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DESVIACIÓN SOCIAL EN LOS MENORES COMO POSIBLE PREDICTOR DE LA

FUTURA CONDUCTA DELICTIVA

La delincuencia juvenil, al igual que la adulta, es fruto de diversas variables que


interactúan entre sí. No se puede atribuir a una causa concreta ni se puede
analizar de forma aislada. Por tanto, es un problema multidisciplinar y debe
explicarse desde muchos puntos de vista: el criminológico, el sociológico, el
psicológico, el educativo y el penal, entre otros muchos

La formación multifacética de la niñez y la juventud, priorizando al grado


máximo su atención, educación y salud, se incluye entre las prioridades de
cualquier sistema social, no obstante persisten como fenómenos residuales,
manifestaciones y conductas antisociales y desviadas en las que debe intervenir
la sociedad.

La desviación social es una de las causas de ocurrencia de hechos delictivos, en


especial es sus manifestaciones más peligrosas o socialmente peligrosas, que a
su vez son determinantes criminógenos influyendo así en el aumento de la
delincuencia. El menor o adolescente, se encuentra en un proceso de cambios,
de formación y desarrollo de su personalidad. Este desarrollo conlleva una serie
de cambios físicos, hormonales psicológicos, sociales, afectivos, etc.

Es fundamental asegurar la correcta socialización de ese joven porque ayudará a


evitar que el adolescente presente una posible desviación social y que esa
desviación social, es decir, ese apartarse de las normas sociales y de convivencia
pacífica con su entorno, pueda terminar o desencadenar actos delictivos más
graves.

La desviación social se ve reflejada en cualquier etapa, etnia, sistema político,


no es un concepto arraigado en una cultura determinada, sino que es el
resultado de la formación de antivalores estrechamente relacionados con el
desarrollo de la sociedad.
Las alteraciones del comportamiento están caracterizadas fundamentalmente
por una amplia gama de trastornos con sintomatología de incidencia en la
esfera del comportamiento social, afectación de la calidad de respuesta
emocional y comportamental del individuo y/o presencia de síntomas de ambas
características. Los niños y niñas adolescentes con estas alteraciones,
frecuentemente manifiestan desatención, se distraen con facilidad, son un
tanto agresivos, son inquietos, lo que repercute negativamente en el desarrollo
de su personalidad.

Hay que socializar desde bien temprano. Pero, ¿qué es socializar? Es el proceso
mediante el cual el niño desde temprana edad aprende a diferenciar lo
aceptable y lo inaceptable de su comportamiento de acuerdo con os valores
inculcados y adquiridos en el medio que se desarrolle. Es un proceso que debe
fomentarse en niños y niñas desde que empiezan a conocer su mundo, a
investigar y preguntar.

La temprana infancia es el momento en que tiene lugar el proceso de


socialización más intenso, cuando el ser humano es más apto para aprender;
desde el nacimiento se está aprendiendo y se continúa haciendo hasta que
morimos.

En esta etapa el niño va formando su personalidad, el desarrollo de esta desde


los primero años de su vida resulta inseparable del medio familiar y por ende,
de la sociedad con la que vive e interactúa.

La influencia social en el desarrollo de la personalidad de cada individuo, a


través de sistemas de actividad y comunicación, discurre de modo
institucionalizado y espontáneo. Constituyen estos los espacios, partiendo del
medio familiar, en los cuales lo social va alcanzando sentido personal para el
individuo, integrándose en su personalidad y configurándose como
característica de su expresión individualizada.
Este proceso en que los niños y niñas aprenden a diferenciar lo negativo y
positivo, además, van retroalimentándose del medio, de las conductas de los
que le rodean, esta etapa especial de interacción con los diferentes agentes
socializadores es lo que llamamos socialización.

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