Está en la página 1de 5

Diez puntos claves para tener un ambiente

escolar seguro
Estos aspectos son fundamentales para propiciar un rendimiento adecuado en los

estudiantes.

Según expertos, estos puntos son fundamentales para propiciar un buen ambiente
escolar
1. Fomentar el respeto

El psicólogo Charles Yáñez asegura que promover el respeto en el aula de clase –no
solo de estudiante a docente, sino también viceversa– es la clave para alcanzar un buen
ambiente en las instituciones y una formación integral de los alumnos.

2. Dar importancia a los estudiantes y reconocer sus problemas

La doctora Astrid Triana afirma que es fundamental que los docentes reconozcan que
sus alumnos son personas que sienten y tienen problemas, y deben estar dispuestos a
escucharlos y ayudarles a resolver dudas e inconvenientes.

3. Involucrar a los padres de familia

Según indican estudios, el acompañamiento de los padres a sus hijos es vital. Es


necesario que conozcan los miedos, puedan reconocer comportamientos extraños en los
niños y sepan sobre los peligros a los que pueden estar expuestos.

4. Espacios para quejas y denuncias

Debe existir en los colegios un espacio, bien sea virtual o personal, para que los niños se
expresen frente a situaciones que les incomodan o los intimidan en el colegio.
5. Proyectos estructurados sobre el acoso escolar

Docentes y directivos deben establecer planes de acción frente a situaciones de acoso y


abuso escolar, para proteger a los estudiantes.

6. Educar sobre la inteligencia emocional

Los niños deben aprender a reconocer sus sentimientos y necesidades; y los docentes, a
entenderlos, pues cada alumno es un mundo diferente.

7. Valorar al estudiante

Los docentes deben entender que no todos sus alumnos tienen las mismas capacidades
para llevar a cabo sus tareas, por lo que es importante valorar el esfuerzo de cada
alumno.

8. Estrategias para detectar problemas

Las instituciones deben tener proyectos que permitan identificar rápidamente


situaciones problemáticas y de riesgo para los estudiantes, y poder actuar de inmediato.

9. Proyectos de convivencia

Se deben desarrollar proyectos encaminados a fomentar una buena convivencia entre los
estudiantes y promover el respeto por la diferencia.

10. Políticas de Estado

Proyectos gubernamentales que garanticen educación de calidad para todos.


EL PODER DE LA EMPATÍA EN LA
EDUCACIÓN
PIENSA EN Y COMO TU ALUMNO
La empatía es la capacidad que tienen los seres humanos de percibir y entender las
necesidades y sentimientos de otra persona. Una persona empática se pone en el
lugar de la otra persona y responde en relación a sus emociones y necesidades.
Esto facilita la comprensión mutua y fomenta una comunicación más respetuosa y
asertiva. Por ello, se concluye que la empatía es una ventaja social pues mejora las
relaciones interpersonales y fomenta el carisma.

En el campo de la educación, investigaciones recientes están demostrando que


existe una fuerte relación entre el aprendizaje socioemocional y el desarrollo
cognitivo. Los alumnos que desarrollan la inteligencia emocional obtienen mayor
rendimiento académico. Como indica Homa Tavangar autora de “Growing Up
Global: un entorno empático es un ambiente inteligente.

El movimiento CHANGEMARKER SCHOOLS aboga por espacios educativos que


se vuelquen en la tarea de estimular a los alumnos y no sólo en aleccionarlos. Tal y
como ellos indican en su web: “colegios que funcionen como plataformas donde la
creatividad y el ímpetu emprendedor sean el combustible de los estudiantes. De esta
forma, se favorece la aparición de individuos capaces de producir proyectos propios
y liderarlos, de ser proactivos, de trabajar por bienes comunes y hacer uso de la
imaginación y el ímpetu emprendedor.”

EL PAPEL DE LA EMPATÍA EN LA EDUCACIÓN


NO FORMAL. ¿CÓMO FOMENTAR LA EMPATÍA
EN LOS PROYECTOS EDUCATIVOS?
En la educación no formal, trabajar desde la empatía es vital para desarrollar los
proyectos. Un educador que empatiza con sus alumnos promueve que éstos se
vuelvan más abiertos, comunicativos y participativos en la actividad. La
relación que el educador consiga con el alumnado determinará en gran medida el
éxito o fracaso del proyecto. En la educación formal, el docente tiene un año para
empatizar con sus alumnos. Pero para los educadores no formales, que
generalmente trabajamos unas pocas horas con ellos, resulta más complejo.
Entonces, ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo generamos empatía con el alumno en tan
poco tiempo?
• Aprendiendo a observar.

