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ESDRAS Y NEHEMÍAS
Los dos libros de Esdras y Nehemías originalmente fueron uno solo que, unido al libro de Crónicas,
forman un compuesto histórico para el periodo de Adán a Nehemías. Una comparación de 2 Crónicas
36:22 con Esdras 1:1, indica esta continuidad, mientras que una semejanza de estilo e intereses (el
templo y su culto, estadísticas y genealogías, etc.) en Crónicas y Esdras sugiere una unidad de autoría.
Esdras y Nehemías cubren un periodo de historia no tratados en los libros de Reyes (contrariamente a
Crónicas, que en cierta medida, es una duplicación de la historia) y por lo tanto fueron separados de
Crónicas y asignados a un lugar más prominente en la tercera sección (los Escritos o Hagiógrafos) del
canon hebreo.
FONDO HISTÓRICO
El imperio babilónico fue finalmente conquistado por los medos y persas cuando Babilonia cayó en
539 a. C. Ciro, el rey persa, era una persona culta que cambió la política represiva de los asirios y
babilónicos. Mostró moderación con aquellos que había conquistado, y consideración con aquellos
que habían sido alejados forzosamente de su tierra bajo la administración anterior, animándoles a
regresar a su tierra. En lo posible concedió a la gente sometida cierta autonomía local y en especial se
mostró defensor de sus religiones nativas. Una descripción contemporánea, el Cilindro Ciro registra,
“los dioses que viven dentro (de las ciudades) devolví a sus propios lugares…A todos sus habitantes
recogí y restauré a sus moradas”. Bajo esta política, a cierto número de judíos, dirigidos por un príncipe
de la línea davídica, se les permite regresar a Jerusalén en el año 538 a. C.
Los libros de Hageo y Zacarías contienen numerosos detalles suplementarios, mientras que el libro de
Malaquías (que no puede ser fechado con exactitud) probablemente echa luz sobre la situación
general antes de la llegada a Jerusalén de Esdras y Nehemías. Documentos contemporáneos incluyen
el Cilindro Ciro mencionado arriba, y el papiro elefantino. Este último, escrito en arameo, guarda
algunas cartas de una colonia militar judía en el alto Egipto en el siglo V a. C. Son mencionados en estos
escritos Bagoas el gobernador persa de Judea, Johanán el sumo sacerdote y Sanbalat gobernador de
Samaria con sus hijos (Esdras 10:6; Nehemías 2:19). Los reyes persas involucrados en este periodo son:
*559 – 530: Ciro
*530 – 522: Cambises
*522 – 486: Darío l (Histaspes)
*486 – 465: Jerges l (Asuero)
*465 – 424: Artajerjes l (Longimanus)
*424 – 423: Jerges ll
*423 – 404: Darío ll (Notos)
*404 – 358: Artajerjes II (Mnemón)
ESDRAS Y EL JUDAISMO
Como consecuencia de la invasión babilónica de los años 588-587 a. C., la línea davídica y el reino
llegaron virtualmente a su fin y el templo fue destruido. Los judíos desterrados bajo la dirección de
Ezequiel, reflexionando sobre la tragedia, la interpretaron como castigo de Dios por su apostasía.
Claramente se requería un centro de unidad para no desparecer como nación. Esto lo hallaron en su
lealtad a la ley, en el pacto mosaico y sus símbolos concurrentes, tales como guardar el sábado y
cumplir la circuncisión. Después del regreso del exilio, el templo reconstruido ofreció un centro de
reunión para la pequeña comunidad teocrática, pero los años desde el 520 a. C., época en que fue
dedicado el templo, fueron años de mediocridad. Fue Esdras, edificando sobre el fundamento de los
logros políticos de Nehemías, quien dio un nuevo impulso a su pueblo. El libro de la ley que él expuso
(Nehemías 8: 1-8), ciertamente no era un libro nuevo en su contenido y en su forma. Pero Esdras inició
una nueva era en la cual el Pentateuco no fue simplemente un libro de leyes sino un manual de
instrucción abarcando cada detalle de la vida, desarrollado por una técnica de exposición que asumía la
forma oral y literaria. Esdras llegó a ser el “Padre del judaísmo” y este camino de vida, centrado en una
lealtad inalterable a la “tora”, no solamente moldeó desde ese punto la vida del pueblo judío, sino que
permitió también que superara y sobreviviera a los embates de futuras crisis históricas en los siglos
venideros. Esdras no puede ser culpado por las características desagradables del judaísmo posterior. El
hecho es que su política salvó a Judea de ser ignorada y olvidada en una peculiar situación histórica.
Bendiciones