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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD ALEJANDRO DE HUMBOLDT

DERECHO ADMINISTRATIVO

ABM0501CP

CONTRATOS Y ACTOS ADMINISTRATIVOS

DOCENTE: ALUMNA:

GUILLERMO MARSIGLIA DESERET ACEVEDO GAMBOA

C.I V-26.629.828

CARACAS, 1 DE JULIO DE 2022


Introducción

El presente trabajo de investigación tiene por objeto realizar un análisis de la


noción de los contratos administrativos, en virtud que en Venezuela se han
establecido tanto doctrinariamente como jurisprudencialmente diversidad de
criterios en torno a la definición y sus elementos característicos, que nos ha
llevado a reflexionar que cualquier contrato celebrado con la Administración
Pública podría considerarse como un «Contrato Administrativo».

En efecto, se ha llegado al extremo de considerar que cualquier contrato


celebrado entre la Administración Pública y un particular relacionado con el
servicio público, es un contrato administrativo en virtud que va a intervenir
siempre el interés general y, por tanto, inmiscuido al derecho administrativo.

En ese sentido haremos referencia a la formación de los contratos


administrativos en Venezuela, los Principios y Potestades que rigen la
ejecución contractual administrativa en Venezuela, los Actos Administrativos
y sus elementos esenciales y accesorios en Venezuela; la presunción de
legitimidad del acto administrativo en Venezuela y la teoría de las nulidades
del acto administrativo en Venezuela.
1) Explique la Formación de los Contratos Administrativos en
Venezuela.

La teoría del contrato administrativo nace en Francia con la decisión Terrier,


la cual fue dictada el Consejo Federal Frances en fecha 6 de febrero de
1903, a partir de la opinión de Romieu (citado por Badell 2001, p. 09), quien
señalo: “Todo lo relacionado con la organización y el funcionamiento de los
servicios públicos propiamente dichos, nacionales o locales eran de
naturaleza administrativa, por lo tanto, le correspondía el conocimiento a la
jurisdicción contencioso administrativa.

De esta manera, la doctrina francesa se inclina en la existencia de contratos


administrativos bien sea cuando el contrato tenga por objeto la ejecución de
un servicio publico o cuando posea clausulas exorbitantes del derecho
común que n son mas que prerrogativas a favor de la administración que de
estar insertas en un contrato de derecho común seria nulas. Sin embargo,
según Badell (2001), en la actualidad prevalece el criterio de servicio publico
sobre la noción de las cláusulas exorbitantes.

En Venezuela se dictó la primera una Ley de Contrataciones Públicas en


2008, denominación que podría conducir a pensar que se trataría de una ley
destinada a regular toda la actividad contractual del Estado, como por
ejemplo, podría ser el caso en España, en el pasado con la Ley de Contratos
del Estado (1965), y la Ley de contratos de las Administraciones Publicas
(1995) y, actualmente, con la Ley de contratos del sector publico (2007; y por
ejemplo, en Colombia, con la Ley de Contratos del Estado (1993).

De acuerdo a la jurisprudencia se asienta las bases del contrato


administrativo siendo esta una figura jurídica creada por la jurisprudencia a
partir dela decisión de la entonces Corte Federal y de Casación del 5 de
Diciembre de 1944 que expresa “el concepto de contrato administrativo como
institución jurídica propia y distinta al contrato previsto en el código civil”…
Comportan una realidad jurídica y social con grandes connotaciones legales
por el interés que ellos aportan sobre la materia contractual en el sector
público, debido a que esta figura se ha mantenido a través de los años y que
no pierdan vigencia.

El decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de contrataciones Públicas, fue


publicado inicialmente en la Gaceta Oficial N° 5.877 el 14 de marzo de 2008,
sin embargo, por fallas de originales fue reimpresa en la Gaceta Oficial N°.
38.895 del 25 de marzo de 2008, y viene derogar el Decreto con Rango,
Valor y Fuerza de Ley de Contrataciones Publicas (2008) del año 2001.

El objeta de la nueva norma legal es regular la actividad del estado para la


adquisición de bienes prestación de servicios y ejecución de obras, con la
finalidad de preservar el patrimonio público, fortalecer la soberanía,
desarrollar la capacidad productiva y asegurar la transparencia de las
actuaciones de los órganos y entes sujetos a esa norma.

