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PSICOLOGIA DEL DUELO

Aunque el duelo no es una enfermedad (Poch, 2003), es un acontecimiento vital


estresante de primera magnitud, que tarde o temprano hemos de afrontar, casi
todos los seres humanos. La muerte del hijo/a y la del cónyuge, son
consideradas las situaciones más estresantes por las que puede pasar una
persona (Holmes, 1967; Dohrenwend, 1994).

DEFINICIÓN

El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida


(pérdida de un empleo, pérdida de un ser querido, pérdida de una relación,
etc.). Aunque convencionalmente se ha enfocado la respuesta emocional de la
pérdida, el duelo también tiene una dimensión física, cognitiva, filosófica y de la
conducta que es vital en el comportamiento humano y que ha sido muy
estudiado a lo largo de la historia.

También podemos definirlo como la pérdida de una persona, animal, objeto o


evento significativo. Se trata de una reacción principalmente emocional y
comportamental en forma de sufrimiento y aflicción, cuando el vínculo afectivo
se rompe.2

Características:

 Es un proceso único e irrepetible, dinámico y cambiante momento a


momento, persona a persona y entre familias, culturas y sociedades.
No es un proceso que siga unas pautas universales (Poch, 2003).
 Se relaciona inequívocamente con la aparición de problemas de
salud:

o El riesgo de depresión en viudos/as se multiplica por cuatro


durante el primer año (Zisook, 1991).
o Casi la mitad de viudos/as presentan ansiedad generalizada o
crisis de angustia en el primer año (Jacobs, 1990).
o Aumenta el abuso de alcohol (Maddison, 1968) y fármacos; la
mitad de las viudas utilizan algún psicofármaco en los 18
primeros meses de duelo (Parkes, 1964).
o Entre un 10-20% de los dolientes desarrollan un duelo
complicado (Kristjanson, 2006).

 Aumenta el riesgo de muerte principalmente por eventos cardiacos y


suicidio (Kaprio, 1987); los viudos tienen un 50% más de
probabilidades de morir prematuramente, durante el primer año
(Helsing, 1981).

 La población en duelo demanda un mayor apoyo sanitario,


incrementando el consumo de recursos (un estudio realizado en
atención primaria (López, 2001) muestra un aumento del 80%, en
consultas de dolientes respecto población general; otros estudios
obtienen resultados similares: ascenso de un 63% de consultas de
viudas en los 6 primeros meses (Parkes, 1964) y cuatro veces las de
viudos durante los 20 primeros meses (Tudiver, 1995). Todo esto
quizá también indique la pérdida de las redes sociales y, con ellas,
muchos de los recursos clásicos para el doliente (familiares,
religiosos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc.).

Elaboración del duelo

Por elaboración del duelo se entiende el transcurso del proceso desde que la
pérdida se produce hasta que se supera. Esta elaboración puede comenzar
antes de la pérdida, en el caso de que ésta se pueda prever con cierta
antelación.

En relación con la elaboración previa o duelo anticipatorio, existe el preduelo, si


bien son conceptos diferentes.

Determinantes en la elaboración del duelo

Algunos determinantes que influyen en la elaboración del duelo en caso de


muerte son los siguientes:

 el tipo de relación afectiva con el fallecido

 duración de la enfermedad mortal y la agonía, en caso de existir

 grado de parentesco

 carácter de la muerte

 aspecto del cadáver

 grado de dependencia

 sexo del superviviente

 soporte social, redes sociales

 ideas religiosas o filosóficas o espirituales

 presencia o no de otras experiencias de duelo

A esto habría que añadir el factor cultural y social, que puede hacer que la
elaboración del duelo difiera mucho, si bien no deja de ser fundamental el tipo
de vínculo y el apego que el deudo tenía con el ser fallecido. Otro factor a
considerar es la presencia de terceros a los que la pérdida les afecte, con lo
que se puede dar un duelo solidario.

MANIFESTACIONES EXTERNAS E INTERNAS DEL DUELO

La manifestación externa del duelo es el luto, que es su expresión más o


menos formalizada y cultural. El duelo psicológico tiene en el luto su correlato
más social.

