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FICHA ESCUELAS FUNDANTES I

GEORGE MEAD (1863 – 1931)


Filósofo, sociólogo y psicólogo social nacido en Estados Unidos.

Su teoría comienza por criticar al conductismo de Watson, creando una nueva


corriente denominada “conductismo social”.

Él pensaba que el Yo surge como un proceso gradual en el que el organismo se cohíbe;


esta “timidez” es el resultado de la interacción del organismo con su ambiente, e
incluye la comunicación con otros organismos.

Mediante el gesto verbal, se verifica esta evolución. También surge como producto
social lo que denominamos “la mente”, o “la inteligencia”, y lo toma como un
instrumento desarrollado por el individuo para posibilitar soluciones racionales dentro
del contexto social.

Solo publicó artículos, ya que sus libros fueron publicados por recopilaciones de sus
manuscritos en manos de sus alumnos.

Principales obras:

- 1932 La filosofía del presente.


- 1934 Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista de un conductista
social.
- 1938 La filosofía del acto.

Los acontecimientos mentales se deben considerar en su contexto de


comportamiento. Así, Mead plantea una “Psicología social conductista” en el sentido
de que parte de una actividad observable (es decir, el proceso social dinámico en
devenir y los actos sociales que son sus elementos integrantes).

La conducta solo puede ser entendida teniendo en cuenta la conducta de todo el


grupo social del que forma parte el individuo, ya que el grupo es el que otorga sentido
a los actos individuales.

Su método de estudio partía desde las fuerzas sociales más generales hacia los
acontecimientos pequeños de la conducta individual.

Mead concebía al organismo humano como un agente activo, no simplemente como


un receptor positivo de estímulos del ambiente; y consideraba que una capacidad
específicamente humana es la capacidad de alterar y dirigir el curso de la evolución
mediante la actividad de sus capacidades intelectuales.

La “percepción” debe considerarse como un proceso activo. Respondemos a los


estímulos de manera selectiva, y luego se interpreta y responde a esos estímulos en
forma simbólica.

La mente y la capacidad del organismo humano para comunicarse simbólicamente


deben explicarse como parte de un proceso evolutivo.

Las ideas en la teoría de Darwin sobre la expresión de las emociones brindaron a Mead
una base para explicar el desarrollo del lenguaje. Éste había demostrado las
asociaciones que se daban entre ciertos estados emocionales y ciertas expresiones
faciales y corporales.

Cuando un animal muestra los dientes, denota un estado de ira. Este mensaje es claro
en cualquier animal que usa sus dientes para atacar. Pero Darwin advirtió que estas
expresiones se observan aun en el hombre, donde ha perdido su valor original de
supervivencia.

Propuso la hipótesis de que la importancia de las expresiones faciales consiste en su


capacidad de revelar algo acerca del estado interno del organismo. Mead se refiere a
estos estados expresivos denominándolos actitudes o gestos, una acción que anticipa
lo que vendrá, comportamiento primitivo a partir del cual se ha desarrollado la
capacidad de comunicación del hombre.

En el animal, el gesto es automático e irreflexivo. Es parte de un estado que predice


otro y no intenta comunicar su ira, simplemente muestra la forma automática, siendo
esta la primera parte del acto de atacar.

Mead demostró la función informativa del gesto en lo que llamó “conversación de


gestos” (pelea de perros, por ejemplo. Cada uno genera una acción en el otro). Lo
mismo ocurre entre seres humanos en una conversación, donde cada expresión verbal
es una respuesta a la expresión anterior del otro.

Sin embargo, el lenguaje de gestos no es una comunicación; para que lo sea, debe
comprender el uso de gestos significantes o símbolos. El individuo debe poder
interpretar el significado de su propio gesto.

La capacidad humana de anticipar la respuesta con su gesto, despierta en los demás al


del símbolo lingüístico significante. Del gesto significante a la expresión verbal hay solo
un paso más: el sonido.
Para comunicarnos, debemos estar capacitados para anticipar la respuesta que
nuestro acto suscitará en el otro. Esto se hace, según Mead, asumiendo el rol del otro,
viéndose a si mismo desde el punto de vista de la otra persona.

Esta posibilidad del hombre de utilizar el lenguaje para comunicarse, le permite a la


vez desarrollar un sí mismo. La mismidad sería la capacidad de tomarnos como objetos
para nosotros mismos.

Cada vez que nos vemos desde afuera, como si el análisis lo hiciéramos sobre otra
persona, lo estamos haciendo gracias al lenguaje.

Cuando nos preguntamos “¿cómo me fue hoy?”, o “¿qué es lo que me pasa?”, nos
estamos observando como un evaluador externo.

Debemos asumir entonces el rol del otro (cuyas pautas y criterios hemos incorporado),
y respondemos desde esos criterios, convirtiéndonos en objetos para nosotros
mismos, podemos objetivarnos.

El sí mismo no ocurre en el momento del nacimiento, sino que surge durante el


proceso de la experiencia y la actividad social. El ser humano comienza a entender al
mundo social a través del juego y el deporte.