En cuanto a las finalidades de la Ley de Contrataciones Publicas (2010) esta


el brindar mayor celeridad a los procesos de contratación respetando los
principios que regulan esta actividad en nuestro país. Esa reforma, según su
motivación viene a subsanar las fallas en la interpretación de los criterios
para diferenciar las modalidades de los procesos, generadas por la rigidez de
un instrumento legal que no se adapta a la dinámica de la economía del
estado, siendo además una norma con articulado complejo lo cual dificultaba
su adecuada interpretación, ocasionando su frecuente incumplimiento.

De esta manera ha sido posible conocer los aspectos que desde su


fundamentación hasta su consolidación en el país ha tenido la figura del
contrato administrativo, destacando en todo caso que el mismo ha sido
producto de la evolución de la doctrina francesa y que para la actualidad. Se
encuentra regido por la Ley de Contrataciones Publicas (2010), vigente la
cual brinda toda la referencia legal necesaria en su contenido, además de
facilitar los elementos fundamentales de los mismos.

Referencia Bibliográfica.

Virtual urbe. [Página web en línea]. Disponible en:


http://virtual.urbe.edu/tesispub/0099124/cap02.pdf. Tesis Marco Teórico
Capitulo II.
2) Explique los Principios y Potestades que rigen la ejecución
contractual administrativa en Venezuela.

La Ley de Contrataciones Públicas, para los contratos por ella regulados,


reconoce a favor de la Administración el ejercicio de «poderes» que le
permiten incidir, de manera unilateral, sobre el contrato celebrado. Es el caso
de las modificaciones que podrá introducir de manera unilateral al contrato
(art. 106), la supervisión sobre la conducta desplegada por el co-contratista
(art. 112) y la resolución o rescisión unilateral del contrato por incumplimiento
del co-contratista (art. 127). Como fácilmente puede entreverse, nos
encontramos ante los tradicionales «poderes» que la Administración puede
ejercer durante la ejecución del contrato administrativo y que se
corresponden, confusamente, con las llamadas cláusulas exorbitantes.

Para nosotros, tales «poderes» son potestades administrativas, en el sentido


tradicional de la expresión: la facultad-deber que permite a la Administración,
de conformidad con la Ley, crear, extinguir o modificar relaciones jurídico-
subjetivas22. Los artículos 106, 112 y 127 de la Ley de Contrataciones
Públicas recogen, pues, potestades administrativas que permiten a la
Administración incidir sobre la situación del co-contratista de manera
unilateral, en previsión de un expreso mandato legal. Se subsana así la que
es, para nosotros, una de las principales deficiencias de la tesis del contrato
administrativo: la de admitir que tales «cláusulas exorbitantes», que son en
realidad potestades administrativas, puedan ejercerse al margen de la
habilitación legal necesaria, bajo la concepción —aceptado por cierto sector
en Venezuela— de las «cláusulas virtuales». Se trata, en nuestra opinión, de
un oscuro reducto del Derecho Administrativo, totalmente alejado de la más
simple expresión del principio de legalidad, en tanto se admite que la
Administración, de manera unilateral y extracontractual, puede afectar a la
esfera jurídico-subjetiva de los particulares al margen de toda base legal. La
previsión de estas potestades se realiza, en la Ley de Contrataciones
Públicas, al margen de que el contrato sea o no administrativo, lo que se
ajusta fielmente a la concepción básica del ya citado principio de legalidad. Si
las cláusulas exorbitantes son en realidad poderes extracontractuales, su
fuente no puede anclarse en el objeto del contrato, sino en realidad en la
Ley. Es la Ley —y no el contrato— quien legitima a la Administración para
desplegar esas potestades, por lo que su ejercicio mal podría supeditarse al
objeto del contrato, o sea, a su carácter administrativo.

