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El miembro de Junta Directiva nunca debe perder de vista que es un representante de los
accionistas o dueños que lo han nombrado para que represente sus intereses, y en ese papel
participe, interactuando con los otros miembros de la Junta, en los procesos de :
El miembro de Junta Directiva, por ningún motivo debe participar realizando gestión
directa en la empresa.
Existe sin embargo una situación, que es frecuente, que genera confusión, burocracia e
inconvenientes con los dueños minoritarios, y es la de que un socio o dueño tenga la mayor
proporción de propiedad de la Empresa, sea miembro de la Junta Directiva en la que la
mayoría de miembros ha sido designado por él, y sea al tiempo Gerente de la Empresa.
En todo caso, si los socios o el socio de la SAS definieran tener Junta Directiva, en cuanto a
su funcionamiento esta debe acogerse a lo que la Ley preceptúa para ese órgano en las
sociedades por acciones
1. Como producto de un proceso de votación por unas listas que se han sometido a
consideración por diferentes grupos de dueños que pueden tener visiones diferentes
sobre lo que la Empresa debe hacer y cómo, habiendo recibido la lista en que el
miembro elegido se encuentra inscrito, el voto de la proporción de propiedad de la
empresa suficiente para ser nombrado.
En la junta directiva, que debe estar constituida por un número impar de miembros, el voto
de cada miembro vale lo mismo. En ella, para efectos de las decisiones que toma, ya no
opera como en el caso de la Asamblea, la proporción de propiedad de los dueños.
La Junta Directiva el órgano apropiado para que los representantes de los diversos grupos
de accionistas o dueños realicen acuerdos y transacciones, en beneficio de la empresa, y por
ende de todos.
No hay ningún factor de tipo interno en una empresa mas perjudicial para el desarrollo
rentable de ella, que la puede destruir, que unos miembros de Junta, en representación de
los accionistas que los eligieron, permanentemente enfrentados, “arranchados” en sus
posiciones, que se vuelven algo mas de orgullo que de otra cosa.
No hay duda que de darse y permanecer esa situación, los accionistas o dueños deben
pensar bien en la venta de sus acciones o cuotas, en la compra de las de otros dueños, o de
empantanarse cualquiera de esos procesos, en la liquidación de la Empresa.
La Ley (222 de 1995 ) da a los miembros de la Junta Directiva, al igual que al gerente, la
calidad de “administradores” y les impone desde el punto de vista legal unos deberes cuyo
incumplimiento los puede afectar muy severamente.
Si bien el gerente es quien tiene la capacidad de comprometer a la empresa con el
cumplimiento de obligaciones, y responde ante la Ley por los perjuicios que por dolo o
culpa le ocasionen sus decisiones, igual responsabilidad cabe a los miembros de junta
Directiva por las decisiones que tomen, o no tomen debiendo tomarlas.
Dicha Ley, que debe ser cuidadosamente estudiada por quien sea miembro de una Junta
Directiva, establece que “ Los administradores responderán solidaria e ilimitadamente de
los perjuicios que por dolo o culpa ocasionen a la sociedad, a los socios o a terceros”
Un párrafo de dicha Ley establece que “ No estarán sujetos a dicha responsabilidad quienes
no hayan tenido conocimiento de la acción u omisión o hayan votado en contra…”
Ello hace indispensable que el miembro de Junta que no esté de acuerdo con una decisión
que ésta haya tomado porque por ejemplo 3 de 5 miembros la votaron positivamente, la
haya votado muy claramente en contra.
El contenido de ellas prima desde el punto de vista legal sobre cualquier otro documento
interno y tienen valor probatorio frente a la Ley en los procesos judiciales, frente a las
autoridades administrativas como DIAN, Supersociedades, Superindustria, y certifica a
terceros como Bancos y contratistas privados y estatales, la existencia de situaciones y
decisiones con base en las cuales ellos negocian con la Empresa.
De ahí la necesidad de que los miembros de Junta le den una especial atención al contenido
de estas y a su proceso de aprobación, asi como a que especialmente sus constancias de
desacuerdo o votos negativos, queden muy clara y oportunamente registrados.
El acta, como los contratos, formaliza lo que los miembros de Junta dijeron, propusieron, y
definieron y si está correctamente redactada en cuanto a claridad y precisión, evita hasta
donde ello es posible, las controversias entre sus miembros, posteriores a las reuniones, en
relación a los términos.
Por ello también su redacción debe ser muy precisa y revisada muy detalladamente por los
miembros antes de su aprobación, para evitar vaguedades que puedan generar
controversias.
Lo que quedó registrado en ella, aprobada por los asistentes, es lo que para todos los
efectos, se dijo o se decidió.