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Imputabilidad

del
psicópata

wmmm
ASTREA
IMPUTABILIDAD
DEL
PSIC~PATA
ADRIAN MARCELO TENCA
Doctor en Derecho Penal y Ciencias Penales. Profesor de Derecho Penal
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Imputabilidad
del
psicópata

EDITORIAL
ASTREA
DE Y RICARDO
ALFREDO DEPALMA
CIUDAD DE BUENOS AIRES
2009
Tenca, Adrian M.
Imputabilidad del psicdpata - 1' ed. - Buenos Aires: Astrea, 2009.
216 p.; 20x14 cm.

ISBN 978-950-508-866-9

1.Derecho Penal. 2. Imputabilidad. 1. Título


CDD 345

O EDITORIAL
ASTREA
DE Y RICARDO
ALFREDO DEPALMA
SRL
LavaIle 1208 - (C1048AAF) Ciudad de Buenos Aires
www.astrea.com.ar - info@astrea.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723


I M P R E S O E N L A A R G E N T I N A
A mis padres Atilio y Chive,
por su incondicional apoyo.
PREFACIO

Desde que PINEL acuñó el término "psicópata" en el


año 1809, la psiquiatría ha procurado hasta nuestros
días poder dirimir a ciencia cierta las características de
estas personalidades.
No ha resultado una tarea sencilla, y mucho menos,
acabada. "Idiota moral", "pérdida del autogobierno",
"cambio morboso de toda estructura del organismo
Id
psíquico", carencia de empatía", son algunas de las va-
riadas características que se le ha atribuido a la nueva
categoría psiquiátrica.
La misma dificultad ha enfrentado la psiquiatría
puesta a resolver la génesis del psicópata. En esa inteli-
gencia, se han dado respuestas desde el campo genéti-
co, biológico y sociológico. La visión "política y eco-
nómica" también ha procurado alzar su voz al respecto.
En esta obra desarrollamos todas y cada una de las
posiciones, para tratar de alcanzar una respuesta con-
vincente a la pregunta: iqué es un psicdpata?
Por supuesto que el derecho no ha quedado al mar-
gen de la discusidn. O mejor dicho, se ha visto obliga-
do a tomar parte de un debate complejo desde lo psi-
quiátrico, lo que presagiaba una dificultad supina al
momento de resolver la pregunta por la que tuvo que
involucrarse: jes imputable el psicópata?
PREFACIO

La respuesta al interrogante es de suma importan-


cia. Sabido es que para un derecho penal de culpa-
bilidad como el nuestro, la imputabilidad es requisito
indispensable para la aplicaciún de una pena. Por el
contrario, la declaraci6n de inimputabilidad $610 dar&
lugar a la aplicación de una medida de seguridad, con
los alcances previstos en el art. 34 del Cód. Penal.
A ello cabe agregar que, más al15 de los fines que
persiga, la pena es conceptualmente un mal. Ello no
sucede con la medida cle seguridad, que tiene un carác-
ter estrictamente administrativo, debido a que el sufri-
miento de las personas sujetas a ellas, en tanto tam-
bién implican privaciones o restricciones en el goce de
bienes jurídicos es, a lo sumo, una consecuencia ne-
cesaria pero no buscada.
Y de ello resulta la importancia del tema trata-
do: declarar a una persona imputable o inimputable
ha de dirimir si es pasible de una pena o una medida
de seguridad, con las irnplicancias que ello trae apa-
rejado.
Por lo referido es que a lo largo de la obra analiza-
mos todas las escuelas que han procurado dar respues-
ta a la cuestión, con opiniones de los más relevantes
juristas que se han avocado al tema, tanto en el país
como en el extranjero.
También se encontrará el lector con un desarrollo
pormenorizado de los fallos que, en nuestro pais, han
resultado hasta hoy verdaderos íconos del tema tratado
("Tignanelli" y "Sáenz Valiente", entre otros), así como
también con una síntesis jurisprudencia1 que le ha de
resultar muy útil.
Por lo expresado, consideramos que quienes preten-
dan alegar la imputabilidad o inimputabilidad de un "psi-
cópata" en un proceso penal, tendrán en estas páginas
fundamentos para defender una y otra postura. Asi-
PREFACIO

mismo, encontrarán en los an8lisis respectivos nuestra


posici6n al respecto.
Por último, esperamos que esta obra sirva de apor-
te a un tema tan escabroso como apasionante.
ÍNDICE GENERAL

Prefacio ..................................................................... VI1

EL PSIC~PATA Y SU PROBLEMATICA .
PRINCIPALES CUESTIONAMIENTOS

Introducci6n .................................................... L
Evolución histórica del término "psicopatía" .... 2
Psicopatia y sociopatia .................................... 8
Definiciones ..................................................... 9
Génesis ........................................................1 1
a) Genética o hereditaria ................................. 1 1
b) Biológica. El caso "Phineas Gage" ............. 14
c ) Sociológica .................................................. 16
Características. El psicbpata perverso ............. 18
Delincuente común y delincuente psicópata ..... 22
Psicopatía y rehabilitación. ¿Es rehabilitable el
psicbpata? ........................................................24
¿Es el psicdpata un enfermo mental? ............... 26
XII ~ N D I C EGENERAL

CAP~TULO
11
PSICOPAT~A E INIMPUTABILIDAD

5 O El reproche penal . Requisitos .....................


1 1 . Concepto de imputabilidad ............................
12. Imputabilidad y libre albedrfo ......................
a) Causas del delito .......................................
b) El libre albedrío ........................................
13. Presupuestos de la inimputabilidad ................
5 14. Penas y medidas de seguridad .......................
a) Una primera aproximacidn . Sistemas ......
1) Concepto de pena .................... . .........
2) Concepto de medida . Clasificacidn ......
b) La "única via con doble limitaci6nn. Un
sistema que no convence ...........................

LAS DISTINTAS POSTURAS


EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD
DEL PSIC~PATA

5 15. La "escuela alienista" .................................... 69


a) Caracteres. Sus integrantes ...................... 69
b) La imputabilidad del psicópata para la "es-
cuela alienista" ....................................... 72
16. La tesis amplia ..............................................72
a) Caracteres. La fórmula psiquiátrica-psico-
16gica jurídica o biopsicológica .................. 72
b) La imputabilidad del psicópata para la "es-
cuela amplia" ............................................74
~ N D I C EGENERAL XIII
c) La inimputabilidad del psicópata en nues-
tro pais . Distintos autores. Los diversos
fundamentos ............................................
1) Frías Caballero ...................................
2) Spolansky ......................... . . .............
3) Zaffaroni .............................................
4) El fallo "Sáenz Valiente" .....................
5) El comentario de GarcIa y Bobbio ......
6 ) La crítica de Frías Caballero al fallo
"Sáenz Valiente" ..................................
7) Cabello ................................................
1 7 La inimputabilidad del psic6pata en España
y Alemania ...................................................
a) España ....................................................
1) Bacigalupo ..........................................
2) Muñoz Conde ......................................
3) Mir Puig .............................................
b) Alemania .................................................
1) Maurach ..............................................
2) Jakobs ................................................
3) Stratenwerth .......................................

EL PSIC~PATA SIEMPRE
ES IMPUTABLE . FUNDAMENTOS

1 8 Introducción .................................................
1 9 El "favor rei" y la inimputabilidad ...............
3 20 . Fundamentos jurídicos que sustentan la inim-
putabilidad del psicópata .............................. 110
a) Posibilidad de "comprender la criminali-
dad del acto" ......................................... 110
1) Criterio amplio acerca de la personali-
dad .................................................... 111
~ N D I C EGENERAL

2) Diferencia entre "conocer" y "compren-


der" ..............................
. . ...................
3) El psicópata es u n enfermo mental
que no "comprende la criminalidad del
acto" ................................. . . .............
b) La "imposibilidad de dirigir las acciones
conforme a la comprensión" ...................
2 1 Tesis alienista, tesis restringida y psicopatía ..
5 22. ¿De qué habIamos cuando hablamos de psi-
copatfa? ........................................................
5 23. El psicópata siempre es imputable ...............
a) Imputabilidad y proceso de socialización.
El psicópata es un ser sociable ...............
b) El concepto amplio de personalidad. El
equívoco salto cualitativo desde lo afec-
tivo a lo intelectivo. Comprender y co-
nocer .......................................................
c) El psicdpata y la imposibilidad de dirigir
las acciones conforme a la comprensión ..
d) La decisi6n judicial de declarar inimputa-
ble al psicópata resulta arbitraria ............
1) Diferencias entre psicópatas imputables
e inimputables. Psicopatias y rasgos
psicopAticos ........................................
2) La importancia que les otorgan los ma-
gistrados a las declaraciones indagato-
r i a ~de los procesados para considerar
inimputable al psicópata .....................
3) El énfasis puesto por los autores y ma-
gistrados en cuanto a que el psicópata11
es inimputable sólo en casos extre-
mos" ...................................................
4) El rol del perito en la declaración de
inimputabilidad ¿tan sólo un colabora-
dor del magistrado? ............................
5 24. El momento del hecho. La intrascendencia
que tiene en el caso del psic6pata ................
5 25. La posici6n de Zaffaroni ..............................
~NDICE GENERAL

5 26. La psicopatía es la "foseta occipital media (o


delincuente athico) del nuevo siglo". La vuel-
ta al positivismo ........................................... 151
a) Escuela aIienista y positivismo ................ 152
b) La "escuela positiva". "Cesare Lombroso" 153
c) El estado peligroso sin delito .................. 155
d) Parificación entre delincuente nato o atávi-
co y psicópata. La resurrecci6n del posi-
tivismo y del estado peligroso sin delito .. 156

CAP~TULO
V
SÍNTESIS JURISPRUDENCIAL

El psicópata es imputable ............................ 163


El psicópata es inimputable sólo si no puede
comprender la criminalidad de sus actos o
dirigir sus acciones conforme esa compren-
sión .............................................................. 169
El psicópata sólo es inirnputable en casos muy
graves y excepcionales ................................ 175
El psicópata es inimputable cuando sus efec-
tos sean similares a los de la psicosis .......... 178
El psicópata siempre es inimputable ............ 179
Inimputabilidad del psicópata como aplicación
del "favor rei" ...............................................188
Diferencias entre personalidad psicopática y
rasgos psicopaticos ....................................... 189
Psicopatia y graduación de la pena .............. 191
Psicopatía y libertad condicional .................. 193
EL PSICÓPATA Y SU PROBLEMATICA.
PRINCIPALES CUESTIONAMIENTOS

El término "psicópata" ha sido acuñado hace más


de doscientos años. Demasiado es lo que se ha dicho
y, seguramente también, ha de ser lo que la ciencia
aportará al respecto.
Tan es asl que, en los últimos veinte o treinta años
aproximadamente, se ha convertido en un verdadero
modeword, en una especie de palabra de moda, que
todo el mundo refiere, a veces sin saber bien las carac-
terísticas de su contenido y, mucho menos, su génesis.
El capítulo tratara de ser 10 más objetivo posible
en la presentación del tema, a fin de tener un primer
contacto aséptico con el mismo.
Además, se plantearán algunas ideas contaminan-
tes al respecto, que quizá puedan brindar elementos
para contestar las siguientes preguntas. ¿Existen ver-
daderamente los psicópatas? ¿Son verdaderos enfermos
mentales? ¿Integran realmente una categoría psiquiá-
trica independiente, o por demás discutible? ¿O son
algo así como las brujas, a quienes muchos aseguran
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

haber visto, pero nadie ha podido acreditar su verdade-


ra existencia?

2 . E VOLW C I ~ I UH I S T ~ R I C A DEL T ~ ~ M Z N"PSICOPAT~A


O "

El vocablo "psicopatía" implica cierta ambigüedad y


confusión, si nos atenemos a sus diferentes significa-
dos a 10 largo de estos dos siglos.
La primera referencia data de 1809 y le correspon-
de a PINEL,quien impuso la acepción "manía sin deli-
r i o . El psiquiatra francés descubrib que en muchas
personas no se observaban perturbaciones en sus ra-
zonamientos, pero que estas materializaban conductas
tan desadaptadas como la de muchos psic6ticos y con-
cluyó algunos de sus estudios al señalar que "la locura
era inseparable del delirio y la ilusibn, y me sorprendi6
encontrar muchos maníacos que en ningún periodo
dieron evidencias de alguna lesión del entendimienton1.
En 1812, RUESCH habl6 de un defecto congénito, al
marcar la noción de "idiotez moral" o "imbecilidad
moral", para describir a quienes aparentaban tener la
raziin intacta, pero que cometían actos marcadamente
antisociales desde la niñez, sin que ello les generara
arrepentimiento alguno2.
En 1835, PRITCHARD instituyó la expresión mora2 in-
sanity, tras observar que algunos pacientes tenían una
carencia absoluta de sentimientos, falta de autodomi-
nio y ausencia de todo sentido ético. Señalaba que en
estas personas "el poder de autogobierno se ha perdido
o ha de resultar muy dañado, y el individuo es incapaz,

l En general, PINEL,Traitk medico-philosophique sur I'allienation


mentale ou la manie,
En general, RUESCH,Omtion before the American Philosophical
Socieo, en "Medical Inquiries", 1812.
no de razonar a prop6sito de cualquier asunto que se
le proponga, sino de comportarse con decencia y pro-
piedad de vida"3.
Por su parte, LOMBROSO, integrante de la "escueIa
positiva" y creador del denominado "determinismo bio-
logicista" (negación del libre albedrío -el delincuente
está predeterminado a delinquir-) se refiere al delin-
cuente "loco moral", al publicar en 1880 un capítulo
intitulado "Psicópatas y grafómanos", término que es
mencionado en la actual literatura alemana como "per-
ver~o"~.
En 1883, KORSAKOV incluye en su libro un capítulo
llamado "Psicopatías degenerativas ordinarias", en el
que denomina constitucibn psicopática al cambio mor-
boso de toda la estructura del organismo psíquico, no
casual ni pasajero, sino vinculado con la vida psíquica
del individuo5.
En 1904, KRAEPELIN aborda en un capítulo sobre
"Estados psicopaticos", con el subtitulo de "Locura de-
generativa", distintos cuadros en cuanto al humor, lo-
cura con obsesiones, locura impulsiva y perversiones
sexuales. En la séptima edición del libro introduce el
termino "personalidad psicopática". Consideraba que
esa situación aparecia en aquellos que se encontraban
entre un estado patológico importante, y el límite de la
neurosis. Trat6 de aislar y descubrir ciertos tipos de
personalidad psicopática que estimaba de carácter pro-
visorio por ser un campo intermedio. En ese grupo
estaban incluidos los criminales innatos, los mentiro-
sos y los exc&ntricos,todas individualidades que eran

3 En general, PRITCHARD, A peatise in insanity and other disvalers


afecting the rnind.
4 TENCA, Causas del delito y teoria de la pena, p. 49.
5 KOWOV, Curso de psiquiatriá, citado por ZAC, Psicopatk, p. 27.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

formas frustradas de psicosis, o bien tenían una des-


viaci6n en la direcci6n normal del desarrollo, como re-
sultado de factores hereditarios o ambientales6.
En 1923, SCHNEIDER da origen a una célebre clasifica-
ciún de las mencionadas al decir aue "las personalidades
1 1

psicopáticas son aquellas que sufren por su anormali-


dad o que debido a ella hacen sufrir a la sociedad". Las
definía como "variaciones de un campo medio, imagina-
do por nosotros, pero no exactamente determinable, de
las personalidades". Sostenía que el psic6pata no era
un enfermo mental; reservaba esta categoria s61o para
quienes mostraban una desviación de carácter patológi-
ca y adscribía así a la denominada "escuela alienista".
Las clasificó de la siguiente manera: psicópatas hi-
pertímicos, depresivos, inseguros de sí mismos, fanáti-
cos, con afAn de notoriedad, de estado de ánimo lábil,
explosivos, abulicos, desalmados, y ast&ticos.
Su concepciiin ha sido revisada, atacada y criticada
a travks del tiempo desde diversos puntos de vista. Se
han introducido modificaciones en cuanto a la exacti-
tud de la denominación, en torno al concepto mismo,
que incluia la configuraci6n de la norma, en lo referente
a sus bases disposicionales, las relaciones de semejan-
za y diferenciacion con la neurosis, las perversiones y
la psicosis7.
Ha tenido una influencia decisiva en la doctrina y
en la jurisprudencia alemana hasta el presente, mien-
tras que en nuestro país tuvo seguidores, como ROJAS
(defensor a ultranza de la "escuela alieni~ta")~, y tam-
bikn se encontraron detractores. Entre estos ultirnos se
puede mencionar a CABELLO,quien encabezó lo que

6 En general, KRAEPELIN,Psy chiatrie: ein lehrbuch .


En general, SCHNEIDER,Las personalidades psicopdticas.
8 ROJAS,Medicina kgal, p. 375 y siguientes.
podríamos denominar la contracara del alienismo o
"la postura amplia en cuanto a la problemática de Ia
inimputabilidad". Continúa este afirmando que "don-
de se equivoca SCHNEIDER es en la diferenciación especí-
fica cuando dice que separa a las personalidades anor-
males (como personalidades psicopáticas) de aquellos
que sufren por su anormalidad o que debido a ellas
hacen sufrir a la sociedad. La raz6n es sencilla, si en
algo se particularizan las dolencias mentales, es en su
proyecciiin perturbadora socio-familiar, y en cuanto
al propio sufrimiento, que 10 digan los neuroticos, los
depresivos y algunos esquizofrenicos en la etapa del
proceso i n v a ~ o r " ~ .
En 1941 es CLECKLEY quien aporta dieciskis caracte-
res que se encuentran en el psicdpata, que se mantie-
nen aiin vigentes en su mayoría. Consider6 que "el
psicópata no da la impresión de estar mentalmente
enfermo, aún después de un cuidadoso examen psiquiá-
trico, ni de estar impedido o emocionalmente afectado.
Tampoco muestra ninguna actitud o aspecto que indi-
caría que carece de conciencia o que elige actitudes
antisociales. Su razonamiento aparenta ser excelente.
A pesar de esto, su conducta pasada y futura mostrara
la verdad de la observacibn de LINDNER de que en 61
encontraremos la más dispendiosa y la más destructiva
de todas las formas conocidas de conducta aberran-
te". En su tarea investigativa afirmo que la caracterís-
tica esencial del psic6pata consiste en la deficiente res-
puesta afectiva que manifiesta hacia otras personas,
lo que explicaría su conducta antisocial. En cuanto a
la enumeración del individuo con anomalías psíquicas
precisó que son las siguientes: encanto externo y notable
inteligencia; inexistencia de alucinaciones y de otras

9 Psiqeciatria forense en el derecho penal, t. 2, p. 512.


CABELLO,
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

manifestaciones del pensamiento irracional; ausencia de


nerviosismo o de manifestaciones neuróticas; indigno
de confianza; mentiras e insinceridad; falta de senti-
mientos de culpabilidad y de vergüenza; conducta an-
tisocial sin aparente remordimiento; razonamiento in-
suficiente y falta de capacidad para aprender de la
experiencia vivida; egocentrismo patológico e incapaci-
dad para amar; gran pobreza de reacciones afectivas
primordiales; pkrdida especifica de intuicibn; irrespon-
sabilidad en las relaciones interpersonales corrientes;
comportamiento fantástico y poco recomendable por lo
que respecta a la bebida, e incluso enajenado en algu-
nas ocasiones; amenazas de suicidio raramente cumpli-
das; vida sexual impersonal, trivial y poco integrada;
incapacidad para tener un plan de vida.
En su categorización excluyó a los neurdticos, psi-
cóticos, deficientes mentales, excéntricos, alcohólicos,
homosexuales, perezosos, tramposos e individuos cir-
cunscriptos a desórdenes conductuales. Esencialmente
definió a la personalidad psicopática como "un único y
distinto fenotipo, pero sin especificar aquellos factores
no etiológicos y psicodinamicos que contribuyen al sín-
drome" ".
Desde una perspectiva sociológica, en 1948 GOUGH
consideró al psicópata como aquel que carece de em-
patía, de ponerse en el lugar de los demás, que puede
verbalizar todos los principios morales y sociales, pero
no parece comprenderlos de la forma en que lo hacen
los demás. Conoce las expectativas de la sociedad, pero
es insensible a ellas. Esta privación de sentido puede
utilizarse para explicar su escasa credibilidad, posible-
mente en un grado menor su impulsividad y, de forma

l o CUCKLEY,% mask of sanity, citado por CANTERO, ;Quikn es el


psicópata?, en "Psicópata. Perfil psicolbgico y reeducación del delin-
cuente más peligroso", p. 11.
similar, la incapacidad de esos individuos de sacar pro-
vecho de la propia experiencia".
En 194 1, KARPMAN distingue entre psicópatas depre-
dadores y par6sitos. El primero actúa de un modo frio
y agresivo, mientras el segundo utiliza un aparente de-
samparo y necesidad de ayuda y simpatía, con lo cual
alcanza sus propósitos de vivir a expensas de los otros.
Con respecto a ambas categorías refiere: "No expe-
rimentan ansiedad o miedo. Sus reacciones emotivas
son simples. Pero el psicópata es capaz de simular
esos estados emocionales y afectos, siempre que con
ello consiga sus propósitos. El psicópata es una per-
sona insensible, emocionalmente inmadura, desdobla-
da y carente de profundidad". También los clasifica
en simples y complejos. Los primeros son aquellos
cuya característica principal es la incapacidad para sa-
ber aplazar la satisfacción de las necesidades psicológi-
cas y fisiológicas. No obstante ello, es capaz de expe-
rimentar algun tipo de ansiedad. En los segundos, su
comportamiento no viene únicamente determinado por
el deseo de satisfacer sus propias conveniencias, sino
por el modo de conseguirlo y es~abullirse'~.
En la actualidad se han realizado nuevas categorías
de psicopatías. El anteriormente mencionado CABELLO
refiere dos clasificaciones:
a ) Sistemáticas. Tal tipología no puede eludir Ia
obligación científica de ligar las raíces etiológicas, mor-
fológicas, funcionales y estratificantes mediante las
cuales mantiene una relación estructural con las psico-

l GOUGH, A sociological theory of psychopathy, "American Journal


of Sociology", p. 359 a 366.
12 KARPMAN, The stmcture of neurosis: with special diferentials bet-
ween neurosis, psicosis, homosexuality, alcoholkm, psychopathy, and cri-
minality, "Archives of Criminal", p. 546 a 599.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

sis. Dicho de otra forma alegdrica, las personalidades


psicopáticas serían partituras en tono menor, o como
afirma KRAEPELIN, son formas frustradas de psicosis.
b ) Asistemáfictas. No tienen en cuenta ningún fun-
damento que las refieran a enfermedades o malforma-
ciones; son tipos puramente descriptivos tal como se
presentan ante nuestros ojos y se comportan en el me-
dio social.
Pero, a pesar de tal desdoblamiento se inclina ha-
cia el criterio sistemático, al referir los siguientes tipos
de personalidades psic~paticas'~: a) mitomaníaca; b) his-
térica; c) epileptoide; d) paranoica; e) esquizoide; f ) ci-
clotímica; g) hiperemotiva; h ) asténica, e i) perversa.

La expresión sociópata adquirió cierta relevancia


hacia 1970. Con ella se hacía referencia a la perso-
nalidad "psicopática", pero con hincapié en la génesis
social que tendría el trastorno que reflejaban aquellas,
posici6n que en la actualidad ha sido prácticamente
abandonada.
Alrededor de una década más tarde, la Asociaci6n
Americana de Psiquiatría, en el denominado "Manual
estadístico y diagnóstico de los desórdenes mentales"
(conocida como "DSM-III"), da origen al término tras-
torno antisocial de personalidad (TAP) y expresó que "hay
una historia de conducta antisocial crónica y constan-
te, en la que los derechos de los demas son violados.
La conducta antisocial no es debida a ningún retraso
mental, esquizofrenia o episodios maníacos. La men-
tira, el robo, las peleas, hacerse la rabona, y la resis-
tencia a la autoridad, son signos típicos en la infancia.

13 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, p. 519.


CABELLO,
En la adolescencia, son frecuentes una conducta sexual
inusualmente temprana y agresiva, la bebida excesiva y
el uso de drogas ilegales. En los adultos, estos tipos
de conductas continúan añadidas a la incapacidad de
mantener un desempeño consistente en el trabajo o en
funciones como la responsabilidad paternal, y al fraca-
so en la aceptación de normas sociales con respecto a
la conducta legal. Pasados los treinta años, algunos
de los aspectos mas notorios pueden disminuir, parti-
cularmente la promiscuidad sexual, las disputas, los de-
litos y la vagancia".
Unos años después, una nueva versión del "Manual
estadístico y diagnóstico de los desórdenes mentales"
("DSM-IV") definió el trastorno antisocial de persona-
4I
lidad (TAP) en los siguientes términos: La caracte-
rística esencial del trastorno antisocial de personali-
dad es un patrón general de desprecio y violación de
los derechos de los demás, que comienza en la infancia
o al principio de la adolescencia y continúa en la edad
adulta".

Múltiples fueron las acepciones que se han dado


del término psicópata, pero solo seran tratadas algunas
de ellas, extraídas de diversos autores.
Por un lado, JOHNSy QUAY definen al psicópata como
aquel que "no puede mostrar simpatía o genuino inte-
res por los demAs; no obstante cuando predominan sus
propias conveniencias, recurre a una exuberante sofis-
ticación y aparente sinceridad, para manipular y con-
vencer a los otro^"'^.

14 JOHNS - QUAY,The efect of social reward on verbal conditiopling


in psychopathic and netsrotic military offenders, "Journal of Consulting
Psychology", 1962, p. 217 a 220.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Según GOUGH,es quien "padece una deficiencia en


la habilidad de role-playirzg -incapacidad de una perso-
na de asumir varios roles o ponerse en lugar de los de-
más- que esta particularmente expuesta a manifestarse
en las relaciones socia le^"'^,
Para EYSENCK, por otra parte, "son personas que se
situarían dentro de un espacio específico del modelo
definido por alta E (extroversión), alto N (neuroticis-
mo) y alto P (psi~oticisrno)~~.
Id
Mientras que ZAC describe las psicopatías como
una específica estructura de la personalidad, no s61o
en su comportamiento en general, sino asimismo en la
modalidad especial de sus valores éticos, de sus intere-
ses sociales y de la estructura familiar o grupal, que
está al servicio de ideales vindicatorios. Es una orga-
nización de la personalidad históricamente determina-
da por una distorsión infantil de la evolución yoica,
con una estructura narcisista (egosintónica, con intole-
rancia a la frustración, bajo umbral de tolerancia) y
una irresistibilidad impulsiva psicopatológicamente ca-
racterizada por el predominio intrapsíquico de una si-
tuación básica (borrosidad y multiplicidad de objetos)
que estructura la neurosis grave de la infancia (psico-
sis) con deterioro de la identidad, la simbolización, la
socialización, el control de la agresion, la comunica-
ción, con conductas alopl~sticasconcretas resultantes
de la interacción inicial del niño (luego el adolescente
y el adulto) con su ámbito familiar y grupal, con un
superyó lacunar deficitario. En el adulto esto se ac-
tualiza como comportamiento estereotipado, hostil, an-
tisocial, cruel, con carencia aparente de angustia, de
sentimientos de culpa, de insight, de capacidad de amar

l5 GOUGH, A socioíogica~theory of psy ckopathy, "American Jour nal


Sociology", 1948, p. 359 a 366.
16 En general, EYSENCK, CI-ime and personality.
(m8ccara de salud), con una ideología autocrítica y su-
misividad, con ataques a los objetos y a las relaciones
interpers~nales'"~.

Uno de los principales interrogantes que ha rodea-


do desde siempre al delito es el origen del mismo: ¿por
que delinque el hombre?
La respuesta ha sido procurada desde el punto de
vista jurídico, médico, psicológico, psiquiátrico, socio-
16gic0, político y económico. Se ha desarrollado esta
importante temática en una obra conforme al plantea-
miento".
La pregunta también se ha hecho extensiva al psi-
cópata: ¿por que delinque? Por mucho que se ha es-
crito respecto de su principio, los logros alcanzados
no han resultado satisfactorios, por lo que se enuncia-
rá una ajustada síntesis.
a) GENETICA O HEREDITARIA. Se procura justificar la
existencia del psicópata a partir de defectos heredita-
rios. LOS autores PARTRIDGE'~, ~ L L M A N ~ 'L Y~ROSA-
, ANGE ~
N O F F ~ ~entre
, otros, realizaron estudios vinculados que
concluían básicamente, luego de analizar casos parti-
culares (con escasas muestras), que los hijos de psic6-
patas tenían una predisposición genética a serlo.

17 ZAC, Psicopafia, p. 90 y 91.


l8 TENCA, Causas del deliro y teoria de la pena, p. 155.
19 PARTRIDGE, A study of 50 cases of psychúparic persúnale'ty, "Ame-
rican Journal of Psychiatry", p. 7.
20 En general, KALLMAN, The genetic of schizophrenia.
2-n general, LANGE, Ct.ime a& destiny,
z2 En general, ROSANOFF - HANDY - RESSET, Aetiology of child beha-
vior.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Todos estos trabajos pecan de los mismos defectos


de quienes han tratado de darle al fenómeno criminal
la misma génesis. Para SUTHERLAND, ninguno demostró la
influencia de la herencia, en la criminalidad, ni si-
quiera en el caso que mellizos se comportaran de un
modo similar, ello puede obedecer al trato semejante
que recibieron dentro del ámbito familiarz3. Además,
enfatizó que el comportamiento criminal no se hereda,
sino que se aprende. Enseñanza que asimila tanto un
individuo que obedece las normas, como otro que las
viola.
Dentro de la sociedad se pueden encontrar tres ti-
pos de asociaciones; aquellas que les transmiten a sus
miembros modelos de comportamiento criminal, anti-
criminal y neutral.
En el proceso de socialización, el tipo de asociación
dentro de la cual se desarrolla el individuo cumple
un rol fundamental. Si éste se conforma dentro de un
marco en el cual la violación de la norma es lo carac-
terístico y habitual, incorporara ese proceder, como
otro asimila su acotación. La incidencia del contac-
to dependerá de la frecuencia, la duración, la priori-
dad y la intensidad.
Agregaba SUTHERLAMD: "La teoría no dice que las per-
sonas se vuelven delincuentes por estar asociadas con
pautas de comportamiento delictivo; sí se sostiene que
se vuelven delincuentes a causa de una sobreabundan-
cia de esas asociaciones, en comparaci6n con las aso-
ciaciones con pautas de comportamiento antidelictivo.
Por lo tanto, es erróneo afirmar, o dar a entender, que
la teoria carece de validez porque una categoría de
personas -como los policías, el personal penitenciario o
los criminólogos- han tenido una asociación prolon-
gada con pautas de comportamiento delictivo, pero no
son delincuente^"^^.
Sin embargo, algunos autores como MIR PUIGSOS-
tienen que las psicopatías son anormalidades del ca-
rácter de naturaleza constitucional, que no constituyen
psicosis ni oligofrenias. "Su anormalidad se caracteri-
za por un desequilibrio cuantitativo entre los distintos
componentes de la personalidad (instintos, sentimien-
tos, inteligencia, voluntad, etc.), lo que la lleva a reac-
cionar de forma desproporcionada ante ciertos estímu-
los. Mientras que en los oligofrénicos concurre un
déficit de inteligencia, la anormalidad que diferencia al
psicópata se refiere a su carácter, a su modo de ser"25.
Asimismo, CASASBARQUERO sostiene que las altera-
ciones comienzan en la infancia y adolescencia, sin
embargo su diagnóstico como trastorno de la persona-
lidad no puede realizarse hasta que el sujeto tiene al
menos dieciocho años de edad, ya que no se puede ha-
blar de una estructura de ésta hasta la edad adulta.
Haciendo referencia a la clínica, los sujetos con estos
trastornos presentan una alteraci6n en su actitud y
comportamiento, lo que afecta diferentes aspectos de
su personalidad, fundamentalmente la afectividad, el
control de impulsos, las formas de percibir la realidad,
de pensar y la manera de relacionarse con los demás.
Muestran graves dificultades para establecer relaciones
de amistad, así como una inestabilidad afectiva con
gran inmadurez y un frecuente franqueamiento de las
reglas sociales o las costumbres de su cultura. Todo
se trata de una disarmonía con el mundo y una estruc-
tura anómala de su persona que no afecta la percep-
ción, memoria, pensamiento o la inteligencia, sino que

24 SUTHERLAND, Principies of crirninolo~,p. 86 y siguientes.


25 M I R PUIG, Derecho penal. Parte general, p. 565.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

se circunscribe a las interacciones emocionales con el


ambiente y a la alterada valoración ética que manifiesta
su comportamiento en su ser con los demAs. En gene-
ral, existe una gran despreocupación por las normas y
reglas sociales, irresponsabilidad, baja tolerancia a las
frustraciones, incapacidad de experimentar culpa y un
bajo umbral para descargar agresividad. No se trata
de una conducta meramente asocia1 de sujetos crimi-
nales, cuya personalidad suele estar bien conservada,
sino de un trastorno fundamental de ella que presenta
unos rasgos determinados que pueden en alguna for-
ma influir en la comisi6n de actos d e l i ~ t i v o s ~ ~ .
b) BIOL~GICA.
EL CASO "LPNINEAS GAGE". Precisamen-
te, este caso procura dar una respuesta a partir de cier-
tas anomalías físicas encontradas en los psicópatas.
Así, se ha creído observar en sus estudios elec-
troencefalográficos ciertos trazados anormales con res-
pecto al resto de las personas. También suelen tener
ciertas lesiones cerebrales, principalmente en los lóbu-
los temporales.
Como muestra cabal de esta hipdtesis en cuanto a
la genesis del psicdpata, GARRIDO GENOVÉS nos presenta
el caso de un joven de nombre PHINEASGAGE. En el
año 1848, GAGEtrabajaba para el ferrocarril "Ruthland
y Burlington", en Vermont, Estados Unidos de Ameri-
ca. Luego de una explosi6n, un trozo de hierro pe-
netra por su mejilla izquierda, le perfora la base del
cráneo, atraviesa la parte frontal y sale a gran veloci-
dad a través de la parte superior de la cabeza. La ba-
rra de metal pesa cinco kilos y medio, de mas de un
metro de longitud y dos centimetros y medio de diáme-
tro. Por increlble que parezca, GAGEsobrevive, y una

26 Trastornos de personulidad pstcopdtica, "Doctri-


CASASBARQUERO,
na Penal", 1990-108.
hora después puede contestar las preguntas de los m&
dicos. En menos de dos meses está reestablecido, pero
nunca más volvera a ser el mismo. Su carácter, gustos,
antipatías, sueños y aspiraciones, todos van a cam-
biar; hasta el cuerpo de GAGEtiene un nuevo espíritu
que lo anima. El médico que lo atiende, JOHN HARLOW,
señala que con la excepción de la visión del ojo iz-
quierdo, todas sus aptitudes físicas e intelectuales esta-
ban intactas, salvo que el equilibrio o balance entre su
facultad intelectual y sus propensiones animales se ha-
bía destruido. En efecto, antes se mostraba como un
trabajador diligente, con hábitos moderados en su ac-
tuar, carácter enérgico, persistente, listo, planificador y
resuelto. Después del accidente, en cambio, era irre-
gular, irreverente, blasfemo, indiferente para con sus
compañeros, impaciente por las restricciones o los con-
sejos cuando entraban en conflicto con sus deseos,
obstinado, caprichoso y vacilante.
Imaginaba muchos planes de actuación futura, que
abandonaba antes de ser preparados. En consecuen-
cia, el problema no era la falta de capacidad física o
destreza, la dificultad la presentaba su nuevo carácter.
El resto de su vida fue muy triste, se exhibió en
circos, en trabajos ocasionales, y murió por un ataque
epileptico en 1861.
Para GARRIDO GENOVÉS,lo comentado es relevante,
puesto que ilustra el déficit esencial de los psicópatas:
la existencia de un razonamiento liigicamente adecua-
do pero carente de guía o criterios éticos. Las faculta-
des de continuar un discernimiento no merman, pero
sí la capacidad de poner en práctica decisiones apro-
piadas y r a ~ o n a b l e s ~Puede
~. observarse así que "la
práctica de convenciones sociales y normas kticas ad-

l psicbpata, un camaleiín en
GENOVÉS,E
27 GARRIDO la sociehd ac-
tual, p. 60.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

quiridas previamente podía perderse como resultado de


una lesión cerebral, aun cuando ni el intelecto básico
ni el lenguaje parecían hallarse comprometidos. Inad-
vertidamente, el ejemplo de GAGEindicaba que algo en
el cerebro concernía específicamente a propiedades hu-
manas únicas, entre ellas la capacidad de anticipar el
futuro y de planear en consecuencia dentro de un am-
biente social complejo; el sentido de responsabilidad
hacia uno mismo y hacia los demAs; y la capacidad de
orquestar deliberadamente la propia supervivencia, y el
control del libre albedrío de uno mi~rno'"~.
De todos modos, es importante señalar que ningún
estudio en este tema ha resultado concluyente. Por el
contrario, recuerdan los estudios de LOMBROSO en busca
del "delincuente atávico", con los males que ello ha aca-
rreado.
c) SOCIOL~GICA. En esta materia se intenta alcan-
zar la génesis a partir de los factores sociales, econo-
micos y familiares que rodean al individuo desde el
momento de su nacimiento.
Así, se ha señalado que es frecuente que los psicó-
patas provengan de hogares de padres divorciados, que
hayan sufrido abusos sexuales por parte de éstos, fami-
liares cercanos, alcohólicos o delincuentes, etcétera.
Ninguna de las investigaciones fue terminante, y
no pasaron de ser meros datos estadísticos sin ninguna
validez científica.
En este punto es sumamente interesante la refle-
xión realizada por SAMENOW quien ante la pregunta de
si los psicópatas tienen como origen haber sufrido algiín
tipo de trauma en su infancia responde: "Eso me parece
cuando menos incongruente. Además, eso no esta cien-

28 HOLMES - JOHNSON- ROEDEL, Impu2sivity in aduZt neurobehavwml


disorders, "American Psychological Association", p. 31 y 32.
tíficamente demostrado. Incluso si fuera así para mu-
chos de los asesinos en serie (psicópatas perversos), veo
otra razón más 16gica: desde su infancia los asesinos en
serie (psicdpatas perversos) como todos los grandes cri-
minales, cometen, para excitarse, actos a los que los
demas niños no se atreven, y se arriesgan. ¿Hay psi-
quiatras que dicen que los criminales no son responsa-
bles porque sufrieron un trauma? ¿Que han sido victi-
mas de abusos? Si un niño transforma su vida en un
infierno permanente no lo dejará usted a solas con su
hermanito por miedo a que le haga daño. Por la noche,
encerrar6 su cartera por miedo a que la robe. Sentir&
pánico cuando suene el telefono, porque podría tratar-
se de un vecino, el director de la escuela, la policía ú el
hospital. Si le reprocha su conducta, no vacilar6 en
denunciarle y se considerará víctima de abusos, como
lo he constatado en numerosos casos.
Años más tarde, endurecido, contara a los psiquia-
tras que vivió una infancia abominable. Decir que su-
frió un trauma cerebral y diversos abusos equivale a li-
brarse de la propia responsabilidad. Esto forma parte
de la manipulación. Aceptar esto significa ignorar de
quk clase de individuo se trata y c6mo se comporta en
la infancia".
A ello agrega una cuesti6n de suma importancia
respecto de por qué los asesinos seriales se compor-
tan como lo hacen y responde: "Consulte con veinte
expertos y tendra veinte teorías diferentes. En los
Estados Unidos de América, la gente piensa que se
debe a un medio desfavorable, a la pobreza, a un pa-
sado difícil ... Nadie sabe verdaderamente por qué
son como son. Nuestro deber consiste en comprender
cómo son para poder reconocerlos y detenerlos antes
de que pasen a los actos. Otros piensan que existe
una causa genética. No creo que poseamos bastante
informaciiin para poder afirmar con certeza tal o cual
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

La importante es conseguir identificarlos tem-


cosa.
~rano"~~.

La personalidad humana se encuentra sustentada


sobre tres aspectos que son: cognoscitivo, volitivo y
afectivo.
En el psicopata los dos primeros matices se en-
cuentran incólumes, está ausente o sumamente deterio-
rado el afectivo. A partir de esta realidad, se ha inten-
tado recrear cómo es su personalidad.
Así, GARRIDO G E N ~ V Eha
S dispuesto como caracteris-
ticas del psicópata, locuacidad y encanto superficial,
egocentrismo y gran sentido de la propia valía, falta de
remordimiento o de sentimiento de culpa, ausencia
de empatía, mentiroso y manipulador, poseedor de emo-
ciones superficiales, impulsividad, deficiente control de
la conducta, necesidad de excitaci6n continuada, falta
de responsabilidad, problemas precoces de conducta, y
comportamiento antisocial en la adultez30.
Por su parte, ZACse ha pronunciado en los siguien-
tes términos: "El psicópata tiene frecuentemente una
genuina y muy seria perturbación de las estructuras
básicas de su personalidad. Sin embargo, esto no re-
sulta fácilmente evidente, y en ello reside uno de los
rasgos más patológicos de su personalidad, ya que se
trata de sujetos que encubren su enfermedad con una
convincente máscara de salud. Para un observador ex-
terior todos sus rasgos de personalidad pueden aparentar
los de una persona común que cualquiera puede cono-
cer. Se aferran a su rol pero no pueden ser desubica-

29 citado por BOURGOIN,


SAMENOW, Asesinos, p, 197.
30 GENOVÉS,E
GARRIDO l psicbpata, un camaleiín en la sociehd ac-
tual, p. 37.
dos y puestos en dificultades por preguntas orientadas
hacia los niveles mas profundos de la personalidad,
muchas veces ni siquiera conmovidos. En la investi-
gaci6n psiquiátrica y en pruebas técnicas especiales, su
nivel mental conserva un aspecto aparentemente nor-
mal. Nos encontramos a menudo con que no s61o
ofrecen una especie de mascara característica, sino con
que aparentan ser una persona con una sólida y sus-
tancial imagen ya estructurada, de una personalidad
relativamente sana y racional. Ello ocurre porque los
psicópatas tienen una aguda sensibilidad para captar
las necesidades narcisistas de sus interlocutores y una
gran capacidad para aparentar satisfacerlas en la medi-
da en que aquéllos lo requieran. La visi6n que el psi-
c6pata tiene de otros hombres no difiere por supuesto
de c6mo se ve 61. Le resulta imposible ver a las otras
personas desde el punto de vista de una mayor comu-
nicaci6n afectiva, ya que para este orden de cosas su
ceguera es intensa.
La conducta de los psicópatas generalmente se ma-
nifiesta como si no obedeciera de ningún modo a un
plan establecido, que implica una elaboración de expe-
riencias previas básicas, a partir de la cual se seleccio-
nan ciertas metas y hechos en forma definida ... En
general poseen una caracteristica muy importante en
su conducta, que es la de no modificarse por el ejem-
plo, ni siquiera por ciertos premios y castigos. Esta
característica es una consecuencia de su incapacidad
subyacente para cambiar y modificar su comportamien-
to. La experiencia, por repetida que fuere, es para el
psicópata un elemento generalmente poco valioso o
nulo, no aprovechable en el aprendizaje... La motiva-
ci6n básica que organiza todos los episodios psicopati-
cos, en los cuales otras personas siempre terminan re-
sultando las víctimas, consiste en la satisfacción de los
deseos de venganza. Es por ello que sus conductas re-
20 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

sultan sorpresivas y frustrantes, ya que tienden a echar


por tierra esfuerzos realizados en común con otros,
cuando están a punto de ser coronados por el exito...
Los psicópatas se enfrentan y chocan con la ley desde
épocas tempranas de su vida, y aunque algunos se man-
tienen en un equilibrio inestable durante mucho tiem-
po, estas personas son la que constituyen la mayoría
de los delincuentes.. .
Consideramos que estos pacientes tienen una defi-
ciencia, casi una genuina carencia de verdaderos senti-
mientos de amor, como numerosos autores afirman; tie-
nen a veces una falta de cualquier tipo de afecto en
general. Para este tipo de pacientes, la acción es la
única técnica que el otro puede entender, lo cual expli-
caría parcialmente su incapacidad de convivencia so-
cial, y por qué en ciertas oportunidades el psicdpata
no puede frenarse antes de externalizar sus sentimientos
hacia los dernhs, a travks de actos concretos. Este me-
canismo se agrava porque a los actos concretos que lle-
va a cabo en perjuicio de los otros se agregaría que
siente poca culpa, remordimiento o vergüenza por lo
que hace. Pero además de esta seria falta de los con-
troles internos, deja sin efecto los externos que la so-
ciedad ha creado, y que traen aparejados ciertos casti-
gos establecidos por las leyes correspondientes ...
En algunos tipos psicop6ticos se destaca una suer-
te de cálida simpatia, propia de una personalidad atrac-
tiva y hasta subyugante, que puede inducir al equívoco
muy fácilmente. Pero en el momento propicio esta
máscara dará paso a conductas sorpresivas y frustran-
tes, al mismo tiempo que, para un observador no com-
prometido como victima en el episodio psicop5tico
comenzará a revelarse el vacío de la vida interior del
sujeto. Aparecerá, pues, su incapacidad para la abs-
tracción conceptual, la verdadera superficialidad y falta
de constancia de sus afectos; su impermeabilidad para
captar el punto de vista de los demAs, o sea el sentido
que el otro le da a las cosas, en tanto que su egoísmo y
falta de responsabilidad para con las tareas o las per-
sonas se hace n o t ~ r i o " ~ ' .
Refería al respecto MCCORD:"El psicbpata es aso-
cial. Su conducta lo coloca en conflicto con la socie-
dad. Está dirigido por deseos primarios y una vehe-
mente sed de excitación. En esta egocéntrica busca
del placer, ignora las restricciones de la cultura. Es
altamente impulsivo; para él cada momento del tiempo
está separado de todos los demás. Sus acciones care-
cen de planeamiento y son guiadas por sus caprichos.
El psicdpata es agresivo. Ha aprendido unas pocas
formas socializadas para hacer frente a la frustraci6n.
Siente muy poca culpa o ninguna. Puede cometer los
actos mas espantosos y contemplarlos sin remordimien-
tos. Tiene una capacidad de amor desviada. Sus re-
laciones afectivas, cuando las tiene, son escasas y ten-
dientes a la satisfacción de sus propios deseos. Estos
dos ultimos rasgos -carencia de amor y carencia de
culpa- señalan claramente al psic6pata como diferente
a los demás culpable^"^^.
Para CLECKLEY, "el psicópata muestra la más abso-
luta indiferencia ante los valores personales, y es inca-
paz de comprender cualquier asunto relacionado con
ellos. No es capaz de interesarse lo m5s mínimo en
cuestiones que han sido abordadas por la literatura o
el arte, tales como la tragedia, la alegría o el esfuerzo
de la humanidad en progresar. También le tiene sin
cuidado todo esto en la vida diaria. La belleza y la
fealdad, excepto en un sentido muy superficial, la bon-
dad, la maldad, el amor, el horror y el humor no tie-

31 ZAC, Psicopatla, p, 90,


32 MCCORD - MCCORD,El psicbpata, p. 86, citado por FR~AS
CABA-
LLERO, Impunibilidad penal, p. 305.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

nen un sentido real, no constituyen ninguna mativa-


ción para él. También es incapaz de apreciar qué es
lo que motiva a otras personas. Es como si fuera cie-
go a los colores, a pesar de su aguda inteligencia, para
estos aspectos de la existencia humana. Por otra par-
te, es inútil explicarle dichos aspectos, ya que no hay
nada en su conocimiento que le permita cubrir esa la-
guna con el auxilio de la comparaci6n. Puede, eso si,
repetir las palabras y decir que lo comprende, pero no
hay ningún modo para que se percate de que realmente
no lo comprende"33.
Por su parte, HARESOS~UVOque "el psicópata presen-
ta la imagen de una persona preocupada por sí misma,
cruel y sin remordimientos, con una carencia profunda
de empatía y de la capacidad para formar relaciones
calidas con los demás, una persona que se comporta
sin las restricciones que impone la conciencia. Lo que
destaca en él es que e s t h ausentes las cualidades esen-
ciales que permiten a los seres humanos vivir en socie-
dad"34.
En cuanto a lo dispuesto por CASASBARQUERO, remi-
timos al 5 5, a.
En todas las categorías de psicópatas se observan
las mismas características, con algunas mínimas dife-
rencias. En el perverso aparecen reforzadas, fundarnen-
talmente, la falta de culpa y de remordimiento, como
veremos en 5 16, c, 7, b.

A partir de lo considerado es evidente que una per-


sona puede reunir las características de un psicíipata o

33 The mask of sanity, p. 90.


CLECKLEY,
34 HARE,Without consciente, p. 2.
hasta serlo, y nunca convertirse en un delincuente, es
decir, no cometer una accidn prohibida y reprimida
por el derecho penal. Pero lo que también ha desvela-
do a los autores son las diferencias cualitativas entre
los delincuentes comunes y los psicópatas.
El ya referido CLECKLEY dijo al respecto: "Cuando
seguimos la carrera de un psicápata típico, su proceder
es muy específico, y no puede ser confundido con la
vida de un delincuente habitual motivado por obtener
un claro objetivo, o con la de un oportunista sin es-
crúpulos que, en la consecuci6n de sus deseos egockn-
tricos, meramente se despreocupa de las necesidades
y derechos de los
En concordancia con el autor anterior, GARRIDO GE-
~ovfisseñala cuatro diferencias entre el proceder del
delincuente psicópata y el común:
a ) El psic6pata rara vez se aprovecha de los bene-
ficios generados por el delito. Nunca sigue un criterio
lógico de decisión, como lo haría otra persona.
b) A través de actos antisociales (prohibidos por el
derecho penal) el delincuente comun pretende obtener
beneficios que el resto de la sociedad también desea,
pero con procedimientos lícitos (dinero, cosas muebles,
etcétera). El psicdpata realiza actos prohibidos a ve-
ces con finalidades incomprensibles.
c) El delincuente comun realiza su delito procu-
rando no ser aprehendido. El psicópata se expone a
veces de un modo casi ridiculo.
d) Por lo general el psicópata típico no comete
crímenes graves. La excepcidn a ello está marcada
por los "asesinos o agresores en serie que están satis-
faciendo una necesidad para elevar su nivel de sen-

35 The mask of sanity, p. 34.


CLECKLEY,
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

saciones, de lograr control y fuerza sobre el mun-

Por su parte, CANTERO ha reconocido que "los de-


lincuentes normales tienen problemas con la sociedad
y están en conflicto con la ley, pero no tienen los pro-
blemas psicológicos e interpersonales de los psicópatas.
En contraposici6n al psicbpata, ellos exhiben fuertes
vínculos y una gran lealtad y conformidad hacia su
grupo. Estos sujetos son producto de una subcultura
desviada y son identificados a través de su historia in-
di~idual"~~.

En cuanto a este tema, MOLLACASTELLES ha referido


que aparece como un gran reto la obtención de trata-
mientos a fin de conseguir cambios en los delincuentes
psicópatas.
Nos expresa que "hasta la actualidad no ha sido
fructífera esa búsqueda, y los procedimientos utiliza-
dos han obtenido resultados contradictorios y poco sa-
tisfactorios. Las razones que explican ese fracaso son
muy variadas y abarcan desde problemas de financia-
ción de los programas hasta problemas metodológicos,
pasando por asunciones del tipo los psicópatas son
intratables por d e f i n i ~ i ó n " ~ ~ .
A este respecto, opina CABELLO que "el verdadero
psicópata es incorregible, refractario asimismo a la per-

36 GARRIDOGENOV&S, El psic6p7afai un camaleón en la sociehd ac-


tual, p. 102.
¿Quién es e¡ psicópata?, en "Psic6pata. Perfil psicoló-
37 CANTERO,
gico y reeducación del delincuente más peligroso", p, 41.
38 MOLLACASTELLES, Tratamiento de la psicopatía, en "Psic6pata.
Perfil psicológico y reeducación del delincuente m á s peligroso", p. 114.
suasión, a las pautas educativas, al castigo y a la ame-
naza penal. Si todos estamos de acuerdo en que los
trastornos de la conducta son permanentes y continuos,
debe ponerse en tela de juicio la psicúpatla de un suje-
to cuando manifiesta su anomalía en oportunidad de
un solo delito; si la psicopatía se lleva como una tara
permanente, no se agota en un acto aislado, sino que
se identifica con una conducta, cuya constancia acredi-
ta su primigenio defecto estructural. Bajo ciertas cir-
cunstancias el ambiente puede modeIar las tendencias
nucleares del psicópata o cuando el psicópata actúa en
un medio anormal, su anormalidad psíquica pasa desa-
percibida, por nivelación no se advierte. Aquí el pro-
verbio de que muchas conductas asociales son productos
normales, naturales de un ambiente anormal, se ajusta
a la realidad de todas las épocas y de todos los conglo-
merados humanos. En cuanto al tratamiento psiquiá-
trico y su eficacia, no está dicha la última palabra. El
dia que se descubra el factor genético o estructural y
que podamos actuar sobre ellos ya sea preventivamen-
te, ya sea acudiendo a las psicodrogas, psicocirugía,
etc., habremos vislumbrado una salida en esta encru-
cijada psiquiátri~a"~~.
Dentro de la variada gama de opiniones, se advier-
te que el tema de la rehabilitación es sumamente esca-
broso, y excede largamente la específica cuestibn de la
psicopatia.
En efecto, para responder a la problemática puesta
en debate, en primer tkrmino se deberán contestar una
serie de preguntas desde el punto de vista gnoseológi-
co. &uál es la finalidad de la pena? ¿Cual es la fina-
lidad de la medida de seguridad? @u6 significa ser
imputable? ¿Qué significa ser sociable? iQué diferen-

39 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, p. 514.


CABELLO,
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

cias cualitativas hay entre las penas y las medidas de


seguridad? ¿Es imputable el psicópata?
Se buscará una respuesta adecuada en los siguien-
tes capitulas .
De todos modos, es necesario adelantar que ningún
tratamiento puede, bajo el pretexto de atribuirle al su-
jeto pasivo el mote de psicópata, recurrir a metodolo-
g í a ~reñidas con los más elementales principios de un
derecho penal garantista.
Así, deben ser descartados desde un comienzo (pese
a ser propuestos por autores, en muchos casos presti-
giosos) los electro-shocks, las lobotomías, los tratamien-
tos a base de sufrimientos físicos, las dietas impuestas
y las mutilaciones.

Otra mención de CABELLO afirma que, a diferencia


de los psicdticos y los neuróticos, en los psicópatas
no se advierte un proceso que evolucione como una
neúformaci6n que, a la manera de un cuerpo extra-
ño, disloque la estructura del yo, que provoque una
ruptura en la personalidad. "El psicópata es siem-
pre igual a sí mismo y sus anomalías tienen de comdn
continuidad y permanencia desde que nace hasta que
muere"40.
Además, menciona que las personalidades psicopá-
ticas no son consideradas enfermedades mentales, por
lo que de antemano se las excluye del concepto de alte-
raci6n morbosa de las facultades. A ello adiciona, en
consonancia con L ~ P EIBOR,
Z LLORENTE, SCHAFFEMBURG, WET-
ZEL, MCCORD, STRISMPF,KRAZy LANGEL~DECK, que sólo los

40 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, p. 5 13.


CABELLO,
grados muy elevados e imbrincados de psicopatía deben
equipararse a las enfermedades mentales41.
También es destacable la opinión de CLECKLEY, para
quien existe una notable diferencia entre el esquizofré-
nico y el psicópata: "No es el mismo déficit que el del
esquizofrénico, quien se puede creer el nuevo enviado
de dios en la tierra. Sin embargo, en un sentido muy
relevante, en el de la evaluación reaIista, el psicópata
tiene un defecto más profundo que el de muchos esqui-
zofrénicos. No tiene ninguna capacidad para verse 61
mismo como otros lo ven. Es quizás más acertado de-
cir que no tiene capacidad para conocer como sienten
los otros cuando lo ven. .. no puede apreciar los efectos
y los valores que suscita su existencia en los demás.
Esto es verdaderamente sorprendente dada su capaci-
dad para la orientación perfecta para el razonamiento
y el hecho de que no padezca de-alucinaciones y deli-
rio~"~'.
N o apartamos de esta línea a HARE:"A diferencia
de los psicóticos, los psicópatas son plenamente racio-
nales y conscientes de lo que hacen y por qué lo hacen.
Su conducta es el resultado de su elección, libremente
reali ~ a d a " ~ ~ .
Para GARRIDO esta normalidad aparente lo
GENOVÉS,
hace miis difícil de reconocer y, por ende, mAs peligro-
so44. Llegamos a un punto critico, relevante. ¿Es el
psicópata un enfermo mental? Abordaremos el tema
en capitulas posteriores.

41 Psiquiatn'a forense en el derecho penal, p. 5 14.


CABELLO,
42 The mask of saniu, p. 350.
CLECKLEY,
43 HARE,WitklOuf cunscience.
44 GENOVÉS,E
GARRIDO l psicbpata, un camaleiín en la sociehd ac-
tual, p. 43.
PSICOPATÍAE INIMPUTABILIDAD

1 . EL REPROCHE PENAL. REQUISITOS

Desde la premisa de que la conducta siempre es


voluntad final, el finalismo revolucionó la teoría del de-
lito, a traves de la creación de lo que se denomina el
injusto personal. Lo que se imputa es la infracción
personal de una norma primaria. El derecho penal
pretende que la persona se contramotive y, en conse-
cuencia, no realice la acción prohibida mediante res-
tricciones o mandatos que se materializan en las nor-
mas primarias, por lo que ella s61o puede pretender el
objetivo referido dirigiéndose a la mente de cada uno
de sus destinatarios, para que éstos eviten realizarlos,
en cuanto sea posible. Si sus condiciones personales
o situaciones son normales, el autor del injusto penal
podrá comportarse conforme al derecho, e infringirá la
norma primaria para el caso que haga lo contrario.
Ello no sucede cuando el sujeto no advierte personal-
mente la peligrosidad objetiva del hecho, y es incapaz
de evitarlo y desconoce su antijuridicidad.
Se funda en una concepción netamente normati-
va de la culpabilidad, importando tan s61o reprochabi-
lidad de la conducta típica y antijurídica, cuyos pre-
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

supuestos o elementos se limitan a la capacidad de


culpabilidad o imputabilidad y la posibilidad de com-
prensión de lo injustos.

9 1 1. CONCEPTO
DE IMPUTABILIDAD

La imputabilidad integra la culpabilidad, como ca-


pacidad psíquica de &a; "es la aptitud psiquica de au-
togobernar el comportamiento por el temor al castigo
(pena) con que en la norma penal se conmina la reali-
zaciBn de una cierta conducta. Esto es, capacidad psi-
quica para inhibirse de practicar la conducta prohibida
por la norma penal, ante el temor de que se imponga
la pena que amenaza la realización de conducta. En
suma, imputabilidad es motivabilidad del sujeto res-
pecto de la norma penal"'.

Si la culpabilidad es sólo reproche (el hombre de-


cide comportarse en forma contraria al derecho) y Ia
conducta se le puede recriminar al individuo cuando es
imputable, es inherente tratar conjuntamente los cún-
ceptos de imputabilidad y libertad.
a) CAUSASDEL DELITO.Responder al interrogatorio
de cuáles son las causas del delito reviste una singular
importancia, pues de ello se desprende la concepción
que se tiene: 1 ) del hombre; 2) de la sociedad, y 3) del
derecho penal.
Si bien a lo largo de la historia, a través de lo que
se ha denominado "lucha de escuelas", se han dado in-
numerables respuestas al planteamiento formulado, no

1 DE TOLEDO - HUERTA
Y UBTETO Derecho penal.
TOCILDO, Parte gene-
ral, p. 335.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

es dificil advertir que hay una dicotomía sobre la cual es


imperioso tomar posici6n si se quiere avanzar en una
firme contestacihn acerca del libre albedrio o determi-
nismo.
lE1 hombre elige entre hacer esto o aquello, o por
el contrario, se encuentra determinado a realizar cierta
conducta? Esta es justamente la divisi611 trazada. El
determinismo referido puede ser clasificado en:
1 ) Biol6gico: el ser humano se encuentra biol6gica-
mente determinado a realizar ciertas conductas. Cuan-
do los autores hablan de determinismo en forma gen&
rica, se refieren a esta categoría (biologicismo de la
escuela positiva italiana y otras concordantes).
2) Sociológico: esta concepci6n más moderna que
la anterior considera que las desigualdades sociales de-
terminan a los individuos a realizar las acciones prohi-
bidas. La sociedad es la verdadera responsable de que
las personas cometan delitos (posición de la denomina-
da criminología ~ r i t i c a ) ~ .
Entre las alternativas presentadas: libre albedrío y
determinismo (en cualquiera de sus dos versiones)
no debe haber zonas grises. El hombre estA facultado
o no para elegir libremente lo que hace; ésta es una
problemática que no admite tibias respuestas.
Lo señalado es importante, pues muchos de los de-
bates y posturas contrapuestas que se han plasmado
respecto de los fines de la pena en el devenir histbrico,
tienen su origen en este aspecto.

Para una primera aproximación a esta concepción es interesan-


te el articulo de ANIYARDE CASTRO, La investigacidn criminoldgica en
Venezuela. Conflictos episternoldgicos y prácticos y orientuci6n actual,
"Doctrina Penal", 1978-253. Para una postura opuesta a la criminolo-
gía critica, ver TOZZINI,El indebido choque de dos paralelas, "Doctrina
Penal", 1 98 3-69 1; también NOVOA MONREAL, Desorientación epistemolcj-
p'cn en la criminologik crítica, "Doctrina Penal", 1983-263.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Si se parte de un principio determinista, no puede


luego limitarse éste con elementos o presupuestos que
pertenezcan a la concepción opuesta, o viceversa.
Decía SCHMID: "Una criminalidad que tiene causas y
una constatacion de la culpabilidad son incompati-
ble~''~.
Si adaptamos esta frase conforme el tema en cues-
tión, podríamos decir que una concepción libre albedris-
ta es incompatible con una criminalidad que tiene cau-
sas. Esto se hace extensivo a cualquiera de las dos
concepciones deterministas en la clasificaciíin realiza-
da. Si adoptamos una postura biologicista (la causa
del delito viene dada por la conformacion biológica del
hombre, ergo: el hombre no elige, pues está preordena-
do a realizar tal o cual conducta), mal podríamos sos-
tener una posición libre albedrista. Si por el contrario
tomamos la sociol6gica (las causas del delito vienen
dadas por las desigualdades sociales), sostener la con-
cepción anterior tampoco parece razonable.
Pero, existen verdaderamente las causas del deli-
to? ¿Podemos decir que el delito tiene causas que lo
provocan?
Estamos en discrepancia absoluta con las teorías
biologicistas; en cambio, consideramos que para enten-
der el derecho penal actual, no pueden dejarse a un
lado los aportes hechos por la criminología crítica, al
igual que las manifestaciones realizadas por Ias distin-
tas escuelas o concepciones sociológicas.
Sin embargo, ialcanza lo referido para aseverar
que el delito tiene causas? ¿Podemos decir que las
desigualdades sociales, las carencias económicas más

SCHMID, citado por GIM~ERNATO R D ~ G¿Tiene


, futuro la dogmdrica
jutzdico penal?, en "Problemas actuales de las ciencias penales y la filo-
sofía del derecho. Homenaje al profesor Luis Jiménez de Asúa", p. 496.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD 33
extremas, la convivencia con malvivientes, causan inde-
fectiblemente el delito? ¿No es más adecuado consi-
derar que todo lo mencionado son circunstancias que
coadyuvan a la comisibn del delito, pero no que lo
14
causan"? ¿No podría decirse que las desigualdades
sociales pueden predisponer o condicionar a un indivi-
duo en lo que a la comisión de un delito se refiere,
pero nunca determinarlo respecto del mismo?
Si damos una respuesta afirmativa a estas pregun-
tas, deberiamos comulgar con el libre albedrio.
En consecuencia, al adherir a una postura libre al-
bedrista no significa bajo ningún punto de vista des-
conocer las tangibles desigualdades sociales y econó-
micas que desde siempre existieron entre los hombres,
y que lamentablemente parecen ahondarse cada vez
mas con el correr del siglo XXI. Menos aun conside-
rar como cierta la falsa tesis que sostiene y defiende la
existencia de una sociedad ideal, donde todas las per-
sonas tienen las mismas posibilidades y son iguales
ante la ley.
b) EL LIBRE ALBEDRÍO.Al preguntarnos si un dere-
cho penal debe fundamentarse sobre una concepci6n
libre albedrista del hombre, iestamos tratando de dar
una respuesta al eterno problema filosófico del libre al-
bedrío? La respuesta negativa se impone, sin ningún
tipo de dudas.
dI
Segiín expresaba CARRARA: YO no me ocupo en cues-
tiones filosóficas, por lo cual presupongo como acepta-
da la doctrina del libre albedrío y de la imputabilidad
moral del hombre y como asentada sobre esa base la
ciencia criminal, que mal se construirá sin aquklla".
El mismo autor agregaba que muchos de los que
propugnaban la amenaza penal como forma de dismi-
nuir los delitos participaban de una concepción deter-
minista, lo que resultaba incoherente. "Si decís que es
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

necesario amenazar con penas al mal inclinado, para


neutralizar en él el influjo de las causas criminosas,
confesáis, sin advertirlo, que el delincuente es libre de
elegir entre éstas y aquéllas. Hay pues, una verdadera
contradicción entre el desarrollo de este sistema y el
principio que toma como baseIt4.
En concordancia con lo anterior ha dicho JESCHEK:
"La cuesti6n filosdfica de la libertad de la voluntad es
hasta ahora (y probablemente en cualquier futuro) un
problema insoluble. Por ello el ordenamiento jurídico
ha de construir su sistema de normas sin poder res-
ponder previamente a esta ~uesti6n"~.

4 Programa de derecho criminal, t. 1, p. 32,


CARRARA,
5 JESCHEK, Introduccidn a la polftica cririzinal, p. 53.
citado por ZIPF,
En la traducción española de 1978 (p. 561 a 567) avanza sobre el mis-
mo tema: "La determinabilidad de la actuaci6n descansa en la capa-
cidad del hombre de controlar los impulsos que sobre él inciden y de
dirigir su decisión según contenidos de sentido, valores y normas...
Por ello, el reproche de culpabilidad solamente puede dirigirse al indi-
viduo en los términos siguientes: el autor, en la situación en que se en-
contraba, hubiera podido actuar de otra forma, en el sentido de que con
arreglo a nuestra experiencia sobre la esencia del hombre, otro en su
lugar hubiera actuado de otro modo en las concretas circunstancias
empleando la fuerza de voluntad que posiblemente faltó al autor.
Pero la cuesti6n de si el acusado hubiese podido contar con la sufi-
ciente fuerza de voluntad y de qué modo se hubiera podido imponer
ésta en la relacion de fuerzas psicol6gicas en caso de haberse utilizado,
debe quedar sin respuesta. La idea de la responsabilidad del autor
adulto y normal y mentdmente sano constituye una indudable reali-
dad de nuestra conciencia social y moral. Todos partimos de la certe-
za de la libertad como prespuesto de nuestra actuaci6n y esperamos
igualmente una conducta libre de los demás hombres. Del mismo
modo, también resulta evidente la responsabilidad de todo hombre que
vive en sociedad frente a todos los demas hombres. Constituiría una
mala polftica criminal el que el derecho penal no prestara atenci6n a
esta realidad fundamental de psicología social y en su lugar pretendie-
se cimentarse sobre la imagen del hombre que suscribe el determinismo
consecuente, cuyos presupuestos son tan poco susceptibles de exacta
prueba como los de la libertad.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD 35
En cuanto a ROXIN, mencionó que la situaci6n que
se plantea en el derecho con relación a la libertad es
similar a la que se propugna con relaci6n a la dignidad
del hombre; ambas se presuponen, y así como ninguna
puede ser probada fehacientemente, de la misma ma-
nera tampoco puede ser atacada con argumentos em-
piricos6. A ello adiciona que puede afirmarse que la
polkmica acerca del libre albedrío es irrelevante para
el derecho penal, tambien es efectivamente correcto
que no resulta comprobable desde el punto de vista de
las ciencias naturales ni de la teoría del conocimiento,
lo cual puede llevar incluso hasta negar su existencia.
En definitiva, nada de ello afecta al derecho penal, pues
éste no depende en absoluto del interrogante acerca de
si las decisiones de los hombres resultan determinadas
en todo o en parte por impulsos o condicionantes ex-
ternos, sino tan s61o de la exigencia político-jurídica
ajena al problema ontológico de si el Estado ha de tra-
tar o no a sus conciudadanos como hombres libres, au-
tónomos y responsables. No se debe renunciar a este
postulado del derecho penal, y del ordenamiento jurídi-
co, pues encuentra su fundamento en el principio y la
garantía constitucional de la dignidad humana y el li-
bre desarrollo de la personalidad7.
Para SCHUNEMANN, la forma en que generalmente se
niega el libre albedrío no s61o constituye una elucubra-
ción irreal, sino que importa también un malentendido
básico en torno a la funci6n del concepto de éste en el
contexto social. En verdad, no es un mero dato biofi-
sico, sino una parte de la llamada reconstrucci6n social
de la realidad, e incluso pertenece a una capa espe-
cialmente elemental, al menos de la cultura occidental,

Fin y justificación de la pena y de las medidas de seguri-


ROXTN,
dad,en MAIER(comp.), "Determinación judicial de la pena", p. 40.
7 Roxrn, Intmduccibn al derecho penal y al derecho proc~sal,p. 59.
36 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

cuyo abandono s610 sera concebible en caso de liqui-


dación de esta cultura en su globalidad. Dado que
las singularidades lingüísticas de una sociedad y, en es-
pecial, la gramAtica de su lengua, de conformidad con
la convincente tesis central de la teoría del lenguaje de
HUMBOLDT y WHORF,ponen de manifiesto una determi-
nada visi6n del mundo, dificilmente podrB discutirse, al
menos en el caso de las lenguas indogermánicas, lo
arraigado del libre albedrio en las más elementales for-
mas gramaticales.
En efecto, la construcci6n de las frases con un su-
jeto agente y un objeto que padece la accibn, así como
las formas gramaticales de la voz activa y la pasiva
muestran una visi6n del mundo conformada por el su-
jeto activo, y en última instancia por su libertad de ac-
ción, que constituye un punto de partida del que no se
puede prescindir en tanto y en cuanto tales estructuras
lingüísticas dominen nuestra sociedad. Ello por no
aludir más que a un débil reflejo de las modificaciones
que habrán de tener lugar antes de que pudiera pensar-
se en una real eliminación del libre albedrio del con-
texto social (y que convertirán la totalidad de la historia
europea hasta nuestros días en una quantite negligea-
He). Si fuera natural para cada uno de nosotros no
concebir las propias elucubraciones idiomáticas sino,
por ejemplo, pensar que "cabe la posibilidad de que en
las elecciones de Bundestag se me encuentre en la urna",
también en el derecho penal existiría la posibilidad de
prescindir del fundamento del libre albedrío que, en-
tretanto, le corresponde de modo necesario a partir de
la realidad social. Su completo abandono implica ac-
tuar de forma tan ingenua como desvalida.
En definitiva, seria completamente imposible la pues-
ta en práctica consecuente de un derecho penal que
partiera de la ausencia de un libre albedrío en el hom-
bre. Esto se ilustra muy bien mediante la agudeza de
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

aquel juez que, ante la objeci6n del acusado de que no


podía ser condenado debido a la inexistencia del libre
albedrío humano, le replic6 con pesar que tambikn él
-el juez- carecía de ello, y no podía hacer otra cosa
que condenarlo.
Asi pues, al menos en el derecho penal europeo, no
puede ponerse en duda su existencia como fenómeno so-
cial, por lo que necesariamente un autor medio en una
situaci6n tal debe partir eo lpso de la posibilidad de ac-
tuar de otro modo. A partir de esta base arquimedia-
na pueden recopilarse aquellas condiciones empíricas de
la capacidad de respuesta a la norma, que conducen a
que la mayoría de los ciudadanos en situaciones de deci-
sión reciban motivaciones conforme a derecho y cuya
ausencia determina el fracaso de la emancipación hu-
mana de instintos e impulsos mediante una orientaci6n
cognitiva a valores8.
Considera MORENO HERNANDEZ que la libertad huma-
na para tomar decisiones no se halla exenta de factores
determinantes, pero s610 puede ser aceptada en tkrmi-
nos relativos, tanto como no puede hablarse de una li-
bertad de voluntad absoluta, la cual es aceptable que
su existencia no haya sido demostrada científicamente
en un caso concreto. Del mismo modo no puede afir-
marse que realmente no existe, pues lo que se ha cons-
tatado de esa manera es la concurrencia de factores;
sin embargo, en la medida del conocimiento y de la
motivabilidad del hombre, pueden arrastrar a éste a
la necesaria causacion de resultados, como cualquier
fenómeno natural, o tarnbi6n ser neutralizados en ma-
yor o menor medida. S610 en la forma en que se
acepte la "libertad de voluntad", es decir, la capacidad

8 La fiancibn del principio de culpabilidad en el dere-


SCHUNEMANN,
cho penal preventivo, en SCHUNEMANN(comp.), "El sistema moderno del
derecho penal: cuestiones fundamentales", p. 148 y siguientes.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

humana para dirigir su propio comportamiento, puede


razonablemente justificarse la existencia de las normas
penales y de las sanciones de este tipo; pues s61o en
virtud de esa concepción tienen sentido las prohibicio-
nes y los mandatos ya que no pueden prohibirse ni or-
denarse comportamientos donde no existe la facultad
humana para gobernar parte de los sucesos del medio
ambiente. Admitir lo contrario sería justificar la prohi-
bición o el mandato de simples procesos causales, de
fenómenos en que la voluntad del hombre no tiene nin-
guna injerencia para dirigirlos9.
El hombre no vive sino que "convive" o coexiste con
otros, pues, antes que nada, es un ser social. Esta convi-
vencia supone algo importante y es que dentro de cier-
tos límites, cada uno de nosotros puede prever la con-
ducta de los demás, sólo dentro de un marco en el que
prime la racionalidad, la que lleva inserta uno de los
pilares sobre los que se sostiene dicha convivencia: la
libertad. S610 a partir de estas consideraciones pode-
mos hablar de una comunidad que tenga la intención
de regir su existencia a través de un sistema normati-
vo integral (sistema jurídico), y de un hombre capaz
de ser compelido a comportarse de acuerdo con ciertas
pautas preestablecidas, bajo apercibimiento de ser res-
ponsabilizado por su conducta. S610 el hombre libre
es el hombre responsable, pero no hablamos de una li-
bertad ontológicamente entendida, sino de una que po-
sibilite la convivencia social. "En el campo social, y
sólo de 61 se trata, tenemos que partir de un marco de
responsabilidad social, que se ajusta según el estado

MORENOH E R N ~ D ECo~zsideraciones
Z, dogmdticas y polilico-cre'mi-
mles sobre Iu culpabilidad, en "El poder penal del Estado. Homenaje
a Hilde Kaufmann", p. 41 1 y 412. Estoy en un todo de acuerdo con lo
señalado por el autor. No obstante ello, y para evitar confusiones,
prefiero hablar de factores que "condicionan" la voluntad y no que la
"determinan".
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

de las relaciones econbmicas y sociales, y es el legis-


lador de cada época el que determina cada campo de
libertad de acción y de v~luntad"'~.
El adoptar así una postura libre albedrista o deter-
minista, en el derecho penal, no implica una respuesta
a la cuesti6n filosófica referida.
La imposibilidad de probar fehacientemente el acier-
to de cualquiera de ellas, tanto desde un punto de vista
general, como para el caso concreto, hacen que deci-
dirse por una u otra se corresponda s61o con una ma-
teria jurídico-valorativa' l .
En la eleccibn no puede haber puntos intermedios;
mientras haya quienes entiendan que considerar al
hombre como un ser carente de libertad es la mejor
opción con que cuenta el derecho penal para alcanzar
la mentada cohesión social, y proteger al individuo de la
manera más amplia (en cuanto a sus garantías indivi-
duales, dignidad e integridad) con todas las conse-
cuencias que ello acarrea, pueden llevarlo a la practi-
ca; en tanto los que consideren lo contrario, deberán
adoptar la posición opuesta (el hombre como un ser
libre).
Desde esta premisa, seria equivocado inferir que,
de adoptar cualquiera de las variantes expuestas, el
ordenamiento penal se sustentaría sobre la base de una
ficción, a la que nunca se hizo mención, sino de una op-
ci6n jurídico-valorativa.

10 BAUMANN, Reincidencia y punibilidd, p. 25.


citado por GARC~A,
1-n este sentido, QUFMANN ha indicado: "Así es como la discu-
sión dogmática más reciente ha conducido al entendimiento de que
tanto la atribucidn como la negación de culpabilidad y responsabilidad
son finalmente en sentido jurídico decisiones sociales que se convienen
para lograr que el sistema jurídico funcione aunque su exactitud no
sea demostrable" (Derecho penal de culpabilidad, concepto de la pena
y ejecución orientada por e2 tratamiento, "Nuevo Pensamiento Penal",
1974-109).
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Así, pues, consideramos que la forma mAs adecua-


da para mantener la cohesión social, respetando la
dignidad del individuo, es la fórmula libre albedrista.
Por otra parte, G~MBERNAT ORDEIGcritica dicha fdrmula,
al decir que aunque en abstracto existiera el libre albe-
drío, es imposible de demostrar si una persona concre-
ta, en una situación semejante, ha cometido libremente
o no un delito determinado. "Pretender fundar el de-
recho penal en el (por lo menos respecto de cada delin-
cuente concreto) indemostrable libre albedrío es, pues,
una batalla perdida de antemano; librarla, a pesar de
todo, s61o puede tener como resultado aumentar la
irritación de los científicos empíricos; pues es simple-
mente una provocación que los juristas, en materias en
las que no son especialistas, pretendan darles lecciones
a los que sí lo son, o rechazar cualquier clase de di5lo-
go con ellos decidiéndose irracionalmente (esto es una
esfera no accesible a la argumentación) a favor del li-
bre albedrío". Manifiesta que no es la creencia o no en
la autodeterminación del hombre lo que ha impedido
los abusos del derecho penal con fines políticos, sino
el respeto por la persona humana. "Si en una socie-
dad están verdaderamente afianzados los derechos del
hombre, no hace falta preocuparse por la solución que
se dé al programa del libre albedrío, pues las conse-
cuencias que se extraigan de la solución -positiva o ne-
gativa- adoptada siempre tendrAn sus limites en aque-
llos derechos. Y si este respeto a la persona y a su
dignidad no existe, se cometerán abusos: fundándolos
en el libre albedrío o en la falta de libertad del hom-
bre, en el derecho natural o en el positivismo jurídico,
y, si es preciso, incluso sin fundamentación alguna"'*.

12 GIMBERNATORDEIG, ¿Tiene futuro la dogtndrica jum'dico-penal?, en


"Problemas actuales de las ciencias penales y la filosofía del derecho.
Homenaje al profesor Luis Jirnénez de Asúa", p. 495 y siguientes.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

Según refiere el mismo autor, lo importante es el


respeto por la dignidad del hombre, la cual puede ser
vulnerada por cualquier concepci6n que se opte. De
ser así, lo importante es inclinarse por aquella que, se-
gún el buen saber y entender de quien lo lleve a cabo,
sea la más idónea y la que reúna potencialmente me-
nos elementos para vulnerarla.
En definitiva, y como se ha señalado, esta concep-
cidn es la libre albedrista, puesto que es la única pos-
tura que considera la capacidad personal del individuo
para obrar de un modo u otro, ubicándolo como punto
de partida del sistema penal. Además, adhirió KAUF-
MANN: "Y solamente de este modo, si se considera a1 in-
dividuo como imprescindible, es que la capacidad hu-
mana de poder dirigir el comportamiento se convierte
en el punto cardinal del derecho penal, mientras la ca-
tegoría de la necesidad social, sirve sólo como contra-
peso en el sistema total de ese derecho penal"".
La imagen del hombre que lo concibe como libre-
mente autodeterminado es el fundamento de la catego-
ría "responsabilidad", que por regla se les adjudica a
los hombres, con prescindencia de los grupos especia-
les dañinos, enfermos y otros casos especiales. Ausen-
te esta categoría, la vida en sociedad es sencillamente
impo~ible'~.

13 KAUFMANN, Derecho penal de culpabilidad, concepto de la pena


y ejecucidpz orientada por el tratamiento, "Nuevo Pensamiento Penal",
1974-109.
l4 GUFMANN, Concepciones del hombre en el derecho penal y h cri-
minología, "Doctrina Penal", 198 1-2 3. En el mismo sentido, ha señala-
do DONNA que "el derecho debe aceptar a la libertad del hombre como
un a priori lógico. El valor o desvalor del acto, s61o se mide en base a
la libertad del hombre. Sin ésta no se puede afirmar que la conducta
del hombre pueda ser reprochable o no. Y decía que dste es un a
priori incondicionado, ya que la misma es indemostrable, pero tanto
en su afirmación como en su negaci6n. Si esto no es aceptado, como
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

En cuanto a la negaci6n del libre albedrío, G A R C ~ A


hace una interesante reflexión, tras señalar que la li-
bertad se encuentra entre los bienes jurídicos mas pre-
ciados: "Sin embargo, quienes imputan al derecho penal
de culpabilidad a partir de un presupuesto indemostra-
ble no llegan al extremo de proponer la impunidad de
las coacciones, las amenazas, las extorsiones, las viola-
ciones, los atentados cometidos con fines de imposición
o persecuci6n pulitica o religiosa, contra el derecho de
reunión o de prensa, por citar algunos ejemplos. Con
el10 caen las objeciones antes reseñadas, porque la pro-
tección de la libertad presupone que el objeto mismo
de la protección, aunque 'indemostrable', existe. Una
postura consecuente con la indemostrabilidad o inexis-
tencia de la libertad tendría que suprimir del Código
Penal las conductas que atentan contra ella. No estoy
dispuesto a tal desprotección del hombre"' 5 . Podríamos
repetir con GARC~A que tampoco estamos dispuestos a
semejante desprotección.
Para concluir este apartado es necesario destacar
tres cuestiones:
1 ) Adoptar una postura libre albedrista importa
una elecci6n jurídico-valorativa, alejada de concepcio-
nes filos6ficas.
2) Adherir a la postura mencionada no significa
considerar la existencia de una sociedad ideal, desco-
nociendo las tangibles diferencias sociales y económi-
cas dadas entre los hombres. Tampoco importa no
conocer que esos mismos factores socio-económicos
puedan obrar como I t condicionantes" de ciertas accio-

fundamento (no como fin de la pena) no hay otra alternativa que vol-
ver a la peligrosidad como factor determinante para la aplicación de la
pena, que ya no será tal, sino medida" (Derechos humanos, dogmati-
ca penal y criminologk, LL, 1991-C-676).
15 GARC~A,Reincidencia y punibilidad, p. 31 y 32.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

nes, aun cuando se niegue en forma tajante que ellos


puedan "determinar" al individuo.
En este sentido es interesante mencionar la tesis
de GARAUDY, quien expresa que "los hombres no hacen
su historia arbitrariamente; la hacen siempre en condi-
ciones estructuradas por el pasado. Pero hacen su
propia historia. Las estructuras condicionan a los hom-
bres, pero los hombres transforman y crean las estruc-
turas. Todo, en esta dialéctica trágica, pasa por los
hombres, por sus voluntades y por sus decisiones".
3) Como consecuencia de lo expuesto, resulta más
adecuado mencionar que existen ciertos factores socio-
econ6micos que pueden condicionar a quienes cometen
delitos, que hacer mención lisa y llana a supuestas
"causas del delito".