No se nos escapa que dentro del catálogo tradicional de potestades que la


Administración puede ejercer con ocasión de la ejecución del contrato
administrativo, la Ley de Contrataciones Públicas ha omitido la regulación de
algunas de ellas, como sucede con la potestad de interpretación unilateral —
derivación de la potestad de autotutela declarativa— o la potestad de
resolución del contrato por razones de interés general. Dos posibles
soluciones caben arbitrar a esta situación: considerar que tales potestades
sólo se podrán ejercer en la medida en que encuentren cobertura dentro del
propio contrato (con lo cual dejarían de ser potestades para pasar a ser
derechos contractuales) o estimar que tales potestades se podrán ejercer
siempre que se trate de contratos administrativos, al resultar implícitas al
contrato.

La segunda opción no es compatible con el resultado alcanzado con la Ley,


al uniformar el régimen aplicable a los contratos, con lo cual preservar la
distinción entre el contrato administrativo y el contrato de la Administración
no luce tarea coherente. Queda, pues, la primera opción: estas facultades
sólo podrán ejercerse en tanto ellas hayan sido expresamente consagradas
en el texto del contrato, lo que resulta de especial interés en lo que respecta
a la resolución unilateral por razones de interés general. Tal solución se
ajusta al principio de legalidad y una de sus derivaciones, a saber, la
naturaleza sub-legal de la actividad administrativa, que ha de predicarse
incluso cuando su actuación es de naturaleza contractual.

Solución impuesta, por lo demás, como mínimo respeto al principio de


seguridad jurídica y como respuesta a la situación de incertidumbre que,
contrariando los cánones del estándar de buena administración, ha de sufrir
el co-contratista que, al celebrar un contrato administrativo en Venezuela,
queda sujeto al ejercicio de «poderes» que, aun no estando previstos en el
contrato o en la Ley, son ejercidos por la Administración para afectar su
esfera jurídico-subjetiva, lo que echa por tierra la función económica que
todo contrato —y el contrato público no es la excepción— ha de desempeñar
como instrumento de ahorro de los costes de transacción. Exigencia
impuesta, además, en procura de la siempre aspirada racionalización de la
actividad administrativa, de peculiar importancia en Venezuela.

Referencia bibliográfica.

JOSÉ IGNACIO HERNÁNDEZ G. Profesor de Derecho Administrativo


Universidad Central de Venezuela. EL CONTRATO ADMINISTRATIVO EN
LA LEY DE CONTRATACIONES PÚBLICAS VENEZOLANA. [Libro en línea]
Disponible en: file:///C:/Users/Admin/Downloads/Dialnet
ElContratoAdministrativoEnLaLeyDeContratacionesPub-6441809%20(2).pdf
3) Explique los Actos Administrativos y sus elementos esenciales y
accesorios en Venezuela.

Los Actos Administrativos según sus efectos:

a) Actos Administrativos de efectos generales y de efectos


particulares:

En primer lugar, según el carácter normativo o no normativo de actos


administrativos, estos se clasifican en actos de efectos generales y actos de
efectos particulares. Puede decirse así, que la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos acoge una primera forma de clasificación de
los actos administrativos según sus efectos, en el sentido de que clasifica los
actos administrativos en actos normativos (de efectos generales) y en actos
administrativos no normativos (de efectos particulares). Esta es la
clasificación que, de acuerdo a lo establecido en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia, permite distinguir los actos administrativos de efectos
generales de los actos administrativos de efectos particulares. Los primeros
son aquellos de contenido normativo, es decir, que crean normas que
integran el Ordenamiento Jurídico; en cambio, los segundos, los actos
administrativos de efectos particulares, son aquellos que contienen una
decisión no normativa, sea que se aplique a un sujeto o a muchos sujetos de
derecho. La Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos puede decirse
que identifica los actos administrativos de efectos generales, con los que ella
califica en el Artículo 13 como «actos o disposiciones administrativas de
carácter general» y los actos administrativos de efectos particulares a los que
la misma norma califica como actos administrativos «de carácter particular».
En esta norma, al prescribir que un acto administrativo de carácter particular
no puede vulnerar lo establecido en una «disposición administrativa de
carácter general, lo que está señalando es que un acto de efectos
particulares (de contenido no normativo) no puede vulnerar un acto
normativo o de efectos generales, acogiéndose, en este Artículo 13, el
principio de la inderogabilidad singular de los reglamentos o de los actos
administrativos de efectos generales.

