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LOS CABALLEROS DE LA MESA PENTAGONAL

(A falta de mejor nombre)

Escena 1

En escena, JAVIER, sentado en una silla delante de una mesa con un portátil o
similar y el móvil en la mano. Se oye en off una voz grave y sentenciosa:

NARRADOR EN OFF.- En un lugar de Navarra, de cuyo nombre me acuerdo


perfectamente pero no me da la gana decir que era en Sartaguda… ¡mierda,
ya lo he dicho!…, vivía no ha mucho tiempo un joven hidalgo de los de móvil
sandunguero…

JAVIER coge el móvil y habla por él, sosteniendo un conversación de lo más


trivial y estúpida. A continuación, sigue la voz en Off.

NARRADOR EN OFF.- instagram actualizado…

Ahora JAVIER se pone al frente del ordenador y comenta cómo sube unas fotos
que van a causar impacto y sensación.

NARRADOR EN OFF.- y feisbuc rompedor.

Obviamente, contemplamos a JAVIER usar su red social, comentando la


relevancia de lo que él cuelga allí.

NARRADOR EN OFF.- Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los
ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) además de mirar páginas
de internet con afición y gusto, resultó ser un fan de los juegos de rol, de tal
modo que olvidó casi de todo punto el resto de sus quehaceres. Tenía el buen
muchacho, para semejante actividad, un grupo de amigos con lo que pasaban
horas, días y hasta semanas entregados a las aventuras del juego…

Entran por los laterales los compañeros de juego de JAVIER, de tal manera
que se ponen a jugar apenas han entrado en escena, con sus figuritas y su
tablero y toda la parafernalia en cuestión.
ALE.- ¡Salve, Arturo, rey de los bretones! Hoy seré yo quien dirija la acción
JAVIER.- Como gustéis, mi buen caballero.
JULIO.- A fe mía que esta tarde encontraremos al Santo Grial o, en su defecto,
liberaremos alguna doncella de las garras de algún dragón.
ROBERTO.- O entablaremos combate singular con siniestros enemigos...
NARRADOR EN OFF.- Pero se enfrascaron tanto en las cosas que allí se
contaban…(Lo que vemos es a los muchachos jugando cada vez más
intensamente a lo que se ha contado) ...que se les pasaban las noches jugando
de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del
mucho estar en el grupo aquél, se les secó el cerebro, de manera que vinieron
a perder el juicio. Y asentóseles de tal modo en la imaginación que era verdad
toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que jugaban, que para
ellos no había otra historia más cierta en el mundo. (mientras se oye la voz en
off, los jugadores siguen enfrascados en su juego, pero sin que se les oiga; las
luces van bajando, hasta que queda en una penumbra que permite que
desaparezcan todos de escena excepto Javier, que a partir de ahora ya será
ARTURO) Y dióse en creer que él mismo era el propio Arturo, rey de los
bretones, en misión divina para encontrar el Santo Grial y los otros sus
caballeros de la Tabla Redonda, sir Lancelot, sir Galahad, sir Robin y sir
Bedemir… pero como ya me he cansado de hablar y ya son ustedes
mayorcitos, de ahora en adelante me callo y que se lo que Merlín quiera…
ARTURO.- Soy Arturo, hijo de Uther Pendragon, Rey de los Bretones, porque
empuñé la espada Excalibur (empuña el bolígrafo que usaba para jugar)
¡Mierda! (tira el boli y busca a su alrededor la espada hasta que la encuentra)
… la espada Excalibur, con la que acometeré los enemigos que aparezcan en
mi camino mientras busco el Santo Grial (se queda pensando) Pero lo primero
será buscar caballeros para mi corte de Camelot, que sean dignos de sentarse
a la Tabla Redonda. (se mira) Y ropa adecuada (De detrás de un sofá saca un
traje de caballero y se lo enfunda) ¡Y un caballo! (de otro lugar saca dos
mitades de coco y, tras montar, sale al paso) ¡Arre, Hengroen!

Oscuro breve...

Escena 2

… tras el cual vemos la escena cambiada. En el centro hay un estrado donde


está sir BEDEMIR. Por un lateral aparece una multitud empujando a una
mujer grotescamente vestida como una bruja. Se nota que le han colocado una
nariz postiza y más abalorios para condenarla. Llegan así hasta donde está sir
BEDEMIR.
MULTITUD.- ¡Una bruja! ¡Una bruja! ¡Una bruja!
HOMBRE 1.- Hemos encontrado una bruja, señor, ¿podemos quemarla?
BEDEMIR.- ¿Cómo sabéis que es una bruja?
HOMBRE 2.- No hay más que verla.
HOMBRE 3.- Porque se le nota, ¿no lo veis?
BEDEMIR.- A ver, acercádmela.
MUJER.- No soy una bruja, no soy una bruja.
BEDEMIR.- Pero es verdad que vas vestida como una bruja.
MUJER.- Ellos me vistieron así.
MULTITUD.- No, no, no, no…
MUJER.- Y ésta no es mi nariz. Es una nariz falsa que me han colgado, ¿lo
veis?
BEDEMIR.- (comprobando que en efecto es falsa, a la multitud) ¿Y bien?
HOMBRE 1.- Bueno, sí, le pusimos la nariz
BEDEMIR.- ¿La nariz?
HOMBRE 1.- Y el sombrero… ¡pero es una bruja!
MULTITUD.- ¡Bruja! ¡Bruja! ¡A quemarla!
BEDEMIR.- ¿La habéis vestido vosotros así?
MULTITUD.- ¡No, no! No, no…. ¡Sí!, sí…
HOMBRE 1.- Pero tiene una verruga
BEDEMIR.- ¿Por qué creéis que es una bruja?
HOMBRE 3.- Porque a mí me convirtió en un grillo.
BEDEMIR.- ¿En un grillo? (le mira incrédulo)
HOMBRE 3.- (después de pensarlo un rato) Pero he mejorado.
HOMBRE 2.- Pero hay que quemarla
MULTITUD.- ¡Sí! ¡Quemarla! ¡A quemarla! ¡Bruja!
En ese instante, ARTURO aparece por un lateral y contempla el resto de la
escena en silencio.
BEDEMIR.- ¡Silencio! ¡Silencio! Hay diversas formas de saber si es una bruja.
HOMBRE 1.- ¿Ah sí? ¡Dínoslas!
MULTITUD.- Sí, dínoslas, dínoslas
BEDEMIR.- Decidme, ¿qué se hace con las brujas?
MULTITUD.- ¡Quemarlas!
BEDEMIR.- Bien, ¿y qué se quema aparte de las brujas?
HOMBRE 1.- ¡Más brujas!
HOMBRE 2.- ¡Madera!
BEDEMIR.- Por lo tanto, ¿por qué arden las brujas?
La multitud se queda pensativa, hasta que uno responde, dubitativo.
HOMBRE 3.- ¿Porque están hechas de madera?
BEDEMIR.- ¡Exacto! ¿Y cómo se puede saber si ésta está hecha de madera?
HOMBRE 1.- Haciendo un puente con ella.
BEDEMIR.- ¡Aaah! ¿Pero acaso no se pueden hacer también los puentes de
piedra?
HOMBRE 2.- ¡Ah, claro!
BEDEMIR.- ¿Se hunde la madera en el agua?
HOMBRE 1.- No, no.
HOMBRE 2.- ¡Flota! ¡Flota!
HOMBRE 1.- ¡Tirémosla al pantano!
MULTITUD.- ¡Al pantano, al pantano!
BEDEMIR.- ¿Pero qué más cosas flotan en el agua?
HOMBRE 1.- ¡El pan!
HOMBRE 2.- ¡Las manzanas!
HOMBRE 3.- ¡Piedras pequeñas!
Sir BEDEMIR niega con las manos mientras siguen dando respuestas.
HOMBRE 1.- La sidra
HOMBRE 2.- Un cuchillo
HOMBRE 3.- ¡Un grillo!
BEDEMIR.- No, no, no…
ARTURO.- (que ha entrado por un lateral sin que nadie o advierta) Un pato.
La MULTITUD se queda callada y mira atónita a ARTURO.
BEDEMIR.- ¡Exacto! Así que entonces…
HOMBRE 1.- Si pesa lo mismo que un pato… (pensando con dificultad) … está
hecha de madera.
BEDEMIR.- ¿Y por lo tanto?
HOMBRE 1.- ¡Es una bruja!
MULTITUD.- ¡Una bruja! ¡Una bruja! Sí, sí.
BEDEMIR.- ¡Pues pesadla!
Lo que sigue es una escena absolutamente delirante donde el pesado de la
bruja se efectúa con dos de los hombres que estaban mirando, que hacen de
platillos (cogiendo uno a la bruja en brazos y el otro al pato). Otro extiende los
brazos y hace de fiel de la balanza, que oscila dando a sensación de que se
está produciendo una pesada, de manera que al final los dos hombres quedan
a la misma altura con la BRUJA y el pato.
MULTITUD.- ¡Es una bruja! ¡Es una bruja!
MUJER.- Ha habido trampa.
Independientemente del juicio de la mujer, la multitud se la lleva directa a la
hoguera, aunque no podremos, por desgracia, contemplar el espectáculo.
¡Mecachis! Mientras tanto, ARTURO se acerca a BEDEMIR y hablan.
BEDEMIR.- ¿Quién sois vos, que estáis tan versado en cuestiones científicas?
ARTURO.- Soy Arturo, Rey de los Bretones. (cambia el tono) Y además lo sabes
perfectamente del juego de rol, ¡cojones!
BEDEMIR.- (genuflexo) ¡Mi señor!
ARTURO.- (vuelve al tono épico) Buen caballero, ¿os uniréis a la Tabla
Redonda en su búsqueda del Santo Grial?
BEDEMIR.- ¡Será un honor para mí, mi señor!
ARTURO.- ¿Cómo os llamáis?
BEDEMIR.- Bedemir, mi señor.
ARTURO.- Entonces, os nombro Caballero de la Tabla Redonda. Coged vuestro
caballo y venid conmigo…. ¡porque esto ahora va en serio!

Sir BEDEMIR agarra sus cocos y sigue a ARTURO. Cuando van a salir de
escena nos damos cuenta de que hay un cartel en ese lateral, que reza así:
“CENTRO PSIQUIÁTRICO”. Ambos desaparecen de escena y se produce un
nuevo oscuro.

