Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
D-1432/0
Social III
ESTRUCTURACIÓN DEL PSIQUISMO (CASTORIADIS)
La mónada psíquica
Nada existe para el sujeto fuera del mismo sujeto, que se vive como fuente de
placer y como capaz de realizar ese placer. Es el reino de la satisfacción
inmediata de todo deseo que podría presentarse.
Freud define este estado monádico con la siguiente frase: “soy el pecho”; en un
primer momento el recién nacido “es el pecho”. El objeto no es un objeto
separado sino que buen objeto es el recién nacido para sí mismo. Aquí
encontramos la raíz del egocentrismo absoluto, de la omnipotencia mágica del
pensamiento y de la tendencia del inconsciente a formar representaciones que
satisfagan su deseo, etc. La mónada organiza la experiencia del placer no con
un objeto sino como experiencia total de un estado. Esta experiencia orientará
para siempre al psiquismo, cuyo objeto de deseo, cuya búsqueda, será la
recuperación de este estado y el retorno a él. Es más un deseo de estado que
de objeto.
Página 1 de 6
María Pía Dacharry
D-1432/0
Social III
Este estado no puede durar mucho tiempo. Se prolonga en la satisfacción
alucinatoria del deseo: el bebé es capaz de actualizar el objeto que no está
aquí. Esto constituye una expresión de la imaginación radical: el pecho no está
aquí, pero el bebé lo alucina. Pero luego de esta etapa se produce una ruptura.
Lo que pone de manifiesto la prolongación del momento de satisfacción real
orgánico por parte de la alucinación es la capacidad del ser humano de
experimentar placer mediante la simple representación, acompañada o no de
un placer de órgano. El placer se va a desarrollar en la vida psíquica:
predominio cada vez mayor del placer de representación sobre el placer de
órgano. En el momento de la satisfacción alucinatoria, tenemos el primer
momento de esta capacidad del ser humano puesta en acto; el hecho de poder
alucinar y encontrar placer en la alucinación, mediante la representación.
Si hay clausura es la del psiquismo sobre sí mismo, es la representación
cerrada sobre sí misma que el sujeto se crea de sí mismo y del mundo; ésta es
la clausura, el encierro sobre sí de la mónada psíquica, de la etapa monádica.
Es la clausura que el sujeto humano debe romper para sobrevivir.
No hay otro ni objeto. “Soy mi objeto”. “Soy el pecho”. La anorexia mental del
recién nacido muestra esto: la clausura sobre sí mismo, la ignorancia total del
otro. Este otro es biológica y psíquicamente esencial para el sujeto. Pero el
mismo no se inscribe en el principio de su psique, constituye una perspectiva
externa a la psique del recién nacido. Para este el otro no existe como tal.
Página 2 de 6
María Pía Dacharry
D-1432/0
Social III
simultáneamente hay procesos de introyección. La introyección constituye la
base de la socialización; toda la comunicación entre sujetos implica la
posibilidad de recibir e incorporar palabras, sentido, significaciones que
provienen del otro. La primacía de la proyección se debe a que ésta se
manifiesta de manera casi permanente.
La fase triádica es la primera situación en la cual hay diferenciación. El otro
aparece como dueño del objeto de deseo.
Lo esencial de esta fase es la función de la madre como dueña de la
significación, dueña de la atribución de sentido. Es la madre quien asigna
significación a cada cosa y situación. Comenzando por la nominación de los
afectos del bebé. Es la madre quien dice esto es bueno y esto es malo.
La socializacion empieza en la fase triádica porque es la madre la primera que
dice no al infans. De esta manera se constituye la madre como omnipotente, al
reconocerle una existencia y un deseo o voluntad que son extraños al infans y
que él no domina. Y esto lo obliga a reconocerla como separada de él mismo.
Página 3 de 6
María Pía Dacharry
D-1432/0
Social III
el nivel de la psique individual, sino también en el sociohistórico colectivo, en
calidad de imaginario radical. En la creación y la existencia de sociedades hay
un contenido positivo casi infinito, no solamente prohibiciones.
Si la psique no encuentra en el espacio social un sentido capaz de reemplazar
el sentido originario, nomádico, no podrá salir de la clausura y sobrevivir. Ésta
es una de las condiciones que la psique exige a la sociedad: podemos hacer
con ella casi cualquier cosa pero lo que la sociedad no puede hacer es dejar de
proporcionarle sentido.
