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Representación:
La psique y el mundo se encuentran y nacen uno con el otro, uno a través del otro. Para que la
actividad psíquica sea posible se requiere que pueda apropiarse de (o incorporar si asi se
prefiere este termino) un materia exógeno, este material tiene que ver con las informaciones
emitidas por los objetos soporte de catexia, objetos cuya existencia la actividad psíquica
deberá reconocer. Por ello la experiencia del encuentro confronta a la actividad psíquica con un
exceso de información que ignorara hasta el momento en que ese exceso lo obligue a
reconocer que lo que queda afuera de la representación característica del sistema retorna a la
psique bajo la forma de un desmentido concerniente a su representación de su relación con el
mundo.
Llamamos violencia primaria a la acción mediante la cual se le impone a la psique de otro una
elección un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que lo impone pero que se
apoya en un objeto que corresponde para el otro como categoría de lo necesario. La palabra
materna derrama un flujo portador y creador de sentido que se anticipa en mucho la
capacidad del infans de reconocer su significación y de retomarla por cuenta propia.
La madre se presenta como un yo hablante o un yo hablado que ubica al infans en situación de
destinatario de un discurso, mientras que el carece de la posibilidad de apropiarse del
significado del enunciado y que lo oído será metabolizado inevitablemente en un material
homogéneo con respecto a la estructura pictográfica.
Por otro lado se da una violencia secundaria que abre camino apoyándose en su predecesora,
de la que representa un exceso por lo general perjudicial y nunca necesario para el
funcionamiento del Yo. En el primer caso encontramos una acción necesaria de la que el yo del
otro es e agente tributo de la actividad psíquica para preparar el acceso de un modo de
organización que se realiza ha expensas del placer y en beneficio de la constitución futura de la
instancia del Yo, en el segundo caso por lo contrario la violencia secundaria se ejerce contra el
Yo, si esta violencia es tan amplia como persuasiva hasta el punto de ser desconocida por su
propia víctima ello se debe a que logra apropiarse abusivamente de los calificativos de
necesaria y natural.
Este modelo es el calco estructural del propio representante es la fase en la que el conjunto de
las producciones de la actividad psíquica se adecuara al postulado del auto engendramiento.
En nuestro análisis separamos lo que se relaciona con la economía placer- displacer
característica de este postulado y lo que se relaciona con la particularidad de lo representado
que la engendra: el pictograma. El origen de este proceso se da en la experiencia inaugural de
placer que es el encuentro entre boca y pecho.
La actividad del proceso originario es la experiencia responsable del desencadenamiento de la
actividad de una o varias funciones del cuerpo originada en la excitación de la superficie
sensoriales correspondiente. Esta actividad y esta excitación exigen el encuentro entre un
órgano sensorial y un objeto externo que posee un poder de estimulación frente a él. La
representación pictográfica en este encuentro exhibe la particularidad de ignorar la dualidad
que la compone. Lo representado se presenta ante la psique como presentación de ella misma;
el agente representante considera a la representación como obra de su trabajo autónomo
contempla en ella el engendramiento de su propia imagen. Esta sobre significación y sobre
determinación de lo representado constituye un rasgo esencial.
La representación del encuentro puede ser una fuente de placer o una de displacer. La meta a
la que apunta la actividad psíquica nunca es gratuita el gasto de trabajo que implica debe
asegurarse una prima de placer de no ser así la no catectizacion de la actividad de
representación pondría fin a la actividad vital misma, es decir el placer permite la
representación, genera deseo de catectizar y metabolizar objetos. En cambio el displacer esta
presente en toda oportunidad en la que el estado de fijación es imposible ya que toda
información puede exceder un umbral de tolerancia y transformarse en fuente de dolor, por lo
cual la actividad psíquica debe volver a forjar una representación y el trabajo requerido para el
surgimiento de una nueva representación determina un estado de tensión responsable de este
displacer. El tomar en si y el rechazar en si puede traducirse en un primer momento en otro
binomio: la catectizacion y la descatectizacion de aquello de lo q se es informado y del objet de
excitación responsable de esta información. Importa señalar que en esta fase la representación
pictográfica de los conceptos de tomar y rechazar es la única representación posible de toda
experiencia sensorial.
