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Adler sostuvo que la gente debe ser entendida desde una perspectiva social, no
biológica. Se opuso al énfasis exclusivo de Freud sobre el sexo como una fuente
de energía y afirmó que cualquier método determinístico que no considere las
metas individuales está incompleto y no puede proporcionar una terapia efectiva.
Sus enfoques presentan un reto para desarrollar una teoría consistente con el
determinismo (Christopher y Leak, 1982). El énfasis de Adler sobre la tendencia
innata hacia el interés social y sobre el enfoque holístico de la personalidad es
un precursor histórico del concepto humanístico de los psicólogos sobre la
autorrealización (Runyon, 1984). Su énfasis en el crecimiento y el libre albedrío
es una fuerza opositora a la actitud determinista de Freud. Podemos decir que
Adler defendió el papel del alma o del sí mismo en la teoría psicológica (cf.
Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 62; Weiss-Rosmarin, 1958/1990). A lo largo de
la historia subsecuente de la teoría de la personalidad, la influencia de Adler es
clara. Su énfasis en toda la persona se refleja en el trabajo de Allport, Maslow y
Rogers. Su atención al contexto social se repite en el trabajo de Horney y en los
psicólogos sociales modernos. Algunos conceptos adlerianos se han vuelto tan
populares que se parecen más al sentido común que a la teoría psicológica
Impulso agresivo El segundo término que Adler empleó para este proceso,
conforme evolucionó su teoría, fue el impulso agresivo. El esfuerzo hacia el
sentimiento más alto puede tomar la forma de pelear o crueldad, o puede ser
expresado en una forma más socializada como competencia atlética u otro
esfuerzo para dominar, incluida la política. Es en este sentido que hablamos de
los “deportes agresivos” o una “campaña agresiva” o incluso un “acuerdo de
negocios agresivo”. Conscientemente, el impulso agresivo puede ser
experimentado como enojo. Protesta masculina En la tercera etapa de su
pensamiento, Adler se refirió a la protesta masculina, una afirmación de la
masculinidad que implica una mayor competencia, superioridad y control. Tales
rasgos como agresividad y actividad son vistos como masculinos, donde la
sumisión y la obediencia son femeninos. Adler notó que los roles sexuales
tradicionales en la cultura, los cuales dan a las mujeres una posición
subordinada, contribuyen a experimentar la protesta masculina. No aceptó los
roles sexuales de su cultura como ideal ya que tienen efectos adversos sobre
ambos sexos (Adler, 1917/1988a). Escribió críticamente sobre “el mal principal
de nuestra cultura, el exceso de preeminencia de la masculinidad” (Ansbacher y
Ansbacher, 1956, p. 55).
La crítica de Adler sobre los roles sexuales tradicionales le han ganado la
etiqueta de “la primera feminista” (Stein y Edwards, 1998). Las mujeres, como
los hombres, son motivadas por la protesta masculina conforme se esfuerzan en
contra de las restricciones del menos valorado socialmente papel de la mujer.
Pueden resultar problemas físicos, incluidos dificultades menstruales,
dificultades con el embarazo y el dar a luz, y desórdenes sexuales. O la protesta
masculina puede llevar a las mujeres a estar orientadas hacia una carrera, a
casarse tarde o no hacerlo, tener pocos hijos, convertirse en lesbianas o
convertirse en monjas como un rechazo a su rol femenino. A pesar de los juicios
implícitos en estos “síntomas”, Adler (1978, p. 35) advirtió al terapeuta que “no
lleve sus propios juicios de valor acerca de los rasgos masculinos y femeninos
al análisis”.
Lucha por la superioridad
En otra etapa del pensamiento, Adler habló de la lucha por la superioridad. No
quería decir ser una eminencia, sino el automejoramiento. Quiso decir lucha para
lograr lo mejor de la persona de uno, en lugar de luchar por ser mejor que los
demás. Esfuerzo por lograr la perfección El último término que Adler empleó para
el proceso es el esfuerzo por lograr la perfección. Quizá más que ninguno de los
anteriores términos, éste tiene la connotación de un proceso de crecimiento
inherente dentro del individuo. Se refiere al esfuerzo por mejorar lo que es real,
en contraste con el perfeccionamiento neurótico (Lazarsfeld, 1991).
Los teóricos posteriores, Rogers y Maslow (véanse los capítulos 13 y 14),
describieron un proceso que se oye algo similar a la motivación básica de Adler.
La llamaron autorrealización.
COMPLEJO DE INFERIORIDAD
Cuando el proceso de crecimiento se estanca, una persona puede caer víctima
de un complejo de inferioridad. En este caso, la situación de sentirse menos es
demasiado poderosa como para ser superada y la persona acepta un exagerado
sentido de inferioridad como una precisa autodescripción. Todos los neuróticos
tienen un complejo de inferioridad, de acuerdo con Adler. Aun la gente no
neurótica tiene sentimientos de inferioridad; pero solamente en su forma
exagerada, cuando sobrepasan los intentos de moverse hacia el sentimiento
más alto y estancan el crecimiento, se dice que tienen un complejo. Este sentido
exagerado de inferioridad puede resultar de discapacidades físicas, dinámica
familiar o influencias de la sociedad que son abrumadoras (Stein y Edwards,
1998).
COMPLEJO DE SUPERIORIDAD
Algunos neuróticos reprimen sus sentimientos de inferioridad y se creen a sí
mismos mejores que los demás. Este resultado es denominado complejo de
superioridad. Debido a que en