La institución de la sociedad inserta en una vida colectiva y real, y mediante
una violencia radical infligida a la mónada psíquica a este ser egocéntrico que
sólo piensa en sí y es capaz de vivir en el puro placer de representación. La
institución destituye lo que era el sentido de la psique y tenía sentido para ella y
la sociedad procura a la psique otra fuente de sentido: la significación
imaginaria social. En adelante, la institución procura el sentido a los individuos
socializados; pero también les procura los medios para crear estos sentidos
ellos mismos restaurando en el plano social una lógica instrumental o funcional,
lógica que ya existía en el plano animal pero en el hombre quedó rota por el
desarrollo desenfrenado de la imaginación.
Sujeto y autonomía
Página 4 de 6
María Pía Dacharry
D-1432/0
Social III
Subjetividad reflexiva y deliberante, estado posible del individuo social, pone en
juego la significación y la experiencia de la autonomía. Autonomía: Autós=sí
mismo; nómos=ley. Es autónomo quien se da a sí mismo sus propias leyes.
Es en el mundo histórico social donde emerge la autonomía; la “autonomía de
lo viviente” es precisamente lo que Castoriadis llama la clausura: lo viviente
tiene sus propias leyes, y nada puede aparecer en su mundo que no sea
conforme a estas leyes desde el punto de vista cognitivo. La clausura implica
que el funcionamiento de este viviente y su correspondencia con lo que puede
haber “afuera”, están gorbernados por reglas, principios, leyes que son dados
de una vez por todas. Esta es la heteronomía en el campo histórico-social. Este
es el caso de las sociedades primitivas o religiosas tradicionales, donde los
principios, reglas, leyes, significaciones, son establecidas como dadas de una
vez por todas, intangibles, no cuestionadas y no cuestionables. La realidad y la
verdad de su representación no plantean preguntas; las representaciones
heredadas corresponden a la verdad y a la realidad, y nunca son cuestionadas.
El individuo social es un individuo consciente; está alienado; es heterónomo:
tiene ciertos criterios sobre lo que es bueno, malo, justo, injusto, etc., pero
estos criterios no fueron producidos por él sino que fueron impuestos en su
socialización por la sociedad.
Subjetividad reflexiva, sujeto capaz de cuestionar las significaciones
imaginarias de la sociedad en la que vive y sus instituciones. Correlativa al
nacimiento del proyecto de autonomía y de una actividad política autónoma,
reflexiva y democrática. Sujeto consciente y capaz de cuestionar las
significaciones y las reglas que recibió de su sociedad.
Una creación histórica extraordinaria tiene lugar por primera vez en Grecia y es
retomada, con rasgos nuevos, en Europa Occidental a partir del fin de la edad
media. Es la creación histórica que hace ser la autonomía no como clausura
sino como apertura: en la antigua Grecia y en la Europa moderna emerge una
nueva forma de lo existente, del ser histórico social, y del ser a secas; estas
sociedades cuestionan su institución, la ley de su existencia. Es la primera vez
que un ser cuestiona y cambia la ley de su existencia; las representaciones
heredadas son cuestionadas y también las ideas de verdad y realidad.
El cuestionamiento de la institución de la sociedad, de la representación del
mundo y de las significaciones imaginarias sociales de éste, es equivalente a la
creación de la democracia y la filosofía. A partir de esta ruptura con la clausura
absoluta que prevalecía hasta entonces, aparece una sociedad que contiene
los gérmenes de la autonomía, de la autoinstitución explícita de la sociedad. Y
esto va a la par de la creación de individuos capaces de cierta autonomía,
capaces de cuestionar la ley social, pero también de cuestionarse a ellos
mismos, de cuestionar sus propias normas. Este cuestionamiento se hace en
una lucha con y contra el viejo orden: el orden heterónomo.
La práctica psicoanalítica tiene un sentido político, intenta tomar al individuo
autónomo; se trata de un sujeto que no está simplemente arrastrado o
conducido por su inconsciente sino que es capaz de ser lúcido en relación a
sus deseos y a la realidad; capaz de reflexionar y decidir lo que va a llevar a
cabo con sus deseos y lo que no va a realizar, y de actuar en consecuencia, es
decir: un sujeto responsable de sus actos, consciente de que es responsable
de lo que hace. La finalidad del análisis consiste en ayudar al paciente a
convertirse en un sujeto autónomo, una subjetividad reflexiva y deliberante.
Ayudarlo a tener una relación diferente con sus deseos para que pueda
Página 5 de 6
María Pía Dacharry
D-1432/0
Social III
canalizarlos y dominarlos con otras herramientas que no sean la represión.
Objetivo ideal.
Página 6 de 6