“Jesús lloró”: Buscar el consuelo de Dios en tiempos difíciles
+ gracia y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sea con todos ustedes. Al ver o leer las noticias podemos sentirnos frustrados o deprimidos. Tratamos de estar sentirnos alegres, ser optimistas y pensar de manera positiva, pero suceden cosas en la vida que nos cambian de ánimo. La pérdida de un ser querido, la falta de dinero en el hogar. Un despido. Una enfermedad. una ruptura en nuestra relación y muchas otras cosas más. Recurrimos a nuestra fe en busca de respuestas, pero no es fácil encontrarlas. En su mayoría, nos topamos con preguntas. ¿Qué se supone que debo hacer en medio de estas tragedias y conflictos abrumadores? Jesús lloró El versículo más corto de la Biblia, está en el Evangelio de hoy, “Jesús lloró” (Juan 11:35). Aunque solo contiene dos palabras demasiado breves incluso para un tweter, ese versículo guarda una importancia enorme, sobre todo cuando se nos dificulta hallar esperanza. Jesús lloró cuando estaba consolando a sus amigas María y Marta, que estaban de luto por la muerte de su hermano Lázaro. Sí, ese amigo que amaba tanto Jesús. Jesús se encuentra fuera de la ciudad cuando se entera de la enfermedad de Lázaro. En lugar de cambiar sus planes para ir a visitar a su querido amigo (Juan 11:3), Jesús decide quedarse donde está un par de días más. Les dice a los discípulos que la enfermedad de Lázaro no es para muerte, sino para la gloria de Dios, y para que el Hijo de Dios será glorificado por ella (Juan 11:4). Para cuando llega Jesús, Lázaro ya tiene cuatro días de haber muerto. María y Marta, las hermanas de Lázaro, están molestas por la falta de interés mostrada por Jesús. Cada una a su manera, le expresan su frustración. Están convencidas que su hermano no habría muerto si Jesús hubiese acudido cuando lo llamaron (Juan 11:21, 32). En ese momento, mientras observa el dolor de esta familia y comunidad, Jesús se conmovió mucho y empezó a llorar. Hay un debate sobre el motivo de su llanto. Juan no nos lo dice, pero estoy convencido que es por empatía ante el dolor de quienes ama. En ese momento, Jesús sentía la pena de María y Marta, su frustración, su dolor y su pérdida. Así que, llora. Consuelo Nos consuela saber que no adoramos a un Dios insensible ante la desgracia. El Dios que conocemos en Cristo Jesús siente nuestro dolor y conoce nuestra pérdida. Llora con nosotros. También adoramos a un Dios que puede soportar nuestra frustración. María y Marta se desahogaron, y nosotros también podemos hacerlo. Como en cualquier relación sana, necesitamos ser abiertos y sinceros con nuestros seres queridos, incluso cuando estamos molestos con ellos. Si alguien lo puede soportar, sin duda es Jesús. También es un recordatorio reconfortante de que, aunque estemos sufriendo una pena y parezca que Jesús está lejos de nosotros, no es porque no nos ame. La Biblia nos dice que amaba a Lázaro, aun cuando no lo libró de su enfermedad ni de la muerte. Una nueva vida La historia de Lázaro no termina con su muerte. Al pie de su tumba, Jesús lo llama por su nombre y la multitud ve cómo Lázaro se levanta y vuelve a la vida. Aunque María y Marta creyeron que Jesús había llegado demasiado tarde para ayudar, aprendemos que para Dios no hay un “demasiado tarde". Nuestra situación podrá parecer desesperada. Es posible que no veamos alguna solución. Tal vez no tengamos idea de cómo salir del lío en el que estamos metidos. Sin embargo, siempre hay esperanza en Jesús. Incluso para la muerte. Y Jesús así lo demuestra, resucitando a Lázaro y resucitando él mismo. Ese es todo el propósito de la resurrección de Jesús: darnos una nueva vida hoy, y la vida eterna en su reino por venir. Jesús dice: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí aunque esté muerto vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Creemos esto? Preguntas Cuando terminamos de leer la historia de Jesús que levanta a Lázaro de entre los muertos, aún quedan dudas. ¿Por qué tuvo Lázaro que pasar por todo esto? ¿Por qué llegó Jesús demasiado tarde para impedir su muerte? ¿Por qué tuvieron María y Marta que sufrir ese dolor? En las tragedias que vivimos y sobre las que vemos a diario, también nos quedan dudas. ¿Por qué algunos se sienten tan desesperados al grado de quitarse la vida? ¿Por qué cristianos fieles reciben diagnósticos médicos devastadores? ¿Por qué no hay médicos u hospitales que hagan un buen trabajo? ¿Por qué hay familias golpeadas por el desempleo y por qué hay vidas que se pierden en desastres naturales? ¿Por qué sufrimos? Aunque no recibamos todas las respuestas que queremos, sabemos que Jesús llora con nosotros. pero no solo esto, sino que él obra en medio de los sufrimientos para nuestro bien. Los sufrimientos Los líderes judíos estaban molestos con Jesús y planeaban matarlo. Ellos decían: “Este hombre está haciendo muchas señales, si lo dejamos asi, todos creerán en él. Entonces vendrán los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación” (11: 47-48) El sumo sacerdote Caifás sin darse cuenta estaba profetizando: “nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” Ellos planean matar a Jesús, pero Dios cambio el mal para el bien de todo el mundo. El sacrificio de Jesús fue para el perdón y la salvación del mundo entero. No solo por unos cuantos. Gracias a la muerte de Jesús tenemos la esperanza de la vida eterna. Dios estaba obrando por medio del sufrimiento de Lázaro, y por medio de la muerte de Jesús. De la misma forma, obra por medio de los sufrimientos y aflicciones que tenemos. Es para que la gloria de Dios se manifieste en nosotros. Muchas veces pensamos que el sufrimiento es malo, es lamentable y desastroso. Pero incluso, Dios obra a través de ellos, para convertir, lo que es malo, para el bien de los que lo aman. De la muerte Dios da vida, de la enfermedad da sanidad. El pecado Dios lo transforma en perdón. La tristeza en alegría. Y de los sufrimientos, una fe firme en nuestro Salvador. Por eso hermanos, busquémoslo en todo momento, más aun en los sufrimientos. Jesús nos acompaña en nuestro sufrimiento y nos da el consuelo y la esperanza de que hay una salida. Amén. + la paz del Señor sea con todos ustedes.