La constitución del sí mismo es un fenómeno ligado al desarrollo, y Mead utiliza tanto


al juego como al deporte como metáforas para graficar dos etapas dentro de este
proceso de mismidad.

En el juego, el niño pequeño va asumiendo diferentes roles duales, el propio rol y el de


la otra persona que cumple el rol complementario. Esta actividad le da al niño la
posibilidad de explorar las actitudes de los otros hacia él, y va aprendiendo a
considerarse desde un punto de vista más externo. Va probando de a poco los roles
particulares de su entorno más inmediato, y de ese modo se empieza a ver a sí mismo
como lo ve el otro. Así, toma los diferentes roles que ve para alcanzar un
entendimiento; procesa a través del juego (juegos como policía ladrón – doctor
paciente – alumno maestro, etc.).

En el deporte en cambio, lo que se incorpora es la totalidad de roles que conforman el


equipo. Aquí tiene que organizar con los demás, entender las reglas e incorporar
normas para ser aceptado. Hay una mayor organización en la actividad. Tiene reglas y
funciones además de un objetivo en común. Esto es lo más parecido a la estructura
social conjunta.

Mead llama a esto la primera vez “con el otro generalizado” , que es algo así como la
sociedad , que se incorpora actitudes de los otros y se incorporan en el individuo.
El otro generalizado puede ser visto como la norma general en un grupo social o
situación. Así el individuo entiende qué tipo de comportamientos son esperados,
apropiados y demás dentro de diferentes situaciones sociales.

La familia, el equipo de fútbol, el colegio y la sociedad son ejemplos de situaciones


sociales a través del cual el niño desarrolla gradualmente el entendimiento de las
normas de comportamiento.

Para Mead, es importante diferenciar la persona del organismo; organismo no


necesariamente es persona. La persona surge en el proceso de la experiencia y
actividades sociales, mediante el lenguaje.

Por esto es tan importante el otro generalizado, ya que por medio de la adaptación de
actitudes se constituye el Mi, que reacciona como un Yo.

El Mi es la acumulación de entendimiento sobre el otro generalizado, por ejemplo


normas, opiniones inconscientes, patrones de la respuesta social, etc.

El Yo se trata de opiniones personales, del observador que crea la individualidad del


individuo. Este Yo es creatividad, espontaneidad y toda la dotación de instintos del ser
humano.

El Mi estructura los impulsos espontáneos, y se refiere a la internalización personal de


las expectativas que otro tiene de mi.

“La mente humana puede surgir solamente de la experiencia social”. El proceso de


pensamiento trata de una preparación para la acción social.

En este momento, ya incorporadas las actitudes generalizadas de la sociedad en la que


se vive, podemos decir que esta persona ha incorporado al “otro generalizado”.

Habiendo aprendido el funcionamiento general de roles y lo que se debe hacer en el


desempeño de éstos, el individuo tiene la experiencia del grupo social al que
pertenece con sus normas, valores y metas y ha alcanzado el desarrollo pleno del sí
mismo. Ahora puede ser considerado un miembro activo de la sociedad.

El otro generalizado es entonces la culminación de un proceso que va de la


internalización progresiva de los roles específicos (mamá fulana) a los roles y actitudes
en general (qué es ser madre dentro de esa sociedad).

Esta abstracción de roles y actitudes en general es lo que se denomina el otro


generalizado.

Pero Mead afirma que además, cada sí mismo tendrá su propia individualidad, sus
pautas únicas e intransferibles. Cada uno ha experimentado el proceso social desde
una perspectiva diferente, y los sí mismos individuales y sus estructuras tienen
diferencias y variaciones entre ellos.

Es decir, no se trata de algo único y estable sino plural y en muchas ocasiones


contradictorio.

Los elementos que componen el sí mismo son el Yo y el Mi. Mediante la adopción de


las actitudes de los otros (el otro generalizado) hemos introducido el Mi, y
reaccionamos a él como un Yo.

Gracias al Yo decimos que nunca tenemos conciencia plena de lo que somos, que nos
sorprendemos con nuestra propia acción.

El Yo en la memoria está presente como vocero de la persona en cuanto al pasado, en


nuestra propia experiencia aparece como una figura histórica, ya que no podemos
asegurar que mañana actuaremos como ayer.

Cuando decimos lo que haríamos en lugar del otro, lo hacemos según el patrón de las
actitudes sociales internalizadas (el Mi). Pero llegado el momento, reaccionamos no
sólo como sabemos, sino como podemos (como un Yo). El Yo proporciona la sensación
de libertad de iniciativa.

El Yo y el Mi son parte de un todo. Están separados en el proceso pero deben


funcionar juntos.

El Yo provoca al Mí. Entonces para Mead el Yo es una entidad reflejada.

Llegamos a ser lo que los otros significativos nos consideran.

Nos vamos constituyendo a partir de lo que los otros ven en nosotros, incorporando
roles, actitudes, valores, metas, pero con la imprevisible reacción espontánea del Yo,
nuestro componente más creativo (vale aclarar que este Yo es diferente al de Freud,
está más asociado a la personalidad).
KURT LEWIN (1890 – 1947)
Psicólogo alemán que emigra a Estados Unidos en 1947 y allí desarrolla su obra.