Todas estas manifestaciones que a continuación vamos a señalar de manera


sucinta deben ser matizadas por el hecho de que la expresión de duelo no es
universal, ni uniforme, ni homogénea, y posee diferentes matices, expresiones,
ritos y comprensiones desde variables socioculturales.

En efecto, nunca hay que olvidar que las manifestaciones de duelo no son
universales, generalizables, sino que vienen mediadas por la cultura en las que
sucede.

De las manifestaciones externas del duelo, señala Tizón19, no puede deducirse


la intensidad del dolor privado.

Veamos las vivencias más comunes en nuestro medio:

1. Dimensión física. Se refiere a las molestias físicas que pueden


aparecer a la persona en duelo. Sequedad de boca, dolor o sensación
de “vacío” en el estómago, alteraciones del hábito intestinal, opresión en
el pecho, opresión en la garganta, hipersensibilidad a los ruidos, disnea,
palpitaciones, falta de energía, tensión muscular, inquietud, alteraciones
del sueño, pérdida del apetito, pérdida de peso, mareos.
Algunas investigaciones han demostrado que las situaciones de estrés
están íntimamente relacionadas con la inmunodepresión y, por tanto, el
organismo humano es más vulnerable a enfermar.
Y obviamente la muerte de un ser querido es una de las experiencias
más estresantes.
2. Dimensión emocional. Aquí señalamos los sentimientos que el deudo
percibe en su interior. Los estados de ánimo pueden variar y
manifestarse con distintas intensidades. Los más habituales son:
sentimientos de tristeza, enfado, rabia, culpa, miedo, ansiedad, soledad,
desamparo e impotencia, añoranza y anhelo, cansancio existencial,
desesperanza, abatimiento, alivio y liberación, sensación de abandono,
amargura y sentimiento de venganza.

Sentimientos:

Tristeza. La tristeza es el sentimiento más común que se ha encontrado en


las personas en duelo, no se manifiesta necesariamente a través de la
conducta de llorar, pero sí lo hace así a menudo, conjeturar que llorar es
una señal que evoca una reacción de comprensión y protección por
parte de los demás y establece una situación social en la que las leyes
normales de conducta competitiva se suspenden.
Enfado. El enfado se experimenta con mucha frecuencia después de una
pérdida. Puede ser uno de los sentimientos más desconcertantes para el
superviviente y, como tal, está en la base de muchos de los problemas
del proceso de duelo. (…) Si el enfado no se reconoce adecuadamente,
puede dar lugar a un duelo complicado.
Culpa y autorreproche. La culpa y el autorreproche son experiencias
comunes entre los supervivientes: culpa por no haber sido
suficientemente amable, por no haber llevado a la persona al hospital
antes y cosas por el estilo. Normalmente, la culpa se manifiesta respecto
a algo que ocurrió, o algo que se pasó por alto en el momento de la
muerte. La mayoría de las veces la culpa es irracional y se mitigará a
través de la confrontación con la realidad.
Ansiedad. La ansiedad en el superviviente puede oscilar desde una ligera
sensación de inseguridad, hasta fuertes ataques de pánico, cuanto más
intensa y persistente sea la ansiedad, más sugiere una acción de duelo
patológica. La ansiedad proviene normalmente de dos fuentes. La
primera es que los supervivientes temen que no podrán cuidar de sí
mismos solos y con frecuencia hacen comentarios como “No podré
sobrevivir sin él”. La segunda es que la ansiedad se relaciona con una
conciencia más intensa de la sensación de muerte personal: la
conciencia de la propia mortalidad, aumentada por la muerte de un ser
querido. Llevada al extremo, esta ansiedad puede transformarse en una
verdadera fobia.

Soledad. La soledad es un sentimiento del que hablan con mucha


frecuencia los supervivientes, particularmente los que han perdido al
cónyuge con el que tenían una estrecha relación en el día a día. Aunque
están muy solas, muchas viudas no salen porque se sienten más
seguras en su casa. El apoyo social puede ser útil para la soledad
social, pero no mitiga la soledad emocional que provoca la ruptura de
una relación. A veces existe una correlación entre la soledad y la
necesidad de ser tocado, sobre todo en el caso de pérdida del cónyuge.
Fatiga. La fatiga se ha podido observar, es algo que se da con frecuencia
en los supervivientes. A veces se puede experimentar como apatía o
indiferencia. Este nivel tan alto de fatiga puede ser sorprendente y
molesto para la persona que normalmente es muy activa. La fatiga suele
ser muy restrictiva y puede ser un síntoma clínico de una depresión.
Impotencia. Un factor que hace que el acontecimiento de la muerte sea tan
estresante es la sensación de impotencia que puede suscitar. Este
correlato cercano a la ansiedad, se presenta a menudo en las primeras
fases de la pérdida. Las viudas en particular, se sienten muchas veces
extremadamente impotentes.
Shock. El shock se produce muy a menudo en el caso de muertes
repentinas. Por ejemplo, alguien le avisan vía telefónica de que el ser
querido o el amigo está muerto; a veces, incluso cuando la muerte es
esperada, cuando se produce a consecuencia de una enfermedad
progresiva y deteriorante, al enterarse, el superviviente experimenta el
shock.
Anhelo. Parkes ha observado que el anhelo es una experiencia normal
entre los supervivientes, particularmente entre las viudas que estudió, es
una respuesta normal a una pérdida. Cuando disminuye puede ser señal
que el duelo se está acabando, si no es así, puede ser un síntoma
clínico que indica un “duelo traumático”.
Alivio. Muchas personas sienten alivio después de la muerte de un ser
querido, sobre todo si ese ser sufrió una enfermedad larga o
particularmente dolorosa. También puede aparecer cuando la persona
fallecida ha mantenido una relación especialmente difícil y muy
prolongada con la persona que experimenta el duelo. Sin embargo,
normalmente a esta sensación de alivio la acompaña otra de culpa.
Insensibilidad. También es importante mencionar que algunas personas
presentan ausencia de sentimientos; después de una pérdida se sienten
insensibles, esto se suele experimentar al principio del proceso de duelo,
al tener conocimiento de la pérdida. Probablemente ocurre, porque hay
demasiados sentimientos que afrontar y permitir que se hagan

3. Dimensión cognitiva. Se refiere a lo mental. Dificultad para


concentrarse, confusión, embotamiento mental, falta de interés por las
cosas, ideas repetitivas, generalmente relacionadas con el difunto,
sensaciones de presencia, olvidos frecuentes.
4. Dimensión conductual. Se refiere a cambios que se perciben en la
forma de comportarse con respecto al patrón previo.
Aislamiento social, hiperactividad o inactividad, conductas de búsqueda,
llanto, aumento del consumo de tabaco, alcohol, psicofármacos u otras
drogas.
5. Dimensión social. Resentimiento hacia los demás, aislamiento social.

6. Dimensión espiritual. Se replantean las propias creencias y la idea de


trascendencia.
Se formulan preguntas sobre el sentido de la muerte y de la vida.

Etapas del duelo individual

Lindenmann, Brown, Schulz describen 3 fases :

1. Fase inicial o de evitación: Reacción normal y terapéutica, surge como


defensa y perdura hasta que el Yo consiga asimilar gradualmente el golpe.
Shock e incredulidad, incluso negación, que dura horas, semanas o meses.
Sentimiento arrollador de tristeza, el cual se expresa con llanto frecuente. Inicia
el proceso de duelo (el poder ver el cuerpo), y lo que oficializa la realidad de la
muerte es el entierro o funeral, que cumple varias funciones, entre ellas la de
separar al muerto de los vivos.

2. Fase aguda de duelo: Dolor por la separación, desinterés por el mundo,


preocupación por la imagen del muerto, incluso seudoalucinaciones, la rabia
emerge y suscita angustia. Trabajo penoso de deshacer los lazos que
continúan el vínculo con el ser amado y reconocer la ambivalencia de toda
relación; todas las actividades del doliente pierden significado en esta fase. Va
disminuyendo con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones como los
aniversarios y puede durar 6 meses o más.

3. Resolución del duelo: Fase final, gradual reconexión con vida diaria,
estabilización de altibajos de etapa anterior. Los recuerdos del ser
desaparecido traen sentimientos cariñosos, mezclados con tristeza, en lugar
del dolor agudo y la nostalgia.

Se describen 4 tareas para completar el duelo:

 Aceptar la realidad de la pérdida.

 Experimentar la realidad de la pérdida.

 Sefantir el dolor y todas sus emociones.

 Adaptarse a un ambiente en el cual falta el ser que murió, aprender a


vivir en su ausencia, tomar decisiones en soledad, retirar la energía
emocional y reinvertirla en nuevas situaciones o relaciones.

También se pueden encontrar otras fases del duelo pues por discrepancia de
autores se tiene entre 3 o 4 fases.

Tipología del duelo

El duelo no es una enfermedad, aunque puede llegar a serlo si su elaboración


no es correcta. Diferentes autores han dado diferentes tipologías de duelo, si
bien se carece de una tipología comúnmente aceptada por todos. Se plantea
la que a continuación se describe.

1. ANTICIPADO: precedido con tiempo y pleno conocimiento de la


situación, permite prepararse anímicamente.

2. RETARDADO: es un duelo inhibido o reprimido. Se puede tener una


reacción emotiva en el momento de la perdida, pero no va en proporción
con el significado de la perdida de un ser querido. El pesar se manifiesta
con cierta exageración más adelante cuando la perdida es reactivada
por una perdida menor.

3. CRONICO: Es un pesar inusitadamente intenso que no diminuye con el


tiempo y, por lo tanto, se transforma en una manera de ser.

4. EMERGENTE: El sufrimiento aparece por etapas, fechas o


circunstancias.

5. PATOLÓGICO: El duelo anormal puede presentarse de diversas


maneras, que va desde el retraso del duelo, o la ausencia de este, hasta
un duelo muy intenso y prolongado.
6. NEGADO: Es la ausencia de la expresión del duelo en el momento de la
perdida.

7. EXTRAORDINARIO: Ocasionado por situaciones críticas de la muerte;


aborto, suicidio, homicidio, tortura, cuerpos sin aparecer, guerras, etc.

8. SALUDABLE O POSITIVO: Te planteas el gran desafío de reincorporarte


al mundo a partir de una nueva identidad, de un nuevo conocimiento de
nosotros mismos, en el cual no esta incluido nuestro ser querido
fallecido, lo que no significa que vayamos a olvidarlo.

FASES DE ELABORACIÓN DEL DUELO DE UN SER QUERIDO

Para poder resolver adecuadamente el proceso del duelo, de la muerte de


un ser querido, es necesario e indispensable pasar por la siguientes fases
de elaboración.

1.- Aceptar la muerte del ser querido

Justamente después de conocer la muerte de alguien importante en nuestras


vidas puede aparecer un sentimiento de incredulidad, algo dentro de nosotros
que nos dice que es imposible que eso haya ocurrido, pero resulta tan fuerte
que incluso aunque lo estemos viendo lo seguiremos negando.

Esto es un proceso que utiliza el cerebro para no sufrir. Cuando él estima


que el dolor puede tener una intensidad superior a lo que se puede soportar
puede reaccionar de este modo. Otras formas de evitar ese dolor es
provocando desvanecimientos en la persona, por eso muchas veces vemos
como familiares y amigos se desmayan ante tanto dolor, porque no pueden
soportarlos, es tal la amargura, el abatimiento, el dolor que su cuerpo
reacciona de este modo.

A pesar de todo el dolor que estemos experimentando debemos tratar de


aceptar que esa persona ya no está entre nosotros, porque es la única
manera de poder continuar nuestra vida además de ser la realidad por muy
cruda que nos resulte y no podemos cambiarla.

2.- Asumir el desgaste y las emociones que esa muerte genera.

