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Reflexiones sobre las posibles conexiones entre la película Charlie Bartlett.

y
el disparador de la clase 3    Sheli, la tortuga hiperactiva.

Para comenzar con el análisis me parece fundamental poder pensar cómo la


concepción de infancias es borrada tanto en la película como el video de Sheli. Sólo
aparece la mirada acentuada desde la perspectiva de lo que se considera “una niñez o
una adolescencia normal”: y éstas como períodos de la vida, “una extensión definida
temporalmente”, tomando lo que se plantea en “La Infancia amenazada” al tomar los
aportes de Skliar.
Resulta imposible para los adultos que rodean /interviene en las situaciones,
profesionales médicos, familias, docentes etc, pensar el modo en que esas infancias y
adolescencias transcurren, cómo se relacionan con el mundo, con sus sufrimientos,
qué impactos les genera lo que el mundo les devuelve, cómo se sienten, qué
posibilidades tienen a partir de lo que reciben, etc.
Así la amenaza es terrible cuando está asociada a la función que los Otros, en
tanto adultos significativos, deberían cumplir. Adultos que por razones diversas
abdican de su función, no pueden marcar limites amorosos, no pueden alojar,
escuchar, brindar apoyo, etc. A Sheli no hay un adulto que le devuelva algo positivo
sobre su ser, “quiero ser un niño bueno se repetía”, cuando lo que se le exigía estaba
alejado de la bondad y asociado al disciplinamiento. En el caso de Charli no puede
contar con su mamá, es él quien cuida de ella.
Estos adultos imposibilitados de alojar, están insertos en esta sociedad del
rendimiento como plantea Han, Byung – Chul , donde el éxito , la mirada y el valor que
nos damos y nos dan, es en función de que ese rendimiento sea o no exitoso. Ya no
necesitamos a nadie que nos explote, que sea nuestro verdugo, somo nosotros
mismos quienes cumplimos esa función. Ansiedad que nos lleva a hacer
“productivamente” para tener más y “ser más libres”, nos dicen. Perdemos la
capacidad de mirarnos, reconocernos. Hasta el tiempo adquiere valor económico, ese
tiempo de acompañar las infancias y adolescencias se pierde.
Infancias y adolescencias también presionadas por los mandatos sociales que
les exigen “encajar y ser exitoso, aceptando todo lo que se les impone”. En un mundo
que no los escucha pero que los hiere fuertemente en su subjetividad, que los anula
como sujetos a pesar de las convenciones y todas las luchas dadas en este sentido. Hay
un mercado, un capital económico y financiero que empuja fuerte, los psicofármacos,
como se ve en la película de Charli, están al alcance de la mano.
En este sentido, aparece la publicidad de Roche, planteándonos la necesidad y
su trabajo casi caritativo en diversificar la medicación para atender a todos y a todo lo
que nos pasa a fin de que podamos alcanzar “estados de bienestar” que nos permitan
sin pensar mucho y sin largas terapias, saber qué nos pasa e intervenir “eficazmente en
ello”. También será muy útil para alcanzar “metas y sueños” que no es difícil develar si
serán nuestros o ajenos.
Niñxs y adolescentes en este contexto, no son escuchados, no son
comprendidos, no encuentran espacios para desarrollar sus potencialidades, tramitar
sus sufrimientos, sus miedos, etc. No tiene espacios para Ser . Esto amenaza
fuertemente las infancias mientras nos perdemos de esa diversidad que es propia y
hace a la riqueza de nuestra humanidad.
Adultos corriendo atrás de cosas, exigiéndoles a los niñxs y adolescentes
rendimiento. Familias abrumadas por las exigencias de no tener los hijxs que todxs
esperan. Que se las exige, que se las presiona, que se las cuestiona y se las impulsa
hasta ver en la medicalización ese gran salvavidas que les permitirá aflojar la presión,
la angustia, la tristeza que sienten hacia el interior y que ven en sus propios hijxs, como
le paso a la mamá de Sheli. Sufrimiento que aparece también en cada adolescente que
Charli escucha.
Pareciera que nada en este contexto actual esta dado para que los
niñxs/adolescentes y sus familias duden ni un instante donde esta “el bienestar, las
paz” que les permitirá una mirada del afuera “normal” con el consecuente tratamiento
que esto conlleva, “corto y pura responsabilidad del paciente”. A Sheli se le podían
acerca los otros niños ahora porque se estaba quitecito porque cumplía las pautas, las
reglas y no se revelaba.
En caso de la película la vida concreta de un adolescente tuvo que estar en
peligro para que algo pudiera ser cuestionado. Kip descubrió que los medicamentos no
cambiaban nada. Esto también habilitó que Kip pueda ser alojado, que todos puedan
descubrirse y aliviar el dolor que les cubría el presente. Así los adultos se sintieron
llamados, o por lo menos el director, a ser parte de esto, a acompañar y brindar
espacios de escucha que desatan cambios. La puesta en escena de la obra fue uno.
Por este motivo es imprescindible crear espacios críticos que permitan
reconocer la singularidad de la experiencia educativa, social y política de los sujetos
que se realiza en el ámbito escolar o afuera de él y en la potencialidad del vínculo
pedagógico y señalar la relevancia de ese tiempo y espacio escolar, dado que en él se
refuerza la situación de vulnerabilidad o, por el contrario, se subvierte aquello que
aparece como socialmente determinado. Para esto es necesario que existan
profesionales con mirada crítica, opinión propositiva y una participación cada vez
más éticamente comprometida.

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