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Trabajo Integrador
Grupo: 8
Materia: Psicopatología
Ciudad de Corrientes
Introducción
En el presente trabajo se tuvieron en cuenta los textos y autores que consideramos más
una construcción teórica y una indagación que guarde relación con el video propuesto por la
En esta conferencia, se exponen en un debate las diversas posturas más relevantes que posee
torno a la salud mental, la cuestión de las internaciones y los psicofármacos, la distinción entre
normalidad y anormalidad, la antipsiquiatría, etc. Todas estas cuestiones debatidas allí, nos
permitirán entonces llevar a cabo un análisis realizando un recorrido por los ejes temáticos de la
presente cátedra, como así también, desde luego, nos darán lugar y material para la reflexión
personal.
Trabajo Integrador
Relacionar la trama discursiva con la locura parece ser una tarea de gran dificultad para
aquellos que intentan separarlas, conflicto que claramente se refleja en la discusión que tenían
relación entre ambas y su mutua dependencia es algo de lo que podríamos dar cuenta utilizando
“No niego que exista una persona que sufra padecimientos mentales, pero tenemos que
insertarla en un contexto particular que es la sociedad en la cual vivimos, que está regulada por
un sistema social que es el que nos impone qué somos y qué no somos”, afirmaba Franco
teniendo en cuenta este planteo y en relación con “Historia de la locura” (1967), estamos en
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social. De hecho, es muy interesante el análisis que hace el autor de cómo al final de la Edad
pero en el siglo XVII el discurso cambia radicalmente, y la locura termina considerándose una
“sin razón”, siendo los enfermos excluidos y encerrados para ser tratados.
De esta manera y siendo que locura y sociedad están en estrecha relación, podemos entender
el cambio de perspectiva del que hablaba Foucault (1967) tomando el aporte de Marité Colovini
(2008) acerca de los criterios entre lo normal y lo patológico: uno de ellos, el ideológico, tiene
que ver con considerar la anormalidad como aquello que no se adecúa a una norma definida
profesionales de Mesa Redonda comparten este criterio ideológico: de hecho, el Dr. Calderón y
el Dr. Toledo se posicionan bajo un criterio de índole más estadística, considerando como normal
al promedio de la sociedad. Ahora bien, nos preguntamos, ¿cómo entender a este promedio que
define la normalidad? ¿En qué se basa dicho promedio y por qué hay una mayoría que se
Teniendo en cuenta un criterio ideológico y pensando a la locura como inserta en una trama
social, como recalcaban en el debate Franco Basaglia y Thomas Szasz, podemos afirmar que no
todos logran adecuarse a la “forma”, al “promedio” que promueve la sociedad como normal. De
hecho, hay quienes huyen de esta realidad regida bajo el promedio, como es el caso de los
psicóticos. En este punto nos será de gran utilidad “Pérdida de realidad en neurosis y psicosis”
(1924), para comprender la relación entre la realidad y estos dos cuadros. En el caso de la
construye una nueva realidad que “ya no ofrece el mismo motivo de escándalo que la
abandonada” (Freud, 1924, p. 195). La realidad, por ende, es desmentida y sustituida por otra,
solo ellos entran en conflicto con la realidad, también los neuróticos. Cada neurosis perturba de
algún modo el nexo del enfermo con la realidad, es para él un medio de retirarse de esta. La
evita. Además, en esta última tampoco faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra
más acorde al deseo, esto es posible a través de las fantasías. En palabras de Marie Langer:
La locura es una huida de la realidad, ahora es una huida de la realidad que impone
determinada sociedad, huyen las personas que no pueden resistir ya sea por su historia personal,
sea por una situación global o sea también por factores físicos, hay un intercambio constante
Finalmente quisiera decir una cosa, primero el concepto de la locura, el psicótico, el loco, es una
persona sumamente angustiada, y lo otro, Freud sostuvo que todos nosotros tenemos nuestras
locuras, nuestros núcleos locos, y que entre el normal y el loco hay solamente una diferenciación
cuantitativa (1975).
