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El self o el sí mismo

Para el interaccionismo simbólico, la imagen que una persona tenga de sí misma y de los

otros es un elemento muy importante en la vida social. Además, estas imágenes son

construcciones personales de significados que surgen a partir de la interacción simbólica.

Uno de los conceptos más importantes del interaccionismo simbólico es el self, el sí mismo.

Así como una persona atribuye significados a las personas, a los objetos y a los

acontecimientos que lo rodean, también se tiene que dar significado a sí mismo. El sí

mismo es un elemento de suma importancia para la integración de las personas dentro de la

trama de la existencia social.

El self o si mismo, es la capacidad del ser humano de percibirse a sí mismo como un objeto,

para poder verse a si mismo desde el lugar de una tercera persona; y así analizar y ver sus

acciones como las ven los demás. Al mismo tiempo que es sujeto y actor, es espectador y

observador de su propia realidad personal y su comportamiento.

El juego y el deporte

Según Mead, la acción de entender nuestro comportamiento desde una perspectiva social se

desarrolla en distintas etapas, las cuales son:

1. Juego o play: etapa en la cual se juega a ejercer roles y posiciones ajenas. El niño asume el

rol de una persona y trata de llevar a la práctica la conducta asociada con este rol. Así el niño

juega, por ejemplo, a ser doctor o a ser policía, según el significado que este le atribuya a

estos roles. En esta el niño carece de personalidad definida pues representa una serie de

papeles determinados.

2. Deporte o game: esta etapa resulta necesaria para el desarrollo de un self en el pleno

sentido del término. Si en la etapa del juego el niño adopta el papel de otros determinados, en
la etapa del deporte el niño adopta el de todos los que están involucrados en la interacción.

Además, estos papeles diferentes han de tener una relación definida unos con otros. Para

ilustrar la etapa del deporte, Mead nos proporciona su famoso ejemplo del béisbol:

En un deporte están involucrados una cantidad de individuos, el niño que adopta un papel

tiene que estar dispuesto a adoptar el papel de cualquier otro. Si se encuentra en la novena

base de un partido de béisbol, tiene que tener involucradas las reacciones de cada posición en

la propia. Tiene que saber qué harán todos los demás a fin de poder seguir con su propio

juego. Tiene que adoptar todos esos papeles. No es preciso que estén todos presentes en la

conciencia al mismo tiempo, pero en algunos momentos tiene que tener a tres o cuatro

individuos presentes en su propia actitud, como, por ejemplo, el que está por arrojar la pelota,

el que la recibirá, etc.

La etapa del game contiene uno de los conceptos más conocidos de Mead, el otro

generalizado. Aquí es donde el individuo amplía su perspectiva a toda la sociedad en

conjunto. Así se empiezan a comprender los valores y la moralidad por los cuales se rige la

vida social. El otro generalizado, representa la interiorización de las actitudes de los otros en

relación con nosotros. Por ejemplo, una persona que ha interiorizado que las personas que

consumen drogas son agresivas, tratara a toda costa de no juntarse con ellas.

El yo y el mí

Mead identifica dos aspectos o fases del self que denomina el "yo" y el "mí". Es importante

tener en cuenta que el "yo" y "mí" el son procesos que se desarrollan dentro del proceso total

del self, no son cosas. De esta manera se define al "yo" como la espontaneidad de las

acciones, la capacidad de actuar con "libertad", de una manera impredecible y creativa. No

somos totalmente conscientes del "yo", y a través de él nuestras propias acciones nos
sorprenden. Somos conscientes de él únicamente cuando se ha realizado el acto. Así mismo el

"yo" tiene un valor importante en la transformación social.

Por su parte, el “mi” implica acomodación social: adopción del “otro generalizado”, con las

actitudes y costumbres que eso conlleva. Esa responsabilidad para con el grupo lo convierte

en algo previsible, hasta el punto de que se puede afirmar que la persona se encuentra

dominada por la sociedad.

En definitiva, el “mi” es sinónimo de estabilidad social, mientras que el “yo”, huyendo de las

posiciones acomodaticias y prestrablecidas, tiende a buscar cambios en el seno de la sociedad.

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