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I. ANTIJURIDICIDAD E INJUSTO
Finalmente, otro problema que es preciso afrontar dice relación con aquella
situación en la cual el actor actúa con el elemento subjetivo de una causal de
justificación y cree, equivocadamente, que concurren los elementos objetivos
de dicha causal cuando, en realidad, dichos elementos están ausentes. Este
problema se abordará con mayor profundidad al tratar la culpabilidad, en
especial, al estudiar el denominado "error sobre la prohibición". En una
aproximación muy general al tema, se puede adelantar que, para la doctrina
Toda posición extrema en esta materia, como sucede la mayor parte de las
veces en la vida, suele ser una exageración que a la postre genera una distorsión
y lleva al error. Plantear el tema en términos absolutos: la antijuridicidad
comienza y termina en el desvalor de resultado (concepción monista objetiva);
o bien, el principio y fin de la antijuridicidad está en el desvalor de acción
(concepción monista subjetiva), nos parece que no es algo razonable, justo ni
conveniente. Esta discusión se nos ocurre que podría parecerse a determinar qué
es más importante, o para ser más extremos, qué es lo importante en el hombre:
¿su cuerpo o su psiquis? Dicha alternativa implica reducir al hombre a la
categoría de animal o de espíritu; y el hombre, no es ni lo uno ni lo otro, es
hombre. En consideración a lo anterior y partiendo del
supuesto que el Derecho Penal junto con desvalorar ciertos hechos, trata de
motivar a los hombres para que no actúen en forma contraria a él, significa que,
para ambos cometidos, debe otorgar importancia tanto al desvalor de resultado
como al desvalor de acción. Lo anterior, no significa que el peso, gravedad o
trascendencia de ambos desvalores sea siempre igual. En efecto, hay veces en
que el desvalor de acción está completo y, sin embargo, el desvalor de resultado
no se encuentra en su mayor grado de entidad o gravedad (v.gr., en la tentativa
o delito frustrado el desvalor de resultado está en un grado menor de entidad y
gravedad). Por otro lado, bien puede ocurrir que sea el desvalor de resultado el
que esté en su máxima expresión de importancia y no ocurra igual con el
desvalor de acción (v.gr., en un delito consumado de homicidio imprudente, la
conducta negligente que ocasionó la muerte es de menor gravedad que si aquella
hubiere sido dolosa).
Esta nueva visión acerca del rol que juega el desvalor del resultado y su
vinculación con el desvalor de acción no se concilia ni con la teoría de la
congruencia para la justificación, ya que esta teoría otorga al desvalor de
resultado carácter constitutivo o fundante de lo injusto, lo que no es aceptado
por aquella nueva concepción (desvalor complejo de la finalidad); ni tampoco
coincide con la teoría de la justificación separada, ya que para ésta, si la
justificación supone una especie de compensación de valores y desvalores, es
preciso compensar separadamente la dimensión subjetiva del hecho, por un
lado, y por otro, la dimensión objetiva.
En efecto, bien puede suceder que una conducta típica v. gr. lesiones, no sea
antijurídica por haber sido realizada en una situación que configura legalmente
una causal de justificación (v. gr. en situación de legítima defensa), y, no por
ello, dicha conducta deja de ser una conducta típica.
I. LEGÍTIMA DEFENSA
1. Fuente legal
2. Concepto
3. Naturaleza jurídica
4. Fundamento
a) Fuente Legal
b) Requisitos
Este requisito supone estudiar tres aspectos: qué puede constituir una
agresión, qué se entiende por agresión ilegítima y, finalmente, el carácter actual
o inminente de la agresión.
b.1.1) La agresión
Por ser la agresión una acción, la doctrina dominante excluye de ella los
movimientos corporales del ser humano que no constituyen acción, ni los
ataques de los animales de carácter espontáneo y no resultado de órdenes
impartidas por el hombre (Jiménez de Asúa; Díaz Palos; Luzón Peña; Sáinz
Cantero; Mir Puig; Jescheck; Stratenwerth). Se discute si una agresión puede
asumir la forma omisiva (Cousiño; Novoa; Etcheberry; Politoff). Un sector
sostiene que la omisión no podría configurar una auténtica agresión toda vez
Ej.: Un agresor sexual fornido se dispone a atacar a una mujer débil, la que en
dicho momento sólo dispone a su alcance de un arma de fuego, caso en el cual,
es posible sostener la existencia de "necesidad" de la reacción defensiva. Del
uso que la mujer atacada haga del arma de fuego, dependerá si la reacción
defensiva es o no constitutiva de "necesidad racional". En efecto, si la mujer
dispara a su agresor uno o dos proyectiles a sus extremidades y con ello
posible acudir cuando no existe otro recurso o medio defensivo legal para
detener o evitar un ataque ilegítimo. El principio de subsidiaridad sólo rige al
interior de la legítima defensa y dice relación, única y exclusivamente, con la
"necesidad racional" del medio empleado para impedir o repeler la agresión
ilegítima.
causal (Mir Puig, Luzón Peña). Para otros, en cambio, se requiere un conocer
y querer los elementos objetivos y, además, un ánimo especial de defensa en la
persona del que se defiende (Cerezo), elemento subjetivo que para algunos
tendría apoyo legal positivo cuando el legislador penal al tipificar la legítima
defensa señala: "El que obra en defensa...". Sin embargo, a juicio de los
primeros autores, no sería necesario exigir en la persona que se defiende un
ánimo de defensa y bien podría animarlo un ánimo de venganza u odio toda vez
que el legislador sólo se refiere al ánimo o motivo al tratar de la legítima defensa
de un tercero, caso en el cual excluye la justificación si el defensor obra por
venganza, resentimiento u otro motivo ilegítimo. En todo caso, para algunos
partidarios de un elemento subjetivo de defensa, su ausencia puede dar lugar a
la correspondiente eximente incompleta (circunstancia atenuante contemplada
en el Art. 11, Nº 1, del C.P.).
Tiene lugar si el sujeto que realiza una reacción defensiva, lo hace porque
cree, equivocadamente, que era objeto de una agresión ilegítima: la agresión
no era real, sino imaginada. La doctrina ha planteado dos criterios: a) se debe
determinar la realidad de la agresión conforme a un criterio objetivo ex-ante,
considerando los elementos y circunstancias existentes al momento de actuar
(Cury), y b) se debe adoptar un criterio objetivo ex-post y tomar en cuenta
todos los factores que tuvieron lugar, aunque algunos sólo pudieron ser
conocidos con posterioridad a la actuación del autor (Politoff; Etcheberry;
Garrido).
a. Fuente legal
b. Requisitos
a. Fuente legal
a. Fuente legal
Incluso, hubo algunos parlamentarios que eran de opinión que sería razonable
establecer una presunción de derecho respecto de la proporcionalidad antes
referida, ya que el "fin de la norma es, en estos casos, no sólo favorecer
procesalmente al defensor liberándolo del peso de la prueba, sino, además,
legitimar su reacción defensiva, aunque ésta sea 'excesiva', pues se ha tenido
en consideración el inminente peligro que la agresión rechazada presenta para
la víctima" (senador señor González).
Por noche debemos entender aquel período de tiempo natural que media entre
la puesta hasta la salida del sol, que se caracteriza por la ausencia de luz natural
y el predominio ostensible de la oscuridad y que varía según la época del año,
condiciones meteorológicas y características de un lugar determinado. Para
estos efectos, no será noche si, aun cuando se haya puesto ya el sol, perdura
todavía la luz del crepúsculo vespertino o si, aun sin haber salido el sol, ha
empezado ya el crepúsculo matutino, espacios de tiempo en que el fenómeno
físico-geográfico de ausencia total de luz natural no se ha producido todavía,
razón por la que no es posible constatar un predominio marcado u ostensible de
una oscuridad natural. De lo anterior, cabe concluir que la existencia de una
luminosidad artificial de un lugar durante la noche, no permite negar la realidad
natural de un contexto espacio-temporal de nocturnidad por la ausencia de luz
solar.
e.2.2) Robo con violencia o intimidación en las personas o robo por sorpresa.
El Art. 450, inc. 1º del C.P., señala: "Los delitos a que se refiere el párrafo 2 y
el artículo 440 del párrafo 3 de este Título se castigarán como consumados
desde que se encuentren en grado de tentativa".
3. El hecho objetivo que la d.m.p., sólo tiene una forma de actuar, impediría
sostener que su accionar es el de un medio "necesario racionalmente" como lo
exige la ley (Cousiño). Esta crítica también es discutible, ya que todos los casos
en el Derecho Penal hay que examinarlos uno a uno y, sólo así, es posible
establecer si reúne o no las exigencias legales. Si la acción del dispositivo sólo
ocasionó una lesión a quien pretendía robar, pareciera a primera vista que fue
"necesaria racionalmente". Si el mecanismo causó la muerte del intruso que sólo
pretendía ingresar a la propiedad para recuperar una pelota que se había caído
en ella, podemos pensar que dicho resultado no era "necesario racionalmente";
en cambio, si el intruso era un terrorista que pretendía dar muerte al dueño de
casa, podríamos sostener que, en este caso, la acción defensiva era "necesaria
racionalmente".
del mismo (v.gr. lesiones leves, menos graves) (Cousiño) (Roxin; Muñoz
Conde/García Arán). La dificultad surge cuando el resultado causado por la
offendícula o d.m.p. es la muerte del invasor, caso en el cual habrá que ver si es
factible configurar una legítima defensa privilegiada ("...cualquiera que sea el
daño que se ocasione al agresor, ...").
Art. 205 inc. 1º: "Tendrán aplicación, en materia militar, las disposiciones
del Libro I del Código Penal, en cuanto no se opongan a las reglas contenidas
en este Código".
• Requisitos
1) No hay que olvidar que estamos ante una causal de justificación, la cual
es la "legítima" defensa. Toda "legítima" defensa supone, necesariamente, una
agresión ilegítima cuyo contenido, la doctrina y jurisprudencia han desarrollado
desde antiguo.