Ya instalado en U.S.A., se dedica a estudiar sobre la influencia de la motivación, la


personalidad y la psicología social en el aprendizaje.

Introduce el concepto de espacio vital para definir la totalidad de los hechos que
determinan la conducta de un individuo particular, en un momento dado. No
hablamos de espacio geográfico, sino del espacio que contiene todo aquello que afecta
al sujeto, esté o no en su espacio físico; es decir, se trata del ambiente de la persona
tal como lo percibe subjetivamente, su campo.

Lewin plantea una idea de grupo como un todo dinámico, operando en un campo
social.

Utiliza el método situacional (a-histórico) en el campo. Se estudia al grupo incluyendo


presente, pasado y futuro en el análisis del aquí – ahora. El presente se explica por el
presente.

Existe una “autonomía funcional” del individuo o del grupo dentro del campo social.
Cada individuo contribuye con sus espacios vitales a la situación grupal.

Este tipo de análisis topológico trata de evaluar la atmósfera grupal, la extensión de “la
sensación de nosotros” o pertenencia entre sus miembros, los valores hacia los que se
esfuerza el grupo, las fuerzas cohesivas y destructivas y el nivel de tensión resultante,
el liderazgo y su efecto sobre la atmósfera del grupo, la influencia de la motivación, la
frustración y el conflicto en la vida del grupo.

La teoría del campo le ha dado al analista de grupos conceptos operativos útiles.

Según esta escuela, la tensión es un fenómeno normal de grupo, y está relacionada


con una dependencia básica (la lucha por un espacio vital adecuado en el cual
maniobrar). Entre todos los miembros se va creando un espacio vital.

Sus necesidades hacen surgir un sistema de tensiones que dota de valencias positivas y
negativas a los otros miembros del grupo.

Análisis topológico de la atmósfera grupal:

Cada grupo desarrolla su propia atmósfera, se crea con el proceso de interacción. La


mayoría de los individuos llegan a parecerse a su grupo de pertenencia, sienten
necesidad de ser como los otros del grupo.
Las actitudes y actividades del líder están entre los determinantes de la atmósfera y
ésta también determina al líder. Si el líder es autoritario, el grupo es inhibido; si es
democrático, el grupo también lo es, y será mayor la productividad (menos tensión).

Análisis de los roles:

Cuanto más moderna es la cultura, más plásticos son sus requerimientos con respecto
a los roles.

El liderazgo está determinado por la situación, cualquier miembro puede alcanzarlo.

El grupo organizado positivamente se reúne de forma espontánea como resultado de


sentimientos mutuos y fines comunes.

El grupo organizado negativamente, es reunido por un agente exterior, allí la agresión


es auto contenida y la hostilidad interpersonal puede llegar a niveles destructivos.

Lewin postula que todo grupo necesita un programa, una visión de meta, el sentido o
propósito (caso contrario se deteriorará). Será la interdependencia del grupo la que
determinará la fuerza y la dinámica del grupo.

Fue el pionero en investigaciones experimentales de la grupalidad. A partir de una


experiencia con tres grupos de niños de 8/10 años cuya tarea consistía en realizar
manualidades, guiados por un monitor a quien previamente se le había pautado su
comportamiento.

Así, Lewin establece tres climas sociales diferentes, que se generan y propician a través
de un líder /monitor grupal que ejercerá 3 tipos de liderazgo:

1) Autoritario: (Pichon Riviere lo llamará luego autocrático). Es directivo, favorece


la dependencia (de los miembros del grupo hacia su persona).
Se confunde a sí mismo con el grupo (necesidades, deseos, etc.) y paraliza la
tarea. El clima es frustrante, produce apatía o agresividad. Genera un sujeto
inhibid.
En el ejemplo de la experiencia con los niños les ordenaba lo que había que
hacer, estrictamente, sin debates ni iniciativas.
2) Laissez – faire: (término francés utilizado en economía que quiere decir “dejar
hacer). Estilo liberal. Directamente delega en el grupo y casi no asume la
orientación de la acción. El clima que se vive es de fracaso, por el abandono del
líder, lo que provoca intensa frustración.
En los niños de la experiencia, no se les daba ninguna pauta y tenían total
libertad para hacer.
3) Democrático: es el rol ideal para el trabajo grupal. Confía en la
retroalimentación (enseñaje). Favorece el intercambio de ideas entre los
miembros e interviene señalando la dificultad en el funcionamiento. El clima
tiene menor monto de agresividad, se va descargando gradualmente.
A menor tensión, mayor productividad. A los niños dentro de la experiencia se
les permitía el debate, se tenía en cuenta sus opiniones.

Enrique Pichon Riviere agregará luego un cuarto liderazgo: Demagógico.


