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El callejón del beso

Cuenta la leyenda que Carmen era una joven hermosa y cariñosa que vivía con su
intransigente padre. Carlos era un apuesto galán humilde dedicado a cumplir con
su trabajo.

Un día, por casualidad, Carmen y Carlos se conocieron y entre ellos surgió un lazo
indestructible. Desde entonces, el joven se situaba bajo el balcón de la casa de
Carmen, quien le respondía siempre con una sonrisa. Así pasaron semanas hasta
que, más tarde, iniciaron una conversación.

Pasó el tiempo y los jóvenes planeaban un futuro juntos. Cuando menos lo


esperaban, el padre de la joven se enteró de sus encuentros. Entonces, amenazó a
su hija con recluirse en un convento. A pesar de esto, Carmen y Carlos decidieron
continuar con la relación en secreto.

Carlos alquiló una habitación situada frente a la casa de su amada, donde podría
hablar con ella de balcón a balcón. Un día, el padre de la joven les pilló besándose
desde el balcón y, lleno de furia, clavó una daga a su hija y le quitó la vida. Desde
entonces se conoce este lugar como Callejón del Beso.

La llorona

Dice la leyenda que hace muchos años aparecía en Xochimilco la figura de una
mujer vestida de blanco, la cual cruzaba las calles de la ciudad mientras lamentaba:
¡Ay, mis hijos!

Los habitantes de la ciudad decían que se trataba de una pobre mujer que había
sufrido por un hombre que la había abandonado. Entonces decidió ahogar a sus
hijos en un río y, arrepentida, intentó quitarse ella la vida. Pronto fue apodada
como la Llorona.

Dicen que, a día de hoy, el espectro sigue apareciendo por las noches y recorre la
ciudad con su vestimenta blanca. Aún hoy se puede oír su desgarrador lamento.

La dama enlutada
Cuenta esta leyenda que, al casi caer la medianoche, algunas personas fueron
testigo de cómo un espectro femenino salió de la Catedral y puso rumbo hacia el
norte de la ciudad. La mujer vestía de negro y, cuando llegó frente al Santuario de
Nuestra Señora de Guadalupe, atravesaba la calle y después desaparecía.

Esa noche, la enlutada cosechó varias muertes. Aquellos que la persiguieron fueron
sus víctimas cuando escuchaban su tenebroso grito.
La china hilaria
Cuenta la leyenda que, en la calle de la Alegría, hace muchos años vivió Hilaria
Macías, conocida por todos como china Hilaria, ya que tenía el cabello muy rizado y
hermoso.

Con el tiempo un hombre poco recomendable, conocido como el Chamuco, se


enamoró de Hilaria. Esta no quiso corresponderle ya que sentía cierto rechazo, no
solo a su aspecto, sino también a su personalidad. El cambio, el Chamuco insistía,
primero con modestia, después con palabras soeces.

Hilaria comenzó a sentir miedo y decidió visitar al cura para que hablara con
Chamuco. El padrecito le dijo al hombre que pidiera a Hilaria uno de sus rizos
afirmando: “Si consigues alisarlo, en unos 15 días, te corresponderá”.

Chamuco siguió las recomendaciones del cura y, pasadas dos semanas, harto de
querer enderezar el rizo, acudió a la magia negra. Asistió a un brujo que invocó al
Diablo. Este le pidió su alma como recompensa y el Chamuco aceptó. Tras días y
días de trabajo no pudo hacer nada.

Chamuco reclamó al diablo su falta de seriedad y este, enojado, se fue. Desde


entonces, Chamuco quedo loco andando por las calles del encino atormentado.
Cada vez que alguien le preguntaba cómo estaba, solo respondía: “De la china
Hilaria”.

El autobús fantasma
Cuenta la leyenda que, en una vieja y peligrosa carretera que unía Toluca con
Ixtapan de la Sal, un autobús circulaba de madrugada de Ixtapan de la Sal hacia
Toluca.

Todo iba bien hasta que comenzó a llover, momento en que el autobús tenía que
tomar curvas muy peligrosas y pasar por un puente en el que solo cabe un vehículo.

De repente, los viajeros se asustaron al ver que el autobús había tomado más
velocidad. El conductor se percató de que los frenos estaban fallando. Pronto, en
una de las curvas, el autobús se precipitó al vacío dejando víctimas y sin
sobrevivientes. El autobús número 40 se incendió y jamás llegó a su destino.

Dice la leyenda que desde entonces, si transitas por esa carretera durante la
madrugada e intentas subirte a un autobús, posiblemente sea el número 40. Si
subes al autobús, no deberás hablar en ningún momento. Antes de bajar, jamás
deberás mirar hacia atrás en el autobús. Si lo haces no sobrevivirás.
Leyenda de la flor de cempasúchil
Dice la leyenda que hace mucho tiempo existieron una niña llamada Xóchitl y un
niño llamado Huitzilin.

Ambos crecieron juntos y pasaron mucho tiempo unidos durante la infancia,


incluso, iniciaron una historia de amor durante la juventud. Un día, decidieron
subir a lo alto de una colina, allí donde el sol deslumbraba con fuerza, pues sabían
que allí moraba el Dios del Sol. Su intención era pedirle a Tonatiuh que les diera la
bendición para poder seguir unidos. El Dios sol acepto y bendijo su amor.