En este estadio el pecho debe ser considerado un fragmento del mundo que presenta la
particularidad del ser simultáneamente audible, visible, táctil, olfativo, alimenticio y así
dispensador de la totalidad de los placeres. Por su presencia este fragmento desencadenara la
actividad del sistema sensorial y de la parte del sistema muscular necesaria para la succión. De
este modo la psique establece una identidad entre lo que realmente es efecto de una actividad
muscular de ingerir un elemento exterior y al hacerlo satisface una necesidad y lo que se
origina en la excitación sensorial y que ingiere el placer que experimenta en el momento de su
excitación. Pero también se observa un fenómeno de displacer y sufrimiento. La ilusión de que
toda zona auto engendra el objeto adecuado a ella determinara que el displacer originado en la
ausencia del objeto o en su inadecuación por exceso o por defecto se presenta como ausencia
exceso o defecto de la zona misma. En este estadio se encuentra presente el pecho malo y
boca mala, los cuales son un pecho que intenta arrancarse de la boca y una boca que intenta
arrancar el pecho.
Proceso primario:
La entrada en funciones de lo primario es la consecuencia del reconocimiento que se le impone
a la psique de la presencia del otro cuerpo y por ende de otro espacio separado del propio. Lo
que podrá representarse mediante la puesta en escena de una relación que une a lo separado
es el reconocimiento de la separación entre dos espacios corporales, y por lo tanto de dos
espacios psíquicos, reconocimiento impuesto por la experiencia de la ausencia y del retorno.
Esta representación es al mismo tiempo reconocimiento y negación de la separación, aunque la
psique se ve confrontada con la obligación de reconocer que el pecho es un objeto separado
del cuerpo propio, cuya posesión no está asegurada y se ve inducida a negar su propio deseo a
una separación que ella no puede eliminar, esta doble necesidad responde al surgimiento de
una representación del otro. El placer o displacer que este espacio puede experimentar se
presentara a su vez como el efecto del deseo del otro de una reunificación entre los dos
espacios separados o a la inversa como el deseo de rechazo. Cualquiera que sea
la cosa que lo primario metabolizara en la imagen que forja de ella se producirá siempre una
puesta en relación de los elementos presentes en la fantasía que será el calco de la relación
que une a las partes y las funciones erógenas de su propio cuerpo y al mismo tiempo de la
relación que une estas mismas partes y funciones con el cuerpo del otro. Toda fantasía es
realización de un deseo y todo fantaseo apunta a la obtención de un placer erógeno y toda
fantasía nos remite a la representación sucesiva que forja lo primario acerca de lo que pueda
ser causa de un placer sexual.
Todo sujeto nace en un “espacio hablante”, por ello antes de tener que abordar la estructura
del Yo como instancia constituida por el discurso, se debe analizar las condiciones necesarias
para que ese espacio le ofrezca al Yo un “hábitat” conforme a sus exigencias. El estado
infantil determina que entre esta psique singular y el “Ambiente psíquico” intervenga como
eslabón intermedio un “microambiente” (familiar o el que lo sustituye) que en un primer
momento será percibido y catectizado por el niño como metonimia del todo.
En una primera fase de la vida, la voz materna es la que comunica entre si dos espacios
psíquicos.
Se reconocerá aquí el aporte de la teoría de Lacan: en efecto, podríamos decir que el objeto es
metabolizable por la actividad psíquica del infans solo si, y en la medida en que, el discurso de
la madre le ha otorgado un sentido del que su nominación es testimonio. Lo que el infans
metaboliza es una pura representación de su relación con el mundo es un objeto que
inicialmente habito, en el area de la psique materna, se deduce que se trata de un fragmento
del mundo, conforme a la interpretación que la represión le impone al trabajo de la psique
materna, remodelado para tomarlo homogéneo a la organización de lo originario y de lo
primario.
