Está en la página 1de 7

LA DAMA ENLUTADA

Hace algún tiempo, por el mes de noviembre, un joven taxista llamado Abel, trabajaba a altas
horas de la noche, era una noche fría y el aire sonaba muy raro…

Abel pasaba cerca del panteón del Saucito cuando a lo lejos observó a una mujer con un vestido
negro y un velo que cubría su rostro. Abel, temeroso, dudó en acudir a su llamado, pero decidió
llevarla; al subir la mujer al coche, Abel sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.

- ¿A dónde la llevaré?, le preguntó Abel a la seria mujer.

-Quisiera visitar los templos de la ciudad.

-Disculpe dama, pero los templos a esta hora ya se encuentran cerrados, contestó Abel.

-No importa, dijo la mujer, lo único que quiero es visitarlos y rezar una oración.

Abel aceptó llevarla.

- ¿A dónde iremos primero?, preguntó Abel ya más en confianza con la dama.

-Me gustaría ir primero al Templo de San Francisco, después a la Parroquia de San Miguelito, el
Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, el Templo de San Sebastián, el Montecillo, el Templo
del Apóstol Santiago y, por último, me trae a la iglesia del Saucito donde ahora nos encontramos.

- ¡A sus órdenes!, contestó Abel. ¡Qué hermosos son nuestros templos!, ¿verdad, señora? A los
turistas les encantan, dicen que son mágicos, ¿cómo ve?

Pero la mujer sólo se mantuvo callada en todo el camino, transcurría la noche y Abel la llevó a
cada uno de los lugares y en todos hacía lo mismo: bajaba del taxi, rezaba una oración hincada
frente a la puerta de cada templo y así llegó hasta el final del recorrido. Al arribar al templo del
Saucito, le pidió a Abel que no se fuera, que ya regresaba. Al volver, le pidió:

- ¿Me puede llevar al lugar donde me recogió?

Sorprendido, Abel repuso: ¿Frente al panteón?, pero señora, ya es muy tarde, ¿qué hará en ese
lugar, no le da miedo?, preguntó aterrado.
-No, joven, pero escuche con atención. No traigo dinero para pagarle, pero le daré esta medalla de
oro y este recado para mi hermano, él le pagará el servicio.

Abel, algo molesto por haber trabajado toda la noche y no recibir nada a cambio, aceptó. Al recibir
el papel de la mujer, sintió de nuevo el escalofrío.

Al llegar al panteón, Abel bajó del taxi para abrir la portezuela a la dama y con asombro observó
que ya no se encontraba ahí, pero la vio entrar al panteón. Luego pensó que todo eso era parte de
su imaginación.

Al día siguiente, Abel visitó al hermano de la misteriosa mujer y le contó lo sucedido.

El hermano, con una cara de asombro, le dijo: Efectivamente joven, esta es la letra y firma de mi
hermana, en agradecimiento de su gentil trabajo le daré un poco más de dinero de lo que costó el
servicio.

-Abel aceptó, pero antes de irse, el hombre le dijo:

-Amigo, me veo en la necesidad de comunicarle algo. La mujer que usted llevó anoche a recorrer
los siete templos es mi hermana, lo que usted no sabe es que ella hace un año murió en un
accidente trágico… Antes de morir prometió que visitaría los templos, pero ya no pudo hacerlo.

¡Abel estaba aterrado! Entregó la medalla y salió corriendo de ahí, sin el dinero.

A los tres días, Abel murió sospechosamente y nunca se conocieron las causas.

En el mes de noviembre, los taxistas temen y evitan pasar por el panteón del Saucito por la
noche… Cuenta la leyenda que una mujer vestida de negro regresa para pagar lo que prometió y
no cumplió en vida.
LA ISLA DE LAS MUÑECAS

Cuenta la leyenda que, Don Julián, quien era vigilante de la Isla de las Muñecas descubrió el
cuerpo de una niña a la orilla del lago, por lo que desesperado hizo todo lo posible para salvarle la
vida, sin embargo, la pequeña murió por causas extrañas y desconocidas.

Tras lo sucedido el señor vigilante se sentía atormentado y aseguraba que el espíritu de la niña
había poseído a una de las muñecas, así Don Julián, para protegerse comenzó a colgar muñecas
de todo tipo y tamaño alrededor de la laguna situada en Xochimilco.

Al paso del tiempo el hombre aseguraba que todas las muñecas estaban poseídas por espíritus
infantiles, poco a poco el señor se fue convirtiendo en un ermitaño y comenzó a habitar en su isla,
solo con las decenas de muñecas rotas y antiguas que recolectaba de la basura. Mucha gente
aseguró que tal vez, él era el poseído debido a que cambió radicalmente su forma de ser tras lo
sucedido.

Tiempo después Don Julián fue hallado sin vida justo en el mismo lugar donde él había
encontrado a la niña que trató de salvar, algunos dicen que se sentía culpable por no haberla
salvado y que por eso se había vuelto loco.
LA NOVIA DEL MAR

Se dice que hace muchos años, vivía una mujer en la ciudad de Campeche, a esta hermosa
muchacha le gustaba pasear en la costa y disfrutaba observar la llegada de embarcaciones e
imaginar cómo eran aquellos países desde donde venían tan exóticas y variadas mercancías.

La hermosa mujer se dice que tenía una gran belleza y que incluso era tan hermosa, que el propio
mar se había enamorado de ella.

