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VARIANTES DE LA CURA TIPO – LACAN

En este escrito, Lacan sostiene que el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás, ya que a
diferencia de otras que se limitan sólo a describir, observar, clasificar o experimentar todos los
casos por igual, el psicoanálisis toma en cuenta la singularidad para hacer surgir al sujeto afligido
por su síntoma (el caso por caso).
El psicoanálisis se centra en lo particular del caso y no está delimitado por estándares sino por
principios, por un rigor ético. La ética exige una formalización simbólica, teórica y conceptual de lo
que se piensa que es una cura y de lo que es el psicoanálisis, de lo que se hace o lo que no se hace.
No es posible que se produzca la cura sin la ética.
Para el psicoanálisis cuestiones como "mejorado" o "curado" no son primordiales ya que la
duración del tratamiento no es de su interés pero si lo es sus efectos.
Lacan admite que el sanar es un beneficio de la cura psicoanalítica pero rechaza el abuso del deseo
de curar por lo tanto no acepta cambios o innovaciones que pretendan acelerar el proceso.
- Los conceptos propuestos por Freud han demostrado ser consistentes y han superado los
esfuerzos de todo tipo por ser adulterados. Esto nos lleva a conservar un único criterio: El
psicoanálisis es la cura (ya sea tipo o no) que SE espera de un psicoanalista. Éste debe cumplir su
misión tal y como la planteó Freud.
Si bien el psicoanálisis utiliza la palabra como instrumento en la cura al igual que otras
psicoterapias, se diferencian esencialmente en la dirección de la cura, es decir, en la manera como
el analista dirige el tratamiento.

El psicoanálisis tiene al síntoma como centro de su práctica. Para poder interpretarlo se debe
considerar al síntoma como lo más propio del sujeto y en vez de erradicarlo se debe buscar
esclarecer su función, es decir descubrir lo que significa en la vida del sujeto para luego poder
saber qué hacer con él.

En el psicoanálisis, la interpretación del discurso es una interpretación ligada al no saber que no


transmite un saber pre-concebido ni intuitivo. El psicoanalista debe estar atento al discurso e
identificar las formaciones del inconsciente como lapsus, actos fallidos, sueños, etc. Se considera
que si el inconsciente es lo que constituye al sujeto, debe saber de los síntomas que surgen en él
(ligados a la represión y a la censura). Si el analista le da al sujeto la clave de su síntoma y éste se
resiste a reconocerlo se debe analizar esta resistencia antes que cualquier otra cosa.

Cuando alguien le supone un saber a un otro entra en juego la transferencia, esta consiste en la
atribución de saber que el paciente le otorga al psicoanalista. Este saber debe ser usado sólo para
descifrar lo inconsciente y para permitir que una cura posible advenga por lo que el psicoanálisis
debe abstenerse del poder de la sugestión que la palabra misma le otorga.

Lacan sostiene que el analista es igual a todos los hombres, no posee un yo fuerte por sí mismo
por lo que también necesita de análisis. Solamente se adviene a ser psicoanalista si se atraviesa
por el análisis y llega a un fin del mismo. Esto es necesario para que lo imaginario en él no
responda a los llamados que del sujeto.
Lacan sostiene que hay un decir y un querer decir y que este querer decir depende del oyente, del
Otro (A). Este Otro es quien le da el poder de sentido a lo que el sujeto dice. Esta significación se
dará desde el fantasma, es decir desde el montaje imaginario-simbólico que en cuyo centro lleva
lo real (el deseo). Por este motivo es necesario que el analista pase por la experiencia de análisis,
para no responder a lo que el paciente demanda desde su fantasma. El yo del analista debe estar
en la posición de un muerto y su fantasma debe ocupar el lugar de conjunto vacío, es decir un
lugar sin determinaciones.

En los niños, se toma al objeto ‘a’ como prototipo. El niño es tomado como objeto de deseo del
otro provocando la alienación, es decir provocando que el deseo del niño se juegue en esta
alienación.

La posición de objeto ‘a’ es la primera posición subjetiva que el niño toma, el ocupar un lugar en el
deseo del otro, lo que le da un lugar de identidad absoluta. Luego de esto debe advenir la
separación, es decir correrse del lugar de objeto para poder llegar a un lugar de ser. Este lugar de
otro es constitutivo ya que sólo habiendo sido objeto del deseo del Otro se adviene a ser un sujeto
deseante.

Cuando el niño llega a consulta, lo hace alienado al deseo del Otro, más específicamente de sus
padres por lo que es importante escuchar al padre y a la madre como hombre y mujer sexuados
para ver en qué lugar quedó ubicado el niño (constelación familiar).

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