El sujeto deberá encontrar su lugar en una realidad definida por enunciados que mientras nos
mantenemos fuera de la psicosis, respetan la barrera de la represión y ayudan a su
consolidación.
La psique reemplaza lo carente de sentido de un real, que no podría tener status alguno en la
psique, mediante una realidad que es humana por estar catectizada por la libido materna.
● La madre ofrece un material psíquico que es estructurante solo por haber sido ya
remodelado por su propia psiique , lo que implica que ofrece un material que respeta
las exigencias de la represión.
● El infans recibe este “alimento” psiquico y lo reconstruye tal como era en su forma
arcaica para aquella que, en su momento, lo había recibido del Otro.
La psique del infans remodelara ese material, pero sin poder impedir que irrumpan en su
propio espacio restos que escapan a su poder y que forman los precursores necesarios para la
actividad de los secundario.
En un primer momento, el discurso materno se dirige a una sombra hablante proyectada sobre
el cuerpo del infans; ella le demanda a este cuerpo cuidado, mimado, alimentado, que
confirme su identidad con la sombra.
Lo que llamamos sombra esta constituido por una serie de enunciados testigos del anhelo
materno referente al niño;conducen a una imagen identificatoria que se anticipaa lo que
enunciara la voz de ese cuerpo, por el momento ausente. Para el Yo de la madre, esta sombra,
este fragmento de su propio discurso, representa lo que en otra escena, el cuerpo del niño
representa para su deseo inconciente.
El Yo de la madre construye y catectiza ese fragmento de discurso para evitar que la libido se
desvie del niño actual y retorne hacia el de otro tiempo y lugar. La sombra preserva a la madre
dl retorno de un anhelo que en su momento, fue perfectamente consciente y que luego fue
reprimido: tener un hijo del padre; tras él, sin embrago, y precediéndole se encuentra un deseo
mas antiguo cuyo retorno seria mucho mas grave: tener un hijo de la madre. La sombra es lo
que el Yo pudo reelaborar, reinterpretar a partir del segundo anhelo reprimido, logrando asi la
preclusión del primero. El
conjunto del discurso de la sombra puede situarse bajo la rubrica de los anhelos: para el infans
se anhela un ser, un tener, un devenir, es evidente que este anhelo representa aquello a lo
que se ha tenido que renunciar, lo que se ha perdido o lo que que se ha olvidado haber
anhelado.
El análisis de la relación de la madre con la actividad de pensar del niño permite ejemplificar
los caracteres singulares de esta relación.Permite en efecto, poner de manifiesto el propósito
del exceso, cualesquiera sean el momento en que aparezca y la forma que asuma. A partir del
momento en qe se produce (momento que por lo general, precede al poder pensar del niño)
ese propósito, en todos los casos, es lograr que la actividad de pensar , presente o futura,
concuerde con un molde preestablecido e impuesto por la mdre. Es una actividad sometida a
un poder-saber materno : en sus procedimientos, solo serán legitimados los pensamientos que
el saber materno declare licitos. En los casos en que la madre no ha sido culpable de exceso
alguno, se comprueba que el comienzo de la actividad de pensar suscita en ella tres respuestas
posibles.
Al encontrar el deseo del padre, el niño encuentra tambien el ultimo factor que permite que el
espacio exterior la psique se organice de modo tal que el funcionamiento del Yo sea posible o,
a la inversa, que lo obstaculice.
Referente de la ley, poseedor de la llaves que dan acceso a lo simbolico, donante del nombre:
ya en Freud, aunque no utilice el termino, y en medida aun mayor en la teoría de Lacan el
nombre del padre ocupara un lugar central.
