son las que explican lo que distingue a la psicosis de la no psicosis.

En un primer momento, el discurso materno se dirige a una sombra hablante proyectada sobre
el cuerpo del infans; ella le demanda a este cuerpo cuidado, mimado, alimentado, que
confirme su identidad con la sombra.

El termino madre se referirá a un sujeto en el que suponemos presentes las siguientes


características:

- Una represión exitosa de su propia sexualidad infantil


- Un sentimiento de amor hacia el niño
- Su acuerdo esencial con lo que el discurso cultural del medio al que perteneces dice
acerca de la función materna
- Presencia junto a ella de un padre del niño, por quien tiene sentimientos
fundamentalmente positivos

Ese perfil se refiere a la conducta consciente o manifiesta de la madre.

La presencia de lo que designamos como la sombra hablada constituye una constante de la


conducta materna. Sombra llevada sobre el cuerpo del infans por su propio discurso, se
convierte en la sombra parlante de un soliloquio a dos voces sostenido por la madre. La
sombra representa la persistencia de la idealización que el Yo proyecta sobre el objeto, lo que
el querria que sea o que llegase a ser, de todos modos no anula aquello que a partir del objeto
puede imponerse como contradicción. Por ello, entre el objeto y la sombra persiste la
posibilidad de la diferencia. El reconocimiento de esta posibilidad determina lo que el Yo vive
como duda, sufrimiento, agresión e inversamente como placer , alegría, certeza, en lo
momentos en los que se asegura de la concordancia presente entre la sombra y el objeto.

El efecto de la represión y su transmisión: El discurso de y por la sombra es el que permite a la


madre ignorar el ingrediente sexual inherente su amor por el niño, así, ese discurso intenta
impedir el retorno de lo que debe permanecer en lo reprimido, lo que da lugar al atributo
funcional unido a todo aquello que en el contacto corporal participa de un placer cuya causa
debe ser ignorada: se acuna al niño, porque asi se logra hacerlo dormir, y dormir es bueno, se
lo lava porque es higienico o porque la ley lo prescribe, se lo alimenta de acuerdo con un
modelo instituido de buena salud, etc. Desgraciadamente, ello no impide la presencia de fallas:
la caricia se da por añadidura, el sexo puede ser tocado con placer, el beso perderse en la boca.
De todos modos, en el discurso materno todo aquello que habla el lenguaje de la libido, y del
amor es dedicado a la sombra. Se es tierno, severo, se recompensa, o se castiga en nombre de
lo que, según se supone, la sombra expresa mediante el cuerpo.

Lo que llamamos sombra esta constituido por una serie de enunciados testigos del anhelo
materno referente al niño;conducen a una imagen identificatoria que se anticipaa lo que
enunciara la voz de ese cuerpo, por el momento ausente. Para el Yo de la madre, esta sombra,
este fragmento de su propio discurso, representa lo que en otra escena, el cuerpo del niño
representa para su deseo inconciente.

El Yo de la madre construye y catectiza ese fragmento de discurso para evitar que la libido se
desvie del niño actual y retorne hacia el de otro tiempo y lugar. La sombra preserva a la madre
dl retorno de un anhelo que en su momento, fue perfectamente consciente y que luego fue
reprimido: tener un hijo del padre; tras él, sin embrago, y precediéndole se encuentra un deseo
mas antiguo cuyo retorno seria mucho mas grave: tener un hijo de la madre. La sombra es lo
que el Yo pudo reelaborar, reinterpretar a partir del segundo anhelo reprimido, logrando asi la
preclusión del primero. El
conjunto del discurso de la sombra puede situarse bajo la rubrica de los anhelos: para el infans
se anhela un ser, un tener, un devenir, es evidente que este anhelo representa aquello a lo
que se ha tenido que renunciar, lo que se ha perdido o lo que que se ha olvidado haber
anhelado.

