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ENSAYO DE EL CONVENIO 169 DE LA OIT.

El Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo es un acuerdo


establecido como una Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
los Pueblos Indígenas; Dentro de sus particulares contiene dos postulados básicos:
el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de
vida y el derecho a participar de manera positiva en las decisiones que les afectan.

Este convenio tiene como fundamento principal el respeto y consideración a las


culturas indígenas y el valor que tienen en nuestra sociedad, además permitirles
tomar sus propias decisiones de manera responsable.

Los pueblos indígenas y tribales, es una denominación común para más de 370
millones de personas que se encuentran en más de 70 países del mundo. Estos
pueblos constituyen aproximadamente el 5 % de la población mundial. Los pueblos
indígenas y tribales se encuentran en todas las regiones del mundo, desde el Ártico
hasta los bosques tropicales, es decir, es una población sumamente importante en
lo que refiere al planeta tierra, sin embargo, no hay una definición universal de
pueblos indígenas y tribales, pero el Convenio núm. 169 ofrece una serie de criterios
subjetivos y objetivos, que se utilizan conjuntamente para identificar quiénes son
estos pueblos en un país determinado. De acuerdo con la CEPAL, 45 millones de
personas, el 8,3% de la población de América Latina es indígena.

En América latina y el caribe se ha registrado una de las mayores ratificaciones en


el Convenio Núm. 169, debido a que muchos países de la región son multilingües y
multiculturales, y en algunos casos la población indígena constituye la mayoría de la
población, o un porcentaje significativo de ella. Teniendo en cuenta la diversidad de
los pueblos que se busca proteger, el Convenio utiliza la terminología incluyente de
‘pueblos indígenas y tribales’ y atribuye el mismo conjunto de derechos a los dos
grupos. Para la oficina internacional del trabajo, los pueblos indígenas y tribales son
a menudo designados por expresiones nacionales tales como adivasis, montañeses,
tribus de las colinas, cazadores recolectores, y numerosos países han establecido
registros específicos de estos pueblos. Recién en el año de 1989 se suscribió el
convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre los pueblos
indígenas y tribales, en este sentido, el Convenio constituye una pieza clave en la
acción de la OIT a favor de la justicia social cuyo objetivo es superar las prácticas
discriminatorias que afectan a estos pueblos y hacer posible que participen en la
adopción de decisiones que afectan a sus vidas, por lo que los principios
fundamentales de consulta previa y participación constituyen su piedra angular.

La materia del Convenio 169, es parte de los retos del desarrollo de América Latina
y el Caribe. En países con presencia significativa de población indígena no es de
extrañar que el Convenio y los derechos que consagra se hayan convertido en tema
central vinculado con los temas de inclusión, cohesión social y gobernanza.

Son 15 los países de América Latina que han ratificado el Convenio 169 y todos
enfrentan el reto de implementar procedimientos de consulta previa eficaces,
eficientes, predecibles y que arrojen resultados beneficiosos tanto para los procesos
de inversión y creación de riqueza como para los pueblos indígenas. El objetivo del
Convenio 169 y de la OIT: conciliar la promoción y protección de los derechos de los
pueblos indígenas, por una parte, con la debida seguridad jurídica que demanda
todo proceso de desarrollo e inversión dirigido al bienestar general de las
sociedades, por la otra. Esta es la perspectiva balanceada desde la que la OIT
aborda esta problemática.

En conclusión, estos sistemas ancestrales, creados, conservados, recreados y


aplicados por cada uno de los pueblos y nacionalidades indígenas, gozan de
carácter constitucional, pues están reconocidos y protegidos a través de una serie
de normas contenidas en la Constitución vigente y por normas de carácter
supranacional de obligatorio cumplimiento como el Convenio 169 de la OIT y la
Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU. Además, la
permanencia de ordenamientos jurídicos diferentes no debe implicar la supremacía
de uno sobre otro sino un proceso de integración y de influjo de ambos. Nos queda
claro que el simple reconocimiento normativo, incluso constitucional, no garantiza un
disfrute pleno de derechos y libertades, antes debe garantizarse el soporte material
y subjetivo para el logro de tal fin.

Referencias bibliográficas:

Gimenez, F. F. (2011). Constitución y Pluralismo Jurídico. Quito: Corporación de


Estudios y Publicaciones.

Luzuriaga, E. (2019). Pluralismo Jurídico. Guía Didáctica. Loja, UTPL.


