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LA PERLA DE LA PARASHÁ DE LA SEMANA

Rabbí Dr. Williams Pitter


www.luz.academia.edu/WilliamsPitter
www.youtube.com
wpitter@gmail.com
Rabino miembro del
Messianic Jewish International Council

Contenido

LA PERLA DE LA PARASHÁ VAYIKRÁ (Lv 1:1-5:26)

LA FILOSOFÍA Y LA ÉTICA DEL ENCUENTRO CON EL ETERNO


EL KORBÁN Y EL MESÍAS
LAS ESTRUCTURAS NARRATIVAS DE LA TORÁ
EL ENIGMA DE LA EXPIACIÓN EN Lv 1:1-16

Shabbat 25 de Marzo del 2022


Shabbat 03 de Nisán del año 5783 de la creación
y casi 2000 años de la era mesiánica
Maracaibo, Zulia. Venezuela
SEFER VAYIKRÁ
PARASHÁ VAYIKRÁ (Lv 1:1-5:26)
LA FILOSOFÍA Y LA ÉTICA DEL ENCUENTRO CON EL ETERNO
La preparación para encontrarnos con Su Presencia y la revelación del Mesías
Rabbí Dr. Williams Pitter

En la parashá anterior se puede leer que el Eterno designa al Mishkán bajo el


nombre de la “tienda del encuentro” (Ex 40:2), y era el lugar en donde cada benei
Israel, atribulado por su pecado, venía a la Presencia del Eterno a fin de recibir
perdón y paz para su vida.

Los rituales expiatorios ejecutados por sacerdotes, como se leen en la parashá


Vayikrá y en las que le siguen, llevan a cabo esta operación de perdón por medio
de una diversidad de ofrendas de animales y vegetales; pero al final, era el Eterno
quien concedía el perdón. Por ejemplo, había una clasificación bien clara según
quien faltare a la Torá: Si era un cohen ungido, se le ordenaba un sacrificio y su
ritual expiatorio respectivo (Lv 4:3-12) o si era toda la congregación de Israel la que
fallaba, se le ordenaba un sacrificio y su ritual expiatorio respectivo (Lv 4:13-19). Y
en ambos casos se obtenía el perdón de los pecados (Lv 4:20,21). Ahora si pecaba
un líder de la congregación, se seguía un procedimiento ritual similar que conducía
al perdón (Lv 4:22-26), y si era cualquier miembro ordinario de los benei Israel el
que pecaba, se hacía igual: un ritual expiatorio que conducía al perdón (Lv 4:27-31).

La lección es muy clara: un genuino encuentro con el Eterno trae la paz al corazón
del hombre y fuerzas para afrontar la vida diaria con sus pruebas y sus retos. Estas
son las dos ideas centrales entre la yuxtaposición de la tienda del encuentro de la
última porción del libro de Éxodo con la primera porción (o parshiyá) del libro de
Vayikrá (1:1 al 5:26).

Pero hay otros hechos que tenemos que considerar en torno a este encuentro que
el Eterno quiere tener con cada hombre que viene a este mundo. Al respecto me
gustaría compartir con ustedes los fundamentos básicos de la filosofía y la ética del
encuentro con el Eterno. Cuando la gloria del Eterno cubre el Mishkán el día de su
inauguración, nadie podría entrar; es decir, nadie podría penetrar al interior de la
tienda del encuentro, ni siquiera Moshé, como lo dice el libro de Éxodo (40:34,35).
Pero ahora, en la parashá Vayikrá, Moshé nos cuenta que el Eterno lo llama “desde
la tienda del encuentro” (1:1). Dos preguntas básicas deben ser formuladas acá: la
primera: ¿por qué llama a Moshé o qué méritos tenía Moshé para ser llamado? Y la
segunda: ¿para qué fue llamado Moshé?

Comencemos con la primera pregunta. Ante todo, se debe entender que cuando
en la Torá el Eterno hace un llamado para comunicar Su mensaje, menciona dos
veces el nombre de la persona como bien se puede leer en 1 Sm 3:10, que es el
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principio que se sigue cuando llama a Abraham dos veces por su nombre de la
manera explícita (Gn 22:11) y en Lv 1:1, de manera implícita en el caso de Moshé.
Por otra parte, la doble mención del nombre es un modo de expresar profundo
afecto. Más detalle de estos asuntos lo podemos leer en la Torá con Rashí y en el
Midrash Tanjumá, Vayikrá 1.

Hay un principio en la Escritura: El Eterno llama a Su servicio exclusivo solo en


aquellos hombres que han encontrado “gracia” ante Él. Esto es importante
explicarlo. La palabra hebrea “hen” (het, nun), que acá traduzco como gracia
implica una conexión íntima entre dos de modo como si una estuviera
estrechamente unida con la otra por algún tipo de lazo afectivo. Las Escrituras
presenta esta conexión tanto en el plano de la relación del hombre con el Eterno
como entre personas.

Veamos un ejemplo en la Torá y la correspondiente explicación del Midrash. La


Torá dice que “Noaj halló gracia (hen) ante los ojos del Eterno” (Gn 6:8). Los
rabinos explican el significado de “gracia” con una parábola: “Esto puede ser
comparado a un hombre que era muy unido a un amigo al punto que le dio su hija
en matrimonio” (Midrash Bereshit Rabbá 39:4).

En las relaciones interpersonales tenemos varios ejemplos de conexiones lo mismo


se dice de Yosef en relación con su amo Potifar (39:3) y de Ester en relación con
todo persona que la conocía (Ester 2:15), y también con el rey Ajashverosh (Ester
5:2). Se dice del Mesías que durante su vida previa a su manifestación a Israel,
crecía en gracia de para con Dios y los hombres (Lc 2:52).

Esto implica que todo genuino encuentro (moed) es por gracia y, en el caso de
Moshé que nos ocupa implica la relación cercana que tenía con el Eterno; por lo
cual la Torá señala que en sus encuentros con Hashem, hablaba con Él como un
amigo (Ex 33:11). Esto refuerza lo que se dijo previamente, que cuando el Eterno
llama a Moshé a la tienda del encuentro dijo: “Moshé, Moshé”.

Esto nos conduce a plantear la filosofía judía del encuentro. El genuino encuentro,
ya sea entre Dios y el creyente o entre personas, se refiere a una relación cercana,
que establece un diálogo afectivo y de mutuo compromiso. Y en particular en el
plano de la relaciones humanas tenemos como ejemplos, cuando se ha establecido
el vínculo por gracia, se da la relación y el encuentro entre el esposo y la esposa,
entre el padre y el hijo, etc.; que no es sólo es un vínculo afectivo o consanguíneo
el que une sino un compromiso de asistirse mutuamente en todo momento.

Por ello, si uno “se encuentra” con una persona y hasta establece una conversación
pero no hay una conexión por gracia entre ellas que los una entonces será
simplemente una avistamiento físico formal o informal; pero jamás es un genuino

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encuentro en el sentido ya explicado.

Es este el tipo de relación o conversación casual que establecemos con un vecino,


por ejemplo, o en las interacciones a nivel de roles (relación alumno-profesor,
médico-paciente, obrero-patrón, etc.). Este tipo de “encuentros” son importantes
para la vida humana, sin embargo, los genuinos encuentros en donde la gracia
(afectiva y de compromiso) conecta a los seres humanos son los que nutren las
relaciones y nos hace crecer como seres humanos. A este enlace extraordinario
como único se le conoce como “empatía”.

Hay un principio en la Escritura: El Eterno llama a Su servicio exclusivo solo en


aquellos hombres que han encontrado “gracia” (hen) ante Él; pero en verdad, en
este contexto que significa hen, que sirve para el enlace y su consolidación.

La Mejilta de Rabbí Yishmael explica que algunas porciones de las Escrituras, el


término hebreo “hen” es una alusión a la Ruáj hakodesh: “Gracias (hen) quiere
decir Ruáj hakodesh, porque se dice: derramaré sobre la casa de David y sobre el
habitante de Jerusalén espíritu de gracia (hen) (Zac 12:10)” (Pisha 13).

Y he aquí un punto clave, pues tanto Moshé, como lo fue Noáj, fueron elegidos
para la misión que les fue encomendada porque ellos eran hombres llenos de Ruáj
hakodesh; hombres listos y preparados para los encuentros con el Eterno, de quien
recibían directrices para guiar como líderes a su generación. Igual se dice de
Mashíaj, que hallaba gracia delante de los hombres y del Eterno (Lc 2:40,52); y en
otra ocasión se dice que Sus oyentes estaban impactados “de las palabras de gracia
que salían de sus labios” (Lc 4:22). De hecho, el Mesías representa un ejemplo más
elevado que Moshé de encuentro con el Eterno, pues la conexión era mucho más
profunda, pues el Padre y el Mesías “eran uno” (Jn 17:11).

Y por otra parte, el Mesías, como ya conocemos Yeshua mismo era el Mishkán (Jn
1:14), la tienda del encuentro que el Eterno plantó entre los hombres para
acercar a los hombres a Él mismo, para hablar con ellos y así pudieran
encontrarar el perdón y la paz. Hashem quiere, y de hecho lo hace, crear las
condiciones para que el hombre venga a Él, e invita a todos los hombres a Su
tienda del encuentro, el Mesías, la escalera, la gracia, que conecta el cielo con la
tierra.

Las consideraciones que el Eterno establece para la realización del encuentro y


que además Él mismo provee los medios en Su bondad (jesed) nos lleva a la
dimensión ética del encuentro, o del genuino encuentro. Note que cuando el
Eterno llama a Moshé al interior del Ohel Moed, le revela la manera y los medios
de acercarse a Su presencia. El contenido de la primera revelación dada en la
tienda del encuentro, escrita en Lv 1:1 al 5:26, nos informa que todo hombre

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puede venir al Mishkán a encontrarse bajo dos condiciones: la primera, cuando
quiera traer ofrendas voluntarias (Lv 1 al 3), y la segunda, cuando quiera traer
ofrendas por el pecado (Lv 4:1 al 5:26). El hombre toma la decisión de ir al Eterno.
La otra condición que establece, es que tanto la ofrenda voluntaria como aquella
por causa del pecado, deben ser específicamente los animales y los vegetales que
Él ha ordenado y que están señalados en estas porciones de la Torá. Esto explica el
rechazo del Eterno a la ofrenda de Caín (Gn 4:1-7). Caín es el primer y típico
ejemplo de hombres que quieren y buscan un encuentro con el Eterno a su
manera; y que se enojan y rebelan cuando se les dice que han tomado un camino
errado.

A partir de esta parashá, se dan otras condiciones que tienen que ver con los
tiempos para traer las ofrendas, y en cuanto a las ofrendas por el pecado, por
ejemplo, el oferente debe colocar su mano sobre la víctima, lo que es una alusión a
la confesión la cual a su vez supone un arrepentimiento.

Si todas estas condiciones se cumplen, con un genuino espíritu de servicio al


Eterno: haciendo las mitzvot que ha señalado, entonces ocurre el encuentro. Es
en este contexto donde podemos ver con mejor claridad el por qué los animales de
las ofrendas la Torá los llama “korbanot”, plural de “korbán”, palabra hebrea que
significa “acercar”; pues es el medio diseñado por el Eterno para concretar el
encuentro y darle al hombre la bendición del perdón. Lo que es una alusión al
Mesías como ya señalamos más arriba.

Por último, el Mesías nos dio una lección de ética basada en la tienda el
encuentro: “… si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu
hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y anda, reconcíliate
con tu hermano, y luego regresa y presenta tu ofrenda” (Mt 5:23,24). No seguir
este consejo, no sólo impide un genuino encuentro entre el Eterno y el pecador,
sino que constituye un ejercicio de hipocresía religiosa.

Aquellos, que ya hemos tenido un encuentro con el Mesías, que el cielo nos ayude
a concretar el próximo encuentro con Él, y que sea pronto y en nuestros días, y
digan: Amén!!

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SEFER VAYIKRÁ
PARASHÁ VAYIKRÁ (Lv 1:1-5:26)
EL KORBÁN Y EL MESÍAS
Las instrucciones para acercarnos al Eterno
Rabbí Dr. Williams Pitter

En cierta ocasión leí que entre la intelectualidad alemana del primera mitad del
siglo veinte se decía que cuando la gente llegaba al paraíso se le ponía en una
encrucijada que tenía dos carteles. En uno de ellos decía: “Dios” y todo el mundo el
mundo tomaba esa vía, pero los arrogantes filósofos alemanes decían que cuando
ellos llegaban a tal encrucijada tomaban la vía del cartel que decía: “Conferencias
sobre Dios”. Esto lo decían para burlarse de los creyentes cristianos, y al mismo
tiempo servía para afirmar que ellos habían elegido el camino correcto.

En esta semana comienza el ciclo de lecturas del libro de Levítico también conocido
como Vayikrá, el cual está dedicado a una amplia y detalla descripción del sistema
de sacrificios y de sus rituales correspondientes. En la antigüedad se le llama Torat
Kohanim, o Torá de los Sacerdotes porque el libro de Levítico constituía el manual
básico para todos los sacerdotes. Vayikrá se ha considerado un libro muy difícil de
entender pero el tiempo que se invierta en estudiarlo será retribuido en la
bendición de la comprensión del plan de la redención y de la obra que el Mesías
iría a ejecutar.

Otra de las características del libro de Vayikrá es que se aparta de estilo narrativo
de los libros de Génesis y Éxodo, y se dedica extensamente a describir mitzvot a ser
realizadas por los sacerdotes o cualquiera del pueblo de Israel, desde el Kohen
Gadol, el rey hasta el israelita más humildes; apenas contiene el relato de dos
episodios. La característica más notable es la estructura que a simple vista se nota
en el texto hebreo, y cuando los rabinos dividieron el libro Vayikrá en parashot
respetaron esa estructura original de modo tal que podemos ahora tener la
oportunidad de estudiarlo de una manera más didáctica o amigable.

Por ejemplo, La primera parashá del libro Vayikrá lleva su mismo nombre, y para
tener una visión global de ella, podemos decir en primer lugar, que esta parashá
ocupa los 5 primeros capítulos de este libro (Lv 1:1-5:26). Estos 5 capítulos están
dedicados a describir las ofrendas voluntarias y las ofrendas obligatorias por el
pecado que cada persona debería traer al Mishkán; las ofrendas comunitarias las
tratará más adelante. En segundo lugar, las ofrendas personales voluntarias están
contenidas en los primeros tres capítulos (Lv 1:1-3:17), y las ofrendas obligatorias
por el pecado están contenidas en los capítulos 4 y 5 (Lv 4:1-5:26).

Aquí ya tenemos una primera lección, si alguien deseaba de su buena voluntad


traer una ofrenda al Mishkán, ya sea de ofrenda de animal o de origen vegetal,

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podía hacerlo siempre y cuando fueran los tipos de ofrendas kosher mencionadas.
De igual modo, si alguna persona de los benei Israel, reconocía que había faltado
en algunos del mitzvot señaladas en la Torá, y deseaba solicitar expiación por su
falta, entonces podía presentar la ofrenda que el Eterno, según el caso, le
ordenara. De esta manera, se establecía un orden, y conforme a ese orden los
sacerdotes efectuaban los sacrificios. Esta disposición es importante, pues la Torá
especifica que la expiación solo es posible por efecto de la sustitución del tipo
animal kosher seleccionado a tal efecto por el Eterno.