Configuracion y sintaxis de un deseo


No tomaremos como punto de partida lo originario sino el enunciado mediante el cual puede
traducirse el propósito que opera en la figuración de lo primario: ser objeto del deseo de la
madre (del deseo del Otro). Atendiéndose a la problemática materna, este enunciado señala
en el trascurso de la evolución psiquica la siguiente secuencia de transformaciones:
1 Ser objeto del deseo de la madre 2 tener un hijo de la madre 3 tomar el objeto del deseo
de la madre 4 ser el objeto deseado por el padre 5 tener un hijo del padre 6 dar un hijo a
un padre 6 anhelar que su propio hijo se convierta en padre o madre.
El anhelo ubica al niño real en una posición que señala una doble analogía, aquella que formula
el anhelo le imputa su mismo anhelo de tener un hijo, pero al mismo tiempo, anhela tener un
hijo con aquel a quien no es posible dárselo y de quien esta prohibido esperarlo. A través
de la voz de la sombra hablada la madre se enuncia y enuncia al niño , las prohibiciones que
inicialmente proyecto allí, de ese modo, le significa una prohibición que se anticipa a su propio
deseo. Se establece asi una relación de reciprocidad funcional, al convertirse el infans y la
madre, uno para el otro, en agentes al servicio de la represión. Se transmite asi de sujeto a
sujeto una repetición de la prohibición, necesaria para la preservación de la heterogeneidad de
las dos escenas en presencia para construir la barrera que reorganizara es espacio psíquico del
niño. El anhelo “tener un hijo” es heredado de
un pasado que convierte al enunciado en la formulación del deseo humano, paradójicamente
este anhelo, tal como lo pronuncia la madre y tal como se lo imputa al niño es lo que posibilita
a ella situarse como donante prohibida.

LA violencia de la interpretación: el riesgo de exceso El efecto preformador e inducir sobre lo