La capacidad de culpabilidad se pierde cuando la


persona deja de ser libre, es decir, cuando no puede
elegir entre comportarse conforme a derecho o come-
ter la acción típica.
Ello sucede cuando el individuo: a) no tiene la po-
sibilidad de comprender la antijuridicidad del acto, y
b) no puede adecuar el comportamiento a esa compren-
sión.
El Código Penal argentino lo sintetiza a través del
art. 34: "El que no huya podido en el momento del he-
cho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alte-
raciones morbosas de las mismas..., comprender la cri-
minalidad del acto o dirigir sus acciones".
El Código Penal alemán prevé cuatro fuentes como
generadoras de inimputabilidad: los trastornos psíqui-
cos patolágicos, los trastornos profundos de la concien-
cia, la oligofrenia y otras anomalías psíquicas graves.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

El C6dig0 Penal espafiol, por su parte, señala en el


art. 20: "Están exentos de responsabilidad criminal:
1 ) El que al tiempo de cometer la infracción penal,
a causa de cualquier anornalia o alteración psiquica,
no pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar
conforme a esa comprensión.
El trastorno mental transitorio no eximir&de pena
cuando hubiese sido provocado por el sujeto con el
prop6sito de cometer el delito o hubiera previsto o de-
bido prever su comisión.
2 ) El que al tiempo de cometer la infracción penal
se halle en estado de intoxicación plena por el consumo
de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, estupefacientes,
sustancias psicotrópicas u otras que produzcan efectos
análogos, siempre que no haya sido buscado con el pro-
pósito de cometerla o no hubiese previsto o debido pre-
ver su comisión, o se halle bajo la influencia de un sín-
drome de abstinencia, a causa de su dependencia de
tales sustancias, que le impida comprender la ilicitud
del hecho o actuar conforme esa comprensión.
3) El que, por sufrir alteraciones en la percepción
desde el nacimiento o desde la infancia, tenga alterada
gravemente la conciencia de la realidad".
Independientemente de las diversas cuestiones abor-
dadas, la problematica queda limitada a lo referido en
1 y 2, es decir, en qué casos y bajo que circunstancias
la persona no comprende la criminalidad del acto (pri-
mera fórmuIa de la inimputabilidad), y cuando pese a
entenderla no puede dirigir las acciones conforme a ella
(segunda formula).
Inmersas en esta dificultad, el psicópata se sitúa
en el centro de la tormenta; por lo tanto, los juristas,
los médicos, los psicólogos y los psiquiatras discuten
hasta el presente si este es o no imputable.
Con relación al tema ampliaremos su contenido.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

Si una persona es imputable y, por ende, es repro-


chable, se le aplica una pena como consecuencia de
haber cometido un delito. Pero en los casos en que es
inimputable, nunca se le podría aplicar una pena, pues-
to que no se le puede reprochar una conducta a quien
no comprendiú o si lo hizo no pudo discernir su anti-
juridicidad.
El derecho penal creó las denominadas "medidas
de seguridad", en situaciones como la comentada en
segundo término.
El modo de establecer las diferencias entre unas y
otras es sumamente importante; en varias oportunida-
des tanto la doctrina como la jurisprudencia han teni-
do muy en cuenta las distinciones cualitativas entre
ambas, para dirimir si una persona es o no imputable.
a) UNAPRIMERA A P R O X I M A C I ~ N , SISTEMAS.
El derecho
penal es un mecanismo de control social que puede ser
llevado a la práctica a travks de los siguientes sistemas:
1) De única vía, que a su vez se subdivide en: a )
sistema que aplica exclusivamente penas, y b) sistema
que aplica exclusivamente medidas de seguridad (posi-
tivismo italiano)lB.
2 ) De doble vía (doble binario), que asigna conjun-
tamente penas y medidas. Éste prevé aplicar penas a
quienes tienen capacidad de culpabilidad (imputables),

16 señala que el derecho penal clásico absolvía al inimputa-


SOLER
ble y se desatendía de las consecuencias de esa absolución, desde el
punto de vista penal. Pero a ello agrega que sería una exageración de-
cir que el Estado se desentendiera totalmente del problema, ya que, in-
cluso en e1 derecho romano, ya existían medidas de prevención,
como la custodia diligente y las medidas de coerción dispuestas para el
loco parricida (Derecho penal argentino, t. 2, p. 402).
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

y medidas a aquellos que carecen de la misma (inim-


putables).
Pero también, en determinadas circunstancias, al
individuo se lo sanciona con una pena, juntamente con
una medida de seguridad por el mismo hecho, y ello
sucede al combinarse dos sistemas:
1) La pena y la medida se aplican en forma acu-
mulativa (sistema acumulativo de penas y medidas).
El tiempo en el que se cumple la medida no es compu-
tado respecto de la pena impuesta.
2 ) Primero se cumple la medida, y el tiempo de la
misma es computado en el de duraci6n de la pena (sis-
tema vicarial) 17.
1) Concepto de pana. El hablar de los fines que la
pena persigue, nada nos dice respecto de lo que es en
sí misma. Desde el momento en que opera como la
máxima intervencion en la libertad de la persona, que
el ordenamiento jurídico autoriza a1 Estado, resulta-
ría absurdo negarle dicha característica18.

l7 ROXTN, Fin y justificaci~nde la pena y de las medidas de seguri-


M ,en "Determinación judicial de la pena", p. 46. Señala que por re-
gla general la medida se ejecuta antes que la pena, de modo que, en
numerosos casos, la pena no necesita ser cumplida en un establecimien-
to penitenciario. El sistema vicarial es adoptado por el art. 9", parte
primera del C6d. Penal español, y por el art. 62 del C6d. Penal alemán.
18 ROXN señala las consecuencias que una pena conlleva: el indi-
viduo aparece frente a los ojos de la sociedad como un delincuente,
pierde su empleo y con ello su fuente de ingresos; queda separado de
su mujer y de sus hijos; en la cárcel todos los actos de su vida diaria
quedan reglamentados y se le priva de las satisfacciones más habituales,
como la televisidn, la tertulia tras la comida, etcdtera (ROXIN- ARZT-
TIEDEMAN, Intuoduc~id~~al derecho penal y al &recho pmcesal p m d , p. 20).
GARC~A señala que la pena implica, desde un punto de vista material, una
severa intromisión del Estado en los derechos de sus ciudadanos,
una disminución de sus bienes jurídicos o una grave perturbación en
su libre goce (Reincidenciay punibilidad, p. 13).
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

Conceptualmente, la pena es un mal, y puede que


Bsta busque solamente su aplicación, sin perseguir un
fin útil para la sociedad (teoría absoluta) o que con él
se procure un bien para la comunidad (teorías relati-
vas). "Cualquiera que sea el objeto final por el cual se
persigue y aplica la pena, constituye un componente
esencial de la razón por la que se recurre a ella, el co-
locar a sus destinatarios en una situaci6n desagrada-
ble, o para decirlo crudamente, el someterlos a algún
sufrimiento. El sufrimiento que la pena implica es un
efecto intencional del acto de recurrir a ella ya sea que
se lo persiga como fin o como medio para otro fin"'9.
"Nadie puede negar que la pena es un mal que se
impone como consecuencia de un delito. La pena es,
sin duda, un castigo. Aquí no valen eufemismos y
también la teoría preventiva debe empezar por recono-
cer el carácter de castigo de la penaz0. La pena sigue
siendo un castigo, aunque se conciba al servicio de la
prevención de delitos"21.
En este sentido es muy claro SOLER, al mencionar
que la pena es 'Ijuridicamente un mal, y no puede dejar
de serlo, porque no se puede ofrecer un premio al de-
lincuente futuro. El error proviene de confundir el
concepto de la pena con la eficacia psicológica de ella.
Lo que el individuo piensa sobre una situaci6n juridica
puede no coincidir con lo que esa situaci6n es jurídi-
camente. Por eso, aun cuando el delincuente no tome
a la misma como un mal, ello no significa que jurídica-
mente no sea una pena. Si una persona comete un
hurto pequeño para ir a la cárcel, con el fin de tener

19 NINO,Los limites de la respo~zsabilidadpenal, p. 203.


20 MIR PUIG,Problewzdrica de ,!k pena y s e g u r i h l ciekdadam, "Re-
vista Jurídica de Cataluña", no 1, p, 182.
21 MIR PUIG,El sistema de sanciones, "Revista Jurídica de Catalu-
ña", no extra, 1980, p. 21 y siguientes.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

techo y comida durante el frío invierno, ello en nada


empece para decir que sufre jurídicamente una pena,
en tanto el derecho valora más la libertad que el bie-
nest ar22.
Además, en tanto la pena cumple un fin de pre-
vención general, resultaría absurdo amenazar con algo
placen ter^'^. ¿Cómo podría evitarse que alguien se abs-
tenga de realizar una conducta determinada, bajo ame-
naza de pagarle un pasaje al Caribe para dos personas?
Así, reiteramos que, conforme a lo expresado, el
concepto de pena está por encima de la discusi6n doc-
trinal con respecto a sus fines24. La pena es un mal,
independientemente que con ella se persiga un bien y
además vale agregar que, desde el punto de vista sim-
bólico, cumple un doble rol:
a) Dentro del sistema social, importa la autocons-
tatación del Estado25.
b) En lo que a la comunidad se refiere, importa un
juicio de desvalor ético social26.
Se puede admitir la pena como simbolo de la in-
dignidad de los que sufren: "La comisión de un acto
moralmente reprobable, bajo ciertas condiciones, pro-
voca juicios y reacciones adversos; cuando a esos actos

22 SOLER,Derecho penal argenrino, t . 2, p. 348.


23 MIR PUIG,El sistema de sanciones, p. 2 1.
24 Cabe recordar que incluso aquellos autores que como ZAFFARONI
consideran que la pena no debe cumplir jurídicamente una función de
prevenci6n general, admiten que socialmente la cumple aunque fuere
en forma eventual y en mudo innecesario (Manual de derecho penal.
Parte geneml, p. 60).
25 NOSreferimos a la autoconstatación de un sistema democráti-
co. Al autoconstatar el sistema, la pena protege los ejes del mismo,
que no son otros que los bienes jurídicos (BUSTOS RAMIREZ,Control SO-
cial y sisfema penal, p. 32).
26 GARC~A,Reincidencia y punibilidad, p. 15.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

siguen regularmente ciertas medidas distintivas, la gen-


te asocia esas medidas con aquellos actos, hasta el pun-
to de que el mero conocimiento de que alguien es objeto
de una de tales medidas sin saber quk acto le diera lu-
gar en concreto, provoca los mismos juicios y reaccio-
nes que se tienen en presencia de actos moralmente re-
prensible~"~~.
2) Concepto de medida. Clasificación. La pena no
es el Unico mecanismo con que cuenta el Estado para
ejercer el control social; existen también las denomina-
das medidas de seguridad. La clasificaci6n de las me-
didas se seguridad, con las dificultades que ella trae
aparejadas, será tratada más adelante.
Éstas tienen un caracter estrictamente administra-
t i ~ o debido
~ ~ , a que el sufrimiento de las personas suje-
tas a ellas, en tanto implican también privaciones o res-
tricciones en el goce de bienes jurídicos es, entonces,
una consecuencia necesaria pero no buscada19.
La aplicación de una pena presupone amenazar
previamente con ella (nullurn crimen sine p e n a Zegali).
El inimputable no es amenazado con conminacion al-
guna, por lo que pretender unificar bajo un único títu-
lo de "sanciones" tanto a las penas como a las medi-
das, importa teñir de reproches a estas últimas, que
deben estar inspiradas en fines curativos y pietistas30.
La pena conlleva un juicio de reproche de la socie-
dad para quien la sufre. Ésta la vive como algo desva-

27 NINO,LOS limites de la responsabilidad penal, p. 205. GARC~A


tambikn transcribe este párrafo, haciendo la salvedad de que entiende
"reprochabilidad moral" como juicio etico-social, postura que corn-
par timos.
28 SOLER,Derecho penal argenfino, t. 2, p. 406.
29 NINO,LOS limites de la raspolzsabi2idad penal, p. 13.
30 SOLER,Derecho penal argenfino, t. 2 , p. 404 y 405.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

lioso, diferente con las medidas de seguridad, aun


cuando desde el punto de vista externo ambas sean
iguales3', la diferencia está en la valoraci6n social al
respecto. La única forma en que se puede distinguir
la pena de los demás mecanismos de control social (ac-
tos de coacción) que tiene el Estado, es la censura sim-
bólica que la caracteriza3*.
La postura no es unbimemente compartida. Asi,
R o x r ~considera que, dejando a un lado el criterio de
retribución de la culpabilidad, tanto la pena como la
medida sirven "para proteger bienes jurídicos y rein-
corporar al delincuente a la comunidad33, Agrega, ade-
más, que ambas buscan fines de prevención especial, y
no existen diferencias sustanciales entre ellas. La dis-
tinci6n est&dada por sus límites; mientras que la pena
está limitada por el principio de culpabilidad, a la me-
dida la limita el principio de proporcionalidad. "Se tra-
ta, por lo tanto, de una concepci6n que desde el punto
de vista de los fines de la sanci6n es monista y desde el
punto de vista de los límites es dualista. Esto signifi-
ca una fuerte aproximación a un sistema monista o de
una sola ~ i a " ~ ~ .
El autor alemán dice que es falsa la tesis que con-
sidera que la pena tiene un fin de prevención general

31 NINO,Los limites de la respomabilidad penal, p. 206.


32 GARC~A, Reincidencia y punibilidad, p. 16.
33 Roxrra, Reflexiones polético-criminales sobre el principio de culpa-
bilidad, en "Culpabilidad y prevención en el derecho penal", p. 55.
ROXIN,Reflexiones politico-cp-iminah sobre el principio de culpa-
bilidad, en "Culpabilidad y prevención en el derecho penal", p. 55.
Agrega que, desde un punto de vista político-criminal, es una postura
correcta, pues permite asimilar la ejecuci6n de las penas privativas de
la libertad a una medida terapéutica. Precisamente, una de las dife-
rencias entre penas y medidas de seguridad esta dada por la intensidad
de la acción terapéutica. En igual sentido, ZIPF, Introd~ccióna la poli-
tica criminal, p. 64.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

del que carece la medida35, al igual que aquella que


sostiene que la primera lleva en sí un juicio de censura
etico-social que no estaría presente en la medida de se-
g~ridad~~.
Además, agrega que la vigencia del sistema vicarial
confirma la tesis de la vía única. Pese a la fungibili-
dad entre los mecanismos que mencionamos, considera
que debe mantenerse la doble vía para la limitaci6n de
la pena: "La pena, debido a su vinculaci6n con la cul-
pabilidad, constituye una injerencia menor en la li-
bertad del ciudadano con relaci6n a las medidas de se-
guridad. La conservacibn de la pena significa que el
legislador ha decidido, como regla general, concretar
su interks de prevenci6n $610 en el marco delimitado
por la culpabilidad por el hecho, y que tambien admite
perjuicios preventivos a favor de la libertad del ciuda-
dano, que pueden resultar cuando la medida de culpa-
bilidad pone límite a la duraci6n de la sanci6n. S610
en los casos excepcionales de una puesta en peligro de
la generalidad especialmente tenaz, puede ser supera-
do este límite mediante la imposición de una medida
de seguridad. Si mediante la abolicidn de la pena se

35 ROXN,Fin y jtssdificacidn de h pena y las medidas de seguridad,


p. 44. Dice que las medidas de seguridad cumplen, en su gran mayo-
ría, un fin, al menos secundario, de prevención general: así, una me-
dida de seguridad corno la privación del registro de conducir (§ 69,
Cod. alemán) produce mayor efecto intimidatorio que la pena para
los delitos de tránsito; y también en el círculo de los autores propen-
sos, la reclusión de seguridad es, frecuentemente, más temida que la
pena.
36 ROXIN,Fin y justificacidn de Za pena y las medidas de seguri-
dad, p. 46. No se comprende por qud para una ebriedad en el tránsi-
to (§ 316, Cód. Penal alemán), la censura social estada expresada en la
punición, pero no en la privación del registro de conducción que se
vincula con ella (§ 69). Es necesario señalar que existen posturas con-
trapuestas respecto de si la privacibn del registro de conductor (inhabi-
litación) es una pena o una medida de seguridad.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

convirtiera esta excepci6n en regla de validez general,


se habría abandonado de este modo una importante
pieza de la liberalidad, y se habría realizado un nuevo
paso hacia el estado de bienestar total, lo cual no pare-
ce deseable desde el punto de vista socio-poli tic^^^.
En total concordancia con estos conceptos se ma-
nifiestan HASSEMER y M U Ñ O Z CONDE.
Ambos hablan de un sistema de consecuencias jurí-
dico penales, en el que no debe hacerse hincapié en
una cuesti6n de conceptos y distinciones sistemáticas
(culpabilidad-peligrosidad, pena-medida) sino en una
cuesti6n de eficacia político-criminal y de garantías
estatales. Las grandes misiones del derecho penal de-
ben estar presentes tanto en las penas como en las
medidas:
a) Ambas deben responder a los diferentes factores
criminíigenos, ayudando a resolver las situaciones que
los condicionan.
b) Las metas político-preventivas deben ser limita-
das por la vía del principio de culpabilidad o bien por
la vía del principio de proporcionalidad.
c) En ambos casos, es fundamental la prognosis
sobre la conducta futura del delincuente.
d) Las garantías procesales deben estar presentes
en ambas.
e) Las alternativas a la privacion de libertad deben
buscarse respecto de unas y otras.
f ) La ejecuci6n debe producirse de la forma m5s
humana posible, tanto en las penas como en las medi-
d a ~ ~ ~ .

37 ROXIN,Fin y justificación de Ea pena y las medidas de seguridad,


p, 47,
38 HASSEMER - MUROZCONDE,Introducción u la criminologíu y a2 de-
recho penal, p. 167.
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

Tambikn BACIGALUPO considera que a partir de las


teorias de la unión la fundamentación de un sistema
dualista se torna dificultosa, lo que no significa que el
sistema monista se imponga en lo inmediato39.
La clasificación de las medidas de seguridad tam-
bién es de suma importancia para el tema que se anali-
za. Nos aproximaremos a un conocimiento mayor res-
pecto de s i el psicópata es un inimputable; y para el.
caso que así resulte, debemos tener en claro cuál es Ia
consecuencia que una declaración de esas característi-
cas trae aparejada,
a) Medidas da seguridad no penales. Cuando deci-
mos que la pena no agota el derecho penal como meca-
nismo de control social, pues éste cuenta, ademAs, con
las medidas de seguridad, nos referimos exclusivamen-
te a aquellas que se aplican como consecuencia de la
comisi6n de un delito.
Previamente, cabe considerar que el Estado puede
valerse de ellas para preservar la coexistencia social,
aun cuando no se haya cometido ilícito alguno.
Las medidas referidas pueden clasificarse en:
1) Medidas de seguridad no penales para imputa-
bles: en determinados casos, el Estado puede disponer
que las personas hagan o dejen de hacer algo en vir-
tud del bien común. U n ejemplo típico de ello es la
cuarentena, que se dispone en una localidad determi-
nada para evitar que una enfermedad se propague a
otras áreas.
2) Medidas de seguridad no penales para demen-
tes: cuando existe la posibilidad de que un demente se
dañe a sí mismo o a los demás, el juez civil está facul-
t a d ~para disponer su internación.

39 Manual de derecho penal.


BACIGALUPO, Parte general, p. 18.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

El derecho argentino prevk, en el art. 482 del C6d.


Civil, lo siguiente: "El demente no será privado de su li-
bertad personal sino en los casos e n que sea de temer
que, usando de ella, se dañe a si mismo o daffe a otros.
N o podd tampoco ser trasladado a una casa de dernen-
tes sin autorización judicial". En la última parte del
artículo dispone que el juez deberá "designar un defen-
sor especial para asegurar que la internación no se pro-
longue mds de 10 indispensable y aun evitarla, si pueden
prestarle debida asistencia las personas obligadas a la pres-
tación de alimentos".
b ) Medidas de segundad penales. Es posible dis-
tinguir:
1) Que se aplican en forma autónoma: aplicables
al inimputable que ha cometido un delito. La medi-
da reemplaza a la pena. Éstas pueden subclasificarse
en curativas y educativas. Las primeras se aplican a
quien ha sido declarado inimputable por no haber com-
prendido la criminaIidad del acto o no haber dirigido
sus acciones conforme esa comprensión.
Para los casos de enajenacion, el art. 34 del Cód.
Penal argentino prevé que el tribunal "p7odrtí ordenar Zu
reclusión del agente en un mauriconzio, del que no saldrd
sino por resolución judicial, con audiencia del Ministe-
rio Público y previo dictamen de peritos que declaren de-
saparecido el peligro de que el enfermo se dañe a sé mis-
mo O a los demás"40.

40 El art. 34, párrs. 2" y 3", del C6d. Penal argentino establece;
"En caso de enajenación, e2 tribunal podrá ordenar la reclusión del agen-
te en un manicomio, del que no saldrd sino por resolucidn judicial, con
audiencia del Ministep-io Público y previo dictamen de peritos que decla-
ren desaparecido el peligra de que el enfermo se da fie a si mismo o n los
demds.
En los &m.& casos en que se absolviere a un procesado por las cau-
sales del presente inciso, el tribunal orhncrrá la reclusión de2 mismo en
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

Para los otros cacos de inimputabilidad (estados to-


xicológicos y alcohólicos, entre otros) el mismo art. 34
señala: "En los demás casos en que se absolviere un pm-
cesado por las catasales del presente inciso, el tribunal
ordenar6 la reclusidn del miswo en un establecimiento
adecuado hasta que se compmbase Za desaparición de las
condiciones que le Ricieren peligroso".
En cuanto a las educativas, los menores de dieciséis
años son inimputables para el derecho penal argentino,
de modo tal que los mismos no son pasibles de pena.
N o obstante ello, pueden ser internados en estableci-
mientos especiales cuando las circunstancias del caso
así lo aconsejaran. También se prevé un rkgimen espe-
cial para los menores imputables (medidas correctivas).
A mayor abundamiento recurrimos al art. lo de la
ley 22.278, que establece: "NO es punible el menor que
no haya cumplido dieciséis años de edad. Tampoco lo
es el que no haya cumplido dieciocho años, respecto de
delitos de acci6n privada o reprimidos con pena priva-
tiva de la libertad que no exceda de dos años, con mul-
ta o con inhabilitación.
Si existiere imputaci6n contra alguno de ellos, la
autoridad judicial lo dispondrá provisionalmente, proce-
dera a la comprobaciíin del delito, tomará conocimien-
to directo del menor, de sus padres, tutor o guardador
y ordenar& los informes y peritaciones conducentes al
estudio de su personalidad y de las condiciones fami-
liares y ambientales en que se encuentre.
En caso necesario pondrá al menor en lugar ade-
cuado para su mejor estudio durante el. tiempo indis-
pensable.

un estabIecimieizto adecuado hasta que se comprobase la desapa~cibnde


las condiciones que le Riciereen peligroso". La forma imperativa "orde-
nará", debe ser interpretada como que se recluirá s61o cuando haya pe-
ligro, según ZAFFARONI, Manual de derecho penal. Parte general, p. 740.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Si de los estudios realizados resultare que el menor


se halla abandonado, falto de asistencia, en peligro ma-
terial o moral, o presenta problemas de conducta, el
juez dispondrá definitivamente del mismo por auto fun-
dado, previa audiencia de los padres, tutor o guarda-
dor".
Se hace una distinción entre los menores de dieci-
séis a dieciocho años (arts. 2" a 9", ley 22.278) y entre
los de dieciocho a veintiuno (art. 9", ley 22.278).
2 ) Que se aplican junio con la pena: pueden darse
circunstancias en las cuales la culpabilidad manifestada
por el individuo al cometer el delito no refleje verdade-
ramente la peligrosidad que el mismo conlleva. En
esos casos, junto con la pena se aplica una medida de
seguridad.
En el Código Penal argentino, el art. 9 O de la dero-
gada ley 20.771 imponía una medida curativa, junta-
mente con la pena que correspondiera, a quien come-
tía un delito cualquiera en estado de imputabilidad, no
obstante ser un drogadependiente. La medida se apli-
caba en forma indeterminada, pero no podía exceder el
tiempo de la pena.
Adopta el sistema vicarial, pues primero debía eje-
cutarse la medida de seguridad, computándose su tiem-
po de duración para el cumplimiento de la condena.
La ley de estupefacientes 23.737 receptúa en su
art. 16 el espíritu del art. 9 O , con algunas salvedades.
Estipula el art. 16: "Cuando el condenado por cual-
quier delito dependiere física o psíquicamente de estu-
pefacientes, el juez impondrá, ademas de la pena, una
medida de seguridad curativa que consistirá en un
tratamiento de desintoxicación y rehabilitación por el
tiempo necesario a estos fines, y cesará por resolución
judicial, previo dictamen de peritos que así lo acon-
sejen".
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD 57

Este artículo introduce una novedad, pues en los


casos de tenencia para consumo personal, la medida
curativa del tratamiento produce la suspensión del juicio
(probation). Textualmente dictamina el art. 14, párr.
4d
2": La pena será de un mes a dos años de prisibn,
cuando, por su escasa cantidad y demás circunstan-
cias, surgiere inequívocamente que la tenencia es para
USO personal".
A su vez, establece el art. 17: "En el caso del art.
14, párr, 2", si en e1 juicio se acreditase que la tenencia
es para uso personal, declarada la culpabilidad del
autor y que el mismo depende fisica o psiquicamente
de estupefacientes, el juez podr5 dejar en suspenso la
aplicación de la pena y someterlo a una medida de se-
guridad curativa por el tiempo necesario para su desin-
toxicación y rehabilitación. Acreditado su resultado sa-
tisfactorio, se lo eximirá de la aplicación de la pena.
Si transcurridos dos años de tratamiento no se ha ob-
tenido un grado aceptable de recuperacion por su falta
de colaboración, deberá aplicársele la pena y continuar
con la medida de seguridad por el tiempo necesario o
solamente esta última".
No obstante, en el art. 19 se vierten conceptos
como "la medida de seguridad que comprende el trata-
miento de desintoxicación y rehabilitación previa, para
los arts. 16, 17 y 18 se llevará a cabo en establecimien-
tos adecuados".
El tratamiento estará dirigido por equipos técnicos
y comprenderá los aspectos médicos, psiquiátricos, psi-
cológicos, criminológicos y de asistencia social, pu-
diéndose ejecutar en forma arnbulatoria. Además, re-
fiere a la suspension del juicio para el procesado y
para ello debe contar con su debido consentimiento.
Adopta el sistema vicarial, pues en el párr. 3" del
mencionado articulo establece: "Cuando el tratamiento
58 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

se aplicare al condenado su ejecuci6n ser6 previa, com-


putándose el tiempo de duración de la misma para el
cumplimiento de la pena. Respecto de los procesados,
el tiempo de tratamiento suspender&la prescripci6n de
la acci6n penal".
A diferencia del art. 9 O de la ley 20.77 1, no limita
la medida de seguridad al máximo de la condena. Así,
ésta podría resultar más gravosa que la propia pena.
En la misma inteligencia habria que analizar el
art. 27 bis, incs. 4" a 7", del C6d. Penal.
El C6digo Penal alemAn, por su parte, contempla la
aplicación conjunta de penas y medidas. Así, prevé el
internamiento en un centro psiquiátrico para los casos
de imputabilidad disminuida (arts. 20, 21 y 63, C6d.
Penal); internamiento en un centro de deshabituacibn
para alcohólicos y toxicómanos (art. 64); internamien-
to de seguridad para los multirreincidentes peligro-
sos (art. 6 6 ) , y la privación del permiso de conducir
para los autores de delitos de tránsito, respecto de los
que se estima que son incapaces de conducir vehícu-
los adecuadamente (art. 69). Al igual que nuestro Có-
digo Penal, también consagra el sistema vicarial. En
los casos en que se aplica simultaneamente una pena
privativa de la libertad y una medida singular, esta ú1-
tima es ejecutada en primer término, y computada en
ella. De modo tal que, muchas veces, la pena ni si-
quiera llega a efectivizarse (arts. 63, 64 y 67), y puede
aplicarse con anterioridad cuando el fin de la medida
de seguridad puede ser logrado más sencillamente de
ese modo.
El derecho penal español ha regulado la aplicaci6n
de las medidas de seguridad de un modo muy peligroso
a través de la denominada ley de rehabilitacidn social,
que data del 4 de agosto de 1970, con modificaciones
realizadas el 28 de noviembre de 1974. Su exposición
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

de motivos da subradas muestras del espíritu positivis-


ta el cual se ve plasmado claramente en su art. 2O4I.
Éste describe en forma muy minuciosa los diversos
supuestos de estado peligroso, entre los que se desta-
can: los vagos habituales, los que habitualmente ejer-
zan, promuevan o faciliten la prostitución y material
pornográfico, los ebrios habituales y los t o x i c ó m a n o s ,
los que trafiquen o promuevan el consumo de drogas
y los que con notorio menosprecio de las normas de
convivencia social se comportaren de un modo insolen-
te, brutal o cínico, con perjuicio para la comunidad o
daño de los animales, las plantas o las cosas42.
De la lectura del artículo referido se pueden ex-
traer algunas conclusiones interesantes:
a) En tanto y en cuanto no prevé la comisiOn de
un delito para evaluar la peligrosidad del individuo y
en virtud de ello decidir si se aplica una medida de se-
guridad o no, consagra en forma plena el denominado
estado peligroso sin delito, violando, en forma flagran-
te, el principio de legalidad43.

4 1 Así, se menciona que la finalidad de la ley es "la adquisici6n


de un conocimiento lo mas perfecto posible de la personalidad biosico-
patoldgica del presunto peligroso y su probabilidad de delinquir, asegu-
rando a tal. efecto que sus condiciones antropológicas, psiquicas y
patológicas sean estudiadas por los técnicos y adecuadamente pondera-
das. Investigacidn y valoracibn que parecen necesarias en el Ambito
de unas normas que, por no integrar una ley penal construida objeti-
vamente sobre hechos y tipos delictivos, sino una serie de preceptos en
función de determinadas categorías subjetivas de peligro, requieren
inexcusablemente la prueba bien fundada del estado de peligrosidad
del individuo" (Ley sobre peligrosidad y rehabilitacibn social,en "Código
Penal y legislaci6n complementaria de España").
42 Ley sobre peligrosidad y rehabilitacidn socia 1, en "C6digo Penal
y legislación complementaria en España",
43 BARBERO SANTOS- MORENILLA RODRÍGUEZ, L.u ley de pelipsidcad y
rehabilitación social, "Doctrina Penal", 1978-218.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

b) A lo dicho en el punto anterior cabe agregar


que la referencia a ciertas condiciones o cualidades del
sujeto, como "vago habitual", "mendigo habitual" y
"ebrio habitual", toxic6manos, etc., consagra verdade-
ros "tipos de autor" con base criminol6gica".
c) Al describir situaciones que se encuentran tipifi-
cadas en el Código Penal español, quebranta también
el principio non bis in i d e ~ ~ ~ ~ .
d) El tkrmino "peligrosidad social" es tan amplio y
ambiguo, que no admite definici6n ni delimitaci6n algu-
na. De este modo, el peso fundamental y exclusivo re-
cae en el juez. Así, "peligrosidad social es lo que el juez
diga que es peligrosidad social, en el caso c o n ~ r e t o " ~ ~ .
e ) Se amplía tanto la frontera de la intervenci6n
penal, que se ve seriamente lesionado el principio de
intervencibn mínima.
Por lo mencionado, la doctrina española entien-
de, en forma unánime, que la ley citada debe ser dero-
gada.
Al respecto, es claro el concepto que LAMODE ESPI-
NOSA tiene de esta ley: "Basta considerar que después
de más de cuarenta años de hablar de estructuras so-
cio-bio-psico-patológicas, y cosas por el estilo, no existe
ningún trabajo serio y definitivo sobre la determina-
ción efectiva de tal peligrosidad. Palabras que encu-
bren una realidad mucho más evidente: se detiene y se
encarcela sin garantías a quien policías y jueces pien-
san intuitivamente que pueden ser peligrosos y los de-
jan ahí, mientras intutitivamente piensan que no se han
rehabilitado. La ley de peligrosidad y rehabilitación

44 ROMEO Peligrosidad y derecho penal preventivo, p. 122


CASABONA,
y 123.
45 MUÑOZCONDE,Introducción al derecho penal, p. 514.
46 ROMEO Peligrosidad y derecho penal preventivo, p. 125.
CASABONA,
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

social no es más que charanga científica para funcio-


narios f a ~ c i s t a s " ~ ~ .
Por su parte, el Código Penal cubano define en su
art. 76 el estado peligroso sin delito: "Se considera
estado peligroso la especial proclividad en que se ha-
lla una persona para cometer delitos, demostrada por
la conducta que observa en contradiccion manifiesta
con las normas de la moral socialista".
Su definición resulta una tarea difícil, en realidad
imposible, para un derecho penal de acto. Pero hacer-
lo con conceptos vagos como contradecir en forma ma-
nifiesta la moral socialista es, de aceptarse el término,
doblemente peligroso, atento a reeditar una vieja polé-
mica superada, como lo es la distincion entre moral y
delitos (etización del derecho penal).
Las medidas de seguridad predelictivas se le apli-
can a quienes hayan sido declarados en estado peligroso
(arts. 80 a 82). Las mismas se clasifican en: terapkuti-
cas, reeducativas y vigilancia por los drganos de pre-
venci6n del delito, y para las dos últimas se establece
un minimo y un máximo; en consecuencia, no es difícil
determinar que, en realidad, son literalmente penas
aplicadas a través de verdaderos tipos penales abiertos,
utilizadas frecuentemente para encarcelar al disidente
político.
N o conforme con lo anterior, el Código Penal cu-
bano crea otra institución, la denominada advertencia
oficial, materializada en el art. 79: "El que, sin estar
comprendido en algunos de los estados peligrosos a
que se refiere el art. 77, por sus vínculos o relaciones
con personas potencialmente peligrosas para la socie-
dad, las demás personas y el orden social, económico y

Delitos sin víctima. Orden social y ambiva-


47 LAMODE ESPINOSA,
lencia moral, p. 83.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

político del Estado socialista, puede resultar proclive al


delito, será objeto de advertencia por la autoridad poli-
cíaca competente, en prevención de que incurra en ac-
tividades socialmente peligrosas o delictivas. La adver-
tencia se realizad, en todo caso, mediante acta en la
que se harán constar expresamente las causas que la de-
terminan y lo que al respecto exprese la persona adver-
tida, firmándose por ésta y por el actuante".
En definitiva, no solo se es peligroso por el hecho
de serlo (valga la redundancia), sino también por vin-
cularse con él; nos encontramos así frente a la máxima
expresión del estado peligroso sin delito. Si a esto le
sumamos la obligación de denunciar que le compete a
todo ciudadano conforme el art. 182, prácticamente
coincidimos con DE RIVACOBA Y RIVACOBA que el Código
Penal cubano, m6s que una ley que tipifica delitos, es
verdaderamente un arma política48.
b) LA "ÚNZCA V f A CON DOBLE L I M I T A C I ~ N " . UN SISTEMA QUE
NO CONVENCE. Al analizar el concepto de medidas de se-
guridad, hemos visto que importantes autores tratan
de minimizar cada vez más las diferencias existentes
entre ellas y las penas. Si ambas procuran la preven-
ci6n especial como objetivo, la diferencia no estaria
dada por el fin perseguido por cada una, sino por su li-
mitaci6n: culpabilidad para la pena, proporcionalidad
para la medida.

48 DE &VACOBA Y ~ A C O B A ,El nuevo Código Penal de Cuba, "Doctri-


na Penal", 1980, p. 384: "Por supuesto, la dependencia del derecho pe-
nal con relaci6n al respectivo régimen polit ico no constituye ninguna
novedad. Es una realidad universal, harto conocida y no dificil de ex-
plicar, a la que Cuba, no solo no podía escapar como una excepción,
sino que se ha conformado sin reservas y en actitud decidida y mili-
tante. Pero, si refiriéndose en general a este fenómeno y por signifi-
carlo en una frase feliz, dijo BETTIOL, que el derecho penal es una po-
lítica, bien podemos nosotros afirmar que el Código Penal cubano es
un arma politica".
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

Ellas niegan tambikn que la medida carezca del fin


de prevencion general que caracteriza a la pena, y des-
califican el criterio según el cual ésta conlleva un jui-
cio de desvalor ético-social ausente en la primera. Se
llegaría así, según R o x r ~ ,a un sistema de única vía en
cuanto a los fines, y doble para las limitaciones.
Este criterio, respetable por cierto, merece algunas
reflexiones. Si realmente queremos trazar un paralelo
con los conceptos que tratamos para considerar qué
tienen en común y qué no, debemos hacerlo entre una
pena y una medida de seguridad dictada respecto de
aquel que ha sido declarado inimputable. Presentare-
mos un ejemplo:
1) Juan comete un homicidio. Al momento del he-
cho era imputable, es decir que pudo comprender lo
que hacía y dirigir sus acciones conforme a ese discer-
nimiento. Por el delito cometido se le aplica una pena
de diez años de prisión. Para ello se tiene en cuenta
el grado de culpabilidad manifestado por Juan en el
acto delictivo.
2) Pedro llev6 a cabo un homicidio de característi-
cas similares. Pero a diferencia de Juan, la justicia lo
declara inimputable, pues se prueba que al momento
del hecho no comprendi6 la criminalidad de su acto.
En virtud de ello, y atento a la peligrosidad revestida
por Juan, se dispone una medida de seguridad en su
contra49.
¿Es dable afirmar que lo único que diferencia estas
dos situaciones es que la pena impuesta a Juan se ve
limitada por su culpabilidad, y que la medida declara-
da a Pedro se acota por el principio de proporcionali-
dad? La respuesta es negativa y sus razones son:

49 ES importante recordar que comprender no es lo mismo que


Imputabilidad y com-
conocer. Al respecto, ver en general SPOLANSKY,
prensión de la criminalidad.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

1) Juan comprende lo que hace y obra en conse-


cuencia, mientras que Pedro no.
2) Juan está en condiciones de comprender la ame-
naza que importa la pena de prisión por homicidio.
Es decir que ésta cumple, respecto de 61, su misión de
prevención general, contrariamente a Pedro, a quien
no se podría contramotivar a realizar una conducta de-
terminada, cuando no está en condiciones de compren-
der lo que hace.
3 ) La pena que se le aplica a Juan es un mal que,
en primer lugar, materializa la prevención general, ad-
mitidas por todas las teorías independientemente de
que, con ese mal, luego se procure un bien al propio
Juan (prevención especial). Aun cuando la medida
que se le impone a Pedro resulte similar ya que lo
priva de su libertad, no materializa prevención general
alguna, y en definitiva persigue la prevención espe-
cial. Si a ésta se la despojara de sus aspectos desa-
gradables, o se las compensara por el sufrimiento que
implican, no por ello perderían su razón de ser. En
cambio, tales modificaciones afectarían la esencia de la
pena5*.
4) Tanto la pena como la medida de seguridad tie-
nen como objetivo la prevencion especial. Pero en uno
y en otro caso, ésta adopta perfiles lo suficientemente
diferentes, para no aunarlos como si fueran iguales.
La medida de seguridad procura "mejorar" a un indivi-
duo que no comprende la criminalidad del acto que
realiza. La pena, cuando mucho, intenta "resocializar"
a quien sí comprende su conducta.
5) Respecto de la conducta de Juan, existe un jui-
cio de desaprobacibn etico-social por parte de la comu-
nidad. Ello no ocurre respecto de Pedro. ~ C b m opo-

50 NINU,Los limites de la responsabilidad penal, p. 204.


PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

dría tomarse como desvaliosa la conducta de aquel que


no sabe lo que hace?
Se ha intentado demostrar, con un ejemplo, que la
pena difiere de la medida de seguridad, más allá de
la forma en que ambas se limitan.
Es importante destacar que cuando R ~ X I N
intenta
desdibujar sus diferencias lo hace teniendo en cuen-
ta aquellas que se aplican juntamente con las penas, y
no con las que lo hacen autónomamente.
Además, agrega que cumplen, en su gran mayoría,
un fin de prevención general; se refiere, por ejemplo, a
la privación del registro de conducir, que no es una
medida de seguridad que se aplica aut6nomamenteJ así
como también importa un juicio de desvalor ético-so-
cial.
Por lo tanto, ¿cabe concluir del ejemplo dado por
ROXIN, que las penas no difieren de las medidas de se-
guridad? ¿No es más apropiado considerar que cuan-
do se aplican conjuntamente se pone en prActica una
pena?
Desde un análisis opuesto al de ROXIN, se llegaría a
la siguiente conclusión: cuando la medida de seguridad
acompaña a la pena, es esta última quien tiñe a la pri-
mera, y no al revés. Consideramos entonces que este
es el examen correcto.
El hombre, como entidad espiritual, no puede ser
fraccionado. El individuo esta en condiciones de com-
prender lo que hace, es imputable, pasible de penas, de
medidas de seguridad, o no lo es. Lo contrario impli-
ca considerar al individuo como un ente divisible, al
que, por un lado se lo castiga, y por otro se lo "mejora".
El principio vicarial no alcanza para contrarrestar el
fraccionamiento señalado. La medida no puede ser uti-
lizada como una pena encubierta, pues se produce en-
tonces la denominada "falsificacidn de las etiquetas".
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Se presenta un problema extra: la gran preocupa-


ción que la imposición de medidas de seguridad conci-
ta en los penalistas, es su limitacibn; por ello deben ser
aplicadas exclusivamente en casos extremos5'.
iPara qué agregar esta preocupaci6n respecto de
aquellas personas que son pasibles de penas? Además,
si ésta procura la resocialización del individuo, dentro
de un marco temporal cuantificado por la culpabilidad
¿para qué acudir a la medida de seguridad, si una y
otra cumplen con los mismos fines?
Si el grado de culpabilidad desplegado por el indi-
viduo al cometer el hecho no se corresponde con el fin
de protección social, es un costo que hay que estar dis-
puesto a pagar en aras de poder saber, con parámetrus
concretos, cuál será su suerte si comete un delito de-
terminado.
De lo expuesto podemos concluir que la pena y la
medida de seguridad cumplen funciones completamen-
te diferentes. La primera debe aplicarse al imputable,
y la segunda al inimputable.
Si ambas tienen el mismo fin, habría que llegar a
la aplicación de la medida como única vía, renuncian-
do así a la pena y al principio de culpabilidads2. Pero

51 Señala ROXINque el principio de proporcionalidad surge del es-


tado de derecho, tiene por ello rango constitucional y concreta el prin-
cipio de la ponderación de bienes en el sentido de una prohibición de
exceso (Fin y justificacidn de la pena y las medias de seguridad, p. 45).
Para ZAFFARONI, la pena no puede exceder el máximo de la escala pe-
nal para el hecho que la funda. Es una manera de plasmar el principio
de proporcionalidad (Manual de derecho penal. Parte general, p. 742).
52 Y Nexiste,
~ por tanto, posibiIidad de contacto, y mucho menos
de unificación, entre conceptos de culpabilidad y de peligrosidad.
Pueden coexistir pero no pueden confundirse, porque son nociones
completamente heterogeneas que reposan sobre planos distintos y res-
ponden a exigencias diferentes. Quien dice culpabilidad dice reproche
por un hecho acaecido y por el que un hombre es llamado a respon-
PSICOPAT~AE INIMPUTABILIDAD

quienes sostienen su similitud no quieren llegar a ese


extremo. Las perjudiciales consecuencias del posi tivis-
mo italiano y concordantes estAn todavía muy presen-
tes. En cuanto a la cuestión referida a si el psicbpata
es o no imputable, ha de reeditar algunas cuestiones
que se creían superadas.
En los capítulos siguientes se hará referencia a todo
elIo.

der; quien dice peligrosidad enuncia un concepto ligado a un hecho


que debe aún acaecer, y en vista del cual se aplica una medida de se-
guridad a un indvividuo. Si se impone una elección entre culpabili-
dad y peligrosidad, o si los dos conceptos pueden coexistir, deben se-
guir cada uno su camino, excepto algunos puntos marginales. En
general, los códigos modernos han elegido el sistema del doble encua-
dre (culpabilidad de un lado, que postula una pena determinada y re-
tributiva y peligrosidad del otro, que implica una medida de seguridad
indeterminada y preventiva) no ya para envilecer el concepto de culpa-
bilidad, sino para integrarlo en lo que ésta no abarque, porque falta Ia
posibilidad de un juicio de reproche o porque la naturaleza de los he-
chos o las características personales del sujeto agente requieran tam-
bién una intervención preventiva" ( B E ~ o L ,
Sobre las ideas de czblpabili-
en un derecho penal moderno, en "Problemas actuales de las
ciencias penales y la filosofía del derecho. Homenaje al profesor Luis
Jiménez de Asilia", p. 639).
DISTINTAS POSTURAS
EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD
DEL PSIC~PATA

a ) CARACTERES. SUS INTEGRANTES. Se denomina "es-


cuela alienista" a aquella que considera que s61o es
"alienado" quien sufre una patología de carácter orgá-
nico. Según esta escuela, quien no reviste tal condi-
ción, no puede de ninguna manera sufrir alteración
morbosa de sus facultades. También recibe el nombre
de "estricta" o "restringida", en tanto no considera to-
das las enfermedades que no reúnen tales requisitos;
en consecuencia, parifica la "alteración morbosa" con
la "alienacidn mental",
Muchos fueron los autores que postularon esta teo-
ría. En nuestro país podemos destacar a ROJAS, y en
Alemania a SCHNEIDER, cuya opinión fue muy difundida
y respetada en toda Europa, al ser permanentemente
citado hasta el presente.
Expresaba ROJASque las eximentes psíquicas pre-
vistas en el art. 34 del C6d. Penal comprendian diver-
sos estados mentales, y que la voz "insuficiencia de las
70 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

facultades" quería decir insuficiencia mental congknita


o de la primera época de vida; es decir, los diferentes
tipos de alienaci6n mental por detención del desarro-
llo cerebral, lo que resultaba equivalente a enajenación
mental; era la denominación genérica de las enferme-
dades mentales, usada con preferencia en psiquiatría,
donde aparecía como sindnimo de locura y psicosis.
Por su parte, las alteraciones morbosas compren-
dían todas las formas de alienacion mental adquiri-
14
da, tkrmino que provenía de alientrs, es decir, extra-
ño", "otro", refiriéndose al hombre "cuya enfermedad
mental lo hace distinto de sí mismo y extraño a los de-
más". Definía la alienación mental como "el trastorno
general y persistente de las funciones psíquicas, cuyo
carhcter patoldgico es ignorado o mal comprendido por
el enfermo, y que impide la adaptación logica y activa
a las normas del medio ambiente, sin provecho para sí
mismo ni la sociedad, comprensiva de cuatro elemen-
tos: 1) trastorno intelectual; 2) falta de autoconciencia;
3 ) inadaptabilidad, y 4) ausencia de utilidad".
Consideraba que la constitución psicopática era un
desequilibrio psiquico degenerativo, congknito, de gra-
do leve, pero que daba un tinte anormal a la perso-
nalidad. "Realidad clínica de semiología objetiva y
de orden psiconeurológico, la constitución morbosa re-
presenta en psiquiatría una nocián sólida, fecunda, ple-
na de enseñanza para el diagnóstico y el proniistico,
al contener la fórmula psicológica de nuestros enfer-
mos, pues ella aclara su presente y revela su porve-
nir", se refirió citando a DUPREcuando hizo dicha ase-
veraci6n.
Sostenía distintos tipos de constituciones psicopáti-
cas como la asténica, la emotiva, la esquizoide, la para-
noica, la perversa, la ciclotímica, la mitomaníaca, y la
epileptoide.
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

En cuanto a la constituci6n perversa dijo que se


"correspondía a la perversidad congénita, o sea la lla-
mada locura moral esencial, hoy denominada corrien-
temente degeneración con perversiones instintivas. Es
un desequilibrio psíquico con debilidad o agenesia del
sentido moral y relativa integridad de la inteligencia
propiamente dicha.
Las anomalías son casi exclusivas de los instintos,
lo que hace a los sujetos antisociales y peligrosos por
un conjunto de trastornos cuya síntesis ha sido muy
bien precisada por R ~ G Icon
S esta fórmula: amoralidad,
inafectividad, inadaptabilidad e impulsividad, que resu-
me los estigmas psíquicos fundamentales".
Para declarar la inimputabilidad de una persona
debía cumplirse con tres requisitos: proceso patológi-
co, tiempo de su acción y su consecuencia moral.
La negaci6n absoluta del tercero de ellos es lo que
muestra con claridad su posici6n netamente alienista.
Si remitimos nuevamente a ROJAS,éste decía: "El tercer
elemento es la consecuencia de orden psicológico y mo-
ral de aquel trastorno mental: no haber podido com-
prender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.
En la practica este elemento es desechado, por lo ge-
neral. Tomarlo en su letra implicaría, por otra parte,
condenar a algunos alienados lucidos, que delinquen a
veces con plena conciencia del crimen, lo que sería
inaceptable. Este factor psicológico, supervivencia im-
pregnada de la rnetafisica del derecho clásico, carece
de justificación y lo mejor ser6 suprimirlo como lo
propuso la comisión mencionada, en el proyecto de
1924'".
Por su parte, SCHNEIDERsostenía que la imputabili-
dad alcanzaba sólo a quienes sufrían una patología or-

1 ROJAS,Medicina kgal, p. 375 a 383.


IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

g8nica; utilizaba un criterio naturalista de enfermedad


que determinaba la existencia de ésta sobre la base de
procesos orgánicos. Excluía del concepto de persona-
lidad "todas las facultades de entendimiento, como la
facilidad de comprensión, la capacidad de combina-
ción, la del juicio y pensamientos lógicos, la crítica y la
independencia del juicio, la memoria y todos los talen-
tos, en una palabra: la inteligencia". Su concepto de
personalidad no incluía el conjunto de sentimientos e
instintos corporales o vitales.
b) LA IMPUTABILIDAD DEL P S I C ~ P A T APARA LA "ESCUELA ALIE-
NISTA". Si tenemos en cuenta lo referido en el capítulo
primero y lo señalado en el 5 14, no ser5 dificil ad-
vertir cuAl es la posici6n de la "escuela alienista" en
cuanto a la imputabilidad del psicópata.
Podrkn surgir discusiones respecto de la génesis de
la psicopatía, expuesto en el 5 5, lo que nadie sostiene
(al menos con argumentos serios) es que esta sea una
patología de origen orghico.
Mientras que para la escuela analizada tal requisi-
to es indispensable para la declaración de inimputabili-
dad, su postura al respecto es terminante, puesto que
el psicópata siempre es imputable y, en ocasiones, tal
circunstancia 10 hace mAs peligroso y, por ende, pasi-
ble de una pena mayor.

a) CARACTERES. LA FÓRMULA PSIQUIATRICA- P S I C O L ~ F I C AJU-


RIDICA O BIOPSICOLOGICA. Desde un punto de vista con-
ceptual, podemos decir que lo opuesto a la tesis alie-
nista es la denominada postura amplia. Según ésta, el
juicio de imputabilidad consiste en acreditar que la
persona tenga la posibilidad de comprender la crimina-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

lidad del acto y que como tal dirija sus acciones, sin
importar la causa que genere alguno de esos dos impe-
dimentos.
Existen diversas circunstancias (o causas) que pue-
den fundar la inirnputabilidad, más allá de la patología
orgánica.
Así, puede ser inimputable tanto un esquizofrénico
o un psicotico (quienes padecen de una enfermedad
mental) como un toxicómano, un alcohólico, una per-
sona que sufre un estado crepuscular o un sonámbulo,
en la medida que no comprenda y no dirija.
La escuela amplia adopta así una fbrmula psiquiá-
trica-psicológica-jurídica, mixta o biopsicológica, en tan-
to lo psiquiátrico en modo alguno es determinante
para el juicio de imputabilidad.
En esta inteligencia, nos enseña F R ~CABALLERO
S que
"la fórmula mixta de inimputabilidad, a diferencia de
otras se basa implicitamente en el pensamiento de que
la estructura 6ntica de la persona humana está integra-
da por cuerpo, alma y espíritu. Estructura 6ntica que
se refleja en la triple dimensión del concepto de impu-
tabilidad y en su contenido estratificado. Por consi-
guiente, verificar la imputabilidad-inimputabilidad de
un sujeto exige recorrer, caso por caso, y en forma su-
cesiva, los tres tramos que la integran y condicionan
progresivamente: el tramo biol6gico-psiquiátrico (pri-
mera parte de la fórmula), seguido por el psicológi-
co-comprensivo, para finalmente alcanzar el plano nor-
mativo-valorativo (segunda parte de la fbrmula) en el
cual radica la esencia misma del c~ncepto"~.