Por tanto, puede decirse que, en el artículo 13 de la Ley está la clave para
clasificar los actos administrativos, según su contenido o efectos según que
sean normativos o no normativos, identificándose los actos de efectos
generales, es decir, de contenido o carácter general, con los actos
normativos, y en consecuencia los actos de efectos particulares o de
contenido o carácter particular, con aquellos que no tienen contenido
normativo.

b) Actos Administrativos generales e individuales:

Puede decirse que la Ley Orgánica acoge la clasificación de los actos


administrativos, según sus destinatarios, al distinguir los actos
administrativos generales de los actos administrativos individuales. Los actos
administrativos generales son aquellos que interesan a una pluralidad de
sujetos de derecho, sea formado por un número indeterminado de personas
o un número determinado; en cambio, los actos administrativos individuales,
son aquellos que interesan a un solo sujeto de derecho. Esta distinción
estimamos que se acoge en el artículo 72 de la Ley Orgánica al exigirse que
también sean publicados en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela,
aquellos actos administrativos que interesen a un número indeterminado de
personas, que no sean necesariamente actos normativos o de carácter
general. Es decir, esta norma establece indirectamente la diferencia entre el
acto de efectos generales o de contenido normativo y el acto general, el cual
aun cuando pueda no tener contenido normativo, interese a un número
indeterminado de personas. En estos casos, el acto es general porque
interesa a un número indeterminado de personas, y no porque tenga
necesariamente un contenido normativo. Por supuesto, también el acto
general no normativo, puede tener por destinatarios a un número
determinado de personas.

El acto individual, al contrario, es el acto destinado a un solo sujeto de


derecho, el cual es, además, un acto de efectos particulares, de acuerdo a la
clasificación anterior.

Los Actos Administrativos según su contenido:

a) Actos definitivos y actos de trámite:

En primer lugar, puede distinguirse el acto que pone fin al asunto


administrativo, en cuyo caso sería un acto definitivo, del acto de trámite, que
no pone fin al procedimiento ni al asunto, sino que, en general, tiene carácter
preparatorio. Esta clasificación de los actos administrativos según el
contenido, se deduce de los Artículos 9, 62 y 85 de la Ley.

En efecto, el Artículo 9 establece un principio general, y es que todos los


actos administrativos de carácter particular, es decir, de efectos particulares,
deben ser motivados, salvo los actos de simple trámite. Distingue aquí, por
tanto, la Ley, el acto administrativo de trámite, el cual se opone, por
supuesto, al acto administrativo definitivo.

En definitiva, la distinción, según el contenido de la decisión, se refiere a que


el acto administrativo definitivo es el que pone fin a un asunto y en cambio, el
acto administrativo de trámite, es el de carácter preparatorio para el acto
definitivo.
b) Actos creadores de derechos o que establecen obligaciones:

Otra distinción que la Ley prevé respecto de los actos administrativos y que
también se refiere a su contenido, es la que se refiere al acto creador de
derechos subjetivos o de intereses personales y legítimos a favor de los
particulares, regulados en los Artículos 19, ordinal 2~ y 82 de la Ley, y al acto
administrativo que no crea derechos o intereses personales, legítimos y
directos a favor de particulares, también regulado en esos mismos Artículos
19, ordinal 2~ y 82 de la Ley. Asimismo, según el contenido, la Ley establece
la posibilidad de que se trate de actos que, en lugar de crear derechos a
favor de particulares, lo que establezcan sean obligaciones a cargo de
particulares, y así se los regula en el Artículo 70 de la Ley.

Los actos administrativos según la manifestación de voluntad: actos


administrativos expresos y tácitos.

La manifestación de voluntad que produce el acto administrativo, conforme al


Artículo 18, debe ser expresa y formal, conteniendo el acto una serie de
requisitos que deben manifestarse por escrito. Por tanto, el acto
administrativo que regula la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos,
en principio, es un acto administrativo expreso formalizado según el Artículo
18. Sin embargo, la Ley admite la figura de la manifestación de voluntad
tácita de la Administración, derivada del silencio administrativo. Así se
establece expresamente en el Artículo 4 de la Ley Orgánica, cuando se
prevé que en los casos en los cuales un órgano de la Administración Pública
no resolviera un asunto o un recurso dentro de los lapsos que prevé la
misma Ley, y que están consagrados para los asuntos o peticiones en los
Artículo 5, 60 y 67 y en materia de recursos administrativos en los Artículos
91, 94 y 99, se considera que ha resuelto negativamente pudiendo el
interesado intentar el recurso inmediato siguiente. Por tanto, la Ley Orgánica
de Procedimientos Administrativos en el Artículo 4, consagra el acto
administrativo tácito de contenido negativo, derivado del transcurso del
tiempo, es decir, del silencio administrativo.

