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DUELO COMPLICADO

E INTERVENCIONES ESPECÍFICAS

1) EL DUELO COMPLICADO
1.1 INTRODUCCIÓN

La aproximación al duelo desde diferentes roles profesionales implica conocer el


marco en el que nos desenvolvemos, los límites de la intervención y los recursos con
los que contamos para la misma. Resaltando, que cada vez más, la evolución del
contexto social y cultural supone mayores dificultades para el correcto desarrollo del
duelo como proceso adaptativo. En la actualidad se podría decir que se dan
complicaciones en el duelo entre 5 y el 20 % de los casos según estudios realizados con
diferentes grupos (Barreto y Soler, 2008).

Las diferentes definiciones y aproximaciones al duelo, en general, y al duelo


complicado, en particular, establecen la necesidad de buscar una definición en la que
apoyarnos para más adelante poder diseñar las estrategias adecuadas para la
intervención.

Se parte de la observación del duelo como un proceso de adaptación ante una


pérdida, hecho multidimensional que afecta a todos los ámbitos de la vida del
doliente. Este trabajo se puede ver alterado por diferentes circunstancias y derivar en
la aparición de duelo complicado y, en circunstancias especiales, de duelos
patológicos.

1.2 DEFINICIÓN

Es muy importante reforzar la idea del duelo como proceso, tal como nos lo
presenta Worden (2004) a través de un modelo no secuencial de intervención que
recoge las siguientes tareas:

 Aceptar la realidad de la pérdida


 Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida
 Adaptarse a un medio en el que el fallecido esté ausente
 Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo

Neimeyer (2007) plantea la intervención, el trabajo a desarrollar, en términos de


desafíos, haciendo hincapié en que un duelo saludable requiere del cambio en el
mundo de significados tras una pérdida importante. Estos desafíos serían:

 Reconocer la realidad de la pérdida


 Abrirse al dolor
 Revisar nuestro mundo de significados
 Reconstruir la relación con lo que se ha perdido
 Reinventarnos a nosotros mismos

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En ambas propuestas se puede apreciar que se habla de un proceso activo, donde
el doliente requiere de su trabajo y de su esfuerzo para la realización de las tareas que
lo componen. Y esto tiene dos efectos que se han de tener en cuenta ante una
intervención, por un lado, no se elabora el duelo dejando transcurrir el tiempo,
esperando de forma pasiva pasar por una serie de etapas, y por otro, esta idea sugiere
el recurso de que siempre se podrá retomar la elaboración de un duelo saludable a
partir de la implicación y el compromiso personal.

Derivado de lo expuesto anteriormente aparece otra característica del duelo, su


carácter dinámico, cambiante en función del momento, de los recursos personales y
sociales a disposición del doliente. Queda lejos, entonces, la idea de que su correcto
desarrollo se apoya en itinerarios o criterios temporales, o la de que hay una secuencia
a recorrer obligatoriamente.

Entonces, ¿qué es el duelo complicado?

Stroebe, Schut y van der Bout (2013), que lo enmarca como aquel en el que se da
una desviación respecto a los patrones culturales en la intensidad y duración de los
síntomas o/y en la afección en áreas importantes de la vida (social, ocupacional, ....).
Esta definición, ampliamente aceptada, aporta un elemento importante para la
reflexión, y es que, en la práctica, no existe una clara delimitación entre lo que es un
duelo normal y un duelo complicado, hablamos de un contínuo donde, en ocasiones,
no se sabrá con exactitud la situación del proceso ante el que nos encontramos.
Poniendo la vista en esos casos en los que la elaboración y la adaptación a la pérdida
puede ser más complicada, Burke y Neimeyer (2013) describen los síntomas más
observados en un duelo complicado; incluyen la prolongación del duelo con reacciones
de estrés ante la pérdida, experiencia emocional desadaptativa y/o imágenes
intrusivas, además, puede vivirse la vida con un gran sentimiento de vacío existencial y
con la sensación de que no tiene sentido.

1.3 FACTORES DE RIESGO PARA EL DUELO COMPLICADO

Son aquellas circunstancias que nos hace prever complicaciones en la elaboración


del duelo. Aunque existirían otras clasificaciones más modernas con el ánimo de
facilitar la incorporación de diferentes aportaciones se usará como base la clasificación
que propone Worden, añadiendo algunas modificaciones.

A) Factores relacionales

 Intensidad del vínculo; ser padre/madre, esposo/a o hijo.


 Ambivalencia ante la persona fallecida u hostilidad no expresada.
 Apego inseguro
 Relación narcisista, en la que la persona fallecida es considerada como una
extensión de sí misma por la persona superviviente
 Se reabren viejas heridas
 Cuando se pierde la posibilidad de tener el tipo de relación que nunca se tuvo y
que se deseaba
 Relaciones muy dependientes en ambas direcciones
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B) Factores circunstanciales:

 Pérdidas asociadas al fallecimiento


 Tipo de muerte; violenta, traumática, inesperada, evitable
 Desaparecidos, en sus diversas posibilidades
 Pérdidas múltiples, en el mismo momento o durante un periodo de tiempo
limitado
 Obligaciones múltiples
 Muerte tras una larga enfermedad

C) Factores históricos:

 Duelos complicados en el pasado


 Historial de depresiones y otras psicopatologías.
 Presencia en la biografía de enfermedades físicas graves
 Pérdida parental temprana
 Influencia familiar; duelos no resueltos

D) Factores personales:

 Estilos de afrontamiento; cognitivos, emocionales, conductuales. Personalidad


 Creencias y valores
 Intolerancia ante el malestar emocional extremo
 Intolerancia ante sentimientos de dependencia
 Autoconcepto incompatible con momentos vinculados al proceso de duelo
 Juventud o vejez del doliente

E) Factores sociales:

 El contexto no facilita la expresión del doliente


 Negación social de una pérdida
 Ausencia de red social de apoyo
 Ausencia de percepción de ayuda por parte del doliente
 Ausencia de apoyo instrumental durante el periodo previo a la pérdida

1.4 FACTORES DE PROTECCIÓN

De la misma forma en que se ha descrito la existencia de factores de riesgo que


pueden complicar la elaboración del duelo, es posible hablar de factores de
protección, que actuarían como facilitadores del proceso resiliente inherente a un
duelo saludable del mismo. Barreto y Pérez-Marín (2012) nos aportan la siguiente
clasificación;

A) Características relacionales:

 Alto apoyo familiar y social


 Alto nivel de comunicación con familiares y amigos
 Posibilidad o capacidad para expresar pena

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 Pérdida aceptada socialmente

B) Características relacionadas con el fallecido:

  Vejez del fallecido


 Apego seguro con el fallecido
 No ser padre-madre, esposo/a o hijo/a
 Alto nivel de desarrollo familiar
 Participación en el cuidado del paciente

C) Características de la enfermedad o de la muerte:

 Muerte prevista o anticipada


 Duración corta de la enfermedad
 Enfermedad con control sintomático.
 Conocimiento del pronóstico de la enfermedad

D) Características personales

 Madurez del doliente


 Salud física y mental
 Auto-cuidado
 Resiliencia
 Espiritualidad
 Duelos previos resueltos
 No antecedentes psicopatológicos

1.5 QUIÉN Y CUANDO INTERVIENE

Antes de proseguir es necesario llamar la atención de que en la mayoría de los


casos, el duelo en un contexto adecuado no requiere una intervención especializada,
este se canalizará a través de redes sociales primarias definidas por familia y amigos. Y
que, en general, no se recomienda una intervención temprana si no se observan
circunstancias especiales.