FR~AS CABAUERO,Algo m& sobre la inimputabilidac9 de las perso-


d i d a d e s psicopáricas en eI Cddigo Penal argenti~o(A pmpdsito de una
sentencia de la Cámam Criminal y Correccional de la Capital Federal),
LL, 1987-B-993.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

En consecuencia, según el autor, 6sta requiere de


tres pasos: "la primera parte de la fhmula, referida a
las 'causas' de inimputabilidad, cuando éstas tienen ca-
rhcter patológico, remiten a la exclusiva competencia
del psiquiatra. El juez no puede aquí invadir el ámbi-
to que pertenece al experto. Sin perjuicio de estimar
la pericia, debe admitirla o rechazarla, sin la ridícula
pretension de formular algo parecido a unos diagnósti-
cos judiciales o de sustituirse en alguna medida a las
funciones del médico. En el segundo plano, psicoló-
gico-comprensivo (los llamados efectos de la segunda
parte de la fórmula mixta, en cuanto sean puramente
psicológicos y no valorativos) la captación de las apti-
tudes psicológicas del agente requiere indispensable-
mente la intervención conjunta del juez y perito y, por
ende, un esfuerzo de reciproca colaboraci6n; un inter-
cambio de puntos de vista y de información, el que in-
cluso debe ir más allá de la formalidad del informe pe-
ricial escrito. El tercer plano (que es aquel en el cual
se resuelve la imputabilidad) pertenece privativamente
al juzgador y escapa a la competencia del psiquiatra
porque tiene naturaleza normativa-valorativa (excede
todo 10 que sea puramente naturalí~tico)"~.
b) LA ZMPUTABILJDAD DEL P S I C ~ P A T A PARA LA "ESCUELA AM-
PLIA". Desde una concepción muy liminar, podemos se-
ñalar, conforme lo referido en el punto anterior, que
para la tesis amplia el psicópata puede ser considerado
inimputable.
Para esta escuela toda persona puede ser así con-
siderada, en la medida que al momento del hecho no

3 FR~AS CABAUERO,Algo m& sobre la inimputabilidac9 de las perso-


d i d a d e s psicopáricas en eI Cddigo Penal argenti~o(A pmpdsito de una
sentencia de la Cámam Criminal y Correccional de la Capital Federal),
LL, 1987-B-993.
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

haya podido comprender la criminalidad de sus actos o


adecuar su comportamiento a tal comprensión, sin in-
teresar la genesis o causa que genera tal circunstancia.
c ) LA INIMPUTABILIDAD DEL P S I C ~ P A T A EN NUESTRO P A ~ S .
DISTINTOS AUTORES. LOS DIVERSOS FUNDAMENTOS. NO resul-
ta fácil sistematizar los fundamentos que se han verti-
do en favor de la inimputabilidad del psicópata, aten-
der la complejidad de la problemática tratada y la
pluralidad de fundamentaciones al respecto.
En virtud de ello, mencionaremos a los principales
autores que han abordado el tema, e intentaremos res-
petar un orden de carácter cronolbgico, sin que ello re-
sulte absolutamente taxativo.
1) Frfas Caballero. Con toda razón, a este autor
se lo considera el primer jurista argentino que en for-
ma sistemática abog6 por la inimputabilidad de las per-
sonalidades psicopáticas, si en el momento del hecho
no hubiesen podido comprender la criminalidad del
acto o dirigir sus acciones.
Cabe reconocer que, en plena vigencia del positi-
vismo jurídico, sostener que una persona fuera inimpu-
table sin padecer de una enfermedad orgánica, era,
sino una quimera, un acto de gran arrojo intelectual.
Máxime cuando en nuestro país eran representantes
de dicho movimiento, juristas de la talla de RAMOS,
G ~ M E ZPECO,
, y muchos otros.
JIMÉNEZ DE A S ~ A
Toda su prédica quedo plasmada en su voto en mi-
noría en un caso convertido en paradigma de la inim-
putabilidad del psicópata, pues produjo un verdadero
quiebre en el tema analizado4.

4 CNCrimCorr, Sala de Cámara, 4/6/65, "Tignanelli, Juan C.", "Re-


vista de Derecho Penal y Criminologia", 1968-1-83, y RepLL, 1967168-
1251, no 8 y 10.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

El caso. De la declaraci6n del propio "Tignanelli",


resultó que en la noche del 13 de febrero de 1965, el
imputado concurrió a la casa de sus abuelos con el pre-
texto que necesitaba hacer tiempo para esperar a un
amigo, y alli le dio muerte a ambos, pegándoles des-
piadadamente con un martillo, un formón y una garlo-
pa, herramientas que tomó del galpón donde el occiso
tenía su taller de carpintería y, además, a su abuela le
hizo dos cortes en la muñeca izquierda con una hoja
de afeitar. Luego de ello, tratii de borrar sus huellas
digitales, en los objetos que pensó haber tocado, lav6
su camisa para quitarle las manchas de sangre que la
habían salpicado reemplazandola por otra, se apoderíi
de dinero, y por último provocó un principio de incen-
dio arrojando un fósforo sobre algunas ropas que amon-
tonó con ese designio. Luego de todo ello, concurrid a
varios bares que solía frecuentar para proporcionarse
una coartada. Tambien pretendi6 endilgarle la autoria
del delito a su propio padre.
Admitió dos versiones respecto del móvil. En una
oportunidad dijo que fue el robo, y en otro testimonio
manifestó que tuvo por finalidad que su madre hereda-
ra a sus ascendientes, y pudiera disponer de recursos
para su subsistencia, pues el padre estaba afectado de
una dolencia con diagnóstico fatal.
El informe de los medicos forenses señaló que "Tig-
nanelli" no padecía de enfermedad mental y tenía capa-
cidad para delinquir, caracterizándolo como portador
de una personalidad psicopática perversa, insensible,
frío de ánimo, simulador y mendaz, que podía estar
arrepentido de lo que hizo porque debía pagar las con-
secuencias, pero de ningGn modo tenia remordimiento.
El primero en votar fue el doctor URE, quien tuvo
en cuenta el informe pericial, y los elementos referidos
anteriormente, consideró que "Tignanelli" no era inim-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 77
putable en orden al art. 34, inc. lo, del C6d. Penal, que
había llegado a la casa de las víctimas con el delibera-
do prop6sito de matarlas. Como una prueba conclu-
yente, aportii la previa maniobra que realizó "Tignane-
lli" con el telkfono, cuyo tubo descolgó "para evitar
cualquier llamado que lo señalara en el lugar", confor-
me resultara de su propia declaración.
Adhirieron al voto del doctor URE, los doctores
PANELO y LEJARZA.
El siguiente voto correspondió al doctor FRIASCABA-
LLERO, en minoría (cabe referir que se adhirió a su voto
el doctor ROMEROVICTORICA); remarcii que desde más
de veinte años venía sosteniendo que la denominada
personalidad psicopática perversa (también denomina-
id
do "perverso instintivo", constitución perversa", etc.)
podía, ya fuese por no comprender o no poder adecuar
su conducta a dicha comprensión, originar la declara-
ci6n de inimputabilidad. El vocablo "alteraci6n mor-
bosa" no debía entenderse en modo alguno como sinó-
nimo de alienación mental, sino de manera mhs amplia
(tesis amplia) comprensiva de las enfermedades menta-
les rigurosamente delimitadas por las nosografías psi-
quiátricas, como también comprensiva de otros estados,
como las neuropatías o las personalidades o constitu-
ciones psicopáticas, que en circunstancias excepciona-
lísimas, podían acarrear la inimputabilidad del sujeto.
Expresaba que la voz "comprender" no se identifi-
caba con capacidad de conocer de un modo teórico, es
decir, de manera puramente intelectiva. Es que la men-
te humana no puede dividirse en cornpartimentos es-
tancos, en la que se desgaja por una parte la inteligen-
cia y voluntad, y por otra la efectividad (o afectividad).
di
Me aparto, pues, de semejante postura, sosteniendo,
por el contrario que la riqueza semantica y conceptual
de la frase comprender la criminalidad (valor) del acto,
-18 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

alude a la capacidad de aprehender o captar positiva-


mente el disvalor ético-social de la propia conducta
-ausente la cual no hay base posible para ninguna es-
pecie de reprochabilidad ktica ni jurídica- y que dicha
comprensi6n no puede alcanzarse jamAs por la sola vía
de actos u operaciones puramente intelectuales (lo afec-
tivo es lo efectivo en la vida personal y en la conducta).
De aquí resulta, sin más, que el psicópata perverso,
cualquiera sea su especie cuya morbosa personalidad
moral, es inimputable, porque no puede comprender la
criminalidad del hecho que se le imputa y que, en ri-
gor, ha perpetrado casi como puro ser zoológico (la na-
turaleza es neutral a toda especie de valoraciones éti-
cas) y no como auténtico y plenario ser humano".
Independientemente de la primera parte de la fór-
mula de la inimputabilidad del art. 34, también abordó
la posibilidad de que el psicíipata pudiera ser inimpu-
table, por no poder dirigir las acciones (segundo su-
puesto de inimputabilidad). Agregaba, además, F R ~ A S
CABALLERO que "es harto sabido que sobre el terreno fér-
til de ciertas neuropatías y personalidades psicopáticas
(y no solamente en los casos de graves enfermedades
mentales) suelen hacer irrupción en la conducta proce-
sos morbosos denominados impulsiones psicomotrices
incoercibles que avasallan la faz conativa del acto, des-
truyendo toda posibilidad e inhibición, a pesar de la
conciencia mas u menos perturbada del autor. En estos
casos la incapacidad de dirigir las acciones (a despe-
cho de la conciencia) acarrea la inimputabilidad (que
es capacidad de culpa)".
El mismo autor estimo que las declaraciones inda-
gatoria~reflejaban la impulsión morbosa que aparecía
como mecanismo psicogenético de la conducta homici-
da de "Tignanelli". En la primera de ellas manifestí,
que "mientras tanto su mente le martillaba insistente-
mente con el pensamiento de dar muerte a sus abue-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 79

los, pensamiento del que quería apartarse, ya que la


verdad era que quería mucho a los mismos, pero el
pensamiento continuaba en forma anormal. Que en
su momento y sin saber qu& hacía, ya que sentía la ca-
beza como si le quisiera estallar, aplic6 desde atrás un
golpe en la cabeza a su abuelo y seguidamente y aco-
metido de una furia que le dominaba golpeó también a
la anciana y siguió golpeando a uno y otro hasta que
cayeron".
En otra parte de su declaracion asever6 que "efec-
tivamente le produjo unos cortes con una gillete en una
de las muñecas de la abuela, con una hojita de afeitar
que tomó del baño; que no se puede explicar cómo ni
por que lo hizo, pues en esos momentos estaba preso
como de un enloquecimiento, tal como ya lo relatara y
creo que de haber entrado diez personas a la casa en
esos momentos hubiera procedido de la misma manera
que con los abuelos, pues estaba poseído por un estado
de ferocidad. Que aunque la idea de matar a los abue-
los surgió con anterioridad al día en que lo hizo, si
bien como un chispazo fugaz, la decisión le brotó como
un impulso en el momento mismo de los hechos".
El mencionado F R ~ ACABALLERO
S consideró que tras
las declaraciones transcriptas, ninguna significacibn te-
nían las falacias, contradicciones y las maniobras de
disimulo puestas en evidencia por el imputado, las que
además de ser comunes en personalidades psicóticas,
ponían una vez m& de manifiesto su personalidad de
tipo perverso.
2) Spolansky. Este autor realiz6 un comentario al
fallo "Tignanelli", que es de consulta obligada s i se tra-
ta de la imputabilidad del psicópata.
En ese texto manifestó su oposición a quienes le
daban una interpretación restrictiva al art. 34 del Cód.
Penal, ciñendo el concepto "alteraciones morbosas" a
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

los procesos volitivos e intelectuales, dejando de lado los


afectivos. De esta forma se limita el criterio de enfer-
medad, que abarca sólo uno de los momentos o aspec-
tos de la conducta humana, al remitir el anAlisis de los
otros a instancias de tipo ético o moral. puesto que no
considera al hombre en su totalidad, sino a una parte
de él.
Asimismo, menciona que en nuestro país ha existi-
do una gran resistencia en cuanto a considerar inimpu-
table al psicópata, por el predominio de la tesis alie-
nista, cuando en realidad la fórmula del art. 34 no dice
que las alteraciones morbosas deban limitarse al inte-
lecto.
En consecuencia, "tanto puede darse el cuadro mor-
boso en cuanto afecte todas o cada una de las faculta-
des mentales del hombre".
En cuanto al psicópata propiamente dicho, señala
SPOEANSKY (citando a GARC~A REYNOSO) que maneja obje-
tos, pero tiene problemas con lo que ellos simbolizan.
En consecuencia, para los psicópatas las personas no
son tales, sino cosas que forman parte de él.
Respecto de los elementos de prueba, concluye que
"los procesos intelectuales de 'Tignanelli' no eran nor-
males y que se encontraban gravemente afectados. En
otras palabras, el relato de los hechos, si bien porme-
norizado, demuestra que los procesos intelectuales de
'Tignanelli' no eran normales y que se encontraban
gravemente afectados".
Por último, aborda un tema que en su pensamiento
es central: la diferencia entre conocer y comprender.
Tras decir que el art. 34 del Cód. Penal exige la com-
prensión de la criminalidad nos refiere: "Y comprender
es un proceso más complejo que el mero entender o
aprehender. Comprender implica, además de la capta-
ción de la circunstancia que mueve a la acción, la valo-
DISTINTAS POSTURAS E N CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 81

raci6n del obrar y de su resultado. Esta idea -que


comprensión no se identifica con entender- resulta cla-
ramente presentada por NICOLAI HARTMANN, quien señala
que la conciencia del valor no es una conciencia teore-
tica, como para poder guardar dentro de sí todas las
morales anteriores ... Los valores no sólo requieren
una percepción intelectual de su significado, sino que
exigen para su captación, la participación en mayor o
menor medida, de los procesos afectivos del sujeto ínti-
mamente conectados con el superyó. De ahí que se
pueda afirmar sintéticamente que comprender significa
vivenciar los valores... La ley al requerir comprensión,
esta significando que sólo puede ser capaz de culpabili-
dad (imputabilidad) quien puede sentirse culpable; esto
es quien puede sentir el reproche. Pero para que esta
captacibn del desvalor de la conducta sea real y no pre-
sunto, la ley exige que se pueda sentir el significado
real para que pueda ser aplicada una pena. De ahi
que la capacidad de culpabilidad requiera que el sujeto
esté en condiciones de poder sentir el grado del desva-
lor de su conducta. En otras palabras, la ley requiere
que el sujeto pueda captar tarnbien el caracter criminal
de su acto. Ello no debe erróneamente interpretarse
en el sentido que se requiera que el sujeto sepa técni-
camente que está cometiendo un delito, sino sólo, que
el autor tiene que poder conocer que su hecho es una
infracción a normas sociales, que son indispensables
para la vida c~rnún"~.
3) Zaffaroni. Mediante la interpretación tradicio-
nal del art. 34 del Cód. Penal, este autor entiende que
estado de inconsciencia es toda perturbación transito-
ria o no patol6gica de la conciencia, que la insuficien-

Irnputabilidad y comprensi6n de
5 SPOLANSKY, Iu criminalidad, "Re-
vista de Derecho Penal y Criminología", 1968-83.
82 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

cia de las facultades es reducida al campo de las digo-


frenias, y que la alteración morbosa se corresponde
con las psicosis y la alienación mental.
Dicha interpretacidn es coincidente con la denomi-
nada "escuela alienista", rémora del pensamiento posi-
tivista, que entendía como enfermedad mental sólo la
alienaci6n sobre una base biol6gica; en consecuencia,
era s6lo la pérdida de razón de carácter instrumental.
Ello conllevaba a dejar de lado de modo absoluto
el factor valorativo en el juicio de culpabilidad. El
juez quedaba preso del dictamen pericial, puesto que
ante un diagnóstico tal de alienaci6n, correspondía la
inimputabilidad, y viceversa.
En consecuencia, la tesis alienista deja de lado la
segunda parte de la fbrmula, en cuanto una persona es
o no imputable, en la medida que no pueda compren-
der o dirigir, con independencia de que sufra o no una
enfermedad mental. Además, agrega que, en la actua-
lidad, la evolución que han mostrado la medicina y Ia
psiquiatría, como también muchas ciencias sociales,
por ejemplo, la sociología, ponen en tela de juicio ac-
tualmente el concepto de enfermedad mental; por ello,
no se puede ser tan categdrico en cuántas y cuáles son
las enfermedades mentales.
Por consiguiente, admite que el art. 34 del Cód. Pe-
nal tiene "amplitud suficiente para abarcar todos los
supuestos que es menester considerar, porque entendi-
dos en su sentido semántico (o sea independizados de
la teoría atomista que les da origen), no connotan nin-
guna entidad particular de la nosotaxia psiquiAtrica,
sino solo la indicación del orden de factores que pue-
den acarrear la inexigibilidad penal de la comprensión
de la antijuricidad, distinguiéndolos del error y la igno-
rancia. En síntesis y conforme a su mero alcance se-
mántico, insuficiencia y alteración morbosa de las facul-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 83
tades deben entenderse como sin6nirnoc de perturba-
ción de la conciencia. La insuficiencia de las facultades
es un supuesto en que las mismas no alcanzan el nivel
exigido para que la conciencia como funcion sintetiza-
dora, opere en condiciones normales, es decir, cuando
la personalidad no alcanza el nivel de integración re-
querido para que la conciencia se desarrolle en forma
relativamente adecuada a los requerimientos del me-
dio. En cambio, la alteración morbosa es una disfun-
ci6n de origen patológico. Por otro lado, no hay razón
para hacer de la insuficiencia de las facultades un si-
nónimo de oligofrenia, porque en realidad las facultades
están disminuidas siempre que la conciencia opera en
niveles de perturbación. Nadie puede dudar que un
delirante tiene disminuidas las facultades mentales, lo
que, si bien no podrQ decirse respecto de su capacidad
de percepcion, sin duda se afirmara respecto a su capa-
cidad crítica o de discernimiento. La alteración morbo-
sa no pasa de ser un supuesto particular de insuficiencia,
porque cualquier alteración de las facultades psiquicas
se traduce de inmediato en un insuficiente o disminui-
do funcionamiento del psiquismo en su conjunto".
En cuanto al psicópata, refiere específicamente que
tambikn como consecuencia de la teoría alienista -nom-
bra a SCHNEIDER como uno de sus principales exposito-
res-, se considera sólo enfermedad mental aquello que
afectaba la esfera intelectual. Así, mientras el hombre
conservara su razonamiento, era responsable.
Mientras que el ámbito de la enfermedad se am-
plió, se limitó el de la intelectualidad, al dejar de lado
aquellas circunstancias que pudieran dañar la esfera
afectiva. "En alguna medida la doctrina y la jurispru-
dencia no han salido de esa etapa, como lo demuestra
la tesis que identifica comprensión con conocimiento
de la criminalidad, que empalma con la tesis alienista de
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

la enfermedad mental. Esta posici6n tiene dos conse-


cuencias directas: a) en cualquier caso niega relevancia
a la psicopatía en cuanto a la capacidad de compren-
si6n de la antijuricidad, aun cuando se la caracterice
como la m8s grave de las anomalías de la esfera afecti-
va del sujeto; b ) por otra parte, si bien algunos dentro
de esta corriente consideran posible relevarla como
fuente de imputabilidad, lo hacen por vía de la incapa-
cidad de adaptaci6n de la conducta a esa compren-
si6n"'.
Respecto del concepto de psicopatía y las caracte-
rísticas de este tipo de personalidades, hace suyas las
palabras de ZAC,ya referidas en el 5 6.
4I
Luego concluye: Si se prescinde de caracterizacio-
nes vagas y se la conceptúa en estos términos sintéti-
cos (o en otros análogos), poca duda cabe de que el
psicopata es un inimputable, porque la grave distor-
siiin que padece su actividad afectiva con repercusión
en la esfera intelectual, le priva de la capacidad de vi-
venciar la existencia ajena como persona y por consi-
guiente también la propia. Como síntesis de esta ca-
racterización, el psicópata no puede internalizar valores
ni castigos, por lo cual es absurdo que el derecho pe-
nal pretenda exigirle que los internalice y reprocharle
que no lo haya hecho. Si se relaciona este cuadro pa-
tológico con las advertencias que se han formulado, se
vera que la consideración jurídico-penal de la psicopa-
tía como causa de inimputabilidad penal responde al
reconocimiento del concepto moderno de enfermedad
mental y a la superación del antiguo concepto positi-
vista"7.

- ALAGIA- SLOKAR,
ZAFFARONI Derecho penal. Parte general, p. 689
a 703,
7 ZAFFARONI Derecho penal. Parte general, p. 709
- ALAGIA- SLOKAR,
a 712.
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

4) El fallo "Sáenz Valiente". En febrero de 1986,


los doctores ZAFFARONI, ELBERT y DONNAdictaron un fa-
llo cuyo analisis tambikn resulta obligatorio, por lo de-
cidido, por sus fundamentos, por los comentarios doctri-
nales que tuvo, y por sus derivaciones jurisprudencialess.
EZ caso. El juez de primera instancia sobreseyó al
imputado por considerarlo inimputable. El fiscal ape-
ló, y el expediente llegó a la alzada.
De la lectura del voto del doctor ZAFFARONI s61o
puede rescatarse, en cuanto al tema que nos ocupa,
que los peritajes obrantes son indicativos de que Sáenz
Valiente era un psicopata. El informe psicol6gico era
claro en cuanto a las características personales del pro-
cesado. El juez de primera instancia precisí, que, como
impresión personal, advirtió asombrado la despreocu-
pación del procesado. Pareciera que los peritos no
niegan el importante compromiso del área emocional
del imputado, quien confesí, sus delitos. El informe
médico forense no le otorg6 relevancia especial a lo re-
ferido, no obstante indicar un "trastorno de personali-
dad" y ser portador de "una personalidad psicopática
de tipo esqvizoide". No obstante ello, concluía que al
momento del hecho el imputado comprendía y dirigía.
En cuanto al hecho y las circunstancias fácticas, lo
único que se extrae de la lectura de la parte dispositiva
de la sentencia es que se trata de un robo calificado
reiterado.
El voto del doctor DONNAno compartió la senten-
cia de primera instancia por considerar que la enfer-
medad del imputado no alcanzaba para encuadrarlo en
el art. 34 del C6d. Penal. Si bien la doctrina y juris-
prudencia mayoritaria se manejaban con la teoría de
SCHNEIDER, que exigía que toda enfermedad mental tu-

8 CNCrirnCorr, Sala VI, 11/2/86, LL, 198643-264.


86 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

viera una base som&tica, era un concepto equivocado.


El juez debe ajustar su criterio, conforme lo estricta-
mente jurídico, que está encuadrado en el artículo men-
cionado. "En este aspecto la psicopatía tendrh como
consecuencia la inimputabilidad cuando sus efectos sean
similares a los de la psicosis, y en este sentido que le
impidan comprender la criminalidad del acto o dirigir
sus acciones. No surge que Sáenz Valiente tenga una
enfermedad, póngasele el nombre que se quiera, que Ie
impida tal comprensión. Si sólo se toma en cuenta
los antecedentes, la forma de actuar y su personalidad
a los efectos de declarar su inimputabilidad, mucho me
temo que nuevamente estemos acercándonos a la es-
cuela positivista italiana, y de alguna manera traer la
teoría de la peligrosidad a la dogmática penal, de don-
de fue desalojada con muchos esfuerzos, y en donde
intenta entrar vestida de innumerables formas".
Advierte sobre el desfasaje que traería aparejado
declarar inimputable a todo psicópata. Quedarían va-
cías las cárceles y se llenarían los hospitales creados al
efecto. El control del cumplimiento de la pena dejaría
de estar en manos del juez y pasaría a estar en ma-
nos de los médicos.
También descarta que la aplicación del beneficio de
la duda deba jugar a favor de la inimputabilidad, pues
ello puede resultar mAs perjudicial que la imputación de
una pena.
En consecuencia, votó porque se revocara la sen-
tencia de primera instancia.
El voto del doctor ZAFFARONI considera que el impu-
tado refleja las características del psicópata a las que
se refiere ZAC, en tanto "la imprevisi6n y la irresponsa-
bilidad es total en casos como el presente, excediendo
en mucho las que pueden observarse en una ética de-
lincuencial, pues cualquier llamado 'habitual' se compor-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 87

ta de manera m8s cauta. Esto no puede ser resultado


de una falta de capacidad para asimilar experiencias.
No puede hablarse de una planificación racional de su
conducta a la luz de ninguna ética. Es decir que desde
el punto de vista de un delincuente común su conducta
sería 'irresponsable', puesto que el delincuente ordinario
suele ser mucho más racional para evitar la acción de
la justicia. Parece quedar claro con lo expuesto que el
caso de 'Sáenz Valiente' encuadra dentro de lo que se
califica como 'psicopatía' o 'personalidad psicopática'
sin que resten dudas acerca de que su principal carac-
terística, en resumen, es una profunda perturbación de
la esfera emocional que le impide o dificulta en enorme
medida internalizar pautas de conducta, es decir, moti-
varse en la norma, que es la posibilidad exigible que
opera como presupuesto ineludible de la culpabilidad.
En mi entendimiento, conforme al actual concepto de
enfermedad mental, a los aportes de las ciencias de la
conducta, que permiten conocer hoy mucho mejor las
caracteristicas y limitadas capacidades de los psicbpa-
tas y, particularmente, frente a un concepto normativo
de la culpabilidad penal, no me cabe duda de que el
psicópata nunca puede ser considerado imputable".
Por un lado, critica a la escuela alienista, al men-
cionar que también hay enfermedad mental cuando
está afectado el aspecto afectivo. Mientras que coincide
con SPOLANSKY en cuanto a que comprender no es lo
mismo que conocer. El psic6pata no internaliza ni in-
troyecta los valores. En el caso concreto, "el procesado
no tuvo la capacidad de comprender la antijuridicidad
de lo que hacía porque no tiene una completa capaci-
dad para comprender el carácter de persona de él mis-
mo ni de su pr6jimo".
A continuación critica el voto de la mayoría en el ca-
so "Tignanelli", en tanto se limitó a afirmar que el
88 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

imputado sabía lo que hacía y 10 que quería. "No me


cabe duda de que 'Sáenz Valiente' también sabía lo que
hacía y lo que quería al cometer los injustos, pero eso
basta para encuadrar típicamente la conducta, pero no
para afirmar la culpabilidad, pues también un deliran-
te bien sistematizado en su delirio sabe perfectamente
lo que hace y lo que quiere y hoy a nadie se le ocurre
que es imputable)'.
Aclara que no se le escapa que el concepto de psi-
copatía puede utilizarse ideol6gicarnente) y de ese modo
imponer penas por tiempo indeterminado a cualquier
persona, El psicópata es aquel que no internaliza cual-
quier pauta, y no sólo aquellas que la ley quiere que in-
corpore. Una ética delincuencial, pertenecer a un gru-
po determinado, realizar actos incomprensibles para el
juez, la calificación de reiterante, reincidente, revoltoso
o insubordinado, no alcanza para rotular de psicópata
a una persona. Igualmente enfatiza que no deja de lado
"que se corre el peligro de hacerlo y que, en conse-
cuencia, se abre una puerta por la cual el psicólogo
poco escrupuloso que quiera imponer su moral o su
ética a los demas pueda calificar como personalidad
psicopática a cualquiera que presente sólo rasgos psi-
copáticos. Este peligro, por cierto que existe, pero, y
aquí viene mi pregunta: estando convencido en el pre-
sente caso, que 'Sáenz Valiente' es incapaz de com-
prender la criminalidad de su conducta ¿podernos pa-
sar esto por alto y condenarlo a la pena pedida (el
fiscal habia pedido ocho años) y seguir condenándole
por años y años de prisión, pese a saber de esta inca-
pacidad sólo porque existe el riesgo de que la psicopa-
tía puede ser manipulada ideológicamente? Creo que
no, porque pocos conceptos hay que no sean suscepti-
bles de manipularse ideológicamente, incluso la misma
psicosis, y no por ello se deja de declarar inimputable
al psicótico. Si bien reconozco el riesgo de la manipu-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

lacibn, tambidn reconozco que el lugar de un enfermo


no puede ser la cárcel".
Finalmente vota por confirmar la sentencia, al con-
siderar que el imputado no comprendi6 la criminalidad
del acto. Si bien el procesado no resulta un alienado
o enajenado mental, es un enfermo mental. Por ello
no es aplicable la medida prevista en el inc. 2" del art.
34, sino el inc. 3" del mismo articulo del C6d. Penal,
El voto del doctor ELBERT comparte el del doctor
ZAFFARONI, tornando como pilares el de FR~AS CABALLERO
y SPOLANSKV en el caso "Tignanelli".
Tras reconocer la dificultad que el tema conlleva,
define al psicópata como aquel que "padece de una
afecci6n psíquica, no reconocible por sintomas exter-
nos convencionalmente examinables. La afección con-
siste en la atrofia del plano afectivo, como impedimento
para introyectar normas y valores sociales. El psicópa-
ta puede poseer una inteligencia brillante, y pese a ello
estar impedido de comprensión como vivencia o asimi-
lacibn de valores externos a sus propios deseos e im-
pulsos".
El letrado tiene en cuenta que la admisión de la
psicopatía como causa de inimputabilidad no puede
generar desfasajes político-criminales, pues no es lo
mismo un psicópata que quien tiene rasgos psicopáti-
COS.
En el caso concreto afirmo que el carácter de psi-
cópata de "Sáenz Valiente" estaba debidamente acredi-
tado por las pericias realizadas y las modalidades de
conducta del imputado.
También precisó que el psicópata "se define por su
comportamiento habitual más que por cualquier test,
lo que a la postre resulta una decisiva señal de alerta
indicativa de que una inteligencia media o superior no
reacciona a estímulos axiológicos. Sería interesante
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

conocer la estadística acerca de la frecuencia con que se


alega en nuestros estrados esta causal de inimputabili-
dad, y al promedio de exito que alcanza. De todos mo-
dos, será difícil probar las psicopatías en todos o en Ia
generalidad de los casos, pero es incontrastable de que
las psicopatías existen, y que pueden identificarse ca-
sos paradigmáticos en todo tipo de sociedad.
Con respecto a1 peligro de imponer medidas de se-
guridad manifestó que importaba una "contradicción
el luchar contra las medidas de seguridad como tales y
luego aplicarlas, a sabiendas de las aberraciones a que
pueden conducir. Pero estimo que es el mal menor,
frente a la posibilidad de condenar a un inimputable
como si no lo fuera, porque, como dice el preopinante
(doctor ZAFFARONI) el lugar de un enfermo no puede ser
la cárcel. No será sin duda la 6nica contradicción en
que caeremos los jueces en nuestro esfuerzo de cerrar
la brecha entre la ley escrita y la realidad en que sus
propósitos deben materializarse".
En definitiva, votó por confirmar la sentencia, y la
aplicación del inc. 3" del art. 34 del Cód. Penal.
Ambos incurrieron en una grave contradicción, dan-
do por tierra con todo lo argumentado, cuando en el fa-
llo "Sánchez, Ornar", dictado el mismo afio, sostuvieron:
"La declaración de inimputabilidad de psicópata implica
una medida de seguridad prácticamente perpetua, es de-
cir, una privación de libertad perpetua y dado que en
el caso de autos no existe un diagnóstico preciso sobre el
grado de la psicopatía, no se puede disponer lo más gra-
ve para el procesado, disponiéndose en consecuencia la
confirmaci6n de la sentencia, apelada en cuanto conde-
na al justiciable por el delito de robo con intima~ión"~

9 CNCrimCorr, Sala VI, "Sánchez, Ornar", c. 13.410, "Boletín de


Jurisprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1986, no 4, oct.-
nov.-dic., p. 1580, voto de los doctores ZAFFARONI
y ELBERT.
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 91

Por aplicar el "favor rei", y contra todas las funda-


mentaciones esgrimidas, enviaron a un enfermo a la
c8rcel.
5) E2 comentario de Garcfu y Bobbio. Con la pu-
blicación del fallo "Sáenz Valiente" apareció un comen-
tario a éste de estos autores que resulta sumamente
interesante. Ambos comparten el supuesto del ser hu-
mano como entidad biopsicosocial indivisible, en cuya
esfera psicológica se conjugan procesos de carácter in-
telectivo, volitivo y afectivo.
Para contestar cuál es el lugar que ocupan las psi-
copatías dentro de las anormalidades patológicas, con-
sideran imprescindible delimitar el concepto de psico-
patía, al atender las múltiples clasificaciones existentes.
En esa inteligencia señalan que en el punto cinco
de la clasificación de las distintas alteraciones de la sa-
lud mental formulada por la Organización Mundial de
la Salud, aparecen los denominados trastornos de Ia
personalidad, que se conocen como caracteropatías. Ex-
presan que "el carácter es el estilo particular de rela-
cidn objetal, el modo habitual con que una persona
realiza sus impulsos y se adapta a la realidad. Cuan-
do las funciones descriptas se cumplen de un modo
inadecuado aparecen las caracteropatías, cuya cualidad
nuclear o central está dada por la rigidez con que el
sujeto utiliza los rasgos de carácter, en forma repetiti-
va, sin aprender y flexibilizarse con las experiencias vi-
vidas. En síntesis, obra como un mecanismo de defen-
sa patológico, que es racionalizado y consecuentemente
no provoca angustia".
En esa tesitura definen a la psicopatía como "una
forma de caracteropatía, en la que predominan las ac-
ciones impulsivas del individuo -acting out-, ya que hay
una alteración del pensamiento simbíilico. El pensa-
miento no prepara la acción y por ende entre el impul-
92 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

so y la accibn no hay reprecentacibn simbblica, lo que


concluye en Ia estereotipia -reiteración del acto im-
pulsivo-. Como puede verse, el trastorno más peculiar
del psicópata es la anormalidad de su conducta, que se
aparta de las pautadas o fijadas por la colectividad
para el desempeño de los diferentes roles sociales, aun-
que debe quedar en claro que no toda psicopatía impli-
ca una personalidad antisocial".
Respecto de su génesis, señalan que la "base de es-
tas enfermedades hay que buscarlas en factores neuro-
lógicos, hereditarios, socioculturales y ambientales y
también en la carencia o desposesión emocional sufri-
da en tempranas edades (niños aislados o alejados de
sus padres) lo que nos lleva a otra de las característi-
cas: una perturbacion en la esfera afectiva que distor-
siona los sentimientos de amor y culpa".
Con esos elementos critican que el fa110 (fundamen-
talmente en el voto del doctor ZAFFARONI) haya llegado a
conclusiones universales, al determinar que el psicópa-
ta nunca puede ser imputable.
Por ello consideran que, dentro de un sistema de
valoración biopsicológico, que es precisamente el adop-
tado por nuestro código, sólo es inimputable quien en
el caso concreto sufriendo determinadas psicopatolo-
gías no haya comprendido la criminalidad del acto o
no haya dirigido sus acciones. De no ser así, entre el
antecedente "psicópata" y el consecuente "inimputabili-
dad" falta el elemento psicol6gico que una a ambos.
Debido a la gran variedad de psicopatías diferen-
ciables, consideran que no es criterioso afirmar una
única solución para todos los casos. "Ello es así por-
que no siempre la personalidad psicop5tica va acompa-
ñada de una profunda atrofia en el área emocional,
que impida la posibilidad de sentir como desvaliosa su
conducta, y no todas las psicopatías se confunden con
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 93
las sociopatías donde los actos -regularmente delicti-
vos- tienen por objetivo el ataque a los valores socia-
les. Reiteramos que se trata de una cuesti6n de grado
y no de calidad, de tal modo que mAs que preguntarse
especulativamente si es imputable el psicópata, parece
mAs acorde con el sistema del art. 34, inc. 1, del C6d.
Penal indagar si alguien que posee una personalidad
psicopAtica determinada, a quien se juzga por la comi-
si6n de un hecho típico, ha obrado en razón de la gra-
vedad de ese defecto sin capacidad para comprender la
criminalidad del acto o dirigir su conducta".
En tanto, celebran que el fallo haya incluido a las
psicúpatías dentro de las enfermedades mentales, bajo
el tkrmino de alteraci6n morbosa de las facultades. Se
superó así el criterio restrictivo en el que la voz patolo-
gía se identificaba con alienación o demencia. Es que
el art. 34, inc. 1, se refiere a la alteraci6n morbosa de
las facultades, por lo que nada justifica que ellas sean
limitadas sólo a las intelectivas.
Por último, concluyen que en "ocasiones en que exis-
tan dudas sobre el primer aspecto -y creemos que mu-
chas veces la compleja personalidad del psic6pata las
puede plantear- la incapacidad para dirigir las accio-
nes sera la clave que posibilitará resolver la cuestión.
Basta recordar para ello que una de las notas salientes
de estas enfermedades es el acting out, y que cuando el
impulso se precipita en forma desordenada y desbor-
dante, el yo queda avasallado y la capacidad de gobier-
no de la conducta anulada"I0.
6 ) La crítica de Frias Caballero al fallo ''Skenz Va-
liente". Al año siguiente de la publicación del fallo
"Sáenz Valiente", FR~AS CABALLERO divulgó un articulo

10 BUBBIO LAS personalidades psicopbticas y Ea imputabili-


- GARC~A,
dad penal, U ,1986-D-264.
94 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

en el que reflexionaba sobre 61. En este sentido com-


parte con Bossio y G A R C ~que
A no puede alcanzarse una
solución Unica para todos los casos. En consecuen-
cia, se equivoca ZAFFARONI cuando señala que todo psi-
cópata es inimputable, pues consagra una tesis en la
que falta el elemento psicológico de la fbrmula.
Más allá de la existencia de diferentes clasificacio-
nes que pueden hacerse del psicópata, ello no es deter-
minante en lo que a la inimputabilidad penal se refiere.
"Y es precisamente de estos caracteres diferenciales y
de los perfiles propios de cada personalidad, que resul-
ta, en general, incluso posible la existencia de diversos
tipos en los que la criminalidad es escasa y hasta insig-
nificante, o aun inexistente. Esto ocurre, por ejemplo,
en los psicópatas depresivos, asténicos, hipertímicos,
etc. (clasificados por SCHNEIDER), y asimismo en otros
tipos como los compulsivos hipocondríacos, etc., de
la tipologia de MIRAY L ~ P E Z .Pero aqui no termina la
cuestión. Cuando un sujeto que padece alguna de las
personalidades psicopáticas antes referidas comete un
delito, ocurre con frecuencia que es imputable (confor-
me a la fórmula mixta del código vigente). Es que no
todo psicópata carece de culpabilidad o capacidad de
culpabilidad cuando delinque. A esto se debe en gran
parte que un porcentaje de individuos que han sido
declarados penalmente responsables sean psicópatas.
Aparte de los altos porcentajes que según algunos se
encuentran entre los delincuentes habituales (según
STUMPEL el 99% son personalidades psicop5ticas; cifra
que baja al 1% en los ocasionales)".
La afirmación que todo psicópata es inimputable,
es tan equívoca como sostener lo contrario, y a que de
ser así, la fórmula mixta del art. 34 se convertiría en
puramente biológica o psiquiátrica.
El autor cita a FERRER SAMA cuando refiere que "el
criterio a base del cual ha de procederse, cuando se
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD 95

trata de juzgar sobre la imputabilidad de unas de esas


personas -psicópatas- viene dado más por gravedad
del mismo que por su dirección. Del mismo modo que
ante una demencia senil, una oligofrenia o una psico-
sis maníaco-depresiva, no es suficiente de por sí el
mero diagnóstico diferencial para resolver el proble-
ma... en la psicopatía tampoco basta dicho diagnóstico,
pues todo dependerá de la intensidad o grado de la
misma".
La inimputabilidad del psicópata sólo debe acep-
tarse en el caso concreto, al quedar, ademh, limitada a
los casos más graves, por tener en cuenta los diferentes
tipos de psicopatías, las peculiaridades de cada perso-
na y su concreta gravedad individual.
La aseveración de que un psicopata nunca puede
ser imputable, puede poner en peligro la eficacia políti-
co-criminal del derecho penal.
Para FR~AS CABALLERO, la incapacidad de vivenciar o
internalizar el valor 6tico social de la conducta s61o
puede darse en el "psic6pata perverso". Es que "este
tipo de psicopatía se autonomiza y separa de las demás
sin confundirse con ellas. De esa manera aunque bien
pudieran las demas categorías de psicópatas, o alguna
de ellas, padecer asimismo dificultades para 'internali-
zar' o 'vivenciar' valores, pareciera excesivo sostener que
todas ellas son ciegas al valor en la medida en que lo
es el psic6pata perverso".
Por último destaca como positivo el apartamiento
de la tesis alienista, la diferencia que se establece entre
el conocer y el comprender, y que se haya puesto de
manifiesto que el magistrado pueda apartarse de las
conclusiones a las que llega el perito psiquiatra, pues
éste tan sólo es un colaborador del juezi1.

