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DRAGÓN NEGRO

Isabel Mª Albano Diaz


El sol empezaba a despuntar, y los pájaros empezaron con sus trinos y revoloteos, los primeros
rayos de sol le dieron en los ojos y se despertó. A duras penas consiguió abrir los ojos, sentía un
dolor tan intenso, en todo el cuerpo, que parecía que le hubiese atropellado un tren. Intento mirar
a su alrededor, y lo único que podía ver era el cielo azul, y arboles alrededor del claro en el que se
encontraba. Se incorporo, haciendo un esfuerzo para no ceder ante el atenazante dolor que sentía,
no había nada reconocible a su alrededor, solo árboles y arbustos.

En su mente se repetían las mismas preguntas - ¿dónde estoy? ¿qué ha pasado? ¿cómo he llegado
aquí? - Eso era lo único en lo que podía pensar, y estaba empezando a asustarse, porque no solo
no veía nada que le resultase familiar, si no que tampoco podía oír ningún ruido de coches o gente,
y eso era muy extraño, porque en la isla donde vivía, no hay nada que estuviese lo suficientemente
aislado como para no ver, ni oír rastro de civilización.

Intento tranquilizarse, y pensar un poco, tenía que encontrarle sentido a lo que le estaba pasando,
y lo primero que tenía que hacer, era saber dónde estaba, y como volver a su casa. Estaba sobre
una roca plana y circular, de unos 5 metros de diámetro, alrededor de la roca había hierba alta y
flores silvestres, y a unos 50 metros de la roca un bosque espeso se extendía en todas direcciones,
por lo que podía ver ella, estaba en lo alto de una colina, y el bosque bajaba por las laderas, a lo
lejos algo que en principio le pareció familiar, pero no, no era igual, las montañas eran similares a
las que se veían desde la ventana de su casa, pero estas eran más altas y parecían más extensas.

Mientras intentaba poner en orden sus ideas, y asimilar lo que estaba viendo, algo enorme
sobrevoló el claro, proyectando una sombra que lo cubrió casi por completo. Al levantar la vista y
ver aquello, casi se le para el corazón, por un momento quedo paralizada por el miedo, pero la
adrenalina le hizo reaccionar, y corrió hasta el borde de la roca, y se escondió en el hueco que
había entre la roca y la tierra, esperando que aquella enorme bestia no la encontrase.

podía oír el batir de esas enormes alas, y como sus enormes patas aplastaban la hierba al posarse,
estaba tan asustada que no podía casi respirar, y tenía la sensación de que se desmayaría de un
momento a otro. En ese momento una voz profunda como un abismo dijo:

- ¿y se puede saber quién eres tú? Deberías salir de ahí y decirme quién eres, y que estás
haciendo en este lugar. – dijo la enorme bestia -

La muchacha estaba paralizada, y no podía creer que ese ser estuviese hablando, esto tenía que
ser un sueño, o mejor dicho una pesadilla. – era incapaz de entender que pasaba, y solo quería
despertar de ese sueño -

-Te he pedido que salgas, y me des una explicación, o te sacare yo, y no seré tan amable. – le
insistió la bestia mientras acercaba su enorme cara al lugar donde la muchacha estaba escondida. -

-Está bien, ya salgo. -Su voz sonó temblorosa, y apenas audible, pero la bestia la escucho
porque retiro su cara para que saliese de allí-.

- ¿Quién eres? -Le espeto nada más verla de pie frente a él, era una muchacha humana,

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tenía el pelo largo recogido en una trenza que le caía por la espalda, su pelo era de un negro
azabache, pero su piel era muy blanca como si no hubiese estado nunca al sol, sus ojos eran
grandes negros y muy expresivos, sus facciones eran muy delicadas y armoniosas y su cuerpo era
delgado pero fuerte y proporcionado.

La muchacha levanto la vista lentamente, y pudo ver a ese enorme ser frente a ella, su piel estaba
cubierta de escamas de color negro, y sus ojos eran de un rojo brillante, tenía unos cuernos
enormes, que se retorcían hacia atrás en su cabeza, y su boca era tan grande que ella habría
podido caber dentro sin problemas, y en toda la extensión de esta, unas hileras de afiladísimos
dientes dejaban claro que no se alimentaba de plantitas.

- ¿Eres un dragón...? - acertó a decir la pobre chica entrecortadamente, mientras los enormes ojos
rojos la observaban atentamente. -

- Eso es bastante evidente, - contesto el dragón con tono irritado, - ¿no crees? Ahora contéstame,
dime, ¿quién eres y que haces aquí?

- Esto no es real, tiene que ser un sueño, estoy hablando con un dragón, seguro que me he dado
un golpe en la cabeza o algo así, esto no tiene sentido... - Farfullaba la chica, mientras intentaba
convencerse a sí misma de que eso no era real, el dragón bufo con su nariz haciendo que una
ráfaga de aire fortísima la tirase al suelo de culo, y la sacase de sus pensamientos.

-Sigo esperando una respuesta señorita. - dijo con tono impacienté el dragón, mientras estudiaba
los gestos, y actitud de la chica para saber qué hacer con ella, -Tengo muchas cosas que hacer
como para perderlo contigo, así que explícate, o te convertirás en mi desayuno.

-Vale, no te enfades, -dijo la muchacha en tono conciliador levantando las manos, - pero es que, no
creo que pueda decirte mucho, aparte de que me llamo Lizbeth, pero no se ni dónde estoy, ni
como he llegado hasta aquí, Solo sé que me he despertado aquí y estoy hablando con un dragón,
lo cual es imposible…, porque los dragones no existen. - decía la chica moviéndose de un lado al
otro con las manos en la cabeza. -

En el momento en el que la chica dijo, que no existían los dragones, el dragón abrió mucho los ojos
y la miro con más curiosidad todavía.

- ¿Como que no existimos, estoy delante de ti? – el dragón estaba perplejo, como esa humana
podía decir algo así, y encima en un lugar sagrado.

-Eres un ser mitológico, los dragones solo son cuentos y leyendas, igual que las hadas y los
duendes…. – se puso a explicar la chica como si de verdad pensase que aquello no era real. -

- ¿Se puede saber de dónde has salido tu?,¿cómo puedes decir que no existimos ni las hadas y los
duendes, estas mal de la cabeza...? – el Dragon cada vez estaba más intrigado con aquella
personita que tenía delante. -

Entonces el dragón se acercó a ella, la olfateo y con una de las uñas de su mano toco su trenza, y

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su ropa como intentando saber que, quién y de donde había salido.

-Tu olor no me resulta familiar – afirmo el dragón. - no hueles como los humanos de los países de
por aquí, y tu atuendo tampoco lo había visto nunca.

Esto me recuerda, esas historias que me contaban de pequeño, se dice que de vez en cuando
aparecen personas extrañas, con ropas raras, que dicen cosas sin sentido, y que no saben ni dónde
están, ni como han llegado a ese lugar. Recuerdo que me gustaban esas historias, incluso me
escapaba cuando era apenas una cría de pocos años, para salir en busca de esos humanos tan
raros, pero eso si son cuentos de niños.

- ¿y me puedes decir dónde estoy? Por favor. -le pregunto ella un poco más tranquila.

-Estas en el Reino del Dragon Negro, y estas hablando con el rey. - Dijo el dragón irguiéndose y
abriendo sus enormes alas, para que aquella pequeña humana pudiese apreciar su grandeza. -

-Aaaahh!!!ooooohh!!! – exclamó la muchacha, al ver que al parecer sus problemas crecían por
momentos y no solo figuradamente.

-y tú, ¿qué me puedes contar, que hacías antes de aparecer aquí? – pregunto curioso el dragón
que todavía no sabía bien si creer a la chica. -

-Recuerdo que salí del trabajo, y me fui para casa, cuando llegue estaba empezando a llover, y oí
tronar muy fuerte, fui corriendo a cerrar la ventana, y cuando estaba a punto de cerrarla, una luz
cegadora, y un sonido como una explosión me dejo inconsciente, y me he despertado aquí.

- por lo que dices, parece que te ha caído un rayo, y no sé cómo ni por qué has acabado aquí, me
resultas muy interesante, creo que te llevare conmigo, para que me cuentes más cosas. -Dijo el rey
dragón, parecía que por fin había encontrado lo que llevaba buscando desde que era un pequeño
dragón, al que le contaban historias para dormir

- ¿Pero, por qué? - Empezó a replicar- yo preferiría ir a mi casa, que seguro tiene que estar por aquí
decía aun confusa, y no me apetece nada que cuando te canses de mí, decidas que seré tu comida
o algo así.

La cara del dragón esbozo lo que parecía una sonrisa, pero que mostraba más todavía sus afilados
dientes lo cual no daba mucha confianza, y mirando a la chica divertido dijo:

-No te preocupes, te doy mi palabra de que no te hare nada, y de todas maneras no eres la única
humana en toda la isla, esto es tierra de dragones, pero también hay humanos con los que
convivimos, y a ti no te conozco, así que no creo que tu casa este por aquí.

Al final la chica claudico, no tenía más remedio que hacer lo que le decía el dragón, ya que si se
quedaba allí ,sola podría toparse con algún otro dragón, y que no tuviese miramientos a la hora de
comer, y la devorase sin mediar palabra, ese pensamiento termino de convencerla de ir con el
dragón, el cual la cogió con una de sus enormes manos rodeándola con sus garras de forma firme,

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pero con delicadeza para no lastimarla, y desplego sus alas, eran negras como la noche, y
despegaron en dirección a las montañas. Desde las alturas pudo ver más claramente que aquella
no era la isla donde vivía, eran casi todo bosques y praderas a lo lejos se distinguían campos de
cultivo y pudo ver que en los prados había ganado pastando, esa isla era mucho más grande, y las
montañas no estaban solo a un lado de la isla, sino que parecía que la rodeaban por completo y
parecían mucho más altas, la más alta de ella parecía que la habían cortado y al menos por el lado
que daba al interior de la isla era un corte limpio desde la cumbre hasta el pie, debían de ser unos
tres mil metros de altura por lo menos

A medida que se acercaban, podían ver el frenético trajín de dragones que iban y venían de la
montaña más alta. Y los había de todos los tamaños y formas. Algunos eran pequeños como un
gato doméstico y otros eras grandes como un autocar de dos pisos, pero ninguno era más grande
que el Rey Dragon Negro.

Cuando llegaron a la cima de la montaña había una cueva, con una entrada lo suficientemente
grande para que el rey pudiese entrar planeando, por este lado la montaña no era tan escarpada, y
frente a la cueva había unos jardines muy cuidados, y llenos de flores, justo al lado había una zona
de césped limpio y cuidado, que es donde aterrizo con suavidad, y ya cayendo por la ladera, y con
un camino que surgía de él, un bosque lo rodeaba todo.

Frente a la entrada de la cueva, hacían guardia dos grandes dragones, que al ver aterrizar a su Rey
se inclinaron mostrando respeto, y casi al momento salió de la cueva un dragón, de tamaño mucho
más pequeño, de unos tres metros de alto, y cinco de largo con cola y todo, era de color rojo fuego
y una cresta que nacía en su cabeza, y corría por toda su espalda hasta terminar la final de la cola,
y parecía muy robusto, y se acercó gritando desesperado:

-!!MAJESTAD!! !!MAJESTAD!! Por fin estáis aquí, llevamos toda la mañana buscándole. Tiene que
dejar de escabullirse, tiene que atender sus obligaciones, y comportarse como se espera de un
Gran Soberano, - resoplo el dragón mientas se acercaba a toda prisa-.

-Tranquilo Bricio, ya estoy aquí, no deberías preocuparte tanto, sabes que siempre vuelvo a tiempo
para mis asambleas con los lideres, y no me ha pasado nada, sabes que me gusta salir a estirar las
alas por la mañana, – dijo el Rey estirando sus alas todo lo que podía. -

-Me parece muy bien que quiera salir, - le recrimino Bricio, pero tendría que llevar a su guardia
personal con usted...--Bricio se fijó entonces en la muchacha, que todavía estaba en la mano del
Rey.

-No necesito a mi guardia personal, para ir a dar un paseo matinal, además no me dejaría
relajarme- dijo mientras replegaba sus alas de nuevo, Hervé es demasiado estricto, como tu Bricio,
y de todas maneras no creo que nadie se atreva a atacarme, así como así…

- ¿Y me podéis explicar, por qué lleváis a una humana con vos?, - Bricio la miraba con suspicacia
como si fuese una criminal-, porque en el centro de la isla no hay humanos así que debe ser una
espía, o algo peor, una asesina.

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La pobre muchacha no podía creerlo, ahora pensaban que era una asesina, seguro que la meterían
en una celda, o calabozo, o lo que sea que tengan los dragones. Se asusto tanto que perdió todo el
color de su cara.

-Tranquilo Bricio, eres demasiado suspicaz, no puedes sospechar siempre de todo el mundo,
también hay gente buena en el mundo, además, ya he hablado con ella, y no es peligrosa- la
mirada del Rey parecía más tranquila y amable --, de hecho, he decidido que será mi protegida al
menos mientras ella quiera.

-Pero mi señor que pensaran...- empezó a decir Bricio con tono de disgusto, pero enseguida el Rey
Dragon se puso serio, y dijo muy claro lo que pensaba, cortando lo que Bricio fuese a decir -

- No me interesa lo que piensen los demás, he tomado una decisión y espero que a nadie se le
ocurra desobedecerme, si no quiere enfrentarse a un severo correctivo por mi parte. Así que avisa
a toda la corte, de que tenemos a una invitada especial, y que deben tratarla con todo el respeto.

- Como usted desee Majestad. -Dijo Bricio agachando la cabeza-

- Señorita Lizbeth, Bricio te acompañara a tus aposentos, y te proporcionara todo lo que necesites,
cuando yo termine con mis compromisos del día me reuniré contigo.

Después de dejarla en el suelo, entró en la cueva, y ella se quedó con Bricio que la miraba como si
fuese un pequeño, y molesto insecto, estaba claro que no serían amigos. Aun así, se dirigió a ella
con todo el respeto que debía.

- Señorita por favor sígame. La acompañare a sus aposentos, y lo acomodaremos todo para
que este a su gusto. Hizo una pequeña reverencia, y sin mirarla empezó a caminar hacia la
entrada de la cueva.

- Entonces, ella para intentar romper un poco la tensión dijo -No se preocupe demasiado me
conformo con un sitio donde pueda dormir, y donde no moleste demasiado.

En ese momento pasaron junto a los guardias de la puerta, eran esveltos los dos eran azules y
estaban sentados sobre sus patas traseras como lo haría un perro, y con las alas a medio desplegar,
atentos a cualquier movimiento, y muy pendientes de quien entraba, y salía, y se sintió que era
como un ratoncito entrando en la guarida de un león. Era como si fuesen a jugar con ella hasta que
se cansasen, y después se la comerían.

- Su majestad ha dejado claro, que usted es su protegida, - dijo Bricio como si le costase
decir aquellas palabras- lo que le confiere un rango equiparable a la realeza, por lo tanto,
sus aposentos, y todas sus necesidades deben quedar cubiertas conformé a su rango
actual. Ahora sígame por favor.

Entraron en la cueva, y por dentro no tenía nada que ver con una cueva, era un Palacio de
proporciones gigantescas. Tanto el suelo, como las paredes eran de mármol blanco, pulido y
brillante, de los techos colgaban enormes lámparas de araña que iluminaban todos los rincones, y

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los suelos estaban cubiertos por unas tupidas y hermosas alfombras que recorrían todos los
pasillos. Avanzaron por un pasillo lateral, tan amplio que parecía una autopista, y debía tener como
un kilómetro de largo.

Mas o menos a la mitad, se encontraron con un dragón con una apariencia humanoide, caminaba
erguido sobre sus patas traseras, era de color verde, y sus ojos eran grandes y amarillos, tenía el
cuerpo cubierto de escamas, y no tenía pelo, pero si lucia unos pequeños cuernos en su cabeza y
también tenía unas alas replegadas en su espalda, en las manos que eran muy similares a las
humanas, llevaba una cesta con flores con las que estaba arreglando un jarrón, al verlos se apartó
a un lado, y se inclinó haciendo una reverencia. Entonces Bricio se dirigió a él, y dijo:

-Alano, ves a buscar a Lug y Alina inmediatamente, tenemos que preparar los aposentos para
nuestra invitada ahora mismo.

Alano, miro a Lizbeth de arriba abajo, un poco desconcertado, ya que por lo general las visitas
oficiales se solían avisar con días de antelación.

- Enseguida señor Bricio. -dijo Alano con tono firme y decidido.

- Se alojará en los aposentos para visitas reales, así que terminad a la mayor brevedad. – dijo
Bricio apremiando a Alano a terminar lo antes posible.

Antes de que Lizbeth se diese cuenta, Alano se dirigía a toda velocidad impulsado por sus alas a un
pasillo que se cruzaba algo más allá de donde se encontraban, y casi al momento volvió a aparecer,
acompañado de otros dos dragones del mismo tipo, que se impulsaron a toda velocidad hacia el
fondo del pasillo, y entraron en la habitación más alejada.

Para cuando llegaron Bricio y Lizbeth ya tenían todo limpio, y ordenado incluso habían puesto un
centro con flores, y una bandeja de fruta sobre una de las mesas, que había en el centro de la
habitación, a la derecha estaba la cama más grande, que Libeth había visto nunca con dosel, y
todo, junto a la cama había una mesa de noche con un candil, y al otro lada había un sillón, a la
izquierda había unos tresillos, y unos sillones a juego, con una mesita en el centro, y un poco más a
la izquierda una puerta que daba a una zona de baño y aseo, frente a la puerta de entrada de la
habitación había una mesa redonda, donde habían puesto las flores y frutas, y al otro lado un
portal con unas cortinas muy ligeras, y casi transparentes que daban a una terraza con unas
maravillosas vistas del mar.

Bricio inspecciono la habitación para asegurarse de que todo estaba como era menester, y
dirigiéndose a sus subordinados dijo:

-Alano, Lug, Alina, esta es la señorita Lizbeth, es la protegida de su majestad, y vosotros os


ocupareis de cubrir cualquier necesidad que tenga, y tratar de que se sienta lo más a gusto posible.
- Los tres miraron a Lizbeth con sus grandes ojos amarillos, y se inclinaron haciendo una
reverencia.

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-Si, señor Bricio – dijeron los tres al unisonó.

– Yo he de regresar con su majestad inmediatamente, dejo a la señorita en vuestras manos. -


Y Bricio salió a toda prisa de la habitación. -

-Señorita Lizbeth, pasé por favor.- Dijo Alano, mientras la guiaba al interior de la habitación.- Esta
es su cama, si necesita más mantas, o almohadas, pídaselas a Alina, que a partir de ahora será su
ayuda de cámara, y siempre estará con usted,-parecía que estaban acostumbrados a tratar con
humanos, y conocían sus necesidades -, en ese rincón tenemos una chimenea para el invierno, en
la bandeja de la mesa central, siempre tendrá fruta fresca disponible, pero si le apetece alguna
otra cosa puede pedirla, y se la traeremos lo antes posible, en ese armario, puede guardar sus
ropas, y objetos personales, y esa puerta de ahí es una zona de baño privada. ¿tiene alguna duda o
pregunta? – le explico Alano a Lizbeth todos los detalles de la habitación de manera muy eficiente.
-

- No, creo que me las apañare, pero si me gustaría conseguir algo de ropa, para poder cambiarme
estoy bastante sucia, y no tengo para cambiarme – dijo Lizbeth mirándose la ropa un poco sucia
después de haberse arrastrado bajo la roca para esconderse del Rey.

Alano la miro y después de pensar un poco se dirigió a su compañero.

-Lug, si no me equivocó hoy llegaba un barco mercante al puerto - Alano parecía ser el que tenía
mayor rango de los tres-. Acércate y averiguar si tienen telas y si disponen de un sastre o modista
para hacerle ropas a la señorita Lizbeth.

Entonces Lug inclino ligeramente la cabeza y salió como un cohete disparado por el pasillo. Alano
se giró hacia Lizbeth, se inclinó haciendo una reverencia y dijo –si me necesita estaré por aquí
fuera – y salió cerrando la puerta tras él.

- Si me lo permitís os ayudare a poneros cómoda – dijo Alina y mirando lo que llevaba la


chica colgando de la espalda, y pregunto intrigada. - ¿Qué es eso que tenéis a la espalda Señorita
Lizbeth?

Entonces se dio cuenta de que todavía llevaba consigo su mochila. Claro la noche anterior al llegar
a su casa empezó la tormenta, y con las prisas de cerrar bien las puertas, y ventanas, no soltó ni la
mochila.

-Esto es una mochila, aquí es donde llevo las cosas que me pueden hacer falta a lo largo del día,

Salgo de casa muy temprano para ir a entrenar estoy dos horas en el gimnasio, todas las mañanas
así que después de hacer mi ejercicio me tengo que duchar, y ponerme ropa limpia, y después voy
a estudiar a la universidad, donde por suerte me dejan usar una lavadora secadora para lavar la
ropa del gimnasio y así está limpia cuando salgo, después tengo que ir al trabajo para cubrir mis
gastos y lo que me falta para cubrir lo que la beca no meda y cuando acabo es tarde por la noche
llego a casa muy tarde por la noche, por eso aquí llevo casi de todo.

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Se quito la mochila y se sentó en un tresillo y empezó a sacar todo lo que tenía, un par de paquetes
de pañuelos de papel, su cartera con algo de dinero y documentación, sus gafas de sol, una
pequeña libreta de apuntes, un bolígrafo, un pequeño botiquín, un cepillo para el pelo, un par de
coleteros una muda de ropa interior, unas compresas, unas toallitas húmedas, el cable y cargador
del móvil, una batería externa para cargar el móvil, una con panel solar para cargarla en cualquier
sitio y por supuesto su móvil también había un pequeño neceser con un cepillo de dientes, un tubo
de pasta de dientes, un pintalabios, un lápiz de ojos, rímel y crema hidratante.

Cuando termino de sacar todo vio que Alina miraba con curiosidad todo lo que había sacado de la
mochila.

- ¿Hay algo de esto que te resulte familiar? - Le pregunto a Alina, mientras ella miraba más de
cerca el cepillo del pelo.

- La verdad, es que los visitantes reales que vienen al palacio suelen traer a sus propios sirvientes,
y nunca había visto cosas así, aunque me imagino que los humanos deben usar cosas como estas,
yo no sé para qué sirven.

Lizbeth le explicó lo que eran aquellas cosas, y lo más difícil de explicar fue lo del móvil, pero no
insistió ya que era algo que de todas formas no tenía mucha utilidad en este mundo, luego Alina
ayudo a Lizbeth a recoger lo todo en el armario que contaba con una cajonera dentro.

Entonces llamaron a la puerta, era Lug, venia acompañado de dos mujeres, y cuatro dragones del
mismo tipo que él, cargados con un montón de rollos de telas, los cuales dejaron sobre la mesa y
salieron de la habitación.

-Señorita Lizbeth -dijo Lug- estas son Halana y Hazel, son hadas especializadas en fabricar ropas, y
son famosas por su buen trabajo. - Halana y Hazel miraron a Lizbeth de arriba abajo, y le hicieron
una reverencia.

Una de las hadas tenia el pelo de color rubio y recogido en un moño sus ojos eran dorados y
llevaba un vestido de color azul de manga larga y falda hasta los pies, su compañera tenía el pelo
pelirrojo y aunque también lo llevaba recogido en un moño los mechones rebeldes se le escapaban
sus ojos también eran dorados y parecía mas lista que su compañera.

- ¿Hadas? ¿En Serio? – exclamo Lizbeth incrédula, mientras las miraba fijamente buscando unas
alas en su espalda con gran curiosidad.

- Si hay algún problema con que seamos hadas, no se preocupen nos marchamos y listo. - sugirió
Halana un poco molesta, y desconcertada por la reacción de aquella extraña muchacha.

- ¡NO¡, no es eso, es que no había visto hadas nunca…- dijo avergonzada intentando explicarse.

- ¿En serio no habías visto nunca un hada? -Dijo Hazel muy sorprendida, y mirándola con sus
preciosos ojos dorados -. ¿Es qué has vivido toda tu vida encerrada en una cueva o algo así...?

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- Bueno, si es algo complicado de explicar. - Lizbeth no quería tener que andar explicando lo rara
que era su situación, además a saber cómo reaccionarían al saber que venía de otro mundo-.

- Señorita Lizbeth – llamo Alano desde la puerta de la habitación – Es mejor dejar las explicaciones
para otra ocasión-dijo mirando a las hadas con una expresión un poco rara. - y empezar con su
ropa lo antes posible, ya que su Majestad espera que usted pueda ir a comer al salón con él.

- Si, por supuesto. - enseguida se dio cuenta de que no querían que diesen explicaciones de más a
nadie fuera de allí. - fue hasta el armario donde había dejado el recambio de ropa interior para que
la hadas pudiesen ver lo que necesitaba que le hiciesen, al menos unas cuantas. Saco sus braguitas
el sujetador del cajón y se las dio a una de las hadas.

- Que curioso, nunca había visto algo así- exclamó Halana, y le paso las prendas a su compañera-.

-Si que es curioso, pero no es problema, podemos hacerlas. ¿las quieres todas iguales a estas o las
prefieres de otros colores?

- Iguales a estas, por favor – dijo no muy convencida de que pudieses hacerlo. - Que sean negras, y
por lo menos necesitare cuatro o cinco.

Después les enseño un calcetín para que pudiesen hacerlos, se acercó para que tocasen y viesen
sus pantalones vaqueros, su camiseta y su camisa que llevaba a modo de chaqueta para que
pudiesen hacerle varios de cada.

- Muy bien podemos hacerlo sin problema, pero ¿está segura de que tiene que ser todo
negro...? - dijo una de las hadas con una expresión un poco desconcertada.

- Además de esta ropa necesitara algunas ropas más adecuadas, -espeto Hazel - para poder
asistir a eventos, y fiestas de la realeza teniendo en cuenta que vive en un palacio es lo más
normal.

- Es cierto Señorita Lizbeth, - Afirmo Alina -, necesitara ropas más formales, para que
cuando su Majestad le pida asistir a una fiesta, o a algunos eventos oficiales, pueda asistir sin
problema.

- De acuerdo, - cedió Lizbeth nada contenta - un par de vestidos bastaran, para ir a esas
cosas- no le hacía mucha gracia tenerse que poner vestidos, pero no le quedaba más remedio que
ceder- y también necesitare un par de blusones para dormir, y un batín, y unas zapatillas tipo estas
y unas botas de cuero que me sirvan para entrenar.

- ¿De qué colores le gustaría que fuesen los vestidos? -preguntaros las dos hadas a la vez
entusiasmadas ante la idea de usar colores vivos.

- Yo siempre he vestido de color negro así que uno tiene que ser negro, si queréis podéis
ponerle detalles morados y el otro blanco con detalles plateados. -aún no lo sabía, pero el blanco
me haría más fata de lo que creía.

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- De acuerdo enseguida nos ponemos a ello. -y las dos se fueron hacia el montón de telas
que tenían en la mesa.

En ese momento Alano entro en la habitación, y se acercó a Lug, le dijo algo que no se llegó a
oír, y Lug salió de la habitación entonces Alano miro a Alina y asintió ligeramente, y también
salió de la habitación.

- Señorita Lizbeth, tengo que acompañarla al salón para que coma con su Majestad – la
muchacha la miro sorprendida era como se comunicaran sin hablar-.

- Si, un segundo cogeré una cosa. - dijo y fue hasta el armario, y cogió el móvil que había
dejado enchufado a la batería externa, y se lo guardo en el bolsillo.

- Sígame por favor. - dijo Alina mientras salía de la habitación.

Dejaron a las hadas en la habitación y cerraron la puerta, avanzaron por el pasillo hasta llegar
al pasillo que se cruzaba, allí cogieron el pasillo de la derecha, y siguieron hasta llegar a unas
puertas dobles de tamaño descomunal, pero por suerte no tendrían que abrirlas del porque
tenían unas puertas más pequeñas en uno de los laterales, y por allí accedieron a un salón tan
grande como un estadio olímpico, en el cual estaban colocadas por tamaños mesas para
banquetes y al fondo había una mesa que parecía un escenario en la cual ya habían empezado
a poner bandejas, del tamaño de una bañera llenas de carne asada, verdura y fruta, y a un lado
encima de la mesa había una mesa tamaño humano con platos con carne, verduras y fruta.

- Señorita Lizbeth, su Majestad llegara enseguida, por favor espérele de pie junto a su mesa
- Alina la llevo hasta las mesas y se marchó de la sala.

Se subió a la mesa gigante por una escalera lateral, y se quedó de pie junto a la mesa en la que
ella comería, casi de inmediato unas puertas tan descomunales como las que había visto
momentos atrás, y en la que no había reparado, se abrieron de par en par y allí estaba su
Majestad el Rey Dragon Negro. Era tan impresionante que te dejaba sin aliento, y se te encogía
el corazón.

Junto a él venia un dragón con un aspecto que recordaba a los dragones de las leyendas
chinas, era de color azul y tenía unos penachos dorados igual que sus ojos, pero parecía muy
anciano. Se acercaron a la mesa y se acomodaron para disfrutar de la comida.

- Veo que nuestra invitada, la señorita Lizbeth ya está aquí, - Dijo el Rey Dragon a su
acompañante, y mirándola a ella le dijo, - espero que todo esté a su gusto, aquí la cocina no es
muy elaborada, pero todo está muy rico. Siéntate y come todo lo que quieras. Por cierto, este es
Viriato es un sabio, y conoce todas las historias y leyendas que existen, por eso le he pedido que
viniese para que podamos averiguar un poco más de cómo llegaste aquí, y de si es posible
devolverte a tu hogar. De hecho, es el que me contaba aquellas historias de humanos que venían
de mundos distintos al nuestro.

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Mientras comían Lizbeth estuvo explicando cosas de su mundo, cosa que las fotos y videos,
que tenía en el móvil me facilitaron bastante, contesto lo mejor que pudo a todas las
preguntas que le hacían, y de lo que recordaba de la noche de la tormenta, y que se despertó
ya en este mundo, durante toda su explicación, Viriato estuvo escuchando atentamente,
agitando sus largos bigotes dorados y acariciando su barbita, y sin decir nada solo asentía de
vez en cuando.

- Majestad, antes de decir nada, me gustaría consultar unos archivos y esta misma noche le
diré a qué conclusión he llegado – parecía que Viriato tenía algunas dudas, y quería despejarlas
antes de decir nada.

- Gracias Viriato, estaré esperándote esta noche – El rey parecía confiar plenamente en lo
que Viriato le decía.

- Majestad, Señorita Lizbeth ha sido un placer conocerla, nos vemos esta noche. – se
despidió Viriato -

Y sin más Viriato se marchó. Después Lizbeth estuvo contando le al Rey lo que había hecho
durante la mañana, y le agradeció todo lo que estaba haciendo por ella, por grande y aterrador
que fuese, parecía que tenía buen corazón.

- Lizbeth, cuando yo nací mis padres ya habían muerto, y me criaron los sirvientes del
palacio, siempre me han cuidado mucho, y todos ellos darían sus vidas por mí, igual que yo por
ellos pero nunca he tenido a alguien, como un familiar, o un amigo, y por eso cuando Viriato que
me enseño todo lo que se, me contaba las historias de humanos que aparecían en este mundo, y
que eran de algún otro mundo desconocido, esas historias me gustaban mucho, incluso a veces me
escapaba del palacio para buscar a algún humano de otro mundo, porque sentía que ese pobre
humano estaría solo y perdido, y necesitaría un amigo, y cuando ya no lo buscaba voy y te
encuentro, y ¿sabes, me gustaría mucho que fuésemos amigos?, supongo que es una tontería, un
deseo infantil, pero no puedo evitar sentir que estás sola, y necesitas lo mismo que yo, un amigo.

En ese momento Lizbeth, que todavía estaba intentando asimilar lo que le estaba pasando, se
quedó un poco desconcertada. Un enorme dragón negro, que además era el rey, quería ser su
amigo, y no sabía muy bien que hacer, pero, miro a los ojos del enorme dragón, y vio en ellos
sinceridad, y una soledad como la que ella sentía desde hacía mucho tiempo.

- Amigos, claro que podemos ser amigos, pero, yo solo soy una simple humana, y seguro
que habrá muchos, que quieran ser amigos del Rey Dragon Negro, seguro que me queréis a mi
como amiga, no queréis buscar a alguien mejor.

- Te equivocas, no quieren ser mis amigos, tengo sirvientes, súbditos y tengo a los que se
acercan a mí porque quieren más poder, pero ningún amigo. Y cuando esta mañana nos hemos
encontrado, y me has mirado a los ojos, he podido ver que en el fondo somos iguales, estamos
solos.

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Era cierto ella también estaba sola, y había estado sola toda la vida, Así que accedió a su
petición con una sonrisa.

- Bueno, si vamos a ser amigos necesito saber tu nombre, porque entre amigos no hay
formalismos.

- Mi nombre es Black, pero nunca lo ha usado nadie, está prohibido llamar al Rey por su
nombre, solo los miembros de la familia real pueden usarlo entre ellos, y como yo no tengo familia
nadie lo puede usar, así que, si quieres usar mi nombre, tendrá que ser solo cuando estemos solos
y nadie pueda oírte, tendrá que ser un secreto.

Después de eso estuvieron charlando relajadamente, y riendo de las anécdotas que se


contaban, pero no tardó mucho en aparecer Bricio, a reclamar la presencia de su Majestad
para que siguiese atendiendo los asuntos reales.

A Lizbeth la vino a buscar Alano, y se ofreció a enseñarme los jardines, y los lugares por los que
podía pasear para que no estuviese, todo el día en sus aposentos. Eso sí, siempre tenía que ir
acompañada de él, de Lug o de Alina. Según le dijo, porque si algo llegaba a pasarle el Rey no
estaría muy contento con ellos…

Cuando estaban por la parte más alejada del jardín pudo ver unos establos.

- ¡Caballos! ¡me encantan los caballos! – a Lizbeth los caballos siempre le habían fascinado y
siempre que podía contrataba alguna ruta a caballo o excursión.

- ¿Sabéis montar a caballo? Señorita Lizbeth – La miro Alano un poco sorprendido-.

- Si es una de mis aficiones favoritas...-contesto con una gran sonrisa -.

- En tal caso hare que busquen un caballo apropiado para usted, y así podrá salir a cabalgar
siempre que lo desee.

Por lo visto las mujeres humanas que visitaban el palacio, no solían montar a caballo se movían en
carros tirados por caballos, pero no sabían montar.

- ¿Si, de verdad poder salir a cabalgar...? - Estaba entusiasmada con la idea de poder montar
a caballo, cada vez que quisiera, en su mundo era un lujo, que solo podía darse un par de veces al
año si tenía suerte.

- Por supuesto que sí, su Majestad dejo claro, que teníamos que hacer todo lo posible por
que usted estuviese a gusto y feliz. Yo me encargare de pedir una silla para mujer, y que pueda
montar lo antes posible. Ahora es mejor que volvamos a sus aposentos, porque las hadas ya deben
tener lista todas las ropas que les hemos pedido.

- No quiero una silla para montar con falda, yo monto a horcajadas. – Dijo Lizbeth antes de
que Alano empezase a caminar hacia el palacio. –

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- Alano la miro con cara de sorpresa y dijo. – Como usted quiera, será una silla para montar
como las de los hombres. – Y se dirigieron hacia las habitaciones.

Volvieron a la habitación y encima de la mesa tenía toda la ropa que les había pedido y encima
de la cama estaban los dos vestidos.

- Increíble, ¿cómo podéis haber hecho toda la ropa en tan poco tiempo? - pregunto
mientras comprobaba las prendas -.

- Es normal, la magia lo hace todo más fácil -dijo Hazel sin darle más importancia -.

- Pero ¿si usáis magia para que habéis traído todas esas telas? - estaba un poco
desconcertada, porque en los cuentos de hadas, podían hacer aparecer vestidos zapatos y todo
tipo de cosas de la nada.

- Bueno, como parece que no lo sabes te lo explicare, - suspiro Halana, mirándola como si
fuese una niña pequeña que no presta atención en clase -. nosotras como hadas podemos crear
algo de la nada, ya sean ropas o cualquier otro objeto, y también podemos cambiar la apariencia
física de seres vivos, pero esa magia no dura mucho, y al final todo vuelve a ser lo que era.
Nosotras lo que hacemos, es usar la magia para que nuestras tijeras y agujas den forma a las telas
y así no desaparecen las ropas, porque están hechas de tela real, y cosidas con hilo real.

- Ahora lo entiendo, por eso desaparecía el vestido, y el carruaje volvía a ser una calabaza y
los caballos ratones, -dijo en voz alta recordando el cuento de la cenicienta, tenían un límite de
tiempo porque no eran sus formas ni materiales originales.

- ¿Qué es eso de calabazas y ratones? - le pregunto Hazel intrigada -.

- Nada importante no te preocupes, es que estaba pensando en voz alta…- Lizbeth debía
tener más cuidado con lo que decía si no quería tener que andar dando más explicaciones de las
necesarias.

- Bueno nosotras ya hemos terminado a sí que nos marchamos, y te dejaremos esto por si
necesitas de nuestros servicios en el futuro.

Entonces Hazel alargo su mano hacia ella, y le entrego una campanita.

- cuando nos necesites haz sonar la campanita tres veces, y una de nosotras vendrá de
inmediato.

- Muchas gracias por todo – dijo Lizbeth despidiéndose con una sonrisa -.

Entonces Alano hizo pasar a los mismos que habían cargado las telas por la mañana, y las que
quedaban las recogieron y salieron de la habitación, entonces llego Lug con un pequeño cofre
y se lo entrego a las hadas, y ellas también se fueron.

Mientras Alina recogió y ordeno toda la ropa, después se metió en el baño, para preparar la

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bañera. Alano y Lug salieron de la habitación. Alina, insistió en que entrase en el baño, y quería
ayudarla a bañarse, pero Lizbeth la convenció de que lo podía hacer ella sola, y que esperase
fuera.

Cuando se metió en la bañera, y cerró los ojos todas las imágenes de lo que me había pasado,
pasaron por su mente, aun no tenía claro que todo eso fuese real, tenía la sensación de que en
cualquier momento se despertaría en su cama, en su casa, en su mundo, pero en el fondo
sabía que había muy pocas posibilidades de que pudiese volver a casa.

Cuando Salió del baño tenía sobre la cama ropa limpia para ponerse, todavía tenía que ir a
cenar con Black, y quería saber que había averiguado el viejo Viriato.

Esta vez, cuando Lizbeth llego al salón Viriato ya estaba allí esperando, y enseguida fue hasta la
mesa, y se acercó a él.

- Lo siento mucho, - dijo Lizbeth un poco apurada - no pensé que fuese tan tarde, no quería
hacerle esperar.

Viriato la observo, con una mirada dulce como la de un abuelo que habla con su nieta.

- Tranquila señorita, no llega tarde he sido yo el que ha llegado muy pronto.

En ese momento se abrieron las puertas y entro Black y se acomodó en su sitio.

- Viriato, ¿ya estás aquí? Espero que tengas algo más de información. - comento Black
impaciente por saber algo más. -

- Su majestad he pasado hasta el último minuto antes de venir aquí, comprobando todos los
datos que he encontrado. Por lo que he podido averiguar solo aparece una persona como la
señorita, una vez cada cien años o más,

- La mayoría de estas personas no consiguen adaptarse a este mundo, y pierden la cordura,


la mayoría se suicidaron, otros pocos intentaron regresar a su mundo, y acabaron muriendo por el
impacto de un rayo, y los menos se adaptaron, y tuvieron una vida más o menos normal, como
ciudadano del lugar en el que aparecieron eso sí, por lo que se, siempre destacaron por encima de
los demás humanos.

- ¿Entonces no hay posibilidad de que la señorita Lizbeth pueda regresar a su hogar? -


pregunto Black impaciente -.

- Lo lamento mucho mi señor, por lo que he conseguido averiguar, no es posible, pero le


prometo que seguiré buscando información, y buscare la manera de que pueda regresar a su
hogar. - la mirada de Viriato se había tornado triste y pesarosa-.

- Muchas gracias, Viriato por tus esfuerzos, ahora no te preocupes más y cena un poco.

Mientras ellos hablaban, Lizbeth, escuchaba en silencio sin apenas respirar, y las pocas

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esperanzas de volver a su casa simplemente se hicieron añicos. Y sin saber muy bien
porque unas lágrimas brotaron de sus ojos, y rodaron por sus mejillas.

- ¡Señorita Lizbeth! - exclamo Viriato al verla llorar- Lamento mucho haberla entristecido, no
era mi intención.

- No Viriato, no es culpa tuya, además ni siquiera sé porque estoy llorando, tampoco había
nada demasiado importante en mi vida como para llorar por perderlo.

- Quizá ahora no lo entienda, pero su vida en ese mundo si era importante, y era todo lo que
usted conocía y quería hasta ahora, subconscientemente sabe que lo que acabo de decir es
verdad, y que tiene que asumirlo por duro que sea. De todas maneras, yo seguiré investigando y si
encuentro nuevos datos os los comunicare de inmediato. Ahora es mejor que me retire.

- Gracias por todo Viriato, de verdad que te lo agradezco. – dijo Lizbeth mirando a Viriato he
intentado que no se sintiese mal -.

Viriato salió del salón, y Black y ella se quedaron solos, comieron en silencio y al acabar Black
la cogió suavemente con su enorme mano, y abrazando a si todo su cuerpo, la hizo sentir
segura, y abrazando ella uno de sus grandes dedos lloro, lloro hasta quedarse dormida. Y así
termino el primer día en ese mundo extraño.

Cuando despertó seguía en la mano Black, pero ya no estaban en el salón estaban en una sala
enorme, Black estaba dormido sobre una enorme losa plana, que estaba cubierta de suaves pieles
de animales de distintos tipos, el suelo de la sala estaba cubierta con alfombras muy mullidas y
suaves con hermosos dibujos y al otro lado había una puerta enorme, estaba abierta y daba al
exterior.

Lizbeth, se levantó con cuidado, para no despertar a Black, y fue hasta la puerta que daba al
exterior, y vio que el cielo empezaba a clarear, pronto saldría el sol. Allí, de pie, contemplando el
horizonte, empezó a recordar cómo había sido su vida hasta hacia dos días. Su infancia fue
bastante solitaria, no tenía amigas de verdad, porque sus gustos, y aficiones no eran como los de la
mayoría, música rock, metal, películas de miedo, y leer libros, muchos libros, y el hecho de no
tener una familia tampoco ayudaba, en la adolescencia, aprendió que era mejor estar sola, que
intentar encajar fingiendo ser lo que no eres, porque al final tampoco consigues nada, y una vez
cumplió la mayoría de edad empezó a trabajar mientras estudiaba, y pudo tener su propia casa.
Empezó y termino un par de relaciones románticas, pero no duraron mucho, tampoco había tenido
amigos en los que confiar plenamente, y todo lo que tenía y todo lo que era en ese mundo seria
olvidado, porque nadie la echaría de menos, no se percatarían de que ya no estaba, con suerte,
cuando su jefe, viera que no acudía a trabajar por primera vez en cinco años, y no pueda localizarla
por teléfono, avisara a la policía para que se acerque a su casa, por si le ha pasado algo, y al final la
darán por desaparecida, uno más de esos casos de desaparecidos, de los que nunca más se sabe
nada. Entonces se dio cuenta de lo sola que había estado toda la vida, y lo triste que estaba en

[15]
realidad, y por eso había llorado, porque al dejar atrás ese mundo podía dejar atrás todo ese dolor,
y sufrimiento, por eso lloro porque tenía que desahogarse, para liberarse de esa carga. Además, ya
no estaba sola, tenía a Black a su lado, él era su amigo. Quien iba a pensar que tendría que llegar a
un mundo extraño, para encontrar un amigo, y que ese amigo fuese un dragón gigantesco y
aterrador.

El sol ya asomaba por el horizonte y escucho detrás de ella ha Black que se movía, se giró y lo vio
allí de pie enorme y aterrador para cualquiera que lo viese por primera vez, pero ella ya podía ver
en él, el gran corazón y bondad que había en él, y como la miraba con preocupación.

- ¿Te encuentras mejor? - Dijo Black en un tono suave y preocupado.

- Buenos días, Black sí, estoy mejor, y gracias por cuidar de mí. - al mirarlo, vio como sus ojos
la miraban, buscando algún rastro de tristeza, o dolor en ella, y reflejando su propio dolor.

- Menos mal estaba muy preocupado, y no quería dejarte sola. Se supone que para eso
están los amigos, ¿verdad? Y ahora, ¿qué te parece un paseo matutino? -. Dijo desplegando sus
enormes alas.

- Me encantaría. - Estaba encantada con la idea de poder salir a dar un paseo sobrevolando
el lugar.

Los primeros días fueron tranquilos, y fue poco a poco conociendo a los que vivían, y trabajaban en
el palacio, Black cada vez que podía se escapaba de Bricio, para pasar un rato con ella, solían
escaparse por la mañana, antes de que saliese el sol, Blakc la recogía en su terraza, y se iban a
sobrevolar la isla, solían terminar siempre en el lugar donde se encontraron la primera vez, en
aquella colina sagrada, con una losa en el centro, allí contemplaban el amanecer y después volvían
al palacio, y poco a poco se fue adaptando a ese lugar.

Al principio la habitación de Lizbeth estaba en la zona de invitados, dado que no sabían cuánto
tiempo pasaría allí, pero después, de lo que Viriato, había averiguado, estaba claro que no se
marcharía del palacio, quizás se quedaría allí para siempre. Black ordeno que se reformara una de
las habitaciones vacías de la zona de residentes de alto rango, donde estaban los aposentos del
guardia personal del rey Hervé, los de los generales del ejercito Druso y Breogán, y los de Bricio y
Viriato y por supuesto, cerca de los aposentos de Blakc. Las reformas eran necesarias, porque en el
palacio solo residían de manera permanente dragones, y ellos duermen sobre una losa, y no
necesitan armarios, ni nada por el estilo. Por supuesto Bricio no estaba de acuerdo, y protesto,
pero al final, no le quedó más remedio que hacer lo que el rey ordenaba.

Por su parte Lizbeth, volvió a sus rutinas de thai chi, era algo que llevaba muchos años haciendo
todas las mañanas, y la ayudaba a empezar el día, y también volvió a practicar sus rutinas de
taekwondo, deporte que practicaba desde niña, ya que al estar siempre sola, era algo que le hacía
sentir más segura, y gracias a la constancia, llego a conseguir un muy buen nivel, de hecho su
maestro, siempre insistía en que tenía que competir, por que llegaría lejos, pero a ella eso no le
interesaba, solo quería sentirse bien y segura.

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También, estuvo pasando bastante tiempo con Viriato, que le explico un poco como funcionaba
este mundo, y los tipos de seres que podía encontrarse. Por lo que le explico, había una infinidad
de reinos, algunos eran muy grandes, y otros podían caber fácilmente en mi habitación. Los seres
de tamaño “grande” variaba desde los humanos, elfos, bestias, hasta los dragones y muchos otros,
se consideraba que eran grandes, por que necesitaban de mucho terreno para sostener sus reinos,
y los reinos de seres pequeños tenían un tamaño bastante más reducido, y solían estar dentro del
territorio de reinos más grandes, y así el reino de seres pequeños que eran desde enanos que
podían ocupar una montaña entera, hasta pequeñas hadas, y duendes ,que tenían reinos de
tamaño de un jardín grande ,y se beneficiaban de la protección del reino que les acogía, y a cambió
entregaban al reino de seres grandes parte de sus productos o habilidades. Era como una simbiosis
entre distintas razas.

Aparte estaban los llamados reinos oscuros, en una zona del mundo, había unas nubes tan negras
y densas, que no permitían que la luz del sol llegase a la tierra, allí separados del resto del mundo
por altas montañas y profundos cañones, había varios reinos, dominados por seres que solo
existían es las pesadillas más horribles, Demonios, monstruos y todo tipo de bestias movidas por el
mal que habitaban en ellos, vivían allí y por lo general solo luchaban entre ellos, pero de vez en
cuando intentaba conquistar algún reino cercano a la zona oscura, y por eso todos los reinos
mandaban efectivos militares a la zona fronteriza para protegerla, porque si aquellas cosas
llegaban a salir de allí todo el mundo estaría en peligro.

También aprendió cosas sobre los dragones, por ejemplo; los más grandes son los dragones reales
y estos solo pueden ser blancos o negros, aunque los blancos son muy raros, y que se sepa en
estos momentos todos los dragones reales que hay son negros.

Luego están los llamados guardianes, no son tan grandes como los reales pero también son
enormes y suelen estar protegiendo a su rey o algún lugar o tesoro sagrado sus colores suelen
estar relacionados con el tipo de poder que tienen, los rojos escupen fuego, los azules escupen
agua, los amarillos rayos , los verdes pueden manipulas plantas y animales de la naturaleza y
usarlos para que ataquen a sus enemigos y los marrones pueden manipular tierra y rocas incluso
pueden hacer golems para que luchen por ellos. De todas maneras, aun sin poderes tienen una
fuerza descomunal.

Por debajo de estos, estaban los soldados, eran de un tamaño grande pero nada que ver con los
dos anteriores, y su mayor fuerza era que eran muchísimos, y trabajaban en equipo de una manera
increíble era casi como si compartiesen los pensamientos entre ellos, para poder ser más eficientes
y por supuesto también eran de los colores rojo, azul, amarillo ,verde y marrón al menos en su
mayoría porque a veces se cruzaban dos dragones de distinto color, y salía un dragón diferente ni
de un color ni de otro sino una mezcla de los dos originales.

También están los que son como Viriato, similares a los que conocemos como dragones asiáticos,
estos dragones son sabios, y les gusta reunir información, y aprender todo lo que puedan, son
considerados unos consejeros muy valiosos.

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Luego tenemos a los burócratas, que son como Bricio, no hay muchos, pero son de los más
inteligentes, se encargan de coordinar y organizar cualquier cosa, no son muy grandes, pero son
muy fiables, responsables leales y grandes diplomáticos, son capaces de que todo funcione como
un reloj, y por supuesto también son de los colores antes mencionados.

Luego están los de la clase humanoide, como son Alano, Lug y Alina. Caminan erguidos como los
humanos, y miden unos dos metros de altura, están cubiertos de escamas, sus pies son unas
fuertes garras, y tienen unas manos fuertes, y hábiles con las que realizar cualquier tarea, también
tienen unos cuernos y una cola, y unas alas en su espalda, y como todos los demás también tienen
la misma gama de colores.

Luego están los mensajeros, de estos no había muchos y eran pequeños como un gato doméstico,
eran muy agiles, rápidos y nunca los veías parados, era increíble ver lo escurridizos que podían ser
para cumplir con la entrega de un mensaje, de ellos dependía de que todo en el palacio estuviese
coordinado, capaces de deslizarse por un salón lleno de dragones gigantescos sin acabar
aplastados, y sin ser vistos por casi nadie, eran los más espabilados de todos.

También había unos dragones que eran los espías, a estos no lo había visto nunca, pero por lo que
le conto Viriato tienen forma de serpiente de aproximadamente cincuenta centímetros con alas y
con la capacidad de camuflarse con el entorno hasta casi hacerse invisibles.

Según Viriato le dijo había muchos más tipos de dragones, y seres, pero estos eran los que
encontraría con más frecuencia, ya que eran los que teníamos tanto en este reino, como en los
reinos más cercanos.

Lizbeth estaba aprendiendo muchas cosas, y tenía la sensación de que tenía que empezar a hacer
algo, y que no podía estar allí a la verlas venir. Así que le pidió a Viriato que le buscase algo que ella
pudiese hacer para contribuir, y no ser una carga. Y aunque Viriato en un principio se negó, porque
si la ponía a hacer cualquier cosa, probablemente el Rey no lo aprobaría, después de mucho insistir
al final le dijo que podía enseñarle, para que pudiese ayudarle haciendo medicinas, y antídotos con
las plantas medicinales que se cultivaban en uno de los jardines. Hasta ahora, el que se encargaba
de hacerlo era Viriato, pero porque era el único que sabia como hacerlo, y por eso quería que
alguien aprendiese a hacer las medicinas, para así poder dedicar más tiempo a sus estudios.
Gracias a su guía, aprendió rápidamente, y pronto tenía suficientes medicinas, remedios y
antídotos como para poder comerciar con ellos, sin descuidar las existencias necesarias para el
reino. El tiempo pasaba y antes de darse cuenta ya había pasado un año allí, viviendo con
dragones.

A parte de las medicinas, también empezó a practicar el tiro con arco, y el manejo de la espada,
porque a pesar de que siempre estaba acompañada por algún dragón, no quería tener que
depender de que alguien la protegiese siempre, ya que ella siempre se había cuidado sola y hay
costumbres que no cambian, al principio Black no quería que ella se preocupase de esas cosas,
pero al final le hizo ver que si por cualquier motivo fuesen atacados, y los que están para
protegerla resultasen heridos, o muertos, ella no tendría opción de defenderse, si no aprendía, así

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que al final consintió .Alano fue el encargado de instruirla en el manejo de la espada, y Alina se
encargó de enseñarle a usar el arco, Lug por su parte practicaba con ella la lucha cuerpo a cuerpo,
y durante un tiempo, al terminar el día estaba rendida por el gran esfuerzo que hacía, de hecho
pasaron varios meses en los que parecía que no podía mejorar más sus habilidades, y todos le
decían lo mismo.

-No te preocupes, es normal que no puedas vencer a un dragón, después de todo eres humana, y
aun que eres muy fuerte, y ágil ningún humano puede ganar a un dragón en un uno contra uno.

Cuanto más escuchaba aquellas palabras, más se esforzaba, y de pronto y sin que nadie pudiese
entender cómo, empezó a vencer a Alano con la espada, ha Alina con el arco, y ha Lug en la lucha,
cuerpo a cuerpo. Al principio pensaron que había sido casualidad, o suerte, pero poco a poco
empezó a ganar siempre, y aquello los desconcertó a todos. Pronto los entrenamientos con Alano,
Lug y Alina dejaron de ser un desafío, y un día durante la cena le hizo a Blakc una petición un poco
arriesgada.

Como cada noche, Lizbeth llegaba al salón antes que Blakc, y lo esperaba de pie junto a la mesa, de
pronto las enormes puertas que daban al salón del trono se abrieron y Blakc entro en el salón
enorme y majestuoso, a Lizbeth todavía se le encogía el corazón cuando lo veía y eso que hacía
más de un año que se conocían y que sabia mejor que nadie lo bondadoso que era.

- Me cuentan que ni Alano ni Lug ni Alina son capaces de vencerte en sus distintas
disciplinas. – Dijo Blakc con tono de orgullo, a pesar de que en un principio se había
negado a que Lizbeth se entrenase por temor a que saliese lastimada, ahora se sentía
increíblemente orgulloso de lo que su amiga estaba logrando.

- Si, es cierto que ya les he superado a los tres y por eso quería pedirte un favor…- Dijo ella
mientras se sentaban para disfrutar de la cena.

- Tus peticiones suelen ser un poco raras, pero si lo que quieres no es peligroso y está en mi
mano te ayudare. – dijo no muy convencido y mirando a su amiga con una ceja levantada.

- No es peligroso…, no creo…, - dijo ella un poco en duda. – Solo quiero poder entrenar con
alguien más fuerte porque si no me quedare estancada y no mejorare.

- ¿Alguien más fuerte…? No crees que ya eres muy fuerte como para querer mejorar más,
además después de los dragones con forma humanoide los siguientes más fuertes son los
soldados, y siendo una humana un soldado podría partirte en dos sin pestañear, es
demasiado peligroso. – sentencio Blakc, que no quería ni pensar en que Lizbeth pudiese
estar en peligro.

- Entiendo que te preocupes por mí, pero es algo que necesito hacer, tú siempre me has
estado cuidando desde que llegue a este mundo y no solo eso, me has brindado tu
amistad y cariño, que es lo que más valoro, y por eso quiero convertirme en alguien fuerte
y que también te pueda ayudar o incluso proteger si se diese el caso.

[19]
Las palabras de Lizbeth provocaron una sonrisa un poco triste en Blakc, que parecía más serio y
pensativo de lo habitual y acercándose a Lizbeth como para que nadie los escuchase a pesar de
estar solos dijo:

- Como as dicho siempre me preocupo por ti y te aprecio muchísimo por eso la sola idea de
que algo malo te pueda pasarte me rompe el corazón y encoje mi alma hasta el punto de
que me duele solo pensarlo. – La angustia era evidente tanto en su voz como en su rostro.
– Esta noche cuando Alina se marche acércate al espejo que hay en la pared de tu
dormitorio, palpa la parte izquierda hasta que encuentres un resorte acciónalo y se abrirá
un pasadizo, avanza por él y cuando llegues a alguna bifurcación coje siempre la de la
derecha, te estaré esperando para contarte algo muy importante y que nadie debe saber.

Sin más Blakc se levantó y salió del salón dejando a Lizbeth con la boca abierta y sin saber que
decir.

Lizbeth salió del salón, y se fue a sus aposentos dándole vueltas a la cabeza, sobre el
comportamiento de Blakc, no solo se había portado de forma extraña esa noche, llevaba
días comportándose de manera distante, y rara como si algo le preocupase, y no encontrase
la solución.
Una vez en sus aposentos Alina, como siempre le preparo el baño, y la ropa limpia para
dormir, y se aseguró de que no le faltaba nada antes de marcharse a descansar.
Lizbeth fingió que se acostaba, y Alina salió de la habitación, una vez los pasos de Alina se
perdieron en el pasillo Lizbeth salió de la cama, y fue hasta el espejo. Estaba un poco
nerviosa y preocupada, si Blakc le pedía que fuese a una especie de encuentro secreto, en
mitad de la noche, es que el tema del que tenían que hablar era realmente serio, y eso no
presagiaba nada bueno, por lo general un Rey, no se esconde para hablar con alguien, si no
es por algo realmente peligroso, la cabeza de Lizbeth no dejaba de especular con posibles y
terroríficos escenarios, antes siquiera de haber abierto el pasaje secreto.
Por fin consiguió encontrar la palanca, y la acciono, el espejo se deslizo suavemente a un
lado y dejo al descubierto la entrada de un enorme pasadizo, como no podía ser de otro
modo era tamaño dragón.

El pasadizo estaba sucio polvoriento, y lleno de telarañas lo que no hacia muy apetecible
entrar, pero Blakc estaba esperándola, y era importante así que por mala pinta que tuviese el
lugar, iría al encuentro de su amigo. Avanzo iluminando el lugar gracias a su móvil, que
solía usar sobre todo para escuchar música y alumbrarse por la noche si tenía que
levantarse, en plena oscuridad. Alta tecnología para acabar siendo una triste linterna. Era un
pensamiento que le cruzaba la mente cada vez que lo usaba para eso.

Después de un par de intersecciones, en las que siempre cogió el camino de la derecha,


llego a una cámara gigantesca, con enorme estalagmitas y estalactitas, algunas se habían
fusionado convirtiéndose columnas descomunales, toda la cámara estaba bañada con una
tenue luz azul, que permitía poder ver aquella inmensa cámara casi por completo. Por la
izquierda aparecía de entre las rocas un pequeño riachuelo, que serpenteaba hasta llegar a
un precioso lago de aguas cristalinas, bordeándolo había un camino que llevaba hasta el
otro extremo de la cámara.

[20]
Allí sobre una losa enorme estaba Blakc, Lizbeth se dirigió hacia allí con calma y
disfrutando de la belleza del lugar, al llegar donde estaba Blakc sonrió y dijo:

- Menudo escondite tienes aquí, es impresionante. – Mientras lo decía giro sobre si


misma extendiendo los brazos y mirando a su alrededor.

- Si que es impresionante, - Dijo Blakc en tono suave – pero te he traído aquí porque
este es el lugar más seguro y donde nadie podrá venir a molestarnos o escuchar lo
que digamos.

- ¿Ha pasado algo? Se que no soy más que una humana, pero sabes que hare lo que
sea para ayudarte.

- Tranquila sé que puedo contar contigo, y ese es uno de los motivos por los que estas
aquí. Te voy a contar algo muy importante, y que es un gran secreto de los dragones
y por supuesto no está permitido que sea revelado a nadie, de hecho, ni siquiera está
permitido comentarlo entre los propios dragones.

- Pero si es tan secreto por que arriesgarte a contarlo, yo no necesito saber ningún
secreto a mí me basta con saber que estarás a mi lado, y estar yo al tuyo.

- Te lo tengo que contar, porque siento que es necesario, y lo correcto, no sé muy bien
cómo explicarlo, pero es lo que necesito hacer, y me gustaría que me escucharas.

- Está bien si es importante para ti te escuchare, y sea lo que sea no te preocupes sé


que eres bueno y amable, eres mi amigo y lo que más aprecio en este mundo.

- Sera mejor que te pongas cómoda, - dijo haciendo un hueco entre sus manos para
que Lizbeth se sentara cómodamente. -La historia será larga.

Hace más de mil años, los Dragones solían vivir por su cuenta, la mayoría vivían legos de
los territorios de otras razas y vivían en paz, pero otros solían atacar a los reinos de otras
razas para hacerse con tesoros territorios y poder.

Un día los gobernantes de los reinos que eran atacados por los dragones, decidieron
reunirse y buscar una solución. Después de mucho discutir, y debatir todas las propuestas
decidieron que lo mejor sería crear una alianza, y que cada reino aportaría tropas y armas
para formar un ejército común, para luchar contra los dragones. Y así se hizo, cada reino
puso todo lo que pudo de su parte, y los mejores de cada disciplina se encargaba de
adiestrar a los demás, para hacerlos tan buenos si no mejores que ellos mismos.

En poco más de un año, habían creado un ejército que haría temblar al más valiente, entre
las tropas podías ver, humanos, elfos, hadas, duendes, enanos, bestias y un montón más de
distintas razas.

[21]
Cuando el ejercito estuvo listo, empezó a dar caza a los dragones, empezando por los que se
habían apropiado de terrenos, y hacían la vida imposible a los pocos habitantes que no
habían podido escapar, la verdad es que el ejército hacia un trabajo impecable, y cuando se
marcaban un objetivo, no paraban hasta acabar con él.

Pronto las historias del ejército de las mil razas corrían por todas partes, y los dragones que
vivían en paz temieron que una vez que acabasen con los dragones que les atacaban, fuesen
a por ellos por temor a que todo volviese a empezar. Los más ancianos, y sabios de los
dragones hicieron llamar a todos los dragones reales que vivían en paz, y que solo querían
seguir con una vida tranquila y en paz.

En aquella reunión se debatió mucho, de qué manera seria mejor que ese conflicto no le
afectase, pero la conclusión era siempre la misma, por más vueltas que le daban, acabarían
envueltos en esa guerra, les gustase o no, así que tendrían que escoger un bando, y luchar
por lo que querían. En aquel momento se hizo el silencio en la sala, donde estaban
reunidos, y solo el más anciano se atrevió a hablar.

- La decisión que tenemos que tomar no será fácil para nadie, decida apoyar a un
bando, o a otro, nosotros los más ancianos de nuestra raza, ya hemos tomado la
decisión de apoyar al ejército de las mil razas, que está matando a esos dragones que
solo buscan colmar sus deseos, y están consumidos por el odio y la avaricia.

En cuanto termino de hablar, todos los dragones empezaron a discutir, unos a favor y otros
en contra de la decisión de los ancianos, unos decían que como era posible que fuesen en
contra de otros dragones, mientras otros argumentaban que ellos solitos se lo habían
buscado, y que no tenían por qué pagar todos por unos pocos, cuando los ancianos
consiguieron que todos guardasen silencio el más anciano volvió a hablar.

- Como es lógico, no vamos a obligar a nadie a luchar, ni en un bando, ni en otro, la


elección es vuestra, y debéis dar esta misma opción a todos los dragones que viven
en vuestros respectivos territorios. Todos los que se quieran unir al bando de los
dragones, deben abandonar sus territorios, y dirigirse a los territorios que están
dominados por el bando de los dragones, tienen un plazo de una semana para
hacerlo, y recordad que, si intentáis engañarme, yo tengo la habilidad de ver en
vuestros corazones, y no saldríais vivos de aquí. Los que quieran apoyar al ejército
de las mil razas, se presentarán aquí en una semana, y recordar que también
vosotros debéis dar a elegir a los vuestros que quieren hacer.

El silencio se apodero de él gran salón de los ancianos, y uno por uno todos los dragones
reales fueron pasando frente a ellos, y haciendo una reverencia antes de salir, hacia sus
respectivos territorios. Todos cumplieron, y dieron a elegir a los suyos que querían hacer,
los dragones humanoides, y más pequeños estaban considerados como civiles, y la gran
mayoría decidieron que se quedarían escondidos, hasta que la guerra terminase, de una u
otra forma.
Los dragones soldados y guardianes, en la gran mayoría se quedaron en el bando que
elegían sus gobernantes, más por lealtad que por convicción, aun así, algunos se marchaban
buscando otro señor, que tuviese unas ideas más afines.
[22]
Cuando el plazo de una semana se había terminado, y los que se querían unir al ejército de
las mil razas, llegaron al lugar donde los esperaban los ancianos, vieron que cinco de los
dragones reales que estaban en la anterior reunión, no habían acudido, por lo que se dedujo
que se habían unido al bando contrario, ellos eran los dragones reales de seis territorios,
pero eran nueve ya que había tres parejas.

Los Ancianos vivían en lo que desde fuera parecía una cueva pero era un pequeño palacio,
en el que solo ellos y unos pocos sirvientes vivían, cada uno disponía de sus aposentos, y
había una sala donde solían reunirse para comer, también tenían lo que podríamos describir
como una sala de estudio donde guardaban todo su saber tras una puerta cerrada con
gruesas cadenas y por ultimo estaba el gran salón que era todo de granito muy oscuro casi
negro con lámparas enormes que iluminaban la sala en el lugar donde se quedaban los
ancianos había unas losas cubiertas de pieles de animales, cinco losas dispuestas en un
semicírculo y el resto del suelo del salón estaba cubierto de unas alfombras mullidas pero
con diseños muy sencillos y geométricos.

El más anciano, de los cinco que se encargaban de guiar a los dragones en los asuntos más
importantes, y delicados era también el que solía hablar en nombre de los cinco, y nada más
entrar los nueve en el salón, se puso en pie y empezó a hablar.

- Puedo ver que todos los aquí presentes, desean realmente alcanzar la paz con las
demás razas de este mundo, y para ello tendremos que reunirnos con los
gobernantes de las demás razas, y exponerles nuestro deseo de ayudarles en este
conflicto.

- Eso está muy bien, pero como vamos a hacer eso en cuanto cualquier dragón se
acerque, lo mataran sin darle oportunidad de hablar. – dijo uno de los dragones
reales.

- Eso es algo en lo que ya habíamos pensado, y solo hemos encontrado una solución,
que no acabe con vosotros muertos antes de poder hablar con los mandatarios, reyes
y lideres del ejército de las mil razas.

Lo primero que debéis hacer es entrar en esas cámaras que hay detrás de la
columna de la izquierda, uno en cada cámara, y una vez estéis cómodos, tenéis que
forzar un cambio de piel. Como sabéis las pieles de dragón son muy valiosas, pero
también es muy peligroso el tiempo que hacemos el cambio, porque mudamos la
piel y escamas completas, lo que nos deja indefensos durante la semana que tarda en
regenerarse la nueva piel.

- Pero eso nos dejara indefensos, si nos atacaran… - dijo otro de los dragones.

- Por eso nosotros cinco haremos guardia, y nadie podrá entrar de aquí hasta que
todos estes en condiciones de salir. Necesitaremos las pieles con ofrenda de buena
voluntad, para los lideres del ejército, será la mejor manera de que podáis acceder a
ellos sin problemas.

[23]
Los dragones reales entraron en las cámaras y mudaron sus pieles, cuando por fin salieron
al salón de los ancianos, estos les esperaban con un banquete para recuperar las fuerzas, y
después de comer y charlar tranquilamente el más anciano se incorporó, y les explico cómo
podrían acercarse al ejército si morir en el intento.

- Nosotros cinco somos los más ancianos, y sabios de todos los dragones, y como
muchos sabéis también somos los más poderosos, ya que dominamos poderes y
magias antiguas que se han perdido en el tiempo, gracias a esa magia podemos
concederos un don, este don se concederá a todos los dragones por igual.

- Pero entonces que ventaja tendremos, si nuestro enemigo también tendrá el don… -
interrumpió nervioso uno de los presentes.

- Tranquilo deja que termine de habla, y lo comprenderás. – le contesto amablemente


el anciano. – este don no lo notareis, no sabréis que esta hay y si nadie os lo dice, no
lo descubriréis nunca, este don es la capacidad de convertirse en un ser humano, es
pequeño frágil no representa una amenaza, y puede pasar inadvertido, y así podréis
acercaros al ejército, y pedir audiencia con sus lideres sin levantar sospechas.

- La verdad es que es muy ingenioso, ¿pero de verdad podremos transformar estos


gigantescos cuerpos en los de unos humanos...?

- Si, podréis, pero debéis tener mucho cuidado, no podéis contárselo a nadie que no
sea de vuestra total confianza para que os acompañe, solo los más fieles como
guardias personales, y generales, y dejándoles muy claro que no pueden contar
nada, so pena de muerte, imaginad que esta información se filtrara a nuestros
enemigos, podrían infiltrarse en el ejército, y matar a los lideres antes de que nadie
se diese cuenta de que estaba pasando.

Ahora os explicare que debéis hacer para transformaros, y lo practicareis hasta que
os salga perfectamente, primero tenéis que visualizaros como humanos, con todo el
detalle posible, pelo, ojos, estatura complexión y la ropa que llevareis puesta,
recordad que tenéis que hacer un viaje como humanos, y vuestra ropa debe ser
cómoda pero también tiene que ser capaz de protegeros de posibles ataques de
bandidos, y de las inclemencias del tiempo.

- Pero por que no vamos poco a poco, ya nos iréis diciendo que hacemos mal, o que
se tiene que mejorar mientras practicamos, podéis ir guiándonos para que
mejoremos más rápidamente, que intentar hacerlo todo de una vez. – murmuro uno
de los presentes.

- Ojalá pudiésemos hacerlo así, pero cuando os demos el don a cambio entregaremos
nuestras vidas, por eso es tan importante que entendáis desde el principio todo lo
que conlleva, y el sacrificio que hacemos, y lo importante que es que esto salga
bien, o todo estará perdido. Haced pasar a los que os acompañaran en esta compleja
misión, que es nuestra única esperanza para conseguir un mundo en paz.
[24]
Los nueve salieron del salón, y fueron a donde esteban sus respectivos ejércitos acampados,
a la espera de órdenes, en las seis tiendas de mando paso más o menos lo mismo, los
dragones reales les explicaron a sus generales cual era el plan, y decidieron cuál de ellos los
acompañaría y cual se quedaría a cargo de las tropas, hasta que llegara el aviso de que se
reunieran con ellos, también eligieron a los guardias personales, para que los acompañasen
y así ir más o menos protegidos. Una vez claro quienes irían a la misión, volvieron al salón
de los ancianos.

- Bien ya que estamos todos, tenéis que entender que cuando nosotros
desaparezcamos, vosotros ya tendréis el don, aunque no podáis percibirlo, y tendréis
que empezar a practicar inmediatamente, para que en cuanto seáis capaces de
mantener una apariencia humana y podáis moveros y hablar como ellos podáis
partir de inmediato al encuentro del ejército de las mil razas, el tiempo apremia.

Los cinco dragones ancianos se bajaron de los tronos, en los que siempre permanecían, y se
reunieron en el centro de la sala, formando un círculo, empezaron a entonar un cantico
antiguo e indescifrable, y sus cuerpos empezaron a brillar en un tono azulado que se
intensificaba por momentos, hasta el punto de que los presentes en aquel ritual tuvieron no
solo que cerrar los ojos sino apartarse, y cubrirse para que el intenso brillo no les dañase.
De pronto todo quedo en un total silencio, y el brillo empezó a desaparecer, poco a poco los
allí presentes empezaron a recuperar la vista y buscaron con la mirada a los ancianos, no
estaban, donde hacía unos instantes estaban los cinco ancianos, no había nada solo un tenue
brillo azul que se estaba apagando.
Durante mucho rato nadie dijo nada, los ancianos se habían sacrificado para salvarlos a
todos y necesitaban mostrar su respeto.

Después y como los ancianos habían pedido, empezaron a practicar, se ayudaban unos a
otros, y se corregían, si veían algo que no estaba bien, poco a poco fueron mejorando no
solo el aspecto de los humanos, en los que se convertían si no que cada vez lo hacían con
más rapidez, y detalle. Pronto estuvieron listos para partir.
Con las nueve pieles, en nueve enormes cajones, y cada cajón en una carreta tirada por dos
fuertes caballos de tiro, marcharon los nueve y sus escoltas a encontrarse con el ejército de
las mil razas.
Después de tres días de viaje sin incidentes, vieron a seis jinetes que se acercaban a ellos,
pudieron distinguir entre ellos a dos elfos dos humanos y dos bestias, por lo que dedujeron
que se trataba de miembros del ejército que estaban comprobando el terreno, y no se
equivocaron.

- ¿Quiénes sois? Y ¿Qué estáis haciendo por aquí? – espeto uno de los elfos, antes de
llegar a donde estaban, y poniendo la mano sobre la empuñadura de la espada.

- Tranquilos, somos humanos, y vamos en misión diplomática para hablar con los
lideres del ejército de las mil razas, incluso traemos regalos de mucho valor para
demostrar nuestra buena voluntad, dijo uno de los nueve levantando las manos
apaciguadoramente, y señalando los carros con los cajones.

[25]
- ¿Humanos por aquí...? no esperábamos encontrar humanos, creíamos que estábamos
cerca de las tierras de los dragones…

- Bueno seguro que si siguen avanzando llegaran a las tierras de los dragones, pero
nosotros tenemos que hablar urgentemente con los lideres del ejército de las mil
razas, ya que llevamos una propuesta de alianza, regalos de gran valor y lo más
importante información acerca del enemigo.

Al escuchar lo de la información los seis jinetes se miraron entre ellos, y hablaron entre
ellos para organizarse. Casi de inmediato los dos jinetes humanos salieron a galope tendido
por donde habían venido, y el elfo que había hablado antes volvió a dirigirse a ellos.

- Mi nombre es Owen, estoy a cargo de esta patrulla, dos de mis hombres ya han ido
a dar aviso de vuestra llegada, y mis tres compañeros y yo os escoltaremos hasta el
campamento, para que no sufráis ningún percance.
- Me parece estupendo así…- antes de terminar la frase Owen le interrumpió.

- No me interesa vuestra misión, vuestros nombres o vuestra charla, estoy aquí


porque no me queda otra, pero eso no significa que quiera ser vuestro amigo.

Nadie se atrevió a decir nada más, y durante casi un día y medio, avanzaron sin hablar más
que lo justo y necesario, ese elfo llamado Owen, era capaz de helar la sangre de cualquiera
que le mirase a los ojos, y su sola presencia intimidaba al más intrépido, y decidido.
Cuando se acercaron al campamento, unos pocos jinetes armados se acercaron para guiarlos
al centro del campamento, donde había instalada una tienda tan grande que se parecía a las
de los dragones. Owen fuel el primero en desmontar, y los demás le siguieron, no tuvo que
dar ni una sola orden, todos sabían qué hacer con una sola mirada. Formaron un semi
circulo entre las carretas y la tienda de mando y en el centro del semi circulo estaba Owen.

- Por favor, desciendan de los carros, y entreguen todas las armas que lleven encima a
mis hombres, nadie puede entrar armado a la tienda de mando, como comprenderán.
Los nueve con sus nueve escoltas, y sus seis generales se bajaron de los carros y entregaron
las espadas arcos, y cuchillos, que llevaban, a los hombres de Owen.

- Bien, si son tan amables de seguirme, los lideres están ansiosos por saber que
noticias traéis del enemigo. – dijo Owen mientras se dirigía a la entrada de la tienda.

La tienda era realmente enorme, y comprendieron por qué al ver a uno de los lideres, era un
gigante de las montañas del oeste, era tan grande que los demás parecían muñecos a su
lado, había elfos, hadas, duendes, enanos, amazonas de las praderas del sur, bestias,
humanos, félidos y muchas otras razas. Estaban acomodados en una larga mesa, y todos
miraban a los recién llegados con recelo. En la zona central de la mesa había un elfo a su
derecha había un hada y a la izquierda un humano. El primero en hablar como no fue el
elfo.

[26]
- Mi nombre es Kalen, soy el representante del reino de los elfos, y quiero saber todo
lo que tengáis que decir de nuestros enemigos, la información que ahora tenemos es
escasa, y no muy fiable, así que si no os importa…
- Nosotros somos Caeli y su esposo Declan, Eamon y su esposa Éire, Lennox,
Kendall, mi esposa Kendra y mi nombre es Taranis, los que nos acompañan están
aquí para protegernos a nosotros y a la carga que hemos traído. Lo primero que
querría, es entregarles los presentes que hemos traído como muestra de buena
voluntad.
- Está bien, que traigan una de las cajas para que podamos ver esa muestra de buena
voluntad, y a ver si podemos avanzar con esto, no podemos estar aquí todo el día. –
se quejó Kalen -
Entre varias bestias pudieron trasladar una de las cajas hasta el centro de la tienda, para que
todos pudiesen ver que había en su interior, la caja estaba cerrada con un enorme candado,
y Caeli se acercó, y sacando la llave abrió el candado, y dos bestias retiraron la tapa. Todos
se inclinaron hacia delante para ver mejor lo que había en la caja, la mayoría no supo que
era, unos pocos si supieron de qué se trataba, pero solo un par supo cuál era el valor de lo
que tenían delante.

- Qué demonios es eso, ¿no parece tan valioso como dicen? No veo oro ni piedras
preciosas. – Dijo el enano indignado cruzando los brazos y volviéndose a sentar.
- No sé qué es, pero no me parece ni útil ni valioso. – Dijo la bestia que no sabía que
estaba mirando.
- Yo sí sé que es – dijo Kalen – y es más valioso de lo que podáis imaginar, es la piel
de un dragón real.
- Ya tenemos pieles de dragones y muchos de nuestros hombres llevan armaduras
hechas con ellas. – dijo el rey humano – incluso yo llevo una de dragón rojo que me
protege del fuego.
- Parece que no entendéis lo que tenéis delante – Dijo Kalen con tono de hastío – si
me permitís hare una pequeña demostración de lo que intento explicaros.

Kalen se levantó de su asiento, y fue junto al rey humano, y le insto para que le siguiese, se
acercaron al cajón, y en ese momento Caeli, se acercó, y levantando su manga y dejando
ver que, bajo la ropa, llevaba una armadura negra pegada al cuerpo y dijo:

- Yo puedo ayudar con la demostración si lo desean.


- Fantástico. – dijo Kalen levantando las cejas por la sorpresa. – Señor como podéis
ver la dama Caeli, lleva en su brazo una protección de dragón negro, seríais tan
amable, de hacer chocar vuestra armadura con todas vuestras fuerzas contra la
protección que lleva ella.
- Con todas mis fuerzas, ¿pretendéis que la mate o algo así?
- Podéis estar tranquilo señor, no me pasara nada se lo aseguro. – dijo Caeli con una
sonrisa desafiante.
- Está bien, pero luego no quiero que se me reclamen los daños que pueda sufrir esa
mujer.

Todos estaban atentos a lo que sucedía, incluso algunos hacían apuestas de lo que pasaría,

[27]
Caeli, se colocó con el brazo delante del cuerpo, que giro ligeramente y coloco su pierna
izquierda más atrás para no perder el equilibrio con el golpe. El rey humano jaleado por
algunos de los presentes cogió carrerilla, para embestir a Caeli con todas sus fuerzas,
utilizando su hombro para ello. Cuando las dos armaduras entraron en contacto, se produjo
un destello, que por un segundo cegó a todos los presentes en la tienda, y se escuchó un
estruendo en uno de los extremos de la tienda, del que empezaron a salir improperios de
todo tipo. Cuando recuperaron la vista, en el centro de la tienda solo estaba Caeli, el rey
había salido despedido contra el costado de la tienda, y su flamante armadura se le caía a
pedazos no más grandes que una moneda.

A los que sabían lo que era una armadura de dragón real, no les sorprendió el resultado, de
hecho, se escuchó alguna que otra risotada, que se apagó rápidamente para mantener la
compostura. Los que habían dudado del valor de lo que contenían las cajas, ahora miraban
perplejos el contenido, y al rey que intentaba como podía mantener algo de dignidad
después de tan humillante derrota.

- ¿Aun os parece que no tiene valor lo que nos han traído? – dijo Kalen con una voz
tan clara y segura que nadie puso en duda tenía razón. – ahora que sabemos que lo
que nos traen, es más valioso que el propio oro, creo que ha llegado el momento de
que escuchemos lo que tienen que decir, ¿no os parece?

Todos los presentes asintieron o hicieron gestos de aprobación, y todos volvieron a sus
asientos para escuchar a los misteriosos recién llegados.

- Yo Taranis, estoy aquí para proponerles una alianza contra el bando de los dragones,
nosotros somos los gobernantes de seis reinos y aunque no son muy grandes
disponemos de nuestros ejércitos, que lucharían junto a vuestras fuerzas para poder
alcanzar la paz tan ansiada, y esquiva, en estos últimos tiempos.

- Dices que soy los gobernantes de seis reinos, pero no tenemos constancia de la
existencia de esos reinos que dices. – dijo el rey humano con una mirada de
desconfianza, algunos de los presentes asentían a las palabras del rey, y torcían el
gesto.

- Comprendo que tengan reticencias, pero por favor escuchen lo que tenemos que
decir y después pueden preguntar todo lo que quieran porque si no, no terminaremos
nunca y el tiempo apremia. Nuestros reinos siempre han estado en paz y aunque
cada reino tiene a sus gobernantes también teníamos un consejo de ancianos que nos
guiaba y ayudaba en tiempos difíciles. Hace unas semanas nuestros ancianos nos
hicieron llamar a todos los gobernantes y nos dijeron que por mucho que nosotros
no tuviésemos nada que ver con la guerra esta nos daría alcance y si no hacíamos
nada todos moriríamos. Y nos dieron a elegir con que bando queríamos luchar ya
que nadie puede obligar a nadie a luchar por algo en lo que no cree. El caso es que
de diez reinos cuatro decidieron unirse al bando de los dragones por lo que cinco de
los gobernantes con sus ejércitos se ha unido al enemigo, nosotros somos los
gobernantes de seis reinos y somos nueve en total lo que nos da cierta ventaja. Lo
que ahora les explicare puede resultar un tanto sorpresivo y no queremos que nadie
[28]
resulte herido por actuar precipitadamente y sin pensar. Así que por favor que nadie
se asuste y pensad que nosotros estamos aquí para aliarnos con vosotros a riesgo de
nuestras vidas.

- Está bien nadie hará nada en contra vuestra al menos hasta que tengamos una
explicación. – dijo Kalen calmando los ánimos de los presentes que se habían
empezado a poner tensos.

- Lo diré sin rodeos no andarme por las ramas y cunado os calméis os daré la
explicación. Somos dragones reales.

Todos empezaron a hablar a gritos y a gesticular otros se llevaron las manos a las armas y
se pusieron en pie, de inmediato los guardias personales de los nueve y sus generales
formaron un círculo para protegerlos.

- ¡¡Que todo el mundo se calme!! – grito Kalen con una voz tan profunda como un
trueno que hizo enmudecer a todos los presentes.

- Son dragones hay que acabar con ellos ahora que los tenemos a tiro. – Grito alguien
de los presentes.

- Si, son dragones, y de haber querido habrían podido acabar con nosotros desde hace
rato, y sin embargo aquí están, en forma humana, y pidiendo ser escuchados. –
Kalen los miro a todos, primero a los que eran sus aliados, y así como los miraba
estos se sentaban y guardaban silencio, luego se giró hacia los nueve y con una
reverencia dijo. – lamento el espectáculo, pero ha sido toda una sorpresa, por favor
continuad vuestra explicación.

- Siento mucho el sobresalto, pero era necesario que supieseis la verdad. Como ya he
dicho antes, nuestros reinos siempre han estado en paz, y no queremos más que eso
paz y tranquilidad para vivir nuestras vidas, pero como en todas partes siempre hay
algunas manzanas podridas, que causan problemas. Cuando un dragón no se
comporta de manera adecuada en nuestros reinos se le castiga, y si continua con su
actitud se le destierra, si sus delitos son muy graves tiene que pagar con su vida.
Creemos que el bando de los dragones está formado por desterrados, desertores y
criminales fugados, que se han unido para poder seguir haciendo maldades.

- ¿Y por qué sabiendo esto no actuasteis antes de que hiciesen tanto daño?

- Por desgracia no sabíamos nada de esto, ojalá lo hubiésemos sabido antes y


habríamos podido evitar mucho dolor, pero vivimos en un lugar alejado de todo, y
de todos porque no queremos problemas con nadie, y nunca nos imaginamos que
los que eran expulsados de nuestras tierras estuviesen haciendo daño, siempre
pensamos que vivirían en soledad, en paramos desiertos o en cuevas en montañas
solitarias.

[29]
- ¿y desde cuando sabéis lo que está pasando?

- Hace apenas un par de meses, uno de nuestros ancianos tubo un sueño que le mostro
parte de lo que pasaba, y entonces mando a unos dragones especiales, para que se
enterasen de todo y volviesen para informar.

- ¿Dragones especiales…?

- Si, son muy pequeños y casi invisibles, pero son inofensivos por eso se les
consideran civiles.

- ¿tenéis civiles?

- Si, todos los dragones de tamaño humano, o más pequeños, son considerados civiles
además de que se suelen encargar de tareas, que por tamaño y destreza para ellos es
fácil y para nosotros son imposibles.

- ¿Pero podéis convertiros en humanos? Así que no creo que sea tan difícil.

- Eso, es algo que tenemos que explicaros con más detalle, ya que nadie fuera de aquí
debe saber que los dragones tenemos esta habilidad, si llegase a oídos del enemigo
podrían infiltrarse, y mataros sin que nadie supiera que ha pasado.

- ¿Pero si son dragones, como no van a saber lo que pueden hacer o no?

- Muy sencillo, hasta hace apenas una semana, los dragones no tenían este don.
Nuestros ancianos, nos concedieron este don a cambio de sus vidas, para que
pudiésemos presentarnos ante vosotros, y nos escuchaseis. Si firmamos la alianza
nuestros ejércitos, y nosotros mismos lucharemos por la paz. Si por el contrario
decidís que queréis acabar con nosotros, solo porque somos dragones os insto a que
recapacitéis.

- Muy bien y quien nos garantiza que esto no es una treta para acabar con nosotros, o
que no nos traicionareis cuando todo acabe.

- Según tenemos entendido las hadas tienen una habilidad muy útil en estos casos, se
llama pacto de sangre y es un pacto mágico que vincula al que lo firma a cumplir lo
pactado o a pagar con la vida.

- Interesante que alguien ajeno al reino de las hadas conozca el pacto de sangre. – dijo
un hada que miraba intrigada a Taranis.

- Nuestros ancianos eran muy sabios y compartían sus conocimientos con todos los
que quisieran escucharlos.

- Creo que será mejor que dejemos a nuestros invitados descansar y comer un poco, -

[30]
dijo Kalen – yo les cedo mi tienda para que estén tranquilos mientras nosotros
discutimos sobre todo lo que nos habéis contado y tenéis mi palabra de que nada ni
nadie hará nada en vuestra contra o será su vida. – y dijo esto último mirando a
todos los presentes.

- Muchas gracias Kalen, es usted muy amable, y la verdad es que sí que necesitamos
un descanso.

- Owen es mi hijo y se ocupara de que no os falte nada y se ocupara de que nadie os


moleste. – Kalen miro a Owen y no hizo falta más, enseguida Owen los acompaño a
descansar a la tienda de su padre.

Pasaron varias horas, y parecía que hasta el día siguiente no se decidiría nada, así que
comieron un poco de lo que les llevaron, e intentaron descansar. Al amanecer Owen fue a
llamarlos para que fuesen a la tienda principal ya se había tomado una decisión y tenían que
comunicársela.
Cuando entraron en la tienda principal la mayoría de los rostros mostraban una sonrisa y
solo alguno que otro estaba con cara de fastidio, sobre la mesa había un pergamino para
sellar la alianza.
A pesar de las protestas de algunos se hizo el pacto de sangre con la alianza y así el destino
de todos los presentes seria el mismo, vencer o morir.

Los nueve y el ejército, compartieron toda la información que tenían, y empezaron a


preparar estrategias para la lucha con el enemigo, lo primero que tuvieron que hacer todos
los lideres fue explicar a sus hombres, que un ejército de dragones se uniría a ellos, y que
no debían atacarlos porque eran aliados, cosa que les costó a algunos, más que a otros.
Para que durante las batallas no atacasen a los dragones aliados, esto debían llevar en una
de sus patas una cinta de color que contrastase con su piel y así ser fácilmente reconocible.

Después de muchas batallas, y de años de guerra las muertes pesaban, y el dolor que sentían
que parecía que nada de lo que hacían servía de mucho.
De vez en cuando se veía disuelto por la luz de una nueva esperanza, poco antes de la
última batalla mi madre puso el huevo del que yo nacería. Eso subió los ánimos de todos, y
las esperanzas de un futuro mejor renacían en todas las razas.

Cada vez se recuperaban más territorios, que habían sido invadidos por el enemigo, y
muchos de los que habían perdido sus hogares, pudieron volver a sus casas, otros territorios
habían sido totalmente arrasados, y no quedaba nada ni nadie que los reclamase, como por
ejemplo esta isla, que ahora es mi reino, aquí no quedaba nada y la alianza del ejército de
las mil razas, le otorgaron este territorio a mis padres, para que lo recuperasen y gobernasen
con la condición de que todo aquel que quisiera vivir aquí fuese de la raza que fuese seria
bienvenido. Y por supuesto mis padres aceptaron el territorio como todo un honor.

La última batalla fue la más terrorífica de todas, los dos ejércitos se habían apostado a
ambos lados de un valle. en la distancia podían verse las fuerzas que le quedaban a cada
bando que eran menos de lo que lo que en un principio creían. En el bando de los dragones
quedaba unos quinientos soldados, no más de cien guardianes, cuatro generales, y los
[31]
cuatro dragones reales que quedaban.

Del bando del ejército de las mil razas, en la zona central se podían ver unos cinco mil
soldados de todas las razas, detrás de ellos estaba la caballería, con unos dos mil efectivos
en los flancos, estaban unos doscientos dragones soldados, en cada lado detrás de la
caballería había unos cincuenta guardianes, y los seis generales, y tras ellos junto a los
demás gobernantes estaban los nueve dragones reales.

Se dio la orden de avanzar, los soldados de a pie empezaron a avanzar paso a paso,
despacio todos a una sin romper la formación, y golpeando los escudos con sus armas, los
dragones soldados todavía no avanzaban, y los enemigos se envalentonaron pensando que
la infantería sin los dragones seria presa fácil, así que dieron la orden de atacar, cuando
todos los dragones soldado enemigos estaban en el aire, y acercándose rápidamente a los
soldados de a pie, de detrás de la caballería salieron una infinidad de máquinas, manejadas
por dos soldados cada una, eran una especie de ballestas gigantescas, con unos virotes con
aristas, de inmediato de pusieron a disparar contra los dragones que estaban en el aire y que
ni si quiera se habían percatado del movimiento del enemigo, los virotes volaron y
destrozaron las alas de los dragones, eso cuando no los alcanzaban directamente, apenas un
puñado quedo en el aire sin saber muy bien cómo reaccionar.

Las ballestas se retiraron, y los dragones y la caballería avanzaron hacia el enemigo que
ahora en su mayoría no podía volar, el enemigo mando al ataque a los guardianes, en ese
momento cuatrocientos dragones soldados, del bando del ejército de las mil razas que
habían permanecido ocultos, aparecieron por los flancos. Cuando el bando de los dragones
vio aquel movimiento supo que era un todo o nada, y que los dragones reales tendrían que
luchar o los derrotarían, alzaron el vuelo y se escondieron entre las nubes, a esperar una
oportunidad. Ya habían perdido a uno de los suyos en una batalla anterior por un despiste, y
no estaban dispuestos a volver a cometer el mismo error.

Mientras las tropas de a pie, y la caballería luchaban, y acababan con los dragones que
caían al suelo, los dragones del bando de la alianza, que eran más numeroso atacaban por
grupos a los guardianes que, aunque eran más grandes y fuertes, se veían superados por los
numerosos enemigos. Entonces los generales de los nueve avisaron a sus gobernantes de la
maniobra de los dragones reales enemigos, y los dragones reales, a sabiendas de que, si
mandaban a los guardianes, o a los generales, no tendrían nada que hacer contra un dragón
real decidieron que los guardianes y generales, se quedarían protegiendo a los demás
gobernantes, y ellos acabarían con la guerra. Sabían que sería peligroso y que seguramente
alguno no volvería, pero era lo que tenían que hacer y no dudaron en alzar el vuelo.

Los nueve se perdieron entre las nubes, en busca de los cuatro que allí les acechaban, todo
quedo en silencio, en el campo de batalla ya nadie luchaba, todos miraban al cielo
esperando un desenlace, ya que solo lo que pasara allí arriba determinaría quien ganaba la
guerra. Durante un rato solo se escuchaba el viento, ni siquiera una respiración rompía el
silencio, y la tensión del momento,

Dos dragones aparecieron entre las nubes, enzarzados en una lucha feroz, y sangrienta, la
magia que lanzaban como un chorro de energía, contra los enemigos era inútil contra otro
[32]
dragón con la misma magia, así que todo dependía de la fuerza, y destreza en la lucha
cuerpo a cuerpo, mientras luchaban, cayeron al suelo mientras seguían peleando por sus
vidas. Al final los dos estaban en el suelo inmóviles, parecía que se habían matado
mutuamente, entonces muy lentamente, uno de ellos intento levantarse era Lennox, pero
estaba muy mal herido.

Kendra, lo vio desde el aire y voló a ayudar a su amigo sin pensar en que quedaría
expuesta, y así fue el enemigo estaba al acecho, y en cuanto Kendra salió de entre las nubes
desde encima de ella se lanzaron dos de los enemigos agarrándola con sus garras por las
alas y estrellándola contra el suelo una vez allí y con Kendra aturdida y dolorida le clavaron
en el pecho una lanza matadragones, Taranis que había salido tras su amada para que no
hiciese locuras lo vio todo mientras se acercaba a toda velocidad a por Kendra y su alma y
corazón se partieron en miles de pedazos y con todas sus fuerzas y usando su propia energía
vital ataco a los dos asesinos de su amor y razón de vivir, y aunque la magia de un dragón
no afecta a otro con la misma magia si esta se combina con la energía vital se lleva la vida
de los atacados y del atacante por eso es una técnica prohibida.

El ataque de Taranis, acabo con los dos enemigos dejando los secos de vida, y con sus
últimas fuerzas, se fue hasta donde estaba Kendra, todavía estaba viva, pero no por mucho
tiempo se abrazaron y con sus alas formaron un capullo que los mantendría unidos en su
muerte y por toda la eternidad.

Después de eso el ultimo dragón real enemigo huyo con un general un par de guardianes y
algunos soldados que aún le eran fieles, en el campo de batalla el silencio era sobrecogedor,
todos sabían que la guerra había terminado, pero nadie se atrevía a hablar casi ni a respirar
por si era un sueño, que se pudiese desvanecer en el aire.

Los primeros en reaccionar fueron los cinco dragones reales que fueron rápidamente donde
yacían sus amigos y se quedaron junto a ellos guardando silencio respetuosamente por el
sacrificio que habían hecho.

Después ya todo empezó a moverse y a organizarse, por fin la guerra que tantos años había
durado por fin acababa y todo gracias a los héroes que consiguieron matar a los terribles
dragones, sus cuerpos fueron trasladados a sus respectivos reinos y allí fueron enterrados
con todos los honores.
A mis padres los trajeron a este reino que habían aceptado y jurado cuidar y fueron
enterrados en el centro de la isla bajo una colina rodeada de bosques y con una roca
redonda y lisa en el centro.

- ¿Entonces el lugar en el que aparecí es la tumba de tus padres? – dijo sorprendida


Lizbeth.
- Así es, por eso en un principio me enfade cuando te vi, pero cuando te mire de cerca
y te vi tan asustada y perdida solo pude sentir debilidad por ti.
- ¿Y el secreto es que te puedes convertir en un humano? Eso sería increíble…

Antes de que Lizbeth terminara la frase el cuerpo de Black empezó a cambiar a hacerse más
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pequeño, sus alas desaparecieron en su espalda y su piel se fue suavizando y cambiando de
color, su rostro se hizo más pequeño su hocico se encogió y empezó a crecerle pelo, fue
cambiando hasta que frente a ella había un joven de más o menos su edad solo llevaba
puestos unos pantalones y el torso desnudo marcando todos sus músculos, bien definidos,
sus manos eran grandes y fuertes pero agiles, su pelo era de un negro azabache, ni liso ni
rizado sino con ondas caprichosas que caían hasta la mitad de su espalda era alto media por
lo menos un metro ochenta, sus rostro era simétrico marcado y muy hermoso y sus ojos
eran grandes y negros con un brillo rojizo. Lizbeth estaba atónita ante el joven que tenía
delante, y no solo porque parecía mentira que aquel enorme dragón fuese ahora el joven
que tenía delante si no porque en ese momento recordó que ya lo había visto.

- ¿Y bien? – dijo Blakc levantando los brazos y dando una vuelta sobre sí mismo.

- ¿Eres tú de verdad? no es otra vez ese sueño, ¿verdad? – Lizbeth estaba a punto de
llorar de la emoción.

- ¿a qué sueño te refieres? ¿pasa algo malo? – Blakc se acercó a ella y la sujeto
suavemente por los hombros mientras la miraba preocupado.

- Yo ya te había visto con este aspecto, llevo soñando contigo con este aspecto desde
hace mucho tiempo, pensaba que era solo mi imaginación intentando hacer realidad
mis deseos, nunca pensé que fuese real.

- ¿Deseabas que fuese un ser humano? – Blakc la miro a los ojos y vio en ellos
reflejados los mismos sentimientos que el mismo tenía y ya no podía seguir
ocultando más.

- Desde hace tiempo que mis sentimientos por ti no son solo de amistad, pero como
era evidente que un dragón y una simple humana no podían ser más que buenos
amigos me he tragado mis sentimientos y he seguido a tu lado como tu amiga.

- Yo la verdad, es que no me había dado cuenta de que era lo que realmente sentía,
hasta que hace unos días, Bricio me estaba poniendo al día sobre unos comerciantes
de caballos, que querían venir al reino a hacer negocios, y yo sin pensar mucho dije:
- A Lizbeth le encantarían esos caballos – y entonces Bricio bromeando dijo: -
Siempre pensando en lo que le gusta o no a Lizbeth, si no fuese porque sé que es
imposible pensaría que estáis enamorados…- y soltó una carcajada. Yo le seguí la
broma, y seguimos hablando, pero aquellas palabras que inocentemente bricio dijo
como broma, a mí me hicieron ver que en realidad hacía mucho tiempo que te
amaba. Todas las charlas que hemos tenido, escapadas para sobrevolar el reino,
bromas, risas, momentos que nunca había compartido con nadie, han ido haciendo
que mis sentimientos sean más profundos, y fuertes, hasta que ha llegado el
momento en que tenía que contártelo, o me volvería loco.

- Creo que es como dices, todos esos momentos de confidencias, de intimidad, de


risas y llantos, nos han unido más de lo que creíamos posible, y ahora míranos aquí,

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dos tontos enamorados. – Lizbeth rompió a llorar porque sabía cómo había
terminado siempre su sueño.

- ¿estas bien? ¿Por qué estas llorando? – a Blakc se le rompía el corazón de verla
llorar, y la abrazo con fuerza para que ella supiese que él estaba allí, y que no la
dejaría sola.

- Te amo, - dijo ella casi en un susurro – por eso sé que esto no durara mucho tiempo,
y tú también lo sabes, y no por que dejemos de amarnos, sino porque somos lo que
somos, y no lo podemos cambiar.

- Es cierto que esto, no durara mucho, por desgracia tengo que transformarme por la
mañana en dragón, y por la noche para estar juntos tengo que volver a
transformarme, lo cual es un gasto enorme de energía, y de magia, que no poder
soportar por más de una semana, como mucho diez días, por eso quería decirte que
si quieres podemos dejarlo aquí, y hacer como si nada hubiese pasado, y con el
tiempo lo olvidaras, y seguro que conoces a alguien con quien puedas estar sin
problemas. – las lágrimas corrían por las mejillas de Blakc sin que este pudiera
controlarlo, su corazón sufría y sentía que su alma se hacía pedazos, solo de pensar
en perderla, antes siquiera de haberla podido tener.

- Se que, aunque solo sea por unos días habrá valido hasta el último segundo, porque
el amor que sentimos es tan grande, y fuerte, que incluso ha trascendido una barrera
tan grande, como que yo sea humana, y tu un dragón, así que sea un minuto un día
una semana, no me importa, te quiero y quiero estar contigo. – Le dijo Lizbeth con
cariño, mientras le secaba las lágrimas con sus manos, y besaba suavemente sus
mejillas.

Se abrazaron y besaron, sus manos se acariciaban, y se miraban como si no pudiesen creer


que de verdad estaban allí, juntos por fin, desataron su pasión, y se amaron hasta quedarse
dormidos uno en brazos del otro.

Al despertarse Lizbeth vio a Blakc, estaba a su lado observándola y acariciando su pelo.

- Eres preciosa, y me podría quedar aquí toda la eternidad, observándote, pero falta
poco para que amanezca, y tenemos que volver a nuestros aposentos antes de que
nadie se percate de que no estamos, además no quiero que te enfríes, podrías
enfermar, y no me lo perdonaría.
- Si, el suelo de una caverna no es el mejor sitio, para dormir sin taparse. – dijo
Lizbeth con una sonrisa y un poco sonrojada.
De un solo movimiento ella ya estaba en pie y se estaba poniendo una camisa que solía usar
para dormir, mientras Blakc la miraba embelesado, todavía sin poder creer que habían
pasado la noche juntos. Se levanto y la abrazo dándole un beso en la mejilla y le dijo. – nos
venos en el desayuno. – Ella le devolvió el abrazo, y le beso con suavidad en los labios, y
contesto. - Te estaré esperando. – se soltaron el abrazo, y Blakc empezó a transformase en
dragón, y cada uno volvió a sus aposentos antes de que amaneciera. Al llegar a su
habitación Lizbeth temblaba como una hoja de la emoción, y amor que la llenaban, cuando
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cerro el espejo que hacía de puerta, se dio cuenta de que tanto ella como su ropa estaban
muy sucias, y dentro de nada aparecería Alina para despertarla, corrió a la sala de baño,
donde por suerte siempre había un enorme caldero de agua al fuego, por si hacía falta, se
lavó todo lo rápidamente que pudo, y también limpio la camisa, y ya estaba vestida y se
empezaba a peinar el pelo cuando Alina toco a la puerta antes de entrar.

- ¿Ha pasado algo? – dijo Alina desconcertada al ver a Lizbeth casi lista para salir.

- No, es que no he dormido mucho, y estaba un poco sudada, por eso me he levantado
antes y me he aseado un poco, antes de ir a desayunar. – al decirlo se sonrojo, y
miro para otro lado, esperando que Alina no se percatase.

- No se preocupe, yo me encargare de recoger, y limpiar la sala de baño mientras


usted termina de alistarse.

- Gracias Alina, enseguida terminare.

No tardó mucho en cepillar su larga melena, y recogérsela en una trenza que le caía por la
espalda, y salir hacia el salón donde desayunaba todos los días con Blakc, pero ese día no
era como los demás estaba nerviosa, tenía un millón de mariposas en el estómago, y solo
quería llegar lo antes posible para poder estar con él, otra vez, aunque ahora tendrían que
mantener las apariencias, y tratarse como si nada hubiese pasado.

Por su parte Blakc, cuando llego a sus aposentos también se dio cuenta de que no estaba
precisamente limpio, así que se metió de lleno bajo lo que era una pequeña cascada, que
tenía en su zona de baño, al ser un dragón no necesitaba las mismas cosas que un humano
una cascada, le quitaba cualquier resto de suciedad que pudiese tener de ahí salió a la
terraza, y alzo el vuelo, con un par de pasadas rápidas, estaba seco y reluciente, justo
cuando volvía a entrar llego Bricio, puntual como todas las mañanas para ponerle al día de
las tareas que requerían de su atención, pero ese día ni siquiera lo quisquilloso y
cascarrabias que era Bricio, podía estropearle la mañana. Se dirigió al salón para desayunar
como todas las mañanas, Bricio lo seguía contándole todo el programa del día, pero él no le
estaba prestando atención, solo quería llegar al salón, y estar con ella, sabía que cada
minuto serio valioso y que no podía desaprovecharlo.

Como todas las mañanas Lizbeth fue la primera en llegar, pero no por mucho, casi al
instante llego Black, se saludaron como todas las mañanas, y desayunaron casi sin hablar,
pero sin dejar de mirarse.

- ¿Al final me dejaras que pueda entrenar con un soldado? - Pregunto Lizbeth con
tono zalamero.
- Sabes que no me gusta la idea, podrías salir herida.

- Lo sé, y comprendo que te preocupes, pero al menos podríamos pedir que sea un
voluntario, y que solo sea para detener mis ataques, sin que tenga que devolverlos
golpes, de todas maneras, tú mismo dices que es imposible que un humano pueda
alcanzar a un dragón soldado en un uno contra uno.
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- Está bien, hablare con Druso y con Breogán, que busquen un voluntario, y que le
dejen claro que solo tiene que defenderse, y en ningún caso atacar, si encuentra a
alguien que esté dispuesto, podrás seguir con tu entrenamiento.

- ¡¡ Genial¡¡ gracias, Blakc eres el mejor.

- Ya, y tú eres muy buena consiguiendo lo que quieres. – dijo Blakc en tono acusador,
pero con una risita cómplice.

- Creo que mientras encontramos al voluntario, aprovecharé para salir a cabalgar, y


así ir conociendo mejor todo lo que rodea al castillo.

- Me parece bien, pero quiero que te acompañe alguien, aunque el reino es bastante
seguro, también hay algunos peligros y lugares a los que es mejor no acercarse.

- Está bien, seguro que Lug o Alina podrán venir conmigo.

- De acuerdo, entonces nos vemos a la hora de la comida, y me cuentas que tal ha ido.
– dijo Black mientras se ponía en pie, y Bricio ya se acercaba para que Blakc se
fuese a cumplir con sus obligaciones.

Al final fue Lug, el encargado de acompañar a Lizbeth a dar su paseo, para explorar los
alrededores. El palacio estaba en lo más alto de una montaña, y solo había un acceso a él,
un camino estrecho, con una pared prácticamente vertical a un lado, y un acantilado
también vertical, casi hasta la base de la montaña. Parecía mentira todo en espacio que
había en lo alto de la montaña, con lo escarpada que era, el camino era lo suficientemente
ancho, para que pasara un carro tirado por dos bueyes, pero poco más, al menos no era
excesivamente inclinado, ya que rodeaba la montaña haciendo que el camino fuese una
pendiente suave. Al llegar a la base de la montaña, había distintos caminos, en que mejor
conocía era el del pequeño pueblo pesquero que había em la conta cercana y a veces
visitaba, otro de los caminos cruzaba una pradera, y al fondo se podía ver un bosque, y el
tercer camino bordeaba la montaña. Decidieron cruzar la pradera, que estaba a rebosar de
todo tipo de flores silvestres, y eran unas vistas preciosas. Disfrutaron de galopar
libremente, y de el aroma de las flores, entonces vieron que estaban cerca del bosque que
tan lejano les había parecido al principio del camino.
- Señorita Lizbeth, es mejor no acercarnos más a ese bosque puede ser peligroso.

- ¿peligroso? Parece solo un bosque normal…

No termino la frase, de pronto todo a su alrededor parecía que se había hecho gigantesco,
busco con la mirada a Lug, todavía estaba sobre su caballo, desmonto, y fue a donde estaba
Lizbeth, pero de pronto choco con algo, y no pudo seguir avanzando.

- Señorita no se preocupe voy a por ayuda y enseguida estaremos aquí para rescatarla
usted no se ponga nerviosa. – Dijo el Pobre Lug a punto de entrar en pánico, y salió

[37]
volando a toda velocidad hacia el palacio.
- Al menos mi caballo es de mí mismo tamaño, y no acabare pisoteada por el –
intento consolarse mientras pensaba que Blakc, seguro que se enfadaría por haberse
vuelto a meter en líos. –
- Parece que tenemos una intrusa, en nuestro territorio. – sonó una voz tras unas
plantas que había a su izquierda.
- No soy una intrusa, ha sido un accidente, además nada indica que estes entrando en
un territorio diferente, cuando deberíais avisar si no queréis que nadie entre. – se
defendió Lizbeth de la acusación. -
- Tendría que haber un cartel, a unos metros más atrás que lo pone muy claro.

- Pues yo de ti, iría a comprobarlo porque no hay nada, así que si no te importa
déjame salir, y devuélvenos a mi caballo, y a mi nuestro tamaño, por favor. – dijo
Lizbeth con tono firme e intentando sonar lo más convencida posible. –

- Lo siento, pero eso no podrá ser. – y de detrás de la planta salió un hada, con este
tamaño si tenían esas características alas en la espalda, y sus ropas parecían estar
hechas con pétalos de flores. –

- ¿Por qué no? Ya te he dicho que ha sido un accidente, y que no hay ningún cartel
que indique nada.

- Ya, pero el único que puede revertir el hechizo, es nuestro rey, así que tendrás que
acompañarme a hablar con él.

- Si no queda más remedio, iré, pero tengo que estar de vuelta en el palacio para la
hora de comer, o el rey dragón se molestara bastante. – dijo Lizbeth intentado
parecer alguien importante para que la dejasen irse lo antes posible. –

Después de adentrarse en el bosque durante un rato, estaban frente al árbol más grande, y
viejo que nunca había visto, su guía, la insto a descabalgar, y le aseguro que su caballo
estaba a salvo, nadie le haría daño.

Avanzaron hacia el árbol, y pudo ver lo que parecía una entrada con unos escalones, y así
fue, los escalones subían por el interior del árbol en espiral, de vez en cuando, se habría una
puerta, que daba a lo que parecía un pasillo, sobre las ramas del árbol que desembocaban en
una especie de plaza circular, construida con las propias ramas del árbol. Siguieron
subiendo hasta el final de la escalera, donde se habría una puerta labrada y decorada con
motivos florales muy detallados, al cruzar la puerta, había una enorme sala cuyas paredes
eran las propias ramas del árbol, dispuestas de tal manera que cerraban el espacio, pero
permitían ver todo el bosque a su alrededor, desde la puerta hasta el fondo de la sala, había
dispuesta una alfombra larga, y estrecha de pétalos de flores de todo tipo y color, y llegaban
hasta los pies del Rey y la Reina de las hadas, que estaban allí sentados en unos tronos que
parecían ser también parte del árbol,

Lizbeth sabía que estaba en apuros, en las leyendas que había leído, las hadas no solían ser

[38]
de fiar, respiro profundamente, intentando calmarse y miro hacia arriba, no había techo, y
se veía el cielo azul y despejado. Se acerco hasta los regentes, e hizo una reverencia.

- Así que tú eres la intrusa que se ha colado, en nuestro territorio, - dijo el rey con
cara de desagrado. – una humana que se toma a broma los carteles de aviso de las
hadas debe ser castigados.

- puede que sea humana, pero no me tomo nada en broma, y como ya le e avisado a su
súbdito, no había ningún cartel, y he entrado aquí por accidente, además no puedo seguir
perdiendo más tiempo con esto, me esperan en palacio para comer, y no me gustaría que el
Rey Dragon se molestase.

- Has oído eso querida, esta humana, se cree que puede engañarnos para librarse del
castigo.
- Seguro que es la primera escusa que se le ha ocurrido, es ridícula.

- Si miento, el supuesto cartel de aviso debería de estar, mandar a alguien a


comprobarlo, y veréis que no hay cartel y que yo estoy por accidente.

- Ya he mandado a alguien a comprobarlo, mi señor. – dijo el hada que la había


acompañado hasta allí. Y solo unos segundos después entro otra hada y le susurro
algo en el oído. – Mi señor, al parecer la humana no miente, el cartel se había caído,
y quedado oculto tras unos matorrales. Lo lamento, mi señor, ya lo están reparando.

- Lo veis no miento, ahora si soy tan amables, de devolverme a mi caballo y a mí a


nuestro tamaño nos marcharemos al palacio antes de que sea tarde.

- Vaya lo siento querida, - dijo el rey hada con un tono burlón, que no le hizo ninguna
gracia a Lizbeth. – al parecer es cierto que la señal no estaba, pero aun así creo que
no me apetece nada dejaros marchar, me resultas muy entretenida, y yo me suelo
aburrir mucho por aquí.

- Pero eso no es justo, yo quiero volver, y si me retienen me están secuestrando.

- Tranquila querida, primero come un poco, y después hablaremos de si es mejor el


castillo de los dragones, o mi precioso palacio. – de distintas puertas que quedaban
ocultas con las ramas del árbol, salieron varias hadas, con enormes bandejas llenas
de frutas, sobre todo unas pequeñas ballas rojas, que despedían un aroma dulzón. –
prueba estas bayas solo crecen en nuestros bosques y son muy dulces.

Lizbeth sabía que tenía que salir de allí lo antes posible, no recordaba donde, pero en su
mundo, había leído en un libro de que si comías las bayas que te ofrecían las hadas estabas
perdido, les pertenecías y harían contigo lo que quisieran.

- Es muy amable por su parte el ofrecimiento, - dijo Lizbeth – pero el Rey Dragon me
espera para comer, y no sería correcto hacerle esperar, y comer aquí.

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- Pues, o comes lo que te ofrezco, o no te dejare marchar. – sentencio el Rey Hada.
En ese momento se oscureció el cielo, un vendaval hizo que todos se agachasen para no ser
arrastrados, y una voz trono desde las alturas.

- Se puede saber que pretendes, secuestrando a un miembro de mi corte. – la voz sonó


tajante y furiosa, era Blakc que nada más escuchar lo que Lug contaba que les había
pasado, había salido como una exhalación del palacio dejando a todos con la boca
abierta. – te recomiendo que la liberes de inmediato, si no quieres atenerte a las
consecuencias.
- Majestad, no esperaba que se presentase aquí de improviso, es un honor….

No pudo terminar la frase, Blakc no estaba de bromas y lo corto.

- No estoy aquí para tus zalamerías, he venido porque te has atrevido a secuestrar a
un miembro de mi corte, y no permitiré, que se me falte al respeto, o se me
menosprecie dentro de mi propio reino, solo por ser un rey joven, ahora libera a la
humana, y ya te mandare a alguien, para que te diga que día y hora te esperare para
que me des una explicación, en condiciones de cómo te has podido atrever a
menospreciarme a mí y a los míos.

- Si Majestad enseguida la devolveré a su tamaño y podrá marcharse sin problemas. –


se acercó a Lizbeth y le entrego un saquito diciendo. - Lamento las molestias,
aceptad esto como muestra de arrepentimiento.

- Le advertí que el Rey Dragon se molestaría, - dijo Lizbeth cogiendo el saquito y


mirando el contenido. – ¿son bayas? – dijo con cara de enfado.

- Son para mostrar que de verdad lo lamento. – dijo el Rey Hada con voz zalamera.

- Te crees que por ser una humana soy estúpida, - Lizbeth miro al Rey Hada con
desprecio, y le tiro las bayas a los pies. – se lo que es eso, y no pienso comerlas, no
soy estúpida.

El Rey Hada se quedó de piedra, eso sí que no se lo esperaba, y la Reina que lo había
escuchado todo también estaba estupefacta, y se tapaba la boca abierta con las manos.
Blakc no pudo escuchar lo que decían, pero se dio cuenta de que Lizbeth los acababa de
dejar de piedra, y era mejor sacarla de allí lo antes posible.

- Hay algún problema, - dijo Blakc impacientándose,


- No ninguno – contesto el rey hada – y con unos murmullos indescifrables, y unos
movimientos de manos el tamaño de Lizbeth empezó a aumentar hasta llegar a su
tamaño normal.
- Espero que no me hagáis esperar cuando os cite para habla sobre este asunto. – dijo
Blakc metiendo su enorme mano en la sala, y cogiendo a Lizbeth con delicadeza. –
por cierto, en el límite de tus tierras, hay alguien que se encargara de llevar de
vuelta el caballo de la Señorita al palacio, espero que no sea un problema. – dijo

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Blakc para dejar claro que estaban en su reino y allí mandaba él.

- Ningún problema Majestad, dijo el Rey Hada haciendo una reverencia.

Blakc estaba furioso, con lo que había pasado, y durante el regreso al palacio no dijo ni una
sola palabra. Al llegar estaban Bricio, Viriato, y Druso. Blakc la dejo en el suelo con
cuidado, y se fue hacia el palacio con todos detrás de él. Enseguida llego Alina, y la
acompaño a sus aposentos.

En el palacio de las hadas, el Rey estaba furioso porque su plan no había salido como él
quería, y la humana había conseguido burlarlo.

- Titania, querida como puede ser que una humana, se haya podido escapar de
nosotros, es ridículo... – gritaba mientras iba y venía por el salón, haciendo
aspavientos con las manos, y negaba con la cabeza.
- Querido – dijo la reina sin moverse de su trono, y aparentemente tranquila. – Creo
que es mucho más preocupante, que la humana sabe nuestro secreto, y por si fuera
poco has provocado la ira del Rey Dragon, que podría expulsarnos de su reino por
haber atentado contra alguien de su corte.
- Es cierto…. – dijo pensativo – tenemos que averiguar cómo sabe nuestro secreto, y
evitar a toda costa que este sea divulgado.
- Y como tienes pensado hacer eso, si el secreto se lo hubiese contado un hada esta
habría muerto al momento y la habría marcado, y yo no he visto que está marcada.
- Nadie que no sea un hada, conoce el secreto de las bayas, pero parece que no lo
sabe por ningún hada, hay que averiguar que sabe, de quien lo sabe, y acabar con
ellos antes de que nadie más lo averigüe.
- Muy fácil lo ves todo querido, y a mí me parece que no deberías seguir buscando
problemas con esa humana.
- ¿Has tenido alguna visión, o premonición querida Titania?
- No ha sido eso exactamente, pero algo me dice que es mejor no molestar a esa
humana, tengo la extraña sensación de que es más que una humana normal, y
corriente.
- No te preocupes tanto seguro que no es para tanto, primero averigüemos todo lo
que podamos, y cuando tengamos toda la información actuaremos en consecuencia.
- Oberón, que quede claro que yo te he advertido, y tú vas a hacer lo que te da la
gana, luego no se te ocurra venirme con tus penas. – la reina se levantó de su trono y
salió del salón dejando a su esposo solo con sus ideas.

Lizbeth comió sola en su habitación, Alina le dijo, que el Rey estaba en una reunión muy
importante, y no podría ni comer ni cenar con ella. Y que había recomendado que Lizbeth
no saliese del palacio, hasta que se aclarase el asunto con las hadas.
Al caer la noche, y marcharse Alina para dejarla descansar, Lizbeth se sintió extraña, estaba
deseando poder ver a Blakc, abrazarlo y besarlo, pero era muy posible que el estuviese

[41]
enfadado, y esa idea no le gustaba, no quería discutir con él, tenían un tiempo muy limitado
para estar juntos, y no quería que ese tiempo se fuese en enfados y discusiones, se sentó en
el suelo de la terraza, intentando decidir qué hacer, si ir al encuentro que su corazón y su
alma deseaban, y aguantar la muy posible bronca, o quedarse allí y anhelar a su amado.

- ¿No piensas acudir a nuestra cita? ¿no pensaba que te cansarías de mi tan rápido? –
Dijo Blakc, casi en un susurro detrás de ella, convertido en humano.
- ¿Blakc?, Pesaba que estabas furioso conmigo, y que no querrías verme. – Dijo ella
mientras se levantaba y se volvía hacia él.
- ¿furioso contigo?, Con quien estoy furioso, es con esos tramposos y de poco fiar de
las hadas, siempre tramando maldades. El hermoso rostro humano de Blakc,
mostraba ahora toda su rabia, y sus ojos parecían arder en un rojo intenso.
- Estaba muy asustada, pensaba que no saldría de allí con vida, e intente decirles que
había sido un accidente, que no había entrado allí apropósito, pero no querían
atender a razones, solo se me ocurrió ganar tiempo para que Lug pudiera pedir
ayuda. – Lizbeth se hecho en los brazos de Blakc, casi llorando al poder contarle lo
que había pasado, y por fin liberar la tensión que llevaba aguantando todo el día.
- Tranquila, no fue culpa tuya, fue una trampa que te pusieron esos traicioneros, y no
se los pienso perdonar.
- ¿Pero para que me querían a mí? Si solo soy una humana, no tengo mucho valor que
digamos.
- Puede que fuese por curiosidad, al saber que vives en el palacio cuando aquí solo
viven dragones, pero lo que es seguro es que querían ponerme a prueba, y eso no se
lo pienso dejar pasar.
- ¿Y si solo era curiosidad, porque quería hacerme comer las bayas…?
- ¿a qué te refieres? ¿Qué bayas?
- En mi mundo, yo pasaba mucho tiempo leyendo sobre todo temas fantásticos, eran
mis favoritos, en alguno de mis libros hablaba de las bayas que te ofrecen las hadas,
y te advertía muy seriamente de que si comias de esas bayas, nunca más podrías
volver a salir de su reino, y te convertías en algo como un esclavo, o un títere sin
voluntad. Pero cuando me negué a aceptarlas y le dije al rey que sabía lo que eran,
pareció muy sorprendido, al parecer en este mundo, es posible que sea un secreto o
algo así.
- Cuando Lug llego casi sin aire, y diciendo que las hadas te habían secuestrado, por
un momento pensé que te había perdido para siempre, los que son llevados al reino
de las hadas, no se sabe bien porque, pero ya no desean volver a salir, y allí
terminan sus días viviendo en ese reino, y resulta que es porque los drogan para que
pierdan su voluntad, son despreciables y retorcidos … - abrazo a Lizbeth con fuerza
– casi te pierdo… no creo que pudiese soportarlo.
- Pero no ha pasado, y lo más importante es que estamos aquí juntos tú y yo.
- Hablando de eso, aquí estamos demasiado expuestos, debemos de ir a la caverna es
más seguro.
- De acuerdo, pero llevaremos unas mantas, o algo para no acabar todos llenos de
tierra otra vez.
- Vale cojamos un par de mantas y vamos, tengo la sensación de que aquí me
observan.

[42]
Cogieron las primeras mantas que vieron en el armario, y se metieron por detrás del
espejo, cerrando tras ellos, una vez en la caverna, Lizbeth vio que Blakc ya había
llevado unas alfombras y cojines para que pudieran acomodarse, se pusieron cómodos
en aquel pequeño rincón de la caverna, que habían convertido en el más acogedor para
pasar la noche. Se besaron, acariciaron y amaron toda la noche, olvidando por unas
horas, los problemas del resto del mundo, y los suyos propios, y fueron felices hasta
que llego el amanecer.

Volvieron a sus habitaciones, y siguieron con la rutina de cada día, solo que con lo que
había pasado el día anterior, Lizbeth no podía salir del palacio ni siquiera yendo
acompañada, al menos hasta que se aclarasen las intenciones del Rey Hada.

- Alina, creo que me moriré de aburrimiento, si esto no se aclara pronto, - Comento


Lizbeth distraída, mientras paseaba por uno de los jardines interiores del palacio con
Alina.
- No cree que exagere un poco, no han pasado ni un día desde que el Rey ha ordenado
que no pueda salir del palacio.
- Pero no es ni media mañana, y ya he hecho todo lo que podía hacer estando aquí
dentro.
- Siempre puedes ir a ver a Viriato, seguro que estará encantado, de instruirte sobre
algún tema que desconozcas, o sobre el que quieras saber más.
- Pues mira, no es mala idea, al menos así no estaré dando vueltas sin sentido a todo
este asunto.

En el salón del trono, se habían reunido con el Rey dragón, los cortesanos más importantes,
y los gobernantes de otros pequeños reinos que estaban dentro del reino del dragón. En el
trono por supuesto estaba Blakc, con cara de malas pugas, seguía furioso por lo sucedido
con las hadas, y no lo ocultaba en absoluto. A ambos lados del salón estaban los generales
Druso y Breogán, con tres dragones guardianes a cada lado, detrás del trono estaba Hervé,
con seis dragones más, también tres a cada lado, en el salón estaban dos reyes enanos, el
rey de los duendes y los lideres de los pueblos más importantes del reino que habían sido
requeridos para una reunión de emergencia con el Rey.

- Como todos vosotros sabéis bien, soy un rey joven que gobierna este reino lo mejor
que puedo, para que todos los que aquí viven estén bien protegidos, y alimentados,
y gracias a la guía de aliados de otros reinos, como los elfos, y las bestias, o los
humanos, creo que no estoy haciendo un trabajo tan malo….
- Mi Señor, no sé qué ha podido pasar, pero le aseguro que, por nuestra parte,
estamos muy contentos con cómo se dirige el reino, y la paz que hay aquí, que en
otros sitios no encuentras. -dijo el líder de uno de los pueblos más grandes que
además tenía algunas pequeñas aldeas en su zona.
- Estoy de acuerdo con lo que dice el líder, y los demás lideres de pueblos que
estamos aquí nos sentimos igual, en estas tierras puedes estar tranquilo, porque no
hay bandidos, que te asalten en los caminos, y no hay prácticamente ningún tipo de
crimen, fuera de alguna pelea de borrachos en la cantina, y poco más.

[43]
- Es cierto tampoco he visto que haya pordioseros, o vagabundos, aquí todos tenemos
una vida decente, y es gracias a que su Majestad se preocupa por que todo funcione
correctamente. - Dijo otro de los presentes –
- Yo como Rey Enano de las montañas des sur del reino, pienso que no podríamos
haber elegido mejor sitio para vivir, y fue todo un honor, que sus padres nos
acogiesen en sus tierras, sin pedirnos nada a cambio, después de que lo habíamos
perdido todo.
- Yo como Rey Enano de las montañas del este, estoy totalmente de acuerdo con lo
que dice mi compadre del sur, de echo llevamos un tiempo debatiendo si
deberíamos pagar algún tributo, por estar aquí bajo la protección de sus Majestad.
- Yo, el rey de los duendes de los bosques del oeste, estoy de acuerdo con todo lo que
se ha dicho, y por nuestra parte tampoco tenemos ningún tipo de queja, y si, tenéis
toda nuestra gratitud, ya que no muchos reinos se habrían ofrecido a darnos un
hogar por nuestra mala fama.
- Lo que ha sucedido, y por eso os he hecho llamar, es que el Rey Hada, se ha
atrevido a desafiarme, y secuestro a un miembro de mi corte, que a punto estuvo de
ser esclavizado, con un truco ruin y retorcido, incluso después de que yo
personalmente le exigiese que lo liberase. Como comprenderéis, estoy furioso, y de
averse tratado de un reino externo, no habría dejado ni las cenizas, por tal
insolencia, pero es un reino al que mis padres dieron cobijo, y no creo que los
súbditos de ese retorcido tengan culpa de las locuras, y desmanes de su rey. Así que
les he reunido, para que entre todos podamos encontrar el castigo más justo, y que
no afecte a sus súbditos.
Las exclamaciones de furia e incredulidad llenaron el salón y durante un buen rato todos
opinaban, pero nadie sabía cómo poder hacer lo que su Rey les pedía. Mientras lanzaban
posibles ideas, las debatían, y las desechaban, se hizo la hora de comer, y el Rey pidió que
todos se dirigiesen al salón donde comerían, y así podrían seguir debatiendo hasta dar con
una posible solución.
No parecía que nadie fuese a dar con la solución, y la tarde iba avanzando lentamente, y en
previsión de que quizás estarían en esta situación un par de días, se dispusieron los
aposentos para los invitados, para que pudiesen pasar la noche en palacio, y seguir al día
siguiente. Paso la tarde y llego la cena, durante la cual siguieron discutiendo la mejor
solución, y al final cada uno se fue a dormir, dándole mil vueltas al dilema que tenían.
Castigar a las hadas, aunque sufran todas por culpa de su rey, o castigas solo al rey, pero
como, sin que sufra su pueblo.

Cuando Blakc, y Lizbeth se reunieron en la caverna, Blakc le conto todo lo que se había
hablado en las reuniones, y que al final no habían dado con ninguna solución, y que al día
siguiente volverían a reunirse para ver si llegan a un consenso, Lizbeth por su parte, le
conto que como no podía hacer casi nada, se había ido a ver a Viriato y que había estado
todo el día con él, aprendiendo sobre otras razas, y culturas, pero sobre las hadas no hay
mucha información, suelen guardar muy bien sus secretos. Después de ponerse al día,
disfrutaron el uno del otro, sin pensar en nada más, ya que nada más podían hacer en ese
momento.

Al día siguiente, después de atender sus obligaciones en el jardín de las plantas


medicinales, Lizbeth se dirigía a un cobertizo a dejar unas plantas colgadas, para que se
[44]
secaran cuando de repente, apareció ante ella Halana, esta de inmediato se puso de rodillas
en el suelo, y apoyando las manos en el suelo agacho la cabeza, hasta casi tocar el suelo con
la nariz.

- Lo siento, lo siento muchísimo, nunca pensé que fuesen capaces de hacerte algo así,
perdóname. – decía el hada entre lágrimas y desconsolada. –
- ¿Halana que haces aquí? Si alguien te ve, podrían hacerte daño, además porque me
pides perdón, tu no me has hecho nada.
- Cada vez que vuelvo de mis viajes, los reyes me llaman a su presencia para que les
cuente lo que he hecho, que he visto, y si he conocido a alguien interesante. Y yo les
hablé de ti, pero nunca pensé que tuviesen intenciones deshonestas con la
información que yo les daba.
- Tranquila, sé que no es culpa tuya, tú haces tu trabajo y después informas de ello a
tu rey, como usa esa información, o lo que hace con ella, es culpa suya y de nadie
más, además no es ningún secreto, que en el palacio de los dragones vive una
humana así que, aunque tu no se lo hubieses dicho, tarde o temprano lo habrían
sabido.
- He tomado una decisión, y quiero que tú me ayudes, porque es algo que yo sola no
puedo hacer.
- ¿y qué decisión es esa?
- Reniego del reino de las hadas, ya no me considero súbdita del Rey Oberón y la
Reina Titania, y ahora necesito que me cortes las alas…
- ¡¡¡QUE!!! Estas loca, ¡¡cómo voy a mutilarte eso es horrible!! – Lizbeth no podía
creer lo que Halana le acababa de pedir. -
- Es la única manera, de dejar de ser súbdita suya, las alas te las conceden ellos,
cuando demuestras que les puedes ser de ayuda, y es como una marca que le dice a
todos que eres de su propiedad.
- Pero eso será doloroso, y podría ser peligroso para ti… - Intento disuadirla Lizbeth

- No te preocupes, a lo mejor sí que duele un poco, pero no me pone en peligro, ya
que en realidad no son parte de mí.
- veo que no puedo hacerte cambiar de opinión, ¿verdad?
- Así es, ya estaba decidida cuando vine a hablar contigo, si no me mataban antes…
- Bien, que tengo que hacer, - dijo Libeth resignada, y con la esperanza de que todo
fuese bien, y su amiga no sufriera mucho.
- Seguro, que una guerrera cono tú, ¿siempre lleva un buen cuchillo encima?
¿verdad?, solo tienes que cortar las alas, lo más pegado a la piel que puedas, y ya
está. – dijo Halana con una sonrisa, mientras empezaba a descubrir su espalda.
- ¿y ya está?, Dice, como si tuviese que cortarle una uña. – Lizbeth, estaba casi a
punto de entrar en pánico, como era posible, que tuviese que cortarle las alas a un
hada, era una locura.
- Lizbeth, tranquila mira mi espalda, no es nada.
Lizbeth la miro, y vio dos pequeñas alas, como las de una libélula, eran más grandes que las
de una libélula, pero no sobresalían por los lados de la espalda de Halana.

- Son muy pequeñas para volar… -dijo Libeth atónita, por lo pequeñas que eran –

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- Solo podemos usarlas cuando tenemos tamaño hada, en tamaño humano, esto es lo
más que crecen nuestras alas, y por supuesto no puedo volar así, además si te fijas
apenas están unidas a mí. Por favor ayúdame.
Libeth haciendo de tripas corazón, y con sentimientos encontrados, saco el cuchillo que
llevaba oculto en la espalda, y lo miro, estaba muy afilado, si tenía cuidado, Halana apenas
lo sentiría. Se acerco a ella, sujeto las alas con una mano, y con la otra hizo un movimiento
rápido y certero, quedando las dos alas en su mano por un instante, soltó el cuchillo, y las
alas, y enseguida tapo con un pañuelo que llevaba la pequeña herida de la espalda, y esta
vez era ella, la que entre lágrimas se disculpaba, por lo que había hecho.

- Lizbeth, no llores no has hecho nada malo, y ya no me duele, seguro que ni siquiera
sangra ya.
- ¿Como es posible? No lo comprendo, eran tus alas podías ir y venir, con total
libertad por cualquier sitio.
- Eso no es así de bonito, al ser súbdita de los reyes hadas, todos mis trabajos pasaban
por su aprobación, y todas las ganancias se las quedaban ellos, básicamente somos
esclavos no súbditos
- ¿Como se puede ser tan retorcido y cruel?
- Son eso y mucho más, pero es mejor que hablemos en otro sitio, es posible que aquí
nos estén espiando, además me gustaría hablar con el Rey Dragon, lo antes posible.
- De acuerdo, iremos a hablar con el Rey, -suspiro Lizbeth temiéndose que se
volvería a meter en problemas. – será mejor que llevemos tus alas, como muestra de
que estas de nuestro lado, o no creo que lleguemos muy lejos.
Halana recogió sus alas del suelo, y Lizbeth recogió su cuchillo, y se dirigieron al palacio,
en la entrada había dos guardianes, que al ver a Halana les dieron el alto, entonces Lizbeth
le hizo un gesto a Halana, y esta levanto su mano mostrando sus alas cortadas en ella. Los
Dragones se quedaron perplejos, y aun con una mano tapando sus bocas abiertas les dejaron
pasar. Al llegar frente al gigantesco portón, de la sala del trono, había otros dos guardias,
que se miraron extrañados de que sus compañeros hubiesen dejado pasar a Halana, que
todos sabían que era un hada. Y entonces Halana volvió a levantar su mano mostrando sus
alas cortadas, lo que volvió a dejar a los guardias atónitos.

- Necesitamos ver al Rey de inmediato. – dijo Lizbeth – avisad a Bricio es urgente.


- Pero señorita, su majestad está en una reunión muy importante, y no se le puede
molestar, - dijo uno de los guardias.
- ¿Te crees que no se lo importante que es esta reunión?, Puede que solo sea una
humana, pero no soy estúpida, necesito que venga Bricio de inmediato, tenemos
información importante para los que están en la reunión. – Lizbeth había aprendido
que era mejor no achantarse, cuando tenías que pedir algo a los guardias, porque si
notaban la más mínima vacilación, no conseguías nada.
- Enseguida le avisare señorita, espere aquí un momento. – nada más decirlo se metió
en la sala del trono, y unos minutos después salía con Bricio detrás de él.
- Mas te vale que no sea una tontería, o le diré al general que te ponga a limpiar
letrinas…. – cunando Bricio vio a Lizbeth no termino la frase y se giró hacia ella, ni
siquiera había visto a Halana.
- Bricio, sé que no soy de tu agrado, pero esto es importante de verdad, mira - dijo

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señalando a Halana, - tiene información útil, y se ha cortado las alas para que quede
claro, que está de nuestro lado, tiene que entrar y hablar con el Rey.
- Está claro que, si se ha cortado las alas es que ya no es súbdita de Oberón, esperad
un momento anunciare su llegada.
- Gracias Bricio, de corazón. – dijo Lizbeth al dragón más gruñón de todo el reino
que le contesto con un pequeño gesto de cabeza.
Cuando Bricio anuncio a Halana, esta entro en la sala del trono un poco asustada, y sin
saber muy bien que pasaría, pero tenía que hacer todo lo posible para ayudar, ya estaba
cansada de las maldades que hacían Oberón y Titania. Lo primero que hizo fue acercarse al
trono, y allí ponerse de rodillas e inclinarse hacia delante, dejando su cara a ras de suelo,
puso sus alas delante de ella ofreciéndoselas al Rey como señal de buena voluntad.

- ¿Veo que ya no eres súbdita de Oberón? – dijo el Rey


- No mi señor, en cuanto me entere de lo que habían tramado, en vuestra contra tome
la decisión de que no seguiría sirviendo a unos seres tan ruines, y retorcidos como
ellos, y si me lo permitís, me gustaría ser una de vuestras súbditas.
- Y como se yo que no eres una espía, que trata de sacar toda la información que
pueda para llevársela a tus amos. – replico Blakc con tono suspicaz. –
- Porque la información que os voy a dar, solo la conocen las hadas de más alto
rango, y con ella podréis castigar a Oberón y Titania, sin perjudicar al resto de las
hadas, al contrario, será una gran liberación para muchas.

Escucharon todos muy atentos, todo lo que Halana les contaba, y al final estuvieron todos
de acuerdo, en que esa sería la mejor de todas las maneras de castigo, para esos seres
despreciables. Halana también les advirtió, de que ya estaban espiándolos, pero no con
hadas sino con insectos, que, si estaban lo suficientemente cerca, Titania podía ver y oír lo
mismo que veía y oía el insecto. Esto último alarmo bastante a todos los presentes y se
ordenó que quemasen esencias repelentes de insectos por todo el palacio. Después de
aquello se mandaron unos mensajeros para citar a Oberón y Titania, para que acudiesen al
palacio al día siguiente a media tarde, y por fin la reunión se dio por terminada, y todos los
representantes o gobernantes fueron invitados a disfrutar del palacio, hasta la reunión con
Oberón y Titania. La mayoría disfrutaron de los jardines del palacio, y las comodidades de
sus aposentos, y sobre todo disfrutaron de las abundantes comidas, que se servían en el
salón comedor. Halana recibió permiso para permanecer en el palacio, y enseguida se fue
en busca de Lizbeth, para darle las gracias, y contarle el plan. Pero no llevaban mucho
tiempo hablando en la habitación de Lizbeth cuando tocaron a la puerta.

- Señorita Lizbeth, - dijo Alina entrando en la habitación, - el rey ha ordenado que se


le curen las heridas de la espalda a Halana y que nos aseguremos de que está bien.
- ¡¡Es cierto tu espalda!! – exclamó Lizbeth alarmada, - con todo el ajetreo se me
había olvidado por completo.
- Si no le importa, señorita Halana, pase a la sala se aseo, y le curare las heridas y
comprobare que no haya infección. – dijo Alina dirigiéndose a la sala contigua.
- Vuestro Rey es muy atento, incluso se preocupa por alguien como yo, - Halana se
sentía muy bien tratada, para no ser más que una extraña, y eso la reconforto
muchísimo.

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- La verdad es que, es el mejor, - dijo Lizbeth con una sonrisa de oreja a oreja y con
los ojos brillando como estrellas, - tiene un corazón tan grande que no le cabe en el
pecho.
- Si que es extraordinario, seguro que Oberón si ve a alguien herido como mucho se
burlaría del pobre desgraciado.
- Bueno, es mejor no pensar en ese individuo, es capaz de poner de mal humor,
incluso al más feliz del mundo.
Siguieron charlando, y a la hora de cenar apareció Lug,
- señorita Lizbeth, su majestad desea que tanto usted como la señorita Halana acudan
a la cena, con todos los representantes de pueblos y reinos de nuestras tierras, así
que por favor si son tan amables de arreglarse para tal evento, lo antes posible se los
agradecería. Yo les esperare en el pasillo, para acompañarlas al salón.
- Valla eso no me lo esperaba, - Dijo Lizbeth sorprendida, por el anuncio de Lug. –
- Yo tampoco esperaba asistir a una cena real esta noche, - dijo Halana tan
sorprendida como Lizbeth. –
- Y que me pongo yo ahora, para esta cosa, - Lizbeth no era amiga de formalidades y
ropas demasiado pomposas. – solo tengo los dos vestidos que me hicisteis cuando
nos conocimos.
- Ponte el vestido negro, ya que es una cena es más apropiado además seguro que te
quedara estupendamente.
- Te hare caso, ya que tu seguro que tienes más experiencia que yo en estos asuntos.

El vestido era ajustado al cuerpo, hasta la cadera, donde se ensanchaba, y hacia una caída
preciosa, las mangas eran ajustadas al brazo, hasta el codo, donde se abría como una
campana, y el extremo inferior de la manga caía casi hasta el suelo, el vestido era negro,
pero rodeando el escote de corte redondo, el bajo del vestido, y los puños de las mangas,
tenían un ribete bordado en tonos morados, y a la cintura llevaba una cadena decorativa
plateada, que caía sobre en lado derecho del vestido. Era parecido a esos vestidos que salen
en las películas ambientadas en el medievo. Halana con su magia, cambio su vestido por
uno similar, al de Lizbeth y la ayudo a arreglarse el pelo, cuando estaban listas salieron al
pasillo, y allí estaba Lug que las esperaba.

Al entrar en el salón, Lizbeth vio que habían cambiado algunas de las mesas, para que todos
los invitados, estuviesen relativamente cerca de la mesa del Rey. La mesa del Rey era
grande como un escenario, y estaba más o menos, centrada en un extremo de la sala, habían
levantado las mesas de los invitados para que estuviesen más o menos, a la altura de la del
Rey, pero a un lado y en ángulo recto con respecto a la del Rey, del otro lado estaba la mesa
de los que vivían en el palacio, también en ángulo recto, con respecto a la mesa del Rey, en
ella estaban Viriato, Bricio, Breogán y Druso, Hervé, por el contrario, estaba de pie tras su
Rey.

Cuando el Rey, se percató de que las dos mujeres habían llegado, se puso en pie y dijo:

- Señores, acaban de llegar las damas, que han salvado el día, - dijo haciendo una
pequeña reverencia, - por favor, hoy seréis mis invitadas de honor, y compartiréis
mi mesa. – e hizo un gesto, señalando una mesa con dos sillas a su lado, (más bien

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sobre su propia descomunal mesa.)
Todos los presentes, se levantaron para recibir a las recién llegadas, y también les hicieron
una reverencia. La cena fue tranquila, y amena entre charlas, y risas, y poco a poco los
invitados se iban retirando, a sus aposentos a descansar.

- He ordenado que te preparen unos aposentos para que puedas estar tranquila, - le
dijo Blakc a Halana cuando casi habían terminado de cenar. – Alina te acompañara,
y comprobara tus heridas.
- Majestad, me siento muy honrada, porque se preocupe por mí, pero solo soy un
hada, no se preocupe estaré bien. – Halana se sentía que no merecía tan buen trato
por parte de nadie, porque nunca nadie la había tratado así de bien. –
- Por supuesto que tengo que preocuparme, por como estas, primero eres una persona
que siente y padece, y solo por eso ya mereces que se trate bien, segundo tus heridas
son la muestra de tu lealtad hacia mí, y los míos, por lo que esas heridas son más
importantes de lo que imaginas para mí, y además has dado información valiosa
para que podamos castigar a unos malhechores, por muy reyes que sean, y por si
todo eso fuese poco, eres una de mis súbditas, y yo siempre me preocupo por el
bienestar de los míos.
Halana lloraba de agradecimiento, y felicidad, por fin se sentía feliz y a gusto, y para ella
aquello era más valioso que todo el oro del mundo. Alina la acompaño a sus aposentos, y le
reviso las heridas, después Halana se quedó sola, y tumbada en aquella cama extraña, se
sintió en casa, y se quedó dormida sin temores, ni preocupaciones.

- Muchas gracias, por cuidar de Halana, - Le dijo Lizbeth a Blakc, cuando Alina se
llevaba a Halana a descansar. – es muy buena persona, estaba dispuesta a morir si
hacía falta, para poder contaros todo lo que sabia.
- La verdad es que me ha sorprendido muchísimo, que se cortase las alas para
demostrar su lealtad, para un dragón perder las alas, sería como matarlo, no me
puedo imaginar la vida sin poder volar.
- Lo sabía, - Dijo Lizbeth mientras unas lágrimas corrían por sus mejillas, - he hecho,
algo horrible…
- ¿Qué te pasa?, ¿qué dices que has hecho?
- He sido yo… - dijo casi sin voz – yo le he cortado, las alas a Halana.
- Vale, tranquilízate un poco, y vete a tu habitación, no te molestes ni en cambiarte.
Te esperare allí. – le dijo Blakc en un susurro, para que nadie lo escuchara.
Lizbeth se levantó y se despidió educadamente, de todos los comensales, y les agradeció su
presencia y se retiró a descansar. El pasillo que llevaba a sus aposentos parecía interminable
y las palabras de Blakc sobre cómo se sentiría el sin sus alas, le pesaban en el corazón.

En el salón los invitados y miembros de la corte seguían disfrutando de la comida, las


charlas y el vino, entonces Blakc, se puso en pie y dijo:
- Señores, mañana será un gran día, y dejaremos claro que nadie puede tomarse
libertades, en nuestro reino sin pagar las consecuencias, pero después de varias
noches de desvelo y preocupación, hoy necesito poder descansar un poco, así que
me retirare. Claro está que ustedes pueden seguir disfrutando de la velada, todo el
tiempo que deseen.

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Todos se levantaron, e hicieron una reverencia a su rey, y este se la devolvió a ellos con
respeto. Nada más salir del salón fue lo más rápido que pudo a sus aposentos, se dirigió
directamente a la entrada secreta que llevaban a la caverna subterránea, estaba a punto de
accionar la palanca que la habría cuando escucho un zumbido, un insecto estaba justo
detrás de él, y lo más probable es que fuese uno de los espías de Titania. Se dio la vuelta y
salió a su terraza, seguía escuchando el zumbido. Solo esperaba que, a Lizbeth, no la
estuviesen espiando, o por lo menos que si así era, ella se hubiese percatado y siguiese en
su habitación.
Decidió hacer algo para despistar al insecto, desplego sus alas, y salió volando hacia
delante, despacio para que el bicho no tuviese problemas en seguirlo cuando llego a una
distancia que considero suficiente hizo un jiro rápido y volvió a toda velocidad a su
habitación, tan rápido entro, que casi choca contra la pared, y en un movimiento rápido
abrió la puerta secreta, y se coló por ella tan rápido como pudo, sin pensarlo se dirigió a la
habitación de Lizbeth, pensando que ella también estaría en la misma situación, con los
bichos espía. Esta vez no uso la entrada del espejo, esa entrada era de tamaño dragón, ya
que aquella habitación en un principio era para alojar a un dragón, pero había una entrada
tamaño humano, justo detrás de un tapiz que había en una de las paredes así que se
transformó, y sin hacer ruido, y sin apenas mover el tapiz se coló en la habitación, Lizbeth
estaba sentada en el borde de la cama. y miraba fijamente un punto delante de ella. Hay
estaba el bicho, volando delante de ella sin perderla de vista.

- Hola, mi amor, - dijo Blakc para llamar la atención de Lizbeth y del bicho. – veo
que tienes un pequeño problema frente a ti. – le dijo para que supiera que había
visto al bicho. – no digas nada solo quédate hay, enseguida estoy contigo.

El tapiz por donde él había salido estaba al otro extremo de la habitación, se acercó con
paso lento pero firme hacia donde estaba Lizbeth y sin prestar atención al bicho, pero
sin perderlo de vista, cuando estuvo junto a Lizbeth la abrazo con fuerza y casi en un
susurro le dijo:
- Sígueme el juego y enseguida podremos irnos de aquí. – la beso con pasión, y
después cogidos de la mano, salieron a la terraza, las vistas eran espectaculares ya
que estaban situados en lo más alto de la montaña más alta, y con la tenue luz de la
luna, el paisaje pareció bañado en plata. – la luna está a punto de ocultarse y ya no
podremos ver este hermoso paisaje, dijo Blakc mirando a Lizbeth, que no entendía
bien que quería decir con aquello. Cuando la luna se ocultó por completo, Blakc
cogió a Lizbeth por la cintura la beso, y le susurró, - cofia en mí y no me sueltes, -
cogidos por la cintura, se acercaron a la pequeña pared de apenas unos 30cm de
alto, de delimitaba la terraza. Hay había un precipicio que llegaba hasta la base de la
montaña, y era impresionante ya que esa montaña debía de rondar los tres mil
metros de altura perfectamente. Blakc, la ayudo a subirse al murete, la cogió fuerte
entre sus brazos, y se lanzaron al vacío, no solo el bicho que estaba en la habitación
siguió a la pareja que parecía a ver decidido acabar con sus días, sino que salieron
varios más que ellos no habían visto en un primer momento, y ahora veían desde lo
alto como salía en busca de sus restos que por supuesto no encontrarían. Ya que
Blakc, había conseguido sacar sus alas, sin perder su aspecto humano, y haciendo
como que caían giraron en el aire, y se pusieron por encima de donde estaban los
bichos. En cuanto perdieron de vista al último bicho entraron rápidamente en la
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habitación, y se colaron detrás del tapiz para salir de allí.

- ¡¡te has vuelto completamente loco! – con el susto en el cuerpo Lizbeth se puso a
abroncar a Blakc. - ! Podrían haberte descubierto, podríamos a ver muerto y encima
me han visto con alguien en mi habitación cuando se supone que soy la única
humana como vamos a explicar eso….

- Tranquila, sé que es una locura y que podría haber salido terriblemente mal, pero no
ha sido así, y la verdad es que estaba muy preocupado, por como estabas tú, has
tenido que pasar un muy mal trago, tu sola al cortarle las alas a tu amiga, y no
quería que estuvieses sola.

Lizbeth lo abrazo con fuerza, y temblando dijo: - ha sido horrible, tuve que coger sus alas y
cortarlas con mi cuchillo, ella no se quejó ni se movió, pero sé que estaba sufriendo, y fui
yo quien se lo hizo. –

- Es cierto que tú, se las cortaste, pero si ella te lo pidió, es porque confía plenamente
en ti, y sabía que podía pedirte algo así, porque tú eres su amiga y la ayudarías a
pesar de que a ti también te hiciese sufrir.
- No sé, pero tengo la sensación de que últimamente, solo hago que meterme en líos,
y eso me hace sentir muy mal conmigo misma.
- Tranquila, que si te metes en un lio, yo te ayudare a salir de él. Y ahora creo que lo
mejor es que nos acurruquemos en nuestro rinconcito, y descansemos un poco de
tantas emociones y nervios, hoy seré tu almohada suave y calentita, que te abrazara
toda la noche.
- Sabes, eres bueno, cariñoso, atento, amable y encima muy guapo, soy la chica más
afortunada del mundo. – una lagrima corrió por su mejilla y una sonrisa triste se
dibujó en su rostro. -
- Tu eres inteligente, fuerte, amable, cariñosa y la más hermosa de todas las criaturas,
te aseguro que el afortunado soy yo. - Sus ojos también dejaron escapar unas
lágrimas su hermoso rostro se tensó, y la abrazo hundiendo su cara en el pelo de
ella, como si quisiera que sus cuerpos nunca más volviesen a separarse.

Así pasaron la noche en un abrazo que ninguno de los dos quería romper porque sabían que
se acercaba el momento en que ya no podrían volver a abrazarse nunca más, aunque
estuviesen uno junto al otro.

Durante el desayuno, también estaban todos los invitados de la noche anterior, así que
tampoco tuvieron mucho tiempo para estar juntos, o hablar un poco, después cada uno tenía
sus obligaciones que atender, a la hora de la comida, se repitió la situación del desayuno, y
no les quedó más remedio que hacer lo que debían, por mucho que les fastidiases. Se
acercaba la hora en la que se tenían que presentar los reyes de las hadas ante el Rey
Dragon, así que se hicieron los preparativos, para la recepción, esta vez no sería en el salón
del trono, sino que se haría en el salón comedor donde durante la recepción se servirían
galletas pasteles, y un te afrutado y floral exquisito.
En un principio el Rey recibió a Oberón y Titania, en el salón del trono y cortésmente dijo:

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- Como nuestros reinos han sido amigos durante muchísimos años, he pensado que lo
mejor sería conversar tranquilamente tomando unas pastas, y un té exquisito que me
han traído de un país del lejano oriente.
Eso hizo el efecto esperado en los reyes de las hadas, que se relajaron pensando que el Rey
dragón no se atrevería a ir en su contra, porque eran muy poderosos. Pensaron que eran
mejores que él y que al final se doblegaría a sus peticiones.
Blakc por el rabillo del ojo, veía las sonrisas de triunfo de Oberón y Titania, y deseaba ver
como se les borraban esas sonrisas de la cara.

Por supuesto se sentaron en la mesa junto al Rey, por el momento no había nadie más en la
sala, aparte de Hervé, que no se separaba de su señor. Se acomodaron y unos sirvientes
sirvieron el té, y unos platos con pastas a los invitados.