Su característica más marcada es la impostura. Su conducta tiene una
estructura autocrática, se muestra democrático y cae en situaciones de laissez
faire. O sea, es un impostor. El líder hace lo que el grupo espera que haga.
Actúa para que lo quieran y acepten.

Resultados obtenidos en la experiencia con los grupos de niños:


Grupo 1) Los niños presentaban conductas agresivas y competitivas.
Descalificaban el trabajo de sus compañeros. El objetivo de trabajo se cumplió,
pero el grupo sólo trabajaba cuando el monitor estaba presente, sino eran
violentos entre ellos.
Grupo 2) No alcanzaron los objetivos a cumplir. La conducta grupal era
anárquica aun cuando el monitor estuviera presente.
Grupo 3) El grupo alcanzó los objetivos al igual que el grupo 1, pero se
diferenciaban en actitudes. Aquí presentaban compañerismo y cooperación.
Aunque el monitor estuviera ausente, trabajaban igual en pos del objetivo
común.
WILFRED BION (1897 – 1979)
Nació en India en 1897 y falleció en Oxford en 1979. Psiquiatra y psicoanalista
perteneciente a la escuela inglesa de Melanie Klein.

Elabora su teoría a partir de una intervención en la recuperación dentro de un hospital


militar de 400 veteranos de guerra para favorecer su reinserción social.

Es el fundador del enfoque psicoanalista en grupos. Propone el trabajo de lo latente.

En un grupo está el plano de lo consciente y lo inconsciente, que Pichon Riviere


llamará manifiesto y latente (inconsciente, miedos básicos). Bion lo llamó el plano del
grupo de trabajo (compartir la tarea), y el plano de los grupos de supuesto básico
(compartir las emociones).

El hombre por ser un ser gregario necesita ser miembro de un grupo. Bion se acerca al
estudio de los grupos desde el psicoanálisis. Hizo sus primeras experiencias como
director del sector de rehabilitación de un hospital psiquiátrico militar durante la
segunda guerra mundial. Los 400 pacientes tenían que hacer una hora de
entrenamiento físico y ser miembros de uno o más grupos que tenían como objetivo
estudiar un oficio.

De acuerdo con sus intereses, podrían formar nuevos grupos para desarrollar otras
actividades.

Se realizaban reuniones diarias de todos los pacientes, el personal que trabajaba, los
directores, y se discutían los programas, problemas creados y disposiciones a tomar. A
partir de allí se desarrollaban seminarios terapéuticos.

• Bion propone que el comportamiento de un grupo se efectúa en 2 niveles:


- El de las tareas en común.
- El de las emociones comunes.

El primer nivel es racional y consciente. Todo grupo tiene una tarea que recibe de la
organización en la que se inserta.

El segundo nivel está relacionado con la cooperación consciente de los miembros del
grupo, imprescindible para que lleguen a concretar la tarea.

Bion dice que esto requiere una circulación emocional y fantasmática inconsciente
entre ellos.

• Los individuos reunidos en un grupo se combinan de forma instantánea e


involuntaria para actuar según los estados afectivos que Bion llamó “supuestos
básicos” (SB). Estos estados afectivos son arcaicos y se remontan a la primera
infancia.

Mentalidad grupal: el grupo funciona en muchas oportunidades como una unidad,


aunque sus miembros no se propongan ni tengan consciencia de ello. La hipótesis de
una mentalidad grupal es una formulación básica para investigar los fenómenos
grupales.

La mentalidad grupal está formada por la opinión, voluntad o deseo unánime del
grupo en un momento dado. Los individuos contribuyen a ella en forma inconsciente.

A veces puede pasar que la mentalidad grupal esté en conflicto con los deseos,
opiniones o pensamientos de los individuos, produciéndoles molestia, enojos u otras
reacciones.

La organización del grupo puede ser vista como el resultado del interjuego entre la
mentalidad grupal y los deseos del individuo. Esta organización es la que Bion
denomina “cultura de grupo”.

La cultura de grupo incluye:

- La estructura adquirida por el grupo en un momento dado.


- Las tareas que se propone.
- La organización que adopta para la realización de las mismas.

La cultura es un hecho observable dentro del contexto de la situación grupal, que


puede describirse desde afuera tomando en cuenta la conducta de sus integrantes, los
roles que desempeñan, los líderes que actúan y el comportamiento general.

Para seguir explicando el concepto de mentalidad grupal, Bion introduce el concepto


de SB, es un término que califica el concepto de mentalidad grupal (recordemos que la
define como la existencia de una opinión común, unánime y anónima del grupo, en un
momento dado).

Entonces, la mentalidad grupal contiene, es el recipiente de todas las contribuciones


hechas por los miembros del grupo. El SB nos dice algo acerca del contenido de esta
opinión, permitiendo una mejor comprensión de los fenómenos emocionales en los
grupos.

Los SB están configurados por emociones intensas, de origen primitivo (por ello se
consideran básicos). Su existencia determina la organización que el grupo adopta y la
manera de encarar la tarea a realizar, por lo tanto la cultura del grupo siempre nos va a
mostrar evidencias de los SB subyacentes y cuál es el SB activo en ese momento.
Los impulsos emocionales que están implícitos en el grupo, o sea, las suposiciones
básicas, nos expresan una especie de fantasía grupal de tipo omnipotente acerca del
modo de obtener sus fines o cómo satisfacen sus deseos. Estos impulsos, que se
caracterizan por ser irracionales y se verán manifestados en la conducta del grupo.

Es importante aclarar que los SB son inconscientes y muchas veces opuestos a las
opiniones conscientes y racionales de los miembros que conforman el grupo.

Los SB que jerarquiza Bion son 3:

- SB de dependencia: el grupo sustenta la convicción de que está reunido para


alguien (de quien el grupo depende absolutamente), que les provea la
satisfacción de todas las necesidades y deseos. Es la creencia en una deidad
protectora cuya bondad, potencia y sabiduría no se cuestionan. El grupo está
reunido para lograr sostén del líder de quien dependen para nutrirse material y
espiritualmente.
- SB de ataque – fuga: creencia colectiva e inconsciente de una convicción grupal
de que existe un enemigo, y que es necesario atacarlo o huir de él. El objeto
“malo” es externo, y la única actividad defensiva frente a él es su destrucción
(ataque) o evitación (huida). El grupo reunido para luchar contra el enemigo
común. Suele caerse en este SB luego de pasar por el de dependencia y no
haber sido satisfechos en sus deseos.
- SB de apareamiento: creencia colectiva e inconsciente de que cualquiera sean
los problemas o necesidades actuales del grupo, un hecho futuro, o un ser no
nacido los resolverá. Hay esperanza de tipo mesiánica. Lo importante en este
estado emocional es la idea de futuro, y no la resolución en el presente. La
emocionalidad está depositada en ese hecho que ocurrirá en el futuro
(persona, idea, utopía).

Entonces, los SB son fantasías que se dan a nivel grupal acerca del modo en que
se resolverían sus dificultades. Todos los SB son estados emocionales que
tienden a evitar la frustración inherente de aprendizaje.
Ahora, ¿cómo es el funcionamiento de un grupo en donde predomina un
determinado SB? Primero aclaremos que los integrantes que participan en la
actividad llamada SB lo hacen de manera automática e irreflexivamente, no
necesitan experiencia previa ni madurez mental.
El hecho de participar no requiere tampoco de la cooperación de los
integrantes (que es una cualidad indispensable para la participación en la
actividad mental denominada “grupo de trabajo” que detallaremos más
adelante).
- Para referirse a grupo de trabajo hablará de cooperación.
- Para referirse a SB toma un término químico: “valencia”, para señalar la mayor
o menor disposición del individuo para combinarse en la actividad del SB.

En general, los grupos de SB tienen formas típicas de organizarse, en particular en lo


que a comportamientos y liderazgos se refiere.

Este funcionamiento grupal según predomine un SB Bion lo explica mediante


situaciones en pequeños grupos terapéuticos, pero son válidos para el análisis de
grandes grupos como el ejército, comunidades religiosas, clases sociales, etc.

La cultura que posee el grupo de dependencia:

El SB de dependencia está organizado buscando a un líder que cumpla con la función


de proveer las necesidades grupales.

Este rol, en un grupo terapéutico, por ejemplo, es fácilmente atribuido al terapeuta


que lo coordina (“recibir tratamiento” como algo mágico). El grupo se comporta frente
al terapeuta como si estuviera convencido de que todo el trabajo deberá ser
emprendido por él, todo depende de él. Vemos una pérdida casi total del juicio crítico,
pasividad y otras conductas de tipo “sumisas” dan cuenta de esta configuración.

El grupo puede organizarse como escolares esperando recibir instructivos, o exigirle


que lo provea. El terapeuta (siguiendo el mismo ejemplo), percibirá las molestias que
conlleva la frustración grupal por no cumplir con sus expectativas. Si llegara a sugerir la
necesidad de esclarecer las situaciones subyacentes, el grupo lo interpretará como una
negativa a asumir el rol adjudicado, y le exigirá un comportamiento más maduro.

Ante el peligro que lo amenaza, el grupo puede reaccionar de diferentes formas de


dependencia:

- Manteniendo su SB pero buscando a otra persona como líder deidificado.


- Sustituyendo al SB de dependencia por otro (con el correspondiente cambio de
clima emocionales, de liderazgos, roles, etc.).

La cultura que posee el grupo de ataque- fuga:

Posee a un líder que debe apoyar la idea grupal de que existe un enemigo dentro o
fuera del grupo, del que precisan defenderse o huir.

Siguiendo el ejemplo de los grupos terapéuticos, el enemigo suele ser un miembro del
grupo, o quizás la persona del terapeuta.
El grupo puede actuar evitando cualquier manifestación del “enemigo”. Por ejemplo, si
es el terapeuta, el grupo ignorará sus intervenciones mediante palabras, silencios o
acciones.

La hostilidad puede asumir diferentes formas:

Actividades tendientes a tomar posesión del terapeuta o de grupos externos; ó ser


poseídos por un grupo externo.

