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La psicología individual de Adler ofrece perspectivas sobre la psicohistoria y la

psicobiografía que, más que el psicoanálisis, reconocen la influencia mutua del


individuo y la sociedad (Pozzuto, 1982). Algunos análisis adlerianos ponen
énfasis en el deseo por el poder, por ejemplo, en las vidas políticas de Winston
Churchill (Rintala, 1984) y Gordon Liddy (T. D. Lewis, 1983). La biografía de
Hellinga (1975) sobre Sir Henry Morton Stanley, el explorador que encontró al
Doctor Livingstone en África y pronunció la bien conocida frase “Dr. Livingstone,
¿supongo?”, se enfocó en la inseguridad de Stanley y su meta de la aceptación
y de la fama. Un psicobiógrafo, analizando la personalidad del científico Francis
Galton, se sorprendió de que la teoría con frecuencia desvalorada de Adler
tuviera más que ofrecer que la teoría de Freud. Explicaba por qué el hombre que
sufría de sentimientos de inferioridad desarrollaría una teoría científica sobre la
superioridad de la herencia, y por qué el hijo menor desarrollaría un estilo
humorístico, aun en su serio trabajo científico (Fancher, 1998)
La teoría de Adler, en contraste con las teorías de Freud y Jung, pone énfasis en
la lucha consciente de los individuos por mejorar sus vidas. Ofrece conceptos
para comprender a la gente que, a través de un arduo trabajo, tiene éxito. ¿Qué
hay con los que no lo intentan? En lugar de aceptar su carencia de esfuerzo
como una consecuencia de las fuerzas más allá de su control consciente, la
teoría de Adler hace responsables a estos individuos por sus decisiones erradas.
Dos personalidades modernas que ilustran los conceptos de Adler son Donald
Trump, quien se basó en el éxito de su padre para convertirse en un magnate
multimillonario de los bienes raíces, y Tina Turner, quien superó las adversidades
de la pobreza, un hogar destruido y del abuso físico para lograr el éxito como
una cantante popular.
PSICOLOGÍA INDIVIDUAL
Alfred Adler fue uno de los primeros y de mayor influencia que disentían del
círculo interno de los primeros psicoanalistas. A diferencia de Freud, quien ponía
énfasis en los conflictos universales que toda la gente experimenta, Adler enfocó
su atención en que cada persona es única. Llamó a su teoría psicología
individual. Sus ideas han influido tanto en otros psicoanalistas, incluidos a Karen
Horney, Erich Fromm y Harry Stack Sullivan, que quizá debieron llamarse neo-
adlerianos en lugar de neo-freudianos (Wittels, 1939). Incluso Freud fue influido.
Tomó prestadas muchas de las ideas adlerianas, aunque con frecuencia las
llamaba con un nuevo nombre: mecanismos de defensa (de las tendencias de
salvaguarda de Adler), yo-ideal (del sí mismo-ideal de Adler) y superyó (de
contra-ficción de Adler) (Ansbacher y Ansbacher, 1956, pp. 21-22). Las
discusiones de Adler sobre la protesta masculina contribuyeron al postulado de
Freud sobre el complejo de Edipo.

Adler sostuvo que la gente debe ser entendida desde una perspectiva social, no
biológica. Se opuso al énfasis exclusivo de Freud sobre el sexo como una fuente
de energía y afirmó que cualquier método determinístico que no considere las
metas individuales está incompleto y no puede proporcionar una terapia efectiva.
Sus enfoques presentan un reto para desarrollar una teoría consistente con el
determinismo (Christopher y Leak, 1982). El énfasis de Adler sobre la tendencia
innata hacia el interés social y sobre el enfoque holístico de la personalidad es
un precursor histórico del concepto humanístico de los psicólogos sobre la
autorrealización (Runyon, 1984). Su énfasis en el crecimiento y el libre albedrío
es una fuerza opositora a la actitud determinista de Freud. Podemos decir que
Adler defendió el papel del alma o del sí mismo en la teoría psicológica (cf.
Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 62; Weiss-Rosmarin, 1958/1990). A lo largo de
la historia subsecuente de la teoría de la personalidad, la influencia de Adler es
clara. Su énfasis en toda la persona se refleja en el trabajo de Allport, Maslow y
Rogers. Su atención al contexto social se repite en el trabajo de Horney y en los
psicólogos sociales modernos. Algunos conceptos adlerianos se han vuelto tan
populares que se parecen más al sentido común que a la teoría psicológica