Siguiendo con esta línea es de gran importancia preguntarse, tanto en la neurosis como en la
psicosis, ¿por qué se entra en conflicto con la realidad? S. Freud, en su texto “Manuscrito H”
intelectual, en cambio para la psicología, tanto las representaciones obsesivas como las
un conflicto, un proceso psicológico. Estos conflictos tienen que ver con lo expuesto
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anteriormente por la Dra. Langer. Tanto la paranoia, como la histeria, la neurosis obsesiva y la
confusión alucinatoria, tienen que ver con un modo patológico de la defensa, por lo tanto, uno se
Teniendo en cuenta esta diferenciación entre las consideraciones acerca del porqué de la
perturbación, las cuales se ven también manifiestas en el debate, podemos comprender además
constantes a las clasificaciones y grupos que hace el Dr. Calderón, dan cuenta de una noción
sobre el síntoma que subyace: el síntoma como índice de una patología y disfunción, que permite
realizar una posterior clasificación. Síntoma que, según la medicina, debe ser suprimido
mediante, por ejemplo, los psicofármacos de los que se enorgullece el Dr. Toledo. Ahora bien,
esta concepción dista desde luego de la que sostienen los psicoanalistas de Mesa Redonda, que
La posición del síntoma asume en el psicoanálisis una función diferente que en la psiquiatría
porque, sin dejar de constituir una forma patológica, construye un componente esencial y una
herramienta para la cura ya que por su intermedio y elaboración permite recuperar los elementos
Ahora bien, estas diferencias entre las concepciones psiquiátrica y psicoanalítica que se
muestran en el debate, pueden ser situadas también en cuanto a la perspectiva acerca del
diagnóstico. Podemos nombrar dos tipos que se corresponden a cada concepción; por un lado el
busca introducir o encasillar a ciertos individuos dentro de una clase más amplia, dentro de una
por otro lado encontramos el diagnóstico estructural; éste se adecúa mayormente al propósito del
psicoanálisis, en tanto implica delinear un trayecto para determinar cuál es la estrategia del sujeto
frente a la falta del Otro y de esta manera, la posición de la transferencia y la asociación libre.
Asimismo, indaga sobre la etiología de estos padecimientos, a saber, las posibles causas,
tomando los señalamientos de Marité Colovini (2008), que, dentro de la lógica médica, nombrar
decir algo de aquello que es lo más propio, lo más singular, lo que lo diferencia: la perturbación
Manuscrito H (1895) y a lo que hace referencia la Dra. Langer al hablar de no tolerar la realidad.
Desarrolladas estas diferencias entre ambas posturas, cabría preguntarnos el porqué de las
mismas. ¿A qué se debe el hecho de que la psiquiatría no considere la verdad del síntoma o que
los hospitales mentales? En este punto resulta conveniente traer a colación una ética de la que
habla Mazzuca (2013), que es aquella a la que responden, por ejemplo, el Dr. Calderón y el Dr.
Toledo: la ética utilitarista, que brega por el bienestar, pero a escala social, ética que sostiene una
que el Dr. Toledo advierte que dejar sueltos a los psicóticos supondría un problema legal que
debe evitarse. Claramente, el “evitar” pasa por el proteger a la sociedad y asegurar su bienestar y
orden. De esta manera, podemos entender los reclamos que hace la posición anti psiquiátrica de
Franco Basaglia o Thomas Szasz, quienes recalcan que el encierro tiene que ver en realidad con
un miedo, con una custodia y con un control, no con una cura en sí.
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Estas diferencias teóricas y las distintas posturas frente al encierro en hospitales mentales que
exponen los especialistas en el debate nos llevan a pensar, entonces, que la salud mental
concebida desde la psiquiatría tiene que ver con una ética utilitarista donde tener salud mental se
liga estrechamente con el hecho de resultar útil para la sociedad y encajar con el orden de la
misma para no perturbarla. Sin embargo, el psicoanálisis y su “verdad del síntoma” no coincide
con esta ética, ya que le otorga valor a los síntomas en vez de encerrarse únicamente en la
responde al bienestar social sino al del paciente. En este sentido, la psiquiatría y el hecho de no
aceptar la afectividad como causa de la enfermedad supondría, entonces, una reducción de costos
necesaria para la sociedad utilitaria de hoy en día, opuesta a la singularidad a la que apunta el
psicoanálisis.