SEFER VAYIKRÁ
PARASHÁ VAYIKRÁ (Lv 1:1-5:26)
LAS ESTRUCTURAS NARRATIVAS DE LA TORÁ
Ejemplo, la Parashá Vayikrá (Lv 1:1 al 5:26).
Rabbí Dr. Williams Pitter

LAS PARSHIYOT

Todos estás familiarizados con la división de las Escrituras en capítulos y versículos,


pero esa una estructura artificial que no respeta la estructura natural que ya tienen
las Escrituras hebreas (Tanak). El libro de Levítico puede ser mejor estudiado y
entendido si apelamos a esa estructura natural ya dada en la Torá, y que muchos
ignoran porque simplemente desconocen cómo está organizado el mensaje de las
Escrituras hebreas. El texto hebreo de la Tanak está organizado en estructuras
llamadas parshiyot, que son bloques narrativos de la Torá o unidades literarias, y
ellas son las estructuras o divisiones “naturales” que tiene el texto hebreo de la
Torá.

Cada parshiyá tiene en sí misma un tema específico; y puede estar separada de la


que le sigue por medio de dos tipos de espacios: (1) abiertas (petujot), cuando la
siguiente parshiyá comienza en una nueva línea, o (2) cerradas (stumot), cuando la
siguiente comienza en la misma línea, varios espacios después. Cada parashiyá es
el capítulo hebreo, por así decirlo. Esto se puede observar a simple en aquellas
ediciones hebreas que respetan el texto. Si Ud. tiene una biblia hebrea, vea la
parashá Vayikrá y observe la siguiente división:

1. Parshiyá (1:1-13); 1 estumá, dando origen a 2 divisiones:


Primera división: 1:1-9: Korban bakar (ganado vacuno)
Segunda división: 1:10-13: Korban Tzon (keshabim e izim/ovejas y cabras)

2. Parshiyá (1:14-2:16); 5 estumá dando origen a 6 divisiones.


Primera división: Korban tor (de aves)
Segunda división: Minjá solet (harinas)
Tercera división: Minjá maafe (harina cocida en horno)
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Cuarta división: Minjá majavat (sartén)
Quinta división: Minjá marjeshet (olla)
Sexta división: Minjá bikkurim (de granos o espigas)
3. Parshiyá (3:1-5): Korban bakar (vacuno)
4. Parshiyá (3:6-11): Korban keshev (oveja)
5. Parshiyá (3:12-17): korban ez (chivo)
6. Parshiyá (4:1-12)
7. Parshiyá (4:13-21)
8. Parshiyá (4:22-26)
9. Parshiyá (4:27-31)
10. Parshiyá (4:32-35)
Por favor, identifique el tema central
11. Parshiyá (5:1-16)
Stumá: 5:1-10 contenido en estas parshiyot
Stumá: 5:11-13
Stumá 5:14-16
12. Parshiyá
13. Parshiyá (5:20-26)

LOS DIBBURIM

Dibbur es palabra Dibburim, es su plural. Un dibbur, que es un bloque narrativo


que en su interior puede tener una parshiyá o varias de ellas, tiene una palabra
clave que la define y, que se repite en muchas ocasiones en el texto hebreo del
libro Vayikrá. Esta “palabra” clave es la expresión: “Vaydaver Hashem el Moshé
lemor”, “le habló al Eterno a Moshé diciéndole (para decirle)”, y luego de eso se
comunica la voluntad del Creador.

Si observa detenidamente el texto hebreo, e incluso el español, Ud. va a notar que,


en la parashá Vayikrá aparece dos veces; la primera al comienzo del texto de Lv
1:1, y desde allí cubre hasta el 3:17 en la que se encuentra contenida la revelación
de la voluntad Eterno; y la segunda en Lv 4:1, y desde allí cubre hasta el 5:26 en la
que se encuentra contenida la revelación de la voluntad Eterno. De allí es fácil
notar esta parashá (1:1 al 5:26) posee dos dibburim:

 El primer dibbur, Lv 1:1-2:16, que define las ofrendas que han de llevarse
por expiación (note que el texto hebreo no especifica la razón de la
expiación), y las que se han de llevar para una celebración especial o
pacífico (Lv 3:1-17). Ese tipo de celebraciones las va a definir Lv 7:11-38.
 El segundo dibbur, Lv 4:1-5:26, expiaciones para diversas faltas, y además
presenta un escalafón de korbanot u ofrendas según el rango de la
persona que falte a los preceptos de la Torá.