Impulso agresivo El segundo término que Adler empleó para este proceso,
conforme evolucionó su teoría, fue el impulso agresivo. El esfuerzo hacia el
sentimiento más alto puede tomar la forma de pelear o crueldad, o puede ser
expresado en una forma más socializada como competencia atlética u otro
esfuerzo para dominar, incluida la política. Es en este sentido que hablamos de
los “deportes agresivos” o una “campaña agresiva” o incluso un “acuerdo de
negocios agresivo”. Conscientemente, el impulso agresivo puede ser
experimentado como enojo. Protesta masculina En la tercera etapa de su
pensamiento, Adler se refirió a la protesta masculina, una afirmación de la
masculinidad que implica una mayor competencia, superioridad y control. Tales
rasgos como agresividad y actividad son vistos como masculinos, donde la
sumisión y la obediencia son femeninos. Adler notó que los roles sexuales
tradicionales en la cultura, los cuales dan a las mujeres una posición
subordinada, contribuyen a experimentar la protesta masculina. No aceptó los
roles sexuales de su cultura como ideal ya que tienen efectos adversos sobre
ambos sexos (Adler, 1917/1988a). Escribió críticamente sobre “el mal principal
de nuestra cultura, el exceso de preeminencia de la masculinidad” (Ansbacher y
Ansbacher, 1956, p. 55).
La crítica de Adler sobre los roles sexuales tradicionales le han ganado la
etiqueta de “la primera feminista” (Stein y Edwards, 1998). Las mujeres, como
los hombres, son motivadas por la protesta masculina conforme se esfuerzan en
contra de las restricciones del menos valorado socialmente papel de la mujer.
Pueden resultar problemas físicos, incluidos dificultades menstruales,
dificultades con el embarazo y el dar a luz, y desórdenes sexuales. O la protesta
masculina puede llevar a las mujeres a estar orientadas hacia una carrera, a
casarse tarde o no hacerlo, tener pocos hijos, convertirse en lesbianas o
convertirse en monjas como un rechazo a su rol femenino. A pesar de los juicios
implícitos en estos “síntomas”, Adler (1978, p. 35) advirtió al terapeuta que “no
lleve sus propios juicios de valor acerca de los rasgos masculinos y femeninos
al análisis”.
Lucha por la superioridad
En otra etapa del pensamiento, Adler habló de la lucha por la superioridad. No
quería decir ser una eminencia, sino el automejoramiento. Quiso decir lucha para
lograr lo mejor de la persona de uno, en lugar de luchar por ser mejor que los
demás. Esfuerzo por lograr la perfección El último término que Adler empleó para
el proceso es el esfuerzo por lograr la perfección. Quizá más que ninguno de los
anteriores términos, éste tiene la connotación de un proceso de crecimiento
inherente dentro del individuo. Se refiere al esfuerzo por mejorar lo que es real,
en contraste con el perfeccionamiento neurótico (Lazarsfeld, 1991).
Los teóricos posteriores, Rogers y Maslow (véanse los capítulos 13 y 14),
describieron un proceso que se oye algo similar a la motivación básica de Adler.
La llamaron autorrealización.
COMPLEJO DE INFERIORIDAD
Cuando el proceso de crecimiento se estanca, una persona puede caer víctima
de un complejo de inferioridad. En este caso, la situación de sentirse menos es
demasiado poderosa como para ser superada y la persona acepta un exagerado
sentido de inferioridad como una precisa autodescripción. Todos los neuróticos
tienen un complejo de inferioridad, de acuerdo con Adler. Aun la gente no
neurótica tiene sentimientos de inferioridad; pero solamente en su forma
exagerada, cuando sobrepasan los intentos de moverse hacia el sentimiento
más alto y estancan el crecimiento, se dice que tienen un complejo. Este sentido
exagerado de inferioridad puede resultar de discapacidades físicas, dinámica
familiar o influencias de la sociedad que son abrumadoras (Stein y Edwards,
1998).
COMPLEJO DE SUPERIORIDAD
Algunos neuróticos reprimen sus sentimientos de inferioridad y se creen a sí
mismos mejores que los demás. Este resultado es denominado complejo de
superioridad. Debido a que en

EL DESARROLLO DE LA PSICOLOGÍA ADLERIANA COMO ESCISIÓN DEL


PSICOANÁLISIS
Adler es visto por muchas personas del mundo psicológico hispanohablante
como un disidente del psicoanálisis de Sigmund Freud, como una figura histórica
en el desarrollo de la psicología y psicoterapia, cuyas ideas, en su momento,
despertaron un cierto interés en los círculos psicoanalíticos que estaban
insatisfechos con algunas ideas freudianas, pero que han sido superadas por
autores posteriores. En los manuales de psicología se recuerda a Adler sobre
todo por el famoso “complejo de inferioridad” y el “afán de poder”, expresiones
acuñadas por él. Una lectura superficial de la obra de Adler puede sugerir que
este autor mantiene que el impulso psicológico que domina a los individuos es el
Poder o el Afán de Poder, una visión tan equivocada como la que reduce las
ideas del psicoanálisis a la sexualidad. Esta interpretación de la Psicología
Individual asume erróneamente que el impulso que domina la vida psíquica de
las personas es el de obtener poder, dominación, sentirse superior a los demás.
LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL EN SU ESTADO MADURO
Aunque la teoría, en este punto de su desarrollo, todavía no se pueda considerar
del todo elaborada y madurada, el cambio del modelo médico-freudiano hacia
una visión genuinamente adleriana se ha efectuado. Las analogías fisicalistas,
las pulsiones y las relaciones dinámicas dentro del organismo han desaparecido
por completo para dejar lugar a una visión social del individuo.
El ser humano ya no se puede entender por sí sólo, aisladamente, sino en el
conjunto de sus relaciones con los demás y teniendo en mente en qué posición
psicológica se encuentra -subjetivamente- respecto a ellos: “entre” ellos, “por
debajo” o “por encima”. En este sentido, Adler llama a su psicología una
“psicología de posición” por oposición a las “psicologías de disposición” que
parten de estructuras fijas y disposiciones intrapsíquicas. Respecto a la
minusvalía de órganos, a la que antes confería tanta importancia, Adler afirma
que una minusvalía, una debilidad física, etc., puede contribuir a que el individuo
se sienta inferior -por debajo- de los demás, pero no tiene por qué ser así
necesariamente. Una discapacidad no tiene por qué causar un sentimiento de
inferioridad; la neurosis se genera a través de una inferioridad percibida y no real.
ESFUERZO DESDE LA INFERIORIDAD HACIA LA SUPERIORIDAD

El motivo fundamental de la teoría de Adler es el esfuerzo sin fin para moverse


a una mejor manera de vivir. La lucha toma diferentes formas para diferentes
personas y parece imposible para algunos, los que se resignan a la derrota.
Inferioridad Casi todo mundo ha oído el término complejo de inferioridad, el cual
describe el ser embargado por un sentimiento de carencia de valor. Este
concepto fue desarrollado y popularizado por Alfred Adler, aunque él pudiera no
haber originado este término en particular (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p.
256). Para Adler, la motivación básica humana es esforzarse “desde una
situación sentida como menor, hacia una situación mayor, de un sentimiento de
inferioridad hacia la superioridad, perfección, totalidad”
LAS IDEAS EVOLUTIVAS DE ADLER ACERCA DEL ESFUERZO POR
MEJORAR
¿Qué es este “sentimiento de menos”? Toda la gente empieza la vida como
lactante. Se sienten inferiores y desamparados debido a que su supervivencia
depende de los demás. Con el desarrollo, el sentido de cada persona de lo que
es negativo y lo que podría ser más positivo emerge de una manera única y
personal. La terminología de Adler cambió conforme él desarrollaba su teoría
con los años, aferrándose a entender este proceso. Estas cinco etapas del
pensamiento de Adler son más o menos sinónimas, conforme se esforzaba por
describir el desarrollo de la personalidad con más precisión, culminando en su
descripción final: esfuerzo por lograr la perfección.
EL SENTIMIENTO DE COMUNIDAD
El individuo sólo se puede contemplar en el conjunto de una unidad mayor, la
sociedad y la comunidad humana. Se puede decir que sólo en la comunidad, en
relación con los demás, el individuo se convierte en persona. Y para entender lo
que le pasa a una persona hay que examinar sus relaciones con sus respectivos
otros. De esta manera, cualquier conducta humana no se entiende como algo
intrapsíquico (que se produce dentro de la persona), sino como un aspecto de la
vida de esta persona respecto a otras (que se produce entre personas). En la
concepción adleriana, la comunidad constituye el marco ético para la valoración
de un acto humano. La comunidad establece normas y exigencias que sirven de
referencia para el individuo, pero a la par es el conjunto de los individuos que
forman y revisan constantemente este marco normativo. Si a una persona se le
llama buena o mala, sana o enferma, no se puede determinar desde un punto de
vista absoluto, sino siempre desde el marco social. En tanto que el individuo
forma parte de esta comunidad, se

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