Se puede pensar, en función de la experiencia, en el establecimiento de tres


niveles de intervención. Hablando siempre de esos duelos que se pueden considerar
de riesgo o ya se aprecian como complicados.

En un primer nivel se encuentran aquellos profesionales formados que


intervienen en el contexto en el que se visibiliza la muerte. Este contexto puede ser
sanitario, social o educativo.

Un segundo nivel es el que pueden desarrollar agentes formados para la


individual o grupal. Estamos hablando, en estos casos, de duelos complicados, en un
mayor o menor grado. Se pueden identificar las tareas no resueltas y se cuenta, o se
puede contar, con recursos suficientes para reconducir el proceso.

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Un tercer nivel, que requeriría intervención clínica debido a la presencia de
psicopatologías, a la intensidad de los síntomas en sus diferentes manifestaciones o a
la gravedad de las consecuencias desadaptativas generadas. En estos casos, se
requiere un profesional de la salud mental especializado en duelo.

1.6 EVALUCIÓN

Antes de intervenir es preceptivo recuperar ideas desarrolladas a lo largo de


este documento, entre ellas aquellas que implican no pretender ir demasiado rápido.
Es vital para el proceso establecer un vínculo efectivo, honesto, respetuoso con el
doliente y que le haga depositario de nuestra confianza y de la suya.

Para la intervención ante el duelo complicado es muy importante realizar una


primera evaluación para detectar la situación de partida. Es imprescindible conocer
qué tareas se han iniciado, en qué estado de desarrollo se encuentran y cuáles son las
que no se han iniciado. La evaluación debe ser multidimensional (Humphrey y Zimpfer,
1996), atendiendo aspectos espirituales, físicas, emocionales, conductuales y sociales.

En esta evaluación también se han de identificar las estrategias de


afrontamiento que se están utilizando, valorando su grado de presencia en los
patrones de respuesta de la persona a la que se quiere ayudar. Sin olvidar que en esas
estrategias pueden pesar también patrones sociales o culturales.

Es necesario encontrar las dificultades que se presentan y ubicarlas en los


momentos del duelo que no se han vivido, o se viven, de forma saludable. En este
primer acercamiento se deberían perfilar los factores mediadores que han podido
hacer más difícil el desarrollo adaptativo del proceso de duelo.

Hay que entender, también, la evaluación como una actividad permanente con
mayor presencia en los primeros momentos, en paralelo al establecimiento del
vínculo. Durante el tiempo que dure el acompañamiento ofrecerá información sobre
los avances o sobre lo adecuado de la intervención.

Para terminar, ubicando esta evaluación en el marco de relación de ayuda con el


que se propone trabajar, es imprescindible focalizar en la idea de que este proceso, es
un trabajo compartido, el experto aporta su conocimiento y experiencia en el campo
del duelo, pero es cada persona la experta en sí misma y, de hecho, será la responsable
última de introducir cambios o desarrollar estrategias que la sitúen en un itinerario
más saludable de adaptación ante una pérdida.

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2) INTERVENSIONES EN SITUACIONES ESPECÍFICAS
2.1 COMPRENDIENDO MI DUELO
2.2 YO ANTE MI DUELO
2.3 SINTIENDO EL DUELO
2.4 REORGANIZANDO MIS CAPACIDADES
2.5 RECORDAR Y SENTIR AFECTO
2.6 LOS OTROS, MI DUELO Y YO
2.7 Y AHORA, QUIÉN SOY YO
2.8 EPÍLOGO

Las posibilidades de sentirse acompañada a través de la escucha, la de


percibirse capaz de salir adelante a partir de las devoluciones del counsellor o
psicólogo, la de reconocer y canalizar emociones, la de confiar en la palabra de alguien
que acompaña durante una parte del camino.... sólo pueden darse desde un vÍnculo
poderoso y fiable. Esto no significa generar dependencia, ni pretender menguar el
poder de la persona ayudada a tomar sus propias decisiones.

2.1 COMPRENDIENDO MI DUELO

Es el momento en el qué se identifican las pérdidas, se reconocen y el doliente


es capaz de mirarse viviendo un proceso de adaptación.

2.1.1 Dificultades

Reacciones emocionales incompatibles con la elaboración del relato. Son


momentos de elevada intensidad emocional en los que no se canaliza esa experiencia
de forma adecuada y esto genera dificultades para la realización de la tarea
correspondiente a este momento.

Prolongación de reacciones de negación. Ante una pérdida, es frecuente que


aparezca una fuerte reacción de shock, con un cierto bloqueo a la hora de procesar la
experiencia que se está viviendo. La negación de los hechos aparece como estrategia
que a corto plazo produce una sensación de protección (Payás, 2010) pero, de
mantenerse, supone un riesgo importante para la posterior elaboración del duelo.

Dificultad para retomar las exigencias de la vida cotidiana. A lo largo de este


trabajo se describe la elaboración del duelo como un proceso, en el que una parte del
mismo consiste en (re-)asumir las actividades propias de la vida cotidiana. Y se trata de
una tarea casi permanente, fácilmente identificable como uno de los objetivos últimos
del duelo, pero que se ha de iniciar a las pocas horas del momento de la pérdida.

Sintomatología disociativa. Resultan diversas las formas en las que podemos


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encontrar sintomatología disociativa; pensamientos intrusivos, lagunas ,
desorganización, sueños, flash backs, .... Es una experiencia que genera mucho miedo,

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a veces las personas que la experimentan llegan a pensar que están perdiendo la razón
.

2.1.2 Estrategias

Acogida empática. Desde el punto de vista de la relación de ayuda (2011)


resulta fundamental el establecimiento del vínculo, proceso que se verá favorecido a
través de la empatía, junto a la autenticidad y a la mirada positiva incondicional.

Respeto. El respeto a la persona debe estar presente a lo largo de toda la


intervención, en todas sus dimensiones. No sólo se trata de un mecanismo formal
relacional, el planteamiento de partida es que creencias y valores, conductas y
expresión emocional han de formar parte de esa mirada positiva incondicional que se
ha mencionado anteriormente.

Exposición de los hechos. Relato espontáneo, el que habitualmente se ha


venido realizando en un velatorio a familiares y amigos. Históricamente esta
exposición adquiere una función social, y junto a otros elementos simbólicos,
culturales y/o religiosos, ha supuesto parte de la toma de conciencia de la realidad de
la pérdida. La escucha, en este caso aporta beneficios inmediatos.

Ayudar a narrar. Acción dirigida durante el acompañamiento, que busca


obtener un relato lo más completo y real posible. Hay situaciones en las que mantener
un relato parcial, distorsionado o exagerado puede suponer con el paso del tiempo
una dificultad importante para la elaboración del duelo.

Lenguaje realista. En los primeros momentos del duelo es frecuente hablar de


la muerte, de su forma o circunstancias, de forma eufemística, evitando el contacto
con las palabras que pueden evocar el contacto con una realidad dura. Eso puede
ocurrir también cuando se hace referencia a la persona que ha muerto hablando de
ella en presente, como si estuviera viva. Nuestra tarea es facilitar un uso del lenguaje
que no separe a la persona doliente de la realidad.

Atención a los mecanismos de defensa. Se ha planteado que hay respuestas,


que resultando desadaptativas de mantenerse a corto y medio plazo, a corto plazo
pueden ser protectoras. En este caso, los ritmos de la intervención han de adaptarse al
ritmo de la persona atendida, apoyándose siempre en trabajos de autoexploración y
autocomprensión. Recordando siempre que en una relación de ayuda, la persona que
acompaña se convierte en cuidadora y que cuando contribuimos a la retirada de las
muletas con una persona hemos de estar seguros de que puede caminar por sí misma
o dispone de los apoyos suficientes.

Validación/Autorización. La aproximación humanista (Rogers, 1961) al duelo


nos ofrece la idea de que la primera acción que la persona que acompaña puede
realizar para que el doliente se acepte a sí mismo es la de aceptarle sin juicios ni
reproches. Reconociendo, por tanto, que cada duelo es único y respetable. Validar y
autorizar los procesos internos y externos, que una persona afectada experimenta, se
convierte en un primer paso para que esa persona se acepte sin miedo, sin vergüenza,
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y sabiendo que si hay gente que confía en su capacidad para salir adelante es porque
quizás es posible hacerlo.

Dar tiempo. Necesario en cualquier intervención en duelo y fundamental


cuando se interviene en un duelo complicado. El tiempo no lo cura todo, pero es un
potente aliado si se emplea para trabajar. Cada persona y cada situación señalan
itinerarios temporales distintos y no se puede estar condicionados por una duración
determinada. De la misma manera, hay que ser muy conscientes de que las distintas
tareas no han de marcar de forma obligatoria una secuencia a desarrollar según un
orden temporal. En todo momento la cantidad de tiempo y en lo que sea empleado ha
de ajustarse a las necesidades de la persona doliente

2.2 YO ANTE MI DUELO

Inicio de la autoexploración, búsqueda de aspectos relevantes en el proceso de


duelo y reconocimiento de claves de comprensión.

2.2.1 Dificultades

(En este bloque las dificultades se dan fundamentalmente vinculadas a los


mecanismos de evitación y negación)

Mecanismos cognitivos de escape. Consiste en el uso, más o menos consciente,


de estrategias que evitan el contacto con la realidad de la pérdida, ya sea obviando
hecho u obviando su significado. En ocasiones se trata de mecanismos de negación
muy evidentes, simplemente se da la espalda a la realidad. En otros se busca la
amortiguación emocional a través de la racionalización y objetivización del hecho. E
incluso, para evitar estados emocionales complejos se cae en la idealización del
fallecido. En ocasiones resulta de utilidad, a la hora de aproximarnos a esta dificultad,
distinguir entre negación y evitación. Reservando la negación para acciones no
conscientes y la evitación para las conscientes.

Momificación/personificación. En la momificación se guardan objetos y


espacios como si la persona fallecida pudiera volver a la vida para usarlos,
manteniéndose cuidados en perfecto estado como si eso fuera a pasar. En el caso de la
personificación, se ve a la persona fallecida en otra persona. De forma reciente, la
gestión de las cenizas con las posibilidades de manejo que existen facilitan el hecho de
que se den estos fenómenos.

Rumiaciones. En algunas ocasiones, suponen un gran obstáculo para la


resolución del duelo, pueden estar vinculadas a distintas ideas. Están muy ligadas a la
experiencia emocional, en ambas direcciones. Pueden generar, y mantener estados de
ánimo desadaptativos y, a su vez, también pueden ser el resultado de una canalización
inadecuada de las emociones. Llegan a ser fuente de aislamiento, al interrumpir la
relación con estímulos, internos y externos, y al provocar cansancio en el entorno de la
persona que vive este proceso.

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Conductas distractoras. Durante todo el proceso de duelo, como ya se ha
comentado, es necesario re-establecer la ejecución de tareas propias de la vida
cotidiana, las imprescindibles y muchas de las aparentemente prescindibles. Pero hay
ocasiones, en las que las que el exceso de celo en la realización de algunas conductas
sirve para obviar la necesidad de abordar esa parte de la vida que está relacionada con
la elaboración del sufrimiento.

2.2.2 Estrategias

Narración integradora. Incluye la construcción de un relato multidimensional


que integre la experiencia vivida en el mundo de la persona doliente. Esta narración ha
de incluir hechos, conductas, experiencia sensorial, emociones, procesos cognitivos
(incluyendo aquellos que ponen en contacto con lo trascendente). Se busca, de forma
progresiva, ir a articular la base del trabajo posterior, momento en el que se
contempla con claridad la pérdida y se empieza a mirar el camino que se ha de
recorrer.

Exploración compartida. Es la acción que promueve la persona ayudante


dirigida a poner a disposición de la doliente cuanta información pueda resultar de
utilidad para construir esa narración integradora que facilitará continuar con el duelo.
Puede ser un momento difícil, en el que resultaran de utilidad las actitudes y
herramientas propias del counselling (Bermejo, 2011). Es interesante en este proceso
que la persona pueda sacar a la luz aquellos mecanismos de negación y evitación que
puedan haber aparecido.

2.3 SINTIENDO EL DUELO

Conexión con el mundo emocional. Identificación de las diferentes emociones


vividas y de su manejo.