El niño como la niña heredan un deseo de tener hijos transmitidos por el anhelo materno: el
deseo de que, a su vez, lleguen a ser padres o madres. Es cierto, entonces, que el deseo de hijo
por parte del padre esta íntimamente ligado a anhelos que se relacionaban con la esfera
materna y la era de su poder. Cuando se trata de un niño, la anticipación característica de su
discurso le transmitirá un anhelo identificatorio (llegar a ser padre) que se vincula con una
función que ella no posee y que solo puede referir a la de su propio padre. En ese sentido, en
su discurso habla de una función que pasa de padre a padre: su anhelo reúne dos posiciones y
dos funciones, la ocupada por su propio padre y la que podrá ocupar el infans como padre
futuro. Entre estos dos eslabones se situa el padre del niño, hacia el cual este ultimo dirigirá su
mirada para intentar saber lo que significa el término padre y cual es el sentido del concepto
“función paterna” .
SE deduce de que ello que el anhelo materna, que el niño hereda, se condensan dos relaciones
libidinales: la que la madre había establecido con la imagen paterna y la que viva con aquel a
quien, efectivamente, le dio un hijo. Que el niño llegue a ser padre puede referencia tanto al
esperanza de que repita la función del padre de ella, como a la esperanza de que el niño
retome por cuenta propia la función del padre de el.
El encuentro con el padre: En contraposición al encuentro con la madre, lo que le constituye el
rasgo especifico y diferencial del encuentro con el padre reside n que no se produce en el
registro de a necesidad; es por ello, sin duda, que el padre es el que abre la primera brecha en
la colusión original que hacia indisociable la satisfacción de la necesidad del cuerpo y la
satisfacción de la “necesidad libidinal”. Esta brecha inducirá a la psique del infans a reconocer
que, aunque deseada por la madre, esta presencia es totalmente agena al campo de la
necesidad.
“Ese no conocido” deseado por la madre, si nos situamos en el momento sumamente precoz
de la vida psiquica es en que la mirada del infans lo descubre, es planteado inicialmente ,
respecto de la madre, en una posición inversa a la que asumirá en una fase ulterior. Habremos
dicho que es a el a quien se referirá la madre para demostrar la legalidad de sus modelos; por
el contrario, durante este primera fase el infans busca y encuentra las razones de la existencia
del padre en el ámbito de la madre. Ese “otro lugar” deseado por la madre ese el que
representa el padre en la escena, y es ese deseo el que le confiere su poder, en una segunda
fase, por el contrario, el padre ocupa el lugar de quien tiene derecho a decretar lo que el hijo
puede ofrecer a la madre como placer y lo que le esta prohibido proponer debido a que el
desea a la madre y se presente como el agente de su goce y su legitimidad. Por esta doble
razón, el padre será visto simultáneamente por el niño como el objeto a seducir y como objeto
del odio.
Es evidente que en la fase edipica el niñito considera al padre como un rival, cuya muerte
desea para que le deje un lugar libre junto a la madre. Antes de ocupar el lugar del rival
edipico, el padre se ha presentado ante la psique como encarnación en lo “exterior” así.
En escena de lo real aparece el que se impone, al mismo tiempo, como el primer representante
de los otros y como el primer representante de una ley que determina que el displacer sea una
experiencia a la que no es posible escapar. Al darle el hijo, su
mujer le muestra el deseo que tiene de transmitir una función que pase de padre en padre. Al
aceptar este don, el hombre puede considerar, finalmente, que su deuda frente a su propio
padre ha sido pagada, deuda cuya carga recae ahora sobre su hijo. Como eco de la voz materna
y gracias a su presencia, resuena el discurso de los padres, serie de enunciados que, al
transmitirse, aseguran la permanecía de la ley que rige en el sistema de parentesco.
Si intentamos formular a grandes rasgos lo que diferencia el deseo de la madre del deseo del
padre por el hijo podemos distinguir las siguientes características:
- El deseo del padre apunta al hijo como sucesor de su función. O proyecta mas
rápidamente a su lugar de futuro sujeto. Desde un primer momento, privilegia en el
hijo el poder paterno y el poder de filiación futura
- El narcisismo proyectado por el padre sobre el hijo se apoyara, en mayor medida que el
de la madre, en valores culturales.