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Esta clase de narrativa es muy útil para el estudio del sefer Vayikrá, ya que la
distribución de dibburim en el libro de Levítico permite una mejor vía para
identificar el tema de cada dibbur para su estudio respectivo. Para todos aquellos
que deseen estudiar este libro les recomiendo buscar la Biblia Hebraica
Stuttugartensia en pdf. Y no tienen que saber hebreo, basta visualizar la estructura.

SEFER VAYIKRÁ
PARASHÁ VAYIKRÁ (Lv 1:1-5:26)
EL ENIGMA DE LA EXPIACIÓN EN Lv 1:1-16
Rabbí Dr. Williams Pitter

Antes de plantear el enigma contenido en Lv 1:1-16 es pertinente dar una mirada


global a la estructura narrativa de la parashá Vayikrá. De acuerdo con los dos
comentarios previos, parashá Vayikrá presenta los diversos tipos de korbanot que
debe ser llevado por una persona al Mishkán; la presentación de korbanot de toda
la comunidad son descritos en otras secciones. Es obvio que esta porción está
hablando de un individuo, quien, por las razones que van a ser especificadas se le
dirá qué tipo de korban de traer al Mishkán.

El primer dibbur especifica las razones, en Lv 1:1-2:16, (1) por causa de la


expiación, la cual va operar por medio de un Korbán Olá (Korban Holocausto,
ofrendas de ascensión que se consumen enteramente) de animales vacunos (1:1-
9), ovejas y cabras (1:10-13), por aves (1:14-17), de korban de espigas, granos y
harinas (2:1-16), y (2) en Lv 3:1-17 por causa de una celebración que llama
“shelamim” o “pacíficos”. La sección restante, Lv 4:1-5:26 nuevamente establece
que, por causa de la expiación, de faltas especificadas por la Torá, se deben llevar
al Mishkán diversos tipos de korbanot, según el rango social o si es un individuo o
la comunidad quien haya cometido una falta.

Es fácil notar que en esta parashá hay dos porciones dedicadas a describir rituales
expiatorios, la primera parte del primer dibbur: Lv 1:1-2:16 y todo el segundo
dibbur: Lv 4:1-5:26. Vale preguntarse ahora: ¿cuál es la diferencia entre ambas
secciones que ordena expiación? Bueno, en Lv 1:1-2:16 se dice que hay que
ofrecer un Korban Olá, u ofrenda de holocausto, para expiación, pero no dice de
manera explícita qué clase de falta se va a expiar; por su parte, la sección de Lv 4:1-
5:26 si especifica la falta, toda acción concreta que viole un precepto de la Torá la
persona o la comunidad debe llevar el korban respectivo; incluso, si se comete la
falta por ignorancia, y luego se entera de su error, entonces está obligado a traer
un Korbán si quiere el perdón por medio de la expiación.

Los planteamientos previos ya hacen resaltar el enigma, tenemos una incógnita en


la sección de Lv 1:1-2:16; se dice, en relación con las ofrendas de animales que
tomará el Korbán, lo “ofrendará por su propia voluntad” (Lv 1:3) y “apoyará su
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mano sobre la cabeza del holocausto, entonces le será aceptado para expiar por
él” (Lv 1:4). Este ritual es la semijá, la transferencia del pecado de la persona al
animal, quien ahora llevará y sufrirá con la muerte la culpa del hombre. Tal ritual,
acompañado naturalmente del arrepentimiento, efectuaba la expiación; como se
ve en los rituales de transferencias de las faltas de Israel a los machos cabríos en el
día de Yom Kippur (Lv 16).