2.3.1 Dificultades

Rumiaciones. En este bloque las rumiaciones están focalizadas sobre la


experiencia emocional, de forma improductiva, no cumplen una función exploratoria
real ni se vinculan a un proceso de canalización de las emociones. En muchas ocasiones
es posible encontrar que ese contenido cognitivo al que se presta tanta atención ni
siquiera es referido al verdadero malestar emocional que hay que tratar, es el caso de
los enmascaramientos. En otras se identifica mantener el sufrimiento con el recuerdo a
la persona fallecida y se complica mucho abandonar este tipo de pensamientos.

Enmascaramientos. El enmasacaramiento es un fenómeno que hace que una


persona viva y muestre una emoción cuando el fondo real al que la persona debería
atender corresponde a otra emoción. Un ejemplo, y caso típico, son las situaciones en
las que una persona aparenta rabia y lo que hay debajo es otra emoción como la
vergüenza o la tristeza.

Estados emocionales desadaptativos. Las emociones provocadas por una


pérdida importante son diversas, algunas parecen con cierta frecuencia y siempre
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resultan idiosincrásicas. En la mayoría de los casos de duelo cumplen sin dificultad su
función adaptativa, pero en otros resultan difíciles de manejar de forma saludable. La
intensidad de sus manifestaciones, los bloqueos de otras funciones (sociales,
autocuidado, ...), la inseguridad y el miedo que puede producir la propia experiencia
emocional, la incapacidad para canalizar experiencias que pueden resultar novedosas,
percibir emociones no autorizadas (ej: alivio), la conexión con las limitaciones
personales, ...., pueden suponer obstáculos que en ocasiones parecen insalvables a las
personas que los perciben. Emociones que con cierta frecuencia pueden generar
problemas son culpa, vergüenza, ira, soledad, miedo, desesperanza, u otras como
alegría, alivio.

2.3.2 Estrategias

Búsqueda de emociones escondidas tras emociones. Es precisa la exploración


concienzuda a través de las diferentes dimensiones de la emoción; cognitiva,
conductual y fisiológica. Las primeras aproximaciones al manejo saludable de las
emociones exigen clarificar nuestro estado emocional y nombrarlas. Sólo a partir de
ahí será posible dotarlas de sentido y poder elaborarlas.

Canalizar y gestionar emociones. En el párrafo anterior se menciona la


necesidad por parte del doliente de explorar y clarificar qué tipo de experiencia
emocional está viviendo. El trabajo debería continuar encontrando el por qué de esa
emoción, identificando el origen de aquello que, en este caso, genera malestar. Es muy
útil ser meticulosos, huir de generalizaciones y atajos. Son muchos las formas en las
que una pérdida afecta a las personas que la sufren. El siguiente paso es la expresión, a
través de sus variantes, intra e inter personales, dotando a la emoción de todo su
potencial adaptativo, acogiendo e incorporando la pérdida y sus consecuencias. Por
último, es importante explorar los valores y creencias ligados a las emociones, éstas
dan información sobre aquello que resulta trascendente y a partir de ahí será posible
iniciar procesos motivacionales y/o resilientes de los que se habla más adelante.

Trabajo con la ambigüedad emocional. En ocasiones se puede observar, en


duelos que se complican, cómo aparecen emociones que enrarecen el proceso.
Pueden aparecer alivio, odio, ....., acompañando a la tristeza natural. En estos
momentos pueden darse distintos procesos de los que ya se han mencionado que
impiden el acceso, y el consiguiente manejo, de estas emociones. En estos casos, es
imprescindible abordar estas emociones “negativas”, de la misma forma que el resto.
Es muy importante analizar la información que la persona obtiene sobre sí misma,
sobre su vínculo con la persona fallecida y sobre su relación con el entorno. A partir de
aquí, se podrán iniciar procesos de autocomprensión, autoaceptación y/o introducción
de procesos de cambio en aquello que sea susceptible de ser cambiado.

2.4 REORGANIZANDO MIS CAPACIDADES

En este momento, se observa el trabajo necesario para afrontar el día a día.


Identificando dificultades y capacidades en la práctica de nuevos roles.

2.4.1 Dificultades
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Autopercepción alterada de la capacidad de respuesta. Según el modelo de
estrés transaccional, hay una segunda evaluación ante un evento altamente estresante
que determina la creencia que la persona tiene sobre sus capacidades para responder
ante dicho evento. Esta evaluación determina si pensamos que somos capaces de dar
una respuesta adecuada ante lo que nos está sucediendo. En el caso de una pérdida, al
tratarse de una experiencia nueva, dolorosa, que genera mucho sufrimiento, la
persona que lo vive puede pensarse incapaz de resolver la situación en contra de lo
que serían sus capacidades reales

Bloqueo. Siguiendo con el modelo de estrés como proceso de respuesta y


adaptación no encontramos con que las dos respuestas clásicas ante un peligro son el
bloqueo o la lucha. La lucha en el caso del duelo estará asociada a la resolución
saludable, al afrontamiento y a la recuperación. Pero hay ocasiones en las que se cae
en una inactividad que, en su máxima expresión, no conducirá a ningún logro
relacionado con la elaboración del duelo.

“Hipertrofia logocéntrica”. Este término, utilizado por Costa y López (2006),


indica una tendencia que se puede encontrar en muchas dimensiones de la vida,
también en el duelo, a mantener la necesidad del cambio únicamente en el plano
cognitivo. En estos casos, si no se fuerza la introducción de los cambios, o no se facilita
mediante una progresión adecuada, la acción queda siempre por realizar.

2.4.2 Estrategias

Reestructuración cognitiva (Bimbela, 1994). Esta técnica permite intervenir


sobre los supuestos cognitivos que distorsionan las características de una pérdida,
dificultando la adaptación a la misma. Facilita asimismo, la búsqueda de una visión más
favorable sobre los recursos disponibles o sobre aquellos a los que se podría tener
acceso. Y, por último, podría instrumentalizarse para obtener una aproximación
saludable a la experiencia emocional que provoca la pérdida

Solución de Problemas. Esta herramienta se basa en una problematización


previa de la situación que se vive. Esto permite definir objetivos de cambio en las
formas de afrontamiento de las dificultades a las que hay que atender durante el
duelo. El proceso de solución de problemas implica; 1) Identificar y describir el
problema, 2) Búsqueda de posibles soluciones, 3) Análisis y ponderación de las
diferentes alternativas posibles, 4) Ejecución y 5) Evaluación.

Procesos motivacionales. Si consideramos la motivación como un estado


interno que activa, dirige y mantiene la conducta, se puede apreciar su importancia
ante la necesidad de modificaciones de la misma. La dificultad estriba en que el cambio
se dará sólo si la persona reconoce la necesidad de dicho cambio, confía en sus
recursos, es optimista ante los objetivos a conseguir y es capaz de poner en marcha un
plan de acción. Por lo tanto, no se dará contando sólo con la motivación de las
personas que apoyan. El procedimiento de intervención se instrumentaliza a través de
un diálogo deliberativo, y hay diversos métodos que pueden guiar esta intervención;
entrevista motivacional , dialogo estratégico, decálogo de petición de cambio,
PRECEDE, ....
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2.5 RECORDAR Y SENTIR AFECTO

Trabajo de lo simbólico, fomentando el paso desde el recuerdo anclado a lo


físico hacia una presencia afectiva inmaterial. Búsqueda de un recuerdo sano y
liberador.

