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Aves sin nido

Memoria de las mujeres en movimiento y supervivencia cotidiana1

Por: Carolina Ortiz Fernández

Voy viajando al último rincón del río,


al corazón adentro del agua
naciendo, naciendo
Ronni Wano

Durante mi época estudiantil en San Marcos, en los años 80 del siglo XX, el desinterés sobre la
reflexión y la producción intelectual de las mujeres era evidente. No había registro alguno en la
programación curricular ni en las clases, lo mismo ocurrió durante mi formación escolar. Even-
tualmente se mencionaba solo a María Parado de Bellido y a Micaela Bastidas. Esta ausencia in-
fluyó en mis indagaciones referente a la producción intelectual de las mujeres, que se había ini-
ciado tempranamente gracias a mi madre y a las mujeres de mi entorno, mujeres creativas y lu-
chadoras a lo largo de la historia.

En1989 empecé a explorar la vida y obra de Clorinda Matto de Turner y a través de ella descubrí
la obra de Mercedes Cabello y Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara. Las tres formaron parte de
una eclosión de mujeres escritoras a fines del siglo XIX, para ellas el periodismo y la literatura,
eran los únicos espacios posibles, en los que en una sociedad profundamente conservadora y
patriarcal, las mujeres podían expresar con cierta libertad lo que apreciaban y sentían. Ellas fue-
ron pioneras en la lucha por la educación de las mujeres y de toda la población en el país.2 Su-
frieron furibundos ataques y mas tarde quemaron la imprenta y los libros de la autora de Aves sin
nido.

En 1993, concluí la investigación referente a la vida y obra de Clorinda Matto y la sustenté en la


Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.3 Me interesaba
comprender qué había ocurrido hacía aproximadamente un centenar de años en relación a la
problemática de las mujeres y la población indígena y lo que venía ocurriendo cien años después
en un clima de violencia estructural y política. Interesarse en San Marcos sobre estas cuestiones
no era bien recibido, porque toda investigación que no se circunscribía exclusivamente a la temá-
tica y clasificación social entendida como clase social, no era parte de lo que se concebía políti-
camente correcto. En la Facultad de Ciencias Sociales dos maestros comprendieron y apoyaron
mi inquietud César Germaná y Aníbal Quijano.

1Articulo de mi autoría publicado como colofón en la última edición de Aves sin nido, Lima, Sinco
Editores, 2020.
2 Véase Ortiz Fernández, C. (2018). El Recreo, tribuna pública de mujeres pioneras en la educación y el pe-
riodismo en el Perú del siglo XIX. Letras (Lima), 89(130), 100-122. https://doi.org/10.30920/letras.89.130.5
3Clorinda Matto de Turner, la Censura y la Fe. Modernidad, etnicidad y género. Tesis, Facultad de Ciencias
Sociales de la UNMSM, Lima 1993.
1
En 1997, presenté y sustenté un trabajo de investigación en la Universidad Andina Simón Bolívar
de Quito, titulado: Heterogeneidad, colonialidad y subalternidad en cuatro novelas latinoamerica-
nas.4 Una de las novelas fue Aves sin nido. A partir de estos dos trabajos, pongo a consideración
del público lector algunas ideas en torno a Aves sin nido y su autora.

Entre los estudios que hallé entre 1990 y 1993, había dos tendencias, una vertiente biográfica, en
la que figuran la tesis de Rosa Cuadros (1937) y los aportes de Manuel Cuadros Escobedo
(1949). En la segunda vertiente encontré las referencias y algunos estudios críticos realizados por
Emilio Gutiérrez de Quintanilla, Antonio Cornejo Polar, Tomás Escajadillo, Luis Alberto Sánchez,
Julio Rodríguez Luis, Efraín Kristal, Nelson Manrique, José Tamayo Herrera y Rodrigo Montoya
que en su mayoría calificaron de realista e indigenista a la obra de Matto de Turner. Desde la
perspectiva de clase, se sostuvo que Aves sin nido constituía la perspectiva discursiva de una
elite terrateniente o industrial o de una burguesía en gestación. Estas apreciaciones, siendo en
parte válidas, eran insuficientes, pues se limitaron a valorar la obra a partir de criterios objetivistas
circunscritas a las relaciones sociales de producción en su versión clasista. La crítica predomi-
nantemente masculina no percibió las complejidad de las relaciones intersubjetivas ni la compo-
sición plural del poder en la propia estructura de la novela, con excepción de Cornejo Polar.

