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La Psicología Social es una disciplina reciente. Como todas las Ciencias Sociales se inicia a
mediados del siglo pasado. Michel Foucault señala que la evolución del saber no tiene un
origen puro e iluminado sino que emerge de la voluntad de poder. Lo que impulsa al desarrollo
del conocimiento es el poder. El poder entendido como dominio de la naturaleza o de ciertas
problemáticas que desafían al ser humano.
En relación a las Ciencias Sociales , a mediados del siglo XVIII (1750) en Inglaterra se crean las
máquinas hidráulicas que permitieron la producción a gran escala sobre todo en la industria
textil. En 1790 la fuerza hidráulica de las fábricas fue sustituida por el vapor. En 1821 había en
Lancashire 32 industrias textiles mecánicas con 5.700 telares. La producción se adelanta a la
demanda por lo cual los comerciantes buscan mercados en todas partes. La industria
manufacturera nacida de las invenciones mecánicas se desarrolló enormemente en Inglaterra,
Francia y otros países europeos.
Gran parte de la población rural vendió sus pequeñas parcelas de tierra y se dirigió a las
ciudades. La clase obrera sin embargo no sacó ninguna ventaja de todos estos cambios.
En 1815 se produjo la primera crisis que altero el mercado inglés, quedando muchos obreros
en la calle y provocando disturbios y destrucciones de máquinas.
Este es el clima social en el cual surgen las primeras reflexiones acerca de la Psicología Social.
Existe una corriente sociológica que se inicia en Francia con Comte (1798-1857) Discípulo de
Saint Simón y que reflexiona acerca del individuo y la influencia o condicionamiento social.
Continua en Inglaterra con John Stuart Mill (1806-1873) y luego con Gabriel Tarde (1843-
1904) y su famosa polémica con Durkheim (1858-1917), Gustave Le Bon (1841-1931) y culmina
en Estados Unidos con la Escuela del Interaccionismo Simbólico cuyos fundadores son Cooley
(1869-1929), William I. Thomas (1863-1947) y sobre todo George Mead (1869-1931).
La diferencia que nos importa de una u otra corriente es en cuanto a la concepción del
hombre que sustentan. Una cosa es considerar al hombre como un individuo influido por su
ambiente pero donde se lo sigue considerando como originariamente individuo y otra es tener
una concepción de sujeto social.
Para George Mead, fundador del interaccionismo simbólico el sujeto es sujeto social. Deviene
sujeto a partir de su interacción con otros.
Enrique Pichón Rivière adhiere a esta corriente. Su concepción del ser humano es la de un
sujeto social. Un ser que inexorablemente, solo por su condición social puede devenir
humano.
E. Pichón Rivière plantea que “La Psicología Social debe dar cuenta de cómo la estructura
social deviene Fantasía Inconsciente”. Todo un desafío: dar cuenta cómo una estructura tan
macro como la sociedad deviene materia de una sustancia tan íntima como nuestras fantasías,
nuestros sueños.
El ser humano, para E. Pichón Rivière, emerge como única posibilidad de supervivencia de las
tramas vinculares que le dieron origen. Pero no solo es un ser producido, constituido desde
estas tramas vinculares sino que también es productor. Su concepción del ser humano es de
un sujeto productor y producido por esas estructuras objetivas, fundamentalmente vinculares,
que trascienden su subjetividad y que tienen efectos de determinación sobre él.
Esta posición tiene efectos no solo teóricos sino metodológicos y técnicos ya que si son las
tramas vinculares que trascienden al sujeto las que tienen efecto de determinación sobre él, al
intervenir en estos contextos (que en general son los grupos y las instituciones a las que
pertenece el sujeto) estamos actuando sobre la subjetividad individual y nos permite incluso
actuar preventivamente.
El ser humano es desde la teoría de E. Pichón Rivière emergente y emisor de las tramas
vinculares que le dieron origen. Toda sociedad enfrenta la tarea de producir, a través de sus
instituciones, sujetos que la reproduzcan. El inconsciente humano es el que tiende a repetir la
estructuras ideativas, afectivas y de acción que le dieron origen.
¿Y cómo el sujeto reproduce a la sociedad que le dio origen? A través de un “aparato para
pensar”.
Enrique Pichón Rivière sostiene que todo ser social construye a partir de toda su historia
vincular-institucional un marco referencial, un sistema de ideas, afectos y modelos de acción
con el que percibe, organiza y actúa en la realidad social que le ha tocado vivir. Este “aparato
para pensar” la realidad ha sido conformado por el sujeto en su intersección con la cultura de
su sociedad, la cultura particular , los campos sociales y la novela familiar de la cual ha sido
parte. Una de las causas de los conflictos humanos tiene que ver justamente con los diferentes
“aparatos para pensar” que se ponen en juego entre los seres humanos cuando interactúan.
Desde esta concepción interaccionista simbólica no hay una naturaleza humana como la que
poseen los animales. El animal, aún los mamíferos superiores, nace con un paquete instintivo
que le da certeza y lo liga a un hábitat. Un potrillo a las pocas horas de nacer ya esta en
condiciones de seguir a su madre y a la tropilla a la que pertenece.
Si comparamos a este potrillo con un ser humano recién nacido visualizamos el grado de
inmadurez con que emergemos al mundo y la necesidad de un “útero social” donde completar
la maduración.
Hay solo dos rasgos que podrían considerarse propios de la naturaleza humana: la apertura al
mundo y la inespecificidad de los instintos (2). Esto significa que nacemos incompletos, con
una carencia fundamental y es esta carencia la que se va a constituir en la posibilidad de un
desarrollo deseante en el ser humano. Es por esta carencia que el ser humano no encuentra
una homeostasis, un equilibrio en su subjetividad. Por esta ruptura de la homeostasis subjetiva
el ser humano se lanza al mundo externo en una necesidad de externalización que culminará
en objetivaciones sociales materiales y simbólicas.
Decíamos que en su interrelación con otros sociales el ser humano desarrolla un “aparato para
pensar” la realidad. Es necesario aclarar que ese “aparato para pensar” que contiene
dimensiones ideativas, afectivas y de acción es un “aparato” que siempre funciona un poco
mal. Es incompleto, siempre le falta un “tornillo” y por ello siempre esta puesto en cuestión
por el mismo sujeto lo que le genera incertidumbre pero también lo abre a nuevas
significaciones frente a cambios propios o del contexto.
El ser humano deviene ser humano porque desde el sostén vincular primero de la madre,
luego de la familia y finalmente de las instituciones sociales se lo introduce en la cultura en la
que ha nacido.
Para Enrique Pichón Rivière las tramas vinculares no solo están constituidas por el lenguaje
sino que incluyen lógicas y formas de pensar, de sentir y de hacer en el mundo. Si no, no se
entendería como son posibles culturas particulares diferentes dentro de un mismo idioma.
El ser humano es productor y re-productor de los hábitos, costumbres modos de ser de los
instituidos de la sociedad en que vive. La sociedad sobrevive solo en la medida en que esta
reproducción se lleve a cabo.
“Mi búsqueda ha sido saber del hombre y más limitadamente saber de la tristeza...”
Esta frase del Doctor E. Pichón Rivière encierra un deseo, una necesidad, un objetivo y
también un eje alrededor del cual se desarrolló toda su investigación. Su historia personal y su
práctica clínica lo motorizaron en ese sentido porque intuía “que ella, la tristeza, está siempre
en el fondo de las conductas especiales”.
En este trabajo se indaga en algunas de las fuentes del ECRO. Tres autores, Sigmund Freud,
Melanie Klein y Karl Marx y un movimiento, el Surrealismo. ¿Podemos considerar a Pichón
Rivière un ecléctico, un innovador, un loco que metió en una coctelera varias teorías y
experimentó con ello? Tal vez había un poco de todo eso, pero fundamentalmente creo que
fue un artista y como tal un creador. Lo imagino construyendo su ECRO como un gran collage
ideológico/experiencial, organizado en espiral, partiendo de esa búsqueda sobre el hombre,
sobre el “misterio de la locura”, de-construyendo, reformulando, sintetizando y ensamblando
conceptos que podrían aparecer como distanciados u opuestos o inconciliables, pero que
encuentran una coherencia interna como un buen collage surrealista.
Pichón Rivière dice que su contacto con el pensamiento psicoanalítico es anterior a su ingreso
a la Universidad y “surgió como el hallazgo de una clave que permitiría decodificar aquello que
resultaba incomprensible en el lenguaje y en los niveles de pensamiento habituales” y
orientado por los estudios de las obras de Freud comenzó su carrera psicoanalítica.
Tomó de Freud conceptos claves, algunos de los cuales reformará y de otros se alejará.
Un aporte básico es la noción de conflicto psíquico que no sólo aparece en los individuos
enfermos sino que en todos los sujetos se manifiestan tendencias internas que son
contradictorias. El conflicto puede presentarse de dos maneras: manifiesta –conciente- o
inconsciente. Otra idea de Freud tomada por Pichón Rivière es la continuidad de conducta
entre la enfermedad y la normalidad, no hay divisiones tajantes entre una y otra. De ahí que la
teoría sobre la conducta, en los que aparecen los conceptos de adaptación activa, adaptación
pasiva y aprendizaje, desarrollada por el autor se adecue tanto al análisis de las conductas
desviadas como a las normales.
Pichón Rivière se aleja de Freud con respecto a dos cosas fundamentales, una en cuanto a la
posibilidad de cura de las psicosis ya que para el primero “siempre hay un tiempo y un espacio
para establecer con el paciente el diálogo terapéutico” y para el segundo un paciente psicótico
era inaccesible; y la otra se refiere al eje de la teoría, para Freud, centrada en el individuo y
para Pichón Rivière centrada en el “hombre-en-situación”, es decir el hombre en un medio y
un tiempo histórico.
La actitud de apertura que signó la praxis de Pichón Rivière hizo que se acercara a otros
pensadores en pos de responder ciertas preguntas y abrir nuevas incertidumbres que le
permitiera avanzan en su tarea de organizar un esquema conceptual con criterio instrumental.
Se acerca a la Escuela inglesa y coincide con Melanie Klein en que existe relación de objeto
desde el inicio de la vida psíquica y se aleja de ella en cuanto considera que el individuo nace
con una energía instintiva buscadora de objetos que es pre-experiencial y en cambio para
Pichón Rivière no existe nada en el sujeto que lo sea, la vida psíquica del sujeto comienza a
partir de las primeras experiencias vinculares.
Este movimiento que surgió en los años ’20 en un mundo convulsionado por la post guerra,
creó y propuso expresiones artísticas diferentes: Los surrealistas se autodefinieron como “el
movimiento más fecundo de la primera mitad del siglo y como el desprecio del pensar y el
sentir tradicionales”. Sus fundadores y seguidores plantean una crítica de la vida cotidiana,
señalan prejuicios sociales y culturales como obstáculos para el desarrollo de la humanidad.
Para los surrealistas se conoce a partir del asombro, de la mirada crítica, de la de-
construcción, del des-aprender, de la de-formación de lo que está dado, de la des-ocultación.
Estos conceptos son los que más influyen en E. Pichón-Rivière que los incorpora cuando habla
de la psicología social como crítica de la vida cotidiana apuntando a la ruptura de la
familiaridad que encubre los objetos, cuando propone opacar lo transparente, a convertir en
visible aquello que por muy cercano se hace invisible, en definitiva cuando genera un esquema
conceptual que incluye un transformar la realidad transformándose, en una continuidad
dialéctica.
La base histórica, y estructural del ECRO está constituida por las ideas de Freud y M. Klein y su
aspecto social y experimental se basan en kurt Lewin, que estableció las bases para una
investigación activa, es decir actuar sobre la realidad social para transformarla (praxis)
Combinación de descubrimiento, acción, experimentación y transformación en una sola
operación. Teoría y práctica se integran en una acción concreta siguiendo una espiral
dialéctica, entonces el ECRO se transforma en un instrumento de trabajo, que permite
aprender a través de una tarea.
Como partimos del concepto de sujeto como sujeto social, a través de este instrumento
podemos comprender la “horizontalidad”, la comunidad, el grupo en su totalidad y la
“verticalidad”, es decir al individuo inserto en esa totalidad.
Otro concepto clave es el de Vínculo que remplaza al de relación de objeto de Freud y que
implica que en el campo de las relaciones humanas hay un ida y vuelta, así se configura un
esquema dialéctico.
El ECRO apunta a trabajar sobre universales que son: los miedos básicos –miedo a la pérdida y
miedo al ataque-, que están implicados en la resistencia al cambio y que están sostenidos en
los prejuicios culturales y sociales que se manifiestan en las relaciones de poder y en la
ideología de ciertos grupos privilegiados que intentan mantener el statu quo, evitando el
cambio social. La resistencia al cambio puede ser el punto central para la transformación de un
individuo, de un grupo, de una institución o de la sociedad.
E. Pichón Rivière, en la elaboración del ECRO también se nutre del materialismo histórico de
Marx, del movimiento surrealista del cual es contemporáneo. Otras fuentes valiosas en esta
construcción fueron el Interaccionismo simbólico de G. Mead y la escuela de la Gestalt, que
incorpora el concepto de esquema como estructura movible y flexible que se enriquece a cada
vuelta de espiral y que incluye aspectos conceptuales que sirven para conceptuar la
experiencia vivida.
Lo antedicho nos lleva a pensar el ECRO como un collage ideológico y conceptual, organizado
en espiral, partiendo de la búsqueda sobre el hombre, sobre el “misterio de la locura”, de-
construyendo, reformulando, sintetizando y ensamblando conceptos que encuentran una
coherencia interna, un hilo conductor, como un collage surrealista. Su propia experiencia de
vida, integradora de la cultura europea y de la guaraní queda reflejada en la teoría. En las
palabras del propio E. Pichón-Rivière “...tuve la vivencia de haber encontrado el camino que
me permitiría lograr una síntesis bajo el común denominador de los sueños y el pensamiento
mágico, entre el arte y la psiquiatría...”
BIBLIOGRAFÍA
- Pichón Rivière, E., El proceso grupal, del psicoanálisis a la psicología social, Buenos Aires,
Nueva visión, 1993
- Pichón Rivière, E., Clases N° 1 y 2 del 18/4/66 y del 25/4/66 en la Escuela privada de
Psiquiatría Social.
- Zito Lema, V., Conversaciones con Enrique Pichón Rivière sobre el arte y la locura, Buenos
Aires, Ediciones cinco, 1995
- Crouzet, Maurice, Historia general de las civilizaciones, vol. VII, la época contemporánea,
Barcelona, Destino, 1973