Ahora bien, es en este marco de diferencias, que surge un giro discursivo radical en los años
60’s y 70’s: si la psiquiatría pasó por una larga evolución desde Pinel y Esquirol hasta las
clasificaciones de Kraepelin y las críticas de las mismas, una nueva perspectiva completamente
opuesta tiene lugar en la historia y en este debate de Mesa Redonda, una postura que agranda el
“Espacio Psico” del que hablaba Filippini y que vemos reflejada sobre todo en los postulados de
Thomas Szasz, Franco Basaglia y Eliseo Verón: la antipsiquiatría. Denunciando los procesos y
éticas subyacentes de la psiquiatría a la que el Dr. Calderón y el Dr. Toledo le son fieles, aquella
concepción de normalidad como lo hizo Foucault (1967) al indagar los discursos de las distintas
épocas, de hecho no es casual que el auge de las teorías de este autor haya tenido lugar en la
Analizando esta última postura con la psicoanalítica del Dr. Caruso y la Dra. Langer, es
exclusiva de la antipsiquiatría, de hecho es más propia de Sigmund Freud que de alguien más:
recordemos que fue este autor quien, al indagar el Caso Schreber, plantea (en oposición a la
psiquiatría) que el conflicto primario de Schreber era volverse mujer, y que en todo caso el
delirio del contacto con Dios y de devolver la bienaventuranza al mundo era el punto de
estabilización del delirio, es decir, la construcción de una nueva realidad que realizó Schreber,
donde ser mujer no supondría un conflicto porque estaría justificado divinamente, parafraseando
a Freud (1911). De esta manera, ¿podemos afirmar que Schreber es “anormal”? ¿O acaso sería
más conveniente decir que simplemente no toleró la normalidad impuesta por la sociedad y se
defendió de ella con una defensa patológica para la cual se encontraba predispuesto?
estadísticos y orgánicos.
Conclusión
El debate analizado en el presente trabajo nos ha brindado un claro reflejo del “Espacio Psico”
perspectivas que entre sí suponen conflictos. Sin embargo, como decía la autora: “si quedarán
(Filippini, 2008, p. 53). Es decir, cada postura ha contribuido de una forma u otra con el
conocimiento que se tenía en un momento determinado: la psiquiatría nacida con Pinel les da un
estatuto médico a las patologías que hasta ese entonces eran religiosas y míticas, los aportes de
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Freud le dan una merecida cuota de verdad a la patología y las denuncias de la antipsiquiatría
ponen en tensión los discursos sociales que sostienen a la psiquiatría en sí. Es decir, en la
De esta manera podemos concluir, entonces, afirmando que así como estas posturas se han
cuestionado la realidad y han producido un cambio en ella, nosotras como futuras profesionales
de la salud mental deberíamos realizar las mismas puestas en tensión de los discursos que nos
rodean, para así encontrar aquellos puntos de fragilidad que requieren evolución, entendiendo,
desde luego, que la misma es posible únicamente mediante el diálogo y la puesta en común de
diversas perspectivas como las que tuvieron lugar en el encuentro de Mesa Redonda.
Referencias bibliográficas
Círculo Psicoanalítico Mexicano (23 de octubre de 2015). Mesa redonda: Encuentro. 1975- Parte
https://www.youtube.com/watch?v=7Hig8J9gBeo
Freud, S. (1895). Manuscrito ‘H’. Paranoia. En Obras completas. Vol. I (1986). Buenos Aires:
Amorrortu editores.
Freud, S. (1911). Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber). En Obras
económica.
psicoanálisis de La Plata.
https://drive.google.com/file/d/1K-vRU7qMD3hCrq6PM2UnDVOwETXJJZrB/view?
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