- ¿Bueno que os parece el té? Es exquisito ¿verdad? Tiene unos tonos afrutados y
florales únicos. – dijo Blakc como no queriendo ir al grano. –
- Si que es muy bueno y las pastas están muy bien también ¿verdad querida?
- Si, querido tienen un sabor increíble, ¿puedo tomar un poco más de té?
- Por supuesto que, sí que puede, es un honor saber que es de su agrado el té que se
sirve en mi palacio.
- Si que esta bueno, ya he tomado dos tazas y no me importaría tomar otra más, - dijo
Oberón encantado con el peloteo. – pero tenemos que hablar de un asunto un tanto
espinoso, y no quisiera retrasarlo demasiado. –
- Por supuesto por eso os he hecho venir, y espero que vuestra explicación sea
esclarecedora.
- La verdad, es que cuando supimos que una humana vivía en el palacio, y se había
ganado el favor del Rey Dragon, nos preocupó que pudiese tratarse de una espía, y
que estuviese en el palacio para conseguir información, y pasársela a alguien con
malas intenciones. – empezó explicando Oberón no muy convincente. –
- Y como nosotros, no queremos que nadie pueda las timar a nuestro bien amado Rey
Dragon, decidimos que sería conveniente interrogar a la sospechosa, para descartar
que fuese una espía o algo así. – continuo Titania con el discurso que se notaba que
habían estado ensayando. –
- ¿Y si teníais esas sospechas tan claras, porque no hablasteis conmigo y me
trasladasteis vuestras preocupaciones? – pregunto Blakc haciéndose el tonto. –
- No queríamos molestarle, hasta no tener pruebas de que esa humana no era de fiar. –
Dijo Oberón intentando parecer sereno. –
- ¿Entonces el tiempo que Lizbeth, estuvo en vuestro reino fue interrogada para saber
sus intenciones?, ¿qué conseguisteis averiguar?, – siguió fingiendo Blakc. -
- La verdad es que no pudimos interrogarla, no tuvimos mucho tiempo. – dijo Oberón
bajando el cabeza avergonzado. –
- ¿Entonces secuestrasteis a un miembro de mi corte, para interrogarlo sin mi
consentimiento, y encima no lo interrogasteis?
- Vera mi señor, - dijo Titania intentando arreglar el desastre. – como usted llego
raudo a rescatarla, no pudimos sonsacarle nada, pero si tengo pruebas de que es una
espía.
- ¿ha si...? quiero ver esas pruebas, no quiero tener en mi palacio a alguien que es un

[52]
espía sería muy peligroso. – siguió con el juego Blakc, mientras Oberón y Titania
bebían té y comían galletas. –
- Le contare todo lo que se, y vera como esa humana no era de fiar. – dijo Titania
convencida de que lo que contaría ahora al Rey, les haría ganar su favor. – hace
unos días después del mal entendido, entre nosotros mande a mis insectos para
observar a la humana…
- ¿insectos? ¿a qué te refieres con que observarían a Lizbeth?
- Son unos insectos, con los que yo tengo una afinidad muy especial, y a través de
ellos puedo ver y oír, todo lo que ellos ven y oyen, el caso es que esa misma noche
uno de mis insectos, la localizo en una de las terrazas, estaba sentada en medio de la
terraza cuando de su habitación salió un humano, ella se volvió hacia él y se
abrazaron y besaron, enseguida entraron en la habitación echando las cortinas tras
ellos, lo que dificulto mucho que mi insecto entrase, y cuando lo consiguió no había
ni rastro de ninguno de los dos, y eso que busque a conciencia. Después de eso
pensé que si encontraba al humano, sería más fácil conseguir que confesara lo que
estaban haciendo, pero a pesar de mis esfuerzos, buscando durante dos días enteros
en todos los pueblos y aldeas donde hay humanos, no conseguí encontrarlo, así que
o había salido de la isla, o estaba en el palacio, volví a mandar a mis insectos al
palacio, y estaba vigilando a la humana, cuando volvió a aparecer el humano, no sé
por dónde entro pero allí estaba, enseguida se volvieron a abrazar y a besar y
salieron a la terraza, estuvieron un buen rato en silencio mirando el paisaje, y de
pronto se subieron al murete, y abrazados saltaron al vacío, yo mande a mis insectos
tras ellos pero con la oscuridad de la noche, no los encontraron. Supongo que sus
cuerpos sin vida estarán al pie de la montaña. Y esa es la prueba que tengo.
- Veamos si lo he entendido todo. – dijo Blakc ya con un tono más serio. –
Secuestrasteis a un miembro de mi corte, para hacerle un interrogatorio, que yo no
había autorizado en ningún momento, habéis mandado espías, a mi palacio a espiar
a un miembro de mi corte, o a quien a vosotros os pareciese, porque nadie se habría
percatado de que un insecto le está espiando, decís que la seguridad de mi palacio es
tan pobre, que un simple humano se pasea por aquí cuando, y por donde le place,
acusáis a un miembro de mi corte, de ser cómplice de ese humano que se pasea por
mi palacio como si fuese suyo y tener un amorío con él, y para rematar resulta que
los amantes se han suicidado, y sus cuerpos deben estar en algún lugar a los pies de
la montaña. Eso es todo ¿verdad? – dijo ahora con un tono de voz que helaba la
sangre en las venas. –
- Bueno mi señor… - intento hablar Oberón, que con una mirada de Blakc basto para
hacerlo callar. –
- Primero, si atacaís a un miembro de mi corte, es como si me atacaseis a mí, y eso ya
no puedo tolerarlo, porque significa que no me respetáis como Rey de este Reino.
Segundo, antes de que yo meta a alguien en mi corte, ya me he encargado yo de
saber a quién meto y todo lo que haga falta para saber que es de fiar. Tercero, habéis
tenido la osadía, de meter espías en mi palacio, eso no es solo una falta de respeto
hacia mí, y mi corte, si no que podría considerarse traición. Cuarto, habéis mandado
espías a todos los poblados humanos, cuando lo normal, si buscas a alguien es
mandar mensajeros, con la descripción del sospechoso para que, si alguien lo ve del
aviso, pero como no, vosotros solo pensasteis en la manera más retorcida, de hacer
las cosas. Quinto volvisteis a mandar a vuestros espías a mi palacio, y estuvieron
[53]
incluso en mis aposentos, porque yo mismo vi a uno de ellos, así que acusáis de
espía, a otros y soy vosotros los que estáis espiando a todo el que está en la corte
incluido yo, y eso si es traición. Y sexto y último decís que un miembro de mi corte
me ha traicionado, sin prueba alguna y que se ha suicidado en brazos de su amante,
pero tampoco hay cuerpos.
- Mi señor…. – volvió a intentar hablar Oberón, y volvió a enmudecer con la mirada
que le lanzo Blakc.
- Bricio, haz pasar a todos por favor.
Las puertas del fondo de la sala se abrieron y empezaron a entrar todos los representantes
de los pueblos, el Rey Duende los dos reyes enanos y todos los miembros de la corte del
Rey Dragon, Oberón y Titania estaban atónitos no esperaban que estuviesen allí, tanto
empeño en espiar a la humana y no se percataron de todo lo demás.

- por favor pónganse cómodos, y sírvanse un poco de té, y pastas están muy sabrosas.
– dijo Blakc invitando a todos a acomodarse y tomar el té. -espero que todos hayan
escuchado bien la conversación que he mantenido con estos invitados especiales, -
dijo señalando con hastió a Oberón y Titania. – alguien quiere decir algo, o aportar
algún dato que todavía no tengamos.
- Yo como Rey duende creo que lo que han hecho, es imperdonable y merecen ser
castigados severamente.
- Nosotros los Reyes de los pueblos enanos pensamos lo mismo, castigo ejemplar.
- Los representantes de los pueblos y aldeas estamos de acuerdo con que se les
castigue de manera ejemplar.
- Majestad, como responsable de muchos de los asuntos de la corte, esto más que de
acuerdo con que se castigue a estos traidores, y si por mi fuera seria a muerte.
- Mi señor por favor, - Dijo Oberón en tono de súplica, - si todo lo que hemos dicho
es mentira, donde está la humana, seguro que está muerta, mande a alguien a
buscarla, y vera que era una espía. – la voz le temblaba y su tono de súplica era
lastimero, pero cuando miro hacia la puerta, su rostro se desencajo por completo y
sus ojos se abrieron tanto que apunto estuvieron sus ojos de salirse de sus orbitas. –
- Siento mucho el retraso, - dijo Lizbeth entrando por la puerta, - he tenido un
pequeño contratiempo con mi vestido. – llego hasta la mesa del Rey, y se inclinó
haciendo una reverencia, luego miro a los atónitos y desconcertados reyes hadas, y
les lanzo una sonrisa y dijo: - encantada de volver a verlos, espero que les guste el
té. –
- ¡¡¡NO ES POSIBLE!!! YO LA VI CAER AL VACIO… - Titania estaba histérica, -
está muerta y el también…
- No sé a quién vio caer al vacío, ni quien es el, pero como puede ver, yo estoy aquí
vivita y coleando. – y una sonrisa de satisfacción asomo a sus labios. –
- Pues visto lo visto, aquí los únicos espías, traidores y de poco fiar sois vosotros y
por vuestros crímenes seréis castigados. – dijo Blakc muy serio. – si por mi fuera,
ya habría hecho arder vuestro reino, con vosotros dentro, pero como hay muchas
hadas inocentes, que nada tienen que ver con vuestras retorcidas ideas, solo vosotros
seréis castigados.
- Si no queréis que el pueblo de las hadas sufra, no podéis castigarnos si morimos las
hadas también morirán, pero más lenta y dolorosamente, porque están ligadas a

[54]
nosotros. – dijo Oberón con tono de suficiencia pensándose que era intocable. –
- Si, lo sabemos por eso les poneis las alas para que sean de vuestra propiedad, y por
si algo os pasara, todas irían a protegeros porque también es su vida. Pero no os
mataremos, será algo más gratificante que simplemente mataros.
- ¿Qué queréis decir con eso que sería más gratificante? – Oberón cada vez estaba
más desconcertado, y Titania no decía nada, solo miraba a Lizbeth incrédula. –
- ¿Recuerdas esas pastas, tan sabrosas que habéis comido? Llevan un ingrediente muy
especial, sin que os deis cuenta vuestros poderes se han dormido, lo que significa
que por lo menos, en unos dos mil años, estaréis sin poderes de ningún tipo, y eso
no es todo, ese delicioso té, que tanto os ha gustado, ha iniciado en vuestros cuerpos
un proceso que os convertirá en crisálidas, por lo menos el mismo tiempo que estéis
sin poderes, así que serán eso, unos dos mil años, año arriba año abajo.
- ¿Como es posible?, Nadie fuera de los más altos cargos de las hadas, sabe estos
secretos, no es posible.
- Tal vez deberíais tratar mejor a vuestros altos cargos, o a todo vuestro pueblo, ya
puestos ya que sin vosotros ellos mueren, pero quesearíais vosotros sin ellos. – Dijo
Lizbeth mirando a los ojos a Oberón, que no supo que contestar.

Cuando todo acabo, y por fin los cuerpos de Oberón y Titania, se convirtieron en crisálidas,
Halana con un par de guardias, llevo los cuerpos al reino de las hadas, y explicó lo
sucedido, les dijo que era deseo del Rey Dragon que eligiesen a los más sabios entre ellos,
para gobernar el reino, y después se despidió, y volvió al Palacio con los guardianes, todos
los demás se fueron marchando, hacia sus respectivos pueblos, y reinos, y pronto todo
volvió a ser como antes, más tranquilo y silencioso.
Por fin, se marchó el último de los invitados, y Bricio, Blakc y Lizbeth, se dirigían de
nuevo al palacio, después de todas las despedidas, Bricio iba caminando junto al Rey, y
Lizbeth iba un poco más atrás, distraída con unos pájaros que había cerca de allí.

- Mi señor, - dijo Bricio – todavía no entiendo algunas cosas que han pasado.
- A que te refieres, ¿Qué es lo que no entiendes?
- No entiendo la insistencia de esos dos, en decir que habían visto a un humano en el
palacio, tampoco comprendo cómo se les ocurrió decir que la señorita Lizbeth
estaba muerta, si era mentira y enseguida quedarían al descubierto, no sé, pero algo
no termina de cuadrarme del todo.
- Bricio, ya servías a mis padres, antes de que yo fuese ni un pensamiento en sus
corazones, y eres muy inteligente, solo puedo decirte que todo está bien, que estes
tranquilo y confíes en mí.
- Mi señor no será usted el…, no, no puede ser. Creo que necesito descansar un poco,
todo esto me hace pensar, cosas que no son posibles.
- Tranquilo Bricio, y ves a descansar si lo necesitas, de todas maneras, hasta mañana
ya nada más podemos hacer.
- Gracias, señor con su permiso me iré a descansar.

En el palacio, todo volvió a la rutina y cuando todos se fueron a dormir, dos amantes
furtivos se encontraban en la oscuridad, solo hacía unos días que estaban juntos y solo unas
pocas horas cada noche, pero ya conocían cada rincón y cada cuba de sus cuerpos su aroma

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y la sensación de que nunca, nada en el mundo, sería más importante para ellos, que el uno
para el otro, y así furtivos escondidos de todas las miradas, y estando solos en su propio
mundo pasaron los días, y llego el más temido de todos.

- Llevo ya diez días transformándome, dos veces al día y estoy al límite, - dijo Blakc
desconsolado, sin ni siquiera atreverse a mirar a Lizbeth a los ojos, - cuando llegue
la mañana, y vuelva a transformarme en dragón, ya no poder volver a convertirme
en humano, en mucho, muchísimo tiempo más del que un humano puede vivir.
- Los dos sabíamos, que este momento llegaría, y que sería doloroso para los dos,
pero decidimos seguir adelante, porque cada segundo juntos vale la pena por mucho
que duela después.
- Yo no tengo ni tendré nunca la posibilidad de tener una pareja ya que no quedan
hembras de mi especie que estén sin pareja, y los dragones se emparejan de por
vida. Pero tú puedes sanar tu corazón, y encontrar a alguien que te ame, y a quien
amar por el resto de tu vida.
- Me dices que siga adelante sin ti, pero solo de pensarlo se me parte el alma, y se me
para el corazón, por el dolor de que ya no estes a mi lado.
- Yo siempre estaré a tu lado, como tu amigo y confidente, pero no como tu pareja
porque es imposible, y solo sufrirías, y a pesar de todo yo quiero que seas feliz,
aunque eso implique que tengas que amar a otra persona, aun así, yo estaré a tu lado
y seré feliz si tú lo eres.
- No sé qué nos depara el futuro, y no sé si algún día podre amar a alguien, como te
amo a ti, pero por ahora no quiero pensarlo, solo quiero quedarme entre tus brazos y
que la noche no acabe nunca.

Sus cuerpos se amaron toda la noche, y cuando el sol asomaba y llego el momento de
separarse, el dolor de sus corazones se alzó en llanto desconsolado, y se abrazaron y
lloraron, y sus lágrimas recorrieron sus cuerpos intentando aliviar el dolor. Blakc sabía que
su corazón nunca se curaría, por muchos años que viviese, porque su amor era de por vida,
igual que su dolor, consiguió soltar a Lizbeth, y para no arrepentirse y volverla a abrazar se
transformó en dragón, ya estaba hecho no había vuelta atrás.

- Te quiero más de lo que puedas imaginar, pero no me queda más remedio, que
cumplir con mis obligaciones, y cuidar de mi reino, y de todos los que viven en él.
- Lo sé, y esa es una de las cosas que más me gustan de ti, siempre estas velando por
el bienestar de todos. No te preocupes, encontrare la manera de sobrellevarlo, y que
nadie se dé cuenta, pero tendré que estar unos días en mi habitación, hasta que este
un poco mejor.
- Tranquila, tomate el tiempo que necesites, ojalá yo pudiese hacer lo mismo. No
olvides nunca, que te quiero.
- Yo también te quiero, más de lo que he querido a nadie.
Y así se despidieron, saliendo cada uno por una ruta diferente, que llevaba a sus respectivos
aposentos.

Pasaron un par de días, y Alina fue a la habitación de Lizbeth para llevarle buenas noticias.

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- Señorita, buenos días, sé que ha estado un poco indispuesta estos días, pero le traigo
noticias, que seguro la alegraran.
- Buenos días, Alina, ¿qué noticias son esas?
- Pues resulta que tanto el señor Druso, como el señor Breogán, han estado buscando
un voluntario para que la ayude a entrenar, y por fin tienen a uno, la espera en el
campo de entrenamiento de detrás del palacio.
- Estupendo, un poco de ejercicio me sentara bien, y si puedo mejorar un poco mejor,
que mejor.
Al poco ya estaba lista, con su ropa especial para entrenamiento, era como una armadura
hecha con escamas de dragón, que se adaptaba al cuerpo, y era muy ligera por lo que no
impedía ningún movimiento, y protegía perfectamente, esta era de escamas azules parecían
aguamarinas era preciosa. El voluntario, era un soldado rojo, y ya le habían dicho que no
podía atacar, que solo tenía que esquivar, y defenderse, que no debería ser un problema para
un dragón soldado, que un humano no llegase ni a acercarse.

- Buenos días soldado, - pregunto Lizbeth según se acercaba, - ¿Cómo te llamas?


- Buenos días, señorita mi nombre es Allen.
- ¿Así que tú eres el voluntario? – dijo sospechando que no había sido así del todo, -
- Si, señorita, ya me han explicado que no debo atacarla, bajo ningún concepto que
solo debo esquivar, y defenderme.
- Veo que bienes con la cartilla leída, y ahora dime porque te,” han presentado
voluntario”. – dijo Lizbeth adivinando que estaba allí por que algo había hecho y
ese era su castigo. –
- Lo siento, - dijo Allen bajando la cabeza – me dormí, durante mi guardia, y me
pillaron.
- Me lo imaginaba, - dijo Lizbeth con una carcajada, - ninguno de esos dos cedería a
un soldado si no es para castigarlo. Lo siento seré tu castigo. – dijo y sonrió
divertida. – tranquilo, mi arma es una espada de entrenamiento, y aun así dudo que
llegue a tocarte.
- Tranquila, mis escamas resistirán bien cualquier golpe. - Dijo Allen un poco más
tranquilo, al ver el carácter alegre y amable de Lizbeth. –
- ¿Te han dicho si tienes que volver a alguna hora, o cuantos días tienes que estar aquí
conmigo?
- Solo me han dicho, que no vuelva hasta que usted consiga golpearme, y que ni se
me ocurra dejarme ganar. – el pobre soldado, tenía cara de desconsuelo total, por no
poder volver con los suyos. –
- Está bien, entonces más me vale esforzarme al máximo, para que puedas volver lo
antes posible, eso sí será entrenamiento intensivo, te quiero aquí cada mañana antes
de que salga el sol, y no nos marcharemos hasta que se ponga, Alina se encargara de
traernos toda el agua, y comida que necesitemos. Estas listo para tu castigo.
- Estoy listo.
Empezaron el entrenamiento, y como era de esperar los primeros días ni se acercaba, pero
poco a poco, en los dos días siguientes, Allen empezaba a tener problemas para esquivar
todos los ataques, y ya se había tenido que defender de un par de ellos. En los dos días
siguientes, ya tenía que defenderse activamente, y no podía esquivar ni un solo golpe.

[57]
- Es increíble, lo mucho que ha mejorado en solo unos días, - dijo Allen realmente
impresionado, mientras hacían una pausa para comer. –
- Espero poder golpearte pronto, y que te levanten el castigo.
- Bueno si, al principio me pareció un castigo, pero ahora que la conozco me parece
una persona increíble, y no me importaría seguir entrenando aquí con usted.
- No sé, cómo se tomarían eso Druso, o Breogán, seguro que pensarían que les quiero
quitar el puesto o algo así… - se rio Lizbeth y Allen le siguió la broma y rieron un
rato antes de seguir con el entrenamiento.

Ya casi se había puesto el sol, y Lizbeth y Allen seguían enfrascados en su entrenamiento,


Alina, ya se acercaba para avisarles, de que era hora de recoger, y ya seguirían al día
siguiente, cuando Lizbeth lanzo un golpe, pero era una finta, y cuando Allen fue a pararla,
la espada de Lizbeth se dirigía directa a su cara, Allen no pensó, solo reacciono, y soltó una
llamarada, antes siquiera de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Enseguida la corto,
pero, aun así, e incluso llevando una armadura, que no era la apropiada para resistir una
llamarada por corta que esta fuese, no había posibilidad de que Lizbeth estuviese viva.
Allen se tiro al suelo, en busca de Lizbeth, y Alina que lo había visto todo cuando se
acercaba grito horrorizada, y se desmayó, Allen levanto el cuerpo de Lizbeth, esperando no
ver más que cenizas, pero no fue así, estaba perfectamente sin un solo rasguñó.
Enseguida, se empezaron a acercar dos soldados, que estaban por allí cerca, para saber que
había pasado, y Lizbeth fue corriendo, a comprobar el estado de Alina, Allen explico a los
soldados lo que había pasado y los tres se quedaron mirando a Lizbeth sabedores de que era
imposible que siguiese viva, Alina se recuperó del susto y acompaño a Lizbeth a sus
aposentos para que tomase un baño antes de la cena.

Cuando Lizbeth, ya había salido del baño y estaba lista para ir a cenar llego Alano:

- Señorita se requiere su presencia en el salón del trono. – dijo Alano muy serio. –

Aquello no le gustó nada a Lizbeth que ya se olía los problemas antes de llegar, y no se
equivocó, Blakc, al que no había vuelto a ver, desde que se despidieron en la caverna,
estaba en su trono, Lizbeth sintió como su corazón se partía, y estuvo a punto de derramar
unas lágrimas, pero consiguió contenerse, Hervé, como siempre estaba detrás del Rey, para
protegerlo, a cada lado del trono estaban, Druso y Breogán, inclinado frente a ellos, estaba
Allen, y a un lado estaba Alina, y dos soldados. Lizbeth se acercó, y se puso junto a Allen,
porque ya se imaginaba, por donde iban las cosas.

- Te di permiso para que entrenases con un soldado, siempre que no fuese peligroso, y
resulta, de que esta tarde, este soldado ha estado a punto de calcinarte. – dijo Blakc
con un tono tan frio que helaba la sangre.
- Ha sido un accidente, Allen no tenía intención alguna de lastimarme, de hecho, fue
el primero en socorrerme. – Intento aclarar la situación Lizbeth.

- Eso lo veremos cuando todos los que presenciaron el incidente den su versión. –
corto Druso.

[58]
- Soldados, vosotros estabais allí cuando paso todo, ¿no es cierto? – pregunto Blakc a
los dos soldados que estaban a un lado.

- Si, Majestad, estábamos practicando unos movimientos nuevos, después del


entrenamiento, cuando de pronto vimos un fogonazo, y miramos para ver que
sucedía. – dijo uno de ellos. –

- Y cuando miramos vimos a Allen, que se tiraba al suelo a socorrer a la señorita


Lizbeth. – dijo el otro – y corrimos para ayudar y saber que pasaba.

- Gracias por vuestro testimonio, ya podéis marcharos. – dijo Breogán. –

- Alina, sé que pasáis casi todo el tiempo cuidando de la señorita Lizbeth desde que
llego al palacio, - dijo Blakc con tono de agradecimiento. - puedes por favor
contarnos ¿qué ha pasado esta tarde?

- Yo como todas las tardes, había ido a preparar el baño para la señorita, y después fui
a el patio de entrenamiento, que hay detrás del palacio para avisarla, de que ya era
hora de dejarlo para el día siguiente, mientras me acercaba observaba, lo mucho que
la señorita había mejorado, y vi como engañaba a Allen, con una finta y justo
cuando estaba a punto de ser alcanzado, lanzo una llamarada. Yo sé, lo que una
llamarada puede hacer, por corta que sea, y la señorita no tenía oportunidad
ninguna, no sé qué más paso, o como se salvó la señorita, pues de la impresión perdí
el conocimiento, hasta que la señorita me despertó.

- Muchas gracias, Alina por todo tu trabajo y por tu testimonio, te puedes retirar. – le
dijo Blakc con tono amable. –

- Soldado Allen, - Dijo Druso, con tono áspero y severo, - no recibió órdenes
expresas, de que este entrenamiento con la señorita Lizbeth, sería solo de esquivar,
y defenderse, y que nunca, bajo ningún concepto, podría atacar.

- Si, señor esas eran mis ordenes, y le aseguro de que en ningún momento intente
hacer daño a la señorita, pero cuando vi el ataque, dirigirse directo a mi cara, y que
no tenía posibilidad de esquivarlo, o defenderme, mi cuerpo reacciono
instintivamente y lance la llamarada, que corte al instante pero que, aun así, alcanzo
a la señorita de lleno.

- Me estás diciendo que una humana ha conseguido atacarte con éxito y no solo eso,
sino que encima es capaz de sobrevivir a una llamarada, no será que ¿intentas
tomarnos por tontos? – volvió a hablar Druso con ese tono áspero como un gruñido.

- Lo que dice Allen es cierto yo le ataque y el solo reacciono no ha hecho nada malo,
además nadie ha resultado herido, solo ha sido un accidente. – insistió Lizbeth
preocupada por lo que le pudiese pasar a Allen. –

[59]
- Lizbeth, se mejor que nadie, que eres una persona bondadosa y que no quiere que
nadie sufra, sobre todo si tu estas implicada, - dijo Blakc, con tono amable y
comprensivo, - pero Allen a desobedecido una orden directa y ha estado a punto de
matarte.

- También se suponía, que yo, no conseguiría alcanzarlo nunca, por lo tanto, también
es culpa mía, por haberlo puesto en una situación inesperada, que ha provocado que
se defendiese instintivamente, que, si no me equivocó, es una parte del
entrenamiento de los soldados, repetir ataques y contraataques hasta que salen
instintivamente. Así que, si le castigáis a él, tendréis que castigarme a mí, por haber
provocado su reacción. – Lizbeth estaba dispuesta a recibir ella un castigo para
librar así a su amigo. –

- Lizbeth, Allen, podéis retiraros mañana a primera hora quiero que os presentéis aquí
para saber que hemos decidido. – Dijo Blakc, con tono de no saber muy bien que
hacer.

Cuando en la sala solo quedaron Druso, Breogán y Blakc, por un momento todo se quedó
en silencio.

- Majestad, - Dijo Druso con tono zalamero, - sé que le tiene cierto apego a la
humana, no sé si como mascota, o algo así, pero creo que le trae demasiados
quebraderos de cabeza, y sería mejor que la mandase, a vivir con otros humanos, y
quitársela de encima.
Druso con la cabeza gacha no lo vio, pero Breogán que estaba al otro lado, vio como los
ojos de su rey se pusieron de un rojo brillante, por la terrible furia que sintió al escuchar las
palabras de Druso. Blakc haciendo un esfuerzo por no dejar salir toda su ira, respiro
profundamente.

- Druso, llevas sirviéndome toda mi vida, y también serviste a mis padres, durante
muchísimo tiempo, no tengo la más mínima duda de que me eres fiel, y que solo
quieres lo mejor para mí, y para el reino, ahora bien, todos en el palacio, o al menos
eso creo, respetan mis decisiones, y cumplen con mis ordenes, el día que traje a
Lizbeth al palacio, a ella le prometí que cuidaría de ella, y di orden de que todos en
el palacio supiesen que era mi protegida, lo que le da un estatus de realeza, y todos
la tratan, y le hablan, con el respeto que su estatus merece, todos menos tu. Puedo
entender que guste más, o menos, que caiga mejor, o peor, pero en este palacio se
tratara a Lizbeth, con todo el respeto, y yo, no, voy a mandarla a ningún sitio, si ella
algún día decide marcharse, será libre de hacerlo, mientras tanto vivirá aquí, y será
respetada como si fuese de mi familia.

Druso no se atrevía ni a levantar la mirada después del rapapolvo que Blakc le acababa de
echar, había metido la pata hasta el fondo y no sabía cómo salir de esa situación.

- Majestad, - dijo Breogán intentando rebajar la tensión, - ya sabemos que Druso, es


un poco bruto en algunas cuestiones, por favor no se lo tenga muy en cuenta, seguro
que se enmendara, de ahora en adelante en esta cuestión. Por otro lado, tenemos que
[60]
debatir que hacemos con el asunto del soldado Allen.

- Tienes razón Breogán, - dijo Blakc más calmado, - tenemos que hacer algo, ¿pero?
¿qué?, si castigamos a Allen por desobedecer también lo estamos castigando por
hacer aquello para lo que lo emos estado entrenando, y Lizbeth se suponía que no
podría ni acercarse así que al final tiene razón en decir que ella lo ha provocado,
aunque haya sido un accidente. ¿alguna idea?

- La verdad es que nunca me he enfrentado a una situación así y no se me ocurre nada


que pueda ser un castigo por desobedecer pero que no sea muy severo por haber
hecho lo que se le enseña en el entrenamiento, - dijo Druso aun cabizbajo y sin
mirar a Blakc.

- Y luego, está la cuestión, de que la señorita Lizbeth se ha culpado a sí misma, por lo


ocurrido, y estoy seguro de que el rumor corre como la pólvora, - dijo Breogán con
tono preocupado, - según como actuemos el humor de las tropas puede cambiar.

- Entonces, tiene que ser un castigo no muy severo, pero que les haga desear no
volver a cometer el mismo error, nunca más, y por supuesto, ya que Lizbeth lo ha
dicho muy claro, ella también será castigada, con el soldado Allen. – dijo Blakc con
una medio sonrisa.

- ¿Se le ha ocurrido algo?, Majestad. Pregunto Breogán, curioso.

- Algo que creo que nos satisfará a todos. – dijo Blakc, - ahora es mejor que nos
retiremos y mañana a primera hora zanjaremos este asunto.

- Majestad, lamento mucho mi comportamiento, no se repetirá. – Dijo Druso con la


cabeza aun bajada.

- Eso espero Druso. – dijo Blakc con tono serio y salió del salón del trono.

Una vez a solas Druso y Breogán, se dirigieron hacia la salida del salón.

- No te imaginas siquiera la suerte que has tenido, - le comento Breogán a Druso, - yo


por un momento pensaba que te fulminaría con un rayo de energía allí mismo.
- No seas tan exagerado solo le ha molestado que no me guste su mascota. – dijo
Druso con despreocupación. – piensa que solo tiene quinientos años es apenas
adulto.
- Pues, ese apenas adulto, te ha mirado con la mirada encendida, y ha tenido que
hacer un esfuerzo, para no acabar contigo allí mismo, así que yo que tú, me dejaría
de tonterías, y no volvería a llamar a la señorita, mascota o algo así, si no quieres
tener problemas.
- ¿En serio se ha enfurecido tanto? – a Druso le cambio la cara – no sé qué tendrá la
señorita, pero si es capaz de que el Rey se enfurezca de esa manera será mejor
evitarla en todo lo posible.

[61]
A la mañana siguiente en el salón del trono se reunieron el Rey, Druso, Breogán, Allen,
Alina y Lizbeth. Entonces Blakc empezó a hablar.

- Teniendo en cuenta, los testimonios y las declaraciones, de los implicados, en el


incidente de ayer por la tarde, donde el soldado Allen, casi calcina a la señorita
Lizbeth, que a su vez a declarado, que fue culpa suya que el soldado, reaccionase de
esa manera, se ha decido que ambos cumplirán con un castigo, acorde a sus faltas. A
partir de hoy tanto Allen como Lizbeth se encargarán de la limpieza cuidado y
mantenimiento de las cuadras del palacio, y eso incluye a los propios caballos, los
mozos que normalmente cumplen estas tareas estarán allí solo para guiar y explicar
que, cuando y como hacer las cosas. ¿alguna pregunta?
- ¿Durante cuánto tiempo tenemos que cumplir este castigo? – Pregunto Lizbeth algo
preocupada.

- Todavía no lo sé, acabo de mandar a un mensajero para pedirle a alguien que venga
a la isla, si está cerca, pueden ser días, pero si está lejos pueden ser meses y vosotros
cumpliréis el castigo hasta que mi invitado llegue. Por cierto, Alina encárgate de
que tengan comida y agua suficientes para cumplir su tarea.

Y con sus órdenes claras Lizbeth, Allen y Alina salieron del salón para empezar con su
tarea, mientras Alina se marchaba a preparar todo lo que necesitarían, los condenados se
dirigieron, hacia las cuadras.

- Eres increíble, - dijo Allen – nunca pensé que un humano daría la cara por mí, ayer
cuando me llamaron, para saber que había pasado, yo ya me daba por expulsado del
ejército, y pensé que tendría que dedicarme, no sé a la agricultura, o algo así, pero
cuando me defendiste, he incluso te culpaste a ti misma, sentí que daba igual lo que
pasara por que había conocido a alguien maravilloso, y eso vale más que nada, un
amigo es el mejor tesoro, y yo te considero mi amiga, para toda la vida.

- Allen tú también eres increíble y por supuesto que también te considero mi amigo, y
me alegro de que no te hayan expulsado del ejército, no te veo yo de granjero. – dijo
Lizbeth y rieron la broma.

- Por cierto, conté a mis compañeros lo que hiciste por mí, y todos te están
agradecidos, incluso quieren conocerte, pero les he dicho que esperen, a ver que
castigo nos ponían, y que después ya veríamos.

- Será genial poder conocerlos, pero será mejor que sea cuando dejemos de oler a
estiércol que creo que será una temporadita.

Y así entre charlas y bromas, el trabajo era un poco más llevadero, pero al final del día,
estaban tan cansados que solo les quedaban fuerzas para llegar a sus respectivas zonas de
baño y descanso. Y Lizbeth antes de ir a cumplir con su parte del castigo tenía que ocuparse
del cuidado del jardín de plantas medicinales por lo que tenía que madrugar más de lo
normal para cumplir con todo, ya llevaban casi un mes de castigo, cuando una tarde que
[62]
Allen, ya había terminado su parte y discutía con Lizbeth por que esta no se dejaba ayudar
apareció volando Blakc, y se posó en una zona limpia del corral que estaban limpiando.

- Majestad, - dijo Allen agachando la cabeza en una reverencia. – podemos hacer algo
por usted.
- Allen, Lizbeth, solo quería comprobar con mis propios ojos como lleváis el castigo
que os impuse, - dijo Blakc en tono formal. –
- Es un trabajo, duro, pero lo hacemos lo mejor que podemos, - dijo Allen. –

- Veo que solo queda una pequeña zona por limpiar, ¿por qué no ayudas a Lizbeth y
acabáis antes? – pregunto Blakc a Allen. –

- Ya me gustaría, - dijo Allen con tono pesaroso – pero se niega en redondo, dice que
ella tiene que hacer la mitad del trabajo y que si yo la ayudo seria como hacer
trampas.

- ¿entonces tú has terminado tu trabajo? ¿Por qué sigues aquí, en vez de irte a
descansar?

- Siempre me quedo con ella, hasta que termina, por si necesita algo o puedo
ayudarla, no podría marcharme y dejarla aquí sola después de lo bien que se ha
portado conmigo, la considero una amiga y una gran persona.

- Me alegra que os llevéis bien y espero que este castigo os allá servido para pensar
un poco las cosas antes de hacerlas.

- ¿Eso quiere decir que el castigo a terminado?

- Shhh… es una pequeña sorpresa para Lizbeth que quiero darle, - dijo Blakc
acercándose a Allen y hablando en un susurro para que Lizbeth que seguía
enfrascada en su tarea no lo oyese, - ahora no te preocupes y ves a descansar yo me
quedare con ella hasta que acabe su trabajo.

- Muchas gracias Majestad, - dijo Allen con una reverencia y salió volando de allí. –

- Bueno señorita Lizbeth, te queda mucho por hacer todavía… - dijo Blakc en tono
burlón. –

- Pero lo hare, como todos los días, - dijo ella algo molesta por el tono de burla. –

- Lo sé, eres la persona más responsable que conozco, bueno aparte de Bricio, pero lo
suyo roza la obsesión, - dijo esta vez en tono de broma y con una sonrisa. –

- Ya solo me queda llevar este montón de estiércol al fondo del corral para que
composte, - dijo ella con un suspiro. - pero todavía no sé porque estás aquí y por
qué le has dicho a mi compañero que se fuese.

[63]
- La verdad es que te quería pedir algo, y claro prefiero no tener testigos de nuestras
conversaciones.

- ¿Ha pasado algo que te preocupe? – dijo Lizbeth preocupada acercándose a Blakc
hasta estar frente a él, y cogerle uno de los enormes dedos de su mano. –

- Solo espero que no te enfades mucho conmigo, - y con una sonrisa traviesa cogió a
Lizbeth con su mano y lanzo un rayo de energía que incinero el montón de estiércol
en un pestañeo. – lo siento, pero creo que ya has terminado tu tarea por hoy.

- ¿¡pero, qué haces¡? Era mi obligación….

- Lo sé y lo siento, no te enfades, pero es que, te echo de menos, y quería que


acabases ya para que vengas a cenar conmigo, - dijo Blakc con tono de súplica para
ablandar a Lizbeth, - desde aquel día no hemos vuelto a comer juntos ni una vez y
me siento muy solo, te extraño mucho.

- No me enfado, pero me ha sorprendido un poco tu reacción, la verdad, es que yo


también te echo mucho en falta, y me encantaría retomar nuestra rutina de comer
siempre juntos, pero mientras dure el castigo solo podremos cenar juntos.

- De acuerdo pues vamos, - cogió a Lizbeth y la llevo volando hasta la terraza de sus
aposentos para que pudiese bañarse y alistarse para cenar, - hoy te esperare yo a ti
en el comedor, - y se fue volando, haciendo piruetas de felicidad.

Lizbeth también se sentía feliz de poder cenar con Blakc, así que se bañó y vistió tan
rápidamente como pudo, y casi se olvida de peinarse antes de salir, pero enseguida estuvo
lista, y fue tan rápido como pudo al salón donde solía comer con Blakc. Y al abrir la puerta,
allí estaba, enorme e imponente, el Gran Dragon Negro, y el ser al que más amaba, en el
mundo, aunque esos sentimientos se tenían que enterrar, en el fondo del corazón, y no
dejarlos salir, a veces cuando lo veía así, tan esplendido las mariposas volvían a revolotear
en su estómago.

- Has cumplido tu palabra esta vez has llegado tu primero. – Dijo Lizbeth
acercándose a la mesa. –
- Una promesa es una promesa, - sonrió Blakc – que miraba a Lizbeth con un cariño
que no podía esconder delante de ella.

Pasaron la velada charlando sobre todo lo que habían hecho durante el tiempo que no
habían podido estar juntos, se pusieron al día y rieron de anécdotas y bromas, a la hora de
irse a dormir como los aposentos estaban el de uno junto al otro se despidieron en la puerta
de los dormitorios.

- Espero que duermas bien, - le dijo Blakc a Lizbeth. –


- Lo intentare, y espero que tu puedas descansar bien. – le contesto Lizbeth –

[64]
Y cada uno entro en sus aposentos, pero sin perder de vista al otro hasta cerrar las puertas.

A la mañana siguiente, antes de que el sol despuntase, Lizbeth ya estaba en pie, y se estaba
encargando del jardín de las plantas medicinales, sembrando algunas, cosechando otras, y
preparando otras para preparar medicamentos, y remedios para casi cualquier cosa, que
pudieran necesitar, el sol ya había salido cuando, Lizbeth estaba a punto de salir del jardín,
para ir a cumplir con el castigo, cuando apareció Bricio.

- ¿No me digas que me he metido en otro lio? – pregunto Lizbeth desconcertada. – tu


solo me buscas cuando pasa algo…

- Señorita Lizbeth, no sé qué ha pasado, o si está usted en un lio, pero cuando ya


estábamos en el salón del trono, para empezar el día, ha llegado un mensajero, y su
Majestad me ha ordenado, que la lleve al salón del trono, de inmediato, y este como
este.

- Pero estoy sucia y llena de tierra del jardín…

- Lo lamento, pero son órdenes. – dijo Bricio insistiendo en que lo acompañase. –

Y así lo hizo, tampoco tenía más opciones, el Rey es el que manda y hay que hacer lo que
ordena. Y cada vez que la mandaba a llamar al salón del trono ella sentía un escalofrió por
la espalda. Bricio entro primero y anuncio a la señorita Lizbeth, ella entro en aquel
magnifico salón de mármol blanco pulido y con vetas de oro, la verdad era que sobrecogía
solo de verlo, había unas columnas a los lados, flanqueando lo que sería el pasillo central,
cada pocos pasos, había enormes lámparas de araña, que iluminaban todo el salón, y justo
donde estaba el trono, que en realidad era una plataforma elevada de oro, cubierta con unas
pieles, había una cúpula, que dejaba entrar la luz natural, resaltando la figura del Rey, que si
de normal ya era impresionante cuando estaba en su trono te dejaba sin palabras. Lizbeth se
fue acercando al trono, con paso firme, pero sin prisa, y pudo ver que el salón estaba
bastante más concurrido de lo habitual, pero no le dio mucha importancia ya que la mayoría
de los presentes la conocían y sabían que a aquellas horas solía estar arreglando el jardín
por lo que no se sorprendieron por su aspecto. Cuando estuvo frente al Rey hizo una
reverencia y dijo:

- Majestad, ¿me habéis hecho llamar? – aunque en privado, solían tratarse de manera
informal, cuando había alguien más, debían guardar las apariencias. –

- Señorita Lizbeth, lamento mucho haberla hecho venir con tanta prisa, sin darle
tiempo a adecentarse un poco, pero acabo de recibir un mensaje, de que la persona
que llevamos casi un mes esperando, ya está aquí, y quería que pudieseis conoceros
lo antes posible.

- Muy bien Majestad, me quedare aquí a un lado y esperare a que llegue dicha
persona. – dijo Libeth y se apartó a un lado, dejando el pasillo central libre.
[65]
Casi de inmediato Bricio anuncio la llegada de la misteriosa persona que Blakc había hecho
llamar.

- Majestad, se presenta ante usted el caballero y guerrero Owen miembro de los altos
elfos del palacio de las montañas nevadas. – Bricio se apartó y por la puerta entro
Owen el gran guerrero elfo,

Era el primer elfo que Lizbeth había visto, Era alto, aproximadamente de un metro con
ochenta y cinco centímetros, tenía el pelo largo hasta la cintura, liso y plateado como la luz de
la luna, sus ojos parecían de plata, con una mirada fría, que te atravesaba el alma, parecía muy
joven, no aparentaba más de unos veintitrés o veinticuatro años, llevaba un carcaj a la espalda,
con un puñado de flechas, de las que se podían ver las plumas blancas, a la espalda también
llevaba un arco, con motivos florales tallados, también lucia la vaina de una espada, sujeta a su
cintura, era blanca con detalles en plata, y de la que se podía ver sobresalir, la empuñadura de
una espada, con unas elaborados labrados con motivos similares a los del arco. Sus ropas eran
de un blanco impoluto con bordador en plata, llevaba un pantalón que se ajustaban al tobillo
por encima llevaba una túnica blanca con unas mangas anchas que recordaban a los quimonos
japoneses o trajes tradicionales chinos y le llegaba hasta las rodillas y por encima llevaba una
pieza sin mangas, pero igual de larga que la túnica de debajo y todo ello sujeto con un cinturón
bordado en plata

- Majestad, recibí un mensaje de requeríais mi presencia, y he venido lo más pronto posible,


si no me equivoco, creo que estabais interesado en que adiestre a alguien de su corte, y como
tanto nuestros reinos son aliados como nosotros tenemos una buena amistad, he querido venir
para saber los detalles, y poder darle una respuesta. - su voz sonó con un tono limpio, y casi
melodioso a pesar de ser profundo -.

- Owen, amigo, gracias por acudir tan rápidamente, antes de que tomes la decisión de si
quieres, o no, acceder a mi petición, quería que presentarte a alguien, ella es la Señorita Lizbeth,
es humana, y la he hecho venir a toda prisa, cuando estaba trabajando en el jardín para que la
conocieses.

Owen se volvió para mirar a la humana con cara de sorpresa, no vio nada especial solo una
humana bastante sucia y que no entendía que, hacia allí, y dijo:

- Encantado de conocer la señorita, - e hizo una pequeña inclinación de cabeza, y volvió a


mirar al Rey. –

- Espero que puedas descansar un poco y que podamos comer juntos a medio día. – Dijo
Blakc. -

- Majestad, será un honor poder compartir la mesa con usted. - dijo Owen de reojo, a
Lizbeth sin entender que hacía todavía allí aquella mujer

[66]
- Ahora se ocuparán de que puedas descansar, hasta el momento de comer. - dijo Black
mirándolos divertido -.

- Gracias Majestad – dijo Owen mientras hacia una reverencia y volvía a mirar a Lizbeth de
arriba abajo-

Bricio los acompaño a los dos, fuera del salón, y allí le pidió a Lug que acompañara al invitado a
sus aposentos, y luego se volvió hacia Lizbeth y dijo:

- Señorita, le recomiendo que vuelva a sus aposentos, para alistarse para la comida, Alina Ya
está avisada para que le ayude con las ropas. -me indico Bricio a sabiendas de que yo no era muy
amiga de ponerme vestido. -

Señor Owen, yo mismo iré a recogerlo cuando sea el momento, si mientras necesita algo,
Lug está a su disposición. - le indico al elfo que todavía intentaba descifrar que pintaba una
humana allí. -

- Gracias bricio, tan atento como siempre. - dijo Owen, luego se volvió hacia Lizbeth, y la
miro con una mirada fría, e inexpresiva que le puso los pelos de punta, y dijo – Señorita, ya nos
veremos. -

Su voz sonó monocorde, y fría como el hielo, y su mirada la atravesó, a Lizbeth en ese
momento todos y cada uno de los pelos de su cuerpo se le erizo, como presintiendo un peligro.
Owen se dio la vuelta y se fue con Lug, hacia el pasillo de las habitaciones para invitados.
Lizbeth estaba sorprendida, y no sabía muy bien como tomarse como la miraba ese elfo…

Lizbeth volvió a su habitación, y Alina ya había preparado el baño, para que pudiese asearse y
tenía sobre la cama, uno de los vestidos, en concreto el blanco.

- Alina ¿tengo que usar el vestido…? El invitado ya me ha visto con estas pintas ¿por qué
tengo que ponerme el vestido? - intento Lizbeth convencer a Alina para que cediese y poder usar
su ropa habitual. -

- Lo lamento Señorita, son órdenes del señor Bricio. - dijo Alina intentando, hace que
Lizbeth entendiese, que no podía hacer nada al respecto, mientras la miraba con aquellos enormes
ojos amarillos. -

- Está bien, me lo pondré, pero no entiendo a qué viene esto, después de que me ha visto
con mi ropa habitual, y encima sucia de tierra, porque estaba en el jardín. En fin, da igual me voy al
baño. – Lizbeth estaba molesta por la obsesión de Bricio por la etiqueta y los formalismos

Cuando termino de bañarse Alina la ayudo a ponerse el vestido blanco con detalles en plata, justo
como la ropa que Owen llevaba. también uso un poco del maquillaje, que tenía en su neceser,
incluso se puso unas gotas de perfume, para intentar mejorar la mala impresión que Owen se
había llevado de ella. Y no por ella, sino porque no quería que Black, quedase en mal lugar por su
culpa.

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Cuando Lizbeth estuvo lista solo podía esperar, y se asome a la terraza para hacer tiempo, desde
esta habitación podía ver el interior de la isla, con sus prados y bosques. Cuando más relajada
estaba escuchando los cantos de los pájaros y el viento, llego Lug para avisar a Alina de que era la
hora de que la acompañasen al salón comedor para reunirse con Owen y el Rey.

Cuando llego, todavía no estaban ninguno de los dos, pero ya estaba todo preparado y las mesas
estaban llenas de comida. Lizbeth se quedó de pie esperando a que llegasen. El primero en llegar
fue Owen que se acercó a la mesa, sin percatarse de que Lizbeth estaba allí hasta que estaba a un
par de metros de ella. Entonces sin casi mirarla se inclinó y dijo:

- Discúlpeme, Señorita, no sabía que había alguien más aquí.

- Hola, señor Owen, nos volvemos a ver, ¿me recuerda?, Su Majestad, nos presentó esta
mañana.

Entonces levanto la cabeza y la miro esta vez mas fijamente, miro como si no se lo creyese, no
podía ser la misma persona.

- ¿Como es posible, que la persona que vi esta mañana sea usted? -se le veía un poco
desconcertado. -

- Esta mañana estaba recogiendo plantas medicinales, - dijo Lizbeth molesta por lo que
había pasado, - en el jardín cuando me han hecho ir, deprisa y corriendo, al salón del trono porque
querían que nos conociésemos.

Owen me seguía mirando con cara de pocos amigos como si no terminase de fiarse de ella como si
fuese una amenaza, o algo así, y por fin llego Black.

- ¡LIZBETH!! ¡¡¡ESTAS PRECIOSA!!!- Dijo Black, mientras se acercaba a la mesa

- No tiene gracia, Bla... -estaba tan enfadada que casi mete la pata y encima delante de un
invitado -. Gracias Majestad.

- ¡¡¡JAJAJAJAJA!!! – rio Blakc a carcajadas, - Tranquila, no te preocupes por las apariencias


con Owen. Con él, podemos comportarnos con normalidad, ya que con el tengo confianza, y
podríamos decir que es un viejo amigo o más bien es como mi hermano mayor.

- Majestad, ¿qué significa esto? ¿Por qué esta humana puede hablar con esa familiaridad? Y
porque hay una humana aquí a demás esta mañana parecía una campesina, ¿no me dirás que es a
ella a la que tengo que enseñar? - Owen estaba cada vez más desconcertado -.

- Te lo has pasado en grande, cuando me has hecho ir al salón del trono, toda sucia ¿verdad?
Tu mirada lo decía todo, te estabas riendo a carcajadas… - le recrimino Lizbeth a Black que la
miraba divertido. -

- Vamos Lizbeth, no te enfades lo he hecho así, para que Owen pudiese verte como eres de

[68]
verdad, antes de que Bricio te hiciese vestirte como para una recepción real. - dijo con tono
conciliador – Mírate, no pareces tú, esta preciosa.

- Lo del salón del trono, te lo paso porque sé que no era con mala intención, y solo era una
broma, pero las miradas de desprecio, y sospechas de tu amigo el elfo, no me gustan ni un pelo, si
se piensa que es mejor que otros, solo porque es un elfo, no quiero tratos con él, para mi es igual
de importante un miembro de la corte, que una pobre campesina. Lizbeth estaba tan enfadada por
el desprecio de Owen que simplemente se dio media vuelta y se fue.

- Majestad, me podéis explicar que está pasando aquí. - Owen estaba totalmente
desconcertado y no entendía que pasaba y miraba a Blakc con aquellos ojos plateados sin saber
que pasaba.

- No sé, que le debes de a ver hecho pero esta furiosa, - dijo Blakc entre risas, - esa
muchacha que has visto, es la persona que quiero que entrenes.

- Pero es humana no podrá soportar un entrenamiento con un guerrero elfo…

- ¿Te acuerdas cuando era joven, y tu estabas viviendo aquí para instruirme? – pregunto
Blakc con tono nostálgico recordando el pasado. – Viriato me contaba historias de humanos que
venían de otros mundos muy distintos al nuestro.

- Si, y recuerdo tener que salir a buscarte porque te escapabas para buscar a esos humanos.

- Tu estuviste aquí desde que nací, hasta que cumplí los trescientos años, más o menos y
sabes mejor que nadie, que te quiero como a un hermano, por eso te he llamado, porque tú eres
la única persona en la que puedo confiar, bueno ahora también esta Lizbeth, y quiero que tú la
enseñes, a cuidarse y protegerse, por si algún día yo no estoy cerca y le pasa algo…

- Blakc, sabes que yo también te quiero como a un hermano, y si quieres que la entrene, lo
hare, pero, me gustaría alguna explicación de que está pasando.

- Hace ya casi dos años, que traje a Lizbeth al palacio, aquella mañana, antes de que saliese
el sol, salí a la terraza para ir a estirar las alas, justo antes de emprender el vuelo, vi como un haz
de luz azul, descendía del cielo y caía sobre la tumba de mis padres, desapareciendo nada más
tocar el suelo, por supuesto me dirigí hacia allí de inmediato, cuando pase por encima la primera
vez, ya despuntaba el sol, y vi a una chica humana, sobre la losa de lo alto de la colina, al principio
pensé que estaba muerta, pero de pronto empezó a moverse, cuando pase otra vez, y me vio se
asustó, y salió corriendo a esconderse bajo la roca, yo estaba muy enfadado, porque la tumba de
mis padres, es un lugar sagrado, y nadie tiene permiso para estar allí, cuando conseguí que saliese
de su improvisado escondite, la cara de la chica estaba descompuesta por el terror, entonces se
centró en sus pensamientos, y empezó a negar con la cabeza, así que cuando la inste a que
contestase a mis preguntas, dijo que los dragones no existíamos, ni las hadas ni los elfos… ¿te
recuerda algo?

[69]
- Las historias de Viriato, - dijo Owen con los ojos como platos, - es como decían sus
historias, humanos que no saben dónde están, y que niegan la existencia de las criaturas, y seres
mágicos.

- Así es, amigo, después de que deje de creer, en esos cuentos para niños, voy y me
encuentro con uno de esos humanos, la traje al palacio y la declare mi protegida, por lo que tiene
un rango como el que tendría cualquier miembro de mi familia, pero no creas que es una dama de
la corte como las demás que puedas conocer, siempre que puede estudia con ayuda de Viriato,
sobre nuestro mundo, empezó entrenando, con ayuda de los dragones humanoides, en lucha
cuerpo a cuerpo, espada y tiro con arco. Al principio, no parecía que fuese a vencer a ninguno, ni
por casualidad, pero en poco tiempo eran ellos los que no lograban vencerla a ella, luego me pidió
que le dejase entrenar con un dragón soldado, yo en un principio me negué, pero me convenció,
diciendo que el dragón no tenía que atacar, solo esquivarla y defenderse, y en principio así fue,
pero en cuestión de una semana, el soldado ya se las veía para poder parar todos los golpes, y ahí
fue cuando paso el accidente, el soldado cuando estaba a punto de recibir un golpe en la car
reacciono instintivamente y lanzo una llamarada contra Lizbeth.

- Y me imagino que fallo, porque si no la habría podido conocer, - Dijo Owen – me


sorprende, que una humana sea capaz de vencer a un dragón.

- El caso, es que el soldado no fallo, la alcanzo de lleno, de hecho, comprobamos el lugar, y


todo el suelo alrededor de donde ella estaba, esta calcinado, y en el medio un círculo de tierra
intacta.

- No es posible, los humanos híbridos con poderes no tienen magias defensivas tan
poderosas como para detener la llamarada de un dragón, - Owen cada vez estaba más
desconcertado - ¿había alguien más en la zona que pudiese interferir o algo así?

- No, no había nadie y además ella no puede ser un hibrido, no es de este mundo recuerdas.

- ¿Hay algo más que tenga que saber, o con lo que es de otro mundo, y su misterioso poder
defensivo es suficiente? – pregunto Owen con tono sarcástico –

- Amigo yo ahora tendré que ir a atender mis obligaciones y no puedo seguir de charla, pero
creo que deberías ir a ver a Lizbeth y hablar con ella, y que te cuente cosas de su mundo, esta
noche seguiremos hablando.

Blakc, se levantó y en ese momento entraba Bricio a buscarlo, Owen se quedó solo por un
momento pensando en lo que su amigo le acababa de contar, entonces Lug llego para
acompañarlo y ver si necesitaba algo.

- Querría hablar con la señorita Lizbeth. – le pidió Owen a Lug – ¿puedes indicarme donde
puedo encontrarla?

- Creo que ha salido a cabalgar y a practicar el tiro con arco a caballo, - dijo Lug –

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- ¿Tiro con arco a caballo? – dijo Owen sorprendido – eso no me lo esperaba, creo que mi
caballo está en las cuadras puedes pedir que me lo traigan.

- Por supuesto señor – dijo Lug y salió como una exhalación hacia las cuadras, minutos
después, el mismo le entregaba las riendas del caballo a Owen y le indicaba por donde
podía estar la señorita Lizbeth.

Cuando Lizbeth salió del salón comedor, dejando a Blakc y a Owen a solas, estaba tan enfadada,
que decidió salir a cabalgar para desahogarse, y también se llevó su arco para practicar, no
entendía por qué Blakc, quería presentarle a un elfo estirado, y presuntuoso que miraba a los
demás por encima del hombro. Estaba disfrutando del paseo, cuando decidió parar bajo un
enorme y solitario roble, que había en medio de aquella zona de hierba alta, desmonto y estuvo un
rato haciéndole caso a su caballo, Noche, era el nombre que le había puesto hacía ya casi dos años,
en principio era un caballo de tiro, y lo querían para que tirase de las carretas que suben, y bajan al
palacio para abastecerlo, pero como era joven, todavía no lo habían puesto a trabajar, pero no le
quedaba mucho para que lo hiciesen, pero por suerte fue el elegido para que fuese su caballo, era
completamente negro, con una crin, y una cola largas, y cuidadas, su aspecto era muy similar a un
hispano Bretón, unos animales fuertes y muy grandes, Noche, tenía un carácter muy tranquilo, y le
gustaba salir a pasear, que era casi cada día, y el día que Lizbeth no podía salir a pasear, siempre
intentaba pasar un rato con él. Mientras Noche, pastaba tranquilo cerca del árbol, Lizbeth se
tumbó sobre la hierba, y se relajó un rato, entonces escucho los cascos de un caballo que se
acercaban a galope tendido, y pensó que fuese, quien fuese, tenía demasiada prisa.

- ¡SEÑORITA! ¿SE ENCUENTRA BIEN? – le grito alguien que se acercaba a la carrera - ¿se ha
caído o se ha lastimado?

Lizbeth abrió los ojos un poco desconcertada y se encontró con Owen, arrodillado justo a ella con
cara de preocupación.

- Lo siento, no tenía intención de preocuparlo, - Dijo Lizbeth incorporándose - solo estaba


descansando y disfrutando del sonido del viento entre las hojas.

- Menos mal, - dijo Owen en un suspiro de alivio – por un momento creí que se había caído
del caballo.

- Y usted que hace aquí, le hacía en el palacio disfrutando de todas las comodidades. – le
dijo Libeth con tono sarcástico. –

- Vale me lo merezco, - asintió Owen - supongo que al pasar tanto tiempo en el palacio de
las montañas me ha vuelto un poco estirado, y pomposo, pero le prometo que no soy así,
esta mañana, no la miraba por hacerla de menos, o por que estuviese llena de tierra,

[71]
simplemente, no podía comprender que, hacia una humana, viviendo en un palacio lleno
de dragones.

- Entonces soy yo quien le debe una disculpa por haberle juzgado sin realmente saber la
verdad – dijo Lizbeth un poco avergonzada por su comportamiento – espero que me
disculpe por mis malos modales.

- No, hay nada de que disculparse, es normal que a veces, nos equivoquemos, y cometamos
algún error, lo importante es darse cuenta de ello. Blakc me ha contado de donde bienes y
me ha dicho que te pregunte sobre tu mundo que me sorprendería.

- Entonces será mejor que volvamos al palacio y te enseñe algo de la tecnología de mi


mundo para que puedas entenderlo mejor.

Volvieron al palacio y en los aposentos de Lizbeth sentados cómodamente en el tresillo ella le


enseño fotos videos y música con su móvil y contesto a todo lo que Owen le preguntaba sin salir de
su asombro y así pasaron las horas hasta la hora de cenar. Lizbeth decidió que sería mejor dejar a
los dos amigos a solas para que pudiesen ponerse al día, seguro que en doscientos años tiene
muchas cosas de las que hablar.

Durante esa cena Owen y Black estuvieron hablando, pero no solo de lo que les había pasado a
ellos el tema principal era ella.

- Viriato sigue investigando, pero no hay casi nada de información, y nadie ha dejado
registró de cómo podría volver a su mundo.

- Entonces tendrá que adaptarse a este mundo y vivir aquí el resto de su vida. – dijo Owen. –

- Por eso necesito saber que, aunque este lejos de aquí estará bien y que sabrá cuidarse
sola.

- Y por eso quieres que le enseñe el arte del manejo del arco y de la espada, porque así,
aunque un día decida irse tu estes tranquilo de que no le pasara nada, ¿no crees que te preocupas
mucho de ella?

- Eso es por mí, pero ella también quiere ser capaz de protegerse por sí misma, para que
nadie tenga que ponerse en peligro, por protégela a ella.

- Eso es muy valiente, por su parte, pero no es tan fácil como parece. -Se sorprendió Owen-.

- Bueno, tendrías que verla luchar cuerpo a cuerpo, es muy buena, usa una cosa que se
llama taekwondo, y entrena todos los días, de hecho, les está enseñando a Alano, Lug y Alina para
que puedan entrenar con ella.

- ¡Eso sí que no me lo esperaba! Sabe luchar.

[72]
- Si quieres, mañana cuando estén entrenando acércate a verla, y que te haga una
demostración.

- Sin duda me acercaré, me intriga mucho que tipo de lucha es ese taekwondo.

- también hace unos ejercicios muy curiosos, por las mañanas antes de desayunar, los llama
taichi, y dice que le ayudan a centrarse, y mantener un equilibrio o algo así.

- Y donde los hace porque también me gustaría verlo. – pregunto Owen interesado -

- Bueno eso es un poco más complicado…- Black miro hacia otro lado como disimulando -

Owen se quedó mirando a Black con una expresión interrogante y confundida.

- Bueno, si lo hace en sus aposentos no me voy a colar para espiarla ni nada así…- bromeo
Owen, al ver que Black rehuía su mirada -.

- No…no es eso…bueno tú sabes que Bricio, siempre me está encima para que atienda mis
obligaciones, y para que no me escape, ¿verdad? Bueno pues antes de que amanezca, suelo
escaparme para ir a estirar las alas y así fue como encontré a Lizbeth y desde entonces Lizbeth me
acompaña en algunas de mis escapadas matutinas, así podemos estar a solas, sin que Bricio nos
interrumpa. Y es entonces cuando realiza esos ejercicios.

- Y yo que pensaba que te conocía. - Owen parecía sorprendido, ya que conocía a Blakc
desde hacía mucho, y no solía ser tan impulsivo. -

- Mañana le pediré a Lizbeth que te enseñe los ejercicios y seguro que lo hace encantada. -
se ofreció Blakc para que Owen no siguiese preguntando por ese asunto. -

Y así, casi sin darse cuenta, se quedaron hablando hasta la media noche, entonces apareció
Bricio, quejándose de que su majestad, debía descansar apropiadamente para poder cumplir
con sus obligaciones.

A la mañana siguiente Black volvió a ir por la terraza de los aposentos de Lizbeth para una
escapada matutina y fueron a la colina donde se conocieron para ver salir el sol.

- Lizbeth, me gustaría pedirte un favor. -dijo Black con un tono de duda. -

- Claro, dime ¿que necesitas? – era extraño que Black le pidiese algo, porque necesitaba
nada. -

- ¿podrías enseñarle a Owen, esos ejercicios que haces por las mañanas?

- Claro que sí, sabes que no hay problema, pero no creo que le resulte nada extraordinario.

- Ayer durante la cena se lo comenté, y también le conté lo del tipo de lucha que prácticas, y
le interesó mucho, y me pidió verlo. Como buen guerrero le interesan mucho estas cosas.

[73]
- Tranquilo no hay problema en enseñarle lo poco que yo pueda saber, comparado con un
gran Guerrero. – dijo Lizbeth en tono de broma.

Al regresar al palacio, Black pidió, que Owen acudiese a desayunar con ellos.

- Buenos días Majestad, Señorita Lizbeth…- saludo Owen al llegar al comedor. -

- Buenos días, Owen, te he llamado para que desayunes con nosotros, y así después te
puedes ir con Lizbeth para que te enseñe sus ejercicios.

- Gracias Majestad, tengo muchas ganas de verlo, - dijo Owen con buen ánimo -

- Espero no decepcionarte viendo lo interesado que estas, - comento Lizbeth

- Seguro que le encanta. – dijo Blakc convencido – siempre está interesado en otros estilos
de lucha y cosas así.

todavía no habíamos terminado de desayunar, y llego Bricio.

- Majestad, otra vez, ha vuelto a escaparse, de su guardia personal, - dijo Bricio disgustado -
y ha salido del palacio. Esa mala costumbre suya, nos acabara dando un disgusto. - decía mientras
negaba con la cabeza. -

- Bricio, deberías tranquilizarte un poco –Blakc intento calmarlo, - no creas que soy tan
inútil, como para dejar que cualquier descerebrado, que intente algo contra mi pueda hacerme
algo…

- Majestad, no he querido decir eso, es que, si por desgracia algo le pasara, estaría solo, y no
podríamos ayudarle.

- Bricio, precisamente me escapo para poder estar solo, y que nadie me diga que, como y
cuando, tengo que hacerlo todo, ese pequeño momento de tranquilidad del día, me ayuda a poder
aguantar el resto del día en el que no tengo ni un minuto de tranquilidad. -Blakc estaba
empezando a impacientarse con las continuas réplicas de Bricio. -

- Pero Majestad, antes solo saliais uno o dos días, cada mes, ahora es a diario, y todo desde
que está aquí la humana. - dijo mirando a Lizbeth, con cara de pocos amigos - Si algo llegase a
pasaros por su culpa…

Blakc se levantó, y con una mirada que dejaba claro que no estaba bromeando, y que parecía que
se comería a Bricio de un bocado, y después de un bufido gruño y con una voz aterradora
interrumpió a Bricio.

- ¡¡¡BRICIO!!! La humana es la Señorita Lizbeth, y es mi protegida, y si algo me pasa, nunca


seria culpa suya, y si alguien, sea quien sea, se le ocurre intentar hacerle el más mínimo daño,
acabaría con su vida, antes de que pudiese acercarse a ella. Lo has entendido.

[74]
- Majestad, yo nunca he querido, decir nada que le moleste – bricio se dio cuenta de que
había metido la pata hasta el cuello, - y no tengo nada en contra de la señorita, lamento mucho
haber dado esa impresión, solo quería mostrar mi preocupación por usted. Lo siento mucho. - se
disculpó haciendo una reverencia muy pronunciada. -

Y sin decir una sola palabra más salieron del salón, y Owen y Lizbeth se quedaron solos y
perplejos por lo que acababan de ver.

- Blakc, acaba de hacer una advertencia muy seria a bricio. ¿Se puede saber que está
pasando? Él nunca se había comportado así, siempre ha sido muy frio frente a todos y nunca ha
mostrado sentimientos de ningún tipo, solo se mostraba más abierto y sentimental cuando
estábamos los dos solos por que confiaba en mí, ¿Se puede saber que le has hecho con él? - Owen
estaba desconcertado, y miraba a Lizbeth buscando una respuesta, y no comprendía como alguien
que nunca mostraba ninguna emoción frente a nadie por ningún motivo, se había comportado de
una manera tan emocional y delante de Bricio. -

- Como que ¿qué le he hecho? – dijo Lizbeth ofendida cuando Owen la culpo - Yo estoy tan
sorprendida como tú, nunca pensé que haría o diría algo así.

- No sé qué le está pasando, pero algo le ocurre, y espero que no sea nada grave - Owen iba
de sorpresa en sorpresa, y cada vez entendía menos la situación - Yo lo conozco desde hace más de
quinientos años, y jamás ha dejado ver sus sentimientos, para que no le viesen como un Rey débil
o caprichoso.

- Solo lo he visto realmente furioso en otra ocasión, - dijo Lizbeth recordando el momento –
fue cuando vino a rescatarme porque Oberón y Titania, los Reyes de las Hadas me secuestraron.

- ¡¡¿es una broma?!!, ¿te secuestraron…? – Owen estaba desconcertado – tendréis que
contarme eso…

- Si, pero se hace tarde, y tengo que salir ya, o no tendré tiempo de hacer todo lo que tengo
esta mañana, así que, si quieres ver mis entrenamientos, será mejor que salgamos ya.

Salieron al jardín de las plantas medicinales antes de empezar ya que Lizbeth tenía que colgar unas
plantas para que se secaran, y después se fueron al patio de entrenamiento, allí ya estaban Alano
Lug y Alina que esperaban a Lizbeth para entrenar con ella.

Primero hicieron las rutinas de taichi y después siguieron con el taekwondo, Owen se quedó a un
lado, observando todos los movimientos que hacía Lizbeth, parecía que con solo mirar ya estaba
aprendiendo todos y cada uno de los movimientos.

Cuando terminaron todavía era media mañana y Lizbeth decidió que Owen empezase a enseñarle
ya algunas cosas, así que saco dos espadas de entrenamiento, y le dio una a Owen al que pillo
desprevenido.

- Que te parece si empiezas con mi adiestramiento ahora, - dijo Lizbeth con una sonrisa –

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- Antes de empezar a entrenarte tengo que saber cuál es tu nivel, y a partir de ahí
empezaremos, - dijo Owen cogiendo la espada – y no veo por qué no comprobar tu nivel
ahora.

Empezaron a luchar con las espadas primero con suavidad midiéndose, y poco a poco fuero
subiendo la intensidad y velocidad de los golpes, y para sorpresa de Owen, Lizbeth tenía el nivel
que podría tener cualquier guerrero humano o incluso superior por que la velocidad a la que se
movía era más propia de elfos que de humanos.

Cuando terminaron ya era la hora de comer y se fueron al salón para comer con Blakc, que no
tardo demasiado en llegar.

- Hola, chicos, ¿cómo ha ido ese entrenamiento? – pregunto Blakc, nada más verlos.

- La verdad, es que los ejercicios de taichi, y taekwondo, me han resultado muy


interesantes, y después he comprobado el nivel de Lizbeth, con la espada, y la verdad es
que es mejor de lo que esperaba. – contesto Owen muy satisfecho de los resultados –

- Me siento alagada, que todo un guerrero diga eso de mí, - dijo Lizbeth medio en broma –

- Ya te dije que Lizbeth era extraordinaria, – dijo Blakc henchido de orgullo – espero que
aparte de maestro, y alumna también seáis buenos amigos.

- Bueno creo que ya podemos considerarnos amigos ¿no crees? – dijo Lizbeth -

- ¿Nosotros, porque lo dices? – pregunto Owen un poco desconcertado. -

- Bueno, supongo que no te has dado cuenta, pero llevamos ya un buen rato, hablando
como amigos, sin formalismos, y tratándonos con iguales, o lo que es lo mismo como amigos.

- Es cierto…. - se sorprendió a si mismo hablándome de manera informal -no me había dado


cuenta….

- Así que, si te parece bien, a partir de ahora seremos amigos, - le dijo Lizbeth a Owen con
una sonrisa mientas el, la miraba totalmente desconcertado. -

- ¿cómo lo haces? ¿Como haces que los demás confíen en ti de esa manera sin darnos
cuenta? La verdad es que no lo entiendo, pero si Blakc, ha confiado en ti, yo también lo hare, así
que supongo que podemos ser amigos.

- Me alegro mucho de escuchar eso – dijo Blakc feliz de que Owen y Lizbeth se llevasen bien.

- Creo que tenéis que contarme algo que paso con las hadas ¿verdad? – dijo Owen como
quien no quiere la cosa. – quiero saber que paso con esa historia.

Durante el resto de la comida entre Blakc y Lizbeth le explicaron todo lo que había pasado con las
hadas y como consiguieron castigarlas. La historia impresiono a Owen por que habían podido salir

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airosos gracias a conocer algunos secretos que nadie de este mundo sabía.

- Cada momento que paso aquí me encuentro con una nueva sorpresa. – dijo Owen en tono
sarcástico. – a ver que será lo próximo…

Blakc y Lizbeth se miraron como preguntándose si Debian o no contarle su secreto, pero en ese
momento llego Bricio, como siempre puntual para acompañar al Rey al salón del trono. Y dejaron
los secretos para otro momento.

- ¿Qué vais a hacer esta tarde? - Pregunto Blakc antes de salir –

- Pues, si tenemos que empezar con la instrucción mañana, será mejor que preparemos el
equipo, para que la Señorita Lizbeth, pueda entrenar sin problemas. – contesto Owen –

- Estupendo, pedid todo lo que necesitéis sin problema. – dijo Blakc mientras salía del salón.

- Antes de pedir que me hagan nada deberías mirar lo que ya tengo por si sirve no tener que
hacer otro. – le dijo Lizbeth a Owen – vamos a mis aposentos y te enseño la ropa de
entrenamiento que tengo.

- Estoy de acuerdo si ya tienes lo necesario no hay que hacer más gasto, - y se dirigieron a
los aposentos de Lizbeth para comprobar que podían utilizar de lo que ya tenía.

Como Lizbeth, ya había estado entrenando con Alina, Lug y Alano, tenía casi todas las piezas de
protección que necesitaba tanto para el entrenamiento con espada como para el de arco, además
tenía un par de armaduras de dragón, una azul y una roja, solo necesitaba un poco de ropa ya que
debido al castigo que estuvo cumpliendo en las cuadras, sus ropas habían sufrido más de la cuenta
y estaban bastante dañadas.

- Creo que tenemos casi todo, y las armaduras son un buen añadido, pero tendrías que
hacerte con algunas prendas cómodas para el entrenamiento, algo como lo que yo llevo.

- Tienes razón estas están bastante mal, le pediré a Alina, que traiga a Halana para que me
haga las prendas que necesito. – Lizbeth salió al pasillo y allí estaba Alina a la que le pidió
que fuese a por Halana, y volvió a entrar en la habitación. – ya ha ido a buscarla no tardará
en llegar.

- ¿Te puedo preguntar por qué quieres entrenarte para ser más fuerte? Siendo humana ya
eres muy fuerte.

- Cuando vivía en mi mundo, estaba sola, así que tuve que aprender a defenderme yo solita,
ahora, tengo siempre a alguien cerca, que me cuida y sé que me protegerían de cualquier
peligro, pero no quiero ser una carga, y si hay problemas, quiero poder ayudar en todo lo
que pueda incluso en la lucha, no quiero que nadie resulte herido por protegerme. – conto
Lizbeth a Owen que la escuchaba admirado de su valor. –

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- Me gusta esa manera de pensar y te ayudare para que seas tu quien cuide de los demás y
no al revés.

Entonces tocaron a la puerta, era Alina que traía a Halana, para que le hiciese la ropa.

- Buenas tardes, Señorita Lizbeth, creo que necesita mis servicios.

- Buenas tardes Halana, si necesito algunas cosas, pero será el señor Owen, quien le
especificará lo que necesitare para mis entrenamientos.

- ¿El Señor Owen? ¿El gran guerrero elfo? - Halana estaba sorprendida con la presencia de
Owen. -

- Ese soy yo. Y necesitare que prepare ropas como las que yo llevo con botas altas con
refuerzo para proteger la pierna, el pantalón debe ser amplio, y que permita el movimiento con
libertad, la camisa tiene que ser cómoda, y que se ajuste al cuerpo, porque encima tiene que llevar
un protector de cuero endurecido, y en el antebrazo izquierdo llevara un protector de cuero, para
que no se roce con la cuerda del arco, y en la mano derecha necesitara un guantelete para
proteger la mano con la que disparara el arco, y usara la espada.

- ¿Y de que colores los tengo que hacer? Pregunto Halana.

- Creo que seguiré vistiendo de negro Halana. – le contesto Lizbeth con una sonrisa.

- O sí, es cierto que todo lo que usa usted es negro, ¿tienen los materiales para que pueda
empezar el trabajo?

- Si aquí está todo. - dijo Alina señalando un montón de telas y cuero que estaban dejando
encima de la mesa unos sirvientes.

- Perfecto me pondré a ello de inmediato. – y Halana se puso a trabajar de inmediato

Alina, Owen y Lizbeth salieron de la habitación, para dejar trabajar a Halana, y se dirigieron a los
jardines, para hacer tiempo mientras se hacia la hora de cenar, como Alina estaba por allí no
podían hablar con tranquilidad, y paseando llegaron a los establos.

- Creo que podríamos dar un paseo a caballo mientras se hace la hora de cenar, - sugirió
Lizbeth –

- Si, por supuesto, sería un placer pasear antes de que tengamos que empezar el duro
entrenamiento, además a Luna le encanta pasear al atardecer.

- Pues pediré que preparen los caballos – dijo Alina y salió volando a avisar a los mozos. -

Alina entro en los establos a toda prisa mientras Lizbeth y Owen se lo tomaban con más calma.

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- eres una caja de sorpresas, sabes de medicinas, sabes luchar cuerpo a cuerpo, montas a
caballo, tiras con arco y sabes manejar la espada y seguro que hay más cosas que no se.
Cada vez siento más curiosidad. - me dijo Owen con una sonrisa. –

- Tampoco creas que sea para tanto, solo soy un poquito diferente al resto de chicas de mi
edad. – dijo Lizbeth bromeando. –

- ¿Un poco? Cree me que con la de años que llevo por el mundo nunca había conocido a
una chica tan rarita como tú. – dijo Owen siguiendo la broma y riéndose. –

Cuando los caballos estaban listos, salieron a pasear con tranquilidad, disfrutando del paisaje,
que poco a poco cambiaba, a tonos anaranjados y cálidos, indicando que el día se acababa.
Volvieron a los establos, y dejaron sus monturas, después se dirigieron al salón, y todo el
tiempo Alina, los seguía de cerca, hasta que entraron en el salón, donde Blakc había dejado
claro que no quería, a nadie del servicio, mientras comían en el salón.