11 CABALLERO, Algo mds sobre la inimputabilidml de las perso-


nalidades psicopcificas en el Código Penal argentino (A propósito de una
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

7) Cabello. Este autor fue el mayor impulsor de


la inimputabilidad del psicópata en nuestro país.
a) Psicopatía en general. Previo revelar su pensa-
miento en cuanto a dicho tema, es interesante desta-
car que este autor habla también de "pseudopsicopa-
tías", que son aquellos cuadros mentales que aparentan
ser psicopatías, cuando en realidad no lo son, por-
que pertenecen a entidades morbosas definidas; por
eso también se las conoce con el nombre de "falsas
psicopatías". Tienen un contenido clínico de natura-
leza patológica, alcanzado en consecuencia por el art.
34 del Cód. Penal, en la categoría de "alteración mor-
bosa".
16
Para CABELLO, las personalidades psicopáticas se
ubican en la escala más baja de las clasificaciones psi-
quiátricas, ocupando el dilatado e impreciso territo-
rio que separa los enfermos mentales de las personas
anormales, es decir, no son enfermos pero tampoco sa-
nos, o son ambas cosas a la vez. La vaguedad, el po-
limorfismo e indeterminacibn de sus manifestaciones
clínicas, el desamparo causal, su arraigo en lo más
profundo de las tendencias instintivas, les otorga un
carácter constitucional consustanciado con la propia
manera del ser psíquico, circunstancia que explicaría la
resistencia que ofrecen al tratamiento médico, educa-
tivo y psicológico; conforman un verdadero rompe-
cabezas para la psiquiatría criminolí>gica, tanto como
para la Justicia Penal. Por definición, constituyen agen-
tes de perturbación social; a la manera de cuerpos ex-
traños no se adaptan a las normas de convivencia y,
sin embargo, están en la cúspide de los movimientos
críticos y convulsiones políticas, o casi siempre fieles

sentencia de la Cámam Criminal y Correccional de la Capital Federal),


LL, 1987-B-975.
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

exponentes de lo que tiene la humanidad de mAs bajo


y deleznable. Graficamente puede comparArselo con
aquellos autom&viles, que con defectos de fabricaci6n
se constituyen en pesadillas para sus dueños, ya que
pese al cuidado que se les dispensa, no tienen arre-
glo".
El carácter patológico de la psicopatía aparece como
muy marcado en el pensamiento de CABELLO. Éste in-
dica que "si en algo tiene razón SCHNEIDER cuando afir-
ma que no hay enfermedades sino en lo corporal, no
puede negarse que aun el más insignificante acto psí-
quico, la mas humilde unidad de conciencia, no tenga
su asiento en el cerebro y no dependa de su normal
funcionamiento. Viniendo a lo nuestro y en base a
esta tesis, estimamos que la discordancia de los ele-
mentos integrantes de la personalidad psicopática, obe-
dece a la descompensacion entre la corteza y el centro
encéfalo y el cerebro intermedio, o entre las mismas
estructuras cerebrales de dicho centro, donde mora y
se regula la vida intuitiva y emocional, los sentirnien-
tos básicos y las tendencias destinadas a Ia conserva-
cidn del individuo y a la reproducción de la especie.
La segunda discordancia, en el plano psicológico, se
establece entre la noción moral y el sentimiento moral
correspondiente. Si bien los trastornos psicopaticos
de la conducta no reconocen un 'proceso', 'síntomas' ni
'etología' conocida o postulada, es innegable que sus
anomalías de conducta, aunque no lleven el signo de lo
morboso, no pueden tampoco considerarse indepen-
dientes de malformaciones o desarreglos congénitos o
adquiridos
- de sus estructuras somato-funcionales. En
las psicosis el soporte somático provoca el trastorno
psíquico, en las personalidades psicopáticas, la correla-
ción se establece de otra forma ¿cuál es este algo más?,
jcuál es esta otra forma? Son Ias alteraciones de las
estructuras encefalicas (diencefalosis), disfunciones del
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

círculo límbico, etc., las que condicionan las anormali-


dades de la conducta. En otras palabras, la relación
entre soma y psiquis, se establece no mediante un pro-
ceso, sino entre una estructura defectuosamente equi-
librada y las determinantes energéticas de la personali-
dad".
Desde un enfoque psicopatológico y clinico brinda
la siguiente definicion: "Las personalidades psicopa-
ticas adquieren el tipo de las graves alteraciones de
la conducta que sin menoscabo intelectual se vinculan
a profundos trastornos de la esfera afectiva y voli-
tiva".
El autor desarrolla un acápite intitulado "Tipicidad
delictiva de las personalidades psicopaticas. Rasgos dis-
tintivos". En él desarrolla ciertas características parti-
culares de los psic6patas.
1 ) Diversidad. Algunos tipos de personalidades se
corresponden con ciertos delitos. Por caso, tenemos
que el deprimido tiende a cometer el crimen piadoso;
el maniático, hurta y defrauda; el epilkptico, asesina
brutalmente; el esquizoide realiza homicidios absur-
dos y fríos; el perverso actúa sin piedad ni remordi-
miento.
2 ) Reiteración. Dentro de cada tipo lo corriente
no es la diversidad, sino la reiteración. Al adherirse con
ALBERCALLORENTE, menciona que mientras el psicbpata
puede delinquir reiteradamente, porque anda suelto
por las calles o cumple pequeñas condenas que lo de-
vuelven al medio aún más peligroso, el psicótico suele
producir un solo delito, principalmente al comienzo de
su trastorno, porque se lo aísla pronto y éstos en lugar
de ser reiterados, son singulares.
3 ) Delictividad. El delito no es extraño a la perso-
nalidad del psicópata, circunstancia que no se da en
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

las psicosis, donde los delitos se corresponden a la en-


fermedad actual y sin que presenten mecanismos pato-
genéticos.
4 ) Contagiosidad. Junto a la no intimidación, se
encuentra la capacidad del psic6pata de inducción delic-
tiva, por eso son tan peligrosos dentro de la cárcel como
fuera de ella.
5 ) Radicacidn estmctum2. Es anatómica, pues mien-
tras que las psicopatías toman estado en las estructuras
basales del cerebro, las enfermedades mentales inte-
gran su estructura en los estratos superiores, particu-
larmente los que dependen de la corteza cerebral y for-
maciones satklites".
b ) El psicbpafa perverso. En cuanto al psic6pata
perverso, aporta que no se aleja de las características
comunes del resto de éstas, sino que las refuerza. Re-
sulta muy interesante el desarrollo que hace de su rela-
ción existente con la imputabilidad. Tan terminantes
parecen ser sus conclusiones, que arriba a una f6rmula
de tipo matemática para determinar la capacidad de
comprensi6n.
Asl, CABELLO sostiene: "Enfocando el divorcio de las
funciones intelectuales radicadas en el manto cortical
y los componentes afectivo instintivos preferentemen-
te localizados en las formaciones centro encefálicas,
resulta que la esencia de la moral consiste en la uni6n
del bien y de la simpatía con aquello que sentimos
como bueno. El desacuerdo de las ideas con los sen-
timientos trae como consecuencia la ineptitud para va-
lorar lo ilícito, que en lenguaje jurídico equivale a la
imposibilidad de comprender la criminalidad del acto.

l2 Psiqtdiatríí forense en el derecho penal, t. 2, p. 509 a


CABELLO,
521.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

En resumen, en la locura moral el desacuerdo entre


la idea del mal y el sentimiento correlativo, puede re-
ducirse a la fórmula que desarrollamos a continuacion:

nocibn teórica del mal


= capacidad
valoraci6n del mal

En el Bmbito forense esta f6rmula criminológica


sirve de base para interpretar el apéndice psicológico
del art. 34, inc. lo, del Cód. Penal vigente".
Respecto de la génesis, indica: "Si hasta el momen-
to se desconocen las causas de esta disfunción, no es
porque no existan sino porque los recursos técnicos
son insuficientes; negar la existencia de lo desconocido
es cerrar los ojos al futuro, es casi un gesto de narci-
sismo científico. Bajo dicha óptica las personalidades
psicopáticas no están en inferioridad de condiciones ante
las afecciones end6genas (psicosis maníaco-depresivas,
síndromes delirantes, esquizofrenia) que aun descono-
ciendo su etiología aceptamos sin trabas su carácter
patológico".
Por ~ l t i m o y, ante el auge de la criminalidad per-
Id
versa, se pregunta: ¿estamos en presencia de un em-
peoramiento de la raza, por cuya causa nacen hoy más
perversos que antes? iE1 panorama crirninológico de
la era moderna le está dando la razón a las teorias de-
generativas de MAGNAN y MOREL? ¿Estaba tan equivo-
cado LOMBROSO cuando asignaba al delincuente nato
(actual psicópata perverso) el 40% de la criminalidad
global?13.
El tema será tratado nuevamente en el capítulo si-
guiente,

13 Psiquiatnh f o r m e en el derecho penal, t. 2, p. 54 1 a 554.


CABELLO,
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

1 7. LA INIMPUTABILIDAD DEL PSICÓPATA EN E SPAÑA


Y EN ALEMANIA

a) E S P A ~ AEn
. esta país, la jurisprudencia ha sido
sumamente reticente en cuanto a admitir la inimpu-
tabilidad del psicópata, por influencia de las enseñan-
zas de SCHNEIDER.
1) Bacigalupo. Nos refiere que los tribunales con-
sideran que las psicopatías serian siempre insuficientes
para determinar la inimputabilidad, en tanto no regis-
tran una base somática. Por lo tanto, no hay ninguna
apoyatura científica para negarle, en principio, tanto a
las psicopatías como a las personalidades psicopAticas, la
calidad de enfermedades mentales. Tan es así, que en
la psicosis end6gena tampoco se ha podido demostrar
una base patologica, y nadie la cuestiona como base de
la inimputabilidad14.
2) M U ~ O ZConde. Por su parte, este autor estima
equivocado que a los efectos de la inimputabilidad se
tengan en cuenta sólo las facultades intelectivas y voli-
tivas del sujeto, en tanto existen circunstancias que lo
hacen inimputable, sin alterar la inteligencia o la vo-
luntad, como la ceguera, la sordomudez, los estados
crepusculares, entre otros.
En cuanto a las psicopatías, afirma que éstas con-
sisten en anomalías que acompañan al sujeto desde la
cuna, influyen en su carácter, en su temperamento, en
su vida vegetativa, en su afectividad y en la parte emo-
cional del sentimiento, pero no, generalmente, en su
inteligencia o voluntad. Muchas veces se manifiestan
a través de comportamientos delictivos de suma grave-
dad. Por ejemplo, piensese en el psicópata sexual, apa-
rentemente honesto, padre de familia, funcionario o

14 Manual de derecho penal.


BACIGALUPO, Parte general, p. 159.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

empleado ejemplar, que por las noches asalta a muje-


res, ancianas o niñas, viol8ndolas; o en el atracador
que asesina a su víctima como venganza al ver que no
porta dinero; o en el asesinato inmotivado, sin ninguna
razón aparente que lo explique. Habitualmente se tra-
ta en estos casos de conductas inteligentes y volunta-
rias, pero con algún tipo de alteración o trastorno
mental que no es facilmente comprensible desde el
punto de vista psicol6gico tradicional.
Destaca que el Tribunal Supremo ha rechazado,
como gran parte de la doctrina, la inimputabilidad del
psicópata, en tanto no tienen alteradas sus facultades
intelectivas o volitivas. En relación a ello indica: "Tal
postura quizás pueda ser defendida en sus resultados,
pues el psicópata de todos modos es difícilmente recu-
perable con tratamiento psiquihtrico y quizás pueda dar-
se un control más eficiente con el sistema penal, pero
es absolutamente rechazable en su fundamentación.
En realidad, en el concepto de psicopatía los psiquia-
tras incluyen muchas veces, como en un cajón de sas-
tre, comportamientos ciertamente violentos y brutales,
pero que no tienen nada que ver con la enfermedad
mental, ni por tanto repercuten en la imputabilidad del
individuo que así se comporta"".
3) M i r Puig. Para el son anormalidades del carác-
ter, de naturaleza constitucional y heredada, que no
constituyen ni oligofrenia ni psicosis, por lo cual las
califica como personas anormales. Los oligofrénicos
tienen una deficiencia en la inteligencia, mientras que
los psicópatas lo tienen en su caracter, en su modo de
ser, en su personalidad en sentido estricto.
"No siendo una enfermedad la psicopatía sino un
modo de ser, no tiene curaciiin y, si a ello se añade que

15 Teoría general del delito, p. 159.


Mufioz CONDE,
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

no afecta a la inteligencia ni a la normalidad de la


voluntad, sino s610 a la afectividad, se comprenderá
que sea la anomalía que presenta los problemas jurídi-
co-penales tal vez más graves".
Luego agrega que si bien la comprensihn de la ili-
citud no resulta afectada por la psicopatía, es mas du-
doso que pueda afirmarse que el psicópata posea Ia
misma capacidad de autocontrol que la persona nor-
mal.
El Tribunal Supremo rechaza para ellas la exen-
ción completa, admitiendo a veces la eximente incom-
pleta para los casos de personalidad psicópata grave.
De todos modos, con frecuencia niega que lleguen si-
quiera a atenuar la responsabilidad. A modo ejempli-
ficador cita un caso que resume lo sostenido por la
Id
jurisprudencia: Normalmente se estima que por no
afectar a la inteligencia y la voluntad (base de la impu-
tabilidad) son intrascendentes a efectos penales. No
obstante, cuando los comportamientos psicopáticos tie-
nen manifestaciones graves, concurren con debilidad
mental, neurosis y otros trastornos cerebrales, de modo
que la asociación de unas y otras deficiencias psíquicas
afecten a la inteligencia o la voluntad, pueden repercu-
tir en la moderación de la imputabilidad, por la vía de
las eximentes incompletas o de las atenuantes"16.
b) ALEMANIA.A contrario, en este país, la influencia
ha calado muy hondo, donde la posibili-
de SCHNEIDER
dad de que el psicópata sea inimputable encuentra
grandes resistencias.
1) Maurach. En su opiniiin, y contrariamente a lo
que sucede con el psicótico, el psicópata no revela es-

16 STS, 15/12/87, citado por MIRPUIG,Derecho penal. Parte gene-


ral, p. 569 y 570.
104 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

casez de inteligencia, sino que en 61 se observan defec-


tos en el plano psíquico-ético que permite comprender
al hombre como personalidad ético-social. "El psicó-
pata se caracteriza en primer lugar, por defectos de sen-
timientos, voluntad y carActer, especialmente por aque-
llos constitutivos de una predisposicidn del sujeto, los
que por sí solos, solamente dentro de los límites m&s
estrechos, están en condiciones de procurar los funda-
mentos biológicos para el consecuente examen norrna-
tivo; al contrario, las simples influencias del medio ex-
cluyen, por regla general, la patologia de la personalidad
que ha llegado a ser anormal. Pero incluso con tal
reserva, la pesquisa de los componentes biol6gicos con-
lleva, en el caso de las psicopatías, considerables difi-
cultades, de tal modo que a menudo ha llegado a cues-
tionarse incluso la existencia de un concepto global de
psicopatia. En cambio, la delimitaci6n entre las dis-
tintas formas de psicopatia es menos fertil para el de-
recho penal".
En realidad, sin decirlo expresamente, MAURACH es
partidario de la tesis alienista. Ello se advierte del si-
guiente concepto: "Además, aún se discute en qué gra-
do una anormalidad referida y limitada al plano de lo
ético (MEZGER la llama 'insensibilidad moral') pueda de-
rivar de un considerable fundamento biológico. Basi-
camente rige aquí lo ya expresado: la demencia moral
(la figura examinada especialmente en Francia bajo Ia
denominación filie morale; en inglés moral insanity), en
cuanto tal, no es digna de consideración. Por ello, si
no se encuentran puntos de apoyo reales de fundamen-
tos psicóticos para la cleptomanía, para el enfermizo
placer de provocar incendios (piromanía) y para for-
mas similares, ellas son irrelevantes desde el punto de
vista j urídico-penal, tal como ocurre en general con
todo una psicopatia que es penalmente irrelevante en
la medida en que sólo consista en simples debilida-
DISTINTAS POSTURAS EN CUANTO A LA IMPUTABILIDAD

des o faltas de car8cter y se agote en una predisposi-


ci6n criminal"' '.
2) Jakobs. No es demasiado su aporte a la psico-
patía. Tras hacer suya la definición de SCHNEIDER (per-
sonalidad en la que el afectado padece la anormalidad,
o la sociedad al afectado), indica que no se conoce a
ciencia cierta cual es su génesis.
Podemos decir también que adhiere a la escuela
alienista, pues consigna que tanto los psiquiatras co-
mo la jurisprudencia estiman sumamente excepcional
que el psicópata pueda ser considerado inimputable.
Cree que una de las causas de ese criterio tan estricto,
es que en la psiquiatría no hay modelos para el trata-
miento de psic6patas (plena o parcialmente) exculpados;
así como debe ser dejado de lado, cuando concurren
otros factores internos (alcohol, fármacos, insomnios)
o externos (provocación al autor psiquicamente lábil
por parte de la víctima del hecho) siempre que quien
las cometa no sea responsable de estos últirno~'~.
3) Stratenwerth. En su púsici6n dispone que es
unánime el criterio que sostiene que las psicopatías no
tienen base somática alguna. También, que la gran
mayoría de los autores consideran que una persona no
puede ser declarada inimputable por una anormalidad
psíquica (que es lo mismo que decir, por una enferme-
dad no somática), pues ello podría causar trastornos a
un derecho penal orientado a la culpabilidad.
AdemAs, adscribe a una postura amplia (no obstan-
te no ampliar muchos fundamentos) al manifestar: "Sin
embargo, evidentemente sería injusto afirmar la capa-

17 MAURACH - ZIPF,Derecho penal, Parte general, t, 1, p. 6 16 y 6 17,


18 JAKOBS, Derecho penal. Parie general. Fundamentos y teorica de
la imputación, p. 64 1.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

cidad de culpabilidad por razones meramente thcticas


en casos extremos en los que esa capacidad no se da,
tanto desde el punto de vista medico como jurídico y
de acuerdo con las concepciones hoy predominantes:
una neurosis muy grave, por ejemplo, puede superpo-
nerse en su forma de aparicidn, cuando no en la natu-
raleza misma, con la esquizofrenia. Por lo tanto, el
derecho vigente admite, también en estos casos, la po-
sibilidad de exclusi6n de la capacidad de culpabili-
dad"19.

19 Derecho penal. Pat?e general. El hmho punible,


STRATENWERTH,
p. 173.
EL PSICÓPATA SIEMPRE ES IMPUTABLE,
FUNDAMENTOS

En reiteradas ocasiones se ha expresado que, a di-


ferencia de las ciencias matemáticas, las ciencias socia-
les, incluyendo el derecho entre ellas, elaboran sus
concepciones y teorías sobre bases no del todo sólidas
que pueden evolucionar o retroceder con el tiempo.
La contradicción fundamentada consigna que en el
derecho penal hay verdades que se instalan como dog-
mas y hace aparecer a quien piensa de otra manera
como un verdadero hereje o perseguidor de tesis origi-
narias infundadas.
En la inteligencia referida, estimamos que el psic6-
pata siempre es imputable y quizá ello, acorde a lo
manifestado a lo largo de los capítulos anteriores, nos
convierta inmediatamente en herejes.
Existen serias razones para sostenerlo; su exposi-
ci6n sera lo más clara posible, no se ha de recurrir a
razones político-criminales a tales efectos, pues existen
sobrados motivos dogmáticos para el sostenimiento de
la tesis propuesta.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Por el contrario, mantener desde el punto de vista


dogmático la posibilidad de que el psicópata sea inim-
putable, importa en la práctica el retorno de la escuela
positiva, y ello sí es una consecuencia de política cri-
minal inaceptable y extremadamente peligrosa.
Paradójicamente, quienes la denostan son aquellos
que afirman con mas knfasis la inimputabilidad del psi-
cópata, lo que sí importa una verdadera contradicción.

Tras lo sefialado en el 5 12, b, se entiende al dere-


cho penal sobre la base de una concepción libre albe-
drista, lo que importa una elección j urídico-valorativa
alejada de concepciones filos6ficas.
Dentro de ese marco, la restricción de la libertad
de la persona para hacer una cosa u otra (o dicho desde
el punto de vista jurídico, la restricci6n a que ésta elija
comportarse a favor o en contra del derecho) es la ex-
cepción, dentro de las distintas causas de "no punibili-
dad" que desarrolla el art. 34 del C6d. Penal.
La no punibilidad por inimputabilidad, es decir, por-
que el individuo no haya podido comprender al momen-
to del hecho la criminalidad del acto o dirigir las accio-
nes conforme esa comprensi611, sigue la misma regla.
El "género" es que la persona sea imputable y la
(4
excepción" es la inimputabilidad.
Del mismo modo, como consecuencia de lo ante-
rior, y al utilizar la misma terminología, el "género",
tras la comisión de un delito, es la aplicación de una
"pena", y la "especie" o "excepci6n" la medida de segu-
ridad. Ello, con independencia de las diversas finali-
dades que persiga una u otra.
La medida de seguridad debe aparecer como con-
secuencia del dictado de inimputabilidad, y no por ra-
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 109
zones político-criminales que aconsejen una pena a
una medida, crítica ya formulada al sistema de "hnica
vía con doble limitaci6n" (ver 9 14, b).
En su voto en el fallo "Sáenz Valiente", DONNA deci-
dió lo siguiente: "Además no se puede aducir que esta-
mos en la duda y, por lo tanto, hay que estar a lo mas
favorable al imputado. No alcanzo a ver este razona-
miento, porque desde la perspectiva futura del procesa-
do, manteniendo el criterio de la imputabilidad, se le
da la esperanza de salir de su encierro, aun en el hipo-
tético caso de que sea después de muchos años de pri-
sión. La alternativa contraria, lo condena de por vida
a permanecer en un establecimiento de seguridad, sin
la esperanza mínima de salir de ese sitio".
En el mismo fallo expresó ZAFFARONI, tras arribar a
la conclusi6n de que el psicópata es un enfermo men-
tal y decidir la aplicaci6n del art. 34, inc. 3", del Cód.
Penal: "Desconozco la existencia de un establecimiento
adecuado donde 'Saenz Valiente' pueda ser objeto de
un tratamiento que intente mejorarlo. De cualquier
manera, la inexistencia de un establecimiento en es-
tas condiciones es un problema de la administración
penitenciaria, que debía haberlos creado desde 192 1, y
en modo alguno puedo tomar esa falla del poder públi-
co en perjuicio del procesado y del interés social, pues
carecería de todo sentido que un defecto del poder pu-
blico, motivase una condena cuando se impone una ab-
soluci6n y diese lugar a un riesgo social y al mismo
tiempo a una injusticia"'.
Las palabras de ambos jueces merecen algunas re-
flexiones.
Como fue expuesto anteriormente, la declaración de
imputabilidad o inimputabilidad no tiene que ver con

1 CNCrimCorr, Sala VI, 1112186, "Sáenz Valiente, M.", LL, 1986-


D-271, del voto de1 doctor ZAFFARONI.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

cuestiones de política criminal, y menos aún con las posi-


bilidades fácticas de que el imputado recupere su libertad
en caso de que se decida una u otra. El favor rei nada
tiene que ver con la declaración de inimputabilidad.
De todo modos, y para el caso que el magistrado tu-
viera dudas respecto de si la persona es imputable o
inimputable, debe inclinarse por la imput abilidad, pero
no por razones de política criminal, sino porque la inim-
putabilidad es la excepción y la imputabilidad la regla.
A ello cabe agregar que, contrariamente a lo soste-
nido por DONNA,la declaraciíin de inimputabilidad sig-
nifica condenar de por vida a permanecer a una perso-
na en un instituto, atendiendo a que el art. 34, en sus
incs. 2" y 3", prevé que la persona recupere su libertad
por resolucion judicial, con audiencia del Ministerio
Público, y previo dictamen de peritos que declaren de-
saparecido el peligro de que el enfermo se dañe a si
mismo o a los demás.
El error referido fue cometido en un caso en el cual
tras considerar que el imputado presentaba una "perso-
nalidad psicopática" y evaluar los jueces que "no pare-
ce haber cometido los hechos denunciados con plena
conciencia de su criminalidad", decidieron absolverlo
recurriendo al beneficio de la duda2.

a) POSIBILIDAD
DE "COMPRENDER LA CRIMINALIDAD DEL ACTO".
De acuerdo con 10 desarrollado en el 5 16, los funda-
mentos brindados en nuestro país para sostener la inim-
putabilidad del psicópata (tesis o "escuela amplia"), más
allá de algunos matices, son puntualmente los siguientes:

2 CNFed, Sala Crim y Corr, 6/6/67, "Silva, Osvaldo A.", "Revista


de Derecho Penal y Criminologia", no 1, p. 96 y 97.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

1) Criterio amplio acerca de la personalidad. Entien-


de que la personalidad se encuentra conformada por tres
aspectos que son el cognoscitivo (o intelectivo), volitivo y
afectivo, que no constituyen compartimentos estancos, sino
que por el contrano se interrelacionan unos con otros.
En la misma inteligencia, y contrario a la "escueIa
alienista", entiende el concepto "alteraciones morbosas"
de un modo amplio, que no se encuentra integrado
sólo por los procesos intelectivos y volitivos, sino tam-
bién por los afectivos. Lo opuesto importaría limitar
el concepto de enfermedad a uno de los momentos de
la conducta humana, no considerar al hombre en su
totalidad, sino tan sólo una parte de él; es olvidar el
componente cultural de la personalidad. La propia
raíz etimológica de la expresibn "alteraciones morbo-
sas", es un claro ejemplo que se refiere a las facultades
en general y solamente a algunas.
El psicópata tiene incólumes el proceso intelectivo
y el volitivo, pero no así el afectivo. En consecuencia,
es un "enfermo mental" no obstante no ser un "aliena-
do mental".
Algunos psiquiatras como SANCH~S B A N ~utilizan
S el
término "enajenado", por entender que es el más ade-
cuado para acoger en él las anomalías psiquiátricas, que
no son consideradas enfermedades mentales en sentido
técnico (como ocurre con las psicopatias), pero que a
los efectos penales merecen la misma consideracibn que
las así catalogadas. A ello agrega que la palabra "enaje-
nado" tiene la ventaja de carecer de un valor tkcnico es-
pecifico tanto en psiquiatría como en el derecho penal3.

3 La utilización del término "enajenado" se adoptó a propuesta


del psiquiatra SANCH~S BANÉS, por ser el que mejor se adecuaba para
acoger en 61 determinadas anomalías que en términos psiquihtricos no
son consideradas enfermedades mentales en sentido técnico, como ocu-
rre con las psicopatias, las oligofrenias y otros casos dudosos, pero que
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

2 ) Difereacia entre "conocer"y "compre~der".El au-


tor dispone que comprender es un proceso mAs com-
plejo que el mero entender, aprehender o conocer te6-
ricamente. El término implica, ademas de la captacibn
de la circunstancia que mueve a la acción, la valora-
ción del obrar y de su resultado, significa vivenciar los
valores.
La riqueza semántica y conceptual de la frase "com-
prender la criminalidad" alude a la capacidad de cap-
tar positivamente el desvalor ético de la propia conduc-
ta, condición que no puede alcanzarse exclusivamente
por actos u operaciones puramente intelectuales.
La ley al requerir comprensi6n, est6 significando
que s61o puede ser capaz de culpabilidad (imputabili-
dad) quien puede sentirse culpable, reprochable y
sentir el grado del desvalor de su conducta4. En otras
palabras, quien pueda captar también el carácter cri-
minal de su acto. Al tener afectado el proceso afecti-
vo, el psic6pata no está en tales condiciones.
3 ) El psicápata es un enfermo mental que no "com-
prende la criminlalidad del acto". Al relacionar lo ex-

a efectos penales merecen la misma consideraci6n que las catalogadas


como enfermedades mentales (citado por CASASBARQUERO, Trastornos
de personalidad psicopdrica, "Doctrina Penal", 1990- 108).
4 Al respecto, indica ZAFFARONIque "un elemental sentido de la co-
rrección interpretativa muestra que la comprensión no puede quedarse
en el mero conocimiento, porque el conocimiento no siempre puede
fundar el reproche de culpabilidad. Cuando conocemos las valoracio-
nes de otras culturas, podemos describirlas en detalle, pero eso no sig-
nifica que pueda exigírsenos su 'comprensión', y el d s primario sentido
de justicia impide que se nos condene por no haberse adecuado a esas
normas. Por mucho que un sujeto conozca el desvalor jurídico de
una conducta, no puede exigirsele que actúe a su pauta cuando no se
le podía exigir que internalice, porque era incapaz de ello". CNCnm
Corr, Sala VI, 11/2/86, "Saenz Valiente, M.", U, 1986-D-271, del voto del
doctor ZAFFARONI.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 113

presado en los aps. I y 2, concluye que el psicópata es


un "enfermo mental". N o obstante no ser un "aliena-
do mental" en tanto no padece de una disfunci6n de
carácter patol6gica (por encontrar gravemente alterada
el Area afectiva), sufre en consecuencia una alteración
morbosa de las facultades, que le impide comprender
la criminalidad del acto. Por ende, debe ser absuelto,
pudiendose aplicar las medidas de seguridad pertinen-
tes, de ser ello necesario.
En esta cuesti6n las posiciones no son unánimes.
a) Posicidn de ZAFFARONK.En el fallo "S5enz Valien-
te" sostuvo que el psicbpata nunca puede ser considerado
imputable. Asimismo dijo expresamente que el "caso
de 'Sgenz Valiente' encuadra dentro de lo que se califica
como psicopatía, o personalidad psicopática, sin que
resten dudas acerca de su principal caracteristica, en re-
sumen, es una profunda perturbaci6n de la esfera emo-
cional que le impide o dificulta en enorme medida in-
ternalizar pautas de conducta, es decir, motivarse en la
norma, que es la posibilidad exigible que opera como
presupuesto ineludible de la culpabilidad. En mi en-
tendimiento, conforme al actual concepto de enferme-
dad mental, a los aportes de las ciencias de la conducta,
que permiten conocer hoy mucho mejor las caracte-
rísticas y limitadas capacidades de los psicópatas y,
particularmente, frente a un concepto normativo de la
culpabilidad penal, no me cabe duda de que el psicópa-
ta nunca puede ser considerado imputable".
Su posiciíin extrema le valió la crítica de toda Ia
doctrina5.
b ) Posicidn del resto de la doctrina. L a postura
opuesta de que el psicópata puede ser inimputable, cri-

5 CNCrimCorr, Sala VI, 1112186, "Sáenz Valiente, M.", LL, 1986-


D-271, del voto de1 doctor ZAFFARONI.
114 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

tic6 la posici6n extrema de ZAFFARONI, lo que se vio re-


flejado en los artículos de FRIASCABALLERO, y GARC~A y
BOBBIO, referidos anteriormente.
Una síntesis de las críticas es la siguiente:
1) A contrario, BOBBIO y GARC~A indican que con el
criterio de ZAFFARONI habría que sostener que los psicó-
patas nunca pueden comprender la criminalidad del
acto. Ellos mencionan que al derecho penal no le in-
teresa la conceptualización psiquiátrica o entidad no-
sográfica, sino la consecuencia que acarrean en el psi-
quismo, al anular la comprensi6n.
En la posición de ZAFFARONI falta, entre el anteceden-
te psicdpata y el consecuente inimptatabilidad, el ele-
mento psicol6gico de la fbrmula, que importa que la
psicopatía acarree la no comprensión de la criminalidad.
No parece admisible que ciertas patologias por sí
solas presupongan la incapacidad de la culpabilidad.
Si el interrogante a resolver se resume en la pre-
gunta les imputable el psicópata?, "la respuesta negati-
va o positiva se aplicará a la totalidad de los cuadros
psicoptiticos. Mas desde el gngulo mkdico-legal, aten-
diendo a la gran variedad de psicopatías diferenciables,
estimamos que no es aceptable afirmar una única so-
lución para todos los casos. Ello es así, porque no
siempre la personalidad psicopática va acompañada de
una profunda atrofia en el área emocional que impida
la posibilidad de sentir como desvaliosa su conducta y
no todas las psicopatías se confunden con las sociopa-
tías donde los actos -regularmente delictivos- tienen
por objetivo el ataque a los valores sociales. Reite-
ramos que se trata de una cuestión de grado y no de
calidad, de tal modo que m5s que preguntarse especu-
lativamente si es imputable el psicópata, parece más
acorde con el sistema del art. 34, inc. lo, del Cód. Pe-
nal indagar si alguien que posee una personalidad psi-
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 115

cop8tica determinada a quien se juzga por la comisi6n


de un hecho típico, ha obrado en razón de la grave-
dad de ese defecto sin capacidad para comprender la
criminalidad del acto o dirigir su conducta. Permítase-
nos recordar que el análisis de la fenomenología psi-
quica en el momento del hecho, hará posible aventar
cualquier discrepancia que pudiera plantearse en el cam-
po del encuadramiento del defecto como tal o cual en-
fermedad. Mhxime cuando las discrepancias radiquen
en la arbitrariedad o convencionalismo de una clasifi-
cación determinada y no en la realidad u objetividad
de un proceso o manifestación psíquicaM6.
2) En igual orientación se explaya FR~AS CABALLERO,
que estima equivocada la posición extrema de ZAFFA-
KONI, pues consagra una fórmula en la que falta el
elemento psicológico. De ser así, un mero diagnósti-
co psiquiátrico, cualquiera fuese el tipo de personali-
dad psicopática, alcanzaría para declarar inimputable
al sujeto.
En realidad, "ni un concepto amplio y moderno de
enfermedad mental, ni cualquier otra consideración
teórica-cientifica sirven para fundamentar el aserto.
Ante todo, porque de ninguna manera inimputabilidad
penal y enfermedad mental son conceptos equivalen-
tes, a la manera de dos círculos concéntricos de radio
igual que se superponen. Lejos de ello, la relación en-
tre una y otra seria más bien semejante a la de dos
círculos secantes, en que únicamente existe un sector
más o menos amplio coincidente, mientras subsisten
otros de enfermedad mental sin inimputabilidad y de
inimputablidad penal sin enfermedad mental. El que
esto sea de esta manera y no de otra está condicionado,
por ineludibles exigencias dogmaticas que emergen de la

6 BOBBTO Las personalWes psicopdticas y la imputabili-


- GARC~A,
dad penal, U ,1986-D-264.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

fbrmula vigente de inimputabilidad, que no es de ca-


rácter puramente psiquiátrico (o biológico, como tam-
bién suele decirse) ni puramente psicológico (como en
ciertos cddigos y proyectos), sino mixto: psiquiAtri-
co-psicológico-valorativo. De aquí resulta que ninguna
de las causas posibles de inimputabilidad previstas en
la primera parte del texto legal (insuficiencia, altera-
ción de las facultades o estado de inconsciencia) deter-
mina por si sola la inimputabilidad del agente.
Por el contrario, todavía sera imprescindible en
todo caso que el juzgador verifique ulteriormente, si
como consecuencia o efecto de tales causas, aquél fue
privado, en el momento del hecho, de la posibilidad de
comprender la criminalidad del acta o de dirigir su con-
ducta conforme a esa comprensi611, independientemen-
te de que la mayoría de las psicosis ocasionen tales
efectos. Y éste es precisamente uno de los aspectos
mAs valioso de la f6rmula mixta, la cual vendría a trans-
formarse en puramente biol6gica o psiquiátrica si se ad-
mitiese que el psicópata es siempre, y sin más, solo por
serlo, un inimp~table"~.
b) LA "IMPOSIBILIDAD DE DIRfGIR LAS ACCIONES CONFORME A
LA COMPRENSION". Quienes postulan que la psicopatía
puede acarrear la inimputabilidad del imputado por "no
comprender la criminalidad del acto", también sostie-
nen, supletoriamente, que puede darse el caso que el
psic6pata comprenda, pero no pueda dirigir sus accio-
nes conforme esa comprensión.
Dicho de otro modo, consideran que el psicópata
puede ser alcanzado por la segunda de las f6rmulas de
inimputabilidad.

7 FR~AS CABAUERO,Algo m& sobre la inimputabilidac9 de las perso-


d i d a d e s psicopáricas en eI Cddigo Penal argenti~o(A pmpdsito de una
sentencia de la Cámam Criminal y Correccional de la Capital Federal),
LL, 1987-B-975.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

En dicha inteligencia, FR~AS CABALLERO expres6 en el


caso "Tignanelli" que "es harto sabido que sobre el te-
rreno fkrtil de ciertas neuropatías y personalidades psi-
copaticas suelen hacer irrupci6n en la conducta proce-
sos morbosos denominados impulsiones psicomotrices
incoercibles que avasallan la faz conativa del acto, des-
truyendo toda posibilidad de inhibición, a pesar de la
conciencia m5s o menos perturbada del autor. En
estos casos la incapacidad de dirigir las acciones (a
despecho de la conciencia) acarrea la inimputabilidad
(que es capacidad de ~ u l p a ) ~ .
Al efecto, ZAFFARONI, en el caso "Sáenz Valiente"
consigna que "aun cuando se sostuviese que el psicópa-
ta podia comprender la criminalidad, en modo alguno
se podia decir que tenia capacidad para dirigir las ac-
ciones. En efecto, si consideramos que dirigir las accio-
nes puede interpretarse -o puede interpretarse tarnbien-
como capacidad para adecuar la conducta conforme a
la comprensidn de la antijuridicidad, la impulsividad
propia del psicópata, resultante de su intolerancia a la
frustración de sus apetencias, le impide esa direccion.
De cualquier manera, insisto en que ese argumento no
puede tener más que un valor complementario, porque
es insostenible la capacidad de comprensidn del desva-
lor jurídico del p~icópata"~.
En este sentido BOBBIO y GARC~A refieren que "la re-
ducción de las psicopatías a los casos de inimputabi-
lidad donde la enfermedad mental afecta la capacidad
de comprensión del desvalor jurídico, no soluciona todos
los problemas posibles. En efecto, creemos que este

CNCrimCorrCap, Sala de Cámara, 416165, "Tignanelli, Juan C.",


"Revista de Derecho Penal y Criminologia", 1968-1-83, y RepLL, 1967/
68-1251, no 8 y 10,
9 CNCrimCorr, Sala VI, 1112186, "Sáenz Valiente, M.", LL, 1986-
D-271, del voto de1 doctor ZAFFARONI.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

criterio torna de imposible aplicaci6n al segundo extre-


mo alternativo de la fórmula legal, esto es, la capaci-
dad de direcci6n de las acciones. Pensamos que en
ocasiones en que existan dudas sobre el primer aspecto
-y creemos que muchas veces la compleja personalidad
del psic6pata las puede plantear- la incapacidad de di-
rigir las acciones será la clave que posibilitará resolver
la cuesti6n. Basta recordar para ello, que una de las
notas m5s salientes de estas enfermedades es el acting
out, y que cuando el impulso se precipita en forma de-
sordenada y desbordante, el 'yo' queda avasallado y la
capacidad de gobierno de la conducta, a n ~ l a d a " ' ~ .

Luego de expresar la tesis alienista y la restringida,


resulta evidente que ambas están en las antípodas.
De la lectura de aquellos que defienden la denomi-
nada "tesis amplia", se desprende necesariamente que
oponerse a la tesis alienista implica, en consecuencia,
adherirse a la restante y, por ende, sostener la posibili-
dad de que el psicópata sea inimputable. Una posi-
ción que resulta completamente equivocada.
N o compartimos la tesis alienista en que una per-
sona deba ser un "alienado mental" para ser inimputa-
ble. Así, por ejemplo, un toxicómano o un alcohólico,
en la medida que no pueda comprender en el momen-
to del hecho la criminalidad de su acto o no pueda
dirigir sus acciones conforme esa comprensión, será
inirnputable, no porque sufra "una alteración morbo-
sa", sino porque precisamente padece una insuficien-

10 BUBBIO LAS personalidades psicopbticas y Ea imputabili-


- GARC~A.
dad penal, U ,1986-D-264.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

cia de sus facultades cuya génesis no es patoldgica u


orgánica1l.
Pero ello no significa sostener necesariamente la
posibilidad de que el psic6pata integre la categoría de
enfermo mental y, por ende, pueda ser inirnputable.
Por el contrario, quedará demostrado que a los
efectos de la imputabilidad dentro de un derecho penal
que se rija por el libre albedrío, el psic6pata siempre
es imputable, y que la posibilidad de que la psiquiatria
lo considere o no un "enfermo mental", no tiene ningu-
na connotaci6n en cuanto al problema de la imputabi-
lidad en el derecho penal.
Por lo expuesto, no cabe sino concluir en que no
resulta contradictorio estar en contra de la tesis alie-
nista y sostener coetáneamente que el psicópata siem-
pre es imputable.

Entre muchos otros, uno de los fracasos del causa-


lisrno estuvo dado por la adopción de un concepto de
acción (movimiento corporal voluntario, no reflejo, des-
provisto de finalidad) que nada tenía que ver con el
mundo real. Resultaba innegable que todo actuar im-
porta necesariamente una finalidad, pues una acci6n
carente de tal es una verdadera ficción. El derecho
penal no es más que una porci6n de la vida toda, por
lo que mal puede construir un lenguaje que contradiga
a ese mundo real.

l "e asiste toda la raz6n a ZAFFARONIcuando señala que existe una


relación de genero y especie entre las insuficiencias de las facultades
(género) y las alteraciones morbosas (especie), pues toda alteraci6n mor-
bosa importa una insuficiencia o disminución del psiquismo en su con-
junto (ZAFFARONI - ALAGIA- SLOKAR, Derecho penal. Parte general, p. 70 1).
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

En el mismo sentido, cabe manifestar lo absurdo


que resulta el concepto "demente en sentido juridico"
-ya prácticamente abandonado y heredado del C6digo
napolednico-, pues demente es un concepto de corte
exclusivamente mkdico, mAs allB de las consecuencias
que el derecho le otorgue a quien se encuentra en ese
estado. También es muy ilustrativo ZAFFARONIcuando
nos dice que la "expresi6n demencia que empleaba el
Code Napokon llev6 a la distinci6n entre demencia en
sentido psiquiátrico, o sea, el deterioro progresivo e
irreversible del psiquisrno con destruccidn del tejido
nervioso, y demencia en sentido juridico, como sinóni-
mo de alienaci6n mental y de trastornos de conciencia
de an5lúga entidad"12.
Coincide FR~AS CABALLERO al referirise al "concepto
bipolar" de enfermedad mental, "que en su tiempo pos-
tulara EDMUNDO MEZGER (un disparate conceptual seme-
jante al que sería afirmar una peritonitis, o un cáncer
'en sentido juridico', o para uso del derecho penal; 'de-
mencia en sentido jurídico', según la terminología per-
sistente en ciertos circulos psiquiAtricos y jurídicos ar-
gentinos, fíirmula esta última probablemente originada
en la 'demence' del C6digo Penal francks de 1810)"13.
Pero del mismo modo que el derecho penal no debe
construir un lenguaje propio, tampoco debe sumarse a
las diatribas en las que se ven inrnersas otras ciencias,
por ejemplo, la psiquiatría, procurando resolverlas, o
lo que es peor, sumando mayor confusi6n a ciertas
construcciones poco s6lidas. Menos aún valerse de

l2 ZAFFARONI Derecho penal. Parte general, p. 701


- ALAGIA- SLOKAR,
y 702.
13 FR~AC CABALLERO, Algo &S sobre la inimputabilidd de las perso-
d i d a d e s psicopáricas en eI Cddigo Penal argenti~o(A pmpdsito de una
sentencia de la Cámam Criminal y Correccional de la Capital Federal),
LL, 1987-B-975.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 121

ellas para darles una aplicaci6n dogmática de trascen-


dencia supina, c o m o absolver a una persona por el
delito que fuera, como sucede con el psicópata.
Volvemos, pues, a preguntarnos ¿que es un psic6-
pata?
A lo largo de los capítulos anteriores han sido de-
sarrolladas las opiniones de diversos psiquiatras en
cuanto al concepto de psicopatía.
U n breve resumen de ello nos dice que el psicápata
ha sido definido o caracterizado de diversas maneras.
En 1809, PINELse refirió a la "manía sin delirio", defi-
niéndola como una persona que si bien no presentaba
perturbaciones en sus razonamientos, materializaba
conductas desadaptadas como los psicóticos; en 1812,
RUESCHhabló de "imbecilidad moral", proveniente de
un "defecto congénito"; en 1835, PRITCHARD, tras obser-
var que algunos pacientes tenían una carencia absoluta
de sentimientos y ausencia de todo sentimiento ético,
creó la denominaci6n "loco moral"; en 1880, LOMBROSO
acuñ6 el término "delincuente atávico" creyendo obser-
var que el cerebro de los delincuentes peligrosos era
distinto al de las personas normales; en 1883, KORSAKOV
se refirió al "cambio morboso del organismo psíquico";
en 1904, KKAEPEEIN introduce el término "personalidad
psicopatica" al descubrir en ciertas personas "un estado
patológico importante en el límite con la neurosis"; en
1923, SCHNEIDER define a la personalidad psicopatica
como "variaciones de un campo medio imaginado por
nosotros, pero no exactamente determinable, de las per-
sonalidades". Curiosamente, no obstante su referencia
a un concepto puco determinable, hace una subclasifica-
cidn de diez categorías de psicópatas; en 1941, CLECKLEV
concluyó en que el psicópata no muestra ninguna acti-
tud que lo haga aparecer como carente de conciencia o
que no elija sus conductas antisociales, no obstante en-
122 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

contrar en esas personalidades las m8s dectructivas de


todas las formas conocidas de conductas aberrantes;
en 1948, GOUGHrefiere que el psicópata no tiene capa-
cidad de ponerse en el lugar de los demás, que carece
de empatia; en 1961, KARPMAN enseña que no experi-
menta ansiedad o miedo y que disimula sus estados
emocionales y sus afectos; en 1970 aparece la expre-
sion "sociópata" que hacía referencia a la personalidad
psicopática, pero poniendo énfasis en la génesis social;
en la década siguiente el "DSM-111" da origen al tras-
torno antisocial de personalidad (TAP), donde se indicó
que la conducta antisocial no es debido a ningún retraso
mental, esquizofrenia o episodio maníaco, dando cier-
tas características que esas personalidades tienen en la
infancia, continuando en la adolescencia y la edad adul-
ta; unos años despues el "DSM IV" lo define como un
patrón general de desprecio por los demás, que comien-
za en la infancia y continúa durante la edad adulta.
A ello podemos agregar que EYSENCK lo califica como
una personalidad que se encuentra entre el neurótico y
el psicdtico; ZAChabla de una estructura de la persona-
lidad al servicio de ideales vindicatorios, cruel, con ca-
rencia de angustia y sentimientos de culpa; GARRIDO
que tiene locuacidad y encanto superficial, falta de re-
mordimiento o de sentimiento de culpa, falta de empa-
tia y manipulador; HAREque es una persona preocupada
de sí misma, cruel, sin remordimiento, que se com-
porta sin las restricciones que impone la conciencia;
CABELLO dice que no son enfermos pero tampoco sanos,
o ambas cosas a la vez, que son agentes de perturba-
cidn social, que tienen una descompensación entre Ia
corteza y el centro enckfalo y el cerebro intermedio.
En cuanto a sus causas, se mencionan defectos he-
reditarios, anomalías físicas que no tienen otras perso-
nas, factores económicos, sociales y familiares.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 123

De toda lo expuesto, s610 podemos concluir en que


nadie sabe a ciencia cierta qué es un psicópata. Es
una categoría psiquiatrica por demás endeble, con una
acreditación empírica extremadamente abstracta. Ella
ha tenido por finalidad dar explicación a aquellas con-
ductas "inexplicables" por la finalidad, el medio, el
modo, las circunstancias, las consecuencias, etc., reali-
zadas por personas orgánicamente sanas.
Desde su primer atisbo al15 por 1809, hasta nues-
tros días, se ha procurado profundizar al respecto, pero
poco es lo que se ha avanzado, independientemente de
que se quiera dar muestras cabales de lo contrario.
N o obstante, no deja de resultar curioso que pese a
lo indicado en el parrafo anterior, se hagan clasifica-
ciones con rigores científico sorprendentes. Hemos vis-
to al respecto la clasificación de SCHNEIDER, de CABELLO
y de KARPTMAN, entre otros.
N o sabemos con certeza que es un psicópata, pero
lo ~Iasificamos,lo subclasificarnos, y de cada una de
éstas damos precisiones, cuando no sabemos a ciencia
cierta cu&l es el objeto clasificable.
Además, puede añadirse que también con un rigor
científico encomiable los psiquiatras digan que el psi-
cópata es incurable.
El derecho no fue esquivo a esta creación psiquiá-
trica, producikndose una gran paradoja.
Los detractores del positivismo y de la "escuela
alienista", defendieron (y defienden) la posibilidad de
que el psicópata sea inimputable.
En verdad, la realidad es que la inimputabilidad
del psicópata es una reedición de la escuela positivista,
o dicho de otro modo, y parafraseando a LOMBROSO, PO-
driamos decir que el psicópata pareciera ser la "foseta
occipital media del nuevo siglo" (ver 5 26).
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

a) IMPUTABILIDAD
Y PROCESO DE SOCIALIZACIdN. EL PSICÓ-
PATA ES U N SER SOCIABLE. El ser humano solitario es ser a
nivel animal. El horno sapiens es, siempre, horno so-
cius. A partir de su interacción con los otros, el hom-
bre internaliza las normas de convivencia de la sociedad
en que le toca vivir. Comienza el proceso de socializa-
ción, entendiendo por este, al decir de HELLMER, como
el de "conducir al joven a determinadas formas de
comportamiento esperadas por la ~ociedad"'~.
En este procedimiento debemos incluir todas las
posibilidades de contacto social del individuo para con
su entorno, siendo así mucho mas amplio que el proce-
so de educación, que aparece como más e s t r i c t ~ ' ~ .
Asi, el individuo no nace siendo un hombre social,
pero si con una predisposici6n hacia la sociabilidad,
para luego llegar a ser miembro de ella cuando inter-
naliza las normas que la rigen,
Al decir de BERGER y LUCKMAN, esta aprehensión no
resulta de las creaciones autónomas de significado por
individuos aislados, sino que comienza cuando el indi-
viduo asume el mundo en el que ya viven otros. Esto
presupone que compartimos el tiempo en forma más
efímera y una perspectiva comprensiva, que vincula
subjetivamente series de situaciones entre sí; compren-
demos nuestras mutuas definiciones sobre ellas y tam-
bién las determinaciones recíprocamente. Se establece
entre nosotros un nexo de motivaciones que se extien-
de hasta el futuro y, lo que es de suma importancia,
existe ahora una continua identificación mutua. No

l4 citado por ZIPF,Introduccibn a la politica criminal,


HELLMER,
p. 162.
15 ZIPF, I~troducciúna la política criminal, p. 162.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

s61o vivimos en el mismo mundo, sino que participa-


mos cada uno en el ser del otro.
Solamente cuando el individuo ha llegado a este
grado de internalización puede considerárselo miem-
bro de la sociedad.
La socialización primaria es la primera por la que
el individuo atraviesa en la niñez; por medio de eIla se
convierte en miembro de la sociedad. Por otra parte,
socialización secundaria es cualquier proceso posterior
que induce al individuo ya socializado a nuevos secto-
res del mundo objetivo de su sociedad16.
Por lo expuesto, el hombre sociable es aquel que, a
partir de la internalizacidn referida, conoce las normas
de la sociedad en que le toca vivir, aunque no las com-
parta.
En esta orientación destacamos que el proceso de
socialización puede deparar diversos resultados. Como
<I
expresan BERGERy LUCKMAN, por socialización exitosa
entendemos el establecimiento de un alto grado de si-
metría entre la realidad objetiva y la subjetiva. Inver-
samente, la socialización totalmente deficiente es muy
poco frecuente y se limita a los casos de individuos
con los que fracasa aún la socialización mínima, debi-
do a una patología orgánica extrema. Por lo tanto
nuestro análisis debe ocuparse de las gradaciones en
un continuurn cuyos polos extremos son empíricamen-
te inaccesible^"^^.

16 - LUCKMAN,
BERGER La constmccidn social de la realidad, p. 165
y 166.
17 BERGER - LUCW, La construccidn social de la realidad, p. 205.
Señalan al respecto que la socialización deficiente ocurre s61o como
resultado de accidentes biográficos, biológicos y sociales. Así, la so-
cialización primaria de un niño puede disminuirse, por causa de una
deformidad física que lleva un estigma social o un estigma basado
en definiciones sociales. El cojo y el bastardo son prototipos de estos
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

El proceso de socializaci6n se caracteriza por:


1 ) En cuanto a su éxito, el mentado proceso oscila
entre dos polos opuestos, conformado por la socializa-
ción exitosa y la totalmente deficiente.
2) El análisis debe permanecer en un contintaum
entre estos dos polos, pues los extremos son empírica-
mente inaccesibles.
3) La socialización exitosa es prácticamente impo-
sible,
4 ) La socialización totalmente deficiente es muy
poco frecuente, y se limita a los individuos respecto de
los cuales fracasa la socializaci6n minima, debido a
una patología org5nica extrema.
5 ) Por todo ello, tenemos que entender como "so-
ciable" a todos aquellos que alcanzaron la socializaci6n
minima.
De acuerdo con lo mencionado, podemos concluir
en que el psicópata (con las salvedades que merece tal
categoría) es indudablemente un ser sociable, carente
de todo tipo de patología orgánica, aun extrema; y en
el10 son coincidentes todos los autores.
Una obra de GARRIDO GENOV&S indica que los psicópa-
tas delincuentes "se camuflan como personas respetables.
Son asesinos y agresores sexuales que trabajan sus
ocho horas; son maltratadores de esposas y de niños,
que asisten a las juntas de vecinos de su escuela, y que
los domingos organizan barbacoas. Son policías que ma-
nejan redes de tratas de blancas en su tiempo libre.
Son jueces que cometen los propios delitos que, en sus

dos casos. Los inconvenientes biol6gicos también pueden ser causa


de una socialización deficiente, como el caso de una debilidad mental
profunda. Todos estos casos tienen el carácter de desgracias persona-
les y no proporcionan el fundamento para la institucionalización de
antiidentidades y de la antirrealidad.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

horas de juzgado, condenan con impecables razona-


mientos jurídicos. Son industriales y banqueros que
siembran la desesperación en la economía de miles de
pequeñas familias o en el erario público mientras salen
en las revistas de actualidad. Es decir, no sospecha-
mos nada de ellos, pero tienen una doble vida: son per-
sonas crueles y ambiciosas que se burlan de las leyes y
la sociedad sin asomo de culpabilidad o reparo. Casi
nos anonada su desfachatez, su descaro, y nos llena de
temor conocer unos crímenes tan brutales a manos
de personas que comparten el autobús o la oficina con
nosotros.. . Aun podríamos abrir una nueva categoría,
una de cinco estrellas, compuesta por aquellos politi-
cos y hombres de Estado que juraron servir a la patria
y que luego nos arrojaron a nuestra cara nuestra pro-
pia estupidez y credulidad. Políticos, asesinos, crimi-
nales de guerra, militares psicópata^"'^.
No obstante estar sociabilizado, comete actos anti-
sociales, que de ser típicos y antijurídicos, se convier-
ten en delictivos.
El psicdpata conoce (aspecto cognoscitivo o inte-
lectivo) y dirige (proceso volitivo); nos ocuparemos de
ello en el apartado siguiente.
b ) EL CONCEPTO AMPLIO DE PERSONALIDAD. EL EQUÍVOCO
SALTO CUALITATIVO DESDE LO AFECTIVO A LO INTELECTIVO. COM-
PRENDER Y CONOCER. El proceso que siguen aquellos que
sostienen la posibilidad de que el psicopata pueda ser
inimputable, conforme hemos expuesto, se compone de
cuatro pasos:
1 ) La personalidad se conforma por un aspecto in-
telectivo, volitivo y afectivo. La alteración morbosa
del art. 34 ninguna diferenciación hace al respecto, de

l psicbpata, un camaleiín en
GENOVÉS,E
18 GARRIDO la sociehd ac-
tual, p. 60.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

modo que el aspecto afectivo integra el concepto refe-


rido. El psicópata tiene seriamente alterada la fase
afectiva.
2) Esa alteración de la parte afectiva, produce una
alteraci6n de la esfera intelectiva (segun ZAFFARONIy
SPOLANSKY, entre otros).
3 ) Comprender es más que conocer, en tanto la
comprensi611 importa la vivencia de los valores. El
psicópata sabe pero no comprende.
4 ) El art. 34 del Cód. Penal requiere la compren-
si6n de la criminalidad del acto.
En virtud de lo conceptuado en los puntos anterio-
res se concluye que el psicópata es inimputable.
El análisis que se impone, en consecuencia, es diri-
mir si la secuencia entre los cuatro aspectos, y la con-
secuencia a la que se arriba es correcta. Nosotros en-
tendemos que ello no es así, por varias circunstancias.
1 ) En el primer paso, se identifica las carencias en
el aspecto afectivo de la personalidad con lo morboso.
Etimológicamente, y esto es reconocido unánimemen-
te, morboso es sinónimo de patológico, y esto importa
una enfermedad de carácter orgánico. De modo tal
que parificar ambos conceptos es desde nuestra óptica
equivocado.
En su defensa a ultranza de la inimputabilidad del
psicópata, es sumamente claro CABELLO cuando describe
que en las personalidades psicopáticas "no se descubre
un proceso que evolucione como una neoformación,
que a la manera de un cuerpo extraño disloque la es-
tructura del yo, provocando una ruptura en la trayec-
toria de la personalidad, una mudanza que convierte al
sujeto en otro del que era antes"19. A ello agrega un

l9 Psiquiath foreme en el derecho p a l , t. 2, p. 509 a 521.


CABELLO,
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

rasgo de suma importancia al expresar: "si en algo tie-


ne razón SCHNEXDER cuando afirma que no hay enferme-
dad sino en lo corporal, no puede negarse que aún el
mAs insignificante acto psíquico, la más humilde uni-
dad de conciencia, no tenga su asiento en el cerebro y
no dependa de su normal funcionamiento. Viniendo
de lo nuestro y en base a esta tesis, estimamos que la
discordancia de los elementos integrantes de la perso-
nalidad psicopática, obedece a la descompensacidn en-
tre la corteza y el centro encéfalo y el cerebro interme-
dio, o entre las mismas estructuras cerebrales de dicho
centro, donde mora y se regula la vida intuitiva y emo-
cional, los sentimientos básicos y las tendencias desti-
nadas a la conservaci6n del individuo y a la repro-
ducción de la especie"20.
De lo referido se colige que la base patologica que
el autor pretende darle a la psicopatía, es tan s6lo una
estimacidn, una intuición, sin base científica que lo
sustente de manera alguna, lo que resulta absoluta-
mente acreditado cuando aclara posteriormente: "Si
hasta el momento se desconocen las causas de esta dis-
función, no es porque no existan sino porque los recur-
sos técnicos son insuficientes; negar la existencia de lo
desconocido es cerrar los ojos al futuro, es casi un ges-
to de narcisismo científicow2'.
En virtud de esta manía científica o no, la realidad
es que el derecho debe regirse por lo que es y no por lo
que pueda llegar a ser. La resultante es que actualmen-
te la psicopatía lejos está de ser una patología.
El día de mañana quizá se pueda probar lo contra-
rio, entonces seguramente cabrá la posibilidad de una
amplitud desde un enfoque diferente.

20 Psiquiaf* forense en el derecho penal, t. 2, p. 513 y 514.


CABELLO,
21 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, t . 2, p. 545.
CABELLO,
130 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Por ello es que no compartimos lo expresado por


ELBERT en su voto en el caso "SBenz Valiente", en lo que
a la falibilidad de las ciencias auxiliares del derecho
penal se refiere: "Sin embargo, no será ésta la primera
ni la Qltima oportunidad en que el perfeccionamiento
de una tesis se va logrando con la evoluci6n misma (y
los retrocesos) de las ciencias que contribuyen a sus-
tentarla, o al menos del grado y nivel de conocimientus
alcanzado por la investigación dentro de la ciencia
misma. El jurista no puede valerse de la coartada de
que lo que compete a otras ciencias, es terreno vedado,
y de que es obligaci6n de las otras ciencias, en especial
las físicas y naturales, 'servir en bandeja', conocimien-
tos asegurados. En primer lugar, porque el empirismo
extremo, o positivismo, esta. superado. Según sus en-
señanzas asimilamos que las teorias s61o se justifican,
en la medida en que se pueden verificar, apelando a los
hechos conocidos mediante la observación. y que s610
son relevantes en cuanto se puedan obtener de tal mo-
do. Pero sabemos que en la teoría de las ciencias esta
concepci6n se va dejando rApidamente atrAs, y hoy se
puede afirmar sin rubor como hace CHALMERS que 'las
modernas tendencias de la filosofía de la ciencia han
indicado y subrayado de un modo muy preciso las difi-
cultades asociadas a la idea de que la ciencia se basa
de un seguro fundamento, adquirido gracias a la obser-
vación y experimentacibn, y a la idea de que hay cierto
tipo de procedimiento inferencia1 que nos permite deri-
var teorías científicas de semejante base, de una mane-
ra fiable. No hay ningún metodo que permita probar
que las teorías científicas son verdaderas'. Estas afir-
maciones no pretenden conducir al nihilismo, sino bus-
car bases más realistas de conocimiento, que sólo pue-
den proceder de concepciones lógicas y filosóficas que
parten de resaltar lo relativo, transitorio y necesaria-
mente parcial de todo conocimiento humano, que no
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

pasa de ser sino un esfuerzo 16gico por aproximarse a


una verdad, nunca abarcable como t ~ t a l i d a d " ~ ~ .
Tampoco le asiste la raz6n a CABELLO, cuando conti-
nuando con la hilación anterior menciona: "Bajo dicha
dptica las personalidades psicopáticas no están en infe-
rioridad de condiciones ante las afecciones endogenas
(psicosis maníaco-depresivas, síndromes delirantes, es-
quizofrenia) que aun desconociendo su etiología acep-
tamos sin trabas su carácter p a t o l 6 g i ~ o " ~Allí
~ . esta Ia
equivocación. Nadie duda que las mencionadas son
enfermedades, porque más allá de su etiologia, ellas
tienen una empírica acreditación patológica, lo que en
modo alguno sucede con la psicopatía.
Dichos fundamentos caben para aquellos que como
FIGUERERO, sostienen, al citar a ZAC,que en su momento
los epilépticos también fueron tenidos por portadores
de caracteropatías, hasta tanto se descubrió la base so-
mAtica de
En suma, cabe agregar que poco tiene que ver
desde el punto medico-psiquiátrico, un psicótico, un es-
quizofrénico, un delirante y un epiléptico, con un psi-
c6pata2'.
2) El segundo paso también es equivocado. Se
sostiene que la psicopatía produce una alteración de
la fase afectiva, para luego indicar que ello importa
alteraciones en la esfera intelectual. Dice SPOLANSKY al
respecto: "En otras palabras, el relato pormenoriza-
do de los hechos, si bien pormenorizado, demuestra

22 CNCrirnCorr, Sala VI, 1112186, "Sáenz Valiente, M.", LL, 1986-D-


27 1, del voto del doctro ELBERT, adhiriendo al voto del doctor ZAFFARONI.
23 CABELLO, Psiquiatréa forense en el derecho penal, t. 11, p. 545.
24 FICUERERO, Imptltabilidad de la personalidad psicopdtica (su de-
terminación judicial),U, 1989-C-99.
25 Las diferencias se encuentran claramente explicadas en ACH~VAL,
Psiquiatná medicolega2 y forense, t. 1, 5 34 y 43.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

que los procesos intelectuales de 'Tignanelli' no eran


normales y que se encontraban gravemente afecta-
do~"~~.
Por su parte, ZAFFARONI destaca que "si se prescinde
de caracterizaciones vagas y se las conceptúa en estos
tkrminos sintkticos (o en otros análogos), poca duda
cabe de que el psicópata es un inimputable, porque 1a
grave distorsión que padece su actividad afectiva con
repercusión en la esfera intelectual, le priva de la capa-
cidad de vivenciar la existencia ajena como persona y
por consiguiente también la propia. Como síntesis de
esta caracterización, el psicópata no puede internalizar
valores ni castigos, por 10 cual es absurdo que el dere-
cho penal pretenda exigirle que los internalice y repro-
charle que no lo haya hecho"*'.
El salto cualitativo es doblemente equivoco. En pri-
mer lugar, no se exponen razones por las cuales la alte-
ración de lo afectivo impacte sobre lo intelectual.
U n aspecto adicional importante lo constituye que
lo intelectual integra la parte cognoscitiva dentro del
concepto de personalidad amplia que defienden. Cuan-
do señalan que la alteración de lo afectivo impacta so-
bre lo cognoscitivo, dejan de lado la diferencia entre
conocimiento y comprensi~n,cuestiones que también
defienden, de modo tal que, según esta postura, el psi-
cópata es inimputable por el solo hecho de no conocer
la criminalidad del acto (no ya por no comprender).
Tal como explicaremos en el punto siguiente, el psicó-
pata conoce, quiere y comprende.
3) Respecto de este paso, sostenemos que el psicó-
pata "comprende la criminalidad del acto".

26 SPOLANSKY,Imputabilidad y compmnsidn de la criminalidad, "Re-


vista de Derecho Penal y Criminología", no 1, p. 83 y siguientes.
- ALAGIA
27 ZAFFARONI - SLOKAR,Derecho penal. Parte general, p. 71 1.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

Por consiguiente, se dice que conocer no es com-


prender, en tanto esto último significa vivenciar los va-
lores de la sociedad que le toca vivir.
Ya hemos demostrado que el psicópata es un ser
sociable, en tanto carece de toda patología organica;
conoce y quiere, está en condiciones de saber que a
su conducta la amenaza una pena y al contramotivarse
igualmente elige cometer el delito.
Además, también vivencia los valores, porque está
capacitado para sentirse culpable y sentir el reproche.
Que no manifieste arrepentimiento, que no sienta cul-
pa, que carezca de empatía, incluso que disfrute con
su accionar delictivo en nada empece a que no com-
prenda lo que hace.
En definitva, cabe concluir que el psic6pata cono-
ce, quiere y comprende.
Es conveniente reiterar lo expresado por HAREcuan-
do señala que "a diferencia de los psicóticos, los psicó-
patas son plenamente racionales y conscientes de lo
que hacen y por que lo hacen. Su conducta es el re-
sultado de su elección, libremente reali~ada"'~.
También lo dicho por MIR PUIG(comentado en el
8 17, a, 3) en cuanto a que la comprensión cle la ilici-
tud no resulta afectada por la psicopatía.
Por eso no le asiste razón a ZAFFARONIcuando, en el
fallo "SAenz Valiente", sostiene que "también un deli-
rante bien sistematizado en su delirio sabe perfecta-
mente lo que hace y lo que quiere y hoy a nadie se le
ocurre que es irnp~table"~~. La comparación no es fe-
liz, puesto que a nadie se le ocurriría declarar al de-
lirante imputable, porque no dudaria que "no sabe lo

2S HARE,WitklOuf cunscience, p, S,
29 CNCrimCorr, Sala VI, 1 1/2/86, "Sáenz Valiente, M.", LL, 1986-
D-271, del voto de1 doctor ZAFFARONI.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

ue hace", precisamente por sufrir de ese trastorno.


8 ste puede "creer err6neamenteP)saber lo que hace,
pero en la realidad carece de ese conocimiento, lo que
nada tiene que ver con el psic6pata.
De todos modos, cabe referenciar que, en estas 1í-
neas, ZAFFARONI, refiriéndose a la inimputabilidad del
delirante, habla de saber y querer, y no de comprender,
lo que no deja de resultar curioso y contradictorio.
Es conveniente mencionar que los ejemplos que los
autores dan para diferenciar el conocer del compren-
der son de neto corte académico30.
4) De todo lo analizado, no cabe sino una refor-
mulación en relación con que el psicópata siempre es
inimputable.
c) EL PSIC~PATAY LA IMPOSIBILIDAD RE DIRIGIR LAS ACCIONES
CONFORME A LA C O M P R E N S I ~ N . Con anterioridad referimos

30 En esa inteligencia, el ejemplo de la mujer esquimal perfuma-


da en orines, es un clásico. Dice ZAFFARONI: "El error que recae sobre
el conocimiento de la antijuricidad hemos visto que es un error de
prohibicibn, sea directo (cuando recae sobre la permisión de la conduc-
ta), sea indirecto (cuando no recae sobre la permisibn de la conducta).
No obstante, puede haber casos en que el sujeto conoce Ia prohibicibn
y la falta de permiso y, sin embargo, no le sea exigible la internaliza-
ción de la pauta que conoce. Si nosotros visitamos la casa de un es-
quimal, y su ocupante quiere agasajarnos ofreciéndonos a su mujer
perfumada con orines, nos resultara bastante dificil recibir el agasajo
y, aunque sepamos que el anfitrión tomará esto como una ofensa, se
nos Hará muy arduo internalizar la pauta de conducta que evite la in-
juria que le inferimos. Si un juez esquimaI tuviese que juzgarnos por
la injuria cometida, dificilmente podría exigirnos que hubiésemos in-
ternalizado esa pauta de conducta... Nosotros cometiendo injurias al
rechazar a la mujer perfumada con orines en la sociedad esquimal...
estaremos en supuestos de errores de comprensión, porque no se nos
podría exigir la posibilidad de comprender la antijuricidad de la con-
ducta, en el sentido de internalizar las normas. En estos supuestos
estaremos en un error invencible de prohibición en la forma de error
de comprensión" (Manual de derecho penal. Parte general, p. 549).
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

las consideraciones hechas por los autores en cuanto


a la posibilidad de que el psic6pata pudiera compren-
der pero no dirigir las acciones.
Si el aspecto afectivo de la personalidad ninguna
incidencia tiene respecto del intelectivo (de lo que con-
cluimos que el psicbpata conoce, quiere y comprende),
menos aún puede incidir en el aspecto volitivu de la
conducta. Por ello cabe decir que el psic6pata siem-
pre conoce, quiere, comprende y dirige.
De todos modos, en esta problemática, las conside-
raciones realizadas por los autores son meras especula-
ciones académicas, sin una base s6lida de su postura.
En esa inteligencia, el voto de ZAFFARONIen el fallo
"Sáenz Valiente", el de F R ~ ACABALLERO
S en el de "Tigna-
nelli", y el comentario de BOBBIO y GARC~A al primero,
son un claro ejemplo de lo indicado. Resulta propicio
agregar que las mismas especulaciones infundadas se
hacen en las resoluciones judiciales, las que se trataran
en el capítulo V.
d) LA DECZSIÓN JUDICIAL DE DECLARAR INIMPUTABLE AL PSICÓ-
PATA RESULTA ARBTTRARTA. U n hecho de suma importancia,
y que en muchos aspectos corrobora la tesis que soste-
nemos, son los argumentos a los que deben recurrir los
juristas para diferenciar la inimputabilidad del psic6
pata, de aquellos que pese a tener una personalidad
psicopática son considerados imputables.
1) Diferencias entre psicópatas imputables e inim-
putables. Psicopatfus y rasgos psicopdticos. Ya hemos
manifestado que F RAS~ CABALLERO expresa en correlato
con STUMPEL, que entre los delincuentes habituales el
99% son personalidades psicopáticas, descendiendo al
1% en los ocasionales.
La postura es unánime entre los distintos autores,
con alguna variacibn en los porcentajes.
136 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Ello es importante, pues nadie se ha referido nun-


ca a la cantidad de psicóticos, esquizofrénicos, deliran-
tes o epilépticos que existen entre los delincuentes,
habituales u ocasionales, por una simple razón, prácti-
camente no los hay. En consecuencia, toda compara-
ci6n entre la inimputabilidad del psicópata con la de
quien sufre una enfermedad patológica carece de todo
sentido.
Los porcentajes referidos, las características del
psicópata y los fundamentos autorales que sostienen su
inimputablidad, han obligado a estos iíltimos a esgri-
mir elementos que diferencien al psic6pata inimputa-
ble del delincuente habitual imputable.
En ese sentido, comenta ZAFFARONI en el fallo "Sáenz
Valiente" tras enumerar las características del psicópa-
ta, lo siguiente: "No tenemos que caer en el error de
confundir estas características con las que suelen pre-
sentar muchos individuos en la vida cotidiana. La fal-
ta de temor ante la muerte, de angustia, el afgn inme-
diato de dinero, los negocios turbios y rápidos, la falta
de consideración del otro como persona, son caracte-
risticas de muchas conductas en la vida cotidiana, por-
que, por cierto, nuestra época tiene caracteres m5s psi-
copáticos que neuróticos. No obstante, una cosa es que
haya sujetos con una personalidad que presente algu-
nos rasgos psicopAticos, y otra completamente distinta es
un psicópata, que no puede hacer otra cosa".
Y continua: "El hombre ciudadano cae eventual-
mente en conductas parecidas y, además, la carga de
angustia y culpa no puede eludirla al fin, canalizándola
en reacciones neuróticas, circulo de lo neurótico-neuro-
tizante en que suele estar inmerso. Pero en el psicó-
pata no hay angustia, no hay culpa, no hay temor ante
la muerte, no hay afectividad, no como característica
de alguna conducta condicionante a otras, sino que no
existen en su personalidad disminuida ... Una ética de-
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 137

lincuencial, unas pautas de conducta correspondientes


a grupos mas o menos violentos o con pautas disiden-
tes respecto de los sectores hegemónicos o mayorita-
rios de una sociedad, en definitiva, una ética incom-
prensible o inadmisible para el juez, no puede ser la
base para la calificación de psicópata, como tampoco
puede ser el cómodo expediente penitenciario de defi-
nir como tal al que causa problemas en la institución.
Creo que el concepto que dejo esbozado es el de una
incapacidad para internalizar 'cualquier' pauta, y no
para internalizar unicamente las pautas que deseamos
que internalice, o que la ley parece querer que interna-
lice. Es incomprensible, desde el punto de vista de
cualquier delincuente de los llamados 'profesionales' la
actitud irresponsable en cuanto a las consecuencias
para su misma persona por parte de 'Sgenz Valiente'.
No puede calificarse a cualquier reiterante, reincidente
o revoltoso o insubordinado, como psicópata".
Las expresiones de ZAFFARONI en el fallo lejos están
de ser esclarecedoras. Por el contrario, diferenciar a
quienes tienen "rasgos psicopáticos" de los "psicópatas
inimputables", recurriendo al término ética delincuencial
o inadmisible para el juez aportan mayor confusión.
En efecto, sin abundar exageradamente en el tema, es
dable señalar que hablar de ética delincuencial es un
contrasentido, pues puede haber actos no éticos que no
sean delictivos, pero todo acto delictivo es antietico.
El contrasentido es mayor si hablamos de ética
inadmisible para el juez. También consideramos muy
confuso el término "personalidad disminuida" con que
el magistrado se refiere al psicópata inimput able, pues
si ésta (en su acepci6n de "personalidad psicopática")
se encuentra en esas condiciones corresponderia una
"inimputabilidad disminuida". Como ella no existe en
nuestro derecho, corresponde la declaración de "impu-
tabilidad", y no al revés.
138 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Como hemos anticipados en el 5 17, tanto en España


como en Alemania, en ocasiones se ha recurrido a Ia
"imputabilidad disminuida" para resolver la inimpu-
tabilidad del psic6pata. Consideramos que esta solu-
ción también es equívoca, ya que éste siempre es im-
putable.
Por su parte, ELBERT refiere en el mismo fallo "Sáenz
Valiente": "No creo que la admisión de las psicopatías
entre las causas de inimputabilidad origine graves des-
fasajes politico-criminales. Como se ha dicho antes,
no hacemos referencia a rasgos psicopáticos o a algu-
nas características de esta tipificacidn. Por lo tanto,
aquel que alegue en su defensa esta causal deberá reco-
rrer un largo camino pericial, probatorio y analítico
hasta que, como en este caso, un juez se pueda sentir
autorizado a admitirla. No debe olvidarse tampoco
que a la desconfianza de los jueces se suma la de los
médicos y psiquiatras, que siempre querrAn máximas
seguridades de que no están tomando un mero síntoma
por la cuestidn central. Por ultimo, el psicopata se
define por su comportamiento habitual más que por
cualquier test lo que a la postre resulta una decisiva se-
ñal de alerta indicativa de que una inteligencia media
o superior no reacciona a estímulos axiológicos. Seria
interesante conocer la estadística acerca de la í-recuen-
cia con que se alega en nuestros estrados esta causa de
la inimputabilidad y al promedio de kxito que alcanza.
De todos modos, será difícil probar las psicopatías en
todo o en la generalidad de los casos, pero es incontras-
table que las psicopatías existen, y que pueden identi-
ficarse casos paradigmQticosen todo tipo de sociedad.
Desde nuestra óptica, tampoco resultan del todo
felices las consideraciones vertidas por el magistrado.
Ya hemos referido al analizar el voto de DONNA que
las razones de política criminal nada tienen que ver
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 139
con la decisi6n de que una persona sea declarada im-
putable o inimputable, pues la aplicación de una pena
o medida es consecuencia de dicha decisi6n y no al
revks.
La alusión a las dificultades probatorias que po-
drían tener en el futuro las alegaciones defensivas en
cuanto a la inimputabilidad del psicbpata, parecieran,
más que una justificación técnica de la decisión toma-
da en la causa analizada, una suerte de advertencia o
presagio de futuro. Prueba de ello son las considera-
ciones que hace el magistrado respecto de la estadísti-
ca en cuanto a dichas alegaciones.
En lo que hace a la desconfianza de los médicos y
psiquiatras, lo analizaremos en el siguiente ap. 4.
Por todo ello, consideramos equivocado que ELBERT,
m8s que fundar su voto dogmáticamente, lo justificó
desde el punto de vista político-criminal.
2 ) La importancia que les otorgan los magistrados a
las declaraciones indagatorias de los procesados para con-
siderar inimputable al psicópata. U n aspecto que tam-
bién resulta sumamente curioso en los dos fallos para-
digmático~de los que hemos dado cuenta a lo largo de
esta obra, "Tignanelli" y "Saenz Valiente", y que consi-
deramos no ha sido puesto debidamente de manifiesto,
es la importancia dada por los jueces y comentaristas a
los dichos vertidos por los imputados, en sus respecti-
vas declaraciones indagatorias, para fundar la declara-
cidn de inimputabilidad del psicópata.
En oportunidad del caso "Tignanelli", FR~AS CABALLE-
RO precisó: "En efecto, aun prescindiendo del espantable
conjunto de circunstancias, en verdad macabras, como
lo señala el doctor URE,que rodearon el doble asesina-
to; avanzada edad de las víctimas inocentes e indefen-
sas, vínculo de sangre que les unía, instrumentos utili-
zados y despiadada forma de su empleo, extraordinario
140 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

número y gravedad de las lesiones inferidas, falta de


razonable explicación de algunas de ellas, intento ulte-
rior de incendio, etc., y, finalmente la carta dirigida al
juez poco antes de la sentencia y en la que desdicién-
dose de todo cuanto antes refirió, arroja nada menos
que contra el propio padre, la imputaciiin del doble ho-
micidio, síntomas todos unívocos de la total ausencia
de sensibilidad moral, propia del perverso, me baso
para formular la anterior afirmaci6n (se refiere a la
inimputabilidad) en las narraciones detalladas que del
hecho hace 'Tignanelli' en sus confesiones". Las decla-
raciones indagatorias fueron transcriptas en el 5 16, c. 1.
También SPOLANSKY le otorga gran importancia a las
declaraciones del imputado. En su comentario, tras
transcribir las declaraciones referidas, expresó: "Este
relato, que es transcripcidn de las declaraciones del
imputado registradas en la sentencia, pone en duda la
cuestión relativa a que 'Tignanelli' 'supo lo que queria
y lo que hacía' (dejo a un lado la cuesti6n acerca de
la direccibn y dominio de su accidn, que también es
de suma importancia pero desde otro ángulo), conside-
rando las reflexiones científicas antes transcriptas y
resaltando que el imputado afirma, claramente que el
pensamiento le era 'anormal', que estaba preso de un
'enloquecimiento' y que no puede explicar cdmo 'ni por
qué lo hizo'".
En el fallo "Sáenz Valiente" poco es lo que se dice
respecto de los hechos, máxime en el voto de ZAFFARONI
donde hay un párrafo sumamente importante en el que
expone: < I En principio, los peritajes que obran en autos
son bastante indicativos de que 'Saenz Valiente' es un
psicópata. El informe psicológico es meridianamente
claro al respecto, particularmente en cuanto a las ca-
racterísticas personales del procesado. El juez de pri-
mera instancia, insiste que, como impresión personal,
le llam6 bastante la atención la despreocupación del
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

procesado. Pareciera que, en general, los peritos no


niegan el importante compromiso del area emocional
del procesado y, si alguna duda restase, parece que su
historial y la esponthea confesión de sus delitos y sus
detalles la refuerzan".
Como se observa, ambos fallos emblemáticos acer-
ca de la inimputabilidad del psicbpata, tuvieron como
soporte la indagatoria del. imputado, lo que considera-
mos realmente equivocado.
En modo alguno el tan mentado aspecto afectivo
de la personalidad, que es el que se ve alterado en el
psicópata (para quienes así lo sostienen), y que trae
como consecuencia no poder comprender la criminali-
dad del acto, puede quedar atado a lo que el imputado
manifieste en su declaración indagatoria. No resulta
muy difícil dar las razones de esta postura, puesto que
conforme el principio de legalidad consagrado en el
art. 18 de la Const. nacional nadie está obligado a de-
clarar contra uno mismo, a lo que cabe agregar la ga-
rantía procesal consagrada en el art. 298 del C6d. Proc.
Penal de la Nacidn, en cuanto a que la negativa a de-
clarar no hace presunción de culpabilidad del proce-
sado.
Ante dichas circunstancias, la pregunta que corres-
ponde formular es la siguiente: ¿Qué hubiera pasado si
"Tignanelli" y "Sáenz Valiente" se hubieran negado a
declarar? ¿Otra hubiera sido la decisión en cuanto a la
imputabilidad de ambos?
Resulta claro que, a los efectos de declarar la im-
putabilidad o inimputabilidad de una persona, sus de-
claraciones no deben ser consideradas en absoluto, y
que hacerlo importa un vicio insalvable.
De todos modos, es una práctica muy frecuente en
nuestros tribunales, donde resulta sugestivo que así
como en algunos fallos (como "Sáenz Valiente") la con-
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

fesi6n del imputado al dar detalles de 10 sucedido, se


tome en cuenta a los efectos de declarar la inimputabi-
lidad, en otros sus declaraciones sean consideradas
para resolver exactamente lo contrario, es decir, la im-
putabilidad. Un ejemplo de esto tíltimo es un caso
donde, entre otros aspectos, la doctora CATUCCI conside-
r6 la confesi611 del imputado para descartar la inimpu-
tabilidad por psicopatia intentado por la defensa. La
magistrada indicó en la sentencia referida: "Correspon-
de señalar que con lujo de detalles explicó en su decla-
raci6n indagatoria las circunstancias en las cuales vio
acercarse a los preventores aprovechando para arrojar
el cigarrillo que estaba fumando, asi como las secuen-
cias posteriores, detalles que por cierto descartan una
incomprensibn de sus actos o falta de dominio de su
voluntad. Por ende, no surge la obnubilacibn sosteni-
da por la empeñosa defen~a"~'.
3) El énfasis puesto por los autores y magistrados
en cuanto a que el psicópata es inimptatable sólo en "ca-
sos extremos". Otro dato peculiar es que quienes de-
fienden la inimputabilidad del psiccipata, se encarguen
II
de destacar que ello s61o puede darse en casos extre-
mos" o "excepcionales". Esto no pone sino de mani-
fiesto que estamos frente a una categoría abstracta y
carente de verdadera acreditación, que obliga a sus se-
guidores a una limitacion. Una excepci6n la constitu-
ye ZAFFARONI, para quien todo psicópata es inimputable.
En el caso "Tignanelli", Faf~sCABALLERO indica que
"las formas más graves de psicopatías pueden en cir-
cunstancias excepcionalísimas provocar la inimputabili-
dad del sujeto ... . En su comentario al fallo "Sáenz
JJ

Valiente" refiere que la "inimputabilidad s61o ha de acep-


tarse en el caso concreto; de una manera, además ex-

31 CNCrirnCorr, Sala 11, 515188, U ,1989-C-100.


EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

cepcional, restringi6ndola únicamente a los casos mAs


graves ... .J,

En cuanto al fallo "Sáenz Valiente", ELBERT también


limita la posibilidad de declarar al psicópata inimpu-
table, ya comentado en el anterior ap. 1.
Además, CABELLO afirma que "solo los grados muy
elevados e imbrincados de psicopatía, deben equiparar-
se a las enfermedades mentales", adunando que en igual
sentido se manifiestan LÓPEZIBOR y ALBERCA LLORENTEen
España. Mientras que SCHAFFEMBUR, WETZEL, MCCORD,
STRISMPF, KRAZy LANGEL~DECK lo hacen entre los anglo-
saj~ n e s ~ ~ .
En la misma inteligencia, el art. 20 del Cód, Penal
alemlin se refiere a "anomalías psiquicas graves".
4) El rol del pemto en la declaracidn de inimputabi-
lidad, ¿tan sólo un colaborador del magistrado? En el
5 17, c, 1, aludimos que para FR~AS CABALLERO existen
tres pasos en la fórmula de la inimputabilidad, y que el
tercero -aquel que en definitiva resuelve la imputabili-
dad- le corresponde tan sólo al juez; por lo tanto, el
perito es, en consecuencia, un auxiliar del magistrado.
Al respecto, la doctrina y la jurisprudencia son
unánime. De tal manera, ALMEYRA manifiesta que la ri-
queza conceptual que encierran las voces insuficiencia
de las facultades o alteración morbosa de las mismas,
abre un rico panorama de connotaciones valorativas.
(4
No se trata de que el juez sustituya al perito, ni tam-
poco que éste haga lo propio con aquél; no se trata
tampoco de escindir los ingredientes de la fórmula le-
gal desconociendo su basamento psiquiátrico. La fun-
ción judicial debe tener en cuenta más que el factor
causal, la orientacidn de sentido de la conducta, es de-

32 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, t . 2, p. 515.