que se deberá reprimir es la consecuencia esencial de la acción anticipatoria constitutiva del
discurso de la madre y del discurso en general. Esta anticipación ofrece al sujeto un don sin el
cual no podría convertirse en sujeto: desde un primer momento, transforma en significación ,
de amor, de deseo, de agresión, de rechazo; accesible y compartida por el conjunto lo indecible
y lo impensable caracteristicos de lo originario. Esta metabolización operada, en primer lugar,
por la madre, en relación con las vivencias del infans se instrumenta y se justifica, ante ella, por
el saber que se atribuye en relación con las necesidades de ese y de ese cuerpo y esa psique.
En un punto no se equivoca: para la estructura psquica es necesario que se opere esta
transformación radical que permite que la respuesta que el infans recibe preanuncie la
denominación y el reconocimiento de lo que serán luego sus objetos de demanda. Esta
demanda solo buscara el objeto de la necesidad porque puede convertirse en el signo forjado y
reconocido por el deseo humano: sucesor legitimo, entonces, aunque sea al precio de una
heterogeneidad radical de lo que la psique demandaba en un primer momento. En ambs
casos, lo demandado concierne a lo que la psique espera y busca para lograr que un estado de
placer sea alcanzado y que su deseo encuentre su objeto en la respuesta del Otro. Esta
violencia operada por la interpretación de la madre en relacion con el conjunto de las
manifestaciones vivenciales del infans, es indispensable: constituye la ilustración paradigmática
de lo que seria la violencia primaria. Su agente es
un deseo heterogéneo: el de la madre que desea poder ser el ofrecimiento continuo, necesario
para la vida del infans y poder ser reconocida por él como única imagen dispensadora de amor.
Es imprescindible y no puede faltar si se pretende que haya supervivencia tanto corporal como
psíquica. De este modo lo que la madre
desea se convierte en lo que demanda y espera la psique del infans: ambos ignoran la violencia
operada por una respuesta que preforma definitivamente lo que será demandado, al igual que
el modo y la forma que asumira la demanda a partir de ese momento.
Aparece otro factor igualmente importante para el destino del sujeto: el riesgo de exceso,
riesgo que, por supuesto, no siempre se actualiza, pero cuya tentación esta siempre presente
en la psique materna. En la actualización de la violencia que opera el discurso materno se
infiltra un deseo que en la mayor de los casos permaneces ignorado y negado. Ese deseo es el
deseo de preservar es el statu quo de esta primera relación o , si se prefiere, deseo de
preservar aquello que durante una fase la existencia (y solo durante una fase) es legitimo y
necesario. Lo que ella no querria perder se discierne con con facilidad: un lugar que nadie
puede acordar, el de un sujeto que da vida, que posee los objetos de la necesidad y dispensa
todo aquello que constituye para el otro una fuente de placer, tranquilidad, de alegría,. Hemos
dicho que en un primer momento la madre busca y encuentra la respuesta que confirma su
derecho a reivindicar este triple poder para su papel en el buen funcionamiento de las
actividades del cuerpo, Pero muy rápidamente aparecerá una nueva actividad que por su parte
también era esperada desde siempre y preanunciada por el discurso materno: la actividad de
pensar. Esta actividad se convierte en el ultimo fruto esperado de este cuerpo cuidado,
alimentado, acunado, educado, con la esperanza, podríamos decir de que ofrezca a la actividad
de pensar. La madre
tiene la certeza de que la capacidad de pensar del niño responde como minimo a la norma y
de ser posible la supera. La primera consecuencia será que se espera al poder de intelección
como el que confirmara a la madre el éxito o fracaso de su función materna. La madre
sabe por experiencia propia, que el pensamiento puede es por excelencia el instrumento de lo
que puede ser disfrazado, de lo oculto, de lo secreto, el lugar de un posible engaño que no es
posible descubrir. No es posible ocultar la negativa a comer o dormir, no es posible ocultar que
se ha defecado, pero quizás seria posible ocultar que se finge amar, comprender o, a la inversa,
que se finge no comprender o no desear lo prohibido. Contrariamente a las actividades del
cuerpo, la actividad de pensar no solo representa una ultima función cuya valorización
superara a la de sus antecesoras, sino que es la primer cuyas producciones pueden ser
ignoradas por la madre y también la actividad gracias a la cual el niño puede descubrir sus
mentiras, comprender lo que ella no querria que sepa. Apaece el primer instrumento de una
atonomia y de un rechazo que no ponen directamente en peligro su supervivencia.

El análisis de la relación de la madre con la actividad de pensar del niño permite ejemplificar
los caracteres singulares de esta relación.Permite en efecto, poner de manifiesto el propósito
del exceso, cualesquiera sean el momento en que aparezca y la forma que asuma. A partir del
momento en qe se produce (momento que por lo general, precede al poder pensar del niño)
ese propósito, en todos los casos, es lograr que la actividad de pensar , presente o futura,
concuerde con un molde preestablecido e impuesto por la mdre. Es una actividad sometida a
un poder-saber materno : en sus procedimientos, solo serán legitimados los pensamientos que
el saber materno declare licitos. En los casos en que la madre no ha sido culpable de exceso
alguno, se comprueba que el comienzo de la actividad de pensar suscita en ella tres respuestas
posibles.

● Esta ultima expresión de un nueva actividad, cuya adquisición el niño demuestra, es


continuación de funciones corporales a las que había otorgado desde un primer
momento una significación que les permitirá pasar del registro funcional al registro
libidinal, por ello es posible decir que la zona pensante y su objeto, el pensamiento,
ocupan en primer momento una posición análoga a la que carateriza a las otras zonas-
objetos parciales.
● La analogía es defectuosa en un aspecto: se impone una jerarquía que atribuye a sta
ultima función el poder de cristalizar el conjunto de las respuestas que la madre
esperaba del cuerpo, como testigo de la justificación y de la eficacia de su función
materna. Asi, el pensamiento del niño se convierte en la via regia que le indica a la
madre la respuesta, rechazo o aceptación del niño a lo que ella espera.
● LA madre percibe a esta actividad como coextensa con un riesgo, la madre la espera y
al mismo tiempo le teme. Lo que espera es la prueba por excelencia del valor de su
función; lo que teme es verse enfrentada por primera vez ante una pregunta del niño a
que no podría responder. ¿Qué piensa verdaderamente el?

