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Lo primero que hay que saber es que los límites están íntimamente relacionados con
nuestra trayectoria de vida, con nuestra propia historia de crianza. Es importante como
primer paso que madres, padres y cuidadores puedan conectar con su propio niño/a interior
y observar cómo eran las situaciones de límites: ¿qué recuerdo de mi infancia?, ¿habían
límites?, ¿de qué formas se impartían?, ¿habían gritos, amenazas, castigos, diálogo,
comprensión, escucha?, ¿qué sensaciones me produce a nivel corporal recordar estas
cosas?, ¿estoy dispuesto/a a mirar mi historia para construir una crianza diferente con mis
hijos/as?, ¿qué me pasa hoy a mi cuando mis hijos/as tienen comportamientos desafiantes,
cuando me llevan al límite, qué emociones vienen, cómo reacciono?. Es importante
observar nuestra propia historia para evitar tener reacciones automáticas y poder establecer
límites respetuosos.
Es muy importante como trabajo de todos los días poder registrar cuáles son las situaciones
o comportamientos de nuestros hijos que nos enojan, que nos agobian, que nos agotan la
paciencia.
Los límites son fundamentales en la crianza, en situaciones de desborde o desregulación
emocional nuestros hijos necesitan un adulto regulado que esté ahí, que les permita
calmarse, conteniendo esa emoción.
¿Qué son los límites? conjunto de acciones que toda mamá, papá, cuidador tiene la
responsabilidad de impartir para guiar a un hijo en su desarrollo y en la expresión de sus
emociones. Pero los límites no pueden ponerse de cualquier forma y es importante saber
que como adultos también tenemos límites. Hay que diferenciar muy bien la Autoridad, del
Autoritarismo. La autoridad se basa en la comunicación asertiva no violenta, la amabilidad,
la firmeza para sostener límites, conocer el cerebro infantil inmaduro para actuar con
paciencia, con calma. El autoritarismo por el contrario se basa en gritos, castigos,
amenazas, sobornos, premios, violencia fìsica, verbal, ignorar.
El límite autoritario daña el desarrollo de los hijos/as porque el cerebro está generando
permanentemente la hormona del estrés, el cortisol y esto es nocivo, se daña el apego, se
obedece por miedo, no ayuda a aprender de los errores, genera en nuestros hijos
resentimiento, venganza y daño emocional.
En la crianza respetuosa es fundamental sostener una comunicaciòn no violenta (CNV) ya
que las palabras y la forma en que las usamos impactan en los vìnculos, debemos usar un
lenguaje claro y respetuoso. Permite la identificación y expresión de necesidades y
sentimientos que permitan encontrar soluciones.
Para poder aplicarla hay una serie de pasos que nos pueden ayudar, al principio puede
costar pero a medida que se va practicando se va internalizando.
A continuación se detallan los pasos para una adecuada comunicación que permitirá
establecer límites de forma exitosa.
Ante una situación difícil, conducta o comportamiento desafiante, inadecuado o agresivo de
nuestros hijos podemos: