Está en la página 1de 4

EL CONVIVIR.

Y LO POSIBLE DE "VIVIR CON"


“Mediante su acción el maestro puede preparar a sus alumnos para la vida. Es en la escuela, con espíritu de foro,
donde los niños pueden encontrar el lugar ideal para negociar y renegociar la cultura. Este ejercicio activo quedará
como huella en sus memorias…”

Jerome Bruner, “La educación, puerta de la cultura”. Madrid, España. Visor. 1997

Hablar de convivencia en estos tiempos pareciera ser una utopía. Socialmente tenemos tiempos y espacios
fracturados, diálogos desencontrados en múltiples monólogos y, diversidades no integradas, resignadas en
una sencilla cuestión de discursos.
Estamos inmersos en una sociedad que desconoce diferencias, en la que la falta de seguridad y de
estabilidad laboral hace que se acreciente la violencia.
Para los violentos, nada es violencia. Porque todo se naturaliza: la incomunicación, la falta de solidaridad,
el no poder convivir con las diferencias ni tener en cuenta las igualdades.
Reconocer igualdades es poder reflejarse, mirarse en el otro para identificar aquello que nos iguala de lo
que nos distingue, pero para ello es indispensable tener en cuenta dónde están los límites de cada sujeto, es
decir, hasta dónde llega mi construcción de persona y hasta dónde la del otro.

Se piensa-erróneamente- que ser iguales en algunos aspectos, es estar uniformado, ser producto de una cadena.
Ser iguales, en realidad, significa que nos iguala la oportunidad de derechos y nos corresponde el cumplimiento
de iguales obligaciones.

El no partir desde estas premisas, genera conflictos, genera violencia. El hecho de que algunos sean
considerados “menos iguales que otros” hace imposible la convivencia. La sociedad como macro paradigma,
no nos ayuda como marco para que los alumnos puedan entender las bondades de las igualitarias reglas de
juego. Es por ello que debemos ofrecerles la escuela como posibilidad de puesta en ejercicio de lo que se
espera de él como ciudadano en una sociedad en el que la democracia lidera con sus mieles y con sus
imperfecciones.
Trabajar con el concepto de convivencia no debiera estar enmarcado solamente como proyecto para “prevenir
la violencia”, para que los chicos se “lleven mejor”, etc. porque se caería en el utilitarismo de la convivencia,
como receta, como paliativo de males mayores, cuando en realidad la convivencia debiera trabajarse porque es
la manera de enseñarle a nuestro alumnado que en una sociedad no estamos solos, sino con otros. Cuando
trabajamos convivencia, lo hacemos pensando en que los alumnos necesitan aprender a convivir y no nos
incluimos, como docentes, en este aprendizaje, tal vez pensando equivocadamente, que no lo necesitamos o que
los alumnos lo necesitan más que nosotros. Sin embargo, tanto docentes como alumnos, presentamos serios
inconvenientes a la hora de convivir en una institución educativa. Entonces…empecemos a aprender entre
todos, sin simulacros y con la humildad necesaria para entender que tenemos muchas cosas para modificar para
nuestro bienestar y como modelo para los alumnos que cotidianamente aprenden de nuestras actitudes más que
de nuestras cátedras.
La práctica docente no se trata estrictamente de la didáctica de las ciencias ni de la teoría que sigamos a pie
juntillas en el momento de enseñar el tema que el Diseño Curricular estipula. Existe, dentro del currículo
oculto, esta dificultad que los docentes tenemos al entender que dentro de la práctica docente, se encuentra ser
docente en la práctica más que en la teoría, y que lo actitudinal nos convoca tanto a los maestros como a los
alumnos dentro y fuera de las aulas.
Muchas veces, a la hora de hacer el diagnóstico del grupo clase, se puede advertir claramente que se lo describe
por fuera, como si no existiera involucramiento alguno por parte del docente. La descripción realizada da idea
de panorama “acabado” en el que restan pocas posibilidades de cambios. “Ellos son así”, escribirá el docente,
pero, muy pocas veces se involucra en la escena, sino que se limita a enumerar las múltiples estrategias a seguir
durante el año para “modificar” ese panorama adverso…
Y como estrategia, habitualmente, enumerará actividades para establecer una buena convivencia.
Y allí se cae en el error, porque la convivencia no es una estrategia, es un estado dado por la acción, por los
aconteceres de “vivir con”, mal, bien o regularmente.