El deseo del padre (de niño, por este niño)

Al encontrar el deseo del padre, el niño encuentra tambien el ultimo factor que permite que el
espacio exterior la psique se organice de modo tal que el funcionamiento del Yo sea posible o,
a la inversa, que lo obstaculice.
Referente de la ley, poseedor de la llaves que dan acceso a lo simbolico, donante del nombre:
ya en Freud, aunque no utilice el termino, y en medida aun mayor en la teoría de Lacan el
nombre del padre ocupara un lugar central.
El niño como la niña heredan un deseo de tener hijos transmitidos por el anhelo materno: el
deseo de que, a su vez, lleguen a ser padres o madres. Es cierto, entonces, que el deseo de hijo
por parte del padre esta íntimamente ligado a anhelos que se relacionaban con la esfera
materna y la era de su poder. Cuando se trata de un niño, la anticipación característica de su
discurso le transmitirá un anhelo identificatorio (llegar a ser padre) que se vincula con una
función que ella no posee y que solo puede referir a la de su propio padre. En ese sentido, en
su discurso habla de una función que pasa de padre a padre: su anhelo reúne dos posiciones y
dos funciones, la ocupada por su propio padre y la que podrá ocupar el infans como padre
futuro. Entre estos dos eslabones se situa el padre del niño, hacia el cual este ultimo dirigirá su
mirada para intentar saber lo que significa el término padre y cual es el sentido del concepto
“función paterna” .

La significación “función paterna” será enmarcada por tres referentes:

● La interpretación que la madre se ha hecho acerca de la función de su propio padre


● La función que el niño asigna a su padre y a la que la madre atribuye a este ultimo
● Lo que la madre desea transmitir acerca de esta funcion y lo que pretende prohibir
acerca de ella

SE deduce de que ello que el anhelo materna, que el niño hereda, se condensan dos relaciones
libidinales: la que la madre había establecido con la imagen paterna y la que viva con aquel a
quien, efectivamente, le dio un hijo. Que el niño llegue a ser padre puede referencia tanto al
esperanza de que repita la función del padre de ella, como a la esperanza de que el niño
retome por cuenta propia la función del padre de el.
El encuentro con el padre: En contraposición al encuentro con la madre, lo que le constituye el
rasgo especifico y diferencial del encuentro con el padre reside n que no se produce en el
registro de a necesidad; es por ello, sin duda, que el padre es el que abre la primera brecha en
la colusión original que hacia indisociable la satisfacción de la necesidad del cuerpo y la
satisfacción de la “necesidad libidinal”. Esta brecha inducirá a la psique del infans a reconocer
que, aunque deseada por la madre, esta presencia es totalmente agena al campo de la
necesidad.
“Ese no conocido” deseado por la madre, si nos situamos en el momento sumamente precoz
de la vida psiquica es en que la mirada del infans lo descubre, es planteado inicialmente ,
respecto de la madre, en una posición inversa a la que asumirá en una fase ulterior. Habremos
dicho que es a el a quien se referirá la madre para demostrar la legalidad de sus modelos; por
el contrario, durante este primera fase el infans busca y encuentra las razones de la existencia
del padre en el ámbito de la madre. Ese “otro lugar” deseado por la madre ese el que
representa el padre en la escena, y es ese deseo el que le confiere su poder, en una segunda
fase, por el contrario, el padre ocupa el lugar de quien tiene derecho a decretar lo que el hijo
puede ofrecer a la madre como placer y lo que le esta prohibido proponer debido a que el
desea a la madre y se presente como el agente de su goce y su legitimidad. Por esta doble
razón, el padre será visto simultáneamente por el niño como el objeto a seducir y como objeto
del odio.

● Objeto a seducir: esperar convertirse en el deseado del padre es esperar desempeñar


el mismo rol que la madre en el registro de su deseo: al decretar una igualdad entre el
niño y la madre como objetos igualmente codiciados por su deseo, la mirada del pare
permitiría que este atributo común transforme en una prueba de identidad entre estos
dos sujeto.
● Objeto del odio: esta fase del encuentro es sucedida por la necesidad de reconocerla
diferencia de los sexos, el carácter no absoluto del poder materno y, a la inversa, el
poder que ejerce en una potencia (la paterna) que asume, en principio, la forma de
una voz prohibidora y de una voz a la que la propia madre parece obedecer.

Es evidente que en la fase edipica el niñito considera al padre como un rival, cuya muerte
desea para que le deje un lugar libre junto a la madre. Antes de ocupar el lugar del rival
edipico, el padre se ha presentado ante la psique como encarnación en lo “exterior” así.

En escena de lo real aparece el que se impone, al mismo tiempo, como el primer representante
de los otros y como el primer representante de una ley que determina que el displacer sea una
experiencia a la que no es posible escapar. Al darle el hijo, su
mujer le muestra el deseo que tiene de transmitir una función que pase de padre en padre. Al
aceptar este don, el hombre puede considerar, finalmente, que su deuda frente a su propio
padre ha sido pagada, deuda cuya carga recae ahora sobre su hijo. Como eco de la voz materna
y gracias a su presencia, resuena el discurso de los padres, serie de enunciados que, al
transmitirse, aseguran la permanecía de la ley que rige en el sistema de parentesco.
Si intentamos formular a grandes rasgos lo que diferencia el deseo de la madre del deseo del
padre por el hijo podemos distinguir las siguientes características:
- El deseo del padre apunta al hijo como sucesor de su función. O proyecta mas
rápidamente a su lugar de futuro sujeto. Desde un primer momento, privilegia en el
hijo el poder paterno y el poder de filiación futura
- El narcisismo proyectado por el padre sobre el hijo se apoyara, en mayor medida que el
de la madre, en valores culturales.

Contrato narcisista

Se debe tomar en consideración un ultimo factor, que por su parte, es responsable de lo que se
jueja en al escena extrrafamiliar. Aunque sus efectos impregnan totalmente el campo de la
experiencia analítica y actúan con igual fuerza sobre ambos partenaires en presencia, su
análisis es mas que de los factores observados hasta el momento. A su presencia se debe lo
que desiganaremos con la expresión contrato narcisista.
El modo de acción característico del lenguaje fundaméntela nos ha obligado a realizar un
primera incursión mas allá del espacio familiar. Muy poco podría decirse acerca del efecto de
la palabra materna y paterna si no se tuviese en cuenta la ley a la que están sometidas y que el
discurso impone.
El contrato narcisista nos confronta con un ultimo factor que intervienen en el modo de
catectizacion del hijo por parte de la pareja. Nuestro planteo debe ser considerado como un
simple bosquejo a partir de algunas hipótesis acerca de la función metapsicológica que cumple
el registro sociocultural. Designamos asi al conjunto de instituciones cuyo funcionamiento
presenta un mismo rasgo característico: lo acompaña un discurso sobe la institución que afirma
su justificación y su necesidad.

Tenemos que tener en cuenta en este contrato que

● la relación que mantiene la pareja parental con el niño lleva siempre la huella de la
relación de la pareja con el medio social que la rodea.
● El discurso social proyecta sobre el infans la misma anticipación que a la que
caracteriza al discurso parental: mucho antes de que el nuevo sujeto haya sido nacido,
el grupo habrá precatectizado el lugar que se supondrá que ocupara, la esperanza de
que el transmita idénticamente el modelo sociocultural.
● El sujeto, a su vez, busca y debe encontrar en ese discurso, las refencias que le
permitan proyectarse hacia un futuro, para que su alejamiento del primer soporte
constituido por la pareja paterna no se traduzca en la perdida de todo soporte
identificatorio.
● El conflicto que quizás existe entre la pareja y su medio puede confirmar ante la psique
infantil la identidad entre lo que transcurre en la escena exterior y su representación
fantaseada de una situación de rechazo, de exclusión, de agresion, de omnipotencia. La
realidad de la opresión social sobre la pareja, o de la posición dominante que la pareja
ejerce en ella, desempeñara un papel en el modo en que el niño elaborara su
anunciado identificatorio.

El contrato narcisista se instaura gracias a la pre catectizacion por parte del conjunto del infans
como voz futura que ocupara el lugar que se le designa: por anticipación, provee a este ultimo
del rol de sujeto de grupo que proyecta sobre él.
Dificultades de simbolización y problemas de aprendizaje:
Las dificultades que presentan los niños en su aprendizaje escolar engloban una compleja
trama de factores, tales como los biológicos, psíquicos, políticos, socioeconómicos,
institucionales y pedagógicos que requieren de un abordaje interdisciplinario. Este abordaje se
centra en el análisis de la relación entre el psiquismo en constitución y las dificultades de
simbolización que se expresan en problemas de aprendizaje. El estudio del proceso de
simbolización en los niños nos permite establecer enlaces conceptuales entre los avatares de
su constitución psíquica y la particular modalidad con que construye sus relaciones de sentido.
La producción simbólica es la actividad psíquica encargada de la construcción de
representaciones, mediante la cual el sujeto interpreta el mundo en el que se inscribe a través
de los elementos que conforman la trama de significaciones con la que expresa su singularidad
psíquica histórica constituida. A su vez la construcción de objetividades en sentido cognitivo
exige por parte del sujeto como primera condición un movimiento de deseo hacia los objetos y
sus relaciones. Es decir en primera instancia la relación entre lo representado y la
representación, no es objetivo sino objetal, mediado por la posibilidad y el modo de libidinizar
su relación con los objetos a partir de su propia historia libidinal, por eso se incluye al análisis
de esta relación la trama intersubjetiva de sus relaciones primarias. Relaciones singulares que
en el inicio operan como funciones simbólicas primarias, materna y paterna, que se van
complejizando a medidas que el niño va incorporando en su trama nuevas relaciones
significativas. El espacio de estas nuevas relaciones es la escuela.
La escuela ofrece al niño un nuevo espacio de entramado simbólico para lo cual exige que esté
dispuesto a incorporar nuevas significaciones que ponen en cuestionamiento su marco de
referencia primario y que le generan conflictos con certidumbre anteriores. A su vez estos otros
que caracterizan la relación con la realidad exterior, se presentan con deseos independientes y
a veces contrarios al sujeto, marcando una distancia una diferencia que vuelve inevitable el
cambio y la transformación de esos enunciados. El cambio como resorte temporal del yo
posibilita nuevas simbolizaciones nuevas construcciones de sentido que le permiten elaborar
un discurso de su entramado de relaciones sociales. Y estas simbolizaciones no guardan
relación con lo sexual pero que sin embargo obtienen la atención del yo por su relación con los
atributos narcisistas que convocan. La sustitución
entre los objetos primarios de placer y aquellos nuevos objetos parcialmente extraños y
desconocidos pero cargados de valoración narcisista, constituyen lo que denominamos proceso
sublimatorio. El deseo de aprender se presenta como una disposición de la sublimación como
proceso, en el intento de alcanzar un placer en la apropiación de objetos que son valorados
socialmente y por eso se vuelven para el sujeto soportes de su ideal y emblemas
identificatorios, el deseo de aprender no es una adaptación a la normativa sino una ganancia
narcisista cuyo costo será la apropiación de dicha normativa.

¿Qué aspectos de esta relación están comprometidos cuando un niño no aprende?