Al dialogar con la vida y obra de Matto de Turner percibí que estructuraba cada texto literario al-
rededor de la biografía familiar como articulador de sus argumentos espacio temporales. Me lla-
mó la atención, en particular, la tradición cusqueña <<Las tres hermanas>> sobre la que escribí
años después, en tanto abrió un haz de luz para comprender la composición del poder, sobre
todo las relaciones de autoridad patriarcales y su repercusión en los sentimientos, la sensibilidad,
la organización social, la resistencia y la solidaridad presente en el movimiento de los pueblos.
En Aves sin nido, la clasificación por familias, según la condición sociocultural y emocional, la
clasificación económica etnico racializada y las relaciones de género, me permitieron desbrozar
la complejidad de las relaciones sociales desde la perspectiva interseccional descolonial.

La atmósfera social y emocional, en la que transcurre la vida y obra de Clorinda Matto, constituye
una época de crisis regional en el sur del país que se alivia mediante la comercialización de la
lana. En el campo cultural, como bien los sostuvo Basadre,5 se abrió el debate de las ideas a tra-
vés de la prensa escrita y en el congreso de la república. Benito Lazo, periodista de El Sol del
Cusco y del Censor eclesiástico, del que fue director, defendía los principios liberales y polemiza-
ba con Bartolomé Herrera, para quien la emancipación había sido una regresión, consideraba que
la soberanía popular residía en la obediencia a las autoridades, de conformidad a la voluntad di-
vina.

Un acontecimiento relevante en el terreno cultural fue la fundación, en 1825, del Colegio Nacional
de Ciencias y el Colegio Nacional de Educandas Nuestra Señora de las Mercedes, el primer cole-

4 Véase repositorio de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito, Ecuador. La investigación


fue publicada con el título: La letra y los cuerpos subyugados. Heterogeneidad, colonialidad y
subalternidad en cuatro novelas latinoamericanas, Quito, UASB, 1999.
5 Jorge Basadre, Historia de la República del Perú. Tomo III, Lima, Editorial Universitaria, 1983.
2
gio para mujeres en todo el país, por disposición de Simón Bolívar; pero cerró sus puertas hasta
1848. Clorinda Matto se formó en esta escuela dirigida por Antonina Pérez, aproximadamente
durante cinco años. El objetivo era que toda estudiante se convirtiera en maestra, ampliando de
este modo la formación de la población, Trinidad Enriquez y Clorinda Matto, sus pupilas, lo en-
tendieron perfectamente.

Los bisabuelos maternos de Matto fueron godos y realistas convictos y confesos; así lo relata en
una tradición suya titulada <<Moscas y moscardones>>.6 Don Joaquín Tadeo Gárate intendente
de la provincia de Puno recibió la estima del rey en mérito a su fidelidad y amor. De este modo el
monarca aseguraba la lealtad de sus servidores, en especial de aquellos que gobernaban lejos
del poder central, tal como sucede en un régimen de dominación patriarcal y patrimonial. El rey le
concedió los honores de ministro del supremo Consejo de Indias. La hija de de don Joaquín Ga-
rate, Manuela se casó con Juan José Usandivaras, hábil comerciante, oriundo de Salta que rápi-
damente logró hacerse de una hacienda que luego perdió. Luis Alberto Sánchez refiere que
Usandivaras arribó al Perú con el ejército del general San Martín. Los abuelos paternos eran más
bien de ideas liberales, doña Angela Miranda y Astete y el magistrado y escritor don Manuel To-
rres Matto, vocal de la Corte Superior de Justicia del Cusco. La abuela solía hospedar a los pa-
triotas, entre ellos a Bolívar y Miller. Cupido unió a las dos familias afirma la narradora en la tradi-
ción mencionada. Concepción Grimanesa Usandivaras y don Ramón Matto tuvieron cuatro hijos:
Clorinda Grimanesa Martina, Ramón Daniel, Ramon Hermenegildo y David, el menor.

Clorinda Grimanesa Martina Matto Usandivaras nació en el Cusco el 11 de noviembre de 1852,


año en que se promulgó el primer código civil inspirado en el código napoleónico de 1804, era el
gobierno de Rufino Echenique. El 30 de noviembre del mismo año fue bautizada en la parroquia
el Sagrario del Cusco. La casa de los Matto Usandivaras, en Cusco, está ubicada en la plaza San
Francisco. En ella se encuentran bellos murales. En 1991 funcionaba un banco comercial y desde
entonces hasta hoy ha sido ocupada por diversos tipos de comercio.