Escena 3

Se hace la luz y vemos un cartel que reza “Castillo de Olite. Visitas guiadas..”
y en ese plan (ad libitum). Hay un guardia de seguridad en la puerta y, por el
otro lado, aparecen ARTURO y BEDEMIR con sus briosos corceles… esto…
con sus cocos y sus espadas y sus magníficos yelmos. El Rey de los Bretones
se dirige al guardia.
ARTURO.- ¡Ah del castillo!
GUARDIA.- ¿Qué? A ver, muchachos, el castillo está cerrado y no abre hasta
mañana. Si queréis verlo, pasaos a partir de las 10.
ARTURO.- Soy Arturo, hijo de Uther Pendragon, del castillo de Camelot, rey de
los Bretones, vencedor de los Sajones, soberano de toda Inglaterra. No puedo
esperar a mañana. Tengo que hablar cuanto antes con tu amo y señor.
BEDEMIR.- (por no quedarse aparte) Y yo soy sir Bedemir, caballero de la
Tabla Redonda.
GUARDIA.- (no demasiado sorprendido) A ver, majetes. Ya os he dicho que
esto está cerrado. Pero lo de Arturo y Bedemir mola. ¿Sois los de la Tabla
Redonda de verdad?
ARTURO.- (orgulloso) ¡Por supuesto! Y recorro los reinos de esta tierra para
conseguir caballeros, como éste (BEDEMIR se pone firme, orgullosamente)
que se unan a la búsqueda del Santo Grial.
GUARDIA.- ¿Y el caballo?
ARTURO.- (caracoleando con el corcel) ¿Acaso no ves a mi Hengroen?
GUARDIA.- ¿Qué dices? ¿Vais a caballo?
BEDEMIR.- ¡Sí!
GUARDIA.- ¡Pero si son cocos!
BEDEMIR.- ¿Qué?
GUARDIA.- Vas haciendo chocar dos mitades de coco vacío
ARTURO.- ¿Y qué? He cabalgado desde que las nieves del invierno cubrían
estas tierras, desde el Reino de Meonwara…
GUARDIA.- Se dice Reyno de Navarra. Con y griega, que me he dado cuenta
de que lo has dicho con i latina y después lo has pronunciado muy mal. Pero
no importa, ¿dónde has conseguido los cocos?
BEDEMIR.- (mirando a ARTURO con perplejidad) Los hemos encontrado
GUARDIA.- ¿Encontrado? ¿En Navarra? ¡El coco es tropical!
BEDEMIR.- ¿Qué quieres decir?
GUARDIA.- Que esto es una zona templada
ARTURO.- La golondrina puede volar al sur buscando climas más cálidos y no
por eso son extrañas en nuestras tierras
GUARDIA.- ¿Estás diciendo que los cocos emigran?
ARTURO.- No, pero pueden ser transportados.
GUARDIA.- ¿Qué? ¿Una golondrina llevando un coco?
BEDEMIR.- Pueden agarrarlo por los agujeros de la cáscara.
GUARDIA.- ¡No es una cuestión de que lo agarren o no, sino de peso. Un
pájaro que pesa 20 gramos no puede cargar con un coco que puede llegar a
pesar 2 kilos!
ARTURO.- Bueno, no importa. ¿Puedes ir a decir a tu amo y señor que Arturo
de Camelot está aquí?
GUARDIA.- Escucha: para poder mantener su velocidad en vuelo, la
golondrina tiene que batir sus alas 43 veces por segundo, ¿no es así?
ARTURO.- ¡Por favor!
GUARDIA.- ¿Tengo o no tengo razón?
ARTURO.- ¡No me importa!
GUARDIA 2.- (apareciendo por la puerta) Oye, os estoy escuchando y me
parece que podría haberlo traído una golondrina africana
GUARDIA 1.- Bueno, sí. Una golondrina africana puede ser, pero no una
europea, eso lo tengo claro.
GUARDIA 2.- Sí, estoy de acuerdo contigo.
ARTURO.- ¿Puedes por favor preguntarle a tu amo y señor si se quiere unir a
mi corte de Camelot?
GUARDIA 1.- (ignorándole) Pero las golondrinas africanas no son migratorias.
GUARDIA 2.- ¡Oh, es verdad!
GUARDIA 1.- Por lo tanto no han podido traer un coco hasta aquí.
BEDEMIR.- Creo, mi señor, que esto es inútil.
ARTURO, fastidiado, se va con sus cocos entrechocando
GUARDIA 2.- Espera un momento… ¿Y si dos golondrinas lo llevan juntas
entre las dos?
GUARDIA 1.- ¿Cómo iban a poder hacerlo?
GUARDIA 2.- Usando un palo donde engancharían el coco.
GUARDIA 1.- Pero les iba a estorbar en el vuelo, ¿no crees?
GUARDIA 2.- Pero podría ser, ¿no?
GUARDIA 1.- (metiéndose en la puerta) No sé, no lo tengo claro. Anda, ven a
tomar algo, que tanto hablar me ha dado sed.

Escena 4

Cuando los dos GUARDIAS desaparecen, lo hace también el cartel y la puerta


del castillo, pero ARTURO y BEDEMIR siguen cabalgando. Al llegar al otro
lado de la escena vemos otra puerta con otro cartel: “CASA OKUPADA. LARGA
VIDA Y PROSPERIDAD”. En la entrada hay un individuo con pintas muy poco
claras.

DENNIS.- (haciendo el saludo vulcaniano) ¡Larga y próspera vida!


ARTURO.- ¡Salve, buena anciana!
DENNIS.- (apartándose el pelo largo de la cara) ¡Soy un hombre!
ARTURO.- Lo siento: ¡buen anciano! ¿Qué caballero vive en ese castillo de allí?
DENNIS.- Tengo 30 años
ARTURO.- ¿Qué?
DENNIS.- Que tengo 30 años. ¡No soy viejo!
ARTURO.- ¿Y cómo querías que te llamara?
DENNIS.- Podrías haberme llamado Dennis.
ARTURO.- No sabía que te llamaras Dennis.
DENNIS.- Ni siquiera te has molestado en preguntarlo, ¿verdad?
ARTURO.- Ya me he disculpado por haberte llamado “anciana”, pero desde
lejos parecías…
DENNIS.- Lo que te estoy objetando es que, de manera automática, me tratas
como a un inferior.
ARTURO.- ¡Bueno! Yo SOY rey.
BEDEMIR.- ¡Es el Rey! Y es muy campechano ¡Un respeto!
DENNIS.- ¡Oh, rey! ¡Qué bien! ¿Y cómo lo has conseguido, eh? Explotando a
los trabajadores, aferrándote a un dogma imperialista y trasnochado que
perpetúa las diferencias económicas y sociales en nuestra sociedad. De lo que
se trata es de que hagamos algún tipo de progreso…
FOXY.- (apareciendo por la puerta con un canuto en la mano) ¡Dennis! Aquí
hay una mierda estupenda… ¡Eh! (a ARTURO y BEDEMIR) ¡Mucho gusto!
ARTURO.- Encantado de saludarle, buen hombre. Soy Arturo, Rey de los
Bretones.
BEDEMIR.- Y yo soy sir Bedemir, Caballero del Coco Redondo… ¡uy, no! De la
Tabla Redonda. Y él es el rey de los bretones.
FOXY.- ¿Rey de quién?
BEDEMIR.- De los Bretones.
FOXY.- ¿Quiénes son los Bretones?
BEDEMIR.- Nosotros somos los bretones.
ARTURO.- Todos somos bretones y yo soy vuestro rey.
FOXY.- No sabía que tuviéramos un rey. Creía que éramos un colectivo
autónomo en esta casa.
DENNIS.- Pues te equivocas. Vivimos en una dictadura. Una autocracia que se
perpetúa y en la que las clases trabajadoras…
FOXY.- ¡Ya estamos con lo de las clases!
DENNIS.- ¡Ése es el quid de la cuestión! Si el pueblo supiera…
ARTURO.- ¡Por favor! ¡Por favor, buena gente! Tengo prisa. ¿Quién vive en ese
castillo?
FOXY.- Nadie vive en ese castillo.
ARTURO.- ¿Entonces quien es vuestro señor?
FOXY.- No tenemos un señor.
BEDEMIR.- ¿Qué? ¿Cómo que no tenéis un señor?
DENNIS.- Se lo hemos dicho: esto es una comuna anarquista. Nos turnamos
cada semana como ejecutivo de las decisiones de la asamblea.
ARTURO.- ¿Cómo?
DENNIS.- Pero las decisiones han de ser ratificadas en una asamblea
quincenal…
BEDEMIR.- Ya, ya…
DENNIS.- … por mayoría sencilla en caso de asuntos internos…
ARTURO.- ¡Cállate!
DENNIS.- … pero por mayoría de dos tercios si sucede que…
ARTURO.- ¡Silencio! ¡Te ordeno que te calles!
FOXY.- Te ordena, ¿eh? ¿Quién se creerá que es?
ARTURO.- ¡Soy vuestro rey!
FOXY.- Pues yo no le voté.
BEDEMIR.- A un rey no se le vota.
FOXY.- ¿Entonces cómo llegó a ser rey?
ARTURO.- La Dama del Lago (suena música angélica) con el brazo enfundado
en la más pura seda, sacó la espada Excalibur del fondo de las aguas,
significando así la Divina Providencia que yo, Arturo, debía portar Excalibur…
(cesa la música) Por eso soy vuestro rey.
DENNIS.- ¡Oiga! Que a una señora que vive en un lago le dé por repartir
espadas mojadas no es la base para un sistema de gobierno. El supremo poder
ejecutivo deriva de la voluntad de las masas, no de una absurda ceremonia
acuática.
ARTURO.- ¡Cállate!
DENNIS.- No pretenderá ejercer el poder ejecutivo sólo por el hecho de que
una furcia acuática le tiró una espada.
ARTURO.- ¡Silencio!
DENNIS.- Lo mismo podría ir yo por ahí diciendo que soy emperador sólo
porque una tía empapada me lanzó una cimitarra. ¡Me llevarían al manicomio!
ARTURO.- ¡Cállate! (se acerca a él amenazante y le agarra por el cuello) ¿Te
quieres callar de una vez?
DENNIS.- ¡Ya está! Aquí tenemos la violencia inherente al sistema.
ARTURO.- ¡Silencio!
DENNIS.- Mirad, venid a ver la violencia inherente al sistema. ¡Socorro!
¡Socorro! Me están reprimiendo.
ARTURO.- ¡Maldito patán!
BEDEMIR.- ¡No merece la pena tratar con ellos, mi señor, no son caballeros.
ARTURO.- Tenéis razón, sir Bedemir (le suelta y se va)
DENNIS.- Lo de siempre (a los que se acercan). ¿Lo habéis visto, eh, lo habéis
visto? Es lo que siempre digo. ¿Le habéis visto cómo me reprimía? Os lo tengo
dicho.

Más fastidiado que antes, ARTURO se retira cabalgando y sigue su camino,


acompañado de sir BEDEMIR, mientras desaparece la comuna anarquista
autogestionada y…

Escena 5

… y nos encontramos en un lugar donde un tipo muy raro y vestido también


como caballero medieval (completamente de negro) está luchando con dos
caballeros, a los que acaba dejando tumbados en el suelo, completamente
derrotados. ARTURO y BEDEMIR se acercan a él, que ha vuelto a quedarse
quiero y solemne en mitad de la escena, mientras los otros caballeros se
retiran a un lateral, para rehacerse y contemplar la escena

ARTURO.- Lucháis con la fuerza de muchos hombres. Soy Arturo, Rey de los
Bretones (pausa. El Caballero Negro no responde) Estoy buscando a los
mejores y más valientes caballeros para que se unan a mi corte de Camelot
(sigue sin responder) Por tu presencia y tu prudencia al hablar, has
demostrado ser digno, ¿te unirás a mí? (idem) Tu silencio me entristece, pero
sea como gustéis. Adiós, caballero.
BLACK KNIGHT.- Nadie pasará.
ARTURO.- ¿qué?
BLACK KNIGHT.- Nadie pasará.
ARTURO.- No voy a pelear contigo, valiente caballero, pero debo cruzar este
puente.
BLACK KNIGHT.- Entonces morirás.
ARTURO.- Te ordeno como Rey de los Bretones que te eches a un lado.
BLACK KNIGHT.- No me moveré por nadie.
BEDEMIR.- Tened cuidado, señor (asustado, se retira al lugar donde están los
demás caballeros)
ARTURO.- ¡Sea como gustéis!
Empiezan a luchar con sus espadas, hasta que ARTURO le corta un brazo al
BLACK KNIGHT.
ARTURO.- Ahora echaos a un lado, valeroso adversario.
BLACK KNIGHT.- No es más que un rasguño.
ARTURO.- ¿Un rasguño? ¡Pero si os he cortado el brazo!
BLACK KNIGHT.- No es cierto.
ARTURO.- ¿Entonces qué es?
BLACK KNIGHT.- He tenido peores heridas.
ARTURO.- ¡Embustero!
BLACK KNIGHT.- ¡Vamos, nenaza!
Vuelven a luchar, hasta que ARTURO le corta el otro brazo.
ARTURO.- ¡La victoria es mía! (se arrodilla para rezar) Te agradezco, oh
Señor, tu divina ayuda que… (el BLACK KNIGHT le da una patada en la
cabeza)
BLACK KNIGHT.- ¡Venga, continúa!
ARTURO.- ¿Qué?
BLACK KNIGHT.- ¡En guardia!
ARTURO.- Eres valiente, sin duda, pero la victoria es mía.
BLACK KNIGHT.- ¡Ah! Ya has tenido bastante, ¿eh?
ARTURO.- Mira, estúpido gilipollas: no te quedan brazos para luchar.
BLACK KNIGHT.- Sí tengo.
ARTURO.- ¡Pero mira! (le señala la ausencia de brazos)
BLACK KNIGHT.- Una herida superficial. (le da un cabezazo)
ARTURO.- ¡Para!
BLACK KNIGHT.- ¡Gallina, gallina!
ARTURO.- Te voy a cortar la pierna como sigas… (el BLACK KNIGHT sigue y
le corta una pierna)
BLACK KNIGHT.- ¡Ajá! Me las vas a pagar por esto.
ARTURO.- ¿Qué?
BLACK KNIGHT.- ¡Ven aquí!
ARTURO.- ¿Qué vas a hacerme, desangrarte encima de mí?
BLACK KNIGHT.- ¡Soy invencible!
ARTURO.- ¡Estás chiflado!
BLACK KNIGHT.- ¡El Caballero Negro siempre triunfa! ¡En guardia!
¡Adelante! (sigue dándole empujones hasta que ARTURO le corta la otra
pierna) Está bien: dejémoslo en un empate.
ARTURO.- ¡Adiós, chiflado!
BLACK KNIGHT.- ¡Ah, ya veo! Huyendo, ¿eh? ¡Miserable cobarde! Vuelve para
que te dé tu merecido. ¡Te voy a arrancar las piernas a mordiscos!
Fastidiado por su charla, ARTURO coge al BLACK KNIGHT 1 y le saca de
escena. Suena como si lo hubiera tirado a un basurero o algo así. Después
vuelve a aparecer y se dirige al resto de caballeros, que le miran
emocionados. Cuando llega a su altura, todos se arrodillan y le rinden
pleitesía.

LANCELOT.- ¡Mi señor!


GALAHAD.- ¡Mi señor!
SIR ROBIN.- ¡Mi señor!
ARTURO.- Levantaos, caballeros. Os he visto luchar y dais pena, porque os ha
vencido el caballero negro y bajito que había ahí (protestas tímidas de los
caballeros) ¡Vale, vale! En fin, aunque hayáis sido derrotados por un caballero
tan singular y zumbado, y dado que no tengo otros donde elegir (cambia de
tono) y que os conozco del juego de rol, jeje (vuelve al tono epico) ¡Busco
caballeros que se unan a mí!
BEDEMIR.- Y a mí
ARTURO.- Sí, y a sir Bedemir, en la búsqueda del Santo Grial
BEDEMIR.- Y a sentarnos en la Tabla Redonda
ARTURO.- Y a sentarnos en la Tabla Redonda…
BEDEMIR.- Para beber cerveza
ARTURO.- (ya algo fastidiado) Sí, claro, y para beber cerveza, eso se da por
descontado.
BEDEMIR.- Y a comer jabalí asado
LANCELOT.- Yo prefiero el ciervo estofado
SIR ROBIN.- ¡Hombre! Donde esté un solomillo de buey al roquefort con
guarnición de verduras maceradas en oporto y arroz al curry, que se quiten el
jabalí y el estofado ése.
ARTURO.- ¡Ya basta! Lo importante es que espero que os unáis a los
Caballeros de la Tabla Redonda para buscar el Santo Grial
TODOS.- ¡Oh, sí, claro, sin dudarlo!
ARTURO.- ¡Bravo! A partir de hoy, nunca nos separaremos. ¡Seguiremos
unidos por siempre jamás!
SIR ROBIN.- ¿Y si quiero ir al cuarto de baño?
ARTURO.- ¡Bueno, claro! Si alguien ha de ir al cuarto de baño…
GALAHAD.- A mí me gusta dormir solo. Si duermo con gente no me entra el
sueño.
ARTURO.- Bien, bien. Estaremos unidos por siempre jamás, excepto si hay que
ir al cuarto de baño y a la hora de dormir.
BEDEMIR.- Esto… ¿y qué sucederá si uno, es un suponer, consigue establecer
una relación con una hermosa doncella…? Ya me entendéis.
ARTURO.- ¡Por dios, sir Bedemir! Eso está fuera de cuestión.
TODOS.- Bien, bien, claro, claro
LANCELOT.- Estaremos todos unidos con la hermosa doncella, claro.
ARTURO.- ¡No! Cada uno que se busque sus doncellas.
LANCELOT.- Claro, claro, eso es lo que quería decir.
SIR ROBIN.- Yo en navidades tengo que ir a ver a la familia. Y no sé si hay sitio
en casa para tanta gente.
GALAHAD.- Sí, y yo también.
ARTURO.- Sí, bueno, claro. En navidades y en las fiestas importantes, pues
cada uno irá a visitar a su familia…

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El BLACK KNIGHT tiene que irse a cambiar con rapidez para convertirse en GALAHAD.
BEDEMIR.- ¿Y las vacaciones?
LANCELOT.- Eso, eso, ¿qué pasa con las vacaciones?
ARTURO.- ¡A ver! ¡Ya basta! Estaremos unidos por siempre jamás… a
excepción de las visitas al cuarto de baño, de la hora de dormir, de yacer con
hermosas doncellas, de visitar a la familia por Navidad y otras fiestas
importantes y en caso de vacaciones. ¿Queda claro?
TODOS.- ¡Sí!
ARTURO.- Y ahora, el famoso grito de los Caballeros de la Tabla Redonda:
¡Uno para todos y todos para uno!
Se quedan todos mirándole como si no estuvieran muy convencidos.
ARTURO.- ¿Qué sucede? ¿No lo conocíais todos?
SIR ROBIN.- Mi señor, creo que no era ése. Era más bien este otro: ¡Que la
Fuerza nos acompañe!
LANCELOT.- No, no, sir Bedemir. Os equivocáis. Era: ¡Larga y próspera vida!
GALAHAD.- De eso nada. Es “Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad”. Me lo dijo mi tío Ben.
BEDEMIR.-
Comienza entonces una discusión acerca de cuál es el grito de guerra y unión
de los caballeros, en el que cada uno defiende alborotadamente su idea, para
acabar concluyendo con lo que decidamos conjuntamente en los ensayos, pero
que debe dar paso a que cada caballero busque el Grial de manera individual.

Escena 6

Vemos a SIR ROBIN, seguido por su juglar, que le acompaña cantando. En su


camino se ven unos carteles que pone “MUERTE SEGURA 1 km”.
NARRADOR.- Cada uno de los caballeros, como hemos visto, dirigió sus pasos
por diferentes caminos. Sir Robin cabalgó hacia el norte, ignorando el vuelo
de las golondrinas y atravesando el oscuro bosque de Ewing, acompañado por
su juglar favorito, que animaba el camino:
JUGLAR.-
Bravely bold Sir Robin El valiente Sir Robin
Rode forth from Camelot que viene de Camelot
He was not afraid to die No tenía miedo de morir
Oh, brave Sir Robin el valiente sir Robin
He was not at all afraid No tenía ningún miedo
To be killed in nasty ways de ser matado horriblemente
Brave, brave, brave, brave Sir Robin Bravo, bravo, bravo, bravo sir
Robin

He was not in the least bit scared No tenía el menor temor


To be mashed into a pulp de ser machacado
Or to have his eyes gouged out de que le sacaran los ojos
And his elbows broken y le partieran los brazos
To have his kneecaps split le rompieran las rodillas
And his body burned away y su cuerpo todo quemado
And his limbs all hacked and mangled y sus piernas destrozadas
Brave Sir Robin Bravo sir Robin

His head smashed in Su cabeza hecha añicos


And his heart cut out su cuello cortado
And his liver removed su hígado roto
And his bowels unplugged sus tripas abiertas
And his nostrils raped su boca violada
And his bottom burnt off su culo quemado
And his penis split and his… su pene partido y...
SIR ROBIN.- Esto… creo que y hemos tenido música de sobra hoy.
De repente, por un lateral, aparece un terrible caballero de tres cabezas, que
se dirige hostil al caballero:
TRES CABEZAS.- ¡Alto! ¿Quien sois vos?
JUGLAR.- (cantando) Es el valiente Sir Robin, sir Robin, que...
SIR ROBIN.- ¡Cállate! Esto… nadie realmente. Yo sólo… pasaba por aquí.
TRES CABEZAS.- ¿Qué es lo que quieres?
JUGLAR.- (cantando) Luchar y vencer…
SIR ROBIN.- ¡Cállate! Eeeee… oooh… nada realmente. Yo… esto… sólo pasaba
por aquí, buen caballero.
TRES CABEZAS.- No temo a nadie
SIR ROBIN.- ¡Ah! Bueno… en realidad soy un Caballero de la Tabla Redonda.
TRES CABEZAS.- ¿Eres un Caballero de la Tabla Redonda?
SIR ROBIN.- Lo soy.
CABEZA IZQUIERDA.- En tal caso tengo que matarte.
CABEZA CENTRAL.- ¿Tengo que hacerlo?
CABEZA DERECHA.- Yo no lo creo.
CABEZA CENTRAL.- ¿Y lo que pienso yo qué?
CABEZA IZQUIERDA.- Yo creo que hay que matarle.
CABEZA DERECHA.- ¡oh! Seamos amables con él.
CABEZA CENTRAL.- ¡Cállate!
CABEZA IZQUIERDA.- Quizá…
CABEZA CENTRAL.- Tú también, cállate.
CABEZA IZQUIERDA.- ¡Venga! ¡Saca la espada! Tengo ganas de cortarle la
cabeza.
CABEZA DERECHA.- ¿Y por qué no te cortas la tuya?
CABEZA CENTRAL.- ¡Sí! Haznos ese favor.
CABEZA IZQUIERDA.- ¿Quééé?
CABEZA DERECHA.- Todo el día diciendo tonterías.
CABEZA CENTRAL.- Pues tú tienes suerte, que no le tienes al lado.
CABEZA IZQUIERDA.- ¿Qué quieres decir?
CABEZA CENTRAL.- Que roncas.
CABEZA IZQUIERDA.- ¿Que yo ronco? ¡Eso es mentira! Y además… a ti te
huele el aliento.
CABEZA CENTRAL.- Pero eso es porque no me lavas los dientes.
CABEZA DERECHA.- ¡Oh, por favor! Dejad de quejaros y vamos a tomar el té.
CABEZA IZQUIERDA.- Está bien, está bien, está bien. Primero le matamos y
luego nos vamos a tomar té con pastas.
CABEZA CENTRAL.- ¡Eso!
CABEZA DERECHA.- Pero sin pastas.
CABEZA IZQUIERDA.- Está bien, está bien, sin pastas. Pero matémosle de una
vez.
TRES CABEZAS.- ¡De acuerdo!
CABEZA IZQUIERDA.- ¡Se ha largado!
CABEZA DERECHA.- Se ha pirado.
TRES CABEZAS.- ¡Cobarde! (vuelve a desaparecer)
A mitad de la conversación que mantienen las cabezas entre sí, SIR ROBIN
hace señas a su juglar de que huyan, algo que hacen con os pies de puntillas.
En su huida el juglar y sir Robin siguen disputando:
JUGLAR.- Brave Sir Robin ran away El bravo sir Robin huyó
SIR ROBIN.- (No!) (¡No!)
JUGLAR.- Bravely ran away away Valientemente huyó
SIR ROBIN.- (I didn't!) (¡No lo hice!)
JUGLAR.- When danger reared its ugly head Cuando el peligro amenazó su
fea cabeza
He bravely turned his tail and fled Con valor giró su rabo y huyó
SIR ROBIN.- (No!) (¡No!)
JUGLAR.- Yes, brave Sir Robin turned about Sí, el bravo sir Robin se giró
SIR ROBIN.- (I didn't!) (¡No lo hice!)
JUGLAR.- And gallantly he chickened out y con galanura se acobardó
Bravely taking to his feet con valor puso pies en
polvorosa
SIR ROBIN.- (I never did!) (¡Nunca hice eso!)
JUGLAR.- He beat a very brave retreat Tuvo una valiente retirada
SIR ROBIN.- (All lies!) (¡Todo mentiras!)
JUGLAR.- Bravest of the brave, Sir Robin!El más bravo de los bravos, sir Robin
SIR ROBIN.- (I never!) (¡Yo nunca…!)