Podemos agrupar estas problemáticas en tres grandes ejes de interrogantes que no se excluyen
entre sí:

1) Los efectos de las funciones simbolicas primarias, materna y paterna en la oferta de


recursos simbolizantes y de referentes identificatorios. En relación con la función
materna se pueden encontrar problematicas cuando aparecen déficit en la
libidinizacion y en la narcisizacion temprana ligados a restricciones en la oferta libidinal
y recursos simbolizantes, el sujeto queda liberado a invasiones pulsiones masivas que
lo someten a la descarga compulsiva y a la legalidad del proceso primario. Aquí nos
encontramos con fallas en la constitución de un psiquismo diferenciado en sistemas
estando en juego su acceso mismo a la legalidad. Son niños en los que no se ha
construido un yo capaz de sostener un ordenamiento temporo-espacial, son los
descriptos por los docentes como chicos con problemas de conducta.
En relación con la función paterna sus restricciones simbolicas se manifestaron en
autoritaria y ausente, autoritario son los casos en que confunde el agente de la función
con la función misma, generando un discurso normativo cerrado a referentes externos,
constituyendo imposiciones arbitrarias que dificultan en el niño la apropiación de un
espacio exogámico. En estos niños aparecen dificultades en la construcción de nuevos
referentes identificatorios por no encontrar en el discurso paterno un espacio posible
para un proyecto futuro. Los casos que llamamos ausentes se caracterizan por un vacio
en el discurso materno, paterno o ambos de referentes externos ligados a la formación
de ideales y de una valoración del despliegue del niño en el espacio extra familiar por
la ausencia de expectativas en el despliegue del espacio social.
2) Las dificultades para la constitución de la alteridad como condición para el yo de
relación con lo desconocido y lo nuevo, como integrante asimilable a sus propios
esquemas de representación. Cuando la trama subjetiva primaria se constituyo en un
marco referencial rígido se vuelve insoportable para el niño la incorporación de
novedades las cuales se presentan como una exigencia de cambio que se vuelve un
conflicto irresoluble, aquí la oferta de cambio es significada para el niño como una
perdida en el presente sin que represente para él una ganancia en su proyecto
personal. La rigidez de la certeza primaria limita su despliegue en el espacio extra
familiar.
3) Los conflictos con la dinámica de la institución educativa cuando existen dificultades
con la oferta de referencia simbolicos adecuados a os que el niño trae, reforzando la
dificultad de historizacion necesaria para la puesta en marcha del deseo de aprender.
Cuando lo conocido para el sujeto, su propio acto interpretativo, no tiene un espacio
en la situación educativa, no opera como soporte y motor en la búsqueda de lo nuevo
y lo diferente.

Inhibición:
La inhibición tiene un nexo particular con la función y no necesariamente designa algo
patológico: se puede dar ese nombre a una limitación de una función normal o una simple
rebaja de la función. Las formas en la que se exterioriza su perturbación puede ser en la
función sexual, la alimentación, la locomoción y el trabajo profesional.

● Función sexual: muchas inhibiciones son una renuncia a ciertas funciones porque a raíz
de su ejercicio se desarrollaría angustia. En la mujer es frecuente una angustia directa
frente a la función sexual, la incluimos en la histeria, lo mismo que al síntoma
defensivo del asco, que se instala como una reacción frente al acto sexual. En el
hombre el extrañamiento de la libido en el inicio del proceso, la falta de preparación
física, la abreviación del acto, la detención del acto antes de la eyaculación.
● Función alimenticia: es el displacer frente el alimento por quite de la libido. Tampoco
es raro un incremento del placer de comer, una compulsión a comer que tuviera por
motivo la angustia de morirse de hambre.
● La locomoción: un displacer y una flojera en la marcha, a trama histérica se sirve de la
paralización y del aparato de movimiento, obstáculos puestos a la locomoción cuyo
incumplimiento provocan angustia.
● La inhibición del trabajo: muestra un placer disminuido torpeza en la ejecución,
manifestaciones reactivas como fatiga. Cuando se es obligado a proseguir el trabajo. La
histeria fuerza a interrupción del trabajo produciendo parálisis de órganos y
funcionales, cuya presencia en inconciliable con la ejecución de aquel.

