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LA BRUJA Y LA SERPIENTE

La bruja se paseaba en su pequeñ a torre de un lado para otro, mientras lo hacia su


vestido carmesí se arrastraba por el limpio suelo de madera de roble y su pelo
tenuemente iluminado con un resplandor de luz plateada ondeaba sobre su
espalda, la serpiente que ya hacia enroscada en una esquina de la torre la seguía
con la mirada mientras iba de aquí para allá .

—Seraphine. — la suave voz de la bruja hizo un pequeñ o y casi imperceptible eco


en la oscura torre tratando de llamar la atenció n de su amiga, pero está ya la tenía
mucho antes de que empezara a dar vueltas por todo el lugar, la serpiente se
arrastró hasta ella deseando que se detuviera, no eran pocas las horas que ya
llevaba haciendo aquello y ella ya estaba a punto de darle un mordisco en los dedos
de los pies para que se sentara un rato y dejara de marearla. — ¿Y si me
transformo en una rata? — pregunto, la serpiente resoplo y se dispuso a volver a
su esquina para dormir lo que no había logrado por culpa de la mujer que se
paseaba ahora má s rá pido que antes haciendo pequeñ os ruidos sordos al caminar
sobre la madera. — Tal vez pueda salir por uno de los huecos ¿tú que crees?

Seraphine volvió a resoplar ambas sabían que aquello no funcionaria, la ú ltima vez
que lo intentaron la serpiente ataco a la bruja sin querer y aunque le da vergü enza
recordar esa escena a veces se ríe de ello cuando no encuentran nada de qué hacer,
que es prá cticamente todos los días.

—Asthra, sabemos que eso no va a funcionar.— hablo la serpiente mientras se


volvía a enroscar.— al fin la bruja se detuvo y la miro con los ojos entrecerrados.—
Has intentado escapar de esta torre por cuanto.— la serpiente hizo una pausa
tratando de recordar el tiempo que llevaban allí encarceladas.— ¿Mil, dos mil
añ os?.— Asthra se dejó caer el frio suelo de madera con los brazos abiertos, su
cabello plateado se desparramo a su alrededor, levanto una mano y se quedó
mirá ndola durante un largo rato y luego miro la oscura torre en la que había vivido
desde hace ya bastante tiempo, tal vez ya nadie la recordaba pensó mientras
recordaba aquellos días en los que podía correr libremente bajo la luz del sol,
sentir la suave brisa, oler las diferentes fragancias de las flores o de los dulces que
tanto le gustaba.

— dos mil añ os. —dijo por fin y su voz sonó ronca y temblorosa, lo que má s
extrañ aba Asthra era sentir la fría nieve a su alrededor, sentirla bajos sus pies y
sentir como la luz de la luna la llenaba con su poder. —Hemos estado aquí dos mil
añ os y dos días. — la serpiente volvió a fijar la mirada en la figura iluminada de la
bruja.

Si, recordó la serpiente, habían pasado dos mil añ os desde que casi las matan y las
encarcelaron allí, pero bueno después de lo que hicieron lo que le sorprendió fue
que no las encerraran en el inframundo y estaba agradecida, a pesar de todo.
Y después de aquello pasaron mil añ os má s.

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