Art. 330: "El militar que, con motivo de ejecutar alguna orden superior o en
el ejercicio de funciones militares, empleare o hiciere emplear, sin motivo
Art. 3º: "El personal penitenciario de Gendarmería de Chile podrá hacer uso
racional y adecuado de armas en el cumplimiento de sus deberes
profesionales y especialmente en casos de legítima defensa o ante el peligro
inminente para la vida o la integridad física propia o de terceros".
Art. 16: "Para hacer uso racional, adecuado y ponderado del arma, el
personal deberá considerar, además, los siguientes aspectos:
• Naturaleza jurídica
Procedencia del uso de armas. Las dos disposiciones recién citadas dejan
expresa constancia que el personal de Gendarmería de Chile "podrá" hacer uso
racional y adecuado de armas en el cumplimiento de sus deberes profesionales
y, especialmente, en casos de legítima defensa, con lo cual y hasta aquí, no cabe
duda acerca de la autorización legal para acudir al uso de armas como un medio
"racional y adecuado" para impedir o repeler una agresión ilegítima. Sin
embargo, lo dispuesto en el Reglamento sobre uso de armas, Art. 16, Nº 6:
"Evitar causar daños y sufrimientos innecesarios", nos lleva a pensar que
Ej.: Durante la noche A se percata que corre en dirección hacia él una persona
a quien cree, equivocadamente, ser su mortal enemigo, razón por la cual, le
dispara y lesiona o da muerte.
2. Concepto
3. Naturaleza jurídica
4. Fundamento
Del texto del Art. 10, Nº 7: "El que para evitar un mal ejecuta un hecho..."
es posible deducir que el legislador penal no ha puesto un límite a los derechos
Por otra parte, el Art. 145 del C.P. contempla una especie de estado de
necesidad en el caso de "entrar en morada ajena para evitar un mal grave a sí
mismo, a los moradores o a un tercero" o bien si "lo hace para prestar algún
auxilio a la humanidad o la Justicia" (inviolabilidad de la morada).
7. Requisitos
A. Realidad o peligro inminente del mal que se trata de evitar
distintas, los cuales es preciso ponderar para determinar cuál de ellos es mayor
y cual es menor a fin de evitar el primero y sacrificar, en todo o parte, el bien
que estaría expuesto a sufrir un mal menor. Por ello, es un error creer que en la
balanza de ponderación lo que hay que sopesar o estimar son los bienes jurídicos
involucrados en la situación y no los males que los amenazan (Córdoba Roda;
Cerezo; Mir Puig; Silva Sánchez; Bustos).
hecho peligroso, tampoco cabe pensar en un hecho consumado, ya que por estar
concluido o terminado, dicho hecho no encierra peligro alguno hacia el futuro
y, por ende, no cabe imaginar una conducta típica que esté autorizada para evitar
lo que ya ha acontecido (Cousiño). No obstante lo anterior, y sin perjuicio de
encontrar fundado el razonamiento de dicho sector doctrinario, creemos que es
factible encontrar una diferencia en el contenido de las expresiones empleadas
por la ley penal. Antes de entrar a formular las diferencias anunciadas, es
preciso dejar constancia que la idea que encierra la expresión "peligro" no es
sino la de amenaza futura de un mal. En un plano fáctico o empírico, se puede
hablar de "realidad" en aquellas situaciones en las que una fuerza destructiva
está menoscabando la integridad de un bien jurídico y, de continuar su acción,
existe la amenaza inminente de afectarlo en mayor medida e, incluso, de
destruirlo por completo (v.gr. ha comenzado un fuego en la habitación de una
casa, el cual ha destruido algunos muebles y, de no extinguirse y proseguir su
acción, amenaza con calcinar otros muebles, e incluso, toda la propiedad). Por
otro lado, hay "peligro inminente" en aquellos casos en los que una fuerza
destructiva esté próxima o cercana a iniciar su acción sobre un bien jurídico
que, hasta ese momento, está incólume y, para el caso de no detenerla, existe la
amenaza de que lo afectará parcial o totalmente (v.gr. el incendio de una casa
amenaza con propagarse a la casa vecina; una mujer huye de quien se propone
secuestrarla, raptarla o atacarla sexualmente). En un plano jurídico-penal, más
concretamente, en el ámbito de lo prohibido- permitido, no es algo ilógico que
el legislador penal exija la "realidad" del mal que se trata de evitar, toda vez que
es un elemento objetivo esencial para configurar la causal de justificación objeto
de estudio; de lo contrario, si el mal no era algo "real" sino "aparente o
imaginario" aquello no es factible, aunque, eventualmente, pudiera servir de
base para un estado de necesidad
Es preciso advertir que el legislador penal sólo exige una ponderación de los
males en juego pero, en ningún caso, demanda que el mal que se trata de
evitar sea "grave" o "ilegítimo", calificativo este último que sería improcedente
si el mal fuere originado por la naturaleza (v.gr. aluvión, tsunami o ataque de
animales feroces).
