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TEMA IV: El cuerpo como representación psíquica en el devenir

Pensar al cuerpo como una representación psíquica que va más allá de lo biológico, más allá de lo fisiológico. Es una representación
psíquica que se constituye y construye a lo largo del devenir, porque nacemos con un cuerpo pero ese cuerpo no tiene estatuto de
representación de la realidad si no se la construye. Nacemos con nuestra base indispensable, el cuerpo soma, la representación de
ese cuerpo soma se va a ir construyendo a partir de ciertas operación psíquicas, afectivas, deseantes y vinculares para que
comience, se instituya y se mantenga a lo largo del tiempo de vida.

Lo que interesa no es lo que le pasa a los órganos, a los musculos, al movimiento del esqueleto, etc; sino la inscripción de las
vivencias y sensaciones junto con los significados, lo que puede significar esa experiencia en un plano de lo psíquico.

Momento mitico en la construcción del cuerpo como representación:

Condicion necesaria pero no suficiente: la vivencia del infans es su existencia somatica.

En ese momento comienza, un segundo tiempo de ser que es cuando el sujeto se vuelve objeto de catectización de un otro. Cuando
ese cuerpo del infans que es soma, deviene un cuerpo representado y significado por el cuerpo y la psique del otro.

Este primer encuentro generalmente se da en un contexto afectivo, deseante con el cuerpo del otro. Hay otro que no solamente va
a tocar, satisfacer, privar, hablar, proporcionarle sensaciones a la vivencia corporal del infans sino que también van a permitirle a
ese cuerpo soma del infans representar un primer contexto de existencia. Esto seria, que le van a dar una primera realidad cargada
de información que provee la experiencia humana con el otro, esto va a permitirle al infans en los primeros tiempos una serie de
experiencias sensoriales que van a estar indiscriminadas. Nosotros podemos codificar la experiencia con respecto a la vivencia
corporal (esto me gusta, esto no…), pero el infans no tiene códigos, solo tiene primeras marcas. Que están indiferenciadas con las
marcas del otro, del otro que lo sostiene. Hay un momento de indiferenciación y hay una vivencia de que se completa, es decir, la
vivencia de la experiencia corporal del otro viene a completar la experiencia de inmadurez de prematurez del psiquismo infantil
para poder representarse.

La experiencia que brinde este otro con su contacto corporal va a ser la marca que quede en el infans de esa transcripción de esa
tensión. Es decir que para que algo sea placentero para el infans debió ser primero placentero para este otro que transmite la
experiencia corporal.

El cuerpo organismo que biológicamente portamos se transformara en un primer mapa erógeno. El cuerpo erógeno no es un cuerpo
funcional, es un mapa marcado por ciertos intercambios que generan vivencias de excitación, de tensión y de satisfacción; como
vivencias de no satisfacción. Zona erógena: zona parcializada de la experiencia corporal donde se vive la tensión del intercambio de
excitaciones con el cuerpo del otro. Zona de intercambio, zona de satisfacción de necesidades biológicas, zona de sensibilidad.

Hay una indiferenciación, un yo piel que se construye como una primera representación indiferenciada de la vivencia del otro ¿de
quién es la boca y el pezón? ¿De quién es la satisfacción? Comienza aquí una historia afectiva, deseante ligada al concepto de
pulsión. Como una energía que motoriza la búsqueda de satisfacción que no es parte de nuestra vivencia biológica sino que se
apuntala en la experiencia biológica para generar allí una tensión que no se satisface biológicamente sino satisfactoriamente con la
experiencia del placer en el cuerpo y con el otro. Si un bebe puede ser satisfecho en su apetito, hay allí una tensión que va a bajar, la
necesidad de hambre, pero hay otra que no se satisface con la saciedad. Sino generando placer. Hay un placer de zona oral mas alla
de la alimentación.

La historia afectiva comienza con la sexualizacion del cuerpo del infans en función del contacto cuerpo a cuerpo con el otro, no es
puramente físico sino con la palabra y la significación del otro, con los motivos reales y fantaseados del otro.

Historia afectiva

- por un lado la vivencia y la carga pulsional ligada a la búsqueda de satisfacción en estos primeros encuentros
- construcción de una historia ligada a la significación, a las posibilidades de construcción de un sentido que ofrece el otro. Este otro
que lee lo que pasa en el cuerpo del infans y ofreciendo respuesta (tiene frio, hambre, necesita dormir). Interpreta todo el tiempo.

Comienza allí una primera representación del cuerpo posible porque hay una vivencia ligada a lo pulsional, al deseo y búsqueda de
satisfacción; y una significación que brinda el otro que el infans comenzara a codificar: primero como placer/displacer, luego como
presencia/ausencia y más tarde yo/no yo.

En ese primer encuentro se funda la sexualidad del infans en función de permitir que la vivencia organiza quede perdida como pura
y se inscriba la experiencia pulsional. Se erogeniza el cuerpo del infans, y se constituyen las zonas privilegiadas de intercambio. Estas
zonas permiten a posteriori construir lo externo y lo interno. Esta historia queda marcada por lo icc. Queda como una memoria icc
de estas primeras marcas sexoafectivas en la relación del cuerpo y con el otro.
Esquema corporal: es una imagen que va cambiando en la medida en que este cuerpo no solamente crece, sino que las experiencias
en relación de este cuerpo con los objeto del mundo le permiten al yo construir algún tipo de representación de intercambio de
información con lo exterior a sí. Es una vivencia en tres dimensiones: vivencia cc, vivencia pcc y vivencia icc. Puede ser representada,
en tanto una representación pensada, cmunicable, dimensionable, y esta conformada por una imagen homoformica (lo que seria la
forma humana).

DELUCCA, N. & PETRIZ, G (1997) “Cuerpo y devenir: recorrido de su significación”

Cuando hablamos de “cuerpo” estamos implicando algún tipo de inscripción psíquica.

El organismo será condición necesaria pero no suficiente para el surgimiento de lo psíquico: junto al cuerpo biológico, es necesario
un conjunto de funciones sensoriales que no pueden faltar, no sólo para la supervivencia somática, sino porque constituyen la
condición necesaria para una actividad psíquica (Aulagnier).

La condición suficiente se articula con la necesaria, en la vida del infans: el encuentro boca-pecho, madre-hijo sea una experiencia
placentera para ambos, catectizada, libidinizada desde la madre para que el infans pueda inscribirla a su vez, como “la vivencia de la
experiencia de satisfacción”.

Freud - concepto de “pulsión”: “límite entre lo somático y lo psíquico”. La madre como portavoz de la cultura (atravesada por la
represión, poseedora de deseos Icc y anhelos libidinales, narcisísticos, en relación al bebé) irrumpe en el cuerpo del hijo en el
amamantamiento, dejándose a su vez, afectar por él.

El infans quedara marcado por su dependencia absoluta en relación al otro asistente. Como efecto de la acción protésica de la
madre que ofrece su pecho al infans, de los encuentros y desencuentros, de las experiencias de placer y sufrimiento, se inscribirán
las primeras marcas fundantes (BEHAJUNG).

De allí en más se irán diferenciando sus circuitos específicos: el del cuerpo-organismo y el del cuerpo pulsional.

El “yo corporal”, necesita para su constitución, de la articulación entre lo que el infans metaboliza, simboliza, del otro-madre y lo
que para la madre significa la existencia de ese hijo. Esos enunciados identificatorios a los que Piera Aulagnier llamó “sombra
hablada” cavan el lugar al que el Yo del infans advendrá y posibilitarán que, desde los comienzos de la vida, madre, padre y otros
significativos le provean de experiencias unificantes sensoriales (caricias, acunamiento), que le posibilitarán en primer lugar, esa
experiencia como “siendo cuerpo”.

Esta prehistoria marca su llegada, un lugar en la estructura del parentesco y del conjunto del que se apropiará de acuerdo a las
posibilidades de su singularidad y de su historia. El lenguaje, lo marca de entrada a través del primer sistema de transformaciones
que la madre representa para el bebé. ¿Qué transforma?: un grito en llamada, la cosa-leche en oferta de amor, el cuerpo como
“cosa del mundo” en cuerpo propio.

La corporeidad resulta del encuentro del deseo y el cuerpo funcional; transforma el cuerpo-cosa en un cuerpo-ser (Allouch).

Winnicott plantea que es por y en la relación con la madre que el infans accede a una identificación primaria, donde adquiere la
sensación de “ser cuerpo”; luego de ser un cuerpo (vía narcisismo primario), a través de la problemática fálica, del acceso a la
simbolización edípica (como ley reguladora), a la representación psíquica de tener un cuerpo.

Esto será posible si la madre es portadora en su psiquismo de la función de la tercereidad (deseo hacia su pareja, de otros
proyectos, otros vínculos, más allá del hijo, y si anhela, en fin, la autonomía de ese hijo respecto de ella). Dicha tercereidad
(representada y ejercida por el padre, lo que se llama “función paterna”) en este primer nivel de organización psíquica, no impacta
aún como la portadora de la palabra o de la dimensión ética de lo prohibido y lo permitido, sino como complemento de la función
amparadora materna, contribuyendo así desde su lugar-otro, que sólo lenta y paulatinamente podrá contribuir a diferenciar.

Esta corporeidad originaria constituye lo que Doltó ha llamado la “imagen del cuerpo”. Cuerpo superficie de inscripción,
“pictograma originario” (Aulagnier), sustrato y sustento de futuras representaciones.

“La constitución de la corporeidad en el infans será operante de aquí y para siempre. Se pondrá en juego en todo encuentro futuro
del sujeto con otros. Este cuerpo no es ajeno al proceso de complejización que se va produciendo como efecto del desarrollo, en el
que, en diferentes momentos de encrucijada, se impone la sexualidad como paradigma.

En un primer tiempo, podemos distinguir dos momentos lógicos diferentes.

-El primero, ligado a la separación-diferenciación del cuerpo de la madre; dialéctica de la alienación-separación.

-Y un segundo momento, centrado en la lógica de tener o no tener. Este momento prepara el terreno para lo que vendrá después y
que Freud denomina “la segunda oleada en la elección de objeto”.

Llegamos así al momento de pasaje y tramitación de los cambios, visiblemente expuestos, en el cuerpo transformado del púber.
Tiempos que, no son lineales, sino de complejización, por el encuentro de lo real en el cuerpo y las marcas de sus transformaciones,
con lo sincrónico de la estructura narcisista y edípica (imaginaria y simbólica), que se conmueven y obligan al trabajo psíquico de
elaboración y resignificación de sus enunciados identificatorios.

El advenimiento de la pubertad marca la confrontación del sujeto con su propio cuerpo, al tiempo que con su propio yo. A partir de
este momento, el devenir del sujeto transitará por la elección de la pareja, la constitución de la alianza y la estructuración de la
familia con el advenimiento de los hijos. Acontecimientos de la historia singular donde el cuerpo-ser pondrá en juego desde sus
marcas fundantes (lo que permanece), pero articulándose con el cuerpo-ser de los otros, en las especificidades de cada contexto
vincular (lo que cambia).

Hasta que nuevamente sus transformaciones en lo real del cuerpo lo comprometen en el trabajo de elaboración simbólica de esos
cambios, en el proceso de envejecimiento.

El cuerpo no es una realidad en sí misma, sino una construcción simbólica compleja. De allí la diversidad de representaciones que
buscan darle un sentido, y su carácter heterogéneo, insólito, contradictorio, de una sociedad a otra, de un discurso a otro, de un
grupo social a otro.

NASIO, J. D. (2008) “El concepto de Imagen Inconsciente del Cuerpo en Dolto: nuestra lectura”, y “Dolto y Lacan, una misma pasión
por el Cuerpo y sus Imágenes”

El concepto de Imagen Inconsciente del Cuerpo en Dolto.

La IIC formada en la psique de un niño pequeño, continúa estando activa durante toda la vida.

El ser humano según Dolto: un ser humano es aquel que tiene el deseo irreductible, la voluntad tenaz, de comunicarse con otro ser
humano. Es la premisa que funda el concepto de IIC. Para Dolto la primera célula embrionaria es ya enteramente una persona, esa
célula está animada por el poderoso impulso de unirse al otro, unirse y comunicarse con la madre.

Detrás de las palabras, los dibujos, los juegos y las actitudes del niño, existe un lenguaje muy especial que permite una
comunicación íntima entre el psicoanalista y el pequeño paciente. Ese lenguaje son las sensaciones experimentadas por ese niño
cuando era bebé que han quedado grabadas en su Icc y se organizaron en un lenguaje interior, corporal y mudo que los analistas
llegan a captar, traducir y hablar.

Se trata de un lenguaje de las sensaciones experimentadas por todo niño desde su vida fetal hasta los tres años. Habla en ese
lenguaje cuando, durante la sesión revive esas antiguas sensaciones, dibujando, moviéndose, jugando, y a través de los síntomas.
Por eso decimos que la IIC es un código íntimo, propio de cada individuo, un lenguaje que los psicoanalistas debemos aprender a
hablar si queremos tener acceso al ICC de nuestro paciente.

LA IMAGEN INCONSCIENTE DEL CUERPO ES UNA IMAGEN DE LAS SENSACIONES

Es el conjunto de las primeras y numerosas impresiones grabadas en el psiquismo infantil por las sensaciones corporales que un
bebé, o incluso un feto, experimenta en el contacto con la madre, contacto carnal, afectivo y simbólico con su madre. Son las
sensaciones experimentadas y las imágenes impresas ya desde la gestación y a lo largo de los tres primeros años de vida hasta que
el niño descubre su imagen en el espejo.

Distingue dos descubrimientos que hace el niño de su imagen en el espejo:

 El primer descubrimiento ocurre muy temprano, cuando el lactante, sorprendido, se enciende de alegría al ver la silueta de su
cuerpo reflejada en el espejo. El bebe expresa júbilo y alegría, Lacan conceptualizó este reconocimiento precoz y lúdico de la
Imagen especular del cuerpo, con la expresión del “Estadio del espejo”.
 El segundo descubrimiento, alrededor de los dos años y medio, cuando advierte, esta vez con amargura, que su imagen no es él,
que existe una distancia entre la irrealidad de su imagen y la realidad de su persona. Produce un verdadero trauma, Dolto pone
acento en la pena que invade a niño de tres años, desencantado. En un movimiento de reacción ante ese desencanto, deja de lado
las imágenes Icc del cuerpo y comienza a atesorar las imágenes halagadoras del parecer. De pronto, da prioridad a las apariencias y
desatiente las sensaciones internas. Olvidará lo interior para ocuparse sólo de lo exterior. Así es como, a partir de los tres años y
durante toda nuestra existencia, la imagen inconsciente del cuerpo-vista se impondrá sin cesar en la consciencia, en detrimento de
las imágenes del cuerpo-vivido, que quedarán relegadas y serán reprimidas en el silencio del inconsciente.

Lo esencial del contenido de las imágenes inconscientes del cuerpo se forma durante la vida intrauterina y en el transcurso de la
primera infancia. Esas imágenes, aunque reprimidas, permanecerán vigorosamente activas a lo largo de la existencia y se
exteriorizarán continuamente a través de innumerables manifestaciones espontaneas de nuestro cuerpo.

Las IIC determinaran nuestros comportamientos corporales involuntarios, nuestra mímica, nuestros gestos y posturas; modelan las
curvas de nuestra silueta, marcan los rasgos de la cara, avivan el brillo de la mirada y modulan el timbre de nuestra voz, deciden
nuestros gustos, lo que nos atrae y lo que nos repugna, y dictan la manera en que nos dirigimos corporalmente al otro. Nunca se
manifiestan como tales, tomamos conciencia de ellas si un psicoanalista las decodifica y nos la revela.
Las IIC son el inconsciente mismo, los impactos psíquicos de las primeras sensaciones; es el inconsciente embrionario y la matriz del
inconsciente es el cuerpo. No el cuerpo en sí mismo, sino un cuerpo impregnado de la presencia del otro, vibrante ante la presencia
carnal, deseante y simbolica del otro.

LA IMAGEN INCONSCIENTE DEL CUERPO ES LA HUELLA IMBORRABLE DEJADA POR LAS IMPRESIONES MÁS CONMOVEDORAS DE
NUESTRA INFANCIA. Por un lado, está la sensación, experimentada en el instante, y la imagen (o representación) que la sensación
imprime de manera perdurable en el inconsciente. Toda sensación conmovedora, intensa, queda forzosamente representada.

Por eso, afirma que la IIC es una memoria, la memoria inconsciente de nuestro cuerpo infantil. Tiene el poder de hacer coincidir las
sensaciones que experimentamos hoy, siendo adultos, con aquellas que experimentamos hace tiempo.

Las sensaciones que más inviste el niño se dividen en tres grandes grupos:

 Sensaciones barestésicas (debidas a la presión del líquido amniótico que lo envuelve, más tarde, la presión atmosférica) y las
sensaciones prioperceptivas, sensaciones que dan al bebé la impresión de que su cuerpo es una masa densa y estable
 Sensaciones interoceptivas o viscerales, que le dan la impresión de que su cuerpo es una masa agitada por el flujo y reflujo de las
tensiones orgánicas esencialmente digestivas
 Sensaciones erógenas que emanan sobre todo de la boca y el ano y que le dan la impresión de que todo su cuerpo es un orificio que
palpita placer.

Todas esas sensaciones van modelando la IIC del niño.

Dolto propone distinguir tres componentes de la ICC, vinculados entre sí de manera fluida y dinámica, son tan indisociables que,
cuando uno de ellos sufre una perturbación, todo el conjunto resulta afectado:

 IMAGEN DE BASE: le da al niño la impresión de que su ser y su cuerpo vivo, sometido a la ley de la gravedad son una sola cosa.
La imagen de base varía de acuerdo con los distintos estadios libidinales, pues cada estadio tiene su propia Imagen de Base, así
como también tiene su propia Imagen Funcional y Erógena.
Proporciona el sentimiento de ser y existir, lo sostiene. Cuando tiene una herida en las demás, vuelve a esta para recobrar la
seguridad.
 IMAGEN FUNCIONAL: es la imagen de la sensación de un cuerpo inclinado a la satisfacción de necesidades y deseos.
Es un cuerpo en constante actividad, abierto a intercambios “sustanciales” (alimento, excrementos) con una madre que responde a
las necesidades y entregado a intercambios “sutiles” (perceptibles a distancia, como una mirada tierna, el timbre de una voz, o el
delicado y suave olor de una piel) con una madre que responde a los deseos de ternura y a las solicitudes de placer.
 IMAGEN EROGENA: es la imagen de un cuerpo sentido como un orificio entregado al placer, cuyos bordes se contraen y se dilatan al
ritmo alternado de la satisfacción y la carencia.

La Imagen de Base es la más importante, puesto que, en cada estadio libidinal, le proporciona al niño el sentimiento de existir, el
sentimiento instintivo de ser. Es vital y esencial. Le procura a cada uno el triple sentimiento de permanecer estable, más allá de los
incesantes desplazamientos en el espacio, de continuar siendo el mismo, más allá de los cambios en el espacio, y por el último, el
sentimiento de seguir siento consistente, más allá de los innumerables intercambios con los demás y con el medio circundante.

DOS CONDICIONES PARA QUE UNA SENSACION GRABE SU IMAGEN EN EL ICC:

 Que sea una sensación que emane del cuerpo cuando el bebé está en estado de deseo, en busca del cuerpo de su madre para
encontrar placer. La madre debe estar animada por el deseo de compartir un momento de sensualidad, afecto, intercambio
simbólico con el bebe.
 La repetición. Una sensación deja su huella si es experimentada con frecuencia. Tendrá intensidad suficiente para grabar en el
inconsciente una imagen neta, vivaz, capaz de influir para siempre en el destino del sujeto.

Dolto y Lacan.

IMAGEN INCONSCIENTE DEL CUERPO (Dolto) IMAGEN ESPECULAR (Lacan)


Imagen interior que no se refleja en el espejo Imagen exterior reflejada en el espejo
Representación psíquica Reflejo de la silueta de nuestro cuerpo en el espejo
Sus fuentes son las múltiples sensaciones propioceptivas, La fuente es la apariencia de nuestro cuerpo
interoceptivas y erógenas
Es una imagen multisensorial y polimorfa Imagen visual y monomorfa
Comienza a formarse durante el periodo intrauterino y El niño la descubre entre los 6 y los 18 meses de vida y la
termina su maduración alrededor de los 3 años de edad redescubre aproximadamente a los 3 años
Predomina hasta los 3 años y luego represión en favor de la Predomino de la imagen especular a partir de los 3 años
imagen especular
Sienta las bases del sentimiento de uno mismo hasta los 3 Contribuye a la formación del yo simbólico y del yo imaginario
años. Luego, ya reprimida, puede cambiar el curso de los
acontecimientos memorables de nuestra existencia

Le muestra al niño que tiene una forma humana, le hace


sentir que es una entidad distinta y le hace creer que es una
unidad

EORICO 8: “Proyecto y Proceso Identificatorio”

El PROCESO Y PROYECTO IDENTIFICATORIO como proceso de construcción y deconstrucción del yo a lo largo del recorrido vital del
yo, de estos dos procesos podemos suponer el fin de la adolescencia (no como un fin marcado cronológicamente). No se sepulta
completamente, esta tramitación simbólica de las transformaciones puberales dan lugar a un reposicionamiento simbólico de uno
mismo, a ocupar un nuevo lugar para el Yo.

Proceso identificatorio como un proceso de construcción del yo que comienza estrictamente cuando hay un Yo advenido.

Hay un OTRO PRIMORDIAL que cumple doble función de ponerle voz a aquel que todavía no la toma como propia, y de representar
el mundo para al infans y al infans para el mundo. Asi consideramos también el concepto de violencia primaria en tanto
interpretación unidireccional, en relación a la sombra. Todos estos elementos presentes en esta relación primordial, libidinal con
este Otro, es un material que tiene que ver con el discurso, con el lenguaje, con enunciados posibles y con una carga afectiva qu e
también va a estar propiciando, dice Aulagnier, una posterior traducción del infans de la carga libidinal a los sentimientos: esto es,
las posibilidades también del yo, de poder traducir la carga libidinal, el contenido de catexia en un sentimiento sentido por el yo.
Estos materiales presentes allí en el ambiente le darán consistencia al yo y le imprimirán un predicado, un ser algo, un tener algo, y
como consecuencia, la asunción de un sujeto. Este enunciado y el hallar una persona gramatical diferente al que enuncia va
preparando el espacio al que yo puede advenir, constituye entonces parte del proceso identificatorio que propicia que el yo una vez
que advenga y se organice como instancia separada de otro, pueda reconocerse en un lugar que ya estuvo antes, un lugar en donde
reconozca que ya lo catectizo previamente, que tiene un historia libidinal identificatoria antes de que el yo pueda decir “ yo soy
esto, me gusta esto, quiero tal cosa” (poder enunciarse).

El Yo, mediante este PROCESO IDENTIFICATORIO se propone un saber del yo, un saber algo acerca de si mismo que le permite
catectizar el mundo y auto-catequizarse como un polo estable de las identificaciones. Este saber del Yo, primero fue el saber del
Otro sobre el yo, la anticipación del microambiente respecto al infans; una vez que el Yo adviene, toma como propio estos
enunciados y pasa a ser ahora el enunciante de estas referencias identificatorias. Cada vez que el yo tenga que resolver algo en
relación a lo que él sabe de sí mismo, a lo que él cree ser, se pondrá en juego allí estas referencias identificatorias, un trabajo sobre
el proceso identificatorio.

Anudado a este proceso identificatorio, este trabajo del yo que establece con los enunciados identificatorios primordiales del
microambiente, y luego en relación a otros; paralelo a estos dos referentes identificatorios se halla el PROYECTO IDENTIFICATORIO:
es este trabajo de anticipación mediante el cual el yo se forja un imagen del Yo futuro. Mediante este proceso y el proyecto, es que
el Yo accede a la categoría de la temporalidad, reconociendo el yo la diferencia entre un pasado del yo, un presente del yo y un
futuro del yo, un antes y un después.

Aulagnier plantea: hay un momento particular en el que el yo podrá ir construyendo esta lógica: un momento antes de la
encrucijada edípica de un momento posterior al de la encrucijada edípica, es decir, está hablando de momentos lógicos del
funcionamiento yoico. El niño aspira a hacerlo todo y a poderlo todo, entonces la categoría de futuro que está construyéndose, es
una especie de trampa, porque se aspira a tener todo lo que se tuvo, y el niño dice: “cuando sea grande me casaré con mama, con
papá”; hay un “cuando sea grande”, un reconocimiento de que en un momento va a ver otra cosa, pero se aspira a lo que ya se
tuvo, no hay reconocimiento de lo que no se puede. Posterior al encruzamiento edípico, encruzamiento en función de las variables
que están en juego allí, las operatorias psíquicas internalizarán la regulación, en función de este encuentro con la función de corte y
diferenciación. La internalización de la ley, de los ideales parentales, de la regulación de la prohibición del incesto en el
frustramiento psíquico como equilibrante del superyó y el ideal del yo. Freud dice que, cuando el yo no puede contentarse consigo
mismo se propicia una imagen mediante la cual aspira a tenerla y el yo podrá satisfacerse. Esta imagen que se proyecta el yo para
contentarse consigo mismo reconociendo lo que no tiene, tiene que ver entonces con el lugar del ideal del yo, como aquella imagen
que completaría al yo; en tanto yo, podrá acceder a eso, pero reconociendo de que no está.

Entran en juego la lógica de la diferencia, la lógica de la incompletud, la lógica de la demora, la frustración, porque no es ahora, es
después y de otra manera. Esta salida edípica, dice Aulagnier, instala entonces una X, entre el yo actual y el yo futuro. Una X que
implica una distancia, un vector, siempre en tensión entre la imagen de referencia identificatoria del yo actual y lo que quiere ser y
aspira ser. Esta X nunca podrá anularse porque la X es la marca, la constatación de la prueba de castración en el plano
identificatorio. Ilusoriamente podrá anularse, por ejemplo en el enamoramiento es un estado ilusorio que aparece con la situación
de que nada falta, pero es una ilusión porque en tanto se achique esta brecha, hay una regulación simbólica de la castración en el
sentido de lo incompleto, y de este objeto siempre inadecuado del deseo que nunca lo colma totalmente, en tanto que no hay
ningún objeto que satisfaga el deseo plenamente.

Cuando Freud plantea la segunda tópica, respecto de lo que sería la satisfacción, desde lo tanatico implica llevar la tensión a cero.
Entonces la X es la marca de la tensión, la marca de lo siempre inadecuado de la meta y del objeto.

Aulagnier plantea la importancia de las experiencias vividas que pudieron otorgarle al yo la experiencia alucinatorio del deseo. Para
salir a buscar uno tiene que tener la ilusión de poder encontrar, esta expectativa en la orientación hacia el futuro. Tiene que ver
también con el marco de las referencias identificatorias del microambiente, y también debe tener que contar el yo, en el mejor de
los casos, con una investidura de su propio futuro como transformación. Dicho otro modo, el yo para poder encarar este trabajo de
una forma posible tiene que tener también en sus enunciados identificatorios, la idea de que el cambio, el crecimiento, el futuro, va
a traer algo bueno, va a poder, va haber algo de la satisfacción como legítima, que es legítimo que el yo desee. Por esto, Aulagnier
plantea que esta anticipación que hace el Yo respecto del yo futuro, es posible si hubo antes Otros que pudieron catectizar el futuro
de yo.

El PROYECTO IDENTIFICATORIO, dice Aulagnier, es la autoconstrucción continua del el yo por el yo. Tiene que ver entonces con esta
tarea articulada del proyecto identificatorio y del proceso identificatorio, donde él yo necesita del proceso de Historización para por
llevar a cabo este trabajo. El proceso de historización entendido como el poner en relación, y sacar conclusiones, sobre estos
materiales: los enunciados identificatorios ofrecidos por otros, las propias experiencias libidinales, los efectos de los encuentros
subjetivos con estos otros. Con determinados elementos construir un relato identificatorio que le permita al yo garantizar que
determinados elementos no van a modificarse, que podrá cambiar, pero que ciertos elementos se mantienen dando coherencia a la
referencia identificatoria, y que en momentos de crisis, de cambios, es un momento donde queda a la vista la solidez o la no solidez
de este relato identificatorio, porque confrontar una situación de mucho cambio, si el conocimiento del yo sobre el yo sucumbe, hay
riesgo de desorganización psíquica. En el momento donde el yo tiene que dar pruebas de que sigue siendo el mismo a pesar de los
cambios, esos momentos pueden ser particularmente complejos, esto lo veremos en el envejecimiento: qué pasa con todo lo que
fue, ¿es la que fue, es la que es ahora? ¿La que es ahora mato la que fue? ¿Qué queda de la que fue en este momento? Esto es todo
un trabajo del proceso identificatorio. Entonces, el proceso de historización está ligado con dos principios dice Aulagnier que
regulan el panorama identificatorio (dice como Freud habla del principio de placer y el principio de realidad en lo pulsional) en el
plano identificatorio vamos a hablar de: UN PRINCIPIO DE PERMANENCIA Y UN PRINCIPIO DE CAMBIO.

Para que el yo pueda mantenerse como enunciante de enunciados posibles (de lo que quiera hacer, pueda hacer) tienen que
permanecer determinadas marcas identificatorias como garante de que el Yo no se va a diluir, no se va a perder si estos enunciados
cambian, y a la vez en este contrato identificatorio tiene que haber ciertas cláusulas (metáfora que usa Aulagnier) que habilite a lo
que no estaba inscripto previamente (principio de cambio). Las cláusulas que permanecen, tienen que ver con la regulación que le
dio origen al Yo, por ejemplo: el lugar que tiene el yo en el sistema de parentesco, por más de que sea adulto y tenga hijos, nunca va
a ser padre de sus padres.

Es más fácil ver cuando éste trabajo fue fallido porque tenemos respuestas de pérdida de organización del yo y respuestas
delirantes como intentos de recomposición psíquica, por ejemplo, decir ser la mujer de Dios es un plano imposible desde el plano
identificatorio, eso sería en este proceso, un intento fallido de recomposición de un quiebre.
Es como si el yo antes de constituirse hubiera firmado un pacto identificatorio con los enunciados identificatorios que provenían del
otro parental, entonces el Yo se vuelve COSIGNATARIO, es decir, firma junto con el yo parental para decir “yo soy éste, vengo de
acá, puedo esto”. Estas referencias identificatorias están pactadas con el discurso infantil (Moreno) co-creado como una mirada
narcisista en la proyección parental en el lugar del niño, (sombra hablada desde Aulagnier), este pacto identificatorio del cual el yo
durante el tiempo de la infancia se apropia, lo metaboliza, ensambla sus piezas propiciando el marco de referencia identificatoria (lo
que Aulagnier llama una MATRIZ SIMBÓLICA como efecto de su historia libidinal e identificatorias con los otros primordiales). Esto
sería lo que permanece a pesar de las transformaciones, lo que más me identifica y es importante aclarar que no tiene que ver solo
con un rasgo, sino también con una modalidad de goce, una modalidad de sufrimiento, un tinte que ubica a ese sujeto como
singular. Entonces, a condición de que ciertos elementos permanezcan otros podrán cambiar.

Lo que venía a plantear como PRINCIPIO DE CAMBIO tiene que ver con la libertad del Yo de poder automodificarse; tiene que estar
presente en las cláusulas del contrato identificatorio, que la modificación sea una posibilidad. Esto tiene relación con los efectos de
haberse ejercido el reconocimiento del niño como un otro, no como un objeto, lugar de sujeto diferenciado de otro y no como
objeto de goce del otro parental. El principio de cambio entonces va a tener que ver con estas cláusulas articuladas dice Aulagnier,
en donde el mandato supeyoico de lo que puede y de lo que no puede, se articula con el anhelo: “ahora no podes pero cuando seas
grande sí”. Se empieza a terciarizar la mirada, ya no es lo que el otro me dice, sino también la búsqueda de lo que el otro habilita ¿a
dónde mira el otro? En esta búsqueda encontramos a muchos otros, muchos rasgos, muchos objetos que pasan a ser prometedores
a la vista del sujeto.

El trabajo en la adolescencia, tiene que ver con un tiempo de sacar conclusiones, un tiempo de concluir, de pasar en limpio las
referencias identificatorias para dejar en claro lo que va a permanecer y lo que va a modificarse, para poder realmente el yo
ubicarse, dice Aulagnier, como único signatario del contrato identificatorio más allá de la independencia y la búsqueda de garantías
del otro adulto para ser. Ya no mira el otro en el sentido de: “vos decís lo que yo soy”, sino que ahora, “vos ya no sabes nada, no
entendes nada”. Esta posibilidad del yo de desasimiento de la autoridad parental, esta pérdida de la garantía del Otro como único
signatario, como único firmante de este contrato identificatorio; lo hace cargo de las negociaciones con las exigencias del principio
de realidad, las negociaciones con el superyó en tanto la internalización de la prohibición y también de su sistema de ideales, y las
negociaciones con sus pulsiones (vasallajes del yo).

Este nuevo momento del proceso y proyecto identificatorio, que es la adolescencia en tanto único signatario de este contrato
identificatorio, implicará un trabajo, en tanto Aulagnier explica que cuando el adulto le dice al joven, construye todo un porvenir, el
trabajo del adolescente ahí es construir su pasado, porque para construir su futuro, dice Aulagnier, mediante estos trabajos el
adolescente tendrá que reorganizar su pasado identificatorio para de allí sacar las claves para continuar su proyecto identificatorio.
Construir su pasado significa que decante como resto, ciertas premisas de lo no modificable, esto quiere decir que el adolescente
revise los fragmentos de lo vivido, de los sentidos, de lo que fue, lo que creyó ser, lo que le dijeron que fue y que por ahí no condice
con los registros que de ello tiene, y que con estos fragmentos arme un capítulo que pueda continuar, deje preparado material
narrativo que le permita al yo seguir escribiendo. Este fondo de memoria es lo que Aulagnier llama decantación, esta búsqueda de
un sentido. Dar sentido a esa historia que fue contada y a lo vivido infantil propiciará entonces una versión siempre ficticia, porque
no está hablando de lo que ocurrió verídicamente, sino de la apropiación del sentido de lo que el yo puede reorganizar de lo vivido.

En esta línea, para Freud el recuerdo siempre es no objetivo, su recuerdo encubridor, se ficciona, se condensa, se desplaza, se
articula con otros materiales.

¿Recuerdan cuando hablábamos de la transmisión generacional y el efecto de lo no elaborado en generaciones previas? A veces la
transmisión de estos baches de significación, de estos secretos o traumas de otras generaciones propician al yo trabajos
complicados en tanto allí no se puede articular eso que no se sabe y que aparece como un vacío, como un hueco de significación,
con esta referencia identificatoria que el yo necesita para continuar. Entonces los posibles relacionales y el fondo de memoria serían
dos articuladores para que el trabajo adolescente propicie un futuro, hay que reorganizar el pasado en función del trabajo de
historización para promover allí una imagen que el yo pueda articular con respecto a su propio futuro, una imagen que puede
aspirar a ser, que tenga relación con quién fue y quien es.

Todo esto tienen que poder relacionarlo con: la reestructuración narcisista, los cambios en las representaciones con respecto a la
imagen inconsciente del cuerpo, el grupo de pares como este otro territorio de donde el yo del adolescente propiciará
identificaciones parciales que le garantizarán al yo ser cuando perdió sus referencias identificatorias, construido por lo parental ¿se
acuerdan cuando decíamos de lo extra familiar, lo heterofamiliar y del encuentro de otras referencias identificatorias cuando hay
que salir a armarse, a armar de nuevo un yo? Todo este armado del yo es más lábil, más continuo.

Winnicott plantea la adolescencia como el tiempo de madurez, la inmadurez necesaria, el adolescente no necesita otra cosa que
tiempo para tramitar psíquicamente estas tareas. La adolescencia es el tiempo que le lleva a un sujeto de reposicionarse en su lugar
respecto al yo, a sus deseos y al mundo. La adolescencia es un trabajo elaborativo que lleva tiempo y energía psíquica, y se
consume, como todo trabajo de duelo dice Freud, usando la misma energía; termina cuando se consumió todo ese gasto.

Winnicott plantea que en este tiempo de “inmadurez”, al adolescente se le pide que resuelva rápido. Pero plantea que no hay que
dar un tiempo, porque es el tiempo que necesita el adolescente para poder asumir una posición de crecimiento con respecto a un
otro, y este otro deberá poder soportar y sostener tanto esa pérdida de consistencia del yo infantil; como soportar la confrontación:
“¿y vos viejo que entendes? No sabes nada.” Esta confrontación necesaria si se anula, o si se apura tendrá efectos negativos para el
yo, una sobreadaptación, ya sea propiciando un lugar adulto sin poder ubicarse generacionalmente con respecto a su grupo de
pares, o quedará siempre sumido en la dependencia infantil.

El desasimiento de la autoridad parental tiene que ver con una operatoria que Winnicott plantea simbólica llamada ASESINATO
SIMBÓLICO AL PADRE. Asesinar simbólicamente al padre significa hacer caer la representación idealizada del adulto como garantía
de la creencia del poder del ideal, dicho otro modo, hacer caer la representación idealizada del adulto como lugar de garantía de la
creencia, y ahí Winnicott plantea que hay un nuevo trabajo intrapsíquico que tiene que ver con el trabajo edípico pero ahora en
otro plano. Winnicott dice que en realidad el sujeto ya pasó por un momento de desear que el otro desaparezca en la
confrontación; la hostilidad, propicia posiciones en donde el niño se confronta con el otro deseando y que el otro desaparezca y
habilite el lugar de acceso al objeto deseado. La diferencia, dice Winnicott, en este momento del crecimiento (en la adolescencia) es
que esa fantasía de que el otro desaparezca se transforma en la fantasía de asesinato, yo tengo qué matarlo, el otro no desaparece
por si sólo, es por sobre el cadáver de un adulto que el adolescente resuelve su adolescencia. Esta FANTASÍA INCONSCIENTE DE
ASESINATO tiene que ver con mandar ahí la representación del otro como garante de un saber, es la caída: “soy yo el que digo que
ahora, vos no sabes”. Sacarle a otro el lugar de garante.

Este trabajo doloroso y culposo está articulado con un trabajo intersubjetivo: un reposicionamiento generacional, el ubicarse como
generacionalmente la otra generación de recambio, la fuerza ya no está en unos, sino que está en otros. Ahora hay otro que puede,
es parte del clan, es uno a la par, y la competencia y confrontación es real. El lugar del adulto acá también puede entorpecer la
salida del adolescente al esquivar la confrontación generacional y no permitir esta constatación de fuerza que necesita el
adolescente para medirse con el otro. Esto es una doble trampa, el adulto puede estar enganchado donde no puede dejar de ser el
adulto garante, el que se las sabe todas, que puede todo, y no posibilita este recambio generacional; o puede también no poder
bancarse la confrontación y hacer como si todos somos todos amigos. Entonces el asesinato simbólico al padre no es para ocupar el
lugar del padre en tanto tener hijos, es ocupar el lugar del adulto ahora que paga con su costo esta relación con la realidad. Muchas
veces para hacer ese trabajo el adulto necesita reconocer en este otro joven alguien que pueda sucederlo, y a la vez el adolescente
tendrá que posicionarse como sucesor, pero posicionarse como sucesor es también elaborar algo del duelo (el otro no va a estar
siempre, el otro es un otro fallido, castrado, y a la vez mortal, finito).

Es el que se posiciona en un lugar de confrontación el que pueda quedar legitimado en lugar de sucesor, el que sale de este lugar de
dependencia y de trampa narcisista, de seguir creyendo en el otro esa función que el otro reconoce que ya no tiene. Poder tomar
este otro como un antecesor y ubicarlo como el viejo que ya no va a estar, es un gran drama para el adolescente y para el adulto.
Uno de los riesgos a comprender es que queda asociado este trabajo (el asesinato simbólico del padre) con ocupar el lugar del
padre. Es una posición simbólica, un reposicionamiento indispensable para la salida del trabajo adolescente, el dejar de ser hijo,
dejar de ocupar ese lugar.

Un trabajo de Mannoni se llama “La Otra escena”: Habla de una escisión del yo necesaria para poder decir “ya lo sé pero aún así…”,
es como un juego de desmentida del yo necesario para que el yo se las ingenie con algo de la ilusión porque, más allá de que sabe
que no es así, necesita sostenerse en la creencia de que puede ser. Tiene que ver con poner la creencia en el lugar de lo simbólico y
no lo concreto del otro; no es “mis papás”, es “y bueno cuando sea padre”, es la referencia ya no de la presencia del otro como
concretización del ideal del yo, sino la salida a esta relación particular con los ideales, la creencia en algo que ya no va a ser la
presencia concreta del otro ni la palabra concreta del otro, sino la necesidad de poner en los ideales, este magma de ideales en
donde el ideal del yo va a anclar a la salida de la adolescencia, como una referencia de la creencia: ya no creo en él como garante,
pero creo en la verdad, la justicia, en el amor, en él en tanto porto algo de verdad, porto algo de amor, ya no es en la persona sino
en la referencia simbólica de lo que el otro porta: esto se llama las insignias, LOS EMBLEMAS IDENTIFICATORIOS que cuando uno
tramita la salida de la adolescencia y se posiciona en lugar de adulto, toma de la generación anterior y lo hace propio, porque si
fuera todo rechazo no habría recambio generacional.

El sucesor implica también jugar ahora mis creencias, ideales. Hay que poder posicionarse con algunas insignias y emblemas
identificatorios de lo que viene heredado, todo un trabajo de metabolización para poder luego salir a posicionarse afuera desde
este ideal: ya lo se pero aun así mantengo este lugar ilusorio con respecto al otro.

Ejemplo con la Película Billy Eliot. El hermano de Billy dice: el costo de ser minero es mío, yo lo elegí, Billy puede elegir otra cosa, no
tiene por qué serlo, el ahí se hace cargo del costo que tiene. El hermano se identifica como amparador del otro, tanto con el padre
como con el propio hermano.

La salida exogámica, la constitución del vínculo de pareja tiene que ver también con poder asumir con el otro este lugar ilusorio de
ser el ideal, también se juega esta cuestión ilusoria para el afuera, ya no con respecto a los primeros objetos sino con otro sujeto.
Cuando hablábamos de lo exogámico, del otro social, del otro sexual, esto tiene que ver también con la categoría de las jerarquías
(no todos tienen el mismo lugar en el mundo adulto), con ocupar lugares jerárquicos: un empleo, una profesión, otros grupos de
pares, vínculos de parejas, habrá lugares privilegiados pero no va a haber un único lugar posible para ese yo. El yo ahí tiene que
estar sostenido por: “esto no es fantástico ni ideal pero aun así insisto”.
TEORICO 8: “Proceso identificatorio y proyecto identificatorio” (Continuación)

Ayer utilizamos el esquema que nos propone Piera Aulagnier en un trabajo: “El Aprendiz de Historiador y el Maestro Brujo”, es un
trabajo teórico clínico sobre psicosis en donde la autora, posterior al trabajo de “Violencia de la interpretación”, plantea justamente
la relación particular entre estos componentes en la actividad psíquica, como son: el proceso secundario, el proceso primario y sus
representantes, cuando plantea esta metáfora del YO como un aprendiz historiador, y el ELLO como un maestro brujo con un
contenido de significación enigmática a descifrar, a interpretar. Después de trabajar sobre los casos clínicos, agrega dos notas al pie
del capítulo IV: y ahí presenta el siguiente esquema (se toma en los finales porque es muy ordenador).

Plantea un esquema donde la T significa tiempo lógico particular. La R es una relación significativa con la nocion de encuentro: un
encuentro significativo.

Un tiempo uno que es el advenimiento del yo. Un tiempo dos llamado momento de concluir. Un tiempo 2 R1, un tiempo 2 +R2, un
tiempo 2 +r a la n (exponencial) y continua. Hay un tiempo 0 que es el nacimiento del infans.

Recordemos el concepto de IDENTIFICACIÓN desde Freud como un mecanismo psíquico, una operación arcaica y primaria de
acuerdo a los modelos identificativos freudianos, momentos inaugurales de la actividad psíquica, donde se toma al otro como
modelo total. Freud plantea identificación primaria al padre pre-edípico, al modelo de la incorporación caníbal del padre de la
horda, y es una hipótesis ligada a la filogenética, a esta especie de explicación causal de como una generación toma elementos de la
generación anterior para humanizarse: proceso de humanización. Esta modalidad primaria de identificación es la ligazón a un objeto
libidinal más temprano, previa a la elección de objeto, es una ligazón a un objeto como modelo y no como objeto, es lo que se
quiere ser y no lo que se quiere tener. Después de la construcción del yo, se produce la diferenciación del yo con el objeto, y se
producen las identificaciones secundarias posteriores a la encrucijada edípica, donde ya está esta diferencia entre el yo y el objeto
en tanto aspiración de tener un objeto e identificación parcial al rasgo (no total), sobre un aspecto del objeto representado para el
yo. Recuerdan que hablamos de tres tipos de identificación secundaria.

Es importante poder pensar, que el tomar un aspecto del otro, pero del otro que ya no es el otro que existe fuera de la realidad,
sino un aspecto de lo representado del otro tomado como modelo para el yo, consiste en uno de los mecanismos centrales para
pensar la Génesis del yo o su construcción. Lo que le sumamos como complejidad teórica cuando tomamos los aportes de
Aulagnier, es que lo que Freud explica como mecanismo, ella lo va a plantear como un proceso de construcción del yo a lo largo del
devenir. Freud no habla de proceso, sino que, habla de identificación.

El concepto de proceso identificatorio, hace alusión a una de las propiedades del aparato psíquico. Cuando estamos hablando de
proceso identificatorio estamos hablando del proceso de construcción del yo a lo largo de un movimiento temporal y cuando
decimos temporal recuerden que estamos hablando de esta complejidad de tiempos: tiempos lógicos, tiempo madurativo, que
implican modificaciones.

Aulagnier va a hablar de PROCESO IDENTIFICATORIO a partir de que hay un yo advenido. Hubo ciertas operaciones en lo intra, inter
y lo transubjetivo que propiciaron el advenimiento de un yo. El proceso identificatorio atañe al yo, por lo tanto uno puede pensar
que comienza este proceso en tanto hay un yo que adviene. Ahora en tanto procesos de construcción del yo comienza antes que yo;
la clave de este proceso es que podrá haber un Yo y un Yo que pueda identificarse como un polo estable de funcionamiento
psíquico diferenciado del otro, en tanto hubo un proceso que lo anticipó, esa es la trampita: hay proceso identificatorio a partir de
que hay un yo, pero para que haya un yo, tuvo que haber un proceso antes y para el yo.
¿Qué conceptos tienen a mano de lo ya visto para entender esta anticipación? La sombra hablada, la función de prótesis de este
otro primordial, el portavoz y el encuentro con el padre, la diferenciación, las reglas de regulación simbólicas que marca lo
permitido y lo prohibido, como dice Aulagnier “la frustración y el sufrimiento no son caprichosos sino que tienen un porque.” En el
capítulo 4 Piera dice que todo esto se deberá dar como un trabajo previo que propiciará el advenimiento del yo. ¿Por qué decimos
que esto tiene que ver con el proceso identificatorio? Porque justamente el proceso identificatorio es la cara oculta de un trabajo de
metabolización psíquica donde los materiales a metabolizar provienen del microambiente, y la actividad del infans es metabolizar
estos materiales (que tienen que ver con los anhelos, anhelos en tanto lo decible del deseo, las catexias libidinales en juego en este
encuentro con los otros que anticipa al yo antes de que este yo advenga). Hay un tiempo en el cual mediante enunciados
identificatorios, se va creando un lugar antes de que el yo venga como tal, se lo anticipa. Este material identificatorio no solamente
son, rasgos, cualidades, adjetivos del yo. Frente al enunciado identificatorio, se desprende allí un predicado posible pero también, y
siempre tácito, un sujeto, un enunciante o, dice Piera después, un identificante, como si fuera el agente de la identificación.

En esta violencia primaria, allí no solamente hay un predicado positivo y negativo, también se dirige a un otro, y este sujeto que se
dirige es como que se va creando allí, en este destinatario de este enunciado identificatorio. Aulagnier plantea (y ahí tenemos uno
de los primeros elementos), una vez que adviene el yo como instancia, encuentra un espacio catectizado por él, sin que él sepa, sin
que el haya tenido un registro consciente de que él ya catectizó eso, ya hay una historia libidinal: placer, displacer, presencia,
ausencia, frustración, aspectos valorados, rechazados, etc. A partir del advenimiento del yo, este debe tomar a su cargo la
anticipación que otros han tenido con el ¿se entiende? “Ahora yo debo enunciar: yo quiero, yo no quiero, me gusta, no me gusta” el
saber del yo. Por eso Aulagnier plantea que EL PROCESO IDENTIFICATORIO es el saber del yo por el yo, es lo que el yo sabe de sí
como instancia separada del otro.

Cuando veamos ENVEJECIMIENTO lo vamos a ligar con un concepto de la filosofía contemporánea que es el concepto de identidad
narrativa que tiene mucho que ver con este proceso identificatorio.

Resumiendo: el advenimiento del yo es el momento en donde se inaugura una de las mutaciones radicales que es el clivaje psíquico
que permitirá el reconocimiento del yo como polo estable de las identificaciones, que le permitan reconocerse diferente del objeto,
la regulación del proceso secundario, el acceso al lenguaje y la palabra.

Y el tiempo en el que él yo todavía no estaba, pero si estaba anticipado como actividad psíquica en los enunciados identificatorios
de los otros, propiciando entonces allí tanto referencias identificatorias, predicados posibles y también un yo pensado por otros.
Cuando se dice predicados posibles ahí vemos la marca del encuentro con el padre, no puede ser cualquier cosa lo que se le diga al
yo, tiene que ser un predicado posible ¿recuerdan cuando hablábamos de la solidaridad de las funciones? Las funciones son
solidarias entre sí. Lo que la sombra proponga como enunciados identificatorios debe tener la marca del proceso secundario, debe
tener el registro de que ese predicado que se pronuncia allí sobre el yo, esté garantizando las regulaciones simbólicas. Por ejemplo
la prohibición del incesto. La regulación del encuentro con el padre, la regulación simbólica está presente en el tipo de enunciado
que así se proponga, va a dar cuenta entonces de que esto que se dice acá pertenezca a un sujeto diferenciado, ese es el predicado
posible.

Mediante el proceso identificatorio el yo historiza (El yo es un historiador), pone en relación determinados elementos y arma una
historia donde encuentra allí la causa que le dio origen. El yo encuentra mediante este proceso identificatorio, un nombre, un
origen, un sentido y en el mejor de los casos dice Aulagnier, una garantía que le permita al yo seguir siendo el mismo a pesar de los
cambios. Piera plantea en otro artículo del libro “De los destinos del placer” en la primera parte, habla de la diferencia entre
alienación, psicosis e identificación y habla del proceso identificatorio. El “cuando yo sea grande” que pueda enunciar el yo tiene
que haber sido precedido por un “cuando vos seas grande” ¿Qué significa? Que el movimiento temporal que el infans aún no puede
apropiarse, no puede comprender la diferencia entre ayer, hoy y mañana, debe estar inscripto en la regulación de los enunciados
del portavoz, de la sombra, del microambiente, es decir, que cuando el yo se constituya hay un movimiento temporal que va a
suceder, pero que el yo debe permanecer como el polo estable de eso que cambia. Así el proceso identificatorio, será la cara oculta
de este trabajo del yo, para ir garantizando que el Yo sigue existiendo a pesar de que el yo cambia, por eso habla del polo estable de
las identificaciones. Ciertos elementos, ciertas referencias de las cuales el yo se apropia vía la retroacción de lo construido con otros
y por otros, van a permanecer como puntos de no cambio, para que el yo se reconozca el mismo a lo largo del devenir.

Por esto, cuando habla de este tiempo que va entre T1 y T2 es el tiempo de la infancia, el tiempo en donde se consolidan las
posiciones identificatorias pactadas con el otro parental: el niño se apropió, metabolizó el lugar identificatorio que le fue asignado.
Pacta en el sentido que permite el yo metabolizar las referencias identificatorias pactadas con el microambiente o con el otro
parental, y ahí Aulagnier, en otro trabajo que habla del principio de permanencia y principio de cambio en lo identificatorio, va a
decir: en este tiempo de la infancia el yo cuenta como un garante identificatorio, se sirve de un contrato identificatorio donde el
otro garante es el otro parental, firma junto con el yo este pacto identificatorio: lo que vos sos, lo que puedas ser, como te vemos,
lo que te pasa. Este pacto identificatorio como contrato identificatorio entonces, tiene al otro parental como cosignatario, firman
juntos y todavía es como algo de dueño, es el que presta los recursos de la significaciones, de los enunciados de los que el yo pueda
hacer, es referente también de la relación que tiene el yo del niño con el discurso del conjunto. Entonces este es el tiempo de la
infancia: el otro parental como cosignatario. Este tiempo que va de T1 a T2, ese momento donde se metabolizan y se afianzan los
recursos identificatorios para el yo, aquellas cláusulas que no van a modificarse y también aquellas que podrán modificarse. Por
ejemplo las regulaciones simbólicas de las leyes del parentesco están dentro de las cláusulas no modificables “yo soy hijo, pero
nunca seré el padre de mi padre, ni el hijo de mi abuelo”. Otra cuestión allí como no modificable, tiene que ver también con la
diferencia de los sexos, y lo que llama Aulagnier la matriz simbólica ¿A qué llama MATRIZ SIMBÓLICA? Matriz en el sentido de lo que
imprime, una marca impresa como memoria de lo vivido y sufrido con el otro, una modalidad del encuentro con el otro que le ha
dado al Yo un lugar privilegiado, ya sea para el placer o para el sufrimiento; una forma de gozar, una forma de sufrir, una forma de
ser significado por el otro. Estamos hablando de marcas inconscientes, no son observables.

Aulagnier plantea: el PROCESO IDENTIFICATORIO será el proceso por el cual el yo metaboliza un material anticipado y brindados
por los otros primordiales, que le permiten al yo luego, ser propio anunciante de estos significados. Primero el Yo repitente que no
reconoce que lo que repite, es ajeno, para ser luego enunciante de sus propios enunciados. Es en cada momento en donde el yo
debe dar cuenta de quién es, que quiere y que desea, lo va a armar desde este lugar, de lo que sabe el yo del yo mismo, desde el
proceso identificatorio. Cada momento en el que el yo se encuentra con esta tarea apela entonces al proceso identificatorio. Este es
un trabajo inconsciente dice Aulagnier, el proceso de historización tiene un marco de conciencia, el yo sabe algo del yo, de lo que
puede apropiarse mediante el relato de su devenir, pero también tiene aspectos inconscientes, como ser estas huellas de memoria
psíquica que no son conscientes.

La realidad identificatoria siempre es una realidad ficcionada, en tanto está tamizada por el proceso secundario, siempre hay algo
de reconstrucción, nunca es exactamente lo que pasó, siempre hay un resto, algo que no termina de inscribirse y que puede tener
allí vivencias discordantes, discrepancias entre el saber que el yo puede saber del yo y ciertas experiencias placenteras y
displacenteras que han creado como pictogramas de encuentros o rechazos de ese vínculo con el otro. Siempre lo que el yo pueda
saber sobre el yo, será una especie de apropiación ficcionada de su historia, no importa el grado de veracidad que ha tenido, sino
importa que arme un historia posible donde explique que el yo viene de un deseo (deseo de hijo).