2.5.1 Dificultades

No recordar sin dolor. Este dolor puede tener diversos orígenes. Quizás, el más
común sea mantener como una experiencia de recuerdo el momento de la pérdida.
Otras formas de dolor pueden estar ligadas a la constatación de cómo la presencia
física de la persona que ha fallecido está cada vez más lejos en el tiempo y los
recuerdos quedan más desdibujados, lo cual genera angustia, y en algunos casos,
culpa.

2.5.2 Estrategias

Reconstrucción del recuerdo. En este bloque la narrativa sigue teniendo un gran


potencial de transformación. El trabajo consiste en la elaboración de un recuerdo más
complejo, que recoja las distintas dimensiones de la persona fallecida con las que se
puede establecer vínculos. No se buscaría eliminar los recuerdos dolorosos,
simplemente se busca incorporar aquellos que pueden mitigar el dolor e incluso
proporcionar placer. Hay diversas técnicas (Nomen, 2009) que pueden ofrecer un
guión para esa nueva construcción.

Paso del vínculo físico al mundo espiritual (Rodil, 2013). Es imprescindible para
optimizar los resultados en un proceso de duelo incorporar el elemento simbólico en el
vínculo que se construye con la persona fallecida. Se precisa descubrir qué elementos
trascendentes pueden servir para hacer presente a la persona fallecida, sin dolor, y sin
olvido. Pueden quedar en un plano meramente espiritual, o incorporarse en forma de
rito o símbolo

2.6 LOS OTROS, MI DUELO Y YO

Las relaciones con los demás requieren un ajuste para llegar a creer en uno
mismo y en los otros, superando dinámicas relacionales desadaptativas.

2.6.1 Dificultades

Victimismo utilitario. Se establecen nuevas relaciones con el grupo a partir del


victimismo, obteniendo y manteniendo una posición de privilegio a partir de la
experiencia de pérdida.

Ausencia de emociones en público. Actuación social negando el impacto


emocional de lo que está ocurriendo.

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Hostilidad. Proactiva, casi contra cualquier persona, fruto de la rabia como
forma de expresar el dolor, aparece en múltiples circunstancias. Reactiva, ante lo que
se aprecia como desinterés o falta de comprensión de los otros

2.6.2 Estrategias

Entrenamiento en respuesta empática y asertividad. En un sentido amplio, la


respuesta asertiva, puede suponer un momento de autoexploración y de clarificación
en la relación con los demás. Implica la generación de actitudes empáticas hacia el
comportamiento ajeno. Y facilita, a través de las relaciones que la persona asertiva
establece, el desarrollo de relaciones de apoyo social saludables.

Invertir afecto en (nuevas) relaciones. Un factor de recuperación importante


ante una pérdida es, como se ha dicho, el apoyo social. Que vendrá determinado con
la cantidad y calidad de las relaciones de las que se participe. A veces, se choca con la
idea de que invertir afecto en otras relaciones es dejar de querer a la persona fallecida.
En estos casos, se ha de utilizar la persuasión (ni manipulación, ni coacción) (Bermejo,
2011) para intentar que la persona doliente establezca un nuevo marco relacional
como una oportunidad para desarrollar de forma adecuada el duelo, en lugar de
considerarlo como una amenaza.

Establecimiento de vínculos desde lo significativo. El duelo debe ser considerado


una oportunidad de crecimiento, durante el que pueden (re)aparecer valores,
conexiones con lo que se considera verdaderamente trascendente, valoraciones de lo
significativo, ... . Estos cambios pueden, y deberían, ocasionar la posibilidad de
establecer vínculos significativos con personas o grupos con quienes la persona
doliente se pueda relacionar

2.7 Y AHORA, QUIEN SOY YO

Bloque situado al final del proceso, aunque se va elaborando desde el principio.


Refleja la nueva identidad, producto de la pérdida y de la experiencia posterior

2.7.1 Dificultades

Construcciones evitativas. El rechazo a la experiencia, según las diferentes


formas que se han descrito en los bloques anteriores, ofrece un resultado de
construcción personal en el que no se facilita crecimiento y que puede suponer un
riesgo de generar un duelo complicado a corto, medio y largo plazo.

Cambios negativos. La dura experiencia de la pérdida, y las consecuencias que


esta genera, pueden ocasionar cambios muy alejados de una evolución constructiva.
Creencias, emociones o conductas resultantes, pueden ser claramente desadaptativas,
o muy lejanas a la posibilidad de crecimiento que el duelo ofrece.

2.7.2 Estrategias

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Afrontar la sintomatología. Las dificultades en este bloque no generan paz,
quizás la vinculada a la evitación o la negación, en algunos casos. Es necesario, cómo se
ha defendido a lo largo de este trabajo que se contemple la exposición a la realidad del
proceso que se vive, que implica el reconocimiento del sufrimiento y el desarrollo de
las estrategias adecuadas para afrontarlo.

Logoterapia. Frankl (1959) nos ofrece una idea, a priori complicada, es posible
encontrar sentido al sufrimiento, y esto hace mejorar a la persona que realiza ese
trabajo.

Se precisa la implicación del mundo espiritual y trascendente, de los valores y


del compromiso con la vida.

Aceptación y compromiso. La Terapia de Aceptación y Compromiso (TAC)


(Wilson y Luciano, 2008) es un recurso de intervención que se basa en la aceptación de
las experiencias emocionales adversas , en la clarificación de valores y en el
establecimiento de metas vinculadas a estos valores.

Procesos resilientes (Manciaux, 2001). La resiliencia nos ofrece el camino


alternativo al duelo complicado, un camino que se basa en la creencia de que una
persona es capaz de superar la adversidad y de crecer a partir de esta experiencia. Son
diversos los elementos coadyuvantes sobre los que se puede influir; los valores y lo
trascendente, la esperanza y el optimismo, el manejo saludable de las emociones, el
apoyo social, el desarrollo de competencias para el afrontamiento, el sentido y el
compromiso con la vida...

2.8 EPÍLOGO

“ninguna persona es una isla


la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;
doblan por ti”

John Donne

La Relación de Ayuda en duelo implica el contacto directo con el dolor ajeno, al


que se acompaña y que, en ocasiones, parecerá propio. Este acercamiento al
sufrimiento ajeno suele generar incomodidad, y con ella, miedos; a cómo afecta, a no
poder ayudar, a no ser capaz, al fracaso en la intervención. Este trabajo supone un
riesgo al que la persona que acompaña ha de hacer frente (Bermejo y Santamaria,
2011).