- Veo que aparte de Blakc, tú tampoco te libras del seguimiento del servicio, - Dijo Owen
cuando se cerró la puerta del salón y pudo hablar con un poco de libertad.

- Si, abecés es un poco asfixiante, pero Blakc me puso a alguien para que estuviese conmigo
siempre a modo de protección, - aunque ahora yo soy más fuerte que ellos, pensó Lizbeth.

En ese momento llego Blakc, para la cena y como siempre Lizbeth y Owen se sentaron a su lado.

- ¿Ya lo tenéis todo listo para empezar mañana con la instrucción? – pregunto Blakc.

- Tenemos el material, ahora tenemos que organizar nos el tiempo y si pudiera ser me
gustaría pedirte no tener sirvientes persiguiendo a mi alumna por todas partes ya que
serán una distracción. – Dijo Owen –

- Muy bien, se lo comentare a Bricio, como la compañía de Lizbeth, es sobre todo para que
este a salvo, si está contigo, estoy seguro de que estará bien protegida, de cualquier
peligro. – le dijo Blakc con una sonrisa a Owen. –

- Genial un poco de libertad de movimiento -se alegró Lizbeth al oír que no estaria siempre
observada. –

- Bueno, no creas que vas a tener mucha libertad, - apunto Owen - los entrenamientos
empezarán mañana y te aseguro de que serán muy duros.

- Espero, que aun podamos escaparnos, por las mañanas a nuestro rincón para ver
amanecer. – dijo Black mirando a Lizbeth fijamente-

- Claro que sí, esa es una de mis prioridades, y no pienso renunciar y esas escapadas. – dejo
claro Lizbeth que a eso no pensaba renunciar.

Black se echó a reír, y Owen los miraba con curiosidad, y así charlando y riendo terminaron de

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cenar, y todavía no tenían claros los planes para el entrenamiento.

- Al final nos hemos puesto a hablar de todo menos de lo que tenemos que hablar, - apunto
Lizbeth – organizar el tiempo para los entrenamientos. –

- Bueno ya habéis dejado claro Blakc y tú que a primera hora saldréis a ver salir el sol… - dijo
Owen no muy convencido, y sin entender muy bien el porqué de aquello. –

- Si, además en ese rato, aprovecho para hacer mis ejercicios de taichi, así que no será un
retraso para el entrenamiento. – apunto Lizbeth –

- Vale, después desayunamos, e inmediatamente después saldremos al patio de


entrenamiento, para el entrenamiento cuerpo a cuerpo, yo te enseñare algunas cosas, de
nuestro tipo de lucha. Después, empezaremos con el tiro con arco, hasta la hora de comer,
después vendrá el entrenamiento con la espada, hasta que se ponga el sol, y en el tiempo
que quede, tienes que hablar con Viriato, para que te enseñe sobre venenos y antídotos.

- ¿venenos y antídotos? ¿para qué? – pregunto Lizbeth intrigada –

- Bueno, espero que no llegue a pasar, pero si algún día te tienes que enfrentar, a un ser que
tenga la piel muy dura, y que, con tu espada, o tu arco como mucho solo consigas hacerle
un pequeño rasguño, en mejor que ese rasguño se lo hagas con un arma envenenada, al
menos así tendrás posibilidades de salir viva, del enfrentamiento. – explico Owen que ya
empezaba a hablar como un maestro.

- Estupendo veo que lo tenéis controlado, - dijo Blakc – espero que me valláis poniendo al
día de los progresos. Ahora creo que ya es hora de irnos a descansar.

- De acuerdo, te espero en mi terraza antes de que amanezca. – dijo Lizbeth y le giño un ojo
a Blakc, que de no ser completamente negro se habría ruborizado. –

- Espero, que algún día me contéis, a que viene lo de escaparse, para ver salir el sol. – Owen
no podía entender lo que pasaba y eso le molestaba sobremanera.

- Todo en su momento, amigo no te preocupes que te lo contaremos. – le dijo Blakc con


tono tranquilo a su amigo.

Al final salieron del salón, y cada uno se fue a sus aposentos, cuando Lizbeth, llego a los suyos
estaba Alina, ordenando todo lo que Halana, había hecho de ropa, y protecciones para entrenar. Y
después de un baño rápido se fue a dormir, esperando con ganas el nuevo día.

Los dos primeros días fueron demoledores, Owen era muy estricto y no le pasaba ni una y la pobre
Lizbeth acababa exhausta, al llegar a la cena apenas daba un par de bocados y se quedaba dormida
sobre la mesa, Blakc se encargaba de llevarla a sus aposentos y acostarla para que descansase, el
tercer día, ya era por la tarde y estaban con la espada cuando de pronto Lizbeth se sintió muy mal
y un dolor terrible la hizo doblarse y caer de rodillas al suelo.

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- ¡Owen! algo no va bien… dijo Lizbeth en un susurro cuando Owen se acercó –

- ¿Qué te pasa? Que necesitas, no sé qué hacer… - dijo Owen de rodillas a su lado.

- Necesito que me cojas, yo no poder ponerme de pie, y me lleves a mis aposentos lo más
rápido que puedas. – Lizbeth, no sabía que le pasaba, pero algo le decía a donde tenía que
ir.

- De acuerdo, - dijo Owen y soltó las armas de entrenamiento y la cogió en brazos. –


enseguida estaremos allí no te preocupes.

Owen, corrió por los pasillos del palacio como si el suelo le quemase los pies, y antes de darse
cuenta ya estaban es la habitación, y Alina, que estaba allí preparando el baño, se alarmo mucho al
ver a Owen, dejar a Lizbeth sobre la cama.

- ¿Señorita, esta herida? ¿Qué le ha pasado? – Alina era un manojo de nervios. –

- Alina, tranquila no es nada grave, el señor Owen posee magia de curación, y me ayudara,
ahora por favor, sal de la habitación, y que no entre nadie, que no sea su Majestad, o a
quien Su majestad crea oportuno.

- Por supuesto – dijo Alina y salió de la habitación con cara de preocupación,

- ¿Tu como sabes que tengo magia de curación? – pregunto Owen atónito.

- Tranquilo solo era una excusa para que Alina saliera de aquí, ver el espejo gigante, busca
una palanca en el marco por la parte izquierda.

- ¿Pero esto que es? Un pasadizo secreto… - Owen no salía de su asombro –

- Las explicaciones luego, ahora necesito que me lleves por el pasadizo, coje siempre a la
derecha en las bifurcaciones. -Lizbeth cada vez se sentía peor y el dolor era más intenso. –

- De acuerdo, espero que sepas que estás haciendo porque yo estoy completamente
perdido. - Le decía Owen mientras la llevaba lo más rápido que podía por el pasadizo. –
esto es una caverna enorme…

- Ves al fondo, hay un rincón con pieles, cojines, y mantas, déjame allí. – le pidió Lizbeth casi
sin poder hablar. –

Owen, estaba desconcertado y no entendía porque tenía que estar ella allí si lo que necesitaba era
un médico o un sanador.

- Owen sé que todo esto te resulta raro, pero necesito que hagas lo que te pido y luego te lo
explicare. – Suplico Lizbeth al ver la cara de desconcierto de Owen. – ahora tienes que
volver, por donde hemos venido, salir de mi habitación recordándole a Alina que nadie
entre e ir a por Blakc, tienes que traerlo aquí como sea y lo más rápido que puedas.

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- ¿Quieres que te deje aquí sola? Podrías necesitar ayuda…

- No te preocupes estaré bien hasta que volváis, pero tráelo rápido.

Owen no entendía nada, pero tenía que hacer lo que Lizbeth le pedía. Así que salió tan rápido
como pudo, por los pasadizos, cerro el espejo, y salió de la habitación, y se dirigió al salón del
trono, a toda prisa, cuando llego en la puerta, por supuesto estaban dos guardias, que lo miraron
para saber que quería, pero nada más ver la expresión, en su cara supieron que era algo urgente,
así que le abrieron la puerta para que pudiese entrar, Bricio lo vio entrar y fue a detenerlo pero con
la mirada helada que el elfo le lanzo basto para que se quedase quieto donde estaba, Owen se
acercó al trono y se inclinó en una reverencia.

- Majestad, sé que está ocupado con asuntos muy importantes, pero tengo que decirle, algo
urgente que no puede esperar.

Blakc sorprendido por la repentina llegada de Owen lo miro a los ojos, temiendo que fuese algo
realmente peligroso, y vio el miedo en ellos.

- Acércate, escuchare lo que tengas que decirme. – dijo Blakc haciendo el gesto para que
Owen le hablase al oído. –

Owen se acercó y le conto a Blakc todo lo que había pasado con Lizbeth y que tenían que volver
con ella sin perder un segundo.

- Lo lamento mucho por todos los que tenía que atender hoy, pero se suspende la agenda
de hoy por una emergencia de la que me acaban de informar. – Dijo Blakc levantándose del
trono.

Bricio fue a decir algo, pero se encontró, no solo con la mirada de Owen, sino con la de Blakc, que
no daba pie a negativas.

Salieron los dos por la puerta lateral del salón del trono y se dirigieron tan rápido como les fue
posible a los aposentos de Lizbeth, donde en la puerta seguia con cara de preocupación Alina,
entraron y le recordaron que nadie podía más podía entrar, corrieron por los pasadizos y llegaron a
la caverna y allí encima de la alfombra estaba Lizbeth encogida de dolor e incluso lloraba y gritaba
intentando soportarlo.

Blakc se lanzó hasta ella, y la cogió en una de sus manos, mientras las lágrimas, empezaban a rodar
por su cara, al ver sufrir a su amada de aquella manera. Owen, que también se había acercado, y
vio las lágrimas de su amigo, entendió muchas cosas.

- Lizbeth, mi amor, estoy aquí… - Dijo Blakc entrecortadamente por el llanto.

- Gracias por venir mi vida, creo que algo no va bien, solo sé que necesitaba llegar aquí y
que tu vinieses. - Dijo Lizbeth casi sin voz –

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De pronto, el cuerpo de Lizbeth empezó a desprender una luz, cada vez más brillante, Blakc se vio
obligado, a dejarla sobre las alfombras y alejarse de ella, la luz se hizo tan intensa que lleno por
completo la caverna y obligo a Blakc y a Owen a cerrar y cubrirse los ojos.

Poco a poco la luz fue remitiendo y cuando pudieron volver a abrir los ojos alte ellos tenían a un
Dragon Real Blanco, una hembra para ser más exactos, en ese momento la dragona, lanzo un
rugido de dolor ensordecedor, y un huevo salió de su vientre, al momento forzó un cambio de piel,
y mientras esta caía, su cuerpo empezó a encoger, y transformarse de nuevo en Lizbeth,
recuperando su apariencia normal, y perdiendo el conocimiento del esfuerzo.

En un primer momento los dos amigos estaban tan sorprendidos y desconcertados que no
reaccionaron hasta unos segundos después. Blakc, cogió a Lizbeth, que al transformarse había roto
toda su ropa, y la tapo con una de las mantas que allí había.

- Por favor, mi amor, no te mueras, quédate conmigo, un poco más por favor, no te marches,
- repetía Blakc desconsolado con Lizbeth en su mano y sujetándola contra su pecho. –

- Blakc, por favor, déjame que la examine, - le pidió Owen con el corazón roto por ver sufrir a
su amigo. – sabes que tengo poderes curativos, no son gran cosa, pero al menos podremos
saber cómo esta.

- Tienes razón, tú puedes saberlo, ¿dime como esta? – casi en un ruego mientras dejaba el
cuerpo de Lizbeth frente a Owen. – ¿se pondrá bien?, ¿verdad?

Owen puso sus manos sobre Lizbeth una en la cabeza y la otra en el pecho y cerró los ojos,
concentrándose en su don de sanación.

- Tranquilo amigo parece que saldrá de esta, ha perdido el conocimiento y está muy débil,
pero se recuperará.

- Gracias, gracias, amigo, si algo llegase a pasarle no sé qué haría, creo que me moriría solo
de saber que ella no está. – agradecía Blakc entre llantos a Owen.

- Ahora entiendo algunas cosas, le has entregado tu corazón, pero ahora hay que llevarla a
su cama para que descanse y se recupere y luego le buscaremos el sentido a toda esta
locura.

Blakc, cogió la piel de dragón blanco, y con ella hizo algo parecido a un nido, y puso el huevo en él.
Después cogió ha Lizbeth, con toda la delicadeza del mundo, y la envolvió con cuidado en la manta,
fueron hasta la habitación y la pusieron en la cama. Owen salió a la terraza para que le diese un
poco el aire y espero a que Blakc estuviese listo para hablar con él.

- Se que estarás deseando que te dé una explicación, - dijo Blakc, más tranquilo saliendo a la
terraza, - solo puedo decirte, que ya la amaba, antes siquiera de darme cuenta, y que, a
pesar de todas esas advertencias, y consecuencias, que quieres enumerarme, que yo ya las
sé, y tuve en cuenta, te diré que estuve semanas, volviéndome loco intentando negar lo

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que ya era una realidad.

- Se que lo debes de a ver pensado, pero no puedo evitar pensar que es humana, y que
sufrirás lo indecible, cuando ella muera, solo mira cómo te has sentido en la caverna,
cuando pensabas que se moría. Y eso no es todo, puedes explicarme cómo es posible que
una humana se convierta en dragón ponga un huevo y vuelva a ser humana.

- No sé qué ha pasado hay abajo, pero supongo que el huevo es mi descendiente…

- ¿Y cómo es eso posible...?

- Le conté el secreto de los dragones, estaba desesperado, por contarle mis sentimientos, y
cuando lo hice, resulto que ella sentía lo mismo, y no solo eso, sino que había estado
soñando conmigo, con mi aspecto humano, antes siquiera de saber que eso era posible.

- Sueños premonitorios… y supongo que a pesar de todo decidisteis mantener una relación
amorosa, aunque solo fuese a durar solo unos pocos días.

- Así es, nuestro amor es tan grande, que vale la pena el sufrimiento, además le dije, que
ella tenía que enterrar sus sentimientos por mí, y encontrar a alguien que la amé, y a quien
amar, y poder estar juntos, porque si ella era feliz yo sería feliz.

- Comprendo que vuestro amor era algo que surgió y nadie podía evitarlo, y entiendo que
desees que ella sea feliz, aunque sea con otro por que la alternativa es que sufra el resto
de su vida, pero eso no será nada fácil, ni para ti ni para ella.

- Lo sé, no creas que no lo he pensado, pero ahora mi prioridad, es que Lizbeth se recupere,
y por supuesto saber que ha pasado hay abajo.

- Al único que se me ocurre preguntarle, es a Viriato ya que es el más anciano, y sabio de los
que estamos aquí, pero claro tendrás que contarle vuestro secreto… - dijo Owen un poco
molesto por que le habían ocultado lo que había entre ellos. –

- Tienes razón, debería habértelo contado, pero temía que te enfadases o que no lo
aceptases, o no sé, pero lo siento por habértelo ocultado, y con respecto a Viriato tienes
razón es el único que puede saber algo, y se me ocurre que tal vez Halana también pueda
sernos de utilidad en este caso.

Blakc salió al pasillo y vio a Alina y a Lug junto a la puerta, de inmediato los mando a cada uno a
buscar a Halana y Viriato respectivamente. El primero en llegar fue Viriato que tenía sus aposentos
cerca de los de Lizbeth, un poco después llego Halana y entraron en la habitación dejando fuera a
Alina y a Lug.

- Como podéis ver Lizbeth no está nada bien, - dijo Blakc apesadumbrado, - pero antes de
nada tengo que contaros algo y nadie fuera de esta habitación puede enterarse de esto,
esta información es necesaria para que intentemos saber que le está pasando a Lizbeth.

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Blakc conto todo sobre Lizbeth, de donde venia, los incidentes, mágicos inexplicables, y por
supuesto el secreto de los dragones, y su romance durante diez días, y para rematar les conto lo
que había pasado aquella misma tarde en la caverna secreta.

Halana tenía los ojos y la boca abiertas de la sorpresa, Viriato mantenía la misma cara de siempre
pero el rítmico movimiento de sus largos bigotes se había detenido y solo miraba a Lizbeth sin
decir nada.

- Alguno de los dos, puede decirme si sabe, o a oído antes algo parecido. – Pregunto Blakc
impaciente. –

- Tengo más de tres mil años, y Jamás había oído nada semejante, - dijo Viriato, recuperando
el movimiento de sus bigotes, y acercándose a la cama de Lizbeth. – ¿seguro que es
humana? ¿Podría ser un dragón blanco con forma humana?

- Yo soy un hada de alto rango, y se una manera de averiguar a que magias tiene afinidad,
pero que es humana, lo es, no tengo ninguna duda.

- ¿Y cómo haces eso? - Pregunto Owen curioso por las habilidades de las hadas. –

- Lo hare primero contigo para que lo veas y así te quedes más tranquilo, dijo Halana y se
acercó a Owen. – tranquilo no te va a doler ni notaras nada raro.

Halana le puso una mano sobre el pecho y pronuncio unas palabras extrañas, retiro la mano
despacio y así como su mano se alejaba del pecho de Owen salían unas esferas de luz de distintos
colores que estaban unidas por unas ramas de luz.

- Aquí tenemos la rama del árbol de la magia que te es afín, tienes magia de agua, en
concreto de hielo que es la esfera de color azul claro, tienes también una esfera de tonos
verdes de magia de sanación, pero es mucho más pequeña porque no la sueles utilizar, y
esta última que vemos aquí es posible que ni siquiera tu supieses que tenías esta magia, es
muy pequeña, pero si empiezas a usarla crecerá, y te puede ser muy útil, ves con cambia
de color, es magia de transformación.

- Es increíble, ¿esas son mis magias afines? Sabia la de hielo y la de sanación, pero la de
Transformación es toda una sorpresa, no es una magia habitual entre los elfos. -Owen
estaba maravillado con el descubrimiento. –

- ¿Y podremos ver también las magias de Lizbeth? – pregunto ansioso Blakc –

- Si claro, - dijo Halana separándose de Owen, y despareciendo así la imagen de sus magias,
y se acercó a la cama de Lizbeth, y repitió el proceso con ella. –

Lo que paso en ese momento dejo a todos sin palabras, mientras Halana separaba su mano del
pecho de Lizbeth empezaron a salir infinidad de esferas y ramas que se conectaban hasta formar
un gran árbol completo, cargado de ramas y sus ramas cargadas de esferas de todos los colores y

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tonalidades posibles.

Todos se quedaron en silencio observando el árbol, por fin Halana rompió el silencio y dijo:

- Es el árbol de magias completo, es imposible…

- Ningún ser mágico de nuestro mundo tiene acceso a toda la magia del árbol, - dijo Viriato,
- solo se habla de seres así en las leyendas, y eran los dioses que crearon los distintos
mundos, y después se fueron a un mundo para ellos solos.

- ¿Estás diciendo que Lizbeth es una diosa o algo así? – pregunto Blakc incrédulo - todos
conocemos a Lizbeth y sabemos que es humana.

- Si, es humana, - dijo Halana – pero puede ser cualquier cosa que desee si aprende a usar
sus poderes.

- ¿Y esto explicaría lo que ha pasado esta tarde? - Pregunto Owen –

- Eso creo, - Dijo Halana – como tiene la capacidad de ser cualquier ser que quiera es posible
que su subconsciente, guiado por su amor decidiera que quería ser un dragón y tener
descendencia, el caso es que si Lizbeth desea algo con suficiente intensidad como no
controla su poder pueden pasar cosas como la de esta tarde.

- Estupendo, ¿y ahora que hacemos? – pegunto Owen –

- Puedes empezar por intentar ayudarla a recuperarse, - le contesto Halana, - eres el único
con magia curativa y te servirá para entrenar esa magia que es muy útil.

- Yo me iré a ver si preparo algunos remedios para recuperarse del agotamiento, - dijo
Viriato, - pero tiene que estar consciente para tomarlos.

- Yo por desgracia no puedo hacer nada mas así que me marchare para que pueda
descansar un poco. – dijo Halana saliendo detrás de Viriato. –

Blakc y Owen se quedaron a solas en la habitación de Lizbeth, Owen se puso junto a Lizbeth y
coloco sus manos en la cabeza y el pecho para hacer todo lo posible para que Lizbeth se
recuperase, Blakc no podía hacer mucho así que se acomodó al otro lado de la cama esperando
algún cambio.

Cuando los primeros rallos de sol empezaron a despuntar Lizbeth, abrió los ojos lentamente,
mirando a su alrededor, junto a ella estaba Owen, que se había quedado dormido mientras trataba
de curarla, y al otro lado junto a su cama estaba Blakc, que también había sucumbido al cansancio,
y estaba dormido. Lizbeth se incorporó lentamente, se sentía cansada y dolorida, pero no podía
recordar nada, solo que sentía mucho dolor, y que le pidió ayuda a Owen, el resto estaba como en
tinieblas, y no conseguía recordar nada. Pero no le importaba, se sentía tan agradecida y feliz, de
tener a dos amigos que se preocupaban tanto por ella como para pasar la noche velándola, que el

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resto no tenía importancia.

- Buenos días – dijo Blakc al verla incorporada, - ¿cómo te encuentras?

- Buenos días, me duele todo el cuerpo, y estoy agotada como si llevase días sin dormir,
¿Qué ha pasado?

- Ya te lo contaremos todo cuando te hayas recuperado, ahora lo más importante es que


descanses y te recuperes, - le dijo Blakc mientras la volvía a tumbar usando uno de sus
dedos. –

- ¿Y Owen se encuentra bien? Me extraña verlo tan profundamente dormido. – Pregunto


Libeth. –

- El pobre se ha pasado toda la noche usando su magia de curación para que te recuperases
lo antes posible. – explico Blakc. – ahora que sé que estas mejor tengo que retomar mi
trabajo, Viriato seguramente te mandara algún preparado para ayudarte a mejorar así que
tómatelo, yo avisare a Alina de que ya puede entrar y ayudarte en lo que necesites.

- Muy bien pero ahora que hacemos con el pobre Owen, está agotado y me sabe mal que
este aquí medio colgando de la cama.

- Un momento, - Blakc se acercó hasta Owen y lo puso en la cama bien puesto y lo tapo. –
así estará más cómodo…

- Oye, pero yo no…. – su protesta fue inútil Blakc ya salía por la puerta de la habitación. –

Alina entro como un rayo cuando Blakc le dijo que podía pasar, y se fue corriendo hasta Lizbeth
para saber cómo estaba y si necesitaba algo, tan emocionada estaba que no se dio cuenta de que
Owen estaba allí durmiendo hasta que Lizbeth le pidió que no hablase muy fuerte y señalo a
Owen. Alina se tapó la boca y miro a Libeth con los ojos muy abiertos.

- Tranquila Alina solo se ha quedado dormido porque ha estado usando magia de curación
para ayudarme a mejorar. – se explicó Lizbeth que vio la sospecha en la mirada de Alina, -
además estaba es Rey aquí con nosotros.

- Lo siento señorita, es que as verlo en su cama no he podido evitar pensar lo que no era. -
se disculpó Alina al ver que Lizbeth tenía razón. – enseguida le traeré el desayuno, ¿quiere
algo en especial?

- La verdad, es que no tengo apetito, pero sé que Viriato me tenía que preparar algo, para
recuperar las fuerzas, será mejor que le preguntes si hay algo más que necesite comer, y ya
está.

- Muy bien, señorita, are lo que me pide de inmediato, usted descanse por favor.

Alina salió de la habitación, y Lizbeth se puso cómoda en la cama para descansar hasta que le

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trajesen el desayuno, entonces se encontró cara a cara con Owen, que seguia dormido
profundamente, y estando así de cerca se pudo fijar un poco mejor en los rasgos del elfo, tenía un
rostro realmente armonioso y una piel perfecta sin una sola marca o cicatriz, sus pestañas eran
largas y espesas y unos mechones de pelo plateado caían sobre su rostro, sus cejas eran finas y
definidas y también vio esas características orejas acabadas en punta y en la que llevaba un bonito
adorno de plata.

Alina no tardo en volver y le trajo un preparado que le había dado Viriato, y le había dicho que
durante dos días solo tomaría los preparados que el hiciese, que lo único que tenía que hacer
Lizbeth era tomarse los preparados y dormir, así que en cuanto se lo tomo Libeth se tumbó de
nuevo en la cama y se durmió.

Cuando llego la hora de la comida Blakc fue a ver como estaba Lizbeth, en vez de ir a comer, a
pesar de las protestas de Bricio. Cuando entro en la habitación se encontró con un panorama que
le hizo mucha gracia. Lizbeth se había dormido y en sueños se había abrazado a Owen, cuando
este se despertó se encontró prisionero del abrazo de Lizbeth y no se atrevía ni a pestañear,
cuando vio a Blakc dijo:

- Sácame de aquí por favor – estaba rojo como un tomate maduro – no sé cómo he acabado
aquí te juro que yo no la he tocado.

- ¡¡¡JAJAJAJA!!! – Blakc empezó a reírse a carcajadas – tendrías que verte jajaja

Con las carcajadas de Blakc Lizbeth se despertó y cuando se dio cuenta de que lo que abrazaba no
era una almohada soltó el abrazo se apartó enseguida y también se puso roja como un tomate,
mientras Blakc seguia riéndose a carcajadas.

- No sé qué te resulta tan divertido, - dijo Owen todavía rojo saliendo de la cama – te
recuerdo que la metiste tú en la cama y estaba desnuda. – y se volvió a poner rojo y
agacho la mirada. –

- ¿Como que estoy desnuda? - Entonces Lizbeth miro bajo la manta y vio que Owen decía la
verdad, - ¿qué ha pasado con mi ropa?

- Owen amigo, anoche te esforzaste tanto, que caíste agotado, y yo mismo te metí en la
cama, para que pudieses descansar, y lo de la ropa se me había olvidado completamente,
pero no pasa nada solo habéis dormido, no soy tan mal pensado os conozco, por eso es
divertido.

- Pues si no os importa me gustaría asearme, y ponerme algo de ropa por encima, - dijo
Lizbeth echándolos de la habitación, - decidle a Alina que entre cuando salgáis por favor.

- Bueno parece que nos están echando, - bromeo Blakc – será mejor que aprovechemos
para comer algo.

El resto de los días Owen pasaba largos ratos usando su magia para ayudar a la recuperación, pero

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no llegaba al extremo de caer agotado como el primer día, Blakc pasaba las noches al lado de la
cama de Lizbeth, porque temía que le volviese a pasar algo, y estuviese sola, los preparados de
Viriato hacían buen efecto y entre unas cosas, y otras Lizbeth se recuperó en uno diez días.

La noche antes de retomar su actividad normal Lizbeth, Owen y Blakc, se reunieron para hablar de
lo sucedido.

- Cuéntanos que recuerdas del día que te pusiste enferma. – pidió Blakc a Lizbeth –

- La verdad es que no recuerdo mucho, estábamos entrenando con las espadas y de pronto
sentí un dolor muy fuerte que me hizo caer de rodillas me sujete el vientre con los brazos y
me doble hacia delante por el fuerte dolor, entonces le pedí ayuda a Owen que me cogió
en brazos y me trajo a mi habitación, después de eso no recuerdo nada más.

- Pues hay más, y será mejor que te sientes, porque no será fácil de digerir. – le advirtió
Owen muy serio. –

Entre Owen y Blakc le contaron todo lo que había pasado y que para saber que hacer llamaron a
Viriato y a Halana y también le contaron lo que descubrieron con ellos, y que para evitar futuros
problemas mágicos descontrolados tenía que empezar a aprender a usar y controlas las magias
que poseía, desde las más sencillas a las más complejas.

- Muy bien chico, - dijo Lizbeth, - casi me lo creo, pero no he caído en vuestra broma.

- Entiendo que es difícil de comprender y aun más de aceptar, pero es cierto. – le dijo Blakc
muy serio. – ven te enseñaremos lo que dejaste en la caverna y quizás así lo entiendas.

Los tres, en completo silencio bajaron a la caverna, cuando llegaron dejaron que Lizbeth, se
acercara primero, no dijeron nada, solo se quedaron allí esperándola. Lizbeth se acercó despacio,
sin creerse lo que estaba viendo, encima de las alfombras, donde había pasado las noches más
maravillosas, en los brazos de su amado, había ahora una enorme piel de dragón blanco, con unas
escamas que parecían diamantes, y en el centro un huevo, tan grade que ella cabria dentro,
también era blanco, de un blanco nacarado, se acercó, y puso la mano sobre el huevo, y supo que
era suyo, y de Blakc, y una lagrima rodo por su mejilla, al menos cuando ella ya no estuviese Blakc
no estaria solo.

Cuando regresaron a la habitación de Lizbeth le explicaron que los huevos de dragón tardan
bastante en eclosionar de hecho los de dragón blanco, son los que más tardan y son unos
cuatrocientos años, año arriba año abajo, así que por el momento, no había nada que hacer solo
dejarlo donde esta y bajar de vez en cuando para comprobar que todo va bien, y claro el plan de
entrenamiento también cambiaria ya que ahora tenía que practicar la magia, así que por las
mañanas se quedaba igual pero las tarde las partirían en dos partes espada y magia. Primero
aprendería magias de defensa y curación, y después de ataque, y así poco a poco iría aprendiendo
a usar las magias.

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Los primeros meses de entrenamiento Lizbeth pensaba que se moría, le dolía todo el cuerpo y
Owen era muy estricto, casi siempre entrenaban en el exterior, a no ser que una super tormenta
azotase la cumbre de la montaña, en esos pocos casos entrenaban en una sala que les habían
cedido para entrenar.

Al cabo de un año mi habilidad con el arco era bastante buena, y podía defenderme más que bien
con la espada, mi aprendizaje sobre venenos y antídotos también iba bastante bien, ya que tenía
conocimientos previos, de plantas medicinales, así que Owen decido que también me enseñaría a
lanzar cuchillos, y a usar una cerbatana que según me explicó es la manera más fácil para
envenenar a un enemigo.

El tiempo fue pasando y mis habilidades iban mejorando cada día y la amistad entre Black, Owen y
yo cada día era más fuerte.

Ya hacía dos años, más o menos que me entrenaba con Owen, y ya le podía plantar cara a
cualquier guerrero que se me pusiera delante, incluso Owen tenía dificultades para ganarme en
combate, y un día mientras comíamos con Black, y le contábamos los muchos progresos que había
hecho en tan poco tiempo, entro Bricio con el gesto desesperado.

- ¡MAGESTAD! ¡MAGESTAD! Es terrible, acaba de llegar un general del rey Mael del reino
costero Valdos. Amenazan con acabar con la alianza, entre nuestros reinos porque dicen
que les hemos atacado…- Bricio estaba casi sin aliento-

- ¿Como es eso posible? -Black se levantó de golpe - Yo no he autorizado ningún ataque y


mucho menos a un aliado.

- Eso le he dicho yo, pero insiste en reunirse con usted, personalmente o será la guerra.

Bricio, tenía una expresión que no había mostrado nunca, estaba realmente preocupado.

- Bien, en la sala del trono ahora, todavía no habrá nadie, hazlo pasa, y yo voy para allá
inmediatamente. - dijo Black mientras se encaminaba hacia el portón que tenía detrás. –

- Enseguida mi señor. -Dijo Bricio saliendo a toda prisa. -

Bricio salió de allí, como una flecha, y blakc se dispuso a salir para averiguar qué estaba pasando.

- Black, permítenos estar contigo, para hablar con este general del Rey Mael de Valdos, por
favor.

Black los miro, tanto Owen como Lizbeth ya estaban de pie listos para salir tras él.

- Vais a venir de todas formas ¿verdad?

- Ni lo dudes. - dijeron al unísono

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- De acuerdo, podéis acompañarme a ver que está pasando.

Entramos al salón del trono, por un portal lateral que daba sobre el trono por donde solía entrar, y
salir Black, Owen y yo nos pusimos de pie a la derecha de donde estaba Black. Y casi de inmediato
se abrieron las puertas del salón, y entro bricio, y anuncio al inesperado visitante.

- Majestad, le presento a Artai General de Mael, rey de Valdos.

Entonces entro en la sala, un caballero con armadura y todo, seguido de otros dos caballeros,
también con sus armaduras. Estos dos se quedaron junto a Bricio, al lado de la puerta, mientras el
tal Artai, se acercó hasta estar delante del trono, y entonces se quitó el yelmo, y pudimos verle la
cara.

Tenía un aspecto feroz. El pelo parecía que no conocía cepillo, corto y desaliñado, y su cara surcada
de varias cicatrices le daban un aspecto amenazador, y su mirada cargada de odio dejo muy claro
que más que una explicación buscaba venganza.

- ¡POR QUE NOS HABEIS ATACADO! ¡PESAIS QUE QUEDAREIS INPUNE DESPUES DE
MASACRAR A CINCO DE NUESTROS PUEBLOS! -Artai estaba furioso y gritaba con
desesperación. –

- Te puedo asegurar, que nosotros no hemos atacado, a tu reino, ¿qué sentido tendría,
atacar a un aliado con el que comerciamos habitualmente? - intento razonar Black -.

- ¡PENSAIS QUE ME LO VOY A CREER! ¡MASACRAIS A LOS PUEBLOS OS LLEVAIS TODO LO


QUE QUEREIS Y YA NO NECESITAS COMERCIAR! -Artai, no parecía dispuesto a escuchar
nada de lo que Black dijese -.

- Te repito que no hemos sido nosotros.

- ¡PUES ENTONCES ESPLICA QUE HACE TU BANDERA CLABADA EN MEDIO DE LOS POBLADOS
QUE HAN SIDO ATACADOS! - dijo con desprecio el enfurecido general -. ¡MENTIROSO!

En ese momento, casi instintivamente tanto Owen como Lizbeth se pusieron delante de Black en
una postura defensiva y con la mano en la empuñadura de la espada.

- ¡¿Y ESTOS QUE SE CREEN, QUE ESTAN HACIENDO?! - dijo Artai al vernos delante de el -.

- podríamos decir que somos, la guardia personal de Rey, y no permitiremos que intentes
nada contra él. - replico Owen con una cara más que sería. –

- Y un elfo y una humana creen que pueden hacer algo…-intento replicar Artai, pero Lizbeth
le interrumpió. –

- Nos hemos dado cuenta, de que tenías intención de atacar, y por eso nos hemos
interpuesto, y te aseguro de que podríamos pararte a ti, y tus dos guardias, que se acercan
corriendo por el pasillo. Y, de todas formas, crees en serio que podrías hacerle algo, a un

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dragón real con una simple espada.

- El rey que protegéis es un asesino, que a masacrado pueblos enteros….

- Él no ha hecho nada de eso, y dices que estaba nuestra bandera en esos pueblos,
queremos ver esas banderas. - exigió Owen a los caballeros -.

- Aquí las tenéis – Dijo Artai tirando unos trapos a nuestros pies.

Owen se agacho para comprobarlas banderas mientras yo seguia en alerta.

- ¿En serio habéis creído que esta es nuestra bandera?, Los colores no son iguales, el
emblema es una copia mala, y está muy mal cosida. – entonces Owen cogió una de las
banderas que había colgadas, a los lados del trono, y la puso al lado de la que había traído
Artai. – Esta es nuestra bandera, los colores son más vivos, y únicos, el emblema del
Dragon Negro es una silueta perfecta, y las costuras están hechas por hadas, por lo que
son perfectas.

- Como podéis ver, Señor Artai, mis guardias personales, han demostrado que no hemos
sido nosotros, seguramente se trate de alguna banda de delincuentes, que quiere
cargarnos con la culpa.

- Pero…no es posible…. los testigos afirman que vieron dragones, y los únicos dragones que
hay por aquí son los de este reino.

- No creo que ninguno de los dragones de mi reino, se atreviese a hacer algo así. La única
posibilidad es que sean un grupo de dragones errantes, que se dedican a hacer cosas como
estas, arrasan pueblos enteros, y dejan una copia mala de la bandera del reino de
dragones más cercano, así provocan conflictos entre los reinos, y ellos pueden actuar a sus
anchas.

- ¿Entonces hemos sido engañados? - Pareció que Artai se dio cuenta de que les habían
tomado el pelo, y habían estado a punto de hacer algo muy malo. –

- Majestad, me gustaría que nos diese permiso, a la Señorita Lizbeth, y a mí para ir a por los
que han intentado ensuciar, el buen nombre de este reino. - Owen miro la copia de la
bandera, y después miro a Black, parecía que algo le rondaba por la cabeza. –

- ¿Crees que está preparada para algo así? - Pregunto Black mirándome. –

- Yo la he entrenado, y se de lo que es capaz. -asintió Owen con mucha confianza. –

- Está bien, podéis ir, pero más os vale volver de una pieza. - Y Black le giño un ojo a Lizbeth

- Por supuesto Majestad. - sonrió Owen -

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Después de eso, los caballeros del reino de Valdos salieron del salón con Bricio, y quedamos los
tres solos.

- Owen, si son dragones es peligroso que vayáis vosotros solos. - Owen interrumpió a Blakc
para que no se preocupase demasiado. –

- No te preocupes Blakc, tanto Lizbeth, como yo, hemos estado entrenando muy duro, y
podemos plantarle cara incluso a tus dragones guardianes, así que un puñado de dragones
renegados, no podrán con nosotros.

- Lizbeth estas segura de que estarás bien, no es necesario que vayas si no quieres. - La
mirada de Black, mostraba una profunda preocupación -.

- Black, sé que estas preocupado, pero si siempre me quedo escondida en el palacio, como
voy a serte útil, además estaré con Owen, y sabe que, si me pasa algo, tú te lo comerás de un
bocado… - bromeo Lizbeth para que no se preocupase, pero la verdad es que estaba un poco
nerviosa. -

- Jajajaja, tienes razón me lo zamparé si te pasa algo...jajaja – rio Blakc de la broma -

- Entonces será mejor que te traiga de una pieza…jajajaja – siguió la broma Owen -

después de hablar, y reír, un poco se fueron a preparar el equipaje, para poder salir de inmediato
hacia Valdos. Pero antes de irnos, Black, salió a despedirnos, y nos dio una bolsa a cada uno
diciendo que era algo que nos ayudaría, a mantenernos a salvo. Después nos fuimos al puerto
donde nos esperaba un barco. Eran barcos de vela, que se usaban sobre todo para transportar
mercancía, pero también había barcos, que se usaban para defender, o atacar a otros barcos,
solían ser más rápidos, y manejables, y su carga eran un buen número de soldados, que protegían
a las flotas de barcos mercantes, de los ataques de piratas, o enemigos de todo tipo. Nosotros
viajaríamos en uno de esos barcos escolta, ya que era el que habían traído los caballeros de Valdos.

Todos los soldados, y marineros del barco, nos miraban con desconfianza, y hacían comentarios
desagradables, para burlarse de nosotros y provocarnos, pero Owen me dijo que no les prestase
atención porque no sacaríamos nada de enfrentarnos a ellos. El viaje duraría un día, y una noche
así que era mejor tomarlo con calma.

Nos asignaron un camarote para los dos, alegando que no tenían más espacio disponible, pero al
menos allí podíamos estar un poco más tranquilos.

- Bueno, parece que tendremos que compartir camarote, pero no te preocupes, yo puedo
pasar la noche en cubierta, total una noche sin dormir no es para tanto.

- Owen, ¿en serio crees que te dejare pasar la noche en vela en cubierta? Te recuerdo que
ya emos compartido cama antes, aunque de manera involuntaria y sé que puedo confiar
en ti.

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- Pero eres una dama, y si pasamos la noche en el mismo camarote, aunque no pasase nada,
todos los del barco se pondrían a chismorrear, y quien sabe hasta donde podrían llegar
esos rumores.

- O vaya, no había pensado que esto podía dañar tu reputación…- dijo Lizbeth con tono
burlón-

- Eres de lo que no hay…jajajaja – Owen enseguida se dio cuenta de que se estaba


preocupando por una tontería. –

- No te preocupes tanto, tenemos que descansar, porque no sabemos que nos espera
cuando lleguemos.

- Tienes razón, y ya que estamos aquí vamos a ver qué es lo que nos ha dado Black.

Abrieron las bolsas y dentro había una armadura, pero era muy ligera y era de un material que les
resultaba extrañamente familiar. Y además estaba unida, a unas prendas que se ajustaban
perfectamente al cuerpo, pero que parecía un material muy resistente. Había un pantalón, con las
piezas que protegían las piernas, una protegía desde el tobillo, hasta la rodilla, la otra pieza cubría
la parte delantera, y del lado exterior del muslo, y la cadera, otra pieza cubría la parte trasera, la
parte superior era como un jersey de cuello alto, tenía las protecciones en los antebrazos, que los
cubría por completo, la pieza del brazo cubría solo la parte exterior y otra en el hombro, y una
protección que cubría todo el pecho, y la espalda, hasta la cintura. Owen me miro con una
expresión que estaba entre la sorpresa, y la incredulidad,

- Es una armadura de dragón negro…- balbuceo atónito Owen-.

- ¿estás seguro?

- ¿Qué te han explicado de los dragones reales?

- Bueno me han contado que son los más grandes, que su fuerza es muy superior a la de
cualquier otro dragón, que su piel es uno de los materiales más resistentes que existen, y que sus
escamas son prácticamente indestructibles, aparte de eso me en dicho que, si reciben ataque
mágico de elementos, no les hacen nada, son inmunes, y que ellos a su vez son capaces de lanzar
unos ataques de una especie de energía negra, que acaba con casi cualquier enemigo.

- Pues esto que tenemos aquí, está hecho de piel y escamas de dragón negro. - Owen me
miro esperando que comprendiese lo que significaba -.

- Black…. – una punzada atravesó mi corazón- ¿no se habrá hecho daño para darnos esto,
¿verdad?

- Seguramente este hecho con la piel de una muda anterior, suelen guardarlas porque son
muy valiosas. El caso es que, con esto, a los ojos de cualquiera estamos al mismo nivel que
el Rey. Somos Caballeros Dragon.

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En la bolsa también había una capa negra, con el emblema del Dragon Negro. Así que decidieron
cambiarse, y así dejar claro que eran dignos representantes de Dragon Negro. Cuando ya se habían
cambiado Owen le dio una sorpresa más ha Lizbeth.

- Yo, también te he traído una cosa, que creo que te gustara.

Entonces saco un arco tallado, muy parecido al suyo, y viéndolo de cerca, vio que en realidad no
eran flores si no estrellas de hielo, y era negro con un carcaj a juego con un buen puñado de
flechas con plumas negras.

- ¿En serio es para mí? - estaba tan sorprendida, que casi no le salían las palabras -. ¿pero
por qué?

- Vamos a combatir a unos dragones- y es mejor que tu equipamiento sea el mejor posible.
también te he traído un par de cosas más.

Saco entonces un cinto, con una vaina para la espada, y con una bolsa para los cuchillos de lanzar,
era de cuero negro, y por último saco una espada, era una autentica obra de arte, ligera pero muy
resistente, y en la empuñadura un Dragon.

- ¿Pero porque me das todo esto?

- Estas cosas, ya hace un tiempo que las mande hacer, a los mejores artesanos de mi tierra
natal. Y solo estaba esperando un buen momento para darte las. Y no puedo dejarte ir a
una batalla, con material de entrenamiento. Recuerda que me pasara si te pasa algo… -
dijo Owen con una sonrisa y una mirada tierna. –

- Gracias Owen, de verdad que no sé cómo podre agradecerte todo esto.

- Que te parece si me lo pagas, acompañándome a la cubierta, a ver la puesta de sol…

- Me encantaría… - dijo Lizbeth encantada con la propuesta. -

Cuando salieron a cubierta, allí estaba Artai, hablando con los otros dos caballeros, que estuvieron
en el salón del trono. Los vieron, pero no les prestaron más atención, y nos dirigimos a la proa del
barco para ver ponerse el sol tras las olas.

- Disculpad… - escucharon a Artai detrás de ellos –

- ¿En qué le puedo ser de ayuda, señor Artai? - dijo Owen mientras se volvía hacia su
interlocutor. –

- Discúlpenme, pero hay algunas cosas, que no entiendo, y me gustaría aclarar. En primer
lugar ¿me pueden decir quien se supone que son ustedes?

- Vaya, que descuido el nuestro, todavía no nos hemos presentado, correctamente. Ella es la
Señorita Lizbeth, y aparte de ser una excelente guerrera, es la protegida de su Majestad el

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Gran Dragon Negro. Y yo soy Owen, el gran guerrero elfo, que lucho en la guerra Dragon.

Los ojos de Artai, se abrieron más de lo que nadie hubiese creído posible, y su mandíbula estuvo a
punto de desencajarse. En cuanto se recuperó, de le impresión intento disimular, como si no
supiese de que hablaba, aun que estaba claro que sabía perfectamente quien era Owen.

- Pero, que puede hacer una humana, contra unos dragones, vuestro rey tendría que haber
mandado algunos dragones soldados, o incluso guardianes, para acabar con esos
criminales.

Dijo impaciente Artai, intentando entender, por qué no venía ningún dragón para ayudarnos.

- Entiendo que estes frustrado, y quieras acabar lo antes posible con esta situación, pero
piensa por un momento, que pasaría si de repente aparecen en los pueblos cercanos a los
que han sido atacados un grupo de dragones….

- Cundiría el pánico…- comprendió Artai -.

- Exacto, sería un desastre, por eso la Señorita Lizbeth, y yo, iremos a hablar con los testigos,
y a los pueblos vecinos, para averiguar donde se esconden los malos, para poder acabar
con ellos.

- Vale que usted es el Gran Guerrero Owen, pero ella es una humana, no tiene ninguna
posibilidad…

- Veo que no confía mucho en sus habilidades, pero piensa una cosa, no es una humana
normal, vive en un palacio de dragones, con los que suele entrenar, y es mi …no sé cómo
denominarla…alumna, aprendiz, discípulo…el caso es que en apenas dos años en los que le
he estado instruyendo a alcanzado un nivel similar al mío, de hecho, no me gustaría tener
que enfrentarme a ella enserio.

- No deberías ser tan exagerado, o asustaras a estos aguerridos caballeros. - dijo Lizbeth
guiñándole un ojo a Owen y con una sonrisa.

- Disculpen…discúlpenme ya me marcho…- y Artai se marchó a toda prisa, junto con los


caballeros que le aguardaban expectantes.

- Mira que eres, creo que se ha asustado más de esa sonrisa tuya que de mis palabras… se
burló Owen con una sonrisa.

- Al menos, no nos molestaran más, en lo que queda de viaje…- o eso creía ella -.

Estuvimos un rato más en cubierta, y cuando nos dirijamos a nuestro camarote, un muchacho que
debía ser un grumete se acercó, y nos dijo que la cena estaba a punto, y nos acompañó hasta el
comedor, una sala grande, donde todos comían juntos, pero había una zona donde estaba el
capitán de la nave, y los mandos, el muchacho los llevo hasta donde estaba el capitán.

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- Es un honor, poder llevar en mi nave al Gran Owen, y por supuesto a su aprendiz. Me
gustaría que se sentasen a mi mesa esta noche. - por lo visto las noticias volaban dentro
del barco -.

- Es muy amable señor, muchas gracias. - Dijo Owen mientras nos sentábamos a la mesa. -

Durante la cena, mientras Owen mantenía una conversación por compromiso, de esas que podrías
tener con el vecino del quinto, si te los encuentras en el ascensor. Yo observaba como todos los
soldados, y tripulantes que estaban allí, no paraban de cuchichear y mirarnos, estaba claro que
todos sabían quién era Owen. Entonces el capitán se dirigió a mí.

- Bueno Señorita Lizbeth, ¿y como una hermosa joven acaba en un palacio de dragones?

- podríamos decir, que su majestad el Gran Dragon Negro, me salvo la vida, y desde
entonces ha cuidado de mí. - dije sin querer dar muchos detalles -.

- ¿Te salvo la vida? ¿Acaso estabais en peligro? - el capitán seguia intentando sacar más
información, parecía que le gustaban los chismorreos. –

- Digamos que tuve un accidente, y perdí todos mis recuerdos, y mi viva volvió a empezar
cuando Su Majestad me acogió bajo su protección. – Lizbeth, pensó que, si decía que no
tenía recuerdos, no podría contar nada -.

- capitán – salió Owen al rescate -, ¿a qué hora está previsto que lleguemos a puerto? -
pregunto Owen.

- Llegaremos al puerto de Valdos a medio día más o menos.

- Estupendo, nosotros nos retiraremos ya a descansar.

- Muy bien, señorita Lizbeth, Señor Owen, espero que pasen buena noche.

- Igualmente, capitán. - dijeron casi al unísono Owen y Lizbeth, y salieron de allí, escapando
del interrogatorio del capitán.

se fueron al camarote y durmieron un poco, y antes de que saliese el sol, ya estaban despiertos y
salieron a cubierta para hacer sus ejercicios. Al principio solo había un par de tripulantes, pero
antes de darse cuenta, tenían a un nutrido grupo de espectadores, y a pesar de ser un montón no
se oía a nadie hablar, solo los observaban. Cuando terminaron y se iban a desayunar cuando vieron
que entre los espectadores estaba Artai.

- Buenos días, señor Artai, ¿espero que no les moleste que hagamos nuestro entrenamiento
en cubierta?

- Buenos días, Señor Owen, Señorita Lizbeth, no es molestia para nada, solo quería hacerles
una observación ¿si no les molesta?

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- Adelante, siempre escuchamos cualquier consejo que nos pueda ser útil. -dijo Owen -.

- Pues déjenme decirles, que, si ese bailecito es lo mejor que saben hacer, se pueden ir
dando por muertos, porque no creo que puedan derrotar a un dragón, haciendo eso. - el
tono de Artai era despectivo y nos miraba como si fuésemos un fraude -.

- Si no tiene fe en nosotros, - dijo Lizbeth claramente molesta, - le invito, a que después de


desayunar usted, o cualquiera de sus hombres, se una a nosotros, y peleemos como
entrenamiento, porque esto de ahora no era un baile, solo era para estirar los músculos, y
empezar el día. –

- Estoy de acuerdo con la propuesta de mi alumna, - dijo Owen con una sonrisa traviesa -. si
alguien quiere unirse a nosotros en el entrenamiento será bienvenido.

Bajaron a desayunar, y desde el salón donde comían, se podía oír el jaleo que había en
cubierta. Y entonces apareció el capitán.

- ¿Se puede saber que es ese jaleo de buena mañana? -Gruño medio dormido el capitán -.

- Lo lamento mucho capitán, creo que es culpa nuestra por decirles a los sodados, y
tripulantes, que podían unirse a nuestro entrenamiento matutino. - se disculpó Owen. –

- ¿Entrenar? ¿esa pandilla de gandules? Creo que la última vez que entrenaron, debió ser
cuando estaban en la academia, desde entonces lo único que hacen se fanfarronear y
gandulear todo el día.

Terminaron de desayunar y volvieron a la cubierta. La mayoría estaban a los lados para observar el
entrenamiento, pero en el centro de la cubierta había un par de soldados, los dos caballeros de las
armaduras, y por supuesto Artai que nos esperaban.

- Bueno parece que algunos de vosotros, os uniréis al entrenamiento, daré por su puerto
que sabéis luchar cuerpo a cuerpo, así que no tendremos miramientos. - les aviso Owen
antes de empezar -.

- Owen, seguramente a ti, te tengan más miedo porque saben quién eres, déjame que
empiece yo. Porfa…. – pidió Lizbeth casi en una súplica.

- Bien, mi alumna me propone que hagamos lo siguiente, ella se enfrentara con vosotros,
del más débil, al más fuerte, y podréis elegir en que queréis retarla, lucha cuerpo a cuerpo,
tiro con arco, lucha con espadas, lanzamiento de cuchillos, y si alguno la derrota, entonces
luchara conmigo ¿os parece bien?

- Por nosotros no hay problema. – dijo Artai con toda confianza.

El primero en acercarse, fue un muchacho de unos diecisiete o dieciocho años, recién salido de su
adiestramiento, era más alto que Lizbeth, y parecía estar en buena forma. Se acerco con una

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sonrisa burlona, y alentado por los ánimos de sus amigos, ataco primero. Antes de saber que
estaba pasando, ya estaba en el suelo, y había dejado de sonreír, entonces le dije.

- Tranquilo intentare no hacerte daño. – y esta vez fue ella la que sonrió.

Con un grito de rabia, se levantó y se abalanzó contra Lizbeth otra vez, y como la vez anterior
acabo contra el suelo, esta vez le costó más levantarse, Lizbeth le dijo que todavía podía retirarse,
pero su respuesta fue que no se dejaría ganar por una mujer, así que cuando volvió a atacar
Lizbeth no tuvo más remedio que noquearlo.

El segundo era un joven de unos veinticinco años más o menos, este parecía más curtido en eso de
pelear, pero, aun así, aunque muy grande, y muy fuerte, le faltaba velocidad, y agilidad por lo que
no tardó mucho en acabar con él.

Le tocaba a uno de los caballeros, y como llevaba su armadura Lizbeth le sugirió la lucha con
espada, y no lo dudo ni un momento, peso que tendría ventaja porque las espadas que llevaban
eran muy largas, y añadiendo que sus brazos eran más largos que los de Lizbeth pensaba que no
podría acercarse lo suficiente a él como para ganarle, pero llevaba una armadura incomoda y
pesada, y esa espada tampoco era ligera, así que Lizbeth con su nueva armadura super ligera y
cómoda le venció casi más rápidamente que a los dos anteriores poniéndose detrás de él y con su
nueva espada contra su cuello.

Al siguiente caballero le dijo que eligiese como quería luchar, y eligió que quería competir con
Lizbeth en el tiro con arco, que era lo que mejor se le daba, según él, era el mejor arquero del reino
de Valdos. Colocamos una diana en la proa del barco, hacia el lado de estribor, para que los
mástiles no fuesen un obstáculo, y nos pusimos en la popa, para empezar, Primero tiro el, tres tiros
los tres, le quedaron casi en el centro de la diana, lo cual con el movimiento del barco es muy
loable, luego tire yo, tres dianas perfectas. El caballero no se lo creía, y empezó a despotricar y a
acusarme de bruja, y de hacer trampas. Entonces con mucha calma Owen le dijo.

- Según usted es el mejor arquero del reino ¿verdad? ¿Me puede decir cuando fue la última
vez que entreno sus habilidades para seguir siendo el mejor?

- Yo no necesito entrenar, no soy un novato, yo se tirar con el arco y soy el mejor.

- Lo que pasa si no entrenas es que vas perdiendo la habilidad que tenías, y poco a poco iras
siendo peor, hasta que cualquier novato te supere. Ella entrena a diario aun siendo la
mejor no falla un blanco, ni, aunque este sobre un caballo en pleno galope.

- Bueno me toca a mi – dijo Artai –¿qué te parece si luchamos con la espada?

- Perfecto, no tengo problema, - acepto Lizbeth -

Cuando Lizbeth fue a dejar el carcaj y el arco a un lado y a recoger la espada, cuando estaba de
espaldas, a Artai este intento atacarla por sorpresa, pero aun así desenvainó su espada y detuvo su
ataque.

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- Artai, si quiere luchar en serio con mi alumna, ya le aviso de que no es buena idea. - dijo
Owen muy serio – estamos aquí para resolver un problema, no para acabar provocando
más.

- Si para ganar, tengo que ir en serio, lo hare. -declaro Artai sin miramientos -.

- Yo no te lo recomiendo, hasta ahora Lizbeth a estado jugando, no sé a puesto en serio en


ningún momento, si se siente amenazada, y se pone enserio no puedo asegurar que
sobrevivas, lo que si te aseguro es que no saldrás de una pieza…

- No es posible, ningún humano puede ser tan fuerte…seguro que es una bruja, o algún tipo
de monstruo…

- Te aseguro que es tan humana como cualquiera de los que estais aquí, pero es especial,
tanto que en dos años de entrenamiento ha conseguido una fuerza, agilidad, y destrezas,
tales que superan a todos los humanos, ¿por qué? no lo sé, pero es así. Sera mejor dejar el
entrenamiento aquí.

Lizbeth envaino su espada y recojio sus cosas, y volvió a su camarote, y todos los que estaban por
allí de espectadores, volvieron a sus quehaceres, y Owen que quedo en la cubierta, mirando el
horizonte, y recordando la conversación que había tenido a solas con Black antes de irse.

- ¿Estás seguro de que no será muy peligroso que vayáis Lizbeth y tu solo? -le pregunto
Black. –

- No creo que tengamos problemas, además Lizbeth es cada día más fuerte, tanto que, si
tuviese que pelear contra ella en serio, no estoy seguro de que pudiese ganar.

- Creo que estas exagerando un poco después de todo es humana.

- Y a pesar de ser una humana, los dos sabemos que es especial, en los últimos
entrenamientos ha podido vencer a dragones de categoría guardián. Todavía no entiendo
como en ese cuerpo tan pequeño, y delicado, hay un poder tan grande.

- Si es así, tenemos suerte de que este de nuestro lado…- bromeo Black -.

El capitán saco a Owen de sus pensamientos.

- Señor, en una hora más o menos, llegaremos al puerto de Valdos.

- Gracias capitán, nos prepararemos enseguida.

Cuando Owen bajo al camarote, Lizbeth ya tenía todo preparado, y estaba viendo las fotos de su
móvil, imágenes de un mundo que ya no podría volver a ver, y en el que siempre se sintió
diferente, pero que, aun así, de vez en cuando, echaba de menos.

Cuando el barco atraco en el muelle, había un par de caballeros, con unos caballos esperando a

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Artai, y a los dos que le acompañaban.

Artai, los puso al día a los caballeros de lo que había pasado, y de quienes eran Owen y Lizbeth y
para que estaban allí. Enseguida les consiguieron un transporte, era un carro tirado por caballos
Artai, y los demás caballeros, los escoltaron hasta el palacio, donde tendrían una audiencia con su
Majestad Mael.

De camino al palacio, Lizbeth estuvo mirando con curiosidad todo lo que pudo, los edificios eran de
un estilo similar, a lo que en nuestro mundo llamaríamos victoriano, y no solo los edificios sino
también las ropas, de la gente parecían de ese estilo. Todos los vehículos, eran carros tirados por
caballos, y no vio indicios de nada que indicase, que allí pudiese haber algún tipo de desarrollo
tecnológico.

Llegamos a unas murallas, con un portón custodiado por dos guardias, que al ver a Artai enseguida
dieron la orden de abrir el paso, tras la muralla, había unos cuidados jardines, y un bonito palacio
victoriano.

Los caballeros que los acompañaban se fueron y se llevaron también el caballo de Artai, el cual los
acompañó hasta la entrada del palacio, allí los recibieron varios sirvientes, que los miraban a Owen
y a Lizbeth, con expresión desconcertada. Supongo que no esperaban a dos extranjeros envueltos
en unas capas negras con el escudo del Dragon Negro. Artai hablo con uno de los sirvientes, y este
salió corriendo hacia las puertas de un salón que había un poco más adelante, y allí hablo con otro
que entro en el salón, pasados unos minutos salió alguien que parecía ser un encargado, o algo por
el estilo, y se dirigió Artai.

- Señor su majestad les recibirá de inmediato.

- Señor Owen, Señorita Lizbeth, por favor síganme. – dijo Artai casi sin mirarnos-

Entraron en el salón, que resulto ser el del trono, a los lados de la sala, había una multitud de
personas, que eran los cortesanos y nobles del palacio, o algo por el estilo, y delante subiendo
unos cinco escalones, estaba el trono muy ostentoso, y recargado, dorado, y rojo, sentado en él
estaba el rey Mael, a su izquierda había otro trono más pequeño, y más sencillo, y había sentada
una mujer, y a la derecha había un consejero que estaba de pie junto al rey.

Nos acercamos al trono, y cuando estábamos a un metro de los escalones, Artai se tiró de rodillas
al suelo, y bajo la cabeza, Owen y yo nos miramos, y nos inclinamos haciendo una reverencia.

- Artai, levantarte por favor, eres mi mejor guerrero, seguro que me traes buenas noticias,
cuéntame ¿le cortaste la cabeza a ese dragón traidor? - El rey creía que al volver su
caballero era porque había conseguido llevar a cabo su misión. –

- Mi señor, el Dragon negro, no nos ha traicionado – aclaro Artai -, hemos sido engañados
por unos Dragones renegados.

- ¿COMO?, ¿NO TE HABRAS TRAGADO ESA PATRAÑA?, ¿VERDAD? - el rey es puso a gritar

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furioso -.

- Traigo las pruebas, y a dos representantes del Dragon Negro, que se harán cargo de los
renegados.

- Enséñame esas pruebas. -dijo el Rey con disgusto y frustración. -

Artai cogió la bandera falsa, y la extendido en el suelo, y luego cogió la auténtica, y la puso al lado,
la original era de un verde intenso, con una montaña en el centro de color marrón oscuro, y en el
centro el escudo rojo vivo con la silueta del Dragon Negro en medio, la falsa tenía unos colores
apagados ninguno de los elementos estaba bien centrados ni bien cosidos y la silueta del escudo
podía ser cualquier cosa menos un dragón.

- Y además de las banderas, han venido conmigo el Señor Owen el Gran Guerrero Elfo, y su
aprendiz la Señorita Lizbeth. - los presento Artai sin preámbulos. –

- Quien lo iba a decir, el Señor Owen en mi palacio, he oído muchas historias sobre ti, pero
nunca pensé que podría conocerte, y ¿tienes una aprendiz? ¿Debe ser una gran elfa,
supongo?

- No, Señor es humana, y es la protegida del Rey Dragon Negro, por eso me encargo yo de su
adiestramiento.

El Rey estaba perplejo, con la idea de que la aprendiz fuese humana, sus ojos casi se salieron de
sus orbitas, y su gesto parecía enfurecido.

- Os burláis de mí, como una humana y un elfo por mucho que seas el gran guerrero vais a
acabar con un montón de dragones. - dijo fuera de sí, el rey mientras llamaba a uno de sus
sirvientes, para que le acercarse una copa de vino -.

- No nos estamos burlado de vos señor, hemos venido porque por muchos soldados, que
manden, lo más probable es que mueran todos, y no podemos permitir que esa padilla de
renegados, manchen el buen nombre de nuestro rey. No necesitamos soldados, ni apoyo,
ni a nadie, de sus hombres solo queremos un mapa con los pueblos, que han sido atacados
y nada más porque incluso hemos traído nuestros propios caballos. - Owen dejo claro que
estaban allí porque querían estar, y por el Rey Dragon Negro, y no por él ni por nada que
pudiese darles o decirles.

- Haced lo que queráis, total será vuestro funeral. - dijo el rey con desprecio, pero
aceptando que estuviesen allí, que era lo único que necesitaban

- Gracias Majestad, por darnos permiso para actuar, por cierto, su mejor caballero puede
hablarle de nuestras habilidades en combate. - Owen y Lizbeth no estaban a gusto en
aquel lugar, el Rey era soberbio y caprichoso y no parecía buena persona. -

Salieron del salón, y fueron hacia la salida del palacio, en ese momento estaban llegando sus

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caballos así que los cogieron los ensillaron y salieron de allí en dirección a una posada, que habían
visto al pasar. Cuando ya estaban llegando, un sirviente del palacio llego corriendo hasta ellos.

– Señor Owen, Señorita Lizbeth, el Señor Artai desea reunirse con ustedes. - les comunico el
sirviente casi sin aliento después de la carrera para alcanzarlos. -

– Pues dígale al Señor Artai, que nos alojaremos en esa posada, y que puede venir a reunirse
con nosotros cuando quiera, y dígale que nuestra intención, es partir a primera hora de la
mañana, así que nos iremos a descansar después de cenar. – A Owen no le apetecía mucho
seguir hablando con Artai, pero tenían que saber dónde estaban los pueblos, y un par de
cosas más. -

– Pero Señor Owen, esperaba que ustedes se quedasen en el palacio. - dijo el sirviente un
poco desconcertado -.

– No, gracias, son muy amables, pero no queremos causar molestias, así que nos
quedaremos aquí, y dígale a Artai que estaremos aquí toda la tarde.

– Si, Señor.

Y así como vino se fue, mientras ellos por su parte, entraron en la posada, y dejaron los caballos a
cargo del mozo que se ocupaba del establo, y entraron para solicitar alojamiento, y como ya era
hora también comida.

– Buenos días, Señores, ¿qué les puedo ofrecer? -el posadero nos recibió con mucha
amabilidad, a pesar de que vio el emblema en nuestras capas -.

– Buenos días, queríamos dos habitaciones, y un par de platos de comida.

– Con la comida no hay ningún problema, tenemos más que suficiente pero ahora mismo
solo tenemos una habitación, ha llegado un barco a puerto esta mañana, y lo tenemos
todo ocupado.

– Si la habitación tiene sitio para que durmamos los dos, no hay problema. - dijo Lizbeth con
una sonrisa. -

– Lizbeth, ¿estas segura de que no te importa? - Owen parecía un poco preocupado por
tener que compartir habitación conmigo otra vez -.

– Ya te lo dije en el barco, no vivo de lo que los demás puedan decir, o pensar... - la verdad es
que Lizbeth se sentía mucho más segura, si Owen estaba cerca, aunque ella habría podido
ocuparse de cualquiera que intentase colarse, en el dormitorio en plena noche -.

– vale, vale ya que parece que estamos condenados, a tener que compartir habitación no le
daré más vueltas. - Dijo Owen pensativo -.

– ¿cómo? ¿Piensas que compartir habitación conmigo es una condena? Como no retires

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esas palabras te daré una paliza. - dije en tono de broma para que Owen no se sintiese
demasiado mal. - dije yo intentando no soltar una carcajada -.

– Lo lamento mucho Señorita por favor perdone a su humilde siervo. -dijo Owen
haciendo una exagerada reverencia y guiñándome un ojo, sonrío burlón.

Se echaron a reír, mientras el posadero los miraba desconcertado.

– No se preocupe nos quedaremos la habitación, y si es tan amable de servirnos


comeremos ahora antes de subir. – le dijo Lizbeth al posadero. -

– Por supuesto Señorita, siéntense donde deseen, y enseguida les llevare la comida.

Nos sentamos en una mesa que estaba al fondo de la sala, desde donde podíamos ver todo lo
que allí pasaba. Había una mesa, con unas damas muy estiradas, que no hacían más que
mirarnos y cuchichear. también había una mesa con unos señores también muy estirados
fumando en pipa, e ignorando al resto del mundo. En un rincón lejos de las demás mesas
había una mesa con cuatro hombres, con ropas y actitudes más humildes, seguramente eran
los empleados de los señores de la sala, enseguida llego el posadero con dos buenos platos de
comida, y una hogaza de pan. Entonces mientras disfrutaban de la comida y charlaban
apareció Artai.

– Señor Owen, Señorita Lizbeth, siento molestarles, pero les traía el mapa y quería
explicarles un poco lo que sabemos hasta ahora.

– Eso está muy bien, pero primero siéntese, y coma un poco, y después subiremos a la
habitación, y nos pondremos con el mapa. - invito Lizbeth a Artai, que la miro
sorprendido, no se esperaba que le ofreciesen comer con ellos. -

– Señor Artai, ya ha oído a la Señorita, y ya sabe que es mejor no contrariarla. - le dijo


Owen con una sonrisa y un giño. -

– Gracias, será un placer, comer con ustedes.

El posadero trajo otro plato, y comieron tranquilamente, Owen y Lizbeth siguieron hablando
de manera informal, y relajada, mientras Artai los observaba sin decir nada. Cuando
terminaron, subieron a la habitación, que no era nada del otro mundo, pero al menos tenía
dos camas, y había una mesa, donde pudimos desplegar el mapa, para ver donde estaban
situados los pueblos, que habían sido atacados.

– Estos cinco pueblos, que están a lo largo de la frontera del sur, son los que han sido
atacados hasta ahora, como son varios días de camino, desde esa parte del reino, si hay
más ataques no lo sabremos hasta varios días más tarde.

– ¿Cuánto se tarda en llegar? - pregunto Owen para hacerse una idea de los días de viaje
que teníamos por delante. -

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– Al más cercano, son tres días a caballo, y entre cinco, y seis, al más alejado. El primero
en ser atacado fue este que tenemos aquí, junto a la desembocadura del rio, y han
seguido bordeando el rio, hasta llegar a las montañas.

– Muchas gracias por el mapa, y la información, por la mañana saldremos para el pueblo
habitado, más cercano a los que han sido atacados, y que más posibilidades tiene de
ser el siguiente.

– Quieren que los acompañen unos soldados, puedo prescindir de algunos, y podrían
serles de ayuda.

– No es necesario, pero gracias – Owen se lo agradeció, pero más gente significaba más
ruido, y más retraso-. lo que si agradecería, es que nos den un salvoconducto, para
que, si nos topamos con tropas, no tengamos ningún malentendido.

– Ya lo había pensado, y aquí lo tienen. - dijo pasándole a Owen una carta. -

– muchas gracias, espero que podamos resolver, esto lo antes posible. - nos pusimos
todos en pie, y nos inclinamos en señal de respeto. -

Después Artai salió de la habitación, y Owen y Lizbeth se quedaron solos. Planearon el viaje, y
lo dejaron todo preparado, para que a la mañana siguiente no tuviesen que perder el tiempo
con preparativos, y al tenerlo todo listo decidieron salir a dar un paseo antes de cenar, era
como si estuviesen en la época victoriana. Se pasearon por una zona de tiendas donde podías
encontrar desde fruta, y verdura, hasta lujosas tiendas de ropa, para damas de la alta sociedad.
Antes de regresar, Owen compro unos dulces, y se los comieron de camino a la posada. Fue
una tarde muy divertida, por un momento casi pudieron olvidar que estaban allí para
encontrar, y matar a unos dragones.

Por la mañana, cuando apenas despuntaba el sol, bajaron desayunaron rápidamente, y se


pusieron en camino. Les esperaban tres días de duro viaje. El camino era de tierra y discurría
por un frondoso bosque, durante las primeras horas del día, no vieron a nadie, cuando se
acercó el medio día, y durante las primeras horas de la tarde, se cruzaron con muchísima
gente que se dirigían a Valdos. Solo pararon a medio día para comer un poco de pan, carne
seca y fruta. Y al atardecer llegamos a Mara, un pueblo donde pasarían la noche parecía un
pueblo medieval, y las gentes miraban con recelo, a los desconocidos, llegaron a una pequeña
posada, que había junto al camino. Era un edificio de madera, mucho más humilde que la
posada de Valdos, al entrar había mucha gente en el comedor, que al vernos se quedaron el
silencio mirándolos desconfiados.

– Bienvenidos a Mara señores. -dijo el posadero al vernos entrar-

– buenas tardes, queríamos cenar, y una habitación para esta noche.

– Cenar no será un problema, pero no tengo habitaciones libres, han llegado un montón

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de personas que huyen de Orva.

– ¿De Orva? ¿Ha pasado algo en Orva? – pregunto preocupado Owen -

– En realidad, no ha pasado en Orva, pero Alsa, Anjar, Azaga, Litor y Ripar, han sido
arrasados por el ataque de dragones, y temen que puedan ser los siguientes, por eso
huyen hacia Valdos.

– ¿Y sabe si hay alguien que haya visto a esos dragones? – siguió indagando Owen -

– Creo que había algún superviviente, de uno de esos pueblos, pero no sé si sigue por
aquí o se ha marchado.

– Si lo ve puede avisarnos nos gustaría hablar con él. – Dijo Owen deslizando una
moneda hacia el posadero. -

– Si claro, le avisare, si quieren cenar pueden sentarse en aquella mesa que hay al fondo.

– Muy bien, gracias.

Mientras cruzaban la estancia, la gente nos miraba con desconfianza. Nos sentamos y se nos
acercó un hombre.

– Y se puede saber quiénes son ustedes, y por qué están haciendo tantas preguntas. - dijo
aquel individuo de manera desafiante. -

– Estamos aquí para investigar, y solucionar lo de los ataques de dragones. Por eso hacemos
preguntas, tenemos que saber a qué nos enfrentamos. - dijo Owen. -

– Pues yo no me lo creo, no teneis pinta de soldados, y seguro que buscáis información para
poder decirles a esos dragones, donde estamos para que nos maten a todos, -Dijo ese tipo
mirando el emblema de nuestras capas. -

– Si queréis, podemos enseñaros un salvoconducto real, para que veáis que es cierto. -
intento calmarlo Owen. -

– ¿y Esto es lo que mandaría nuestro, rey para resolver este desastre? ¿un elfito y una
muchacha? ¿nos tomais el pelo? Seguro que sois espías. -insistió aquel tipo -.

– Debería calmarse un poco Señor, entiendo que está en una situación muy complicada,
pero no debería tomarla con quien trata de ayudar. - Owen seguia intentando ir por las
buenas con aquel tipo. -

– Dudo que el rey, os mande a vosotros para ayudar, porque de que puede servir una
muchacha, a no ser de aperitivo para los dragones, así que, será mejor que antes de que
eso pase, nos divertiremos un poco con ella.

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Los que estaban alrededor, se pusieron a reír, y Owen se puso de pie dispuesto a callar a ese tipejo.

– Bueno, aquí veo que hay muchos valientes, – dijo Lizbeth sin levantarse de la silla y
cogiendo a Owen de la mano, para que se calmara, y volviese a sentarse -, que huyen a las
primeras de cambio, cuando la cosa se pone fea, y luego se meten con cualquiera, que
piensan que es más débil que ellos.

Entonces dejaron de reír, y la mayoría se sintieron avergonzados, pero unos pocos se enfadaron, y
se levantaron en busca de pelea. El posadero se puso en medio, y dijo que si querían pelea que se
largasen, que no permitirá eso en su posada. Y hizo salir a los exaltados. Después les llevo dos
platos de comida a Owen y a Lizbeth, y les dijo que se acababa de quedar vacía una de las
habitaciones si les interesaba. Aceptaron quedarse con la habitación, y cenaron tranquilamente, y
después se fueron a descansar. Al día siguiente salieron, de la posada antes de que saliera el sol, y
cuando se acercaron al establo, pudieron ver a los individuos de la noche anterior, que sacaban a
Luna y a Noche con intención de robarlos.

Owen silbo, y los dos caballos se acercaron a ellos al trote arrastrando con ellos a los ladrones.

– Veo que teneis buen ojo, para los caballos, pero lo siento por vosotros, porque estos son
nuestros y no permitiré que los robéis. Lizbeth, esta vez me toca a mi jugar un rato. - Owen
se había quedado con las ganas de darles una lección, a esos cobardes así que Lizbeth se
puso a un lado y no dijo nada. -

– ¿Un enclenque como tu piensa pararnos los pies? - Dijo uno de ellos-.

Y sin más se lanzaron los dos a por Owen. Nunca llegarían a saber, lo que les había pasado, solo,
que cuando recuperasen la conciencia, sentirían más dolor, del que podrían haber imaginado
nunca.

después del mini entrenamiento, montaron en sus caballos que tan amablemente, les habían
ensillado, y siguieron por el camino en dirección a Orva, este tramo del camino el bosque no era
tan espeso, y había más claros y zonas de matorral esta vez se cruzaron con muy pocas personas, y
algunas de ellas los advertían de que era peligroso, y que deberían volver atrás.

Cuando llegaron al pueblo, no vieron a nadie por las calles, por suerte el posadero no había huido
todavía, y esta vez sí tenian habitaciones libres, en el comedor, solo había un cliente en una mesa
junto a la chimenea, que contemplaba las llamas. Nos sentamos en una mesa, y el posadero nos
trajo la comida, y entonces le preguntaron.

– ¿Sabe usted algo de los ataques de dragones? O ¿ha visto algo por aquí? – pregunto
Lizbeth. -

– Yo solo sé lo que dicen los que pasan por aquí, y no he visto nada ni quiero verlo, no quiero
acabar como aquel pobre tipo de allí. - y antes de poder preguntarle nada más, se fue lo
más rápido que pudo.

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Cenaron un poco, y Owen decidido que sería mejor, que se acercarse el solo, a hablar con aquel
tipo para que no se sintiese presionado al vernos a los dos.

– Buenas noches, Señor, puedo sentarme aquí con usted, e invitarle a un trago. - dijo Owen
con tono suave y tranquilizador. -

– ¿Un trago? Claro no me vendrá mal, así a lo mejor puedo dejar de pensar un rato.

Owen Hizo un gesto al posadero, para que les llevase una jarra de vino, y un par de vasos.