Por otro lado, un medio "menos perjudicial" es todo aquél que sirviendo a un
mismo propósito, en este caso, a la protección de un determinado bien jurídico,
logra su objetivo con un menor costo, sacrificio o detrimento de la propiedad
ajena. Así, no hace uso de un medio "menos perjudicial" quien es atacado por
un perro que cuida la propiedad vecina y, en vez de espantarlo o golpearlo, le
da muerte.
"...para evitar un mal...", tenor que, sin duda, es más claro para indicar una
orientación subjetiva en el actuar que el que habría empleado, con igualsentido,
el C.P. cuando se refiere en la legítima defensa: "...obra en defensa...".
Art. 10, Nº 11, del C.P.: "El que obra para evitar un mal grave para su
persona o derecho o los de un tercero, siempre que concurran las
circunstancias siguientes:
2ª. Que no exista otro medio practicable y menos perjudicial para evitarlo.
4ª. Que el sacrificio del bien amenazado por el mal no pueda ser
razonablemente exigido al que lo aparta de sí o, en su caso, a aquel de quien
se lo aparta siempre que ello estuviese o pudiese estar en conocimiento del
que actúa".
que esto se explicaría por una simple omisión de la letra "s" del plural por
parte de la persona que redactó la propuesta definitiva que debía votar la
comisión mixta y, por ello, quedó la expresión en singular (derecho).
Efectivamente, durante la discusión de la comisión mixta, el texto que se tuvo
a la vista en todo momento la expresión estaba en plural (derechos). Si
comparamos la tipificación que el legislador penal ha hecho de ambas causales
de exención de responsabilidad, tenemos que reconocer lo siguiente:
a) las dos eximentes permiten resguardar cualquier bien o interés propio o ajeno;
en cambio, sólo la eximente del Nº 7 permite resguardar bienes jurídicos
sociales o comunitarios o del Estado; b) la eximente consagrada en el Nº 7 sólo
permite afectar la propiedad ajena, no así en cambio, la establecida en el Nº 11
que admite la afectación de cualquier bien o interés propio o ajeno;
c) la eximente del Nº 7 sólo exige que el mal que se trata de evitar sea mayor
que el causado para evitarlo, en cambio, la contemplada en el Nº 11 demanda
que el mal causado no sea "sustancialmente" superior al que se evita y que éste
sea "grave"; d) finalmente, la eximente del Nº 11 requiere que "el sacrificio del
bien amenazado por el mal no pueda ser razonablemente exigidoal que lo aparta
de sí o, en su caso, a aquel de quien se lo aparta...", exigencia que está ausente
en el Nº 7. Estas diferencias permiten afirmar que las hipótesis cubiertas por el
Nº 7 y el Nº 11 no son las mismas.
1. Fuente legal
2. Concepto
3. Naturaleza jurídica
la base del predominio del deber imperativo que obliga a actuar, el cual ha
desplazado y neutralizado o anulado el deber de carácter prohibitivo; en
consecuencia, v.gr. el policía que lleva a cabo la detención del delincuente
sorprendido in fraganti, ha obrado ab initium conforme a Derecho, es decir, su
comportamiento en todo momento ha sido atípico. Por otro lado, en el plano de
la antijuridicidad, el cumplimiento de un deber configurará una causal de
justificación en aquellos casos en que la conducta típica del autor quebranta una
prohibición de carácter general, aunque es factible considerar la aplicación de
una norma permisiva que, en forma excepcional, autorice la infracción de la
prohibición perpetrada (v.gr. en la auténtica colisión de deberes establecidos en
favor de un mismo sujeto: un salvavidas acude a auxiliar a un sujeto que se
encuentra en peligro, el cual en su desesperación manotea y dificulta el trabajo
de salvamento; ante lo cual el salvavidas le propina un golpe, lo deja
inconsciente y, de esta manera, le pone a salvo).
4. Fundamento
Partiendo de la base que el legislador penal sólo acude al Derecho Penal como
"última ratio", no es de extrañar que sólo ha elevado a la categoría de delito
aquellas ilicitudes que, a juicio social, son estimadas graves; en
5. Requisitos
Ej.:
• El deber que pesa sobre la policía de detener al autor del crimen o simple
delito a quien se sorprenda in fraganti (Art. 83, C.Pr.P.).
La fuente del deber legal puede ser la Constitución, la ley, un decreto con
fuerza de ley, decreto ley, un convenio o tratado internacional suscrito por
Chile.
6. De la colisión de deberes
6.1. Concepto
Ej.: Según esta doctrina, cuando el policía debe cumplir con su deber de
detener a una persona, dicho deber entraría en colisión con otro deber general
que prohíbe coartar la libertad de los ciudadanos.
Ej.: El salvavidas que es reclamado por su hijo y, además, por tres bañistas
todos los cuales se encuentran en peligro en distintos lugares debe,
necesariamente, optar y actuar sobre la base de un interés preponderante o
equivalente.