CABELLO,
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

cir, debe atender a la respuesta total de la personalidad


trasuntada en la conducta y valorada de acuerdo con
los contenidos ktico-sociales de las normas de cultura,
lo que no implica ignorar el componente psiquiátrico
sino evaluarlo críticamente de acuerdo con el conteni-
do unitario que encierra la fórmula
En un dictamen se concluy6 que el procesado era
inimputable "según resulta del contexto de toda la prue-
ba y no s61o porque asf lo afirman los señores medi-
cos, ya que la apreciación valorativa de tal extremo es
de exclusiva competencia de los jueces de acuerdo con
el criterio psiqui5trico psicoldgico de la ley"34.
Es contundente al respecto ZAFFARONI,al sostener:
"Como se ha dicho con toda claridad, cuando la psi-
quiatría duda es la valoración psicológica la que decide
y en definitiva es determinante para el juicio jurídico.
Por ello suele señalarse que la fórmula legal responde
a un 'criterio psicoldgico jurídico', puesto que carece
de referencias psiquiátricas y biológicas. Es cercana
a lo que se ha llamado criterio psíquico normativo,
puesto que la fórmula, en rigor, hace referencia a las
limitaciones psíquicas y a una precisión de criterio de
valoración jurídica. No se trata de una cuestión insig-
nificante o de detalle, sino de fundamental trascen-
dencia te6rica y prActica: el código no clasifica a los
seres humanos en locos de competencia médica y cuer-
dos de competencia judicial, sino en personas a las
que en el momento del hecho puede exigirsele o no el
comportamiento conforme al derecho. Con ello que-
da claro que la imputabilidad penal es un concepto
jurídico, cuya valoración corresponde únicamente al

33 ALMEYRA,Impektabilidad y personalidad psicopdtica , "Revista de


Derecho Penal y Criminologia", no 3, p. 389 y siguientes,
34 CNFed, Sala Crim y Corr, "Silva, Osvaldo A.", "Revista de De-
recho Penal y Criminología", n" l , p. 96 y 97.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

juez, al que el perito s610 ilustra con los datos del sa-
ber"35.
N o obstante ello, advierte el peligro que el dicta-
men pericia1 puede representar en el caso del psicdpa-
ta: "se abre una puerta por la cual el psicólogo poco
escrupu~osoque quiera imponer su moral o su ética a
los demás puede calificar como personalidad psicopáti-
ca cualquiera que presente sólo rasgos psicopáticos".
A continuación expresa que "pocos conceptos hay que
no sean susceptibles de manipularse ideológicamente,
incluso la misma psicosis, y no por ello se deja de decla-
rar inimputable al psicótico. Si bien reconozco el ries-
go de manipulacibn, tambikn reconozco que el lugar de
un enfermo no puede ser la cárcel"36.
También BORINSKY refirió su apego a la posición am-
plia, pero reconoci6 las dificultades probatorias que ello
acarrea al expresar: "Aun dilucidando el primer proble-
ma mediante el auxilio de peritos y tras establecer la
existencia de una personalidad psicopática, asimilable
a una verdadera enfermedad, los obstáculos para es-
clarecer si el agente estaba capacitado en el momen-
to del hecho para comprender el significado antijurídico
del acto concreto que ejecutó no obstante ser portador
de aquella clase de personalidad, s ~ b s i s t i r 5 n " ~ ~ .
Nada hay que objetar en cuanto a que el perito es
un colaborador del juez, pues el concepto de imputabi-
lidad, más allá de las connotaciones médicas que pue-
de traer aparejado, es de neto corte jurídico.
Pero por todo lo dicho hasta el momento, la inim-
putablidad del psic6pata altera toda la estructura de la
inimputabilidad.

35 ZAFFARONI- ALAGIA- SLOKAR, Derecho penal. Parte general, p. 697.


36 CNCrimCorr, Sala VI, 11/2/86, "Sáenz Valiente, M.",LL, 1986-
D-271, del voto de1 doctor ZAFFARONI.
37 BOIUNSKY, PsicopatZiL y responsabilidad penal, U, 1989-E-465.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Desde el punto de vista conceptual, los pasos des-


criptos por FR~AS CABALLERO tampoco admiten cuestio-
namiento alguno. Pero en el terreno de la práctica, le
asiste toda la razón a BORISNKY, en cuanto a las dificul-
tades que aparecen.
En estos momentos ha quedado claro, que aun quie-
nes defienden a ultranza la existencia de la categoría
psiquiátrica, psicópata, como posible causal de inimpu-
tabilidad penal, sostienen que ésta es por demás com-
pleja, oscura, y que su estudio se encuentra en ciernes.
En ese sentido han mencionado BOBBIO y GARC~A, refi-
riendose a la posibilidad de comprender la criminali-
dad del acto, que en "ocasiones en que existan dudas
sobre el primer aspecto, y creemos que muchas veces
la compleja personalidad del psicopata, las puede plan-
tear..
De manera tal que el perito (psiquiatra o psicólo-
go) debe expedirse sobre una categoría por demás dis-
cutible, debiendo señalar además si el imputado tiene
tt
rasgos psicopáticos" o "es un psicópata". Además, pue-
de ocurrir como en un fallo donde el peritaje psiquiá-
trico indica que el imputado es un psicdpata, mientras
que el psicológico, tan sólo sostiene que &te es porta-
dor de una personalidad con "rasgos psicopátic~s"~~.
El informe es recibido por el juez, quien en modo
alguno debe ceñirse a él, pues el perito es tan solo un
colaborador; de hecho en el caso "S&enzValiente", tan-
to el juez de primera instancia como la Cámara se apar-
taron de las consideraciones médico-forenses, y en "Tig-
nanelli" el informe de los médicos forenses señalaba
que el imputado tenia capacidad para delinquir.

38 BOBBIO- Gmch, Las personalidades psicopdricrts y la imputabili-


dad penal, U ,1986-D-264,
39 CNCrimCorr, Sala 1, 2014189, "Stambuli, Fabio D.",LL, 1989-
E-465.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

En este punto es interesante lo destacado por ELBERT


en cuanto a que "el psicópata se define por su compor-
tamiento habitual mas que por cualquier test lo que a
la postre resulta una decisiva señal de alerta indicativa
de que una inteligencia media o superior no reacciona
a estímulos axiológic~s"~~.
Sobre bases tan inciertas el juez debe decidir si Ia
persona "comprendió la criminalidad del acto" (valo-
rando que conocer no es comprender), o si pudo diri-
gir sus acciones conforme esa comprensibn. Pero esa
valoracidn debe hacerla respecto del momento del he-
cho en que el delito se cometió, que como veremos, no
cumple ninguna función en el caso del psicópata, aten-
to a las características que tiene su personalidad.
Si a ello le agregamos que el cúmulo de tareas que
acarrean los peritos oficiales los lleva en ocasiones a
realizar muy pocas entrevistas (en muchos casos, me-
nos de las técnicamente aconsejables), de modo siste-
mático leen la causa penal, por lo que su dictamen ya
se encuentra "contaminado" antes de llevar adelante
los tests correspondientes, tienen el vicio de arrogarse
la función del juez (al concluir las pericias diciendo si
el imputado al momento del hecho estaba en condicio-
nes o no de comprender la criminalidad del acto -como
sucedió en "TignanelliM-),la tarea del magistrado se con-
vierte en una verdadera quimera4I.
En conclusidn, por todo lo expuesto en los puntos
1 a 4 de este ap. d, la decisi6n judicial de declarar
inimputable al psic6pata resulta a las claras arbitraria.
N o en vano algunos autores de la importancia de
KAUFMANN han propuesto la eiiminacidn del tkrmino

40 CNCrimCorr, Sala VI, 1 1/2/84, "Shenz Valiente, M.", LL, 1984-


D-271, del voto del doctor ELBERT, adhiriendo al voto del doctor
ZAFFARONI.
41 TENCA,Delitos sexuales, p. 250 y siguientes.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

psicdpata, atento a la confuci6n que éste trae apareja-


do, y a que "las afirmaciones generales que conciernen
al campo de las ciencias naturales deben adoptarse
siempre y solamente si esthn aseguradas en el campo
científico, o sea, si se las acepta en general"42.

5 24, EL MOMENTO DEL HECHO* LA INTRASCENDENCIA


QUE TIENE EN EL CASO DEL P S I C ~ P A T A

Cuando hablamos de psicopatía lo hacemos de un


"tipo de personalidad" determinada, de un modo de
ser. Asi, ha conceptuado SCHNEIDER que son variacio-
nes de la personalidad que se desvían notoriamente de
la norma del término medio o de valof3. Al respecto,
ZACexpresa que la psicopatía, I I como entidad nosográ-
fica, tiene una estructura y organizaci6n de la persona-
lidad tendiente a la manifestación de acción aloplastica
con una modalidad antisocial para el logro vindicato-
rio del engaño, la estafa, la i r n p ~ s t u r a " ~ ~ .
En la inteligencia aludida es muy claro CABELLO, al
indicar: "Si todos estamos de acuerdo en que los tras-
tornos de la conducta son permanentes y continuos,
debe ponerse en tela de juicio la psicopatía de un su-
jeto cuando manifiesta su anomalía en oportunidad
de un solo delito; si la psicopatía se lleva como una
tara permanente, no se agota en un acto aislado, sino
que se identifica como una conducta, cuya constan-
cia acredita su primigenio defecto estructural... la per-
versidad no se agota en un hecho aislado, sino que
se inscribe en una historia vital: el psicópata delin-

42 En general, KAUFMANN,
HILDE,Criminologfa:ejecucidn penal y te-
rapia social.
43 SCHNEIDER,LUS personalidades psicopáticas, cap. 1, 9 2.
44 ZAC,Psicopatía, p. 96.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

que con su personalidad, el psic6tico con su enferme-


dad"45.
En consecuencia, la psicopatía importa un tipo de
personalidad, un modo de ser, de actuar. Ello signifi-
ca que, con independencia de su génesis, el individuo
siempre es psic6pata.
Tal circunstancia desestima uno de los pilares de la
declaracidn de inimputabilidad, el momento del hecho.
Toda la doctrina y la jurisprudencia han sido con-
testes, en cuanto a que la persona es inimputable, tal
como dice el art. 34 del Cód. Penal, si al momento del
hecho no comprende la criminalidad del acto o dirige
sus acciones conforme esa comprensión. La función
del juez es determinar si en ese momento se dan las
causales de inimputabilidad. Como consecuencia de
ello, también la doctrina y la jurisprudencia son unáni-
mes en considerar que no hay personas imputables o
inimputables per se, sino que hay que determinar si en
el caso y en el momento concreto pudieron elegir o no
comportarse conforme a lo exigido por el derecho.
Uno de los problemas que ocasionaba el momento
del hecho estuvo dado por aquellos casos, en los cua-
les la persona se colocaba voluntariamente en un estado
de inimputabilidad, con el fin de escapar a la responsa-
bilidad penal.
Se pretendid solucionarlo a través de lo que se co-
noce como actio libera in causa; también la doctrina y
la jurisprudencia aportaron lo suyo al respecto.
Conforme las características que tiene el psicópata,
resulta intrascendente el momento del hecho; por las
mismas razones, la problemática de la acíio libera in
causa nunca podrá hacerse presente respecto del acto
que lo involucre.

45 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, t . 2, p. 514.


CABELLO,
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

De modo tal que cuando se declare inimputable al


psicópata, estaremos frente al único caso de inimpu-
tabilidad en que una persona no comprende la crimina-
lidad de su acto o no puede dirigir sus acciones conforme
esa comprensión, no por una circunstancia producida
en un momento determinado, sino por lo que la perso-
na es. Una definición aproximada podría ser inimpu-
tabilidad de autor. El psicópata es inimputable por un
modo de ser.
Independientemente del momento del hecho, ello
trae aparejado otras consecuencias, de las que haremos
mención en el 5 26.

Dentro de aquellos que sostienen la posibilidad de


que el psic6pata sea inimputable, hay dos posiciones
bien definidas: a) la de quienes consideran necesario
acreditar, en el caso concreto que el psic6pata no haya
podido comprender o dirigir sus acciones (postura ma-
yoritaria), y b) ZAFFARONI,quien en soledad sostiene que
siempre es inimputable.
Además de ello, con su postura extrema, ZAFFARONI
contradice una de sus principales enseñanzas respecto
de la inimputabilidad. Asi, da por tierra con que a
"una persona puede serle imputable un injusto y no
otro. Un débil mental puede tener capacidad de pen-
samiento abstracto para comprender la antijuridicidad
de un homicidio, que no demanda gran nivel de abs-
tracción, pero no tenerla para comprender el conteni-
do injusto de ciertos delitos económicos que exigen por
lo general, una capacidad de pensamiento abstracto de
mayor alcance"46.

46 -~
ZAFFARONI - Derecho penal.
G I A SLOKAR, Parte general, p. 69 1.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

Este presupuesto no se da, según ZAFFARONI, en el


caso del psicópata, pues siempre es inimputable para
todos los delitos.
También contrasta el rol del perito, pues conforme
su posicibn, si los peritajes dictaminan que el imputado
es psicópata, el juez se veda obligado a declararlo inirn-
putable; así mucho mas que un mero colaborador, se-
ría quien determina la inimputabilidad.

26. EL P S I C ~ P A T AES LA "FOSETA OCCIPITAL MEDIA


( o DELINCUENTE ATAVICO) DEL NUEVO SIGLO".
LA VUELTA AL POSITIVISMO

En su voto en "Saenz Valiente", expresó el doctor Do-


tr
NNA una cuestion de suma importancia: En este aspec-
to la psicopatía tendra como consecuencia la inimpu-
tabilidad cuando sus efectos sean similares a los de Ia
psicosis, y en este sentido que le impidan comprender
la criminalidad del acto o dirigir sus acciones. No
surge que 'Sáenz Valiente' tenga una enfermedad, pón-
gasele ei nombre que se quiera, que le impida tal com-
prensión.
Si sólo se toma en cuenta los antecedentes, la for-
ma de actuar y su personalidad, a los efectos de decla-
rar su inimputabilidad, mucho me temo que nueva-
mente estemos acercándonos a la escuela positivista
italiana, y de alguna manera traer la teoría de la peli-
grosidad a la dogmgtica penal, de donde fue desaloja-
da con muchos esfuerzos, y en donde intenta entrar,
vestida de innumerables formas".
Por su parte, ZAFFARONIexpres6 al respecto en el
mismo fallo: "Efectivamente, no me cabe duda que
el concepto de psicopatía como causal de inimputabili-
dad puede ser manejado arbitrariamente, y con ello
traducirse en una forma de imponer penas por tiempo
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

indeterminado e incluso perpetuas, a título de medidas


de seguridad a cualquier persona, a quien se rotule de
esa forma, pero este riesgo dependerá de que en cada
caso se analicen minuciosamente los conceptos".
a) ESCUELA ALIENISTA Y POSITIVISMO. Sin duda alguna,
la judicialización de la psicopatía es el retorno a la es-
cuela positiva, a LOMBROSO, y peor aún, al estado peli-
groso sin delito. Como ya sostuvimos en el 5 22, c, el
"psicópata es la foseta occipital media (o delincuente
atavico) del nuevo sigloJ'.
Los que defienden la posibilidad de que el psicópa-
ta sea inimputable, se manifiestan opositores a la es-
cuela alienista, y por añadidura, a la positiva. En esa
orientación ha mencionado ZAFFARONI que "respecto de
la idea de enfermedad mental se ha producido un fenó-
meno que en cierto sentido, guarda analogía con el
operado en relaci6n con el concepto de delito. La se-
guridad que mostraba el positivismo al reconocer una
dañosidad social que pretendía probar empíricamente,
era análoga a las pretensiones de una psiquiatría que
consideraba al enfermo mental como una maquina
descompuesta". A lo que añade: "la consideracibn ju-
rídico-penal de la psicopatía como causa de inimpu-
tabilidad penal responde al reconocimiento del concep-
to moderno de enfermedad mental y a la superaci6n
del antiguo concepto po~itivista"~~.
El positivismo no le otorgó al concepto de impu-
tabilidad gran importancia, pues para dicha escuela,
tanto la pena como la medida de seguridad tenían la
misma finalidad: la defensa social.
Este movimiento como negador del libre albedrio,
y defensor a ultranza del determinismo biologicista (el

47 -~
ZAFFARONI - Derecho penal.
G I A SLOKAR, Parte general, p. 7 1 1.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

delincuente esta predeterminado a cometer el delito)


hacía la siguiente clasificación:
1 ) Delincuentes inimputables: quienes padecían de
una enfermedad orgánica o patológica. Aplicaba una
medida indeterminada.
2) Delincuentes imputables: quienes no padecían de
una enfermedad orgánica o patológica. Aplicaba una
pena, también indeterminada.
En verdad es cierto, pero a sabiendas que introdu-
ce el concepto de psicópata al universo penal, y ello
significa abrirle nuevamente la puerta a la escuela po-
sitiva. Por consiguiente, hemos de corroborarlo.
b) LA "ESCUELA POSITIVA?'. "CESARE
LOMEROSO".El per-
sonero de la "escuela positiva" fue Ezechia Marco Lom-
broso, conocido con el seudónimo de "Cesare Lombro-
so". Médico militar, desde su juventud se vio atrapado
por los estudios antropológi~os~~. Su profesión le per-
mitió realizar autopsias sobre algunos criminales. Al
finalizar la de un conocido delincuente italiano, de
apellido Villella, descubrió que la "foseta occipital me-
dia" de su cerebro era mucho mayor que las habitua-
les, y creyó ver en ello la génesis del delincuente atávi-
co. Mencionó al respecto: "No fue simplemente una
idea sino un rayo de inspiración. Al ver ese cráneo,
me pareció comprender súbitamente, iluminado como
una vasta llanura bajo un cielo llameante, el problema
de la naturaleza del criminal, un ser atávico que repro-

48 Quien primero se refiri6 a este polémico mkdico, fue Emilio


Laveige, periodista y político belga. En su diario de viaje, Laveige
señala que en Turín le fue presentado un joven, el doctor CESARE
LOMBROSO ( 1835-19091,quien decfa haber descubierto ciertos caracteres
físicos correspondientes al delincuente nato: "qué útil y cómodo des-
cubrimiento para los jueces de instruccidn", dijo en tono humorístico
el periodista (BERNALDO DE Q U I R ~ S , Cursillo de criminologik y derecho pe-
ml,p. 13).
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

duce en su persona los instintos feroces de la humanidad


primitiva y los animales inferiores. Las manifestacio-
nes anatómicas eran las mandíbulas enormes, los pómu-
los altos, los arcos superciliares prominentes, las líneas
aisladas de la palma de la mano, el tamaño excesivo de
las orbitas, las orejas con forma de asa que se encuen-
tran en criminales, salvajes y monos, la insensibilidad
al dolor, la visión extremadamente aguda, tatuajes, in-
dolencia excesiva, afici6n a las orgias, y la búsqueda
irresistible del mal por el mal mismo, el deseo no sólo
de quitar la vida a la victima, sino tambien de mutilar
el cad&ver,rasgar la carne y beber la sangre"4g.
A partir de entonces, LOMBROSO interpreta que el
delincuente es un ser atávico que reproduce en su per-
sona los instintos feroces de la humanidad primitiva y
de los animales inferiores, en consecuencia forma par-
te de una verdadera subespecie humana.
Como buen positivista fue cultor de un determinis-
mo extremo. Si BECCARIA acentuó la función intimida-
toria y disuasoria del castigo50, LOMBROSO potencia la
finalidad protectora de la pena y, s6lo en segundo

49 LOMBROSO, L'uomo delinquente, p. 14.


50 Desde el punto de vista de lo que hoy se denomina teoría de la
pena, BECCARIA adopta la postura conocida con el nombre de preven-
ción general positiva. La pena debe evitar que el hombre cometa deli-
tos. Para ello, es necesario que se conozcan las conductas prohibidas
y la pena que se le aplicará al autor del delito, de modo tal que el
hombre se vea contramotivado por la norma sancionadora y, de ese
modo, se abstenga de realizar la acción prohibida. "¿Quer&isprevenir
los delitos? Haced que las leyes sean claras, sencillas y que toda fuer-
za de la nación se concentre para defenderlas, y ninguna parte de ella
se empeñe en destruirlas. Haced que las leyes favorezcan menos a las
clases de hombres que a los hombres mismos. Haced que los hom-
bres las teman, y teman sólo a ellas. El temor a las leyes es saludable,
pero es fatal y fecundo en delitos el de hombre a hombre ... {Queréis
prevenir los delitos? Haced que las luces acompañen a la libertad.
Los males que nacen de los conocimientos, están en razón inversa a su
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

tkrmino, la de reforma o mejora del delincuente. Se


muestra a favor de la sentencia indeterminada y de en-
comendar a comisiones de expertos (antrop6logos) la
administracidn penal. En lo referido a la pena de
muerte, la admite para el delincuente incorregible, como
medida extrema.
c) EL ESTADO De tal manera
PELIGROSO S I N DELITO.
que el delincuente estaba predeterminado a cometer
delitos, y por tal circunstancia no podía evitar que-
brantar las normas. ¿Para qué esperar que esto suce-
diera? ¿Por qué no detenerlo antes? Como respuesta
a estos interrogantes, el positivismo dio paso a un ins-
trumento que quebranta las más elementales garantías
dentro de un derecho penal liberal o racional, el estado
peligroso sin delito.
Unos de sus primeros cultores en nuestro país fue
JIMBNEZDE A s ~ A . Si bien no defendía un determinismo
absoluto, al estilo de la escuela italiana, consideraba
que existían factores endógenos que impulsaban al in-
dividuo a delinquir. Estimaba que si al delincuente
había de penárselo no por lo que hizo sino por lo que
es, aparecía absurdo el sistema de penas prefijadas, y
que no había más solución que determinarla en vista a
las circunstancias del delincuente, haciendo depender
su duración de la corregibilidad del culpable; esto es,
sistema de penas determinadas a posteriori5'.
También fue cultor del estado peligroso sin delito.
Asimismo indicaba que junto a la imputabilidad del su-
jeto normal, al que corresponden penas, se construye
el estado peligroso de los anormales, que se combate
con medidas de seguridad.

difusión, y los bienes están en razón directa" (De los delitos y de las pe-
m s , p. 82 y 83).
5 1 JIMÉNEZ DE AsÚA, La sentencia indeterminada, p. 14.
156 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Pero el peligro subjetivo no $610 se manifiesta por


el delito) sino que se muestra por doquier en seres an-
tisociales (vagabundos, prostitutas, jugadores, etc.) con-
tra los que se defiende la ciudad púpulosa mediante re-
gímenes policiales certeros o arbitrarios.
"Los penalistas, cuidadosos del sentido liberal de
nuestra disciplina, quisimos poner coto a este sistema,
tan expuesto a extralimitaciones administrativas, y lan-
zamos la idea de que junto al estado peligroso delicti-
vo, se construya la peligrosidad sin delito, pero uno y
otro jurisdiccionalizados, es decir, sometidos a la deci-
si6n de un juez imparcial y de competencia técnica.
No es que quisikramos elevar a la categoría de delito
las diferentes formas antisociales de estados peligro-
sos, sino que desearíamos situar frente al código repre-
sivo una ley asegurativa. Esto es 10 que hizo la ley de
vagos y maleantes en España en 1933, y la que lleva el
mismo título en Venezuela, que se inspirii en medida
muy considerable. La policía debe ser judicial, pero
jamás debe ser la parte que decida sobre el estado peli-
groso, problema harto complicado en el que incluso
necesita el juez de asesoramiento del psicólogo y del
pedagogo"52.
La ley de vagos y maleantes a la que se refiere
JIM~ME DEZ A S ~ Afue
, reemplazada por la "ley de peligro-
sidad y rehabilitacibn social española", a la que nos re-
ferimos en el § 14, b.
d) PARZFICACI~N ENTRE DELINCUENTE NATO O ATAVICO Y PSZ-
C ~ P A T A . LA R E S W R R E C C Z ~ NDEL POSITIVISMO Y DEL ESTADO PELI-
G R O S ~SIN DELITO. Como quedó demostrado en el 5 22,
no se conoce a ciencia cierta qué es un psicbpata, pero
sí (para quienes sostienen esta categoría psiquiátrica)

52 JIMÉNEZ DE A s ~ AEl
, estado peligroso, "El criminalista", vol. 8,
p. 18.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE 157

que no hay una parificacidn entre éste y delincuente,


por lo tanto se puede ser uno y no otro.
Según GARRIDO GENOV~S: "Probablemente, la razón
más importante es que sabemos a ciencia cierta que
muchos psicópatas no son delincuentes, sino que se han
podido integrar en la sociedad (aun con sus rasgos ha-
bituales que hacen su trato desaconsejable). La buro-
cracia y la estructura mercantil parecen definir nues-
tras relaciones sociales, desde las mhs lejanas hasta
las mas cercanas. La propia familia tiene que sufrir
cambios muy duros para adaptarse al nuevo modelo
de sociedad. La persona está cada vez más aislada,
mas sola a pesar de que se puede comunicar casi ins-
tantáneamente con cualquier parte del mundo. Si Ia
persona aprende a vivir sin necesitar a los otros, apren-
derá a no preocuparse por los otros, un rasgo básico
en la personalidad psicopática. Pocas dudas puede
suscitar la idea de que nuestra sociedad cultiva el nar-
cisismo de un modo desaforado, y este episodio provo-
caría la risa si no fuera porque lleva al límite el triunfo
del egoísmo sobre cualquier otra consideracidn. El
narcisismo es un rasgo de la psicopatía y, desgraciada-
mente, también de la sociedad
Es evidente que si analizamos las características
que los distintos autores le han atribuido al psicópata,
y las comparamos con las que LOMBROSO le atribuy6 al
delincuente atávico, nos sosprenderán las similitudec
que existen entre ambas.
Así pues, debemos agregarle otros factores que tam-
bién los emparenta, como que para el positivismo el
delincuente era inadaptable, para la psiquiatría el psicó-
pata es irrecuperable; para el positivismo el delincuen-

53 GARRIDO l psicbpata, un camaleiín en


GENOVÉS,E la sociehd ac-
tual, p. 93 y 94.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

te estaba determinado a cometer el delito, para la psi-


quiatria el psicópata no es libre de sus actos.
El delincuente forma parte, segun LOMBROSO, de
una subespecie humana. En "Tignanelli", F R ~ ACABA-
S
LLERO se refiere a la condición subhumana del proce-
sado.
En continuidad con este pensamiento, expresa CA-
BELLO que todos los sostenedores de la inimputabilidad
del psicdpata dicen de manera sistemática lo siguiente:
"Ante el auge de la criminalidad perversa surgen varios
interrogantes: lestamos en presencia de un empeora-
miento de la raza, por cuya causa nacen hoy más per-
versos que antes? ¿El panorama criminológico de la
era moderna le está dando la razbn a las teorías dege-
nerativas de MAGNAN y de MOREL? ¿Estaba tan equivo-
cado LOMBROSO cuando asignaba al delincuente nato
(actual psicbpata perverso) el 40% de la criminalidad
global?"s4.
Lo transcripto es de extrema gravedad: CABELLOnos
menciona de modo expreso y claro que el psicópata
perverso es el delincuente nato de LOMBROSO.Si con-
sideramos, como hemos indicado en el § 16, 7, b, que
el psicópata perverso tiene las mismas características
del psicópata a secas, con la única diferencia que al-
gunas de ellas se encuentran mLis exageradas o pro-
nunciadas, no debemos sino concluir que para CABELLO
el psicópata no es mas que la rémora del delincuente
atávico de LOMBROSO.La "escuela positiva" ha resuci-
tado en la personalidad del psicdpata, no lo ha hecho
sola sino con su creacion, el estado peligroso sin de-
lito.
Si el positivismo propugnaba encarcelar a los de-
lincuentes at5vicos antes de que cometieran sus delitos

54 Psiquiatn'a fareme en el derecho penal, t . 2, p. 553.


CABELLO,
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

¿por qué no hacer lo mismo con los pcicdpatas, que


son la rémora de aquéllos?
La psiquiatría, con ciertos mentores, lo propugna
claramente. Al respecto postula CABELLO: "Al psicópata
le corresponde el ámbito de la medicina y no el Ambito
carcelario; la pena es inapropiada, la medida de seguri-
dad curativa se impone de acuerdo al criterio peIigro-
~ista''~~.
Asimismo, conviene recordar las palabras del psi-
quiatra estadounidense SAMENOW, ya mencionado en el
3 4 . Ante la pregunta de por qué los psicópatas per-
versos actuaban de determinada manera, respondió:
"Nadie sabe verdaderamente por qué son como son.
Nuestro deber consiste en comprender cómo son para
poder reconocerlos y detenerlos antes de que pasen a
los actos".
Desde el ámbito jurídico también se lo sugiere.
Así, FIGUERERO, quien proclama la inimputabilidad del
psicópata destaca: "Ya hemos hablado sobre los últimos
avances en la materia que podrían llevar a descubrir
por ejemplo, alguna alteración crúmosíimica indicativa
de la inclinaci6n a la violencia. En estos casos el &m-
bito de auto-determinación y libertad podría verse re-
ducido de tal modo, que forzaría en todos los casos una
declaración de inimputabilidad. Pero a la par, permi-
tirían una detección temprana de estas peligrosas ten-
dencias. Aquí cabría preguntarse si las doctrinas sobre
estado peligroso cayeron en el olvido por desprestigio o
por carecer de un respaldo cientifico natural"56.
Finalmente, otros lo pregonan abiertamente. Entre
estos últimos tenemos el caso de GARRIDO GENOVI%, quien

55 CABELLO,Psiquiatnh forense en el derecho penal, t. 2, p. 566.


56 FIGUERERO, Imptctabilidad de la personalidad psicopiítica (su de-
terminación judicial), LL, 1989-C-99.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

refiere, citando a HARE:"Se calcula que en los Estados


Unidos de América existen al menos, dos millones de
psicópatas, y que en la ciudad de Nueva York viven
aproximadamente unos cien mil de ellos. Se trata de
estimaciones conservadoras; no es una condici6n que
afecte s610 a unos pocos sujetos, sino que existen mu-
chas posibilidades de que en un momento u otro de
nuestras vidas (y para muchas personas en períodos
duraderos) nos veamos afectados seriamente por el
comportamiento de uno o más sujetos psicópata^"^^.
Luego añade, citando el diario español "El Mundo" del
14 de julio de 1999: "En Inglaterra, como consecuen-
cia de la enorme inquietud que suscita en la sociedad
la violencia causada por los psicdpatas, el gobierno
está considerando actualmente la posibilidad
- de ence-
rrar preventivamente a los sujetos diagnosticados con
este desorden, aun cuando no hayan cometido ningún
delito".
Por último reflexiona: "La idea puede parecer un
puro disparate: nadie puede ser castigado si no se ha
cometido un delito. Sin embargo, - es justo reconocer
que subsiste un problema grave en el caso de la psico-
patía: esta 'enfermedad' ahora no dispone de un trata-
miento hospitalario reconocido. Si alguien, por ejem-
plo un esquizofrénico, constituye un peligro, se le puede
tratar y medicar por la fuerza. Pero ¿qué hacer si al-
guien es peligroso y no tenemos el remedio para tra-
tarl~?~*.
De acuerdo con todo lo expuesto resulta indudable
que de la mano del psicopata (como categoría psiquis-

57 GENoG~És,El psicópata, un camaleón en Za sociedad ac-


GARRIDO
tual, p. 26.
58 GARRIDO
GENOVI%,El psicópata, un camaledn en la sociedad ac-
tual, p. 27.
EL PSIC~PATASIEMPRE ES IMPUTABLE

trica) y de la posibilidad de que sea declarado inimpu-


table (como categoría jurídica) revive el positivismo y
su socio inseparable, el estado peligroso sin delito.
Las consecuencias de ambos ya las conocemos, y
nos dispondremos a evitarlo.
SÍNTESIS JURISPRUDENCIAL

1. "La mera circunstancia que la procesada detente


una personalidad psicop&tica no la torna inimputable.
La comprensión de la criminalidad del acto no está refe-
rida exclusivamente a la vivencia emotiva, esto es a la
posibilidad o imposibilidad de captar los valores en jue-
go en la esfera afectiva. La persona no se define por el
sentir, sino por el querer".
CNCrim, Sala VI, "Sobrero, C.", c. 18.795, "Boletín de Jurispru-
dencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1990, no 2.

2 . "El psicópata no es un alienado en sentido jurí-


dico, no pudiéndose encuadrar su situación en ninguna
de las variantes que ofrece como causales el art. 34,
Cód. Penal, ya que mal se puede hablar de insuficien-
cia en un caso como el del procesado, de destacado ni-
vel intelectual, o de grave estado de perturbación men-
tal (estado de inconsciencia), si tenemos en cuenta que
se trata de un problema caracterolbgico y no de cir-
cunstancial conciencia o falta de ella.
El hecho de que ciertas caracteristicas compulsivas
o ideas persecutorias, así como sus reacciones tempe-
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

ramentales llevan a una persona a incurrir en excesos


adecuables, conductas antisociales y falta de razonabi-
lidad y adultez, no permite aceptar que el acusado, en
la ocasión, haya padecido una falla en su conciencia de
tal magnitud que lo hiciera perder la posibilidad de va-
lorar sus acciones y dirigir su voluntad".
CNCrim, Sala IV, "Neujovics, Rodolfo", c. 3 1.397, "Boletín de
Jurisprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1986, no 2,
abr.-may.-jun.,p. 645, del voto del doctor CAMPOS
al que se adhiri6 el
doctor VALDOVINOS.
3. "De la afirmación de los rnkdicos, al señalar
que el procesado presenta una personalidad de base es-
quizoparanoide con marcados componentes psicopáticos,
no puede desprenderse que se trate de un inimputable,
m5xime que los mismos indican que no es un alienado
mental, demente en sentido jurídico; no hallando las
psicopatías campo de adaptación, ni de inclusión, en la
problematica de nuestro &digo; debiendo responder
por el delito de homicidio calificado por el vínculo de
su hija, excluyéndose la alevosía".
CNCrim, Sala 1, "Szopik, Alberto", c. 31.630, "Boletín de Juris-
prudencia de la Cgmara Criminal y Correccional", 1987, no 2, abr.-
may.-jun., p. 681, del voto de los doctores BONORINO PERÓ, TOZZINI,
COSTA.

4. a) "Las personalidades psicopáticas y las oligo-


frénicas se encuentran excluidas de la causal de inim-
putabilidad contemplada por el art. 34, inc. 1, del Cod.
Penal.
b) Nuestro Código Penal exige que el autor de un
delito le sea dable comprender la antijuridicidad de su
conducta 10 que implica que le sea posible internalizar
la norma que integra el orden jurídico. En caso con-
trario no es factible reprocharle su accionar por no ha-
berse conducido de acuerdo a la misma. La compren-
siBn de la antijuridicidad consiste no solamente en
conocer el orden normativo sino poder apreciar la des-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL 165

valorizacibn realizada por &te a las conductas que lo


contrarían. En ese sentido, no es exigible al psicópata
que internalice valores dada su imposibilidad para ha-
cerlo y es en raz6n de ello que no resulta 16gico que el
derecho penal reproche conductas antijurídicas realiza-
das por psicópatas (art. 34, inc 1, C6d. Penal)". Del
voto en disidencia del doctor VAZQUEZ ACUÑA.
CNCrim, Sala 11, "Miglino, Julio C.", c, 34,42 1, "Boletín de Ju-
risprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1988, no 3, jul.-
p. 39, del voto de los doctores ROCHA
ago.-sep.-oct.-nov.-dic., DEGREEF,
h ~ u c c r VAZQUEZ
, ACURA(en disidencia).

5. "No es admisible la excusa de responsabilidad


sobre la base de pretender equiparar el perfil perverso
de la personalidad del acusado con una alteración mor-
bosa de sus facultades, pues aún de aceptarse la posi-
ble morbosidad (enfermedad) de la alteración mental,
este mero hecho no convierte al acusado en inimpu-
table, soluci6n s61o viable si nuestro c6digo aceptara el
criterio psiquiátrico puro, pero como sigue el psiquiá-
trico psicológico jurídico, no basta la dolencia o cau-
sal para que ésta actúe automáticamente, sino que
es necesario comprobar que ella tuvo consecuencias
funcionales, afectando específicamente en el momen-
to del hecho la comprensión, o sea, la valoracion no
sólo de las cosas, sino de la normativa penal en parti-
cular.
No todos los psicdpatas siquiera son alienados,
menos aun los que padecen anomalías menores flexi-
bles en su calificación psiquiátrico psicológicas".
CNCrim, Sala IV, "Gervan, Luis A.", c . 39.849, "Boletín de Ju-
risprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1991, no 5.

6 . "La personalidad psicopatica del encausado no


puede confmndirse con una causa de inimputabilidad
(art. 34, inc. 1, C6d. Penal), ya que dichas personalida-
des no son consideradas enfermedades mentales ...;,.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

CNCrim, Sala VI "Ruiz, Alfredo", c. 21.038, "Boletín de Juris-


prudencia de la CAmara Criminal Correccional", 1987, no 3, jul.-
agu.-sep., p. 1 148, del voto de los doctores CATUCCI,
MADUENO, VILA.

7. "NO cualquier deficiencia en la comprensión de


la criminalidad o en la dirección de la acción son
causas de inimputabilidad; solamente valen como ta-
les aquellas que provienen de un estado psíquico deter-
minado por una alteración morbosa. Nuestro CBdigo
Penal impone, como condición de existencia para que
sea factible la eximente del art. 34, inc. 1, la presencia
de enfermedad mental,
Es imputable el que tenga una personalidad anor-
mal -psicópata esquizoide- atendiendo a que ello s610
constituye un rasgo de esa personalidad; es un modo
de ser de la persona sin constituirse en una enferme-
dad en función de alteración morbosa".
CPen Santa Fe, Sala 111, 19/10/81, "L. de S., M. E. L.", JA, 1983-
111-17.

8. "En el caso de autos, como se indicó, el tribu-


nal consideró que la personalidad del encausado en-
cuadraba en la psicopatía sexual perversa, pero que
pese a esa circunstancia resultaba imputable. Y no se
advierte en ello contradiccidn alguna, sino justamen-
te un análisis jurídico que, pese a la escueta funda-
mentación empleada, encuentra apoyo en la prueba pe-
ricial recibida como en probadas circunstancias de la
causa.. . Y justamente, no se advierte tal grado de afec-
tación de la personalidad en el encausado, cuya capaci-
dad de sentir culpa, particularmente cuando se desvela,
es resaltada en los peritajes, como también su preocu-
pación, angustia y temor por las consecuencias de sus
actos. Tampoco se advierte de los informes de los es-
pecialistas a que se remiti6 el a quo que, frente a la
perversión a la que aludieron los peritos y a su falta de
consideración del otro (básicamente su hija) como per-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

sona, es decir, frente a estos aspectos pcicopáticoc de


su personalidad, el imputado haya estado impedido
de comportarse conforme a derecho, esto es, como se
señaló en la cita efectuada, que no pudiese hacer otra
cosa. Y en tal sentido resulta sumamente pertinente
la circunstancia relevada por el a quo, que resaltó los
largos períodos por los cuales el encausado se distan-
ciaba de su hija cuando mantenía algún tipo de discu-
si6n con ella. Por tales razones, encontrándose sufi-
cientemente fundada la sentencia en el punto analizado,
ha de rechazarse el agravio defensista vinculado con Ia
err6nea aplicaci6n del art. 34, inc. 1, del C6d. Penal".
CNCasPen, Sala IV, 11/3/04,c. 3984, "Algacibur, Hugo D. slre-
curso de casacioln e inconstitucionalidad.

9. "En el caso de autos el sentenciante ha recha-


zado el planteo de inimputabilidad de la defensa de
Vargas apoyándose en las conclusiones del peritaje psi-
quiátrico-psicol6gico a partir de las cuales ha conclui-
do que el imputado tuvo capacidad para comprender la
naturaleza de su acción, así como también capacidad
para dirigirla. Dicho estudio, citado por el sentencian-
te textualmente en su fallo, da cuenta de que antes y
después de los hechos acaecidos el imputado presenta
capacidad de comprender sus actos y dirigir sus accio-
nes. Al momento de los mismos pudo haber existido
un cuadro de intoxicaci6n exógena que a c t u ~como li-
berador pulsional, sin ser suficiente para suprimir su
capacidad de comprensión y dirección de su accionar.
Frente al hecho cometido no presenta el imputado un
proceso de asunción de su protagonismo con su conse-
cuente reparación genuina. Por lo antedicho se puede
encuadrar al señor Hkctor H. Vargas dentro de las per-
sonalidades anormales no patológicas del tipo antiso-
cial, antigua psicopatía.. . Como señala incluso F R ~ A S
CABALLERO en su conocida obra 'Imputabilidad penal' no
168 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

es la psicopatía en sí misma ... la que acarrea sin mAs


la inimputabilidad. En todos los casos, como por lo
demás ocurre incluso con las genuinas psicosis, las oli-
gofrenia~u otras causas de inimputabilidad, es indis-
pensable ademh, la concurrencia consecuencia1 de la
incapacidad de comprender la antijuricidad del hecho
o la de obrar conforme a dicha comprensión, en el sen-
tido normativo-valorativo y no simplemente psicológico
que tienen estas exigencias en f6rmulas mixtas (p. 339
y 340). Psicopatía e inimputabilidad, así, no son con-
ceptos que se impliquen en modo alguno, ni siquiera
en la concepción del citado autor que, como es sabi-
do, ha adoptado una interpretación amplia del art. 34,
inc. 1, del Cód. Penal, en esta materia, razón por la que
no se advierte la contradiccion alegada".
El tribunal de Casaci6n rechazb el recurso, Sala IV, c. 2159,
"Vargas, Héctor, H. slrecurso de casación", del voto de la doctora
DURARONA y VEDIAal que adhirieron los doctores BERRAZ de VIDALy
HORNOS.
10. "El psicótico es un demente y escapa de la
imputación penal, mientras que la personalidad psi-
cophtica segiín criterio de KURTSCHNEIDER citado por
BONNET en su obra 'Tratado de medicina legal', consti-
tuyen una variedad de la personalidad anormal, no exis-
tiendo ningún motivo justificado para calificarla como
patológicos, indicando que los fenómenos psíquicos se-
rán patológicos cuando su existencia esté condicionada
a alteraciones morbosas de su organismo, situación que
por cierto no se da en el caso.
Vale decir que aunque fuera portador de una per-
sonalidad psicop&tica, aspecto que no surge de los dic-
támenes médicos forenses citados, de todos modos su
imputabilidad resulta incólume y por consiguiente tam-
bién su responsabilidad en la sustraccibn de la mencio-
nada bicicleta".
CNCrimCorr, Sala 11, "I., E. F.", LL, 1989-C-100.
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

5 28. EL P S I C ~ P A T AES INIMPUTABLE S ~ L OSI NO PUEDE


COMPRENDER LA CRIMINALIDAD DE: SUS ACTOS
O DIRIGIR SUS ACCIONES CONFORME ESA C O M P R E N S I ~ N

1. "Si bien la psicosis caracterológica que padece


el procesado no podría asimilarse a insuficiencia de
sus facultades ni a alteraciones morbosas de las mis-
mas, que son las referencias del art. 34, inc. 1, del Cód.
Penal, si puede de modo excepcional, como ha sido
sostenido recientemente en ilustrado voto por el doctor
FR~AS CABALLERO, ser causa de inimputabilidad cuando
la personalidad psicopática ha 'originado en el delin-
cuente la incapacidad de comprender la criminalidad
del acto o dirigir sus acciones"'.
CNFed, Sala CrimCorr, "Silva, 6/6/67, Osvaldo A.", "Revista de
Derecho Penal y Criminologia", no 1 , 1968, p. 96.
2. "No puede incluirse automáticamente al psicó-
pata en las previsiones del art. 34, inc. 1, del Cód. Pe-
nal, pues para que ello ocurra el elemento psicológico
que integra la regla debe aparecer completando el pre-
supuesto de morbilidad que le ha dado nacimiento.
Inimputabilidad y enfermedad mental de modo al-
guno son conceptos equivalentes, debiendo evaluarse
en cada caso la capacidad de valoración y el comporta-
miento de la voluntad, evitandose una posición apriorís-
tica, no dependiendo el juez exclusivamente de verifica-
ciones psiquiátricas y psicológicas, sino que además debe
transitar por otros criterios valora tivos de su exclusiva
incumbencia a fin de determinar la posibilidad de corn-
prension del acto o de direcci6n de las acciones".
CNCrim, Sala VII, "Schneider, Mario F.", c. 14.392, "Boletín de
Jurisprudencia de la CAmara Criminal y Correccional", 1991, no 3,
del voto de los doctores PIOMBO,
NAVARRO.

3. "Parte de la doctrina sostiene que ciertas psi-


copatías ocasionan inimputabilidad. Pero aunque así
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

fuera de todas maneras no todos los psicbpatas serían


inimputables. De modo que, fuese o no acertada aque-
lla doctrina, corresponde resolver si el acusado pudo
comprender la criminalidad del acto y dirigir sus ac-
ciones".
SCBA, 12/4/94, "Lizarraga, Julio C. slhomicidio", A y S , 1994-1-
661, del voto de los doctores GHIONE,SANMART~N, MERCADER, RODR~GUEZ
VILLAR LABORDE.

4. "El psiciipata puede tener capacidad de culpa-


bilidad cuando delinque, lo que obliga a examinar la
realidad concreta de cada caso de cada personalidad,
para resolver la imputabilidad o inimputabilidad y en
el caso de autos la deficiente personalidad del proce-
sado no le impidió la comprensión del acto y dirección
de sus acciones en la medida exigida por el art. 34,
inc. 1, Cód. Penal".
CNCrim, Sala VII, "Del Valle, Maza", c. 8228, "Boletín de Ju-
risprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1987, no 2,
abr.-rnay.-jun., p. 669, del voto de los doctores NAVARRO, PIOMBO.
OUVINA.