ENSAYO SOBRE COMUNIDADES CAMPESINAS Y SU LEGISLACIÓN EN
NUESTRA CONSTITUCIÓN

La justicia entendida como una forma de organización que busca por medio
de un sistema normativo el regular las relaciones humanas con la intención de
conservar el bienestar social, fue pensado y concebido dependiendo de la cultura y
de la fase histórica. Al referirnos sobre la justicia indígena hablamos del derecho
que poseen las diversas comunas, sociedades, pueblos y nacionalidades nativos de
poder ejercer sus prácticas en el momento de ejercer justicia otorgando la potestad
de sancionar las conductas que alteren la armonía y la convivencia dentro de su
comunidad a la vez de resolver conflictos que se suscitan dentro de las mismas.

Los antecedentes de las comunidades campesinas hunden sus raíces. En


doctrina en las instituciones preincaicas, las cuales sirvieron de base fundamental
en la organización del imperio incaico y con la llegada de los españoles. Sufrieron
una serie de interferencias, al tratar inútilmente de desterrarlas. Las comunidades
campesinas constituyen un núcleo tradicional que aún subsiste en nuestro país. En
doctrina, se las ha definido como “un grupo social integrado por campesinos
andinos, identificados económica,social, cultural e históricamente dentro de un
espacio territorial y que más allá de una relación individual familiar que destaca en
sus actividades, desarrollan una interacción colectiva para provecho de todos los
miembros”.

Tomando como punto de partida, el origen de la denominación


de“Comunidades Campesinas” y “Comunidades Nativas” se encuentra en
aquellas comunidades que habitan la zona rural. Se identifican normalmente a las
“Comunidades Campesinas” con las comunidades ubicadas en la zona rural de los
Andes del Perú o también denominadas Comunidades Andinas, y a
las“Comunidades Nativas” referidas a las comunidades ubicadas en la zona rural de
la Amazonía o también denominadas Comunidades Amazónicas.

La constitución de 1993, en su artículo 207, se refería “comunidades de


indígenas” reconociéndoles existencia legal y capacidad jurídica. Asimismo Derecho
civil de 1936, a mi modo de ver , sistemáticamente , por cuanto el derecho civil
regula la conducta humana de los sujetos de derecho en sus aspectos personales o
patrimoniales y no desde el punto de vista económico-agrario, trataba en su título IV,
de su sección tercera. De las personas jurídicas del libro primero, del derecho de las
personas a las comunidades indígenas”.

Prescribiendo en su numeral 71, la obligatoriedad de su inscripción en el


registro especial. Posteriormente el estatus de las comunidades campesinas en el
artículo 2 cambio de denominación por las comunidades campesinas, definiéndose
de esta manera:

“Las comunidades es una agrupación de familias que poseen y se identifican


con un determinado territorio y que están ligadas por rasgos sociales y culturales
comunes, por el trabajo comunal y la ayuda mutua, básicamente, por las actividades
vinculadas al agro”

El Perú es una sociedad pluricultural, por ello, surge la necesidad de


protegerlas comunidades nativas y campesinas; basado en el Artículo 2°, inciso 19
de nuestra Constitución Política del Perú, reconoce y protege la pluralidad
Étnica. Además, actualmente viven 55 pueblos indígenas u originarios, de ellos,
51 son originarios de la Amazonía y 4 de los Andes. Los pueblos
indígenas u originarios son aquellos que tienen su origen en tiempos anteriores al
Estado, la institución semejante se denominaba Ayllu, que tienen lugar en este país
y región; conservan todas o parte de sus instituciones distintivas; y que, además,
presentan la conciencia colectiva de poseer una identidadindígena u
originaria.

En conclusión podemos decir que, el único límite de de la jurisdicción


campesina está reconocido en la Constitución, debido a que el derecho
consuetudinario es aplicable dentro de su ámbito territorial y que este no violente los
derechos de las personas.

Referencias bibliográficas:

Castillo, Marlene y Jaime Urrutia (2007). Participación de las comunidades


campesinas en el gobierno local: un desafío político. Aporte de los casos
Anta (Cusco) y Zona Centro (Huancavelica). Lima: Grupo Propuesta
Ciudadana

Constitución Política del Perú Art. 207°, 29 de diciembre de 1993.