Pronto, la tragedia llegó a ellos cuando Huitzilin fue enviado a participar en una
batalla para defender a su pueblo y tuvo que separarse de Xóchitl.

Pasó un tiempo y Xóchitl se enteró de que su amado había fallecido en el conflicto.


La muchacha sintió tanto dolor que le pidió a Tonatiuh unirse con su amado en la
eternidad. El Dios del Sol, al ver a la joven tan apenada, decidió convertirla en una
hermosa flor. Así que lanzó un rayo dorado sobre ella, entonces, creció en la tierra
un botón que permaneció cerrado durante mucho tiempo.

Un día, apareció un colibrí atraído por el aroma de la flor y se posó sobre sus hojas.
Fue entonces que la flor se abrió y mostró su color amarillo, como el mismo sol. La
flor había reconocido a su amado Huitzilin, el cual ahora tenía forma de colibrí.

Cuenta la leyenda que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes, el


amor de Xóchitl y Huitzilin vivirá por siempre.

Camécuaro, el lago de lagrimas


Dice una antigua leyenda que Huanita, princesa purépecha, se enamoró de
Tangáxhuan, sobrino del fundador del Imperio Purépecha. Un día, Candó, un
sacerdote, la secuestró y la recluyó en una yácata. Se dice que la princesa lloró tanto
que sus lágrimas formaron un lago. De ahí que Cameruco signifique “lugar de la
amargura oculta”.

Pronto Tangáxhuan, al enterarse de la noticia, fue al lugar donde estaba Huanita.


Cuando vió a Candó le lanzó una flecha con su arco. La flecha se clavó en un sabino,
el cual se partió y de allí se formó un manantial de agua verde.

Cuentan que las personas que se introducen en el lago de Camécuaro ven aparecer
en sus aguas la figura de una mujer que intenta que se queden con ella para
siempre.
La leyenda de los volcanes
Dice una antigua leyenda que los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, de los más
altos de México, representan a una doncella y un joven guerrero Tlaxcaltecas.
Iztaccíhuatl era la princesa más bella y se enamoró del guerrero Popocatépetl, uno
de los más valientes de su pueblo.

Antes de partir a la guerra en la que los Tlaxcaltecas se encontraban inmersos


frente a los aztecas, el joven guerrero pidió la mano de la doncella Iztaccíhuatl. El
cacique le concedió su deseo, a cambio de que volviera sano y salvo del conflicto.

Mientras Iztaccihuatl esperaba el regreso de su amado, un rival de Popocatépetl


engañó a la joven y le dijo que el muchacho había fallecido en la guerra. Entonces,
la princesa murió de tristeza en poco tiempo.

Cuando Popocatépetl regresó victoriosos del combate, recibió la mala noticia.


Durante días y noches el joven vagó por la ciudad pensando cómo podía honrar el
gran amor que se habían tenido. Así fue como ordenó construir una gran tumba
bajo el sol amontonando 10 cerros para levantar una enorme montaña.

Entonces, tomó el cuerpo de la princesa y la recostó en la cima de la montaña. Allí,


la besó por última vez para después, con una antorcha humeante en la mano,
arrodillarse a velar por su sueño eternamente.

Desde entonces permanecen juntos uno frente a otro y, con el tiempo, la nieve
cubrió sus cuerpos convirtiéndolos en dos enormes volcanes.

La novia del mar


Dice la leyenda que hace muchos años vivía en la ciudad de Campeche una hermosa
mujer que solía pasear por la costa para ver las enormes embarcaciones que
llegaban al puerto.

Una tarde, durante sus paseos, la joven quedó asombrada de un marinero y se


enamoró perdidamente de él. Pronto, los encuentros eran frecuentes y se volvieron
inseparables. Dicen que el mar sintió celos al ver que la joven ya no visitaba cada
día la costa, ni tocaba el agua con sus dedos. Entonces, un día que el marinero
zarpó, el mar transformó sus celos en ira y decidió separarlos para siempre. Su
furia creó una enorme tormenta que hundió el barco donde viajaba el marinero. El
joven nunca más regresó.

Desde aquel momento la mujer espera cada tarde en la playa. Siempre se verá en el
malecón de Campeche, mirando hacia el mar.
La isla de los muñecos
Dice la leyenda que, allá por los años 50, un hombre llamado Julián Santana
decidió recolectar todas las muñecas que aparecían en la zona del canal, después de
que una joven muriera allí ahogada.

El hombre decía que había oído los lamentos de la muchacha y, desde entonces,
decidió colocar allí las muñecas o partes de ellas que iba encontrando como
supuesto símbolo de paz y protección, a fin de espantar a los espíritus malignos.

Leyenda de la casa de brujas


Cuenta la leyenda que el dueño de esta casa ubicada en Guanajuato vivía allí con su
pequeña hija Susan cuando lo mandaron a la cárcel por cometer un delito.

Así, la niña quedó con sus tías, las cuales no la trataron nada bien. Las mujeres la
encerraron en un sótano y no le proporcionaban alimentos. Días después, los
vecinos aseguraban escuchar lamentos cuando fue hallado el cuerpo sin vida de la
joven.

Se dice que en las noches de luna llena la casa se vuelve terrorífica, quienes
transitan por ahí aseguran ver a una joven asomándose por una de las ventanas.

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