Poco poco, SIR ROBIN y su JUGLAR van desapareciendo de escena, que se


queda en penumbra, mientras se escucha de nuevo la voz en ON (es decir, en
escena).

Escena 7

VOZ EN ON.- Sí, sí, ya sé que había prometido no decir nada más. Pero es
importante decir que mientras SIR ROBIN se salvaba valientemente de esa
aventura con el caballero de tres cabezas, el Rey ARTURO y sir BEDEMIR se
encontraban a no más de un vuelo de golondrina de allí, haciendo un
importante descubrimiento. Por supuesto, se trata de una golondrina que no
lleva cocos… o quizá dos golondrinas llevando un coco a medias, pero serían
cuatro golondrinas, si habían atado una cuerda al palo y allí atado el coco.
Aunque, pensándolo bien, si las golondrinas fueran andando y tirando del
coco… (se acerca de nuevo alguien por detrás y le da con el Conejo salvaje en
la cabeza) ¡Vale, vale! Estamos en la escena 24: una escena escalofriante,
donde Arturo va a descubrir algo importantisimo, pero donde no aparecen
golondrinas, aunque si prestas atención se puede escuchar un miro
cantando… (nuevo golpe) ¡Ay! ¡Vale, ya me callo!

Suben de nuevo las luces (muy suaves y moderadas) y aparecen, sentados,


ARTURO y sir BEDEMIR, enfrente de un anciano harapiento. Éste no hace
más que reír estúpidamente.
ANCIANO.- Jejejjejejejejejej
ARTURO.- ¿Y ese mago del que hablas, sabe dónde está el Grial?
ANCIANO.- Jejejejejejejejejej.
ARTURO.- ¿Dónde vive? Anciano, por favor, dejad de reír, ¿dónde vive?
ANCIANO.- Ese mago conoce una cueva, una cueva en la que ningún ser
humano ha entrado jamás y ha vuelto con vida.
BEDEMIR.- ¿Y el Grial está allí?
ANCIANO.- Mucho peligro, porque además, al otro lado de la cueva está el
Abismo del Peligro Eterno, que ningún humano ha cruzado jamás.
BEDEMIR.- ¡Pero el Grial! ¿Dónde está el Grial?
ANCIANO.- Tenéis que buscar y cruzar el Puente de la Muerte.
ARTURO.- ¿El Puente de la Muerte es el que lleva al Grial?
ANCIANO.- Jejejejejejejejejejejje
BEDEMIR.- ¿Y el mago está allí?
ANCIANO.- Jejejejejejejjejejejejej
De repente, hay un chispazo luminoso y se produce un oscuro muy breve, tras
el cual se encienden las luces a toda su potencia, lo que les deja deslumbrados
y se echan las manos a la cara. El ANCIANO no está allí y se han quedado
solos
BEDEMIR.- Ese anciano estaba loco, mi señor
ARTURO.- Es un truco de nuestros enemigos para engañarnos. Pero hay que
seguir sus instrucciones, porque sólo así encontraremos el Grial.
BEDEMIR.- Pero si es un truco, ¿por qué debemos seguirlo?
ARTURO.- Porque así les haremos creer que les hacemos caso.
BEDEMIR.- Y no lo haremos.
ARTURO.- No lo haremos haciéndolo, porque somos más inteligentes que
ellos.
BEDEMIR.- Y no haciéndolo mientras lo hacemos lo haremos mejor que nadie.
ARTURO.- ¡Ajá! Por lo tanto, ¡hagámoslo!
BEDEMIR.- ¡Hagámoslo!

Emocionados después de esta magnífica conversación, ARTURO y BEDEMIR


abandonan la escena.

Escena 8

En su lugar vemos el despacho de una oficina elegantísima. Allí están el


PADRE, un hombre de negocios, un ejecutivo agresivo, un tiburón de las
finanzas y su HIJO, el heredero de esos negocios, que al parecer no tiene
ninguna intención de seguir sus pasos.
PADRE.- Un día, hijo mío, todo esto sera tuyo.
HIJO.- ¿El qué? ¿La mesa y las sillas?
PADRE.- No, idiota, la mesa y las sillas no. Me refiero a todo el negocio, a las
empresas que he montado, el Imperio económico que será tuyo.
HIJO.- ¡Pero mamá!
PADRE.- Padre, soy tu padre.
HIJO.- Pero padre, yo no quiero nada de eso.
PADRE.- Escucha, muchacho. He construido todo esto de la nada. Soy un
hombre que se ha hecho a sí mismo. Cuando empecé, no tenía un duro y nadie
daba nada por mi negocio. Pero lo saqué adelante… para que luego se
hundiera y me arruinara. Pero levanté otro negocio similar, que se volvió a
hundir en la miseria. Pero levanté un tercero, que se fue al garete por culpa
de los impuestos, una chorrada, me pillaron evadiendo divisas… Pero el cuarto
negocio que levanté aun se mantiene en pie y me da millones. Y eso es lo que
vas a heredar, el negocio más fuerte del Ibex 35.
HIJO.- Pero yo no quiero eso. Yo prefiero…
PADRE.- ¿Qué prefieres?
HIJO.- Yo prefiero… (empieza a sonar música)… ¡cantar!
PADRE.- (haciendo gestos al técnico) ¡Alto, paren esa música! Tú no vas a
cantar mientras yo esté aquí. Escúchame, en 20 minutos te vas a casar con la
hija del dueño de un banco al que le he echado el ojo. Con eso tengo
asegurado capital ilimitado para toda la vida.
HIJO.- Pero yo no quiero capital ilimitado.
PADRE.- Escucha, Alex
HIJO.- Me llamo Aitor, padre.
PADRE.- Aitor, de acuerdo. La verdad es que mis empresas están al límite. O
recibo un chorro de capital exterior o esto se vuelve a hundir.
HIJO.- Pero yo no la quiero.
PADRE.- ¿Que no la quieres? ¿Y qué tiene de malo? Es hermosa, es rica, tiene
enormes… (se coge los pechos, pero cambia de discurso) acciones en el banco
de su padre.
HIJO.- Lo sé, pero yo quiero casarme con una mujer que tenga… (suena la
música de nuevo y él canta)… algo especial…
PADRE.- ¡Basta, basta, basta! Mira, te vas a casar con esa chica, de modo que
más te vale que te hagas a la idea. (le abofetea y luego llama afuera) ¡Guardia!
Asegúrate de que mi hijo no deja esta habitación hasta que yo venga a por él.
GUARDIA.- Que no abandone la habitación incluso aunque usted venga a por
él.
PADRE.- No, no. Hasta que yo venga a por él.
GUARDIA.- Hasta que usted venga a por él, no puedo entrar en la habitación.
PADRE.- No, no, no. Tú esperas en la habitación y te aseguras de que no la
abandona.
GUARDIA.- Y usted vendrá a recogerle.
PADRE.- ¡Exacto!
GUARDIA.- No tengo que hacer nada más que impedir que entre en la
habitación.
PADRE.- No, no. Impedir que salga de la habitación.
GUARDIA.- Que deje la habitación, eso.
PADRE.- ¿Entendido?
GUARDIA.- Entendido. ¡Oh! Si, si, si.. ¡uh!, si, si… yo…
PADRE.- Sí, ¿qué sucede?
GUARDIA.- Es que… estooo… si…
PADRE.- Mira, es muy sencillo.
GUARDIA.- ¿Sí?
PADRE.- Tú te quedas aquí y te aseguras de que no abandona la habitación,
¿de acuerdo?
GUARDIA.- Entendido. Eh… ¿y puede dejar la habitación conmigo?
PADRE.- No, no, no. Basta con que te quedes aquí y te asegures de que …
GUARDIA.- Oh, sí, que lo guarde aquí, claro. Pero si quiere salir y yo voy con
él…
PADRE.- No, no, que se quede aquí, nada más.
GUARDIA.- Hasta que usted o algún otro…
PADRE.- No, ningún otro, sólo yo.
GUARDIA.- Sólo usted.
PADRE.- Vuelva.
GUARDIA.- Vuelva.
PADRE.- ¿Entendido?
GUARDIA.- Entendido, me quedo aquí hasta que usted vuelva.
PADRE.- Y, bueno, asegúrate de que no sale de la habitación.
GUARDIA.- ¿Qué?
PADRE.- Asegúrate de que no sale.
GUARDIA.- ¿Vuestro hijo?
PADRE.- Sí, asegúrate de que no sale.
GUARDIA.- Oh, claro, por supuesto. Creía que se refería a mí. Ya sabe, me
parecía un poco tonto vigilarme a mí que soy un vigilante.
PADRE.- ¿Ha quedado claro?
GUARDIA.- Oh, clarísimo, no hay problema.
PADRE.- Estupendo. (empieza a salir y el GUARDIA le sigue) ¿Pero dónde vas?
GUARDIA.- Con usted.
PADRE.- No, no. Lo que quiero es que te quedes aquí y te asegures de que no
sale de la habitación.
GUARDIA 1.- ¡Oh, claro! De acuerdo.
HIJO.- ¡Pero papá!
PADRE.- ¡Cállate! ¡Y ponte ese vestido! (sale de la habitación y empieza a
sonar la música; justo cuando el hijo abre la boca para cantar, aparece de
nuevo el PADRE) ¡Y ni se te ocurra cantar!
Cuando por fin sale su padre el HIJO mira por la ventana melancólico. Luego
mira a la mesa y ve hojas y un arco y unas flechas que su PADRE tiene de
adorno. Mira al GUARDIA, que le devuelve la mirada sonriente y, con estúpido
disimulo, escribe algo en un papel y lo ata a una flecha, mientras el GUARDIA
le mira con la misma sonrisa alegre. Finalmente, dispara la flecha por la
ventana.