Contrato narcisista
Se debe tomar en consideración un ultimo factor, que por su parte, es responsable de lo que se
jueja en al escena extrrafamiliar. Aunque sus efectos impregnan totalmente el campo de la
experiencia analítica y actúan con igual fuerza sobre ambos partenaires en presencia, su
análisis es mas que de los factores observados hasta el momento. A su presencia se debe lo
que desiganaremos con la expresión contrato narcisista.
El modo de acción característico del lenguaje fundaméntela nos ha obligado a realizar un
primera incursión mas allá del espacio familiar. Muy poco podría decirse acerca del efecto de
la palabra materna y paterna si no se tuviese en cuenta la ley a la que están sometidas y que el
discurso impone.
El contrato narcisista nos confronta con un ultimo factor que intervienen en el modo de
catectizacion del hijo por parte de la pareja. Nuestro planteo debe ser considerado como un
simple bosquejo a partir de algunas hipótesis acerca de la función metapsicológica que cumple
el registro sociocultural. Designamos asi al conjunto de instituciones cuyo funcionamiento
presenta un mismo rasgo característico: lo acompaña un discurso sobe la institución que afirma
su justificación y su necesidad.
● la relación que mantiene la pareja parental con el niño lleva siempre la huella de la
relación de la pareja con el medio social que la rodea.
● El discurso social proyecta sobre el infans la misma anticipación que a la que
caracteriza al discurso parental: mucho antes de que el nuevo sujeto haya sido nacido,
el grupo habrá precatectizado el lugar que se supondrá que ocupara, la esperanza de
que el transmita idénticamente el modelo sociocultural.
● El sujeto, a su vez, busca y debe encontrar en ese discurso, las refencias que le
permitan proyectarse hacia un futuro, para que su alejamiento del primer soporte
constituido por la pareja paterna no se traduzca en la perdida de todo soporte
identificatorio.
● El conflicto que quizás existe entre la pareja y su medio puede confirmar ante la psique
infantil la identidad entre lo que transcurre en la escena exterior y su representación
fantaseada de una situación de rechazo, de exclusión, de agresion, de omnipotencia. La
realidad de la opresión social sobre la pareja, o de la posición dominante que la pareja
ejerce en ella, desempeñara un papel en el modo en que el niño elaborara su
anunciado identificatorio.
El contrato narcisista se instaura gracias a la pre catectizacion por parte del conjunto del infans
como voz futura que ocupara el lugar que se le designa: por anticipación, provee a este ultimo
del rol de sujeto de grupo que proyecta sobre él.
Dificultades de simbolización y problemas de aprendizaje:
Las dificultades que presentan los niños en su aprendizaje escolar engloban una compleja
trama de factores, tales como los biológicos, psíquicos, políticos, socioeconómicos,
institucionales y pedagógicos que requieren de un abordaje interdisciplinario. Este abordaje se
centra en el análisis de la relación entre el psiquismo en constitución y las dificultades de
simbolización que se expresan en problemas de aprendizaje. El estudio del proceso de
simbolización en los niños nos permite establecer enlaces conceptuales entre los avatares de
su constitución psíquica y la particular modalidad con que construye sus relaciones de sentido.
La producción simbólica es la actividad psíquica encargada de la construcción de
representaciones, mediante la cual el sujeto interpreta el mundo en el que se inscribe a través
de los elementos que conforman la trama de significaciones con la que expresa su singularidad
psíquica histórica constituida. A su vez la construcción de objetividades en sentido cognitivo
exige por parte del sujeto como primera condición un movimiento de deseo hacia los objetos y
sus relaciones. Es decir en primera instancia la relación entre lo representado y la
representación, no es objetivo sino objetal, mediado por la posibilidad y el modo de libidinizar
su relación con los objetos a partir de su propia historia libidinal, por eso se incluye al análisis
de esta relación la trama intersubjetiva de sus relaciones primarias. Relaciones singulares que
en el inicio operan como funciones simbólicas primarias, materna y paterna, que se van
complejizando a medidas que el niño va incorporando en su trama nuevas relaciones
significativas. El espacio de estas nuevas relaciones es la escuela.