ENSAYO SOBRE DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD PERSONAL

Las culturas humanas se vertebran en torno a un preconcepto: una idea de


ser humano individual que identifica el impacto social. Lógicamente ello supone una
interacción constante de la que nacen los principios que fundan el ordenamiento. No
entraremos ahora en los diversos métodos y variantes de tan universal proceso ni
en cómo tal proceso tiñe y condiciona aquellos valores.Piénsese por ejemplo en
modelos sociales en los que aquellos los se desenvuelven en un entorno de
libertades y valores conexos a dicha forma de ver el mundo frente a otros que
niegan dicho entorno.

Es habitual aceptar que la Declaración Universal de Derechos Humanos de


10 de diciembre de 1948 (DUDH), inicia en el orden internacional la configuración de
un espacio exento al poder político estatal. “Artículo 5. Nadie será sometido a
torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Dos años después
ve la luz el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales de 4 de noviembre de 1950 (CEDH) en cuyo artículo 3
redobla el contenido del artículo 5 DUDH. "Artículo 3. Prohibición de la tortura.
nadiepodrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes.”

El artículo 7 del Pacto Internacional deDerechos Civiles y Políticos de 19 de


diciembre de 1966 (PIDCP) reproducen literalmente el enunciado de la DUDH,
“Nadieserá sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes…”, al tiempo que anuncia una constante en el sistema internacional de
declaraciones de derechos, al hacerse eco de una escenario emergente, que
introduce una ampliación de significado de una trascendencia difícil ilmente
evaluable en ese momento. “Es particular, nadie será sometido sin su libre
consentimiento o a experimentos médicos o científicos.”

Debemos saber que dentro de la violación a la integridad toda persona tiene


derecho a que se respete su integridad física psíquica y moral nadie puede ser
sometido a torturas ni a penas o tratos crueles inhumanos o degradantes como
sabemos toda persona privada de libertad será tratada con respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano.
La recopilación del conjunto de normas internacionales y constitucionales
realizado nos permite construir un escenario que incluye una secuencia de algo más
de medio siglo en donde progresivamente se ha ido aglutinando, a partir de un
principio puramente negativo y reaccional, una posición iusfundamental llamada a
desempeñar las funciones impensables no hace mucho tiempo.

Ello puede verse como resultado de varios vectores que están confluyendo
simultáneamente, pero que posee un origen y naturaleza dispar.

Podemos desde luego señalar en primer lugar la crisis del sistema


constitucional clásico de derechos ya en las constituciones anteriores a la Segunda
Guerra mundial,grabado en la certeza de que el poder político legítimo puede ser el
destructor más eficaz del Estado de Derecho.

Entre otras consecuencias, aquellos acontecimientos han llevado


progresivamente a volver a dotar de contenido valorativo al sistema de derechos ya
reforzarlo a través de un conjunto de recursos institucionales variados. Es en esta
tesitura en la que los derechos fundamentales son reconstruidos como
formalizaciones jurídicas de fragmentos de dignidad , un principio y un valor que
según se sabe la Ley Fundamental de Bonn canonizó como derecho o cláusula de
intangibilidad.

En síntesis podemos afirmar que, en este marco tan sucintamente recordado,


la integridad moral incluso en su formalización como aparato personal de actuar que
articula la incorporación al ordenamiento de nuevos fragmentos de dignidad
humana. Sumado a ello, entra dentro de lo evidente que el enérgico rechazo, en las
formulaciones de posguerra, a la comisión por un poder político legítimo de
cualquier acción calificable de tortura o trato inhumano o degradante reflejaba la
impotencia o la innecesariedad de forzar a los ordenamientos jurídico
constitucionales a un compromiso en términosjurídicamente tan imprecisos.

Referencias bibliográficas:

Pele, Antonio. Dignidad humana: Sus orígenes en el pensamiento clásico.


Madrid:Dykinson, 2010.
Organización de los Estados Americanos (OEA), Convención Americana sobre
Derechos Humanos "Pacto de San José de Costa Rica", 22 Noviembre 1969

ENSAYO SOBRE EL DERECHO A LA PROPIEDAD COMUNAL

A través de la historia los pueblos indígenas han visto vulnerados su derecho


a la propiedad por la intervención del Estado con fines extractivos. Las tierras que
han sido tradicionalmente habitadas por los pueblos indígenas pertenecen a estos
por su posesión tradicional y su conexión espiritual. El respeto a su hábitat garantiza
su subsistencia, permite el desarrollo de sus tradiciones e identidad cultural.