Escena 9

LANCELOT va cabalgando por el bosque y habla a alguien que está entre


bastidores.
LANCELOT.- ¡Venga, sir Galahad! El Grial no espera. Tenemos que ser los
primeros en llegar allí
GALAHAD.- (en OFF) Que yo sepa, el Grial no tiene piernas, de modo que no
saldrá corriendo antes de que lleguemos.
LANCELOT.- Pero puede que alguien llegue antes que nosotros.
GALAHAD.- En más de mil años nadie ha llegado a donde está.
LANCELOT.- Pero ahora todos los caballeros del mundo lo buscan
GALAHAD.- Y ya os he dicho que os acompaño con rapidez.
LANCELOT.- Pero ahora os retrasáis.
GALAHAD.- ¿Me podéis dejar que orine en paz?
LANCELOT.- ¡Oh, perdón!
GALAHAD.- ¡Aaaaggg!
LANCELOT.- ¿Estáis meando o cagando?
GALAHAD.- (entra tambaleándose con una flecha clavada en el pecho) Creo…
creo que es un mensaje… (cae a tierra, aparentemente muerto)
LANCELOT.- ¡Sir Galahad, sir Galahad! Habladme (ve la nota atada en la
flecha y la coge. Lee) “A quien quiera que encuentre esta nota. Mi padre me
tiene prisionero porque pretende casarme contra mi voluntad. Por favor, por
favor, por favor, venid a rescatarme. Estoy en la Torre de Father
incorporated”. ¡Al fin! ¡Una llamada de auxilio! Puede ser la señal que nos
conduzca hasta el Santo Grial. ¡Valiente sir Galahad! (le da un golpe en el
hombro) Vuestra muerte no habrá sido en vano.
GALAHAD.- (abriendo los ojos) Eee… No… no estoy muerto del todo, sir
Lancelot.
LANCELOT.- ¡Bien! Pues no habréis sido mortalmente herido en vano.
GALAHAD.- Creo… creo que saldré de esta, sir Lancelot.
LANCELOT.- oh, ya veo.
GALAHAD.- Es más, creo que puedo acompañaros.
LANCELOT.- No, no. Quedaos aquí, sir Galahad. Os enviaré ayuda en cuando
lleve a cabo el atrevido y heroico rescate con mi propio y particular… (no
encuentra la palabra adecuada)
GALAHAD.- ¿Estilo?
LANCELOT.- ¡Estilo! Eso es.
GALAHAD.- La verdad es que me encuentro bastante bien (empieza a
incorporarse)
LANCELOT.- ¡Adiós, sir Galahad! (sale a toda velocidad)
GALAHAD.- Entonces… ¿me quedo aquí? (pausa) Bueno… pues me quedo…

Breve oscuro. Cuando vuelven las luces, estamos de nuevo en el despacho del
HIJO, “protegido” por los dos GUARDIAS. De repente, sin LANCELOT se
abalanza sobre ellos, casi sin darles tiempo a decir:
GUARDIA 1.- No tiene permiso par entrar aquí… Aaaaag.
LANCELOT.- Hermosa dama, tenéis antes vos a vuestro humilde siervo, sir
Lancelot de Camelot. He venido para… (se da cuenta de que no es una dama)
¡Oh, lo siento muchísimo!
HIJO.- ¿Habéis recibido mi nota?
LANCELOT.- ¡Bueno! He recibido una nota…
HIJO.- ¿Habéis venido a rescatarme?
LANCELOT.- Bueno, veréis, yo…
HIJO.- Sabía que alguien lo haría, sabía que ahí afuera, tendría que haber
alguien… alguien… (empieza a sonar la música de nuevo)….
PADRE.- ¡Alto! ¡Alto! Paren eso, paren eso. (a LANCELOT) ¿Quién eres tú?
HIJO.- Soy tu hijo
PADRE.- No, tú no.
LANCELOT.- Soy sir Lancelot, señor.
HIJO.- Ha venido a rescatarme, padre.
LANCELOT.- No saquemos conclusiones precipitadas.
PADRE.- ¿Habéis matado a todos esos guardias?
LANCELOT.- Esto… creo que sí… Lo siento.
PADRE.- Cuestan 50 € cada uno.
LANCELOT.- Lo siento mucho, señor. Creo que puedo explicarlo todo.
HIJO.- No tengáis miedo de él, sin Lancelot. Tengo una cuerda preparada
(empieza a atar una cuerda a una silla).
PADRE.- ¡Habéis matado a ocho invitados a la boda!
LANCELOT.- Veréis, es que creía que vuestro hijo era una dama.
PADRE.- Lo comprendo.
HIJO.- (saliendo por la ventana agarrado a la cuerda) ¡Deprisa, sir Lancelot,
deprisa!
PADRE.- ¡Callate! Y habéis matado también al padre de la novia.
LANCELOT.- Os aseguro que fue sin querer.
PADRE.- ¿Sin querer? ¡Pero si le atravesasteis la cabeza con la espada!
LANCELOT.- ¡Vaya por dios! ¿Y está bien?
PADRE.- Y le habéis pegado una patada a la novia en el pecho. ¡Esto me va a
salir carísimo!
LANCELOT.- Verá, puedo explicarlo todo. Yo iba por el bosque cabalgando,
porque procedo de Camelot, cuando recibí esta nota (la muestra)
PADRE.- ¿Sois de Camelot? ¿De Camelot Asociados Incorporated?
HIJO.- ¡Daos prisa, sir Lancelot?
LANCELOT.- En realidad soy un caballero del rey Arturo
PADRE.- Si, he oído que en vuestra empresa se hacen llamar así a los
accionistas. Muy interesante. Creo que se ha expandido ya y tiene mercados
en China y Estados Unidos…
LANCELOT.- (no entiende nada pero le sigue la corriente) Sí, así es.
HIJO.- (asomando la cabeza por la ventana) Estoy listo, sir Lancelot
PADRE.- ¿Querríais acompañarme a tomar una copa?
LANCELOT.- Es muy amable de vuestra parte.
HIJO.- ¡Venga, sir Lancelot!
LANCELOT.- Quiero decir, que seáis tan comprensivo. (El padre corta la
cuerda y se oye al HIJO caer y pegarse el gran golpe) Me temo que cuando
hago las cosas a mi estilo, me dejo llevar un poco por las emociones.
PADRE.- Oh, no os preocupéis. Venid conmigo.
Breve oscuro, en el que cambia la escena y vemos el lugar donde ha matado al
padre y donde está también la NOVIA. Esta escena es la más problemática y
habrá que verla en el ensayo para poder ver cómo queda definitivamente.
PADRE.- Pues ésta es la habitación principal, pero querría hacer obras.
NOVIA.- ¡Ahí está!
PADRE.- ¡Oh, mierda! (La gente se tira contra LANCELOT y este vuelve a
acometer y matar unos cuantos de los presentes, hasta que el PADRE consigue
detenerle). Parad ,por favor, deteneos.
LANCELOT.- Lo siento, lo siento. ¿Veis lo que digo? Cuando me dejo llevar,
pasan estas cosas… lo siento, lo siento. ¡Perdón todo el mundo!
NOVIA.- ¡Ha matado al padrino!
PADRE.- ¡Ya basta! Éste es sir Lancelot, de Camelot Asociados Incorporated,
un holding empresarial de o más importante, internacionalmente conocido, y
hoy es mi invitado especial.
LANCELOT.- (afable) ¡Hola!
NOVIA.- ¡Ha matado a mi tía!
PADRE.- Por favor, por favor. Se supone que hoy es un día feliz. No discutamos
acerca de quién ha matado a quién. Estamos aquí para ser testigos de la unión
de dos jóvenes en la alegre y santa institución del matrimonio. Por desgracia,
uno de ellos, mi hijo Aitor, acaba de precipitarse a su muerte. Pero creo que en
lugar de perder un hijo, creo que he ganado una hija. (todos aplauden) Pues,
dada la trágica muerte de su padre
NOVIA.- (atendiendo al padre) No está muerto del todo.
PADRE.- Dadas las heridas casi mortales que ha recibido su padre.
NOVIA.- Se está recuperando.
PADRE.- (hace un gesto a un guardia) Dado que su padre, cuando se estaba
recuperando, sintió de repente la gélida mano de la muerte (el guardia se
acerca al padre y le asesta una puñalada)
NOVIA.- ¡Ha muerto!
PADRE.- Deseo que su única hija vea en mí a un nuevo padre a efectos legales
de parentesco (hace un gesto a otro) Mis abogados se encargarán de eso,
ejem, ejem… (todos aplauden) Estoy seguro de que la fusión… esto… quiero
decir, la unión entre su única hija y heredera universal de sus acciones y el
valiente pero peligroso sir Lancelot de Camelot Asociados Incorporated…
LANCELOT.- ¿Qué?
En ese momento entra el HIJO, portado en brazos por sir GALAHAD
NOVIA.- ¡Mirad! ¡El hijo muerto!
GALAHAD.- No está muerto del todo.
HIJO.- Me siento mucho mejor.
PADRE.- Pero si te has caído del último piso.
HIJO.- Me he salvado en el ultimo minuto.
PADRE.- ¿Cómo?
HIJO.- Te lo diré… (empieza a sonar la música)
TODOS.- (cantando) Nos va a contar, nos va a contar, nos va a contar.
PADRE.- ¡No! ¡Así no, así no! ¡Paren, paren!
GALAHAD.- (a LANCELOT) Por aquí, buen amigo. Corred.
LANCELOT.- No, corriendo no. Debo escapar más… (de nuevo no encuentra la
palabra)
GALAHAD.- ¿Dramáticamente?
LANCELOT.- ¡Eso es! Dramáticamente. (se agarra a una cuerda que cuelga del
techo y se balancea en ella para salir heroicamente, pero se queda
pendulando en el centro de la habitación) Esto… ¿podría alguien darme un
empujoncito?