¿Se entiende este idea de PROCESO IDENTIFICATORIO? La posibilidad de articular un identificante o un enunciante, con un
enunciado identificatorio: “yo soy esto, me pasa esto”.

La otra cara del proceso, es el PROYECTO IDENTIFICATORIO, una vez que el yo accede a la lógica de la temporalidad (percepción de
la diferencia entre un antes y un después). Ese acceso a la temporalidad, será un proceso lógico que le permite al yo reconocer que
hubo un antes de que el Yo exista y un después, de que el yo vino al mundo, esta percepción que tienen los niños de que el mundo
empezó o que el Yo agarra el mundo empezado y que cuando termine el yo, el mundo va a seguir. El acceso a la temporalidad está
anclado a un trabajo psíquico que será el proyecto identificatorio ¿cuál es ese momento que marca el acceso la temporalidad? En el
capítulo 4 habla del yo y la conjugación de tiempo futuro: hay un tiempo donde el yo puede ser cualquier cosa y tener todos los
objetos ¿Qué tiempo es ese? YO IDEAL, esta imagen del que el yo puede ser lo que se le ocurra y puede tener todo lo que desea,
por lo tanto ese tiempo podría ser algo al que el yo podría volver.

Un ejemplo: mi hijo más chiquito decía “cuando sea grande voy a estar en tu panza” Esto es un momento lógico, hay un registro de
cuando sea grande, pero el futuro está en función de volver a un pasado. Este momento fue previo a cierta operatoria psíquica que
Aulagnier plantea que se tiene que dar, para que el yo reconozca que no puede ser cualquier cosa y no puede tener todo lo que
desee. La encrucijada edípica, este cruce de caminos que está reflejado en la tragedia de Layo, va a marcar uno o lo otro, ahí no hay
posibilidad de escapatoria para el yo y sale transformado ¿cuál es la transformación del yo? Y esto es lo que Freud plantea cuando
habla de la identificación, que es este clivaje dentro del funcionamiento psíquico con el ideal del yo y el superyó: cuando el yo no
puede contentarse consigo mismo, se dirige a un imagen idealizada que de poseer la gozará entonces del beneficio de ese placer,
aquello que no puede contentarse por no ser el ideal, no ser un yo ideal, se proyecta a un ideal del yo. Hay dos tiempos aquí en
juego, una previa el Edipo y una posterior al Edipo. Cuando Aulagnier plantea que hay ahí un tiempo antes del Edipo y un tiempo
posterior al Edipo, NO está hablando de la infancia previa al Edipo y la adolescencia posterior al Edipo (ERROR!!), sino que está
hablando de antes de la consolidación del yo y un trabajo posterior del yo consolidado como instancia.

Al respecto, ¿qué dice Aulagnier? Les leo: “esta imagen del proyecto se constituye en dos tiempos. Ésa surge a partir de que el niño
puede enunciar un “cuando sea grande” o “me casare con mama”, primera formulación de un proyecto que manifiesta el acceso del
niño a la conjugación de un tiempo futuro pero no reconoce la castración. Mientras nos mantendremos en el período que precede a
la prueba de la castración y a la disolución del complejo de Edipo los puntos suspensivos (cuando sea grande, quiero ser) remitirán a
fórmulas que podemos resumir así: “me casare con mama, tendré todos los objetos que quiera, etc.” Y Sigue: “en un momento
posterior el enunciado será completado por “seré esto” “seré médico, bombero, actriz” cualquiera que sea el término lo importante
es que deberá designar un predicado posible y ante todo un predicado acorde con el sistema de parentesco al que pertenece el
sujeto.” Acá vemos el efecto de la castración. Esta concordancia prueba el acceso al registro simbólico, prueba que el sujeto pudo
tramitar algo de la castración simbólica. La castración como efecto de esta encrucijada edípica no tiene que ver solamente con el
miedo que le corten un pedazo del cuerpo, sino al: registro del límite, de la prohibición como una forma de regular también lo que
se puede, lo que no se puede. Inaugura allí el PROYECTO IDENTIFICATORIO. Aulagnier da una definición que dice “el proyecto
identificatorio es la autoconstrucción del yo por el yo” así como el PROCESO IDENTIFICATORIO era el saber del yo por el yo, lo que el
yo puede saber de sí mismo como referente identificatorio permanente.

El yo una vez que accede a la categoría de futuro y sale de este encruzamiento edípico, el yo va a anticiparse a si mismo una imagen
del yo futuro. Entre el yo actual y el yo futuro va a haber una distancia: “seré esto”, “no lo soy” hecho futuro sería como la función
psíquica del ideal del yo. Dice: a una referencia anticipada que siempre está allí permitiendo esta esperanza, permitiendo acceder a
un lugar identificatorio futuro de satisfacción, que le brinde satisfacción consigo mismo porque el yo, ya no lo es todo, sino que
querrá ser. Acá hay una X, una brecha, un vector entre el yo actual y el yo futuro. Esa X siempre debe permanecer como una prueba
de la castración simbólica, lo que yo quiero ser y no soy, y que siempre se corre porque lo que corremos es la distancia entre el yo
actual y el yo futuro. Dice Aulagnier que es la marca en el registro identificatorio de la castración simbólica, es la constatación de
que hubo ahí un clivaje psíquico ligado a esta operatoria de la castración en el plano identificatorio. El ideal del yo entonces, surge
en función de no contentarse consigo mismo, de que el yo no puede. La marca sería entonces de que haya un elemento futuro
¿Cuál es la confusión en el texto de Aulagnier?, cuando veamos “seré médico, abogado, etc.” están pensando de que este tiempo
están hablando del proyecto identificatorio en la adolescencia, pero Aulagnier no está hablando de la adolescencia está hablando
de la marca antes del Edipo y después del Edipo.

La diferencia es que en la infancia cuando estaba el otro como consignatario, la imagen de yo futuro está en función de los ideales
parentales. El “yo seré esto” está en función de la mirada que hace el niño hacia los ideales parentales. Por ejemplo, cuando se cae
el niño mira al adulto para ver si llora o no, cuan fuerte llora en función de la gravedad para el adulto, bueno, para los ideales es lo
mismo: miran, cotejan y arman los ideales en la infancia en función de un discurso infantil en donde lo garante del ideal son los
otros primordiales. Rodulfo dice que el trabajo adolescente más crudo no es solo registrar que no es el niño ideal, sino que los
ideales no están encarnados en los padres, que el otro no es garantía de nada y eso es un dolor muy grande: “¿vos que sabes?”
Antes: “sabes me banco que me digas que sí, que me digas que no, te pregunto”. El ideal del yo infantil en función de este trabajo
está entonces al trabajo de consignatario del otro parental.

Luego del complejo de Edipo, el tiempo T2 es el tiempo del fin de la infancia, ahí es el momento de concluir, concluye en el sentido
de sacar conclusiones, hacer una especie de recapitulación. Llega un momento entonces que el escribiente: el yo historiador dice
“bueno a ver, hasta acá, ¿Qué puedo decir? Y saco conclusiones de quien soy yo, quienes son estos, como es el mundo, qué exige la
realidad, como me las arreglo con mi goce, con mi frustración”. Este momento de concluir, el T2 dice Aulagnier, será en donde el yo
deberá asumir un LUGAR DE SIGNATARIO ÚNICO DE ESTE CONTRATO IDENTIFICATORIO, en donde se pierde al otro parental como
cosignatario de las posiciones identificatorias y, el yo negocia a nombre propio con los tres tipos de vasallajes (los freudianos), se las
tiene que arreglar con el ello, con sus funciones, con el superyó, con lo que internalizo del superyó y de los ideales parentales y con
la realidad. Acá Aulagnier plantea que son las modificaciones deseadas y posibles en la relación que tiene el yo con sus propios
identificados. ¿Esto qué significa y porque pensamos que éste es el tiempo del adolecente? La clave en el pensamiento de
Aulagnier, está en que las modificaciones de los enunciados identificatorios, en el mejor de los casos son deseadas y posibles. Esto
significa que haya una movilidad, que esté condenado a la exploración ¿recuerdan cuando la otra clase hablábamos de condenado a
explorar? El condenado a salir a la búsqueda de, pero no movido solamente por adaptación a la realidad, sino como parte de sufrir
esta tensión del objeto como fuente pulsional, el deseo que movilice. Modificaciones deseadas y posibles en el sentido que la
categoría de futuro haya sido inscripta como una modificación deseada, esperable para el yo.

Uno de los enunciados propios de la violencia secundaria es que nada cambie. Esta idea de que siempre queda si tiene que ver con
no poder acceder a una categoría de futuro como lo esperable. Hay allí algo a desear, algo bueno a esperar, la gratificación que una
vez alucine vivirla ¿Qué hace el ideal? La patea para adelante entonces, lo mejor siempre está por venir.

Dice Aulagnier, el yo adolescente, revisando los enunciados identificatorios y haciendo el proceso de historización, podrá tener
disponibilidad libidinal e identificatoria para apoyarse en otras referencias, en otros enunciados identificatorios. Esta es la crisis
identificatoria de la cual habla Mannoni en la adolescencia. Para que esto no sucumba la organización del yo, el yo deberá entonces
mantener determinados elementos estables, y ahí es donde Aulagnier plantea todo un trabajo interesante respecto del proyecto
identificatorio. Cuando el adulto le dice al adolescente “constrúyete un futuro”, el trabajo psíquico adolescente es construirse un
pasado: para construirse un futuro necesita el adolescente construirse un pasado. ¿A que hace referencia ella cuando habla de
construirse un pasado? Justamente a destinar la actividad psíquica, la actividad representacional a historizar el origen del yo, el
origen identificatorio y el origen libidinal del yo. El yo deberá revisar, volver a armar un relato que implique reconocer, deslindar lo
que el yo sigue pactando de esos primeros enunciados y las piezas de ese rompecabezas que el yo podrá mover.

El proyecto identificatorio va de la mano del proceso de historización. El proyecto identificatorio tiene que ver con armar esta
anticipación, esta autoconstrucción del yo a futuro, pero va de la mano del proceso de historización y entonces es construyendo un
pasado, como puede construir su futuro. Acá surge un error que es pensar que cuando hablamos de futuro estamos hablando de la
adolescencia y NO, el acceso a la temporalidad futura y el proyecto identificatorio está en los dos tiempos, la diferencia es que en el
T1 el proyecto identificatorio y la relación con el ideal del yo todavía sigue estando en relación al discurso infantil que se co-crea con
los padres. El proyecto identificatorio en la adolescencia tiene que ver con esta crisis identificatoria y la posibilidad de salir a buscar
nuevas referencias en otros. Lo que Mannoni dice muy interesante, es que el yo presente toma como propio las referencias
identificatorias (el grupo de pares, las referencias del conjunto) que va tomando el adolescente, las hace propias el yo,
desconociendo que el yo ya hizo esto con otros elementos prestados. Esto es un segundo momento de tomar los aspectos
prestados del otro. Es la categoría entonces de estas otras referencias identificatorias extra familiares.

El proyecto identificatorio en el T1, esta relación del yo futuro con el yo actual se mantiene esta X a diferencia entonces, que el yo
futuro en el segundo momento, no va a depender ya de la imagen idealizada parental, sino que el ideal del yo adolecente se
reformulara en tanto ahí ya un mano a mano con el contrato narcisista, un mano a mano con las referencias de los ideales, no el
ideal, los ideales en tanto un magmas de sentidos, valores, de representaciones imaginarias que regulan el funcionamiento de una
sociedad. Allí construye entonces esta imagen del yo futuro

¿Cuál es la diferencia entre el ideal del yo en el antes y después de la adolescencia? La función psíquica es la misma: propiciar al yo
una construcción futura, un saber acerca del yo futuro, pero en lo concreto es diferente. Acá (T1) con armarse una imagen del yo
futuro alcanza y el niño ahí permite una libertad de movimiento de esta imagen idealizada del ideal del yo. Ahora, a la salida de la
adolescencia esta elaboración del proyecto identificatorio debe dejar al yo la posibilidad de armar un plan estratégico que es el
proyecto vital. Ej. si quiere ser astronauta, va a tener que irse a vivir a otro país, no alcanza con querer ser astronauta, tiene que ver
como organiza, tiene que tener algo de utópico pero tiene que tener cierto margen de cómo hacemos para llegar a esto. Por esto,
decimos que son modificaciones deseadas y posibles de estas identificaciones en relación a sus propios identificados.

El yo en este segundo tiempo se vuelve autónomo y desde allí en cada encuentro significativo ya sea con otros sujetos, con la
realidad, el yo va a tener que revisar quien es, quien quiere ser, como se ve, como se piensa. Esta es la reformulación del proyecto
identificatorio en la adolescencia, el constituirse como único signatario de este contrato identificatorio remidiendo su mirada a sus
referencias identificatorias más allá de lo familiar, a lo extra familiar, revisando para eso la historia identificatoria del yo, la historia
de cómo surgió el yo, de donde vino, que pudo, para construir allí una nueva versión de sí mismo, una nueva versión del yo futuro.
Aulagnier plantea construirse un pasado. Establece en la adolescencia un fondo de memoria, como si capitalizara lo vivido y armara
una especie de apuntes que tienen que estar siempre a mano para que el yo, pueda garantizar quien era (ej. experiencias vividas).
Acá es fundamental dice Aulagnier, las satisfacciones que tuvo ese yo para ilusionarse, para salir a la búsqueda, el recuentro de
aquellas marcas que han dejado al sujeto con la confianza suficiente para salir.

Este fondo de memoria va a marcar todo lo que será posible para el yo, y ahí habla del concepto de los posibles relacionales: el yo
para poder seguir siendo identificado por sigo mismo deberá hacer una especie de armadura coherente entre lo vivido y lo por vivir,
debe tener cierta coherencia, entre un capitulo que escribe el yo de su historia con otro. A veces no sucede. El trabajo de
reacomodación del yo será en función de hacer coherente esto con lo vivido. Esto logra Billy en la escena del baile: resignificar un
lugar del yo, más que nada con la carta la madre, quien le dice “vos fuiste deseado, fuiste amado, yo estaré, podrás ser lo que
quieras, dice, serás lo que quieras ser y yo te querré igual”. Habla de ciertas referencias identificatorias para el yo, que permite que
un pie de Billy se mantenga firme para que con otro pueda lanzarse a lo nuevo, investirlo y armar esta especie de baile extraño que
es como una mezcla de protesta, juego de fútbol, baile. Los posibles relacionales serán aquellas ligaduras de significación que
permitan dar coherencia a esto nuevo en relación a lo anterior. En el peor de los casos tenemos lo que llama Aulagnier la
potencialidad psicótica que es un movimiento de ruptura, de quiebre de los parámetros del yo que no puede continuar con cierta
organización, que no encuentra en lo vivido elementos que le garanticen estabilidad. Otro aspecto complicado es la rigidez, la
repetición en sentido de que nada nuevo bajo el sol, el yo no puede salirse de este lugar pactado en los enunciados identificatorios
con los padres y no hay nada nuevo, solo un reencuentro con lo mismo. En el mejor de los casos, dice Aulagnier, el yo avanza en
relación a esta imagen de yo futuro, no como empujado por la realidad y por lo que hay que hacer, sino como valiente conquistador
de un territorio legítimo.

La categoría de futuro entonces a trabajar en la adolescencia tiene que ver cuando aparece la posibilidad de lo otro, lo diferente, lo
desconocido como un enigma y el deseo del adolescente de ir hacia la búsqueda de la ilusión del reencuentro de un placer legítimo
que le corresponde al yo, la porción de la realidad que al yo le corresponde como propia y a la vez la diferencia, este otro encuentro
para el yo.

En esto Aulagnier plantea que hay dos tipos de identificaciones en juego: LAS IDENTIFICACIONES SIMBÓLICAS que tienen que ver
con esto que garantiza que el yo permanezca en estos lugares de coherencia, lo no modificable y LAS IDENTIFICACIONES
IMAGINARIAS que son esos rasgos parciales que el yo podrá aspirar a ser en función de lo que quiera tener. Aulagnier dice que la
identificación imaginaria es lo que mira los ojos de quien uno mira, uno quiere. Esto es el precepto del márquetin: Estos que son los
buenos, los lindos, los exitosos quieren esto y usan tal producto, uno terceriza, uno mira lo que esos miran, el brillo que le otorga el
otro ideal ha determinado objeto. Esta también es la identificación pos edípica, tiene que ver con “yo no puedo tener a mi madre, y
miro a mi madre ¿y quién quiere? A mi padre” La identificación imaginaria tiene que ver con este brillo de determinadas referencias
identificatorias que le garantizan al yo o le prometen al yo ocupar una posición ideal. Es lo que Freud llama identificación al rasgo, la
identificación de la masa.

A partir de hallar este recorrido, el adolecente podrá armar algo en función de reposicionarse él mismo en otro plano. Esta es la
salida identificatoria mediante el ideal del yo en la adolescencia: sale a la búsqueda reconociendo que hay allí todo un trabajo de
reorganización psíquica, pero saliendo de esta posición de depender de un discurso donde los que daban eran otros.

TEORICO 9: “Nombre propio – Contrato narcisista”


Vamos a empezar con uno de los observables como producción de la estructura familiar, otras producciones de la estructura
familiar se refieren al mito familiar, el espacio y el tiempo familiar, entre otros.

Aulagnier habla de microambiente y un espacio organizado por estos 2 factores: el discurso y el deseo parental que mediante la
encarnación en estos otros primordiales, van a posibilitar un trabajo de constitución psíquica para el infans y una reorganización
psíquica también para los padres. Vamos a ver cómo se cruzan estas dos variables (la vertiente de lo discursivo, lo reglado, lo
organizado por el funcionamiento de las leyes simbólicas junto a lo deseante) para poder pensar una de las producciones de la
estructuras familiar.

Otra consideración será hacer un trabajo de abstracción del modelo teórico que se ofrece como explicativo, para entender un
modelo explicativo del funcionamiento psíquico porque estamos hablando de abstracciones, pero esas abstracciones tienen como
finalidad explicar una realidad humana. Ahí con posterioridad vamos a poder hacer esta interrelación entre los observables, lo que
está más cerca de lo concreto visual y a su vez hacer una lectura.

Este concepto del que el Yo puede advenirse lo plantea como un trabajo metabólico en el psiquismo con respecto a lo que
Aulagnier plantea como un trabajo de metabolización de representación incipiente en el infans que va a dar lugar a un proceso de
construcción del yo. Decía Aulagnier que está condicionado por estas 2 variables:

1-EL DISCURSO

2-EL DESEO PARENTAL

Como un campo de fuerzas que están articulados. Vamos a corrernos un poquito de Aulagnier y volver al concepto de ESTRUCTURA
FAMILIAR: entendemos a esta producción de la estructura familiar, como “una creación de este juego de fuerzas”. El concepto de
ESTRUCTURA, lo relacionábamos con los aportes del estructuralismo y desde el psicoanálisis de las configuraciones vinculares, como
un campo de fuerzas deseantes de significaciones y articulaciones con lo cultural que producían efectos. El efecto era como una
familia puede organizarse como tal y que los significados de esa organización observable estaban en relación a lo que subyacía en la
estructura familiar, como tensiones de significaciones. Lo que plantea Berenstein, como ejemplo de las producciones de la
estructura familiar es el sistema de nombres propios. Dice que así como los mitos de la familia, los orígenes, los relatos, las
construcciones de significación que una familia puede procurarse, es un relato CC pero que está por partes signado por
significaciones iCC de ese grupo familiar.

El SISTEMA DE NOMBRES PROPIOS, los nombres de pila, en esta articulación entre lo DISCURSIVO este juego de palabras que se
usan para nombrar a los yoes de una familia y los DESEOS ICC que circulan en una transacción de una relación vincular que propician
al yo, sea llamado de tal forma.

Siempre hay una historia para el nombre, y esta historia de dar un nombre es una producción, familiar, singular a la familia pero a la
vez implica el reconocimiento de cierta legalidad, cultural, simbólica acerca de cómo cada cultura en un tiempo histórico, va
reorganizando el nombrar. Ej.: hay comunidades que sólo pueden darle el nombre a un niño por nacer, solamente los nombres
disponibles pueden ser los nombres de los que están muertos porque darle un nombre de un ser vivo implica asumir la muerte de
ese que vive para darle un nombre al nuevo, como una regla cultural. Hay culturas también que al crecer y al pasar de estatuto a un
lugar de adulto, las personas guardan su nombre familiar y reciben un nombre especial de la comunidad y ese nombre se mantiene
como un secreto, se guarda, ya no puede ser usado y puede apelar ahora a este nuevo ser. Al cambiar el lugar que ocupa en el
grupo, se rebautiza al ser no con otro nuevo nombre.

En otras comunidades donde las mujeres no pueden nombrar por su nombre de pila a los hombres de su familia de origen, tienen
que poder dar alguna especie de rondeo lingüístico, por ejemplo, el que tiene un nombre “X” y ahora es llamado “el que es alto y
vive al lado”, no se lo puede referir directamente con el nombre usado, como si por el principio del intercambio de la prohibición
del incesto pasara el nombre. Ella no puede nombrar como se llamaba aquel que estaba cercano porque ha quedado lejos en
cuanto a la salida exogámica, digamos que culturalmente se regla la apropiación y la adjudicación de los nombres y a la vez la
construcción de esa posibilidad de nombrar como un dato humano que tiene que ver con el parentesco cultural, está articulado por
la construcción de un sentido de ese grupo familiar particular en dar a cada quien un nombre.

El nombre como construcción tiene esta doble vertiente, reconocer una legalidad más allá de lo singular, como del conjunto, y que
está asociada también con la línea genealógica del apellido y por lo tanto reconoce y sostiene la diferencia de las generaciones. Y
aparte posibilita un campo de significaciones novedosas en nominar a cada una de los yoes de esa familia.

Entonces, el nombre es una construcción, una transacción, la legalidad de un proceso secundario, del abanico de las posibilidades
discursivas de un grupo en particular y los deseos Icc que se cifran en el nombre. La significación en un momento particular, propicia
en una familia el nombre de alguien.

El nombre propio condensa como una cera, las marcas de las otras generaciones, las marcas de los significados heredados
transmitidos por otras generaciones. Esto es lo que ustedes van a leer luego como LA TRANSMISION GENERACIONAL.

En la transmisión generacional se da justamente aquellas significaciones transmitidas de generación en generación, pero no


solamente desde lo discursivo narrado sino como aquellos significados que vienen cifrados, y que el trabajo intersubjetivo será
interpelar o repetir esa cifra en el nombre. Esta alienación del significado icc del nombre, propicia por ejemplo, posiciones
emblemáticas y todo un trabajo de construcción (sacarle las capas de cera al nombre), vivenciándose allí condicionamientos
identificatorios alienantes. Alienantes porque el nombre que es dado liga a los que lo donan y al que lo recibe, en un pacto
identificatorio.

Cuando hablábamos de la sombra hablada y de los enunciados identificatorios que anteceden a la presencia del infans, el nombre
espera a quien lo porte, pero hay un trabajo de apropiación de ese nombre, una apropiación de las significaciones icc de esa familia
en particular, que dona el nombre.

Este trabajo de dar el nombre no se completa hasta que alguien no se apropia y subjetiviza la significación del nombre, y ahí la
significación del nombre va a ser siempre una apropiación no determinada ni determinista en sentido que está allí el trabajo de
subjetivación del yo con su producción significativa. Esta determinación de “Soledad Solari” es una determinación après coup,
alguien podrá dar un significado y luego asociar que hay algo de esta significación latente, cifrada en su nombre que se le juega
sintomáticamente.

“La etiqueta” es un enunciado identificatorio, y lo relacionaban con ciertas construcciones parentales narcisistas ligadas al yo ideal
proyectado en el niño o a cuestiones más ligadas al ideal del yo con respecto a ciertas cuestiones culturales, dar un nombre por
cierto valor, ligar una significación cultural y decir “yo espero esto de este hijo”.

El sistema del nombre propio en una familiar particular está relacionado con las tensiones de significaciones que la familia ofrece.
Hay una doble articulación, en la regulación de que para un yo haya un nombre, el cual para cada yo este doblemente marcado por
la legalidad de que cada yo, va a tener un nombre diferente en función al sistema de parentesco que regula quien le dan los
nombres; y por otro lado, con la marca deseante de esa estructura familiar en ese momento histórico de la familia particular, que
viene a representar a cada uno de los yoes con ese nombre.

No nos alcanza el nombre de parentesco para llamarnos, no podemos decir siempre mamá, papa, hijo, tío porque los lugares van
adquiriendo distintos ocupaciones con respecto a los yoes. Por ejemplo, ahora yo soy hermano, luego voy a ser tío en relación a la
nueva familia que se forma con la salida exogámica de alguno de mis hermanos. Los nombres del parentesco organizan y regulan
qué lugar ocupo yo en esa estructura, el nombre de pila lo que hace justamente es darle una primera identidad a ese Yo que ocupa
ese lugar propiciando no solamente lo reglado, de regulación de parentesco, sino identificatorio con la primer etiqueta que es esta
carga identificatoria que se ofrece al yo, y que esto no es cc, sino producto de una lucha de fuerzas de deseo de esa estructura
familiar a la que cada yo se apropiara una forma particular, subjetiva que lo podrá hacer al estilo de la repetición y “seré lo que me
han dicho que sea” o será a un estilo más de la significación, de la creatividad “entonces como pienso que quiero ser”.

Siempre en las producciones de la estructura familiar vamos a tener una especie de sensor de donde provienen los significados con
más fuerzas, de que línea genealógica proviene, esto es el valor de la transmisión generacional, cuáles son los significados que han
quedado allí, mas coagulados, más cerrados, mas pictográficos, que tienden a la repetición y que obturan justamente el trabajo
subjetivo de subjetivación singular de las familias.

Las producciones de la estructura familiar nos sirven para llevar de lo latente a lo manifiesto las significaciones latentes de la
estructura familiar que, a modo de transmisión, que uno recibe como herencia. LA TRANSMISIÓN COMO MECANISMO PSÍQUICO
INTERSUBJETIVO implica, no la función pasiva del don recibido, sino la procreación activa, subjetiva de esas significaciones que
implica un trabajo metabólico. Por eso decimos que estos enunciados identificatorios son propuestos por el nombre propio. El yo
necesita subjetivarse, apropiarse con la posibilidad de coincidir en parte con estos enunciados y tener la libertad de poder ser otro.

No se transmite solamente lo dicho, lo que se sabe de la historia familiar como raconto de los abuelos, también se transmiten
aquellos AGUJEROS DE SIGNIFICACION, lo que no ha podido ser inscripto y se repite de generación en generación, muchas veces
generando síntomas. Bereget ejemplifica con el matrimonio nuevo, nuevo en el sentido de que están conviviendo hace poquito, él
le recriminaba a ella porque despreciaba tanta comida cuando cortaba algo, cortaba los bordes de la carne y ella dice que lo hace
así porque así es como lo hace la madre y la chica va y le pregunta a su abuela y esta le dice “es que tengo la fuente chiquita”… con
un ejemplo trivial podemos ver lo que es significativo y coherente en una generación y puede ser absurdo y discordante en otras. Es
la tercera generación la que puede, generalmente, revisar lo transmitido, pero esto está articulado con la FUNCIÓN FILIAR. La futura
familia tiene esta función, metabolizar las significaciones preponderantes, desde lo discursivo, y también encarnar estos lugares ya
proyectados por otros, tienen la posibilidad de traer una novedad, una pregunta, una apertura que pone de manifiesto los
significados latentes y puede muchas veces nombrar lo innombrable.

El nombre no solo es una etiqueta y un enunciado que antecede y aliena. A veces el nombre se convierte en la densa subjetiva que
marca que ese va a ser Yo, en este caso, puede decir “yo me reservo de no ser fulanito de tal, me reservo el derecho de no ser mi
padre no recibiéndome”, como una cuestión de identidad. La apropiación identitaria de estas significaciones, el hacer algo con estas
significaciones, en este punto está el trabajo del yo. El trabajo del yo estará dado por aquello que se cifra en el nombre. Lo que se
cifra en el nombre dice Borges, es una escritura en la que se usan signos o letras convencionales que solo puede ser comprendido
conociendo la clave, descifrar la clave en cifra. Lo que se pregunta aquí Borges es que había algo de ese nombre que estaba cifrado,
que tiene que ver con una cuestión de hombría, de valentía y que lo destina como ustedes pensaban sobre las conceptualizaciones
del mundo, en el sentido común, destinada a alguien en relación al nombre que significa tal o cual cosa, seria aquello esperado.

Aulagnier planteaba que: para que el yo pueda advenir, es necesario esta articulación de la sombra y la violencia primaria, pero a la
vez que se anticipe también que el infans podrá no coincidir del todo con esta proyección, que se anticipe la capacidad del pensar
del yo. Esta anticipación de la no adecuación total, implica que no queda cerrado en una especie de pacto, de no cambio que
cosifique al yo. En este sentido, este nombre, va a dar cuenta de cierta determinación deseante, pero no va a determinar el destino
del sujeto.

¿Cuál sería la apropiación de Juno? la historieta que le regala de la heroína embarazada, hay algo heroico en juego que en la película
aparece ligado a esta significación heroica de una diosa griega que tiene justamente como condimento la presencia de esta cuestión
fálica, de esta heroína embarazada, muy sensual que está muy presente en ella cuando esta con Max y a la vez embarazada,
trayendo un niño. Hay algo que aparece de lo excéntrico, por un lado, que Juno crea un lugar de lo novedoso, de lo creativo, lo que
no se va a ajustar a lo esperado, y por otro lado esta cuestión heroica de sobreponerse a una situación. Cuando ella lo resignifica
con su propia madre, que en cada cumpleaños le regala un cactus, que pinchaba menos que el abandono. Esta cuestión de pasar
sobre la adversidad con una construcción heroica, esto no está cifrado en el nombre pero es un elemento.

Si ustedes tienen la posibilidad de trabajar con familias, pidan los nombres de la estructura familiar, los componentes de la familia
genealógica, los nombres de pila aportan un montón de datos con respecto al entrecruzamiento de deseos y proyecciones
identificatorias, y también este lugar a la repetición y creación de nuevas posibilidades.

El seudónimo, el apodo, el sobrenombre siempre tuvieron este factor de dejar en suspenso, lo recibido y armar algo propio. Implica
un trabajo que Aulagnier llama PROCESO IDENTIFICATORIO.

Un proceso continuo de construcción del yo en donde de tiempo en tiempo los enunciados son reorganizados, resignificados. Lo
que llama Aulagnier: EL YO ES UN APRENDIZ HISTORIADOR que no termina nunca de transcribir y rescribir la tarea. El yo es un
escribiente.

Lo que dice Tesone con respecto a los nombres propios es que el sistema de nombres propios funciona como un “parincesto:”

 …..> parincesto era un texto que se rescribía en la antigüedad: lo que se pensaba en un momento era economizar papel y los
egipcios rescribían sobre lo que había, borrando lo anterior. Con las técnicas actuales, de escaneado y ese tipo de cosas se ve que en
realidad no se borraba, se escribía arriba, realmente una rescritura. En todo eso había una multiplicidad de textos superpuestos
generando una especie de densidad de significaciones y depende en qué momento será leído, será interpretado de una forma
diferente porque uno de los textos de abajo era evidente, se metía. Esto es el parincesto, un texto múltiple, como muchas voces allí
rescritas.

Entonces, el sistema de nombres propios, funciona como un parincesto (TESONE), como un texto que se rescribe, que respecta la
línea genealógica, las transmisiones generacionales y a la vez implica la restranscripcion del propio yo con respecto al nombre y que
de tiempo en tiempo el sujeto hace esta nueva versión del yo. Por eso decimos, no hay un momento de construcción del yo y se
terminó, el yo adviene, se constituye como posibilidad de regulación psíquica y a partir de ahí testimoniara el proceso identificatorio
pero este trabajo empezó antes que el yo y el yo lo llevo a cabo a lo largo de la vida.

Hay 2 ejes de la transmisión, lo que se transmite por un lado y lo que está siempre articulado: en un nivel sincrónico y en un nivel
diacrónico.

La transmisión de lo sincrónico tendrá que ver como se transmite en un mismo tiempo histórico lo que circula como transmisión en
una misma generación que da identidad y da pertenencia a ese grupo de referencia y permiten diferenciarse generacionalmente en
los otros.

La transmisión diacrónica tiene que ver de generación en generación, que sigue una línea vertical, temporal de ciertos enunciados
transmitidos generacionalmente. Tanto este factor como el anterior constituyen EL CONTRATO NARCISISTA (Aulagnier)

¿Qué es el contrato narcisista para Aulagnier? Dice que así como es anticipado por el discurso del deseo parental, también hay un
contrato narcisista de anticipación entre el discurso de un conjunto y cada uno de los nuevos yoes. Es decir, así como el yo es
anticipado por el discurso y el deseo parental como esta cuestión del sistema de nombres propios, la sombra habla; tambien es
anticipado antes que el yo aparezca en escena, el conjunto social anticipa también el lugar de los futuros yoes. El discurso social en
el sentido de un lenguaje compartido de un grupo de referencia, de pertenencia que le da una identificación como sujeto a cada
uno de los yoes que lo componen y ella pone una “metáfora del coro”. Así como cuando llega un nuevo “corenta” es
responsabilidad del coro enseñarle la nueva letra, no solamente para enlosar al coro sino también para garantizar que la canción
siga sonando, ahí es un contrato narcisista doble. El conjunto social se garantiza la estabilidad en función de incluir un nuevo
miembro y el nuevo miembro se garantiza la identidad al formar parte del coro. La transmisión tiene que ver con esta lógica del
contrato narcisista. El contrato narcisista no es universal, por ejemplo, en casos de extrema exclusión, de vulnerabilidad extrema ahí
no funciono, hay riesgo de vulnerabilidad, ya sea de continuidad del conjunto como de la subjetivación de nuevos seres.

Ahí el contrato narcisista implica que cada cual va a tener un lugar anticipado también por un conjunto que lo nombra, que lo
espera, que deposita sobre los nuevos yoes, la expectativa narcisista de permanecer ilimitadamente. Ahí se da una conjunción muy
particular del narcisismo, porque hay reconocimiento de la castración y a la vez hay ilusión de trampearla: reconozco que no voy a
estar más y necesito que alguien reproduzca mi canción pero a la vez si la canción sigue sonando yo sigo vivo.

Cuando veamos en el envejecimiento el trabajo psíquico, el cambio en la función de la estructura familiar en el envejecente, vemos
que a esto se llega cuando hay toda una elaboración del posicionamiento identificatorio en relación a las generaciones. Ser el que
transmite es ser también el que ya no va a estar y necesita de otro para seguir estando narcisisticamente, reconoce la distancia
generacional, la posibilita y a la vez proyecta, le da identidad a ese otro transmitiéndole algo, pero a la vez admite que cuando él no
esté el otro va a seguir con algo propio, seguir con el apellido, seguir con la costumbre, seguir con una línea identificatoria.

Lo propio transformado en algo del otro puede ser una referencia identificatoria, una forma de ser, una producción del yo que
persiste mas allá del límite indiscutible que es la propia muerte, estamos hablando de la referencia identificatoria, estamos
hablando de un plano simbólico, hay algo mío que persiste en el otro entonces eso implica un doble trabajo: es reconocer eso mío
en el otro, ya es de otro y esto es una herida importante, que hay que trabajarla; y a la vez es decir “pero aun así algo mío
permanece, no soy yo, es algo mío que permanece”.

Esto plantea Aulagnier, la base del contrato narcisista, entre un conjunto social que anticipa el yo y le da un lugar; y proyecta sobre
el yo una serie de enunciados y expectativas, la nueva generación, esta idea de progreso o en momentos de crisis donde justamente
es difícil proyectar. Muchas veces encontramos, no solo en las historias de las familias, sino también en el marco de los conjuntos
sociales momentos, donde es muy complicado sostener este contrato.

Este concepto de CONTRATO NARCISISTA está ligado con este CONCEPTO DE TRANSMISIÓN, tanto en lo sincrónico de un momento
en particular, como esta línea de lo diacrónico cuando hablamos de la transmisión transgeneracional con esta doble inscripción: por
un lado acata la legalidad simbólica de la finitud, y por otro lado habilita a la identidad, al narcisista con la continuidad. Tesone lo
plantea en el nombre propio y pone el ejemplo del mito del narciso: narciso no puede oír, se pierde en su reflejo, se pierde como si
fuera otro, se aliena en esa imagen y no puede escuchar que alguien lo nombra. Dice Tesone, en realidad, cuando el bebe puede
mirarse en el espejo e identificarse con esa imagen, el nombre le permite no alienarse, el nombre dicho por alguien que lo
subjetiviza y particulariza le da también una identidad que lo salva de perderse en este otro sin nombre, sin límite, el nombre lo
limita, es Pedrito y no es otro.

TEORICO 10: “Introducción a la adolescencia”

Lo pensamos como otro momento de construcción psíquica, para pensar lo que Force sitúa como “proceso de organización”.

Hay autores desde la psicología, la sociología, el psicoanálisis, que hacen un rastreo socio-histórico de cómo ha sido pensada la
adolescencia. No pensarlo solamente como un momento de la vida que viene después de la infancia. No hubo siempre
adolescentes, lo que siempre hubo fue crecimiento, los niños crecían hasta ser grande.

Pasaje que marcaba momentos diferentes de la vida y le daba una significación compartida, socializada, con efecto simbólico un
registro, un nivel de significación, los significados). Y la significación de lo simbólico está en función de los lugares que cada uno
ocupa, en función de un lugar que ocupa en un conjunto que le da significación. Esto se halla en el Texto de Lewkowicz, con los giros
del pasaje de la adolescencia en Esparta. Los ritos de iniciación tienen que ver con la marcación, mediante un acto ritualizado,
sostenido simbólicamente por un conjunto que inscribe al sujeto mediante tal practica en otro lugar (en este caso, dejar de ser niño
para poder ser grande). Siempre hubo marcas, significación del crecimiento, porque crecimiento atañe a los procesos madurativos
biológicos del crecer como sujeto de una especie, pero lo que no existió siempre es la consideración de la adolescencia como un
momento singular, caracterizado, descrito y explicado desde lo científico y tampoco existía, la identificación del joven como
adolescente, la cc de “somos un grupo de adolescentes”.

La idea de la adolescencia como un momento diferente a otro momento, explicado desde las teorías psicológicas, es reciente (siglo
XX). Ese crecimiento como adolescencia, es una construcción socio-histórica, cultural, política, ideología. Y la juventud como
momento diferenciado de la adultez, es más antigua que la adolescencia, la juventud en el sentido amplio, de las personas que no
son adultas y que también a lo largo de la historia fue teniendo diferentes.

Muchos autores plantean que la juventud, como lo plantea Mario Marbulli, no es solo una palabra, sino que es una construcción
social, cultural que se crea por su práctica socio-cultural y política y son los jóvenes los que van creando y recreando una forma de
ser joven a lo largo del tiempo.

En el texto de Lewkowicz, vimos las prácticas ritualistas, de pasaje, donde se inscribía algo en el cuerpo y en el reconocimiento del
conjunto del crecimiento de este sujeto para ser hombre o mujer adulto. Las practicas eran justamente una forma de nominar y a la
vez de inscribir este dato biológico del crecimiento de la fuerza como sinónimo de otro lugar a ocupar; la destreza física, era una
forma también de darle sentido a este nuevo físico, del crecimiento de lo biológico y que tenía carácter simbólico.

Determinadas prácticas constituyen la subjetividad del joven y aunque no era adolescencia lo que se jugaba allí en términos del
concepto actual, lo que queremos decir es que esta construcción fue a lo largo de la historia cambiando de acuerdo a determinadas
lógicas que imperaban en ese modo de subjetivación.

¿Se acuerdan cuando hablábamos de producción de subjetividad? quería poder situar una raíz de lo que fue en un momento la
adolescencia. Los romanos tenían una lectura más benévola en estas prácticas, porque 1ro se gozaba de los derechos y luego
aparecían las obligaciones del mundo adulto. Ejemplo: cuando se hacia la posta generacional, era real no simbólica, podía ser adulto
cuando el adulto moría. Había una función de un lugar que quedaba vacante por la pérdida del derecho y de la obligación del adulto
arriba, entonces, en los romanos ya estaba esta idea, de que había que darle un tiempo que la generación de arriba aprovecha para
vivir, como para no sentir esa confrontación de quien era el hombre, el adulto a cargo.

Pero esto cambia, porque la modernidad se constituye con los aportes de la revolución francesa, con las practicas en relación a la
subjetividad moderna del cuidado, y se constituye un tiempo de preparación, donde se le instruye esta idea de un futuro hombre de
bien. Entonces la escuela, el ejército eran lugares donde se preparaba, amoldaba la vivencia del crecimiento a la luz de cierto
modelo ideal de adulto. Eran prácticas sociales que inscribían a estos cuerpos creciendo, para ser reconocidos como “ya crecidos”,
bajo una cierta conceptualización, cierta práctica que subjetivaba a esa forma de crecer.

Pero es recién, en los comienzos del siglo XX en donde la Psicología comienza por interesarse por caracterizar estos procesos de
crecimiento. Primero pensar desde lo característico, lo que caracteriza estos cambios en los jóvenes y hay un acto inaugural,
simbólico, con el libro que escribe Stanle Hou llamado: adolescencia (1904), donde intenta rastrear la psicología del joven en
relación a los cambios del cuerpo, su lugar en los grupos, el fenómeno de los pares y como abordar y relacionarse con este ser
cambiante. Luego, un año mas tarde, tenemos a Freud que escribe “Metamorfosis de la pubertad” en el marco de los Tres ensayos.
Freud no habla de adolescencia sino que habla de pubertad y rescata que ocurre desde lo psíquico con lo universal del crecimiento
de la maduración sexual. Freud lo que plantea en 3 ensayos, era que la sexualidad es una construcción humana, podríamos decir
hoy, intersubjetiva, frente a la presencia de otro, que se desliga a la sexualidad biológica ligada a la reproducción de la especie.
Entonces Freud va a plantear allí el plano psíquico de estas transformaciones.

¿Se entiende la diferencia de pensarlo como un momento preparatorio que va desde la infancia a la adultez? Al poder situarlo como
un momento particular, radicalmente nuevo que hay que investigar, que hay que saber, donde sucede lo nuevo, que trae lo
novedoso. Pensemos que estamos en el año 14, en el contexto sociohistorico de una Guerra Mundial, justamente, las grandes
transformaciones socio-culturales que producen la adolescencia como la pensamos, como un momento muy particular en la vida en
donde los jóvenes se identifican como siendo adolescentes, donde aparece la categoría dando un sentido, no solamente a quien lo
estudia, sino también a aquel que se identifica como tal.

Es a partir de la 2da guerra mundial y las grandes transformación es donde la juventud empieza a generar una contracultura, las
producciones generales juveniles, como una manifestación de un conjunto que se reconoce diferente al resto, aparecen justamente
a fines de la década del 40/50. Esta identificación con el ser joven con una identidad diferente que ya no tiene que ver con la
preparación para ser adulto ni el abandono de la infancia, es una identidad propia. Estas transformaciones en la conceptualización y
en la creación de una subjetividad adolescente es lo que en realidad nos permite releer todos estos materiales de principio de siglo
y rescatar allí esta doble cuestión: lo que ataña el trabajo psíquico del crecimiento y un modo de subjetivación particular de las
épocas.

Silvia Bleichmar habla de los tiempos difíciles que hay en la adolescencia, como pensamos hoy por hoy a la adolescencia, como un
momento diferente de hace 20/30 años. Pero vamos a tener que repensar lo que permanece en estos cambios. Entonces la
adolescencia no vendrá a ser para nosotros una etapa de sucesión ni tampoco un fenómeno cultural, ni algo productivo ligado al
crecimiento biológico, ni sólo un proceso de subjetivación socio-histórico particular que depende de las épocas. Tendrá estos 3
elementos y retomo estos párrafos que plantea Lewkowicz:

1- la marca real del cuerpo,

2- la significación social compartida

3- el trabajo psíquico de significación (acto psíquico de dar significación)

Lo que plantea como universal es la articulación entre la sexualidad como construcción, la sexualidad genital como otro momento
de lo madurativo, desde el plano de la maduración genital y un trabajo psíquico que implica él nombre que elige para ese texto de
metamorfosis, ya que implica una metamorfosis. En realidad el concepto, la idea de metamorfosis, de lo biológico es lo que se
quiere ser, otra cosa, es esa transformación de la forma que radica en esos elementos previos.

Apelamos a la idea de pensar en condiciones necesarias pero no suficientes para poder dar cuenta de este otro momento psíquico.

Yo les decía la palabra adolescencia es una palabra muy antigua. Ustedes han escuchado que “el adolescente adolece”, que le falta,
que carece, el adolescente sufre porque adolece. Hay 2 formas de pesar la raíz de la adolescencia y una de ellas que es la que un
autor rescata y tiene que ver con el “adolesceré”, que significa “el crecimiento” en gerundio, que termina en ando y en endo,
adolesciendo, creciendo, el acto del creciendo y que la raíz etimológica de la palabra tiene que ver con esta. Cuando se le desconoce
esta raíz, se le saca lo que no tiene, no es lo mismo pensar al adolescente como el que le falta o el que no tiene; que aquel que va
creciendo, que tiene otra potencia etimológica de significación, ahora vemos que crecer y el adoleceré tiene otra raíz que es el que
está ligada a lo sólidos fúnebres. Tenemos un doble sentido antitético de la palabra y esto está relacionado, retomando este texto
de Córdoba, con las prácticas de sacrificios de los jóvenes con las pilas ceremoniales en donde aparecían los sólidos y los inciensos,
de estar untados por olio estaba asociado también etimológicamente al adolecer, entonces ahí aparece esta doble significación: de
lo vital, lo que está en crecimiento, lo que esta llevado a otro plano vital y también aquello que muere, aquello que tiende a crecer
en ese acto de crecer. Otra psicoanalista argentina, que escribió: “estructura adolescente”, tiene en cuenta esta doble connotación:
de una sexualidad asociada a la muerte, en el momento en el que se cree capaz de dar vida, aparece también un contenido ligado a
lo mortal, a lo finito, aquello que nos condena a este fin de la especie que es asumir lo irreversible del paso del tiempo, como una
doble inscripción de significación en lo adolescente. Nos vamos a quedar entonces con esta versión compleja de la etimología,
sosteniendo esta paradoja de lo antinómico para no restarle fuerza a este concepto pensando no sólo, que es adolescente aquel
que todavía no se hizo adulto, o aquel que solamente perdió la infancia, sino, como un momento particular de elaboración de las
transformaciones.

La adolescencia la vamos a tomar como UN TRABAJO SIMBOLICO Y ELABORATIVO DE LOS CAMBIOS. Simbólico en tanto la eficacia
de dar significación y ubicar al sujeto con otra representación de sí, es un trabajo de simbolizar y transformar las significaciones que
concluido dicho trabajo, el sujeto quedara parado en otro lugar, digo si concluye porque no estamos hablando de tiempos
cronológicos. ¿Cuándo empieza y cuando termina? lo cronológico no nos va a decir nada, pero no podemos negar que lo
cronológico conlleva como construcción social imaginaria un elemento. Es decir, la naturaleza es sabia pero este proceso no es
natural, es psíquico, social, también ideológico y la significación de la edad en si misma no va a determinar nada, pero va a ser
efectivo porque nos muestra una adecuación de cierta edad cronológica con lo que se esperaría socialmente que ocurra, entonces
no podemos decir que la edad no tiene importancia. Esta significación social asociada a edades cronológicas tienen un sentido más
lineal, eran efectivas estas prácticas, si llegaba soltero a los 35 te quedabas soltero, hay una práctica de significación asociada al
dato cronológico, pero no estaba en la edad, estaba en la significación, esta idea de irse de la casa de los padres, casado, porque hay
que irse casado, esto es lo que va transformándose, no la edad cronológica que termina en la adolescencia, sino las significaciones y
las practicas asociadas a estos sucesos.

Vamos a llamar ADOLESCENCIA a este movimiento de la estructuración psíquica para darle lugar a esta novedad, ¿de qué hablamos
cuando hablamos de novedad? Ahí entonces vamos a hablar de PUBERTAD. ¿Recuerdan cuando hablábamos de estas 3
dimensiones posibles para pensar la elaboración de lo novedoso? Que lo tomábamos de Julio Moreno que hacía una lectura de lo
que planteaba Lewkowicz, y habla de los destinos de acontecimiento, de catástrofe y de trauma. Es en un texto que se llama
pubertad, de Julio Moreno, donde plantea estos 3 destinos de lo novedoso, ejemplificándolo con la pubertad, vamos a hacer el
esfuerzo de mantener ahí la tensión: la pubertad, como la pubertad biológica, como momento de maduración biológica ligado a las
especies, toda especie tiene un momento de desarrollo. Esto ligado a lo biológico, (que deja de ser biológico en el momento mismo
que uno se humaniza), lo dejamos por ahí a lo que entendemos como lo puberal, ya también como un hecho y un dato psíquico. No
hay pubertad si no, quien signifique este momento, como un corte, como una interrupción, un desequilibrio, una crisis, usamos
diferentes palabras, una especie de escisión, de fisura, ese algo de lo imprevisto, algo que tiene efecto, que apela a un sujeto, llama
a una actividad a dar significación a eso que acontece.

Ustedes pueden encontrar en cualquier material la definición de pubertad como una serie de transformaciones en el plano del
cuerpo, de la sexualidad, de la maduración de los órganos sexuales, los caracteres sexuales primarios y secundarios, la puesta en
funcionamiento de un sistema complejo, hormonal que se viene preparando años antes, que dan lugar a estas manifestaciones
novedosas en el cuerpo ya sean de caracteres sexuales primarios o secundarios, el funcionamiento hormonal.

Cuando hablamos de lo puberal o la pubertad en este plano no alcanza con lo biológico. Lo “puberal” (un término que usa Guton), la
metamorfosis de la pubertad que ya plantea Freud en 1905. Julio Moreno lo resume muy bien y plantea que es un nudo complejo
en donde las transformaciones en el plano de lo pulsional y del discurso, recuerden el concepto de pulsión, concepto que Freud
plantea como al borde de estos planos de lo biológico y de lo psíquico, como una energía, una tensión, como un empuje, una fuerza
que empuja una búsqueda de una satisfacción. Entonces si hablamos de una transformación en el plano pulsional y del discurso ya
no estamos hablando específicamente de orgánico, ahora sin lo orgánico esto no sucede. El dato que provoca esto es lo biológico, lo
biológico puro desde que existe, desde que nos humanizamos deja de ser biológico puro. Eso que acontece como realidad desde lo
biológico para que se instale como una nueva realidad subjetiva tiene que haber un sujeto que la signifique como tal. Todavía no
hablamos de “resignificación”. Lo madurativo nunca es lo madurativo solo, es lo madurativo más la significación social que tenga,
más la mirada, más el discurso, más una significación que ello pueda tener también desde la mirada del otro y una tarea de dar
significación psíquica a eso que acontece, ya instala al sujeto entonces, en otro plano que es verse sorprendido y desafiado, hacer
algo con esto que le pasa.

Esta mirada, no solo del otro sino también la propia mirada frente a esto que le pasa, inaugura como dice Moreno, un complejo
nudo en donde lo madurativo, lo pulsional y el discurso, una significación que está presente. Esta forma desequilibra, corta y
destotaliza una realidad vigente previa, un discurso infantil y una imagen infantil que el sujeto tenia previamente. No tenemos ritos
de pasaje tan claros ni tan eficaces como en otro momento histórico, pero hay discursos que instalan allí una significación.

No hay una exigencia de elaboración psíquica, todavía no se inscribe esta novedad pero también podemos pensar que de ahí no hay
una construcción desde lo afectivo, lo representacional, lo cognitivo suficiente para dar cuenta de este dato, por ej.: personas con
cierto trastorno del desarrollo, con ciertas capacidades diferentes donde esto no se registra y no se elabora de la misma forma.
Recuerden que hablamos de condiciones de posibilidad, que son necesarias pero no suficientes, es que hay ahí un sujeto que
signifique, en ese caso está el registro de la pubertad en el plano biológico, lo que no sabemos es si va a haber, un trabajo de
elaboración psíquica de esto que acontece y este trabajo de elaboración psíquica que acontece es la adolescencia, no es la
pubertad.

Compañera: ¿entonces lo puberal estaría más cerca de lo biológico?


Profe: no entendimos nada me parece. Noooo!!! La pubertad tiene que ver con el registro de esta transformación y el efecto, la
tensión, el conflicto, que se genera allí como desafío a la actividad psíquica, el proceso de poner todo esto nuevamente, el darle
otra organización a todo esto es el proceso adolescente. El proceso adolescente será lo que se haga con eso y retomo la última
postura que toma ahí Moreno, cuando tiene destino de acontecimiento es porque estamos hablando de un trabajo adolescente
elaborativo. ¿Recuerdan el concepto de acontecimiento?: es aquello que no estando en el lugar, no estando presente en la
estructura previamente para darle un lugar, para inscribirlo, como significarlo como un elemento, como un dato, el efecto
reorganiza todo lo anterior produciendo un movimiento de complejizacion psíquica, este es el trabajo adolescente, la adolescencia
como acontecimiento tiene que ver con esto, que incluye como dato nuevo ESTE NUEVO MOMENTO EN LA SEXUALIDAD, este
nuevo dato biológico de la sexualidad y las posibilidades de la procreación y en función de este dato una reorganización psíquica
que apunta a lo identificatorio, lo narcisista, lo edípico, es decir una nueva versión que hace del sujeto, de su propio lugar lo que
puede, lo que no puede, lo que es, de quien es, en función de este dato.

En el plano identificatorio está en el lugar con el ideal, las representaciones vigentes. Lo que se puede decir por ejemplo de los
modos de subjetivación masculina de otras décadas en donde el ritual era la visita al prostíbulo de grupo de varones, a ritualizar
“hacerse hombre”, esto tenía un efecto simbólico pero tenía una violencia simbólica también terrible y esto alguno lo puede sentir a
la primer borrachera, el coma alcohólico en Bariloche, no tiene la fuerza como rito del pasaje que tenían en otro momento, pero
estas prácticas que tienen que ver con habilitar por un lado y por otro lado pagar con la libra de carne, el costo de asumir un nuevo
lugar para el yo.

La adolescencia es este trabajo, el tiempo y el trabajo psíquico en función de hacer algo con esta novedad y en diferentes planos.
Hoy sintetice 3, a modo muy esquemático: la reorganización edipica, la reorganización narcisista y el panorama identificatorio.

Y la pubertad: si hay un sujeto que la registre y se desafié por esto, será condición necesaria para plantearlo en la presencia, el
registro de lo que se transforma, de esto que cambia. El ser adolescente se ha transformado en categoría de ideal social, quieren ser
adolescentes las que tiene 8 y quieren ser adolescente las que tienen 45. Se le pide al adolescente que sea adolescente pero a la vez
tiene no se le ofrece culturalmente un modelo de adultez a dónde dirigirse.

TEORICO 11: “Metamorfosis de la pubertad”

Voy a responder preguntas:

1- la lógica del deseo parental, Aulagnier la plantea como uno de los organizadores y rectores del microambiente ¿Cómo clarificar
esta sintaxis del deseo desde lo que Aulagnier plantea para la madre y para el padre en relación del infans? Es lo que nosotros
llamamos un efecto reciproco del proceso de las funciones, porque estamos hablando que las funciones son un ejercicio simbólico.
Son ejercicios, es decir, son un posicionamiento subjetivo, un lugar que se ocupa y se ejerce con otro sujeto, un efecto de sentido,
crea realidad psíquica, crea eficacia psíquica no solamente para el infans, lo que el otro haga, diga, desee sino también para quien
ejerce esa función.

El efecto reciproco que plantea Aulagnier como DESEO PARENTAL Y LA SINTAXIS DEL DESEO, tienen que ver con la reformulación
edípica, la reorganización psíquica en el sentido del Edipo que hagan estos 2 adultos con respecto al lugar que le van a dar al niño.
Al desearle un hijo al hijo, y no ser uno o una quien se lo dé, dice Aulagnier es un logro, un resultado de la reconstrucción psíquica
que tiene su origen en la lógica del Edipo en tanto ese niño es lo más cercano que se puede tener a ese deseo parental, pero a la vez
es tan alejado porque para poder llegar allí hay que hacer un rodeo mediante represión, un sepultamente, reformulación o
significación que le lleva a desearle un futuro a este hijo, que este hijo la tache a la madre como objeto, esto opera desde el deseo
de la madre; por eso hablo de una SINTAXIS DEL DESEO. Desde el padre, este instante es la prueba, la marca no solo de la propia
castración porque él tampoco pudo tener un hijo con su madre, sino de la castración de su padre en tanto el padre no será el padre
de todos, el padre propio como él, será el padre de sus hijos y el hijo a la vez heredara la función de ser el que lleve el apellido para
la próxima generación.

Gutton habla de lo puberal, y veremos cómo esto juega diferente dimensiones en diferentes tiempos; porque él no mato a su padre
como dice Aulagnier, significa que su odio no alcanzó a matarlo: algo sucedió, los diques con respecto a lo pulsional, a la
organización psíquica que implica la instalación del super yo, que pudo regular la via de la conflictiva edípica en tanto lo erótico y lo
hostil, para reconducir allí toda esta desexualizacion de los padres producto del trabajo de la latencia. Este niño seria la muestra, el
producto de que esta lógica operó en un punto y habilitó a este para este lugar, si este sujeto podrá ocupar esta función. La
presencia de un niño no garantiza esto, alguien tiene que poder mediante su deseo y mediante su posición ocupada, ser una
referencia de un 3ro para este otro. Por eso hablábamos que el infans tiene que ser ahí no solamente un objeto deseado sino estar
incluido en un proyecto que posicione a estos 2 adultos en un lugar de las funciones. En la película Juno: respecto de Mark, lo que se
le juega a él no tiene que ver con una función, él está todavía tratando de resolver algo, que no tiene que ver con si tiene ganas de
tener un hijo o no; en tanto este hijo aún no forma parte de sus proyectos, no sólo porque él diga tengo ganas o no de tener un hijo,
sino porque hay además un trabajo subjetivo no resuelto, que tiene que ver con resolver justamente algo de su adolescencia.

Hay una proyección del narcisismo necesaria, como rebasamiento que le llega al infans y de ahí Freud explica “su majestad, el
bebe”, mediante el narcisismo parental de que el niño viene a ocupar y a representar aquello más cercano al yo ideal paterno,
materno. Por un lado está esta cuestión narcisista de continuidad, y por otro lado, lo que opera como simbólico, como función es la
comprensión de ocupar un lugar, lo cual implica que, ocupar ese lugar no es propio, no es el dueño de la ley, representa un sistema
reglado que marca lo permitido y lo prohibido pero que él lo representa por lo tanto la ley a él lo atraviesa, lo alcanza, así también
como alcanzo y atravesó a sus propios padres. Hay por un lado la comprensión del legado de la continuidad y de lo narcisista que
esto representa, pero por otro lado, esta cuestión simbólica, de pensar que uno representa una función, en función de una cosa
medida, acotada, ahora me toca a mi como después le tocara al otro, como en otro momento le toco a otro, una sucesión
generacional, implica ya una limitación. Mas que sustituido es compensable porque no lo sustituye, es como si mediante el
psicoanálisis pudiéramos interpretar la tragedia de Edipo diciendo que Layos se tendría que haber quedado tranquilo, porque el hijo
lo iba a querer matar pero en realidad no iba a ser para tanto, como diciendo es el deseo hostil, que no es fácil porque en la
evidencia cuando el niño le dice al padre o al que lo represente ahí “ a vos no te quiero, la quiero solamente a ella, vos andate,
morite”, “a lo mejor yo me caso con ella,” “qué bueno que no viene papá esta noche” hay una carga allí de rivalidad, de hostilidad y
como se juega ahí la conflictiva edípica; pero la lógica del Edipo tiene que ver con que ese deseo, de hostilidad, de antaño, arcaico
se resignifica ahora en la presencia del hijo que tanto lo va a querer sustituir pero le va a dar la garantía de que el también tuvo la
garantía de su padre, que salió victorioso, a condición de que sea perentorio. Las funciones pueden ser posicionadas en aquellos
que pueden posicionarse en el lugar mediante el deseo y un trabajo psíquico que allí opera, no alcanza con el hecho de parir o de
gestar, ni ser genitor.

A diferencia de gestar, procrear; filiar implica entonces que los sujetos puedan posicionarse en este trabajo psíquico, ocupar estos
lugares, cumplir estas funciones y ser reconocidos en el otro desde este lugar. Y esto nunca es unidireccional, son reciprocas,
solidarias, se juega lo intersubjetivo.

2. ¿cuáles son los efectos de la función psíquica del infans desde su encuentro?

Para separar y constituir su yo, tiene que salir de un lugar de objeto y poder sacar al otro de este lugar de objeto total, porque lo
que aparece allí es la percepción y la comprensión de una lógica que va más allá del deseo propio. El otro no es todopoderoso,
porque yo no soy su objeto, y yo no soy todopoderoso porque no sucede todo lo que yo quiero y deseo. Esta lógica como
destotalizante tiene que ver con este encuentro, que hay algo más allá en el deseo del otro que no soy yo, que no termina en mí
todo lo que desea.

El niño no solamente quiere a la madre como objeto, también puede identificarse con la madre y decirle al padre como en este caso
que plantea Aulagnier, decirle al padre “yo también quiero que estés conmigo, yo también quiero upa, yo también quiero” es
también posicionar como sujeto a amar. Empieza a haber una especie de triangulación entre la elección, entre lo amoroso, lo
edípico y lo ambivalente del Edipo y empieza a haber también una triangulación entre la competencia, cuando deja de existir esta
ilusión de que entre 2 nos completamos.

El efecto de la presencia, el encuentro con el padre tiene que ver con la introyección del súper yo, la posibilidad de una regulación.
Ahí tiene que ver con el sepultamente del Edipo, la internalización del súper yo, la posibilidad del nominarse como un sujeto
ontológicamente a la par del otro, si bien esta la asimetría en cuanto el adulto siempre va tener un lugar de autoridad para con el
niño, hay una simetría ontológica, esto que yo les decía como el chiste de Mafalda “vos te recibiste de madre y yo me recibí de hija
y obtuvimos el título en el mismo momento”, esto significa que hay una simetría ontológica en cuanto al ser, del reconocimiento, de
que nadie es objeto de nadie y los padres dicen “igual yo soy adulto y yo sé lo que está bien , lo que está mal mientras el niño
patalea” hay ahí un reconocimiento de esta asimetría pero a la vez el niño se enuncia en 1ra persona como un yo con derecho
frente al otro.

Vamos a ver que lo puberal implica volver a estas marcas, volver a los efectos, nuevamente el aparato psíquico se encuentra con
estas circunstancias de una novedad, pero esta novedad conmueve las estructuras previas, para darle un sentido. Esto se juega de
acuerdo a lo que se le represente en la dinámica de esa estructura familiar. Hay contextos que habilitan el ejercicio de las funciones,
pero muchas veces estamos frente a personas que no han podido ejercer la función de habilitantes en un momento particular de
sus vidas, por ejemplo, en un caso de un embarazo no deseado, y se presentan muchas dificultades para asumir los lugares y ejercer
esa función, y en otro momento, cuando la persona ha conformado otro vinculo, que le ha permitido ocuparse de este proyecto,
tener un hijo en un proyecto vital compartido con otro; a partir de la presencia de este hijo en este otro contexto, busca y se
reencuentra con el hijo previo y desde allí puede construir un vínculo, un encuentro nuevo con aquel que en algún momento no
pudo.

¿Qué cambió? Cambió el contexto, pudo construir algo de lo parental que resignificó aquel hijo 1ro en otra circunstancia, tendrá
que ver también con aquellos momentos facilitadores, como dice el padre de Juno “ya volverás aquí con las condiciones necesarias
para poder ocuparte de estas circunstancias que te tocan”, en este sentido, son construcciones que se van a dar en un contexto y
con otro.

La metamorfosis de la pubertad es este otro momento que nos permitirá pensar otro momento de auto-organizacion psíquica
siguiendo una idea de actividad psíquica que articula movimientos estructurantes con leyes que regulan los principios de
permanencia que permiten un ordenamiento de los elementos con otros momentos de auto organización, de transformación donde
enlazar lo nuevo, lo aleatorio, lo que no estaba presente y que permite momentos de transformación y de producción de un nuevo
escenario, una restructuración psíquica y cada vez que esto pasa en el mejor de los casos, se complejiza la estructura.

Planteamos que el sujeto es producido por lo que lo acontece y es productor. Por lo que lo acontece en tanto el mismo va creando
estas posibilidades de incluir lo nuevo y que la pubertad va a ser este otro tiempo, como si fuera una hiancia, una lectura del
equilibrio previo con marcas de ajenidad dice moreno porque “me está pasando a mi pero no es mio”, es algo ajeno aquello que no
conozco, nunca viví…” esto es parte de un libro que el tiene que está en el programa general para el final donde habla de la
pertinencia de lo biológico, lo biológico no avisa, es impertinente y cuando aparece causa el revuelo en tanto demanda que sujeto
signifique y se apropie de esa nueva realidad que es tan propia como el propio cuerpo, pero es tan ajena que eso aún no algo con lo
que el sujeto se identifique, entonces, va a ver pubertad en tanto hay un sujeto que signifique esto como un dato novedoso y que
propicie a partir de allí un trabajo de elaboración psíquica.

Freud decía en 1905 sobre la metamorfosis “no hay pubertad si no hay un sujeto que signifique como un corte, como una novedad y
que desafíe todo un trabajo de elaboración psíquica que propicie, esta novedad”. La adolescencia será todo el trabajo del tiempo
psíquico, demandado al sujeto para reordenar este temblor en el plano de lo pulsional, en el plano afectivo, en el plano
representacional.

Aparece allí entonces una especie de un reconocimiento en donde ya no se está donde se estaba y todavía no se llegó a este otro
momento de la adultez. No solamente está cambiando el cuerpo y el púber se pregunta qué le pasa y que son esas nuevas
sensaciones que tiene, que esto nuevo que aparece en mi cuerpo y yo no pedí, no es solamente darle una significación a esto sino
las consecuencias, las implicancias que tiene esto que es dejar de ser niño, de dejar un lugar, las identificaciones propias, de lo que
implica el mundo de la infancia, dejar de ser un niño y una niña para la mirada de los otros, dejar de ajustarse a esa construcción
que se tuvo con el otro acerca de quién era el yo.

Cuando Aulagnier habla de sombra hablada, plantea específicamente este concepto para esta construcción de enunciados y anhelos
que esperan al niño antes de que nazca y que cavan un lugar o miran la realidad con un lugar en el que el infans adviene, esas
significaciones, enunciados, portan un sentido. Estos anhelos que dice Aulagnier, es lo posible de decir del deseo, que es icc y no se
dice, espera al yo antes de que el yo advenga, esperan al infans antes de que nazca pero ¿cuál es el efecto de la sombra? portan
significación y dan un significado, estos son los primeros enunciados identificatorios, el primer contexto identificatorio cuando el yo
podrá decir “ese soy yo” o “ese era yo”. Porque cuando el yo puede decir eso, el efecto de la sombra ya ocurrió, cuando se puede
decir esto que se era, el yo se apropia a posteriori de estas significaciones, de estos anhelos, se hace carne y se identifica, construye
en la infancia, en todo lo que implica el primer tiempo de la infancia, construye junto con lo encontrado en el microambiente una
representación del yo, que no están solos los niños y los padres en su contexto familiar, sino que está el mundo que le dice también
”serás altos, morocho, vas a ir a la escuela, vas a jugar futbol….” Entonces el niño cuando va creciendo y se va apropiando de estos
enunciados familiares y extrafamiliares siempre desde este lugar de niño. Este es el trabajo que hace en la latencia, va juntando
datos.

Esta construcción es la que sucumbe en el momento de la pubertad, porque ahora, yo que no soy ese o esa ¿Quién soy?, ¿podré
ponerme el vestidito un año más o no? No porque ya no me entre el vestido, sino porque yo ya no quepo en esta representación de
lo que yo era, entonces tiene que ver con la sombra que ha dejado como sedimento las primeras marcas identificatorias para el yo,
que son las que van a entrar en crisis en lo puberal. Aulagnier plantea como el estallido de la sombra tan efectivo ustedes tiene que
incluir la posibilidad de que el infans se diferencie de la sombra, deje un margen de no certeza que implicará que el otro pueda
decir: “no eso es lo que vos pensas de mi”. Ahí se resignifica.

Pensamos que este trabajo de lo puberal se va a dar en lo intersubjetivo con todo el trabajo intrapsiquico.

Ahora veremos el reordenamiento pulsional de esta nueva oleada de la sexualidad genital.

Gutton: lo puberal de los padres. Le dedica un capitulo al trabajo y al efecto intersubjetivo de la pubertad de los hijos en la psique
parental y lo transubjetivo en tanto estas significaciones y las prácticas de un conjunto social que rotan de realidad y de eficacia a
los acontecimientos humanos.
EORICO 12

Debemos pensar en el espacio identificatorio del microambiente en función de esta construcción del yo y afianzamiento del yo en la
latencia, que se pone en cuestionamiento con la crisis identificatoria que propicia la pubertad, esto sirve para ver después Proceso
identificatorio.

Veremos el carácter bifásico de la sexualidad para poder entender cuál es la novedad que introduce Freud en 1905, para luego
pensar este trabajo de ensamblaje y de organización que es la adolescencia. ¿Por qué habla del carácter bifásico de la sexualidad? y
que tiene de nuevo la sexualidad genital de la sexualidad infantil.

En este primer tiempo que Freud plantea de la sexualidad infantil en tres ensayos da lugar a un efecto de atolladero con la lógica del
Edipo. Atolladero como un lugar donde se juntan varias fuerzas y de ahí algo sucede, alguien sale de ahí cambiando de posición.
Ustedes saben que en el mito, reflejado luego en la tragedia Sófocles, está graficado en el cruce de caminos de Edipo y Layos en
donde Edipo sale huyendo de Coritos (una ciudad) porque el oráculo le plantea que iba a matar a su padre y casarse con su madre, y
él creía que sus padres eran los reyes de Coritos. En realidad no eran sus padres sino que eran Layo y Yocasta que frente a la misma
predicción del oráculo deciden deshacerse de este pequeño hijo y le encarga la muerte a uno de sus súbditos que no lo mata, sino
que lo deja atado en un árbol para que supuestamente muera pero lo encuentran los reyes de Coritos que no podían tener hijos y lo
adoptan. En este cruce de caminos con Layo, Edipo lo mata.

Freud utiliza esta metaforización del mito del Edipo en el que son tres registros lingüísticos diferentes: un mito, una tragedia
narrativa en función del mito y una metáfora para explicar una idea. Freud plantea que de éste entrecruzamiento nadie sale como
entró, y que escapando supuestamente al “destino” no hace otra cosa que producirlo, crearlo, como si dijéramos que nadie puede
zafar de este destino inconsciente producto de la lógica de la sexualidad infantil. La sexualidad infantil tiene este carácter de destino
¿por qué de destino? Porque está implantada por la sexualidad del adulto en los cuidados precoces del adulto hacia el niño, que
tiene una satisfacción parcial auto erótica sin un fin en sí mismo, más que tensión del placer. Entonces es autoerótica, parcial,
implantada (implantada es un término que usa Silvia Silvia Bleichmar que toma de Laplanche) el adulto es el que implanta allí esta
tensión erógena en un cuerpo viviente que rebasa de los cuidados precoces. Ejemplo: el beso que se da por añadidura que dice
Aulagnier en este contacto con el otro primordial (encuentro boca-pecho), y que inaugura un funcionamiento de regulación de las
identificaciones. Esto significa que inaugura mecanismos de conducción de las excitaciones, que pueden ir desplazándose y
articulándose en sistemas complejos de monto afectivo, de la carga, la catexia con las representaciones. Esto es lo que Freud llama
los principios de elaboración psíquica: que las representaciones estén asociadas con una carga libidinal y que estas catexias sean
móviles y sufran, mediante determinados mecanismos, transformaciones: retráctil opción de las huellas, separación del afecto de la
representación como por ejemplo pasa con la represión.

La sexualidad infantil como destino, tiene que ver con que el destino humano es humanizarse con el otro y el efecto es construir la
sexualidad, la sexualidad infantil. Entonces el destino propio de la especie es ser humano mediante esta actividad y presencia de un
otro humano, a eso me refiero con destino. No estamos adaptados al medio con información que nos propicie una autonomía
precoz. Toda cría animal necesita un tiempo de sostén, tiempo marcado genéticamente con cierta información instintiva que
propicia la adaptación al medio y esto es lo que Freud plantea en 1905.

Por esto, LA LATENCIA no es un momento o una etapa evolutiva que le sigue a la primera infancia, sino que es un destino de la
organización psíquica, es una consecuencia de una operatoria psíquica que es la idealización de la legalidad mediante esta
heterogeneidad psíquica.

Hornstein habla de heterogeneidad psíquica con funcionamiento de las instancias, que permite ir explicando la primera tópica y la
segunda tópica, como una discriminación de sistemas con principios y funcionamientos heterogéneos, en constante relación pero
que se diferencian entre sí: el preconsciente consiente e inconsciente, y luego, el yo, ello y superyó. Hablamos allí de una
complejización de la instancia psíquica y del funcionamiento psíquico.

Entonces en la latencia encontramos la sublimación entendida como un desvió de la meta pulsional hacia fines no sexuales, se
desexualiza. Producto de esta operatoria aparece una nueva operación que tiene que ver con la desexualizacion de las figuras
parentales, y una meta no sexual que supone para la actividad psíquica un nuevo capital, acá ubicamos la pulsión epistemofílica, el
conocimiento del mundo, hacia otros objetos pudiendo tolerar la demora, la frustración, el orden, el juego arreglado.
Aparece aquí también un afianzamiento de estos mecanismos, que se ponen en juego pero a la vez también se afianzan mediante el
cotejo de ciertos modelos. ¿recuerdan cuando hablábamos de la función simbólica? Se espera encontrar en el mundo, la validez y la
garantía de estos adultos que representan. Cuando Aulagnier planteaba el microambiente estaba diciendo que el todo valía por esta
parte. En latencia, el latente encuentra, o por lo menos busca, que el mundo confirme que esto es parte del mundo ¿se entiende?
Que el mundo confirme que esta parte que le toca sea parte del mundo, la constatación de que hay una visión del mundo
compartida, que estos adultos tienen este lugar en tanto hay un mundo, hay un discurso del conjunto, hay un fundamento que le da
carácter “legal” a que esto funcione así. Entonces (en la latencia) no alcanza con la verdad absoluta de las palabras de los padres
sino con el cotejo de que el mundo tiene que funcionar de una forma por eso tanto interés y tanta curiosidad en cómo funciona el
mundo, porque la opción es encontrar la regularidad.

¿Qué pasó con la sexualidad? Se bifurcan las corrientes, queda latente la excitación sexual, esta corriente sensual pero no
desaparece. se mantiene latente mediante actividades auto eróticas pero refrenadas por los diques anímicos: la vergüenza, el asco,
la inhibición en cuanto a lo que es público y lo que es privado. La sexualidad infantil queda entonces latente en este punto y la
corriente tierna es la que se mantiene en la búsqueda del afecto tierno con el otro, la ternura, el sentirse amado y se sustituyen, a
modo metonímico, estas representaciones adultas. Es decir, se sustituye este lugar amado y de garante parental, los padres
empiezan a compartirlo con sustitutos, hay una especie de subrogado parental porque tempranamente la presencia de otros, la
socialización primaria incide y mucho, pero como subrogado sustitutivo de este lugar parental.

Retomando lo puberal dice “la sexualidad genital del púber seduce a la sexualidad infantil.” El púber es un seductor de su propio
cuerpo infantil, lo seduce, lo atrae, queda pasmado, sin saber reaccionar frente a eso que atrae, excita y a la vez uno desconoce. Acá
les trajo una frase de Silvia Bleichmar que habla sobre este carácter bifásico, y esto es lo que Freud plantea cuando dice “lleva a la
sexualidad infantil a la conformación de la sexualidad adulta definitiva” está hablando no de una maduración de la sexualidad, de
que ahora se volvió madura y adulta, sino que es ésta la sexualidad genital (la segunda oleada sexual) esta es la forma en que los
interlocutores de Freud planteaban el conocimiento de la sexualidad: la sexualidad con el fin de obtener un placer sexual genital.
Dice Bleichmar “no corresponden a dos fases de una misma sexualidad sino dos sexualidades diferentes. Una desgranada de
cuidados precoces implantada por el adulto, productora de excitaciones que encuentra vías de ligazón y descarga bajo formas
parciales, y otra con primacía genital, establecida en la pubertad y ubicada en el camino madurativo que posibilita el ensamblaje
genital, un modo de recomposición ordenado y guiado por la existencia de una primacía de carácter genital.” ¿Qué significa esto? la
novedad aquí no es que retoma esta doble vertiente que se bifurcó acá ahora vuelven a unirse. Si, como finalidad replantea que la
sexualidad adulta, en el mejor de los casos, tienden a reunir bajo un nuevo objeto la corriente tierna y la corriente sexual y se
espera eso como un desarrollo normal libidinal pero no como retomemos lo que se interrumpió acá, sino lo que lo que sucede acá
genera una recomposición de lo anterior, un re ensamblaje porque el placer final es nuevo, pero el placer previo también es nuevo
porque antes no había placer previo de nada, era placer en sí mismo, autoerótico. Ahora en donde aquello anterior se reorganiza
bajo la lógica de lo previo, tanto es así que si no logra la constitución de un placer mayor, ese placer termina siendo displacer dice
Freud, altera la lógica de la economía placentera.

Entonces bajo la primacía genital lo que sucede es que hay una nueva base somática que implica una nueva modalidad de goce, y
esta nueva excitación reorganiza las funciones en función de un primado: hay una que vale más que otra y le da el carácter de
organizador. La lógica de la genitalidad va a ser entonces la consecuencia de esta nueva organización, no nos vamos a referir con
genitalidad al uso de un aparato dice Freud, que cuando se conforma tardará tiempo en ser utilizado, sino que la lógica de la
genitalidad implica una nueva reorganización de lo previo en función de este primado, de este sustrato corporal a una nueva
realidad fáctica que implica un goce diferente. Por primera vez, el púber podrá adscribir a su diferencia sexual una nueva forma de
goce. Él podrá saber la diferencia entre hombres y mujeres por la diferencia anatómica, lo que no podrá comprender era la
diferencia en cuanto al goce y la imposibilidad de saber cómo goza el otro. Esto no era una pregunta infantil, el niño podía
preguntarse que tienen las nenas o los nenes, por donde se hace pis, pero la experiencia vivencial de un goce diferente es una
pregunta a partir de la adolescencia, es la lógica de la genitalidad de ubicar a un goce masculino y un goce femenino porque aparece
justamente acá (en la adolescencia) la de representar los órganos sexuales diferentes y no la ausencia o presencia de uno como en
la lógica infantil, y a parte como poder reconocerse en una modalidad de goce masculino o femenino diferente, y la imposibilidad de
reconocer o saber lo que le pasa al otro.

Esto que no se puede saber que es el goce del otro es propio entonces de la lógica de la genitalidad, de sumirse en una posición o
en otra. Entonces la identidad sexual que se construye más allá del sexo biológico y no como una propiedad instintiva ligada a la
reproducción, sino como una lógica de la obtención de placer que se construye, se reconstruye también como un ensamblaje, ahora
lo masculino y lo femenino tiene otra oportunidad de comprensión en función de esto nuevo que sucede. Lo que antes era
masculino y femenino ahora se lo lee en clave genital, en clave de esta experiencia de goce con el propio cuerpo, y plantea Bouton:
con un nuevo pictograma, con una nueva inscripción de este encuentro placentero que ya no será boca-pecho sino pene vagina
como si hubiera una nueva zona complementaria en donde el objeto (el otro) todavía no vale como otro sujeto, sino es el objeto
parcial ad hoc. Piensen en la película Juno: ella plantea en un momento que generalmente la gente se enamora primero y procrea
después, pero que a ella le ha pasado al revés. Uno puede pensar que esta construcción que va haciendo Juno con su novio, tiene
que ver con ir creando allí esta representación del propio cuerpo genital mediante la genitalidad también del otro, y que después de
ese proceso aparece así una relación intersubjetiva: el otro como objeto de amor. Pero primero es ella en relación a esta nueva
posibilidad de goce con su propio cuerpo creando una zona de su cuerpo erógeno con la erogeneidad del otro, y es como si luego
construyeran allí una posición en donde pueden tomarse como objeto tierno y sensual.
Nos vamos a retener ahora en la resignificación edípica y en el hallazgo de objeto, es que esta nueva modalidad de goce hace
inviable la satisfacción plena con el propio cuerpo y reenvía al sujeto a la búsqueda de la complementariedad de una zona para esta
nueva modalidad de goce. Con los primeros objetos que se encuentra en este caminito es mediante la representación fantaseada
del objeto parental: se sexualiza, se genitaliza las representaciones incestuosas edípicas. Buton plantea una frase: es como que si el
púber desconociera el destino de la latencia, desconociera que eso estuvo prohibido, vuelve a un punto previo, vuelve al cruce y a
ser aquel que mata a su padre y se acuesta con su madre porque ahora puede, ¿pero puede o no puede? Y no puede, pero ¿Por
qué? ¿Por lo mismo que antes? En realidad sí, pero ahora esta internalizada la barrera de la prohibición del incesto y hay todo un
trabajo de doblegamiento y desestimación, dice Freud, de las fantasías incestuosas. Para doblegar y desestimar dice Freud, es
necesaria una contracatexia, una contrainvestidura, hace como un redoblamiento de catexia en contra de esta investidura para
desprenderse. Vamos a ver después que cuando él explica el trabajo de duelo usa esta misma categoría: es por sobrecatexia que se
separa la investidura libidinal de una representación. Hay un monto de energía necesario puesto como dique, como barrera para
doblegar esta pulsión que se dirige hacia esa representación. De allí esta postura del púber de “acá no”, “salí, anda lejos” porque el
incesto es posible, no solamente es posible sino que está más cerca que nunca, y no solamente incesto en la caricia, sino en la
presencia, la mirada, la palabra del adulto, la carga con esta investidura genital. También se comprende que lo que une a estos dos
adultos, o a los adultos en general es la energía sexual genital.

Freud plantea acá que aparece un trabajo de búsqueda que reconduce al sujeto a buscar un objeto que cumpla las condiciones
aptas en relación al funcionamiento de la prohibición, de la legalidad de la prohibición del superyó, pero apta también en función
del mapa erógeno, en función de esta fantasía novedosa que es la posibilidad del encuentro sexual genital con el otro. Esto también
se construye, y es lo que hace Juno, hay un momento que ella dice que los ve correr a todos los muchachos y piensa en una serie de
espadas, esta cuestión de que todo es genital. Aparece entonces allí la búsqueda de, que vendría bien a su placer.

Una dimensión que muchas veces se pasa de largo en esta reorganización psíquica, es que el superyó se transforma. Recuerden que
el superyó siempre tiene dos caracteres: es prohibitivo y prescriptivo. A la salida del complejo de Edipo, la prescripción es mediante
la salida del ideal del yo. Recuerden que Freud plantea en el trabajo de la identificación, que cuando el yo no puede contentarse
consigo mismo, mediante el ideal del yo le propone al yo una imagen a alcanzar para completar sus ideales, ser u obtener ese
objeto para acercarnos a esta imagen idealizada que podría aspirar el yo. Esta salida del “ahora no, con estos no, pero después si o
con otros si” es lo que se resignifica a partir de esta situación como trabajo de la adolescencia, que es “anda, goza, ahora sí, con
estos no pero ahora sí”. Este mandato de goce es también un trabajo de reorganización interna, y cuando esto no se escucha,
cuando el sujeto no puede dar lugar para esta reorganización, encontramos esto que Moreno llamaba la salida traumática de la
pubertad: cuando el sujeto no puede reorganizar toda esta nueva modalidad pulsional al encuentro de un placer posible y queda,
como diría Moreno, inundado re-invistiendo, sobre-catectixando todo lo infantil. Se mantiene esta complejidad del superyó en
donde hay un sostén acerca de la prohibición, por un lado ligada a lo que plantea Freud: desasimiento de la autoridad parental
escribiendo de forma autónoma la prohibición como nombre propio, lo que no se puede, y por otro lado, la preinscripción del goce:
la preinscripción de la búsqueda del placer habilitado.

La sobreinvestidura y la contrainvestidura tienen un aspecto similar que se recatectiza algo en función de mantener allí un dique.
Hay un trabajo de reencauzar todas estas excitaciones y estas catexias con otras representaciones, que es el trabajo adolecente. Se
los use como sinónimos en función de pensar esta idea que tiene Moreno de lo traumático: inundado, no hay ahí posibilidad de
elaboración.

A raíz de estas fantasías que se vuelven a sexualizar aquello desexualizado en el inicio de la latencia, Freud dice “vuelven a emerger
en todos los hombres las inclinaciones infantiles, solo que ahora con un refuerzo somático, y entre estas, en primer lugar y con la
frecuencia de una ley, la moción sexual del niño hacia sus progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo
opuesto. Contemporáneamente al doblegamiento y a la desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma uno
de los logros psíquicos más importantes pero también más dolorosos del periodo de la pubertad: el desasimiento respecto de la
autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición tan importante para el progreso de la cultura entre la nueva
generación y la anticuada.” Este pequeño párrafo articula todo un trabajo de reorganización edípica y narcisística en la
adolescencia.

Para la salida exogámica, tiene que haber una desestimación de las fantasías incestuosas. Recuerden que Buton plantea que lo
incestuoso tiene que ver con lo erótico y lo hostil, a estos dos aspectos del Edipo. La solución es la SALIDA EXOGÁMICA, pero esta
salida implica a la vez el desasimiento de la autoridad parental. ¿Qué significa eso? Replantea uno de los trabajos más dolorosos
¿Qué implica el desasimiento de la autoridad parental? Desestimar, rechazar el modelo identificatorio parental, la palabra
autorizada, garantizada del mundo adulto y posicionarse desde otra vereda, la famosa confrontación generacional: nosotros los
jóvenes contra ustedes los viejos, lo nuevo contra lo viejo. Esto implica una salida de la no repetición, la posibilidad de diferenciarse,
del correrse de esa palabra, de ese modelo, de ese enunciado identificatorio y también de esos objetos. Ahí la cosa es doble: edípica
y narcisista. Si estamos hablando de enunciados identificatorios, estamos hablando de la representación que el otro tiene de uno,
estamos hablando de estructura narcisista, de la construcción de la identidad con y bajo la mirada y la palabra del otro.

Estábamos hablando de los efectos de la pubertad, si hay un sujeto que signifique y se deje conmover por esto que acontece, no
estamos hablando acá del registro del cuerpo. Recuerden que el cuerpo es un escenario de las transformaciones, también es el
motor en cuanto a una recitación y una nueva materialidad corporal que tiende a construirse in situ en este momento. Hay un
sujeto que pueda dar cuenta de esto, qué le pasa y deberá hacerse cargo de hacer algo con ello. Entonces la adolescencia la vamos
a presentar como un tiempo y un trabajo psíquico. Cuando digo tiempo estamos hablando de esta noción de proceso psíquico.
Esto no tiene que ver con una etapa que viene después de la otra sino piénsenlo como momentos lógicos: llegamos a la
adolescencia si hay pubertad, si hay no pubertad solamente hallamos lo biológico. Si se halla lo púberal (Buton): hablamos de un
sujeto que signifique, que se deje conmover y que tenga que resolver psíquicamente esto que le pasa. No podemos decir que
primero está la pubertad y después viene la adolescencia, sino que la pubertad como disrupción puede provocar todo un trabajo de
reorganización psíquica que es la adolescencia. Y lo puberal no es simplemente biológico, porque estamos hablando que tiene que
ver con la resexualización de las representaciones de los padres. Entonces que haya algo madurativo en la pubertad no significa que
lo puberal sea lo biológico.

Pregunta de examen: la pubertad son las transformaciones del cuerpo como los cambios biológicos madurativos que propicia todo
un trabajo de reorganización psíquica. Uno podría decir sí, pero ¿cómo pensamos la pubertad desde lo psíquico? Pueden responder:
porque el cuerpo deja de ser cuerpo biológico puro desde el momento que se inscribe como una representación del yo, sede de la
identidad y de la materialidad somática de las excitaciones y la producción psíquica. Entonces la pubertad no va a ser solamente lo
biológico, va a ser esta transformación que un sujeto podrá significar como un desequilibrio, como una irrupción, como algo que se
logre pasar en cuanto a las posibilidades de significación y que promueva todo un trabajo de reorganización psíquica (adolescencia).
Lo biológico es un sustrato y lo sustrato es una base ¿recuerdan el concepto de condición necesaria pero no suficiente? Hay una
condición necesaria para la pubertad que es la pubertad biológica, pero si esto no aparece significado desde lo psíquico como
justamente la disrupción y esta sobrecarga de excitación que propicia la fantasmatízación incestuosa del Edipo infantil, no es lo
puberal. No tiene que ver con la edad cronológica, tiene que ver con el dejarse interpelar con esto que le acontece y que promueve
un trabajo psíquico novedoso: qué hacer con estas representaciones de la genitalidad, con este nuevo goce, con esta nueva
identidad del yo que ya no se reconoce o que no cabe en la representación de niño que tenía construida con sus padres hasta ese
momento.

El sujeto se transforma porque inscribe esta novedad. Entonces recuerden que lo biológico es condición necesaria, pero como
movimiento lógico que implicará la otra en tanto hay un trabajo psíquico, pero este trabajo, este proceso elaborativo tiene que ver
con el concepto de lo elaborativo de la teoría freudiana y con el concepto de trabajo. ¿Cómo lo logra? La idea de lo elaborativo
Freud lo usa ya sea para explicar metapsicológicamente el funcionamiento del aparato desde el modelo meta psicológico o también
lo utiliza cuando plantea su método clínico: el trabajo elaborativo mediante la psicoterapia. Esto se trata de todo un trabajo de
ensamblaje, de enlace entre catexia libidinales y representaciones, y que mayores enlaces y articulación (una especie de red) de
estas cargas con la representación cosa/palabra va a haber mayor elaboración psíquica. Recuerdan que en la segunda tópica esto lo
liga al principio de eros, eros tiene esta función de enlazar, de crear, de conectar, de ligar, de propiciar articulaciones afectivas y
representacionales. Esto es lo que propicia entonces este idea de elaborativo. La elaboración psíquica tiene como efecto propiciar
enlaces significativos, propiciar nuevos sentidos creando nueva realidad psíquica.

La afinidad terapéutica clínica propicia la elaboración. Cuando esto no se elabora aparece la repetición como contrario de
elaboración. Esperando algún tipo de articulación novedosa pero infructuosa, y lo elaborativo era justamente no quedar repitiendo
sino propiciar la cadena asociativa.

Así que este proceso de adolescencia tiene que ver con lo elaborativo de las transformaciones, de lo que cambia en la pubertad, el
sujeto está desafiado a hacer un trabajo elaborativo: reorganizar catexias libidinales, representaciones psíquicas generando nuevos
efectos de sentidos. Retranscripción de las marcas previas y por eso hablamos de resignificación de las estructuras infantiles para
dar lugar a esta novedad reorganizando lo previo. Acá tomamos este concepto de trabajo y utilizamos un artículo de Ricardo
Rodulfo (psicoanalista argentino) que plantea los trabajos de la adolescencia, la adolescencia como esfuerzo de trabajo psíquico.

Freud en interpretación de los sueños también habla de esta noción de trabajo, de un gasto de energía y de un tiempo, una visión
económica y dinámica de un esfuerzo psíquico de provocar y producir estos nuevos enlaces elaborativos mediante mecanismos.
Freud usa la implementación de ciertos mecanismos de un sistema que propicia determinados efectos. Ahí sí está la condensación,
el desplazamiento, como parte del trabajo psíquico en el trabajo del sueño.

Vamos a trabajar otra noción: el trabajo del duelo para poder explicar cuál es el trasfondo elaborativo de la adolescencia. Una de las
formas para poder pensar como se logra esta elaboración que sucede en la adolescencia es pensando en estos dos conceptos:
concepto de elaboración psíquica y el concepto de trabajo de duelo.

Recuerdan que Hornstein dice que el trabajo del duelo es una oportunidad de autoorganización psíquica porque implica justamente
una reorganización de las marcas previas en función de una novedad.

La finalidad de Freud en duelo y melancolía es dar un acercamiento a la psicopatología de la melancolía, y para ello lo compara con
el trabajo del duelo normal. Nuestro objetivo es entender el trabajo del duelo normal y ver qué entiende Freud por trabajo de duelo
y porque nosotros lo tomamos como un mecanismo que dispone el aparato psíquico para un trabajo elaborativo.

Freud no habla del duelo, habla del trabajo de duelo. Cuando decimos duelo estamos hablando del sentido común del afecto doloso
de una pérdida, hablamos de la carga afectiva doliente por haber perdido algo. Cuando Freud plantea EL TRABAJO DEL DUELO está
haciendo referencia al trabajo psíquico elaborativo como reacción frente a la pérdida, esto es lo que Freud plantea como una
reacción normal, esperable, por eso decimos que es como un mecanismo del cual el aparato psíquico dispone de esta posibilidad
elaborativa.
Después diferencia duelo normal de duelo patológico ligado a la melancolía. El trabajo de duelo no es la pérdida psíquica, no es el
dolor de la pérdida sino es un trabajo psíquico frente a la pérdida, hay un mecanismo psíquico, en función del registro de una
pérdida, por eso Freud plantea diferentes momentos de este trabajo, es un proceso y por lo tanto lleva un tiempo y un gasto de
energía psíquica. Es el yo quien comanda ese trabajo psíquico porque lleva a cargo el principio de realidad entendido como el
reconocimiento de la realidad como algo más allá de la construcción fantasiosa. El principio de realidad va a dar una señal frente a
la pérdida de un objeto representado como fuente de satisfacción. Fíjense, se pierde el sustrato real de una representación psíquica
catectixada como objeto de satisfacción del cual el yo esperaba una satisfacción. Puede ser una persona amada, o una abstracción,
una representación especular del yo (una imagen del yo), una porción de sí mismo, es decir, una representación libidinizada,
catectixada significativa para la economía psíquica que pierde su sustento en la realidad. Y ahí el yo tiene su primer conflicto: o
perecer (morir) con el objeto o seguir viviendo sin él. El mejor de los casos, dice Freud, el yo se elige narcisísticamente y tolera la
pérdida, siempre este trabajo se encuentra con una renuencia, el yo resiste a perder una de sus posiciones libidinales, entonces
encontramos este momento ambivalente dice Freud, en donde el yo no se entera de lo que perdió todavía, escucha las voces de
quien no está, se cree que va a venir en cualquier momento, hace de cuenta de que todavía no se enteró, y en el peor de los casos
tenemos la psicosis alucinatoria, ahí el yo pereció con el objeto porque pierde su función reguladora psíquica, no es que el yo se
mata sino que el yo pierde su organización psíquica.

Entonces el principio de realidad dio una renuencia típica, dice Freud, al que el yo acepte este dato de la realidad hasta que en el
mejor de los casos el yo ingresa entonces vía preservación narcisista de su función y acepta que el otro se ha perdido, lo perdí. La
consecuencia psíquica de este reconocimiento de que el otro se ha perdido, comandado por el yo pero no solamente está el yo en
este trabajo, es un compromiso de todas las instancias, el yo comanda este trabajo en tanto hay un reconocimiento consciente de lo
perdido, y ahí Freud plantea lo que es el trabajo específico de duelo que viene con la carga dolosa, sufriente del registro de la
pérdida que implica un trabajo de desatar, desenganchar cada una de las ligaduras libidinales que tenía el yo con la representación
de lo perdido, con cada una de las represtaciones ligadas al objeto perdido: un retiro libidinal y esto se hace con gasto de tiempo y
energía, hay mucha energía psíquica puesta en este trabajo, el yo se abstrae del mundo porque está abocado a esta tarea, no hay
nada más allá que exista que la representación de lo perdido ¿mediante qué forma? Por sobrecatexia, es decir, presentifica,
representifica todo el tiempo cada una de estas representaciones del objeto para ir haciendo este desenganche. Este retiro libidinal
dice Freud, es como si por una reinvención: invierte esta libido que saca en el propio trabajo de duelo, un capital libidinal para
desprenderme del objeto con la libido que tiene el objeto, esto es un trabajo de las representaciones psíquicas, es un trabajo
interno, vuelve al yo significa, que el yo dispone de ese capital, entonces cuando termine este proceso se agota la energía, el
excedente libidinal se agota en el propio trabajo.

Lo que plantea Freud es que hay unos aspectos de este objeto que se mantienen, se simbolizan como perdido, es decir, que el yo no
se deshace del todo del objeto, sino que lo inscribe como aquello que ya no está, que tuvo y ya no tiene, pero si lo tuvo hay un
rasgo de su objeto que es parte del yo, era mi objeto. Se identifica con rasgos parciales de lo perdido que los toma por
identificación. Recuerden que Freud hablaba que el yo debía su carácter a los residuos identificatorios de los objetos perdidos, a
estos rasgos que toma de aquello que se tuvo: la prueba que lo tuve es que algo conservo.

La diferencia con la melancolía es que esta identificación con el objeto no es parcial, es total, es una identificación proyectiva: el yo
se traga el objeto perdido para mantenerlo vivo en él. Se le introyecta en el yo y el yo no lo pierde sino que se convierte en el
objeto, se identifica con todo el objeto promoviendo un trabajo de auto-reproche en función de este vínculo ambivalente que tenía
con este objeto de amor/odio, y ese yo el que pierde su lugar como objeto catectixado, no es el mundo que ha disminuido su
interés porqué el yo está en la tarea del duelo, si no es yo el que pierde su valía, el yo no vale nada solo en tanto estandarte del
objeto perdido, ahí no hay una elaboración del trabajo del duelo. Dice Freud, todo ese trabajo de sobrecatexia de las
representaciones objetales, de la identificación parcial como resto de ese objeto conllevan a un efecto: el efecto del trabajo del
duelo de este segundo momento es matar al muerto, lo que murió, lo que ya no está, muerte como un ejemplo, lo que ya no está,
lo que ya no existe en la realidad tiene que dejar de tener vigencia como representación psíquica. Representación psíquica vigente
significa un enlace libidinal actual, y se inscribe como lo perdido, por eso decimos que el trabajo del duelo es un trabajo de
simbolización de la pérdida, porque le da significación de lo perdido a aquello que ya no está. Se entiende entonces que la
simbolización de la pérdida tiene que ver con darle el carácter de perdido, de no actual a una representación y a lo que Freud llama
“matar al muerto”.

Teórico 14: “Trabajo adolescente”

Vamos a trabajar los efectos del trabajo adolescente, la resignificación edípica y la resignificación narcisista. Efectos porque vamos a
tratar de diferenciar algo que confunden: el trabajo de duelo, del efecto de resignificación. Tal vez este concepto separadamente lo
puedan definir pero a la hora de articularlos con el trabajo adolescente no tienden a usarlo indistintamente. Entonces dicen “el
adolescente resignifica el cuerpo, porque es el cuerpo que cambia”, por lo que, no queda claro si están hablando de una
resignificación en función de una representación del cuerpo o están hablando del trabajo del duelo de la representación del cuerpo
del niño que ya no se tiene. Eso lo vamos a discriminar, para luego pensar cuáles son esos dos efectos de reorganización psíquica en
lo edípico y lo narcisista.
Hacíamos hincapié la otra vez en el concepto de trabajo ligado al concepto de elaboración psíquica, y esta idea del trabajo sobre la
pérdida, que es lo que propone Freud en el trabajo del duelo: no es la pérdida en sí, ni el dolor de la pérdida, sino un trabajo
elaborativo sobre esa situación que Freud plantea como trabajo del duelo, cuyo efecto será una reorganización de las
representaciones y de las catexias en esto que plantea como el desinvestir la representación del objeto perdido para el yo disponer
ese monto de libido para libidinizar otra representación, esperar satisfacción de otro objeto. Entonces hablábamos de una
reorganización a nivel de las representaciones porque el objeto, recuerden, está representado, no existe como tal sino que estamos
hablando de la representación del objeto investida, catectizada como fuente de placer; y también de las catexias que es la otra
dimensión que Freud articula con lo que plantea en Introducción al Narcisismo que es la libido yoica, la libido objetal. En el trabajo
del duelo el yo, dice Freud, vuelve a libidinizar su propia actividad psíquica y hace este trabajo elaborativo, desde una visión
económica, con la libido que recupera del objeto: el quantum libidinal depositado en esa representación objetal ya no está, es la
que se usa para hacer el trabajo pero mientras tanto ya está en un momento de retraimiento narcisista por lo que el mundo
importa poco, se sobreinvisten las representaciones ligadas a lo tierno para desinvestir, y así el yo queda libre para volver a investir.

Cuando Freud dice matar al muerto significa: el yo asumir algo de la castración simbólica con cada pérdida elaborada porque
cuando el yo asume esta acción de dejarse sin el objeto, él también está dejando de ser algo para ese objeto, eso también deja de
ser el objeto para ese otro objeto que antes libidinizaba. Cada vez que el yo pone en juego este trabajo elaborativo, tiene que
perder algo de si, no solamente pierde al objeto sino que pierde también lo que él era para ese objeto. Entonces no sale ileso de la
pérdida, sale castrado porque él ha perdido no solamente algo, sino que ese algo ya no lo tiene a él. Esta idea de trabajo del duelo
como proceso elaborativo de lo que se pierde, puede tener el efecto de la resignificación porque aquí, esto nuevo que puede a
partir de allí libidinizar el yo, puede promover una resignificación de las marcas previas.

Pensémoslo desde la resignificación edípica en la adolescencia. Freud en “Metamorfosis”, dice que los objetos parentales
nuevamente hay que perderlos, perderlos desde objetos genitales pero hay otro trabajo elaborativo con el cual se pierde el lugar
que tenía el niño edípico: se pierde la representación del yo como niño edípico de aquellos otros parentales. El efecto de
resignificación ligado a este trabajo de duelo tiene que ver con la salida exogámica porque es, en tanto que aquello que ya no está, y
en tanto que yo ya no soy aquel (niño edípico) que tengo que ir a buscar a otro lado y resignifico lo edípico prohibido, pero
promuevo una reorganización de lo previo con otra cosa y aparece otro objeto, no parental: el objeto exogámico. Se resignifica el
Edipo con una nueva significación genital que no tenía y aparece una estructura disipativa en relación a la salida exogámica como
efecto de la resignificación edípica y como efecto del trabajo del duelo de los padres como objeto.

Para que haya resignificación Freud plantea que es necesario dos escenas y un tiempo en el medio y que la primera escena no haya
quedado totalizadora de todas las significaciones posibles, esto es lo que plantea en el caso Ema. Quiere decir que hay
resignificación cuando hay dos escenas, cuando esta escena (la segunda) tiene un antecedente previo. Lo que no sabemos que la
escena uno era previa a la dos hasta que la dos llego. Una autora plantea que la genitalidad se descubre como el pez que descubre
el agua cuando sale de ella. En la genitalidad, como lógica para el adolecente, descubre el Edipo genital, una vez que salió, porque lo
tuvo que volver a prohibir; se vuelve genital ahora que lo capta, se comprende un nuevo sentido, hay una resignificación de aquella
escena que antes no era posible. Para plantear la resignificación edípica, Rodulfo en uno de sus trabajos plantea como trabajo
elaborativo de la adolescencia, establece que sería pensar que si bien lo pos-edípico de la latencia implicaba desplazamiento de las
catexias libidinales con respecto al objeto, entonces el niño podía enamorarse, destinar a otro una demanda de satisfacción de
reconocimiento y de ternura (recuerden que en la latencia la corriente que puede hacerse cargo es la tierna) y dice Rodulfo “bueno,
ahí no hay un trabajo de resignificación edípica, ahí hay desplazamiento del objeto edípico: el compañero, la compañera, la maestra,
el otro adulto, se vuelve el objeto edípico desplazado”. Para que haya un trabajo de resignificación edípica tiene que haber
sustitución, es decir, un verdadero sepultamiento del complejo de Edipo porque hay un otro al que se le demandara satisfacción
narcisista y sexual, primero porque se unirán las dos corrientes o al menos esa es la idea. Estas dos corrientes que se habían
bifurcado en la latencia pueden volcarse en un solo objeto dice Freud, un otro objeto al que se le demanda satisfacción, y cómo
Freud plantea, que tenga que ver con un reencuentro, con una modalidad de satisfacción esperada, un reencuentro de algo que
implique para el sujeto la ilusión de haber encontrado aquello que perdió ¿Recuerdan la experiencia alucinatorio del deseo? Que
motiva y causa la búsqueda, este rodeo deseante. El reencuentro de una modalidad de goce entonces, de una ilusión de
complementariedad pero también del hallazgo en tanto este otro es otro, no reedita aquel que la precede sino que aporta un
encuentro novedoso, que tendrá diferentes formas, por un lado la genitalidad posible que son elementos inéditos que no estaban
previamente; por otro lado acá también está el otro como un otro diferente y también ajeno: no soy yo, es otro, puedo conocerlo,
puedo inventar saber cómo es, pero aparte algo de la dimensión de lo ajeno que es irreductible a mis intentos de conocimiento, el
otro siempre me va a sorprender. Entonces este encuentro novedoso instala allí otra representación del objeto. Por eso Rodulfo
plantea que la resignificación edípica, el encuentro del objeto exogámico en la adolescencia, es un nuevo acto psíquico con respecto
a la creación del objeto, es decir, hay algo de la categoría del objeto que se recrea en el sentido de que nunca este otro fue tan otro
como ahora ¿se entiende? Nunca estuvo el sujeto frente a otro que le generara este efecto de complejización psíquica.

Rodulfo liga esto del pasaje de lo fálico a lo genital, como uno de los otros trabajos ligados a la adolescencia y dice “estimo que
hemos sufrido una cierta deprivación conceptual en los últimos años que ha consistido que se tapone o se disuelva la oposición
fálico/genital que es decisiva. De aquí se abren varios problemas a la recepción: me refiero a lo genital como no placer pero no a
una cuestión económica solamente como descarga sino a una experiencia erótica en su verdadera intersubjetividad.” No es
solamente un episodio este primer encuentro con el otro intersubjetivo ligado a la excitación y también al amor, las dos corrientes,
no es solamente una cuestión episódica sino que es un acontecimiento estructurante. En este sentido, Rodulfo plantea “en la
sustitución, con toda la dimensión metafórica en juego, hay algo distintivo que no es ni represión ni desplazamiento sino que
implica el concepto de hundimiento, sepultamiento: la prohibición del incesto no solo concierne a la madre como objeto (esto es
importante) en realidad concierne a no perseverar, a no insistir en una cierta matriz madre-niño como verdadero núcleo de lo
incestuoso.” Esto intenta ser Billy con la profesora, no quedar así en juego no como objeto amoroso, sino como una forma infantil
de vincularse amorosamente con alguien, el necesita como afirmar que no va quedar como el niño de esa dupla, de esa relación de
la profesora y él. Entonces la sustitución ligada a la resignificación edípica, significa lo que Rodulfo llama la salida incestuosa no
solamente por no elegir a la madre, sino, por no quedarse en una modalidad de satisfacción al modo que se tuvo con la madre. Esto
es fundamental cuando veamos la relación amorosa, y es necesario que haya también una relación simétrica entre dos diferentes,
no una relación asimétrica de uno dependiendo del otro.

Entonces la sustitución será el efecto de resignificación de lo edípico mientras se pierde, o en virtud que se ha perdido a los padres
como objetos sexuales, se los vuelve a perder, pero no son los mismos padres porque estos son genitales (posibles) ¿se entiende?
Hay algo que se reedita pero no es lo mismo, tiene otra clave y tampoco es lo mismo porque lo que produce es salir a buscar y
aparte ilusionar con que éste que se encuentra ofrezca otra cosa, ofrezca algo de aquello pero también otra cosa. ¿Cómo se los
pierde la primera vez? Cuando el sujeto acata la legalidad de lo prohibido/permitido, es decir, internaliza su superyó y lo pierde a
costa de conservar algo: perder un bien, un objeto a costa de conservar su yo, su pene diría Freud, su Yo diría Aulagnier. La ganancia
de esta pérdida es la ilusión, es esta función prescriptiva del superyó “ya lo vas a poder hacer cuando seas grande.” Esto es
fundamental, si el futuro no se inviste con cierta garantía de que hay una prima de placer que le es legítima al yo, es muy difícil de
abandonar cualquier cosa: no me desprendo de nada porque voy a quedar con nada. En cambio sí me dicen “después vas a tener,
después ya vas a poder”, pero ya no como una promesa al amor parental, sino como que el yo tiene legítimo derecho a esperar una
satisfacción.

Cuando habíamos visto que previo a esta salida edípica de la internalización del súper yo, el niño pequeño abandona objetos
parciales, es decir, abandona los pañales, abandona la mamadera ¿pero cuál es la promesa? Mamá te va querer más. Es en función
todavía de este amor del otro, pero ahora lo que aparece es hecho con la garantía de que es legítimo esperar más placer, pero hay
que esperar, hay que tolerar la demora, la espera, y esta especie de tensión que se genera entre lo que ahora se tiene y se es, a lo
que se querría ser o tener. Esto es lo que Aulagnier va llamar la tensión entre el yo actual y el yo futuro, pero esto es en la salida
edípica, ya lo perdió, acepta perderlos a condición de conservar al yo con su garantía de poder tener una autonomía y un derecho
propio el placer, pero también recuperar mediante este rodeo al ideal, algo de lo que se tuvo.