La teoría, como casi siempre, puede resultar fácil pero la práctica no lo es


tanto. En este momento de pérdida tan importante se suele dejar de comer,
de preocuparse por uno mismo y hay un acusado abandono de la persona
que está sufriendo. Lo ideal es que nos hagamos una idea de las
dimensiones que la tragedia nos está provocando, de este modo podremos
tratar de controlarlas de alguna manera. Debemos asimilar el dolor y para ello
lo mejor es sacarlo de dentro, expresarlo del mejor modo que podamos,
hablando, llorando…porque sino terminará por consumirnos poco a poco.

3.- Adaptarse a la ausencia del ser querido, aprender a vivir sin él.

Tras un acontecimiento de esta índole debemos darnos cuenta que le vida


sigue, que no se para en ese fatídico día, por ello debemos continuar nuestra
rutina diaria de este modo sobrellevaremos el dolor. No podemos
quedarnos estancados sino que seremos fuertes y aprenderemos a vivir con
esta ausencia.

4.- Interiorizar la muerte como algo más que forma parte de nuestras
vidas y de este modo poder rehacer nuestra vida.

Una vez asimilado el hecho de lo ocurrido y de que no volveremos a ver a


esa persona, comenzaremos a vivir nuestra vida lo mejor posible, para ello es
bueno estar activo, salir a la calle, distraernos, ocupar todo el tiempo
posible del día. Las actividades que realicemos cuanto más involucrados
estemos mejores resultados nos darán.

¿CÓMO PUEDEN AYUDAR FAMILIARES Y AMIGOS?

Los familiares y amigos pueden ayudar dedicando tiempo a la persona que


está en duelo. No se necesitan demasiadas palabras de consuelo sino más
bien la voluntad de estar con ellos durante el período de tiempo de su dolor y
pena. Un brazo amable sobre los hombros expresará atención y apoyo cuando
las palabras no son suficientes. Con el tiempo, ellos podrán superarlo, pero
primero necesitan hablar y llorar. A algunas personas les puede resultar difícil el
comprender porqué el que está en duelo persiste en hablar sobre lo mismo una
y otra vez, pero esto forma parte del proceso normal de resolución del duelo y
debe ser estimulado. Si usted no sabe que decir, o incluso no sabe si hablar
sobre ello o no, sea honesto y dígalo. Esto dará a la persona en duelo una
oportunidad para expresarle su deseo, qué es lo que quiere. Con frecuencia los
demás evitan el mencionar el nombre de la persona fallecida por miedo al
trastorno que esto pueda causar. Sin embargo, la persona en duelo puede
interpretar este hecho como que los demás han olvidado su pérdida, añadiendo
una sensación de soledad a sus sentimientos de dolor.

Debe recordarse que las ocasiones festivas y los aniversarios (no solamente de
la muerte sino también de la boda o el cumpleaños) son momentos
particularmente dolorosos en los que los familiares y amigos deben hacer un
esfuerzo especial por estar cerca de la persona afligida por el duelo.

La ayuda práctica con la limpieza, las compras o el cuidado de los niños puede
aliviar la sobrecarga que implica el estar solo. Los cónyuges ancianos en duelo
pueden precisar de ayuda con aquellos cometidos que el cónyuge fallecido
solía asumir, como encargarse de las facturas, cocinar, las labores de la casa,
revisar el coche, etc.
Es importante el conceder a la persona en duelo el tiempo suficiente para la
superación del mismo. Algunas personas parecen superar la pérdida
rápidamente, pero otras precisan de más tiempo. Así, no es conveniente exigir
demasiado pronto de un amigo o familiar en duelo, ya que precisan de tiempo
para superarlo de una forma adecuada que les evite problemas en el futuro.

Ayuda profesional

En los casos en los que cueste superar la elaboración del duelo, éste puede
convertirse en un problema e incluso en lo que los psicoterapeutas llaman
duelo patológico. Si esto sucede o antes de que suceda, conviene acudir a un
profesional de la salud emocional (psicólogo o psiquiatra o tanatólogo), para
que dé las indicaciones.

Referencias

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