Ej.: Llegan a una posta de urgencia tres heridos graves que requieren atención
médica de inmediato y sólo hay, en ese momento, un facultativo. En principio,
el médico está obligado a prestar auxilio (deber de actuar) a los tres heridos y,
si brinda atención a uno de ellos, no podrá hacer lo mismo con los demás, los
cuales quedarán entregados a su suerte.
Ej.: En una piscina está aprendiendo a nadar un grupo de niños de corta edad;
de improviso, dos menores están en peligro de ahogarse y el profesor de
natación sólo puede acudir en auxilio de uno de ellos y dejar al otro librado a su
suerte (deber de socorro equivalente).
Ej.: El salvavidas que es reclamado por tres niños que se están ahogando,
puede escoger libremente a quién ayudar y la muerte de los otros menores estará
justificada.
No hay que olvidar que el médico, por regla general, sólo puede actuar si
cuenta con la autorización expresa del paciente; de lo contrario, su intervención
será ilícita. De esta forma, para algunos autores, si a una persona
integridad y salud de los internos (Decreto Nº 518 de 1998, Art. 6º, inc. 3º),
razón por la cual dicha autoridad, en cumplimiento de su deber legal, ha
interpuesto un recurso de protección en favor de los internos que estén
atentando en contra de su vida, al no ingerir alimentos, como una forma de
protesta; recurso que ha sido acogido por la jurisprudencia. Igual situación se
ha originado en nuestro país, cuando la autoridad sanitaria ha interpuesto el
recurso de protección para obtener la autorización judicial que le permita
practicar en contra de la voluntad de un paciente, testigo de Jehová, una
transfusión sanguínea. En estos casos, la jurisprudencia ha fundamentado su
decisión en que, en relación a la vida, la autoridad podría imponer
coactivamente medidas terapéuticas por tratarse de un bien jurídico de interés
social y al que, por mandato constitucional y legal, debe proteger, incluso, en
contra de la voluntad de la persona afectada. Para otros, en cambio, la
protección legal de la vida supone, necesariamente, que su titular individual
tenga interés en ello; de lo contrario, constituiría un ataque a la dignidad de su
persona.
Estos temas, como varios otros, requieren, tan pronto sea posible, un diálogo
entre especialistas provenientes de la Moral, la Filosofía del Derecho, el
Derecho Constitucional y el Derecho Penal, con el fin de precisar cuál es, o
debería ser, el contenido y límites de los conceptos jurídicos antes indicados.
2. Concepto
legalmente debe evitar o controlar y, dicha actuación, puede ser estimada "ex-
ante" como objetivamente necesaria y razonablemente proporcionada a la
situación enfrentada.
4. Campo de aplicación
Ej.:
Las dos ideas anteriormente señaladas: a) que los actos de coacción o fuerza
directa ordenados o protagonizados por la autoridad deben ser estimados
"necesarios racionalmente" para enfrentar situaciones de hecho ilegítimas y, b)
que dichos actos constituyen una forma excepcional y provisional para
restablecer el orden público o de otorgar adecuada protección a las personas,
son los límites naturales (y jurídicos) para que la actuación de la autoridad pueda
calificarse de "legítima" y no configure una actuación abusiva al
Art. 6º: "Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución
y a las normas dictadas conforme a ellas, y garantizar el orden institucional
de la República".
Art. 7º: "Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que
prescriba la ley".
Art. 101, inc. 2º: "Las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública están integradas
sólo por Carabineros e Investigaciones. Constituyen la fuerza pública y
existen para dar eficacia al derecho, garantizar el orden público y la
seguridad pública interior, en la forma que lo determinen sus respectivas
leyes orgánicas. Dependen del Ministerio encargado de la Seguridad
Pública".
6. Requisitos
A. Requisitos objetivos
a) El actor sólo debe responder por aquella conducta y los resultados que de
ella se deriven, en la medida en que todo ello se le pueda atribuir como "su obra"
(lo cual, implica actuación dolosa o imprudente y, en modo alguno,
responsabilidad meramente objetiva).
c) Es un error creer que toda situación vital sólo está integrada por elementos
de carácter estrictamente objetivos. En efecto, la realidad vital en la
que vive constantemente el ser humano está integrada por factores objetivos
(v.gr. un alud, un movimiento telúrico, un grupo de personas gritando yportando
pancartas en una manifestación pública); y, además, por factores inmateriales,
aunque de carácter real (v.gr. las intenciones o resoluciones que poseen las
personas que desfilan gritando y llevando las pancartas en la manifestación, las
que por tener una existencia inmaterial o subjetiva, esimposible conocer con
absoluta certeza y, a lo más, la autoridad podrá inferiro deducir su existencia,
sentido y alcance en el terreno de las "probabilidades",aunque con un porcentaje
de error indiscutible). Junto a lo ya señalado, no es posible olvidar que toda
situación vital en la que debe actuar la autoridad es, esencialmente "dinámica"
y no algo "estático" y terminado, es decir, se tratade un proceso en constante
desarrollo del cual el agente de autoridad podrá conocer parte de lo pasado y de
lo presente y, respecto del curso futuro que pueda experimentar dicho proceso,
a lo más podrá suponer un desenlace"probable".
la medida viene dada por lo que habría creído y realizado un hombre medio
ideal con la información y formación del actor, colocado ex-ante en la situación
vivida por éste. Es preciso, además, que su resolución a actuar en la forma en
que lo hizo, se haya basado en factores objetivos existentes y en
interpretaciones, con fundamento objetivo, en indicios o señales que parecían
apuntar en determinado sentido o dirección. En otras palabras, de lo que se trata
es de excluir que la intervención realizada por la autoridad fue algo caprichoso
y carente de fundamento objetivo y real.
B. Requisitos subjetivos
b) En este contexto, objeto de crítica, no cabe duda alguna que los partidarios
de este pensamiento han ponderado como algo de mayor valor la protección del
agente de autoridad que la protección del ciudadano, lo cual es algo de por sí
discutible en un Estado de Derecho (Schünemann).
Art. 412: "La disposición del artículo anterior se aplicará también al casoen
que el carabinero haga uso de sus armas en contra de la persona o personas
que desobedezcan o traten de desobedecer una orden judicial que dicho
carabinero tenga orden de velar, y después de haberles intimado la
obligación de respetarla; como cuando se vigila el cumplimiento del derecho
de retención, el de una obligación de no hacer, la forma de distribución de
aguas comunes, etc.".
b.2. Requisitos
b) El uso de armas como último recurso. El Art. 23 bis establece una norma
restrictiva toda vez que limita, el uso de armas, al caso en que el funcionario
no tuviere otro recurso a que echar mano para "rechazar alguna violencia o
vencer alguna resistencia contra la autoridad", idea esta última que advertimos
del propio texto legal cuando expresa "... se viere obligado a hacer uso de
armas...". La naturaleza restrictiva de la norma asigna, para los funcionarios de
la policía civil, el carácter de subsidiario al uso de armas en situación de
cumplimiento de un deber legal genérico o ejercicio legítimo de autoridad,
característica que el C.P. otorga al estado de necesidad justificante contemplado
en el Art. 10 Nº 7, circunstancia 3ª: "Que no haya otro medio practicable y
menos perjudicial para impedirlo".
Toda vez que estamos en el campo del Derecho Penal, que la norma dice
relación con una causal de justificación de una conducta típica y que la ley
autoriza al policía para usar armas por verse "obligado" a ello para rechazar la
violencia o vencer una resistencia, éstas no pueden ser de cualquier tipo o clase;
por lo tanto, es obvio concluir que la naturaleza de la violencia o resistencia
debe, necesariamente, suponer un daño y/o peligro de carácter serio
C. Gendarmería de Chile
Art. 3º: "El personal penitenciario de Gendarmería de Chile podrá hacer uso
racional y adecuado de armas en el cumplimiento de sus deberes
profesionales y especialmente en casos de legítima defensa o ante el peligro
inminente para la vida o la integridad física propia o de terceros".
7) Motines, y
Art. 16: "Para hacer uso racional, adecuado y ponderado del arma, el
personal deberá considerar, además, los siguientes aspectos:
situación de legítima defensa propia o ajena, afronten una situación que haga
"racionalmente necesario" el empleo de aquéllas, en cuyo caso, la conducta de
típica ejecutada quedará justificada.
2. Concepto
A. El derecho de corrección
1. Fuente legal
"Cuando sea necesario para el bienestar del hijo, los padres podrán solicitar
al tribunal que determine sobre la vida futura de aquel por el tiempo que
estime más conveniente, el cual no podrá exceder del plazo que le falte para
cumplir dieciocho años de edad."
toda la línea recta o en la colateral hasta el tercer grado inclusive, del ofensor
o de su cónyuge o de su actual conviviente.
Todos los que en estos momentos leen estas páginas experimentaron, cuando
fueron menores, algún castigo moderado de sus padres por alguna conducta
indebida y ninguno quedó traumado. Más aún, estamos conscientes que si los
padres no hubieren actuado como lo hicieron, lo más probable es que muchos
hijos hubieran terminado en un Reformatorio. Quizás, en el futuro, el hombre
pueda prescindir del castigo no sólo a nivel familiar, grupal, sino de la
comunidad toda: una sociedad sin violencia, sin castigos, sin Derecho Penal.
Hoy por hoy, el Derecho no puede desconocer el castigo, su necesaria existencia
y tan sólo debe limitarlo dentro de un marco humano, es decir, necesario como
ultima ratio, razonable y proporcionado. "(...) Sería desconocer la realidad de
la vida suponer que en las condiciones sociales y psicológicas actualmente
existentes todos los padres iban a poder arreglárselas prescindiendo
completamente de acudir a las manos como método educativo. Si se quisiera
movilizar aquí al Derecho Penal por cada bofetada motivada por faltas graves,
serían más las familias destrozadas que las pacificadas" (Roxin).
por una falta grave realizada por un menor es siempre antijurídico, entonces,
respecto de él procede la legítima defensa propia o de terceros, de lo que se
pueden derivar consecuencias negativas no buscadas por nadie. De esta forma,
se ha postulado que el castigo menor que los padres aplican a sus hijos como
medio de corrección sería una conducta atípica por la "adecuación social"
considerando su finalidad "educativa" (Muñoz Conde/García Arán); para otros,
en cambio, la atipicidad vendría dada por el principio de la "insignificancia"
(Díaz y García Conlledo).
3. Concepto
Actúa justificadamente el padre y/o madre que para corregir y educar a sus
hijos bajo patria potestad o tutela les castiguen, en la medida que sea necesario
y de manera excepcional, afectando en forma moderada, ciertos bienes jurídicos
penalmente protegidos.
4. Requisitos
4.1. Objetivos
Una afectación del bien jurídico que constituya un exceso a lo que jurídico-
penalmente sea calificable de "moderado", puede servir de base para configurar
una eximente incompleta (atenuación) si, no obstante dicho exceso, el castigo
aplicado no es, en modo alguno, ostensible o gravemente desproporcionado.
4.2. Subjetivos
B. La práctica de un deporte
Concepto
Para los efectos del Derecho Penal, la doctrina suele dividir los deportes,
legalmente autorizados, en: violentos (v.gr. box o karate) y en no-violentos
(v.gr. fútbol o baloncesto). La práctica de un deporte violento o no-violento trae
como consecuencia, dependiendo de la naturaleza y grado de peligrosidad que
represente, quiérase o no, la certeza o eventualidad de lesiones, o incluso, la
pérdida de la vida para alguno de sus participantes.
La interrogante que cabe formular y dilucidar en el campo penal es: ¿las vías
de hecho están permitidas o prohibidas? Si examinamos el C.P., encontramos
las siguientes disposiciones:
"Si tales actos se ejecutaren por el dueño o poseedor regular contra el que
posee o tiene ilegítimamente la cosa, aunque con derecho aparente, la pena
será multa..., sin perjuicio de las que correspondieren por la violencia
causada".
Art. 494, Nº 16: "El que sin estar legítimamente autorizado impidiere a otro
con violencia hacer lo que la ley no prohíbe, o le compeliere a ejecutar lo que
no quiera".
Art. 494, Nº 20: "El que con violencia se apoderare de una cosa perteneciente
a su deudor para hacerse pago con ella".
Art. 471, Nº 1: "El dueño de una cosa mueble que la sustrajere de quien la
tenga legítimamente en su poder, con perjuicio de éste o de un tercero".
2. Concepto
2. Fundamento jurídico
3. Fundamento político-criminal
4. Campo de aplicación
doctrinario es de opinión que ambos bienes (la vida o la salud individual) son
disponibles por su titular; otro sector, en cambio, es de opinión contraria y, la
discusión gira, fundamentalmente, sobre los siguientes términos:
y salud, son disponibles por su titular cuando es él (no un tercero) quien, por sí
mismo, los pone en peligro, los menoscabe o los destruye.
eventual peligro que corre de subirse al automóvil, confíe en que dicho riesgo
no se concretará y esto último lo determine a acompañar al conductor. Por lo
tanto, en esta hipótesis, no podemos sostener que dicha persona haya prestado
su consentimiento para justificar la pérdida de su vida como consecuencia del
actuar imprudente del conductor.
5. Naturaleza jurídica
6. Requisitos
c) El titular o portador del bien jurídico protegido debe ser capaz para
consentir. Dicha capacidad no está determinada legalmente en consideración a
cierta edad; es decir, no existe una mayoría de edad legalmente establecida por
el legislador penal a partir de la cual se pueda presumir una cierta capacidad de
libre disposición. Se podría pensar que, para estos efectos, un criterio razonable
sería acudir al límite de edad legal establecido por el legislador para presumir
la imputabilidad penal. Sin embargo, ello no es así toda vez quedicho
criterio se ha fijado para determinar la edad a partir de la cual se puede presumir
para el sujeto activo de un hecho punible su responsabilidad penal;en cambio,
aquí de lo que se trata es de saber cuándo el sujeto pasivo de un delito puede
disponer de un bien jurídico propio. Incluso, el propio legislador penal ha
estimado, v.gr. al tipificar el delito de violación, que una mujer mayor de 12
años puede libremente disponer de su libertad sexual. Por ello, hoy en día, la
doctrina dominante postula que la capacidad que debe tener el titular o portador
del bien jurídico tutelado debe ser una "capacidad natural", es decir, que el
sujeto tenga el grado de madurez necesario para comprender la naturaleza,
sentido y consecuencias del acto de disposición que pretende realizar (Welzel;
Jescheck; Stratenwerth; Cerezo; Romeo Casabona; JorgeBarreiro).
que dicha situación justificante encierra (Hirsch; Cerezo; Mir; Gómez Benítez).
El hecho que el actor haya previsto (o podido prever) la producción del
resultado típico como consecuencia probable de su actuación típica en el marco
de justificación, no es un factor que deba considerarse integrante del elemento
subjetivo de aquélla, lo cual puede estar ausente en el comportamiento
imprudente (inconsciente). La representación actual o potencial del resultado
típico sólo dice relación con la clasificación de la culpa en culpa consciente y
culpa inconsciente pero, de ningún modo, dicho factor de clasificación se
proyecta como algo necesario a ser considerado como integrante del elemento
subjetivo de justificación. Lo anterior, no tendría por qué extrañar toda vez que
en el delito imprudente de resultado, por definición, falta la tendencia de la
voluntad hacia la consecución del resultado típico; razón por la que el tipo no
exige que el actor conozca y quiera dicho resultado.
Finalmente, respecto del consentimiento del titular del bien jurídico afectado,
es preciso que se trate de un bien jurídico disponible y dentro de los límites que
el Derecho Penal permite. Es preciso hacer presente que, en este ámbito, basta
que el titular consienta en poner en peligro su bien jurídico, no siendo necesario
que su consentimiento comprenda el resultado lesivo propiamente tal, lo cual
es algo casi imposible de concebir, ya que nadie está dispuesto, antes de
emprender la actividad riesgosa, a aceptar anticipadamente la lesión de su bien
jurídico.
que ciertas justificantes jamás se aplicarían por ser más exigentes o difíciles de
configurar (Cerezo; Mir Puig; Luzón Peña).
Por otro lado, hay quienes son de opinión que el recurso de la "remisión" y de
"justificación en subsidio" es válido porque ello se basaría en el principiode
favorecimiento del reo y porque, además, las justificantes no se encuentran
aisladas entre sí, sino que mantienen una relación funcional entre ellas
(Gimbernat; Gómez Benítez; Sáinz Cantero; Muñoz Conde). Según Warda, la
doctrina alemana dominante postula que las causales de justificación son por
regla general independientes entre sí y, por lo tanto, aplicables una junto a otra
toda vez que nada impide que un mismo efecto (la justificación de un obrar
típico) se derive de diversas causas jurídicas. Excepcionalmente, si entre dos
justificantes existe una "relación de especialidad", de manera que una de ellas
tiene un derecho preferente para ser aplicada, dicha justificante especial
presenta un efecto excluyente u oclusivo, en virtud del cual, si el caso concreto
se ajusta de lleno a su presupuesto típico, la conformidad o contrariedad a
Derecho de la conducta típica sólo puede ser enjuiciada y valorada bajo el
prisma de la justificante especial (Schmidhäuser; Jakobs; Hirsch; Maurach-
Zipf). Para este autor alemán, la excepción anotada supone una paradoja. En
efecto, si el supuesto de un caso concreto corresponde al tipificado por el
legislador penal para una justificante especial y, en dichocaso, no concurren
todos los requisitos legales establecidos para ella, la conducta típica no estará
justificada, aunque dicha conducta típica cumpliera todos los requisitos de una
justificante genérica y ello, porque la justificante especial excluye toda posible
aplicación de una de carácter genérico. ¿Cómo es posible hablar de "concurso"
de justificantes si, en la solución práctica deun caso concreto, ninguna de las
que compiten es aplicable? La especial no es
libremente por una ponderación objetiva o debe seguir la del titular de los bienes
si pretende actuar justificadamente? En otras palabras, en este tipo de
situaciones qué prima, ¿las exigencias del estado de necesidad o el
consentimiento del titular de los bienes jurídicos en conflicto? Sobre esta
interrogante, la doctrina ha planteado dos posiciones: a) de seguirse el principio
de especialidad, la justificante más específica excluye la posibilidad de aplicar
la justificante más genérica, aunque, concurran todos sus requisitos;
b) es preciso seguir el principio de subsidiaridad, razón por la cual, la
justificante más genérica queda como figura de recogida y que se podría aplicar
en ausencia de alguno de los requisitos de la justificante específica.
los demás. Pues bien, ante el presupuesto típico objetivo de un concurso real
de delitos, su justificación puede estar dada por una unidad o pluralidad de
justificantes y, en este último caso, estaríamos ante un concurso real de
justificantes semejante al concurso real de delitos. De aceptarse la posibilidad
que un mismo hecho típico puede estar justificado por dos justificantes
(concurso propiamente tal de justificantes), ¿existiría como efecto o
consecuencia en la valoración del hecho una "acumulación" o "reforzamiento"
del efecto permisivo o justificatorio de las justificantes en concurso y, de esta
manera, guardando una semejanza con el efecto del concurso real de delitos:
acumulación o reforzamiento de la ilicitud? Todo parece indicar que no, ya que
si un hecho queda justificado por la aplicación de una justificante, ¿qué hecho
disvalioso estarían permitiendo o autorizando las demás justificantes? En
consideración a lo anterior, si un hecho típico puede quedar autorizado o
permitido por dos o más justificantes, no sería necesario acudir al principio de
la acumulación de las mismas, sino por el contrario, el principio a regir sería el
de la libertad de elección entre las causales de justificación concurrentes(Cuerda
Riezu).
(Warda), aunque, por otro lado, la doctrina española admitiría esta última
cuando acepta la "técnica de la remisión a otra causa de justificación" (Cuerda
Riezu).