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Eduquemos Juntos

Tema II
El papel de los Padres

Basado en el libro “Educar contra el acoso”


“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”
Karl A. Menningger

La influencia de los padres en sus hijos es enorme para su desarrollo emocional, psíquico y
ético. Con este tema se pretende ayudar con mayor conciencia sobre aspectos que se
pueden cambiar y mejorar como padres para mejorar el comportamiento en vuestros hijos.

La mayoría de los padres son probablemente testigos de cómo nuestra influencia puede
desempeñar un papel crítico en el aprendizaje de los niños. Nos sorprende, a veces, cuando
utilizan nuestras mismas expresiones o comentarios.

Aprendizaje por Imitación

Tanto animales como humanos aprendemos los aspectos más básicos imitando: desde qué y
cómo comemos, hasta la manera de comunicarnos, expresarnos o comportarnos. Son acciones
que se incorporan con tan solo observar todo lo que hacen los padres o quienes cohabiten con
los niños.

Ser un buen modelo es una garantía para el correcto desarrollo emocional y social de tu
hijo. Si tendemos a ser agresivos, intolerantes, críticos o sarcásticos con otros, eso es lo que
tu hijo repetirá en sus relaciones.

De este modo, cuando levantes el tono de voz, lo amenaces, grites o uses cualquier otra
manifestación agresiva, lo que haces en realidad no es más que enseñarle a usar esa misma
herramienta y a comportarse igual cuando sus compañeros hacen algo que a ellos no les
gusta o molesta.

Muchas veces pensamos que, por un par de gritos, no pasa nada. Sin embargo, los efectos
negativos que a nivel psicológicos tienen los gritos, pueden convertirse en la semilla de
conductas inapropiadas en tu hijos, además de destruir su autoestima y bienestar. Ello no
ocurre únicamente cuando esta violencia verbal se dirige a ellos, sino cuando está orientada
a terceras personas y ellos son testigos.

El elemento agresivo que más se suele utilizar es el grito y la amenaza, lo cual constituye
violencia verbal. Te invito a seguir las siguiente estrategias para cultivar la paciencia y
reducir este tipo de violencia en casa:
Algunas Estrategias

Se calcula que el cerebro es capaz de registra aproximadamente setenta mil pensamientos por día.
Se trata de una cifra muy alta, lo cual significa que la mente no descansa ni un segundo. Una
herramienta importante es permitir la desconexión de ese cúmulo de pensamientos. Se trata de
llegar a la casa y dejar esa mochila llena de preocupaciones y lista de quehaceres colgada en la
entrada, simplemente relajarse y estar presente y disponible para nuestros hijos.

Toma conciencia de las cosas típicas que hacen que estés menos presentes, principalmente cuando
estás con tu hijo (ladrones de presencia). El teléfono móvil, por ejemplo, es un gran ladrón de
presencia y provocador de estrés; te recomiendo dejar el móvil junto a la mochila de quehaceres,
siléncialo y en un lugar que no se pueda ver para evitar tentaciones; hazlo junto a tu hij@ y pasen
un tiempo junt@s.

Sé más flexible, ya que es la única forma de adaptarnos a los cambios y avanzar de manera
efectiva. Si sigues siendo rígido, solo conseguirás un día lleno de obstáculos, lo que provocará que
tu paciencia disminuya.

Preocúpate y ocúpate de las cosas, es decir, haz un juicio de una situación pero también emprende
una acción para solucionarla.

El impacto de educar sin Límites

En el texto anterior, se explicó brevemente que un estilo de educación agresivo y violento


puede generar las mismas conductas en nuestros hijos fuera de casa. No obstante, los estilos
educativos demasiados permisivos pueden provocar el mismo efecto.

Un estilo de educación demasiado permisivo, a diferencia de uno agresivo, puede ser muy
afectivo, pero no establece límites y normas, tan necesarios en la educación de los más
pequeños. Al no haber normas ni límites, se genera un cambio de roles, donde el menor toma la
autonomía, en lugar de ejercerla sus padres. El nin@ está acostumbrad@ a conseguir lo que
quiere y, de lo contrario, se frustra y se comporta de manera agresiva y violenta. Este tipo de
conductas violentas aparecen en el contexto familiar, pero luego se generalizan a otros
contextos, como el escolar.
Según Gordon Neufeld, autor de Hold On to Your Kids, en los modelos de vinculación más
pasivos o permisivos, que carecen de una figura de dominio y adolecen de excesiva autonomía
o de falta de límites, los niños asumen ese rol y toman posición que le pertenecen a sus padres.
Se convierten en niños mandones, controladores, incapaces de aceptar la frustración, inclusos
con sus padres, ya que estos no ejercen su responsabilidad.