Lo primero que debemos hacer es aprender a observar a nuestros alumnos. Para


entender hay que conocer. El problema al que nos enfrentamos en la educación
no formal es que en la mayoría de los proyectos nos presentamos ante nuestros
destinatarios sin conocerlos. Pero siempre podremos disponemos de información
útil, en mayor o menor grado, que podremos utilizar a nuestro favor: como la edad,
su centro educativo, aficiones en común, lugar de residencia, etc.

Sabiendo la edad media del grupo podremos detectar que necesidades tienen en
relación al proceso de maduración psicológica propia de su edad. No tienen las
mimas necesidades un adolescente que una persona mayor. Por ejemplo, la
adolescencia es un período de inseguridad con uno mismo. Por lo que debemos
evitar poner en evidencia a un alumno en público, lo único que conseguiríamos es
que éste y el resto del grupo se volvieran hostiles.
· Cuidando nuestro lenguaje corporal.

La mirada, la voz, la postura… la comunicación no verbal dice más de nosotros de


lo que pensamos. Al igual que no adoptamos la misma compostura en una entrevista
de trabajo que en el bar con los amigos, en un proyecto educativo debemos
plantearnos qué imagen queremos causar en nuestro alumnado. Por ello, si
queremos parecer cercanos debemos eliminar la barrera física invisible, pero
muy real, que se produce entre el alumno y el educador en clase.

Las clases convencionales están organizadas en filas de asientos orientadas hacía


el profesor, el cual adquiere el protagonismo total. A lo mejor en una clase de
matemáticas es la mejor distribución, no nos meteremos aquí a debatir tal cuestión,
pero en un taller de educación no formal no resulta útil. Lo único que se consigue
con dicha distribución es recordar al alumno su papel pasivo en el proceso
educativo. Por lo que recomiendo una distribución en círculos donde todos los
componentes del mismo tienen la misma importancia. Otros consejos:

– Si no se puede cambiar la distribución de la clase, se puede solventar el


problema paseando entre el alumnado mientras se habla. Ponernos a su altura
en la clase, como si de una conversación entre amigos se tratara.

– Promover el contacto físico relaja y acerca a las personas. Por ejemplo, al pasar
por el lado de un alumno podemos tocarle el hombro. Además, esta técnica es muy
útil para controlar a aquellos alumnos más habladores, sin necesidad de llamarles
la atención en público.
– Aprender a modular la voz, dando más énfasis en algunos comentarios. Preparar
los talleres casi como obras de teatro, donde el alumno se emocione, se ría, tenga
miedo…

· Creando un ambiente de respeto y cordialidad.

Lo primero que hago siempre en mis talleres es explicar las normas de convivencia.
Les explico que no necesitan levantar la mano para hablar, que no soy nadie para
darles permiso. Ellos pueden participar cuando quieran, pero son responsables de
valorar si dichos comentarios tienen que ver con la temática del taller. Creo que de
esta manera se crea un ambiente de respeto entre el alumnado y el profesor.
· Ofreciendo tiempo al alumno y reclama el tuyo propio.

Hacer pausas en las explicaciones propicia que los alumnos realicen comentarios.
Pero también debemos reclamar nuestro tiempo para hablar. Debemos ser capaces
de dinamizar el taller propiciando un equilibrio. Nuestro papel es guiar la clase
y permitir que haya un espacio para la intervención del alumnado, sin
renunciar a comunicar lo que teníamos previsto.
· Ofreciendo segundas oportunidades.

Los educadores debemos aprender a ser comprensivos. Comprender es entender


los actos y sentimientos de los demás, sin juicios ni condenas. Debemos
comprender que un alumno se haga el gracioso o que otro se muestre reacio a
participar en nuestras actividades. Nuestro objetivo es dinamizar tanto al alumno
que quiere participar como al que no. No debemos cerrarnos cuando un grupo nos
resulta hostil, debemos respirar hondo y buscar otras estrategias. Entiendo que la
más útil es comunicarse con ellos y descubrir que hay detrás de dicha hostilidad.

También podría gustarte