Es obvio, una persona está trayendo un Korbán para la expiación de su pecado y así
conseguir perdón, pero hay un silencio escritural: no se dice qué clase pecado se
está confesando que requieren la debida expiación. Rashí, en su comentario indaga
o rastrea en las Escrituras a fin de identificar el tipo de falta cometida; y viendo que
ya prácticamente todos los tipos de faltas ya están especificadas en la Torá,
entonces infiere que se refiere “a un precepto prescriptivo o la transgresión de un
precepto prohibitivo que desemboca en un precepto positivo” (Rabbí A. Coffman,
La Torá con Rashí. Editorial Jerusalén de México, 2002. Levítico, pp. 13,14). No voy
a reproducir los argumentos de Rashí, pero quienes deseen conocerlos pueden
consultar el intento fallido de Rashí en la referencia dada y las notas añadidas por
el traductor. Para una explicación del ritual de la semijá véase Rabbí C. Chavel,
Ramban: Commentary on the Torah. Shilo Publishing House, 1974, Tomo Vayikrá,
p. 10.

Ramban (1195-1270), hace la pregunta: “¿Para qué clase de pecados el korban olá
efectúa la expiación de aquel que lo trae?” Ramban pasa revista a los argumentos
de Rashí y argumenta las razones por las cuales no está de acuerdo con él. Y luego,
invoca un Midrash, que se le pasó citar a Rashí.

En Vayikrá Rabbá 7:3 dice así: “Rabbí Shimon Bar Yojai enseñó: la ofrenda del
holocausto solo efectúa expiación para los pensamientos pecaminosos del
corazón”. Y más adelante el mismo Midrash cita un texto esclarecedor del libro de
Job: “Y ocurría que al finalizar el festín (de sus hijos), Job enviaba por ellos para
purificarlos, y levantándose de madrugada, ofrecía holocaustos, por todos ellos,
conforme a su número, pues decía Job: Quizás mis hijos han pecado contra Dios y
blasfemado en su corazón. Y así hacía Job siempre” (Job 1:5).

Luego, Ramban remata diciendo: “Esto prueba que el korban del holocausto solo
hace expiación por los pensamientos pecaminosos del corazón” (Rabbí C. Chavel,
obra citada, pp. 13,14). Pero hay más; Ramban agrega un comentario genial: “La
razón por la cual el korban olá fue distinguido con este propósito es que por se
trata de pecados no nadie sabe, solo el Eterno, quien conoce los pensamientos
secretos; por tanto, el korban es quemado totalmente a Dios (en honor a Él)”.

Nada escapa al escrutinio del Eterno. Pero los pensamientos pecaminosos no están
restringidos a las impurezas o imaginaciones sexuales de la mente, como una vez

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criticara Yeshua, sobre codiciar una mujer ajena, ya era adulterio; sino que el
corazón guarda toda clase de sentimientos contra el prójimo: “Porque del corazón
salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias..,“ (Mt 15:19). Lo que aquí quiere
decir el Mesías es que los malos pensamientos no se quedan en el corazón, sino
que, eventualmente, el mal deseo se puede hacer realidad. En ese mismo sentido
hablaba Santiago al referirse que las malas acciones tienen su origen en la mente
de aquel que da rienda suelta a su mala inclinación (Stg 1:13-15).

No en vano la Escritura nos ayuda con una variedad de cercas: “Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Pr 4:23), y Pablo
enseñaba: “Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza en esto
piensen” (Filp 4:8).

Si esta es nuestra actitud, tendremos la bendición que el Eterno guardará nuestros


corazones y pensamientos en el Mesías Yeshua (Filp 4:7), quiera el Eterno que sea
así, hasta el tiempo que Él envíe al Mesías, lo que esperemos que ocurra pronto y
en nuestros días, y digan: ¡Amén!

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