Los Matto Usandivaras residieron, durante la infancia de sus hijos, en Paulo chico, distrito y pro-
vincia de Calca. Clorinda Matto recordaba este época con añoranza: <<allí disfruté de la compa-
ñía de mis queridos padres, allí vincule mi vida a la vida de mis tiernos hermanos. Paulo, allí me
son conocidos y familiares los tortuosos caminitos, sus cascadas, sus árboles individualmente
determinados, y las alegres cabañas de los indios donde iba con mis hermanos, los terneros y
mis cabras, participando todos del mismo alimento;>> 7

La vida familiar en la casa campesina la atrajo siempre, compartió juegos con los niños de lugar,
exploraban los nidos de las torcazas y la fruta silvestre, tomaban la espumosa leche de las vacas
ordeñadas por las <<Indias>>. Allí bebió la cultura quechua. La muerte de su madre aproxima-
damente a los diez años la afectó profundamente, los niños quedaron a cargo de la abuela Ma-
nuela Gárate, de ella aprendió la fortaleza de carácter.

Entre las fuentes de su rebelión mental están, en primer lugar, su experiencia vital; en segundo,
las fuentes orales que fueron recogidas en las comunidades de Tinta y Calca. En tercer lugar, las

6 Clorinda Matto, Tradiciones cusqueñas completas, Lima, Peisa, 1976.


7 Manuel Cuadros, Paisaje y obra, mujer e historia. Clorinda Matto de Turner, Cusco, G.G. Rozas, 1949.
3
fuentes escritas. Clorinda Matto rememora con fascinación la lectura de los Comentarios reales
en la cueva Ccata Hueqque, a media hora de Tinta, lugar que solía frecuentar. Ahí revivió los su-
cesos de Cajamarca, leyó y releyó al Inca Garcilaso de la Vega. Recuérdese que fue prohibido
desde de la rebelión de Tupac Amaru hasta las primeras décadas del siglo XIX. Fueron de su pre-
ferencia la literatura española, francesa e inglesa. Leyó a Espronceda, Cervantes, Calderón de la
Barca, Fernán Caballero (seudónimo de la escritora de origen suizo, Cecilia Bölh von Faber), a
Balzac, Zola, Camilo Desmoulins, a Madame Staël, a Byron, a Prescott, entre otros.

Se suele sostener que ella expresó en sus novelas las propuestas políticas de González Prada,
más, habría que precisar que tuvo su propio proceso, pues experimentó en carne propia las rela-
ciones de dominación de género que la acercaban a la población originaria, ambos carecían de
derechos fundamentales. Es evidente la influencia de la ilustración, pero también había elementos
propios. El Perú no estaba formado sólo por criollos y mestizos había una gran población deshe-
redada.

Para Matto de Turner, la república no era lo que esperaba. La fraternidad y la libertad no existen,
los males se acentúan, las condiciones de vida de la mayoría de la población se agravan, hay
nostalgia del pasado, la época del Perú autónomo, surge el mito del progreso y el pensamiento
positivista de Comte. Clorinda Matto se interesa por avivar el patriotismo y desarrollar la literatu-
ra peruana. Confluyen el romanticismo y el positivismo, sueños utópicos para el futuro y la año-
ranza del pasado; nihilismo y anhelo de fe. Para David Sobrevilla, el positivismo peruano no estu-
vo bajo el signo de Comte sino de Spencer, en tanto se establecen vínculos entre la filosofía posi-
tivista, el naturalismo y las doctrinas de transición al espiritualismo. Es en Tinta donde descubre
de cerca la explotación de la población originaria y la violencia de género, que ya eran motivos de
sus tradiciones y leyendas. Durante quince años madura la idea de escribir Aves in nido, su pri-
mera novela, publicada finalmente en 1989.

Uno de los organizadores de los principales acontecimientos argumentales de este texto literario
es la familia, en torno a ella giran los sucesos ocurridos en el pueblo de Kíllac, zona alto andina, a
mediados del siglo XIX. Además de Kíllac, se menciona al pueblo de Saucedo, en donde a dife-
rencia del primero, se aprecian <<las alegres cabañas de los indios peruanos, por cuyas puertas
cruzan al rayar la aurora el venado de pieles grises y la perdiz de codiciadas carnes>>8. En Kíllac
no se siente el alborozo de Saucedo, si no la humillación, la explotación servil de la población in-
dígena y la violencia sexual contra las mujeres de todos los sectores sociales.