El mar provocaba sonrisas en la dama con dulces oleajes y reflejando destellos dorados del sol,
pintando de naranja el agua por las tardes, momentos que fascinaban a muchacha.

Un día llegó a Campeche un barco en donde desembarcó un joven y apuesto marinero, la


hermosa mujer quedó impactada con el muchacho, ambos deseaban estar todo el tiempo juntos,
después de algunas semanas se volvieron inseparables.

La dulce mujer dejó de visitar al mar cada día y el mar empezó a extrañar el roce de sus dedos y
que ya no había más sonrisas para él y fue cuando de pronto el joven marinero tuvo que zarpar,
prometiéndole a su amada con un tierno beso, que pronto regresaría.

Los celos del mar se transformaron en ira y viendo la oportunidad de quedarse de nuevo con la
mujer para él, creó una enorme tormenta, con furiosas olas que terminaron por hundir la
embarcación en donde viajaba el marinero, de la cual no se volvió a saber jamás, así como de
ninguno de sus tripulantes.

Desde entonces se puede ver a la joven mujer esperando en el malecón de Campeche a que su
amado marinero regrese, mientras el mar admira su belleza.
EL ÁRBOL DEL VAMPIRO

Todo comienza en la Guadalajara del siglo XIX, específicamente en 1880. Dicen que en ese
entonces comenzaron a aparecer cadáveres de perros y gatos por todo el municipio; sin embargo,
lo más aterrador era que estaban desprovistos totalmente de sangre. Si esto ya preocupaba
sobremanera a la población, el pánico se generalizó cuando se encontraron cuerpos humanos en
las mismas condiciones.

Tanto los locales como las autoridades coincidieron en que se trataba de un vampiro, y
organizaron vigilias para capturarlo. Lo buscaron durante mucho tiempo, sin éxito, mientras el
terror se seguía apoderando de la ciudad. Finalmente, en los últimos meses del año, una de las
avanzadillas tuvo éxito, y lo capturaron. Una sabia y vieja curandera del pueblo les dijo que la
única manera de acabar con él era clavándole una estaca en el corazón, tallada a partir de la rama
de un Camichín.

Después de matarlo, la gente lo enterró en el Panteón de Belén. Como temían que la horrible
criatura fuera a resucitar, colocaron una losa de piedra muy grande y pesada para evitar que
escapara. No obstante, la losa se rompió al poco tiempo, dejando pasar una rama viva de
Camichín, la cual comenzó a envolver la tumba con su tronco y raíces. Este fenómeno inexplicable
conmocionó a todos, pero dejaron crecer al árbol; no fuera a ser que si lo cortaban despertara algo
peor. Hoy en día, el árbol del vampiro permanece en el panteón, pero se dice que cuando caiga, el
vampiro será liberado y aterrorizará de nuevo a los pobladores de Guadalajara.

 
LA CHINA HILARIA

Cuenta la leyenda que la china Hilaria era una hermosa mujer que salió ilesa de las manos del
mismísimo demonio

Algunos creen que era una bruja. Otros, que su belleza física, aunada a su amabilidad, la pusieron
a salvo. Y aunque nadie sabe con certeza qué fue; lo cierto es que su leyenda perdura hasta
nuestros días. La china Hilaria no sólo es la protagonista de una insólita leyenda, sino que llegó a
formar parte de una expresión que solamente los mexicanos sabemos reconocer.

Todo comenzó en El Encino, un popular barrio del estado de Aguascalientes. Allí. una mujer se
dedicaba a preparar y servir comida en una pequeña fonda para subsistir. Su nombre era  Hilaria, y
además de que su sazón era excepcional, el buen trato que ofrecía a sus clientes los convencía
de volver.

Para rematar, Hilaria era una mujer de gran belleza. El atributo físico que más destacaba en ella
eran los largos rizos que enmarcaban su rostro. Gracias a ellos, se ganó el cariñoso sobrenombre
que identifica su leyenda: la china Hilaria.

Por supuesto, no era raro que los hombres del barrio se fijaran en ella. Un día, un sujeto de muy
malos antecedentes llegó a comer en donde Hilaria atendía, y quedó prendado de ella. Todos le
llamaban el Chamuco, y además de su mala fama, era agresivo, hostil y presumido. Por supuesto,
intentó cortejar a la famosa mujer, pero solamente recibió negativas.

Conforme pasaba el tiempo, el Chamuco comenzó a ser más insistente y menos amable, pues la
china Hilaria no cedía. Al contrario, acudió con el sacerdote del pueblo para pedirle ayuda ante la
insistencia del rufián que no la dejaba en paz.

Tras hablar largo y tendido, el sacerdote le dijo al Chamuco que debía conseguir un mechón del
cabello de Hilaria e intentar alisarlo de manera natural, es decir, sin trucos. Si lo lograba en menos
de dos semanas, Hilaria aceptaría salir con él; pero si no, debía dejar de cortejarla.

Sin embargo, el Chamuco no era un hombre paciente. Tras unos cuantos intentos, optó por el
camino fácil y le pidió al diablo que realizara la tarea. A cambio, le ofreció su alma.
Lo que ni el Chamuco se esperaba era que el demonio no podría alisar ese mechón, pues en
aquello consistía el plan del sacerdote. Desesperado, el diablo arrojó el mechón a la cara del
hombre, dejándole una quemadura que le atravesaba la cara. Por supuesto, el plazo se venció sin
que el mechón cediera, por lo que el Chamuco tuvo que dejar de insistir. 

También podría gustarte