La cultura que posee el grupo de apareamiento:

El liderazgo está relacionado con una pareja que promete un hijo, o alguna idea
relacionada con el futuro. El líder es algo o alguien no nacido aún.

La pareja puede establecerse entre dos integrantes que dialogan, y que el grupo
estimula esta relación.

No reaccionan con celos o rivalidades, ya que esta pareja se considera como


contenedora de la esperanza del nacimiento de un futuro líder que salvará al grupo.

Esta idea o persona “librará” al grupo de sus sentimientos de odio, destrucción o


desesperación.

Los SB pueden alternarse en una misma sesión, pueden mantenerse durante muchos
meses y nunca coexisten.

Una característica común a todos los grupos de SB refiere al lenguaje y su uso. El


lenguaje no aparece desarrollado como una forma de pensamiento, sino utilizado
como una forma de acción.

Grupo de Trabajo:

Término utilizado por Bion para referirse a un tipo particular de mentalidad grupal y a
la cultura que de éste se deriva.

El grupo de trabajo requiere de sus miembros la capacidad de cooperación y de


esfuerzo, no se da por valencia sino por una cierta madurez y entrenamiento para
participar en él.

Es un estado mental que implica contacto con la realidad, tolerancia a la frustración,


control y manejo de las emociones (analogía Yo planteado por Freud).
En un nivel de funcionamiento grupal, la tarea realizada por el grupo requiere el uso de
métodos racionales y científicos en su abordaje. Comunicación a través del lenguaje
verbal, no por la acción irreflexiva.

El líder es aquella persona capaz de ser eficiente en brindar la posibilidad de que dicho
abordaje se lleve a cabo.

La tarea (que puede ser dolorosa, trabajosa), promueve crecimiento y maduración en


el grupo y en sus miembros.

El grupo de trabajo que tolera la frustración, permite la evolución de ideas nuevas, que
no son deidificadas ni negadas.

Grupo de trabajo y grupo de SB coexisten y plantean un conflicto permanente y


recurrente dentro del grupo.

Grupo especializado de trabajo:

Bion plantea a la sociedad como un grupo que también presenta fenómenos de SB. Los
grupos sociales, para resolver parcialmente este problema han creado determinados
sub grupos que funcionan como grupos especializados de trabajo”, y son
organizaciones e instituciones, como por ejemplo la iglesia, o el ejército.

Por ejemplo, pensemos en la iglesia. Su organización y estructura se especializa en el


SB de dependencia.

En el caso del ejército, instrumenta el SB de ataque y fuga.

La aristocracia, el SB de apareamiento, con sus ideas de raza y nacimiento.

Cada vez que en un grupo surge una idea nueva, altera la estructura del campo grupal,
y se darán momentos de desorganización, dolor y frustración.
JEAN PAUL SARTRE (1905 – 1980)
Filósofo, escritor, novelista, dramaturgo, activista político, biógrafo y crítico literario
francés, exponente del existencialismo y del marxismo humanista.

La preocupación central de Sartre fue la de analizar al hombre en sus condiciones


concretas de existencia “cada ser en el mundo”.

En 1939 es incorporado al ejército durante la segunda guerra mundial y en el año 40


fue prisionero de los alemanes. Esto influyó en su posición política posterior.

Simone de Beauvoir fue su mujer por 51 años hasta la muerte de Sartre.

En 1943 escribe “El ser y la nada”, donde concebía a los seres humanos como seres
que crean su propio mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la
responsabilidad personal de sus acciones.

Su teoría de “psicoanálisis existencial” planteaba la responsabilidad de los individuos al


tomar sus decisiones, así como reconocía a la absoluta libertad de elección como
condición necesaria de la auténtica existencia humana.

Ya en 1960, en “Crítica a la razón dialéctica”, traslada el énfasis por la libertad, por la


subjetividad existencialista hacia el determinismo social marxista, donde afirmaba que
la influencia de la sociedad moderna era tan grande que producía una serialización,
que interpreta como pérdida de identidad.

Aunque es difícil definir al existencialismo, podemos ver un punto en común por parte
de los filósofos existencialistas: “la existencia precede a la esencia”.

El existencialismo se interesa en reflexionar sobre el sentido de la existencia, la


libertad, la moralidad y la muerte, por encima de cuestiones abstractas que
“encubrirían los conflictos del hombre”.

El hombre para el existencialismo es, ante todo, posibilidad de ser. Posibilidad de ser
es posibilidad de elegir. Elegimos a cada instante. Elige sus posibilidades y se elige
proyectándose. Toda existencia es elección constante, no solo conscientemente.

Hombre como ser que se crea a sí mismo, se crea eligiéndose y eligiendo sus
posibilidades.

En relación a los grupos, Sartre estudia dicho fenómeno basándose en el análisis


histórico desde una perspectiva dialéctica, haciendo hincapié en los modos de
relacionarse que elige cada grupo en su mutua modificación yo-otro.
Ve al grupo como un proceso en marcha, y marca momentos evolutivos que posee el
grupo, diciendo que sólo cuando el grupo está constituido como tal, puede elegir el
tipo de relación.