Cada familia configura una fracción social que el sujeto de enunciación, en pasado y en tercera
persona, con mayor frecuencia, los diferencia entre otros aspectos, mediante las condición so-
cioecónomica, las actividades ocupacionales según el género, el color de la piel, de los ojos y el
cabello; la formación escolar, los parámetros del mal y el bien, de la belleza y la fealdad. Lo que
contrasta con un entorno cálido, rodeado de huertos, regados por acequias que conducen aguas
cristalinas. El pueblo acoge a varios grupos de familia cuya abismal desigualdad social y cultural
se distingue desde las primeras páginas, por la descripción de la calidad de las viviendas, en tan-

8 Aves sin nido, Cusco, H.G. Rozas, 1948, p. 189.


4
to se precisa la existencia de <<casa para los notables y choza para los naturales>>9. Además
de estas familias, arriba un grupo familiar que se encuentra temporalmente en el pueblo.

Las autoridades de Kíllac conforman las familias de <<notables>>, mientras que los trabajadores
que cuentan con algún ganado, conforman las familias de los <<naturales>>, así los denomina
la enunciante. Un tercer grupo familiar esta constituido por los Marín, una pareja que llega al pue-
blo desde Lima y que representa a la familia burguesa. El cuarto grupo familiar lo conforma la
iglesia como institución.

La perspectiva de la enunciante deja vislumbrar una clara animadversión contra los mestizos arri-
bistas que se convierten en los nuevos jefes de las familias de notables y en las nuevas autorida-
des del pueblo. Estas autoridades cambian según los sucesos que ocurren en la capital. Mestizos
como el gobernador Pancorvo o el coronel Bruno Paredes, a quien se describe con facciones
vulgares y <<color más que modesto>>, nunca hizo estudios militares pero las circunstancias le
pusieron los galones. Estos personajes, suelen ser torpes e ignorantes, explotadores y violentos
con las mujeres y la población indígena. La descripción física se asemeja al mundo interior de
cada uno, son feos y deformes. En cambio, mujeres como Petronila, que en la diferenciación ra-
cializada se asocia a lo <<blanco>>, son mujeres que debido a su mancillado honor cargan con
un sentimiento de culpa por la sanción social que sufren durante toda su existencia. La enuncian-
te configura la complejidad del imaginario racializado colonial persistente en la república.

En las familias de los <<naturales>>, según la nominación dada por la enunciante, se esbozan
dos grupos, una conformada por los Yupanqui y otra por los Champí. Los miembros de estas fa-
milias desarrollan una economía familiar que sostiene la economía regional y la del capitalismo
inglés mediante relaciones serviles y mercantiles de explotación. Juan Yupanqui e Isidro Champí
son agricultores y cuentan con una cierta cantidad de ganados. Marcela Yupanqui y sus hijas se
dedican a tejer y a la agricultura. Esta división del trabajo tiende a ser complementaria, pues los
roles no están rígidamente establecidos. Hay un paisaje en el que Juan asume una tarea conside-
rada femenina, toma las ollas de barro negro colocadas en el fogón para servir una cena agrada-
ble y frugal que toda la familia comparte. En la economía familiar intervienen madres, padres e
hijos, todos contribuyen. La principal actividad es la ganadera, ésta les permite intercambiar, a
través del trueque, leche, queso, cuero y lana por maíz, papa y algodón; con ella pagan los inter-
minables adelantos forzosos que les hacían los laneros e intermediarios de las compañías ingle-
sas. Las mujeres de éstas familias eran obligadas, desde niñas, a cumplir con la mita en la casa
parroquial.

En los primeros episodios Marcela Yupanqui relata a Lucía Marín los martirios y las torturas que
sufren por causa del cobrador, del cacique, el alcalde y el cura. Las cobranzas se hacen violen-
tamente, los cobradores son mestizos apoyados por el poder local.