Oscuro

Escena 10

En escena, de nuevo BEDEMIR y ARTURO. Se encuentran charlando en


animada y científica conversación.
BEDEMIR.- Y así es como sabemos, mi señor, que la Tierra tiene forma de
plátano.
ARTURO.- Me sorprende lo que me decís, pero lo acepto porque así lo dice la
ciencia. Pero explicadme de nuevo cómo las tripas de oveja pueden prevenir
los terremotos.
ARTURO.- Por supuesto, mi señor.
Repentinamente, se topan con unos extraños caballeros que les apelan
directamente:
CABALLERO NI.- ¡Ni! ¡Ni!
ARTURO.- ¿Quien sois vos?
CABALLERO NI.- Somos los Caballeros que dicen… ¡Ni!
ARTURO.- ¡No! ¡Los caballeros que dicen Ni!
CABALLERO NI.- Los mismos.
BEDEMIR.- ¿Quiénes son esos?
CABALLERO NI.- Somos los guardianes de las palabras sagradas: Ni, Pen y Ni-
Won
ARTURO.- Aquellos que lo escuchan no suelen vivir para contarlo.
CABALLERO NI.- Los Caballeros que dicen Ni exigen un sacrificio.
ARTURO.- Caballeros que dicen Ni, nosotros no somos más que uso simples
viajeros que buscan al mago que vive al otro lado del bosque.
CABALLERO NI.- ¡Ni! ¡Ni! ¡Ni! ¡Ni! (Todos los caballeros empiezan a decir NI
y ARTURO y los suyos se acobardan. Al final, el jefe les manda callar.)
Volveremos a decir NI si no nos apaciguáis.
ARTURO.- ¿Qué es lo que queréis?
CABALLERO NI.- Queremos… ¡una almáciga!
ARTURO.- ¿Una qué?
CABALLERO NI y TODOS.- ¡Ni! ¡Ni! ¡Ni! ¡Ni!
ARTURO.- No, por favor. No sigáis. Encontraremos una almáciga.
CABALLERO NI.- Debéis volver con un almáciga o jamás atravesaréis este
bosque con vida.
ARTURO.- Caballeros que dicen NI, sois justos y sabios. Volveremos con una
almáciga.
CABALLERO NI.- Que sea bonita
ARTURO.- Por supuesto.
CABALLERO NI.- Y que no sea muy cara.
ARTURO.- Sí, claro.
CABALLERO NI.- Ahora… ¡Id!
ARTURO y sus caballeros salen en busca de una almáciga. Llegan a un
poblado y hablan con la primera persona que encuentran.
ARTURO.- ¡Buena anciana! ¿Hay algún sitio en este pueblo donde podamos
comprar una almáciga? (acorde dramático)
ANCIANO.- ¿Quién os envía?
ARTURO.- Los Caballeros que dicen Ni
ANCIANO.- ¡No, nunca! No tenemos almácigas por aquí.
ARTURO.- Si no nos dices dónde podemos comprar una almáciga, mi amigo y
yo diremos… diremos… ¡NI!
ANCIANO.- (afectada por la palabra NI) ¡Haced lo que queráis, malvados!
ARTURO.- ¡Está bien! Si no nos quieres ayudar por las buenas (mira a su
alrededor) ¡Ni!
ANCIANO.- ¡No! ¡Jamás! No hay almácigas.
ARTURO.- Ni
BEDEMIR.- ¡Nu!
ARTURO.- (a BEDEMIR) No, no es eso, es ¡NI!
BEDEMIR.- ¡Nu!
ARTURO.- No, no, ¡Ni! No lo decís bien. ¡Ni!
BEDEMIR.- ¡Nu! … ¡Ni!
ARTURO.- Eso es, ya lo tenéis.
ARTURO y BEDEMIR.- ¡Ni! ¡Ni!
La pobre ANCIANO cae al suelo abrumada, mientras llega un hombre en un
carro
ROGER.- ¿Estáis diciendo Ni a esta pobre anciana?
ARTURO.- Estoo… sí
ROGER.- ¡Aaah! Terribles tiempos estos en los que cualquier vil rufián le dice
NI a una pobre anciana. Ha caído una maldición sobre esta tierra, nada es
sagrado. Incluso los que venden almácigas están sometidos a unas terribles
condiciones económicas en este periodo de la historia.
ARTURO.- ¿Habéis dicho “almácigas”?
ROGER.- Sí, yo trabajo con almácigas. Soy un almaciguero. Mi nombre es
Roger, el almaciguero. Arreglo, diseño y vendo almácigas.
BEDEMIR.- ¡Ni!
ARTURO.- ¡No, no, no, no! Ahora no.
Vemos de nuevo a ARTURO delante de los Caballeros que dicen NI.
ARTURO.- Caballeros que dicen NI. Os hemos traído vuestra almáciga.
¿Podemos pasar el bosque?
CABALLERO NI.- Es de buena calidad. Me gusta especialmente el laurel. Pero
hay un pequeño problema.
ARTURO.- ¿Cuál es?
CABALLERO NI.- Y no somos los Caballeros que dicen Ni
UNO.- ¡Ni, Ni!
CABALLERO NI.- Ssshhhh. Ahora somos los Caballeros que dicen Ecky-ecky-
ecky-ecky-ecky-tapang. ¿Está bien, verdad? De modo que os pondremos a
prueba.
ARTURO.- ¿Cuál es la prueba, Caballeros que … Caballeros que hasta ahora
decían NI?
CABALLERO NI.- En primer lugar, debéis buscar… otra almáciga (acorde
dramático)
ARTURO.- ¿Otra almáciga? ¡Noo!
CABALLERO NI.- Y cuando traigáis la nueva almáciga, lo pondréis junto a
éste, pero un poco más arriba, para conseguir un efecto de doble nivel con un
senderito que pase por en medio.
OTROS.- ¡Un senderito, sí, sí, eso, eso!
CABALLERO NI.- Y cuando lo hayáis hecho, entonces tendréis que cortar el
árbol más grande del bosque con… ¡un arenque! (acorde dramático).
ARTURO.- No haremos tal cosa.
CABALLERO NI.- ¡Por favor!
ARTURO.- ¿Cortar un árbol con un arenque? ¡Es imposible!
CABALLEROS.- Aaaaaagg
CABALLERO NI.- No digáis esa palabra.
ARTURO.- ¿Qué palabra?
CABALLERO.- No puedo decirla. Baste decir que es una palabra que nosotros,
los Caballeros de Ni, no podemos oír.
ARTURO.- ¿Cómo vamos a no decir una palabra si no nos decís cuál es?
CABALLEROS.- Aaaaag
ARTURO.- ¿Es la palabra “es”?
CABALLERO NI.- No, claro que no es “es”. No iríamos muy lejos en la vida si
no pudiéramos decir “es”.
BEDEMIR.- Mire, mi señor. Es sir Robin.
En efecto, aparece SIR ROBIN con su juglar, que sigue cantando
JUGLAR.- (cantando) yendo para un lado y yendo para el otro
se está escaqueando y se está cagando
y es un gallina y se está meando de miedo
Sí, el valiente sir Robin está tirando la toalla
ARTURO.- Sir Robin
SIR ROBIN.- ¡Mi señor! Es un placer veros.
CABALLERO NI.- ¡Ha dicho la palabra!
ARTURO.- ¿No habréis abandonado la búsqueda del Santo Grial?
JUGLAR.- (cantando) se está escaqueando y se está cagando
SIR ROBIN.- ¡Cállate! No, no, no, nada de eso.
CABALLERO NI.- ¡Ha dicho la palabra otra vez!
SIR ROBIN.- Estoy buscándolo con todas mis fuerzas.
CABALLERO NI.- Aaaaaarggh.
SIR ROBIN.- Esto… aquí… en el bosque.
CABALLERO NI.- ¡Ya basta! No digáis la palabras
ARTURO.- (a los caballeros) Esto es absurdo. ¡Vámonos!

Escena 11

Alejándose de los Caballeros que dicen NI, nuestros héroes llegan hasta el
lugar donde está el mago del que se habló anteriormente. Está haciendo que
se sucedan pequeñas explosiones una detrás de otra (¿petardos? ¿efectos de
luz y sonido?)
GALAHAD.- ¡Mirad, señor! Un encantador.
BEDEMIR.- Debe ser el mago del que nos habló el viejo loco, mi señor.
ARTURO.- Acerquémonos y preguntémosle. (se acercan) ¡Buen hombre! ¿Sois
por ventura Tim el Mago?
TIM.- (les mira de arriba abajo y con pausa extrema) Y vos sois Arturo de
Camelot, rey de los Bretones. Y buscáis el Santo Grial.
Todos se miran sorprendidos.
ARTURO.- (algo asustado) Y… ¿y podéis ayudarnos?
TIM.- (hace unos gestos intimidatorios que acojonan a todos, que salen
despavoridos, pero en realidad sólo iba a rascarse la cabeza. Cuando se dan
cuenta, todos vuelven riéndose de su miedo) Sí, valerosos caballeros, puedo
ayudaros a encontrar el Grial.
SIR ROBIN.- ¡Mira qué majo!
TIM.- Hacia el norte hay una cueva, la cueva de Kyre Banorg, en la cual están
grabadas, en runas místicas sobre la roca viva, las últimas palabras de Ulfin
Bedweer de Regett, declarando al mundo el lugar donde se halla el Santo
Grial.
ARTURO.- ¿Y dónde está esa cueva?
TIM.- ¡Seguidme! Pero seguidme sólo si sois hombres de valor, porque la
entrada de la cueva está guardada por una criatura tan malvada, tan terrible y
tan cruel que ningún hombre que se le ha enfrentado ha sobrevivido. Los
huesos de más de 100 hombres se desparraman a su alrededor. De modo que,
valientes caballeros, si dudáis de vuestro coraje o de vuestra fuerza, no deis
un paso más, porque la muerte os espera con horribles y afilados dientes.
ARTURO.- ¡Qué performance más excéntrica!
Los Caballeros siguen cabalgando, hasta que los caballos empiezan a dar
muestras de nerviosismo.
ROBIN.- Los caballos están nerviosos, mi señor.
ARTURO.- Será mejor que los dejemos aquí y sigamos a pie. ¡Des...monten!
TIM.- Contemplad la cueva de Kyre Banorg
ARTURO.- ¡Estupendo! ¡Cubridme!
BEDEMIR.- ¿Cómo?
ARTURO.- Cubridme y ya está.
TIM.- ¡Demasiado tarde! (acorde terrible)
ARTURO.- ¿Qué pasa?
TIM.- ¡Ahí está!
ARTURO.- ¿Dónde?
TIM.- ¡Allí!
ARTURO.- ¿Dónde? ¿Detrás del conejo?
TIM.- ¡Es el conejo!
ARTURO.- ¡Estúpido gilipollas! ¡Nos tenías acojonados!
TIM.- No es un conejo normal. Es el roedor más malvado, cruel y bestial sobre
el que hayáis puesto los ojos.
ROBIN.- ¡Imbécil! Me he cagado en la armadura del miedo que tenía.
TIM.- Ese conejo es una bestia salvaje y feroz. ¡Es un asesino!
CABALLERO.- ¡Vete a la mierda!
TIM.- Me limito a deciros lo que hay
CABALLERO.- ¿De verdad?
ROBIN.- ¡Miserable bastardo!
TIM.- ¡Os estoy advirtiendo!
ROBIN.- ¿Qué va a hacernos? ¿Mordernos el culo?
TIM.- Tiene unos colmillos enormes y afilados y puede dar saltos enormes.
¡Mirad los huesos de alrededor!
ARTURO.- ¡Venga, Boris, ve y córtale la cabeza!
BORIS.- ¡Enseguida! Conejo a la brasa para comer en 5 minutos.
TIM.- ¡Mirad!
El conejo salta y le arranca limpiamente la cabeza a BORIS. Acorde dramático.
ARTURO.- ¡Dios mío!
TIM.- Os avisé.
ROBIN.- Me he vuelto a hacer caca.
TIM.- ¡Os avisé! ¿Pero me escuchasteis? No, claro, porque vosotros los sabéis
todo, ¿no? ¡Oh, pero si es un inofensivo conejito! Siempre pasa lo mismo.
Siempre.
ARTURO.- ¡Cállate!
TIM.- ¿Pero me vais a escuchar?
ARTURO.- ¡Está bien! ¡Carguen!
TIM.- ¡Oh, no!
Todos los caballeros cargan contra el conejo, pero éste salta de uno a otro
matando a diestro y siniestro, hasta que el rey decide retirarse.
ARTURO.- ¡Retirada! ¡Retirada!
TIM.- Jajajajaja
ARTURO.- ¿Cuántos hemos perdido?
CABALLERO.- Gawain, Héctor…
ARTURO.- Y Boris. En total, cinco.
GALAHAD.- Tres, señor.
ARTURO.- Tres. Tres. Mejor no intentemos otro asalto frontal. Ese conejo es
un monstruo.
ROBIN.- Podríamos intentar confundirlo con una retirada más completa.
ARTURO.- ¡Cállate y ve a cambiarte de armadura!
GALAHAD.- ¡Riámonos de él! Si le insultamos mucho se enfadará tanto que a
lo mejor comete un error.
ARTURO.- ¿Como cuál?
GALAHAD.- Esto…
LANCELOT.- ¿Alguien lleva un arco y flechas?
LANCELOT.- Sir Galahad levaba una clavada en el pecho, pero se la ha
quitado.
BEDEMIR.- Pero tenemos la Santa Granada
ARTURO.- ¡Ah, es cierto! La Santa Granada de Antioquía. Uno de los objetos
que el Hermano Maynard os dio en aquel convento. ¡Sacadla!
BEDEMIR.- (sacándola) Aquí está
ARTURO.- ¿Y cómo… cómo funciona?
BEDEMIR.- No lo sé, mi señor.
ARTURO.- Consultad el manual de armamento.
LANCELOT.- Os lo dio también el Hermano Maynard.
BEDEMIR.- ¡El libro!
De entre bastidores una mano saca un libro enorme y antiguo que va pasando
de mano en mano hasta llegar a BEDEMIR.
BEDEMIR.- Armamentos. Capítulo 2, versículos 9 a 21 (todos escuchan con
devoción) Entonces San Atila alzó la granada diciendo: “Oh, señor, bendice
por tu mano esta granada, de modo que con tu todopoderosa gracia hagas
estallar a mis enemigos en mil pedazos, por tu voluntad”. Y el señor sonrió y el
pueblo lo festejó comiendo cordero y anchoas y carpas y orangutanes y
cereales para el desayuno y murciélagos…
ARTURO.- Saltaos la paja, sir Bedemir.
BEDEMIR.- Y el Señor habló, de este modo: “En primer lugar deberá extraerse
el Sagrado Broche. Después, deberás contar hasta tres, ni más ni menos. Tres
debe ser el número que se contará y el número de la cuenta será tres. No
deberás contar cuatro ni contarás dos, salvo para seguir después hasta tres.
Eliminado será el cinco. Una vez que se hay mencionado dicho número tres,
deberás enviar la Santa Granada de Antioquía sobre el enemigo, que habiendo
sido malvado a mis ojos, será exterminado”.
TODOS.- ¡Amén!
ARTURO.- De acuerdo. (coge la granada) ¡Uno… dos… cinco!
SIR ROBIN.- Tres, mi señor.
ARTURO.- ¡Tres!
Lanza la granada y explota, destrozando al conejo.

