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1er Domingo de Navidad (26 de diciembre)

Isaias 9:2-7; Salmo 96; Tito 2:11-14; San Lucas 2: 8-20

JESÚS UNIÓ LOS CIELOS Y LA TIERRA CON SU PAZ

+ En el nombre de Jesús. Amén

 Cuando los pastores vieron aparecer a los ángeles y la gloria de


Dios rodearlos de luz se llenaron de mucho temor. Pero esta no es la primera
vez que los hombres tienen temor de la presencia de Dios. Por la caída en
pecado todos los hombres nos hemos alejado de Dios, tan lejos como está el
cielo de la tierra. El pecado nos separa de Dios. El pecado nos quita la paz.

Ya en el Jardín del Edén cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios y


cuando oyeron que el Señor se acercaba, corrieron a esconderse entre los
arbustos, “para huir de la presencia de Dios” (Gn 3:8). Al preguntar Dios donde
estaban, Adán respondió: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo…” (Gn 3: 10a).
Al final, Dios los expulso del paraíso y puso querubines para custodiar la
entrada. El pecado separa a Dios de los hombres, porque quien se acerca a
Dios debe ser santo y justo como lo es él.

Cuando el Señor Dios se apareció a Moisés y al pueblo de Israel en el


Monte Sinaí, el pueblo no podía acercarse al Monte porque cualquiera que lo
tocaba moriría. Y cuando Dios habló por como bocinas y voz trueno, el pueblo
temblando de miedo le pidió a Moisés: “Si tus hablas con nosotros, te
escucharemos; pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos.”.
Es que el pecado nos aleja y separa de Dios, tan lejos como está el cielo de la
tierra.

El pecado y sus consecuencias producen en nosotros temor. Temor a la


muerte, temor al castigo de Dios, temor al juicio final, temor a una
enfermedad, temor a la falta de inestabilidad política, temor al diablo, etc.
Todos estos temores son consecuencia del pecado que habita en nosotros y
que nos alejan de Dios como lejos está el cielo de la tierra y nos quitan su paz.

Sin embargo, hay personas que se alejaron tanto de Dios, que ya se


endurecieron. Por ejemplo, Aquel que ya no le importa si es pecado o no, vive
sin arrepentimiento. Persiste en su pecado que piensa que es normal. Persiste
en su orgullo, en la mentira, en el chisme. Vive en adulterio o fornicación,
persiste en el enojo y el rencor que se daña a si mismo. Y de tanta persistencia
se acostumbran en el pecado. Esto se llama no temer a Dios o incredulidad.
Que no lleguemos a este extremo mis hermanos sino más bien arrepintámonos
y confesemos nuestro pecado, nuestro temor a Dios. Pero al mismo tiempo,
nuestra confianza en el perdón y la misericordia de Dios.

¿Cuáles son las primeras palabras que el ángel le dice a los pastores?:
“No teman” “No teman” ¿Por qué dice No teman? No teman son palabras de
absolución, palabras del perdón de Dios. El ángel Gabriel les había dicho las
mismas palabras a Zacarias y María, No temas. “No teman porque les traigo
una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría”. La
buena noticia de saber que el cielo y la tierra se unirían una vez más por causa
de Jesús. El pecado que nos alejaba y separaba de Dios, en Cristo Jesús, sería
nuevamente unido: Dios y Hombre en una sola persona, Jesucristo. Por eso
dice el ángel: “Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es
Cristo el Señor.” Un salvador de los pecados, un salvador de la muerte, un
salvador de diablo. Por eso, No teman.

Esto es lo que recordamos y celebramos en la Navidad. Que Dios envió al


mundo a su Hijo a reconciliarnos con él mediante la cruz y darnos paz. A unir lo
que el pecado había separado. A unir los cielos y la tierra en su propio cuerpo.
(comunión vertical) Y a unirnos unos a otros por medio de su perdón.
(horizontal)

Esto es lo que dicen los ángeles cuando alababan a Dios. Presten mucha
atención: ¡Gloria a Dios en las ALTURAS! (cielo) y ¡Paz en la TIERRA a todos los
que gozan de su favor! (La tierra). En Adán recibimos la maldición del pecado y
la muerte, pero ahora en Cristo recibimos la bendición del perdón y vida. Ya no
hay querubines custodiando las puertas del paraíso. Ahora en Belén hay miles y
miles de ángeles anunciando que el cielo y la tierra otra vez están juntos. Ya no
hay terror por el pecado sino una buena noticia que trae alegría. La alegría de
saber que ya no estamos lejos y separados de Dios. Que Dios está con nosotros.

¿Y Cómo esta Dios con nosotros? Los ángeles respondieron: “Esto les
servirá de señal: Encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un
pesebre” Los pastores fueron muy de prisa fueron a Jesús y cuando lo
encontraron humildemente acostado en un pesebre y envuelto en pañales, los
pastores no dudaron sino creyeron firmemente que Dios estaba allí con ellos.
Aun sin gloria ni esplendor, adoraron al niño Jesús Dios y hombre en una sola
persona. En su encarnación Jesús logró unir los cielos y la tierra. Y con este
logro un feliz intercambio para nosotros.

- Descendió a tomar nuestra carne humana, y nuestro pecado para


rescatarnos y ascendernos a los cielos.
- No halló posada en el mesón ni dónde reclinar su cabeza, pero a nosotros
él nos preparó mansiones celestiales en la casa de su Padre.
- Siendo rico se hizo pobre a fin de que por su pobreza nosotros seamos
enriquecidos de su gloria, poder y justicia.
- Fue puesto en un pesebre, el lugar donde comían el alimento los animales.
Jesús fue puesto allí para ser nuestro alimento, nuestro Pan de Vida. El
pan que descendió de los cielos para darnos su perdón.

POR ESTO, El Sinaí ya no nos aterroriza. Porque en el monte Gólgota nuestra


salvación fue consumada. Este niño que, en la navidad fue envuelto en pañales,
el viernes santo seria envuelto en sabanas, pero con su resurrección el
domingo los pañales y las sabanas quedaban atrás. Nuestra condena quedaba
atrás. Nuestro temor a quedado atrás. Ahora hay paz en los cielos en la tierra
gracias a Jesús.

Es por esto que ya no hace falta que nos escondamos de Dios ni huyamos
de su presencia como Adán y Eva. Porque el Hijo de Dios nos ha devuelto al
Paraíso y nos acercado con Dios que ahora él puede estar presente con
nosotros hoy día en su mesa. Tan presente como lo estaba en el pesebre para
los pastores. Y podemos adorarlo, comerlo y beberlo para el perdón de
nuestros pecados.

Los pastores son los primeros en anunciar las buenas noticias de alegría
y de paz a María y José y a todo el pueblo. Así como hoy día los pastores
espirituales somos los primeros en anunciar las buenas noticias de gran gozo y
alegría para todo el mundo, que Cristo nuestro Salvador ha nacido.

Cuando todos escucharon el mensaje de los pastores se asombraron, pero


María guardaba todas las cosas en su corazón y meditaba en ello.
El mensaje del nacimiento de Jesús no solo debe sorprendernos como al
pueblo sino como María debemos atesorarlo en nuestro corazón, meditarlo,
tenerlo presente en los momentos difíciles.

Cuando tenemos preocupaciones, angustias, ocupaciones, compromisos,


responsabilidades. Sepan que el diablo, el mundo y nuestra propia carne
pecadora intentarán quitarnos la paz de la Navidad y cargarnos de temores: En
esos momentos recuerda las palabras del ángel: “No temas” pide a Dios en
oración todas tus necesidades.

Cuando Satanás traiga a tu mente pecados pasados y ocultos que ya han


sido perdonados recuerda las palabras del ángel: “No temas”. Porque Cristo
pagó tus pecados y culpas los alejo tan lejos como está el cielo de la tierra.

Cuando las dificultades y pruebas de esta vida te hagan sentir que Dios
se ha olvidado de ti, y se ha alejado, recuerda que Dios esta con nosotros en
Cristo, y que nos ha dado su Palabra y sus sacramentos para encontrarnos con
él cuando más lo necesitemos. Incluso en el momento de la muerte Jesús nos
dice: No temas yo he vencido a la muerte, yo te he dado vida eterna en tu
bautismo y he preparado una casa celestial.

Hermanos, hasta que ese día llegue no persistamos en nuestro pecado,


sino que, arrepintiéndonos de nuestros pecados, confiemos en la Palabra de
Dios. Meditemos y recordemos sus palabras: No teman, les traigo buenas
noticias de gran alegría hoy en la ciudad de David les ha nacido un salvador
que es Cristo el Señor. Que estas buenas noticias, podamos proclamarla a toda
nuestra familia, y al mundo. Y al igual que los pastores sigamos glorificando y
alabando a Dios por su salvación. Amén.

+ “Y la paz del Señor sea con ustedes.”

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