Por otro lado, Fernando y Lucía Marín configuran una fracción social emergente pero aún minori-
taria, se trata de una incipiente elite industrial.10 La enunciante demuestra su simpatía por esta

9 Ibídem, p. 37.
10 En esto coincidimos con Efraín Kristal, véase Una visión urbana de los andes, génesis y desarrollo del
indigenismo en el Perú 1848-1930, Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1991.
5
pareja, ambos son justos y laboriosos, denotan una esmerada y sólida formación y educación
cristiana. Lucía es la bienhechora de los indios, su <<ángel de bondad>>. Había recibido buena
educación y sus conocimientos, que son definidos como rudimentarios, habían sido adquiridos
en la <<escuela práctica del gran mundo>>. De Fernando Marín destaca su porte distinguido y su
fisonomía, lo que reflejaría al hombre justo e ilustrado. La pareja es descrita con las característi-
cas fenotípicas y socioculturales asociadas a los criollos <<blancos>>. Ella se dedica a la admi-
nistración de su casa y él es accionista de una compañía minera. Al inicio, la familia Marín está
conformada sólo por la pareja conyugal, a lo largo de la historia tiende a extenderse, la pareja
adopta a Margarita, adolescente mestiza, y a Rosalía, niña indígena, ambas hijas de los Yupanqui,
personajes que representan a la familia que ha quedado fragmentada y metonímicamente a los
grupos mestizos e indígenas. El etnocidio cultural sería la solución al problema indígena.

La Iglesia Católica es una institución representada por el cura del pueblo y la relación de éste con
los fieles se caracteriza por su autoritarismo y racismo patriarcal, semejante al jefe de una familia
de notables. Curas, como Pascual y el obispo Pedro de Miranda y Claro, que lo antecedió, usan
la fe para controlar las conciencias de los fieles y para justificar la violencia sexual que ejercen
sobre las mujeres <<indias>>, <<blancas>> y <<mestizas>>; así como para extorsionar y explo-
tar a los indígenas.

En cada personaje se asocian el mal y la fealdad o el bien y la belleza. Así, el cura Pascual es
descrito como un mestizo de cabeza chata, nariz gruesa, ojos pardos y diminutos, el cuello corto.
Lucía se preguntaba cómo un personaje tan poco agraciado había podido llegar al más augusto
de los ministerios, pero no todos los mestizos tienen esta carga negativa, Margarita, niña mestiza
representaría la bella <<raza peruana>>. Fernando Marín y Manuel, personajes ilustrados, repre-
sentan la racionalidad moderna, la civilización y el progreso, el bien y la belleza junto a Lucía Ma-
rín, y son los que interpelan a los grupo de poder en el pueblo, abogan porque los curas se ca-
sen, por la bandera del cristianismo puro, lo que podría suponer el planteamiento de una ética
protestante.

La composición de estas familias, brevemente descritas, permiten precisar que las relaciones de
autoridad y de género en la familia gamonal revela un orden jerárquico que subordina a la mujer al
confinamiento doméstico, negándole toda participación en la vida pública. Así, cada vez que
doña Petronila opina en torno a las actividades públicas de su marido, este responde: <<quítate
mujer tú siempre con tus cantaletas. Francamente, las mujeres no deben mezclarse nunca en co-
sas de hombres, sino estar con la aguja, las calcetas y los tamalitos>>11. La mujer notable acepta
su rol de sumisión y mansedumbre, se sujeta a las decisiones del esposo, de las autoridades civi-
les y eclesiásticas. En esta familia, Manuel, hijo de Petronila y del obispo Pedro de Miranda y Cla-
ro, se convierte en un personaje que contraviene esta situación, su instrucción universitaria basa-
da en la racionalidad del progreso, hacen de él un personaje bueno y justo atribuida a los blan-
cos con educación, opuesto a la estructura rentista o gamonal de la familia. Lo que lo une a Se-
bastián Pancorbo es su gratitud por haberle dado su apellido.