Escena 12

Los Caballeros se adentran en la cueva y descubren una inscripción en una


pared.
SIR ROBIN.- (señalando la pared de la cueva) ¡Mirad! ¡Allí!
LANCELOT.- ¿Qué dice?
GALAHAD.- ¿Qué lenguaje es ése?
ARTURO.- Sir Bedemir. Vos sois el erudito
BEDEMIR.- ¡Es arameo!
GALAHAD.- ¡Pues claro! José de Arameotea.
LANCELOT.- Es José de Arimatea.
GALAHAD.- Lo que yo decía.
SIR ROBIN.- ¿Pero qué dice?
BEDEMIR.- Dice: “éstas son las últimas palabras de José de Arimatea. Aquél
que sea valiente y puro de espíritu encontrará el Santo Grial en el Castillo de
Aaaaaaaaaggg”.
ARTURO.- ¿Qué?
BEDEMIR.- “… en el castillo de Aaaaaaaaaagggg”
GALAHAD.- ¿Qué es eso?
BEDEMIR.- Debió morirse mientras lo estaba grabando en la piedra.
LANCELOT.- ¡Oh, venga, anda ya!
BEDEMIR.- Pues eso es lo que dice.
ARTURO.- A ver, si se estaba muriendo no se pondría a grabar en la piedra
“aaaaaaaaaaagggg”. En todo caso, lo diría.
BEDEMIR.- Pues eso es lo que hay grabado en la piedra.
GALAHAD.- A lo mejor lo estaba dictando.
ARTURO.- ¡Cállate! ¿Y dice algo más?
BEDEMIR.- No, sólo “aaaaaagggg”.
LANCELOT.- aaaaaagggg
GALAHAD.- ¿No querrá decir la Camaaaaaaaaaaaggg?
SIR ROBIN.- ¿Dónde está eso?
GALAHAD.- Creo que en Francia.
LANCELOT.- ¿No hay una ermita de San Aaaaaaavs en Cornwall?
ARTURO.- No, es San Ives
LANCELOT.- Suena parecido: San Aaaaaaaaivs.
GALAHAD.- Oooooooooog
LANCELOT.- No, no, no es oooooooggg, sino aaaaaaaaavs. Con el fondo de la
garganta. Aaaaavs.
GALAHAD.- No, no. He dicho ¡Oooooooooo! En modo de sorpresa y alarma.
LANCELOT.- ¡Ah! Entonces debería ser mejor una especie de ¡aaaah!
GALAHAD.- Sí, pero más intenso: !AAAAAAAAAH!
Se oye un rugido
BEDEMIR.- Le legendaria Bestia Negra de Aaaaaaagggg
ARTURO.- ¡Corred!
TODOS.- ¡Corred, corred!
Debería entonces aparecer la Bestia Negra de Aaaaaaagggg. De hecho, todos
se quedan mirando aterrorizados hacia un lateral, pero no sucede nada.
Empiezan a mirarse unos a otros, sin entender lo que está pasando.
SIR ROBIN.- ¿Y la Bestia Negra de Aaaaag?
Todos se miran y ponen cara de no tener ni idea. Al poco, aparece MIGUEL
por un lateral, para informar de lo siguiente:
MIGUEL.- Esto…. Me parece que hay un problema. Para empezar, no ha
venido el maquillador de legendarias bestias negras. Además, el responsable
de vestuario de bestias negras tampoco ha aparecido. Y lo peor de todo, la
legendaria bestia negra de Aaaaaaag ha llamado diciendo que tenía que llevar
a los niños al dentista. En resumen: no hay legendaria bestia negra de
Aaaaaaaaag.
Breves segundos de desconcierto que acaba resolviendo ARTURO.
ARTURO.- ¡No pasa nada! Mientras los caballeros escapan atravesando la
cueva de Kyre Banorg, les ofrecemos un número musical: La bella y graciosa
moza
MIGUEL entra con unas carpetas que distribuye entre os caballeros

NARRADOR.- El célebre compositor Johann Sebastian Mastropiero, una de


cuyas obras interpretaremos a continuación, era muy amigo de la duquesa de
Lowbrich, mujer madura cuyos encantos no habían disminuido con los años:
habían desaparecido. Mastropiero fingía ardorosa pasión por la duquesa, pero
a sus espaldas le hacía la corte a Genoveva, su hija. De esta manera siempre
podía ingresar en el castillo y frecuentar a su nieta, Matilde. Semejante juego
de simulacros galantes daba excelentes resultados. No era la primera vez que
este sistema era utilizado... por las tres mujeres. La duquesa de Lowbrich era
la presidenta de la Asociación Protectora de la Música Antigua, y en tal
carácter encomendó a Mastropiero la composición de un madrigal para voces
sobre alguna leyenda popular. Johann Sebastian comenzó entonces a indagar
en las historias que se contaban en la aldea vecina al castillo. Conoció así la
terrible leyenda del perro de un convento de Carmelitas que, en las noches de
luna llena, se convertía en hombre. O también, la dolorosa leyenda del
séptimo hijo varón de un pastor protestante, que en las noches de luna llena
se convertía... al budismo. Por fin, Mastropiero decidió componer su madrigal
sobre la simple historia de la moza que, luego de lavar la ropa en el arroyuelo,
marcha al mercado, donde un pastor ofrece en venta una oveja. Pese a que la
ve muy flaca, la muchacha decide comprarla. A la entrada del bosque la oveja
intenta huir, pero la niña la retiene. Luego llega un esbelto jinete que se
enamora de ella... de la niña. La moza, tímida, no se atreve a responder a su
galanteo. Por último, el jinete se marcha y la muchacha se queda triste
añorándolo. Mastropiero, en un principio, bautizó su madrigal, como era
costumbre, con el primer verso del poema. Lo llamó: “La bella y graciosa
moza marchóse a lavar la ropa”. Pero luego, la longitud de este verso le
pareció inadecuada para un título, de modo que rebautizó a su madrigal. Lo
llamó: “La bella y graciosa moza marchóse a lavar la ropa, la mojó en el
arroyuelo y cantando la lavó, la frotó sobre una piedra, la colgó de un abedul”.
Precisamente, nuestro conjunto va a interpretar a continuación, de Johann
Sebastian Mastropiero, ¡bueno! “La be... (farfulla)... la colgó de un abedul”.
Mientras el NARRADOR leía la presentación, ha habido un problema con los
papeles, dado que uno no encuentra los suyos

Coro: La bella y graciosa moza marchóse a lavar la ropa


la mojó, la mojó, la mojó en el arroyuelo
y cantando la lavó.
Solista 1: la frotó sobre una piedra, la colgó de un abedul.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 2: Después de lavar la ropa
la niña se fue al mercado.
Coro: Un pastor, un pastor, un pastor vendía ovejas
pregonando a viva voz:
Solista 1: ¡Ved qué oveja, ved qué lana,
ved qué bestia, qué animal!
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 3: La niña la vio muy flaca,
sin embargo le gustó.
Solista 1: Yo te pago 20 escudos
y no discutamos más.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 2: Vuelve la niña cantando
Solista 3: muy contenta con su oveja.
Solista 4: Cuando llegaron al bosque
Solista 3: la ovejita se escapó.
Solista 2: La niña desesperada
Solista 3: arrojóse encima de ella
Coro: velozmente y con destreza
Solista 3: aferróla por detrás.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 1: Llegaba por el camino
un jinete de altivo porte,
descendió, descendió,
Coro: descendió de su caballo
y a la niña le cantó:
Solista 1: yo te pago 20 escudos
y no discutamos más.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 2: La niña ruborizada
tan sólo entorno sus ojos.
Solista 1: El jinete, el jinete,
Coro: el jinete enamorado,
dulcemente se acercó,
Solista 1: la mojó en el arroyuelo
y cantando la lavó.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 4: La niña alejóse un paso
y el jinete tan audaz,
Solista 3: arrojóse encima de ella
y aferróla por detrás.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá.
Solista 4: Viendo a la moza temblando
Solista 3: la frotó sobre una piedra.
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá
Cuando estaba por irse
Solista 3: la colgó de un abedul.
Coro: no, norononó, norononó, no
Solista 4: Con dolor la niña canta
Solista 1: ¡Ved qué bestia, qué animal!
Coro: Y parece estar muy triste
Solista 3: sin embargo le gustó
Coro: La, laralalá, laralara, lalalá

Escena 13

Los caballeros han atravesado la cueva y llegan al Puente de la Muerte. En


mitad del escenario, de alguna manera, estará colocado el Puente (juego de
luces) y en un extremo, el Viejo de la escena 24.

