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TEMA 5: LA POESÍA DESDE 1939 HASTA FINALES DEL SIGLO XX

Nos encontramos ante un periodo marcado por los acontecimientos económicos, políticos y
sociales derivados de la Guerra Civil, del franquismo y del inicio del periodo democrático. En
poesía, la muerte con el exilio y el silencio de los poetas de la etapa anterior supone un nuevo
comienzo.

La poesía de la posguerra estuvo marcada por varias tendencias. Como principal representante de
la llamada generación del 36 encontramos a Miguel Hernández, quien destaca por su tono poético
apasionado, integrando las influencias de la poesía clásica con movimientos vanguardistas. Su
primera etapa está marcada por el virtuosismo formal y la complejidad lingüística, destacando El
rayo que no cesa, donde trata temas como el amor, la pena y la muerte; mientras que su segunda
etapa se volvió más comprometida política y socialmente, como en Cancionero y romancero de
ausencias.

La poesía de los años 40 se dividió en dos bandos. Por un lado nos encontramos la poesía
arraigada, referida a los autores afines al régimen franquista, que tratan temas tradicionales y
pretenden transmitir una visión serena del mundo a través de un estilo sobrio y de formas métricas
clásicas. Sobresalen García Nieto, Leopoldo Panero o Luis Rosales; destacando este último por su
imaginación metafórica y gran sentido del ritmo, reflejados en obras como Abril. La otra corriente es
la poesía desarraigada, que transmite una profunda angustia porque se percibe la realidad como
un caos y emplea un tono dramático y un lenguaje desgarrado. Entre sus autores destaca Dámaso
Alonso, quien reflexiona sobre la condición humana, y cuya poesía se manifiesta como un grito
poético lleno de injusticia, miseria y odio, siendo su obra más importante Hijos de la ira, de corte
existencial. Por otro lado, la poesía en el exilio habla sobre el sobre la derrota en la guerra, la
nostalgia de la patria perdida, el anhelo de regreso o el régimen franquista. Algunos de estos
poetas exiliados fueron: Manuel Altolaguirre, Emilio Prados y León Felipe.

En los años 50 triunfó la poesía social, una lírica de realismo testimonial usada como herramienta
de transformación social. Los temas más recurrentes de esta poesía son la situación de España, la
injusticia social y el anhelo de paz y libertad, presentados con un tono pesimista llano. Blas de
Otero es uno de los autores desde grupo, en cuya obra se aprecia una etapa existencial, en la que
indaga sobre la existencia humana (Redoble de conciencia); y una etapa social, en la que se centra
en la situación de España y en la solidaridad humana (Pido la paz y la palabra). Otro poeta de la
poesía social es Gabriel Celaya, quien escribió obras caracterizadas por un lenguaje intenso y
combativo, y por la fusión de lo culto y lo popular (Cantos íberos).

Ya en la década de los 60 se dio paso a un nuevo tipo de poesía, que abandona el tono épico de la
poesía social y consta de: un enfoque humanista, partiendo de la propia experiencia, y la búsqueda
de un lenguaje personal, para manifestar conciencia y emoción. Destacan José Hierro con Libro de
las alucinaciones y Claudio Rodríguez con Alianza y Condena. 

La década de los 70 se vivió desde la perspectiva del agotamiento del franquismo y preparación a
la transición. En este contexto surgieron los novísimos, poetas cuyos rasgos más significativos son:
el rechazo del realismo social, pues no concebían el arte como testimonio de la realidad; las
influencias heterogéneas, como el simbolismo o el surrealismo; el estilo refinado, caracterizado por
la búsqueda de la belleza y la continua experimentación formal; y el culturalismo, pretendiendo
crear ambientes exóticos y decadentes. Dos poetas a destacar de esta época son Pere Gimferrer y
Leopoldo María Panero.

Desde finales de los 70 surgen diversas tendencias políticas como la poesía de la experiencia, de
corte realista y lenguaje accesible y natural; la poética del silencio, que medita sobre la naturaleza
de la poesía; el neosurrealismo, que recupera rasgos surrealistas; la nueva épica, en la que se
indaga en los problemas colectivos desde una óptica realista y crítica; y la poesía clasicista,
caracterizada por su anhelo de belleza. Podemos destacar a Luis García Montero como
representante principal de la poesía de la experiencia.

En la actualidad, la poesía se caracteriza por el tono intimista, las influencias literarias, y la visión
del yo distante e irónica; destacando Elena Medel y Antonio Lucas.

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