El derecho de propiedad sobre la tierra aglutina un paquete de derechos que


comprende desde los derechos de uso (acceso al recurso, extracción, obtención de
un beneficio económico) a la toma de decisiones sobre su aprovechamiento y
disposición (exclusión de terceros). La titulación sobre estos derechos y la seguridad
en la tenencia de la tierra son elementos que tienen repercusiones en el manejo del
paisaje agrícola y en la conservación de la diversidad cultivada in situ o
agrobiodiversidad.

Los cambios en la legislación estatal pueden tener efectos en las normas


consuetudinarias de manejo de este paquete de derechos. Asimismo, las relaciones
de poder existentes y las negociaciones que puedan darse entre los distintos grupos
de actores que compiten por el uso de los recursos también serán de gran
importancia en la práctica. En este sentido, la interferencia del Estado se puede
manifestar tanto en la regulación de la tenencia de la propiedad y del acceso a los
recursos como en la capacidad de negociación de los distintos agentes económicos.

Los poderes de negociación sobre el agua y la tierra son críticos en la


conservación in situ de la agrobiodiversidad. En concreto, el alcance de los
derechos de propiedad sobre la tierra por parte de las comunidades y de los
agricultores dedicados a la conservación in situ pueden tener consecuencias
inmediatas: su mayor o menor empoderamiento puede tener repercusiones sobre su
toma de decisiones en relación con qué se cultiva, cómo se hace y cómo se dispone
de los productos resultado del manejo agrícola. Esta diversidad de elementos dota
de autonomía al campesino, la cual se refleja en el manejo y uso de la tierra, en sus
opciones de cultivo, de inversión, en su capacidad para usar y disponer de una
diversidad de recursos genéticos. Estos factores son relevantes a la hora de
determinar su capacidad para enfrentarse a las situaciones de riesgo asimiladas a la
actividad agrícola. El poder acceder a un amplio abanico de recursos genéticos
reduce este riesgo y la vulnerabilidad de los pequeños agricultores frente a
incidencias y shocks, como los motivados por el cambio climático. Finalmente, son
estas las circunstancias que determinarán su permanencia en el campo en el corto y
largo plazo (Eyzaguirre y otros, 2004).

En este sentido, la propiedad de la tierra y el acceso a la semilla son


instituciones determinantes para conservar la agrobiodiversidad. En general, en
estos dos frentes las políticas nacionales constituyen la mayor amenaza para las
comunidades en esta labor. Desde la legislación sobre semillas, las políticas
nacionales condicionan a los agricultores en relación con qué cultivos producir y qué
semilla utilizar, dónde deben comprarla, cómo comercializar el producto final, así
como sus posibilidades de guardar e intercambiar semilla. Desde la legislación
sobre la propiedad de la tierra, son aspectos como la promoción de la propiedad
individual de la tierra, la inseguridad en la tenencia de la tierra, los mecanismos de
titulación, entre otros, los aspectos determinantes a la hora de definir el destino del
territorio.

En conclusión, el escenario descrito relata la importancia de la


agrobiodiversidad para la seguridad alimentaria de las comunidades campesinas y
nativas. Éste también anticipa la relevancia que tienen las políticas estatales sobre
la propiedad y tenencia de la tierra para la conservación de la agrobiodiversidad. Sin
embargo, la literatura se ha centrado fundamentalmente en torno a las políticas
sobre los sistemas de provisión de semilla (como parte de la implementación de los
derechos del agricultor) y la incidencia que la semilla moderna o mejorada tiene en
la pérdida de la diversidad genética.

Además es importante resaltar que, no existe reflexión suficiente respecto al


alcance que tienen las actuaciones promovidas «desde arriba» en la desaparición
de la propiedad comunal y de las comunidades mismas; y sobre la trascendencia de
estas actuaciones para la desaparición de los sistemas productivos en los que se
basa la conservación de la agrobiodiversidad.
Referencias bibliográficas:

Ames, P. (2010) “Desigualdad y territorio en el Perú: una geografía jerarquizada”.


Revista Argumentos. Año 4. No. 1. Marzo 2010. IEP.

Baldovino, S. (2007). Iniciativas legislativas en titulación de predios rurales de


comunidades campesinas y comunidades nativas. Documento de trabajo.
Sociedad Peruana de Derecho Ambiental. Lima, Perú.

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