La escuela ofrece al niño un nuevo espacio de entramado simbólico para lo cual exige que esté
dispuesto a incorporar nuevas significaciones que ponen en cuestionamiento su marco de
referencia primario y que le generan conflictos con certidumbre anteriores. A su vez estos otros
que caracterizan la relación con la realidad exterior, se presentan con deseos independientes y
a veces contrarios al sujeto, marcando una distancia una diferencia que vuelve inevitable el
cambio y la transformación de esos enunciados. El cambio como resorte temporal del yo
posibilita nuevas simbolizaciones nuevas construcciones de sentido que le permiten elaborar
un discurso de su entramado de relaciones sociales. Y estas simbolizaciones no guardan
relación con lo sexual pero que sin embargo obtienen la atención del yo por su relación con los
atributos narcisistas que convocan. La sustitución
entre los objetos primarios de placer y aquellos nuevos objetos parcialmente extraños y
desconocidos pero cargados de valoración narcisista, constituyen lo que denominamos proceso
sublimatorio. El deseo de aprender se presenta como una disposición de la sublimación como
proceso, en el intento de alcanzar un placer en la apropiación de objetos que son valorados
socialmente y por eso se vuelven para el sujeto soportes de su ideal y emblemas
identificatorios, el deseo de aprender no es una adaptación a la normativa sino una ganancia
narcisista cuyo costo será la apropiación de dicha normativa.
Podemos agrupar estas problemáticas en tres grandes ejes de interrogantes que no se excluyen
entre sí:
Inhibición:
La inhibición tiene un nexo particular con la función y no necesariamente designa algo
patológico: se puede dar ese nombre a una limitación de una función normal o una simple
rebaja de la función. Las formas en la que se exterioriza su perturbación puede ser en la
función sexual, la alimentación, la locomoción y el trabajo profesional.
● Función sexual: muchas inhibiciones son una renuncia a ciertas funciones porque a raíz
de su ejercicio se desarrollaría angustia. En la mujer es frecuente una angustia directa
frente a la función sexual, la incluimos en la histeria, lo mismo que al síntoma
defensivo del asco, que se instala como una reacción frente al acto sexual. En el
hombre el extrañamiento de la libido en el inicio del proceso, la falta de preparación
física, la abreviación del acto, la detención del acto antes de la eyaculación.
● Función alimenticia: es el displacer frente el alimento por quite de la libido. Tampoco
es raro un incremento del placer de comer, una compulsión a comer que tuviera por
motivo la angustia de morirse de hambre.
● La locomoción: un displacer y una flojera en la marcha, a trama histérica se sirve de la
paralización y del aparato de movimiento, obstáculos puestos a la locomoción cuyo
incumplimiento provocan angustia.
● La inhibición del trabajo: muestra un placer disminuido torpeza en la ejecución,
manifestaciones reactivas como fatiga. Cuando se es obligado a proseguir el trabajo. La
histeria fuerza a interrupción del trabajo produciendo parálisis de órganos y
funcionales, cuya presencia en inconciliable con la ejecución de aquel.
Síntoma
El yo adquiere este influjo a consecuencia de sus íntimos vínculos con el sistema perceptivo. La
función de este sistema que hemos llamado P-cc, se conecta con el fenómeno de la conciencia,
recibe excitaciones no solo de afuera sino de adentro.
Tendemos a representarnos al yo como impotente frente al ello, pero, cuando se revuelve
contra un proceso pulsional del ello, no le hace falta más que emitir una señal de displacer
para alcanzar su propósito con ayuda de la instancia casi omnipotente del principio de placer.
¿De dónde proviene la energía empleada para producir la señal de displacer? El yo emprende
defensa freten a un proceso indeseado del interior. Inicia un intento de huida. El yo quita la
investidura (preconciente) de la agencia representante de pulsión que es preciso reprimir
(desalojar) y la emplea para el desprendimiento de displacer.
A pesar de la represión, la noción pulsional ha encontrado, por cierto sustituto, pero un harto
mutilado, desplazado (descentrado), inhibido. Ya no es reconocible como satisfacción. Y así
este sustituto llega a consumarse, no se produce ninguna sensación de placer.