¿Qué se puede hacer para apuntar al buen estado de convivencia?


Primeramente el docente deberá reconocerse como parte integrante del grupo en cuestión con sus aciertos y
limitaciones. El por qué de esta premisa tan trillada, es porque justamente los docentes, por el hecho del
desempeño del rol, caemos en la creencia desafortunada de que nuestro quehacer será siempre el correcto. Sería
saludable (e interesante como conocimiento personal) dar cuenta de las actividades que serán difíciles de llevar
a cabo por las limitaciones personales del docente. Por ejemplo, un colega que hace uso y abuso del rumor y de
los corrillos de pasillo, difícilmente pueda trabajar la frontalidad con el alumno. Es aquí que el asesoramiento
de los directivos es fundamental a la hora de trabajar estas u otras cuestiones con el docente.
Muchos de los obstaculizadores en la puesta en juego del trabajo participativo, por dar un ejemplo, están dados
en que los docentes han realizado una planificación ideal, pero que no será posible de ponerla en juego por las
particularidades del mismo docente que ideó ese plan.
En segundo lugar, habrá que mirar los aciertos y limitaciones que el grupo presenta. Seguramente no serán
todos desaciertos, habrá que buscar las potencias (en el mejor sentido spinoziano) que cada alumno y que cada
grupo trae consigo. No es aconsejable ver solamente las potencialidades individuales, porque muchas veces
ocurre que se diluyen cuando se acciona grupalmente. Habrá que tener la agudeza suficiente para poder advertir
qué aciertos reales y potenciales portan los alumnos para sacar a la luz de interactuar con otros.
Por último, es necesario tomar los errores como estrategias “falllidas” de aprendizaje que servirán para poner
en diálogo aquello que está instituído con aquello que se busca instituir en beneficio del grupo aula.

Algunas sugerencias para comenzar a trabajar la convivencia


Es necesario entender que trabajar la convivencia es trabajar con los conflictos, ya que éstos son parte de la
convivencia.
La dramatización es una buena forma de abordar los conflictos, sobre todo aquellos que se encuentran en el
orden de lo fantasmático y necesitan, para ser elaborados, del “desocultamiento”. (Poggi, 1992)
Dada una situación problemática, por ejemplo, “Se está realizando un trabajo de investigación grupal para ser
presentado. Juan y Agustina son miembros de un mismo grupo. Como ambos eligieron un mismo tema para
trabajar, necesitan el mismo material de consulta. Los dos discuten acerca de a quién le corresponde usar
primero ese material.”
En el contexto escolar se distinguen cinco estrategias básicas en los modos de abordaje y resolución de los
conflictos:

1. contenciosa, litigante o de pelea.


Se trata de imponer a la otra parte, la solución deseada por uno mismo.

2. ceder
Se trata de bajar al mínimo las aspiraciones personales y establecer algún arreglo, aunque no cubra las
expectativas deseadas.

3. solución conjunta de problemas


Se trata de buscar una solución que sea beneficiosa y satisfactoria para ambas partes.

4. retirada o abandono
Se trata de abandonar la escena del conflicto, lo cual implica la no-resolución del mismo.

5. inacción
Se trata de no hacer nada y esperar, estratégicamente, la acción del otro.
Se puede agregar una sexta modalidad de resolución: la intervención de una tercera parte, en este caso se
trataría de pedir ayuda a una persona ajena al conflicto para poder llegar a una solución.
Se sugiere dramatizar con los chicos las diferentes maneras de abordar la situación poniendo en juego las cinco
o seis modalidades de resolución de los conflictos y analizando entre rodos las consecuencias que se
producirían en cada caso, para ello es conveniente que se divida al grupo aula en cinco o seis grupos y que cada
uno maneje una modalidad diferente: imponer, ceder, resolver acordando, abandonar, no hacer nada o pedir la
intervención de un tercero (maestro u otro compañero).
Lo importante del análisis posterior es que se apuntaría al acuerdo, al diálogo para que ambas partes resulten
beneficiadas. Llevar a los alumnos a la comprensión de que no se es feliz en soledad y aislamiento, es
promover la tarea participativa, el involucramiento con otros, evitando el individualismo que nada tiene que ver
con el “brillo personal”, sino que se puede realmente brillar sin necesidad de combatir -a manera de rivalidad
con el otro- aún en los planos competitivos. Se trata de sacar la luz propia de cada uno sin opacar las luces de
los demás.
Otra actividad muy linda, por las reflexiones que promueve, es la realización “permisiva” del reglamento del
aula y patio, no pudiendo aparecer un enunciado por la negativa. En este trabajo está prohibido enunciar una
regla apuntando a la prohibición. Por ejemplo, si en la escuela no está permitido correr en los recreos, se puede
enunciar la regla de la siguiente manera:

1) En los recreos, tratá de caminar, conversar y jugar a juegos tranquilos. Es importante para que puedas
cuidarte y cuidar a los otros.
Si estuviera prohibido salir al baño en hora de clase, el enunciado podría ser el siguiente:
2) Aprovechá para ir al baño durante los recreos. En horas de clase es importante que estés presente para
trabajar sin distraerte, salvo en casos de extrema necesidad en que podrás solicitar el permiso de salida a tu
seño…

Es importante que los chicos adviertan que es mucho más difícil enunciar sin prohibir que prohibiendo. Es más
fácil escribir “No correr” o “No salir al baño en hora de clases”, sin embargo, es mucho más difícil enunciar lo
permitido que lo vedado. Los alumnos serán concientes de la cantidad de cosas que tienen como posibles que
las que están prohibidas, por ejemplo, con el “no correr”, muchas veces los chicos intentan transgredir la norma
con el “caminar ligerito para jugar a la mancha, porque no estamos corriendo…” Sin embargo, con el
enunciado de jugar tranquilo, conversar, caminar, para cuidarse y cuidar a los otros, ya queda bien enmarcado
que el “caminar ligerito” no entra en ese contexto.

Una más y…

Enmendando el error
Tomar el error como una posibilidad es darle al futuro de cada persona una mirada positiva. En la actualidad,
lamentablemente, se mide el éxito o fracaso personal de un sujeto de acuerdo con lo que tiene, a los logros
alcanzados sin tener en cuenta el margen de los errores salvados. La trillada frase “Muchos ven mis éxitos, pero
pocos, mis sacrificios” es una manera de describir la ausencia de valía del error en el proceso de aprendizaje.
Una actividad interesante sería trabajar con los errores emergentes en el aula. Se tratará de intencionar la
convivencia, sin caer en el etiquetamiento nocivo del alumno, por ejemplo, si un niño no trajo su tarea conviene
trabajar apuntando a la reflexión de ese alumno, “Esta vez no la hiciste, pero ¿qué harás para no olvidarte la
próxima vez?
Pegaste a tu compañero, pero ¿De qué otras maneras pudiste haber resuelto el desacuerdo en vez de pegar?
¿Qué harás, entonces, la próxima vez que te encuentres en una situación parecida?
Es importante que en este proceso intervengan todos los alumnos del aula para colaborar con aquel que ha
cometido un error.
Si una falta amerita una sanción, ésta debe ser coherente con la falta.
Si el objetivo final de la educación es la formación de sujetos autónomos, capaces de tomar sus propias
decisiones, el trabajo disciplinario debiera apuntar a que los estudiantes vayan comprendiendo y compartiendo
los valores, los modos de acción que rigen el actuar en una sociedad democrática.
Las reglas básicas para la convivencia que promueve la Asociación Argentina para la Infancia
(www.aainfancia.org.ar) es una manera interesante de trabajar las sanciones por reparación del error en el aula
y en la vida en general. Entre las pautas de acción aparecen, por dar solamente un ejemplo, las siguientes:
¿Ensuciaste? Limpiá. ¿Rompiste? Arreglá, ¿Prometiste? Cumplí, ¿Hiciste daño? Pedí perdón, ¿Mentiste? Decí
la verdad…etc.

Bibliografía consultada:
AGUERRONDO, POGGI, TIRAMONTI: “Instituciones Educativas”. Bs. As. Paidós.1992.
FERNANDEZ, LIDIA “Instituciones Educativas”, Bs. As., Ed. Troquel, 1992
IANNI, NORBERTO, “Conflictos actuales de la convivencia escolar: propuestas y alternativas de
intervención”, Bs. As. 2001.
PORRO, BÁRBARA: “La Resolución de Conflictos en el aula “Editorial Paidós,
1999.

También podría gustarte