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Oscar Santiago Alvarez Gomez 000400396

Mariana Mora Barranco


LA FORMA DEL CONTRATO ESTATAL: Algunas reflexiones sobre la
incidencia del Estatuto Orgánico del Presupuesto sobre el
perfeccionamiento de los contratos del Estado.
Los contratos son elementos volátiles y moldeables, en el pasado no era
necesario plasmarlos en un papel o imponerles bases legales pues, la gente
manifestaba su voluntad en los contratos cuando lo establecían en palabras con
sus congéneres. Cada uno es libre de establecer un contrato con quien quiera y
contratar por la necesidad que quiera suplir, pero, la simpleza de los contratos no
significaba su eficacia y no cubrían una legalidad que asegurara que las partes
que estipularan el contrato cumplieran con lo establecido.
Bajo ese orden de ideas la administración publica impone una serie de leyes para
que los contratos pierdan un poco del compromiso humano (sin dejarlo a un lado)
pero adquieran mas importancia y peso, cabe resaltar que, junto a la imposición
de normas, la administración pública impuso también que los contratos tuvieran
una serie de requisitos que facilitaran el proceso de selección del contratista.
La administración publica contempla a los contratos como una figura solemne,
pues el solo hecho de cumplir formalidades (como lo son ser escrito, no ser
elevado a la escritura publica salvo casos que lo exija la ley) y requisitos del
ordenamiento jurídico le otorgan dicha cualidad. Pero la solemnidad del contrato
puede perderse si no sigue las formalidades exigidas pues, si no sigue dicho
aspecto se entenderá el contrato como inexistente. Así como los contratos deben
seguir formalidades, la administración igual, pues la administración tiene limitantes
y esta sujeta a procesos y exigencias determinadas para celebrar contratos, pues,
de no cumplirse los contratos perderían eficacia, estableciendo así un circulo
perfecto de exigencias y responsabilidades.
Aun así, teniendo exigencias que cumplir, los contratos pueden ser mas
moldeados aun en aras de lograr su perfeccionamiento, dicho perfeccionamiento
no enfocado a un documento pulcro sino a cumplimiento integro de sus
formalidades, exigencias y demás disposiciones legales. Este perfeccionamiento
no solo beneficia a los contratos posicionando con mas relevancia su figura, sino
también a la administración pública ya que centra a la administración publica a
realizar contratos que sigan un debido proceso (que requiere tiempo) y no genere
contratos al azar y sin sentidos, pues dichos contratos en algún punto serán
inviables o la administración no tendrá los suficientes recursos para celebrar otros
contratos o finalizar los vigentes.
Ese aspecto de los presupuestos de la administración da paso a otro aspecto
importante que compone a los contratos y utiliza una ley como base para poner
una limitante a los contratos. La ley mencionada es la ley contra el enriquecimiento
ilícito, los contratos pueden facilitar dicha irregularidad, para evitar esto se estipulo
que, los contratos sin formalidades establecidas o sin escritos pertinentes
impedirán la obtención de una remuneración al contratista para evitar que exista
un enriquecimiento ilícito que vulnere a la administración pública.
Teniendo en cuenta los contratos y los aspectos que los componen es pertinente
mencionar los perjuicios que pueden padecer los contratistas si la administración
estructura mal un contrato. El primer padecimiento que puede sufrir el contratista
es la perdida del contrato por nulidad, pues si el contrato no se compone de su
estructura previamente estipulada por la administración, dicho contrato no será
eficiente y puede considerarse nulo, afectando principios de la administración
como lo son el debido proceso, la buena fe, la economía, la celeridad, entre otros.
El escenario anterior es el más sencillo, pues el perjuicio que consideramos más
grave es el relacionado con el enriquecimiento ilícito, pues si celebra un contrato
sin lo mencionado anteriormente y el contratista y contratante llevaron acabo el
contrato en el cual el contratista ya genero un gasto de sus recursos, la ley podría
declarar el contrato como no valido y cabe la posibilidad de que el contratista no
recupere su gasto, afectando así su persona.

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