Entonces ahora lo vuelve a perder pero no son los mismos, son otros el sentido de esta dimensión genital del otro. Vuelve a perder
la imposibilidad de encontrar en el otro aquello que no solamente se creyó tener sino también aquello que nunca se vivió. Esta
dimensión de lo nuevo tiene que estar para hablar de una salida exogámica: el otro no es solamente que no esté dentro de la
familia, la salida exogámica es el otro como heterofamiliar, el otro como que tiene algo de lo no familiar, de lo no conocido
previamente. El elegido, visto por los padres, tiene que ver con aquello que no está dentro del universo de lo conocido, de lo ya
vivido, sino estamos hablando de una repetición: de un desplazamiento y no de una sustitución (como plantea Moreno).

Hornstein dice “todo trabajo de duelo y todo proceso de resignificación es un modelo de estructura disipativa, es decir, un aumento
de complejidad generando allí no un anulación de lo anterior, sino un aumento de complejidad por las nuevas relaciones que se
generan en función de este elemento novedoso.” Entonces la salida exogámica es un proceso de autoorganización psíquica en
donde interviene el trabajo del duelo y el efecto de resignificación del Edipo, promoviendo allí un nuevo efecto.

Esto va de la mano de la resignificación narcisista porque fíjense que si estamos hablando de salida exogámica, de cuando se pierda
a los padres como objeto, estamos hablando de proyecto identificatorio. Freud lo plantea en metamorfosis: “paralelamente a la
desestimación y el doblegamiento de las fantasías incestuosas parentales se da otro logro psíquico, el más doloroso quizás de los
trabajos de la pubertad, que es el desasimiento de la autoridad parental.” Este otro logro psíquico, el desasimiento de la autoridad
parental, está en relación con la resignificación narcisista y con todo el trabajo complejo del panorama identificatorio en la
adolescencia.

Resignificación narcisista: estamos dentro una reformulación ya no del objeto sino del propio yo. En lo edípico (resignificación
edípica) estaba en relación al objeto y promovía allí la recreación del objeto y la creación nueva del objeto novedoso. En la
resignificación narcisista estamos hablando de la reformulación del yo en tanto su estructura narcisista, aquello con lo cual el yo
pudo advenir, pudo crearse que Freud lo plantea en términos de la libidinización del yo por el yo: la autoconservación, el
mantenerse como objeto existente para la psique. Los enunciados identificatorios, aquellos por los cuales el yo pudo advenir, estas
construcciones de sentido y de lenguaje que le dieron al yo una entidad. Acá podemos ubicar el concepto de sombra hablada, esta
anticipación que hace un otro del yo antes de que el Yo advenga.

Explicaremos cómo es que el yo se identifica no solo con estos enunciados sino con la función que el otro ha cumplido para el yo. El
yo se identifica no solamente con el predicado que el otro le decía, sino que se identifica con la función anticipatoria que tuvo el
otro primordial: así como alguien que existió antes que decía quién era yo, el yo también tiene que poder hacer eso consigo mismo.

Resignificación edípica y resignificación narcisista lo explicamos por separado sólo por una cuestión metodológica, pero se da
conjuntamente porque la resignificación narcisista está en relación también al abandono del lugar que ocupaba el yo para estos
padres: lo extrafamiliar de la salida exogámica implica y está relacionado totalmente con el estreñimiento de lo familiar. Rodulfo
dice que hay algo de este trabajo de resignificación narcisista en la adolescencia que reenvía al trabajo del Ford-Da. Es como si
ahora el adolescente tuviera que vomitar lo familiar, es decir, se aleja, se extraña, tiene que sacarse de encima lo familiar para
recrear el lugar que el yo puede tener en esta esfera de lo familiar. Un extrañamiento de lo familiar y esto ver al otro conocido
familiar parental como un extraño. Verse él como extraño y verse como otro extraño. Estos otros que antes tenían cierta imagen
idealizada de garantes de cómo funcionaba el mundo y cómo funcionaba el yo, ya no entienden nada, son los viejos antiguos: “no
puedo terminar de identificarme con eso que vos pensaste de mí, porque ya no tiene que ver conmigo.” Esto es lo que plantea
Rodulfo acá “eso ya no tiene que ver conmigo.” El hijo adolecente no se conoce, sino que además se desconoce y tiene que ver en
ese desconocimiento, una verdad que soporten los padres (que puedan tolerar durante unos años no entender, no pretender
entender y saber todo de la vida de ese hijo).

Es jugar a ser otro que tiene un efecto estructurante que permite justamente reorganizar el aparato psíquico. Rodulfo dice que el
amigo íntimo tiene este valor, este otro extraño que le permite al yo ser el mismo con el otro, como un doble narcisista. El diario
íntimo, el amigo íntimo tiene esta fuerza, es como que entre los dos somos uno: las ideas, la ropa, los gustos, todo se comparte y es
intenso. Tiene que ver porque lo que está en juego es esta identificación narcisista en el otro: yo soy lo que el otro es, y yo soy
porque el otro me dice lo que yo soy. Esto a la vez permite salir, como el objeto transicional, permite alejarme de lo familiar y salir a
explorar.

Este extrañamiento de lo familiar tiene que ver con esto, ya no están allí las claves identificatorias que definen al yo y el yo tiene
que volver a responder la pregunta ¿Quién es?, ¿Qué quiere? y ¿Qué puede? Pero en clave propia. Esto no lo hace solo, lo extra
familiar es un mundo poblado que también lo anticipa al yo, que hay discurso que ofrece objetos, es decir, que hay ciertos discursos
del conjunto que ya dicen algo acerca de lo que hay para elegir, de lo que hay que hacer, lo que es o no es válido. Hay objetos que
se ofrecen como objetos meta de las satisfacciones. Por todo esto, el yo no lo hace solo, ahora lo que podemos decir que es
novedoso es que el yo deja de mediatizar su relación con el discurso del conjunto por medio del discurso parental. Antes entre el
discurso del conjunto y el yo mediatizaba el microambiente, pero ahora el yo se las ve a solas, mas allá o más acá de lo que los
padres quieren o desean.

Aulagnier va a llamar CONTRATO NARCISISTA a esa relación de anticipación que tiene el discurso del conjunto para el advenimiento
del infans, pero esto no termina cuando el niño es pequeño, continúa, lo que cambia es la relación que tiene el yo infantil o el yo
adolescente con el discurso del conjunto. Plantea Aulagnier que estas representaciones sociales que organizan la realidad proponen
un lenguaje de fundamentos, un lenguaje de cómo son las cosas, y los sujetos que se apropian de estos elementos de sentido
forman parte de un conjunto que los identifica como parte de algo. Y esta anticipación que hace el contrato narcisista con el yo o
con el porvenir, es una ecuación narcisista para ambos: el conjunto necesita de nuevos sujetos que lo reproduzcan y el sujeto
necesita incluirse en un grupo para ser y obtener allí modelos de identificación. Por eso es un contrato narcisista, porque narcisista
a los dos puntos de ese contrato (lo social y el sujeto). Lo nuevo en este momento es que el adolecente va a encontrar allí un
material que lo anticipó a él, que existe antes que él, pero que ahora tiene la posibilidad de tomar o rechazar más allá o más acá de
la metabolización primera que hicieron los padres con respecto de estos materiales.

Esta función estructurante del amigo o del diario, está también relacionada con otro concepto que es el de iniciador. El iniciador en
la salida al otro familiar ya no solamente en cuanto al objeto sexual sino también al objeto social, los otros, tiene la función de ser
aquel al que se le proyecta un saber sobre el afuera. El iniciador inicia a un sujeto en un saber hacer en lo extra familiar. No es el
reemplazo de la figura parental porque a diferencia de la figura parental no mantiene con el adolescente una relación de
dependencia, de asimetría sino que el iniciador promueve y legitima lo que el yo puede hacer afuera.

Este concepto está tomado de los ritos de pasaje. En los ritos de pasaje el iniciador es la persona que acompaña al sujeto en estos
pasajes, en estas actividades, rituales, y es el que consta y el hace constar para los otros que ese sujeto pasó, es el que valida.
Obviamente que no encontramos esa figura en nuestra cultura hoy, pero sí la creación de estos personajes, pero aparte asumen
este saber sobre lo real, sobre algo del goce posible. Por eso cuando algunos ustedes habían dicho que ligaban un poco la figura de
la profesora a la madre, esta no es parental, si cumple una función más cerca del iniciador que de lo parental porque no se
engancha con esta cuestión amparadora protectora y dependiente sino que propicia ahí lo que Billy puede hacer afuera de los
enunciados infantiles, le alcanza como una clave para el afuera. Esto es la figura del iniciador, aquel que tiene la función de
propiciarle un saber que haga tolerable la desilusión infantil. Lacan dice que muchas veces el analista puede tener esta función,
haciéndole cargo al sujeto de su deseo, y que no quede entrampado con el deseo de los otros.

Aulagnier plantea que el yo está condenado a investir: ”Piera Aulagnier formula el primer veredicto que marca al yo desde sus
comienzos. Condenado por y para toda la vida aúna puesta en pensamientos y en sentidos de su propio espacio corporal, de los
objetos-meta de sus deseos, de esta realidad con la que deberá cohabitar, que le asegure para siempre permanecer como soporte
privilegiado de tus investiduras.” Condenado a investir es una traducción que tiene que hacer el yo para vivir de los pensamientos
del sentido que puede tener para el yo el propio cuerpo, los objetos-metas de sus deseos y una realidad formulada que le asegure
que pueda permitir que el yo se mantenga, permanezca como soporte identificatorio de las investiduras es decir, que el yo por más
de que cambie, cambie su cuerpo, cambie la realidad y cambie los objetos-metas, el yo seguirá funcionando como el polo estable de
las investiduras. Esto dice Aulagnier sobre condenado a investir y el autor lo retoma como condenado a explorar y entonces habla
de la arrancia adolescente. La arrancia es ese andar por ahí, salir a buscar, explorar y él dice que así como estamos condenados a
investir (Aulagnier) en la adolescencia esta investidura necesaria para el yo se va a dar en la arrancia, en la búsqueda de un nuevo
territorio. La extraterritorialización para el yo de definir con otros como es su cuerpo, qué puede hacer con su cuerpo, cuáles serán
sus objetos investidos de los cuales esperar satisfacción de sus demandas, como es la realidad más allá de lo que le han dicho que es
la realidad, todo esto se da, dice el autor, primero con una desterritorialización de la infancia y luego una extraterritorialización para
el yo. Hay un destierro para ganar un territorio extra, diferente, el salir a crear espacios psíquicos.
En la violencia de la interpretación Aulagnier dice que esto va a poder hacer el yo en tanto ya estaba previsto, desde la sombra, que
el yo pudiera cambiar. El yo podrá hacer este abandono de un espacio para ganar otro si ya estaba en los enunciados
identificatorios de la sombra hablada un anhelo de cambio “cuando seas grande vas a tener lo que yo no tuve” (cargadito, esto
nunca viene liviano, pero tiene que estar). Donde el yo pueda apropiarse del cambio como un objeto también meta de deseo,
cambiar también debe estar significado, libidinizado como algo deseable. Cuando decimos mediante qué operación el yo se apropia
de esto, decimos mediante la identificación: lo que el otro trasmite, anhela, propone al yo que todavía no es yo, decimos una vez
que el yo adviene se podrá identificar con este anhelo, podrá hacer propio este anhelo como un anhelo propio. Podemos decir que
podrá tener la esperanza de que va a venir mañana algo mejor, una especie de “hoy quizás no, mañana por ahí sí”, una especie de
perspectiva donde el tiempo podría traer una satisfacción y que el yo entonces podrá esperar, en tanto esperar vale la pena porque
ahí hay algo bueno. Recuerden que Aulagnier está estudiando el campo de la psicosis donde esto no ocurre, donde la trampa
identificatoria de lo imposible es que nada cambie, el discurso identificatorio imposible de la sombra está marcado en estos casos
por una violencia secundaria, es decir, por no poder dejar la autonomía para el yo para que pueda hacer algo, una metabolización
propia de estos enunciados, y aparte mediante el recurso de que nada se transforme, nada cambie. El que nada cambie implica que
el otro no abandona una posición identificatoria temporaria a favor del yo, cuando el otro abusa de una posición que debería ser
temporaria, acotada y el otro lo toma como absoluta.

Mediante este trabajo de identificación, dice Aulagnier, el Yo podrá tomar a su cargo la anticipación de sí mismo, ya no lo anticipa
otros, sino que es él mismo quien dirá que quiere ser, que podrá ser, aquello que otros hicieron con él, el tendrá que tomarlo por sí
mismo. Esto es lo que Aulagnier va a llamar proceso identificatorio relacionado con un proyecto identificatorio articulados como dos
caras de un mismo proceso que tiene que ver con la construcción del yo. Vamos a ver como esto que para Aulagnier es un proceso
constitutivo a lo largo del devenir, en Freud lo encontramos más puntual, en el mecanismo de la identificación y diferentes tipos de
identificación.

Aulagnier tiene la ventaja de haber tomado conceptos freudianos y cierta lectura Lacaniana de estos conceptos, luego haberse
alejado de esa influencia y haber hecho un trabajo elaborativo propio, y nos habla de proceso y proyecto identificatorio. Entones
vamos a empezar a ver el concepto de identificación para ver la articulación entre proceso y proyecto identificatorio. Vamos a ver
qué del proceso y proyecto identificatorio se pone en juego en la adolescencia. Después lo vamos a retomar en el envejecimiento:
vamos a ver como este otro momento de reorganización psíquica promoverá trabajos que tengan que ver con la reformulación del
proceso identificatorio y del proyecto identificatorio.

Para hacer ese trabajo de resignificación narcisista y de reestructuración identificatoria para el yo, para volver a responder el yo
quien es y que puede, dice Rodulfo, , él lo plantea como un pasaje de la predominancia del yo ideal a la predominancia del ideal del
yo.¿Qué significa el pasaje del yo ideal al ideal del yo? Ustedes podrán decir que el ideal del yo aparece en escena psíquica antes de
la adolescencia: el ideal del yo es este otro componente del superyó. Freud decía respecto al ideal del yo y el superyó “ya en
ocasiones anteriores nos vimos llevar adoptado el supuesto de que nuestro Yo se desarrolla en una instancia psíquica que se separa
del resto del yo y puede entrar en conflicto con él: lo llamamos el ideal del yo (todavía no estaba el concepto del superyó) y le
atribuimos la función de la observación de sí mismo, la conciencia moral, la censura onírica y el ejercicio de la principal influencia de
la represión. Dijimos que era la herencia del narcisismo originario en el que el yo infantil se contentaba a sí mismo. Poco a poco
toma de los influjos del medio las exigencias que este planeta al yo y a las que el yo no siempre puede allanarse de manera que el
ser humando toda vez que no puede contentarse consigo en su yo, puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, diferenciado a
partir de aquel.

Ahora, no dejamos de consignar entonces que la medida del distanciamiento entre este ideal del yo y el yo actual es muy variable
según los individuos. ¿Qué plantea entonces? Que el ideal del yo le propone al yo una imagen con la cual contentarse con la
modalidad del narcisismo originario, que es vía narcisismo pero que es vía este rodeo de una imagen que se propone lograría la
satisfacción, así como en algún momento el niño pensaba que se autosatisfacía él sin el reconocimiento de ningún tipo de falta. Por
lo tanto decimos que el ideal del yo entro en la escena psíquica en la infancia, como efecto de la salida del Edipo y el yo ideal es esta
representación del yo absoluto que puede ser todo y puede tener todo, al que nada le falta. Esa representación del yo ideal
producto del narcisismo primario parental, “su majestad bebe” ¿Por qué entonces Rodulfo plantea que la adolescencia será una
pasaje de del yo ideal al ideal del yo? En realidad es una preponderancia porque del yo ideal nadie se va nunca del todo, porque en
realidad el inconsciente nunca sabe nada de la falta, de lo que no podemos ser y de lo que no podemos tener, no hay exclusión, no
hay “o una cosa o la otra”, no allí la negatividad de algo. Entonces por un lado inconscientemente perdura esta ilusión de tenerlo
todo. Lo que Rodulfo plantea es que durante la infancia, el ideal del yo infantil funcionaba como un circulo ideal con los padres ¿se
entiende? Esto que decíamos recién: “está bien, yo acepto que yo no soy todo ni lo tengo todo, pero vos sí”, entonces mi ideal del
yo es la imagen idealizada del otro, y mientras ese otro idealizado me quiera y me ame podemos armar como una especie de circulo
narcisista: “yo no lo tengo y yo no lo soy todo, pero alguien es, ese alguien son estos otros idealizados” Entonces el ideal del yo
infantil se mantiene en la ilusión del yo ideal parental, no es que el niño todavía no salió del yo ideal, sino que mantiene una trampa
que es: “yo me banco estar fallado digamos, y no tener todo y poder todo porque hay alguien que si” ¿Qué pasa en la adolescencia?
Eso es lo que cae, cae el otro como garante de lo ideal. Lo más duro, dice Rodulfo de tramitar en la adolescencia, no es no serlo todo
y no poderlo todo, es que el otro no sea todo y no pueda todo. Esta caída puede llevar, dice Rodulfo, a desinvestir el mundo adulto;
es el momento en donde todo me chupa un huevo, no me importa nada. La traición del ideal es terrible. Una cosa es el niño que se
desilusiona y dice que los padres son los reyes (los reyes no existen digamos) y otra cosa es el adolecente que dice los reyes no son
los padres, los padres no son reyes de nada.
¿Pueden entender como están viviendo dos momentos diferentes Billy y el hermano? Billy esta descubriendo que el mundo no es
como lo que el padre representaba para él antes. Esta descubriendo esta faceta del padre caído de un lugar, o yendo más allá y
descubriendo que ahí está solo, eso no es del padre, el padre no abarca Londres digamos. El hermano asume el dolor de la
constatación del padre caído “desde que murió mama no servís para nada” y cuando lo va a buscar para que no traicione la huelga,
ahí el hermano de Billy lo que hace es poder también tolerar a este viejo caído sin pegarle, tolerar a esta realidad compleja y dice
que quizás Billy no tenga que ser minero como nosotros, él puede ser otra cosa, vamos a poder hacer algo, y ahí sí, se identifica ya
no con el otro como ideal, sino con ciertos ideales sociales. Uno puede suponer que más allá de este costo de la realidad, el
hermano de Billy ha salido fortalecido en este proceso psíquico de autonomía, poder también decir que esto no lo hago ni por mi
padre, ni por mi hermano sino por mí, mi padre es este, no tengo porque esperar que siga siendo aquel que me garantizaba como
eran las cosas.

Entonces el pasaje al ideal del yo tiene que ver con que el ideal del yo ya no como una presentación parental, la garantía del mundo
adulto parental sobre el yo, sino la relación cuerpo a cuerpo del yo adolecente con los ideales, no con el ideal de mama y papa, sino
con el conjunto de ideales sociales, el magma de ideales sociales que el yo ira tomando, rechazando, evaluando, pero más allá de
verlos encargando en uno de los adultos como garantía de que eso va a suceder. El duelo de la caída de las figuras parentales el
sobre lo que descansa el progreso de la generación y es el trabajo elaborativo de la salida. Es una de las condiciones psíquicas de
salida elaborativa.

SI lo adulto esta caído de antemano como lugar de garantías, convengamos que confrontar con el adulto caído se vuelve mucho
más culposo, no puedo pegarle, necesito otro que confronte, que sostenga la confrontación.

Entonces queda claro que el pasaje del yo ideal al ideal del yo, no tiene que ver con la instalación del ideal del yo como instancia
sino la preponderancia de una modalidad en el ideal y pasar a la búsqueda de los ideales más allá de lo parental.

TEORICO 17: “ADOLESCENCIA”

Retomaremos la temática de resolución del trabajo adolescente y comentaremos la temática de hallazgo y elección de objeto: la
constitución del vínculo de pareja.

El papel del pensamiento adolescente y la estructura del pensamiento formal, es la otra cara comprometida con el trabajo de
resolución del adolescente ¿qué queremos decir? Que la adolescencia como un tiempo de trabajo psíquico, como un tiempo de
elaboración psíquica va a concluir en algún momento o es lo esperable, dando lugar a un reposicionamiento subjetivo, es decir, el
sujeto va a volver a redefinir su lugar, su identidad, su relación con el mundo, su relación con los otros luego de este trabajo
elaborativo.

Vamos a retomar el pensamiento formal para poder pensar esta transformación del pensamiento que se da en la adolescencia
como un nuevo grado de desarrollo desde el punto de vista de las estructuras cognitivas, que el adolescente necesitará como
herramienta para la resolución del proceso adolecente. Cuando hablamos de pensamiento formal estamos hablando de un
pensamiento que implica un nivel de abstracción de lo concreto, de lo observable, es el pensar más allá de lo que se ve, más allá de
los elementos que mediante otros recursos el sujeto puede experimentar con ellos: experiencias sensibles, los sentidos, la
observación. Este pensamiento abstracto implica un pensar más allá de lo concreto y establece hipótesis, proposiciones acerca de lo
que ve, toca, de lo que siente, elabora y puede elaborar todo nivel de abstracción acerca de lo que puede conocer. Esas hipótesis
implican ya un alejamiento de estas experiencias sensibles y arman categorías del pensamiento. Esta estructura implica pensar
sobre el pensamiento, ya no sobre lo vivido. Este pensamiento a la segunda potencia implicará otro de los elementos importantes
que es que ya no hace falta haber vivido algo para pensarlo, puedo pensar lo que todavía no sucedió pero no solamente desde el
punto de vista de la fantasía: fantasear una escena con elementos de lo visto o vivido y armar un relato, sino sacar conclusiones de
algo que todavía no ha sucedido. Implicará entonces ligar el pensamiento a la virtualidad, lo cual sería aquello que no sucedió.

Castorina propone que la estructura de pensamiento adolescente no está disociada del contenido del pensamiento adolescente.
Digamos que, para que la adolescente pudiera hacer este trabajo elaborativo de la adolescencia necesita también contar con estas
herramientas metodológicas del pensar. Ej.: el poder revisar ese lugar del adulto como garante del saber sobre el mundo, implicará
contar también con poder abstraerse de ese lugar concreto de ser adulto como el poseedor del saber, y poder pensar ese adulto en
otras circunstancias, poder pensarse a si mismo como un adulto a la par del otro, armando un futuro propio, a diferencia, que no
tiene por qué ser igual que el presente del otro adulto. Necesito salir de lo concreto, de lo particular para pasar a lo general y a lo
virtual, lo que todavía no sucedió. Este pensamiento hipótesis implica, dice Castorina, la inclusión del azar como probabilidad.
Incluir a lo no esperado, lo no conocido como un elemento que va a dar cuenta de una gama de probabilidades, salir de la certeza y
poder decir “quizá puede que no sea así”. Y preguntarnos “¿cómo será?” y pensar las variables en juego. No sería posible que el
adolescente pudiera armar un proyecto futuro con respecto a la revisión del ideal del yo y armar un proyecto futuro, un conjunto de
metas de la que se espera satisfacción, si esto no está. Es necesario esta lógica del pensamiento, para poder decir “si hago esto
puede pasar lo otro” o la pregunta “¿Qué hay que hacer para poder llegar hasta acá si me meta es..?” Esto es lo que empiezan a
poder apropiarse los adolescentes.

Al recorrido posible implicará asumir una meta libidinal, una expectativa de satisfacción pero tendrá que estar regulada dice
Castorina, por la lógica de lo probable, la articulación de mandato y anhelo ¿Qué significa? Que al mandato “deberás tener un
futuro, deberás tener un vida, hay que salir a buscarse el mecanismo propio” quede abrochado ahí un anhelo, una expectativa de
gratificación posible. Decimos posible, porque implica aceptar ciertas reglas en juego, ciertos conocimientos del mundo, ya no
alcanza con mi deseo y mi fantasía, no alcanza con los fantaseado o con lo que me sucedió a mi, sino que necesito ir a cotejar estas
hipótesis al mundo y armar lo que llama Castorina una visión del mundo, una cosmovisión. La cosmovisión es el efecto de un pensar
reflexionante. Este pensar reflexionante dice Castorina, implica poder armar una visión de sí mismo, tener conocimiento de si y del
mundo. Para esto necesita otra de las herramientas del pensamiento formal que llama tematización retroactiva: implica un pensar
sobre lo pensado antes, un reflexionar sobre lo reflexionado antes. La reorganización identificatoria, la reorganización de los
elementos que hace a la identidad sexual no podrían ser sin este elemento: ¿qué entendía yo por lo masculino y femenino? ¿Cómo
me posiciono ahora en relación a este conjunto de emblemas sociales que marcan lo que es ser un hombre o mujer? Implicará
entonces hacer esta tematización retroactiva: volver a ciertos elementos ya pensados retroactivamente y darles una significación
nueva.

Castorina plantea que esta postergación que se le daba al adolecente, el tiempo de inmadurez necesario del adolescente, implica
una salida de la acción para pensar y armar una estructura de pensamiento acorde para salir al mundo, hasta que pueda tener una
teoría que le permita instrumentarla en el mundo adulto. Esta instrumentación del pensamiento vendrá si se logra este trabajo. No
es una cuestión automática ni evolutiva cronológica ni madurativa, esto es una construcción que se da articulado en las
posibilidades del desarrollo cognitivo de esta complejización de las estructuras del pensamiento con las transformaciones en el
plano psico-afectivo, con los trabajos psíquicos elaborativos de la adolescencia.

Otro aspecto de la resolución es la cosmovisión ligado al panorama de los ideales ¿Por qué decimos los ideales y no el ideal del yo?
Nos estamos refiriendo a la instancia psíquica del ideal del yo como esta proyección del yo futuro, como una instancia psíquica decía
Freud asociada al superyó que lo mide al yo para ver lo que logró y no logró, lo que le falta lograr para auto-valerse de una forma
satisfactoria. El panorama de los ideales o la constelación de ideales tienen que ver con los emblemas o insignias que socialmente se
construyen. Lo que importa es la aportación del emblema o de la insignia, es decir, que en esta constelación de ideales lo que
importa al sujeto es ser portador, se ve identificado con esta insignia o este ideal. Ya no es la encarnación total del ideal, no estamos
en la lógica del yo ideal: ser pura belleza, inteligencia, fuerza, sino aquel que porta algo de esa significación ¿Vieron los uniformes
militares? Cada escalón en esa jerarquía porta un emblema o insignia y entonces están de acuerdo a la jerarquía o al lugar que
ocupa este grupo. La aportación de la insignia entonces nos ubica en relación a otros; nos ubica en relación a otros jerárquicamente.
El ideal del yo como función psíquica es justamente esta función que tensa la relación entre lo que el ello es, y lo que el ello quiere
ser. La constelación de ideales es justamente este mapa de insignias y emblemas que en tanto el yo siente porta algo de esto o
porta algunos de estos elementos, se ubica de mejor o peor manera respecto a ese ideal.

La constelación de ideales es un trabajo intrasubjetivo, intersubjetivo y transubjetivo. Transubjetivo porque las valoraciones y las
construcciones de lo idealizado es una producción de sentido de las representaciones sociales imaginarias del conjunto, cada uno no
construye solo esta relación con el ideal. Intersubjetivo porque me ubica a mí en relación a un otro, necesito que haya un grupo; en
una organización de una sola persona no tendría sentido los emblemas identificantes, necesito otros y se da en relación a una
jerarquía; e intrapsiquico porque quien porte este emblema será soporte identificatorio de ese ideal, será en parte reconocido
como el conjunto de los argento en este caso, pensemos entonces cómo en el trabajo adolescente esta constelación de emblemas
tiene que ver también con ponerse como parte de un conjunto. Sera conjuntos de hombres, de mujeres, el conjunto de los
estudiantes, como ciertas referencias que permitirán entonces posicionarse como no ya en relación de uno con los otros
primordiales, sino uno como parte de un conjunto.