Los actos administrativos según su impugnabilidad:

Los actos administrativos firmes:

Otra clasificación de los actos administrativos que resulta de la Ley, se


refiere a la impugnabilidad o no de los actos administrativos, y así se
distingue el acto administrativo firme de aquel que no es firme, porque aún
puede ser impugnado. El acto que no es firme es el que puede ser
impugnado, sea por vía administrativa a través de los recursos
administrativos regulados en el Artículo 85 y siguientes, sea por vía
contencioso-administrativa. En cambio, el acto firme, es el acto que ya no
puede ser impugnado por las vías ordinarias de recurso, y sobre el cual el
único recurso que cabe, es el recurso de revisión. En ese sentido, el Articulo
97 de la Ley, al regular el recurso de revisión, señala que éste sólo procede
contra los actos administrativos firmes, es decir, contra aquellos que no
fueron impugnados en su oportunidad, y que, vencidos los lapsos de
impugnación, son actos administrativos inimpugnables.

Los actos administrativos según su ejecución:

Por último, también en materia de clasificación de los actos administrativos,


debe señalarse una clasificación según la ejecución y así se distingue el acto
material de ejecución, del acto administrativo formal. El Artículo 78 de la Ley,
en efecto, habla de actos materiales de ejecución que puedan menoscabar o
perturbar los derechos de los particulares, los cuales no pueden realizarse
sin que exista previamente un acto administrativo que sirva de fundamento a
dichos actos materiales. Puede decirse en este sentido, que el acto material
de ejecución previsto en el Articulo 78, se identifica con el acto de ejecución
que regula el Artículo 8 de la Ley.

Referencia Bibliográfica.

Derecho Venezolano. (2015), [Pagina web en línea]. Disponible en:


https://derechovenezolano.wordpress.com/2015/06/15/el-acto-administrativo-
y-su-clasificacion/

4) Explique la presunción de legitimidad del acto administrativo en


Venezuela.

La jurisprudencia venezolana ha señalado que de interés público en que se


inspiran las normas de Derecho Público y Administrativo justifica ciertos
privilegios de que goza la Administración para el cumplimiento de sus fines.

Entre tales privilegios, que exceden de los moldes clásicos del Derecho
común, se encuentran el de la ejecutividad y ejecutoriedad de sus actos.
Dichos privilegios son consecuencia de la presunción de legalidad y
legitimidad que llevan todos los actos administrativos. Respecto a dicha
presunción, ya en otro lugar hemos señalado que "tiene por fundamento la
preocupación y necesidad de evitar todo posible retardo en el
desenvolvimiento de la actividad de la Administración Pública, siendo así que
la ejecutoriedad responde al mismo principio: la rapidez de la acción
administrativa para el logro del bienestar general".

Por otra parte, la Procuraduría General de la República, ha indicado que todo


acto administrativo está am parado por una presunción de legitimidad que
sólo puede ser desvirtuada a través del ejercicio de los recursos
correspondientes, por la autoridad administrativa o judicial competente para
revisar el acto. Este, gracia a aquella presunción se reputa válido, produce
todos sus efectos y comporta ejecución forzosa mientras no ser revocado o
anulado. Una vez vencida la oportunidad para interponer los recursos, la
referida presunción, de relativa o juristantum que era, se hace absoluta o uris
et de jures, y sobreviene entonces la firmeza del acto".

