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La interpretación debe ser el resultado de una escucha activa y de una captura del inconsciente del
sujeto. No pretende ganar méritos en su profesión sino fomentar la asociación libre instalada la
transferencia; tiene elementos de escucha, a veces de certeza otras veces de intuición, de precisión,
de duda, de coherencia, de sentido, etc. Puede estar llena de muchos elementos, pero debe tener
la convicción del momento y la seguridad de la intervención, acude a la ética, responsabilidad
profesional y salvaguarda la confidencialidad. A la transferencia y la interpretación les antecede un
elemento muy importante: el deseo del analista, es decir, aquella disposición de presencia, de
escucha, de conocimiento, de ética, es un antes que existe en el análisis. En palabras de Lacan “el
deseo del analista no es el deseo de ser analista”, ello quiere decir que no está en la posibilidad de
ejercer la posición de persona, o del profesional que actúa, sino en la presencia, y en el análisis
profundo de todo lo que su presencia puede producir dentro y fuera del consultorio; incluso
atravesando la vida del sujeto, es un acto de ser Un enigma puesto que el deseo del analista es
únicamente no es ser el deseo del sujeto que consulta, no caer en el juego que pretende proponer,
y este debe ser descubierto en la consulta día a día; es una cuestión ética porque de allí se desprende
toda la intención analítica, toda la posibilidad de transferencia, la vía de la interpretación y la
intervención. El deseo del analista es todo y no es nada. Las entrevistas preliminares constituyen un
primer paso, de allí se desprende la posibilidad de que un sujeto sea o no analizable, es decir, pueda
o no entrar en un análisis propiamente dicho; está en juego la asociación libre, y en ellas debe haber
un cambio subjetivo entre el pedido inicial (motivo de consulta) y la demanda real para el análisis,
es decir, una apertura a la pregunta propia.
El deseo más fuerte no se trata de alojar ni expulsar al paciente, se trata de que el analista se
posicione en el lugar de objeto, lo que le va a permitir soportar la transferencia. El analista tiene que
dejar vacío el lugar de su deseo para encontrar el deseo del analizado.
El otro a del analista (yo semejante) debe quedar en el lugar de muerto. En este juego se presentan
4 lugares: el analista en cuanto su presencia, el lugar del analista en transferencia, el analista y su
icc.
La presencia del analista queda en lugar de muerto en tanto queda por fuera del juego, como resto
que se descarta. El analizante y el lugar del analista en transferencia van a descubrir las cartas que
tiene el icc.
La queja no alcanza para iniciar un tratamiento, hace falta un paso más que tiene que ver con la
construcción del síntoma, ya que ello permitirá construir la demanda de desprenderse del síntoma.
Tiene que ver con abrir una vía posible de subjetivación de la queja, en la medida en que el síntoma
pase al estatuto de pregunta es que será instigado a descifrarlo.
Freud dice que La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo cambie
su actitud conciente frente a la enfermedad. Por lo común se ha conformado con lamentarse de
ella, despreciarla como algo sin sentido, menospreciarla en su valor, pero en lo demás ha
prolongado frente a sus exteriorizaciones la conducta represora, la política del avestruz, que
practicó contra los orígenes de ella. Puede suceder entonces que no tenga noticia formal sobre las
condiciones de su fobia, no escuche el texto correcto de sus ideas obsesivas o no aprehenda el
genuino propósito de su impulso obsesivo. Para la cura, desde luego, ello no sirve. Es preciso que el
paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad. Ya no tiene
permitido considerarla algo despreciable; más bien será un digno oponente, un fragmento de su ser
que se nutre de buenos motivos y del que deberá espigar algo valioso para su vida posterior. El
neurótico devendría otro hombre tras haberse sometido al trabajo de un psicoanálisis y ahora el
resultado final sería apenas que tiene en el interior de si algo menos de inconsciente y algo más de
consciente que antes. En neurótico curado ha devenido en verdad otro hombre, aunque en el fondo
siga siendo el mismo, ha devenido lo que en el mejor de los casos y condiciones favorables podía
devenir