Podemos pensar que cuando Freud habla en relación a la masa, y la masa en relación al ideal, está hablando con respecto al ideal
del yo. Pero cuando hablamos de las tribus urbanas estamos hablando ahí también de otro trabajo psíquico lógicamente previo que
es, el grupo de pares como soporte identificatorio que da identidad en un momento en donde lo que falta es ser, se está
construyendo ahí esta nueva amalgama de identificaciones: cuando caen las identificaciones parentales, este grupo de pares que
implica como un nuevo nacer en otro espacio extra familiar, otro nacer porque se bautizan, se dan nombres, se jerarquizan lugares
en este grupo, aparecen los apodos.

El trabajo posterior que es el trabajo de la resolución de la adolescencia seria reorganizar ese nombre en función del conjunto
generacional al que se pertenece, más allá de la tribu urbana, ubicarse como parte de un conjunto generacional pero para esto hay
que hacer un trabajo de re-apropiación del nombre y del apellido, el apellido en tanto portación de los emblemas identificatorios de
la genealogía. El emblema y las insignias identificatorias implicaran también que aquello que uno tuvo que separarse de las
referencias identificatorias parentales, en algún momento para poder ser ahora el transmisor para la próxima generación, algo tuvo
que apropiarse para ser Martínez y luego ser uno de los Martínez de esta generación.

Entonces el trabajo del emblema en la insignia implicará un trabajo lógicamente posterior que será después de este collage de
identificaciones parciales, al rasgo, en donde el otro de la tribu es una referencia especular, un soporte. Tubert habla de este doble
narcisista “que es conmigo para que yo sea”. Poder hacer ahí un trabajo de introyección pero también de elaboración de la insignia
de conjunto, y el ideal ya no va a ser ahí este otro soporte sino cierto rasgo que me ubica en relación a la constelación de ideales: la
participación política, la construcción de género, la jerarquía laboral, todo esto implicará tomar un rasgo pero ya no como el doble,
sino lo que yo tomo de este magma de ideales para ubicarme en un conjunto .Ya no es este grupo de pares como salida a lo
exogámico ¿se entiende la diferencia? Cuando esto no sucede, encontramos los fenómenos del quedar fascinados, de ubicar en el
líder esta nueva referencia parental totalizante.
Esta es la explicación psicológica del funcionamiento del líder con la masa, en donde Freud dice en enamoramiento e hipnosis, esto
nos lleva al trabajo que tiene que ver con el narcisismo, la identificación y la elección de objeto en el enamoramiento: hay una
relación particular entre el yo y su enamorado que Freud lo va a relacionar con el yo y el hipnotizador. Entonces Freud plantea “una
masa de esta índole es una multitud de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo a
consecuencia de lo cual se han identificado entre sí en su yo.” ¿Se entiende ahí el efecto? No es solamente que se han identificado
con el otro sino que se han identificado entre sí, es decir, esto no podría suceder si no habría otros que hacen masa; y se identifican
entre sí porque han puesto al mismo objeto en el lugar del ideal del yo. ¿Qué es esa masa? Es esta identificación por estar
compartiendo y haber puesto un objeto en el lugar del ideal del yo, lo cual obtura muchas veces este pensamiento crítico, cierto
cotejo del criterio de realidad. Cuando hablamos entonces de este trabajo implica también ver cómo ha podido garantizar cierto
funcionamiento del yo que pueda como tolerar esta relación con el ideal ya no como el otro soporte concreto del ideal, sino como
cierta representación simbólica de las insignias y de los emblemas ¿se entiende? No es que yo tengo al otro como representante del
ideal del yo y pierdo todo registro de la realidad, sino que aquello yo pretendo como ideal representa tal virtud y entonces yo me
identifico con esa virtud, y la hago propia manteniendo el principio de la realidad.

Freud se meterá de lleno con la metapsicología del Estado de enamoramiento que es el estado más idealizado del amor, aquello
bello, romántico del amor sublime, espiritual, total. Freud lo pone bajo la lupa y lo explica cayendole las críticas de que si lo
explicamos se le va la magia.

Una de las formas de resolución tenía que ver con la constelación de los emblemas y las insignias del ideal, la otra tiene que ver con
la salida al encuentro con el objeto amoroso. ¿Qué pasa con el objeto amoroso? El gran motor del trabajo adolecente es el resolver,
el diluir la resolución del Edipo parental en este otro momento de la adolescencia: el poder, dice Freud, mandar al fundamento, el
hundimiento del complejo de Edipo en esta segunda oleada de la sexualidad que es la sexualidad genital en la adolescencia. Entones
propone Freud que este diferimiento de la sexualidad humana, que haya una primer oleada que organiza la sexualidad infantil, y
una segunda oleada que organiza la sexualidad adulta a partir de la metamorfosis de la pubertad y marca dos tiempos y dos lógicas
diferentes en la elección de objeto, es decir, en la relación que tiene el yo con su objeto de amor. Por eso Freud plantea que el
hallazgo y el encuentro del objeto amoroso en la adolescencia o a partir de la adolescencia es un recuentro ¿Por qué? Porque el yo
ya tuvo un objeto amoroso, ya tuvo las aspiraciones tiernas y sexuales de satisfacción con un objeto, y Freud plantea allí otro
elemento: este objeto se termina de constituir cuando se pierde ¿qué significa eso? Que el otro, el objeto digamos como fuente y
meta pulsional, como aquello que despierta, promueve y al que se le destina esa carga pulsional, se termina de construir cuando se
pierde. Freud plantea que primero el niño ama al pecho y como objeto se termina de constituir cuando se pierde la madre como
objeto de amor, cuando se sabe de quién era, cuando la madre se constituye como objeto perdido en tanto imposible para el yo de
poder seguir manteniendo así estas expectativas de goce con ese otro. El reconocimiento del objeto como tercero, como un otro
diferente lo funda también como objeto perdido, por eso la represión es también un trabajo de separación: fija al objeto como
perdido. En la salida del Edipo infantil fija al objeto como perdido pero lo funda como objetos separados entonces Freud plantea
que las expectativas de goce y las experiencias de ternura, de cuidado con este primer objeto se mantienen como añoranza y
modelo de vida amorosa. Las vicisitudes con estos primeros objetos de amor, dice Freud, se mantienen en la historia libidinal como
esta marca de significación de la aceptación, del sufrimiento, de lo construido con el otro y de allí como una especie de brújula a lo
que se aspira. Freud plantea que una vez que concluye este cruce conflictivo, triangular del Edipo, concluye en el sentido que se
acepta la regulación de la ley, de la prohibición de este otro objeto con un objeto incestuoso, la corriente amorosa libidinal se
bifurca, se mantiene con estos objetos la expectativa de ser reconocido, amado mediante una transformación, dice Freud, de la
pulsión como meta inhibida ¿qué significa como meta inhibida? La pulsión se va a satisfacer pero no sexualmente, sin descarga
sexual. Esto es todo el trabajo de la latencia donde el sujeto logra esta bifurcación y mantener estas funciones de meta inhibida
para los objetos parentales, para los familiares, y, en esta segunda oleada ¿Qué es lo que provoca el gran tsunami en lo puberal? Se
resexualizan las fantasías parentales, no es que esto porque quedo bifurcado una corriente va para allá y la otra va para el otro lado,
no, confluyen estas corrientes y se sobrecarga el cauce del arroyo sobre los mismos que ya se habían transitados. Se resexualiza la
fantasía parental pero Freud plantea, en el medio de estos dos tiempos, estas dos lógicas se ha tenido como tiempo y trabajo
psíquico para elegir internamente, a nombre propio la barrera contra el incesto y a estas representaciones objetales parentales hay
que volverlas a desexualizar, es decir, se los vuelve a perder ahora que podrían tenerse ¿recuerdan esto que vimos con la
resignificación edípica? Se vuelven a perder ahora que podrían tenerse: ahora que están preparados y saben que significa este
encuentro genital con el otro, los vuelven a perder. Este trabajo, dice Freud, implica uno de los grandes logros de la vida amorosa
que es reunir estas dos corrientes, la corriente libidinal pulsional de meta inhibida y la corriente de meta no inhibida, la provoca
justamente esta descarga satisfactoria sexual genital en un objeto: que puedan reunirse estos dos tipos de pulsiones en un objeto
de amor extra familiar, que cumpla con la regulación de la prohibición.

Esta reunión de las dos corrientes, dice Freud, en un objeto exogámico implicará poner en serie este objeto con la historia de los
objetos previos, y Freud plantea allí que la elección de objeto, de Cuál será el objeto que reúne estas dos corrientes, podrá ser por
apuntalamiento al modelo de los objetos parentales: al modelo de la madre nutricia cual modelo del padre protector, es decir, al
estilo de lo que se recibía siendo niño con estos objetos parentales. Fíjense que no digo al que se parece a la mamá o al papa, digo
al estilo de lo que se recibía, a la gratificación de satisfacción recibida. Esto es vía por apuntalamiento, el otro tipo de elecciones es
la elección narcisista del objeto amoroso que Freud plantea que se elige en relación al panorama del ideal, es decir, lo que se quiso
ser, a lo que se fue por lo que se aspira ser. La elección narcisista de objeto está movilizada por la economía del narcisismo en la
vida amorosa. La vida amorosa no solamente se nutre de la economía libidinal pulsional de la meta inhibida, de lo sexual, sino
también del narcisismo.
Se podría decir que los dos tipos de elección de objeto son narcisistas porque si uno elige en función de la madre nutricia o el padre
protector está también relacionado a lo que uno quisiera tener de lo que fue, en función de ser ese hijo protegido y amparado de
los padres, así que toda elección amorosa tiene componente narcisista.

El Estado de enamoramiento implica, en la elección de objeto, está reconducción del narcisismo vía rodeo por este objeto de amor,
porque Freud plantea que el enamoramiento es, en primer lugar un estado psíquico que, ya cuando decimos estado sabemos que
es un momento que comienza y termina, es un momento perentorio, y este estado se explica por dos mecanismos psíquicos: la
sobrestimación sexual del objeto y la idealización que esa sobrestimación sexual implica.

Recuerden estas dos patas del enamoramiento porque tienden a caer en la visión romántica, y Freud lo que explica es que esta
idealización es producto de la sobrestimación sexual ¿Qué significa esto? El otro como claro destinatario (al que se dirige) y fuente
que nos atrae, lo que nos provoca una situación sexual con intención de satisfacerse. El otro está allí como objeto amoroso sexual
del cual espero satisfacción sexual y del cual provoca y soy motor en el otro de esta energía sexual. ¿Qué pasa dice Freud? Esta
sobrestimación sexual no implica la construcción de un lazo con el otro. La pulsión digamos se satisface siempre parcialmente, no
hay una descarga a cero de la satisfacción, siempre la satisfacción es parcial y siempre es perentoria en el sentido de que se
descarga y no es un estado duradero, que para que haya algún tipo de lazo y de continuación de la relación con el objeto de la
sobrestimación sexual interviene, dice Freud, este otro proceso de la idealización. Es tanto lo que se espera de esto otro que se lo
resguarda del miramiento del principio de realidad y de la critica que el yo puede hacerle ¿Qué dice allí? “la certidumbre de que la
necesidad que acababa de extinguirse volvería a despertar tiene que haber sido el motivo inmediato de que se volcase al objeto
sexual una investidura permanente y que se lo amase en los intervalos entre un momento de satisfacción y otro momento de
satisfacción. El amar el intervalo, el mantener este objeto presente como representación psíquica placentera aún en los momentos
donde no hay descarga directa pulsional, dice Freud, es producto de otro trabajo psíquico, no solamente la sobrestimación sexual.
Amar el objeto en el intervalo aunque sujeto de ahí no goce, ahí en función de esta sobrestimación sexual se lo erige al objeto en el
lugar del ideal del yo y ahí volvemos a la cuestión narcisista. ¿Cómo se relaciona esto con el concepto de identificación? Es una
satisfacción narcisista mediante un rodeo por el otro: el otro es lo que a mí me falta para llegar al ideal. ¿Recuerdan cuando
hablábamos de la X de Piera Aulagnier establecía para pensar esta relación del yo actual y el ello futuro? Yo actual: la
representación y el saber que tiene el Yo acerca de si mismo siempre está en tensión, siempre no, en el mejor de los casos producto
del efecto de la castración simbólica, para establecer una relación tensional, esta X, con el yo futuro. Éste yo futuro es lo que el yo
aspira ser para tener alguna otra cosa, para hacer parte de este movimiento del ideal del yo.

Mediante el enamoramiento el yo ubica el objeto en este espacio, es el rodeo por el cual el ello obtiene la gratificación narcisista de
ser uno con su ideal. En “enamoramiento e hipnosis”: “en el caso de la identificación el objeto se ha perdido o ha sido resignado, el
yo se lo vuelve a elegir internamente, se lo introyecta al objeto como un rasgo identificatorio (toma algo del objeto perdido y lo
hace propio) el yo se altera parcialmente mediante este rasgo del objeto con un rasgo identificatorio. En el enamoramiento el
objeto no se pierde sino que se lo sobreinviste para mantenerlo en el lugar del ideal.” El objeto en el enamoramiento a diferencia de
la identificación se lo mantiene vivo a expensas del narcisismo del yo y Freud, plantea que la identificación es una ganancia para el
yo y el enamoramiento implica cierta pérdida en tanto el yo se empobrece por el objeto, destinando esta sobrecarga narcisista al
objeto poniéndolo en el lugar del ideal del yo. Lo que Freud no explica es que en el vínculo con la pareja no solamente hay
identificación o enamoramiento, la identificación es parte del trabajo de la construcción del vínculo de pareja, entonces el placer
identificante es parte de este vínculo amoroso, el discernía esta diferencia entre identificación y la idealización en el
enamoramiento, la diferencia estaba en si el objeto formaba parte del yo, en la identificación, o si el objeto formaba parte del ideal
del yo en el enamoramiento. Freud dice entonces que el enamorado se relaciona con el objeto como el hipnotizado con el
hipnotizador: cualquier pedido o demanda que haga, será una orden de la cual la gratificación no solamente será una gratificación
sexual sino también narcisista, es seguir teniendo este lugar, el yo de objeto amado por el ideal yo.

El yo se empobrece narcisisticamente en enamoramiento en función de esta libido que es libido objetal pero que da un rodeo y si el
otro está en el lugar del ideal del yo y yo amo a ese otro y el otro me ama, ahí gano. La ganancia narcisista es que el otro me ame,
mientras yo soy puro vasallo del otro y su placer.

La sobrestimación sexual es la que promueve la idealización del objeto pero también es lo que atenta contra el Estado de narcisismo
porque como la satisfacción sexual implica descarga siempre va a tentar contra esta idea de lo sublime narcisista del otro. Lo voy a
decir vulgarmente: a la hora de los bifes siempre es más difícil resolver esta imagen idealizada del otro y aparte porque la
satisfacción, al ser parcial, siempre también atempera y baja la carga libidinal. La satisfacción propia del vínculo amoroso también
mantiene a un término más estable de la economía psíquica. Cuando Freud dice el ideal del amor cortes medieval es la exageración
de esta expectativa narcisista del enamoramiento donde el yo queda sacrificando su propia satisfacción en pos de mantener este
lugar del otro amado. ¿Se entiende este doble juego de la sobreestimación sexual?

¿Recuerdan cuando Freud plantea en introducción al narcisismo esta metáfora de la ameba y sus seudópodos? Esta aplicación del
narcisismo es justamente lo que luego retoma con el lugar del narcisismo en la vida amorosa: la libido narcisista se torna libido
objetal pero en tanto estos objetos son posesiones del yo, retorna al yo como ganancia narcisista. La identificación posterior al
trabajo del duelo como efecto del trabajo del duelo también se explica bajo esta lógica.

Cuando hablábamos del trabajo del duelo, en este tiempo medio que implicaba la sobre catectización del objeto perdido en función
de ir deshaciendo los vínculos libidinales con cada una de las representaciones del objeto que se perdió implicaba un retraimiento
libidinal al yo de esta libido objetal. La identificación es parte de esta ganancia transformadora de un trabajo del duelo realizado, el
enamoramiento es otra porque implica esta ganancia narcisista via el rodeo del otro y el otro entonces como lugar de las demandas
de amor, siempre será una promesa de gratificación narcisista. Siempre habrá una expectativa de satisfacción de lo que el otro
pueda darme para alimentar el yo, no solamente la gratificación sexual sino la gratificación narcisista del otro.

Vamos a retomar ahora otros elementos que siguen esta línea, un trabajo que contempla el concepto de castración simbólica, los
aportes de Lacan ¿recuerdan esta frase que yo les dije la vez pasada que Lacan propone para el amor? “Amar es dar lo que no se
tiene a alguien que no lo es” ¿en función de qué? En función de este lugar imaginario, dice Lacan del enamoramiento, esta función
en el registro de lo imaginario que implica el enamoramiento. Freud ya lo decía cuando hablaba de la excepción a la crítica, que el
otro sea perfecto “nunca nadie me entendió como el” no es un invento, pero es una ilusión, la ilusión proviene de esta fuerza
libidinal puesta en este objeto que hace que este objeto quede al resguardo de todo miramiento de la realidad y la crítica del yo.
Esta ilusión está retomada con esta frase de Lacan que es en este alguien que no es, ¿no es qué? No es un ser completo, no es
perfecto, no es… Lo que todos sabemos que pasa cuando nos desamoramos: “no era como pensaba o no era tan así”. Esta ilusión se
sostiene entonces de esta fascinación narcisista que de no mediar palabra ni diferencia nos pierde, como se perdió Narciso
tirándose al reflejo del agua para unirse con ese otro perfecto. La primer parte de la frase “dar lo que no se tiene” implicará también
esta posición de objeto que él yo asume en el amor que es ofrecerse como objeto total de las necesidades del otro. Recuerdan
cuando veíamos en el proceso identificatorio que Aulagnier decía: el niño descubre no solamente que no es el objeto total de sus
padres sino que él sólo creía eso, los otros ya sabían que no era la única satisfacción parental, pero el dolor narcisista de no sólo
descubrir que él no lo era sino que la ilusión era solamente de él.

Tenemos un material de unos psicoanalistas que trabajan en el marco vincular de pareja Alba Brengio y Miguel Alejo Spivacow que
tienen un texto sobre enamoramiento y plantea este correlato de este Estado de enamoramiento con la ilusión de abolir la
castración, esta tentación del lado de ese ideal de abolir la marca, la huella de que somos parecidos, de que somos castrados, de
que algo nos falta y que al otro también le falta. La visión de platón, de la media naranja, de que en un principio es uno y que lo
separan y que se tienen que volver a unir y cuando se unen formarán uno: esta ilusión tiene que ver con la lógica del narcisismo del
yo ideal del enamoramiento, esta ilusión de engañemos un poco a la lógica del proceso secundario, hagamos una trampa a la
castración y volvamos hacer uno con el otro así como lo fuimos o soñamos haberlo sido con nuestro primer objeto de amor. Estas
vivencias oceánicas del placer que propicia esta idealización del otro y la sobreestimación sexual, tiene que ver con un volver esta
satisfacción del ideal en esta visión de la unión del niño y su madre. Su madre no como la mamá edípica sino como la madre del
narcisismo primario. La vivencia del vientre materno, la unión completa fantástica. Esta vivencia de satisfacción ilusoria que retoma
la huella de la alucinación de la satisfacción, la vivencia alucinatoria del deseo, por eso Freud habla justamente que el encuentro con
el objeto es un reencuentro en tanto es sobre esta huella la posibilidad de ir a la búsqueda de eso en el otro.

Alba Brengio y Miguel Alejo Spivacow plantean que en esta alusión a la abolición de la castración mediante el enamoramiento hay
también una particular anulación de la temporalidad. Aulagnier planteaba la asunción de la temporalidad como un trabajo del yo,
del antes, del presente y del después. El estado del enamoramiento implica una suspensión de la temporalidad: todo empezó
cuando empezó el amor, como si el antes no existiera y el mañana no importara. Esta vivencia que niega la diferencia temporal
puede ser sostenida también momentáneamente, toda alusión a lo que se quiere hacer implicará un riesgo en enamoramiento y
toda alusión al pasado no compartido ni les digo, estos celos retroactivos implican que el mundo no nació cuando nos conocimos.
Cualquier alusión a la temporalidad diferenciada implicara un riesgo a esta ilusión imaginaria del amor.

Cuando uno estudia la cuestión de las parejas y luego trabaja con ellas, una de las grandes manifestaciones en lo concreto es la
dificultad no solamente con el pasado, la dificultad de poder tolerar que uno no fue el único objeto ni el primero para el otro, sino lo
que uno a veces también ve en la clínica es la dificultad de un proyecto, el armar un proyecto juntos, el poder un construir una meta
a futuro implicará salir de esta ilusión de que contigo lo tengo todo, porque si yo aspiro a otra cosa, entiendan que la posibilidad de
armar una meta futura implica reconocimiento de cierta insatisfacción actual, se quiebra la ilusión y aparece la X: no acaba todo lo
que yo quiero en la presencia, la palabra o el cuerpo del otro. Muchas veces estos momentos críticos de estos trabajos de des
enamoramientos, implica el momento crítico de asumir el proyecto conjunto, el proyecto compartido que ya implica una
diferenciación, una diferencia.

Vuelvo a la cuestión de la atracción ¿qué ofrece la sobreestimación sexual? ¿Qué parte es esa del enamoramiento? Es justamente
la base de la economía del enamoramiento, es lo que sostiene, como decir la reserva económica del enamoramiento, es esa
vivencia placentera del otro y del yo en una posibilidad de descarga (de satisfacción sexual). El otro como fuente y como meta
pulsional donde proviene el arranque del motor libidinal. Recuerdan cuando veíamos la salida exogámica en la adolescencia
decíamos que Rodulfo planteaba que la función del goce y del orgasmo como una nueva vivencia en el goce sexual implicaba como
un reordenamiento psíquico, un trabajo de revolución en la economía psíquica que propiciaba la instalación de otra marca de
satisfacción. Es como si pudiéramos decir que, aquella ilusión de la satisfacción diferenciada alucinatoriamente con el objeto se
reescribe, pero con otra lógica en esta nueva forma de goce sexual genital. Hay satisfacción sexual en toda infancia. La sexualidad
infantil implica este goce parcial, autoerótico mediante las pulsiones parciales y las zonas erógenas, lo que no hay es vivencia
orgásmica. Esto es otra de las patas del enamoramiento, hace que el autoerotismo sea insatisfactorio, esto es lo que propicia Freud
cuando habla del hallazgo y encuentro del objeto: la libido busca un objeto, se vuelve altruista dice Freud en tanto el autoerotismo
se vuelve insatisfactorio, hay algo allí que sigue siendo placentero pero que no tiene esta función económica libidinal como es la
vivencia del goce con el otro. Y esto se construye, tampoco va a aparecer de la nada ni madurativamente, es una construcción
psíquica junto con el otro que tiene que ver con la reorganización del otro como objeto sexual genital, la propia genitalidad y lo que
Freud plantea que es disponer nuevamente de estas dos corrientes, sexual y tierna en un objeto.
Tener en cuenta el otro implica cierto reconocimiento del objeto pero mediante el enamoramiento pudo tener en cuenta al otro
solo como objeto ideal en donde no se entera la castración del otro ni la propia castración porque el otro me la tapa, obtura, pero
en algún momento, el desenamoramiento o la diferenciación deseante como otro momento lógico que es el reconocimiento del
otro en tanto diferente, en tanto el otro excede este recorte narcisista que yo hago del otro como objeto ideal. La diferenciación
deseante al reconocimiento del otro como ajeno, como diferente, no es lo que yo pensaba, esta caída de la ilusión que siempre va a
implicar pérdida, pero a su vez la posibilidad de un encuentro intersubjetivo donde el yo logra ser algo con eso. Alba Brengio-Miguel
Alejo Spivacow plantean que en realidad es ese momento de la ruptura en muchas parejas, no pueden sostener allí que amar en el
intervalo como decía Freud, tolerando la marca de la castración ahora en el plano del amor, seria: “yo no soy todo para vos, vos no
sos todo para mí, seremos algo” esta desidentificación del enamoramiento como estado ilusorio implica entonces el reconocimiento
de la afinidad del otro.

Cuando hablábamos del concepto de vínculo y decíamos que implica una ligazón duradera de un yo con otro yo, pero que tiene
como tres vertientes, tres aspectos: lo semejante, lo diferente y lo ajeno. Lo semejante son esos puntos de identificación con el
otro, de conclusión en donde somos iguales y no hay allí trabajo psíquico muy elaborado, el trabajo arduo proviene de la diferencia
y no con la semejanza, pero aparece allí el placer con el reencuentro de los aspectos más narcisistas, en lo semejante. Lo diferente
es aquello que podemos decir “no soy yo” pero lo puedo compartir. El aspecto diferente es el aspecto en donde reconozco
mediante el principio de realidad que el otro no es parte de mi cuerpo ni de mi psique, que el otro tiene una existencia autónoma, y
hasta en el enamoramiento se incluye este aspecto diferente, es más, muchas veces uno escucha “me enamore porque era justo lo
opuesto a mi”; lo opuesto a mí que vendría a ser la otra cara de la luna y que juntos formamos la luna completa. El tema es con lo
ajeno, es esto que resiste a poner al objeto en el lugar del ideal del yo, lo ajeno es aquello que no es pensado, que no es pensable
del otro y que no sería en principio admitido por el yo en tanto el yo lo desconoce, no lo puede saber nunca y remite también a los
aspectos inconsciente del yo que no sabe. Sería lo no posible de ser trasmitido conscientemente, verbalizado.

¿Cuál es el trabajo del vínculo en este momento de desidentificación del enamoramiento? Es este trabajo con lo ajeno, el darle
lugar a este trabajo mucho más activo de que no podemos acomodar la realidad a la fantasía, es como si ustedes pensaran que cada
vez que hay un momento de enamoramiento, el yo al cual estoy enamorado, tiene que entrar en el relato, en el guion de mi
fantasía previa y lo hago jugar de diferentes personajes siempre y cuando entre en el guion preestablecido. El otro se resiste, pero
no porque es malo, porque es otro, porque no remite a la vivencia histórica libidinal del yo, el otro es otro ¿Qué significa esto? Que
por más de que haya dos, nunca va a ser la suma de uno total, completo, siempre va a ver este aspecto del otro que dificulte el ser
tomado como pura idealización, como puro objeto para el yo. Va a ser un yo y otro yo, y ahí arrancamos con este momento
conflictivo que puede llevar a la ruptura del vínculo: en el momento de diferenciación deseante hay personas que siempre
concluyen, y las personas van de enamoramiento a enamoramiento, y la pareja les dura lo que les dura el enamoramiento, por lo
que, si no tenemos otro proceso psíquico, de poder reconocer a este otro con aspectos que implican cierta ilusión de
complementariedad con el aspecto de lo semejante o lo diferente que puede ser algo atractivo para el yo, pero también puede
reconocer esta porción del deseo del otro que no termina en mí, ni mi deseo que termina en el otro ¿Qué significa? Poder sostener
otros vínculos de los cuales yo espero satisfacción, poder sostener otras metas de las cuales yo espero cierta adecuación a mis
expectativas, y aparece aquí el futuro como aquella promesa que nos dará lo que aún no tenemos. El proyecto futuro en la pareja
tiene que ver entonces con asumir esta marca (X) de la castración en la pareja, en el vínculo intersubjetivo. Así como el proyecto
identificatorio lo era para el yo, el proyecto de pareja como construcción vincular implicara el reconocimiento de lo que aún no
tenemos o de lo que aún no somos y queremos ser o queremos tener, este espacio virtual como proyecto: la casa, los hijos, lo que
sea, no en el aquí y ahora, sino en lo que vendrá mañana.

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