Cuando a un hijo se le educa siempre en el “sí”, lo que realmente aprende es a decir “no” a sus
padres. Evitar el cansado conflicto del “no” o sobre proteger para evitar frustraciones son
estrategias con un recorrido muy corto e ineficaz.

Los límites son muy necesarios, ya que nos ayudan a entender cómo funciona la vida y actuar
en forma adecuada. No tienen que limitar, sino ayudar al nin@ a crecer en un marco de
responsabilidad y seguridad.

EL EQUILIBRIO ENTRE EL SÍ Y EL NO
Estilo Educativo Asertivo

Tu hij@ debe saber lo que esperas de él/ella y entenderlo con claridad, además de entender por
qué son necesarios los límites y normas, cómo nos ayudan y qué ocurre cuando no las hay.

Debes confirmar su comprensión.

Debes dar órdenes de una en una y no de diez en diez para mejor comprensión y realización.

Es convenientes que formules las normas o límites en positivo para que se reciban mejor.

Empatiza reconociendo y acogiendo los sentimientos de tu hij@ al ponerle límites.

Sé flexible con los límites, ya que la flexibilidad permite adaptar las normas a la situación, el
momento y la edad de tu hij@.

Explicar el por qué del límite, ya que estos deben ser razonables y respetuosos a la integridad de tu
hij@.

Ser congruentes. Los padres deben estar de acuerdo delante de su hij@ y ser consistentes a lo
largo del tiempo. No pueden decir hoy no y mañana sí.

Evitar repetir mucho las cosas, ya que se acostumbran mucho a las repeticiones.

Explicar con claridad y precisión, junto con el límite, la consecuencia de su incumplimiento.

Cómo fomentar la autoestima


La autoestima es el concepto que tenemos de nosotros mismos. Es aquello que creemos que
somos y el valor que nos damos como personas. Viene definido por lo que nosotros mismos
pensamos que somos y también por aquello que los demás dicen que somos. Para los niños y
adolescentes, sus padres son el mayor referente y su influencia es enorme y, por ello, sus
mensajes marcan fundamentalmente la imagen que tienen de sí mismos.

El objetivo como formadores, es que ayuden a sus hijos a darle herramientas para sentirse bien
consigo mismos, que se respeten y hagan respetar. El problema no se centra tanto en ser
diferentes, sino en cómo llevan esas diferencias, ya que, en el fondo todos somos diferentes.

Existe un principio ampliamente estudiado en psicología llamado efecto Pigmalión, el cual


explica que las creencias y expectativas sobre los demás tienen un gran impacto en su
conducta. La idea que nos transmite este estudio es que aquello que esperamos en alguien
acaba por influir en su realidad. Cuando tenemos una influencia firme respecto a alguien, acaba
cumpliéndose.

Así que para potenciar a tu hij@ y apoyar su autoestima, tan solo debes creer en él y el resto
saldrá por sí mismo. Y creer es un acto de fe, no necesitas demostrarte nada.

Para llegar a creer y aceptar a tu hij@ es importante que revises tus expectativas y comprendas
que quizás no sea posible, ni bueno para tu hij@ que las cumpla. Para toda persona es
importante ser aceptada tal y como es y de ahí nace su poder y fuerza.
Hay que educar desde lo que existe, no desde lo que queremos que exista.

Los reconocimientos y las felicitaciones son más importantes para nuestros hij@s de los que
podamos llegar a pensar, hasta el punto de ser los verdaderos resortes que lleven a modelar su
conducta y bienestar; estos en su justa medida llena de energía y alimentan su autoestima, no
solo cuando lo reciben sino también cuando lo dan.

Reflexiona con tu hij@


Reconocer es empoderar: De la lista que está a continuación tú y tu hij@ de manera independiente
escriban 10 competencias que reconoces en él/ella, luego compartan y destaquen en las que
concuerden.

Importante que que si tu destacas algunas que tu hij@ no reconoce, trabajes para que puedas
fomentarla en él/ella.

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