Ahora bien, en materia fiscal dicha presunción adquiere su máxima


efectividad. La Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, en
sentencia de 4 de abril de 1963 ha señalado lo siguiente: "Como lo tiene
establecido la jurisprudencia, las Actas Fiscales, contentivas de Reparos,
cuando han sido levantadas por funcionarios competentes y con las
formalidades legales, como actos administrativos antecedentes a la
liquidación del impuesto, gozan de una presunción de legitimidad con
respecto a los elementos que en ellas se consignan y especialmente
respecto de los hechos. De allí que corresponda al contribuyente producir la
prueba de la inexistencia, falsedad o inexactitud de los hechos consignados
en las Actas Fiscales. De consiguiente, sólo corresponde a los jueces, para
la decisión de tales controversias, examinar, en primer término, si, como
consecuencia del debate procesal, quedó desvirtuada la presunción de
legitimidad de que gozan las Actas Fiscales, y, en segundo lugar, si la
Administración ha interpretado y aplicado correctamente los correspondiente
a textos legales y reglamentarios".

Ahora bien, es precisamente en virtud de esta presunción de legitimidad de


que gozan los actos administrativos que estos tienen las características de
ejecutividad y ejecutoriedad.

Referencia Bibliográfica.

Dr. Allan-Randolph Breioer C. Profesor de Derecho Administrativo en la


Universidad Central de Venezuela. Revista del Ministerio de Justicia.
Publicación Trimestral. Aspectos de la ejecutividad y de la ejecutoriedad de
los actos administrativos fiscales y la aplicación del principio solve et repete.
[Revista en línea]. Disponible en:
https://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2007/08/25.-II.4.24.pdf

5) Explique la teoría de las nulidades del acto administrativo en


Venezuela.

La nulidad es consecuencia de un vicio en los elementos constitutivos del


acto. En el derecho administrativo el particular o administrado sólo puede
pedir la nulidad si está legitimado, es decir solamente en los casos en que el
acto afecte sus derechos subjetivos o intereses legítimos. Los actos
administrativos son regulares o irregulares. Los regulares son anulables, es
decir que, si tienen vicios, éstos son subsanables. Los irregulares son los
que están gravemente viciados y su nulidad es absoluta e insanable. Por lo
tanto, tendremos:

Nulidad absoluta: Los actos nulos de nulidad absoluta no pueden sanearse.


Los vicios que tornan nulo de nulidad absoluta un acto administrativo puede
ser de dos tipos:

Vicios generales de los actos jurídicos:

1.- Error esencial: Cuando se excluye la voluntad de la Administración


(error en la persona, error en el objeto).

2.- Dolo: El dolo es toda aseción de lo que es falso o disimulación de lo que


es verdadero. El dolo difiere del error en que es intencional. Para que el dolo
ocasione la invalidez del acto administrativo debe ser grave y determinante
de la acción del agente. Sea que el dolo fuera propio del agente o del
administrado o de ambos, el acto administrativo resultará nulo de nulidad
absoluta.

3.- Violencia física o moral: La violencia que se ejerce sobre el funcionario


puede ser física o moral, aun cuando esta última va acompañada de
actitudes que pueden hacer presumir una violencia física. En uno u otro
supuesto de violencia ejercida sobre el agente, el acto resultará nulo de
nulidad absoluta si, a causa de ello, la voluntad de la Administración ha
quedado excluida.

4.- Simulación absoluta: Cuando ninguno de los elementos resulta veraz.

Vicios específicos de los actos administrativos:

1.- Incompetencia: Puede ser por razón de:

Territorio: Se produce si el órgano actuante excede el ámbito físico dentro


del cual debe ejercer su competencia.

Materia: El órgano administrativo debe realizar las funciones que


específicamente le competen, debe actuar dentro de la esfera de
competencia que le corresponde. La competencia de cada órgano de la
Administración Pública está señalada por la norma. Si un órgano
administrativo dictara un acto con contenido judicial, o si invadiera la esfera
de atribuciones pertenecientes a otro órgano de la Administración, dicho acto
sería nulo de nulidad absoluta.

Tiempo: Se produce si el agente decide antes (todavía no asumió) o


después (ya cesó en sus funciones) del tiempo en que su decisión hubiera
sido válidamente posible.
Grado: El inferior jerárquico no puede dictar un acto que sea de la
competencia del superior, ni el superior dictar, en principio, alguno que fuera
de la exclusiva competencia del inferior por razones técnicas.

2.- Falta de causa: Cuando el acto se dicta prescindiendo de los hechos que
le dan origen o cuando se funda en hechos inexistentes o falsos.

3.- Falta de motivación: Si el acto está fundado en elementos falsos es


arbitrario y por ello nulo. También es nulo de nulidad absoluta el acto
ilógicamente motivado, es decir cuando se obtiene una conclusión que no
tiene nada que ver con el argumento que se utiliza. La omisión de la
motivación da origen a la nulidad absoluta, ya que no sólo se trata de un vicio
de forma sino también de un vicio de arbitrariedad.

4.- Vicios en el objeto: Cuando el acto tuviera un objeto que no fuera cierto,
o cuando se tratara de un acto física o jurídicamente imposible.

5.- Vicio en la finalidad o desviación de poder: Cuando el acto se ha


dictado con un fin distinto al previsto por el legislador. Para que ocurra la
desviación de poder debe haber una autoridad administrativa con
competencia, que haga uso de poder para un fin distinto del conferido por la
ley. Entre los supuestos de desviación de poder pueden estar los siguientes:

 Que el agente actúe con una finalidad personal;


 Que los actos sean realizados con el objeto de beneficiar a terceros;
 Que el fin perseguido sea de interés general pero distinto del fin
preciso que la ley asigna al acto (v.g.: cuando el poder de policía se
usa no para mantener el orden sino para aumentar los recursos de la
comuna).
Vicios en las formas esenciales: Cuando se incurre en vicios graves
respecto de los procedimientos que deben seguirse o cuando hay falta
absoluta de forma exigida por la ley para la exteriorización del acto.

Anulabilidad: Son anulables los actos administrativos regulares con vicios


leves, que no impiden la existencia de los elementos esenciales. Si el acto ya
ha sido notificado, dicha anulabilidad debe ser solicitada en sede judicial por
la Administración. Sin embargo, puede ser revocado, modificado o sustituido
de oficio en sede administrativa si el interesado:

 hubiere conocido el vicio,


 Si la revocación, modificación o sustitución lo favorece sin perjudicar a
terceros, y;
 Si el derecho hubiera sido otorgado a título precario.

Un acto administrativo es anulable, y por tanto sanable, por ejemplo, cuando:

 El vicio fuera del objeto, en razón de no resolverse todas las


peticiones formuladas.
 El vicio fuera de la causa en razón de haber realizado la
Administración una errónea apreciación de los hechos que forman la
causa del acto, siempre que tal errónea apreciación no impida la
existencia de este elemento.
 Se tratare de un vicio leve de procedimiento.

Referencia Bibliográfica.

Nudalidad del acto administrativo. Derecho Venezolano. [Página web en


línea]. Disponible en:
https://derechovenezolano.wordpress.com/2015/08/10/nulidad-del-
actoadministrativo/#:~:text=La%20nulidad%20es%20consecuencia
%20de,derechos%20subjetivos%20o%20intereses%20leg%C3%ADtimos.
Conclusión

A lo largo de la investigación se desglosaron aspectos importantes de los


contratos administrativos, creando nuevos conocimientos, El contrato
administrativo en Venezuela no se encuentra definido por el ordenamiento
jurídico, es la doctrina y la jurisprudencia que se han encargado de encontrar
una verdadera definición al respecto cuya influencia tiene su origen en el
derecho administrativo francés. No obstante, no se ha establecido una
noción clara en virtud que existen criterios contradictorios y confusos en
cuanto al elemento característico que es la prestación del servicio público.

Por lo tanto, a nuestro modo de ver una noción acertada del contrato
administrativo será el siguiente: contrato bilateral celebrado por la
Administración Pública cuya finalidad es la prestación directa e inmediata de
un servicio público, lo cual lleva consigo la presencia de cláusulas
exorbitantes.
Asimismo, como los actos administrativos constituyen una parte esencial de
la administración pública, para el logro de los objetivos para el logro de los
objetivos que esta pretende alcanzar siendo el Derecho Administrativo una
rama del Derecho que busca brindar a la sociedad por medio de los servicios
públicos para la satisfacción de las necesidades de la comunidad. Los actos
administrativos, son herramientas utilizados por la actividad Administrativa.

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