En la inhibición se emplean muy diversos procedimientos para perturbar la función: 1) El mero


extrañamientos de la libido que parece producir o que llamamos una inhibición pura, 2) el
menoscabo en la inhibición de la función, 3) su obstaculización mediante condiciones
particulares y su modificación por desvío hacia otras metas 4) su prevención por medidas de
aseguramiento, 5) su interrupción mediante un desarrollo de angustia toda vez que no se pudo
impedir su planteo y por ultimo 6) una reacción con posterioridad que protesta contra ellas y
quiere deshacer lo acontecido cuando la función se ejecuto a pesar de todo.
La limitación funcional del Yo puede tener diversas causas, en el caso de las inhibiciones
especializadas cuando se padece de inhibiciones neuróticas la razón de ello es una erotización
híper intensa de los órganos requeridos para esas funciones, la función yoica de un órgano se
deteriora cuando aumenta su erogeneidad, su significación sexual. El yo renuncia a estas
funciones que le competen a fin de no verse precisado a emprender una nueva represión, a fin
de evitar un conflicto con el ello. Otras inhibiciones se producen manifiestamente al servicio de
auto punición. El yo no tiene permitido hacer esas cosas porque le proporcionarían provecho y
éxito que el severo superyó le ha denegado. Entonces el yo renuncia a esas operaciones a fin
de no entrar en conflicto con el superyó. Las inhibiciones más generales del yo obedecen a otro
mecanismo simple. Si el yo es requerido por una tarea psíquica particularmente gravosa,
verbigracia un duelo, una enorme sofocación de aumento o la necesidad de sofrenar fantasías
sexuales que afloran de continuo, se empobrece tanto en su energía disponible que se ve
obligado a limitar su gasto de manera simultánea en muchos sitios, las inhibiciones son
limitaciones de las funciones yoicas, sea por precaución o consecuencia de un
empobrecimiento de energía.

Síntoma

El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es un resultada de


un proceso represivo. Mediante la represión, el yo consigue coartar el devenir conciente de la
representación que era la portadora de la noción desagradable. (De manera así de preserva me
mantiene en lo inconsciente). ¿Cuál es la el destino de una noción pulsional activada en el ello,
cuya meta es la satisfacción? Por obra del proceso represivo, el placer de satisfacción que seria
que sería de esperar se muda en displacer… a consecuencia de la represión, el decurso
expiatorio, intentado en el ello no se produce; el yo consigue inhibirlo o desviarlo.

El yo adquiere este influjo a consecuencia de sus íntimos vínculos con el sistema perceptivo. La
función de este sistema que hemos llamado P-cc, se conecta con el fenómeno de la conciencia,
recibe excitaciones no solo de afuera sino de adentro.
Tendemos a representarnos al yo como impotente frente al ello, pero, cuando se revuelve
contra un proceso pulsional del ello, no le hace falta más que emitir una señal de displacer
para alcanzar su propósito con ayuda de la instancia casi omnipotente del principio de placer.

¿De dónde proviene la energía empleada para producir la señal de displacer? El yo emprende
defensa freten a un proceso indeseado del interior. Inicia un intento de huida. El yo quita la
investidura (preconciente) de la agencia representante de pulsión que es preciso reprimir
(desalojar) y la emplea para el desprendimiento de displacer.

A pesar de la represión, la noción pulsional ha encontrado, por cierto sustituto, pero un harto
mutilado, desplazado (descentrado), inhibido. Ya no es reconocible como satisfacción. Y así
este sustituto llega a consumarse, no se produce ninguna sensación de placer.

El proceso sustitutivo es mantenido lejos, en todo lo posible de su descarga por la motilidad, si


esto se logra, se ve forzado a agotarse en la alteridad del cuerpo propio, y no se permite
desbordar sobre el mundo exterior, le está prohibido transponerse en acción. Lo
comprendemos: en la represión el yo trabajo bajo influencia de la realidad externa, y por eso
segrega de ella al resultado del proceso sustitutivo.

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