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Se requiere un ejercicio intenso de trabajo personal; antes, durante y después
de la realización de las tareas de acompañamiento. En este tipo de intervención,
especialmente, se pondrá a prueba la autenticidad de la persona ayudante. No es
posible teatralizar sobre la muerte sin el convencimiento de que lo que se está
diciendo es coherente con el mundo de valores y sobre la percepción que se tiene de
ella. De la misma forma, tampoco es posible establecer un verdadero apoyo, ante los
procesos emocionales que se desarrollan, sin el establecimiento del correcto vínculo
empático.

Además, es muy importante la preparación técnica; la confianza en las


herramientas de las que se dispone, la capacidad para saber usarlas y el conocimiento
de sus límites. Para ello se necesita estudio, entrenamiento y supervisión. Muchos de
los miedos y de las consecuencias que provoca la intervención desaparecerán a través
de esta cualificación.

Por último, mencionar que entre las cualidades que han de evidenciarse la
intervención ante el duelo complicado están; saber confiar en la capacidad de la
persona doliente para realizar un proceso de adaptación lo más saludable posible,
apreciar la bondad del duelo como proceso de adaptación a través del cual una
persona puede crecer y mantener la posibilidad de transmitir esperanza a pesar de la
dificultad que implica la elaboración de una pérdida.

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PARA RECORDAR
 El duelo complicado no se debe confundir con una patología, es el mismo
proceso de adaptación implícito en el duelo sometido a dificultades especiales
 Las circunstancias que dificultan el duelo se categorizan bajo la denominación
de factores de riesgo
 Según el grado de complicación, puede ser atendido, en distintos niveles por
diferentes tipos de profesionales
 Los modelos de duelo que implican tareas facilitan los procesos de evaluación,
observando aquellas que están aún por realizar
 Las tareas por realizar determinarán las intervenciones a desarrollar, a modo de
propuesta de trabajo para el doliente
 Existirán, en algunos casos, dificultades tan potentes que implicaran tiempos y
procesos de adaptación especiales, dentro de la unicidad de cada duelo

PARA SABER MÁS

 Barreto, P, Yi, P. y Soler, C. (2008). Predictores de duelo complicado.


Psicooncología. Vol. 5, Núm. 2-3, pp 383-400
 Barreto, de la Torre, O. y Pérez-Marín, M. (2012). Detección de duelo
complicado. Psicooncología. Vol. 9, Núm. 2-3, pp 355-368
 Bermejo, J.C. (2011). Introducción al counselling (relación de ayuda). Sal Terrae.
Cantabria

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 Bermejo, J.C. y Santamaria, C. (2011). El duelo. Luces en la oscuridad. La esfera
de los libros. Madrid.
 Bimbela, J.L. (1994). Cuidando al profesional de la salud. Habilidades
emocionales y de comunicación (8a Ed., 2007). Escuela Andaluza de Salud
Pública. Granada
 Bonanno, G.A. y Wortman, C.B. (2002). Resilience to loss and chronic grief: a
prospective study from preloss to 18-months postloss. Journal of Personality
and Social Psychology. Vol 83, Núm. 5, pp 1150-1164.
 Costa, M. y López, E. (2003). Consejo psicológico. Síntesis. Madrid
Costa, M. y López, E. (2006). Manual para la ayuda psicológica. Dar poder para
vivir.
 Más allá del counseling. Pirámide. Madrid.
Frankl, V. (1959) El hombre en busca de sentido. (2a Ed. cast., 2007). Herder.
 Barcelona
 Humphrey, G.M. y Zimpfer, D.G. (1996). Counselling for grief and bereavment
(2a Ed., 2008). SAGE Publications Inc. California
 Payás, A. (2010). Las tareas del duelo. Psicoterapia de duelo desde un modelo
integrativo-relacional. Paidós. Barcelona
 Pérez, P. (ed) (2006) Trauma, culpa y duelo. Hacia una psicoterapia
integradora. Desclée de Brower. Bilbao
 Magaña, M. y Bermejo, J.C. (2013). “Modelo Humanizar” de intervención en
duelo. Sal Terrae, Cantabria
 Manciaux, M. (comp.)(2001). La resiliencia: resistir y rehacerse. (1a ed. cast.,
2010). Gedisa. Barcelona
 Neimeyer, R.A.(2007) Aprender de la pérdida. Una guía para afrontar el duelo.
Paidós. Madrid.
 Nomen, L. (coord.). (2009). El duelo y la muerte. El tratamiento de la pérdida.
Psicología Pirámide. Madrid
 Rodil, V. (2013). Los ritos y el duelo. Vivir tras la pérdida. Sal Terrae. Cantabria
 Rogers, C.R. (1961) El proceso de convertirse en persona. (17a Ed., 2009).
Paidós. Barcelona
 Stroebe, W. y Schut, H. (2010) The dual process model of coping with
bereavement: a decade on. OMEGA, Journal of death and dying. Vol 61, No 4
pp 273-290
 Stroebe, W., Schut, H. y van den Bout, J. (ed) (2013). Complicated grief.
Scientific foundations for health care professionals. Routledge. Londres/Nueva
York
 Tizón, J.L. (2013). Pérdida, pena y duelo. Vivencia, investigación y asistencia.
Herder. Barcelona
 Wilson, K.G. y Luciano, M.C. (2008). Terapia de aceptación y compromiso (ACT).
Un tratamiento conductual orientado a los valores. Psicología Pirámide. Madrid
 Worden, J.W. (2002) El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y
terapia (2a Ed. cast, 2008). Paidós. Madrid

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ANALISIS DE UN CASO

EXPOSICIÓN DEL CASO:


María perdió a su hijo Manuel hace 2 años. Un sábado cualquiera Manuel, de
24 años, volvía a casa después de dejar a su novia en casa. Viajaba en moto por la
carretera nacional de Santa Pola a Elche cuando, no saben muy bien cómo explicarlo,
debió salirse en una curva que debía conocer perfectamente. Chocó contra una pared
de cemento y murió en el acto. Manuel nunca llegó a casa esa noche.
Después de dos años María, la madre, parece ser la única que ha desarrollado
un duelo complicado. Está obsesionada con la muerte de su hijo, ha sido incapaz de
tocar nada de la habitación. Continuamente manifiesta un sentimiento de culpa por
no haber advertido lo suficiente a su hijo Manuel de los peligros de la moto. No se
perdona el día que le acompañó a elegir la moto. Cree que todo ha sido por su culpa.
Viene a la Iglesia de forma continua de luto riguroso, dice que no se lo va a quitar pues
sería traicionar el amor que siente por su hijo.
Ha caído en una profunda depresión que está haciendo que empiecen a
aparecer problemas en casa. Su marido, Pepe y su hija Lucía, han vivido el duelo de
una forma más natural. A los pocos meses ya habían retomado la totalidad de
actividades de su vida ordinaria: trabajo, amistades, tiempo de ocio.
María se ha encerrado en sí misma, no quiere ir a una cafetería pues dice que
sería manifestar poco amor por su hijo, que qué pensarían los demás al ver como se
divierte..; no permite que nadie entre en la habitación de Manuel, todo permanece en
su sitio a pesar de que en su casa le han dicho que debería haber cambios en casa,
desprenderse de cosas de Manuel en la medida de lo posible. Todo esto la está
destrozando, se siente angustiada, instalada en el pensamiento que no hizo lo
suficiente para “proteger “a Manuel, no entiende porqué le ha ocurrido esto a ella que
ha sido una madre ejemplar, una buena mujer; llora de continuo y esto le ha separado
de su familia más íntima pues les reprocha que “han dejado” de sufrir por Manuel, que

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han retomado sus vidas y le “han olvidado”. Cree que ella es la única que está
enfocando bien la pérdida de Manuel. Lo justo es sufrir por él para siempre.

Desarrolla un caso en el que se describa un duelo complicado con la intervención, o la


posibilidad de intervención.

1. ¿Por qué se trata de un duelo complicado?

Lejos de reflexionar sobre su inclusión como categoría diagnóstica en el DSM-V


y ajenos a los argumentos a favor y en contra de su inclusión en dicho manual y que
pueden llegar a la patologización, a su sobredimensionamiento y finalmente a su
medicalización, en Counselling huimos de la patologización pues coarta la actividad del
individuo y su protagonismo en el proceso de búsqueda y de cambio personal.
Nos centramos en entender que el duelo patológico significa una desviación
respecto a los patrones culturales en la intensidad y duración de los síntomas y, por
tanto, en la afectación en áreas importantes de la vida.
En el caso de María se trata de un duelo muy prolongado en el tiempo ( ya van
2 años) que le generan un estrés continúo porque le hace vivir en una permanente
ansiedad y en un permanente reproche hacia su núcleo familiar. En su imaginación
reitera una y otra vez la imagen de la compra de la moto como una imagen intrusiva
que no consigue apartar; además experimenta una experiencia emocional muy
desadaptativa ya que no puede vivir con normalidad el amor hacia su hijo, su perdida y
el continuar con su vida que tenía antes del accidente llena de relaciones familiares,
amigos y disfrute de tiempo de ocio.
María experimenta un gran vacío pues todo lo que daba sentido a la vida es su
familia, sobretodo su hijo, y Manuel ya no está. Este mismo vacío hace que perpetúe
de alguna forma la presencia continua de la memoria de su hijo en el día a día, en el
cuidado de sus cosas, en el llorarle, en el rezar, en el reproche hacia los otros porque
se han olvidado de Manuel. Le da la sensación que Manuel no se ha ido del todo o tal
vez le horrorice pensar que Manuel no volverá nunca y que seguir la vida implicaría
resituar la ausencia de Manuel en su vida y poder continuar con la suya.
Desde luego no está teniendo un duelo adaptativo. Creo que el duelo
complicado de maría es una forma de protegerse ante la difícil realidad de asumir la
pérdida de su hijo Manuel. Cree firmemente que su responsabilidad era protegerle y
cuidarle. Le ha fallado, nunca debía haber ocurrido. Como ella es la culpable debe
cumplir castigo por eso y se ha autoimpuesto el no disfrutar de nada pues sería fallarle
a su hijo.

2. ¿Qué factores de riesgo y/o protección están asociados al mismo?

A) FACTORES DE RIESGO:

Factores relacionales:
 María es la madre de Manuel. Manuel era el hijo favorito de María.
 Parece ser que había una relación muy dependiente de la madre hacia el
hijo y al revés.

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Factores circunstanciales:
 Se trata de una muerte en accidente, por lo tanto traumática e inesperada.
 No hubo posibilidad de despedirse de Manuel.

Factores Históricos:
 María presenta historial depresivo anterior según me ha contado ella
misma.
 Comenta que tuvo un duelo también muy complicado con la muerte de su
padre que falleció siendo ella niña, cuando tenía 12 años en un accidente de
trabajo.
 Comenta que el estilo de vivir el duelo es algo que se ha visto en la familia
ante pérdidas anteriores. María es de un pueblo de Murcia donde existen
tradiciones como el llevar luto riguroso y no participar en la vida social que
antes se tenía como por ejemplo ir a comer fuera, ir a fiestas…

Factores personales:
 Personalidad: María tiene una personalidad dependiente y con tendencia a
la depresión. Tiene un estilo de afrontamiento que le lleva a culpabilizarse
por situaciones que, como en este caso, no podían ser controladas
(accidente).
 Presenta ideas irracionales y pensamientos automáticos que le llevan a
permanecer en el estrés ante la pérdida y le mantienen en un estado de
angustia existencial.
 Determinadas creencias religiosas y culturales respecto a la muerte no
están sirviendo de elemento positivo para el afrontamiento del duelo.
Manifiesta tener fe pero cree que Dios no está siendo justo. Que la muerte
de su hijo es alguna especie de castigo.

Factores sociales:
 Hay una negación social ante la pérdida. No soporta que el resto de sus
amigas sigan con su vida, con sus hijos. ¿Por qué a ella?
 El contexto familiar y social, después de dos años, no facilita la expresión
del dolor de María. Y no lo facilita porque su marido e hija si han hecho un
proceso de duelo normalizado. El entorno familiar intenta animarla,
invitarla a salir, pero ella solo quiere hablar de su hijo y de su dolor. Esto ha
ocasionado que haya distancia respecto a todas aquellas personas que no
comparten la intensidad de su dolor o no comparten el vivir el duelo como
ella lo está haciendo y esto hace que se sienta sola en su dolor.

B) FACTORES DE PROTECCIÓN

Ahora mismo no veo factores de protección que pudieran ayudar a María a salir
del duelo complicado, ya que:

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 Aunque se da apoyo familiar y social en su entorno, María lo rehúye porque
no le comprenden. La familia no sabe cómo ayudarle ya. Están cansados
después de dos años.
 Por lo tanto la comunicación en casa es casi nula. Como nadie le entiende,
la comunicación con gente de su entorno conocida y que podría ser positiva
para ella no existe apenas.
 Existe presencia de depresión o ánimo depresivo-nostálgico en su estilo de
personalidad y esto no le ayuda tampoco.
 No muestra mucha capacidad de resiliencia.
 La espiritualidad es vivida como algo negativo, un Dios injusto que castiga.