11 Aves sin nido, op. cit., p. 20


6
Las relaciones de autoridad y de género entre los indígenas se revelan como complementarias,
se aprecia un sistema de significaciones y valores diferentes, ya que Marcela y Juan Yupanqui,
Martina e Isidro Champi aún sin instrucción oficial, evidencian familias mucho más democráticas
y menos patriarcales. La familia complementa sus labores y comparte sus preocupaciones, se
tratan con afecto, son afables y cariñosos. La relación con sus hijos también revela armonía. Mar-
cela y Martina en circunstancias difíciles toma la iniciativa y toman decisiones sin pedir autoriza-
ción a sus parejas. Marcela Yupanqui asume la misión de liberar a Juan, quien agobiado por la
presión de los cobradores de una deuda que ellos nunca solicitaron, ve como salida el suicidio, el
suyo y de su familia. Por otro lado, Martina Champi hace todo lo posible por liberar a Isidro, que
ha sido acusado y encarcelado injustamente por los mandones del villorrio. Pero no es Marcela la
que liberará a Juan si no la imagen de la virgen encarnada en el rostro blanco de Lucía Marín. En
la familia de la elite industrial emergente, a diferencia de la familia de notables, Lucía es capaz de
opinar y dialogar con su pareja sobre diversos aspectos, Fernando la sabe escuchar, respeta sus
puntos de vista y suele tratar a las mujeres de su entorno con honestidad y cortesía, las reconoce
como sujetos. Con todo, es el mundo privado el que realmente pertenece a Lucía, mientras que a
Fernando Marín le corresponde los negocios y las turbulencias de la vida pública.

La enunciante refiere que Lucía en su niñez había leído más de una vez a la escritora española
Cecilia von Böhl de Faber quien sentenciaba <<olvidad pobres mujeres, nuestros sueños de
emancipación y libertad. Éstas son teorías de cabezas enfermas que jamás se podrán practicar,
porque la mujer ha nacido para poetizar la casa>>, esta cita evidencia incertidumbre y contradic-
ción en las aspiraciones de Lucía Marín, por un lado -a través de sus actos- concibe a la mujer de
su fracción social como seres capaces de pronunciarse e incursionar en la vida pública, pero sin
perder de vista que su lugar natural es el hogar. Por cierto, la enunciante configura también per-
sonajes cuyas prácticas en las relaciones de autoridad y de género evidencian actitudes demo-
cráticas, capaces de pronunciarse en la vida pública como sucede con los Yupanqui o los Marín.

La atmósfera emocional de Aves sin nido adquiere un tono melodramático que acapara a los lec-
tores del siglo XIX. Los personajes buenos enfrentan fuerzas antagónicas que se gestan entre el
mal y el bien, entre la belleza y la fealdad; como también lo hicieron las telenovelas en el siglo XX.
En el pueblo de Kíllac, los mestizos -en tanto nuevos notables-, se aferran a los cargos políticos
por los privilegios y el poder que la ley de la costumbre, señorial/patriarcal, les concede. La llega-
da de los Marín entorpece o pone en peligro los emolumentos y las rentas de las autoridades civi-
les, militares y eclesiásticas. En los diálogos entre Manuel y el cura Pascual se configura la polé-

mica entre la mirada ‘civilizadora' de la burguesía naciente y el oscurantismo de los ga-


monales, entre el pensamiento ilustrado y la ignorancia, entre la posiciones blanco criolla y la
mestiza arribista. El cura Pascual defiende el autoritarismo natural de los mandatarios porque
siendo ministros de Dios, los pueblos le deben obediencia. Unos están destinados a mandar y
otros a obedecer. A Manuel le interesa promover la rectitud, sin ella no habría ciudadanía, patria
ni familia.

Marín y Manuel expresan su conmiseración por los indígenas, por las mujeres del pueblo y su
preocupación por la patria. Lucía Marín afirma: <<Para mí no se ha extinguido en el Perú esa raza

7
con principios de rectitud y nobleza que caracterizó del imperio conquistado por Pizarro. Otra
cosa es que todos los de la calaña de notables de aquí hayan puesto al indio en la misma esfera
de las bestias productoras.>>12; según esto, la condición del indio se debía a la extenuarte explo-
tación a la que eran sometidos por los notables del pueblo. Para Fernando Marín, <<la verdadera
autonomía del indio>> sería posible de lograr <<por medio del Evangelio de Jesús>>13 y para
Manuel mediante la luz de la razón.

Lo que atentaría contra la dignidad del indígena sería un problema ético y económico. El pueblo
indígena vive sin los estímulos del buen ejemplo y del sano consejo por los privilegios de los no-
tables, por el lucro inmoderado y por ignorancia. Los <<indios>> no pueden emanciparse por su
propia iniciativa, necesitan ser guiados por varones ilustrados como Fernando y Manuel, quienes
confían en la administración de Manuel Pardo y hastiados de Kíllac, deciden marcharse a la capi-
tal. Manuel también decide abandonar el pueblo porque sentía que no había garantías para la
propiedad ni para la familia y al igual que los Marín, consideraba que la capital es un centro civili-
zado. Esta visión que parece ser también de la autora, cambia después de radicar en la capital,
tal como se aprecia en Indole y Herencia, novelas que fueron publicadas posteriormente.