– ¿y qué es eso en lo que no quiere pensar? - Owen intento sonsacarle información sin
que aquel hombre se alterase -. ¿una mujer tal vez? - pregunto para despistar -

– Ojala fuese eso, yo vivía en Anjar, es un pueblo que está a la orilla del rio Morda, hace
unos veinte días, cuando todo el mundo ya estaba con sus faenas de cada día, de
repente vimos a unos dragones, que se acercaban volando, ya nos habían llegado
rumores de que unos días antes habían atacado Alsa, un pueblo que esta junto a la
desembocadura del rio, así que todo el mundo salió corriendo, pero no sirvió de
mucho, porque empezaron a escupir fuego, y a quemar todo, y a todos los que veían,
yo solo pude esconderme entre unos tablones a esperar a que todo acabase, y aun
cuando ya no vi, ni escuche a nadie, ni nada, estuve allí escondido un día más por si
volvían.

– ¿Cuántos dragones eran? -pregunto Owen interesado por saber a cuantos enemigos
nos enfrentaríamos -.

– Yo solo vi a dos, y los dos eran de fuego, no sé si había más... ¿un momento porque me
preguntas por los dragones? - aquel hombre se quedó parado, mirando a Owen con
desconfianza -.

– Porque mi compañera y yo hemos venido a acabar con ellos. - le sonrió Owen


confiado-.

– No creo que podáis con ellos, pero teneis mi apoyo, espero que acabeis con esos
bichos...

después de charlar un poco más, con aquel hombre Owen se despidió, y volvió a la mesa donde
estaba Lizbeth, le encontró pensativa, como dándole vueltas a algo.

- ¿Te encuentras bien? ¿te preocupa algo? – pregunto Owen sentándose junto a ella.

- Estaba pensando en Blakc, y en como intenta mantener las distancias conmigo, - Dijo ella
sumida en sus pensamientos. –

- Yo sé que su amor por ti no cambiara nunca, es una de las características de los dragones,
una vez aman a alguien, ese sentimiento nunca cambiara, por mucho tiempo que pase.

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- Lo sé, pero el insiste en que yo tengo que buscar a alguien a quien amar, y que podamos
estar juntos, ya que con él es imposible, y no quiere que yo sufra por eso, pero me temo
que el que sufra sea él.

- Es una situación complicada, él siempre te amara como el primer día, y por eso solo quiere
que tu seas feliz, para sentir que al menos el hecho de que os améis, no os haga sufrir a los
dos, y al menos uno pueda ser feliz.

- Eso lo entiendo y yo ya me he hecho a la idea de que el amor que tengo por él lo tengo
que guardar en un rinconcito de mi alma y seguir adelante, pero, imagínate como se
sentirá el día que yo me enamore de otro como se sentirá el, será feliz o sufrirá, con que
cara podría yo mirarle a los ojos y decirle que amo a otro.

- La verdad, es que no sé cómo ayudarte, es una situación demasiado complicada, - dijo


Owen sin saber que decir - por ahora lo mejor será concentrarnos en la misión, y cuando
volvamos ya podremos hablar más tranquilamente, ahora hay que ir a descansar.

Se fueron a descansar, cada uno a una habitación, pero no descansaron mucho, los pensamientos
se agolpaban en sus mentes, y no les permitían dormir bien.

Por la mañana, se pusieron en marcha como cada día, y se dirigieron hacia Azaga, con la esperanza
de encontrar alguna pista, de donde encontrar a los dragones. Esta vez no encontraron a nadie en
todo el camino, que ahora discurría por una pradera verde, con algún que otro árbol aislado. A
medida que se acercaban al pueblo, el olor a quemado era más intenso, cuando ya lo tenian a la
vista a Lizbeth les recordó a las imágenes que todos hemos visto, en películas y en las noticias de la
tele, de pueblos arrasados por la guerra. La mayoría de los edificios, estaban quemados hasta los
cimientos, y en resto estaba en ruinas, era la imagen, de la desolación.

– Lizbeth, estate alerta, creo que no estamos solos. - Dijo Owen, colocando su mano en
la espada. -

– ¿As visto algo? - Lizbeth se puso alerta pero no vi nada raro. -

– Es más bien, lo que no he visto, no hay ni un solo cadáver.

– Es ciento, yo tampoco he visto ninguno.

– Bueno, ahora no podemos hacer mucho, se está poniendo el sol, busquemos un lugar
donde pasar la noche.

Vieron que podían pasar la noche, en uno de los edificios, que estaba medio derruido, pero que
todavía tenía una habitación en pie, así que allí se pusieron cómodos, pero sin bajar la guardia
porque no sabían si alguien podía estar por allí.

Decidieron dormir por turnos, la primera guardia la haría Owen, y despertaría a Lizbeth unas horas
más tarde, para poder dormir el, mientras ella hacia la guardia.

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Pero antes de que llegase el turno de guardia de Lizbeth, escucho ruidos fuera, y Owen no estaba
en la habitación. Cogió su espada con mucho cuidado, y tratando de no hacer ningún ruido y muy
sigilosamente salió de la habitación ocultándose entre las sombras, y desde una esquina pudo ver
lo que estaba pasando.

– ! ¡Suéltame!, Yo no he hecho nada malo, suéltame... -Farfullaba un muchacho, de unos


catorce o quince años, que Owen sujetaba firmemente por el brazo. Y entonces de las
sombras salió una niña, de unos cuatro años corriendo hacia Owen, y empezó a golpearlo
con sus pequeñas manos mientras gritaba.

– Suelte a mi hermano, él no es malo déjelo en paz....

– Mira por donde parece que te han salido unos adversarios muy peligrosos... - le dijo
Lizbeth a Owen casi sin poder aguantarse la risa

– Si, si, muy divertido, pero estaban intentando robar nuestros caballos... – apunto Owen -

– Dudo que nuestros caballos se dejen robar tan fácilmente, además son solo unos niños.

La niña se acercó a Lizbeth y con lágrimas de desesperación se puso delante de ella y dijo.

– Señorita por favor, dígale que suelte a mi hermano, que no volveremos a intentar robar
nada, por favor.

– ¿Sabes una cosa? - Dijo Libeth agachándose para estar a la altura de la niña - Owen en
realidad no es malo, a veces se pone un poco gruñón, pero estoy segura de que no le hará
daño a tu hermano. - le dije a la pequeña con un giño-. Y ahora contadnos que estais
haciendo en este lugar.

Owen soltó al muchacho y este corrió hasta la niña y la abrazo.

– Nosotros nacimos en este pueblo, - dijo el muchacho -. vivíamos en una de aquellas casas
de allí y ahora no queda nada.

– ¿Hay alguien más con vida aparte de vosotros? - les pregunto Lizbeth mientras se acercaba
a ellos y les ofrecía un trozo de pan -.

– No... y nosotros estamos vivos, porque nuestra madre nos escondió en el hueco del tronco
un viejo árbol que hay cerca de nuestra casa y lo tapo con unas ramas. Nadie más
sobrevivió.

– ¿Y por qué no os habéis marchado de aquí? – pregunto Owen -

– Nuestra madre, cuando nos escondido dijo que no saliésemos de allí hasta estar seguros
de que no había dragones cerca, así que pasamos un día entero allí dentro antes de
asomar la cabeza, y no deje salir a Caeli, salí yo a buscar algo de agua y comida y volvimos
a escondernos. Pasamos un par de días más allí, escondidos pero como parecía, que los

[110]
dragones, no volverían al cuarto día, salí yo solo, para enterrar los cuerpos que encontré,
no quería que Caeli, viese aquello, y desde entonces hemos estado recogiendo comida, y
cualquier cosa de valor, para poder marcharnos, pero Caeli es muy pequeña y llegar a pie
hasta el próximo pueblo sería demasiado, por eso cuando hemos visto que venía alguien
con caballos, pensé que era la mejor oportunidad para poder marcharnos, lo siento
mucho, solo quiero poder poner a salvo a mi hermana.

– ¿Y por qué no vinisteis a nosotros desde el principio? - Pregunto Lizbeth intrigada. -

– Por qué no sabemos quiénes sois, ni que intenciones teneis…podríais ser malas personas,
en las historias, los malos siempre visten de negro.

– Tienes que admitir que damos un poco de miedo, - dijo Owen, miro que miro a Lizbeth y
sonrió - ¿no te parece Lizbeth?

– Siempre he dicho, que es mejor dar miedo, que tener miedo, aunque en realidad no hay
motivos para temernos...- respondió Lizbeth. -

Al final decidieron, que los niños se quedasen con ellos a pasar la noche, y ya terminarían de
hablar por la mañana, Lizbeth se quedó de guardia mientras Owen, y los niños dormían y por
suerte no paso nada más.

Por la mañana Owen se levantó antes de que los niños se despertasen, y salió a hablar con Lizbeth.

– ¿Qué vamos a hacer con ellos? No podemos dejarlos aquí, pero sería peligroso llevarlos
con nosotros. - Dijo Owen con preocupación -

– Llevo pensando lo mismo, toda la noche, y no sé qué podríamos hacer... – contesto Lizbeth
igualmente preocupada -

– tendremos que llevarlos con nosotros, al menos hasta que encontremos una solución,
porque tampoco podemos quedarnos aquí perdiendo el tiempo. – sentencio Owen -

– De acuerdo, los despertare para que se preparen, para partir lo antes posible.

Libeth entro en la habitación, y vio a Niall dormido, medio sentado con su pequeña hermana en
brazos, era una escena enternecedora, pero teníamos que ponernos en marcha, lo antes posible
así que los despertó, y les explico que, por el momento, los llevarían con ellos hasta dar con alguna
otra solución. Mientras Niall fue a por todo lo que tenian a su escondite, Caeli se quedó con
Lizbeth y Owen y los observaba mientras preparaban a los caballos, y nos preparamos para partir.
Antes de que llegase Niall la pequeña Caeli, ya sabía con quién quería ir, sin casi hacer ruido se
acercó a Owen y antes de que este se diese cuenta, ya lo había cogido de la mano, y lo miraba con
carita de pena, a la que Owen no pudo decir que no.

– Creo que tienes una admiradora…- Lizbeth no pudo contener una sonrisa al ver al gran
guerrero de la mano de una pequeña niña. -

[111]
– Eso parece. -dijo Owen, no muy seguro de lo que tenía que hacer con la pequeña. -

Cuando llego Niall, salieron del pueblo, y se dirigieron hacia Litor, que era otro de los pueblos que
habían sido atacados, si tenían suerte a lo mejor podían encontrar algún superviviente más. Pero
mientras Naill, les conto todo lo que recordaba. Por lo visto los dragones, se acercaron al pueblo
desde el suroeste, más o menos, y de eso hacía unos quince días más o menos, Niall alcanzo a ver
a uno de los dragones, y por lo que dijo era azul, así que por lo que sabían hasta entonces tenian a
dos rojos, y un azul, con suerte no habría más y de tamaño por lo que dijo eran todos como Bricio
más o menos, unos dos metros y medio o tres, de altura, y entre cinco metros y medio o seis, de
largo, solo esperaban no tópaselos con ellos llevando a los niños.

Al atardecer vieron a lo lejos Litor, o lo que quedaba de él, decidieron que era mejor ir a echar un
vistazo uno de ellos antes de llevar a los niños, así que Owen se quedó con los niños, ya que fue
imposible que Caeli se soltase de él, y fue Lizbeth. Cuando llego era como volver a Azaga todo
estaba quemado, o en ruinas, pero como allí tampoco, había ningún cuerpo, entonces de entre las
ruinas de una casa salió un hombre, y cuando me vio se quedó paralizado como si el miedo no le
dejase moverse.

– Buenas tardes, señor, no se asuste no le hare nada. - Dijo Lizbeth levantando las manos
conciliadoras. -

– ¿Quién es usted? – grito el hombre -

– Mi compañero y yo, estamos reuniendo información de los ataques, para poder localizar, y
acabar con los dragones responsables.

– ¿compañero? ¿dónde está? - Volvió a gritar aquel hombre -

– Espere aquí, lo voy a buscar... -dijo Lizbeth -

volvió a por Owen, y le dijo lo que había visto, y como siempre dijo que era mejor estar alerta
hasta estar seguros de quien era y que hacía allí. Cuando llegamos a donde me había encontrado
con aquel hombre, no estaba, Owen y Lizbeth se miraron, sabían que algo pasaba. Desmontaron,
pero dejaron a los niños sobre los caballos. Entonces de entre los restos de los edificios empezaron
a salir hombres, en total era diez, y nos tenian rodeados, y los miraban, y se reían como una
manada de hienas.

– Lizbeth, creo que son saqueadores, ban a los pueblos donde ha pasado algún desastre, y
se llevan todo lo que tenga un poco de valor, y si alguien se interpone no tienen
miramientos en quitarlo de en medio. - advirtió Owen. -

– Que te parece si nos quedamos la mitad para cada uno, me sentara bien un poco de
ejercicio. – Propuso Lizbeth, con ganas de hacer un poco de ejercicio. -

– Me parece bien. - contesto Owen, hace días que no hacemos ejercicio como toca. -

[112]
Se miraron, y se quitaron las capas, y desenvainaron sus espadas. Fue un poco decepcionante, y
eso que decidieron tomarlo como un juego, pero no resultaron ser buenos luchadores, y enseguida
los tenian a todos, jadeando sin poder levantar sus espadas, Owen decidió acabar el juego, y dejo
inconscientes, a los cinco con los que él había luchado, entonces los empezó a atar.

– Creo que deberías acabar ya con esto. - Dijo Owen-

– Es que no me ha servido ni de calentamiento, es muy aburrido. - dijo Lizbeth


decepcionada. -

– Por eso mismo, esto no sirve para nada. – puntualizo Owen -

Al oír la conversación, los rivales de Lizbeth se enfurecieron, y atacaron todos a la vez, pero, así
como atacaban, Lizbeth los derribaba dejándolos inconscientes, después los ataron todos juntos, y
fueron a investigar por la zona.

– me parece muy raro, que no haya cadáveres, porque no creo que esos carroñeros los
enterrasen.

– Es verdad debía de haber alguien que sobreviviese para hacerlo.

– Espero que no lo encontrasen eso tipos, antes de marcharse o esconderse.

Mientras comprobaban el lugar, Niall se ocupó de buscar comida para los caballos, y Caeli estaba
buscando un sitio para pasar la noche. De pronto escucharon gritar a Caeli, y corrieron a ver qué
pasaba, cuando llegamos la pequeña se tiró en brazos de Owen, muerta de miedo, mientras
señalaba las ruinas de una casa, Niall también llego corriendo, y se puso al lado de Owen y su
hermana, intentando saber que había pasado, Lizbeth se acercó a las ruinas, con mi espada en la
mano, y con mucha precaución. Al entrar vi a un chico, atado con unas cuerdas que lo sujetaban
del techo, tenía golpes y heridas por todo el cuerpo.

– Owen, deja a Caeli con Niall, y ven enseguida. - llamo Lizbeth a Owen para que se
acercarse. -

– ¿Pero qué demonios le han hecho al pobre muchacho? – dijo Owen maldiciendo entre
dientes. -

– Ya nos preocuparemos por eso más tarde, ahora hay que bajarlo de ahí, y curarle las
heridas.

Entre los dos pudieron desatarlo, y acomodarlo en un catre que había allí mismo, le pidieron a Niall
que buscase agua y mientras Owen encendido fuego, la pequeña Caeli, todavía estaba un poco
asustada, pero sus ganas de ayudar eran más grandes, así que mientras ella vigilaba al herido,
Lizbeth busco telas limpias, para usarlas de vendajes. Cuando le curaron las heridas todavía estaba
inconsciente, así que lo dejamos descansar y nosotros comimos un poco y los niños se durmieron
casi de inmediato.

[113]
– Hoy are yo la primera guardia – propuso Lizbeth pensativa - porque de todas maneras no
creo que pudiese dormirme ahora.

– Ha sido un día movidito, pero tienes que descansar no puedes pasar la noche en vela. -
Owen siempre se preocupaba por Lizbeth y últimamente más de lo normal. -

– Vale, te despertare te lo prometo. Pero ahora necesito pensar un poco, así que, no podría
dormir, aunque quisiera.

– De acuerdo, ocúpate tú de la primera guardia, y asómate de vez en cuando, para controlar


que nuestro ramillete de capullos siga estando donde lo dejamos. - y con un giño sonrió y
se hecho a dormir. -

– buenas noches, Owen... – últimamente siempre que podía, hacia alguna broma para
sacarle una sonrisa, y a Lizbeth le gustaba ese lado de Owen, que no solía mostrar nunca

Sin saber por qué Libeth, recordó la primera vez, que Owen la miro con aquella mirada fría e
impasible, y lo mucho que había cambiado, ahora era una mirada llena de cariño, y complicidad. En
medio de la noche, poco antes de que Lizbeth despertase a Owen, pudo oír a uno de los
saqueadores que se había despertado e intentaba despertar a los demás.

– ¡EH! Tíos despertad, que yo solo no puedo desatarme.

– ¿Qué pasa? ¿no nos han matado?

– No ves que no idiota, tenemos que desatarnos antes de que vuelvan.

– ¿van a volver?

– Nos han atado para que no escapemos, mientras duermen, seguro que piensan
entregarnos a las autoridades, para cobrar la recompensa.

– ¿Crees que habrán encontrado el carro, y los caballos?

– No lo creo, si no nuestro colega, estaria aquí atado con nosotros.

– Es verdad que todavía queda uno de los nuestros, seguro que como no hemos ido al
campamento, mañana estará aquí por la mañana y nos desatará.

– Espero que no espere hasta la mañana, y así podremos matar a esos entrometidos
mientras duermen.

Owen ya se había despertado, y estaba al lado de Lizbeth, escuchado la conversación de ese par de
genios, puso su mano sobre el hombro de ella, y la miro y sonrió, haciéndole un gesto para que se
fuese a dormir, ella sabía que podía quedarme tranquila, por mucho que intentasen liberarse, solo
conseguirían que los nudos se apretasen más, y si su compinché aparecía por allí, Owen se
ocuparía de todo.

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Por la mañana, Owen les había preparado una buena sorpresa, por lo visto sí que vino el
compinche, pero Owen lo intercepto, e hizo que lo llevase a su campamento, donde cogieron los
diez caballos, y un carro tirado por dos caballos más.

– veo que te lo has pasado bien mientras dormía. -dijo Lizbeth nada más verlo. -

– ¿te gusta mi regalo? Quería darte una sorpresa... – dijo Owen con una sonrisa traviesa. -

prepararon el desayuno y Lizbeth se puso a limpiarle las heridas al muchacho.

– ¿quién eres? ¿qué ha pasado? Tenemos que salir de aquí, hay una banda de
saqueadores.... -dijo el muchacho cuando despertó intentando incorporarse. -

– Tranquilo, es mejor que no te muevas todavía, o se te abrirán las heridas. - le dijo Lizbeth
mientras lo volvía a tumbar en el catre. -

– Pero los saqueadores...

– Están todos atados de pies, y manos, y no podrán moverse de donde los hemos dejado.

– ¿ha venido el ejercito? -pregunto sorprendido -.

– No, no somos del ejército, ni siquiera somos de este Reino, mi compañero y yo, hemos
venido a buscar a los dragones, que están atacando los pueblos, para acabar con ellos.

– Pero son dragones, necesitareis un ejército para acabar con ellos.

– ¿Sabes? Me estoy empezando a cansar, de que todo el mundo diga lo mismo, así que
piensa lo que quieras, yo no pienso seguir dando explicaciones.

– Lo siento, pero…es que.... - el muchacho estaba desconcertado, y parecía que se estaba


mareando. -

– da igual no te preocupes, dime ¿viste el ataque?

– La verdad, es que yo estaba fuera del pueblo, había ido a cazar a los bosques que hay en la
falda de la montaña ,los que tenemos al sur del pueblo, salí antes de que saliese el sol, y a
medio día, estaba a punto de cazar un ciervo, cuando pasaron justo por encima de mí,
cuatro dragones, volando cerca de las copas de los árboles, había uno azul, uno amarillo y
dos rojos, mi presa huyo, y yo vi que los dragones, se dirigían hacia el pueblo, sabía que
unos dragones habían atacado otros pueblos, así que vine lo más rápidamente posible
pero antes de llegar al pueblo, volví a ver a los dragones pasar hacia la montaña, y cuando
yo llegue al pueblo, ya no quedaba nadie con vida. Enterré los cuerpos, y estaba esperando
que apareciese el ejército, para unirme a ellos, y poder ir a por los dragones, pero los que
aparecieron fueron ese puñado de carroñeros, me han estado pegando para que le dijese
si había algo de valor en el pueblo, pero como no hay nada, simplemente me dejaron aquí
atado para pegarme por diversión hasta que muriese.

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– Bueno tu no vas a morir, porque esos tipos, no podrán volver a tocarte, y yo me ocupare
de que te recuperes, de tus heridas, dé los dragones nos ocuparemos Owen y yo que para
eso hemos venido, y gracias a ti, ya sabemos dónde buscar, y es mejor que no cuentes con
el ejército, no vendrán. Por cierto, no me has dicho tu nombre.

– Me llamo Melvin, y tengo dieciocho años, ¿y vosotros quienes sois?

– Bueno Melvin, yo me llamo Lizbeth y Owen es mi compañero, ahora desayuna un poco y


descansa, ellos son Caeli y Niall, también son supervivientes de un pueblo, que fue atacado
por los dragones, ellos se quedaran aquí contigo por si necesitas algo, yo ahora tengo que
hablar con mi compañero.

Lizbeth salió de la casa en ruinas, y le conto a Owen, lo que me había dicho el muchacho, estaba
claro que se escondían en las montañas al sur del pueblo, pero no podían dejar a los niños, con un
herido y un montón de saqueadores, por mucho es estuviesen atados, y tampoco podían llevarlos
con ellos. Tendrían que esperar un par de días hasta que Melvin, se recuperase un poco para hacer
algo.

Lo primero, fue buscar un lugar para dejar encerrados, a los saqueadores, por suerte encontraron,
que una de las casas tenía un sótano, con una sola entrada, y sin ventanas, así que sacaron todo lo
que podían usar para escapar, o algo así, y los metieron allí atrancando la entrada. Después
buscaron toda la comida que pudieron encontrar ya que aparte de los niños y Lizbeth y Owen,
también tenian que dar de comer, a los once prisioneros. Lizbeth también busco por la zona
plantas medicinales para ayudar a la recuperación de Melvin, que gracias a que era joven y fuerte
parecía que se recuperaba por momentos. Al final del segundo día Owen, y Lizbeth estaban fuera
de la casa, mientras los niños dormían.

– Se nos acaba el tiempo, tenemos que ir a por los dragones, antes de que decidan cambiar
de zona. -Owen estaba muy preocupado, porque si los dragones se movían todo lo que
sabíamos hasta ahora, no nos serviría de nada, y tendríamos que volver a empezar. -

– Lo sé, a mí también me preocupa, que se nos escapen por estar aquí.

– ¿Tu como ves a Melvin? Le has estado curando las heridas estos días, ¿crees que podría ir
en carro hasta Meda? Es el pueblo más cercano que no ha sido atacado, si salen temprano
podrían llegar allí al atardecer, y entregar a los prisioneros a los guardias del pueblo.

– Lo are – dijo Melvin desde la puerta. - aunque no estoy recuperado del todo podre
hacerlo.

– ¿Qué haces levantado? - le dije preocupada por sus heridas -. Deberías estar durmiendo.

– Me he despertado, y al no veros a ninguno quería asegurarme de que todo estaba en


orden.

– Tranquilo que todo va bien, solo estamos hablando de que hacer...- dijo Owen -.

[116]
– No os preocupéis, estoy bien y poder llevar el carro hasta Meda, sin problemas.

– Si de verdad crees que estas bien, mañana nos levantaremos temprano para que os
pongáis en marcha lo antes posible. – dijo Owen no muy convencido, pero sin más
opciones. -

Antes de que saliese el sol ya estaban Owen y Lizbeth, atando a los prisioneros en el carro con
unos nudos, que cuanto más te mueves más se aprietan, también prepararon un par de caballos,
para Niall, y Caeli, les prepararon agua para los tres y comida para el día de viaje, y una bolsa con
dinero para que cuando llegasen al pueblo, pudiesen alojarse en la posada, hasta que llegásemos
nosotros.

Después de despedirse de los niños, se dirigieron a la montaña que les había indicado Melvin, no
había un camino, era más bien un sendero, que pasaba por el bosque hasta el pie de la montaña,
para no ser descubiertos, antes de tiempo dejaron a los caballos abajo y subieron hasta más o
menos, la mitad de la montaña, al abrigo del bosque pero, desde allí era matorral y serían más
visibles, así que se tuvieron que mover mucho más despacio, y ocultándose todo lo posible,
cuando la zona de matorral, se estaba terminando pudimos ver la entrada de una cueva.

– Esa debe ser su guarida, si tenemos suerte estarán dormidos y podríamos acabar con dos
de ellos antes de que se despierten los otros dos. -Dijo Owen preparando un plan de
ataque. -

– ¿Como lo hacemos? - pregunte un poco nerviosa, ya que hasta entonces mis rivales no
intentaban realmente matarme.

– Tranquila, nos acercaremos y entraremos despacio, hasta tener a los dragones a la vista,
antes de que nos vean, tenemos que dejar a dos fuera de combate, disparándoles unas
flechas envenenadas, lo mejor será apuntar a uno de sus ojos, con los otros dos tenemos
que enfrentarnos cuerpo a cuerpo, lo mejor será poner veneno en las espadas y tratar de
acabar la lucha lo más rápidamente posible.

Antes de entrar envenenaron las flechas y las espadas y entraron, Owen por la derecha y Lizbeth
por la izquierda, se ocultaban tras rocas, y salientes mientras avanzaban, hasta que por fin vieron a
los dragones, todavía dormían, rodeados de los restos del ganado, que habían robado para comer.
Los que estaban más a tiro, eran el amarillo, y uno de los rojos, sacaron sus arcos y flechas con
mucho cuidado, para no hacer ruido, y apuntaron, Owen al rojo, y Lizbeth al amarillo, y dispararon
perfectamente sincronizados al mismo tiempo.

El silbido de las flechas, hizo que los dragones abrieran los ojos, justo a tiempo, para que las
flechas se clavasen en ellos, entonces lanzaron unos terribles rugidos de dolor, y los otros dos
dragones se incorporaron rápidamente, Owen y Lizbeth, ya estaban corriendo espada en mano
para atacar, lo más rápidamente posible, Lizbeth fue a por el azul, que esquivó el primer ataque,
pero al hacerlo dejo al descubierto las zona de debajo del brazo, donde sus escamas y su piel eran
mucho más finas, y allí clavo su espada, pero no conto con que le diese tiempo, a lanzarle un

[117]
zarpazo, que la lanzo contra la pared de la cueva, dejándola inconsciente. Owen al verla caer al
suelo esquivó el ataque del dragón rojo y se puso junto a su cuello, y con un solo movimiento le
corto la cabeza. Los otros tres estaban vivos pero inmovilizados por el veneno que poco a poco los
mataría.

Owen corrio hasta Lizbeth, y sosteniéndola entre son brazos intento despertarla.

– Lizbeth, despierta por favor, no me hagas esto... – rogaba Owen desesperado

Desesperado la cogió en brazos, y la sacó de la cueva, una vez fuera examino una herida que tenía
en la cabeza, y que sangraba mucho. La bajo por la ladera, hasta donde estaban los caballos, una
vez allí curo la herida, y encendió una pequeña fogata, luego se sentó apoyando la espalda contra
un árbol y la sostuvo entre sus brazos.

Cuando empezó a recobra la consciencia, lo primero que noto fue su olor, era como el olor de la
hierba recién cortada, y a tierra mojada por la lluvia, sintió el calor de su cuerpo, y la fuerza de sus
brazos rodeándola, cuando abrió los ojos lo vio, tenía la cabeza hacia atrás apoyada en el tronco de
un árbol, y la mirada perdida en las estrellas, mientras una lagrima rodaba por su mejilla.

– Owen...- dijo Lizbeth en un susurro, y cuando la miro sintió que todo su cuerpo, que había
estado en tensión, se relajaba, y vio el alivio en su mirada.

– Creí que no despertarías, estaba aterrado con la idea de perderte. - dijo mientras la
abrazaba. - no vuelvas a asustarme así, ¿vale?

Después de eso comió un poco, y descansaron hasta que salió el sol.

Por su parte, los niños habían llegado, sin problemas a Meda, y entregaron a los prisioneros a los
guardias del pueblo, los cuales estaban estupefactos, con la historia que les contaron los niños, y
después se quedaron en la posada, a esperar a Lizbeth y Owen como habían acordado.

Mientras, cuando amaneció, Owen, volvió a la cueva, a coger pruebas de que habían acabado con
los dragones, como pruebas cogió los cuernos de los dragones. Cuando Owen volvió, recogieron y
volvieron al pueblo, allí Owen volvió a curar la herida de Lizbeth, y decidieron que era mejor pasar
allí la noche, y salir a primera hora para Meda. Como Lizbeth estaba herida, Owen no consintió en
que ella hiciese guardia, y se quedó despierto. Lizbeth, estaba tumbada pero no conseguía dormir,
su cabeza no paraba de recordar ese abrazo, el olor de su cuerpo y su calor. - "basta ya"- se decía a
sí misma, - es un amigo que estaba preocupado por mí, - pero no podía evitar que se le acelerase
el corazón cada vez que se cruzaban sus miradas.

Al día siguiente, salieron temprano hacia Meda, y durante todo el tiempo Owen se comportó como
siempre lo había hecho, así que Lizbeth decidió que haría lo mismo. Por la tarde vieron el pueblo, y
aceleraron un poco el paso, pero no mucho porque llevaban los ocho caballos, que se habían
quedado en el pueblo, y que eran de los saqueadores, y que aún no sabían qué hacer con ellos.
Nada más llegar fueron a la posada, allí se encontraron con los niños, y pudieron dejar los caballos

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en el establo que tenía la posada. Melvin estaba mucho mejor de sus heridas y Caeli nada más
verlos se agarró a la capa de Owen, y Niall enseguida se preocupó cuando vio la venda de la cabeza
de Lizbeth, y se ofreció a ayudarla en lo que fuese, la verdad es que eran unos niños muy buenos.

– Bueno Melvin cuéntanos que paso con los prisioneros... – pregunto Owen interesado -

– se los entregamos a los guardias del pueblo, y los encerraron, pero no nos dieron la
recompensa, Decían que unos críos, no se merecían una recompensa, porque no los
habíamos cogido nosotros.

– Bueno tendré que ir yo a reclamar. - dijo Owen -

– vosotros podéis quedaros aquí, y cuidad de que Lizbeth descanse un poco que todavía no
está recuperada del todo. Les dijo Owen casi en ruego.

– ¿Puedo ir contigo? - pregunto Caeli con voz suplicante.

– De acuerdo, necesitare una ayudante. - Dijo Owen con una sonrisa, y se pusieron en
camino.

Lizbeth y los dos muchachos por su lado entraron en la posada y nos sentaron en una mesa.

Owen y Caeli, llegaron al cuartelillo de los guardias del pueblo, y le pidieron al guardia de la puerta,
que querían hablar, con el superior al mando. El guardia, a regañadientes entro en la estancia y
dijo.

– Señor, hay en la puerta un individuo, cubierto con una capa negra con capucha, y lleva a
una niña de la mano, y dice que quiere hablar con usted.

– Dile que estoy ocupado, no tengo tiempo para perderlo con perdedores. - dijo el superior,
en voz alta, para que quien estuviese en la puerta, lo escuchase perfectamente.

– Lo siento señor, pero el sargento está muy ocupado, y no puede atenderle.

– dígale a su sargento, que he venido a cobrar la recompensa por los once prisioneros que
trajeron unos niños, hace unos días, y que, si aun así se niega a recibirme me vere obligado
a informar al General Artai, al que vere en unos días, que los guardias de este pueblo se
han quedado con la recompensa de unos niños.

– Hazlos pasar, hazlos pasar. - gruño el sargento desde el fondo de la estancia.

– Buenas noches, señor, vengo a buscar la recompensa, por los criminales que esta niña, y
otros dos muchachos trajeron hace unos días.

– Está claro que esos niños no cogieron a los criminales, así que no se merecen ninguna
recompensa.

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– Por eso estoy yo aquí, porque fui yo quien los capturo.

– Pero si eso fuese cierto los habría traído usted, así que no le voy a dar nada porque no creo
que me esté diciendo la verdad...-entonces desde la puerta alguien dijo.

– Solo tenemos que preguntarles a los prisioneros quien los capturo...

– ! ¡Mi general! - dijo el sargento quedándose pálido. -

– Señor Artai, ¿qué hace usted por aquí? ¿No será que no se fía de nosotros?

– Señor Owen, espero que estos inútiles, no le estén causando molestias.

Cuando el sargento, se dio cuenta de que había metido la pata hasta el cuello, salió corriendo a
una pequeña sala que tenía detrás de él y salió con una bolsa de dinero para dárselo a Owen.

– Creo que nos habíamos acabado entendiendo. - dijo Owen con una sonrisa traviesa. -

– Estoy seguro de que sí, pero prefiero que mis hombres, aunque sea unos estúpidos
conserven todas sus extremidades. -Le contesto Artai siguiéndole la broma. -

– Mi general aquí está la recompensa por los criminales, y he puesto un poco más por las
molestias. - dijo el sargento entregando le la bolsa a Artai. -

– Aquí tiene Señor Owen, su recompensa. - dijo Artai, entregándole la bolsa a Owen -.

– Muchas gracias, y ¿puedo preguntar que está haciendo aquí? -pregunto Owen -

– La verdad, es que después de tantos días sin noticias de usted, y la señorita Lizbeth estaba
un poco preocupado, y decidí venir a ver si averiguaba algo de ustedes. No pensé que
todavía estuviesen por aquí.

– ¿todavía? Nosotros ya hemos terminado nuestra misión, esto solo es un extra que nos ha
salido por el camino. - le contesto Owen -.

– ¿Ya han terminado con los dragones? - Artai no sabía si creérselo, estaba perplejo porque
él pensaba que no podrían hacerlo. -

el sargento que estaba allí los estaba escuchando, con los ojos como platos, y la mandíbula casi
desencajada por lo que decía Owen.

– Si, eran cuatro, dos rojos, uno azul y uno amarillo.

– Me encantaría saber más detalles... – dijo Artai emocionado -

– bueno la Señorita Lizbeth, está en la posada esperándonos, si quiere acompañarnos a la


cena, le contaremos los detalles.

[120]
– Estupendo pues, vámonos...-y se pusieron en camino hacia la posada. -

Mientras los chicos y Lizbeth esperaban a que volviesen Owen y Caeli, se sentaron en una mesa
amplia, cerca de la chimenea, y los chicos le estaban contando lo que habían hecho esos días,
cuando unos tipos los interrumpieron.

– Hola preciosa, seguro que te aburres mucho cuidando de estos niños, ¿por qué no te
vienes con nosotros? Te garantizo que lo pasaras muy bien. – dijo el tiparraco más feo y
desarrapado que podáis imaginar.

– No gracias, no estoy interesada. – dijo Libeth con amabilidad, pero tenía la sensación de
que aquello, no sería tan fácil.

– Vamos no te hagas la interesante, ven con nosotros. - dijo mientras intentaba cogerla del
brazo. -

Entonces Melvin, le aparto la mano, y se puso entre ese tipo y yo y dijo.

– Ha dicho que no le interesa. – para ser un muchacho muy joven tenía agallas -

– Sera mejor que te quites de en medio niñato, o lo pasaras mal. – le dijo el tiparraco
echándole su apestoso aliento a la cara.

Entonces Lizbeth se levantó de su silla y aparto a Melvin suavemente a un lado.

– Así me gusta que seas una chica obediente...

Antes de que terminase de hablar le dio un puñetazo en la mandíbula, y quedo tirado en el suelo,
sus colegas, que hasta el momento se estaban riendo a carcajadas, se quedaron en silencio, y
mientras dos se llevaban a rastras a su amigo, otro se abalanzo hacia ella lanzando un puñetazo
que esquivó fácilmente, y con un movimiento rápido tiro a su oponente al suelo.

En ese momento entro Owen, con Caeli, y Artai, en la posada, Owen miro a su alrededor había
mucha gente, pero no se oía ni una mosca, y todos estaban pendientes de un tipo que estaba
inconsciente a un lado, y de otro que estaba tirado en el suelo retorciéndose mientras Lizbeth
estaba de pie en medio.

– ¿es que no puedo dejarte sola ni un momento? - dijo Owen llamando la atención de
Lizbeth-

– Lo siento Owen, te prometo que han empezado ellos. - contesto poniendo cara de niña
buena y guiñándole un ojo.

– Eso pensaba, lástima que no supiesen con quien se metían. Y mira a quien me he
encontrado yo. -dijo Owen sonriendo y señalando a Artai

– Señor Artai, ¿qué le trae por aquí? – lo recibió Lizbeth con una sonrisa -

[121]
– Buenas noches, Señorita, he venido porque no sabía nada de ustedes, y estaba un poco
preocupado, pero por lo que veo, no tenía motivos para ello.

– Que amable por su parte, preocuparse por nosotros, siéntese con nosotros a cenar, y
podremos contarle, lo que hemos estado haciendo.

Se sentaron todos en la mesa y le contaron paso por paso, todo lo que habían hecho hasta matar a
los dragones, entonces le enseñaron los cuernos de los dragones, para que viese que era cierto
que habían acabado con ellos, y en ese momento un ¡ooohhhh! Lleno por completo el salón de la
posada, y se dieron cuenta, de que no solo Artai, había estado escuchando atentamente, toda la
historia, si no que todo el salón había estado en silencio escuchando.

– Es increíble, que, en tan poco tiempo, los pudieseis localizar, y eliminar. Mañana a primera
hora mandare un mensajero, a su Majestad para que sepa que ya habéis terminado la
misión, y que partiremos hacia Valdos, lo antes posible. – Dijo Artai muy satisfecho por los
logros de Lizbeth y Owen.

– Nosotros, mañana todavía no podremos partir, porque tenemos algunas cosas que hacer,
seguramente saldremos pasado mañana, temprano. - dijo Owen para que Artai supiese
nuestras intenciones -.

– Bueno pues Señor Owen, Señorita Lizbeth, yo me retiro a descansar por que mañana
también tengo cosas que hacer, en el cuartelillo de este pueblo. - Dijo Giñando un ojo a
Owen. -

– Buenas noches, Señor Artai. – dijeron Owen y Lizbeth.

Los niños tenían, una habitación para ellos, y les habían cogido otra para Lizbeth y Owen. Antes de
dormir Owen, le limpió la herida a Lizbeth otra vez. Y por un momento sus miradas se encontraron,
y se perdieron en los ojos del otro, hasta que un ruido fuera de la habitación los sacó de ese
estado. No dijeron nada, solo se fueron cada uno, a su cama a dormir.

Por la mañana, cuando despertaron avisaron a los niños, y bajaron a desayunar y hablaron con el
posadero.

– ¿sabe usted si hay por aquí un hospicio o algún lugar en el que pudiesen hacerse cargo de
estos niños? Son supervivientes de uno de los pueblos que fueron atacados y no tienen a
nadie. – Pregunto Owen -

– Por aquí no tenemos hospicios, y si alguien se hiciese cargo de ellos, sería para usarlos de
mano de obra barata. Yo no los dejaría en manos de cualquiera, ya que, seguro que los
harán trabajar de sol a sol, por un poco de comida, y un rincón en el establo para dormir.

– Gracias por el consejo, los llevaremos a la capital, a ver si allí tenemos más suerte. Otra
cosa que quería preguntarle es si hay alguien interesado en comprar caballos por aquí.

[122]
– Bueno, si quieren, a mí me interesaría el carro con los dos caballos, que trajeron los chicos,
y el resto de los caballos, creo que en el cuartelillo habían tenido problemas, y perdieron
casi todos sus caballos, así que seguro que os los compraran a buen precio.

Después de cerrar el trato con el posadero por el carro y los dos caballos de tiro, llevaron a los siete
caballos que querían vender al cuartelillo, donde se encontraron con Artai nuevamente, que había
reunido a todos los guardias del pueblo, y les estaba echando una bronca monumental, así que
esperaron a que terminase y los guardias volviesen a sus tareas.

– Buenos días, Señor Artai. - Dijo Lizbeth -

– Buenos días, Señorita Lizbeth, ¿qué le trae al cuartelillo?

– Nos han comentado, que tuvieron problemas, y se quedaron casi sin caballos, así que
hemos venido a venderles estos siete, con sus sillas y arreos ya que nosotros no los
necesitamos.

– Estupendo, un problema menos de que preocuparme, voy a avisar de que lleven a los
caballos a las cuadras, y os traere un buen dinero por ellos.

A los pocos minutos Artai les había traído una buena bolsa de dinero, y unos soldados se llevaron
los caballos, después fuimos a dar un paseo, por el pueblo, y compramos un poco de fruta fresca
en un puesto del mercado, y vi una tienda de telas en un rincón así que lleve a Melvin, Niall y Caeli
a la tienda y una vez allí saque la campanita para llamar a las hadas y la toque tres veces. En esta
ocasión apareció Hazel.

- Buenos días, Señorita, ¿necesita nuestros servicios?

– Buenos días, Hazel, lo primero quería disculparme, por lo que sucedió con vuestros
monarcas. Y Si no te molesta necesito que les hagas a los dos chicos dos pantalones dos
camisas una capa y unas buenas botas de piel para cada uno y a la niña dos pantalones dos
camisas un vestido unas botas de piel y una capa. Ellos mismos te dirán los colores que
prefieran o si quieren algún detalle, yo os esperare en esos jardines que hay un poco más
adelante.

Owen y Lizbeth, fueron dando un paseo hasta el jardín, no se dijeron nada solo se miraban de vez
en cuando. Estuvieron sentados uno junto al otro, durante mucho rato, y sin decir nada, estaba
claro que tenían que hablar porque no podían estar así, y cuando por fin Lizbeth reunió el valor
para hablar claramente de lo que les estaba pasando aparecieron Niall y Caeli.

– Lizbeth, Owen ya están las ropas, que nos ha hecho el hada, y está esperando para cobrar.
- dijo Caeli con esa vocecita suave y dulce -.

– Muy bien, ya vamos. – Dijo Lizbeth levantándose y poniéndose en camino. -

Pagaron por las telas, a la señora de la tienda, y a Hazel por su trabajo, Melvin llevaba la ropa de

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los tres en una bolsa, y les dijeron que se la pondrían después de darse un buen baño, así que se
marcharon a la posada, para que no solo ellos, sino todos pudiésemos darnos un baño, y relajarnos
un poco.

Lizbeth se llevó a Caeli, a su habitación y allí pudieron darse un buen baño, primero ayudo a la niña
a abañarse, y después la envolvió en una toalla, y la peino, después la niña salió del baño y Lizbeth
pudo bañarse tranquila y relajarse. Cuando quiso darse cuenta ya era la hora de comer, y Owen
estaba llamando a la puerta, por si a Lizbeth le había pasado algo.

– Lizbeth, ¿estas bien? ¿necesitas ayuda? - Pregunto Owen desde el otro lado de la puerta. -

– sí...digo, no...tranquilo, estoy bien, es que había perdido la noción del tiempo, enseguida
salgo.

– Vale, te esperamos en el salón para comer.

– Vale....

Se vistió y bajo, lo más rápidamente que pudo, y cuando los vio se quedó sin palabras, estaban
guapísimos ,Melvin se había recogido su rubia melena, en una coleta, y se había afeitado, dejando
ver así unos rasgos, muy masculinos, y simétricos, y sus ojos eran verdes, como esmeraldas, Niall,
también se había recogido el pelo en una coleta, pero no era una melena muy larga, pero era de un
negro azabache precioso, y sus ojos negros la miraban con alegría, y la pequeña Caeli con su
melena negra suelta, y con una sonrisa, que no le cabía en la cara, todos vestían ropas negras, y
sus capas negras, llevaban el escudo del dragón negro. Lizbeth no pudo evitar que se le escapase
una lagrima de felicidad, al pensar que esos niños los habían elegido sus modelos a seguir.

– As visto como sigamos así pronto tendremos un ejército. - dijo Owen con una sonrisa -.

– Están muy guapos, - dijo Lizbeth pletórica de felicidad - estoy deseando ver la cara de Black
cuando los vea...

– veo que ya tienes decidido que se vienen con nosotros. – sonrió Owen, sabiendo que
Lizbeth no sería capaz de dejarlos a su suerte. -

– No quiero que acaben siendo poco más que esclavos, o que se conviertan en criminales, le
pediré a blakc que les permita quedarse, al menos hasta que tengan una educación y
puedan salir adelante por sí mismos.

– Y como es incapaz de negarte nada acabara cediendo. Así sí que la cara que valdrá la pena
ver será la de Bricio. – Dijo Owen soltando una carcajada -

Y rieron a carcajadas mientras los chicos los miraban sin entender nada. Se sentaron a comer y se
tomaron la tarde para descansar, y preparar las cosas para salir al día siguiente, a la hora de la cena
apareció Artai, que se sorprendió al ver los atuendos, de los niños.

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– Veo que tenéis unos fervientes admiradores. – dijo Artai, mientras miraba a los chicos -.

– Bueno, son más bien aprendices, ya que no tienen familia, hemos decidido ocuparnos de
su educación, hasta que estén listos para salir adelante por sí mismos. - le corrigió Owen
sonriendo -.

– Bueno, yo venía a pediros si mañana podemos volver todos justos a Valdos, el camino es
largo, y tendremos que hacer noche así que, cuantos más seamos mejor.

– Me parece buena idea, así todos estaremos más seguros. -Owen accedió a la petición de
Artai. -

Cenaron y los niños y Lizbeth se fueron a dormir, Artai se quedó con Owen un rato.

– ¿Ha pasado algo? - al parecer Artai tenía buena capacidad de observación y se dio cuenta
de que algo pasaba. -

– ¿A qué te refieres? - intento disimular Owen. -

– Lizbeth y Tu, os comportáis de un modo raro, apenas os habláis, y ni si quiera os miráis a la


cara.

– creí que la perdía – Dijo Owen con la mirada perdida -...sangraba muchísimo...y no
conseguía que se despertase....

– yo no soy quién para dar consejos, porque para empezar ni siquiera me he enamorado
nunca, pero tú eres un elfo, y ella es humana, no saldrá bien, y los dos sufriréis.

– Lo sé, lo he estado ocultando en lo más profundo de mi ser, pero cuando por fin abrió los
ojos no pude contenerme, y la abrace, y llore...

– al final tendréis que hablarlo, porque no podéis seguir así, hagáis lo que hagáis, a mí no me
importa es vuestra vida, pero tenéis que hablar, o será peor.

– Eso lo sé, pero no es fácil. - Owen se levantó y vació su copa - En fin, yo me voy a dormir un
rato, y tu deberías hacer lo mismo.

A la mañana siguiente se pusieron en marcha antes de que saliese el sol, y avanzaron todo lo que
pudieron antes de tener que parar, para pasar la noche, según los cálculos de Artai podrían llegar a
Valdos poco después de mediodía.

Cuando todos dormían y Artai estaba de guardia Lizbeth se escabullo sin hacer ruido, necesitaba
estar sola y poner en orden sus pensamientos. No podía pensar en nada más que en Owen
abrazándola, en su mirada, y solo de pensarlo su corazón se desbocaba. Tenía que hablar con el
esto estaba empezando a volverla loca.

– ¿Estas bien? -la voz de Owen sonó suave detrás de ella - ¿por qué te has alejado tanto del

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campamento?

– Owen...necesitaba pensar...tengo que hablar contigo.

– Yo también quería que hablásemos, no podemos seguir así.

– En estos momentos, contigo aquí delante de mí, sé que mi corazón, ya ha superado el


dolor, por no poder amar a Blakc, y que te ha elegido a ti, mis sentimientos no son menos
intensos de lo que fueron con Blakc, y aunque siempre lo amare, es a ti a quien quiero a mi
lado.

– Desde hace mucho tiempo, sé que mi corazón te pertenece, a pesar de que sabía que tú, y
Blakc, a quien quiero como un hermano os amáis, y no he sido capaza de controlar mis
sentimientos, y te amo más de lo que nunca pensé que fuese posible.

Nos quedamos mirándonos a los ojos, y sin decir nada, nos fundimos en un beso, sintieron la
suavidad de sus labios sobre los del otro y sus brazos rodeándose con fuerza, en aquel rincón del
bosque, nos colmamos de besos, y caricias, y dimos rienda suelta a nuestra pasión, hicimos el
amor, bañados por la suave luz de la luna.

– ¿sabes? - Dijo Lizbeth tumbada junto a Owen -Caeli me conto una historia el otro día.
Decía, que una princesa humana, y un arquero elfo, se enamoraron, pero sus familias
estaban en contra porque no era natural, así que se escaparon a un lugar muy lejano
donde nadie les molestase, al principio eran muy felices, pero con el tiempo la princesa
empezó a envejecer, las arrugas surcaron su piel, y su pelo encaneció, mientras que el elfo
seguía siendo joven, y hermoso, la princesa lloraba cada día, al ver que su vida se acababa,
y que su esposo seguía joven como el primer día, el elfo le decía a la princesa que para el
seguía siendo igual de hermosa, que cuando la conoció, pero ella no lo aceptaba, y el
sufría al ver el sufrimiento de su amada, y que no podía hacer nada, ni siquiera podía
consolarla, al final la princesa murió después de años de sufrimiento, ya no sentía amor
solo resentimiento, y el elfo al ver a su amada morir así se le rompió el corazón y también
murió.

– Si, yo también conozco esa historia, se cuenta desde hace siglos para que tanto elfos como
humanos, sepan que solo hay sufrimiento en un amor así.

– Cuando escuche esta historia pensé que, en realidad, la princesa no estaba enamorada de
verdad, fue un capricho, y cuando vio que ella envejecida, y el seguía joven sintió envidia, y
celos, pero no podía rectificar, porque era tarde y era una princesa caprichosa, que nunca
admitiría una equivocación, por puro orgullo, el elfo fue la victima de todo eso, y ni
siquiera se dio cuenta.

– Nunca lo había visto desde esa perspectiva.

– ¿Sabes? en mi mundo tuve un par de relaciones románticas, pero no salieron bien, en la

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primera, estaba tan empeñada en que saliese todo bien, que deje de ser yo misma, y solo
hacia lo que a él le parecía bien, por suerte no tarde mucho en darme cuenta de que eso
no era lo que yo quería, yo quería a alguien que me quisiese tal como soy, y no tener que
cambiar para que me quieran. Y la segunda relación parecía que funcionaba, pero un día
me dijo que yo no era como él creía, y que no le interesaba seguir conmigo. Después de
eso simplemente no deje que nadie más se me acercarse lo suficiente como para hacerme
daño.

– ¿Entonces has estado enamorada?

– No, no era amor, en ninguna de las veces sentí que mi corazón se saliera de mi pecho por
cruzar una mirada, y nunca he pasado horas sin poder quitarme de la cabeza una sonrisa o
una mirada y ni una sola vez desee compartir el resto de mi vida con nadie, solo me sentí
así con Blakc, pero sabía que no podría ser, así que no quise ni pensarlo, para no tener
falsas esperanzas y ahora no sé qué será de esta relación.

– Yo tengo mil quinientos años, y en todo este tiempo, jamás había sentido nada así, por
nadie, pero el otro día cuando te vi caer herida, mi corazón se paró, entre en pánico, nunca
había sentido tanto miedo, la sola idea de perderte, me dejo paralizado, y cuando te vi
abrir los ojos, después de horas inconsciente, sentí un alivio, y una alergia que no podía
contener las lágrimas, y tuve que abrazarte, nunca había sentido nada parecido, y no supe
cómo reaccionar después de eso.

– ¿Y qué vamos a hacer ahora? Si decidimos estar juntos es un amor prohibido, y nadie lo
aceptara, y si decidimos que no podemos estar juntos sufriremos cada vez que nos
veamos. - estaba asustada, con lo que pudiese decirle, pero fuese lo que fuese, tenía que
aceptarlo, si quería estar con ella lo aceptaría sin reservas, y si decidiese irse no podría
detenerlo. -

– También podemos mantenerlo en secreto, - Lizbeth no esperaba que dijese eso, pero se
sintió muy aliviada, porque no lo perdería -. hasta que sea el momento adecuado para
decirlo.

– ¿y cuándo será ese momento? - le pregunto Lizbeth un poco inquieta. -

– No lo sé, pero sé, que no puedo vivir sin ti. - dijo mientras la abrazaba con fuerza, contra
su pecho. -

– Vale podemos mantenerlo en secreto, y comportarnos como amigos delante de los demás,
pero estas cosas, no suelen ser un secreto mucho tiempo, así que será mejor que
pensemos que hacer. - le conteste respondiendo a su cálido abrazo -.

– Sera mejor que esto lo hablemos con más calma cuando lleguemos a casa, ahora
deberíamos volver al campamento, antes de que nos echen en falta.

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Volvieron al campamento, y se metieron en sus mantas, sin que nadie se diese cuenta, y se
quedaron dormidos, aunque no por mucho tiempo, una hora después más o menos ya había que
ponerse en marcha, para llegar lo antes posible a Valdos.

Poco antes del mediodía ya estaban llegando al palacio real de Valdos, pero algo los puso en alerta,
una comitiva formada por dragones se dirigía al palacio.

– Lizbeth, niños tapad el escudo del dragón negro de vuestras capas, que nadie lo vea.

– ¿Qué pasa, quienes son esos dragones? – pregunto Lizbeth -

– Luego te lo cuento, Melvin en esa calle hay una posada, llévate a los niños allí y consigue
un par de habitaciones, tened cuidado de que nadie vea los escudos de vuestras capas, y
quedaros en la habitación, hasta que nosotros lleguemos.

– De acuerdo, yo cuidare de ellos. - dijo Melvin mientras se alejaban.

– Artai, - dijo Owen extremadamente serio, - esto me huele a un ardid tramado por esos
dragones, avisa a tu rey, de que no nos mencione, y que delante de estos dragones
actuareis como si vosotros solos, hubieseis acabado con los dragones que atacaron a los
pueblos.

– No sé qué pasa, pero te hare caso, vamos entremos antes de que ellos lleguen para avisar
a los demás.

Entraron en el palacio, y Artai fue avisando a todo el mundo de que nadie podía mencionar al
dragón negro o a sus enviados, después entramos al salón del trono, y Artai hablo primero con el
rey y después hablo para todos los que estaban en el salón avisándoles de que nadie mencionase
quienes eran Lizbeth y Owen. Owen dio un paso al frente, y aviso de que posiblemente con ellos
traerían dragones espía, así que, aunque ellos no los viesen seguramente cuando salgan del salón
los dragones espía se quedaran, por lo que es conveniente no hablar de asuntos delicados por
unos días. Owen le dio a Artai la bolsa con los cuernos de los dragones, y enseguida avisaron de la
llegada de los dragones del reino de las dunas, entraron tres del tamaño de los que habían matado
en aquella cueva, dos se quedaron cerca del portón de entrada, y el otro se acercó al trono.

– Su majestad, lo primero quería agradecerle que nos reciba, a pesar de no haber avisado
con antelación de nuestra visita. - dijo aquel dragón haciendo una reverencia. -

– Imagino que, si un diplomático de un país lejano se presenta de improviso, es porque tiene


un asunto, muy urgente que tratar. - dijo el rey Mael -.

– Así es Majestad, hace unas tres semanas, llego a nuestro puerto un barco con mercancía
de este reino, y los mercaderes hablaban de que este reino estaba siendo atacado por
dragones, así que hemos venido a ofrecernos para ayudarles, a acabar con esos dragones
traidores. - dijo a aquel dragón casi escupiendo la palabra traidores -.

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– ¿traidores? - pregunto el rey con cara de asombro -.

– Si, nos dijeron que los atacantes, llevaban banderas del dragón negro, que tenían una
alianza con este reino, pero que ahora lo están atacando. - Se justifico -

– Bueno, eso nos dijeron a nosotros, por eso el general en persona examino la bandera que
esos dragones dejaron después de atacar, y no se parecía en nada a la bandera de nuestros
aliados, nos dimos cuenta de que solo querían hacernos creer, que era otro el que nos
atacaba, y de todas formas ya da igual, porque el general Artai acaba de llegar de dar caza,
y matar a esos renegados. - dijo el rey con una sonrisa de satisfacción -.

– ¿cómo dice? - El dragón se quedó perplejo - ¿Un humano a matado a cuatro dragones?

– No, creo que llevaba a algunos soldados con él. - puntualizo el rey con sarcasmo -

– Es imposible...

– Bueno, estaba a punto de enseñarnos las pruebas de que había matado a los dragones.

Entonces Artai se acercó a su rey, y saco de la bolsa los cuernos de los cuatro dragones.

– Aquí teneis su Majestad los cuernos de esas malditas bestias asesinas.

– Estupendo Artai, espero que nadie resultase herido durante la lucha...

– solo uno de los soldados resulto herido leve y después de haber acabado con dos de los
dragones.

– Estupendo. - dijo satisfecho el rey con una amplia sonrisa -.

El diplomático del reino de las dunas no era capaz de articular palabra, y no dejaba de mirar los
cuernos, que Artai estaba metiendo de nuevo en la bolsa.

– Bueno señor diplomático, espero que tenga algún otro asunto en nuestro país, porque si
no me temo que habrán hecho el viaje en vano.

– Por supuesto majestad, ya que estoy aquí me gustaría proponerle una alianza entre
nuestros reinos.

– Por supuesto, siempre estoy abierto, a la posibilidad de nuevas alianzas. Pero hoy ya tenía
algunos compromisos previos, y una alianza no es algo que se pueda negociar
rápidamente, mañana puede traerme la propuesta por escrito, y le ruego que me conceda
un par de días para estudiarla, y nos reuniremos dentro de tres días para hablar de los
detalles y sellar la alianza.

– Por supuesto Majestad, mañana a primera hora tendrá aquí la propuesta de alianza, ahora
me retiro.

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El diplomático salió del salón seguido de los otros dos dragones y Artai se acercó al rey.

– Majestad después volveré a darle mi informe completo de lo sucedido.

Owen y Lizbeth se inclinaron haciendo una reverencia, y salieron con Artai. Se dirigieron a la
posada, antes de llegar a la posada Lizbeth vio una pequeña herboristería, entro y compro un par
de manojos de una hierba que para los humanos cuando la quemabas el humo te alivia el dolor de
cabeza, pero tiene otro uso mucho menos conocido, y es que los dragones espía no soportan el
olor, hasta el punto de que o salen, o acaban perdiendo la consciencia, y por tanto son
descubiertos.

Entraron en la posada, Melvin y los niños estaban en una mesa esperándolos, con un gesto les
dijeron que no hablasen, nos sentamos en la mesa, y Lizbeth prendió el manojo de hierbas.

– ¿Pero qué están haciendo con esas hiervas en mi salón? - dijo el posadero en cuanto vio el
humo.

– A la señorita le duele la cabeza, pero necesito hablar de asuntos muy importantes. - dijo
Artai dejando claro que no se metiese.

– Me sorprende que sepas que estas hierbas, también sirven para el dolor de cabeza. - dijo
Libeth sorprendida -

– Como que también, ¿no es para eso? Mi madre las usaba para el dolor de cabeza. – dijo
Artai desconcertado -

– Vale, aparte de para los dolores de cabeza, esto mantendrá a los dragones espía fuera de la
posada y podremos hablar.

– Por ahora lo que sabemos, es que los dragones de las dunas están detrás de los ataques a
los pueblos. -dijo Owen-

– ¿Como puedes estar tan seguro de eso? - Dijo Artai algo confuso. -

– ¿Como supo que eran cuatro dragones, si nadie lo había mencionado? - puntualizo Owen -.

– Es cierto, y seguro que traman algo el contra el reino del Dragon Negro, no había más que
ver el odio con el que lo menciono. - dije Lizbeth preocupada -

– Creo que pretendían que Valdos, rompiese la alianza con el Dragon Negro, y formar una
alianza con ellos, y así tener una excusa válida para atacar al Dragón Negro. Estoy casi
seguro de que deben de tener un ejército de dragones en camino para atacar. - dijo Owen
con un gesto serio -.

– Tenemos que volver enseguida para avisar. - dije yo -

– Artai, vuelve al palacio y cuéntale al rey nuestras conclusiones, y para, a comprar manojos

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de hierbas de estas, y quemadlas cada vez que tengáis que hablar de algo importante,
podéis usar la escusa del dolor de cabeza, y así mantener a los espías alejados.

– Owen, ¿tú te has dado cuenta de que algo pasaba, antes que nadie, por qué? - pregunto
Artai intrigado -.

– Sabes que luche en las guerras dragón, ¿verdad? Se cómo piensan los dragones de las
dunas, siempre traman algo, nunca van de frente, no son de fiar.

– Gracias Owen, voy a ir a poner al día a mi rey, y trataremos de tenerlos entretenidos todo
lo que podamos, por cierto, seguro que saldrá algún barco esta tarde, pero no sé si alguno
pasara por el Dragón Negro. Gracias, señorita Lizbeth, por su ayuda, y tengan cuidado.

Artai salió de la posada, y Owen Lizbeth y los niños aprovecharon para comer algo rápido, después
mandaron a Melvin al puerto, para que averiguase si salía algún barco esa misma tarde, mientras
los demás recogieron las cosas y fueron al encuentro de Melvin.

– Melvin, ¿ha habido suerte?,¿hay algún barco? - pregunto Owen cuando lo encontramos -.

– E encontrado dos barcos mercantes que salen esta tarde, pero van muy cargados, y no
podríamos llevar los caballos, y luego aquel tipo de allí que me ha oído que buscaba un
barco, me ha dicho que él tiene un barco, y que ahora estará unos cuantos días sin tener
que transportar nada pero que se ofrece a llevarnos por un buen precio, además si va sin
carga será más rápido que los demás.

– Buen trabajo, iré a ver qué precio pide, y cerrare el trato, vosotros quedaros aquí y que no
se os vean los escudos.

Mientras Owen cerraba el trato con el capitán del barco Melvin los niños y Lizbeth se quedaron a
un lado muy atentos a cualquier cosa de su alrededor, entonces vieron a los dragones que habían
visto en el salón del trono. Owen volvió con los demás y de pronto teníamos al diplomático dragón
a nuestro lado.

– Buenas tardes, ¿creo a verlos visto esta mañana en el salón del trono? - Dijo zalamero
buscando alguna información. -

– ¿Le podemos ayudar en algo? - Dijo Owen muy secamente, dejando claro que no sacaría
nada de nosotros. -

– Discúlpenme, primero me presentare, soy Garai, diplomático del reino de las dunas, y esta
mañana los vi junto a el general Artai, y me preguntaba si ustedes son los que han acabado
con los dragones.

– Lo lamento, pero nosotros no hemos sido, nos encontramos con el General esta mañana y
nos acompañó al salón porque teníamos que despedirnos del Rey Mael, ya que hemos
terminado nuestra labor diplomática aquí.

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– Así que son diplomáticos, ¿y de que reino son?

Entonces Owen se quitó la capucha de la capa, y dejó al descubierto sus orejas puntiagudas y su
melena plateada.

– somos del reino de los elfos de las montañas del norte.

– Espero que algún día también podamos formar alianzas con su reino.

– Nosotros siempre estamos dispuestos a recibir a nuevos aliados, ahora si nos disculpa
tenemos que embarcar.

– Por supuesto ya nos veremos en otra ocasión.

Garai se marchó hacia donde estaban los suyos, y nosotros nos encaminamos hacia el barco.

– Lizbeth, ¿tienes más hierba para el dolor de cabeza?

– Si, tengo un par de manojos.

– Ahora cuando subamos al barco enciende uno.

– De acuerdo.

Metieron a los caballos en la bodega y encendieron las hierbas, paseándolas por todo el barco para
que el humo llegase a todas partes, y de pronto oyeron un golpe detrás de ella. Un dragón espía
acababa de caer inconsciente antes de poder escapar. Lo metió en una bolsa, y le lo llevo a Owen.

– He cazado al espía. Aquí lo tienes. -dijo Lizbeth orgullosa -

– Si estuviésemos todavía en el puerto lo dejaría en el muelle, pero en medio del mar no sé


qué hacer con él.

– ¿Me lo puedo quedar? - Dijo el capitán del barco. -

– ¿Y qué piensa hacer con él?

– Tengo una jaula muy resistente en mi camarote, lo meteré allí, y cuando vuelva a Valdos, le
pediré explicaciones a sus jefes, de porque han colado un polizón en mi barco, y que o me
pagan por las molestias, o lo entregare a las autoridades.

– Lo dejare en sus manos, ahora tenemos que poner rumbo a la isla del Dragón Negro. – dijo
Owen. -

– Lo sé, e reconocido a la señorita Lizbeth, hemos hecho negocios antes, tiene las mejores
pantas medicinales, y medicamentos que se pueden encontrar, y siempre hace un buen
precio por ellos. – dijo el capitán muy feliz de los tratos que hacía con Lizbeth. -

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– Vaya, cuanto lo siento, estaba tan concentrada, en coger al espía que no te reconocí. – se
disculpó Lizbeth. -

– No te preocupes lo entiendo, pero dime una cosa, ¿hay problemas? Por qué si lo has
capturado, es porque no es de los vuestros.

– Al parecer el reino de las dunas se está moviendo, no estamos seguros de que traman,
pero seguro que no es nada bueno. -le explico Owen al capitán. -

– Nunca me han gustado los dragones de las dunas, tranquilos hablare con los comerciantes
para que estén atentos, y si vemos algo os informaremos, y por supuesto si necesitas algo
pedidlo, haremos todo lo que podamos para ayudar, no queremos que nos quiten lo que
hemos logrado durante tanto tiempo en paz.

– Te lo agradecemos mucho, y será mejor que metas a ese espía, en un sitio donde no pueda
ver, ni oír nada en absoluto. Le sugerí al capitán en cuanto la bolsa empezó a moverse -.

– Tengo el sitio perfecto, lo meteré en la jaula, y la jaula en un arcón de madera maciza, que
tengo en mi camarote, cuando lo saque de ahí dentro, de unos cuantos días no sabrá ni
como se llama.

Se fueron a los camarotes, Melvin y los niños, estaban en un camarote con tres literas, y Owen y
Lizbeth tenían un camarote más pequeño con dos literas, colocaron sus cosas y se quitaron las
armaduras, y se pusieron cómodos, no sin aprovechar los momentos a solas, para robarse besos y
caricias, miradas y sonrisas.

Esa noche, cenaron con el capitán, quien nos dijo que teníamos viento a favor, lo que nos permitirá
llegar mucho antes a su destino, también les comentó que tenía intención de pasar un par de días
dando vueltas por alta mar, hasta que su polizón estuviese tan perdido, que no supiese ni cuantos
días habían pasado.

Al día siguiente, a media mañana ya estaban llegando al puerto de la isla, sacaron los caballos de
barco y fueron lo más rápidamente posible hasta el palacio. Cuando llegaron a la entrada se
encontraron a Alina y le dejaron a Melvin, Niall y Caeli a su cargo, y corrieron hasta el salón del
trono. En la puerta estaba Bricio.

– Hola Bricio, tenemos que hablar con el rey.

– podréis verle a la hora de la comida, y le podréis contar todas vuestras aventuras.

– ! ¡Bricio!, es una emergencia, el reino de las dunas se está moviendo.

Tras escuchar las palabras de Owen, Bricio entro corriendo en el salón del trono, dejado la puerta
abierta tras él.

– ! ¡Majestad! Ya han regresado el Señor Owen y la Señorita Lizbeth de su misión en Valdos,

[133]
y traen noticias preocupantes.

Entraron en el salón del trono, y se acercaron hasta el trono, y allí le contaron no solo a Blakc, sino
a todos los allí presentes, todo lo que nos había pasado, con los dragones que atacaban los
pueblos, y lo que descubrimos al volver al palacio de Valdos, con respecto a los dragones del reino
de las dunas. Después de unos minutos de reflexión Black, hizo callar a todos los que estaban en el
salón, y decreto el estado de alerta, se reforzarían las fronteras, se desplegarían las tropas, se
preparara todo, y a todos, para un posible ataque, y se mandaran dos dragones guardianes a los
reinos de los enanos que hay en las montañas de la isla para protegerlos, después de eso todos los
que estaban en el salón, se fueron rápidamente para acatar, de inmediato las órdenes del rey.
Enseguida solo estaban ellos tres en el salón.

– Por fin habéis vuelto, estaba muy preocupado, de hecho, estaba pensando que, si no tenía
noticias vuestras, me escaparía para ir a buscaros. -Dijo Blakc con una gran sonrisa. -

– Eso no habría sido buena idea, pero yo también te he hachado de menos. - le dijo Lizbeth a
Black mientras le abrazaba su enorme cara.

– Si te hubieses escapado, a Bricio le habría dado un patatús. - se rio Owen-

– Bueno, ahora será mejor que os vayáis a asearos, y cambiaros después nos podemos ver
con más calma mientras comemos, y también me podréis dar más detalles. -sugirió Blakc
viendo que estaban un poco sucios y cansados. -

Ya en su habitación Lizbeth se encontró que estaba Alina, con Melvin y los niños esperándolos.

– Alina, necesitaremos que preparéis una habitación, para los tres, pero ahora necesitamos
un baño, y ponernos ropa limpia, porque comeremos con el Rey.

Owen se llevó a Melvin, y a Niall, con él, para que se bañasen en su habitación, y Lizbeth se quedó
con Caeli, y se bañaron y arreglaron en su habitación.

Cuando estuvimos todos listos, salimos al jardín hasta la hora de comer.

– Que jardín más bonito. -Dijo Caeli entusiasmada. -

– Aquí es donde cultivamos las plantas medicinales. ¿si quieres te enseñaremos para que tú
también puedas hacer medicinas, y curar a los demás. – la animo Lizbeth -

– ¿Podre ser medico? – pregunto la pequeña sorprendida -

– Claro que sí, puedes ser lo que tú quieras. Solo tienes que esforzarte y estudiar. - Contesto
Lizbeth -

– A mí me gustaría ser un arquero, como Owen, y no fallar nunca. - dijo Niall alegremente. -

– A mí me gustaría saber luchar, tanto con la espada, como cuerpo a cuerpo...- dijo Melvin

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con timidez. -

– Pero antes de nada teneis que conocer al rey, El Gran Dragon Negro. - dijo Owen muy
serio. -

– No seas así, - le regaño Lizbeth a Owen - no asustes a los niños, o acabaran teniéndole
miedo, no os preocupéis el rey es muy grande, pero muy bueno. - les dije para
tranquilizarlos -.

Poco después fuimos al comedor, y nos pusimos de pie junto a la mesa a esperar a Black, y recordé
lo asustada que estaba la primera vez que lo vi, y se me escapo una sonrisa.

Entonces se abrieron las puertas por donde entraba Black, y cuando Caeli lo vio, se escondió de
tras de Owen, Niall se agarró a mi mano temblando, y Melvin se había quedado paralizado. Yo era
consciente, de lo aterrador que podía ser, ver a ese dragón gigantesco, así que intente
tranquilizarlos un poco.

– Tranquilos chicos parecen aterrador, pero es porque lo veis muy grande, pensad una cosa
si su cuerpo fuese más pequeño, no le cabria un corazón tan grande.

– ¿Y quienes son estos pequeños humanos? - dijo Black al ver a los niños -

– Él es Melvin, tiene dieciocho años, y es el único superviviente, de uno de los pueblos que
fueron atacados, también nos dio datos que resultaron muy útiles para dar con los
dragones responsables de esos ataques, y estos dos son Niall y Caeli, gracias a que su
madre los escondió cuando atacaron su pueblo, fueron los únicos supervivientes y también
nos dieron información muy valiosa.

– ¿Y los habéis traído aquí por...? – pregunto Blakc un poco desconcertado -

– No tienen a nadie ni a donde ir, si los dejábamos solos podrían haber acabado como
esclavos o delincuente eso si no morían antes de hambre....

Entonces Caeli, se acercó a Lizbeth y le dio la mano, y reuniendo todo el valor que cavia en su
pequeño cuerpo dijo.

– Por favor Majestad, deje que nos quedemos aquí, le prometo que nos esforzaremos
mucho para poder ser de ayuda.

Owen y yo nos miramos, y sonreímos, y miramos a Black. Black acerco su cara a la pequeña, que
seguía cogida de la mano de Lizbeth y dijo.

– Para lo pequeña que eres, tienes más valor que muchos humanos, mucho más grandes
que tú. Seguro que serás una gran mujer, cuando seas mayor, y me gustaría que esa mujer
sea uno de mis súbditos. Así que os dejare quedaros, pero tendréis que esforzaros mucho
en vuestro aprendizaje.

[135]
Después comieron todos juntos, y hablaron con más detalle de lo que había hecho en su misión.
Después de comer, Alina, se llevó a Melvin y a los niños, a pasear por los jardines, y los llevo a las
cuadras para que supiesen, donde estaban sus caballos. Mientras Black, Owen y Lizbeth, hablaban
de cosas más serias.

– ¿Qué pensáis que pretenden los de las dunas? - pregunto Black sin preámbulos -.

– Black, yo luche en las guerras dragón, y se cómo piensan esos dragones por que fueron
unos de los principales enemigos a los que me enfrente. Quieren este reino, siempre lo
han querido.

– ¿Y por qué ahora?

– Te falta muy poco para cumplir los quinientos años Black, serás un dragón adulto y tu
poder se triplicará, no pueden esperar más si quieren tener alguna posibilidad.

– ¿Y han esperado quinientos años? - pregunto Lizbeth un poco desconcertada.

– Bueno después de la guerra, sus fuerzas quedaron muy mermadas, creo que todavía no se
han recuperado del todo, pero no pueden esperar más.

– Majestad, me acaban de avisar de que la señorita Lizbeth, ya está de vuelta y he venido


enseguida. – dijo Viriato entrando en el salón –

– Hola, Viriato has averiguado algo importante, - Pregunto Lizbeth –

– Después del descubrimiento, de hace dos años, de tus afinidades mágicas, he estado
centrado mis estudios, en esos temas, y he encontrado algunas cosas, que pueden ser
esclarecedoras. Para empezar solo los llamados dioses tienen una afinidad total con el
árbol de magia, otro dato es que los dioses viven en un mundo que esta aparte de este por
lo que no hay dioses en este mundo, otro dato que he encontrado es que los dioses son
inmortales por lo que no pueden morir, solo otro dios puede matar a un dios y si eso
ocurre ese dios renace de nuevo en su mundo, lo que significa que eras una diosa alguien
te mato, y lanzo tu alma a un mundo sin magia para que no pudieses regresar.

– Y eso solo puede significar dos cosas, - Dijo Lizbeth con miedo en la voz – o soy la víctima
de un dios malvado, o la malvada era yo y este fue mi castigo…

– No creo que eso sea así, tal vez acabaste allí por accidente o por algún otro motivo, -
intento calmarla Blakc que veía que estaba asustada. –

– Y si soy un ser malvado y solo causo dolor y sufrimiento… me odiareis, - Lizbeth se levantó
de la mesa, - necesito salir un momento – dijo y salió de la sala.

– Parece que cada vez que tengo noticias sobre la procedencia de la Señorita le causo
sufrimiento. – se lamentó Viriato –

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– Tranquilo Viriato, apreciamos mucho, todo lo que te esfuerzas por conseguir información.
– le dijo Blakc –

– Gracias Majestad, ahora me retirare para que puedan hablar tranquilos. – se levantó
Viriato y salió de la sala dejando a Blakc y a Owen a solas. –

– Creo que Lizbeth está demasiado preocupada porque no quiere que nadie sufra y está
claro que eso no es posible, - Se lamento Blakc, - ella sabe que yo sufro por mucho que lo
disimule.

– ¿Y si ella encontrase a alguien a quien amar? ¿cómo te sentirías? Pregunto Owen a media
voz.

– Supongo que, si se enamorase de otro, y eso la hiciese feliz, yo también me sentiría feliz
por ella, de hecho, ese es mi único deseo para ella, que sea feliz, aunque no sea conmigo, -
dijo blakc pensativo, pero de pronto su expresión cambió a una de furia. - pero si alguien le
hace daño, que se despida del mundo, porque no saldrá vivo.

– Eso asusta un poco no crees, ¿quién va a ser el valiente, que se acerque a ella, si su vida
está en juego? – pregunto Owen mirando a Blakc. –

– ¿Crees que soy demasiado protector? – no es eso, pero si alguien te oye decir eso, nadie se
acercara a ella.

– Sabes una cosa, yo sé que ella no se marchara del palacio, para encontrar a alguien a quien
amar y que la ame… - dijo Blakc con tono triste – por eso pensé que sería mejor conseguir
que el mejor candidato posible viniese aquí para que se conozcan y se enamoren.

– No se te abra ocurrido concertarle un matrimonio con algún humano pomposo o algo así, -
salto Owen en contra de algo así y rozando la rabia. – no permitiré que la uses como regalo
para una alianza política o comercial.

– Veo que no me equivocaba, - Dijo Blakc con una sonrisa, - la amas tanto, que sin darte
cuenta has llevado, tu mano, a tu espada, por la sola idea de perderla.

Owen se miró, y vio que su mano, aferraba la empuñadura de la espada, bajo la mirada, y unas
lágrimas corrieron por sus mejillas.

- Owen, te quiero como a un hermano, y sé que tu sientes lo mismo, y se desde hace tiempo
que la amas, porque he visto como la mirabas, y como te sonrojabas cada vez que ella te
sonreía, y para mí sería un honor que fueses tu quien la haga feliz ya que yo no puedo. – Le
dijo Blakc mirándolo con cariño. –

- Y por qué me siento como si te estuviese traicionando, la amo es cierto más de lo que creía
posible, pero siento en mi corazón un dolor terrible por que tu sufrirás por este amor, y soy
incapaz de evitarlo. – Las lágrimas seguían saliendo y rodando por sus mejillas, por el

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sentimiento de traición que tenía hacia quien quería como un hermano. –

- No me estas traicionando, y Lizbeth si te corresponde, tampoco lo hace, porque ya hace


más de dos años, que solo somos amigos, y nada más, ella tiene todo el derecho a amarte
y tú a ella. – Blakc se acercó a Owen, y con su enorme mano abrazo a su gran amigo que
sufría por no querer hacerle daño.

- Gracias Blakc, no te imaginas lo que significa para mí que me des tu bendición en este
asunto. – Dijo más calmado Owen. –

- Pero recuerda no hacerle daño, o yo te lo hare a ti, - Dijo Blakc con una sonrisa burlona. –

Lizbeth se marchó hacia su habitación, y mientras caminaba hacia allí ,en su cabeza no paraba de
pensar, que seguramente era un ser malvado, y que por eso lanzaron su alma, a un lugar sin magia,
para que no regresara, y si eso era así, era muy peligroso que los demás estuviesen, cerca de ella
porque podría lastimarlos, y siguió dándole vueltas a esos pensamientos, hasta que el miedo la
paralizo, y sus rodillas le fallaron, y cayó al suelo incapaz de levantarse empezó a llorar
desconsoladamente.

Lug estaba por allí cerca, y cuando la vio en el suelo.

– ¡Señorita! ¿se encuentra bien? ¿necesita ayuda?

En ese momento Lizbeth era incapaz de reaccionar, y solo lloraba, Lug asustado entro en la sala, y
aviso de que Lizbeth estaba delante de la puerta de su habitación en el suelo llorando
desconsolada. Y antes de terminar la frase Owen ya estaba corriendo a por ella y Black estaba
abriendo los portones, para salir a ver que me pasaba. Owen la abrazo sin decir nada, y Black los
cogió a los dos con su mano, y dijo.

– Creo que han sido demasiadas emociones por un día, será mejor que descansemos un
poco y mañana por la mañana seguiremos.

Cogidos en su mano, los llevó hasta la habitación de Lizbeth y dejo que Owen la ayudase a meterse
en la cama, y salieron los dos dejándola sola, para que pudiese descansar, pero antes de que se
fuesen grito.

– NO ME DEJEIS SOLA, QUIERO ESTAR CON VOSOTROS, NO QUIERO VOLVER A ESTAR SOLA.

Entonces Black, le dijo a Owen que la cogiese, y que pasarían la noche los tres juntos, en su
habitación. Volvió a cogerlos a Owen, y a Lizbeth con su mano, y los llevó a su habitación.

La habitación de Black seguía estando todo el suelo cubierto por gruesas y mullidas alfombras, la
losa que utilizaba para dormir estaba cubierta con pieles de distintos animales que le
proporcionaban comodidad y calidez.

Black se acomodó sobre la losa, y Owen se acomodó en la mano de Blakc, sosteniéndome entre

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sus brazos, y empezó a hablarme con mucha suavidad.

– Lizbeth, tranquilízate estamos aquí contigo, y no te dejaremos sola, nunca.

– ¿Y si…y si soy un monstruo?, un horrible ser ¿cómo los de los reinos oscuros? Sería un
peligro, y tendría que irme lejos de vosotros…. – decía Lizbeth aterrorizada con la idea

– No eres ningún monstruo, y no eres un peligro... – le aseguro Owen que la sujetaba contra
su pecho. -

– Y además seas, lo que seas, no te dejaremos marchar, eres nuestra amiga. - dijo Black,
dejando claro que no le importaba que era, si no quien era. -

– ¿Lo has oído? No te dejaremos marchar, pase lo que pase. – le recalco Owen -

– Y yo no permitirá el poneros en peligro, por nada en el mundo, antes de causaros algún


daño prefiero morir. – dijo Lizbeth totalmente decidida -

– Eso demuestra que no eres un monstruo, los monstruos son egoístas, y no se preocupan
por los demás. – le hizo ver Owen que la miraba con ternura. -

Al oír a Owen decir aquellas palabras, Lizbeth se sintió mejor, pero seguía estando preocupada, y
tenía miedo de perderlos a todos, y volver a aquella soledad asfixiante.

Pasaron la noche los tres juntos, abrazados y preocupados por lo que los temores de Lizbeth
pudiesen ser reales.

A la mañana siguiente, como estaban en estado de alerta, Black, no tenía que ir al salón del trono
por que se estaba sellando la claraboya, al Igual que se estaban sellando todos los balcones, y
terrazas solo quedarían abiertas las entradas imprescindibles, y estarían fuertemente vigiladas, y
todos los que venían a dar los informes, y partes de los asuntos del reino, estaban demasiado
ocupados para perder el tiempo haciéndole la pelota al rey. Fueron a desayunar, y después
decidieron que Lizbeth tenía que ponerse enserio, a practicar con las magias porque cuanto antes
controlase su poder más seguro estaría

– que te parece si empezamos con la magia élfica, no soy muy bueno con la magia, pero lo
básico te lo puedo enseñar. - Dijo Owen -

– Yo puedo intentar explicarte cómo funciona la magia de los dragones, y si aprendes a


manejarla, serás una gran dama dragón. - Dijo Blakc orgulloso -

– ¿Dama dragón? ¿qué es eso? – pregunto Lizbeth intrigada- Owen había mencionado algo,
pero no me conto mucho.

– En realidad, las armaduras, que os di antes de que os fueseis, a esa misión, tenía intención

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de daros las como regalo, después de nombraros caballero y dama dragón, y por supuesto
mis guardias personales, pero la cosa se precipito, y no salió como yo quería. Así que el
nombramiento de dama, y caballero, tendremos que hacerla ahora, y un poco
improvisada. – explico Blakc -

– ¿Y cómo va eso del nombramiento? - Lizbeth estaba un poco perdida con esas cosas del
protocolo. -

– Es fácil lo haremos ahora mismo, sin ceremonias ni nada de eso, – dijo blakc – Owen,
Lizbeth, poneros de pie delante de mí.

Hicieron lo que les decía, y se pusieron uno, al lado del otro, frente a Black.

– Yo Blakc, Gran Dragon Negro y Soberano de estas tierras, os nombro a ti Lizbeth, mujer
venida de otro mundo, Discípula del Gran guerrero Owen y guardiana de este reino y a ti
Owen gran guerrero de las guerras dragón, Alto Elfo del reino de las montañas del norte y
guardián de este reino, Dama y Caballero Dragon.

Owen se inclinó, y Lizbeth al verlo también se inclinó.

– A partir de este momento, nadie puede daros ordenes, solo estoy yo, por encima de
vosotros, y vuestra palabra tendrá tanto peso, como la mía para cualquiera, – concluyo
Black -. ni siquiera teneis que volver, a hacer una reverencia a nadie, si no quieres.

– ¿Ya está? ¿ya soy dama dragón? – Libeth miro a Black, y después a Owen, en Busca de una
respuesta, Owen sonrió, y miro a Black. -

– Owen -dijo Back- al fondo hay un tapiz cubriendo la pared, detrás veras un hueco en la
pared, y dentro veras un fardo, traerlo por favor.

Owen fue a donde le había indicado Black, y volvió con un gran fardo entre los brazos, lo dejo en el
suelo delante de Black.

– Cuando un dragón real muere, su piel, sus escamas, sus garras, sus cuernos y sus huesos se
recogen, y se utilizan para que el heredero este a salvo gracias a los Caballeros Dragon, son
materiales prácticamente indestructibles, y es la mejor forma de seguir protegiendo a
nuestros descendientes. - con una de sus garras y con mucha delicadeza corto la cuerda
que mantenía el fardo cerrado -. Estas son las armas que se hicieron con los huesos de mis
ancestros.

El fardo se abrió, y dentro había espadas cuchillos arcos flechas, eran completamente negros, y
parecían de metal, pero no eran fríos al tacto, y eran tan ligeros que casi parecía que no tenías
nada en la mano.

– pero hacer armas con los ancestros, no es un poco...en fin tétrico, o morboso...- dijo
Lizbeth un poco impactada, con la idea de que tenía en la mano el hueso del abuelo de

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Black – no sé muy bien que pensar.

– Bueno tienes que pensar que ahora estamos en una época de relativa paz, pero no hace
mucho que terminaron las guerras dragón, y en esas guerras, caían los reinos, casi cono las
hojas de un árbol en otoño, y los reinos de los dragones, no eran excepciones, y los
dragones reales, morían defendiendo sus reinos, y el hecho de que sus descendientes
pudiese aprovechar sus cuerpos, para seguir defendiendo esos reinos, era un gran honor
porque incluso después de morir, podían seguir defendiendo lo que más amaban. - Black
suspiro y los miró -. espero que, si yo muero, antes que vosotros, uséis mi cuerpo para
defender a este reino, y a vosotros mismos. Así, aunque no este poder seguir cuidando de
vosotros.

Lizbeth miro la espada que tenía en las manos, y la abrazo contra su pecho, y unas lágrimas se
escaparon de sus ojos, entonces respiro hondo y miro a Blakc.

– Eso no pasara, porque yo no pienso permitir, que te pase nada, a ninguno de los dos, y
como se os ocurra morir, antes que yo, iré a por vosotros estéis, donde estéis, y os traere
de vuelta a rastras, si es necesario.

Owen, y Black rieron y después de coger las armas que necesitarían, y guardar el resto en su sitio.

– tendríamos que ir a ver a los chicos, y ponerles una rutina de estudios -propuso Owen - y
después podemos comer los tres, y organizarnos nuestras rutinas de entrenamiento,
porque esto va a ser muy complicado, sobre todo en la situación en la que estamos.

Después Owen acompaño a Lizbeth a su habitación, y la dejo a solas para que pudiese descansar, y
pensar tranquilamente. Se pego un baño, y se tumbó en la cama, apenas entraba luz del exterior,
porque ya habían sellado la terraza, con unas rocas enormes, y había una pequeña grieta, por la
que se colaba un rayo de luz. Y al final allí tumbada en la penumbra y completamente en silencio
se quedó profundamente dormida.

Una suave caricia aparto un mechón de pelo de su cara y la despertó, al abrir los ojos Owen la
miraba con ternura, y por un momento me perdí en la profundidad de su mirada, le abrace, y él me
abrazo a mí, y mi cuerpo tembló al recordar sus caricias, la verdad es que estaba asustada, de lo
que podía pasar si ese poder que tenía dentro de mí se descontrolaba de alguna manera.

– Tengo miedo Owen, estoy muy preocupada, y si no consigo dominar mi fuerza, y si acabo
haciéndoos daño, si por mi culpa os pasase algo, no lo soportaría.

– Yo creo que tú eres lo suficientemente fuerte, para hacer lo que te propongas, y estoy
seguro de que nunca, de ninguna de las maneras nos harías daño. Y ahora nos están
esperando para comer, ¿te acuerdas?

Se reunieron en el comedor con Melvin, Niall, Caeli y para sorpresa de Lizbeth, Black también
estaba en el comedor esperándonos.

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– Esto de tener que esperar por otros para comer es nuevo para mí. – Se quejo Blakc con
una sonrisa -

– Lo siento, estaba tan cansada, por la tensión que he pasado, que me había quedado
dormida. - se disculpó Lizbeth -

– No te preocupes lo comprendo, - dijo Blakc - no es fácil de asimilar, incluso a mí me cuesta.

– No es fácil, pero no me pienso dejar vencer, acabare dominado todo ese poder, ya lo veras.
- viéndolos a todos allí se dio cuenta de que tenía que conseguirlo, costase lo que costase-.

– ¿Bueno y como nos vamos a organizar? - Pregunto Black -.

– Ahora se acabaron las escapadas, es demasiado peligroso, - dijo Lizbeth muy seria mirando
a Black - pero sí que nos levantaremos temprano, para hacer los ejercicios antes de
desayunar, desayunaremos todos juntos, y después, los chicos irán con Viriato, que
durante la mañana se ocupara, de enseñarles a leer, escribir, matemáticas, naturaleza,
plantas medicinales y elaboración de medicinas. Mientras nosotros, empezaremos con mi
aprendizaje de magia élfica, y de dragón, después comeremos todos juntos, y por la tarde
entrenamiento de lucha cuerpo, a cuerpo, con espada, y arco, de Owen para los chicos y
como mi nivel es más alto, yo necesitare alguien con quien entrenar. ¿se os ocurre alguien?

– ¿Qué te parece si se lo comento, a Hervé? Es muy fuerte, y seguro que estará encantado
con la idea. - Propuso Black -.

– ¿estará encantado? ¿Por qué? - pregunto Lizbeth –

– Hervé, era el guardia personal de Black, pero Black siempre se las apañaba para
despistarlo- comento Owen, sobre todo desde que tu llegaste -

– según creo, piensa que es culpa tuya, que siempre me escapase, y se llevase las broncas de
Bricio, así que, si le digo que puede entrenar contigo, será como invitarle a vengarse por
todas esas broncas. – dijo Blakc con una sonrisa socarrona. -

– Vale, quiero hacerme fuerte, no que me traten con delicadeza. -Hervé era el más fuerte, y
ágil, de todos los dragones guardianes del reino, por eso era el guardia personal del rey-.

Las primeras semanas la magia parecía que se resistía, pero poco a poco empezó a progresar y
cuanto más practicaba, más rápidamente aprendía, Owen le enseño una magia de curación,
clarividencia comunicación con animales y magias elementales propias de los elfos como el hielo
que los dragones no tenían, Black le enseño magia elemental, ósea que controla los elementos,
como por lo visto, Lizbeth tenía todas las posibilidades abiertas, podía utilizar todos los elementos,
y no como los dragones, que estaban limitados a uno, los entrenamientos. Con Hervé los
entrenamientos fueron muy duros, más incluso que los que hizo con Owen, se llevaba una paliza
por día, y no estaba muerta, por que usaba la armadura de dragón negro. Hervé era muy rápido,
para ser tan grande, y al principio ni si quiera podía esquivar los golpes , pero un día empezó a ver

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claramente sus movimientos, y podía predecirlos, por lo tanto esquivarlos, y poco después ya
podía devolver los golpes, anuqué al principio, no le hacían casi ni cosquillas, poco a poco, empezó
a sentir los golpes, y unos meses después, ya podía luchar con el sin que llegase a golpearla ni una
vez, mientras que ella si podía golpearle y el, no podía evitarlo, en poco tiempo, ya no podía
vencerla por mucho que lo intentase, y lo que Owen y Black podían enseñarle sobre magia ya lo
dominaba así que tuvieron que buscar a alguien que supiese más magia. Tuvieron una reunión los
tres para ver que podían hacer y a quien, podíamos acudir.

– Bueno chicos, si ya se todo lo que podíais enseñarme de magia, ¿tendremos que hacer
algo? – dijo Lizbeth esperando alguna idea -

– Está claro que la magia élfica de curación, clarividencia, Hielo y demás ya las dominas
incluso mejor que yo. – dijo Owen -

– Y lo mismo digo yo con la magia elemental de los dragones, no solo dominas un elemento
que es lo normal en cualquier dragón, sino que dominas todos los elementos, y las magias
reales. – puntualizo Blakc -

– Y quien podría enseñarme, otros tipos de magia.

– Creo que podríamos hablar con Halana, además ella conoce la situación de Lizbeth y creo
que colaboraría con nosotros. - comento Black -

– Yo también lo había pensado, creo que es el siguiente paso lógico. - dijo Owen -

– Decidido entonces si os parece bien voy a pedirle a Alina que traiga a Halana y vuelvo
enseguida. -dijo Lizbeth poniéndose en pie -

Lizbeth salió de la habitación de Black, y fue hacia la suya en busca de Alina, que solía estar
adecentando la habitación, y allí estaba como siempre trabajando sin parar,

- Alina podrías ir a buscar a Halana y acompañarla a los aposentos del Rey. – le Pidió Lizbeth
amablemente el favor a Alina. –

- Por supuesto señorita enseguida la llevare a los aposentos de su Majestad. – y haciendo


una reverencia salió a cumplir el pedido. -

Lizbeth regreso con Owen y Blakc y unos pocos minutos después llamaron a la puerta.

– Buenos días Majestad, Señor Owen y Señorita Lizbeth, ¿qué puedo hacer por ustedes? –
dijo Halana con una reverencia -

– Buenos días Halana, tengo que pedirte un favor. – dijo Blakc sin preámbulos - Tanto Owen,
como yo, ya le hemos enseñado a Lizbeth, todo lo que sabemos de magia, y necesitamos
que alguien, con más conocimientos siga instruyéndola. -

– ¿En serio? ¿Ya domina la magia de dragones y elfos? Pregunto incrédula Halana - No sé si

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creerlo.

– La domina, incluso mejor que nosotros, por eso habíamos pensado que podrías enseñarle
tú la magia de las hadas, para que siga aprendiendo.

– Podríais darme hasta mañana, para pensarlo, tengo que sopesar la situación. - dijo algo
indecisa Halana. -

– Claro que sí, pero ten encuentra lo que nos dijiste tu misma, que teníamos que enseñarle a
dominar todo ese poder que poseía, para que no se convirtiera en un peligro.

– Mañana volveré con una respuesta, pero antes de irme, Señor Owen antes hace un par de
semanas estuve haciendo un trabajo pera los altos elfos de las montañas y estaba reunida
con su padre, el señor Kalen y me ha pedido que le avise, de que en dos días estará aquí
para hablar sobre la situación de las dunas.

Después hizo una reverencia, y se marchó.

– Lo que me faltaba, mi padre está en camino. -Dijo Owen frustrado -

– Bueno hace mucho que no os veis, seguro que tendréis mucho de qué hablar. - dije
pensando que era una buena noticia. -

– No creo que, a Owen, le haga mucha ilusión -puntualizo Black -, su familia pertenece a la
nobleza de los elfos de las montañas, y son muy estrictos, con el protocolo incluso con la
familia, mantienen un trato muy formal...

– Son unos estirados.... -soltó Owen con gesto de frustración- no lo soporto.

– Me estáis asustando un poco, creo que durante unos días me iré a pasarlos por la montaña
en plan supervivencia o algo así…- intento escabullirse Lizbeth -

– de eso nada, no dejaremos que te escaquees…-dijeron los dos a la vez-

– Vale tendré que quedarme, pero ya sabéis que el protocolo, no es lo mío, así que lo
conoceré y hablare con él, pero lo justo, no quiero meter la pata.

Quedamos en que la presentarían, como dama dragón guardia personal del Rey, así no sería
necesario que hablase con él, a no ser que le preguntase algo directamente.

Esa noche no podía dormir, estaba nerviosa, así que salió al jardín a dar un paseo, para intentar
calmarse.

– veo que tú tampoco puedes dormir. - escucho la voz de Owen detrás de ella. -

– Owen, ¿qué haces aquí?

– Mi padre, es muy estricto con el protocolo, y las tradiciones…- dijo Owen vacilante y

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preocupado. -

– Si, eso ya me lo habéis dicho esta mañana, pero es tu padre, y seguro que está deseando
verte.

– Lo que me preocupa, es que mi padre siempre ha sido capaz, de ver cualquier cosa que yo
ocultase, en lo más profundo de mi corazón, siempre está usando la clarividencia, siempre
sabe, que, como y porque, de cómo me siento, y no solo yo, cualquiera que le mire a los
ojos. Y cuando me mire a los ojos sabrá que estoy enamorado. – el tono de Owen era de
angustia. -

– Ósea que, no solo lo sabrá de inmediato, si no que no lo aceptará, bajo ningún concepto...
– aclaro Lizbeth -

– Él, siempre ha tenido claro que me tengo que casar, con una elfa de familia noble, así que
no sé cómo reaccionara cuando se entere.

– ¿Crees que te obligara a volver con él?

– Aun que lo intente, sabe que no puede obligarme a la fuerza, pero seguro que algo
intentara.

Se abrazaron y se quedaron sentados en el jardín mirando las estrellas hasta la media noche.

– creo que deberíamos decírselo a Black, antes de que tu padre, monte un escándalo.

– Tienes razón, Black tendría que ser el primero en saberlo. Mañana por la mañana
hablaremos con él y se lo contaremos.

A la mañana siguiente, después de desayunar se reunieron con Blakc para hablar con él, de los
sentimientos que habían surgido entre Owen y Lizbeth.

– Black, tenemos que contarte algo, - dijo Lizbeth con cara de preocupación-, y espero que
no te enfades con nosotros.

– ¿Por fin vais a contármelo? Ya pensaba que no lo haríais nunca.

– Un momento, ¿lo sabes? ¿cómo? - dijo Lizbeth sorprendida. -

– Desde hace tiempo, que me di cuenta de cómo Owen, te miraba, y que se sonrojaba
cuando le sonreías, estaba muy claro que sus sentimientos por ti no eran de simple
amistad, pero aun así intento ocultarlos para no hacerme daño y por eso le dije no hace
demasiado que entre tú y yo hacía mucho que solo había una amistad y que sería un
honor que fuese el, el que te hiciese feliz, pero yo no sabía si tus sentimientos
correspondían a los suyos y estaba esperando la confirmación

– ¿Y no te importa?, estas seguro de que estas bien con esto. -Puntualizo Owen-

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– ¿De verdad pensáis, que yo me opondría, a vuestra felicidad?, Si vosotros soy felices, yo os
ayudare para que sigáis siéndolo, y siempre me ha dado igual lo que los demás puedan
pensar. - Dijo Blakc con una gran sonrisa -

– Mañana, llegara mi padre, y lo sabrá nada más verme, y el si nos causara problemas. – dijo
Owen preocupado por lo que pudiese pasar. -

– Yo no puedo meterme en un asunto de familia, porque viene en representación de un


Reino aliado, pero si una Dama, quiere interferir por iniciativa propia, yo no puedo hacer
nada.

En ese momento apareció Halana, para darles una respuesta a la petición, que le hicieron el día
antes.

– Majestad, Señor Owen, Señorita Lizbeth, lo He pensado mucho y he decidido que le


enseñare magia de las hadas, y si es posible me gustaría empezar ahora mismo, cuanto
antes empecemos antes acabaremos. – dijo Halana impaciente -

– Por mi ningún problema, - asintió Lizbeth- cuanto antes mejor.

– ¿Dónde podemos estar sin molestar demasiado? Pregunto Halana. -

– Vamos a una sala, que usamos para los entrenamientos, allí no nos molestaran.

La primera clase de magia de hadas fue muy intensa, estuvieron todo el día, pero para la noche, ya
dominaba el primer hechizo, era un hechizo de transformación, consiguió transformar una mesa en
un arco y unas flechas, y un casco en una espada, por lo visto, lo más importante en estos
hechizos, es visualizar en que quieres, que se convierta el objeto. Por la noche ceno y conto lo que
había aprendido, y que, con un poco de suerte, podría aprender todos lo hechizos de las hadas en
unas pocas semanas, ya que sería un entrenamiento intensivo. Owen y Black, estaban muy
contentos, y por un rato olvidaron lo que se les venía encima al día siguiente.

A la mañana siguiente después de desayunar, les desee suerte a Owen, y a Black, con el
reencuentro, y les recordé que yo no podría reunirme con ellos hasta la cena, después me fui a la
sala de entrenamiento, y ellos se prepararon para recibir a Kalen.

Owen se puso su túnica, para los actos de protocolo élfico. Lizbeth no sé la había visto puesta, pero
era color blanco con finos detalles en plata, y el pelo se lo recogía de una manera muy especial,
con cintas de plata. Black, por su parte ordeno que la recepción, seria en el salón del trono, que
adornaron con flores blancas, y alfombras blancas, y plata, para recibirlos con todos los honores.
Owen, espero en la entrada del palacio, a que llegase su padre con su sequito, todos ellos
montados a lomos de unos hermosos caballos blancos.

– Bienvenido al palacio del Dragon Negro, padre. - dijo Owen, haciendo una reverencia- El
rey le espera en el salón del trono.

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– Espero que me pongáis al día, sobre los movimientos del reino de las dunas y que
estrategia tenéis pensado seguir.

Owen, evito mirar a su padre a los ojos, pero no podría evitarlo siempre. Llegaron al salón del
trono, y Owen, presento a su padre y después indico a su padre, que los presentes aparte del rey
eran los generales Breogán, y Druso, y Hervé un guardia real.

– Majestad, es un honor poder visitarle, aunque las circunstancias no sea las mejores.

– El honor es todo mío, al contar con la ilustre presencia del gran Kalen, en mi humilde
palacio.

– Majestad, hace ya seis meses, recibimos el mensaje de que las dunas se movían, así que
hemos estado preparándonos, para un más que posible ataque. y ahora que ya estamos
listos, he venido a por toda la información, de la que dispongan para planificar, la mejor
estrategia posible.

Owen, le explicó a su padre, todo lo que paso en Valdos, y como nos encontramos con el
diplomático de las dunas, durante esa explicación, Owen no tuvo más remedio que mirar a su
padre a los ojos, y por supuesto mientras Owen, narraba lo ocurrido su mente recorría todos los
momentos que pasamos juntos.

– Y después de eso, supongo que habréis conseguido más información de los movimientos
de las dunas.

– Por supuesto señor. - dijo el general Breogán – según los mensajeros de Valdos, como el
rey, le dijo al diplomático de las dunas, que antes de firmar una alianza debía consultar con
sus actuales aliados para evitar conflictos, el diplomático le dio largas y al final puso una
excusa y se marchó de Valdos, que sepamos no ha vuelto por allí.

– Y, además, según nos informan los mercaderes, que pasan por las dunas, hay muchísimo
movimiento de tropas, y desde hace un par de semanas, ya no permiten la entrada de
extranjeros en las dunas, ni por mar ni por tierra. - dijo el general Druso.

– Si ellos piensan que nadie sabe que se están moviendo, lo más lógico es que intenten una
maniobra de distracción, para atacar por sorpresa aquí. Ya saben que los pueblos
fronterizos de Valdos son débiles, y que con cuatro dragones pudieron arrasarlos, y aunque
piensan que tienen un equipo de elite, capaz de matar dragones, saben que estos están en
la capital, seguramente atacaran Valdos, de nuevo, pero con más fuerza, y más dragones,
lo suficiente como para que el Dragon Negro, tenga que mandar tropas para ayudar a su
aliado, dejando así desprotegido el palacio, y al propio rey, y entonces atacarían aquí.
Seguramente, vendrán los mejores guerreros, que tengan incluyendo a su rey el Dragon de
las Dunas, para que pueda acabar con el Dragon Negro, ya que solo un dragón real tiene la
fuerza para matar a otro.

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– Saben que no podemos ignorar a un aliado que está siendo atacado- dijo Black pensativo-
y quieren aprovecharlo, pero no dejaremos el palacio desprotegido.

– Un batallón de elfos guerreros, vienen hacia aquí en estos momentos, para proteger este
palacio, llegaran en dos días, y otro se dirige a Valdos, para ayudar a proteger la frontera, y
también deberíais mandar un par de batallones de soldados, y algunos guardianes para
hacer frente al enemigo, que no se esperara que les estemos esperando. Yo mañana
partiré a Valdos, para informar al rey Mael sobre la estrategia. - explico Kalen su plan -

– Perfecto, -dijo Druso – yo preparare al batallón, y a los guardianes para ir a Valdos, y yo


mismo los comandare.

Después de acabar con los detalles, de la estrategia se retiraron los generales y Hervé, y Black le
ofreció a Kalen, que compartiera mesa con él y Owen, para poder hablar más tranquilamente. Se
dirigieron al salón comedor, y ya tenían la mesa puesta, se acomodaron y comieron casi en silencio,
hasta que Kalen sin preámbulos dijo.

– Owen te vendrás conmigo, y después de visitar Valdos volveremos a casa.

– Padre, he dado mi palabra de que protegería al Dragon Negro, como su guardia personal,
no puedo marcharme.

– Tiene más guardias, y va siendo hora de que tu vuelvas, ya he encontrado una buena
esposa para ti, y ya es hora de que te dejes, de corretear por el mundo, y te quedes en tu
hogar, y formes una familia. – dijo Kalen sin muestra de sentimiento en su rostro -

– No pienso volver, y no me casare con una elfa estirada, que no es capaz de hacer nada por
sí misma, porque todo se lo hacen sus sirvientes, y ahora este es mi hogar.

– ¿Crees que no me he dado cuenta, de que te has encaprichado de esa compañera tuya,
que mencionaste en el informe, de la misión de Valdos? No permitiré que te líes con una
simple humana, si es necesario, te sacare de aquí atado de pies y manos.

– Discúlpeme Kalen, que intervenga en una conversación familiar, pero yo le aconsejaría que
no intente llevarse a Owen a la fuerza. – Dijo Blakc intentando advertir a Kalen -

– ¿Es una amenaza? Está intentando... – Kalen se sintió muy ofendido, al pensar que Blakc le
amenazaba -

– No, por supuesto que no, yo no me metería jamás en asuntos de familia, pero esa humana,
que ha mencionado, hace un momento es cualquier cosa menos simple, se enfrentó a dos
dragones, sin pestañear, y eso que no era tan fuerte como es ahora. No creo que le costase
mucho, vencerle a usted, y a todo su sequito sin inmutarse.

– Creo que la está sobreestimando demasiado. Por fuerte que sea, solo es humana. Y si
fuese tan importante, porque no está aquí, ni a aparecido en el salón de trono, no parece

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que quiera enfrenarse a mí.

– Está equivocado padre, no te teme, simplemente está ocupada con su entrenamiento


intensivo, y hasta esta noche, no saldrá de la sala de entrenamiento. Esta noche en la cena
tendrás la oportunidad de hablar con ella.

Owen se levantó de la mesa, y se marchó, y quedaron Black y Kalen solos.

– Comprendo que, como padre, este preocupado por Owen, pero no estoy de acuerdo con
usted, creo que tendría que mirar más por su felicidad, que, por su posición social, o por lo
que puedan pensar, o decir terceras personas.

Bricio llego para acompañar a Kalen, a su habitación, y quedaron que se verían para cenar con
Owen y con Lizbeth.

Mientras Kalen, y su sequito descansaban del viaje, y se preparaban para partir al día siguiente,
Owen, Y Black se reunieron para hablar.

– Tranquilo Owen, que no permitiremos, que tu padre te lleve con ellos si tu no quieres.
Tranquilizo Blakc a Owen -

– Gracias Black, no quiero ir con él, pero tampoco quiero causarte problemas. – dijo
preocupado Owen -

– Y tú crees que Lizbeth, se quedaría de brazos cruzados, si ve que te quieren llevar a la


fuerza. – le pregunto Blakc con una sonrisa -

– Supongo que no, pero si hace según que, podrían descubrir que no es una humana normal,
y tal vez eso pueda ser un problema. – se preocupó aún más Owen -

– Si yo he querido mantener en secreto, lo de Lizbeth, es porque puede ser decisiva a la hora


de la batalla. El enemigo bajará la guardia, al ver a una humana, y entonces ella podrá
vencer fácilmente. Pero si tiene que defenderte, y sale a la luz su poder, no se lo
reprocharía. – lo tranquilizo Blakc -

– Yo espero que la cosa no se desmadre demasiado. – Dijo Owen que conocía bien tanto a su
padre como a Lizbeth -

A la hora de la cena, como era un acto oficial, estaban en el comedor el sequito completo de Kalen,
Bricio, Hervé, Druso y Breogán. Y compartiendo mesa con el rey, Kalen como invitado de honor
sentado a la derecha de Black, y a la izquierda de Owen, y Lizbeth sentada al lado de Owen.
Cuando llegaron los invitados, se hicieron las presentaciones con mucho bombo, y muchas
reverencias todo muy protocolario, incluso Lizbeth tuvo ponerse uno de los vestidos, en concreto
el blanco, con detalles plateados que había pedido el primer día, de estar en este mundo, y que
uso para la primera comida con Owen de la que se fue sin comer y enfadada, pero por
recomendación de Black, debajo llevaba algo más.

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– Señor Kalen, le presento, a mi protegida la señorita Lizbeth, lleva viviendo en el palacio
cerca de cuatro años, y en este tiempo ha demostrado grandes habilidades, y se ha
convertido en una Dama Dragon Negro, y una de mis guardias personales.

– Siempre es un placer conocer a gente interesante, y es increíble que un humana sea una
Dama Dragon, pero al fin y al cabo solo es una humana. – dijo Kalen con tono de
menosprecio -

– También es un placer para mí, conocer al gran Kalen, y le agradezco su ayuda con el asunto
de las dunas. -dijo Libeth muy diplomática -

– Si, mañana salimos para Valdos, para hablar con el Rey Mael, dejaremos un batallón allí
también. ¿por cierto Owen, ya lo has preparado todo para marcharnos mañana? – dijo
Kalen dejando claro que se llevaría a Owen con el -

– Padre, no insistas, no tengo ninguna intención de marcharme. -contesto Owen molesto -

– Lo que tú quieras, es irrelevante, Alda está esperando tu regreso, para poder celebrar la
boda. Así que da igual, lo que digas, mañana vendrás con nosotros, aunque sea a la fuerza.

– ¿Alda? ¿La hija del Rey? Es mi prima...- dijo Owen con frustración -

– y su marido será el futuro rey. – dijo Kalen sin vacilación -

– Ni loco, no lo hare – decía Owen negando con la cabeza, cada vez más nervioso - Si tanto te
gusta el trono cásate tu con ella...

– Owen, siempre Has hecho todo lo que te he pedido, y ahora como estas encaprichado me
llevas la contra, pero no te servirá de nada. – sentencio Kalen -

– Se que eres más fuerte, que yo y que si lucho contra ti perdería, pero no estoy solo, y
puedo hacer lo que quiero, porque tengo alguien que me apoya. - Dijo Owen con furia
hacia su padre -

– ¿Y quién te va a apoyar?, el Rey dragón, ha dejado claro que no se meterá en asuntos


familiares.

– Él no se meterá, pero yo, no dejare que os llevéis a mi compañero, por la fuerza, si él no se


quiere ir no se ira. - intervino Lizbeth cansada de ver con Kalen ninguneaba a Owen -.

– ¿Y cómo lo vas a impedir? - dijo con soberbia. -

– Bueno es fácil, os reto a tu sequito, y a ti a un combate, si me ganáis podréis llevaros a


Owen, si gano yo, no volverás a intentar llevarte a Owen, contra su voluntad.

– Lizbeth, no sé si será buena, idea podría ser peligroso... - le advirtió Owen preocupado. -

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– parece que mi hijo, no confía demasiado en tus habilidades.... – se rio Kalen y su sequito -

– No te equivoques, no me preocupa ella, si no vosotros. – corto Owen muy serio, y las risas
pararon -

– Son diez elfos guerreros de primer nivel, y yo no soy fácil de vencer, y por muy fuerte que
seas, y mucho que te entrenes, nunca serás rival para nosotros. – dijo Kalen empezando a
molestarse -

– Bien, entonces no tiene que preocuparse de nada, porque me ganaran fácilmente, - le


provoco Lizbeth para que aceptase - podemos ir a la sala de entrenamiento y empezar
ahora mismo, por cierto, si tenéis que prepararos, ir a por vuestras armas, o lo que sea,
esperare.

– Y usted, no necesita ir a cambiarse, o va a luchar con un vestido – se burló Kalen -

– como guardia personal de Rey siempre estoy a punto para la lucha.

Salieron del salón comedor, y fueron a la sala de entrenamiento, Black, y los dragones, se quedaron
a un lado para ver la lucha, Owen le llevo una espada a Lizbeth, pero ella la rechazo. Entonces se
quitó los cordajes del vestido, y lo dejo caer al suelo, debajo llevaba su armadura de Dragon Negro,
con su espada de dragón en la cintura, se recogió el pelo en un movimiento, y se puso en el centro
de la sala, y espero a que se organizasen los elfos, eran diez, mas Kalen, al final pensaron que era
mejor de uno en uno, porque no querían hacerle demasiado daño según decían entre risas,
cuando decidieron quien sería el primero, este se acercó al centro de la sala.

– ¿me podrías decir, si eres mejor que el Señor Owen, en la lucha con espadas? – pregunto
amablemente Lizbeth -

– ¿Para qué quieres saberlo? ¿Es que te doy miedo? – se burló el elfo -

– Solo quiero saber tu nivel, es para no hacerte daño, yo a ti. – dijo Lizbeth con una sonrisa -

– Eso habrá que verlo. – dijo el elfo furioso -

Enseguida vio que no llegaba ni de lejos al nivel de Owen, y enseguida Lizbeth venció, sin
lastimarlo por supuesto, antes de que se acercase el siguiente, les ofreció la oportunidad de que la
atacasen en grupo, que no le importaba, y aunque al principio no querían por puro orgullo, en
cuanto vieron que derrotó a segundo sin dificultad, la atacaron tres, que eran un poco más diestros
con la espada, pero gracias a la fuerza y velocidad que había conseguido los pudo vencer. Kalen se
estaba poniendo nervioso, y mando, a los cinco que quedaban, para que la venciesen de una vez,
pero para su sorpresa, también los venció, y ya solo quedaban ella y el Gran Kalen, que estaba muy
molesto, con lo que estaba pasando.

– Siento mucho haberla subestimado, y entiendo que el Rey Dragon Negro tenía toda la
razón al nombraros Dama Dragon, pero ahora luchareis contra mí, y yo no me dejare

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vencer tan fácilmente. – dijo Kalen con furia en la mirada -

– Eso espero, porque me estoy empezando a aburrir. - Contesto Lizbeth provocadora -

Aquel comentario no le hizo mucha gracia a Kalen, porque uso un hechizo para cubrir su espada de
llamas. Lo que él no se esperaba era que Lizbeth usase un hechizo de agua, y lo lanzase a su
espada, que quedo envuelta en una capa de agua apagando las llamas, los elfos que estaban
mirando la lucha, no paraban de lanzar exclamaciones de sorpresa, y confusión. Kalen estaba muy
sorprendido, pero aun así ataco, intercambiaron un par de golpes, y como Lizbeth, no quería que
se sintiese humillado al ser vencido por una humana, pero si le dejaba ganar, perdería a Owen, y
eso no podía permitírselo. Le lanzo un hechizo, y quedo atrapado dentro de una burbuja de hielo
de la que no podría salir hasta que yo lo liberase.

– Señor Kalen, le he vencido, admítalo y lo dejare salir.

– ¿Como es posible? Los humanos no pueden usar magia, y menos a este nivel. No me
rendiré seguro que habéis hecho trampas.

– Si no me equivoco, nuestro Rey, ya le advirtió que no hiciese esto, pero usted no quiso
escuchar, y ahora tendrá que admitir la derrota, porque no puede provocar un problema
con un reino aliado, por su cabezonería.

– Es mi hijo, y tiene que hacer lo que yo le diga... - Farfullo furioso Kalen sin saber que estaba
pasando -

– Si, es su hijo, pero su hijo tiene derecho a vivir su propia vida. Y como yo he ganado, es lo
que hará ahora, desharé el hechizo y usted podrá hablar con su hijo, que le explicara
porque ha perdido, y por qué puedo usar magia, y el Rey Dragon se lo corroborara sin
problemas.

Deshizo el hechizo, y se acercó a Owen, y le dio ánimos para que hablara con su padre, y miro a
Black, que asintió ligeramente, e hizo salir a los dragones, miro a los elfos del sequito de Kalen, que
estaban perplejos, y les invito a volver a sus aposentos, invitación que aceptaron de inmediato, y
Lizbeth salió la última y le giño un ojo a Owen antes de salir.

– ¿Como, como es posible que una humana, pueda usar magia? No tiene sentido. – decía
Kalen una y otra vez -

– Padre, hace cuatro años, El Rey Dragon Negro salió a dar un paseo, y en un claro vio a una
humana, cosa muy rara porque en el centro de la isla no viven humanos, así que se acercó
a investigar, y conoció a Lizbeth. No sabía ni donde estaba, ni como había llegado allí, y lo
más sorprendente, era que decía que los dragones, no existían, y hablando con ella
descubrió que no era un humano de este mundo...

Owen le conto a su padre todo lo que Lizbeth era, y lo que podía hacer, como tenía que ampliar sus
conocimientos, en todas las materias, para poder tener su poder bajo control, y como avanzaba a

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pasos agigantados, cualquier cosa que me enseñaban...

– Es increíble, podría convertirse en el ser más poderoso de este mundo, es demasiado


peligrosa... – sentencio Kalen

– No te preocupes tanto padre, es muy poderosa, pero no tiene ansias de poder, ni nada
parecido, solo quiere controlar su poder para no ser un peligro, para los demás.

– Pero, y si decide que quiere ser la reina del mundo, o algo así, podría acabar con todos
nosotros, y dominar el mundo, tendríais que haber acabado con ella antes de que... –
kalen sentía un miedo irracional hacia Lizbeth, por lo que podía llegar a ser -

– No, padre, - le corto Owen que vio por donde iba su padre - no es peligrosa y no quiere
poder, solo quiere vivir tranquila, y no solo no le vamos a hacer daño, si no que si alguien,
sea quien sea, intenta algo contra ella, la defenderemos a muerte. Y otra cosa, es mejor
que nadie sepa lo que es realmente, Lizbeth, porque será una baza muy importante contra
nuestros verdaderos enemigos, ahora si me disculpas, me retiro a descansar.

– Owen, piensa en lo que haces, tu sitio está en las montañas, con nuestro pueblo, y no aquí
perdiendo el tiempo con una humana...o mejor dicho un monstruo. – dijo Kalen casi
escupiendo las palabras -

– Adiós padre. No espere que mañana salga a despedirle. - dijo Owen dándole la espalda a
Kalen, y saliendo de la sala -.

Después de eso Owen, salió al jardín, donde Lizbeth le esperaba, sabía que necesitaría alguien a su
lado, no dijeron nada solo se sentaron uno al lado del otro, en silencio, cogidos de las manos,
cuando se sintió mejor le conto lo que había pasado con su padre.

– Sabes Lizbeth, nunca le había plantado cara a mi padre, siempre había hecho todo lo que
me pedía, sin rechistar, sin dar mi opinión.

– ¿Te arrepientes de lo que has hecho...? – Pregunto Lizbeth con suavidad -

– No, por supuesto que no me arrepiento, solo que no creí que nunca fuese capaz de
hacerlo, y la verdad es que no sé muy bien, como debería sentirme. Él es mi padre, la
persona que más quiero, y admiro, pero que nunca me ha escuchado, o tomado en cuenta.

– Tienes sentimientos encontrados, por un lado, no quieres hacer daño a tu padre,


llevándole la contraria, es tu padre, y le quieres, pero, por otro lado, ya no puedes seguir
dejando que tome todas las decisiones por ti, y que haga lo que quiera con tu vida, como si
no valiese más que para sus fines. Yo solo quiero decirte, que te apoyare hagas lo que
hagas, porque para mí, tu felicidad es lo más importante, sea junto a mí, o lejos de mí, solo
quiero que hagas lo que tú quieras.

– Si, es cierto que me siento como dices, es una mezcla de sentimiento contradictorios, pero

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tengo muy claro, que me quedare a tu lado, y que nada podrá hacer que cambie de
opinión.

Decidieron que ya era tarde, y se fueron a descansar, y como no hacía falta esconderse, Owen, se
quedó en La habitación de Lizbeth.

A la mañana siguiente, cuando Lizbeth se despertó, pudo contemplar esos rasgos suaves, y
delicados, y unos mechones de pelo plateado, que caían suavemente sobre sus ojos aun cerrados,
le aparto el pelo de la cara, y con una caricia suave lo despertó. Cuando se despertó el solo la
abrazo y con un susurro le dijo que no quería levantarse, que todavía era temprano. Y aunque a
Lizbeth le habría encantado quedase un poco más entre sus brazos, tenía que hacer que saliese a
despedirse de su padre, antes de que se fuese.

– sé que no te apetece, lo más mínimo, pero creo que deberías salir, a despedirte de tu
padre. – le dijo con cariño Lizbeth a Owen -

– Ya le dije que no me esperase, que no saldría a despedirme.

– pero tienes que demostrarle que no eres un niño con una pataleta, y que haces las cosas
que tengas que hacer, te gusten o no. Aun así, tenemos, la obligación de estar al lado de
Black, somos su guardia personal, y el sí tiene que estar. Por otro lado, si no te despides, tu
padre podría pensar que te escondes de él, como un niño que se esconde de su padre
cuando sabe que ha hecho algo mal, y no quiere llevarse una reprimenda. Tienes que salir
y demostrar que no vas a cambiar de opinión, y que no te importa si los demás aceptan tu
decisión, o no por qué es lo que tú quieres.

– Tienes razón tengo que salir, y dejar claro que he tomado una decisión, y no me echare
atrás.

Se pusieron sus armaduras, capas, y armas, y fueron a buscar a Black, a su habitación, cuando llego
el momento lo acompañaron hasta la entrada del palacio, para despedir a Kalen, y a su sequito.

– Señor Kalen, ha sido un honor, tenerle en mi palacio, solo lamento que haya sufrido
algunos inconvenientes, durante su estancia. - Dijo Black muy diplomáticamente. -

– Gracias por su hospitalidad, y espero que podamos solucionar el asunto de las dunas, lo
antes posible. - Dijo inclinándose en señal de respeto, y luego miro a Owen -. Y lo de los
inconvenientes, espero que para mí próxima visita se hayan resuelto.

Entonces Owen, se acercó a su padre y le dijo.

– padre, he tomado mi decisión, y no la pienso cambiar, aunque eso signifique no poder


volver nunca a ver nuestra patria, así que te pido que le digas a madre, que siento mucho
decepcionarla, pero que he elegido mi camino, y no pienso cambiar de opinión. Dile que la
quiero, y que la echaré de menos, y que si quiere verme estaré encantado, de recibirla aquí
junto con la mujer que amo.

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– Cometes un error Owen, acabaras arrepintiéndote, ven con nosotros.

– No, padre, no es un error, espero que algún día seas tu quien cambie, y vea las cosas como
las veo yo. Adiós padre.

Owen, se volvió a poner al lado de Black.

– Señor Kalen, espero que mantengan lo que sucedió aquí en estricto secreto, ya que es una
ventaja importante frente al enemigo.

– Por supuesto Majestad, no saldrá ni una sola palabra de lo aquí acontecido de las bocas de
ninguno de mis Hombres.

– Muchas gracias por su comprensión. Espero que tenga un buen viaje, y que cuando esto
esté resuelto vuelva a visitarnos con más tranquilidad.

Los elfos se subieron a sus caballos, y emprendieron su camino hacia el puerto, mientras Black,
Owen y Lizbeth entraban en el palacio, Druso, Breogán y Hervé nos salieron al encuentro.

– Majestad, ¿por qué no, nos lo había dicho? - pregunto Druso -.

– ¿Qué está pasando con la señorita Lizbeth y con el señor Owen? - pregunto Breogán. -

– Yo Sabía que era muy fuerte, para ser humana, ¿pero Magia? - dijo Hervé. -

– Sera mejor que lo Hablemos en el salón del trono, y no aquí en medio del pasillo. - Dijo
Black para que dejasen el interrogatorio. -

Una vez en el salón del trono Black, les explico todo desde que encontró a Lizbeth, hasta los más
recientes descubrimientos, sobre que podía usar magia, después Owen, y Lizbeth les explicaron lo
de su relación romántica, y Black, dejo claro que los respaldaba completamente en ese asunto, y
que no quería que nadie los molestase por ese tema. Druso y Breogán salieron de la sala hablando
entre ellos, mientras Hervé se quedó mirando a Lizbeth fijamente.

– Hervé, ¿pasa algo? ¿te encuentras bien? - le pregunto Lizbeth. -

– Si, estoy bien, solo estaba pensando, que, a pesar de poder usar magia, cuando entrenaba
conmigo, y nunca lo hizo, a pesar de lo duro que fui, sobre todo al principio. seguro que
me habría sorprendido lo suficiente como para poder vencerme con facilidad, pero no lo
hizo.

– Eso no habría sido nada justo, ¿no crees? - le dijo Lizbeth con una sonrisa -. ahora ya tengo
que irme, tengo que seguir con el entrenamiento.

salió del salón, y se fue a la sala de entrenamiento, y así poco a poco volvieron a la rutina de cada
día, cada día que pasaba, aprendía más magia, y cuanto más sabia más fácilmente aprendía, hasta
que en un par de meses desde que Halana, empezó a enseñarle, ya dominaba por completo, todas

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las magias que podía, enseñarle que eran la de teletransporte, creación, transformación,
naturaleza compleja, que era que no dominabas solo plantas y animales, si no que podías dominar
a tu antojo todos los elementos presentes, en una zona concreta, bendiciones, maleficios, contra
hechizos e incluso aprendí el hechizo que uso para ver el árbol de magia.

Decidieron que, ya que había terminado el entrenamiento exhaustivo, estaría bien tomarse unos
días de descanso, y así pudo ponerse un poco al día de los progresos de Melvin, Niall y Caeli, que,
por lo visto, se estaban esforzando mucho en aprender, y entrenar cada día, haciéndose cada día
más fuertes, y más listos.

Otra de las cosas que retomo y que había tenido que dejar a un lado, para poder entrenar era salir
a cabalgar, y como ahora ya nadie a aparte de Black, era más fuerte que ella, así que podía salir ella
sola sin tener que estar pendiente de nada, ni de nadie, y poder así despejarse del ajetreo del
palacio.

Un día mientras estaba paseando por la playa, a lomos de Noche, vio que un barco con bandera
del reino de los elfos de las montañas se dirigía al puerto, era muy raro no tenían noticia de que
nadie tuviese que venir hasta la isla, solo estaban a la espera, de que las dunas se movieran, así
que, si venían sin avisar, podría ser que algo malo pasaba. Salió al galope hasta el puerto, y espero
a que atracase el barco.

– ¡AH! Del barco... ¿Qué le trae a nuestro puerto sin previo aviso? – llamo Lizbeth a los
tripulantes.

Por la borda, se asomó un hermoso elfo, de cabello plateado, y con una túnica Blanca.

– Lamento mucho las molestias, pero ha sido un viaje imprevisto, y no hemos podido
anunciar nuestra llegada. Y si es tan amable ¿me puede decir con quien tengo el placer de
hablar?

– Mi nombre es Lizbeth, Dama Dragon y guardia personal del Rey el Gran Dragon Negro.
¿Me podéis decir, que os trae a nuestro reino?

– Traigo a un noble de nuestro reino, que desea solicitar audiencia urgente en palacio.

– Y a parte del noble ¿cuántos son en el sequito?

– Como ha sido un viaje improvisado, no hay sequito solo un guardia personal.

– Siendo así, me quedare a esperar a que desembarquen, y yo misma los escoltare al


palacio.

Tardaron como media hora en estar listos, y sobre sus caballos, y en completo silencio
emprendieron la marcha hacia el palacio. Lizbeth iba a la cabeza, y detrás de ella iban los dos elfos,
en paralelo, los pudo escuchar que murmuraban lago, pero no entendió que decían, cuando ya
estaban cerca del palacio Lizbeth se adelantó para avisar, de que tenían invitados. Mientras Lug, se

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llevaba a Noche a los establos, le dije a Alina que fuese a buscar a Bricio, para que recibiese a los
invitados. Bricio llego enseguida, y le puse al tanto de lo poco que sabia.

– ¿y quiénes son? Porque, que me diga que el un noble, y su guardia no me aclara nada. -
Dijo Bricio con impaciencia -.

– ojalá pudiese darle más información Bricio, pero solo sé lo que me ha dicho el capitán del
barco, en el que han llegado, ellos no me han dicho ni media palabra, y además como
llevan una capa, y capucha ni siquiera he podido verles las caras, no sé si son Hombres o
mujeres...es frustrante tratar con gente así.

Entonces misteriosos visitantes, se acercaron a la entrada del palacio, y bajaron de sus monturas
para acercarse a Bricio.

– bienvenidos a nuestro palacio, lamento mucho no tener una recepción adecuada para
recibirles, pero no sabíamos que venían, – dijo Bricio con una reverencia -.

– No se preocupen por esas cosas – dijo una voz masculina bajo una de las capuchas -.
Estamos aquí porque es muy urgente, que nos reunamos con el Señor Owen, no hay
tiempo para protocolos.

– Pero el señor Owen, está ocupado, y no quiere que se le moleste, bajo ningún concepto. -
dijo Bricio intentando escusarse, ante los misteriosos visitantes -.

– No se preocupe Bricio – dijo Lizbeth para que se calmara -. si estos señores han venido
desde tan lejos y con tanta prisa será porque tienen un buen motivo, yo misma los guiare
hasta donde está el Señor Owen, para que puedan reunirse con él lo antes posible.

– Como deseéis señorita. - dijo Bricio haciendo una reverencia y se retiró. -

Lizbeth les hizo a los visitantes una señal, para que la siguiesen, y los guio hasta el Jardín donde
Owen, estaba entrenando a Melvin, Niall y Caeli. Cuando Owen la vio llegar sonrió, pero la sonrisa
se le borro de la cara, al ver las dos figuras que la seguían.

– Es que acaso no le deje claro a mi padre que no pienso volver. -dijo Owen sin esperar
explicación ninguna -. Marchaos.

Owen se dio media vuelta y se dispuso a marcharse, cuando uno de los visitantes se retiró la
capucha, dejando a la vista su melena plateada, y unos ojos azules como el mar, y unos labios rojos
como rubies, era la mujer más bonita que jamás había visto Lizbeth.

– Hijo mío, ¿así me recibes? - dijo la mujer -.

– ! ¡Madre! ¿Qué estás haciendo aquí? - dijo Owen con cara de sorpresa mientras se giraba
para ver a su madre. - este lugar no es seguro, podemos recibir un ataque en cualquier
momento.

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– Yo estaba esperando que volvieses, con tu padre, pero no solo no volviste, si no que tu
padre, no me da ninguna explicación, y solo con oír tu nombre, se pone de mal humor, no
me ha quedado más remedio, que venir para saber que ha pasado.

– ¿Y por qué no has mandado un mensaje de que venias? – preguntó Owen -

– Es que no había tiempo de mensajes... – Dijo la mujer con cara de circunstancia -

– ¿habrás venido con una buena escolta? – pregunto Owen temiéndose lo peor -

– No es necesario, me ha acompañado tu hermano... - dijo ella con una sonrisa -

Entonces el otro visitante, se descubrió la cabeza, era como una copia de Owen, incluso tenían el
pelo recogido de la misma manera.

Mientras ellos hablaban, Lizbeth se acercó a Melvin, y le dijo que cogiese a los pequeños, y se
fuesen, que por como estaban las cosas, no podrían seguir con el entrenamiento.

– Madre, sabes la situación en la que estamos con el reino de las dunas, y te vienes hasta
aquí sin escolta, ¿por lo menos abras avisado a padre, de que venias verdad? Owen
empezaba a sentirse muy frustrado con el comportamiento infantil de su madre -

– Se negaba a hablar conmigo, así que simplemente nos fuimos. – dijo ella sin darle más
importancia -

– Erwin, ¿avisaste tú, a padre de que veníais? – pregunto Owen con la esperanza de que su
hermano tuviese más juicio que su madre -

– No veo porque debía hacerlo. Desde que volvió apenas nos ha dirigido la palabra.

– Lizbeth, podrías pedirle a Bricio, que mande un mensajero a mi padre, para que sepa que
mi madre y Hermano, están aquí y que están bien. – Le pidió Owen – Yo me llevare a mi
madre, y mi hermano a mi habitación, para poder hablar con más calma.

– Enseguida voy, también mandare a Alina, para que lleve algún tentempié a tu habitación.

– Gracias, luego hablamos. - le dijo Owen mientras se dirigía a su habitación, su madre y su


hermano me echaron una mirada, no muy amable, y siguieron a Owen.

Lizbeth hizo lo que Owen me había pedido y se fue a su habitación a esperar que Owen, fuese a
contarle que estaba pasando.

Por su parte Owen y sus familiares fueron a su habitación para hablar con tranquilidad.

– Madre, no entiendo que os arriesgaseis a venir aquí, sabiendo como está la cosa.

– Es que necesito saber que pasa, ¿por qué no has vuelto a casa? Alda te está esperando
para celebrar la boda.

[158]
– Ya le dije a padre, que no me casare con Alda, es mi prima, y no la quiero, no en sentido
romántico.

– Pero sabes que, en realidad, no hay lazos de sangre, tu padre fue adoptado, después de
que le salvo la vida al Rey.

– Aun así, madre no volveré.

– Pero Hermano, ¿por qué insistes en quedarte aquí?, tú mismo dices que este es un lugar
peligroso, y si vuelves tendrás tranquilidad y tu vida estará encaminada al trono.

– Hijo, si lo que te preocupa, son esos niños humanos tráetelos, pero vuelve a casa.

– Erwin, hermano, si quieres una vida cómoda, cásate tu con Alda, seguro que seríais felices,
siempre la has mirado como algo más que una prima.

– Madre, esos niños, solo son una parte de los motivos, que tengo para quedarme aquí, soy
un caballero Drago, y guardia personal del Rey Dragon, y, por último, pero no menos
importante aquí es donde está la mujer que amo.

A la madre de Owen, se le desencajo la cara, y sus ojos casi se salen de sus orbitas, su hermano
casi se cae de su asiento.

– ¿te has vuelto loco? - exclamo su madre. - ¿No será esa humana?

– No me extraña que padre, no quiera ni hablar de ti. - dijo Erwin -. Debe estar furioso, yo no
quiero saber nada más, me voy a dar una vuelta.

– Podéis pensar lo que queráis yo he tomado mi decisión y no pienso cambiarla.

– Hijo, a lo mejor tu si la amas, pero para ella seguro que no eres más que un capricho, estoy
segura de que si la ponemos a prueba no la pasaría.

– Como puedes hablar así de ella, sin conocerla, es una persona maravillosa, y sin una pizca
de maldad.

– Eso es fácil de comprobar, si tan seguro estas de ella no te importara que la pongamos a
prueba y seguro que será capaz de diferenciarte a ti de tu hermano, ¿verdad?

– ¿Qué quieres decir? ¿qué estáis tramando?

– Tu hermano ya debe de estar con ella, haciéndose pasar por ti, y si de verdad te ama como
dices se habrá dado cuenta de que era Erwin, y no tu quien esta con ella. Ahora vamos a
ver que ha pasado.

Owen y su madre salieron de su habitación y se dirigieron a la de Lizbeth.

Al poco de llegar Lizbeth a su habitación llego Alina, por si necesitaba algo, y se puso a recoger un

[159]
poco por la habitación de pronto tocaron a la puerta. Alina y yo nos miramos.

– Soy yo Owen, ¿puedo pasar? - Se escucho una voz al otro lado de la puerta. -

– Si, adelante. - le dijo Lizbeth para que entrase. -

– Lizbeth, ¿estas bien? – pregunto el falso Owen -

– Si, ¿por qué? ¿ha pasado algo? Pregunto Lizbeth

– Es que mi hermano ha salido antes de mi habitación, y me preocupaba que te hubiese


venido a molestar.

– No ha venido nadie, por cierto ¿cómo ha ido la conversación con ellos? -pregunto Lizbeth -

– No se lo han tomado muy bien. Y no creo que pueda convencerlos de lo contrario.

Owen parecía muy decaído y se acercó a ella abrazándola, rodeo su cuerpo con sus brazos, y la
beso apasionadamente, en ese momento entraron en la habitación Owen y su madre.

– ! Lizbeth! Pero que…-Owen vio a su hermano besando, y abrazando a su amada. -

– Tranquilo Owen, estoy aquí. – dijo Lizbeth saliendo de detrás de el -. esa no soy yo, es
Alina.

– Lizbeth, ¿cómo es posible? ¿qué ha pasado? - pregunto Owen nervioso -.

– yo supe desde que toco la puerta, que no eras tú, así que le pedí a Alina, que me ayudase a
averiguar que se traía entre manos. – chasqueo los dedos, y Alina recupero su aspecto,
Erwin, que todavía la tenía entre sus brazos, dio un respingo, y callo de culo – yo me oculte
entre las sombras, para que no me viese, y así poder observarlo.

– ¿cómo es posible? Me has engañado.... - se levantó furioso Erwin -

– Tu fuiste el primero en mentir, haciéndote pasar por tu Hermano. - Le interrumpí cuando vi


que perdía los nervios -. Y no contento con hacerte pasar por el, querías besarme para que
el pensase que yo lo había traicionado.

– Bueno madre, - dijo Owen con una sonrisa – parece que Lizbeth ha pasado de sobras esta
estúpida trampa, que le habéis tendido, así que espero que no volváis a intentar algo así
nunca más. – dijo Owen mirando seriamente a su hermano -

– La verdad, es que me sorprende que fuese capaz de distinguiros, incluso antes de que
Erwin entrase en la habitación – dijo la madre de Owen – pero lo que más me sorprende,
es que no sea humana.

– ¿Por qué piensas que Lizbeth no es humana? Madre. - pregunto Owen curioso -.

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– Es evidente, que, si fuese humana, no podría usar magia, ¿qué es un hada...?

– No señora, no soy un Hada, ni una bruja, ni nada por el estilo, soy humana, y a pesar de
eso puedo usar magia. – Dijo Lizbeth orgullosa -

– ¿Intentas engañarme?, llevo en este mundo demasiado tiempo, como para saber que una
humana normal, no puede usar magia, a lo mejor uno de tus padres, o tus abuelos era un
hada, y tú has heredado esa habilidad. Seguro que si avisamos a un hada para que
Compruebe tu alma sabemos que eres.

– Si le interesa tanto, yo misma puedo enseñarle la imagen de mi alma, porque conozco el


hechizo para hacerlo, pero no creo que eso le aclare la situación.

– Eso de que no me aclarara nada lo decidiré yo, no pienso marcharme de aquí sin saber que
está pasando, y si mi hijo está en peligro.

– Muy bien pero antes de nada tienen que jurar, que no mencionaran lo que vean aquí a
nadie, nunca, bajo ningún concepto. - Miro a Owen, y el la miro y asintió con plena
confianza -. Alina si quieres puedes marcharte ya, y gracias por ayudarme, te prometo que
te compensare por el mal rato, que has tenido que pasar.

Erwin le lanzo una mirada de esas que matan, y luego se volvió ofendido, Alina salió de la
habitación, y quedaron los cuatro solos. Se pusieron todos de pie, en el centro de la habitación, y
Lizbeth saco una barita de plata, que llevaba oculta en la parte de atrás de su cinturón, la varita fue
un regalo de Halana, cuando termino su aprendizaje de la magia de las hadas. Pronuncio el hechizo
y acerco la barita a Owen, y apareció delante de él la misma rama blanca con las esferas de las
magias afines, y que ya había visto en la otra ocasión, al acercar la varita al Hermano de Owen y a
su madre también pudimos ver las mismas ramas y esferas de afinidad que eran las formas de sus
almas. Después apunto con la varita hacia sí misma y volvimos a ver aquella especie de árbol con
muchísimas ramas y cada rama había una esfera de diferentes colores. Esta vez me fijé un poco
mejor y pude ver unas ramas que tenían las afinidades de las almas de los elfos, de las hadas, y de
los dragones, y parecían como si fuesen más grandes y brillantes que antes y también pude ver las
ramas oscuras, y retorcidas que representaban a las criaturas de la oscuridad, por suerte parecía
que estas seguían siendo como la primera vez. Termine el hechizo y guarde la varita.

– ¿Qué demonios era eso? - Pregunto Erwin con el rostro desencajado -.

– No es posible, Owen que clase de Monstruo, es esta mujer. - la madre de Owen estaba a
punto de entrar en pánico, y me miraba aterrorizada.

– Madre, Lizbeth no es ningún monstruo. Ya os emos dicho, que esto no aclararía nada, pero
habéis insistido, y ahora la insultas.

– Pero yo tenía razón no es humana. - Insistió sin dejar de mirarme -.

– soy humana por que nací humana, pero en este mundo de todas las criaturas racionales

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que existen, las soy todas, y no soy ninguna, por eso mi alma tiene esa forma, y por eso
tengo todas la habilidades, y posibilidades abiertas, puedo usar magia, y si cambio mi
aspecto el nuevo aspecto que adoptase, también sería mi aspecto real... en fin es algo
complejo, y difícil de explicar, y de comprender, solo puedo decirle que si le preocupa la
seguridad de su hijo, puede quedarse tranquila, porque mientras este a mi lado, no
permitiré que nada le pase.

– Bueno Madre, hermano, creo que deberíais ir a descansar a vuestras habitaciones, y esta
noche cenaremos juntos, por si tenéis alguna pregunta, y así mañana podréis volver a casa
antes de que la cosa, se ponga fea con las dunas.

Erwin y su madre salieron de la habitación en silencio, y con el rostro todavía desencajado por la
impresión, nada más cerrarse la puerta, Owen la abrazo, y Lizbeth le devolvió el abrazo a él,
deseando que el tiempo se detuviese en ese instante, sintió la fragancia de su piel, y el calor de su
cuerpo, sintió como una de sus manos acariciaba suavemente su pelo mientras la otra se deslizaba
suave por su espalda, se besaron intensamente, y se perdieron en su intimidad disfrutando del
amor que sentían el uno por el otro.

– Gracias, por ser tan paciente con mi madre, a veces puede ponerse un poco pesada, pero
tiene buen corazón, y seguro que a pesar de todo te aceptara diga lo que diga mi padre.

– Bueno, creo que se ha quedado un poco conmocionada, con lo que ha visto, no sé si será
tan fácil que me acepte.

– Solo ha sido por la impresión, piensa que, hasta ahora, no se había visto ni sabido nada
parecido, a lo que acaba de ver. Yo iré a verla antes de la cena para poder hablar con ellos y
explicarles un poco más de ti para que se calmen un poco.

– De acuerdo yo iré con Black, y relevare a Hervé, que ya es casi la hora de su relevo. Nos
vemos para la cena. - Beso a Owen en la mejilla con cariño, y salió de la habitación al
encuentro de Black-.

Owen fue al encuentro de su madre para saber cómo estaba, y poder hablar con ella.

– Owen, puedes explicarnos de donde ha salido esa mujer. - Dijo Erwin todavía pálido de la
impresión y mientras sujetaba la mano de su madre -.

Owen les explico todo desde que Black la encontró en aquel claro hasta su aprendizaje de magia
con las hadas, pasando por cómo se enamoraron. Su hermano, y su madre, se quedaron en
silencio unos minutos, procesando toda la información que acababan de recibir. Entonces su
madre se acercó a él, le cogió de la mano y mirándole a los ojos le pregunto.

– Hijo, ¿tú de verdad la amas?

– Daria mi vida por ella, madre no es un capricho, es el amor de mi vida, y solo espero poder
pasar con ella toda mi vida.

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– Y ¿ella siente lo mismo por ti?

– Estoy seguro de que siente lo mismo que yo.

– Hermano, si es humana su vida no será muy larga, ¿qué pasará si dentro de unos años
empieza a envejecer y muere?

– Dado que no sabemos, si vivirá más o no, que un humano normal, no lo hemos pensado
demasiado, pero pase lo que pase me quedare con ella, ya sea dos días, dos años, o dos
siglos, porque si lo piensas, estamos a punto de empezar una guerra con las dunas, y no
sabemos si saldremos con vida, así que pienso pasar todo el tiempo que pueda con ella.

– Si de verdad os amáis, yo no me opondré a vuestra relación, y hablare con tu padre,


aunque no será fácil convencerlo.

– Gracias, madre, seguro que cuando hables con Lizbeth con más calma veras que es una
persona maravillosa, y cambiando un poco de tema, dile a padre, que proponga a Erwin
para casarse con Alda, seguro que harán mejor pareja que conmigo.

En ese momento llamaron a la puerta interrumpiendo la charla.

– Señor Owen, se requiere su presencia inmediata en el salón del trono, ha llegado un


mensajero de la frontera de Valdos. - dijo una voz detrás de la puerta. -

– Enseguida voy -contesto Owen – madre, Hermano, tengo que ir enseguida nos vemos
después en la cena.

Owen salió de la habitación y se apresuró para llegar lo antes posible al salón del trono, donde le
estaban esperando. Estaban Breogán, Hervé, Black, Owen y Lizbeth, Bricio salió del salón cerrando
la puerta y Black miro al mensajero que estaba a un lado esperando para dar su mensaje.

– Bien ya estamos todos, puedes dar el mensaje. - Dijo Black al mensajero que lo miraba
impaciente. -

– mensaje del general Druso, los dragones de las dunas han atacado los pueblos, de la
frontera sur de Valdos, pero como no sabían que les estábamos esperando, el factor
sorpresa nos ha brindado una victoria rápida y fácil, hemos conseguido que ningún
mensajero enemigo, pudiese escapar para alertar de nuestra presencia, y prepararemos
todo para que parezca que han vencido con facilidad, y avanzado sin problemas por si
vienen más al ataque poder volver a sorprenderlos.

– Parece que nuestra estrategia ha sido eficaz, ¿cuándo fue el ataque?

– Hace cinco días majestad.

– Bien será mejor poner en marcha la segunda, parte de nuestro plan, Hervé, prepara tres
batallones y partiréis mañana a primera hora, Breogán deberías llevarte a un batallón a

[163]
defender al reino enano de la isla vecina no quero que sufran daño alguno, Owen creo que
tu deberías encargarte de comandar las tropas que defenderán la isla principal y que
Lizbeth, se ocupe de la protección del palacio.

Hervé y Breogán se inclinaron y salieron enseguida para cumplir las órdenes, Owen, Black y Lizbeth
se quedaron a solas.

– Escuchadme bien – dijo Black muy serio – no quiero que os pongáis en peligro en ninguna
circunstancia, si la cosa se pone fea quiero que vengáis a mí, yo estaré aquí y hare todo lo
que pueda por manteneros a salvo.

– Nos tomas el pelo – respondió Owen molesto – se supone que somos tus guardias
personales, como se supone que vamos a dejar que seas tú el que se arriesgue por
nosotros.

– Exacto – confirmó Lizbeth las palabras de Owen – nuestra prioridad es mantenerte a salvo
de cualquier ataque, pase lo que pase, no estamos aquí para escondernos detrás de ti.

– Pero no me perdonaría que algo os pasase, soy mis amigos. – dijo Blakc angustiado -

– Nosotros lo sabemos, y por eso mismo no podemos permitir que nada malo te pase,
además de ti dependen todos tus súbditos, y si algo te pasa a ti, tus súbditos sufrirán.

– Tenéis razón, pero aun así por favor si la cosa se complica, me gustaría que estuvieseis a mi
lado, y tal vez así entre los tres, podamos ayudarnos unos a otros. - podían ver en su
mirada, y escuchar en su voz una profunda angustia, por la idea de que algo les pudiese
pasar. -

– Black, cuando llegue a este mundo tú me ayudaste, y cuidaste de mí, nos hicimos amigos
incluso llegamos a amarnos, y ese amor no ha muerto tanto tu como yo seguimos
sintiendo lo mismo, pero yo tuve que coger esos sentimientos y guardarlos en lo más
profundo de mi corazón, tú ahora tienes que seguir con vida, pase lo que pase, porque te
recuerdo que en una caverna secreta, hay algo que tienes que cuidar y proteger, a toda
costa, ahora yo haré todo lo que este en mi mano, para protegerte a ti, y a este reino, y no
te preocupes, no me dejare vencer con tanta facilidad.

– Yo tampoco tengo intención de dejarme vencer, ahora que, por fin, he encontrado algo por
lo que, de verdad, vale la pena vivir, amigos, amor y un lugar que considero mi hogar, no
quiero perder nada de eso. – Dijo Owen con una sonrisa – además tengo que proteger a mi
hermano pequeño y no me refiero a Erwin.

– Y si la cosa se pone muy fea no vendríamos a que tú nos protegieses sino a protegerte a ti.
-porque nosotros tampoco podríamos soportar que te pasara algo -

– Se que tenéis razón, pero no puedo evitar preocuparme, pero me conformare con saber
que si todo esto se complica estaréis aquí conmigo.

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– Ahora que eso este aclarado tengo que pedirte un favor – le dijo Owen a Black con un tono
entre suplicante y desganado – mi madre y mi hermano están aquí, y aparte de que esta
noche querrán cenar con los tres, después de las noticias que acabamos de recibir, es muy
peligroso mandarlos de vuelta así que, ¿si no te importa podrían quedarse en el palacio?

– ¿En serio me lo preguntas? Sabes que no hay ningún problema para que se queden.

– Ya pero como han venido de improviso y sin avisar a nadie, podrías estar molesto.

– Tranquilo, no puedo enfadarme con una madre que se preocupa por su hijo.

– Gracias Black, ahora tengo que ponerme a preparar y poner a las tropas en marcha nos
vemos en la cena.

– Yo también tengo que empezar aponer en máxima alerta a los guardianes, del palacio y
preparar la defensa, nos vemos luego.

Se fueron cada uno a cumplir con sus obligaciones , Owen tenía que distribuir a las tropas por toda
la cadena montañosa, que rodeaba la isla, y dejarlas lo más ocultas posible, para que cuando el
enemigo llegase, pensase equivocadamente que los cogían por sorpresa, y ser ellos los que los
sorprendieran, también, tenía que mandar a todos los que no pudiesen luchar al palacio, para
ponerlos a salvo, Lizbeth por su parte tenía que sellar, las pocas entradas que quedaban todavía
abiertas, y reforzar la entrada principal además de asegurarse de que todos los que estaban en el
palacio estuviesen lo más cómodos y a salvo posible. Ahora solo se podía entrar y salir por la
entrada principal del palacio.

A pesar de que Lizbeth solo conocía la parte más alta del palacio, este es extendía por todo el
interior de la montaña. Y en el interior, en las zonas más seguras se alojaron todos los que no
podían luchar, y con ellos quedaron un buen número de soldados para protegerlos

Cuando oscureció, y todo se calmó un poco Lizbeth fue a buscar a Black, a su habitación para ir
juntos al comedor, donde se reunirían con Owen, su madre y su hermano.

– Majestad, - dijo Owen – le presento a Enyd, mi madre, y a Erwin mi hermano.

– Es un placer, tenerles en mi palacio, pero en estos momentos, no es un lugar muy seguro,


solo espero que entiendan, que no podremos estar muy pendientes de protocolos, y
formalidades.

– Lamento mucho, haber venido hasta aquí sin avisar, y causando tantas molestias – se
escuso Enyd – mañana mismo, volveremos a casa.

– Por desgracia eso no será posible, - explico Blakc - estamos a punto de ser atacados por el
reino de las dunas, y si abandonasen la isla ahora, seguramente acabarían en medio de la
lucha, con el peligro que eso conlleva, tendrán que quedarse con nosotros, más tiempo del
que tenían planeado, de hecho, ya hemos mandado a algunos de los nuestros para que

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escondan la nave, y traigan a lugar seguro a la tripulación.

– Lo siento madre, pero no podemos arriesgarnos a dejaros marchar, y que pueda pasaros
algo. - dijo Owen mirando a su madre apenado -. No tendríais que estar aquí, es
demasiado peligroso.

– Tranquilo hermano – interrumpió Erwin – quizás yo, no soy tan diestro como tú, pero soy
capaz de defenderme.

– Para asegurarnos de que estén a salvo, se quedaran en la habitación de Owen, que está
situada cerca de la de nuestro rey – dijo Lizbeth para que viesen que ya, se estaban
tomando medidas, para que estén a salvo – ya he mandado sellar la zona de las
habitaciones de invitados, y todas las salas que no sean imprescindibles.

– Visto lo visto, no queda más remedio que quedarnos, aquí espero que no seamos una
molestia. - dijo Enyd un poco frustrada, por no poder hacer nada más que lo que le decían
- será mejor que nos marchemos a descansar.

Owen acompaño a su madre, y hermano, a su habitación donde ya estaban sus cosas, y se habían
puesto un par de camas más, separadas con unos biombos, para que pudiesen dormir juntos, pero
con algo de intimidad. Lizbeth estaba demasiado nerviosa para irse a dormir así que se fue con
Black a su habitación.

– ¿estas bien? - pregunto Black – estas muy callada.

– Estamos a punto de entrar en una guerra, y eso es algo aterrador, muchos morirán o verán
morir a sus amigos y familiares, puede que los que sobrevivan incluso pierdan su hogar.

– Por suerte, yo no he vivido ninguna guerra antes, pero mis padres murieron poniéndole fin
a la última guerra, y yo esperaba que no tuviésemos que volver a pasar por algo tan
horrible otra vez.

– Los que nos quieren atacar ahora, ¿son los que perdieron la guerra?

– Son los que, durante la última guerra, no eran más que unos niños.

– Es un destino muy triste, nacer en una guerra, y morir en otra, y todo por culpa de unos
gobernantes egoístas y caprichosos.

– Yo solo espero que en esta ocasión nadie de los que me importan muera por protegerme.

– Black, si durante esta guerra, muero protegiéndote, no quiero que te culpes porque lo hare
porque yo quiero hacerlo, no por obligación, sino por amor, porque para mí eres alguien
por quien dar la vida, vale la pena, y además tu eres más importante, porque de ti
dependen muchos, así que más te vale no ponerte en peligro, te quedaras en la sala
secreta, y cuidaras de los niños mientras Owen, y yo nos ocupamos de poner a esos tipejos

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en su sitio de una vez por todas. - Dijo Lizbeth para que Blakc no se pusiese en peligro. -

– Espero que sea tan fácil como dices, y que esto termine pronto.

Entonces tocaron a la puerta, y al otro lado pudieron oír la voz de Owen.

– Black, puedo pasar. Estoy buscando a Lizbeth, no está en su habitación...

– Pasa Owen, - contesto Black – estamos hablando.

– Ya he acomodado a mi madre, y mi hermano en mi habitación- dijo Owen - y como


mañana me marchare, para estar en la zona por la que más probablemente atacara el
enemigo, quería poder estar juntos esta noche.

– ¿Te marchas? – preguntó Lizbeth alarmada - ¿no puedes hacerlo desde aquí?

– Tengo que comandar el batallón de elfos, y a los de dragones, para poder proteger el reino
no puedo, quedarme en el palacio. Por cierto, te dejare a algunos elfos bajo tu mando para
que te ayuden, puedes ponerlos para proteger a mi madre, o para que curen a los heridos
con la magia élfica.

– Black, creo que tenías una sala secreta, deberías estar listo para ocultarte en ella, si la cosa
se pone fea, y si no te importa, ¿podrías ocuparte tú de cuidar de los niños, y esconderlos
contigo?

– Claro, no os preocupéis, yo los mantendré a salvo. - asintió Black - Ahora deberíais ir a


descansar mañana será un día muy ajetreado.

– Tienes razón, se nos ha hecho un poco tarde. -asintió Lizbeth al darse cuenta de lo tarde
que era, primero se acercó a Blakc y cogiendo su cabeza entre sus manos le dio un beso en
la mejilla, luego cogió a Owen de la mano y se dirigieron a la puerta desde donde con una
sonrisa se despidió de Black - Buenas noches.

– Buenas noches, chicos. - contesto Black, con una sonrisa triste y preocupada.

fueron a la habitación de Lizbeth y después de hablar un rato, se quedaron dormidos el uno, en


brazos del otro, con el deseo de que esa noche, no acabase nunca.

A la mañana siguiente, se levantaron temprano, y después de un desayuno muy rápido Owen, fue
a su habitación para despedirse de su madre, y hermano, y a recoger algunas de las cosas que
podían serle de utilidad, y luego se reunió con Lizbeth en la entrada del palacio.

– Lizbeth, ten mucho cuidado, y no te arriesgues si no es necesario, no quiero que te pase


nada.

– Owen, no quiero que te marches, sé que tienes que hacerlo, pero es como si todo mi
cuerpo, me pidiese a gritos que no te deje ir.

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– Tranquila sabes que no estaré solo, y además no dejare que nada nos pueda separar.

– Lo sé, pero tengo una sensación extraña, como un mal presentimiento, prométeme que si
ves que la cosa se pone muy mal vendrás al palacio enseguida.

– De acuerdo si la cosa se pone fea, volveré de inmediato.

Se fundieron en un abrazo, y Owen la beso en la mejilla, y le dijo con cariño que la amaba, después
se subió a su caballo, y se puso al frente de él batallón de elfos, y los vio alejarse. Su corazón
pareció romperse, como si de alguna manera, supiese que algo no estaba bien. Intento calmarse y
se convenció a sí misma de que solo era que tenía miedo, de que algo pudiese pasarle, que no
pasaría nada.

Durante dos días una calma tensa, y silencio aplastantes, se apoderaron del palacio, nadie se
atrevía casi ni a hablar, solo esperaban a que llegase la tormenta, el tercer día a media mañana
llego un mensajero, avisando de que se avían avistado a las tropas enemigas acercándose por el
sur de las islas, entonces Lizbeth le mandó un mensaje a Hervé, para avisarle de que empezaba la
batalla, después cerro el palacio, y solo dejo un hueco junto para que nada más grande que bricio
pudiese pasar, Lizbeth se quedó fuera, con un buen número de dragones guardianes, y soldados,
también tenía un par de elfos, por si hacían falta.

De vez en cuando les llegaba algún mensajero para ponernos al corriente, de lo que pasaba, por lo
visto el enemigo había conseguido apoderarse de una de las pequeñas islas, que rodean la isla
principal, y desde allí lanzaban los ataques, casi todos los ataques se concentraban, en una sola
zona así que la mayoría de las fuerzas se estaban concentrando allí para poder contener los
ataques del enemigo.

El día llegaba a su fin, y por el momento ejército del Dragon Negro había conseguido mantener al
enemigo fuera de la isla principal, la noche se cernía sobre la isla, una noche sin luna, el enemigo
se replegó a la isla que habitan ocupado, y parecía que no volverían a atacar hasta la mañana
siguiente, aun así, Owen, mando que estuviesen muy atentos, porque podrían intentar algo al
abrigo de la oscuridad.

Lizbeth dejo a algunos de guardia y los demás se pusieron cómodos para dormir un poco, ella
misma se sentó en el suelo y apoyando la espalda contra un árbol descanso un poco, no sin antes
tomar todas las precauciones necesarias.

En medio de la oscuridad de la noche, y mientras descansaban se pudo oír el batir de las alas, de
un dragón enorme sobre ellos, de pronto una descarga de energía oscura se batió sobre todos los
que allí se encontraban, pero para sorpresa del atacante, su ataque fue desviado por una barrera
mágica, que mantuvo a todos los que allí estaban a salvo.

Aunque la barrera los había protegido, no duraría mucho, los elfos sacaron sus arcos, y empezaron
a disparar contra la horda, de dragones soldados que se les venía encima, las flechas con puntas
especiales, y envenenadas hacían estragos entre los enemigos, y los pocos que llegaban vivos al

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suelo eran eliminados por los soldados, y guardianes que esperaban en el suelo, Lizbeth ayudaba
con magia todo lo que podía pero estaba tratando de ver donde estaba el Dragon Real, que lanzo
el primer ataque, y después se ocultó en la noche. Se le ocurrió una idea y lanzo al aire una esfera
de luz muy brillante casi como un pequeño sol para localizar al enemigo, y lo consiguió, se estaba
escabullendo hacia el palacio entre las sombras, pero al verse descubierto lanzo un chorro de
energía contra la entrada del palacio y entro rápidamente, Lizbeth al verlo supo que Blakc estaba
en peligro, y una furia incontrolable la domino, de su espalda brotaron unas alas, que la
impulsaron a toda velocidad hacia el palacio, entrando en el palacio vio las puertas del salón del
trono destrozadas y fue lo más rápidamente posible.

- Sera mejor que te rindas y tengas una muerta rápida, sabes que no eres rival para mí, - dijo
el enemigo a Blakc que estaba en el trono –

- Mis padres murieron protegiendo este reino, y yo no te lo voy a dar tan fácilmente. –
contesto Blakc que se sabía en inferioridad –

- Tus padres mataron al mío y yo te matare a ti… - dijo el enemigo lleno de odio y rabia y
avanzó hacia Blakc.

- No tan rápido, - Dijo Lizbeth poniéndose en medio – no le pondrás ni un dedo encima.

- ¿Y esto que es? Una humana…- dijo con una carcajada el enemigo –

- LIZBETH, SAL DE AQUÍ ES PELIGROSO – Grito Blakc angustiado –

- ¿Así que esta humana es importante para ti? – dijo malicioso el enemigo – la reduciré a
polvo delante de ti, y luego te matare lentamente, viendo como sufres, y luego matare a
todos, y cada uno de tus súbditos, y destrozare este reino para que nadie lo pueda
recordar.

El enemigo empezó a coger aire, para lanzar su chorro de energía, pero cuando lo soltó delante de
él no había una humana, sino un Dragon Blanco, que se sacudió su ataque, como quien se quita
una mota de polvo del hombro.

- ¡¡NO ES POSIBLE!! ¡¡NO QUEDAN!! ¡¡ESTAN TODOS MUERTOS!! – gritaba desesperado el


enemigo al ver que las tornas se habían girado –

- ¡¡SI SOY POSIBLE!! ¡¡ESTOY AQUÍ!! ¡¡Y TU ERES QUIEN MORIRA!! – grito Lizbeth llena de
rabia –

El enemigo empezó a retroceder, intentando escapar, pero Lizbeth lanzo un chorro de energía
blanco, que parecía pura luz, por desgracia no consiguió darle de lleno, pero si lo hirió gravemente
en un costado, y con ayuda de algunos de los suyos logro huir.

Lizbeth volvió a su apariencia normal, y esta vez no perdió el conocimiento, pero si se mareo, y
tuvo que sentarse un momento para recuperarse.

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- Lizbeth, ¿estas bien? ¿estas herida? – Dijo Blakc cuando estuvo a su lado –

- Blakc, habíamos quedado en que te quedarías en ese cuarto secreto, para no ponerte en
peligro, sabes el miedo que he pasado, pensando que podía perderte, si no hubiese
llegado a tiempo, te habría matado, y te habría perdido para siempre. – Dijo Lizbeth entre
lágrimas todavía asustada. – además ni siquiera sabemos si mi vida será corta como la de
un humano, o larga como la de los dioses, y si mi vida es corta quiero que al menos
nuestro hijo conozca a uno de sus padres y no este solo.

- Lo siento Lizbeth, sé que tienes razón, pero me sentía tan inútil, allí encerrado que al
menos quería proteger el trono, por el que mis padres murieron. – dijo Blakc apenado –

- Se cómo te sientes, pero necesitamos que tu estes vivo, para cuidar el reino, y cuando seas
lo suficientemente fuerte, podrás defenderlo junto a tus tropas, pero ahora tienes que
entender que si tus mueres, todos los que están ahí fuera luchando, por ti y muriendo, lo
habrán hecho por nada. – le dijo Lizbeth poniéndose en pie, y abrazando la enorme cara
de Blakc, lo beso con cariño sobre el morro, y se apartó secándose las lágrimas. – ahora
por favor vuelve al cuarto secreto y espérame, cuando este todo en calma iré a por
vosotros.

Lizbeth, salió del palacio y vio al enemigo retirarse y apenas un par de escaramuzas sueltas contra
unos rezagados, en ese momento llego Hervé.

- Señorita, misión cumplida, todo ha salido como lo planeamos, fingimos partir a ayudar a
Valdos, y esperamos vuestra señal, mientras ellos atacaban, nosotros los rodeamos, y
cuando intentaros replegarse cayeron de lleno en nuestra trampa, los hemos podido
eliminar a casi todos, solo se ha escapado alguno, pero creo que ha sido un buen golpe a
sus escasas fuerzas.

- Enhorabuena Hervé, buen trabajo, ahora intentad acabar con los rezagados que puedan
quedar y aseguran todo el palacio y alrededores, si llegan informes pasádmelos, y quiero
que se haga recuento de bajas y heridos lo antes posible, a los heridos trasladadlos al
interior del palacio y que los elfos empiecen a ayudar con la magia curativa yo iré para allá
lo antes posible para ayudar.

- Si, señorita enseguida. – Dijo Hervé y empezó a dar órdenes y a organizarlo todo. –

Cuando todo estaba asegurado y no quedaba ningún enemigo, Lizbeth pudo ir a avisar a Blakc, de
que ya podrían salir sin peligro, y también fue a buscar a Viriato, para que le ayudase con los
heridos.

- Lizbeth, deberías descansar un poco, llevas sin dormir demasiado tiempo y al final
desfallecerás. – le Dijo Blakc preocupado al ver la cara de agotamiento que tenía, -

- Tranquilo Blakc tu lleva a los niños y a la madre y hermano de Owen a descansar y

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descansa tu un poco yo tengo que asegurarme de que todo esté en orden antes de
descansar, pero te prometo que después dormiré un poco.

Blakc, sabía que de nada le serviría insistir, así que hizo lo que Lizbeth, le había pedido, y la dejo
hacer tranquila. Lizbeth se fue a la zona donde estaban los heridos y empezó a usar la magia de
curación que había aprendido de Owen, solo que la de ella era más fuerte y sus efectos se notaban
mucho más, los elfos que estaban allí la miraban incrédulos, pero ninguno se atrevió a decir nada.

Cuando el sol ya despuntaba, y todo parecía que estaba más tranquilo, empezaron a llegar los
informes de todos los batallones, que había desplegados por la isla. Lizbeth pidió que le llevasen
todos los informes, para poder hacer recuentos de bajas, heridos, y poder leer los informes de la
batalla, para poder saber si todo había ido bien o no. Se monto una mesa improvisada junto a la
entrada donde se depositaban los informes que llegaban y al lado otra mesa donde Lizbeth leía
ordenaba y hacia los recuentos de heridos y bajas, estaba agotada pero no tenía noticia de Owen y
cada momento que pasaba más segura estaba de que algo malo pasaba.

Ya cerca del mediodía, se escuchó el resonar de lo cascos de un montón de caballos, que llegaban
al galope. Lizbeth salió corriendo sabía que eran los elfos que estaban con Owen, pero por más que
miraba no veía a su amado, entonces vio a Luna, la yegua de Owen no llevaba jinete.

Uno de los elfos desmonto y se acercó a Lizbeth:

- Señorita, cuando estábamos en plena batalla, por la retaguardia aparecieron dos Dragones
Guardianes, cogieron al Señor Owen, cada uno por un brazo y alzaron el vuelo, se lo han
llevado, y por la dirección en la que se fueron, se dirigían al Reino de las Dunas.

Lizbeth no dijo nada, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, y así sin poder detener las
lágrimas se encamino hacia su habitación, tenía que hacer algo lo antes posible, si se lo habían
llevado vivo era porque lo necesitaban, si no lo habrían matado, estaba en su habitación
preparando lo que necesitaría, armas ropa armadura… cuando tocaron a la puerta.

- Lizbeth, soy Blakc – dijo entrando en la habitación - me acabo de enterar de lo que ha


pasado… ¿se puede saber qué haces? – pregunto cuando vio lo que hacía. –

- Se lo han llevado, está vivo, tengo que ir a por él, antes de que sea tarde, - decía Lizbeth sin
poder detener sus lágrimas –

- Lo sé, pero no puedes salir a lo loco sin un plan y sin saber a dónde ir, eso solo te pondrá
en peligro a ti y perderás un tiempo muy valioso – intento hacerla entrar en razón Blakc –

- Lo siento, pero tengo que hacerlo podrían matarlo en cualquier momento y si algo le
pasase…

No pudo terminar la frase, Blakc con todo el dolor de su corazón, le dio un golpe seco en el
estómago, y Lizbeth quedo sin sentido, la cogió con todo el cuidado del mundo, y la coloco en la
cama, llamo a Viriato para que la examinarse, y cuando se aseguró de que estaba bien la cogió, con

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su enorme mano, y la envolvió en la manta para que no se enfriara, y cerro la mano sobre ella para
que estuviese cómoda, pero no pudiese escapar, y allí se quedó todo lo que quedaba de día, y toda
la noche cuidando de que Lizbeth descansara, y no pudiera escapar.

A la mañana siguiente cuando Lizbeth se despertó, se encontró inmovilizada en la mano de Blakc


que la miraba fijamente.

- Buenos días, Lizbeth, ¿te has calmado ya un poco o esperamos un poco más? – le pregunto
Blakc dispuesto a tenerla así todo el tiempo que fuese necesario. –

- Buenos días, Blakc, siento mucho lo de ayer, pero entre en cansancio, y saber que se han
llevado a Owen, no podía pensar con claridad, ya estoy más tranquila. – dijo Lizbeth con
tranquilidad - ¿por cierto como están Enyd y Erwin?

- La verdad es que no lo sé, en cuanto supe la noticia, me vine a buscarte, sabía que me
necesitarías. – le dijo Blakc ayudándola a salir de la manta – tendremos que ir a hablar con
ellos.

- Muchas gracias por venir en mi ayuda siempre que lo necesito, - dijo Lizbeth abrazando la
enorme cara de Blakc. –

- ¡¡QUE SIGNIFICA ESTO!! – se escuchó desde la puerta la voz de Erwin – vosotros soy algo
más que amigos, y estay traicionando a mi hermano. – Dijo todo ofendido y furioso.

- Que son estos gritos Erwin, - dijo la madre de Owen llegando a la Habitación. –

- Están engañando a Owen, llevo un rato aquí y he visto como se miran y se hablan, son
amantes. Dijo Erwin muy serio para convencer a su madre –

- Buenos días, Enyd, Erwin, por favor si son tan amables de entrar en la habitación y cerrar la
puerta. - Dijo Blakc cortésmente – pónganse cómodos, estábamos a punto de ir a hablar
con ustedes, pero nos han ahorrado el ir a buscarlos.

Cerraron la puerta, y se acomodaron en el tresillo, que tenía Lizbeth en el centro de la habitación,


Lizbeth se sentó en uno de los sillones, que había a un lado, y Blakc se acomodó delante de ellos
dejando su cabeza lo más baja posible, para poder mantener una conversación en la que se
pudiesen mirar a la cara.

- Se puede saber que está pasando aquí, - exigió Erwin muy ofendido –

- Primero, te diré que espiar a los demás, en sus habitaciones, es de muy mala educación, y
eso no te da derecho a exigirnos nada, - le dijo Lizbeth muy molesta por la actitud de
Erwin.

- ¿Pero lo que dice Erwin es cierto? – pregunto Enyd preocupada –

- La verdad es más compleja de lo que podríais imaginaros, - dijo Blakc – así que será mejor

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que os cuente nuestra historia para evitar malentendidos.

Blakc, les conto todo desde que encontró a Lizbeth, de sus escapadas para ver salir el sol, de sus
chalas interminables, y de cómo sin darse cuenta, la amistad se convirtió en un amor tan grande y
profundo, que Blakc, le había contado a Lizbeth, el gran secreto de los dragones, y habían estado
durante diez días, amándose sin límites, pero que aquello no podía seguir, y que tendrían que ser
solo amigos, otra vez, y que Lizbeth, curaría su corazón, y encontraría un nuevo amor.

- ¿Y mi Hijo sabe todo esto? Pregunto Enyd muy confusa.

- Owen, sabe todo y más, nunca le he escondido nada y sabe que el amor que siento por
Blakc está en mi corazón y siempre estará lo cual no significa que a Owen lo ame menos lo
amo con la misma intensidad que amo a Blakc, pero con Blakc nunca podría tener una
relación romántica por ser lo que somos y Owen ha renunciado a todo por estar a mi lado.

- Ya claro, un dragón cuando entrega su corazón es para siempre no creo que sea capaz de
renunciar a ti así por las buenas – dijo Erwin – si tanto te ama.

- Si, mi corazón le pertenece a Lizbeth, se lo entregue y no me arrepiento de ello, mi amor


por ella es tan grade que lo único que me importa es su felicidad, aunque sea con otro y si
ese otro la ama tanto como lo hace Owen yo soy feliz, - Dijo Blakc con una sonrisa –

- Si amas algo lo quieres para ti no para otro. – Dijo Erwin –

- No Erwin, primero no es algo, es a alguien, segundo es amor, no posesión, que tu ames a


alguien, no significa que sea de tu pertenencia, y tercero si amas a alguien, solo te tiene
que importar, la felicidad de esa persona, y no la tuya propia. – lo alecciono Lizbeth
mientras Enyd escuchaba atentamente. –

- Para ser humana parece que sabes mucho de la vida, - le comento Enyd a Lizbeth –

- No sé si se mucho, o poco, solo me guio por lo que creo correcto, y hago lo que puedo para
hacer felices a las personas que quiero, aunque a veces es un poco complicado, - Dijo
Lizbeth con una mirada triste que compartió con Blakc.

- Bueno ahora tenemos un asunto más delicado y urgente que tratar. – Dijo Blakc.

- Tenemos que planear el rescate de Owen, y traerlo de vuelta lo antes posible. – Dijo
Lizbeth angustiada. –

Entonces tocaron a la puerta y Bricio dijo:

- Majestad, un barco con bandera élfica acaba de atracar en el puerto, no creo que tarden
mucho en llegar.

- Enseguida vamos al salón del trono, Bricio gracias. – contesto Blakc –

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- Sera mejor que ballamos todos al salón – Dijo Lizbeth poniéndose en pie e invitando a los
demás a seguirla.

En el salón del trono, Blakc se colocó en el trono, y Lizbeth junto a él, por debajo a un lado del
pasillo central se pusieron Enyd y Erwin y esperaron a los visitantes, unos minutos después Bricio
avisó de que Kalen estaba aquí, no había puerta por lo que no pudo cerrase y los signos de lucha
eran más que evidentes por el salón. Kalen entro como un torbellino y enseguida se dirigió a
donde estaba su esposa y su hijo.

- Como se os ocurre escapar así, con la situación en la que estamos, no podéis imaginar lo
preocupado que estaba, de que os pudiese pasar algo.

- La culpa es tuya por no querer hablar con nosotros. – le recrimino Enyd –

Enseguida recobro la compostura y se acercó al trono para hablar con el Rey.

- Majestad, por lo que veo ha sido una batalla muy dura, - Dijo Kalen haciendo una
reverencia. -

- Si, Kalen ha sido peor de lo que esperábamos, de hecho, yo no estaría aquí hablando
contigo, de no ser por Lizbeth, que fue capaz de rechazar al dragón real enemigo, y
salvarme a mí en el proceso. – dijo Blakc haciendo un gesto hacia Lizbeth que estaba junto
a él. –

- ¿Increíble, como es posible que hiciese eso? – pregunto Kalen estupefacto con la idea. –

- Como ya le dije en su momento Lizbeth es una baza importante en una batalla y lo ha


demostrado. – le recordó Blakc – de todas maneras, hay algo más urgente que tratar,
durante la batalla, secuestraron a Owen, y se lo han llevado al Reino de las dunas, hay que
encontrar la manera de ir a rescatarlo, y traerlo de vuelta lo antes posible.

- ¿Cómo es posible que algo así halla pasado? ¿Por qué nadie estaba con él para protegerlo?
– Kalen estaba furioso y quería respuestas - ¿tú no eres tan poderosa? ¿Por qué no lo
salvaste?

Lizbeth respiro hondo para calmarse y contesto:

- Owen, estaba en el otro extremo de la isla, con un batallón de elfos, y puede estar seguro
de que de haber estado yo allí, Owen estaría aquí con nosotros, pero el Rey Dragon Negro
no habría sobrevivido. Y ahora si no le importa lo que necesitamos son soluciones no
culpables. – se defendió Lizbeth de las acusaciones de Kalen –

- Entiendo que ahora están muy alterados, será mejor que descansen un poco, y cuando nos
reunamos más tarde, expondremos lo que se nos ocurra para salvar a Owen, - Dijo Blakc
conciliador. –

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La familia de Owen salió de la sala y se fueron a descansar, Blakc y Lizbeth se quedaron a solas
unos momentos.

- Para ir hasta El Reino de las Dunas, no podemos ir ni con elfos ni con dragones, a la mínima
que vean que vamos a rescatarlo lo mataran, - se puso a pensar Lizbeth en voz alta – los
únicos que podrían pasar serán los humanos como mercaderes o similares.

- Veo que te ha sentado bien descansar, ya casi tienes un plan montado, - sonrió Blakc al ver
como Lizbeth era capaz de hacer cualquier cosa si se lo proponía. –

- Dame un par de horas, necesito un poco de información, y preparar algunas cosas y te


cuento como lo haremos.

Lizbeth salió a toda velocidad del salón del trono para prepararse para rescatar a su amado.

Pasaron unas horas, y la familia de Owen, estaban en el salón del con Blakc, intentando idear un
plan, efectivo para ir a por Owen, pero en todos sus planes, había o dragones, o elfos por lo que
Blakc, que había oído a Lizbeth mientras pensaba rechazaba esos planes.

- Si rechazas todos los planes que te proponemos no conseguiremos rescatarlo a tiempo. –


se quejó Frustrado Kalen. –

- Si un solo elfo o dragón, se acerca la Reino de las Dunas, Owen será asesinado. – Dijo
Lizbeth entrando en el salón del trono con cinco elfos. – y eso no es lo que queremos.

- ¿Y tú tienes una idea mejor? Humana – dijo Erwin con menosprecio –

- Erwin, eres el hermano de Owen, y hasta el momento he permitido tu mala educación,


pero Lizbeth, es una Dama Dragon, lo que significa que solo yo, estoy por encima de ella,
así que o la tratas con el respeto que merece, o le daré carta blanca para que te de tu
merecido. – Dijo Blakc muy molesto con el tono de Erwin. – y te aseguro que no sería
amable solo por tu parecido con Owen.

- Majestad, usted siempre tan atento, - sonrió Lizbeth y le giño un ojo a Blakc que le
devolvió el gesto. – bueno mi idea nos meterá a estos cinco elfos y a mí en el reino de las
dunas, solo que no serán elfos, serán humanos, muy guapos pero humanos.

- ¿Explícate como que serán humanos? Ellos no tienen ese poder, no pueden transformarse.

- Como sabéis, yo soy un poquito diferente a los demás humanos, y tengo que aprender
muchas cosas para controlar mi poder, y así ser de utilidad, y ayudar a los míos, el caso el
que en mis estudios, y gracias a la ayuda de Viriato, he descubierto una opción, que hace
que el que se la tome, se convierta en humano, al menos en apariencia, sus magias y
habilidades, se quedan intactas, Viriato ya está preparándola, y lo mejor es que no
volverán a su estado natural, hasta que se tomen el antídoto, lo que evitara que alguien
vuelva a ser elfo en un momento delicado.

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- ¿Y cómo llegareis hasta el Reino de las dunas? No está aquí al lado que digamos. –
Pregunto Kalen impaciente. -

- Mañana por la mañana, un amigo comerciante que suele hacer negocios por ese reino nos
llevara con su barco, luego fingiremos ser cazarrecompensas, en busca de trabajo, por lo
que cuenta mi amigo, contratan a cualquiera que sepa manejar una espada, porque se han
quedado casi sin ejército.

- ¿Lo que no comprendo es porque se han llevado a Owen? – pregunto Enyd preocupada -

- Seguro que para hacer chantaje o para intentar sacarle información sobre el Rey Dragon
Negro. – dijo Lizbeth pensativa – lo mejor es que todos los elfos que hay en la isla se
marchen para que si tenemos espías crean que nos abandonan por lo de Owen.
Seguramente llegara algún mensajero a vuestro reino con exigencias para soltarlo, no le
creáis si hacéis lo que dicen, o lo mataran, o no lo soltaran, para seguir pidiendo.

Entonces llego Viriato con la opción para los elfos.

- ¿Estáis seguros de que queréis hacerlo?, será una misión complicada, en territorio
enemigo y vuestro aspecto será humano. – Pregunto Lizbeth una vez más por si alguien
había cambiado de opinión.

- Estamos seguros, nosotros estábamos con el cuándo se lo llevaron y no pudimos evitarlo


ahora tenemos que ir a rescatarlo. – todos asintieron y se fueron donde Viriato para que
les diese la opción.

Después de tomar la opción, su pelo empezó a cambiar, y paso de plata a rubio o castaño, sus
rasgos, ya no eran tan finos, sino más marcados sus orejas dejaron de ser puntiagudas, y eran
orejas humanas, físicamente no parecía haber más cambios, pero nadie diría que eran elfos.
Prepararon todo el equipamiento que necesitarían y cenaron con sus amigos antes de despedirse
para ir a descansar.

- Kalen, sé que estas muerto de preocupación por Owen, - le dijo Blakc en un momento que
se quedaron a solas, - pero ten por seguro que si alguien puede traerlo de vuelta es ella, es
inteligente, fuerte y lo ama con locura.

- Veo que confías plenamente en ella, ¿no será el amor que te ciega? Le pregunto Kalen.

- ¿Lo sabes? Se sorprendió Blakc.

- Tengo ojos y veo como la miras con amor y ternura, a pesar de ser humana, te ha robado
el corazón a ti y a mi hijo, y no sé qué pensar.

- Ella no nos ha robado nada, nosotros se lo hemos dado, porque es una mujer
extraordinaria, y sabemos perfectamente, lo que sentimos cada uno de nosotros, por ella y
ella por nosotros.

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- Al final sufriréis y lo sabes. – sentencio Kalen –

- Pero cada segundo con ella compensa una vida de sufrimiento – dijo Blakc con una sonrisa
y se marchó a descansar.

A la mañana siguiente Lizbeth se levantó temprano antes de que saliese el sol y fue a la habitación
de Blakc, todavía estaba dormido y no quiso despertarlo así que se colocó en su mano y se
acurruco con el hasta que se despertase.

Cuando Blakc se despertó y la vio dormida en su mano sonrió y la despertó con suavidad.

- Buenos días, Lizbeth, ¿a qué se debe esta sorpresa mañanera? – le dijo con una sonrisa
tierna. –

- Lo siento, esta mañana me desperté muy temprano, y vine a verte, pero como todavía
dormías no quise despertarte, y al final me dormí yo otra vez. – se disculpó Lizbeth

- No tienes que disculparte puedes venir a dormir aquí cuando quieras. – le dijo Blakc

- Gracias, es que estoy un poco nerviosa y asustada, si no sale bien o si llego tarde, llevo
toda la noche pensando en eso y cuando me he tumbado aquí contigo ha sido como si
nada malo pudiera pasar y me he relajado

- Tranquila, yo sé que, si hay alguien, capaz de traer de vuelta a Owen, eres tú, y no es
exagerado, piensa que yo he visto de lo que eres capaz de hacer.

- Gracias Blakc, no sé qué haría sin ti. – le dijo y abrazo su cara con fuerza. –

Después de las despedidas y de que los elfos se marchasen, Lizbeth y sus cinco amigos humanos se
fueron al puerto para embarcar con el comerciante, era el mismo que los había sacado de Valdos
en la misión de los dragones que atacaban a los pueblos.

- Buenos días capitán, permiso para subir a bordo, - dijo Lizbeth con una sonrisa cuando se
acercó al barco. –

- !!Por todas las sirenas del mar¡¡ ya estáis aquí, sí que os gusta madrugar. – contesto el
capitán. –

- Cuanto antes salgamos, antes llegamos, además le traigo un pequeño regalo, - le dijo
Lizbeth enseñándole unas bolsas de tela. –

- Subid y dejad los caballos en la bodega y saldremos enseguida. – sonrió el capitán

Subieron a bordo del barco y dejaron los caballos en la bodega, y mientras Aldahir, Belenus, Dailin,
Finn y Sayer, los cinco compañeros de Lizbeth se acomodaban en la cubierta Lizbeth fue a Hablar
con el Capitán.

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- Aquí tienes el pago por llevarnos hasta el territorio de las dunas, y esto es un regalo de mi
parte, una selección de las mejores plantas medicinales de esta cosecha, puedes quedarte
las y usarlas, o venderlas por un buen precio. – le dijo Lizbeth entregándole una bolsa con
dinero y unos saquitos de tela con las plantas. –

- Lizbeth eres la mejor, si tuviera unos cuantos años menos me casaría contigo. – dijo el
capitán de buen humor.

- Eres un encanto, - le giño un ojo Lizbeth, - pero me gustaría saber que se sabe por ahí que
rumores están corriendo sobre las dunas.

- Por lo que se dice, atacaron al reino del Dragon Negro, y salieron escaldados, ahora casi no
les queda ejército, y el rey esta herido de gravedad, por lo visto ataco, pensando que el
joven dragón negro no podría con él, pero lo dejo para el arrastre.

- ¿Alguna otra cosa que te hallan contado, aunque parezca poco importante? – insistió
Lizbeth –

- Hay una cosa un poco rara, dicen que se ha cerrado una de las torres, y que nadie puede
entrar en ella, que esta vigilado día, y noche por cuatro guardias, y que una vez al día entra
un guardia, y al poco vuelve a salir. Hay quien dice que robaron algo al dragón negro, y que
por eso lo custodian, otros dicen que es un prisionero, pero no sé qué decirte.

- Tranquilo con lo que me has contado es suficiente. – le agradecido Lizbeth-

- Sabes que yo estoy de vuestra parte y soy perro viejo, ¿es Owen el prisionero? – pregunto
con preocupación el capitán. –

- ¿Pero…como…? – se quedó Lizbeth un poco parada.

- Como te he dicho soy perro viejo, y la última vez cuando os saque de Valdos vi como os
mirabais, estaba claro que erais más que amigos o compañeros, y ahora que se rumorea
que en las dunas hay un prisionero, me pides que te lleve allí con cinco guerreros y
ninguno es Owen, está claro que es a él a quien vas a buscar, - solo quería que supieses
que puedes contar conmigo para salir de las dunas si os veis apurados.

- Sabes que eres muy listo y que si tuvieses unos cuantos años menos me casaría contigo, -
le dijo Lizbeth y rieron la broma.

Tardaron dos días en llegar a las costas del Reino de la Dunas y viendo el paisaje desértico y
arenoso entendías el nombre de ese lugar, el capitán atraco el barco en el puerto de un pueblo
pesquero para que Lizbeth y los demás pudiesen desembarcar y llegar a la capital por tierra.

- Lizbeth, yo seguiré el mismo curso hasta la capital y estaré unos días por allí por si
necesitáis una salida rápida y discreta, - le dijo el capitán cuando se despedían –

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- Muchas gracias y ten mucho cuidado, - le dijo Lizbeth y se despidieron. –

Según el capitán, tardarían al menos dos días más, en llegar a la capital desde allí, pero levantarían
menos sospechas, un grupo que ya está a medio camino de la capital, desde la frontera que, si
desembarcan directamente en la capital, y no le falto razón se encontraron con una patrulla antes
de anochecer y no tuvieron problemas en seguir diciendo que venían desde la frontera porque les
habían dijo que buscaban guerreros, de hecho incluso les indicaron un buen sitio para pasar la
noche cerca de allí, solo era una pequeña cueva pero al menos no tendrían que dormir al raso.

Al día siguiente, no se encontraron con ninguna patrulla, y parecía que sería un día tranquilo, pero
claro, eso sería una cosa rarísima, en la vida de Lizbeth. Acababan de parar, a comer un poco, y a
dejar descansar a los caballos un rato, cerca de un riachuelo cerca del claro donde estaban, cuando
escucharon una voz que parecía salir de lo más profundo de la tierra:

- ¡¡¡POR FIN TE ENCUENTRO TRAIDORA!!! – grito un ser que aterrizo delante de ellos.

Todos se pusieron en guardia y sacaron sus espadas, Lizbeth se adelantó y miro al extraño.

Su piel era pálida, pero con tonos grisáceos, sus ojos eran cómo dos brasas ardientes, tenía las
orejas puntiagudas con unos pendientes adornándolas, su pelo era como las cenizas con tonos en
distintos grises, lo llevaba largo pero no demasiado solo hasta los hombros, tenía unos rasgos finos
pero no demasiado con la mandíbula bien marcada, su cuerpo era delgado pero fuerte llevaba
ropa que se ajustaba al cuerpo y le marcaba la musculatura, y tanto en los brazos como en las
piernas llevaba protecciones de metal negro.

- No sé a quién buscas, pero te has equivocado, no te conozco – dijo Lizbeth mirando al


extraño. –

- ¿Como que no me conoces? Solo hace veinticinco años que no me ves y ya me has
olvidado. – dijo desconcertado aquel ser –

- Confirmado no te puedo conocer por que yo soy humana y tengo veinticuatro años, lo
siento sigue buscando, - le dijo Lizbeth encogiéndose de hombros –

- ¿humana? – dijo más para sí mismo que para Lizbeth –

El extraño se acercó a Lizbeth y la miro fijamente camino alrededor de ella contemplándola sin
decir nada.

- Entiendo que quieres asegurarte de que no te equivocas, pero ya te lo he dicho soy


humana y no sé quién eres, lo único que puedo hacer por ti es ofrecerte compartir la
comida y un poco de conversación. – dijo Lizbeth un poco incomoda con la penetrante
mirada del extraño. –

- Acepto tu invitación – dijo el extraño –¿puedo preguntarte algo…?

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- ¿Bueno estaría bien si primero nos dices quién eres tú?

- Mi nombre es Dagda…

- Encantada de conocerte yo soy Lizbeth y ellos son mis compañeros Aldahir, Belenus, Dailin
y Sayer.

- Vale ¿tú no has nacido en este mundo? ¿verdad? - dijo Dagda -

- No, no nací en este mundo ¿Cómo lo sabes? – pregunto Lizbeth desconcertada –

- ¿Y qué sabes sobre ti misma? ¿Sabes algo del poder que tienes? – pregunto otra vez algo
que supuestamente nadie sabía –

- Lo sé desde hace muy poco, ¿lo que no se es como lo sabes tu? -dijo Lizbeth nerviosa – a
no ser que sea tú el que me mato y me lanzo a un mundo sin magia. – acuso Lizbeth a
Dagda.

- Veo que has estado haciendo averiguaciones, pero yo no te mate, yo te estaba esperando
en este mundo, y pensaba que me habías traicionado, dejándome aquí solo. - Respondió
con un poco de pena en la voz –

- Entonces eres un dios…- Dijo Lizbeth casi sin creerse sus propias palabras –

- Exactamente, más concretamente un dios demonio. - Dijo Dagda con una gran sonrisa –

- ¿Y te puedo preguntar qué tipo de diosa era yo? – temerosa de que la respuesta no le
gustase nada –

- Tú, eras una diosa de las más hermosas y bondadosas que había en nuestro mundo,
brillabas más que el propio sol, y eran muchos los que suspiraban por ti.

- Entonces por que alguien quería matarme y desterrarme al mundo sin magia. – dijo
Lizbeth preocupada –

- Muy sencillo, alguno de tus pretendientes que no se conformase con tu negativa, una
diosa celosa de tu belleza o alguien que se enteró de que te ibas a escapar conmigo y no le
pareció bien. Por lo general la bondad y la belleza saca la maldad y fealdad de los demás. -
Dijo pensativo Dagda –

- ¿Nos íbamos a escapar juntos? – pregunto atónita Lizbeth –

- Si, fue todo un escándalo en nuestro mundo cuando se enteraron de que una diosa de la
luz y un dios de la oscuridad estaban juntos. – dijo con una sonrisa traviesa –

- Pues lo siento, pero ya estoy en una relación, y es bastante complicada sin añadir nada
más. - se disculpó Lizbeth con cara de sorpresa –

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- Tranquila mi corazón está más que curado de aquello, pero si me gustaría y mucho saber
quién fue el causante de mi sufrimiento y tu muerte. – dijo con un brillo de furia en sus
ojos de fuego.

- ¿Y cómo piensas hacerlo si según tu hay un montón de sospechosos?

- Fácil, si yo he sentido tu presencia, es porque estas recuperando tu poder, y quien te mato


también lo notara, si no lo ha hecho ya, y vendrá a terminar el trabajo, así que, si me
quedo contigo seguro que aparecerá.

- Estupendo, lo que me faltaba, no puedes venir con nosotros con ese aspecto, y
necesitarías un caballo, además estamos en una misión de rescate, tenemos que encontrar
a alguien, que esta prisionero, y llevarlo a casa a salvo, no creo que puedas
acompañarnos… -

Mientras Lizbeth hablaba, Dagda empezó a cambiar de aspecto, su piel, y pelo, cambiaron de
color, y sus ropas se parecían a las que ellos llevaban, hizo unos movimientos con sus manos y en
ella aparecieron una espada y una vaina como las que ellos tenían y cuando su aspecto era
totalmente humano silbo y del bosque salió algo que era como un caballo pero demoniaco su
respiración era de fuego y sus ojos también parecían en llamas era negro pero un negro sin brilló
sin vida, Dagda se acercó a la bestia y le dio una palmadita en el lomo y la bestia empezó a cambiar
hasta tener el aspecto de un caballo normal incluso aparecieron la silla de montar y los arreos
como si siempre hubiesen estado allí, Dagda monto y se acercó a ellos.

- Podéis llamarme Dag, podemos partir cuando queráis.

Tanto Lizbeth como sus compañeros estaban atónitos ante lo que acababan de presenciar, Lizbeth
fue la primera en reaccionar y ayudo a sus compañeros a recoger para ponerse en marcha de
nuevo.

Cuando el sol ya se ponía vieron la ciudad de las dunas, desde donde estaba podían ver casi toda la
ciudad. A su izquierda estaba el puerto, los edificios de la zona del puerto no parecían ni limpios ni
seguros, justo frente a ellos había una entrada que daba a una zona media ni rica ni pobres, hacia
la derecha subiendo una colina estaban las casas más grandes y lujosas y en lo alto de la colina
estaba el castillo del rey de las Dunas.

Buscaron una posada en la zona media de la ciudad y consiguieron cuatro habitaciones, las ultimas
que quedaban libres, cenaron todos juntos en el salón mirando un poco qué tipo de gente se
movía por allí, casi todos eran humanos o híbridos de humanos con otros seres, entre los que
estaban por allí destacaban un par de tipos grandes y que no parecían de fiar, así que antes de que
decidiesen buscar pelea Lizbeth dijo a todos que lo mejor era quitarse del medio e irse a descansar
por la mañana desayunaríamos algo antes de salir hacia el castillo así que se levantaron y
empezaron a subir por las escaleras.

- Así que vosotros sois los que se han quedado con las habitaciones – dijo uno de ellos

[181]
cuando los vio subir –

- Chicos ni caso, a vuestras habitaciones, - Dijo Lizbeth dando una orden.

- Pero que sorpresa si la putita es la que manda. – dijo el otro energúmeno riéndose a
carcajadas.

- No me gustan los tipos maleducados que se meten con las mujeres. – dijo Dag, que nadie
sabía cono estaba sobre la barra agachado delante de los dos tipejos –

- Dag, por favor déjalo, solo son un par de borrachos buscando pelea no vale la pena – dijo
Lizbeth casi en un ruego por miedo de que Dag se pasase y matase a uno de eso despojos

- Vamos perrito que tu ama te llama – dijo uno de ellos y empezaron a reírse a carcajadas en
la cara de Dag –

- Si no hubieseis dicho nada más lo habría dejado correr, pero ahora ya no volveréis a reíros
más. – con un movimiento rapidísimo cogió las cabezas de los dos tipos una con cada
mano – como os gustan los perritos jugareis con el mío todas las noches de vuestras
miserables vidas – los soltó y cayeron inconscientes al suelo.

- ¿Dime que no los has matado? Dijo Lizbeth en un ruego.

- Tranquila solo están dormidos, - dijo Dag con una sonrisa –

Subieron a dormir, y por supuesto Lizbeth, no compartía habitación con nadie por mucho que le
insistió Dag.

Al día siguiente se levantaron temprano y fueron al palacio, había una buena cantidad de personas
esperando para la selección, Lizbeth ya había avisado a sus compañeros que tuviesen cuidado y
usasen la fuerza justa para ganar que no se pasasen o los descubrirían.

Muchos no habían cogido una espada en la vida, pero como prometían una buena paga intentaban
entrar. Hicieron entrar a los candidatos a un patio de entrenamiento, y que buscasen a quien se
querían enfrentar, y empezasen a luchar, los ganadore pasaban el primer corte, los que perdían a la
calle, en la siguiente prueba, tiro con arco, los que ni siquiera alcanzaron la diana, fuera, después
lanzamiento de cuchillos, los que no consiguieron clavar el cuchillo, fuera, ya solo quedaban unos
veinte candidatos, contándolos a ellos, y la última prueba, lucha cuerpo a cuerpo, las luchas cuerpo
a cuerpo, eran de una, en una, para disfrute de los guardias, que hacían apuestas, todos los que
quedaban eran tipos grandes, y fuertes, menos el grupo de Lizbeth que parecían los más débiles y
pequeños de todos. El primero en salir al centro del patio para que alguien fuese a luchar con él
fue Dag, nada más salir uno de los grandullones grito:

- Tu eres mío me las pagaras por lo de anoche, no sé qué me hiciste, pero he tenido
pesadillas toda la noche con un perro demonio que me perseguía.

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- Yo solo te presente a mi perrito, ¿no te gustan los perritos?

- ¡¡¡TE MATARE!!! – grito mientras se le tiraba encima.

Mientras que aquella mole, parecía moverse acamara lenta, Dag se movió rápidamente, dando un
paso a la derecha, y cuando el gigantón paso por su izquierda, Dag le soltó un derechazo que le
hizo perder la conciencia, y algún diente.

Aldahir, fue el siguiente y el rival que salió todavía no sabe por dónde le vino el golpe, como no
quiso hacer lo mismo que el anterior, y precipitarse se acercó más lentamente, pero antes de tener
a Aldahir al alcance de su puño, este le propino una patada en la cabeza, que lo dejo tirado en el
suelo todo lo largo que era, y cuando intento levantarse, Aldahir le sacudió tal puñetazo que ya no
se pudo levantar.

Lizbeth decidió que sería la siguiente, y cuando se puso en el centro del patio fueron varios los que
querían luchar con ella porque consideraban que tendrían el puesto garantizado, al final el que
consiguió ser el rival de Lizbeth no era otro que el compañero del energúmeno de la noche
anterior.

- ¡¡Pero si es la putilla!!, ¿no sé qué nos hizo tu perro? pero tu pagaras por lo que nos hizo.

- Veo que seguís, sin aprender la lección – Dijo Lizbeth con hastió – pues repasaremos la
lección.

El tipo era grande pero casi todo era grasa, Lizbeth lo espero y cuando se acercaba a ella, le hizo un
barrido en la pierna de apoyo y lo tiro al suelo, una vez en el suelo, Lizbeth le piso una mano y el
otro pie se lo puso en la garganta, es energúmeno no se atrevía a moverse por que si Lizbeth hacia
un movimiento podría matarlo.

- Vale tu ganas, todavía no has aprendido bien la lección, una mujer no es una cosa y hay
que respetarla, si una mujer está al mando de un grupo de hombres fuertes es porque se
ha ganado el puesto, y lo que os hizo mi amigo no desaparecerá hasta que aprendáis a
respetar a los demás. – y después de decirle eso levanto su pie de la garganta del tipo,
pero para darle una patada, y dejarlo inconsciente.

El resto de combate fueron pasando y al final todo el grupo estábamos seleccionados, con otros
tres que nos miraban un poco raro. Entonces uno le pregunto a uno de los guardias.

- ¿para ser tan escuálidos estos son muy fuertes? ¿seguro que son humanos?

- En principio sí, pero tenemos una cosa que detecta la magia, y si no son humanos lo
sabremos enseguida.

- ¿Y cómo funciona? - Pregunto otro de los que habían pasado la prueba.

- Muy fácil ahora todos pasareis por esa puerta de allí, como veis no es más que un arco con

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una campana encima tiene un hechizo de las hadas para que cualquier ser con magia que
pase por ella activa el hechizo y suena la campana.

Lizbeth estaban cerca y escucharon toda la conversación y no les hizo ninguna gracia.

- Yo se magia de hadas, pero esos hechizos son muy complicados de contrarrestar, - dijo
Lizbeth preocupada – no se si poder hacerlo para todos.

- Yo me ocupo – dijo Dag – pero ya no volverá a funcionar nunca.

- Prefecto Dag, gracias – dijo Lizbeth con una sonrisa.

Los guardias llamaron a todos junto a la puerta, y los hicieron pasar de uno en uno, y la campana
no sonó. Luego los mandaron a recoger unos petos, con el escudo del reino de las Dunas. Por lo
que les dijeron, los barracones se estaban reformando porque antes los usaban dragones, así que
les dijeron que sería mejor, que se buscasen sitio para dormir, hasta que los barracones estuviesen
listos, así que, al caer la noche, por suerte ninguno tuvo que quedarse de guardia, y volvieron
todos a la posada donde tenían sus cuatro habitaciones alquiladas, para al menos una semana.

Al llegar se sentaron en la mesa más alejada de todos los demás para poder hablar tranquilos,
mientras cenaban un poco.

- Es hora de compartir información, - dijo Lizbeth –

- Los dragones que quedan están dentro del castillo, y nadie puede entrar, o Sali de él, sin
permiso expreso del rey -dijo Finn – que por lo que dicen no para de llamar a médicos y
curanderos de todas partes que le curen las heridas.

- Por lo que yo se quedan como unos cien dragones sodados y una veintena de guardianes
el resto son sirvientes – dijo Sayer – no creo que este sea un reino de dragones mucho más
tiempo.

- Por lo que yo he descubierto, es que, en toda la muralla, hay vigías que solo miran al cielo,
y si ven cualquier cosa que se acerque volando más grade que un gato, tienen que dar la
alarma - dijo Belenus -será mejor que nos quedemos a nivel del suelo.

- Yo he hablado con un guardia, que suele estar vigilando la torre cerrada, por lo que me ha
dicho, son cuatro de día y cuatro de noche, turnos de doce horas, a la salida y a la puesta
de sol. – dijo Dailin – tienen orden de no moverse de su puesto, pase lo que pase.

- Yo sé quién es el encargado de llevar comida al prisionero, me ha dicho que no cree que


sobreviva mucho más ya que se niega a comer o beber nada - comento Aldahir con
preocupación – por lo visto ya no es capaz de tenerse en pie.

- Me habría gustado esperar a la luna nueva, y actuar al abrigo de la oscuridad, pero no nos
queda tiempo. – dijo Lizbeth angustiada – dejadme pensar un poco esta noche, y mañana

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tendré un plan para sacarlo de allí, mañana en el desayunando os lo contare, y si todos
estamos de acuerdo, lo pondremos en marcha mañana por la noche.

- Si quieres yo puedo ayudaros -Dijo Dag – solo dime que hacer y lo hare. – dijo con una
sonrisa.

- Está bien Dag te tendré en cuenta en nuestro plan, - le agradeció Lizbeth – ahora es mejor
que nos marchemos a descansar, mañana será un día complicado.

Antes de que saliese el sol ya estaba todo despiertos y sentados a la mesa escuchando
atentamente el plan de rescate, Sayer Sali antes para hacer un par de preparativo y después se
reunieron para ir todos juntos al castillo.

Durante el día, se hicieron los soldados obedientes, mientras preparaban todo para su plan de la
noche. Cuando la noche llego el caos se desato en el castillo.

De repente los establos empezaron a arder como si el infierno se lo estuviese tragando, Finn y
Dailin sacaron los caballos del grupo e hicieron salir a todos los demás en estampida hacia una de
las puertas de salida del castillo que Aldahir había abierto oportunamente saliendo ellos con sus
monturas camuflados en la estampida.

Lizbeth, lanzo un hechizo sobre los cuatro guardias de la torre, dejándolos inmovilizados, como
estatuas, no podían hacer más que respirar, y mover los ojos. Belenus había conseguido la llave de
la torre robándosela al guardia cuando bajo de llevar la comida al prisionero, así que pudieron
abrir la puerta sin problemas, subieron y encontraron a Owen, casi inconsciente, y demacrado, le
pusieron un uniforme de soldado de las dunas, y le taparon el pelo, y la cara con unos pañuelos,
como los que usaban las gentes de los desiertos, salieron de la torre y fingieron que era un soldado
que se había intoxicado con el humo y lo sacaban para que lo viese un médico, entonces llegaron a
la puerta de entrada del castillo y Sayer les dejo salir, estaba allí porque había intoxicado la comida
del guardia de la puerta en un despiste y ahora estaba en las letrinas sin poder moverse. Cuando
ya estaban junto a sus caballos esperando a Dag, vieron como la torre del rey se derrumbaba entre
chorros de energía negra, entonces llego Dag monto en su caballo y dijo:

- Creo que no se ha tomado muy bien que le dijese que su herida no tenía cura y que en dos
meses moriría.

Los demás se quedaron mirándolo un momento y ayudaron a Lizbeth a atar a Owen a ella y
salieron de allí a galope tendido.

No se detuvieron hasta llegar a la pequeña cueva que les había servido de refugio cuando iban
hacia la ciudad.

- Owen está muy débil, no creo que sea capaz de comer por sí solo. – Dijo desesperada
Lizbeth - apenas es capaz de tragar un poco de agua.

- Podemos intentar usar nuestro poder de curación, - dijo Finn – no está muy desarrollado,

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pero entre todos creo que podremos hacer algo.

- No creo que ni usando todo vuestro poder consiguieseis hacer algo significativo. – dijo Dag
decepcionado – Lizbeth tú también sabes usar la magia de curación ¿verdad?

- Si, Owen me enseño y soy bastante buena, - dijo más animada - ¿crees que yo poder hacer
algo?

- Si, pero será una curación de un nivel un poco más alto, coloca tus manos una en la frente
y una en el pecho, cierra los ojos y concéntrate, primero mira cual es el problema.

- Casi no tiene energía, es como una vela a punto de apagarse.

- Bien ahora mira en tu interior y busca esa misma energía que tú tienes.

- Vale, ya la veo es casi una fogata.

- Estupendo ahora divide esa fogata en dos partes iguales, y pasa una de las mitades a
través de tus manos, al cuerpo de Owen.

- Nunca lo he hecho, pero hare lo imposible por lograrlo.

Pasaron unos minutos, y de pronto el cuerpo de Lizbeth, empezó a brillar, y el brillo se concentró
en sus manos, y después paso al cuerpo de Owen.

- Muy bien eres muy buena alumna, - sonrió Dag – pero recuerda que jamás debes dar más
de la mitad de tu energía, porque podría mataros a los dos, a ti por falta de energía, y al
paciente por recibir más de la que puede soportar.

- Muchas gracias Dag – le dijo Lizbeth muy agradecida –

Entonces Owen, empezó a abrir los ojos, y vio a Lizbeth a su lado y pensó que estaba soñando y
unas lágrimas se desbordaron de sus ojos.

- Owen, soy yo me puedes oír, - le dijo Lizbeth al ver que no reaccionaba – hemos venido a
rescatarte.

- ¿Lizbeth? ¿de verdad eres tú, no estoy soñando? - Pregunto Owen todavía confuso –

- Si tranquilo, soy yo y volvemos a casa. – le contesto Lizbeth acariciándole la frente y


secando sus lágrimas de sus mejillas. – ahora tienes que comer un poco, tienes que
recuperar fuerzas, y en cuanto salga el sol partiremos.

Comieron un poco y descansaron lo que pudieron hasta que el sol despunto, desayunaron
frugalmente y se pusieron en marcha, Owen seguía muy débil, así que Lizbeth lo llevaba atado a
ella para que no se cállese del caballo. Sayer, se adelantó al grupo, por si había algún problema
más adelante poder avisarlos, por suerte no encontraron patrullas, solo se cruzaron con algunas

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personas, pero no les prestaron mucha atención.

Ya al atardecer volvió Sayer con noticias:

Estaban casi en el pueblo donde habían desembarcado, y el capitán estaba atracando el barco, en
ese mismo momento.

Apretaron el paso para llegar lo antes posible y en poco más de dos horas ya estaban a bordo y
soltando amarras. Se alejaron de la costa y pusieron rumbo a la isla del Dragon Negro.

- Por todas las sirenas del mar, - gruño el capitán – parece que la habéis liado buena…

- Nosotros solo fuimos a por Owen, el resto ha sido un accidente, - dijo Lizbeth como si
nunca hubiese rotó un plato –

- Yo ya estaba en alta mar cuando vi los chorros de energía oscura salir del castillo. – dijo el
capitán llevándose las manos a la cabeza recordando el momento – por un momento
pensé que no saldríais de allí con vida.

- Eso no fue culpa nuestra, el rey se cabreo, y acabo destruyendo su propio castillo. – dijo
Dag con cara de bueno –

- Pues sí que tenía mal genio ese tipo... – se rio el capitán – será mejor que comais un poco y
descanséis, yo intentare llegar lo más rápido posible a la isla,

- ¿Y cómo llegaríamos antes? – pregunto Dag –

- con un buen viento de popa contante y fuerte llegaríamos en un día y medio, pero es poco
probable -contesto el capitán que lo miro extrañado porque no sabía algo tan básico –

- él es Dag – intervino Lizbeth – es nuestra última incorporación, no conoce el mar, y no


entiende cómo funcionan los barcos, así que, si pregunta algo raro, es por
desconocimiento no os preocupéis.

- Vale, vale, a comer y a descansar, pronto llegaremos. – dijo el capitán alentándolos a


comer un poco antes de ir a dormir.

Hicieron caso al capitán, ya que todos estaban agotados, y necesitaban un buen descanso.
Pudieron dormir tranquilos hasta casi media mañana que el capitán los despertó.

- ¡¡¡Vamos arriba!!! Ya habéis dormido bastante, y además tenemos una visita inesperada. –
bramo el capitán para que saliese rápido. –

En apenas unos minutos ya estaban todos en cubierta junto al capitán.

- ¿Qué sucede capitán? – Pregunto Lizbeth –

- Desde hace un par de horas, tenemos un barco a popa, y se está acercando, creo que no

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tienen buenas intenciones. – el capitán tenía un semblante muy serio –

- ¿cree que son piratas? – pregunto Finn –

- Es más que probable, no tienen ninguna bandera que los identifiqué, para acercarse a su
presa, y solo cuando ya no hay escapatoria, izan una bandera negra, por desgracia su barco
es más rápido, y aunque mi tripulación les haga frente, no creo que podamos hacer nada, y
por si fuera poco suelen hundir los navíos que atacan, para que se crea que se hundieron
por una tormenta o algo así.

- Bueno capitán, lo que ellos no saben es que tiene a bordo, a los siete guerreros más
fuertes que se puedan imaginar, - dijo Lizbeth tranquilizando al capitán – no se preocupe,
no permitiremos que les pase nada, ni a su tripulación ni a su barco.

- ¿puedo ocuparme yo? ¿por favor? ¿puedo? – empezó a pedir insistentemente Dag – te
prometo que no matare a nadie ¿porfaaaa?

A Lizbeth le hizo mucha gracia ese comportamiento casi infantil y con una sonrisa le dijo:

- De acuerdo, pero los quiero a todos vivos y atados al palo mayor, ¿de acuerdo?

- ¿palo mayor?

- El mástil grande que sujeta las velas del barco…

- Vale, enseguida vuelvo…

Y sin más le salieron unas alas en la espalda y salió volando hacia el otro barco.

- ¡¡¡Por todas las sirenas, no es humano…!!! exclamo el capitán al verlo.

- No, y es mejor que no le cuente detalles, no podría dormir tranquilo. – le dijo Sayer, casi al
oído para que el resto de la tripulación no lo oyese.

- Como Dag, se ocupará de todo, yo me voy a cuidar de Owen que se ha quedado


preocupado por no poder ayudar. - Dijo Lizbeth mientras se alejaba de los demás, para
bajar con Owen. -

- Parece que confía plenamente en ese ser – dijo el capitán –

- Mejor vamos a desayunar y mejor no pregunte es demasiado complejo… - suspiro Belenus


mientras negaba con la cabeza. –

En el otro barco, de pronto y sin saber de dónde, salía junto al capitán estaba Dag,

- Buenos días capitán – dijo Dag con una sonrisa, - le aconsejo que cambie de rumbo ahora
mismo, o me vere obligado a intervenir.

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- ¿de dónde sales tu? – pregunto el capitán sobresaltado y sacando su espada – salta por la
borda ahora o muere por mi espada.

- Me temo que tendré que intervenir – dijo Dag y su sonrisa amable, se tornó en una de
maldad -una pena que no pueda acabar con vosotros, pero una promesa hay que
cumplirla.

- Estás loco acabaremos contigo, - dijo el capitán – Muchachos acabad con él. – ordeno con
voz en grito. –

Dag decidió que era mejor mostrar su aspecto real, por lo que dejo de parecer un humano y volvió
a su aspecto demoniaco, al verlo la mitad de los piratas se rindieron sin más, sabían que no tenían
opción.

- Si se rinden tan fácil me voy a aburrir mucho, - dijo Dag decepcionado – en fin, los que se
rindan que se pongan junto al palo mayor y uno que se ocupe de atarlos, bien atados no
quiero trucos, - dijo mirándolos con sus ojos en llamas –

Los demás se habían reunido junto a su capitán, listos para luchar, y morir si era menester.
Decidieron que lo mejor era atacar todos a la vez para tener una oportunidad, así que incluso el
capitán se unió a la marabunta de espadas y cuchillos que se lanzaron contra Dag. Dag estaba en el
centro y los piratas lo rodeaban lanzando estocadas y cuchilladas por todos lados.

- Las cosquillas están bien, pero no me venceréis con eso. - Dijo Dag con una mirada que
hizo que todos los que estaban atacándole se quedasen quietos paralizados por el terror-
deberíais haberos rendido cuando podíais ahora, aprenderéis a ser mejores personas o
todas las noches mientras dormís sufriréis, los daños que habéis causado a otros.

Uno a uno, fue cogiendo por la cabeza, a los que le habían atacado, y en unos segundos estaban
inconscientes en la cubierta.

- Tu – llamo al que había estado atando a los demás al palo mayor – ata a todos estos
también y dame un cabo para poder remolcar este barco con el nuestro.

Después se transformó en humano otra vez y antes de irse le lanzo una mirada de advertencia al
pirata que estaba atando a los demás. Enseguida se reunió con los demás en el comedor donde
estaban desayunando, pero no vio a Lizbeth, y fue a el camarote donde estaba con Owen.

- ¿Ya estás de vuelta? – pregunto sorprendida Lizbeth cuando lo vio entrar- ¿estas bien?
¿verdad? ¿No estarás herido?

- Estoy bien, – el pequeño interrogatorio y preocupación de Lizbeth le sacaron una sonrisa –


solo eran un puñado de cobardes, y casi todos se rindieron antes de empezar.

- Menos mal me preocupaba que necesitases ayuda y estabas solo. – dijo aliviada Lizbeth –

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- ¿Bueno y como esta nuestro enfermo? – pregunto Dag –

- Todavía está muy débil, y apenas come – dijo preocupada Lizbeth - ¿crees que podría
hacer otra vez lo que hice en la cueva?

- Déjame ver – Dag le puso una mano en la frente a Lizbeth – Se puede saber cómo
pretendes ayudarlo a él si ni siquiera comes para recuperar tu energía. – le regaño Dag –

- Lo siento, tienes razón, iré a desayunar, y luego volveré, te puedes quedar tu con él por
favor, por si necesita algo.

- Si así, te vas, y desayunas como toca, me quedare aquí, pero tienes que comer. – acepto
Dag sin rechistar.

- Gracias Dag, eres el mejor, - dijo Lizbeth dándole un abrazo, y un beso en la mejilla antes
de salir corriendo a desayunar. –

- Lizbeth me ha contado un poco quién eres y por qué te has unido a nosotros, -dijo Owen
mirando a Dag, que intentaba ocultar que se había sonrojado – ¿de verdad piensas que
está en peligro?

- Te lo aseguro – Dijo Dag muy serio y preocupado – el que le hizo eso a Eileen, perdón
Lizbeth, tarde o temprano se percatara de que está recuperando su poder, y si con su
poder, recupera su memoria, lo podría acusar del acto ruin, y despreciable que cometió, y
será el, al que castiguen severamente, por eso vendrá para evitarlo.

- Tengo que recuperarme para que si viene poder ayudarla. – dijo Owen desesperado – así
no poder hacer nada.

- ¿La amas de verdad?, estas dispuesto a enfrentarte a un dios aun sabiendo que no tienes
posibilidades, por ella. – Dijo sorprendido Dag – no se lo digas vale, te ayudare un poco.

Dag puso sus manos en la cabeza, y pecho de Owen, y cerró los ojos, compartió la mitad de su
energía con Owen, que de inmediato se sintió mucho más fuerte, y casi recuperado.

Poco después volvió Lizbeth, y vio que Owen se había comido el desayuno, y tenía mejor aspecto.

- El capitán dice que, a este ritmo, llegaremos a la isla a media tarde – dijo emocionada
Lizbeth – ya casi estamos en casa.

- Seguro que en casa me recupero más rápidamente – sonrió Owen –

- Eso espero yo también, además con las enseñanzas de Dag, seguro que será más fácil. –
dijo Lizbeth dedicándole una sonrisa sincera a Dag. –

- Are todo lo que pueda – dijo Dag – ahora creo que me iré a desayunar un poco. – y salió de
el camarote-

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- Parece un buen chico, este Dag, - dijo Owen con una sonrisa suspicaz - ¿no te parece?

- La verdad, es que nos dio un buen susto cuando lo conocimos, pero creo que es muy buen
chico. -asintió Lizbeth con una sonrisa –

Como el capitán había predicho, a media tarde estaban atracando en el puerto de la isla, y no
quiso cobrarles por el viaje ya que llevaban una suculenta recompensa atada al barco.
Desembarcaron con sus caballos y partieron para llegar al palacio lo antes posible.

Sayer y Finn, se adelantaron para avisar de su llegada y que fuesen preparando un baño para Owen
y su habitación antes de nada y después para los demás.

Al llegar al palacio se encontraron con una sorpresa que no esperaban, Kalen, Enyd y Erwin estaban
en la puerta esperándolos junto a Blakc.

- Antes de nada, Alano, Lug ayudad a bajar a Owen del caballo, y llevadlo a sus aposentos y
ayudadle a asearse y ponerse cómodo, cuando este ya en su cama avisadnos y pasaremos
a verle. – Dijo Lizbeth, antes de nada-

Todos incluida Lizbeth desmontaron y unos mozos se llevaron a los caballos, entonces Lizbeth se
puso delante de los demás y dijo:

- Majestad, señor Kalen, Señora Enyd, señor Erwin, les informó de que la misión para
rescatar al Seños Owen ha sido un éxito, y que, aunque esta débil pronto se recuperara. –
dijo Lizbeth con una reverencia. –

- Señorita Lizbeth, quiero agradecerle de todo corazón que haya conseguido traer a mi hijo
sano y salvo de las manos de esos desalmados- dijo Kalen con una reverencia – y me
disculpo por no haber confiado en usted.

- Muchas gracias, Lizbeth -Dijo Enyd emocionada – has salvado a mi hijo y esa deuda no se si
poder pagarla, si algún día necesitas cualquier cosa de mí, pídemela, are lo imposible por
conseguirla.

- Gracias por traer a mi Hermano, aunque yo también tenía un buen plan cuando tú ya te
habías escapado – dijo Erwin que recibió un codazo de su madre al oír lo que dijo –

- Lizbeth, mi Dama Dragon, no tenía ni la más mínima duda, de que lo conseguirías. – le dijo
Blakc con cariño, y una sonrisa – ahora id a asearos, y descansad, cuando la cena este lista
os avisaremos.

Antes de que pudiésemos entrar en palacio, apareció Viriato, y repartió unos viales con el antídoto
para los elfos. Y después de saludar, y felicitar a Lizbeth volvió a sus asuntos y todos se fueron a sus
aposentos a descansar, menos Dag, que nadie había contado con él, y de hecho ni siquiera se
habían fijado en él, y este siguió a Lizbeth hasta su habitación.

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- ¿Dag?... Dag lo siento, no me he acordado de pedir que te preparen una habitación para ti,
- dijo Lizbeth cuando se dio cuenta del descuido –

- ¿Tendré una habitación para mí solo? – pregunto Dag – pero yo tengo que estar cerca de ti
por si aparece el asesino. – dijo preocupado –

- Luego buscaremos una solución, ahora entra, y aséate cuando acabes, ya entrare yo. – Le
contesto Lizbeth – y si quieres puedes volver a tu forma original –

- De acuerdo no tardare mucho, - dijo y entro en la habitación y en unos segundos se


escucharon unos gritos –

Lizbeth entro a toda prisa y vio a Dag con su forma original y a la pobre Alina con un susto terrible
en un rincón.

- Alina, tranquila es un amigo y yo le he dicho que podía usar mi baño, lo siento no


recordaba que podías estar aquí dentro. -le dijo Libeth sujetándola del brazo mientras la
sacaba de la habitación. –

- Pero señorita es…demonio…

- Lo sé, pero nos ha ayudado, a rescatar a el señor Owen y a curarlo, - le explico a Alina -no
te preocupes por nada, vale. ¿Por cierto queda alguna habitación bacia en este pasillo?

- Pues, si la que está justo al lado de la suya está vacía, porque a los dragones no les gusta
demasiado, dicen que es demasiado luminosa, que prefieren Habitaciones que no den al
exterior. – dijo Alina –

- Bien, necesitare que la preparéis para nuestro amigo, y de verdad no te preocupes. – le


dijo Lizbeth intentando que se calmara un poco. –

Alina se fue con el susto todavía en el cuerpo para avisar de que había que preparar una
habitación, poco después salió Dag de la habitación de Lizbeth, todavía mojado y con el pelo
revuelto.

- Perdona, pero no encuentro con que secarme y hay demasiadas cosas en esta habitación
para encontrar nada. – dijo Dag un poco avergonzado – ¿me puedes ayudar?

- Si claro no te preocupes, no lo había pensado – se disculpó Lizbeth entrando en la


habitación. –

Primero le busco unas toallas, para que se secase, y pudiese vestirse ya que estaba como había
venido al mundo, cuando estuvo vestido lo ayudo a poner su pelo en orden ya que ella tenía su
cepillo para peinarse y una vez listo lo hizo salir al pasillo y esperarla allí para evitar más sustos.

Cuando Lizbeth ya estaba lista hizo pasar a Dag para poder esperar tranquilos a que les avisasen.

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- Ya que estamos en el palacio, supongo que podremos empezar a enseñarte las magias, y
poderes que tienes que desarrollar, para estar lista para cuando aparezca el asesino. – dijo
Dag –

- Si quieres podemos empezar mañana por la mañana, yo estoy deseando aprender todo lo
que pueda. – dijo ilusionada Lizbeth –

- Tienes que entender, que nos vamos a enfrentar a un dios, y que tus amigos no tienen
opciones ante un rival así, de hecho, es posible que tengamos que luchar juntos para
poder vencerle. - Dijo Dag muy serio – se lo mucho que significa Owen para ti, pero si
intenta meterse en medio no sobrevivirá.

- Cuando estemos todos juntos hablaremos. – Dijo Lizbeth –

- ¿Todos? Quienes son todos, los guerreros elfos, la familia de Owen… - pregunto confuso
Dag –

- No, me refiero a Owen, Blakc, tu, y yo… es que a veces, no me doy cuenta de que todavía
no sabes toda la historia, y hablo como si lo supieses.

- ¿Y quién es Blakc?

- Baya ya la he liado…- dijo Lizbeth llevándose las manos a la cabeza – Blakc es el nombre del
Rey Dragon Negro, pero nadie tiene permitido llamarlo así, excepto Owen y yo y solo
cuando estamos a solas con él.

- Tranquila no diré nada. – sonrió divertido Dag –

Entonces tocaron a la puerta, y Alina se asomó para avisar de que el señor Owen ya podía ser
visitado.

Lizbeth y Dag salieron de la habitación y fueron a la de Owen que era la que estaba justo enfrente
de la de Lizbeth, tocaron a la puerta y entraron despacio por si se avía dormido no molestar, pero
no, estaba ya allí, su familia Erwin sentado en un sillón, Kalen de pie junto a la cama y Enyd sentada
en la cama abrazando a su hijo y llorando de la emoción.

- Disculpad volveremos más tarde, - Dijo Lizbeth al verlos –

- No te preocupes querida entra nosotros no vamos para el comedor, - dijo Enyd –

- !!Pero qué demonios¡¡ - exclamo Kalen cuando vio a Dag. –

- Tranquilo es Dag, y gracias a, el conseguimos sacar a Owen con vida de las dunas – dijo
Lizbeth levantando las manos apaciguadoras – sabemos que es, pero también sabemos
que su alma no es malvada.

- ¿Como puedes estar segura? – dijo Erwin – podría estar manipulándote para mataros a

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todos.

- Es que no te cansas nunca Erwin, - dijo Lizbeth con hastió -primero si quisiera matarnos
podría hacerlo sin pestañear, a todos los que estamos aquí, segundo, es el, el que me ha
enseñado una técnica avanzada para poder curar a Owen y tercero, ni siquiera sabes que
es lo estas juzgando por su aspecto, si supieras que es tendrías pesadillas el resto de tu
vida, así que deja de molestar intentando llamar la atención que solo te pones en
evidencia. Y piensa una cosa, todos los que viven a este lado del mundo, son almas puras y
bondadosas, verdad que no, pues al otro lado pasa lo mismo, pero al revés no todos son
monstruos sin alma.

- Bien nos fiamos de tu criterio si tú te fías nosotros también – dijo Enyd – nos vamos y os
dejamos para que habléis. – y se llevó a su marido e hijo casi a empujones –

- Menudo aspecto más impresionante que tienes -alago Owen a Dag cuando se acercó –

- ¿Te gusta? Este es el aspecto que elegir para impresionar, y que no pensasen que era presa
fácil, la vida en el lado oscuro es muy dura, y distinta a esta vida. - Reconoció Dag –

- Y cuando extiende las alas es aún más impresionante – dijo Lizbeth emocionada –

- Ya me lo imagino, ojalá yo también tuviese alas, tiene que ser increíble surcar los cielos con
total libertad – dijo Owen perdido en sus pensamientos –

- Bueno, a mí me interesa saber, si podemos repetir lo de la curación, para que Owen se


cure antes. -dijo Lizbeth

- Pues veamos como esta tu nivel de energía y lo sabremos. – Dag se acercó a Lizbeth y
coloco una mano en la frente y otra en su pecho, y cerró los ojos – todavía no estas lista,
quizás después de cenar, o de desayunar mañana, pero ahora no puedes.

- Lo siento amor tendremos que esperar un poco más para que puedas hacer vida normal. –
le dijo Lizbeth mientras le cogía una mano con cariño. – será mejor que nos vallamos a
cenar después nos pasaremos a ver como estas.

En la cena todo fue muy formal ya que estaban los cinco guerreros ellos y la familia de Owen, casi
toda la conversación fue entre los Guerreros y los padres de Owen que querían saber los detalles,
del rescate Dag y Lizbeth solo hablaban cuando les preguntaban directamente pero poco más.
Antes de despedirse para irse a descansar anunciaron que se marcharían al día siguiente ya que
llevaban días sin cumplir con sus obligaciones, también se marcharían lo guerreros elfos para
unirse a sus compañeros. Y todos los elfos se fueron a descansar para partir al día siguiente.

En el salón solo quedaron Blakc, Dag y Lizbeth.

- Pareces un tipo interesante y tu aspecto es increíble no me extraña que Lizbeth te haya


traído hasta aquí. – dijo Blakc observando al nuevo compañero – me encantaría escuchar

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tu historia si es que quieres contarla.

- Si os cuento mi pasado seguro que no querréis cuentas con alguien como yo. – dijo Dag
bajando la mirada. –

- Puedes estar tranquilo aquí todos tenemos historias y por eso no juzgamos a los demás, si
quieres ser nuestro amigo lo primero es confiar en nosotros y nosotros también te
contaremos nuestras historias y veras que en todas hay momentos duros y que todos
cometemos errores por eso aquí puedes estar tranquilo que nadie te dirá nada. – lo
tranquilizo Lizbeth para que no se preocupase –

- Creo, que hay algo, que sí que tendríamos que hacer cuanto antes, - dijo Dag – avisar a
todos los que viven o trabajan en palacio de mi presencia para que no pase como antes.

- ¿Qué paso antes? – pregunto curioso Blakc –

- Que se cruzó con Alina, y a la pobre casi se le para el corazón del susto. – explico Lizbeth –

- ¿y qué clase de ser o criatura eres tú? Pareces un demonio, pero no sé porque creo que
eres algo más – pregunto Blakc curioso –

- Soy un dios demonio. Un dios de la oscuridad – dijo Dag – apesadumbrado pensando que
ahora si lo rechazarían –

- Me has dejado estupefacto, mañana tienes que contarnos tu historia, Owen tiene que oír
esto es increíble, y Viriato creo que será el más feliz del mundo, si le permites escucharte,
es increíble.

- Si, pero no lo atosigues lo vas a espantar. – regaño Lizbeth a Blakc – mañana por la mañana
empezaremos con mis entrenamientos para aprender mis magias, y poderes, y por la
noche si queréis, que os cuente lo que queráis

- ¿De verdad no os importa que sea un dios demonio? Todo el mundo a huido de mi en
cuanto han sabido quien soy, y vosotros estáis… entusiasmados, no lo comprendo. -Dijo
Dag confuso –

- Ya te hemos dicho que aquí no juzgamos a las personas por quienes son sino por como son
y se portan con nosotros. – le dijo Lizbeth poniéndole una mano en el hombro para
calmarlo – ahora vamos a ver a Owen antes de que sea tarde, ¿vienes Blakc?

- Si, podemos ir todos, pero antes una cosa ¿a Dag lo podemos considerar un amigo como
Owen?

- Yo creo que si ¿Por qué lo preguntas? - lo miro intrigada Lizbeth –

- Por nada solo es que como estas usando mi nombre, es para saber a qué atenerme. – la
miro Blakc muy serio desde las alturas. –

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- Lo siento… - alcanzo a decir Lizbeth tapándose la boca con las manos –

Dag no sabía que decir para calmar la cosa, y se quedó quieto y no dijo nada, de pronto Blakc ya no
pudo aguantarse más la risa, y soltó unas buenas carcajadas, tanto se rio que se le caían las
lágrimas de reír, Dag al verlo se puso a reír también, pero, quien no lo encontró gracioso fue
Lizbeth y siguió caminando hacia la habitación de Owen.

Lizbeth fue la primera en entrar en la habitación, y se sentó en la cama junto a Owen y le cogió de
la mano.

- ¿Como te encuentras? ¿necesitas algo? – pregunto Lizbeth –

- La verdad es que estoy muy bien, creo que mañana poder salir de la cama, y pasear un
poco –

- Eso es estupendo – dijo Blakc desde la puerta – me alegro mucho de que estes
recuperándote tan rápido.

- Gracias Blakc, ya tengo ganas de volver a la vida cotidiana, que pensaba que no volvería a
tener, - dijo Owen un poco apesadumbrado –

- No pensarías en serio que te íbamos a dejar en manos de esos desalmados ¿verdad? –


pregunto Lizbeth con tono de ofendida –

- No es eso es que no quería que os pusieseis en peligro por mí. – dijo Owen bajando la
cabeza –

- ¿Por eso te estabas dejando morir? – Dijo Dag con un tono triste – no querías que a tu
amada le pudiese pasar algo por rescatarte y pensaste que si morías ya no tendría motivos
para ponerse en peligro. – la voz de Dag encerraba una tristeza y dolor que todos sintieron
en sus propios corazones. –

- Si, es cierto prefería morir a que Lizbeth corriese peligro, - dijo Owen avergonzado bajando
la cabeza –

- No habría funcionado, si algo te hubiese pasado, Lizbeth habría sido capaz de arrasar todo
el reino de las dunas por puro dolor – dijo Dag – os recuerdo, que posee un gran poder,
pero que todavía no lo controla, así que, si algo pasase, algo como la muerte de alguien a
quien ama, podría desatarse su poder de manera incontrolada, y provocar el caos más
absoluto.

- Eso da un poco de miedo, - Dijo Blakc con media sonrisa –

- Entonces mejor seguir vivo – dijo Owen con una sonrisa –

- Ya os avisé, de que, si se os ocurría morir, iría al mismísimo infierno a por vosotros, y os


traería de vuelta – Dijo Libeth riendo –

[196]
- Al menos lo tomáis con buen humor – Dijo Dag que se unió a las risas –

Estuvieron charlando un poco más y cuando se hizo hora de ir a descansar la habitación que tenían
que preparar para Dag aun no estaba lista ya que era una habitación para dragones, así que
decidieron que Dag se quedaría con Owen, aunque ninguno de los dos estaba muy convencido,
Dag quería quedarse con Lizbeth en su habitación y Owen quería que Lizbeth se quedase allí con
él y le dejase su habitación a Dag, incluso Blakc, tenía su propuesta que hacer, si Lizbeth se
quedaba con él, Dag podía usar la habitación de Lizbeth.

- Haber chicos me siento muy alagada con que todos queráis dormir conmigo, pero en mi
habitación dormiré yo y solo yo, vosotros organizaos como queráis. – Dijo Lizbeth saliendo
por la puerta y lanzado les un beso al aire. –

- Bueno pues lo ha dejado muy claro, así que yo me voy a mis aposentos – Dijo Blakc – si
quieres puedes, venir, pero no será muy cómodo – le ofreció a Dag –

- Lo ha dejado clarísimo – se rio Owen – tranquilo Dag puedes quedarte aquí, en esta cama
cabe un ejército.

- Pues decidido, buenas noches, chicos, espero veros en el desayuno – Dijo Blakc saliendo
de la habitación. –

- Así que mañana empezaras a enseñarle a usar su poder – dijo Owen lanzando la pregunta
al aire. –

- Es importante que esté lista cuando aparezca su asesino – Dijo Dag muy serio –

- ¿Y tú no podrías acabar con él? – pregunto Owen –

- Eileen era más poderosa que yo, y aun así la mataron, a lo mejor la cogieron por sorpresa,
y no pudo reaccionar, es caso es que esperaron a que yo no pudiese ayudarla, por lo que
es posible que, aunque sea más fuerte que Eileen, pero no podrá con los dos a la vez.

- ¿Aun la amas verdad? He visto que te sonrojas, como la miras cuando crees que no te ve
nadie. – le dijo Owen a Dag –

- No, no es eso no te preocupes yo sé que te ama y nunca…- empezó a decir Dag, pero Owen
lo interrumpió. –

- Tranquilo, no te estoy diciendo esto como recriminación, ni nada así, entiendo


perfectamente como te sientes, porque yo me enamore de ella, sabiendo que Blakc y ella
se aman. Desde mucho antes de conocerme a mí. Y se siguen amando, pero por su
condición, no pueden estar juntos, pero se aman profundamente, y eso no quita que me
ame a mí de la misma manera, y con igual intensidad, quizás si cuando recupere todo su
poder, y si recupera sus recuerdos tal vez su amor por ti vuelva.

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- ¿Y no te importa que ame a otro, al mismo tiempo que te ama a ti? – pregunto confuso
Dag –

- ¿A ti te molesta que me ame a mí? O ¿Qué no recuerde vuestro pasado? – le pregunto


Owen –

- La verdad, es que lo único que quiero es que este a salvo y feliz, me da igual como o con
quien. – Dag se dio cuenta de lo mucho que todavía la amaba, y en la oscuridad una
lagrima se le escapo –

- Eso mismo sentimos Blakc y Yo por ella, un amor tan grande que solo nos interesa su
bienestar y felicidad, y como has podido comprobar ella, siente lo mismo por nosotros
siendo capaz de arriesgar, su propia vida por cualquiera de nosotros.

Se hacia tarde y tenían que descansar así que dejaron la charla para el día siguiente y descansaron
tranquilamente pensando en su amada.

Por la mañana, Lizbeth después de salir a dar su paseo con Blakc, fue a despertar a Owen y a Dag.

- Buenos días, chicos, es hora de ponerse en pie, - Dijo Lizbeth llena de energía para que los
chicos le levantasen –

- Buenos días, Lizbeth, ¿ya habéis salido de paseo? – pregunto Owen –

- Si, acabamos de llegar y es hora de levantarse para desayunar, ¿crees que podrás venir a
desayunar al salón con nosotros? – le pregunto Lizbeth a Owen antes de que este tuviese
tiempo de levantarse -

- Estoy bien de verdad, creo que ya he descansado más que suficiente, necesito moverme
un poco. – dijo Owen poniéndose en pie, y mostrando que estaba bien –

Cuando estuvieron listos fueron al salón a desayunar, y cada vez que se cruzaban con algún
sirviente y veía a Dag, se la quedaba cara de susto, al principio intentaban seguir como si nada,
pero al rato, no podían evitar reírse a carcajadas, al ver las expresiones extrañas que ponían, y por
supuesto cuando los asustados sirvientes, los veían reírse a carcajadas se enfadaban, y se iban
despotricando, lo que aún les hacía más gracia, y más se reían.

Entraron en el salón todavía riéndose y se dirigieron a la mesa y para su sorpresa Blakc ya estaba
allí.

- Veo que estáis de muy buen humor – dijo sonriendo Blakc –

- ¿Te acordaste de avisar a Bricio, de que nuestro nuevo invitado es un demonio, para que el
servicio estuviese sobre avisó? – pregunto Lizbeth intentando contener la risa –

- Pues ahora que lo dices creo que se me olvido… ¿ha pasado algo? – Pregunto Blakc a sus
risueños amigos –

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- Nada grave, solo algunos sustos que seguro que se convertirán en quejas a Bricio por parte
del servicio. – Dijo Owen con una sonrisa –

- Owen amigo, ¿cómo te encuentras? Has podido descansar bien.

- Si he podido descansar y estoy casi como nuevo pronto poder volver con mis obligaciones
de Caballero Dragon. – contesto Owen muy contento –

- Y tú Dag, ¿has podido descansar bien? En un par de días tendremos tu habitación lista, si
necesitas algo por favor pídelo. – le dijo Blakc a Dag que lo miraba un poco incrédulo –

- Si, gracias, he dormido bien, Owen, ha sido muy amable dejándome compartir su cama. –
dijo Dag todavía sin saber muy bien cómo actuar-

- Ves lo grandote e impresionante que es Blakc, – dijo Lizbeth a Dag – pues que sepas que es
todo buen corazón, así que, si te dice que no te preocupes, y pidas lo que necesites lo dice
de corazón. Y ahora, ya va siendo hora de empezar el entrenamiento, así que será mejor
que nos marchemos ya, dijo cogiendo a Dag del brazo, y llevándoselo hacia la salida de la
sala.

- Es increíble la energía que tiene siempre – dijo Blakc –

- Y las ganas de aprender más y más – dijo Owen –

- ¿Te has dado cuenta verdad? – le pregunto Blakc a Owen –

- Si, me he dado cuenta, pero no diré nada hasta que cuente su historia, no sabemos cómo
ni porque ha acabado así.

- Sea como sea seguro que lo paso muy mal.

Después de la charla Blakc se fue a seguir con sus obligaciones y Owen decidió salir a dar un paseo
por los jardines del palacio allí se encontró con que su familia y su sequito estaban todavía junto a
los establos, cuando deberían haber partido hacia horas.

- ¿Qué ha sucedido? ¿hay alguien enfermo o herido? – pregunto Owen llegando a donde
estaban sus padres. –

- Owen, hijo deberías estar descansando, - le dijo su madre nada más verlo – aun esta débil.

- Tranquila madre solo he salido a dar un paseo y luego volveré a mi habitación, - le dijo para
tranquilizarla, - ¿qué ha pasado?

- El caballo de tu padre, parece que al subir se lastimo una pata, y ahora cojea y es incapaz
de volver a bajar, - dijo su madre con fastidio –

- Madre Orla es una yegua, y sabes que es muy valiosa, y querida por padre, - dijo Owen –

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iré a ver qué puedo hacer.

Owen se acercó a su padre, que parecía muy angustiado, por el estado de la pata de su fiel yegua,
era un animal magnifico, y su color era dorado, hasta el punto de que parecía cubierta de oro fino
su cola, y crines, también eran doradas, e incluso sus preciosos y grandes ojos, eran de esta
tonalidad.

- Padre, ¿es muy grabe la lesión de Orla?

- Hola, hijo, no parece muy grave, pero si baja hasta el puerto así empeorara, y no quiero
dejarla aquí.

- Padre hagamos una cosa, te llevas a mi yegua luna y cuidas de ella hasta que yo te lleve a
Orla completamente recuperada, te prometo que me ocupare personalmente de sus
cuidados. – dijo Owen para tranquilizar a su padre –

- ¿Estás seguro de que podrás ocuparte de ella en tu estado? -pregunto Kalen –

- Si, padre, te prometo que estaré pendiente de ella hasta que se recupere, y después te la
llevare yo personalmente.

- Si es así aceptó el trato, - dijo Kalen – cuídala mucho ya sabes que es importante para mí.

- Lo mismo te dijo con Luna, es muy importante para mí, -dijo Owen –

Al final la comitiva se puso en marcha y Owen se llevó a Orla con mucho cuidado hasta una zona
tranquila para que estuviese más relajada, le dio de comer y le pidió a Viriato un emplasto para
ponerle en la zona lesionada que la ayudase a mejorar. Antes de anochecer la llevo a un establo
aparte de los demás y la dejo descansar, luego se fue a su habitación se aseo y se preparó para la
cena, se estaba vistiendo cuando llego Dag.

- ¿Cómo ha ido el entrenamiento? – pregunto Owen al verlo entrar –

- Es increíble lo rápido que aprende, y gana poder, pronto será más poderosa que yo.

- Eso es bueno, es lo que queremos. – dijo Owen contento –

- Por supuesto que sí, pero hasta ahora yo era más poderoso, y con mi poder cubría el suyo,
en cuanto el suyo sea superior, podrá captarlo el asesino, y ella aún no está preparada.

- Y si le enseñas, no se…las magias oscuras, esas no las relacionaran con ella y seguirá
ganando poder, - dijo Owen preocupado –

- Lo podemos intentar, si el tipo de magias predominantes cambian, la energía mágica


también, así que es posible que la capten, pero no la relacionen con ella. – gran idea
Owen, lo felicito Dag – me voy a asear un poco y vamos a cenar.

[200]
Al cabo de un rato ya estaban los dos charlando en la sala esperando a los demás, el primero en
llegar fue Viriato que venía con una sonrisa de felicidad absoluta, enseguida llego Blakc, y la última
en llegar fue Lizbeth, a la que todos se quedaron mirando anonadados.

- Lo siento, sé que llego un poco tarde, pero, no sé si me estoy volviendo loca, o mi pelo a
crecido desde esta mañana, y parece tener reflejos dorados, - dijo Lizbeth con un largo
mechón de pelo en la mano, -

- Fascinante -dijo Viriato –

- Lizbeth, estas preciosa - dijo Blakc –

- Mas que preciosa esta radiante, - dijo Owen –

- Si, te crecerá el pelo te cambiará de color, y tu aspecto será cada vez más hermoso, y
radiante, - dijo Dag – es porque estas recuperando tu poder, y tu cuerpo vuelve a su forma
original, lo único que no sabemos, es si recuperaras tus recuerdos o no.

- Pues a mí me gustaba mi aspecto, - dijo Lizbeth un poco contrariada –

- Una vez domines tu poder podrás tener el aspecto que tú quieras – la tranquilizó Dag –

- Bueno habíamos quedado que nos contarías tu historia – dijo Blakc – si quieres claro, no
estas obligado ni mucho menos, seguiremos siendo tus amigos, aunque no nos cuentes
nada.

- Eso está claro, nadie te obliga y si quieres nosotros también te contaremos nuestras
historias. - dijo Owen –

- Bueno, creo que lo mejor es empezar por el principio – dijo Dag – yo no nací en el
territorio oscuro, de hecho nací en el reino de los elfos de las altas montañas, para ser más
preciso en el palacio, yo era el segundo hijo del anterior rey de los elfos, mi verdadero
nombre es Kilian, y nací unos minutos después de mi hermano, cuando éramos pequeños
todo parecía estar bien, pero cuando tuvimos que empezar a aprender a usar nuestros
poderes, nuestros padres hicieron llamar a unas hadas para que viesen en que magias
éramos mejores para optimizar la enseñanza y no perder el tiempo en enseñar magias a
las que no se es afín, primero miraron a mi hermano y todo estaba dentro de lo normal,
pero cuando me miraron a mí, el hada se espantó, al principio no quería decir lo que era
aquella esfera que mi hermano no tenía y yo sí, entonces mi padre la amenazó de muerte
y se lo dijo.

Era la habilidad de devorar almas, y apoderarse así de las afinidades mágicas, de las almas
a las que devora. Me encerraron en mi habitación y podía oír a mis padres discutir. Mi
padre quería matarme sin más, y mi madre le rogaba que no lo hiciese que solo era un
crio. Esa noche mi madre me saco de la habitación me dio dinero comida y un caballo, y
me dijo que no volviese nunca porque mi padre me mataría, me dio un beso en la frente y

[201]
mientras lloraba le dio una palmada al caballo que salió al galope. Por lo que se borraron
de los registros todo rastro de mí, así que para los elfos yo no he existido nunca. En aquel
momento no era más que un adolescente que no sabía nada de lo que había fuera del
Palacio, no tardaron mucho en robarme todo lo que tenía, y mi supervivencia no estaba
nada clara.

Un día en un bosque, vi un fuego de campamento y parecía que estaban asando algo de


carne, me acerque y vi un conejo cocinándose al fuego, y cuando me acerque más vi a un
elfo de los bosques mal herido junto a un tronco, me acerque para ayudarle, pero ya no
podía hacer nada por el entonces vi algo que nunca había visto, una esfera de luz salió de
su pecho, estire la mano y pude cogerla y antes de darme cuenta me la había comido.
Enterré al pobre desdichado y aproveche para comer y coger todo lo que pudiera serme
útil, estuve un par de días en aquel lugar practicando magia tenía que hacer hago o no
sobreviviría, con el tiempo fui haciéndome más fuerte pero solo usaba mi habilidad con
aquellos que querían hacerme daño bien por mi aspecto o porque eran malas personas.
Hasta que me cansé de luchar y enfrentarme con bandidos y ladrones y decidí irme a la
zona oscura.

Cuando estaba casi en la frontera de la zona oscura encontré una cueva y decidí que sería
un buen sitio para pasar la noche antes de entrar en aquella tierra sin ley. Dentro encontré
algo que nunca había visto y que creía que no existía, un Dragon Blanco, estaba muy viejo
de hecho estaba ya agonizante, cuándo me vio me dijo:

- Esto sí que no me lo esperaba, un devorador de almas, hacia mucho que no veía a uno.

- Lo siento no quería molestarle me buscare otro lugar para descansar.

- No seas estúpido, ¿quieres entrar en la zona oscura? Con el poder que tienes ahora no
duraras ni dos días.

- Bueno no es que mi vida tenga mucho valor de todas formas, - dije decaído –

- Como se te ocurra volver a decir algo así te daré un golpe que estarás mareado un mes. lo
que vas a hacer es quedarte aquí conmigo hasta que muera y después devoraras mi alma.

- Pero porque si mueres alcanzaras la divinidad y serás eterno, inmortal,

- No quiero eso, no me he cansado de la existencia, llevo milenios en este mundo, y me


gusta este mundo con su imperfección, pero no quiero ir a un lugar en el que todo es
perfecto, y que cada día es igual al anterior, prefiero que me comas, y seguir por aquí un
poco más.

Estuve con el Dragon Blanco, durante cuatro días antes de que falleciera, y en ese tiempo me
enseño magia, y como controlarla, cuando devore su alma, sentí más poder del que nunca había
sentido, y tal y como me dijo, me quede un tiempo en la cueva, aprendiendo a usar mi poder, y a

[202]
controlarlo, también fue allí donde decidí que tenía que cambiar mi aspecto, y adopte este aspecto
que veis. En la zona oscura fui acumulando más y más poder, y más y más magias, hasta que ya no
podía seguir aumentando, entonces un día se me presento un tipo un poco raro y me dijo que ese
ya no era mi sitio que había alcanzado, poder suficiente para ir al mundo de los dioses, y así me
convertí en un dios demonio.

Al igual que nuestro mundo está dividido en luz y oscuridad en mundo de los dioses también tiene
esa división, pero allí no hay luchas ni guerras, solo eres de uno u otro lado según como y donde
alcanzases la divinidad.

Yo solía salirme de la zona oscura, para explorar la zona de luz, en una ocasión como muchas antes,
me cole en un palacio de mármol blanco, y con cortinas de seda por todas partes, avance hasta
que encontré una zona de baño, en principio pensé que no había nadie, pero de repente salió del
agua el ser más hermoso que jamás había podido imaginar, su pelo dorado largo hasta las rodillas
la cubría por completo de miradas ajenas, su piel era blanca, casi tanto como en mármol que
pisaba, sus ojos eran dorados como el sol y sus labios eran de un rosa suave. Cuando se acercó
acoger una prenda para cubrirse me vio, y lejos de asustarse me sonrió y dijo:

- Hola, soy Eileen, te puedo ayudar en algo, ¿te has perdido?

Después de ese encuentro fortuito, nuestra amistad fue creciendo, y al final acabamos
enamorados, en el mundo de los dioses a nadie le parecía bien nuestro amor así que decidimos,
que nos iríamos a un mundo donde ser felices. Eileen sabia abrir portales entre mundos así que
abrió uno y pase yo primero, espere y de pronto el portal se cerró, no sabía que había pasado
estuve meses esperando, hasta que entendí que no vendría, creí que me había traicionado y
dejado en este mundo solo.

Cuando sentí el poder de Eileen, Sali disparado en la dirección que lo sentía, pero para mi sorpresa
me encontré con Lizbeth y supe que jamás me traiciono si no que la mataron. Y esa es mi historia.
– dijo Dag mirando hacia abajo esperando como esperando una sentencia –

- Te puedo pedir un favor, es por pura curiosidad – dijo Owen – me gustaría ver tu aspecto
de elfo, si me lo permites claro.

- Si no hay problema solo dame un segundo hace mucho que no vuelvo a mi aspecto
original – dijo Dag poniéndose en pie y dando un par de pasos hacia atrás.

Sus ropas oscuras empezaron a volverse blancas y plateadas de seda y gasas vaporosas dando
forma a un precioso quimono, su piel empezó a volverse más blanca y fina, con rasgos delicados,
su pelo se volvió de plata y creció hasta los pies, y sobre su cabeza había unos delicados cuernos
que parecían ramas de cristal, su mirada ya no era de fuego si no de plata y con una sonrisa dulce.

- Es idéntico al rey de los elfos… - dijo Owen con la boca abierta –

- Es lógico es su hermano gemelo, lo ha dicho antes. – le dijo Lizbeth no menos

[203]
impresionada por el cambio. –

- Ha sido todo un honor y un placer escuchar tu historia – dijo Viriato levantándose de la


mesa -y si me permiten yo necesito irme a descansar un poco – y salió de la sala –

- Ha sido muy interesante ver como has llegado hasta aquí – dijo Blakc – puedes recuperar
tu otro aspecto si te sientes más cómodo.

- ¿Bueno y ahora qué? – pregunto confuso Dag –

- ¿A qué te refieres? – le pregunto Lizbeth –

- Supongo que sabiendo que soy un devorador de almas me repudiareis y me echareis de


aquí…- entonces Lizbeth le interrumpió –

- Crees que te libraras de nosotros tan fácilmente, de eso nada, tú te quedaras aquí serás
nuestro amigo y seguirás ayudándome con mis poderes, y si intentas huir te
encontraremos y te traeremos de regreso. -le dijo Lizbeth dándole un fuerte abrazo al que
se unió Owen y que completo Blakc con su enorme mano rodeándolos a todos.

- Ahora eres uno de los nuestros y aunque somos un poco raros somos como una familia
que se quiere y se apoya. – le dijo Owen – no te dejaremos solo, nunca más.

Después de esa noche, Dag, se sintió más tranquilo, y seguro de lo que había estado en mucho,
muchísimo tiempo. Los días pasaban y Lizbeth cada vez se parecía más a Eileen y menos a Lizbeth,
Owen por su parte estaba totalmente recuperado y la yegua de su padre pronto podría volver a
casa, y el reino estaba recuperando la normalidad después de la noticia de que el rey de las dunas
había muerto.

Todo estaba tranquilo, y Owen comento lo de ir unos días al reino de los elfos, para devolver la
yegua a su padre.

- Me encantaría ir contigo, y conocer el lugar donde te criaste – dijo Lizbeth –

- A mí ya me gustaría, pero es imposible, que pueda desatender el reino ni unos días –


comento Blakc –

- Ya no te quedan muchas más cosas que aprender de mí, así que si quieres podemos ir, y
terminar la instrucción de camino, en el barco. ¿si a Owen no le molesta claro? – Dijo Dag.

- Sera estupendo que podamos ir los tres, seguro que te gustara el reino elfo es muy
hermoso, - dijo Owen - ¿pero no te sentirás incomodo, Dag?

- No, tranquilo, ya hace mucho de lo que paso, y ya no me afecta, además con esta
apariencia, aunque alguien pudiera recordarme no me reconocería., -sonrió Dag –

- Estupendo pues preparemos todo para el viaje y disfrutemos de un pequeño descanso. –

[204]
se alegró Owen de ir acompañado –

Durante el día siguiente prepararon lo necesario para el viaje y adelantaron sus tareas para no
causar demasiados problemas, Owen organizo los turnos de los guardias para que siempre uno
estuviese con Blakc, y Lizbeth adelanto todo lo que pudo en el jardín de plantas medicinales
cosechando, plantando y preparando remedios y medicinas suficientes hasta su regreso.

Después de la cena cada uno se fue a descansar a su habitación, ya que, por fin, Dag tenía su
propia habitación, y estaba feliz por eso. Y cuando todos dormían Lizbeth seguía despierta algo no
la dejaba dormir, al fina cansada de dar vueltas en la cama se fue a la habitación de Blakc. Lo
encontró despierto en la terraza, contemplando el infinito.

- ¿Blakc, estas bien? – le pregunto Lizbeth acercándose a él. –

- ¿Qué haces despierta tan tarde? – pregunto Blakc –

- No podía dormir, ¿y tú? Tengo la sensación de que te pasa algo - Dijo Lizbeth con
preocupación –

- Si te dijese que estoy bien, te mentiría, no me molesta que te marches con Owen y Dag de
viaje, me molesta el no poder ir yo. Soy como un pájaro en una jaula dorada. Tengo todo lo
que necesito, pero no puedo salir de aquí e ir a donde quiera. Es como si fuese prisionero
de mi propia vida. – dijo Blakc con angustia -

- Si te sientes mejor, me quedare a tu lado, para que al menos no te sientas solo. – le dijo
Lizbeth seriamente preocupada por lo abatido que estaba Blakc –

- No, no quiero que tú, acabes sintiéndote así atrapada en una jaula. Tú tienes que ser feliz y
quedarte aquí no lo hará. – dijo Blakc que no quería que Lizbeth se quedase con él por no
dejarlo solo –

- Bueno pues tenemos que encontrar una solución, espera un momento, y enseguida lo
arregláremos. – Dijo Lizbeth saliendo por la puerta de la habitación –

Pasaron unos minutos y Lizbeth volvió acompañada de Owen y Dag que estaban más dormidos
que despiertos.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué nos despiertas a estas horas? – pregunto Owen frotándose los
ojos-

- Eso, que pasa todavía es de noche – dijo Dag bostezando –

- Como dijimos el otro día, somos una familia rara, pero nos queremos, y nos apoyamos
unos a otros. – les recordó Lizbeth – esta noche no podía dormir, porque sentía que algo le
pasaba a Blakc, y no me he equivocado. Tenemos que buscar una solución a un pequeño
problema.

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Lizbeth les explico lo que le pasaba a Blakc y como se sentía, y que tenían que hacer algo, y
después de mucho pensar y planear encontraron una solución.

A la mañana siguiente cuando Bricio fue a buscar a Blakc, este le aviso de que estaba empezando
con la muda de piel de los quinientos años y que se retiraría a una sala secreta hasta que estuviese
en condiciones de salir. Al pobre Bricio casi le da un patatús, de todo el trabajo que tendría que
retrasar o que no podría hacerse, y empezó a correr por todo el palacio dando órdenes para
reorganizar las cosas. En la habitación con Blakc estaba Dag, al que Bricio no había visto.

- ¿Estás seguro de que funcionara? -pregunto Blakc-

- En esta vida nada es seguro, pero que no se diga que no lo hemos intentado. – Dijo con
una sonrisa traviesa Dag –

Salieron a la terraza, y Dag le puso las manos en el pecho a Blakc, y una gran cantidad de energía
paso de Dag, a Blakc. Entonces Blakc empezó a transformarse, a hacerse más pequeño y en unos
segundos, tenía aspecto humano, el aspecto que había tenido los días más felices de su vida.

- ¿Estas listo? – pregunto Dag cogiéndolo como si no pesase nada –

- No lo sé, normal mente quien tiene alas soy yo… - dijo Blakc al ver la altura desde la que
tenían que saltar-

- Tranquilo yo cuidare de ti. – le dijo Dag con tono burlón guiñándole un ojo mientras
saltaban al vacío -

Mas abajo estaban Owen y Lizbeth esperándolos con los caballos listos para ir al puerto donde
estaba el barco. Y nada más tocar tierra, Lizbeth salto de su caballo y corrió a abrazar a Blakc, al
Blakc que tanto echaba de menos. Y los dos lloraron de emoción al poder abrazarse. Mientras
Owen y Dag sonreían al verlos felices. De ahí se dirigieron al puerto y para evitar miradas
indiscretas llevaban puestas unas capas de viaje con capuchas y el emblema del Dragon Negro para
que nadie les viese el rostro si ellos no querían, los cuatro iban vestidos igual con armadura de
Dragon Negro.

El barco que les esperaba en el puerto no era otro que el de su ya conocido capitán, que se alegró
muchísimo, de volver a llevarlos de pasajeros, ya que siempre obtenía aventuras y beneficios de
más cuando ellos andaban cerca.

- Mi querida Lizbeth, no sé cómo es posible, pero cada vez que te veo estas más hermosa, -
dijo el capitán – sin duda si tuviese unos cuantos años menos me casaría contigo.

- Mi querido capitán, si tuviesen unos cuantos años menos tendrías una dura competencia –
dijo Lizbeth señalando a sus tres acompañantes –

- Si que tienes unos pretendientes de peso. – dijo el capitán mirando a Owen y compañía –

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- Ya lo creo son los mejores, - dijo sonriendo Lizbeth –

- Pues ya que mis posibilidades menguan, cada momento, será mejor que partamos, y al
menos mi riqueza aumentará. – rio el capitán –

El viaje en barco duraba tres días hasta el reino de los elfos, así que aprovecharon el viaje para
terminar la instrucción de Lizbeth que no les llevo más de un día y medio, y pudieron descansar el
resto del tiempo. Casi todo el tiempo lo pasaban los cuatro juntos sentados en cubierta
disfrutando de la brisa y de poder estar tranquilos sin presiones ni obligaciones que cumplir.

Los tres días en el barco se pasaron muy rápido, y como solo estarían en el reino de los elfos
durante dos días, el capitán decidió que los esperaría allí mismo ya que en ese momento no tenía
ninguna carga que transportar.

El puerto era pequeño, y estaba entre dos montañas muy escarpadas, y completamente verdes por
la vegetación que tenían, de una de ella caía al mar una gran cascada de agua, que hacía que el
aire se llenase de pequeñas gotitas de agua en suspensión, que lo mojaban todo, por entre las dos
montañas se distinguía un camino, que se adentraba en un espeso bosque, junto al muelle había
un par de casas muy sencillas, que por lo que dijo Owen, eran donde estaban de guardia los que se
encargaban, del mantenimiento del muelle, y de avisar al palacio, cuando se acercaba un barco.

Cogieron los caballos, y se dirigieron hacia el camino que se adentraba en el bosque, era un
bosque muy exuberante lleno de plantas de todo tipo y flores con aromas delicados que llenaban
el aire.

El camino subía poco a poco bordeando las montañas, a veces veían a alguien que bajaba hacia el
puerto, pero no eran elfos como Owen, aunque sus rasgos eran muy bellos y sus orejas eran
puntiagudas, sus cabellos eran de colores más comunes, morenos castaños y rubios y sus ropas
eran más sencillas que las túnicas blancas, y eran de colores verdes, y marones, que se confundían
con la maleza, eran los elfos del bosque. A medida que subían el bosque se abría y cada vez había
menos vegetación, hasta que llego el momento que la vegetación desapareció, y empezaron a ver
nieve, el camino estaba limpio, pero a cada lado la nieve cada vez tenía más espesura.

Entonces llegaron a una pared prácticamente vertical, y una pequeña abertura en ella, al acercarse
vieron a dos guardias vigilando el acceso:

- ¡¡¡ALTO!!! Quienes soy identificaros si queréis pasar. – Dijo uno de los guardias –

- Soy Owen, hijo de Kalen, he venido a traerle a su yegua, que resultó herida en el último
viaje, y ya está recuperada. – dijo Owen quitándose la capucha para que pudiesen verle la
cara. – y estos son mis compañeros, los Caballeros y Dama Dragon Negro, que han venido
a acompañarme.

Y los demás también se quitaron sus capuchas para que los viesen. Fue divertido ver como las
caras de los guardias pasaban de la admiración por la belleza de Lizbeth al terror al ver a Dag. Lo

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cuan provoco algunas risas entre los cuatro amigos.

- ¡¡¡ES UN…!!! ¡¡¡ES UN…!!! – no conseguía terminar la frase el guardia aterrado –

- Es un Caballero Dragon Negro, que ha demostrado su lealtad y ha salvado mi vida, - dijo


Owen muy serio mirando a los guardias. –¿hay algún problema?

- ¡No señor! – contestaron los dos guardias –

Se volvieron a colocar las capuchas y siguieron avanzando por el interior de la montaña, pero sin
dejar de subir, al cabo de un par de horas salieron de ese pasaje, a lo alto de una montaña
completamente blanca por la nieve, estaban en lo que parecía un altiplano, y un poco más
adelante se levantaba lo que parecía una cubre hecha de puro hielo, era un paisaje sobrecogedor y
hermoso.

Al llegar a la cumbre pudieron ver que en realidad aquello era el palacio del Rey Elfo, como ya
habían avisado de que llegábamos, Kalen y Enyd estaban esperando en la puerta principal.

- Padre como prometí te he traído a Orla completamente recuperada, - le dijo Owen a su


padre nada más llegar a su altura. –

- Muchas gracias, hijo, sabes que es importante para mí. – dijo su padre agradecido – y veo
que no vienes solo.

- Después, del susto del secuestro, no se fían de que me pueda pasar algo – dijo Owen con
una sonrisa –

- Me alegra ver que tus amigos se preocupan por ti, - dijo Enyd – pediré que preparen
habitaciones para todos, ¿cuántos días estaréis aquí?

- Por desgracia, las obligaciones nos reclaman, así que solo pasaremos esta noche, y mañana
nos marcharemos. – contesto Owen a su madre cogiéndole una mano –

- Por lo menos podremos comer juntos, y pasar el resto del día poniéndonos al día, y
enseñando a tus amigos el palacio – se conformó Enyd sujetando la mano de su hijo –

Unos mozos se llevaron a los caballos, y ellos entraron en el palacio detrás de Kalen y Enyd, que los
guiaban, fueron a una sala comedor, no muy grande pero muy acogedora, a pesar de que las
paredes y el techo eran de un cristal mineral no podías ver a través de él, pero la luz llegaba de
todas partes, la mesa era redonda, y así todos podían ver a todos los que estaban sentados, la
mesa era de madera maciza, y estaba tallada con unas preciosas escenas de las montañas, y para
proteger el grabado un fino cristal lo cubría, las sillas eran de la misma madera y tenían unos
cojines blancos con bordados en plata tanto en el asiento como en el respaldo lo que la hacía muy
cómodas, en el suelo había una mullida alfombra blanca y en las paredes colgaban unos tapices
con escenas de animales de las montañas.

[208]
Se sentaron a la mesa y los sirvientes empezaron a servir comida, había estofados, carnes con
salsa, verduras asadas, y carnes a la brasa, y de postre fruta, mucha fruta. y entre comida y charlas
llego la hora de salir a dar un paseo por el palacio y ver las maravillas que Owen les había contado,
pero antes de salir del comedor entro un sirviente con cara de apuro.

- El Rey solicita la presencia de Owen y sus invitados en el salón del trono. – dijo el apurado
sirviente. –

- Por supuesto – contesto Owen y salió del salón detrás del sirviente, los demás lo siguieron.

El salón del trono era del mismo cristal mineral que el resto del palacio, pero aquí los cristales
estaban orientados de tal manera que la luz se dirigía directamente hacia el trono haciendo
parecer que brillaba con luz propia, desde la entrada del salón del trono hasta el pie de este había
una alfombra blanca y a los lados a modo de columnas salían algunos cristales minerales que
parecían joyas gigantes, y a ambos lados de la alfombra había un nutrido grupo de nobles y
cortesanos que miraban al grupo de recién llegados con curiosidad.

Con Owen a la cabeza avanzaron hasta el trono y a unos dos metros Owen se detuvo e hizo una
reverencia, los demás lo imitaron.

- Majestad, me han informado de que requeríais mi presencia, y la de mis compañeros. –


dijo Owen con tono serio. –

- Bienvenido querido Owen, cuando he sabido que estabas aquí, he pedido que vinieseis,
para poder conocer a esos compañeros de los que tanto he oído hablar. - Dijo el Rey con
curiosidad –

- Por supuesto majestad, este de aquí es Blakc, - dijo Owen señalando a su derecha – es
humano, pero es muy fuerte y diestro, y por supuesto es un Caballero Dragon Negro.

Blakc se enderezo y se retiró la capucha de la capa dejándose ver.

- Parece un muchacho muy competente y atractivo, - dijo el Rey –

- Majestad, este el Dag, procede de la zona oscura y es un demonio, pero ha demostrado su


lealtad, y ha salvado mi vida en más de una ocasión. – dijo Owen señalando a su izquierda.
– y es un Caballero Dragon Negro.

Dag se enderezo y retiro su capucha y la sala se llenó de cuchicheos y sorpresa, mientras Dag
miraba con descaro a los que cuchicheaban.

- Increíble que un ser del lado oscuro pueda ser de fiar, y si no fuese por ese color ceniza
hasta será guapo. – dijo el Rey sorprendido –

- Majestad esta es Lizbeth, es humana y una gran Guerrera y por supuesto es una Dama
Dragon Negro, como los demás.

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Lizbeth se enderezo, y retiro su capucha, todos los presentes volvieron a cuchichear, pero
enseguida pararon.

- Si que es una humana muy hermosa pero no comprendo que rechazases casarte con mi
hija por una humana, además por lo que veo tendría más candidatos donde elegir si tú te
quedas aquí. – Dijo el Rey casi como una orden -

- Lo siento majestad, pero ya se lo dije a mis padres y ahora se lo diré a usted, no me casare
con Alda, primero, porque no la amo, segundo porque yo ya amo a alguien, y tercero ella
también ama a otro, que no soy yo. – Dijo Owen muy serio –

- Me es indiferente lo que queráis tu o ella o cualquiera de los que están aquí, yo soy el rey y
se hará lo que yo diga y punto. – contesto el rey con toda la soberbia que tenía –

Lizbeth se adelantó unos pasos y se puso delante de Owen, miro a su alrededor y dijo:

- Quiero que todos los presentes salgan de la sala, solo el Rey la Princesa, la familia de Owen
y los Caballeros Dragon Negro permaneceremos aquí dentro. - Dijo con una voz firme y
serena –

Todos los de la sala empezaron a protestar y el Rey puso una sonrisa de triunfo, de pronto las
puertas del salón se abrieron de par en par y un viento extraño empezó a empujar a todos fuera
del salón, incluidos los guardias del Rey y cuando todos estaban fuera las puertas se cerraron con
un gran golpe dejándolas atrancadas.

- Muy bien, ahora que estamos más tranquilos podremos hablar claramente. – dijo Lizbeth
mirando al Rey al que le había cambiado la cara por completo. – Owen ¿te importaría
presentarnos de nuevo?

- Por supuesto – Dijo Owen con una sonrisa traviesa – majestad a mi derecha emos quedado
que esta Blakc, y es humano, ¿seguro que ese nombre no le suena de nada, aunque esté
prohibido usarlo?

- ¿Blakc? ......Blakc, no es posible…el Dragon Negro – dijo el Rey con una expresión de
completa sorpresa. –

- Así es, en el Gran Dragon Negro al que servimos, y que ha querido acompañarnos por si
algo pasaba. - Explico Owen –

- ¿Pero no puede ser como esta convertido en humano? – dijo el Rey –

- Lo siento, pero eso es un secreto. A mi izquierda esta Dag, en realidad no es un simple


demonio es en realidad un dios demonio capaz de convertir esta montaña en polvo con el
chasquido de sus dedos, y por cierto no es de la zona oscura, ¿no encontráis en él, unos
rasgos familiares? – Pregunto Owen y así como formulaba su pregunta Dag se fue
transformando en su auténtica apariencia –

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La princesa se asustó tanto que de cayo de culo y Erwin corrió para ayudarla, los padres de Owen
soltaron una exclamación de sorpresa y el rey se avía quedado casi paralizado ante la imagen de un
doble perfecto.

- ¿Qué clase de broma es esta?, ¿porque se ha convertido en un doble mío? – dijo furioso el
Rey –

- vaya sé que ha pasado mucho tiempo, ¿pero creía que recordarías a tu hermano? – dijo
Dag con una sonrisa triste –

- ¿Kilian? Kilian murió hace mucho tiempo cuando éramos niños.

- Así que eso te dijeron, Artus, nuestro padre quería matarme, por el poder que poseo, pero
madre se apiado de mí, y me ayudo a escapar, y mira por dónde nos emos vuelto a
encontrar, solo que ya no soy aquel niño asustado, ahora soy un dios de la oscuridad. - dijo
Dag volviendo a su forma demoniaca. –

- Esto es una locura – Dijo el Rey poniéndose las manos en la cabeza – y ahora me dirás que
la humana no es humana…

- Majestad ella es Lizbeth, nació como humana en un mundo distinto al nuestro y un día no
sabemos cómo acabo en el nuestro, el caso es que en realidad es una diosa que había sido
asesinada y metida en ese mundo para que no pudiese volver, pero aquí esta y ya ha
recuperado todo su poder y si Dag puede pulverizar la montaña ella puede pulverizar el
reino entero – dijo Owen con tono de orgullo por lo poderosa que era su amada –

Entonces Lizbeth delante de los ojos de todos, cambio de aspecto su pelo creció hasta sus rodillas y
se volvió de color dorado como rallos de sol sus ojos también se tornaron dorados, su capa y
armadura se convirtieron en seda suave y ligueras gasas que cubrían su cuerpo con delicadeza y su
sola presencia deslumbraba a los presentes.

- Hace solo un momento le ha preguntado a Owen, porque se quedaría conmigo en vez de


con su hija, primero mire a su hija está en los brazos del que es su auténtico amor que no
es otro que Erwin.

- Pero….

- Y dígame porque motivo tendría que dejarme Owen a mi para irse con su hija, dejando de
lado que yo sea una diosa.

- Mi hija es una dama respetada, y cuando yo no esté su marido será el rey.

- ¿Sabe que he aprendido muy recientemente? Que un rey no es más que un pájaro en una
jaula de oro y dudo mucho que sea ese el futuro que Owen quiera tener.

- Eso es yo no quiero un trono ni pasar mi vida junto a alguien que no amo, pase lo que pase

[211]
mi futuro esta con ellos que ahora son mi familia, y nos queremos y apoyamos
incondicionalmente y sin restricciones. Yo he venido a traerle una yegua a mi padre y a
recoger la mía, y mañana por la mañana partiremos de nuevo hacia nuestro hogar todos
juntos. – dijo Owen, dejando claro que o se marchaban por las buenas o no quedaría
piedra sobre piedra. –

- De acuerdo, admito que no puedo hacer nada contra vosotros, solo quería que mi hija
fuese feliz. – pues conmigo no lo habría sido. – sentencio Owen mirando a su hermano
abrazando a Alda. –

- ¡¡¡LIZBETH!!! Lo sientes – Grito Dag –

- Owen, Blakc, coged a todos, y resguardaos en un rincón, lo más alejado posible de


nosotros, - Ordeno Lizbeth y de inmediato Owen y Blakc hicieron lo que pedía, -

Lizbeth y Dag se quedaron en el centro del salón con las espaldas juntas para poder protegerse
mutuamente, mientras en un rincón el rey exigía saber que estaba pasando y por qué se tenía que
esconder en su propio palacio.

Señor si quiere que salgamos con vida de esta será mejor que se quede quieto y en silencio, por
desgracia solos los dioses tienen poder para hacer algo contra lo que viene. – le dijo Blakc
intentando hacerlos entender que no era una broma. –

De pronto un humo espeso empezó a rodear el trono hasta que dejo de verse y entonces una voz
estridente y desagradable salió de entre el humo.

- Querida Eileen, no esperaba verte tan pronto por aquí, y menos acompañada de ese bicho,
que siempre está pegado a ti. – dijo aquella voz –

- Cearbhall, tu voz sigue siendo tan estridente como siempre. – Dijo Lizbeth –

- Así que este, es el que te mato, cuando querías reunirte conmigo en este mundo, - Dijo
Dag mostrando su furia en sus ojos –

- Tranquilo Dag recuerda lo que habíamos hablado, - le recordó Lizbeth

La nube de humo se fue desvaneciendo y en el trono apareció un tipo que parecía un antiguo
romano con túnica blanca sandalias y una corona de laureles en la cabeza, llevaba el pelo peinado
con miles de caracolillos sus ojos eran pequeños y no mostraban una mirada limpia su cara era
redonda por el sobrepeso que tenía y lucia una oronda panza a juego con sus mofletes.

- Veo que no solo sigues teniendo la misma voz, desagradable tu aspecto tampoco ha
mejorado nada. – recalco Lizbeth – y siendo un dios que puede elegir el aspecto que
quiera, eso muestra el mal gusto que tienes.

- Yo veo que sigues rechazándome completamente, pero me da igual esta vez no tendré

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miramientos, la última vez me dio pena, y deje tu alma en otro mundo, esta vez la
devorare y sumare tu poder al mío, - dijo Cearbhall –

- ¿Así que eso fue lo que me hiciste? Me arrancaste el alma y no pude hacer nada. -dijo
Lizbeth cada vez más enfadada. –

- Así es, ni siquiera te diste cuenta de que te había pasado, me acerque por detrás, y te
arranqué el alma, pensé en comérmela, pero no sé por qué me dio pena, entonces cogí tu
cuerpo vivo, pero sin alma incapaz de hacer nada y me lo lleve a mi palacio, donde lo
disfrute hasta que murió. - Dijo entre carcajadas Cearbhall –

La rabia de Dag era más que evidente, al igual que los rostros de Owen y Blakc, la rabia y el dolor
que sentían, por lo que había hecho ese monstruo a su amada. Entonces casi sin darse cuenta Dag,
se lanzó contra Cearbhall, para sacarle el alma, por lo que había hecho, pero Cearbhall era más
fuerte que Dag, y ahora, el, que tenía su mano dentro del cuerpo de Dag agarrando su alma.

- Será mejor que lo suelte Cearbhall – dijo Lizbeth con tono de advertencia –

- ¿Por qué haría eso si tengo todas las de ganar? – dijo muy convencido Cearbhall –

- Yo que tu repasaría la situación no estas en tan buena posición, - le corrigió Lizbeth –

Cearbhall miro a su alrededor y vio al grupo que se mantenía en el rincón sin moverse, luego miro
a Dag al que tenía cogido por el alma y no podía moverse, y busco a Eileen estaba detrás del, con
su mano en su espalda, y rodeando con ella su alma,

- Eso no puede ser los dioses de la luz no conocen esta técnica es algo que solo conocen los
del lado oscuro – reclamo Cearbhall –

- Es lo bueno de tener a un maestro del lado oscuro, y ahora suéltalo. – ordeno Lizbeth –

- Está bien lo suelto, pero tú me tienes que soltar a mí. – dijo el cobarde soltando a Dag,
que cayó al suelo casi sin fuerzas-

- Bueno eso no depende solo de mí, - dijo Lizbeth señalando el techo de la sala –

En el techo se había abierto una grieta entre los mundos de los dioses y en el que estaban ellos y
los dioses que estaban mirando lo que pasaba eran por así decirlo los regentes y encargados de
que en su mundo todos se comportasen de manera honorable y respetuosa y si no cumplías se te
castigaba.

- Los dioses regentes, esto tiene explicación yo no quería hacer daño a nadie - empezó a
decir Cearbhall... –

- Eileen, Dagda, gracias a vosotros emos sabido que estaba pasando con los dioses que
desaparecían y por qué Cearbhall parecía más poderoso cada vez, ahora nos gustaría que
Eileen sacases esa alma de ese cuerpo u que Dagda se alimentase de ella.

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Lizbeth miro a Dag y este asintió, Lizbeth saco la mano de Cearbhall y en ella había una esfera
brillante de distintos colores y se la dio a Dag, este la miro y sin pensarlo se la comió de un bocado.

- Habéis cumplido bien con vuestro deber así que emos decidido que ahora seréis grandes
dioses de la luz – dijeron los regentes divinos –

- ¿Y eso que significa exactamente? ¿no tendremos que volver al mundo de los dioses
verdad? – pregunto Dag preocupado –

- No, tranquilo lo único que significa es que seréis más poderosos y que incluso podréis ir de
un mundo a otro sin problemas.

- Muchas gracias grandes regentes por acudir a mi llamada tan de repente y por la
recompensa recibida. – dijo Lizbeth con una reverencia y los dioses desaparecieron –

Blakc y Owen salieron del rincón donde estaban y fueron junto a sus amigos, mientras Blakc
comprobaba si Dag tenía alguna herida Owen le preguntaba:

- ¿estas bien Dag, tenías su mano dentro de tu cuerpo? ¿seguro que no estas herido? –
decía Owen angustiado –

- Tranquilos chicos estoy bien, mirad – dijo dejando su torso al descubierto – ni un rasguño.

- Pero si hemos visto como metía su mano… - dijo Blakc desconcertado –

- Es la técnica del devorador de almas, cuando la usas lo único que puede coger tu mano es
el alma del oponente, nada más. – dijo Lizbeth aclarando la situación –

- Increíble, ¿y ahora tú también puedes usar esa técnica? – pregunto Owen –

- Así es, cuando estuvimos planeando los distintos escenarios en los que podría aparecer el
asesino surgió la posibilidad de que fuese un ladrón de almas y Dag se puso enseguida a
enseñarme la técnica por si era necesaria, y así ha sido. – explico Lizbeth –

- ¡¡¡ALGUIEN ME PUEDE EXPLICAR QUE DEMONIOS ESTA PASANDO EN MI PALACIO!!! – se


puso a gritar enfurecido el Rey Artus. –

Mientras Erwin ayudaba a Alda a ponerse en pie, y Kalen hacia lo mismo con Enyd. Y poco a poco
se fueron acercando al centro del salón.

- Creo que está claro lo que ha pasado, un dios malvado nos ha atacado y yo me lo he
comido. – dijo Dag con una sonrisa divertida –

- Así que resulta que ahora ya no tenéis enemigos en vuestro mundo, y seguro que estaréis
deseando volver a él. – dijo el Rey Artus volviendo a sus planes –

- Lo siento Hermanito, pero no, nos quedaremos con nuestros amigos en nuestro hogar

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formando una gran familia feliz. – contesto Dag –

- Pero ya os habéis reencontrado y acabado con quien os había separado ya no tenéis


motivos para quedaros aquí. – dijo el Rey Artus confuso.

- Yo te lo explicare – dijo Lizbeth poniéndose delante del Rey y en medio de sus amigos – él
es Blakc, el me encontró y me cuido cuando estaba perdida, me dio su amistad y nos
enamoramos profundamente, un amor que nunca morirá y estará por siempre en nuestros
corazones, nunca lo dejare solo, la sola idea de perderlo me rompe el alma.

Él es Owen, cuando llego a mi vida yo apenas estaba superando el dolor de no poder estar
con Blakc por ser quienes somos y por mucho que nos amasemos, Owen supo de nuestro
amor al poco de llegar al palacio, aun así se quedó a nuestro lado y me enseño todo lo que
sabia me ayudo a ser más fuerte y a usar magias sencillas, y después de lagunas aventuras
y de pasar tanto tiempo juntos conociéndonos también nos enamoramos, no creas ni por
un momento que mi amor por Owen o Por Blakc era menor que el otro porque no lo era.

Él es Dagda o Kilian si prefieres, cuando nos conocimos estábamos en el mundo de los


dioses, pero no estaba bien visto que una diosa de la luz y un dios oscuro estuviesen
juntos, a nosotros eso no nos importaba y decidimos irnos a otro mundo y ser felices, pero
justo antes de que Eileen pasase el portal fue asesinada y su alma lanzada a un mundo sin
magia donde se reencarno en mí, Lizbeth, que de alguna manera llegue aquí.

El caso es que mi amor por los tres es igual de grande y profundo y no pienso renunciar a
ninguno a no ser que ellos se quieran marchar, entonces yo no tendré nada que decir.

- Todos nosotros, que emos entregado nuestro corazón, y no tenemos intención de


marcharnos a ninguna parte. -Dijo Blakc abrazando a Lizbeth por la espalda –

- Estaremos contigo por y para siempre – dijo Owen que se unió al abrazo por la derecha –

- Después de lo que me costó encontrarte ni sueñes que me separare de ti – dijo Dag


abrazándola por la izquierda –

- Bueno Majestad como puede ver todos tenemos claro lo que queremos y que vamos a
hacer así que dejese de tonterías permita que su hija se case con quien quiera y deje de
meterse en las vidas de los demás.

Al día siguiente regresaron al pequeño muelle donde les esperaba el barco y partieron para su
hogar, el lugar donde podían ser ellos mismos y ser felices. Durase lo que durase.

Salieron del reino de los elfos sabiendo que era lo que querían y se fueron a su hogar para dejarlo
claro a todos los que allí vivían, pero poco antes de llegar Blakc les dijo a sus compañeros:

- Chicos a llegado el momento y nos queda casi un día de viaje para llegar. – y los miro con
cara de preocupación –

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- Pensábamos que teníamos al menos dos días más antes del auténtico cambio de piel de
adulto. - Dijo Dag preocupado –

- No os preocupéis, ahora somos dioses de alto rango y podemos hacer cosas que antes no,
- dijo Lizbeth con una sonrisa –

- A veces das miedo, ¿lo sabes? – le dijo Owen medio en broma –

- Blakc, tienes que llegar a tu habitación lo antes posible, ¿verdad? – pregunto Lizbeth –

- Si, por favor no aguantare mucho así. – dijo angustiado –

- Bien, acércate a mí. – Lizbeth hizo un movimiento con la mano como si cortase el aire –
hay esta tu habitación entra enseguida en la caverna, yo iré a verte lo antes que pueda.

Blakc dio un paso hacia delante y desapareció de la vista de los demás, entonces Lizbeth volvió a
hacer el mismo movimiento con su mano, pero a la inversa.

- ¿Qué a pasado? – pregunto Owen perplejo –

- He abierto un portal espacial para que pudiese volver a su habitación si mas retraso,
nosotros volveremos como estaba previsto para evitar problemas. – Le explico Lizbeth con
un giño –

- Menos mal, por la cara que tenía no habría podido aguantar dos días más de viaje. – dijo
Dag –

- Yo hablare con el capitán y no dirá nada, - dijo Lizbeth y se fue hacia la popa del barco
donde el capitán manejaba el timón –

- Es una mujer increíble, - dijo Owen –

- Si, antes de que a nadie se le ocurra una solución para un problema, ella ya lo a resuelto. –
dijo Dag fascinado –

- ¿Habéis tenido tiempo de hablar de vuestros recuerdos? – pregunto Owen –

- La verdad, es que no emos tenido tiempo, pero también me asusta que pueda decirme. –
se sinceró Dag –

- Pues yo me voy a ir un rato a mi camarote, y vosotros deberíais quedaros aquí en la proa


que se está muy bien, y charlar un rato. – dijo Owen levantándose mientras Lizbeth volvía,
la miro le lanzo un giño y señalo a Dag con la cabeza. -

- Veo que el zalamero de Owen nos deja a solas para que podamos hablar, - dijo Lizbeth
mientras se sentaba junto a Dag –

- Es cierto, sé que debemos hablar, pero también me asusta, lo que puedas decirme, y

[216]
perder esto, no sé si estoy preparado. – dijo Dag con la voz entrecortada -

- Comprendo que estes preocupado, pero recuerda con quien estas hablando, soy yo Eileen.

- Si, pero ya no eres tú, y amas a Owen, y a Blakc, y yo no creo que encaje en esta viva que
ahora tienes… mírame un demonio en un palacio…

- Recuerdas cuando estábamos en el mundo de los dioses, no podíamos estar tranquilos ni


un minuto porque siempre había alguien, que nos denigraba, insultaba, o incluso agredía,
porque estábamos juntos. – recordó Lizbeth apenada -

- Lo recuerdo, por eso decidimos salir de allí, y irnos a un mundo donde ser felices, - dijo
Dag –

- Y por eso estamos en este mundo, para ser felices, no solo yo, tu también, o crees que no
recuerdo lo mucho que nos amamos. - le dijo Lizbeth mirándolo a los ojos mientras una
lagrima caía por sus mejillas. –

Dag la miro a los ojos y también el dejo caer unas lágrimas, la abrazo contra su cuerpo y con un
susurro le dijo: - Te he echado mucho de menos – Lizbeth le devolvió el abrazo y respiro el aroma
de su cuerpo que era como el olor del fuego quemando leña seca ese olor que te dice que estas en
el hogar, y dijo: - siento llegar tarde – y se fundieron en un beso tan profundo e intenso que parecía
que el tiempo para ellos se había detenido.

Pasaron los dos días y llegaron a puerto, enseguida subieron al palacio y preguntaron por Blakc
como si no supieran nada, y el pobre Bricio estaba desquiciado con la acumulación de trabajo que
tenía, así que como nadie que no fuese el rey podía decirles nada se pusieron manos a la obra y
quitaron de en medio casi la mitad de los trabajos pendientes y le dijeron a Bricio que preparase el
resto de los asuntos para poder atenderlos al día siguiente.

Después, cada uno se fue a su habitación, y se aseo, y se puso cómodo para descansar un rato
antes de la cena, todos menos Lizbeth, que estaba muerta de preocupación por el estado de Blakc,
y en cuanto se quitó de encima a Alina, corrió por los pasadizos secretos, hasta la caverna donde
estaba Blakc.

- Blakc, donde estas no te veo, estoy muy preocupada por favor sal. – dijo Lizbeth casi en
llanto al no ver a Blakc por ningún lado –

- Estoy aquí – dijo Blakc desde un rincón oscuro – prefiero que no me veas con este aspecto,
débil e indefenso.

- Blakc sabes que te amo mas de lo que puedo expresar con palabras, no me importa que
durante el cabio de piel estes distinto, solo me importa que estes bien y que si necesitas
algo estoy aquí.

- ¿Ya has hablado con Dag? – pregunto Blakc con tono apagado –

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- Si he hablado con Dag, ¿a qué viene eso ahora? – Lizbeth estaba desconcertada –

- ¿Entonces, te marcharas… con él? – dijo Blakc entrecortadamente –

- ¿Porque me marcharía? ¿se puede saber que esta pasando? ¿acaso no quieres que este
aquí? – empezó a asustarse Lizbeth y empezó a dejar salir sus lágrimas
descontroladamente –

- Bueno, Dag es tu gran amor por el que decidiste dejar el mundo de los dioses para ser
felices y lo que a pasado desde que te asesinaron hasta ahora solo a sido un contratiempo,
seguro que ahora ya no sientes lo mismo y solo queréis ser felices, solo te pido que si te
vas a ir sea antes de que yo salga de aquí, no creo que fuese capaz de soportar la
despedida.

- ¡¡¡TONTO!!! ¡¡¡ERES TONTO!!! – grito Lizbeth entre llantos – creía que ya no me querías y
me estabas echando.

- ¿Pero ya has encontrado a tu gran amor? – dijo confuso Blakc –

- Eso no significa que deje de amaros a Owen y a ti, ahora sal de ahí y déjame verte o
después del susto que me has dado te sacare yo a la fuerza. – dijo Lizbeth –

- Lo siento, pero estaba muy asustado de perderte, y no solo yo Owen también está
preocupado, aunque no lo diga. – se disculpo Blakc saliendo a la luz y mostrando una piel
desnuda de escamas y mas fina de lo normal, su color seguía siendo negro, pero sin
escamas ni cuernos.

- Sabes de sobra que me enamore de ti, no de tu apariencia, y sabes que ese amor esta vivo
en mi corazón, ahora y por siempre, nunca te dejare solo, siempre estaré a tu lado, y no
quiero que vuelvas a preocuparte por algo así, nunca más, y por supuesto, como se te
ocurra darme otro susto, como este, conocerás la ira de una diosa. – dijo Lizbeth con una
sonrisa –

- Tranquila no lo volveré a hacer, y puedes estar tranquila, durante el periodo de muda no


comemos nada y tengo agua fresca y un lugar cómodo para estar, cuando este listo saldré,
mas grande y guapo que antes. – dijo Blakc con una sonrisa –

- Ósea mas aterrador. – se rio Lizbeth guiñándole un ojo – pues tu tranquilo y descansa
nosotros no ocuparemos de que todo funcione en el palacio.

Cuando subió, apenas tubo tiempo de asearse, para ir a cenar, y poder tranquilizar a los demás de
Blakc estaba bien, y no necesitaba nada, cenaron y se fueron a sus habitaciones, pero Lizbeth al
poco se fue a la habitación de Owen.

- Owen, ¿podemos hablar un momento? – dijo Lizbeth entrando en la habitación –

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- Si, pasa esperaba que vinieses a hablar conmigo tarde o temprano. – dijo Owen con la voz
apagada –

Owen estaba en la terraza mirando al horizonte y no se giro para mirar a Lizbeth, entonces ella se
acercó hasta él, y sé quedo a dos pasos de su espalda.

- Cuando he bajado a la caverna he hablado con Blakc, estaba muy nervioso y podría decir
que asustado – entonces Owen la interrumpió –

- ¿Cuándo… te marchas? – dijo Owen tragándose las lágrimas –

- ¿Tú quieres que me marche? ¿acaso ya no me amas y has estado jugando conmigo? – le
pregunto Lizbeth muy seria –

- Te amo mas que a mi propia vida – dijo Owen dándose la vuelta para mirarla, - estoy
aterrorizado pensando que al recuperar tus recuerdos te olvides de los sentimientos que
tienes por unos simples mortales y nos abandones.

- ¡sois un par de tontos! Sabéis de sobras, que mi amor por vosotros es inmenso, y que
ahora sepa que soy tres, y no dos los amores de mi vida, no significa que deje de amaros, o
que os ame menos, en mi corazón hay sitio para los tres, y no pienso dejaros a ninguno
fuera, por que seria como arrancarme un trozo de mi propio corazón. – dijo Lizbeth
llorando y dejándose caer de rodillas, por el dolor que sentía al ver la poca confianza que
sus compañeros tenían en sus sentimientos. –

Owen la ayudo a ponerse en pie, y enseguida ella salió de la habitación de Owen sin decir nada y
entro en la suya.

Owen y Dag se levantaban cada mañana y se ocupaban de hacer todo lo que se suponía debía de
hacer Blakc, para que todo siguiese funcionando como debía, Lizbeth no salía de su habitación
hasta que ellos estaban trabajando, se ocupaba de entrenar a los niños que cada día lo hacían
mejor y después cogía algo de comida, y salía con su caballo hasta la tarde cuando volvía Owen y
Dag todavía estaban liados y ella se metía en su habitación sin decirles nada.

- Esto no puede seguir así, - dijo Dag – ni siquiera la vemos, sabemos que esta bien por que
el servicio nos lo dice.

- Y a prohibido la entrada a su habitación a todo el mundo sea quien sea y por el motivo que
sea, solo puede entrar Alina. – dijo Owen –

- No se que paso con Blakc y contigo para que se enfadase así, pero esta muy dolida por
algo i será mejor que lo solucionéis pronto, o se cansara de esperar y desaparecerá.

- Lo que paso es que cuando ella recupero sus recuerdos y sentimientos por ti, pensamos
que se iría y se olvidaría de nosotros estábamos tan asustados que creímos erróneamente
que sus sentimientos no eran tan fuertes como los nuestros – explico Owen a Dag

[219]
buscando ayuda para solucionarlo. –

Al día siguiente, Blakc por fin salió de la caverna, convertido en todo un adulto, era más grande, sus
escamas estaban más afiladas, y puntiagudas, y su rostro parecía mucho más fiero, de lo que
parecía antes. Lo primero que hizo fue a desayunar, esperando que sus amigos lo recibieran con
alegría, pero el panorama no parecía feliz, y Lizbeth no estaba.

- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Lizbeth? – dijo Blakc nada mas entrar y ver las caras de
Owen y Dag –

Owen le conto lo que había pasado la misma noche que había estado con él en la caverna, y que
desde entonces no quería ni verlos. También le contaros su conversación al respecto y esperaron a
que les echase la bronca, pero lo que hizo fue ir a la habitación de Lizbeth y entrar sin ni siquiera
avisar.

- He dicho muy claro que no quiero que nadie entre en mi habitación. – dijo Lizbeth sin
mirar siquiera quien era el intruso –

- Lo siento, pero en mi palacio mando yo y entro donde quiero, - dijo Blakc –¿te apetece que
salgamos a estirar las alas un poco?

- ¿Blakc? – dijo Lizbeth volviéndose para mirar – ves tenía razón estas más aterrador que
antes, y acepto tu petición de salir a pasear un poco, - dijo mientras una lagrima caía por
su mejilla. –

Blakc la cogió con cuidado y salieron por la terraza a dar su paseo, que terminaron donde siempre
en la colina donde se conocieron.

- Lizbeth, después de que hablásemos en la caverna me di cuenta de lo estúpido que había


sido, te lastime, te hice sentir mal por mis inseguridades, yo nunca dude de que tu amor
fuese sincero y honesto, simplemente yo no me sentía digno de el y por eso tenia esas
dudas. – le explico Blakc a Lizbeth un poco avergonzado. –

- ¿Me estas diciendo que crees que yo soy mejor y por eso no mereces que te quiera…?

- Se que es una tontería, pero al ser una diosa, no, una diosa de alto rango, la verdad es que
me sentí muy pequeño, casi insignificante a tu lado, y pensé que si tú, me veías igual te
perdería. Y por eso me asusté, y por eso te quería pedir perdón porque te hice daño con
mis propias inseguridades. – Dijo Blakc con una mirada de sincera disculpa –

- Veo que no solo has crecido en tamaño, también eres más consciente de tus actos, y
sentimientos, y por supuesto que aceptó tus disculpas, - dijo Lizbeth con una sonrisa. - lo
que no entiendo en que supuestamente Owen es unos mil años mayor que tú y todavía no
sabe que ha pasado, y Dag no parece ayudarle mucho.

- Tendrías que verlos tienen unas caras que parece que a muerto alguien y saben que tu

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estas esperando algo, pero no saben que y les preocupa que te canses y te marches
dejándonos a los tres. - Dijo Blakc un poco preocupado, pero también con un poco de
guasa en la voz. -

- ¿En serio? Son como niños, si no los llevas de la mano se pierden. Pero ese es parte de su
encanto, creo que ya podemos dejar el castigo, este mediodía cuando comas con ellos
cuéntales, lo que hemos hablado y haber que hacen.

Volvieron al palacio y Blakc después de hacer la parte del trabajo que le habían dejado hablo con
Owen y Dag y les explico la conversación que habían tenido, no tardaron ni diez minutos en llegar a
las cuadras y coger a sus caballos porque sabían que Lizbeth estaría bajo el roble solitario en el
campo de hierba alta comiendo algo.

- ¡¡LIZBETH!! – Grito Owen –

- ¡¡LIZBETH!! – grito Dag –

- Hola, chicos, ¿ya habéis hablado con Blakc? – pregunto Lizbeth –

- Lo sentimos muchísimo somos un par de garulos – dijo Dag –

- Lizbeth, lo siento no sabia que mis propias inseguridades te pudieran doler tanto,
discúlpame por favor.

- Owen entiendes que para mi nadie es mas ni menos que nadie que si era humana y te
amaba ahora siendo una diosa seguiré amándote, y por mucho mas tiempo. – le dijo
Lizbeth a Owen que pareció que se quitaba el peso del mundo de encima. –

- ¿Y conmigo porque te enfadaste? – pregunto Dag –

- Por qué tú, creías que como amaba a Owen, y a Blakc, ya no querría saber nada de ti,
estaba dispuesta a dejar mi mundo por estar contigo y resulta que también dudabas de mí.
– dijo Lizbeth muy seria –

- Es cierto, pero es que como podía pensar que querías a un demonio como yo, teniendo a
un guapo elfo, y un impresionante dragón. – dijo apesadumbrado Dag –

- Soy tres tontos, ya os lo he dicho os amo a los tres con la misma pasión y sinceridad y dejar
a cualquiera de vosotros seria como sacarme un trozo se corazón, así que agradecería que
confiéis un poco mas en mi y en vosotros mismos.

Después de aquella prueba de confianza cada día estaban mas unidos y estaban más cómodos así
que un día decidió hacer una declaración real, se reunieron en el palacio no solo los altos cargos
del reino y de los pequeños reinos que este acogía, sino que también llegaron, mandatarios y
representantes de reinos aliados incluso de los reinos de otros dragones, por lo que se junto
mucha gente para saber que quería anunciar el Rey dragón.

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Pero el Rey no se lo había dicho a nadie y nadie sabia que esperar, en el día señalado todos los
invitados se fueron colocando en el salón del trono donde el Rey estaba cómodamente en el trono
esperando a que todos estuviesen en su lugar, cosa que al ser tantos se demoró un poco más de la
cuenta.

En el trono estaba El Rey a cada lado estaban Owen y Dag, y Lizbeth estaba un poco mas retirada y
todos con su armadura de Caballeros y Dama Dragon Negro, cosa que impresiono a algunos de los
invitados que no estaban al tanto de este hecho.

- Bienvenidos a todos a mi palacio – Dijo Blakc haciendo una pequeña inclinación – lo que
tengo que anunciar hoy, será una gran sorpresa, para propios y extraños, ya que es algo
que he llevado con máxima discreción, y apenas los más allegados saben.

Blakc se incorporo y levanto una de las pieles que había en su trono, y todos vieron un precioso
huevo de Dragon Blanco, en la sala todos empezaron a hablar y a lanzar exclamaciones, ninguno de
los presentes podía creer lo que estaban viendo.

- Si me permitís – dijo Blakc, haciendo callar a la sala – este es mi hijo, y saldrá del huevo en
unos cuatrocientos años, mas o menos. Mientras tanto permanecerá en una sala secreta
que solo su madre y yo conocemos.

- ¿Y la madre? ¿quién es la madre? – grito alguien de entre el gentío, y otros se unieron ya


que era sabido que no había mas dragones reales y menos blancos. –

- La madre está aquí ahora mismo, pero yo no la hare salir si ella no quiere. – dijo Blakc, y
todos los presentes se pusieron a mirar en todas las direcciones para encontrarla. –

- Yo soy la madre. – dijo Lizbeth y se puso delante del huevo –

- Estas loca, una humana no puede poner ese huevo, - se burló uno de los presentes –

Entonces delante de todos Lizbeth empezó a cambiar y se convirtió en una impresionante Dragona
Blanca, y miro a los presentes uno por uno como si se los fuese a comer de un bocado.

- ¿Y ahora podría poner un huevo? – Dijo Lizbeth – ese es mi hijo y de mi amado y espero
que no queden dudas al respecto.

- ¿Pero no quedan Dragones Blancos? - Pregunto alguien –

- ¿Estoy delante de ti, como que no éxito? – Lizbeth recordó que Blakc le había dicho eso
mismo y sonrió. –

Lizbeth volvió a su forma original y se volvió a colocar en su sitio.

- Que significa esto es una broma o algo así, si es un Dragon porque no permanece en esa
forma y si no lo es no puede ser la madre – recrimino alguien muy furioso desde la sala.

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- Entiendo que estéis confusos, pero para eso os he hecho llamar a todos para que todo
quede claro y no tengamos malentendidos. Ella no es humana ni dragón ni elfa y a la vez lo
es todo, es una diosa de alto nivel que accidentalmente acabo Enel cuerpo de una
muchacha que yo encontré y convertir en mi protegida, con el tiempo nos enamoramos y
ese es el fruto de nuestro amor.

- Eso si que no me lo creo – dijo otro –

Entonces Lizbeth empezó a brillar y recupero su apariencia de diosa y sin decir nada se acercó
hasta el que había hablado y le susurro al oído: - ¿y ahora lo crees? - El tipo que esperaba pasar
desapercibido entre la multitud ahora, la tenia a su lado y estaba aterrado. Entonces ella
caminando descalza a un palmo del suelo entre sedas y gasas miro a todos los presentes y dijo:

- soy Eileen o Lizbeth como prefiráis este es mi autentico aspecto y mi amado ya a dicho
como llegue aquí, como diosa mi manera de amar es mas grande i poderosa de lo que
suele ser lo habitual y mi corazón esta dividido en tres un trozo es de Dragon, y ya sabéis a
quien pertenece por toda la eternidad, el otro el de Elfo y también tiene dueño, - y Owen
hizo una reverencia. – y por último el trozo que queda le pertenece a un dios demonio de
alto rango, - dijo sonriendo a Dag que también hizo una reverencia.

- ¿Pero qué significa todo esto? – pregunto un representante de un reino humano.

- Yo se lo explico – dijo Blakc – es costumbre que cuando un soberano contrae matrimonio


se invita a la celebración a mandatarios y representantes de todos los reinos aliados y
vecinos, y eso hemos hecho, solo que queríamos poneros un poco en antecedentes pera
que no haya malentendidos.

Bricio estaba casi con un infarto, Druso, Breogán y Hervé no terminaban de creerse lo que veían
sus ojos, Viriato que era el que más al tanto estaba de todo estaba un poco más tranquilo, pero
había cosas que después tendría que pedir explicación. El resto de la sala no salía de su asombro, a
pesar de que había algunos como Kalen que ya sabían gran parte de la historia, pero no toda.

- Como soy un Rey, tengo que pedir a otro rey o miembro de familia real que me haga el
honor de oficiar la boda con mi amada. – Dijo Blakc mirando a la sala. –

Los murmullos se sucedieron, pero no parecía que nadie, ni siquiera los dragones reales presentes
estuviesen muy dispuestos a ayudar, entonces de entre el gentío salió alguien que nadie esperaba,
era Kalen.

- Gracias, amigo. – dijo Blakc con una profunda reverencia. –

- Ni siquiera yo se porque estoy haciendo esto – dijo Kalen – acabemos lo antes posible.

Blakc y Lizbeth transformada en Dragon Blanco se pusieron uno junto al otro y frente a ellos se
puso Kalen.

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- Nos hemos reunido aquí todos hoy para ser testigos de la unión de estos dos seres que se
han jurado amor eterno. – dijo Kalen – vuestros votos por favor.

- La primera vez que te vi, estabas sola perdida y asustada, pero algo en tu mirada me decía
que tenia que ayudarte y te lleve conmigo, poco a poco nos fuimos conociendo, haciendo
amigos confiando más, y más el uno en el otro, un día te mire y te vi allí tan pequeña como
una flor sonreírme con sinceridad y confianza y supe que mi corazón era tuyo y que nada
ni nadie podría cambiar eso nunca. – Dijo Blakc sus botos de todo corazón –

- Yo también recuerdo la primera vez que te vi, estaba sola, perdida y muy asustada porque
tenia delante a un gigantesco Dragon que parecía que tenia hambre, pero lo que hiciste
fue cuidar de mi procurar que estuviese bien, sen mi amigo, mi confidente, el único en
quien confiaba, y sin saber cómo empecé a amarte mas que a nada en le mundo y cuando
supe que tu sentías lo mismo mi felicidad llego a lo más alto, nos amamos y tuvimos que
esconderlo pero ya no hay motivo para ocultar algo tan maravilloso como el amor. -dijo
Lizbeth llena de felicidad por estar con su amado sin tener que esconderse. –

Después de la ceremonia se organizó un banquete para la celebración, donde los invitados


pudieron hablar tranquilamente entre ellos y con los novios.

- No os parece que esto es un poco raro. – decía alguien en uno de los corrillos que se
habían formado. – yo no veo nada claro eso de que se puedan tener varias parejas y que
no haya conflicto entre ellos.

- Yo tampoco lo entiendo – le contestaba otro – si mi pareja se va con otra persona yo me


sentiría traicionado y no lo permitiría.

- Y no os sorprende que sea capaz de cambiar de forma a voluntad – dijo otro – podría estar
en cualquier sitio y no lo sabríamos.

En otro grupo, la de los dragones reales.

- ¿Que os parece la nueva pareja del hijo de nuestros amigos? – pregunto uno con cierta
malicia.

- La verdad es que no me lo esperaba – le contesto otro – pero si es capaz de reproducirse


con uno de los nuestros es porque es adecuado.

- Es mas que adecuado, no recordáis lo que decían de que los Dragones Blancos al morir
pasaban a convertirse en dioses – dijo el tercero – si ella es una diosa sus hijos lo serán
también.

En otros grupos algunos estaban a favor, de lo que estaban haciendo, anteponiendo su felicidad, a
las opiniones de los demás, y otros eran mas reticentes ante la idea.

Cuando la fiesta estaba llegando a su final Blakc llamo la atención de todos los presentes y dijo:

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- Se que para algunos, esta situación les chocara, o resultara demasiado extraña, otros la
entenderán, o no, algunos estarán a favor, y otros en contra, solo quiero que sepáis que
esto que hemos hecho hoy aquí, es para informaros de como funcionaran las cosas aquí a
partir de ahora, no le estamos pidiendo permiso a nadie, para ser felices, ya que nadie mas
que nosotros mismos podemos hacernos felices, sin pensar en el qué dirán, o pensaran los
demás, esto es por nuestra felicidad, y nada ni nadie podrá cambiar eso.

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