Los diferentes momentos son:

Serialidad – fusión: en el origen de todo grupo está la serialidad, y el primer


objetivo de todo grupo está en eliminarla por medio de la fusión, donde cada
uno es alguien significante para los demás.
Los indicadores de fusión son: el uso del “nosotros”, la vivencia de totalidad,
poder expresar deseos, fantasías, actitudes en común (esto coincide con el
concepto de pertenecía y mutua representación interna de Pichon Riviere).
Juramento: el grupo juramentado exige mayor pertenencia. El temor de volver
a la serie da origen al juramento. Es el paso a una forma grupal más reflexiva y
permanente búsqueda de acuerdos y decisiones comunes. Cada vez hay más
pertenencia y se instituye la obligatoreidad.
Organización: repartición de tareas en donde el poder atañe a la soberanía de
todos. Los integrantes tienen libertad en pos de lograr el objetivo.
Pichon Riviere habla de roles funcionantes y complementarios a partir de la
organización grupal alrededor de la tarea.
Fraternidad –terror: comienza a surgir en el grupo juramentado y se acentúa
ante el temor de desorganización.
El grupo controla las posibilidades de fuga y no participación. Es un terror que
une.
Institucionalización: se conforman sub grupos, se diversifican las tareas,
reaparece la alteridad y se lucha contra ella (por ejemplo al inicio del grupo).
Cuando la estructura organizada continúa, se transforma en una institución en
la que el grupo crea sus propias normas. Ya se convierte en una escuela, una
institución donde cada uno sabe lo que tiene que hacer.

Cada uno de estos momentos no tiene que darse inevitablemente. Puede no


continuar el proceso y esto es una elección consciente o inconsciente de los
miembros.
No hay un cálculo posible para saber si un grupo funcionará o no, de todos
modos el grupo sólo podrá desarrollarse a partir de determinadas
características que irá consolidando.
Según Sartre, sólo cuando el grupo está constituido puede elegir el tipo de
relaciones. Estas relaciones son etapas o momentos del grupo que se toman
como “posibilidades de tipos de relación”, y son las descriptas anteriormente.

Sartre escribió novelas, obras de teatro y filosofía. Ganó un premio nobel de


literatura al que rechazó por cuestiones éticas e ideológicas. Su trabajo rondó
constantemente en relación a la libertad, lo que lo lleva a plantear que la
existencia precede a la esencia. O sea, que desde ese “estar” primero y sin
sentido iremos construyendo “algo en nosotros”.
No hay plan ni destino para el hombre. Él será el responsable de su ser. La
esencia humana se construye a partir de las decisiones que tomamos día a día
durante toda nuestra vida. De allí proviene su afirmación “estamos condenados
a la libertad”.
No podemos eludir nuestra responsabilidad de elegir, por acción u omisión.
Una de las cuestiones que Sartre intenta responder es acerca del pasaje de lo
múltiple a lo uno; ¿cómo es posible partir de sujetos distintos y plurales para
llegar a los colectivos, las acciones e intereses unificados? ¿Cómo de la
diferencia se llega a la unidad?
Él habla de la totalización en proceso, siempre en permanente construcción y
bajo amenaza de desintegración. Es decir, que los procesos dialécticos
proceden mediante contradicción, interjuego entre pares opuestos que
conforman una unidad, se van dando síntesis que siempre son provisorias y
nunca definitivas. Lo único permanente es el cambio.
Estos cambios no vienen del afuera, sino desde la interioridad contradictoria de
seres y fenómenos.
La estabilidad definitiva es siempre una ilusión. Para Sartre, el grupo no es algo
estático sino una totalización siempre en movimiento, con relación dialéctica
de interioridad entre elemento.

Sartre postula una diferencia fundamental entre aglomeración y grupo:


La aglomeración es una construcción que proviene de la dispersión, de la
soledad acompañada por otros que no son significativos, son simples
agregaciones numéricas. Para convertirse en grupo, se tendrá que producir una
transformación.
Serie y grupo: la serie sería la cola de un banco, los oyentes de un programa
radial, espectadores de una película. Todos están conglomerados, son series en
el sentido aritmético en los que cualquiera puede ser reemplazado por otro sin
alterar el conjunto. Para que pase de serie a grupo deben darse 3 requisitos:

- Es importante el grado de interés en común de los sujetos que constituyen la


serie. Debe ser lo suficientemente potente como para interiorizarlo, tomar
consciencia de la necesidad compartida y construir un interés común.
Los integrantes de ese conjunto registran la necesidad de la participación de los
otros para la satisfacción de sus propios objetivos. Para que esto tenga lugar no
es suficiente un discurso, sino un proceso dialéctico que se despliega en una
praxis.
Comienza el conocimiento entre sí de los integrantes, con las simpatías,
afinidades, acuerdos e identificaciones, y también antipatías, diferencias y
desacuerdos.
Se empieza a dar una incipiente relación y entendimiento recíproco entre todos
y esta sería la primera modificación interna al agrupamiento. Cada individuo es
significativo para los otros en tanto se los necesita para el objetivo común.
- El segundo requisito es pasar de las comunicaciones indirectas o
unidireccionales a las comunicaciones directas o de retroalimentación (proceso
de ida y vuelta).
La comunicación es el vehículo de la interacción y en esta etapa se profundiza
el conocimiento mutuo, se va ajustando, diría Pichon Riviere, la mutua
representación interna que luego facilitará la distribución de roles, basada en
las diferencias.
- Es necesario que existan otros grupos dentro de la sociedad que defienda
intereses contrarios a este grupo en gestación.
Se da porque frente a una amenaza externa, tendemos a borrar diferencias
entre los posibles afectados, salimos de la apatía con que aceptábamos la
realidad y ponemos en marcha recursos creativos mediante una praxis que
recupera el sentido de la libertad de participación en la producción del mundo
en el que vivimos.

El grupo entonces, nace contra la serialidad, frente al tedio e inercia de la


simple aglomeración y es un “grupo en fusión, un conjunto homogéneo y
amorfo en donde la extrañeza de los otros desaparece por la acción común. Se
transitan momentos de solidaridad y pertenencia dentro de un proyecto común
en el que todos se sienten parte de algo mejor y más grande que cada uno
individualmente, y los otros se imponen al comportamiento individual,
regulándolo.
Se niega la posibilidad de la transformación, a través de la praxis hacia la
libertad: todos son semejantes, todos comparten un objetivo que requiere que
todos participen para que pueda cumplirse. Es la fraternidad. Pero como nada
es para siempre, como el riesgo de serialidad acecha detrás de cada objetivo
inmediato logrado, se impone tomar ciertas medidas para sobrevivir.
Se comienza a regular el compromiso de los integrantes inhibiendo lo serial de
cada miembro en orden a la totalidad alcanzada.
El grupo se toma como objeto a sí mismo. Es el momento del juramento, que
instituye la obligatoreidad de la fraternidad. Esta no es otra cosa que libertad
juramentada. La unidad del grupo es el imperativo y cada uno dará su palabra
de que jamás será una amenaza para la cohesión del grupo.
Pero, al no contar con más consistencia que esta red sostenida desde la palabra
dada, cualquiera de los juramentados podría decidir dejar de ser fiel a su
palabra poniendo en peligro al conjunto.
El grupo reaccionará entonces poniendo bajo sospecha a todo integrante que
no se ajuste a la acción común y llegado el caso, liquidando al traidor. Surgen
las internas, las purgas, las persecuciones características de los momentos de
depuración y que Sartre llama etapa del terror.
Esta figura representa la degradación de la tensión del grupo juramentado
hacia una unidad que nunca consigue (el grupo definitivo) y que muchas veces
escala por proyectar en el organismo de un dictador.
Fraternidad – terror son dos polos de una misma estructura.
El grupo sólo puede superarse organizándose, proponiéndose tareas de distinto
tipo y alcance con objetivos de mediano y largo plazo. Para llevar a cabo esta
distribución de acciones y responsabilidades, tendrá que apelar a las
diferencias entre sus miembros, instituyendo diferentes roles. Y aquí vuelve a
quebrar la homogeneidad introduciendo las habilidades que cada tarea
requiere, o sea, las desigualdades.
Para lograr la unidad de la diversidad, según Sartre, se debe generar una
estructura que concilie el entusiasmo original con las necesidades, proyectos y
objetivos que debe realizar. Y tal riesgo de disolución quedará subsumido en la
figura del líder y será factor de integración.
Pero, cuando esa lograda organización funciona bien, corre el riesgo de
perpetuarse en procedimientos que justifiquen su existencia, olvidando los
objetivos con los que se creó, y pasa a ser ella misma su finalidad, sin importar
demasiado el para qué. Es la burocracia.
Vuelven a plantearse luchas internas y choques entre las iniciativas individuales
y las normativas cada vez más alejadas de la racionalidad, emergencia de sub
grupos que pujan por la verdad y el poder. Se repiten entonces las
depuraciones y reorganizan al grupo y le devuelven la potencia debilitada en
los enfrentamientos, o su rápida caída y final.
Este movimiento permanente sobre sí mismo deviene en un mayor
conocimiento, en un aprendizaje que nunca logrará la tranquilidad de lo
establecido, que siempre tendrá que volver una y otra vez con estadios
anteriores pero diferentes. Entonces sí podemos decir que este grupo superó la
etapa de la organización, ya no es un grupo efímero, sino un grupo de
institución.
Todo grupo entonces es para Sartre una totalización siempre en proceso, un
continuo juego dialéctico entre la serie y el grupo.
Las fases planteadas por él tienen una secuencia lógica pero no siempre
respetan ese orden temporal ni se darán todas para que el grupo se constituya.
Es necesario un comienzo en el que las diferencias son negadas o nunca
planteadas abiertamente, pero las demás fases pueden darse en un orden
arbitrario.

Prof. Susana Gacias


Prof. Carla Tavella

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