C) ¿Cuál sería la intervención adecuada?

Considero que en este caso, María, si necesita una ayuda especializada.


Por ello, antes de intervenir, y además de establecer el vínculo adecuado con
María y que permita que confíe en nosotros hay que hacer una primera evaluación
multidimensional para conocer en qué momento se encuentra del duelo, que tareas se
han iniciado y cuales no; que estrategias de afrontamiento existen, que dificultades,
que factores mediadores existen e invitarla a participar en el proceso de Counselling
pues solo ella es la responsable de introducir cambios en su vida.
Para intervenir nos basaremos en el Modelo Humanizar (Magaña y Bermejo,
2013) que plantea la acción según bloques que no tienen por qué ser secuenciales y
que permiten trabajar y facilitar la comprensión y orientación en las distintas
dimensiones vinculadas al duelo.
Veamos los bloques:
Bloque 1: Comprendiendo mi duelo.
Facilita la identificación de las pérdidas y permitirá que María se vea como una
persona que vive un proceso de adaptación. María representa reacciones emocionales
incompatibles con la elaboración del relato presentando mucha labilidad emocional y
que le imposibilita la vivencia sana del duelo. También presenta dificultades para vivir
la vida cotidiana y está abandonando dimensiones importantes del día a día como el
cuidado de su familia, de su propia imagen, de las relacione sociales. También presenta
sintomatología disociativa: sueña continuamente, no consigue centrarse para realizar
tareas que requieran una mayor concentración como conducir y esto le hace que
experimente muchos miedos. Tiene una sensación de descontrol sobre todo y sobre
todos.
En este caso desde el respeto y la acogida empática le ayudaremos a narrar
para que utilice un lenguaje lo más realista posible sobre lo ocurrido con su hijo.
Respetaremos y trabajaremos con cuidado la confrontación de sus mecanismos de
defensa validando su sufrimiento sin juicios ni reproches pues cada duelo es único y
particular, solo así conseguiremos que María se acepte y se sienta libre para expresar y
que viva el proceso de relación de ayuda con la garantía de que es comprendida; para
todo ello va a ser fundamental el conceder el tiempo que sea necesario pues cada
persona tiene sus tiempos.
Bloque 2. Yo ante mi duelo.

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María no es consciente de los mecanismos que utiliza para entrar en contacto
con la realidad de la pérdida bien a través de la negación (Manuel se ha ido para
siempre) o de la evitación. También observamos momificación pues se conservan los
espacios como si Manuel pudiera volver a utilizarlos; igualmente hay presencia de
rumiaciones que producen aislamiento social y que han ocasionado un cansancio real
en su esposo e hija.
María requiere ser ayudada para que pueda elaborar una narración integradora
que le permita tener claridad de la pérdida y le permita vislumbrar el camino a
recorrer
Bloque 3. Sintiendo mi duelo.
Es fundamental que María conecte con sus emociones, el cómo las vive y que
sea consciente del manejo que tiene sobre ellas. Tiene que aprender a entender sus
rumiaciones que son improductivas y no le ayudan en su proceso de canalización de las
emociones. María se niega a ceder ante el hecho de dejar de pensar en su hijo. Por
otro lado sus emociones desadaptativas están provocando sentimientos presentes de
culpa, soledad, miedo y desesperanza.
Será necesario acompañarle en la búsqueda de las verdaderas emociones que
están escondidas bajo las emociones que siente. Que aprenda a definirlas, que las
sitúe al nivel al que puedan pertenecer: cognitivas, conductuales o fisiológicas. Solo
entonces podrá “reelaborarlas”. Más tarde buscaremos el porqué de esas emociones
intentando clarificar su inicio. Exploraremos también la forma en qué esas emociones
tienen de expresarse y cómo repercuten en su día a día y le hacen permanecer en el
duelo.
Bloque 4. Reorganizando mis capacidades.
¿Cuáles son las dificultades que María tiene cada día y cuáles son las
capacidades con las que cuenta?
María se siente incapaz de salir de esta espiral emocional de dolor, se siente
descontrolada. Habrá que valorar si María manifiesta incapacidad para salir de esta
situación o no. Está bloqueada emocional y conductualmente llegando a caer en
inactividad y dejación.
Será necesaria una reestructuración cognitiva a fin de reconducir las
cogniciones distorsionadas, definiendo y haciendo patentes los recursos personales
con los que cuenta para salir de esta situación. Es necesario que identifique cuales son
los problemas que ha ocasionado la pérdida (solución de problemas), buscar las
posibles soluciones analizando las distintas alternativas y pasando a una posterior
ejecución y evaluación.
Bloque 5. Recordar y sentir el afecto
El objetivo es que pueda recordar a Manuel sin dolor. En su caso el hecho
trágico de su muerte añade aún más dolor a la pérdida en sí. El recuerdo debe ser
elaborado no solo desde la pérdida, desde el accidente, sino ayudarle a crear una
narrativa más compleja incorporando recuerdos positivos (por ejemplo, momentos
felices vividos). Será importante también reflexionar sobre el mundo simbólico que
está mediando el vínculo con el fallecido. Buscar alternativas para que ese vínculo,
ahora más espiritual, posibilite una relación con la persona fallecida vivido desde el no-
dolor y desde el no-olvido.
Bloque 6. Los otros, mi duelo y yo.

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María tiene problemas de relación con el resto de las personas por la forma en
como está viviendo el duelo. Esto le hace mostrar desapego e incluso crítica y
hostilidad hacia todos aquellos que “no le entienden”.
Será necesario el entrenamiento en la asertividad para que pueda redefinir y
entender los distintos procesos de duelo que han vivido el resto de personas ante el
fallecimiento de Manuel (esposo, hija, amigos…). Esto facilitará la reconstrucción de las
relaciones familiares e interpersonales en general, recibiendo, a su vez, una mayor
respuesta empática por parte de los demás y que acabará favoreciendo la creación de
“nuevos” vínculos significativos con los otros.
Bloque 7. Y ahora, quién soy yo
María conseguirá una nueva identidad, resultado de haber vivido el duelo como
una posibilidad de redescubrimiento personal (con sus fortalezas y debilidades).
Facilitar la experiencia, la búsqueda, la introducción de cambios y su evaluación
posterior le hará más fuerte y le dotará de mejores herramientas ante la posibilidad de
vivir un posterior duelo.
Le acompañaremos en su búsqueda de dotar de un nuevo sentido al
sufrimiento, más funcional, más adaptativo y como requisito para un crecimiento
madurativo que podría ayudar, a su vez, a acompañar los procesos de duelo de otras
personas que hayan pasado por situaciones parecidas. En definitiva, convertirse en un
persona más resiliente, capaz de superar las adversidades de la vida y de utilizar dichas
experiencias para crecer.

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