Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Esa noche, igual que todas las noches, sonó el despertador y el fantasma se levantó a la
carrera. Pero... ¡oh, desgracia! Por las prisas se descuidó y pisó primero con el pie
izquierdo. "¡Noche de mala suerte!", dijo, pues como era fantasma de buena cepa, su
deber era ser supersticioso a ultranza.
Después de que pisó con el pie izquierdo, el fantasma corrió a tocar madera para librarse
del mal agüero. Tocando madera estaba cuando, miau, un gato negro apareció en la
ventana. "¡Noche de mala suerte!", volvió a decir el fantasma y pensó que no debería
salir a trabajar, pero recordó que debía pagar la renta del desván. "Ni modo, tengo que
salir". Preparó su sábana, se encomendó a todos los santos y salió a la calle.
Desde tiempo atrás tenía problemas, ya que en la ciudad era cada vez más difícil para
los fantasmas encontrar calles solitarias y a oscuras donde pasearse a gusto. Por lo tanto,
él prefería irse fuera de la ciudad a recorrer bosques y llanos.
Llegó, pues, el fantasma al campo y comenzó su recorrido. En eso estaba, cuando, entre
truenos y relámpagos, se soltó la tormenta. "Y ahora, ¿dónde me protejo del agua?"
Porque, claro, estos personajes tienen prohibido usar paraguas o gabardinas y además,
saben que es peligroso cubrirse de la lluvia bajo los árboles. ¡Ni modo!, tuvo que
emprender el camino de regreso a casa.
Entró de nuevo a la ciudad, iba el fantasma a toda carrera cuando, ¡zas!, tropezó y cayó
en un charco de agua. ¡Quedó convertido en una sopa!
¡Aaachú!, llegó al poco rato el fantasma al desván, iba bien resfriado. "Ojalá no me dé
pulmonía", pensó. Se quitó la sábana y la puso a secar, se preparó un té y tomó una
aspirina.
Me dio tanta lástima el fantasma que hice clic, como si apagara una televisión y dejé de
espiarlo por el ojo de la cerradura de la puerta de la imaginación.
La luna y las Estrellas
Todas las noches, las estrellas y la Luna salían a jugar electrizado. De pronto apareció el
clima frio acompañado de grandes nubes grises y aire. Las estrellas trataban de
quedarse estáticas al jugar, pero no lograban hacerlo porque el viento novia. La luna
tenía escalofríos y se fue a descansar mientras las estrellas siguieron jugando.
Las noches pasaron y la Luna no apareció Las estrellas se quedaron solas en el cielo,
ellas estaban tristes porque su amiga Luna no aparecía, por eso iluminaban muy poco.
Una noche despejada, la Luna se sintió mejor y fue a jugar con sus amigas las estrellas.
Esa noche estuvo iluminada, porque las estrellas estaban tan alegres que titilaron todo el
tiempo. La Luna comprendió que debía cuidarse cuando hubiera mucho viento para no
enfermarse otra vez.
Pedro y el lobo
árbol, ató la cuerda y preparó una trampa para el lobo. Una vez
hecho el nudo, chifló al pajarito para que pasara por el centro del
lobo lo siguió, pero cuando quiso cruzar por el aro, Pedro jaló la