ARTURO.- ¡Ahí está! ¡El Puente de la Muerte!


SIR ROBIN.- ¡Es grandioso!
LANCELOT.- Mirad
ARTURO.- Es el viejo de la escena 24
BEDEMIR.- ¿Qué está haciendo aquí?
ARTURO.- Es el guardián del Puente de la Muerte. Es el encargado de hacerle
a cada viajero cinco preguntas…
GALAHAD.- Tres preguntas.
ARTURO.- Tres preguntas. Aquél que conteste las cinco preguntas.
GALAHAD.- Tres preguntas.
ARTURO.- las tres preguntas, podrá cruzar el puente sano y salvo.
SIR ROBIN.- ¿Qué sucede si das un respuesta errónea?
ARTURO.- Entonces caerás al Abismo del Peligro Eterno.
SIR ROBIN.- Entonces no iré.
GALAHAD.- ¿Quien va a responder a las preguntas?
ARTURO.- ¡Sir Robin!
SIR ROBIN.- ¿Cómo¿
ARTURO.- Valiente Sir Robin, vos iréis.
SIR ROBIN.- ¡Hey! Tengo una idea mejor. ¿Por qué no va sir Lancelot?
LANCELOT.- Sí, yo iré, mi señor. Le derrotaré con una sola mano. Le haré una
finta con a derecha…
ARTURO.- No, no, así no. Simplemente contesta a las cinco preguntas…
GALAHAD.- Tres preguntas.
ARTURO.- a las tres preguntas lo mejor que puedas. Nosotros miraremos y
rezaremos.
LANCELOT.- Entendido, mi señor.
ARTURO.- Buena suerte, sir Lancelot. Que dios te acompañe.
ANCIANO.- ¡Alto! Aquel que desee el Puente de la Muerte cruzar, tres
preguntas ha de contestar.
LANCELOT.- Pregúntame, guardián. No tengo miedo.
ANCIANO.- ¿Cuál es tu nombre?
LANCELOT.- Mi nombre es sir Lancelot de Camelot.
ANCIANO.- ¿Cuál es tu misión?
LANCELOT.- Buscar el Santo Grial?
ANCIANO.- ¿Cuál es tu color favorito?
LANCELOT.- Azul.
ANCIANO.- Correcto. Puedes pasar.
LANCELOT.- ¡Oh, gracias! Muy amable.
SIR ROBIN.- ¡Está chupado!
Todos se acercan corriendo al GUARDIÁN y se ponen en fila para responder.
ANCIANO.- ¡Alto! Aquel que desee el Puente de la Muerte cruzar, tres
preguntas ha de contestar.
SIR ROBIN.- (confiado) Pregúntame, guardián. No tengo miedo.
ANCIANO.- ¿Cuál es tu nombre?
SIR ROBIN.- (más confiado) Sir Robin de Camelot.
ANCIANO.- ¿Cuál es tu misión?
SIR ROBIN.- (más confiado aun) Buscar el Santo Grial.
ANCIANO.- ¿Cuál es la capital de Asiria?
SIR ROBIN.- (sorprendido) ¡Eh! Eso no lo sé (sale volando y cae al abismo)
¡Aaaaaaaaaah!
Se aproxima GALAHAD al ANCIANO.
ANCIANO.- ¡Alto! ¿Cuál es tu nombre?
GALAHAD.- Sir Galahad de Camelot
ANCIANO.- ¿Cuál es tu misión?
GALAHAD.- Buscar el Santo Grial.
ANCIANO.- ¿cuál es tu color favorito?
GALAHAD.- Azul… ¡eh, no! Amari… (sale volando y cae al abismo)
¡Aaaaaaaaaah!
Se aproxima ARTURO.
ANCIANO.- ¡Alto! ¿Cuál es tu nombre?
ARTURO.- Mi nombre es Arturo, Rey de los Bretones.
ANCIANO.- ¿Cuál es tu misión?
ARTURO.- Buscar el Santo Grial
ANCIANO.- ¿Cuál es la velocidad de vuelo de una golondrina sin peso
añadido?
ARTURO.- ¿A qué te refieres? ¿A una golondrina europea o africana?
ANCIANO.- ¿Cómo? Eso no lo sé (sale volando y cae al abismo) ¡Aaaaaaaaaah!
BEDEMIR.- ¿Cómo sabéis tanto sobre golondrinas?
ARTURO.- Bueno, has de saber estas cosas cuando eres un rey, ya sabes…

Oscuro

Escena 14

Durante unos instantes permanece todo a oscuras mientras se oye la voz en


ON

VOZ EN ON.- Y los caballeros siguieron en su búsqueda del Grial. Lo


sorprendente es que, finalmente, lo consiguieron. Es decir, que al final cada
uno consiguió el suyo. ¡Pero ojo! El auténtico Grial. El que usó Jesucristo en la
última cena… ¿o fue en la penúltima, con los canguros y el mariachi? (de
nuevo entra alguien con el muñeco del conejo y le atiza) ¡Vale, vale! El de la
última cena, con una golondrina haciendo su nido en un viejo coco usado… Y
aquí los tenemos, cuatro años después, compartiendo la historia de sus
aventuras.
Cuando vuelve la luz, nos encontramos con los seis actores, cada uno con un
Grial en la mano y bebiendo como si fuera una copa de coñac.

ROBERTO.- ¡Bueno, bueno, bueno! Al final mereció la pena, ¿eh?


JUAN.- Sí. No importa todo lo que pasamos.
ALE.- Los mordiscos de las cobras...
JULIO.- Las embestidas de los rinocerontes…
JAVIER.- Los pisotones de los tiranosaurios…
MIGUEL.- Las veces que nos mataron…
TODOS.- Ya lo creo, sí, ¡claro!
ROBERTO.- Nunca olvidaré cuando me cortó la cabeza aquel caballero
zombie.
JUAN.- Ni yo cuando me devoró un cocodrilo gigante.
ALE.- O aquella vez en que un diplodocus se sentó encima de mí. Tuve suerte
de que coincidió justo con el agujero del culo.
JULIO.- ¡Puaj! Estuviste semanas oliendo a mierda de diplodocus.
JAVIER.- Lo peor fue lo que me sucedió a mí, que una manada de hienas me
despedazó y luego se repartieron los pedacitos.
MIGUEL.- ¡Ja! A mí me atravesó un unicornio, después me cortó la cabeza un
caballero enemigo, con mi cadáver sació su hambre una familia de lobos y,
después de que me cagaran, toda una colonia de escarabajos peloteros se
alimentó durante meses.
ROBERTO.- Sí, sí, amigos. Pero nada como un buen vaso de Chateau de
Chatelet, ¿no es así, caballeros?
JUAN.- Tienes razón, así es.
ALE.- Eso es, sí.
JULIO.- ¿Quién nos iba a decir hace años, cuando nos juntábamos a echar
paridas de rol, que íbamos a estar aquí sentados, bebiendo Chateau de
Chatelet, eh?
TODOS.- Sí, sí, sí.
JAVIER.- Con un poco de suerte nos llegaba para una taza de té.
MIGUEL.- ¡Exacto! ¡Una taza de té frío!
JAVIER.-¡Eso es!
ALE.- ¡Sin azúcar ni leche!
JULIO.- Ni té.
JUAN.- En una taza rota.
ROBERTO.- ¡Oh! Nosotros nunca usamos una taza. Lo bebíamos en un
periódico enrollado.
JUAN.- Lo más que pudimos hacer nosotros era chuparlo de un trapo mojado.
ALE.- Pero entonces éramos felices, aunque fuéramos pobres.
JULIO.- ¡Porque éramos pobres! Mi padre solía decirme: “el dinero no te dará
la felicidad, hijo”
JAVIER.- Sí, señor.
MIGUEL.- Eso es.
ROBERTO.- Era más feliz cuando no tenía nada. Vivíamos en una casa vieja,
derruida y diminuta con enormes agujeros en el techo.
JUAN.- ¿Casa? ¡Teníais suerte de vivir en una casa! Nosotros vivíamos todos
en una habitación, los 26, sin muebles, la mitad del suelo faltaba, nos
apiñábamos todos en un rincón para no caernos.
ALE.- Qué suerte teníais de vivir en una habitación. Nosotros vivíamos en el
pasillo.
JULIO.- ¡Nosotros soñábamos con vivir en un pasillo! Hubiera sido un palacio
para nosotros. Vivíamos en un viejo tanque de agua dentro de un basurero.
Nos despertábamos todos los días cuando nos tiraban un montón de pescado
podrido encima. ¡Una casa, bah!
ROBERTO.- Cuando decía casa me refería a un agujero en el suelo, cubierto
con una lona, pero para nosotros era una casa.
JAVIER.- A nosotros nos echaron de nuestro agujero en el suelo. Tuvimos que
ir a vivir a un lago.
MIGUEL.- ¡Qué suerte tuvisteis de tener un lago! Nosotros éramos 150
viviendo en una caja de zapatos en mitad de la carretera. Con coches y
camiones pasando constantemente a toda velocidad y atropellándonos
mortlamente.
ROBERTO.- ¿Una caja de cartón?
MIGUEL.- ¡Sí!
JUAN.- ¡Qué suerte! Nosotros vivimos durante 3 meses en un periódico
enrollado dentro de una fosa séptica. Nos levantábamos a las seis de la
mañana, limpiábamos el periódico, trabajábamos 14 horas al día en el molino
por seis peniques a la semana y cuando llegábamos a casa, papá nos mandaba
a la cama con su cinturón.
ALE.- ¡Qué lujo! Nosotros salíamos del lago a las tres de la mañana,
limpiábamos el lago, comíamos un puñado de piedras calientes, trabajábamos
20 horas al día en el molino por dos peniques al mes, volvíamos a casa y papá
nos pegaba con botellas rotas en la cabeza y en el cuello, ¡si teníamos suerte!
JULIO.- ¡Para nosotros sí que era duro! Salíamos de la caja de zapatos en
mitad de la noche y limpiábamos la carretera con la lengua. Comíamos medio
puñado de piedrecillas heladas, trabajábamos 24 horas al día en el molino por
cuatro peniques cada seis años y cuando llegábamos a casa, nuestro padre nos
partía en dos con el cuchillo del pan.
JAVIER.- ¡Ajá! Yo me levantaba por la mañana a las diez de la noche, media
hora antes de acostarme, me comía un terrón de veneno frío, trabajaba 29
horas al día en el molino y le pagaba al molinero por permitirme trabajar allí y
cuando llegábamos a casa nuestro padre nos mataba y bailaba sobre nuestras
tumbas, cantando ¡Aleluya!
ROBERTO.- Aaaaah. Y les cuentas eso a los jóvenes de hoy y no te creen
TODOS.- Noooo.

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