5. "La mera circunstancia de poseer una persona-


lidad anómala de rasgos psicopáticos no implica de
suyo que se trate de un inimputable en los términos
del art. 34, inc. 1, del Cód. Penal. Cuando en la perso-
nalidad del procesado se mezclan rasgos psicopáticos
que carecen de las connotaciones de la ignorancia de
los c~digosy valores que pueda llegar a alcanzar cada
psicbpata, no puede aceptarse que se trate de un inim-
putable".
CNCrim, Sala IV, "Maggio, G. E.",c. 37.364, "Boletín de Juris-
prudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1990, no 1 , del
voto de los doctores ESCOBAR,
VALDOVINOS,
CAMPOS.
6 . "Para que corresponda la absolución por impe-
rio del art. 34, inc. 1, del Cod. Penal es menester que
concurra verdadera imposibilidad de comprender la ili-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

citud de los actos al momento que se llevan a cabo y/o


dirigir los mismos, no bastando entonces la acredita-
ción del primer extremo aludido, los trastornos de per-
sonalidad, si no se demuestra el segundo la comentada
imposibilidad".
CNCrim, Sala 111, "Verón, Ladislao", c. 29.384, "Boletín de Ju-
risprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1991, no 5, del
voto de los doctores OCAMPO,LOUMAGNE, MASSONI.

7. "El psicópata no es en si y por sí inimputable,


ni tampoco por ser nada más que tal resulta ab initio
fatalmente imputable, debiendo en cada caso concreto
evaluarse la posibilidad de comprender el disvalor con-
tenido en la norma y conducirse conforme a esa com-
prensi6n.
Es inimputable quien padece una alteraci6n mor-
bosa de sus facultades mentales caracterizada por un
menoscabo, aproximado a lo absoluto, de sensibilidad
moral y social: un marcado y definido psicópata per-
verso incapaz de culpabilidad por imposibilidad de
'comprender' la criminalidad de su conducta".
CCrimCorr Azul, 17/9/90, "M., M. P.", LL, 1991-D-174, y DJ,
199 1-2-668.

8. "La imputabilidad es un concepto cultural de


índole compleja: psiquiatra-psicol6gica-valorativa. El
art. 34, inc. 1, del C6d. Penal exige la concurrencia de
dos extremos para que se configure la causal de inim-
putabilidad por alteración morbosa de las facultades:
la existencia de alteración morbosa y que esa perturba-
ción tenga la magnitud suficiente como para impedir
que el sujeto comprenda la criminalidad del acto, lo
que debe ser decidido, en definitiva, por la Justicia.
El hecho comprobado en el caso de autos que el pro-
cesado, sea un psic6pata no puede conducir, de por si,
a la afirmación de su inimputabilidad, toda vez que
hay que analizar especificamente en cada caso, si el
172 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

sujeto es o no inimputable, dado que no puede afirmarse


dogmaticamente que un procesado por el solo hecho
de ser psicápata tenga que considerársele inimputable".
CNCrimCorr, Sala 111, 411 1/82, "Sánchez, Ornar", "Boletín de
Jurisprudencia de la CAmara Criminal y Correcciunal", 1982, no 6,
nov.-dic., p. 302, del voto de los doctores G A R C ~TORRES,
A DE LA
RIESTRA, G~MEZ.

9. "Cierto es que el sentenciante resolvió que la


emoción violenta se produjo en un psicópata que pade-
cía un 'estado anímico' adquirido en función de circuns-
tancias 'pasionales' que originaron dicha crisis emocio-
nal (largo desgaste de la pareja en función del 'distinto
nivel intelectual de los protagonistas, así como la cali-
dad de los trabajos que a cada uno le toco desempe-
ñar', 'el rechazo de la mujer hacia su marido, la incli-
naci6n de este en los últimos tiempos por el alcohol y
las reyertas que casi a diario solían mantener'), 'estado
pasional evidenciado en su constante sospecha de infi-
delidad y la intención por él no descartada de suicidar-
se, si su mujer lo abandonaba definitivamente'. Y que
sobre tal fondo el factor desencadenante de la emoción
violenta consistió en que, 'aturdido por los celos pade-
cidos respecto de su mujer, fundados o no, al repro-
charle su indiferencia en el trato, resulta despreciado e
insultado por ésta mediante sonrisas burlonas y grue-
sos insultos, tales como que era un 'cornudo' y 'que la
tenía podrida', amén de la amenaza de llevarse a su
hijo y abandonarlo por completo".
Pero la Excma. Chmara desarrollb tal descripcidn
de las circunstancias condicionantes agregando que, por
otro lado, la víctima 'era una buena mujer', 'el matri-
monio estaba desquiciado' (relaciono esto último con
la circunstancia de haber declarado dos testigos que
a la occisa 'en numerosas oportunidades la vieron gol-
peada y con hematomas'), 'la reacción de la mujer ati-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL 173

nente a que se iba a ir del hogar, de ningún modo podía


sorprenderlo a Heim, que ya estaba acostumbrado a
ello pues de acuerdo a sus dichos tal acontecer había
sucedido en cinco o seis oportunidades anteriores' y
'las peleas de la pareja eran muy frecuentes y se inicia-
ban por motivos triviales'. Y luego el tribunal también
decidió que la emoción violenta se debió a 'la propia
conducta del inculpado, que sin fundamentos atendi-
b l e ~ni razonables y solo en su imaginación sospechaba
que su mujer le era fiel', que 'el raptus emocional' se
originó en 'su propia irascibilidad e intemperancia al
sobrevalorar hechos o circunstancias por él ya conoci-
dos' y que prueba de ello es la resultante de la pericia
que atribuyó al procesado 'personalidad de reactividad
potencial indelimitada, es decir, pasible de reacciones
violatorias de los limites de la realidad"'.
Expres6 asimismo la Excma. Cámara -si bien al ocu-
parse de otra cuestión- que, en función 'de la prueba
desarrollada', 'el desquicio del matrimonio del impu-
tado ... no se fundamenta ni tiene origen en la conducta
de la víctima' sino en 'la pasional actitud y exigencia
del propio imputado'.
"Si bien los factores inmediatamente desencadenan-
tes de la emoción violenta fueron incorporados por la
víctima, los mismos se originaron en la conducta del
procesado. De modo que lo emocionalmente agresivo
de los insultos y de las amenazas de abandono y de lle-
varse el hijo proferidos por la occisa deben observarse
dentro del contexto trazado por la conducta anterior
del acusado. Ni la psicopatía ni la 'pasi6n' que el tri-
bunal reconoció en Heim desplazan su responsabilidad
por la situacibn final pues ninguno de ambos factores
son neutralizantes del margen de libertad indispensa-
ble para gobernar su conducta".
SCBA, 11/8/92, "Heim, Rub6n dhomicidio calificado".
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

10. "a) La cuecti6n de la imputabilidad del psicó-


pata debe resolverse en cada caso concreto, determinan-
do si dada la concreta personalidad anormal del sujeto
y Ias peculiaridades de su comportamiento, el derecho
le puede exigir el puntual sometimiento al deber.
b ) El art. 34, inc. 1, del Cód. Penal contiene una
fórmula mixta, que prevé las causas psicopatológicas y
las consecuencias que deben haber provocado, pero va-
loradas por el juez, en cuanto pudieran haber privado
al sujeto de la comprensión de la criminalidad o de Ia
posibilidad de dirigir sus acciones.
C) El concepto de inimputabilidad no se construye
ni con condiciones biológicas ni psicológicas, sino que
se trata de un concepto normativo, de una forma de
irnputaci6n o atribuci6n.
d) La alteración morbosa de las facultades que se-
ñala el art. 34, inc. 1, del C6d. Penal, remite al concep-
to de enfermedad y como toda enfermedad, quien estA
enfermo es el "yo", sin que quepa considerar que $610
hay enfermedad cuando aparezca una causa corpórea
de ella.
e ) En términos de inirnputabilidad, es indiferente
que se trate de un genuino enfermo mental o de un
simple an6malo psiquico o de un sujeto normal pertur-
bado en sus funciones animicas.
f ) Quien decide la inimputabilidad del procesado
es el juez y no los peritos.
g) No es necesario que la alteraci6n morbosa pre-
sentada por una personalidad psicopática en el momen-
to del hecho, deba producir efectos similares a los de
una verdadera psicosis. [Voto del doctor Tozzr~r]
h ) La psicopatía será causal de inimputabilidad en
tanto actúe sobre el sujeto como lo hace una psicosis,
si configura una alteración morbosa que lleve al suje-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

to a no comprender la criminalidad de sus actos o di-


rigir sus acciones. [Voto en disidencia del doctor Ri-
VAROLA]

2') Corresponde condenar al procesado no obstante


ser portador de una personalidad psicopática, si com-
prendib e internalizó los valores puestos en juego en el
caso". [Voto en disidencia del doctor RXVAROLA]
CNCrimCorr, Sala 1, 2215190, "U.,A. L.", LL, 1991-D-155.

2 EL P S Z C ~ P A T AS ~ L OES
INIMPUTBLE EN CASOS
M W GRAVES Y EXCEPCIONALES

1. "El excelente informe de los médicos forenses,


que efectuaron un minucioso y serio estudio de 'Tignane-
lli', establece que el nombrado no padece de enfermedad
mental y tiene capacidad para delinquir, caracterizan-
dolo como portador de una personalidad psicopatica
perversa, insensible, frío de ánimo, simulador y men-
daz, que puede estar arrepentido de lo que hizo porque
debe pagar las consecuencias, pero de ningún modo
tiene remordimiento.
Demostrado, pues, como lo está, que el procesado
no es inimputable en orden al art. 34, inc. 1, Cód. Pe-
nal, ninguna duda puede abrigarse acerca de su res-
ponsabilidad en carácter de autor de los delitos de ho-
micidio calificado reiterado y tentativa de incendio
cometidos en las circunstancias de modo, tiempo y lu-
gar referidos fielmente en el requerimiento punitivo".
[Voto de 10s doctores URE, PANELO, LEJARZA]
"La llamada personalidad psicopática perversa ('per-
verso instintivo', 'constitución perversa', etc., denomi-
naciones con las que actualmente se designa el antiguo
'loco moral' de la criticada terminología de PRITCHARD),
incluso cuando no se trata de la sub especie adquirida
176 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

(sintomAtica; post-traumática; post-encefalítica, etc.),


sea porque carece de la capacidad de comprender la cri-
minalidad del acto o, en su caso, de la de dirigir su con-
ducta conforme a dicha comprensión, puede originar la
declaración de inimputabilidad de acuerdo con la f6rmu-
la mixta consagrada en el art. 34, inc. 1, del C6d. Penal.
Los vocablos 'alteraciones morbosas' del art. 34
inc. 1 , del Cód. Penal, no deben en modo alguno enten-
derse como simples sinónimos de enajenación o aliena-
ci6n mental (tal la común opinión vigente), sino de
manera mas amplia, comprensiva tanto de las enferme-
dades mentales, rigurosamente delimitadas y descrip-
tas por las nosugrafías psiquiátricas, como de otros
estados o situaciones que, como las neuropatías, y aún
las formas más graves entre las denominadas persona-
lidades o constituciones psicopáticas pueden, en cir-
cunstancias excepcionalísimas, provocar la inimputabi-
lidad del sujeto si en el caso concreto yace excluida Ia
capacidad de comprender la criminalidad del acto o
la posibilidad de dirigir su conducta.
La riqueza semhtica y conceptual de la frase 'com-
prender la criminalidad' (valor) del acto, alude a la ca-
pacidad de aprehender o captar positivamente el desva-
lor etico-social de la propia conducta -ausente la cual
no hay base posible para ninguna especie de reprocha-
bilidad ética ni jurídica-, y que dicha comprensión no
puede alcanzarse jamás por la sola via de actos u opera-
ciones puramente intelectuales ('lo afectivo es lo efecti-
vo en la vida personal y en la conducta'). De aquí re-
sulta, sin más, que el psicópata perverso, cualquiera
sea su especie cuya 'morbosa personalidad moral' es
inimputable porque no puede 'comprender la criminali-
dad' del hecho que se le imputa y que, en rigor, ha per-
petrado casi como puro ser zoológico (la naturaleza es
neutral a toda especie de valoraciones éticas) y no como
auténtico y plenario ser humano.
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

Sobre el terreno fértil de ciertas neuropatías y


personalidades psicopáticas ( y no solamente en los
casos de graves enfermedades mentales) suelen hacer
i r r u p c i ~ nen la conducta procesos morbosos denomi-
nados impulsiones psicomotrices incoercibles que ava-
sallan la faz conativa del acto, destruyendo toda posi-
bilidad de inhibición, a pesar de la conciencia más o
menos perturbada del autor. En estos casos la incapa-
cidad de dirigir las acciones (a despecho de la con-
ciencia) acarrea la inimputabilidad (que es capacidad
de culpa).
Las denominadas personalidades o constituciones
psicopáticas pueden, en circunstancias excepcionalísi-
mas, provocar la inimputabilidad del sujeto si en el
caso concreto yace excluida la capacidad de compren-
der la criminalidad del acto o la posibilidad de dirigir
su conducta". [Voto en disidencia del doctor SEVERO
CABALLERO]
CNCrimCorrCap, Sala de Cámara, 4/6/65, "Tignanelli, Juan. C.",
"Revista de Derecho Penal y Criminología", 1968-1-83, y RepLL,
1967168-1251, no 8 y 10.
2 . "No accedo a manejarme estrictamente dentro
del marco de la escuela alienista, que todo lo que no
es alienación quede fuera del apartado biológico del
art. 34 del Cod, Penal, excluyendo auténticas enfer-
medades mentales y declarando a priori la imputabi-
lidad de todos los semialienados, cualquiera sea el
compromiso de las afecciones volitivas o afectivas. Pe-
ro, con CABELLO, entendemos que desde un punto de
vista empírico sólo los grados muy graves e intrinca-
dos de psicopatía deben equipararse a enfermedades;
e incorporar entre los inimputables a sujetos con tras-
tornos severos de la personalidad con disfunción per-
manente*'.
CCrimCúrr La Plata, Sala 1, 15/9/89, "Flores, Ramdn D. dviola-
ción y homicidio", P74455, RSD-99-89S.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

3. "S610 en circunstancias excepcionales de graves


alteraciones afectivo-volitivas en las que realmente pue-
de equiparársele a un enfermo mental podría hablarse de
la inimputabilidad del psicdpata. Las psicopatías o ras-
gos psicopáticos o personalidad psicop5tica no definen
una enfermedad mental sino un tipo de personalidad
psíquica anormal, un particular modo de ser y de ac-
tuar respecto de si y de la sociedad".
CNCrimCorr, Sala VI, 17/11/78, "Ramos, Carlos F.", LL, 1980-
A-640, y JA, 979-IV-146.

30. EL PSIC~PATAES INIMPUTABLE CUANDO SUS EFECTOS


SEAiü SIMILARES A LOS DE LA PSICOSIS

1. "Ni la drogadicción, ni la embriaguez solas lle-


van a la inimputabilidad, sino que ambas causas deben
producir la no comprensión de la criminalidad del acto.
En los presentes aun aceptando el hecho que el proce-
sado haya ingerido alguna droga, no está ni remota-
mente probado el segundo paso que exige el art. 34,
inc. 1, del Cod. Penal. El procesado no sólo se apode-
ra del auto, sino que además lo conduce y declara pos-
teriormente negando el hecho. Dicho de otra forma:
la actitud del procesado durante y después del hecho
que se le imputa aparece a mi juicio como normal, por
lo menos para los efectos penales".
44
Se podría argüir desde otro punto de vista, que el
procesado es un psicópata y por lo tanto al 'ser' una
persona sin capacidad de poder comprender el hecho
antijuridico caería en el art. 34, inc. 1, del Cód. Penal.
Esa tesis fue sustentada por la Sala VI en el caso
'Sáenz Valiente' con voto de los doctores ZAFFARONIy
ELBERT, con disidencia del suscripto (LL, 1986-D-271).
De las pericias practicadas, si bien surge que los psi-
quiatras admiten que Stambuli es un psicópata, el in-
forme psicológico en cambio admite una personalidad
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

con componentes pcicopáticoc y manifestaciones histe-


ro-paranoides, que presenta un cuadro de adicción y
síndrome de inmuno deficiencia adquirida. Pero de
ahí no surge que el procesado no pueda comprender la
criminalidad de su acto ni dirigir sus acciones. No
aparece de la prueba de autos ninguna evidencia que
'Stambuli' a causa de su personalidad psicopatica no
pueda comprender el sentido de sus actos".
"En el fallo de la Sala VI antes nombrado, sostuve
que la psicopatia podía ser causa de inimputabilidad,
sólo cuando la misma se equiparaba en sus efectos a
las llamadas psicosis. Sostener que el psic6pata por el
solo hecho de serlo es inimputable, no tiene fundamen-
tos legales por una parte, ni médicos por otra". [Voto
del doctor DONNA, al que adhirieron los doctores TOZZINI

CNCrimCorr, Sala 1, 20/4/89, "Stambuli, Fabio D.", LL, 1989-


E-465.

1. "El analisis de la cuestión se complica en este


caso, porque el derecho debe ir a buscar tanto el con-
cepto de psicopatía como el de sus consecuencias, a la
ciencia mkdica y ésta en este tópico no da una respues-
ta unica. El tema había sido visto con agudeza por
KAUFMANN cuando afirmaba: 'las afirmaciones generales
que conciernen al. campo de las ciencias naturales de-
ben adoptarse siempre y solamente si están aseguradas
en el campo científico, o sea si se las acepta en gene-
ral' (KAUFMANN - ARMIN,Tipicidad y causación, e n nuevo
pensamiento penal, 1973). Y justamente éste es el caso
en que los expertos médicos no coinciden en sus con-
clusiones. En esto debo observar que normalmente la
doctrina y jurisprudencia se han manejado con la teo-
ría de SCHNEIDER, que exigía que toda enfermedad men-
180 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

tal tuviera una base somhtica. Sin embargo este pos-


tulado, no es aceptado en la ciencia médica. Así las
cosas, no puede el juez recurrir a ella, debiendo en
consecuencia ajustar su criterio a lo estrictamente jurí-
dico, que en este caso está dado por el art. 34 del C6d.
Penal.
En este aspecto la psicopatía tendrá como conse-
cuencia la inimputabilidad cuando sus efectos sean si-
milares a los de la psicosis, y en este sentido que le im-
pidan comprender la criminalidad del acto o dirigir sus
acciones. No surge que 'Sáenz Valiente' tenga una en-
fermedad, pongasele el nombre que se quiera, que le
impida tal comprensión. Si sólo se toma en cuenta
los antecedentes, la forma de actuar y su personalidad
a los efectos de declarar su inimputabilidad, mucho me
temo que nuevamente estemos acercándonos a la es-
cuela positivista italiana, y de alguna manera traer Ia
teoría de la peligrosidad a la dogmática penal, de don-
de fue desalojada con muchos esfuerzos, y en donde
intenta entrar, vestida de innumerables formas.
En este sentido, adviértase el profundo desfasaje
que se lograría aduciendo que toda personalidad psico-
pática es inimputable, y por ende tal como lo sostienen
los peritos médicos, peligrosos para sí y para terceros.
La conclusión es que se vaciarían las carceles y se lle-
narían los hospitales creados a tal efecto, con las con-
secuencias de que el juez no podría tener el control del
cumplimiento de la pena, que quedaría en manos de
los médicos, violgndose las garantías constitucionales
que existen en la Constitución nacional.
Además no se puede aducir que estamos en la
duda y por lo tanto, hay que estar a lo más favorable
al imputado. N o alcanzo a ver este razonamiento,
porque desde la perspectiva futura del procesado, man-
teniendo el criterio de la imputabilidad, se le da la espe-
ranza de salir de su encierro, aun en hipotético caso de
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL 181

que sea despuks de muchos años de prisión. La alterna-


tiva contraria, lo condena de por vida a permanecer en
un establecimiento de seguridad, sin la esperanza míni-
ma de salir de ese sitio.
Quiero aclarar que estas consideraciones, no cen-
trales al tema, vienen al caso solamente a los efectos
de descalificar cualquier argumento en ese sentido. Y
digo esto porque estoy convencido que en el presente
caso, el procesado no encuadra en lo dispuesto por el
art. 34, inc. 1, del Cód. Penal". [Voto del doctor DONNA]
"Entiendo que la Función del peritaje psiquiátrico
debe limitarse a describir las condiciones psiquicas de
las personas y las características, intensidad, signos y
síntomas de su padecimiento si lo hubiese, pero el sig-
nificado que esto tenga para el juicio de culpabilidad,
es una valoración eminentemente jurídica.
La principal característica de la psicopatía 'es su
conducta antisocial, es decir, que su actitud básica es
agresivamente antisocial'. La conducta de los psicópa-
tas generalmente se manifiesta como si no obedeciera
de ningún modo a un plan establecido que implica una
elaboración de experiencias previas básicas a partir de
la cual se seleccionan ciertas metas y hechos en forma
definida. Por el contrario, los psicópatas generalmen-
te tienen una gran dependencia de los otros, de la cual
no son conscientes, para configurar objetivos que, ade-
más, suelen ser solo provisorios y superficiales. Son
irresponsables y llaman la atencion por la despreocu-
pación total de las consecuencias de sus actos (como
si las mismas no fueran a afectarlos a ellos ni a nin-
gún otro hombre). Es notoria su falta de considera-
cidn real de la dimensión temporal, ya sea del presen-
te, del vínculo con el pasado y de la progresión hacia
el futuro.
En mi entendimiento, conforme al actual concepto
de enfermedad mental, a los aportes de las ciencias de
182 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

la conducta, que permiten conocer hoy mucho mejor


las caracteristicas y limitadas capacidades de los psicó-
patas y, particularmente, frente a un concepto nor-
mativo de la culpabilidad penal, no me cabe duda de
que el psicópata nunca puede ser considerado impu-
table.
Nuestro C6digo Penal exige que el autor haya teni-
do la posibilidad de comprender la criminalidad de su
conducta. En ningún momento esta fórmula exige la
comprensi611 efectiva, sino sólo la posibilidad de com-
prensiíin. Ello resulta perfectamente coherente si nos
preguntamos seriamente qué es 'comprensión de la cri-
minalidad', o para precisarlo un poco a nivel de impu-
tabilidad, mejor es hablar de 'comprensi6n de la anti-
juridicidad'.
Me resulta claro que 'comprender' no es lo mismo
que 'conocer'. La antijuridicidad de una conducta es
un disvalor, no es un ente del mundo físico, sino una
valoración juridica. Tener la posibilidad de comprender
una valoración jurídica no es solo tener la posibilidad
de conocerla. Los valores no se 'conocen' solamente,
sino que se 'internalizan' o 'introyectan'. Entiendo que
es precisamente eso la que exige nuestro Código, o sea,
la posibilidad de internalizar el valor jurídico.
La vieja tesis alienista, segun la cual la insuficien-
cia o alteración morbosa debía identificarse con aliena-
ción mental ha dejado de tener vigencia y son los mis-
mos médicos forenses, sucesores del enunciador de
esta teoría, quienes se ocupan de desmentirla.
Pareciera ser que las ciencias de la conducta hu-
mana, que otrora habían entendido a la enfermedad
mental como sinbnimo de enajenacibn, es decir como
disfunci6n de la esfera intelectual, habían caido en un
criterio de morbosidad solo determinado por la inteli-
gencia y su funcionamiento, como derivado de una vi-
Sf NTESISJURISPRUDENCIAL 183

si6n del mundo pretendidamente cientificista, fundada


en un materialismo ingenuo y mecanicista, en que lo
primordial era siempre el entendimiento causal de los
fen6menos y, por ende, tendían a ver como enfermo
mental s610 al incapaz de captar ese proceso.
Si bien hoy las ciencias de la conducta humana
han avanzado y esta idea e r r h e a se ha superado, como
también la cosmovisión positivista, no es menos cier-
to que la 'actitud' de muchas personas sigue arrastran-
do esta visi6n del materialismo ingenuo como sustrato
inconsciente. De allí que frecuentemente sea difícil
explicar qué tan enfermo es el que padece una disfun-
ci6n de su esfera intelectual como el que padece una
disfunción de su esfera afectiva, sin contar con que la
separación neta de otrora es hoy puesta en seria discu-
sión.
Teniendo en cuenta esta última advertencia y agre-
gando que hay diferencias en la presentacidn de los fe-
nómenos, se puede graficar lo sostenido -al solo efecto
de mostrar la importancia de las fallas- diciendo que
así como en la esfera intelectual se distingue el idiota
profundo y al débil mental superficial, en el plano afec-
tivo se distingue al psicópata -con su tremenda atrofia
afectiva- del neurótico, que percibe al valor sintomati-
co de su conducta, por más que visto 'desde fuera' pue-
dan verse algunos rasgos psicop8ticos.
Teniendo esto en cuenta, no es posible hoy afirmar
la irnputabilidad de un sujeto atendiendo s61o a su es-
fera intelectual.
Un elemental sentido de la corrección interpretati-
va muestra que la comprensión no puede quedarse en
el mero conocimiento, porque el conocimiento no siern-
pre puede fundar el reproche de culpabilidad. Cuando
conocemos las valoraciones de otras culturas, podemos
describirlas en detalle, pero eso no significa que pueda
184 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

exigírsenos su 'comprenci6n' y el m8s primario sentido


de justicia impide que se nos condene por no haberse
adecuado a esas normas. Por mucho que un sujeto
conozca el disvalor jurídico de una conducta, no puede
exigírsele que actiie a su pauta cuando no se le podia
exigir que la internalice, porque era incapaz de ello.
Como si esto fuese poco, diremos que tampoco pue-
de siquiera desde el punto de vista de la vieja teoría
psicológica de la culpabilidad afirmarse que hay culpa-
bilidad. Sabido es que esta teoría pretende ser un
concepto descriptivo y no valorativo de la culpabilidad,
al menos en su versi6n primigenia pero que LISZT,para
evitar que la imputabilidad fuese un componente de Ia
punibilidad y no del delito, hizo que la misma ocupase
el lugar de presupuesto de la culpabilidad, basada en
la motivación normal del autor. Es inconcebible afir-
mar que un psicbpata es un sujeto que se motiva nor-
malmente. De este modo resulta que un psicópata es
inculpable para cualquiera de las dos teorías de la cul-
pabilidad difundidas en nuestro medio.
N o tenemos que caer en el error de confundir estas
caracteristicas con las que suelen presentar muchos in-
dividuos en la vida cotidiana. La falta de temor ante la
muerte, de angustia, el afán inmediato de dinero, los
negocios turbios y rápidos, la falta de consideración
del otro como persona, son características de muchas
conductas en la vida cotidiana, porque, por cierto que
nuestra época tiene caracteres psicopaticos mas que neu-
rótico~. No obstante, una cosa es que haya sujetos con
una personalidad que presente algunos rasgos psicopá-
ticos, y otra completamente distinta es un psicópata,
que no puede hacer otra cosa. El hombre ciudadano
cae eventualmente en conductas parecidas, pero éstas
no son su pauta permanente y, además, la carga de an-
gustia y culpa no puede eludirla al fin, canalizándose
en reacciones neurbticas, circulo de lo 'neurbtico-neuro-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL 185

tizante' en que suele estar inmerso. Pero en el psicó-


pata no hay angustia, no hay culpa, no hay temor ante
la muerte, no hay afectividad, no como característica
de alguna conducta condicionante a otras, sino que no
existen en su personalidad disminuida.
Está perfectamente establecido -y me remito a Ia
literatura indicada antes- que el psicdpata es un indivi-
duo que tiene una absoluta incapacidad para asimilar
ejemplos y experiencias, premios y castigos. En ocho
años de sometimiento del procesado a un régimen pe-
nitenciario ordinario, lograríamos que éste fortaleciese
sus mecanismos y su personalidad se tornase todavía
más rígida a su egreso. Después de ocho años, lanza-
ríamos a la calle a una persona más deteriorada, cuyas
carencias nos habríamos ocupado de incrementar ali-
mentándolas durante ese tiempo. Jamás un psicópata
puede asimilar esa experiencia como una motivación
para enmendar su futura conducta, sino mas bien sen-
tirla como nueva deuda que tiene que cobrarle al desti-
no, como un nuevo mal que se le hace y por el que
debe vengarse.
El procesado no tuvo la capacidad de comprender
la antijuridicidad de lo que hacía porque no tiene una
completa capacidad para comprender el carácter de
persona de él mismo ni de su prójimo. No puede asi-
milar valores, porque todas sus valoraciones están fija-
das conforme a los requerimientos de satisfacción y
provecho inmediato. De igual modo, por mucho que
le sometamos a un régimen para sujetos relativamente
normales, jamás lograremos que se refuerce con ello su
motivación en la norma, sino que, por el contrario, le
reforzaremos los mecanismos de su personalidad para
apartarse de la misma.
No me cabe duda que el concepto de psicopatía
como causal de inimputabilidad puede ser manejado
arbitrariamente y con ello traducirse en una forma de
186 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

imponer penas por tiempo indeterminado e inclusa


perpetuas a titulo de medidas de seguridad a cual-
quier persona a quien se le rotule de esa forma, pero
este riesgo dependerá de que en cada caso se analicen
minuciosamente los conceptos. Una ética delicuencial,
unas pautas de conducta correspondientes a grupas
más o menos violentos o con pautas disidentes respec-
to de los sectores hegem6nicos o mayoritarios de una
sociedad, en definitiva, una etica incomprensible o
inadmisible para el juez, no puede ser la base para la
calificaci6n de 'psicópata', como tampoco puede ser
el c6rnodo expediente penitenciario de definir como
tal al que causa problemas en la institucidn. Creo que
el concepto que dejo esbozado es el de una incapaci-
dad para internalizar 'cualquier' pauta y no para inter-
nalizar únicamente las pautas que deseamos que in-
ternalice o que la ley parece querer que internalice. Es
incomprensible, desde el punto de vista de cualquier
delincuente de los llamados 'profesionales' la actitud
irresponsable en cuanto a las consecuencias para su
misma persona por parte de 'Sáenz Valiente'. No puede
calificarse a cualquier reiterante, reincidente o revolto-
so o insubordinado como psic6pata.
No se me escapa que se corre el peligro de hacerlo
y que, en consecuencia, se abre una puerta por la cual
el psicólogo poco escrupuloso que quiera imponer su
moral o su ética a los demás pueda calificar como per-
sonalidad psicopática o cualquiera que presente s61o
i ~ ~ ~del
rasgos p ~ i ~ ~ p á t [Voto " doctor
. ZAFFARONI]
"El psic6pata padece de una afección psíquica,
no reconocible por síntomas externos convencional-
mente examinables. La afección consiste en la atrofia
del plano afectivo, como impedimento para introyectar
normas y valores de convivencia social. El psicópata
puede poseer una inteligencia brillante, y pese a ello
estar impedido de comprensión como vivencia o asimi-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL 187

laci6n de valores externos a sus propios deseos e im-


pulsos.
La psicopatía se refiere sobre todo a desviaci6n
anormal (negativa) del carácter (afectividad, forma-
ci6n de la voluntad). La dificultad de delimitación de
la psicopatía frente a formas psicóticas y neuróticas ha
llevado a que el concepto de psicopatía sea hoy evitado
con frecuencia. También la cuestión referente a qué
es constitucional y qué adquirido en la psicopatía per-
manece abierta. Por el momento, se propicia limitar
el concepto de psicopatía a las anormalidades que con-
sistan en la incapacidad de llevar una vida autónoma y
social.
N o sólo es posible el cotejo de situaciones psicopá-
ticas con el art. 34 del Cód. Penal, sino que la expe-
riencia más reciente ha ido demostrando que ello es
necesario, probando, a la vez, mi afirmaci6n inicial de
que el jurista debe valerse de los conocimientos dis-
ponibles de otras ciencias, en el estadio evolutivo que
se encuentren, si ello permite responder con más jus-
ticia a los problemas que en la praxis va creando el
encuadre jurídico del comportamiento de los justicia-
bles.
N o creo que la admisión de las psicopatias entre
las causas de inimputabilidad origina graves desfasajes
político-criminales. Como se ha dicho antes, no hace-
mos referencia a rasgos psicop&ticos, o a algunas ca-
racterísticas de esta tipificación. Por lo tanto, aquel
que alegue en su defensa esta causal, deberá recorrer
un largo camino pericial, probatorio y analítico hasta
que, como en este caso, un juez se pueda sentir autori-
zado a admitirla. No debe olvidarse tampoco que a la
desconfianza de los jueces se suma la de los médicos y
psiquiatras, que siempre querrán máximas seguridades
de que no están tomando un mero sintoma por la cues-
tión central. Por último, el psicópata se define por su
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

comportamiento habitual más que por cualquier test la


que a la postre resulta una decisiva señal de alerta indi-
cativa de que una inteligencia media o superior no reac-
ciona a estímulos axiológicos. Sería interesante cono-
cer la estadística acerca de la frecuencia con que se
alega en nuestros estrados esta causal de inimputabili-
dad, y al promedio de éxito que alcanza. De todos mo-
dos, será difícil probar las psicopatías en todos o en la
generalidad de los casos, pero es incontrastable de que
las psicopatías existen, y que pueden identificarse casos
paradigmaticos en todo tipo de sociedad". [Voto de1
doctor ELBERT, adhiriendo d voto del doctor ZAFFARONI]
CNCrimCorr, Sala VI, 11/2/86, "Sáenz Valiente, M.", LL, 1986-
D-271.

1. "Las personalidades psicópatas no definen una


enfermedad mental sino un tipo de personalidad psi-
quica anormal, no pudiendo afirmarse ni negarse la
imputabilidad o inimputabilidad del psicópata, debien-
do verificar en cada caso si se dan las condiciones que
la ley establece.
En el caso de autos, luego de apreciados los infor-
mes médicos, su competencia, la uniformidad y discún-
formidad de sus opiniones, los principios científicos en
que se fundan y la concordancia de su aplicación con
las leyes de la sana lógica y demás pruebas y elemen-
tos de convicción que el proceso ofrece, concliíyese, por
aplicación del 'favor rei' que el procesado actuó domi-
nado por un poder intruso en su mente que determin6
una conducta obsesiva, irresistible, impulsiva, no pu-
diendo descartarse que a tiempo de los hechos se hu-
biera encontrado privado de la capacidad de compren-
der la criminalidad de sus actos o dirigir su conducta
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

(art. 34, inc. 1, C6d. Penal), absolvidndose de los deli-


tos de homicidios calificados cometidos en forma reite-
rada, ordene su internaci6n hasta que desaparezcan las
condiciones que lo hacen peligroso".
CNCrim, Sala 11, "Melogno, Ricardo", c. 30.097, "Boletín de Juris-
prudencia de la Camara Criminal y Correccional", 1986, no 4, oct.-
nov.-dic., p. 1556, del voto de los doctores ROCHADEGREEF, RVAROLA,
RAGUCCI.
2. "La declaracidn de inimputabilidad de psicópa-
ta implica una medida de seguridad prácticamente per-
petua, es decir, una privación de libertad perpetua y
dado que en el caso de autos no existe un diagnóstico
preciso sobre el grado de la psicopatía, no se puede
disponer lo m5s grave para el procesado, disponikndo-
se en consecuencia la confirmación de la sentencia,
apelada en cuanto condena al justiciable por el delito
de robo con intimación".
CNCrim, Sala VI, "SAnchez, Ornar", c. 13.410, "Boletín de Ju-
risprudencia de la Camara Criminal y Correccional", 1986, no 4,
oct.-nov.-dic., p. 1580, del voto de los doctores ZAFFARONI, EL-
BERT.

1. "La tendencia a la irritación y a la agresividad,


por si solas, no constituyen rasgos demenciales ni inte-
gran otros síntomas de locura.
El psicópata es imputable, desde que es mentalmen-
te consciente de sus actos.
Los médicos especialistas deben meritar la entidad
del estado peligroso, ocasionado por distintos factores
exógenos y endógenos que hacen al coeficiente intelec-
tual y personalidad del procesado".
CNCrim, Sala VII, "Olmos,Luis", c. 13.744, "Boletín de Juris-
prudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1990, no 6.
190 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

2. "La alegada inimputabilidad del encausado en el


momento del hecho como consecuencia de la ingesta de
alcohol y consumo de cocaína en cigarrillos (crack)
debe desecharse si las personas y funcionarios que to-
maron contacto con el mismo después del homicidio
no hacen referencia a situación alguna que pudiera mí-
nimamente justificar que su conciencia se hallara gra-
vemente perturbada o impedido en razón de ello de
adecuar su conducta a las reglas legales y morales por
todos conocidas, como el 'no matar', norma internali-
zada naturalmente por todo individuo y máxime cuan-
do la propia actitud posterior al hecho, ocultando el
arma homicida y alejándose del sitio tratando de no
despertar sospechas, son reveladoras de su lucidez in-
telectual y gobierno de su personalidad.
Los rasgos psicopáticos puestos de relieve en un
peritaje médico en modo alguno pueden sustentar la
pretensa inimputabilidad del procesado ya que los alu-
didos rasgos no pueden asimilarse a las personalidades
psicopáticas, pues cualquier individuo presenta de or-
dinario notas distintivas de la esquizofrenia, la manía,
o cualquier otra, sin que por ello sean alineados o inim-
putables, ello sin perjuicio de considerar o no a los psi-
cópatas como tales".
CNCrim, Sala 1, "Coppola, Miguel A.", c. 38.651, "Boletín de
Jurisprudencia de la Cámara Criminal y Correccional", 1991, no 4.

3."No corresponde tener por inimputable al pro-


cesado, si no obstante presentar su personalidad ras-
gos psicop5ticos no alcanza ello para tenerlo por psi-
cópata, en tanto aun cuando emana de la causa una
explicación irracional de su conducta delictual, también
surge una asunción de responsabilidad, un arrepenti-
miento y una voluntad de solucionar el conflicto que se-
ñalan su comprensión de la criminalidad del acto".
CNCrimCorr, Sala IV, 29/3/90, "M.,
G . E, LL, 1990-D-151 , y DJ,
1990-2-1038.
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

l. "La fórmula mixta del Código Penal exige, para


que una persona sea considerada inimputable, no só-
lo que concurra el requisito de la alteración morbosa
-en el caso, se había descartado que el condenado, que
presentaba una personalidad psicopata, fuera inimpu-
table-, sino también que ésta ocasione alguno de los
dos efectos psicológicos-normativos previstos por la
norma, es decir, la ausencia de comprensión de la cri-
minalidad del acto o la imposibilidad de direccion de
su accionar.
Las limitaciones del condenado en la comprensión
del desvalor de lo hecho -en el caso, presentaba una
psicopatía que no le impidió comprender la criminali-
dad del acto y dirigir sus acciones- son claramente in-
dicativas de que el espacio de autodeterminación se
encontraba de algún modo reducido, por lo que, con
independencia de que la intensidad del deficit de per-
sonalidad que padece no le quitará capacidad de culpa-
bilidad ni obstará al c6mputo de agravantes a su res-
pecto, tal particular estructura de personalidad que
incide en su libertad y discernimiento debe computar-
se como atenuante, al momento de graduar la pena a
imponerle".
TribCasPen Buenos Aires, Sala 11, 23/3/04, "M., A. M. slrecurso
de casación", LLBA, 2004-625.
2. "Se ha descripto como 'personalidad psicopáti-
ca' al terreno de predisposición o estado endógeno pre-
morboso que ocupa el impreciso territorio divisor de
los enfermos mentales y las personas normales; no son
enfermos, pero tampoco son sanos o ambas cosas a
la vez, por lo que se trata de determinar la capacidad
o incapacidad del psicópata para ser culpable de un
delito.
IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Las alteraciones del psic6pata por trastornos del


impulso sexual s610 podrfan pretender algln efecto
atemperante dentro del marco de la capacidad de im-
putabilidad atenuada, cuando el autor, capaz de actuar
culpablemente, en tensión de sus fuerzas intelectuales
morales por su menor capacidad de comprensión y su
mayor inestabilidad impulsiva, debe acudir a una fuer-
za de voluntad incomparablemente mayor, para lograr
el mismo resultado que un individuo normal".
C2aCrimCorr Mar del Plata, Sala 111, 915197, "Rivero, Jorge D.",
LLBA, 1997-736.

3. "En el estado actual de la legislación penal no


existe otra posibilidad que la de considerar el caso del
psicbpata dentro de los alcances de la imputabilidad
reduciendo los efectos perniciosos de tal consideracion
por la aplicación de las reglas previstas en los arts. 40
y 41 del C6d. Penal, que autorizan al magistrado a gra-
duar la pena de acuerdo con los antecedentes, condicio-
nes personales del procesado, sus costumbres, conduc-
ta precedente y calidad de los motivos que lo hubieran
determinado a delinquir".
CNCrimCorr, Sala MI, 14/6/85, "Rojas, Jorge O.", JA, 1986-11-535.

4. "Debe considerarse penalmente responsable a


quien, si bien se lo califica como anormal, posee ca-
pacidad para delinquir y discernimiento, aunque di-
chas circunstancias se tendrán en cuenta para la gra-
duación".
CPen Santa Fe, Sala 111, 19110181, "L. de S., M. E. L.", JA, 1983-
111-17.

5. "No obstante la imputabilidad del condenado,


debe reducirse la pena del mismo por el delito de abu-
so sexual con acceso carnal que padece alteración de la
personalidad con rasgos psicopáticos perversos, pro-
gresiva y creciente agresividad contra el mundo circun-
Sf NTESIS JURISPRUDENCIAL

dante, trastorno que vari6 de 'estroptofílico' a 'sádico'


con peligro para si y para terceros, angustia y compul-
si6n que comprometen el control adaptativo de sus im-
pulsos sexuales patolbgicos, impidikndole adecuarse a
la realidad circundante, asi como perversidad y falta
de repercusibn afectiva, debiendo sometérselo a trata-
miento psicológico permanente".
TribCasPen Buenos Aires, Sala 1, 4/4/06, "Salas, Alberto F.".

1. "Corresponde hacer lugar al pedido de libertad


condicional al condenado que presenta una personali-
dad de rasgos psicopáticos con defensas sistémicas,
proclives a la descompensación. Reiteradamente han
señalado los estudios más extensos la inconveniencia
de la prisi6n para estos enfermos, ya que resulta un
continente totalmente inadecuado para el tratamiento
que requiere su mal".
CCrimCorrFed, Sala 1, "Diaz Agüero, Carlos sllibertad condi-
cional", c. 20.8 13, "Boletín de Jurisprudencia de la Cámara CriminaI
y Correccional", 1988, no 3, sep.-oct.-nov.-dic.,p. 37, del voto de los
doctores CORTELEZZI Y MITCHELL.
2. "Corresponde denegar el beneficio de libertad
asistida por un condenado si los informes del servicio
criminológico y del consejo correccional de la unidad
aconsejaron su desestimación -en el caso, por presen-
tar una personalidad de tipo narcisista y psicópata-,
pues las exigencias para su concesión son mayores que
las previstas para la libertad condicional y constituye
un beneficio del que puede gozar el interno, que exi-
ge una especial valoración de las condiciones persona-
les en que se encuentra, a los fines de descartar la exis-
tencia de grave riesgo para el condenado o para la
sociedad.
194 IMPUTABILIDAD DEL PSIC~PATA

Para el otorgamiento de la libertad asistida si bien


la calificación de concepto del recluso será el funda-
mento o apoyo principal en que ha de descansar la
aplicaci6n de dicho beneficio, de modo que sin tal re-
quisito básico no puede avanzarse en el examen de la
posible procedencia, no es suficiente para llegar a con-
clusiones definitivas respecto de la existencia de grave
riesgo personal para el beneficiario o para terceros
pues la ley 24.660 exige que el juez forme su juicio,
ademáls, con el resultado de los informes del servicio
criminol6gico y del consejo correccional de la unidad
-en el caso, habían aconsejado su denegación por pre-
sentar una personalidad de tipo narcisista y psicópa-
ta- donde se halla internado el condenado".
CNCasPen, Sala 1, 31/8/01, "Luzza, Hugo A.", LL, 2002-B-226.
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La fotocomposición y armado de esta edici6n


se realiz6 en EDITORIAL ASTREA,Lavalle 1208,
y fue impresa en sus talleres, Ber6n de Astrada
2433, Ciudad de Buenos Aires, en la primera
quincena de abril de 2009.

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