Por otra parte, Marcela y Juan Yupanqui, en agradecimiento a los Marín, juran entregarles su vida
entera. Margarita promete servirlos. La mayor aspiración de los Yupanqui residía en ver a sus hi-
jas como los Marín, libres y que se vistan como ellos, aunque Marcela se pregunta si esto impli-
caría perderlas, lo que da cuenta que dejar de ser <<indios>> implicaba rechazar su procedencia.

En Aves sin nido se conjugan tres universos culturales. El universo indígena subalternizado que
evidencia relaciones sociales con una sensibilidad democrática en la cotidianidad de la existen-
cia, el universo mestizo señorial terrateniente de las autoridades del pueblo incluida la iglesia y el
universo de la elite industrial emergente con un discurso liberal positivista y patriarcal encarnado
en personajes criollos blancos y letrados como los esposos Marín y Manuel. Estos tres universos
están articulados por el racismo y el eurocentrismo, dimensiones de la colonialidad del poder.

Para la mirada moderna positivista, la ignorancia de la población debía ser combatida mediante
la instrucción basada en los principios del cristianismo puro, la industrialización y el trabajo, como
elementos centrales de un proyecto qué permitiría liberar a los indígenas del oprobio, con la con-
siguiente mejora de los pueblos del país. La enunciante y la fracción social representada por los
Marín y Manuel e incluso los sectores persuadidos por su discurso, constituiría un nosotros, cuyo
proyecto sería integrar una gran familia, para hacer de ella una gran nación que integre y homo-
genice a la sociedad peruana.

La nación se convierte en un proyecto moderno comparable a una gran familia patriarcal que de-
bía estar dirigida por una fracción social burguesa, cristiana, blanca y letrada; integrada por los
esfuerzos de intelectuales representados en espíritus jóvenes configurados en Manuel, los <<in-
dios>> y las mujeres se convertirían en una boyante y laboriosa fuerza de trabajo.

12 Ibídem, p. 28.
13 Ibídem, p. 29.
8
Clorinda Matto al tomar la palabra en la escena pública, quebranta los estereotipos de sumisión y
mansedumbre que subalternizan a las mujeres y a los pueblos indígenas; y nos permite com-
prender los vínculos entre las relaciones de opresión de género y étnico racializadas que empie-
zan a ser de interés en la universidades cien años después, a partir de los años 90 del siglo XX.
Su discurso, a fines del siglo XIX, se convierte en precursor del feminismo, constituye una de-
manda política moderna con un claro sentimiento patriótico en confrontación con el oscurantismo
de las elites y de la Iglesia, lo que supone la exigencia democrática de derecho de ciudadanía, la
fe en la educación y el progreso, mediante las enseñanzas de lo que considera el verdadero cris-
tianismo y la esperanza en un estado nación capaz de integrar a todos los peruanos dirigidos por
una burguesía emergente, que reivindica el saber y la costumbres nacionales y que contradicto-
riamente reclama el etnocidio cultural de la población indígena. Matto de Turner, desconocía que
el progreso también destruye, que el mercado le pone precio a todo, que el estado nación no re-
presenta a las mayorías del país sino que se impone sobre ellas. Con todo, Aves sin nido revela
también la memoria y las contradicciones de las mujeres en movimiento y supervivencia cotidia-
na.

Al cumplirse 131 años de la primera edición de esta novela y próximos al bicentenario, la violen-
cia sobre la mujeres, la niñez, las comunidades LGTBIQ y los pueblos de nuestra región conti-
núan, pero en otras circunstancias, pues el sentido lineal del tiempo, los proyectos homogeneiza-
dores de la modernidad y la racionalidad instrumental y sus patrones de organización textual,
social, económica, cultural, familiar, sexual, racial y su relación con la naturaleza y el entorno
cósmico, organizados e institucionalizados desde la visión de los grupos de poder en defensa de

la acumulación sin fin, tienden a agrietarse. Ante este peligro, los discursos neoconservado-

res autoritariamente patriarcales emergen con voracidad, pero como nada dura para siempre,
todo parece indicar que es un tiempo otro, el tiempo de las multitudes humilladas y ofendidas
presentes también en la diversidad de voces poéticas y narrativas emergentes.

Lima, 9 de noviembre de 2020

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